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    Monita SecretaSOCIETATIS JESS

    Instrucciones Secretasde

    Los Jesuitas

    BUENOS AIRESIMP. EL LIBRE PENSADOR

    1870

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    INDICE

    Ttulo PginaAL LECTOR 3ADVERTENCIA 5INTRODUCCIN. LA COMPAA DE JESS 6ORIGEN DE LOS JESUITAS 9CMO SE LLEGA A SER JESUITA. LOS EJERCICIOSESPIRITUALES.

    11

    UN POCO DE HISTORIA 14LA ORGANIZACIN DE LOS JESUITAS 19NOTAS VARIAS 21

    MONITA SECRETA - PREFACIO 23INSTRUCCIONES SECRETASCAPTULO I

    De qumanera debe conducirse la Compaa cuando comienzaalguna fundacin

    24

    CAPTULO IIDe qumanera los Padres de la Compaa podrn adquir ir y

    conservar l a familiar idad de los prncipes, de los grandes y personasde consideracin.

    25

    CAPTULO IIICmo debe conducirse al Compaa con respecto a los que, teni endo

    gran autor idad en el Gobierno, aunque no sean r icos, puedanprestarnos otros servicios.

    27

    CAPTULO IVQudebe recomendarse a los predicadores y confesores de losgrandes.

    28

    CAPITULO VCmo es preciso conducirse con los reli giosos que desempeen en l aI glesia las mismas funciones que nosotros.

    29

    CAPITULO VIDe la manera de ganar a las viudas ricas

    30

    CAPITULO VIICmo debe conservarse a las viudas(CONSERVANDAE VIUDAE)y disponer de sus bienes.

    32

    CAPITULO VIIIQudebe hacerse para que los hi jos de las viudas abracen el estadoreligioso o de devocin.

    34

    CAPITULO IXDel aumento de las rentas de los colegios.

    35

    CAPITULO XDel r igor particul ar de la discipl ina en la Compaa.

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    Ttulo PginaCAPITULO XI

    Cmo deben conduci rse los nuestros, de comn acuerdo, con los quehayan sido despedi dos de la Compaa.39

    CAPTULO XIIA qu ines debe conservar la Compaa.

    40

    CAPITULO XIIIDe la eleccin de los jvenes que deben pertenecer a l a Compaa y

    de la manera de retenerlos41

    CAPITULO XIVDe los casos reservados y de los motivos de la expulsin de laCompaa.

    43

    CAPITULO XV

    Conducta que debe segui rse con las devotas y rel igi osas.44

    CAPITULO XVIDe la manera de hacer profesin de despreciar las riquezas.

    45

    CAPITULO XVIIDe los medios de ensalzar la Compaa.

    46

    P.S. 47

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    AL LECTOR

    Este librito ha excitado muchas cleras. Los buenos Padres han publicado un gran

    nmero de libelos, chicos y grandes, para combatir la Monita Secreta, pretendiendo que seles calumniaba: como si ellos no fuesen pruebas suficiente! Los jesuitas niegan laautenticidad de las Instrucciones secretas A esta negacin, respondemos citando a losjesuitas mismos:

    De la mentira y de la manera de ocultar la verdad sin mentirTantas veces como respondiendo conforme a la intencin de aquel que interroga

    injustamente, os hicieseis un mal posible de evitar por medio del artificio de que os hemoshablado, otras tantas veces os es permitido serviros de restricciones mentales en vuestraspalabras (Manual de la Congregacin de la Bienaventurada Virgen Mara, para el uso delos colegios de la Compaa de Jess.- Edicin latina, parte XV.)

    A mayor abundamiento, he aqu la opinin de uno de sus ms ilustres doctores. ElRvdo. Padre Suarez en su libro De la Virtud y del Estado de Religin, dice:

    Digo, pues, no hay ningn mal intrnseco en usar del equvoco, an al prestarjuramento; de donde se sigue que no hay perjurio. [Libro III, cap. IX. parte 1]

    Los jesuitas han ocultado siempre, cuidadosamente, todos sus reglamentos impresoso manuscritos, Porqu tanto secreto?

    El artculo 38 de las Reglas Comunes manda expresamente no comunicar a losextraos a la Compaa (externis) Ni las Constituciones ni los otros libros y escritos(scripta), que contienen las reglas o los privilegios del instituto, sin el consentimientoexpreso del superior. (Edicin de Lyon (latina) p. 35.- ao 1706).

    De esto se desprende que hay reglamentos slo manuscritos (scripta) a los cualespertenece el que nos ocupa.

    Despus de esto, pueden los reverendos padres negar cuanto quieran la existencia delaMonita: sus negaciones no pueden hacernos fuerza.

    Podr decrsenos que cuando se habla y se escribe en contra de los jesuitas, sereduce a calumnias inventadas por los impos, sus enemigos legendarios.

    Para probar lo contrario, nos bastar traducir una solicitud presentada al Parlamentode Francia, por la ciudad de Lyon, cuartel general que fue de los jesuitas.

    Seores Senadores, la Constitucin os confa la custodia de nuestras leyes.Venimos en sealar respetuosamente a vuestra vigilancia, una sociedad que se haestablecido de nuevo en nuestro pas y que se desarrolla de una manera inquietante, a pesar

    de las justas interdicciones pronunciadas en su contra. Nos referimos a la COMPAA DEJESS.Expulsada de Francia por vez primera, segn Edicto Real del 7 de enero de 1595,

    registrado el 7 de febrero siguiente, como convictos de haber predicado el asesinato yparticipado, por sus excitaciones, de una tentativa de homicidio contra Enrique IV losjesuitas volvieron muy pronto secretamente. Enrique IV, cerr los ojos sobre la falta decumplimiento a la ley y no tard en pagar con la vida esta tolerancia.

    Expulsados de nuevo por la inmoralidad de sus enseanzas, con aplauso del puebloentero, por Real Edicto de noviembre de 1764 registrado el 1 de diciembre siguiente, laorden ha sido definitivamente abolida en nuestro pas por las leyes de 10 de febrero de 1790

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    ADVERTENCIA

    El texto de la Monita que publicamos, ha sido colacionado sobre el manuscritolatino proveniente de la sucesin del Padre Brothier, ltimo bibliotecario de los Jesuitas, enParis, antes de la Revolucin y est tambin conforme con la edicin de Paderbon de 1661,y, en fin, con el manuscrito perfectamente autntico que se encuentra en los archivos delPalacio de Justicia de Bruselas bajo el ttulo:

    Secreta Monita ou Advis secrets de la Societde Jesus

    He aqu la historia de este manuscrito, al que falta una hoja y que se hayacatalogado bajo el nmero 730:

    Cuando la supresin de los jesuitas, en 1773, esta orden posea en los Pases Bajos,aparte de otras propiedades de importancia, un colegio en Ruremonde, provincia deLimburgo holands. El gobierno nombr una comisin para vigilar la liquidacin de losbienes de la Compaa. El Consejero Zuitgens fue delegado especialmente a Ruremondepara proceder al inventario; pero, sospechado de haber ocultado algunas piezas, porcomplacencia para los Reverendos Padres, recibi de la comisin la orden perentoria deremitir inmediatamente y sin reserva, todos los papeles. Entre ellos, se encontr elmanuscrito de las Secreta Monita.

    Para verificar lo que precede, puede consultarse en los Archivos, en Bruselas, elProtocolo de las liberaciones del Comit establecido para los asuntos que resulten de lasupresin de la Sociedad de los Jesuitas en los Pases Bajos.

    La deliberacin de que se ha hablado, lleva fecha lunes 25 de octubre de 1773 y estfirmada por los seores Consejero Leclere, el conde Felipe Neuy, Cornet de Grez, Limpeuxy Turch. Vase tambin la pgina 250, cap. VII del Inventario de los Archivos deBlgica, en folio publicado por orden de ese gobierno.

    Nigalo si puedes!

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    INTRODUCCIN

    LA COMPAA DE JESS

    Que cada uno se persuada que cuantos viven bajo la obediencia, deben dejarseconducir y dirigir por la Divina Providencia que se sirve para ello de sus Superiores, comosi fuesen cadveres que se dejan mover en todo sentido y manejar como se desee; o como

    el bastn de un viejo y que le sirve para el fin a que quiera emplearlo y del lado a quequiera volverlo.

    ...... Para obedecer bien, es preciso abandonar con jbilo y prontitud todo trabajo;dejar an, en el mismo instante, inconclusa la letra que se hubiese comenzado a trazar.... Se

    obedece, en cuanto a la ejecucin, cuando se hace lo que se ha ordenado; en cuanto a lavoluntad, cuando el que obedece no tiene otra que la de quien lo manda; en cuanto alespritu, cuando piensa como l y cree que lo ordenado es a propsito; y la obediencia esimperfecta cuando, aparte de la ejecucin, no existe el acuerdo de voluntad y desentimiento entre el que manda y el que obedece.

    (Constitutiones Societatis Jesu cum Declarationibus.- Edicin latina con el textofrancs en frente, hecha por ellos mismos en 1762 con rbrica:En Francia .)

    Tal es la ley de obediencia entre los jesuitas y esta obediencia, es la base misma desu Sociedad.

    En el Siglo XVI, cuando el mundo europeo sala de la noche profunda de la Edad

    Media; a las primeras luces de esta nueva aurora que se llam el Renacimiento, elOccidente cristiano abri los ojos y quiso ver y conocer y por s mismo, las Artes, lasCiencias, todas esas flores de la inteligencia humana, se abrieron a la vez, mientras que laRazn, lumbrera del nuevo da suba al horizonte.

    Fue entonces cuando Lutero, armndose de libro, inici la insurreccin de lasconciencias contra la fe impuesta, insurreccin de la que brot el protestantismo y mstarde, la libertad religiosa.

    Hubo hombre, un soldado aventurero, fantico del pasado, quin trat de cerrar elcamino a la humanidad en marcha, era Ignacio.

    A la razn que se afirmaba, opuso l la obediencia ciega; a las ideas de libreexamen, de discusin, de libre gobierno bajo el imperio de las leyes, opuso la monarqua y

    el derecho divino y, sobre este principio, fund la tristemente clebre Compaa de Jess.Imaginamos una asociacin cuyos miembros hubiesen roto los lazos de la familia yde la patria, que les una a los dems hombres y cuyos esfuerzos tendiesen a un fin nico yformidable: su desarrollo y el establecimiento de su dominacin, por todos los mediosposibles, sobre todas las naciones de la tierra.

    Imaginamos an, que esta conspiracin inmensa haya concluido por sustituir consus reglas y su poltica a los preceptos mismos de la religin; que haya llegado poco a pocoa dominar a los prncipes de la Iglesia, a mantenerlos en un servidumbre real, aunque noconfesada, de modo que aquellos que llevan oficialmente los ttulos y la responsabilidad, nosena mas que los dciles instrumentos de una fuerza oculta y muda.

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    Tales son los jesuitas.Sin cesar expulsados, vuelven sin cesar y poco a poco, clandestinamente, se

    establecen y echan, en la sombra, hondas races.

    Se les puede confiscar los bienes: las prdidas son prontamente reparadas. Practicana la vez la captacin de herencias y el comercio a la gruesa aventura. Confesores,negociantes, prestamistas usureros, comerciantes de bibelotera piadosa inventandevociones nuevas, (como la del Sagrado Corazn,) para crearse entradas.

    De tiempo en tiempo, se mezclan en poltica, agitan los Estados y hacen temblar alos prncipes en sus tronos.

    Porque su odio es terrible. Desventurado el que llegue a ser su enemigo! Por favorespecial del cielo, quienquiera que les sirva de obstculo por elevada que sea su colocacin,cae de golpe, como herido por el rayo. Enrique IV el nico rey de quin el puebloguardara la memoria, encuentra sucesivamente tres asesinos y muere y bajo el cuchillo deun fantico, en el momento en que iba a atacar al gobierno favorito de los jesuitas: al

    Austria. Clemente XIV, un Papa! suprime la orden de los jesuitas y muere enseguid a,presa de horribles clicos.En la actualidad, los jesuitas se hallan de nuevo en Francia, a pesar de los edictos y

    las leyes. Como antao, ha reabierto sus colegios y se esfuerzan en formar la juventudsegn su espritu.

    Su Compaa (Annima) crece en riquezas y en influencia por toda suerte demedios. Nada puede detenerla porque encuentra por todas partes hombres dispuestos aservirla con tal de obtener de ella alguna ventaja de posicin o de orgullo.

    El libro del cual presentamos al pblico una nueva edicin, es el Manual secreto, dela tan clebre Compaa.}Intil es que los Padres traten de negarlo. Qu vale la negacinde gentes que sostienen que ......?

    Se puede jurar no haber hecho una cosa, aun cuando se la haya efectivamentehecho, con tal subentender mentalmente que no se ha hecho un da dado, o antes de nacer...Esto es Sumamente cmodo en muchos casos y siempre muy justo, cuando ello esnecesario o til para la salud, el honor o el bien. (Obras morales del R.P. Snchez, p. 2,lib. III, inc. 6 nm. 13)

    Por si esto no bastase, comprese a los jesuitas y su conducta con las mximas queen la Monita se sustentan y se le hallar retratados de cuerpo entero. Recorredlas todas, quebien lo merecen y decid enseguida si sus preceptos son letra muerta, si han cesado decuidar a la vieja, de captar herencias, de apoderarse de la infancia, de intrigar cerca de losgrandes, de pesar sobre la poltica de las naciones, de trabajar, en fin, en una tarea nica noen el triunfo de la Compaa de Jess y el establecimiento de su dominacin sobre el

    mundo.Entonces, si la conducta de los jesuitas es la copia fiel de las Instrucciones Secretaspuestas en accin, es preciso admitir la realidad de este libro. Porque o los jesuitas semodelan sobre ellas, o este libro ha sido copiado de ellos.

    Cada vez que los Jesuitas han amenazado a un Estado, una mano abnegada halanzado este libro a la publicidad y cada vez la prudente Compaa ha hecho, una vezpasada la tormenta, recoger en secreto y hacer desaparecer todos los ejemplares encirculacin.

    Creemos que este es el caso de lanzarlo de nuevo, cuando el pas se encuentraamenazado por las maquinaciones subterrneas de la terrible horda. Hoy que todos losramos de la actividad social se hallan directa o indirectamente en sus manos, cuando,

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    valindose de su antigua tctica de sacar la castaa por la mano del gato y disimulando lapropia, han logrado introducirse hasta lo ms recndito del hogar por medio de susangrienta invencin del Sagrado Corazn. Aunque los tibios pretendan negarlo nos

    hallamos en momentos de peligro. Es voz popular que nada puede hacerse ni obtenerse sinel clero. l domina, l manda, sin perjuicio de quejarse a todas horas de la impiedadtriunfante.

    Su poltica de alcoba triunfa: los partidos doctrinarios claudican y la enseanza, lajuventud, los hombres de maana estn en sus manos. La vieja Europa se halla entregada auna poltica de desinfeccin higinica y sacude sobre nosotros la vetusta carcoma. Elejrcito negro ha enviado sus avanzadas y la hueste en masa se dirige a nuestras playas.

    Ya no hay Jesuitas! dicen algunos. Casi tienen razn: Hoy TODO EL CLERO ESJESUITA!

    Temblad chilenos, si no sois capaces de defenderos. El que no est conmigo, estcontra m, dijo el filsofo de Galilea.

    EL QUE NO EST CONTRA ELLOS, EST CON ELLOS.

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    ORIGEN DE LOS JESUITAS

    El fundador de la Compaa de Jess, era espaol; sin embargo, fue en Pars dondeecho las bases de su orden y sus primeros adeptos fueron franceses. En 1521, Ignacio deLoyola no era mas que un soldado aventurero. Dotado de pasiones ardientes, de unaimaginacin romntica, junto con una buena dosis de vanidad castellana, haba abrazado lacarrera de las armas, tras una juventud borrascosa.

    Se encontraba a la sazn en Pamplona, sitiada por los franceses, recibi una heridaen el combate y ella decidi de su existencia. Se le quebr la pierna derecha, mal reducidala fractura y temiendo mas que nada una deformidad, se la hizo quebrar de nuevo yrecomponer. Como quedase an un hueso saliente que le impeda calzarse con elegancia, sehizo aserrar el hueso y estirar violentamente la pierna, durante muchos das, con una

    mquina de hierro. De esto, puede deducirse el temple enrgico de esa naturaleza que, contal de evitar una pequea y an, gloriosa deformidad no temi condenarse a los ms rudospadecimientos.

    Hay que creer que el resultado no le satisfizo, pues fue entonces cuando tom laresolucin de abandonar el mundo, y abrazar la vida religiosa. Un hombre del carcter deIgnacio, no poda tomar un partido tan sencillamente: imagin hacerse jefe de una orden yfundar, como entonces se deca, una nueva religin. A esta obra de su pensamiento, aportsus ideas de soldado y la orden que haba de fundar, la entrevi como un ejrcito: el ejrcitode Cristo. De ah procede ese precepto de obediencia absoluta y ciega que es el principalfundamento del jesuitismo.

    Retenido en el lecho por su herida, haba pedido Ignacio libros de caballera para

    entretenerse. Quiso la suerte que en vez de novelas, le llevasen una Vida de los Santos,escrita en estilo romancesco y llena de aventuras maravillosas. Este libro, obr sobre suespritu ya excitado por el sufrimiento. Tuvo visiones, xtasis; y como dice uno de susdiscpulos, lleg a comprender del misterio de la Trinidad tan claramente cono yo os veo avosotros. Es preciso tomar en cuenta que jams haba recibido ninguna enseanza acercade la religin ni hecho estudios de ninguna especie. Su conversin fue completa.

    Desde que estuvo en estado de levantarse, Ignacio se confin en una gruta solitaria(la gruta de Manaresa, tan famosa entre los jesuitas.) All permaneci largo tiempoentregado a los rigores de la penitencia voluntaria, macerando su cuerpo con privaciones ygolpes, llegando por este medio al estado visionario, como los fakires de la India. Tuvoxtasis y revelaciones. All fue donde tuvo esa famosa visin de los dos ejrcitos, el ejrcito

    de Cristo y el de Satn y all concibi el proyecto de crear una orden que fuese como unamilicia. El soldado alentaba an en l.Fue tambin en la gruta de Manresa donde compuso sus Ejercicios Espirituales de

    los que el Padre Rivignan ha dicho en su defensa de los Jesuitas, que ellos han creado laCompaa de Jess y que ellos la mantienen. Trataremos de dar una idea aproximada deestos Ejercicios.

    El proyecto de Ignacio era vago todava. Pas los primeros aos de su conversin enperegrinaciones y mortificaciones. Buscaba el camino; pero su profunda ignorancia leexpona a muchos peligros. Resolvi dedicarse al estudio y aprender el latn: tena entonces33 aos. Le fue muy costoso; sin embargo en 1526 ingres en Alcal al curso de Filosofa y

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    ya con esto, crey poder tomar discpulos. El proverbio: Nadie es profeta en su tierra,tuvo en l su confirmacin. Por sentencia del gran Vicario de Alcal, le fue prohibidoensear, por no ser telogo. Ms an, se le puso preso.

    Ignacio abraz entonces el partido de ir a Paris y recomenzar sus estudios. All sehizo de nuevos discpulos, pues los otros lo haban abandonado. Los primeros fueron LeFevre, que haba sido su pasante y Francisco Javier, profesor de Filosofa. Ms tarde, se lesagregaron cuatro espaoles. Por fin, el da de la Asuncin en 1534, quiso ligar a su pequeatropa por medio de lazos irrevocables y la condujo a la iglesia de Montmatre. Le Fevre,recin ordenado, les dijo la misa en la capilla subterrnea de la iglesia y les dio lacomunin. Despus, concluida la misa, hicieron en alta voz, juntos los siete, el juramentode dedicarse al servicio de Dios y de ir a ofrecer al Papa su abnegacin. As fueron, Pars yun subterrneo, la cuna de la subterrnea Compaa de Jess. Sin embargo, slo en Roma,dos aos ms tarde, la dieron esta denominacin.

    La palabra Compaa, la adopt Ignacio a consecuencia de sus ideas militares. La

    nueva orden fue aprobada en 1539, por una bula del Papa Paulo III. En 1540, el embajadorde Portugal pidi a Ignacio, algunos de sus compaeros para que fuesen a predicar a laIndia. Fueron elegidos Javier y otros; pero Javier concluy por ir solo.

    Paulo III favoreci mucho a la nueva orden, la que no tard en prosperar. Leconcedi privilegios especiales y la dispens de las reglas comunes. En cuanto a ladisciplina, el superior obtuvo una autoridad ilimitada. Al contrario de la Reforma, quetenda a conceder a los fieles los derechos que stos ejercan en la iglesia primitiva y afundar en ellos y en su consentimiento la eleccin de toda autoridad en el sacerdocio, losJesuitas, se esforzaban por establecer en el catolicismo, la autoridad de una monarquaabsoluta.

    Los Jesuitas se desarrollaron con una rapidez asombrosa.

    En 1540, cuando presentaron su peticin a Paulo III, no eran mas que diez. En 1543,eran slo ochenta. En 1545 tenan apenas diez casas. Pero en 1549, tenan ya dosprovincias: Espaa y Portugal y veinticuatro residencias. Cuando muri Ignacio, en 1556,tena doce provincias. Cincuenta aos ms tarde, los jesuitas eran diez mil seiscientos.

    En el catlogo de su orden, impreso en Roma en 1679, hallamos 35 provincias, 2vice-provincias, 33 casas profesas, 579 colegios, 48 casas de prueba, 88 seminarios, 160residencias y 106 misiones. Total 17.655 jesuitas. En 1710, el Padre Jouveney eleva la cifraa 19.998. Es intil advertir que este increble desarrollo, prueba evidente de la proteccindivina, les acarre el odio de las dems rdenes religiosas y del clero secular.

    Hoy, ese odio ya no existe ni tienen razn de ser: Todo el clero es Jesuita!

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    CMO SE LLEGA A SER JESUITA

    LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES.

    Un Jesuita convencido y de un talento innegable, que dej repentinamente el mundopara entrar en la Compaa, el P. Ravignan, ha dicho de los Ejercicios Espirituales que sonla obra de un soldado.

    Este libro es en efecto la aplicacin del movimiento militar y de la obedienciaautomtica a las fuerzas del alma. Quien haya podido cumplir sus prescripciones hasta elfin, ha perdido la mejor parte de su personalidad; ya no es mas un soldado en las filas,inmvil y fijo bajo la mirada del jefe, carga el arma a voz en mando, avanza o retrocede,apunta a donde y cuando se le ordene sin buscar el por qu. Estos Ejercicios Espirituales escribe el P. Ravignan en su defensa de los Jesuitas no son nuestro Instituto: ni anforman parte, hablando propiamente, de nuestras reglas; pero convengo en que son el almay la fuente misma.... Ellos han creado la Compaa y la mantienen.

    El libro de los Ejercicios se compone de diversos mtodos, de procedimientos paraexaminar los pecados, para confesarse, meditar, contemplar, y, en fin, para rezar. el carctergeneral de sus preceptos es la MATERIALIZACIN de cuanto hay en el mundo de masesencialmente INMATERIAL: las operaciones de la conciencia y las elevaciones del alma.

    As, para el examen de conciencia, ha inventado el autor un cuadernito dividido ensemanas y das en el cual se anotan las faltas de la maana y de la tarde pr medio de puntos,para compararlas con las de los das anteriores y ver cuanto se ha avanzado en el camino dela santidad.

    Cada pgina est dispuesta en esta forma:

    Domingo = : : : : : : : : : : : : : : : .Lunes = : : : : : : : : : : : .Martes = : : : : : : : : : .Mircoles = : : : : .

    Y as en adelante, hasta el sbado. Esto es lo que podra llamarse Tenedura deLibros aplicada a la conciencia. Notad que los puntos, es decir, los pecados, vandisminuyendo. Si no fuese as, ello probara que no se han seguido fielmente los consejosdel director espiritual.

    Si alguno de nuestros lectores se hallase tentado a ensayar este mtodo deperfeccin, puede hallar este cuadernito en la mayor parte de las libreras religiosas.

    Tras del mtodo para el examen, viene el mtodo para confesarse y tambin elmtodo para comulgar: todo esto debe hacerse metdicamente. Despus, vienen losejercicios, propiamente dichos. Estos son mtodos tambin; pero aplicados a la meditaciny a la contemplacin. Dicen as:

    El primer punto, es hacerse en la imaginacin una representacin del lugar. As, entoda meditacin o contemplacin de un objeto corporal, de Jesucristo, por ejemplo, es

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    preciso representarse por una especie de visin de la imaginacin, un lugar corporal, comoun templo, una montaa en donde encontremos a Jess y Mara, su santa madre; en unapalabra, todo cuanto tenga relacin con el sujeto de nuestra contemplacin....

    El segundo punto es escuchar, or por medio del odo interior, lo que dicen laspersonas; por ejemplo, las personas divinas de la santa Trinidad conversando juntas en elcielo sobre el rescate del gnero humano; o bien el ngel quien, en la pequea cmara de lasanta Virgen, trata con ella del misterio de la Encarnacin.

    Tercero y cuarto puntos. Esforzarse en sentir, de cualquier modo, el agradable olorque exhala del cuerpo de nuestro adorable Salvador, de su alma misma y de todas susvirtudes. Lo mismo se har con respecto a las otras personas que se consideren... Gustarigualmente la inefable suavidad, la inconcebible dulzura de la divinidad de nuestro Seor yde las perfecciones de las dems santas personas, objeto de la contemplacin.

    Quinto punto. Ser preciso tocar, manejar, por decirlo as, besar las vestiduras delas mismas personas, las huellas de sus pasos, los lugares en que se encuentren; todo

    aquello que pueda excitar en nosotros la ms tierna devocin...Despus viene el ejercicio de la contemplacin del infierno. Es precisorepresentarse al infierno en su largo, ancho y profundidad... con el vasto incendio, lahorrible quemazn; 2 el ruido de lo llantos y gemidos, los gritos agudos, los aullidos, lasblasfemias, en medio del rugir de los torbellinos de llamas... 3 el olor del humo, delazufre, en una palabra, el horroroso perfume de toda clase de podredumbre que debeexhalar el abismo;... 4 el gusto, semejante a cuanto pueda imaginarse en amargura, comolas lgrimas que derraman los condenados;... 5 la impresin quemante de esos fuegos quedevoran y que es preciso sentir de algn modo,... etc.

    (Vase la ltima edicin latina de Exercitia spiritualia, un volumen en 32, casaPerisse Frres, Paris y Lyon, o la edicin francesa del mismo formato, en la misma

    librera.)

    Como se ve, el fin de estos Ejercicios tan singularmente llamados Espirituales, es laservidumbre completa, el anonadamiento de la razn por medio de la perversin de lossentidos que son sus agentes, segn el orden de la naturaleza, y que de este modo serevuelven contra ella. Toda la horrible mquina gira sobre este eje; cada facultad sensitivase tortura por turno en su engranaje; primero se alucina la vista, despus el oido, el olfato,el gusto y, por fin, el tacto. El tacto, aquel de nuestros sentidos que sirve para rectificar laimpresin de los otros!...

    As desarmado de sus medios de control y de certeza, el espritu humano nada puedepor si mismo. No puede dirigirse en la vida: le hace falta un gua, un director. El alma ya no

    se pertenece: queda sujeta a la servidumbre. Ese es el objeto!El libro de los Ejercicios se divide en cuatro semanas, y stas en das. Los dascomprenden cinco ejercicios, sin contar los exmenes de conciencia, los preludios, etc. Espreciso examinarse tres veces al da: por la maana, al medio da y por la tarde.

    Estos cinco ejercicios, duran una hora cada uno. Algunos, estn reservados para lanoche. En todo caso, est expresamente recomendado evitar cuanto pudiera ser motivo dedistraccin, an la luz del da. Me privar en cuanto sea posible de la claridad del da. Coneste objeto, mantendr mis puertas y ventanas cerradas y slo tomar del da laindispensable para leer y dems cosas necesarias... Evitar todos los pensamientos quepuedan causar alegra, como por ejemplo el de la gloriosa resurreccin de Jesucristo. etc.(Ejercicios, pg. 71.)

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    El mismo captulo recomienda evitar toda conversacin, salvo con su director.Encuntrense tambin prescripciones sobre las maceraciones, los cilicios, los cinturones,las cadenetas de hierro, las disciplinas, cuyo uso puede llegar an hasta hacerse sangre

    teniendo sin embargo cuidado de que el dolor no penetre hasta los huesos...Al cabo de cuatro semanas de este rgimen, uno debe estar convertido, o no lo

    estar jams. Con seguridad que no hay cerebro capaz de resistir ni siquiera quince das detratamiento semejante. Imaginaos una cabeza dbil, una imaginacin desordenada, uncerebro enfermo o quebrantado por los reveses de fortuna o por una afliccin profunda, poruno de esos grandes duelos del corazn; en la razn vacila y pensad; qu huella tanprofunda, indestructible, deben dejar tales meditaciones y contemplaciones!... Hay unameditacin sobre la muerte, que desearamos copiar ntegra, en la que se obliga al nefito apresenciar su propio sepelio. Ve a sus padres y a su familia entera alrededor de su lecho,cuajados de lgrimas los ojos; cuenta las lgrimas verdaderas y las fingidas; oye el clamorde las campanas; se ve poner dentro del atad, se ve enterrar y asiste, finalmente, a la

    descomposicin de su propio cuerpo...

    Tales son los clebres y nunca bien ponderadosEjercicios.He aqu un joven que nada sabe del mundo, o al que una primera decepcin le ajena

    de l. Su confesor pone entre sus manos el librito de los Ejercicios. Despus lo encierra,durante un mes, solo en una pieza estrecha oscurecida a propsito. No ve a nadie, salvo a suconfesor y slo habla con l. Y durante cuatro largas semanas, permanece frente a frente deesas fantasmagoras de la muerte, del infierno y del crucificado; evoca fantasmas quedesfilan ante su vista y conversan al odo; toca y besa sus vestiduras; les habla y ellos lecontestan. Y si los fantasmas no aparecen a la medida de sus deseos, se cree culpable, llora,acusa sus pecados y se azota martirizando el cuerpo para desalojar a la razn que ha

    permanecido demasiado fiel. El hombre que salga, convencido, de tales ejercicios no serms que un alucinado. Queris escucharlo y tomar en cuenta para algo su testimonio?...Tales son losEjercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola.Existen, en medicina, sustancias venenosas que tienen, como la belladona, la

    propiedad de obrar sobre el cerebro. Son venenos que llevan a la muerte por el camino de lalocura. Los farmacuticos que los venden, estn obligados a guardarlos bajo llave y a llevarun registro cualitativo de lo que venden por receta y bajo la responsabilidad del mdico.Los Ejercicios Espirituales no son tan peligrosos como los venenos de que hablamos? Nopedimos que se les prohba: nada de decretos.

    Es a la opinin pblica a quien llamamos: su sentencia nos basta. Es preciso que laparte inteligente de la nacin haga alguna luz en las tinieblas que nos rodean.

    El clero no se cansa de repetirnos que es de mal tono hablar en su contra, censurarle,decir cualesquiera cosa que no sean en su honor y en el de nuestra santa madre Iglesia. Ytanto lo han repetido, que hemos concluido pro creerlo a ojos cerrados. Slo ellos no faltana las buenas costumbres al excitar a las madres contra los hijos, a las esposas contra losesposos, siempre que estos pertenezcan a la canalla liberal...

    Aceitad los goznes y abrid los postigos que han mantenido cerrados; dejad entrar elaire y la luz y todo ser purificado!

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    UN POCO DE HISTORIA

    La Compaa de Jess, data de 1540. Ya en 1578, los Jesuitas se hacen expulsar deAmberes y en 1581, tres de los suyos son condenados a muerte, en Inglaterra, por haberconspirado contra la vida de la reina Isabel.

    Enrique II los introduce en Francia, a pesar de la oposicin del Parlamento y delobispo de Paris, Eustaquio de Bellay. Muy pronto se les ve mezclarse en todas las revueltasy son el alma de la Liga.

    En 1589 el monje Santiago Clrment, por ellos sugestionado, asesina a Enrique III.En 1593, un alumno de los Jesuitas, Barriere, intenta asesinar a Enrique IV.En 1594, surge un nuevo regicida: Juan Chatel. Los Jesuitas cuyas lecciones le

    haban puesto el cuchillo en la mano, son expulsados, por primera vez, de la Francia. Ya nose les ve; pero se les siente.

    En 1595, el Padre Guignard, uno de sus ms famosos doctores, es ahorcado enGrve en castigo de haber hecho la apologa del regicida.

    En 1598,intentan hacer asesinar a Mauricio de Nassan y son expulsados de Holanda.En 1610, Francisco Ravaillae asesina a Enrique IV con todo xito. Los Jesuitas

    hacen pintar un cuadro en cual el asesino aparece remontndose al cielo, lleno de gloria,mientras que Enrique IV, la vctima, se precipita a los infiernos. Este cuadro poda versean en 1845, en los Archivos del Palacio de Justicia; pero no nos atrevemos a asegurar quean se halle en su sitio, pues era demasiado comprometedor... para los Jesuitas.

    El mismo ao en que Enrique IV fue asesinado, el jesuita Mariano public suInstiucion del Principe, en el cual se hace la apologa del regicidio.

    En 1618, los Jesuitas son expulsados de Bohemia como perturbadores de la

    tranquilidad pblica y corruptores de la moral.En 1619, se les expulsa de Moravia por las mismas razones.En 1640, se les expulsa de Malta.En 1646, hacen, en Sevilla, una bancarrota que ha llegado a ser famosa.En 1713, el jesuita Jouveney, en una historia de la Compaa, coloca entre los

    mrtires a los asesinos de los reyes de Francia.Su libro se condena a ser quemado por mano del verdugo, a pesar de los esfuerzos

    del P. Tellier, confesor del rey.En 1723, Pedro El Grande no encuentra seguridad posible para su persona ni

    tranquilidad para la Rusia sino mediante la expulsin de los jesuitas.En 1757, Damieus, husped de los Jesuitas, atenta contra la vida de Luis XV. En el

    mismo ao, los Buenos Padres publican una nueva edicin de uno de sus libros en que seensea el regicidio. Se les expulsa de nuevo.En 1758, se asesina al rey de Portugal a consecuencia de un complot dirigido por las

    Padres Malagrida, Matus y Alejandro. Los Jesuitas son expulsados de Portugal.En 1761, estalla la bancarrota del P. Lavalette.El 5 de marzo de 1762, el Parlamento lanza un decreto expulsando a los Jesuitas de

    Francia y sus posesiones, a causa de sus doctrinas perniciosas que justifican el asesinato, elrobo, la mentira, el perjurio, la impureza, y en fin, todos los crmenes. Este decreto fueextendido por ambas cmaras reunidas.

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    He aqu, abreviada, la historia de ese proceso:En 1743, la Compaa haba enviado a la Martinica, en calidad de inspector de

    misiones, al Padre Lavalette, un hombre de gran capacidad comercial. Este jesuita fund en

    Las Antillas una casa que lleg a apoderarse de casi todo el comercio de las IndiasOccidentales y se puso en relacin con las principales casas de Inglaterra y Francia. Losseores Lionei Hnos; de Marsella, fueron los principales corresponsales del P. Lavalette, elcual lleg a tener un saldo en contra de ms de 2.000.000 de libras. La casa Lionei,necesitada de fondos, pidi al superior de los Jesuitas en Marsella, la suma de 400.000libras para evitar la bancarrota inminente. El Superior P. S , que hasta entonces habasido el agente directo y reconocido del P. Lavalette, declar que la Compaa no podahacerse solidaria; pero que en cambio, ella ofreca a los seores Lionei Hnos. el socorro desus oraciones y les anunciaba que acababa de rezarse una misa por su intencin. Como lasmisas y oraciones de los Jesuitas no llenasen las arcas de los seores Lionei, stos se vieronobligados a proceder al cobro judicial de sus crditos. Los Jesuitas quisieron hacer echar

    tierra al asunto; pero M. de Choiseul, a la sazn primer ministro, decidi a Luis XV a queautorizase el proceso y los Jesuitas fueron condenados a pagar las letras de cambio de suagente. Los Jesuitas cometieron la imprudencia de rehusar el pago alegando que loprohiban sus constituciones. Esta palabra fue para ellos como un rayo. Las constitucioneshaban permanecido secretas hasta entonces y fue preciso sacarlas a la luz. Inmediatamentefueron denunciadas al Parlamento por el abate Chauvelin, Consejero de la Alta Cmara yformaron la base principal de la acusacin. El proceso termin con el decreto 1762, queexpulsaba a los Jesuitas de Francia como gentes que profesan una doctrina cuyasconsecuencias llevan hasta la destruccin de la ley natural, esa regla de las costumbres queDios mismo ha impreso en el corazn de los hombres, y, por consecuencia, a romper todoslos lazos de la sociedad civil, autorizando el robo, la mentira, el perjurio, la ms criminal

    impureza, y en general, todas las pasiones y todos los crmenes, por medio de la enseanzade la compensacin oculta, los equvocos, las restricciones mentales, el probabilismo y elpecado filosfico.

    En Apoyo de su sentencia solemne, orden el Parlamento que se agregase a sudecreto un extracto de los libros y doctrinas de los Jesuitas, a guisa de motivo y para darlemayor fuerza.

    He aqu algunos pasajes de ese extracto. Segn el P. Emanuel Sa, de la Compaade Jess:

    No se comete fraude cuando, para reemplazar un ttulo de herencia o de nobleza,que se hubiese perdido, se fabrica uno semejante.(Aforismos de los confesores. Colonia 1590)

    No es robo apoderarse ocultamente de alguna cosa pequea perteneciente al padreo al marido (Idem)El que no haya hecho dao apoderndose de algo que lo le perteneciera, por no

    tenerlo el dueo en uso, no est obligado a restituir. (Idem)En el Ensayo de Teologa Pblica publicado en 1736, el Padre Taberna sostiene

    que:Si un juez ha recibido dinero para dar un fallo injusto, es probable que puede

    conservar este dinero. Este es el sentir de cincuenta y ocho doctores Jesuitas.A la pregunta:En qu ocasiones puede un religioso abandonar sus hbitos sin incurrir en

    excomunin?

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    Se contesta:Si se lo quita por una excusa vergonzosa, como para robar o ir de incgnito a

    lugares de fornicacin, debiendo volvrselo a poner inmediatamente despus. -- Si

    habitum dimittat ut furetur oculte, vel fornicetur. (Praxis ex Societatis Jesu Schola Tr. 7, ex6, N 103)

    Segn el P. Escobar:Se puede jurar que no se ha hecho una cosa auque se haya efectivamente hecho,

    subentendiendo para s que se ha hecho en un da dado o antes de nacer, o subentendiendocualquier otra circunstancia parecida, sin que las palabras de las cuales se sirve permitanreconocerlo. Esto es muy cmodo. En muchos casos y es siempre muy justo, cuando ello esnecesario para la salud, el honor o el bienestar. (Obras Morales, pg 2.1, III, c. 6, N 13.

    )Del Tratado de la Penitencia del P. Valeze Regnald:Los domsticos pueden tomar ocultamente los bienes de sus amos a modo de

    compensacin, bajo pretexto que sus salarios sean demasiado mdicos, y estn dispensadosde restitucin.

    No hay obligacin, bajo pena de pecado mortal, de restituir lo que se haya tomadoen muchos pequeos robos, por grande que sea la suma total. (Teologa Moral) del P.Tomas Tamburin, impresa en Lyon en 1959.

    El cmplice de un robo, no est probablemente obligado a restituir. (Regla delConfesor, pot el P. Trachala, Bamberg 1759)

    El P. Henriquez se expresa en los siguientes trminos en su Teologa Moral, TomoI, libro IV, cap. 10, N 3, pg. 869:

    Si un adltero aun cuando sea clrigo consciente del peligro que corre, va a casade la mujer adltera y sorprendido por el marido, le mata para defender su vida o sus

    miembros, no parece incurrir en irregularidad.El P. Lesus cree que un religioso que en lugar de huir mata a su agresor, no pecacontra la justicia, pues no est obligado a huir.

    Etienne Fagundez, en un Tratado sobre los preceptos del Declogo, publicado enLyon en 1640, tomo I. cap. 2, pg. 501, se expresa en los siguientes trminos:

    Los nios cristianos y catlicos pueden acusar a sus padres del crimen de hereja,an cuando sepan que los padres sern por ello quemados y muertos, como lo enseaTolet... y, podrn no slo rechazar los alimentos si tratan de arrancarles la fe catlica, sinoquepodrn con justicia matar a sus padres, guardando la moderacin de una justa defensa,si quieren por la violencia obligarles a abandonar la fe.

    El Jesuita Bonacina excepta de toda falta a la madre que sea la muerte a sus hijas,

    si no puede casarlas a su gusto, a causa de su fealdad o su pobreza.Segn la Teologa Moraldel P. Antonio Escobar:Es permitido matar a traicin a un proscrito. (Tomo IV, pg. 278.)Es igualmente permitido matar a los que nos perjudican cerca de los prncipes y

    personas de distincin. (Idem. pg. 284)Es permitido matar para conservar los bienes de fortuna. (Curso de Teologa del

    Padre Santiago Platelins, Donay 1680.)El P. Juan Crdenas, cree que es permitido desear a alguien la muerte por el gran

    bien, aunque sea slo temporal, de una comunidad o de la Iglesia, porque el bien comn espreferible al bien de una persona particular.

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    El P. Emanuel Sa ensea en sus Aforismos que: La rebelin de un clrigo contra elrey, no es un crimen de lesa majestad, porque el clrigo no es un sbdito del rey sino delPapa, quien puede suspender el poder temporal de los reyes y desligar a sus sbditos de

    toda obediencia.Segn Lessius, las anfibologas son permitidas cuando hay causa justa para

    servirse de ellas.Los Padres Snchez y Crdenas dan ejemplos. As dicen- como la palabra Gallus

    en latn significara igualmente gallo o francs, si se me pregunta en esta lengua si hemuerto a un francs, aunque ello sea cierto, contestara que no, entendiendo que se tratabade un gallo. (Siguen los ejemplos.)

    Algo mejor:Cuando se ha recibido dinero para cometer una mala accin hay obligacin de

    devolverlo?Respuesta:

    Hay que distinguir: si no ha cometido la accin pagada, hay que devolver eldinero; pero si se ha cometido, no hay obligacin de devolverlo. (P. Molina, citado por P.Escobar, tr. III, ej. II. N 138.)

    Si pasramos a las doctrinas Jesuitas en materia de lujuria, se encuentran cosas tales,que sera imposible reproducirlas, ni siquiera dar idea de ellas. Son invenciones increblesde crmenes jams soados: fornicaciones sacrlegas, monstruosidades contra natura queslo el celibato forzado puede hacer brotar de un cerebro enfermo. Y todo ello, encuentraen los casuistas indulgencia y an justificacin.

    El P. Corneil indica a las mujeres que se hallen en el caso de Susana un medio desalir del paso no slo sin pecado, sino complace: soportarlo todo repitindose interiormenteque no se consiente en ello, pues, que la existencia y la reputacin, valen ms que la

    castidad. Es permitido practicar el acto conyugal antes de bendicin nupcial?El P. Gaspar en su Tratado de los Sacramentos, opina que s, sino an con razn y

    mrito. Lo mismo creen los padres Navarra, Sanz y otros. Tambin hay caso en que sepuede abusar de la propia hija sin pecar; basta para ello dirigir bien la intencin.

    Estos y otros extractos, verificados y colacionados por los comisionados delParlamento, cumpliendo el decreto de 31 de agosto de 1761, forman cuatro gruesosvolmenes que, impresos, pueden hallarse en la mayor parte de las bibliotecas europeas.

    Daremos una rpida ojeada sobre el resto de esta historia.En 1767, el Rey Catlico de Espaa, Carlos III decreta el destierro de los Jesuitas y

    la confiscacin de sus mal adquiridos bienes en todos sus dominios.

    En cumplimiento a este decreto fueron expulsados tambin de Chile, a donde haballegado, en nmero de ocho en 1593, muertos de hambre y necesidad. El da 25 de agostode 1767 fecha de su expulsin, eran 398 y sus bienes se avaluaban en 10 millones de pesos,en aquellos tiempos en que el quintal de cobre vala cinco pesos.

    Siempre cumpliendo las rdenes del Rey, todos los Jesuitas de Chile (menos ochoque lograron escapar) fueron embarcados con rumbo a Italia, pero el Santo Padre no slolos dej desembarcar, en el puerto de Ostia, sino que orden disparar contra las naves quelos conducan, todos los caones de su castillo de Santo Angelo (!)

    En 1774, el Papa Clemente XIV lanz contra la Compaa de Jess una bula deabolicin. El Papa muri, envenenado, muy poco despus.

    Los Jesuitas se refugiaron en Rusia.

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    En 1814 volvieron a Francia con los Borbones.An se recuerdan sus escandalosas misiones en los departamentos. La revolucin de

    1830 los expuls de nuevo.

    Los Jesuitas han tratado siempre y muy especialmente, de aprovecharse de laeducacin. Sabido es como la entienden y en particular, como ensean la historia a susalumnos.

    Uno de sus historiadores, el P. Loriquet, superior ltimamente en Paris, ha escrito,entre otras, una Historia de Francia que lleg a ser clebre. La Revolucin y el Impero: losmencionaba apenas. El reinado de Luis XVIII lo haca comenzar en 1715 y el Marques deBounaparte, a su entrada en Berlin o en Viena figuraba slo como teniente, general de esemonarca tan amado quien, durante el paseo de sus ejrcitos victoriosos por media Europa,se hallaba retenido por la Providencia en Inglaterra. En 1821, apareci una sptima edicin,bastante modificada; pero en el cual poda leerse todava, (tomo II, pag. 375), que enWaterloo, los soldados de la guardia imperial, enloquecidos, disparaban los unos sobre los

    otros y se mataban mutuamente a la vista de los ingleses, a quienes tan extraoespectculo inmovilizaba de horror.

    Esta triste historia, se us en todos los colegios de Francia hasta 1830.Desde entonces, los Jesuitas han obrado con gran circunspeccin. En ninguna parte

    figuran; pero estn en todas y es bajo su inspiracin y direccin como se han fundado lamayor parte de las asociaciones religiosas laicas que al presente cubren el mundo. Sunombre sigue inspirando recelos y los Jesuitas no pueden tomar personalmente la direccinde los crculos y asociaciones del Sagrado Corazn, Congregaciones de San Luis, SanEstanislao, San Jos, Santa Filomena, de las Hijas de Mara, de los Sagrados Corazones, dela Adoracin Perpetua, de las Madres Cristianas, de Maestras y Maestros cristianos, deObreros, Buena Prensa, Ligas pro-Moralidad, Colegios de San Jacinto, etc., etc. Ni falta

    que les hace! Ellos son los directores espirituales de los directores espirituales y de suspaternales consejos e inspiraciones no se libran desde el Santo Padre hasta el ltimomonaguillo. Hoy todo el clero es Jesuita!

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    LA ORGANIZACIN DE LOS JESUITAS

    Al fundar la Compaa de Jess, Ignacio de Loyola, le dio constituciones especiales,cuyo engranaje es preciso conocer, para comprender la accin de los Jesuitas en el mundo yel grado de poder que han alcanzado.

    La orden entera se divide en cuatro clases:1 Los Profesos de los cuatro votos; 2 Los coadjutores; 3 Los Escolares o

    Escolsticos aprobados; 4 todos los que sin haber formulado los votos de la vida religiosa,se han unido a la Compaa bajo el simple voto de obediencia, pudiendo permanecer en elmundo, casados o n, sin marca alguna exterior. Estos son los coadjutores temporales.(Vulgo Jesuitas de Levita y de capota.

    Slo tras de un largo noviciado, que dura al menos de 12 a 15 aos, puedeingresarse a la Sociedad profesa. Los profesos son los nicos que tienen derecho para tomar

    parte en la eleccin del general.Este general reside en Roma y no hay soberano absoluto, ni autcrata, cuyo poder

    pueda compararse con el del general de los Jesuitas. Gobierna solo, a su antojo, sin quenadie pueda tomarle cuenta. Su voluntad se considera por los Jesuitas como la de Diosmismo cuyo representante es sagrado e infalible.

    De todos los lugares del universo en los que haya Jesuitas, visibles u ocultos, recibeperidicamente una relacin de los actos de los miembros de la compaa, profesos ylaicos; sobre los acontecimientos polticos actuales o probables; sobre los partidos en luchay la manera de utilizar sus discordias; acerca de las familias mejor colocadas y de culespudiera ser til o daino para la Compaa.

    Y de cada punto tambin, recibe el general un contrainforme en el cual un amigo y

    compaero del primer corresponsal da su opinin sobre los mismos temas y sobre elcorresponsal mismo, an cuando ste sea su propio superior. Adems, todo Jesuita tieneobligacin de escribir directamente al general cuanto de importancia pueda personalmenteaveriguar.

    La Compaa de cuatro asistentes al general, pertenecientes a distintos pases yelegidos al mismo tiempo que l. Tiene la obligacin de consultarlos; pero no de seguir susdictmenes pues posee toda autoridad. El general ocupa el lugar de Dios, si habla, es Diosmismo que habla... slo que Dios no tiene Consejo de Estado.

    Del general emana todo poder. El slo pronuncia la admisin a la Compaa,determina las funciones, nombra y revoca nombramientos segn los juzgue conveniente.Nada limita su accin y las mismas reglas preveen los casos en que puede eludir las reglas

    mismas o suspender sus efectos.A los provinciales, superiores locales y rectores de colegios, se les nombra por tresaos: pero el general puede alargar o abreviar su periodo. l administra tanto los bienescomo las personas y si alguien obra dentro de la Compaa slo puede hacerlo en nombredel general y en virtud de poderes por l conferidos. Es por esta razn que el generalnecesita estar siempre al corriente de todo lo que se piensa dentro de la Compaa. Cadajesuita al hacer sus votos, promete informar a sus superiores de cuanto puede ver o saber,referente a la Compaa o a cualesquiera de sus miembros. Con los mismos votos, cada unoacepta, con toda humildad y para la mayor gloria de Dios, no solamente ser vigilado yreprendido en particular, sino que sus faltas y errores sean divulgados. De este modo, los

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    superiores se ven regularmente informados de lo que cada padre hace, dice o piensa. Delmismo modo se informa al general. Es ste un sistema de vigilancia mutua tan perfecto, queno hay polica secreta capaz de comparrsele.

    As, por un nmero infinito de hilos cuyos extremos van a para a manos del general,ste sabe cuanto necesita y por el mismo conducto, sus rdenes sin necesidad deintermediarios, van a dnde l quiere.

    Cada superior, rector, los provinciales mismo, cada miembro, en fin, de laCompaa, tiene un vigilante, un compaero, (socius) que le vigila, lo advierte y da cuentaal superior inmediato y, si es preciso, al general.

    Todas las cartas que llegan a una casa jesuita, las abre el superior e impuesto de sucontenido, las entrega al destinatario o las suprime, segn los casos. Las cartas del general,que se conocen por el sello, se entregan sin abrir.

    En este formidable engranaje se halla cogido el hombre sin que le quede el mspequeo refugio a su personalidad, quitndole hasta la menor sombra de su libertad. No es

    sino un bastn en la mano de su superior, un cadver sin movimiento propio.La pasividad en la obediencia, es la base de la doctrina.Destrozar la razn, inclinar la cabeza, someterse, no conservar nada que pueda

    parecerse a la libertad y la dignidad humanas: eso es todo. En eso consiste la virtud y hastala gloria del Jesuita.

    En su defensa de la orden, el P. Ravignan no ha encontrado mas que un medio dejustificar este principio de obediencia sin control, absoluta, ciega: la existencia milagrosa dela Compaa de Jess.

    Dios dice- en su providencia sobrenatural y especial, ha establecido en el seno dela Iglesia un gnero de vida y de perfeccin evanglicas, cuyo fundamento y carcterespecial es el voto de obediencia.

    Es a Dios mismo a quien el religioso jura obediencia, Dios la acepta y se obliga encierto modo a dirigir y gobernarpor medio de una autoridad siempre presente, las accionesde quien quiere y debe obedecer.

    Nada tenemos que agregar a esta cita, Doctrina tal, puede servir para justificar todaslas tiranas y SERVIR DE INSTRUMENTO A TODOS LOS CRMENES. La mismadoctrina sustentaba aquel famoso jefe de asesinos, el Viejo de la Montaa.

    Es as como se apaga, en nombre de Dios, la antorcha divina de la razn, encendidaen nosotros por Dios mismo para que nos dirijamos segn nuestra conciencia y bajo nuestraresponsabilidad. Suprimida toda conciencia, toda apreciacin personal de lo bueno y de lomalo, queda el hombre reducido a la nfima condicin de mquina de simple reflejo,borrado el hondo abismo que le separa de las bestias irracionales.

    Tal es, a grandes rasgos, la peligrosa sociedad que con entera libertad retoa ennuestro pas, sin ni siquiera excitar nuestra desconfianza, sin que nos sea permitidodesenmascararlas por no caer en el mal tono y el ridculo.

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    NOTAS VARIAS

    El rey de Cerdea, Vctor-Amadeo, dijo a uno de nuestros ministros, que an vive y

    quin me lo refiri, que su confesor jesuita, hallndose en el lecho de muerte le mandrogar que fuese a verlo y le dijo: Sire, he sido por vos colmado de beneficios: quieroprobaros mi reconocimiento. No tengis jams, un confesor jesuita... no me hagispreguntas... no podra contestarlas. (Extracto de las Memorias de Duelos, tomo V, pg.119.

    - Vase tambin en Saint Simon el relato referente al Padre Lachaise t, IV, pg. 287).

    He aqu la lista de veintids autores jesuitas que han sostenido, entre otros muchos,la doctrina del tiranicidio: Mariana, Debrio, Gregorio de Valencia, Tolet, Sa, Bonreius,Azor, Heissius, Eudemon Juan, Sller, Serrarius, Juan de Salas, Suarez, Lorin, Leissius,Tanner, Becan, Juan de Lugo, Antonio Escobar, Pablo Comitolas, Gretzer y Busembaum.

    Est comprobado que los jesuitas entienden por tiranos a cuantos persiguen y an acuantos no protegen a la Compaa de Jess.

    Hemos dicho en pginas anteriores que los Jesuitas practicaban el comercio a lagruesa aventura; en el ltimo siglo, algunos malos negocios, como la bancarrota del PadreLavalette, los ha hecho ms circunspectos. Ya no hacen directamente sus negocios, sino sevalen de comanditarios a quienes ayudan con su inmensa influencia.

    A estas horas, la Compaa de Jess se halla a la cabeza de una inmensidad dealmacenes en el viejo y nuevo mundo. Posee sola o como principal asociada, una verdaderaflota de veleros que hacen la carrera del Brasil y cuyo puerto principal es Burdeos. Tieneintereses an mayores en el Havre en donde comandita el transporte de emigrantes y

    talleres de construccin. Posee las ms ricas maestranzas de hierro de Francia: Besseges,Alais, etc. En California posee minas de oro y una calle entera de San Francisco lleg a sersuya, (como pudo comprobarse en la liquidacin de los incendios causados por el terremotode 1905). En esta misma ciudad, es donde por medio de sus palos blancos han hecho lasms bonitas operaciones de prstamo con intereses del 30 al 200 por ciento.

    Lo ms curioso respecto a los negocios en Norteamrica, es que se emprendieron,en parte a lo menos con fondos de una Sociedad Annima fundada al efecto por los Jesuitasy presidida por S. E. el Cardenal Gousset, bajo pretexto de proteccin a los emigrantes,segn se desprende de las actas de la reunin celebrada en el Convento de los Lazaristas, enParis, el 6 de noviembre de 1855, segn folleto impreso por el Comit Directivo en laimprenta de Dailly y Ca., Plaza Soorbona N 2.

    A esta reunin asistan Monseor Amat, entonces obispo de Monterrey, miembrodel alto clero de Paris, el P. Schwindenhammer, superior general de la Congregacin delEspritu Santo y del Sagrado Corazn de Mara, el P. Salvayre, procurador general de losLazaristas, el P. Lagniet, principal de los Maristas, altos dignatarios de otras rdenes yasociaciones religiosas y algunos laicos, entre ellos los seores Amadeo Thayer, Choiselaty Beaudon.

    El proyecto aceptado por esta brillante asamblea, segn el prospecto antes citado,comprenda la emisin de 30.000 obligaciones de 100 francos con inters del 6% anual. Elcapital se colocara en California; pero el autor del proyecto aseguraba que las utilidades

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    seran muy superiores al 20%; pero slo la mitad de este beneficio, o sea 300.000 francos alao, se destinaran a la caja del patronato de Emigrantes.

    Fuera de las ventajas financieras ofrecidas, el proyecto en cuestin contena un

    breve del Papa, fechado el 13 de enero de 1855, que concede la bendicin apostlica atodos los asociados e indulgencia plenaria para la hora de la muerte.

    De este modo, todo suscriptor de acciones est seguro de recibir a lo menos un 20%de intereses sobre su dinero en este bajo mundo y el paraso en el otro.

    Sabido es que uno de los motivos principales que tuvo el Gobierno espaol paraefectuar las ltimas operaciones militares en frica, aquellas que dieron origen a losdisturbios de Barcelona y pretexto para el fusilamiento de Ferrer, fue la defensa de grandesintereses mineros de una poderosa empresa perteneciente a los Jesuitas y algunos grandesseores.

    | No menos sabido es que muchos de los grandes almacenes de Paris, destinados afomentar el lujo en el mundo entero y llenar las arcas de los empresarios mediante la msvil explotacin de las infelices costureras de Paris, pertenecen a los Jesuitas. Entre ellos, losdel Printems cuyo hbil y afortunado gerente fue hasta hace poco M. Jaluzot (Q. E. P.D.)

    Conviene llamar la atencin del lector hacia la extraa mezcla de asistentes a laasamblea pro-Patronato de Emigrantes, ya citada. Si tomamos en cuenta el odio que el clerosecular y todas las rdenes religiosas profesaron antao a los hijos de San Ignacio, debechocar tan extrao pot-purri que viene a probar una vez ms lo que no nos cansamos derepetir: Hoy da todo el clero es Jesuita!

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    MONITA SECRETA

    INSTRUCCIONES SECRETAS DE LOS JESUITAS(Traducidas del latn)

    PREFACIO

    Que los superiores guarden y retengan entre sus manos, con cuidado, estasinstrucciones y que slo las comuniquen a algunos pocos profesos. En ellas se podrinstruir a algunos no profesos cuando la conveniencia de la Compaa lo exija; pero ensecreto, como tomadas de la propia experiencia de quien las da, y no como si para otros sehubiese escrito. (... illaque non nisi sub sigillo silentii, ne quiden ut scripta ab altero, sed expeculiari experientia desumta...). Como muchos profesos estn instruidos en estos secretos,la Compaa ha ordenado (cavit Societas) desde sus comienzos que aquellos que losconduzcan, no puedan ingresar a ninguna otra orden, salvo a la de los Cartujos, a causa delretiro en que viven y del silencio inviolable que guardan, lo que ha confirmado la SantaSede. (Quod etiam Sacra Sedes confirmavit.)

    Es preciso guardarse de que estas advertencias caigan en manos de extraos que lesdaran un sentido siniestro, por envidia a nuestra orden. Si ello sucediese, lo que Dios nopermita, niguese que sean esos los sentimientos de la Compaa y hgase que lo asegurenaquellos de quienes haya certidumbre de que no las conocen y opnganse a ella nuestrasinstrucciones generales y nuestras reglas impresas o escritas. (...quod si od accidat, quodabsil, negatur haec esse sensa Societatis ...)

    Que los superiores averigen con cuidado y prudencia si alguno de los nuestros hadescubierto a algn extrao estas instrucciones; porque nadie debe copiarlas ni para l nipara otro ni consentir que se las copie, como no sea con el consentimiento del general odel provincial, y se sospecha de alguno que no sera capaz de guardar tan grandes secretos,

    que se le diga lo contrario y se le despida. (...el si asservandis tantis secretis societatis dealicuo dubitetur, in contrariun illi imputetur et dimettaltur.)

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    INSTRUCCIONES SECRETAS

    CAPTULO I

    De qumanera debe conducirse la Compaa cuando comienza alguna fundacin.

    1. Para hacerse agradable a los habitantes del lugar, importa mucho explicar losfines de la Compaa, tal como est prescrito en las reglas, en las cuales se dice que laCompaa debe aplicarse con tanto empeo a la salvacin del prjimo como a la suyapropia. Por este motivo, es preciso desempear los ms modestos oficios en los hospitales,visitar a los pobres, a los afligidos y a los prisioneros. Es preciso or las confesiones conprontitud e indiferencia, a fin de que el mayor nmero posible de habitantes del lugaradmiren a los nuestros y les amen a causa de la extraordinaria caridad que habr para todosy la novedad de la cosa.

    2. Que se acuerden de pedir con la ms religiosa modestia, los medios para ejercerlos ministerios de la Compaa y que traten, principalmente, de ganarse la benevolencia delos eclesisticos y de los seculares de cuya autoridad se necesita.

    3. Ser preciso ir tambin a los lugares distantes y recibir limosnas, aun las mspequeas, despus de haber demostrado la necesidad que de ellas tenemos. Estas limosnasdeben darse enseguida a los pobres a fin de edificar a cuantos nos conozcan an a nuestraCompaa y para que se hagan ms liberales para con nosotros.

    4. Que todos parezcan movidos del mismo espritu y que aprendan a tener lasmismas manera exteriores, a fin de que la uniformidad en tan gran cantidad de personas seamotivo de edificacin. Que se despida a los que obren de otro modo, como personasdainas.

    5. Al comenzar, gurdense los nuestros de comprar propiedades; (bene sitos,) perosi han adquirido algunas bien situadas, que se tengan a nombre de algunos amigos fielesque guarden el secreto. A fin de que nuestra pobreza sea ms visible, hganse de modo quelas propiedades situadas cerca de nuestros colegios, sean asignadas a otros ms alejados, loque impedir que prncipes y magistrados puedan saber jams con exactitud el monto de losingresos de la Compaa.

    6. Que los nuestros no vayan sino a las ciudades ricas con la intencin de residir yfundar colegios, pues el fin de nuestra Sociedad es imitar a Nuestro Seor Jesucristo, quinresida la mayor parte del tiempo en Jerusalem y no haca ms que pasar por las ciudades de

    menor importancia.7. Es preciso sacar (extorquendum) siempre a las viudas el mayor dinero posible,

    explicndolas constantemente la extrema necesidad en que nos hallamos.8. Que slo los principales sepan exactamente cuales son las rentas de cada

    provincia; pero que cuanto encierra el tesoro de Roma, sea un misterios sagrado.9. Que los nuestros prediquen y digan sin cesar en sus conversaciones, que han

    venido exclusivamente a instruir a los nios y a socorrer al pueblo, todo ello por nada y sinexcepcin de personas, y que no constituyen una carga, como las otras rdenes religiosas.

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    CAPTULO II

    De qumanera los Padr es de la Compaa podrn adquir ir y conservar la fami liar idadde los prncipes, de los grandes y personas de consideracin.

    1. Es preciso dirigir todos nuestros esfuerzos para ganar en todas partes los odos yespritus (aures et animos obteneamus) de los prncipes y personas de importancia, a fin deque nadie ose levantarse contra nosotros, sino que por el contrario todos se vean obligadosa depender de nosotros.2. Como la experiencia nos ensea que los prncipes y grandes seores sonparticularmente afectos a las personas eclesisticas cuando stas disimulan sus accionesodiosas y las interpretan favorablemente, como se ve en los matrimonios que contraen conparientes, o en cosas semejantes, es preciso animarlos a que lo hagan, hacindoles esperar

    que por nuestro intermedio obtendrn del Papa las dispensas necesarias. Ctenselesejemplos semejantes y hgaseles ver que nuestros sentimientos les son favorables, sopretexto del bien comn y de la mayor gloria de Dios, que es fin de la Compaa.3. Lo mismo debe hacerse cuando los prncipes emprendan algo que no sea igualmenteagradable a todos los grandes seores. Conviene animarlos y convencer a los otros para quese plieguen al prncipe y no lo contradigan; pero en general, sin descender jams aparticularidad alguna, no sea que fallido el negocio se lo impute a la Compaa y a fin deque, si se desaprueba el acto, puedan mostrarse instrucciones contrarias, que las prohbanen absoluto.4. Para aduearse del espritu de los prncipes, conviene que los nuestros se insinen, yasea directamente, ya por medio de terceras personas, para efectuar por cuenta de ellos

    alguna embajada honorfica y favorable cerca de los otros prncipes y reyes; pero sobretodo cerca del Papa y de los grandes monarcas. Esa es una oportunidad para recomendarseellos y la Compaa. Por este motivo slo se destinarn al objeto personas celosas y muyversadas en nuestro Instituto.5. Conviene especialmente ganarse a los favoritos de los prncipes y a sus domsticospor medio de regalitos y diversas muestras de afeccin, a fin de que instruyan fielmente alos nuestros sobre las inclinaciones y gustos de los prncipes y de los grandes y ass puedala Compaa acomodarse a ellos.6. La experiencia nos ensea cuntas ventajas ha obtenido la Compaa por habersemezclado en los matrimonios de la casa de Austria y de los efectuados en Francia Polonia,etc. y en diversos ducados. Por este motivo, deben proponerse prudentemente partidos

    elegidos de antemano entre los cuales sean los nuestros familiares admitidos.7. A las princesas es fcil ganarlas por medio de sus camareras, por lo cual es precisocultivar su amistad, ya que por ellas es posible interiorizarse hasta de las cosas ms secretasde las familias.8. En la direccin de las conciencias de los grandes, seguirn los nuestros las doctrinasde los autores que nacen ms libre la conciencia (liberioren conscientiam faciunt) contralos sentimientos de otros religiosos, a fin de que, dejndolos, quieran depender enteramentede nuestra direccin y consejos.

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    9. Conviene hacer partcipes de los mritos de la Compaa, tanto a los prncipes comoa los prelados y a todos cuantos puedan favorecer extraordinariamente a la Sociedad,despus de mostrarles la importancia de tan gran privilegio.

    10. Es preciso insinuar con habilidad y prudencia el amplsimo poder de que goza laCompaa para absolver an los casos reservados, en comparacin con los dems pastoresreligiosos. Adems, la facultad de dispensar ayunos, deberes que cumplir o exigir,impedimentos matrimoniales, etc. Esto har que muchos recurran a nosotros y nos quedenagradecidos.11. Conviene invitar a los grandes a los sermones, cofradas, arengas, declamaciones, etc,y honrarlos con versos o tesis y si fuese necesario darles comidas y agasajarlos de diversosmodos.12. Traten de reconciliar a los grandes en las enemistades y discusiones que pueda haberentre ellos; pues as entraremos en sus secretos o intimidades concluyendo por plegarnosaluno o al otro.

    13. Si algn servidor de monarca o prncipe no nos amase, trtese de atraerlo, por mediode la tercera persona, ya por medio de promesas, favores o ascensos que se le procurarn.14. Gurdense de recomendar a personas que, de cualquier modo hayan salido de nuestraCompaa y menos an a los salidos por su propia voluntad, pues aunque lo disimulen,tienen un odio irreconciliable para la Compaa.15. Finalmente, que cada uno trate de ganar el favor de los grandes, para que, llegado elcaso, obren vigorosa y fielmente por nosotros, aun contra sus parientes y allegados.

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    CAPTULO III

    Cmo debe conducir se al Compaa con respecto a l os que, teniendo gr an autor idad enel Gobierno, aunque no sean r icos, puedan prestarnos otros servicios.

    1. Fuera de lo ya dicho, hay que atraerse el favor de los grandes contra nuestrosenemigos.2. Srvanse de su autoridad, prudencia y consejos, para adquirir bienes para lacomunidad o puestos que pueda ejercer la Compaa y srvanse de sus nombres, siempreque sean de confianza, para las adquisiciones.3. Srvanse de ello para dulcificar a los viles y populacho que no sean contrarios.4. Exjase de los obispos y prelados cuando se pueda, segn su grado de afeccin porlos nuestros.

    5. Bastar en algunos casos, conseguir de obispos y curas nos hagan respetar de quienesle estn sometidos y que no impidan nuestras funciones en donde tengan mas poder quenosotros, como en Alemania, etc. Trtenseles con gran respeto para que por su autoridad,los monasterios, parroquias, prioratos, patronato, fundaciones y misas de lugares piadosospuedan caer en nuestras manos, lo que ser fcil en donde los catlicos se hallen mezcladoscon los cismticos y herejes. Demustrese a los prelados la conveniencia de tales cambios,dado lo poco que puede esperarse de los dems presbteros, sean seculares o monjes. Encaso de obtenerlo, albese pblicamente su celo, an por escrito y eterncese la memoria desu accin.6. Para ello trtese de que esos prelados se sirvan de nosotros, sea por confesiones oconsejos y si aspiran a los altos grados de la corte de Roma, que se les ayude con todas

    nuestras fuerzas.7. Traten de obtener de los obispos y prncipes cuando fundemos colegios o iglesiasparroquiales, que la Compaa tenga el poder de colocar los vicarios que tengan cura dealmas y que el superior del colegio sea el cura, a fin de que todo el gobierno de esa iglesiaest en nuestras manos y que los feligreses se hallen sometidos a nuestra Compaa ypodamos obtenerlo todo de ellos.8. Sobre todo, ser preciso obrar sobre los prelados de la Iglesia cuando se trate de labeatificacin o canonizacin de alguno de los nuestros y ser preciso obtener, de cualquiermodo, cartas de los prncipes y grandes seores, las cuales impulsen el negocio (negotiumpromoveatur) ante la Sede apostlica.

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    CAPTULO IV

    Qudebe recomendarse a los predicadores y confesores de los grandes.

    1. Que los nuestros dirijan a los hombres ilustres de modo que slo parezcan tender a lamayor gloria de Dios, con tal prescindencia de los asuntos polticos y de Gobierno, en unprincipio, que los mismo monarcas se sientan inclinados a nosotros.2. Por eso deben advertir a menudo que la distribucin de los honores y dignidades debeser justa y que los prncipes ofenden gravemente a Dios cuando obran solo segn suspasiones. Que hagan frecuentes protestas de no interesarse por la administracin del Estadoy que si a ella se refieren es a su pesar, y por razn de sus deberes. Una vez que losprncipes lo hayan comprendido bien, explqueseles las virtudes que deben tener laspersonas que se elijan para las dignidades y cargos pblicos y por fin, nmbreseles yrecomindeseles los amigos sinceros de la Compaa. Es preferible no hacer estodirectamente sino valerse de amigos nuestros que sean familiares del prncipe.3. Es por tal motivo que nuestros confesores y predicadores deben ser informados pornuestros amigos, de quienes son aptos para cada cargo y sobre todo, liberales para laCompaa.4. Que se acuerden nuestros confesores y predicadores, de tratar con dulzura a losprncipes, no chocar con ellos ni en sermones ni en conversaciones particulares, alejar deellos toda clase de temores y exhortarlos principalmente a la fe, la esperanza y la justiciapoltica.5. Que jams reciban regalitos para su uso particular, pero s, que recomienden lanecesidad pblica de la provincia o del colegio. Que se contenten con una simple piezaamoblada; (cuando vivan en palacio) que no se cuiden mucho de vestir y vayan conprontitud a ayudar y consolar a las ms viles personas de palacio, no se crea que slo seocuparan de los grandes.6. A la muerte de algn oficial, cudese de hablar a tiempo de sustituirlos con algnamigo de la Compaa; pero que eviten la sospecha de arrancar el Gobierno de manos delprncipe. Esto se evita influyendo poco personalmente y mucho por medio de los amigos.

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    CAPITULO V

    Cmo es preciso conducir se con los religiosos que desempeen en la I glesia las mismasfunciones que nosotros.

    1. Precisa soportar con valor a esta clase de gentes y hacer comprender a los prncipesy a cuantos tengan alguna autoridad, que nuestra Compaa encierra la perfeccin de todaslas rdenes, excepto el canto y la austeridad externa en la manera de vivir y en los hbitos.Que si los otros religiosos nos superan en algo, la Compaa brilla de un modo mseminente en la Iglesia de Dios.

    2. Avergense los defectos de los otros religiosos y una vez descubiertos y publicadocon prudencia, como deplorndoles entre nuestros fieles amigos, mustrenseles como nodesempean tan felizmente las funciones que nos son comunes.

    3. Conviene dar la contra a aquellos que deseen establecer escuelas para la enseanzade la juventud en los lugares en que los nuestros enseen con honra y provecho. Hgase vera los prncipes y magistrados que tales gentes causarn disturbios y sediciones en el Estadosi no se les contiene, comenzando las dificultades por los mismos nios que serninstruidos de un modo diverso y que, en fin, la Compaa basta para la instruccin de losjvenes si estos religiosos han obtenido cartas del Papa o tienen recomendaciones de loscardenales, opngaseles a los prncipes y los grandes. Traten de obtener y muestrencertificados de los magistrados, respecto a su buena conducta y su buena instruccin

    4. Mientras tanto, esfurcense los nuestros en dar pruebas especiales de virtud yerudicin, ejercitando a los alumnos en los estudios, haciendo toda clase de juegos

    escolsticos propios para llamar la atencin de los grandes y magistrados ante quienes serepresentaran.

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    CAPITULO VI

    De la manera de ganar a las viudas ricas

    1. Eljanse para ello Padres de avanzada edad, de complexin viva y conversacinagradable y visiten a tales viudas y en cuanto les noten alguna prueba de afecto para laCompaa, ofrzcanseles las obras y mritos de la Compaa. Si las aceptan y comienzan avisitar nuestras iglesias, provanselas de un confesor que las dirija bien en el sentido depermanecer viudas, alabando las ventajas y felicidad de tal estado, asegurndolas y angarantizndoles que de este modo tendrn un mrito eterno y un medio muy eficaz paraevitar las penas del purgatorio.

    2. Que el mismo confesor las anime a embellecer una capilla u oratorio dentro de supropia casa, donde puedan orar y meditar y se libren de las conversaciones y visitas. Auncuando tengan un capelln, no dejen los nuestros de ir a decirles misa y traten de tener al

    capelln bajo sus manos.3. Cmbiese con prudencia e insensiblemente cuanto a la direccin de la casa

    concierna...4. Conviene principalmente alejar a los domsticos que no tengan relaciones con la

    Compaa (pero muy poco a poco) y si hay necesidad de sustituirles, recomindensepersonas que dependan o quieran depender de nosotros; pues as sabremos cunto en lafamilia suceda.

    5. No se preocupe el confesor de otra cosa, que de hacer que la viuda pida y siga entodo sus consejos y que la demuestre ser esta obediencia el nico fundamento del progresoespiritual.

    6. Aconsjesela el uso frecuente de los sacramentos, que los practique, particularmente

    el de la penitencia en el cual descubrir con mayor libertad sus ms secretos pensamientosy tentaciones.

    Que comulgue frecuentemente y visite a su confesor, quien le prometer oracionesespeciales; que recite las letanas y haga diariamente el examen de conciencia.

    7. Una confesin general, aun cuando ya la haya hecho con otro, no servir poco paraobtener pleno conocimiento de todas sus inclinaciones.

    8. Se le advertirn todas las ventajas del estado de viuda y las incomodidades delmatrimonio.

    9. Puede tambin proponrsela de vez en cuando, partidos por lo que se sepa que tienerepugnancia y si se sabe de algunos que la agraden, hgasele ver sus malas costumbres, afin de que tenga repugnancia por las segundas nupcias.

    10. Una vez asegurados de sus disposiciones para la viudedad, recomindese la vidaespiritual; pero no la religiosa, cuyos inconvenientes se la deben describir, sino tal como lade Paula y Eustaquio, etc. Que el confesor obre de manera que, habiendo hecho voto decastidad por dos o tres aos, a lo menos, concluya por renunciar a las segundas nupcias.Para ello hay que impedir que converse con hombres ni an con sus parientes o allegados,so pretexto de unirla ms estrechamente con Dios. En cuanto a los eclesisticos que lavisiten, si no se les puede excluir, que a lo menos sean de los recomendados por nosotros oque de nosotros dependan.

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    11. Una vez llegado a este punto, inclnesela a las buenas obras y sobre todo, a laslimosnas; pero que no las haga sino bajo la direccin de su padre espiritual, pues laslimosnas mal empleadas son a menudo causa de diversos pecados.

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    CAPITULO VII

    Cmo debe conservar se a las viudas(CONSERVANDAE VIUDAE) y disponer de susbienes.

    1. rjaselas constantemente a continuar en su devocin y buenas obras, de modo queno pase semana sin que dediquen, de lo superfluo, algo de honor de Jesucristo, de laSantsima Virgen o de un santo patrono, dndole a los pobres, o para el adorno de la iglesia,hasta despojarlas de las primicias y despojos de Egipto. (donce spoliis flerisque el primitiis.Aegypti sint exutae)

    2. Que si, aparte de un afecto general, manifiestan su liberalidad hacia nuestraCompaa y perseveran, se les participe de los mritos de la Compaa, con lasindulgencias particulares del Provincial, o, si son personas de importancia, del General de

    la Orden.3. Si han hecho voto de castidad, que lo renueven dos veces al ao, segn nuestra

    costumbre, acordndoselas ese da, una recreacin honesta con los nuestros.4. Que las visite a menudo, entretenindolas de una manera agradable con historias

    espirituales o bromas, segn el carcter de cada una.5. No se las trate con demasiado rigor en la confesin, por temor de apesadumbrarlas,

    (morosae nimis fiant,) a menos que se desespere de recuperar su favor del que otros sehubiesen apoderado. Esto hay que juzgarlo con mucho discernimiento de la inconstancianatural de las mujeres.

    6. Impdaselas ingeniosamente visitar las otras iglesias e ir a sus fieras, en especial alas de religiosos, repitindoles a menudo que todas las indulgencias concedidas a las dems

    rdenes estn acumuladas en nuestra Compaa.7. Si tuvieran que vestir luto, permtaselas usar trajes que tengan algo de espiritual y

    mundano a la vez, para que no se crean gobernadas por un hombre enteramente espiritual.En fin, con tal que no haya peligro de inconstancia y si permanecen fieles y generosas parala Compaa, concdaselas con moderacin y sin escndalo que pidan para la sensualidad.(...ad sensualitatem requirunt).

    8. Colquense en casa de las viudas, jvenes nacidas de padres ricos y nobles, que seacostumbren poco a poco a nuestra direccin y manera de vivir. Dselas una institutrizelegida por el confesor de la familia y sometindolas a todas las censuras y costumbres dela Compaa y si no quisiesen someterse a ellas devulvaselas a sus padres, describindolascomo fantsticas, de un natural difcil, etc.

    9. Cudese igualmente de su salud corporal y material; se se quejan de indisposiciones,prohbaselas el ayuno, cilicios y disciplinas, ni se las permita ir a la iglesia, perogobirneselas con precaucin en la casa. Djeselas entrar en el jardn y en el colegio, contal que ello sea en secreto y permtaselas recrearse secretamente con aquellos que ms lasgusten. (!) (permitanttur colloquia et recreationes secrete cum iis qui mxime arriscrint).

    10. A fin de que una viuda disponga de sus bienes a favor de la Compaa, mustreselela perfeccin de los santos que habiendo renunciado al mundo, a sus padres y sus bienes, sehan dedicado al servicio de Dios con gran resignacin y alegra. Que se les explique, coneste motivo, cuanto hay a respecto en nuestras constituciones; que se les haga ver elejemplo de las viudas llegadas as, en poco tiempo, a la santidad y hgaselas esperar ser

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    canonizadas si las imitan hasta el fin, y demustreselas que nuestras influencias no lasfaltarn para ello cerca del Papa.

    11. Es preciso imprimir en su espritu que si quieren gozar de un perfecto reposo de

    conciencia, hay que seguir sin murmurar, sin disgusto, sin ninguna repugnancia interior,tanto en las cosas temporales como en las espirituales, la direccin de su confesor, como sise les hubiese destinado Dios mismo.

    12. Dgaseles que aunque la limosna dada a los religiosos es la ms conveniente, nodeben darla sin la aprobacin de su confesor.

    13. Tengan cuidado los confesores de que sus confesadas no visiten a otros religiosos,bajo cualquier pretexto que sea. Para ello, reptaseles que nuestra Compaa es una ordenMs excelente que las otras, muy til a la Iglesia, de mayor autoridad cerca del Papa y delos prncipes, muy perfecta en s misma, pues desecha a los perjudiciales e impropios y enla cual no hay espuma ni concho, como hay entre los monjes, quienes muy a menudo sonignorantes, estpidos, perezosos, negligentes para con su salud espiritual, cuidadosos de su

    vientre, etc. (...ventricoloe, etc.)14. Persudanlas los confesores a pagar pensiones ordinarias y tributos para ayudaranualmente a los colegios y casas profesas, especialmente a la de Roma, a libertarse de susdeudas, sin olvidar los ornamentos de sus templos, el vino, la cera, etc., indispensables parala celebracin de la misa.

    15. Si una viuda no hiciese, en vida, donacin de todos sus bienes a la Compaa,expngasele oportunamente y en especial estando enferma o en peligro de muerte, lapobreza de tantos nuevos colegios y la necesidad de fundar otros, e implsesela suavementey con firmeza a hacer un gasto del que puede depender su vida eterna.

    16. Lo mismo debe hacerse con los prncipes, con los grandes y dems bienhechores,persuadindoles a hacer en vida estas fundaciones perpetuas que pueden ganarles la vida y

    gloria eternas. Si algunos malintencionados alegasen el ejemplo de Jesucristo, quin notena donde reposar su cabeza, y quisiesen que la Compaa de Jess fuese igualmentepobre, mustreseles e imprmase seriamente en su espritu, que la Iglesia de Dios estactualmente cambiada, habindose convertido en una monarqua que debe sostenersemediante la autoridad y un gran poder contra sus enemigos. (Ecclesiam Dei nunc mutatanet monarchiam caetam).

    17. Como poco se puede esperar de las viudas que educan a sus hijos para el mundo,veamos cmo remediarlo.

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    CAPITULO VIII

    Qudebe hacerse para que los hi jos de las viudas abracen el estado religioso o dedevocin.

    1. Como precisa que las madres obren con vigor, deben los nuestros conducirse condulzura en semejante caso. Hay que instruir a las madres para que aflijan a los nios, desdela ms tierna infancia, con censuras, advertencias, represiones, etc., y principalmente,cuando tengan hijas en la edad, que las rehsen trajes, deseando y rogando a Dios que lasd vocacin religiosa y las prometan una dote considerable si quieren hacerse monjas. Quelas muestren a menudo las dificultades del matrimonio y las penas que ellas mismas hayansufrido, sintiendo no haber permanecido clibes. En fin, que se conduzcan de tal modo, que

    aburridas las hijas de vivir al lado de sus madres, piensen en hacerse religiosas.2. Que los nuestros conversen familiarmente con los hijos y se les parecen propios

    para nuestra Compaa, introdzcanlo al colegio y mustrenle cuanto pueda agradarles,como los jardines, vias, casas de campo, etc., en donde los maestros se recrean. Hbleselesde nuestros viajes a los diversos reinos, de nuestras relaciones con los prncipes y de cuantoa los jvenes ms agrade.

    Hgasele ver la facilidad de nuestra regla, de la cual, sin embargo, depende la gloriade Dios, la preeminencia de nuestra orden sobre las otras, y tngase con ellosconversaciones tan alegres como piadosas.

    Dgaseles, tanto en sermones como en conversaciones particulares, qu inmensa esla magnitud del pecado de quienes se rebelan contra la vocacin divina y que, en fin, se les

    impulse a hacer los ejercicios espirituales para que, mediante ellos, puedan elegir su futuroestado de vida.

    3. Hagan los nuestros de modo que esos jvenes tengan preceptores unidos a nuestraCompaa para que velen y los exhorten al mismo fin, pero si resisten, que se les reprimandiversas cosas a fin de que se aburran de la vida. Que les exponga su madre las dificultadesde la familia. Si no ceden de buen grado, hgaselos enviar a un colegio lejano a estudiar.Que de parte de la madre reciban pocos carios; pero que, en cambio, los mime laCompaa hasta ganar su objeto.

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    CAPITULO IX

    Del aumento de las rentas de los colegios.

    1. Que los confesores de los prncipes, de los grandes, de las viudas y dems dequienes nuestra Compaa puede esperar mucho, les instruyan seriamente a fin de que,desde que les damos cosas espirituales y eternas, recibamos de ellos las terrestres ytemporales. No dejen escapar ninguna ocasin de recibir lo que se les ofrezca. Si algo se lespromete y se difiere el cumplimiento, es preciso recordarlo prudentemente.

    2. Es preciso ser hbiles para atraerse a los prelados, cannigos, pastores yeclesisticos ricos y conseguir que hagan nuestros ejercicios y poco a poco, valindose dela afeccin que tengan por las cosas espirituales, ganarlos para la Compaa y aprovechar

    su liberalidad. (liberalitas paulatina prognosticandas.)3. No dejen los profesores de preguntar a sus penitentes, (con oportunidad,) cul es

    su nombre, familia, quines son sus padres, amigos, cules sus bienes, sucesiones, suestado, intenciones y resolucin y si an no la han tomado, que traten de hacerla favorable anuestra Compaa. Si se concibe esperanza de provecho, ordneseles a ttulo de ejercicio depenitencia, que se confiesen todas las semanas. Que les pregunte honestamente a gin deinformarse en muchas ocasiones de lo que no pueda obtener en una sola.

    4. Lo que se ha dicho de las viudas, es aplicable en gran parte a los comerciantes,burgueses ricos y casados sin hijos. De ellos puede ser la Compaa heredera siempre quese empleen prudentemente las prcticas indicadas.

    5. Los rectores de colegios, tratarn de tener conocimiento de las casas, jardines,

    fundos, vias, aldeas y dems bienes posedos por la nobleza, por los comerciantes, etc.;pero usando siempre de la mayor prudencia. Cuando un confesor haya encontrado unpenitente rico, trate a toda costa (omnmodo) de conservarlo y dele cuenta al superior.

    6. El punto esencial en que estriba, es el siguiente: que se manejen los nuestros entrminos de ganarse la voluntad y aficin de sus penitentes, y dems personas que traten,acomodndose a sus inclinaciones si fuere conducente. Los provinciales cuidarn demandar algunos de los nuestros a puntos en que residan nobles y pudientes; y para que losprovinciales lo hagan con oportunidad, los rectores debern noticiarles con anticipacin lascosechas que all van a verificarse.

    7. Cuando reciben a hijos de casas fuertes en la Compaa, debern manifestar si lesser fcil adquirirse los contratos y ttulos de posesin, y si as fuere, se enterarn de si han

    de ceder algunos de sus bienes al colegio o por usufructo o por alquiler u otra forma, a sipodrn venir a parar con el tiempo en la Sociedad; al logro de lo cual, ser muy a propsitodar a entender especialmente a los grandes y pudientes, la estrechez en que vivimos y lasdeudas que nos apremian.

    8. Cuando las viudas o casadas nuestras devotas, no tuviesen mas que hijas, laspersuadirn a los nuestros a la misma vida devocin o a la del claustro, para que excepto eldote que haya que darles puedan entrar sus bienes a la Sociedad paulatinamente; ms,cuando tengan varones, a los que ellos fuesen a propsito de la Compaa, se lescatequizar, y a los dems se les har entrar de religiosos en otras ordenes, con la promesade alguna suma reducida. Cuando sea un hijo nico, a toda costa se le atraer, inculcndole

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    la vocacin como hecha por Jesucristo, hacindole desembarazarse enteramente del temor asus padres, y persuadindole de que har un sacrificio muy aceptado al Todopoderoso, si sesustrae a su autoridad, abandona la casa paterna y entra en la Compaa; lo que, si as

    sucediere, despus de dar parte al general, se le enviar a un noviciado distante, ms sitienen hijas, se dispondrn primeramente a las hijas para la vida religiosa y se las harentrar en algn monasterio, y despus se recibirn a los hijos en la Compaa con lasucesin de los bienes.

    9. Los superiores pondrn al corriente a los confesores, de las circunstancias de estasviudas y gentes casadas, para que ellos las aprovechen en todas ocasiones en beneficio de laSociedad; y cuando por medio de uno no se saque partido, se le reemplazar con otro, y sise hiciese necesario, se le mandar a mucha distancia, de modo que no puedan seguirentendindose con estas familias.

    10. Hgase que las viudas y gentes ricas que tiendan con ardor a la perfeccin, lleguena ceder todas sus pr