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Monoteísmo Monoteísmo (del griego monos "solo" y theos "dios") es una palabra acuñada en tiempos comparativamente modernos para designar la creencia en un Dios supremo, el Creador y Señor del mundo, el Espíritu eterno, Todopoderoso, Todo sabiduría y Todo Bondad, Recompensa de los buenos y Castigo de los malos, Fuente de nuestra alegría y perfección. Es lo opuesto al Politeísmo, que es la creencia en más de un dios, y del Ateísmo que es la negación de la existencia de cualquier dios. En contraste con el Deísmo, éste es el reconocimiento de la actividad y presencia de Dios en cualquier parte de la creación. En costraste con el Panteísmo, ésta es la creencia en un Dios por libertad consciente, distinto del mundo físico. Ambos, Deísmo y Panteísmo, son filosofías religiosas mas que religiones. Por otro lado, Monoteísmo, como el Politeísmo, es un término aplicado primordialmente a un sistema religioso concreto. Los fundamentos de razón de que depende el monoteísmo se han fijado en el término DIOS. Esas bases permiten a las mentes investigadoras reconocer la existencia de Dios como una verdad moralmente manifiesta. Su falta de racionalidad adquiere todavía mayor fuerza desde los datos positivos asociados con la revelación de la Cristianidad. (Ver REVELACION) MONOTEISMO PRIMITIVO ¿Fue el monoteísmo la religión de nuestros primeros padres? Muchos evolucionistas y racionalistas protestantes responden que no. Rechazando la real noción de una positiva revelación divina, ellos afirman que la mente humana en sus comienzos estaba apenas por encima de sus ancestros semejantes al mono, y por lo tanto incapaz de entender una concepción tan intelectual como el Monoteísmo. Ellos sostienen que las primeras nociones religiosas consideradas por el hombre en su recorrido hacia la civilización eran supersticiones del tipo más grosero. En una palabra, el hombre primitivo era, en su opinión, un bárbaro, apenas diferentes de las seres salvajes en su vida intelectual, moral y religiosa. La doctrina católica enseña que la religión de nuestros primeros padres fue monoteísta y sobrenatural, siendo el resultado de una Revelación Divina. No puede ese hombre primitivo sin la ayuda divina llegar a conocer y adorar a Dios. El

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Monoteísmo

Monoteísmo (del griego monos "solo" y theos "dios") es una palabra acuñada en tiempos

comparativamente modernos para designar la creencia en un Dios supremo, el Creador y

Señor del mundo, el Espíritu eterno, Todopoderoso, Todo sabiduría y Todo Bondad,

Recompensa de los buenos y Castigo de los malos, Fuente de nuestra alegría y perfección. Es

lo opuesto al Politeísmo, que es la creencia en más de un dios, y del Ateísmo que es la

negación de la existencia de cualquier dios. En contraste con el Deísmo, éste es el

reconocimiento de la actividad y presencia de Dios en cualquier parte de la creación. En

costraste con el Panteísmo, ésta es la creencia en un Dios por libertad consciente, distinto del

mundo físico. Ambos, Deísmo y Panteísmo, son filosofías religiosas mas que religiones.

Por otro lado, Monoteísmo, como el Politeísmo, es un término aplicado primordialmente a un

sistema religioso concreto. Los fundamentos de razón de que depende el monoteísmo se han

fijado en el término DIOS. Esas bases permiten a las mentes investigadoras reconocer la

existencia de Dios como una verdad moralmente manifiesta. Su falta de racionalidad adquiere

todavía mayor fuerza desde los datos positivos asociados con la revelación de la Cristianidad.

(Ver REVELACION)

MONOTEISMO PRIMITIVO

¿Fue el monoteísmo la religión de nuestros primeros padres? Muchos evolucionistas y

racionalistas protestantes responden que no. Rechazando la real noción de una positiva

revelación divina, ellos afirman que la mente humana en sus comienzos estaba apenas por

encima de sus ancestros semejantes al mono, y por lo tanto incapaz de entender una

concepción tan intelectual como el Monoteísmo.

Ellos sostienen que las primeras nociones religiosas consideradas por el hombre en su

recorrido hacia la civilización eran supersticiones del tipo más grosero. En una palabra, el

hombre primitivo era, en su opinión, un bárbaro, apenas diferentes de las seres salvajes en su

vida intelectual, moral y religiosa. La doctrina católica enseña que la religión de nuestros

primeros padres fue monoteísta y sobrenatural, siendo el resultado de una Revelación Divina.

No puede ese hombre primitivo sin la ayuda divina llegar a conocer y adorar a Dios. El primer

hombre, como sus descendientes actuales, tuvo por naturaleza la capacidad y la aptitud para la

religión. Siendo un hombre en el verdadero sentido, con uso de razón, tuvo entonces la

tendencia, como tiene hoy el hombre, para reconocer en los fenómenos de la naturaleza el

funcionamiento de una inteligencia y una voluntad ampliamente superior a la suya propia. Pero,

como carecía de la experiencia y del conocimiento científico, no era fácil para él unificar los

diversos fenómenos del mundo visible. Por esto no estaba libre del peligro de desviarse en su

interpretación religiosa de la naturaleza. Estaba expuesto a perder la impotante verdad de que,

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tal como la naturaleza es una unidad, así la naturaleza de Dios es una. La Revelación fue

moralmente necesaria para nuestros primeros padres, y tal como es para el hombre actual,

puede asegurar la posesión de la verdadera creencia y adoración monoteísta.

La concepción de ese Dios Omnipotente confirma que tal revelación es eminentemente

razonable para cualquiera que reconozca que el fin del hombre es conocer, amar y servir a

Dios. Es repugnante pensar que las primeras generaciones de hombres eran llevados a tientas

en las sombras, ignorantes del verdadero Dios y sus deberes religiosos, mientras que al mismo

tiempo era la voluntad de Dios que pudieran conocerlo y amarlo. La enseñanza en religión que

reciben los niños de sus padres y superiores, anticipando sus poderes de razonamiento

independientes, y guiándolos a un correcto conocimiento de Dios, sería imposible para

nuestros primeros padres, para quienes no era sino un sustituto conveniente. Ellos estaban

destinados desde el principio hacia el conocimiento de sus deberes religiosos por Revelación

Divina. Este es el dogma católico, intimamente conectado con el dogma del pecado original y

con aquel de la Reconciliación, aquel en que nuestros primeros padres eran elevados a un

estado de gracia santificada y estaban destinados a un fin sobrenatural, a saber, la beatífica

visión de Dios en los cielos. Esto necesariamente implica una fe sobrenatural, la que puede

llegar sólo por revelación.

No hay nada en la ciencia pura o en la filosofía para invalidar esta enseñanzas en la creencia

monoteísta que fue impartida por Dios al hombre primitivo. Tal vez puede ser verdad que la

vida humana en sus comienzos estaba en un plano comparativamente bajo de cultura material,

es también verdad que los primeros hombres fueron dotados con la razón, esto es, con la

habilidad de concebir con la suficiente precisión a un ser que es la causa de los múltiples

fenómenos presentes en la naturaleza. Por otra parte, un modesto grado de cultura a lo largo

de las fronteras del arte y la industria es perfectamente compatible con una religión y moralidad

correctas, como es evidente en los casos de tribus convertidas al catolicismo en epocas

recientes; mientras retienen mucho de su modo de vida rústico y primitivo, ellos han alcanzado

nociones muy claras respecto a Dios y muestran una extraordinaria fidelidad en la observancia

de Su ley. Como apoyo de la teoría evolucionista en este asunto, ver FETICHISMO. Esto está

en completa conformidad con los resultados acreditados por las ciencias físicas al sostener que

el primer hombre, creado por Dios, era tan agudo de mente como sano de cuerpo, y aquel, a

través de la enseñanza divina, comenzó a vivir con las nociones correctas de Dios y sus

deberes morales y religiosos. Esto no necesariamente significa que su concepción de Dios era

científica y filosóficamente profunda. De aquí es que los eruditos son ampulosos en destacar

cuando argumentan que Monoteísmo es un concepto que implica una comprensión filosófica y

una formación mental asolutamente imposible para el hombre primitivo.

La noción del Dios supremo necesario para la religión no es la concepción altamente metafísica

necesaria para la filosofía correcta. Si así fuera, muy pocos podrían esperar la salvación. El

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Dios de la religión es el inexplicablemente gran Señor de quien el hombre depende, en quien

reconoce la fuente de su felicidad y perfección. Él es el justo Juez, premio a la bondad y castigo

al mal; el Padre amoroso y misericordioso, cuyos oidos estan siempre abiertos a las plegarias

de Sus criaturas necesitadas y arrepentidas. Tal concepción de Dios puede ser comprendido

rápidamente por mentes simples alejadas de las filosofías - por un niño, por un campesino

analfabeto, por el salvaje convertido. No están estas nociones de un ser supremo

completamente ausentes en donde aún reina el barbarismo. El obispo Le Roy, en su

interesante trabajo, "Religion des primitifs" (Paris, 1909), y el señor A.Lang, en su "Making of

Religion" (New York, 1898), han enfatizado un punto muy olvidado por los estudiantes de

religión, es decir, que con toda su crudeza religiosa y supersticiones, en salvajes inferiores

como los Pigmeos del Congo Norte, los nativos Australianos, y los nativos de las Islas

Andaman, abrigan concepciones muy nobles de la Deidad Suprema. Decir, entonces, que el

hombre primitivo, reciente desde la mano de Dios, era incapaz de una creencia monoteísta,

incluso con ayuda de la Revelación Divina, es contrario a un hecho bien demostrado. Desde los

capítulos iniciales del Génesis podemos encontrar que nuestros primeros padres reconocen a

Dios como el autor de todas las cosas, su Amo y señor, la fuente de su felicidad, que premia el

bien y castiga el mal. La sencillez de sus vidas hace del rango de su moral obligaciones fáciles

de reconocer. Su adoración era de la clase más simple.

MONOTEISMO MOSAICO

La antigua religión hebrea, promulgada por Moises en el nombre de Jeohvah (Jahweh), era una

impresionante forma de Monoteísmo. Que era Divinamente revelado es la inconfundible

enseñanza de las Sagradas Escrituras, particularmente del Exodo y los libros siguientes que

tratan explícitamente de la legislación Mosaica. Incluso los eruditos en las Escrituras que no

son católicos, quienes a la larga no aceptan el Pentateuco, así como sus principios, así como la

producción literaria de Moises, reconocen, en gran parte, que, en las antiguas fuentes, y de

acuerdo a ellas, avanzando en el Pentateuco, hay porciones que llegan desde antes del tiempo

de Moises, mostrando la existencia de una veneación monoteísta hebrea en sus días. Ahora, la

superioridad trascendente de ese Monoteísmo enseñado por Moises ofrece una firme prueba

de su orígen Divino. En un tiempo cuando las naciones vecinas representaban las mayores

civilizaciones de esa epoca - Egipto, Babilonia, Grecia - donde ofrecían un culto impuro e

idolátrico a muchas deidades, encontramos que el insignificante pueblo hebreo profesaba una

religión en que la idolatría, ritos impuros, y una degradante mitología no tenían un lugar

legítimo, pero donde, en vez de ello, la creencia en el unico Dios verdadero estaba asociada

con un culto dignificado y un elevado código moral. Aquellos que rechazan el llamado del

Monoteísmo Mosaico como un hecho revelado nunca ha tenido éxito en entregar una

explicación satisfactoria de este fenómeno extraordinario. Esta fue, asimismo,

preeminentemente la religión del pueblo hebreo, destinado en la plenitud del tiempo a dar paso

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a la gran religión monoteísta revelada por Cristo, en la que todas las naciones de la tierra

pueden encontrar paz y salvación. El pueblo judío era de este modo el pueblo elegido de Dios,

no tanto en razón de sus propios méritos, sino debido a que estaban destinados a preparar el

camino para la religión absoluta y universal, el Cristianismo. El Dios de Moisés no es una

simple deidad tribal. Es el Creador y Señor del mundo. El entrega a Su pueblo elegido la tierra

de los Cananeos. Es un Dios celoso, no sólo prohibe la adoración de otros dioses, sino el uso

de imágenes, que podían conducir a abusos en esa época de idolatría casi universal. El amor

de Dios se hace un deber, pero un temor reverencial es la emoción predominante. La sanción

religiosa de la ley está centrada principalmente en recompensas y castigos temporales. Las

leyes de conducta, aunque determinadas por la justicia más que por caridad y misericordia, son

todavía eminentemente humanas.

MONOTEISMO CRISTIANO

El sublime monoteísmo enseñado por Jesús Cristo no tiene paralelos en la historia de las

religiones. Dios es presentado a nosotros como el Padre amoroso y compasivo, no sólo para

un pueblo privilegiado, sino para toda la humanidad. En esta relación filial con Dios - una

relación de confianza, gratitud, amor - Cristo centra nuestras obligaciones para con Dios y

nuestro prójimo. El se instala en el alma individual y revela a ella su elevado destino de Divina

filiación. Al mismo tiempo, El imprime en nosotros el correspondiente deber de tratar a los

demás como criaturas de Dios, y por eso como nuestro hermano, título no sólo por justicia, sino

por misericordia y caridad. Para completar esta idea de hermandad cristiana, Jesús muestra a

Si Mismo ser el Hijo de Dios eterno, enviado por el Padre celestial para salvarnos del pecado,

para elevarnos a la vida de gracia y a la dignidad de los hijos de Dios a través de las virtudes

expiadas de Su vida y muerte. El amor de Dios Padre así incluye al amor de Su Hijo

encarnado. La devoción personal a Jesús es la causa de la recta conducta en el Monoteísmo

Cristiano. Cooperando en la santificación de la humanidad está el Espíritu Santo, el Espíritu de

verdad y vida, viene a confirmar la creencia en la fe, esperanza y caridad. Estas tres Personas

Divinas, distintas una de otra, iguales en todas las cosas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son uno

en esencia, una trinidad de personas en una, Deidad indivisible (ver TRINIDAD, LA). Tal es el

Monoteísmo enseñado por Jesús. La garantía de la verdad de Su enseñanza está apoyada en

Su suprema excelencia moral, en la perfección de su enseñanza ética, en Sus milagros,

especialmente en la resurrección de su cuerpo, y en Su maravillosa influencia sobre la

humanidad por siempre. (Cf. John, xvii, 3; I Cor., viii, 4.). Tal como el cristianismo en sus

comienzos estuvo rodeado por las creencias politeístas y las prácticas del mundo pagano, una

clara y autoritaria expresión de Monoteísmo fue necesaria. De aquí los símbolos de fe, o

credos, se abren con las palabras: "Yo (nosotros) creo en Dios (theon, deum)" o, más explícito,

"Yo (nosotros) creo en un solo Dios (hena theon, unum deum)". (See Denziger-Bannwart,

"Enchiridion", 1-40; cf. APOSTLES' CREED; ATHANASIAN CREED; NICENE CREED.). Entre

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las tempranas herejías, una de las más importantes y más directamente opuesta al

Monoteísmo surgió de una tentativa de responder al orígen del mal. El bien lo adscribían a un

principio divino y el mal a otro. (Ver. GNOSTICISMO; MANIQUEISMO; MARCIONITAS). Estos

errores dualistas dieron ocasión para una vigorosa defensa del Monoteísmo para aquellos

escritores como San Ireneo, Tertuliano, San Agustín, etc. (Ver Bardenhewer-Shahan,

"Patrology", St. Louis, 1908).

La misma doctrina naturalmente mantiene el lugar más importante entre las enseñanzas de los

misioneros que convirtieron a los pueblos del Norte de Europa; de hecho, puede decirse que la

difusión del Monoteísmo es uno de los grandes logros de la Iglesia Católica. Entre las

diferentes definiciones conciliares considerando la Trinidad de Personas en Dios, el énfasis es

puesto en la unidad de la naturaleza Divina; (Ver, ee.g., Fourth Council of Lateran (1215), in

Denziger-Bannwart, "Enchiridion", 428). Los escolásticos medievales, tomando la creencia

tradicional, traen en su ayuda una larga formación de argumentos basados en la razón; Ver,

por ejemplo, Santo Tomás, "Contra Gentes", I, xiii; y San Anselmo, "Monol.", iv. Durante los

pasados tres siglos las más ilustres tendencias fuera de la Iglesia Católica se han orientado

hacia posiciones extremas como aquellas del Monismo (q.v.) y Panteísmo (q.v.) en las que se

asegura que todas las cosas son realmente una en substancia, y que Dios es idéntico con el

mundo. La Iglesia, sin embargo, ha mantenido resueltamente, no sólo que Dios es

esencialmente distinto de todas las demás cosas, sino tambien que existe un Dios único. "Si

uno cualquiera niega al único Dios verdadero, Creador y Señor de todas las cosas visibles e

invisibles, permite ser excomulgado" (Conc. Vatican., Sess. III, "De fide", can. i).

MONOTEISMO MAHOMETANO

Del Monoteísmo Mahometano algo breve se debe decir. El Alá (Allah) del Corán es

practicamente uno con el Jehovah del Antiguo Testamento. Su señal clave es islam,

resignación sumisa a la voluntad de Dios, que es expresada en cada cosa que ocurre. Allah es,

para usar las palabras del Corán, " El Omnipotente, el Todo-sabiduría, el Todo-justicia, el Señor

de los mundos, el Autor de los cielos y la tierra, el Creador de vida y muerte, en cuya mano

está el dominio y poder irresistible, el gran Señor todopoderoso del glorioso trono. Dios es el

fuerte… el Rápido en calcular, quien conoce cada peso de hormiga de bien y de mal que el

hombre ha hecho, y quien padecerá no recibir la recompensa de la fidelidad al perecer. El es el

Rey, el Santo,… El Guardián sobre Sus servidores, el Refugio del huérfano, el Guía de los

errantes, el Salvador de toda aflicción, el Amigo del desposeído, el Consuelo de los afligidos,…

el Amo generoso, el bondadoso que Escucha, el Cercano, el Compasivo, el Misericordioso, el

Indulgente" (citado de "Islam", por Ameer Ali Syed). La influencia de la Biblia, particularmente el

Antiguo testamento, en el Monoteísmo Mahometano es bien conocido y no es necesario

detenerse en ello.

MONOTEISMO Y RELIGIONES POLITEISTAS

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Lo que antes ha sido explicado conduce a la conclusión de que el Monoteísmo Cristiano y sus

variedades precedentes, Mosaico y Monoteísmo primitivo, son independientes en su orígen de

las religiones Politeístas del mundo. Las variadas formas de politeísmo que ahora florecen, o

que han existido en el pasado, son el resultado de la falla del hombre en sus intentos por

interpretar la naturaleza sólo a la luz de la razón. Dondequiera que la visión científica de la

naturaleza no ha obtenido las causas mecánicas, secundarias, que explican cada fenómeno

celeste como el sol, luna, relámpago, tempestad, han sido vistos como seres vivos, tanto como

cuerpos visibles puestos en movimiento por agentes inteligentes invisibles. La personalización

de los fenómenos celestes de la naturaleza fue común entre las naciones paganas más

avanzadas de la antigüedad. Esta es una visión común entre pueblos de cultura inferior hoy en

día. Es sólo desde la ciencia moderna que se han llevado todos estos fenómenos dentro del

rango de las leyes físicas y que la tendencia a verlos como manifestaciones de personalidades

distintas han sido disipados por completo. Ahora semejante personalización de las fuerzas

naturales es compatible con el Monoteísmo tanto como esas inteligencias diferentes

imaginadas para producir el fenómeno y vistas como creaturas de Dios, y por ello no

merecedoras de adoración divina. Pero donde la luz de la revelación ha sido total o

parcialmente ocultada, es la tendencia a deificar aquellas personalidades asociadas a los

fenómenos naturales como sustentados por sí mismos.

En esta via politeísta parece haber surgido la adoración de la naturaleza. Esto surge de la

errónea aplicación de un sano principio, que el hombre en cualquier parte posee naturalmente,

a saber, que las grandes operaciones de la naturaleza se deben a la intervención de mente y

voluntad. El profesor George Fisher observa: "Las religiones politeístas no erraban al identificar

las múltiples manifestaciones de la naturaleza con la participación de la voluntad. El

sentimiento espontáneo de la humanidad en este particular no son comprendidos por los

principios de la filosofía.

El error del politeísmo cae en el fraccionamiento de ese deseo que es inmanente a todas las

operaciones de la naturaleza dentro de una pluralidad de agentes personales, una

muchedumbre de divinidades, cada dominio y actividad dentro de una incumbencia que le es

propia" ("Grounds of Christian and Theistic Belief", 1903, p. 29). La adoración de naturaleza

politeísta se puede encontrar practicamente en casi todos los pueblos a quienes ha faltado la

guía estelar de la Revelación Divina. En cada historia que poseemos de esas religiones

individuales se ofrece pocas evidencias de desarrollo ascendente hacia el Monoteísmo: por el

contrario, en casi cada instancia del desarrollo histórico conocido, la tendencia ha sido a

degenerar más y más lejos desde la idea monoteísta. Existe, por cierto, escasamente una

religión Politeísta en la cual una de sus muchas deidades reconocidas no está elevada en

honor como el padre y señor del resto. Este es el resultado de un desarrollo ascendente, como

los eruditos no católicos generalmente afirman, que es teóricamente posible. Pero que también

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puede ser el resultado de un fenómeno descendente desde una creencia monoteísta primitiva

tampoco puede ser negado. Las más recientes observaciones parecen tener el peso de

evidencia positiva en su favor. La antigua religión china, como grafican los registros más

antiguos, era extraordinariamente cerrada al Monoteísmo puro. La gran adoración politeísta a la

naturaleza de los egipcios de tiempos posteriores era decididamente una degeneración de

tempranas creencias cuasi Monoteístas. En la religión Védica una fuerte tendencia Monoteísta

la sostiene, sólo para decaer más tarde y cambiar hacia el Panteísmo. La única excepción feliz

es la evolución ascendente que el antiguo Politeísmo Ario toma en la tierra de los Iraníes. A

través de la reforma de Zoroastro, los diferentes dioses de la naturaleza son subordinados al

espíritu supremo, omnisciente, Ormuzd, y era otorgada una adoración inferior a sus creaturas.

Ormuzd fue honrado como el creador de todo lo que es bueno, el que revela y guardián de las

leyes de conducta religiosa y moral, y el santificador del creyente. El sentimiento de pecado fue

desarrollado fuertemente, y fue puesta por delante una norma de moralidad que con razón

generaba admiración. Cielo e infierno, la renovación final del mundo, incluyendo la resurrección

corporal, eran elementos de la escatología Zoroastriana. Una noble religión separada de la

esfera de las religiones reveladas no podrá ser encontrada. Aún cuando esta religión es

raramente clasificada por los eruditos entre las religiones monoteístas, debido al rasgo

politeísta de veneración de los espíritus subordinados a la naturaleza, y también a su

mantención de los antiguos ritos Arios de adoración al fuego, justificado por los Zoroastrianos

de los tiempos modernos como una forma de veneración simbólica a Ormuzd.

Los llamados sobrevivientes de importantes religiones, como las creencias en fantasmas

comedores de alimentos, espíritus causantes de dolor, brujerías, el uso de amuletos y fetiches,

son también citados como evidencia que nivelan formas de Monoteísmo como Judaísmo y

Cristianismo que no son más que consecuencia de religiones inferiores. La presencia de la

gran parte de esas creencias y costumbres supersticiosas en los sectores más ignorantes de

los pueblos cristianos es fácilmente explicado como la supervivencia de porfiadas costumbres

que florecieron entre los ancestros de los pueblos europeos mucho antes de su conversión al

cristianismo. Por otra parte, muchas de esas creencias y costumbres son tales que pueden

fácilmente surgir de falsas interpretaciones de la naturaleza, inevitable en grados de cultura

poco científicos, incluso donde la idea monoteísta prevalece. Supersticiones como esas son

como la mala hierba de las viñas que crece alrededor del árbol de la religión.

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CHARLES F. AIKEN Transcribed by Gerald Rossi Traducido por Miguel A. Casas