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MARíA Mayo 8 de 2012

Monumento La Maria de Jorge Isaacs

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Dinamica social alrededor del monumento la Maria en la ciudad de Cali

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MARíA

Mayo 8 de 2012

DIRECCIÓN: CHRISTIAN CAMILO LLORENTE MARTÍNEZ

FOTOGRAFÍA: CHRISTIAN CAMILO LLORENTE MARTÍNEZMARIO ALFONSO GASPAR

EDICIÓN: CHRISTIAN CAMILO LLORENTE MARTÍNEZ

TEXTOS: MARÍA, JORGE ISAACSCHRISTIAN CAMILO LLORENTE MARTÍNEZ

DISEÑO: CHRISTIAN CAMILO LLORENTE MARTÍNEZ

AGRADECIMIENTOS: JHONATHAN STEVEN VARGAS VICTORIADIDIER DUVAN CAMILO LLANTÉN

INTRODUCCIÓN

Las acciones de la vida cotidiana que quieren ser persuadi-das por un objeto para evocar aquello que alguna vez nos hizo grandes. Así se presentan los monumentos erigidos en homenaje a aquel que es digno de recordar. Sin duda es la visión romántica de ellos y de un pasado lo que anima esa figura inmóvil e insensible que con su presencia no pide más que subsistir en el recuerdo de la sociedad.

María

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María, pág. 24: “¡Primer amor!...noble orgullo de sentirse amado; sacrificio dulce de todo lo que antes nos era caro a favor de la mujer querida; felicidad que, comparada para un día con las lágrimas de toda una existencia, recibiríamos como don de dios; perfume para todas las horas del porvenir; flor guardada en el alma que no es dado marchitar a los desengaños; único te-soro que no puede arrebatarnos la envidia de los hombres, delirio delicioso…, inspiración del cielo… ¡María! ¡María! ¡Cuánto te amé; Cuánto te am-aré!”

María, pág. 329: “La medianoche me halló levantado en mi cuarto. todo estaba allí como yo lo había dejado; solamente las manos de María habían removido lo indis-pensable, engalanando la estancia para mi regreso; marchitas y carcomidas por los in-sectos, permanecían en el florero las últimas azucenas que ella había puesto.”

MARIO A. GASPAR

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María

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María, pág. 16: “La voz de María llegó entonces a mis oídos dulce y pura: era su voz de niña, pero más grave y lista ya para prestarse a todas la modulaciones de la ternura y la pasión ¡Ay! ¡Cuántas veces en mis sueños un eco de ese mismo acento ha llegado después a mi alma, y mis ojos han buscado en vano aquel huerto donde la vi tan bella en aquella mañana de agosto!”

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María, pág. 13-14: “María me ocultaba sus ojos tenazmente; pero pude admirar en ellos la brillantez y hermosura de los de las mujeres de su raza en dos o tres veces que, a su pesar, se encontraron de lleno con los míos; sus labios rojos, húmedos y graciosamente imperativos, me mostraron solo un instante el arco simétrico de su linda dentadura. Llevaba como mis hermanas, la abundante cabellera castaño oscura arreglada en dos trenzas, sobre el nacimiento de una de las cuales se veía un clavel encarnado. Vestía un traje de muselina ligera, casi azul, del cual solo se descubría parte del corpiño y de la falda, pues un pañolón de algodón fino color púrpura le ocultaba el seno hasta la base de su garganta, de blancura mate. Al volver las trenzas a la espalda, de donde rodaban al inclinarse ella a servir, admiré el envés de sus brazos, deliciosa-mente torneados, y sus manos, cuidadas como las de una reina.”

MARIO A. GASPAR

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María, pág. 111: “Mayo gruñó al ver-los, y vino a esconderse tras de mí con muestras de antipatía invisible; él, con su blanca piel, todavía hermosa, las orejas caídas y el ceño y mirar severos, dábase ante los lajeros del montañés, un aire aristocrático imponderable.”

Destino: La imagen conge-lada/ inmóvil, arrebatada del tiempo y las acciones del mo-mento detenidas para la eter-nidad. El lazo universal atado al destino.

CHRISTIAN LLORENTE

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MaríaMaría

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Creador: La inevitable pena de vivir a la som-bra de la construcción más grande que sobre-pasa la existencia humana, el ingenio. Artífice y artificio olvidados en el voraz apetito de la in-diferencia que en su inercia se rinde a lo vivo.

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Reflejo: El hombre cuya som-bra ha desaparecido pues él mismo ya lo es. El peso de ser la sombra de una sociedad que en el desprecio refleja el temor de ver proyectada al otro lado de la imagen la fealdad de la que huyen.

Deber: El paso contrario al camino de penumbra que guía al hombre a la virtuosa agonía del amor puro. El peso del yugo arrastrado por el deseo del amante, en cuyo hogar el anhelo erige.

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CHRISTIAN LLORENTE

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Época: Los fantasmas que casi olvidan sus memorias en los años vividos ya como cristales inanima-dos, condenados a repetirse hasta que los pocos días efectúen el juicio último.

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Esclavitud: La desdicha que doblega la pureza del corazón y lo vende a un costo bajo pues ya no hay más esperanza en la des-gracia. El alma vendida al amor del amante que se entrega a tan magno sentimiento.

Superioridad: La preocu-pación materializada en gesto elevada sobre la infantil inocen-cia del ser que siendo inferior enaltece su alma y se eleva al paraíso que ya no verá jamás aquel revestido de mayor gran-deza.

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CHRISTIAN LLORENTE

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Profundo: Una verdad encontrada en los cimientos del pensamiento. La luz perpetúa sobre el corazón latente que petrifica el cuerpo en monumen-to irrepetible en fugacidad absoluta.

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Futuro: La incertidumbre de dar el paso erróneo corregido por la mano guía poco a poco desvanecida en el tiempo pero de marca imborrable. Un pasajero infinito en las entrañas del pensamiento que rige el acto simple en procura del bienestar.

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Origen: Primeros pasos forjados sobre el brillante hierro de la vida, ardiente e implacable en el deseo de consumarse en la existencia.

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Gesto: La mirada misteriosa de aquel que en servicico se encuntra sin futuro aparente. una especie de creador con-vertido en obra.

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Olvido: La esperanza última por aferrarse al mundo de los vivos. la sustracción de lo eté-reo y la materialización que combate el rechazo.

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María, pág. 327: “… y me dirigí a la alcoba de María. Algo de sus perfumes había allí. Velando las últimas prendas de su amor, su espíritu debía de estarme esperando. El crucifijo aún sobre la mesa; las flores marchitas sobre su pena; el lecho donde había muerto, desmantelado ya; teñidas todavía algunas copas con las últimas pociones que le habían dado.”

María, pág. 196: “Levanté entonces la cabeza, que sostenía con mis manos sobre la mesa, y nuestros ojos, atrasados de lágrimas, se prometieron lo que los labios no saben decir.”

Soñé vagar por bosques de palmerascuyos blondos plumajes, al hundirsu disco el sol en las lejanas sierras, cruzaban resplandores de rubí.

Del terso lago se tiñó de rosala superficie límpida y azul,y a sus orillas garzas y palomasposábanse en los sauces y bambús.

Muda la tarde ante la noche muda, las gasas de su manto recogió;del lindo mar dormido en las espumasla luna hallóla y a sus pies el sol.

Ven conmigo a vagar bajo las selvasdonde las hadas templan su laúd;ellas me han dicho que conmigo sueñan,que me harán inmortal si me amas tú.

María, Jorge Isaacs, pág. 105.

Mayo 8 de 2012

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