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Movimiento 2 de Junio

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Ralf Reinders y Ronald Fritzsch

El Movimiento 2 de JunioConversaciones sobre los Rebeldes del Hachís,el secuestro de Lorenz y la cárcel

Virus editorial

Ralf Reinders y Ronald Fritzsch durante el juicio

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Índice

Nota a la edición en castellano 7

Prólogo de la edición alemana 9

Ralf Reinders / Ronald FrischDe los Rebeldes del Hachís al Movimiento 2 de Junio 13

Ralf Reinders / Ronald Frisch

El secuestro de Lorenz 67

Fritz Teufel, Gerald Klöpper, Ralf Reinders, Ronald Frisch«Los irreductibles del Spree». Una entrevista

no publicada por Stern, documento de 1978 123

Ralf ReindersLos años en la cárcel 147

Cronología. De Vietnam a Berlín-Moabit 169

Anexos 197

- Esta licencia permite copiar, distribuir, exhibir e interpretar este texto, siempre y cuandose cumplan las siguientes condiciones:

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Abbot Way, Stanford, California 94305, EE. UU. © 2011 de la presente edición, Virus editorial © 2011 del texto, Ralf Reinders y Ronald Fritzsch

Creative Commons

LICENCIA CREATIVE COMMONS

autoría - no derivados - no comercial 1.0

Título original: Die Bewegung 2. Juni. Gespräche über Haschrebellen,

Lorenz-Entführung, Knast . Edition ID-Archiv, Berlín-Amsterdam, 1995

Traducción del alemán:  Luis Bredlow

Primera edición en castellano : mayo de 2011

Maquetación: Virus editorial 

Cubierta:  Pilar Sánchez Molina

  Lallevir SL / VIRUS editorial

  C/ Aurora, 23 baixos, 08001 Barcelona

  T. / Fax: 93 441 38 14

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Impreso en:

  Imprenta LUNA

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  Fax.: 94 415 32 98

C/e.: [email protected]

ISBN-13: 978-84-92559-33-6

Depósito legal:

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Nota 

a la edición en castellano

La obra sobre el Movimiento 2 de Junio está aún por escribir.Se trata de una organización difícil de describir puesto

que en ella acabaron por agruparse buena parte de los colec-tivos dispersos de carácter combativo que se formaron enAlemania Occidental al calor de los movimientos contracul-turales de finales de los sesenta y principios de los setenta.

Aparte del libro que tenéis ahora entre manos, en Alema-nia se ha publicado una recopilación de los textos y comuni-cados del Movimiento 2 de Junio (Der Blues – Gesammelte

Texte der Bewegung 2. Juni, Schwarzer Stern, Berlín 1982;reprint 2001), además de numerosas autobiografías y testi-

monios de personas que participaron en sus actividades.A pesar de su corta vida, desde el año 1969 hasta 1976,

cuando caen presos los últimos activistas del grupo, el Movi-miento 2 de Junio tuvo una importante influencia en los de-bates de la izquierda antiautoritaria. De marcado carácterlibertario, a diferencia de otros grupos armados, como laRAF, el Movimiento 2 de Junio siempre defendió la necesi-dad de mantener los vínculos con la izquierda legal, a fin deservirle de apoyo en sus luchas y no perder el sentido de larealidad.

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El libro que tenéis entre manos fue publicado en Alema-nia en 1995 por la editorial ID-Archiv, una editorial de la iz-quierda antiautoritaria con sede en Berlín que ya no existe enla actualidad. Se basa en entrevistas a parte de los protago-nistas y tiene como eje central el secuestro del candidatocristiano-demócrata a la alcaldía de Berlín Peter Lorenz el27 de febrero de 1975, una de las acciones más espectacularesy exitosas de la guerrilla urbana alemana contemporáneaque culminó con la liberación de cinco presos de la RAF ydel propio Movimiento 2 de Junio.

Tanto el traductor como la editorial hemos añadido algu-nas notas aclaratorias para facilitar la lectura. Al final del li-bro encontraréis una completa cronología de aquella época,que os permitirá situar mejor los acontecimientos que aquí seexponen.

Nosotros hemos añadido a esta edición algunos documen-tos que se mencionan a lo largo del texto y que encontraréisen los anexos, además de un original homenaje a los bombo-nes de merengue.

Salud y alegría,

el colectivo vírico

Prólogo

En enero de 1972 formamos el Movimiento 2 de Junio. Era

una fecha que seguía uniéndonos a todos, a los estudianteslo mismo que a los jóvenes proletarios. Todos sabíamos lo que

 significaba el 2 de junio. Y había otra consideración que no eramenos importante para nosotros: esa fecha señalaba, y seguirá señalando siempre, que ellos dispararon primero. Y eso es así

hasta el día de hoy. Cada vez que alguien diga algo sobre el

Movimiento 2 de Junio, se recuerda también que el 2 de juniode 1967 la policía mató a tiros a Benno Ohnesorg.

Eso es todo en cuanto al nombre.

Ralf Reinders y Ronald Fritzsch

El 27 de febrero de 1975, un comando del Movimiento 2 de

Junio secuestró en Berlín, en plena campaña electoral, alcandidato que encabezaba la lista de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), Peter Lorenz. A cambio de Lorenz con-siguen liberar a cinco presos de la izquierda combativa, asícomo a dos manifestantes detenidos tras la muerte de HolgerMeins1. Ésta fue la acción más espectacular del Movimiento

1 Holger Meins, militante de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), murió enhuelga de hambre en la cárcel, lo que provocó una amplia campaña de pro-testas de la izquierda radical; Ver Cronología, 9 de noviembre de 1974. [N.del traductor]

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Ralf Reinders y Ronald Fritzsch

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gales de la izquierda militante y de romper en algunos puntosejemplares la supuesta omnipotencia del Estado, sin caer enla ilusión de que cuatro personas puedan hacer la revolución,tal como lo expresan Ralf Reinders y Ronald Fritzsch en unpasaje de este libro.

No hace falta decir que las opiniones que Ralf Reinders yRonald Fritzsch expresan en las contribuciones aquí reuni-das no representan a todos los antiguos implicados. Las dife-rentes posiciones se hacen patentes en las conversaciones.

Edition ID-Archivoctubre de 1995

De los Rebeldes del Hachísal Movimiento 2 de Junio

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rio o de inspector. Pero lo dejé después de un año y medio,más que nada porque al terminar los dos años debería haberhecho primero el servicio militar; y como pacifista conven-cido que era, pensé que ¡no gracias! De todas maneras que-ría largarme de Hannover, que es una ciudad donde hay másfuncionarios que gente, y Berlín me atraía. Eran tiempos lo-cos aquéllos; no tenía más opción que o Hamburgo o Ber-lín, pero acabé en Berlín sólo por la mili.1 Después de habermandado al cuerno la carrera, llegué a Berlín a finales de1970, y muy pronto me vi metido en el ambiente anarquista.

Herrmann: ¿Habías tenido ya previamente contactos perso-nales con esos ambientes?

Fritzsch:  No, pero había estado ya varias veces en Berlín.También en Hannover había un ambientillo contracultural,relativamente limitado y de poca gente. Era gente bastantedivertida, con la típica ideología de fumetas, o sea que nadade alcohol y simplemente ir en contra de todo ese rollo carca.Nos habíamos politizado sobre todo leyendo el diario Bild,que no paraba de echar pestes de la Comuna 12, que si el sexolibre, que si todos follando con todos y todo lo demás quedecían; y cuantas más pestes echaban de ellos, tanto más nosidentificábamos con ellos, porque eso era justamente lo quenos molaba.

1  Los ciudadanos de la República Federal de Alemania residentes en Ber-lín Occidental, por entonces territorio oficialmente neutral bajo la adminis-tración de las potencias aliadas, estaban exentos del servicio militar, lo quecontribuyó a la concentración de disidentes y antimilitaristas en esa ciudad.[N. del T.]2 La Kommune 1 o K 1 se propuso revolucionar la vida cotidiana, tanto en sufaceta privada (denuncia de la familia burguesa) como en su faceta social opública: vida en comunas, llamamiento a la promiscuidad, negativa a trabajar.Sus provocadoras formas de intervención pública, en la línea de los yippies,tuvieron una gran influencia en el movimiento antiautoritario de finales delos sesenta y principios de los setenta. Para más información ver: Grupo au-tónomo a.f.r.i.c.a., Luther Blisset / Sonja Brüssels: Manual de guerrilla de lacomunicación: Cómo acabar con el mal , Virus editorial, octubre de 2000,págs. 124-130. [N. de Virus editorial]

Herrmann: A veces se ha dicho que eres camionero de pro-

 fesión.

Fritzsch: En Berlín trabajé primero de camionero para variasempresas, y luego, del otoño de 1971 hasta el verano de 1974,de camionero de la Reichsbahn3. Era un trabajo estupendo,muy bien pagado dentro de lo que se acostumbraba por en-tonces. Ganaba seguramente el doble de lo que cobraban loscolegas que trabajaban para empresas privadas.

Herrmann: Ralf, ¿cómo fue tu trayectoria?

Ralf Reinders: Nací en 1948 en Berlín, en el barrio de Rei-nickendorf, en el límite de Frohnau. Cursé la primaria normaly acabé octavo de secundaria. La escuela estaba allí dondeahora está el Märkische Viertel, y por entonces pasaba porescuela modelo. La habían construido en un principio para losniños de Berlín Oriental, pero luego la RDA prohibió que losniños del Este fueran a la escuela aquí en el Oeste; y así tuvi-mos una escuela nueva que de otro modo no habría existido.

Después de acabar la escuela, me metí de aprendiz de im-presor de offset, y salí aprobado. Terminar esa formación erael primer objetivo que me propuse en la vida (ríe). Por enton-ces empezaba por aquí el movimiento gammler . La gente de- jaba de trabajar. Y ése era también mi problema: cuando dejéla escuela, no tenía muy claro si meterme de aprendiz o qué.Mis amigos iban dejando poco a poco de trabajar, se pasabanel rato sentados con la guitarra delante de la Gedächtniskir-che y tenían líos con la policía. La gente se dejaba crecer elpelo; y eso yo lo tenía bastante difícil en los primeros tiem-pos: por las tardes andabas por ahí con melena, y para ir altrabajo te la peinabas con grasa hacia atrás, haciéndote uncopete a lo Elvis Presley.

3 Reichsbahn: compañía ferroviaria de la República Democrática Alemana(RDA), cuyos trenes circulaban también por el territorio de Berlín Occiden-tal, lo que explica los intentos de infiltración de los servicios secretos occiden-tales. [N. del T.]

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Eso se suele olvidar hoy en día, que en aquellos años amuchos los echaron del trabajo o de sus puestos de aprendi-ces por llevar melena.

Herrmann: Te echaban de los bares, no te servían cerveza...

Reinders: No te servían cerveza, te daban palizas. A veceste topabas con algún colgado que acechaba en las esquinasy quería cortarle el pelo a la gente. En fin, no parabas de te-ner problemas. Además a todos mis coleguis les molaba esanueva música que venía de Inglaterra, los Beatles, los Rolling

Stones. Durante algún tiempo hubo como cierta rival idad en-tre los fans de los Beatles y de los Stones.

En 1965 los Stones vinieron por primera vez a Berlín; ac-tuaban en la Waldbühne. Para muchos de nosotros eso fueuna pequeña ruptura. De hecho sólo queríamos escuchar elconcierto, pero habíamos echado un vistazo a la lista de pre-cios, y la entrada costaba 20 marcos, que era un dineral porentonces. No teníamos tanta pasta, y decidimos entrar gratis.Nos reunimos en Tegel, los fans de los Beatles, de los Stonesy de los Kinks. Éramos entre 200 y 250 los que nos pusimosen marcha; allí estábamos muchos de los que luego íbamos aser activistas del Movimiento 2 de Junio.

Cuando bajamos del tranvía delante de la Waldbühne,en seguida nos encontramos con el primer cordón de poli-cía; no era gran cosa, y los empujamos a un lado. Luego,

poco antes de llegar a la Waldbühne, estaba el segundo cor-dón, con una escuadra montada. Eso ya era un poco máscomplicado, pero conseguimos romper ese cordón también.Luego ya sólo había un cordón muy flojo, directamente de-lante de la Waldbühne, y así conseguimos, por fin, entrargratis más de doscientas personas. Estábamos en primerafila, y muchos de los que habían pagado luego ni siquieraconsiguieron entrar.

Aquella noche se creó allí una atmósfera tal que vi porprimera vez a gente que por lo demás pasaba totalmente dela política, pero que les tenía un odio y una rabia tremendos

a los policías. El concierto fue una auténtica porquería; va-mos, a ese precio, si yo lo hubiera pagado, creo que habríacogido un cabreo de mucho cuidado. Pero cuando terminó,la gente se puso de pie y pidió un bis; y entonces los organi-zadores simplemente apagaron las luces, y en un tris estallóel caos total. De los altavoces salían unos crujidos tremen-dos, que nos hicieron sentirnos tan inspirados que todo elmundo se puso a destrozar el mobiliario. Luego de repentese volvieron a encender las luces, y los policías tomaron posi-ción encima del escenario, apuntando desde arriba con los

cañones de agua, con lo que se trabó la primera batalla, prin-cipalmente con nosotros. Todo el mundo se conocía, y habíaun sentimiento de comunidad, un sentimiento compartido.

Luego nos propusimos salir de la Waldbühne. Hasta esemomento todo había sido aún medianamente pacífico, y losdaños eran más bien menores. Pero luego los policías se pu-sieron a aporrear a un grupo de cuarenta o cincuenta chicasque se habían escondido junto al escenario. Esa fue la señalpara todos: había que volver. Y fue entonces cuando la Wald-bühne quedó hecha pedazos de verdad.

La batalla duró cuatro o cinco horas, también por las ca-lles de los alrededores. Allí vi por primera vez a gente queperdía los estribos y se ponía a pegar a los policías. Eso no lohabía visto nunca. Salimos de la Waldbühne, y la cosa conti-nuó en los vagones del tranvía; como eran propiedad de Ale-mania Oriental, de hecho estaba incluso oficialmente permi-

tido destrozarlos.Al día siguiente volvimos a encontrarnos en Tegel. No to-

dos los doscientos, pero muchos sí estábamos. ¡Y de repentelos conocías a todos! Ahí estaban muchos que luego estuvie-ron con el 2 de Junio, como el Shorty, Knolle y Bommi Bau-mann, por ejemplo.

Paralelamente a esa historia se desarrollaban las primerasmovidas estudiantiles, como las manifestaciones por Viet-nam, a las que entonces empecé a acudir. Por cierto que unade las primeras manis nos llevó a Neukölln. Allí quedamos

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De alguna manera nos sentíamos identificados tambiéncon los negros de los Estados Unidos. Allí en 1965 ardieronbarrios enteros, Watts y demás. Entonces la gente compren-dió lo que es el racismo, al recibir los palos en la propia cabe-za. Se comprendía a partir del sentimiento: te dan con unpalo en la cabeza porque no tienes la misma pinta que losdemás, no importa lo que hagas, que trabajes o no trabajes; tedan con un palo en la cabeza porque les caes gordo, porqueno eres un soldado alemán.

Por eso me horroriza ver ahora a esos rapados. He visto

tantas veces esas cabezas rapadas, eso expresa tantas cosas...una mentalidad de soldados.

Herrmann: ¿Vosotros ibais entonces con aquellos chaque-

tones?

Reinders: Sí, a partir de cierto momento sí. Aquellas  parkas del ejército eran tremendamente prácticas, aunque tambiénbastante feas.

Fritzsch: Eran prácticas, te abrigaban y podías pintarlas decolores muy bonitos.

Peter Hein: Era importante pintarles los símbolos de protesta

contra la bomba atómica.

Reinders: Bueno, y sobre todo que teníamos todos un poco

la misma pinta, que nos reconocíamos entre nosotros. Sabíasa quién tenías delante, que podías fiarte hasta cierto punto;que ahí había uno que estaba en contra de la policía.

Ahora eso ha cambiado. Ahora ya no puedes distinguir ala gente tan fácilmente por el aspecto. Pero en aquel entoncessabías que, si uno tiene esa pinta, entonces...

Herrmann: ... entonces no estás solo.

Reinders: Pues sí. La verdad es que había muy pocos con lamisma pinta que nosotros y que luego se pasaran a la policía

o que tuvieran otras cosas en la cabeza. Es que era simple-mente así: el que tenía una pinta un poco d istinta era uno queno tenía ganas de jugar a su juego.

Pero la politización propiamente dicha vino con la muer-te de Benno Ohnesorg, el 2 de junio de 1967. Después detantos palos y de tantas palizas, tuvimos la sensación de quela policía había disparado contra todos nosotros. De las pali-zas te podías defender hasta cierto punto; pero que a uno lepeguen simplemente un tiro, eso ya era demasiado. Conozcoa muchos que aquel día se les rompió algo por dentro, que de

repente supieron que había que salir a la calle, que había quetomar posición. No estaban a favor de los estudiantes ni denada, pero estaban en contra de esos tiros.

Luego se hizo una de las primeras grandes manifestacio-nes que hubo en Berlín, una marcha silenciosa de treinta ocuarenta mil personas, muchos de ellos estudiantes. Ade-más, hay que recordar también que en Berlín aún teníamosla Comuna 1. La verdad es que, lo que es ver, no la habíavisto nadie, pero todo el mundo había oído hablar de eso ylo encontraba bastante divertido, porque algo así por el es-tilo queríamos todos, sobre todo después de los tiempos pu-ritanos de los años cincuenta y principios de los sesenta,cuando la sexualidad tenía lugar entre cuatro paredes ce-rradas.

Herrmann: Ralf, ¿tú has vivido también en la comuna de la

Wielandstrasse?

Reinders: No, eso es un rumor que difundió la policía. No-sotros, o sea Bernie y yo, vivíamos en la Nimrodstrasse deBerlín-Tegel. Allí había un propietario que tenía una fincabastante grande, como para cuatro familias; en la plantabaja vivían una vieja y un viejo, y las otras las alquilaba porhabitaciones, y bastante caro por cierto. Pero para nosotrosaquello era un espacio de libertad; ocupábamos una planta ymedia y vivíamos en una especie de comuna, sólo que no te-níamos tantas pretensiones políticas como la Comuna 1. Sim-

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plemente teníamos la cocina y el baño en común, de maneraque era más bien un piso compartido.

Por aquel tiempo, venía de vez en cuando la policía a bus-car hachís. También estábamos empezando a organizar lasprimeras acciones; eso estaba empezando poco a poco. Perotodo era todavía bastante inofensivo. Por ahí andaban los trespolicías de la Brigada de Estupefacientes; los conocía todo elmundo, y cuando entraban en la calle con su coche, por logeneral alguien llamaba a la puerta y avisaba: «¡Que viene labrigada!». Entonces nos sentábamos todos en alguna habita-

ción en la que no había absolutamente nada que encontrar,mientras los policías registraban las otras habitaciones, y deahí no pasaba la cosa.

Herrmann: ¿Cómo te explicas el rumor acerca de la Wiel sand-

 strasse?

Reinders: Es que los policías en aquel entonces no se ente-raban mucho. A Bernie y a mí no sabían en dónde meternos,ni de hecho a todos los que éramos de Reinickendorf. Nosmetían a todos en el mismo saco, ya sea a Georg von Rauch oa Michael «Bommi» Baumann. Tampoco sé si el rumor veníade la policía o más tarde de la prensa.

De todas maneras, lo cierto es que no hemos vivido allínunca; sólo íbamos de vez en cuando a bañarnos. Tenían unabañera estupenda.

Fritzsch: Es un punto importante.

Reinders: Una bañera en la que realmente cabía mucha gen-te, con azulejos, una cosa enorme. Nunca he vuelto a vernada así, ni antes ni después.

De hecho, me he visto confrontado con las condicionespolíticas desde pequeño. Por ejemplo, durante unas vacacio-nes en la RDA me afilié a los Jóvenes Pioneros 5. Luego par-

5 Organización juvenil del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED),que gobernaba en la República Democrática Alemana (RDA). [N. del T.]

ticipé a veces en cosas como el Día Internacional de los Ni-ños y mierdas de ésas, en las que siempre teníamos líos conla policía. Así ya te vas dando cuenta, cuando tienes doce otrece años y estás con otros niños, y luego viene la policía yte echa del bosque de Tegel, sólo porque los Jóvenes Pione-ros andaban con un pañuelo atado al cuello y porque estabaprohibido llevar insignias de organizaciones comunistas. EnBerlín eso no estaba prohibido oficialmente, pero a la poli-cía no le importaba; una vez nos interrumpieron cuando es-tábamos buscando huevos de Pascua. Así te vas dando cuen-

ta de lo que es «la democracia y el Estado de derecho». Enese punto se han vuelto un poco más listos ahora.

Herrmann: Como eres del norte de Berlín, te pregunto: ¿teníais

contactos con los roqueros del Märkisches Viertel?

Reinders:  No, no teníamos contactos directos, los conocía-mos sólo de vista. La Comuna 1 tenía algo que ver con ellos.Eran roqueros de ciclomotor; los conocíamos de la discote-ca. Eran un poco bestias; atacaban incluso a ancianos. En elfondo nadie quería tener nada que ver con ellos. En algúnmomento se metieron con una banda de roqueros viejos delbarrio de Wedding. A esos sí que los conocíamos a todos;ahí no había sentimientos de hostilidad. Eran simplementeroqueros, tenían motos y no hacían daño a nadie. El caso esque aquellos chavales una vez se metieron con ellos, porque

les parecían demasiado inofensivos, y recibieron una palizatremenda. A partir de entonces ya no se atrevieron a salir desu barrio.

Herrmann: Recuerdo que entre principios y mediados de los

años setenta nos tocó más de una vez permanecer en la Casa

Georg von Rauch con las puertas atrancadas y defendernos de

los ataques de pandillas de roqueros.

Reinders:  Debieron de ser otros, porque los roqueros delbarrio del Märkisches Viertel ya estaban de nuestro lado en

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De los Rebeldes del Hachís al Movimiento 2 de Junio

la batal la del Tegeler Weg.6 Luego hubo discusiones, a ver siésos al día siguiente no iban a estar del otro lado. Aquel díaasustaron a muchos de los estudiantes, porque actuaban conmucha brutalidad. Es que en su barrio no conocían otra cosaque esa forma de enfrentamiento. No les tenían miedo a lospolicías, que entonces aún llevaban chacó; ni siquiera teníancascos. Sólo había unas pocas unidades que ya llevaban cas-co. Las discusiones en torno a los roqueros no duraron mu-cho. Poco a poco los diferentes grupos iban confluyendo.

Herrmann: ¿Esa confluencia no dependía tanto de discusiones

 políticas como de un mismo sentimiento de vida?

Reinders: ¡El sentimiento de ser perseguidos! Los roquerostambién tenían siempre líos con la policía. En los controlescallejeros les quitaban los ciclomotores, y toda clase de gentese metía constantemente con ellos.

El «Consejo Central de los RebeldesNómadas del Hachís»Fumadas, redadas y batallas callejeras

Hein: Un inciso sobre los Rebeldes Nómadas del Hachís. ¿Qué

 pasaba con eso? Parece que iba un poco más allá del simple

consumo de drogas.

Reinders:  Sí que iba un poco más lejos. A partir de ciertomomento, los controles policiales fueron haciéndose cada vezmás masivos. La Oficina Federal de lo Criminal (BKA) ha-bía recibido refuerzos, y también en Berlín empezaron a usarmétodos que no habíamos conocido antes. Incluso llegaron a

6 Protestas contra el consorcio Springer tras el atentado contra Rudi Du-tschke. Ver cronología, 4 de noviembre de 1968. [N. de V.]

enredar a unos tipos para que consiguieran cincuenta kilosde hachís, y luego los metieron en la cárcel. Claro que todoshacíamos un poco de camellos por entonces, vendiendo ha-chís a los soldados yanquis, que eran los que mejor pagaban.

Muchos ya no iban a trabajar, y necesitábamos un poco dedinero. Íbamos también a robar alimentos. Por las mañanas,por ejemplo, esperábamos las furgonetas de reparto de la em-presa Bolle, las seguíamos y arramblábamos con todos losflanes que llevaban. Como todos íbamos colocados, teníamosque comer cosas dulces, así que nos hacíamos con los flanes.

Vendíamos un poco de hachís; no se trataba de grandescantidades. Pero conocíamos a toda esa gente que había caídoen la cuenta de que eso era un negocio con el que puedes l legarlejos. Conocíamos a unos turcos que eran muy ingenuos porentonces. Querían ganar unos cuantos miles de marcos de gol-pe y cayeron en la trampa de los grandes traficantes, que eranpolicías. También nosotros tuvimos unos problemas en lasafueras, en la Waidmannslust, donde vivíamos. Allí nos pilla-ron una vez en el coche unos cientos de gramos, que eran todoel suministro para nuestra casa, del que todos fumábamos ytodos vivíamos. ¡De golpe nos habíamos quedado en banca-rrota! Alguien dijo: ¡Ésa la van a pagar! ¡Esta noche vamos ahacer saltar por los aires un coche de policía!

Luego hablamos con algunos tipos a los que conocíamosdel ambiente estudiantil, y en efecto nos trajeron algo. Perono salimos aquella noche, porque Bommi por aquel entonces

era demasiado cobarde. Escondimos el material en casa yluego lo olvidamos. De todas maneras no habría servido parahacer saltar por los aires ningún coche patrulla. Era unamezcla de pegamento con herbicida, que a lo más habríadado para una llamarada.

Pero entretanto algunos empezaron a decir: Estamos har-tos de las redadas constantes en los bares. Ahora vamos adevolver los golpes. Eso se refería sobre todo al bar «Zodiak»de la Hallesche Ufer, al «Park» de Halensee, al «Sun» de laJoachim-Friedrichstrasse y al «Mr. Go» de la Yorckstrasse,

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la cabina telefónica allí enfrente, y antes rompemos el esca-parate de la farmacia, llamamos y decimos que están atra-cando la farmacia.

Así lo hicimos. Luego fueron llegando los primeros poli-cías, doblando la esquina despacio y con mucho cuidado. Enaquel tiempo usaban todavía los Volkswagen «Escarabajo».Así que venían un «Escarabajo» y una furgoneta. En seguidaestuvieron todos en la calle, con diez o veinte cócteles molo-tov en la mano, y nos lanzamos contra los policías. Uno deellos prendió fuego, y su colega lo tuvo que apagar. Los te-

níamos allí donde los queríamos ver. Todo estaba iluminadopor las luces azules intermitentes de los coches patrulla. Erala batalla más salvaje en que yo había participado hasta esemomento.

Los policías tenían una táctica con la que sacrificaban asus colegas. Llegaba un comando compuesto de un «Escara-bajo», una furgoneta y un furgón e intentaba hacer retroce-der a la gente a las calles laterales. Mandaban por delante el«Escarabajo», que recibía todas las pedradas; luego llegabanlos otros dos coches, y a nadie le quedaban ya piedras, demanera que podían por fin darle caza a la gente. Pero el «Es-carabajo» quedaba hecho trizas cada vez.

Allí delante del «Go» también dispararon. O sea que dis-pararon al aire con una pistola ametralladora. Uno bajó delfurgón y se puso a disparar. Eso lo silenciaron totalmente enaquel momento. Bueno, es que sus colegas también recibieron

lo suyo. Lanzamos una cantidad tremenda de cócteles molo-tov; los fabricábamos con las botellas de litro de Coca-Cola,que entonces acababan de salir al mercado. Antes habíamosestado dando vueltas por la gasolinera, sacando gasolina delos camiones que estaban allí aparcados y llenando todas lasbotellas con una manguera. No teníamos dinero para com-prar gasolina.

Los primeros clandestinosLa clandestinidad, atentados menores, detenciones

Herrmann: ¿Cuándo fue eso?

Reinders: Debió de ser por el verano de 1970. Al día siguien-te, o sea el tercero, hubo otra batalla, en la que ya no llega-mos a participar, porque nos siguieron todo el día; no nosquitábamos de encima a la policía. Quizá pensaban que, silograban mantenernos alejados a nosotros, ya no iba a pasarnada. Pero se equivocaron. Hubo un buen follón, aunque no-sotros no estábamos. Fue la última batalla de los Rebeldesdel Hachís. Luego pasamos a la clandestinidad, en noviem-bre de 1970.

Herrmann: ¿Qué decís de la afirmación de que disteis el paso a

la clandestinidad más bien por casualidad? Dicen que alguien

como Peter Urbach8 os endilgó explosivos para luego denun-

ciaros a la policía.

Reinders: En los tiempos de los Rebeldes del Hachís tuvimoscontactos con Urbach, pero un viejo empleado de la Reichs-bahn nos puso sobre aviso de que Urbach era un agente dela Oficina de Protección de la Constitución, y que por eso lo

habían echado de la Reichsbahn. Más tarde Urbach intentóenredar a Bommi con un negocio de hachís, diciéndole quepodía conseguir diez kilos a muy buen precio. Desde enton-ces todos los que tenían relación con nosotros pasaron de él.Si luego pudo volver a las andadas, fue por la rivalidad quehabía entre nosotros y la RAF. Y es que los de la RAF creíanque nosotros estábamos muy interesados en las armas de Ur-bach, y que sólo decíamos que era un agente secreto para

8 Peter Urbach: agente de la Oficina para la Protección de la Constitución,que actuó también como agente provocador. [N. de los E.]

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denigrarlo, para que las armas fueran a parar a nosotros yno a ellos. Estaban sobre aviso, pero Mahler9 no se lo tomóen serio. Creo que fue él quien decidió entonces mantener elcontacto, con un resultado fatal.

En nuestro caso fue así: Bernie y yo habíamos escondidoen casa aquella carga explosiva que hemos mencionado, esamezcla de pegamento, y luego la habíamos simplemente olvi-dado. Y entonces estalló la bomba en el edificio de la Comu-nidad Judía. Me pareció una idiotez total. Pero al hermanode Bernie se le ocurrió que podía ser la misma mezcla, y lla-mó a la policía. No hay que olvidar que había un premio de50.000 marcos para quien diera alguna información sobrelos autores del atentado. La policía llegó a nuestra casa y en-contró esos dos chismes, que eran del tamaño de una pelotade tenis. Debió de ser también una mezcla parecida; no creoque haya sido la misma: una era una mezcla de pegamentocon herbicida, y la otra de herbicida con azúcar en polvo. Seacomo sea, la policía nos estaba buscando. El hermano deBernie sabía que teníamos algo que ver con Bommi, así quebuscaron a Bommi, a Bernie y a «El Oso». En un principio,la policía no sabía quién era yo. «El Oso» era mi apodo. Lue-go encontraron una fotografía de Bernie y yo, que había he-cho poco antes un fotógrafo amigo nuestro. Esa foto salió entoda la prensa. Sólo que nosotros no teníamos nada que vercon el asunto. Hasta el día de hoy no se ha aclarado quiénfue. Es una de las cosas que no veo nada claras. Alguna vez

9 Horst Mah ler, renombrado abogado, luego portavoz y defensor de la Oposi-ción Extraparlamentaria (APO). Fue uno de los fundadores de la RAF; con-denado en 1972 a 15 años de prisión y puesto en libertad al cabo de diez años,gracias a su abogado Gerhard Schröder —futuro primer ministro de Alema-nia—, que también conseguiría que pudiera volver a ejercer la abogacía a par-tir de 1988. A finales de los noventa da un giro total hacia las ideas nacional-socialistas e ingresa en el año 2 000 en el NPD (Partido Nacional-demócratade Alemania). Se ha convertido en uno de los portavoces del negacionismodel Holocausto en Alemania, lo cual junto a sus proclamas antisemitas, lehan valido varias condenas de prisión entre los años 2003 y 2009. Se trata deuna trayectoria muy similar a la de Pío Moa, el ex dirigente del GRAPO, enEspaña. [Nota de los E. completada por Virus]

corrió el rumor, que venía de Mahler, de que era Urbachquien había puesto los petardos en el centro judío; pero nome lo creo. Creo que fue una excusa de Mahler para salvar loque pudiera.

Podría haber sido más o menos así: que a algunos de losque estuvieron entonces con los palestinos en Jordania yhabían tenido una vivencia directa de los crímenes de Israelse les fue la olla. Aquí la izquierda era todavía pro-israelí;los habían educado así. Quizá por eso hicieron esa accióndemencial. Podría haber sido así, pero lo que es saber, no losé.

Sea como sea, ya éramos conocidos y la policía nos anda-ba buscando. Lo fantástico era que personas de las que sesabía que me conocían, que habían ido a la escuela conmigo,declararan delante de la policía que no me conocían. Enaquel tiempo a nadie se le ocurría contarles cosas a la policía.¿La historia del hermano de Bernie? Bueno, unos pocos ca-nallas siempre los hay.

Todo eso fue entre octubre y noviembre de 1969. En fe-brero nos pillaron. Vivíamos en la ilegalidad, escondiéndo-nos en las casas de gente que conocíamos del «Park» y deotros bares. En febrero de 1970 nos detuvieron. Ingresamosen prisión preventiva en la cárcel de Berlín-Moabit. Aquellofue todavía una detención bastante inofensiva, de las que hoyya ni apenas te puedes imaginar. Entraron dos policías en elpiso y preguntaron si éramos tal y tal. Nosotros les dijimos:

«No, y además no llevamos documento de identidad». «Puesvengan con nosotros».

Así fuimos a parar a la comisaría; de hecho, habríamospodido dar otros datos. Eran bastante amables, hasta que enalgún momento cayeron en la cuenta de quiénes éramos. En-tonces nos encerraron en una celda. Y luego conocimos lacárcel de Moabit. Cada celda tenía en la pared un altavoz,que funcionaba tres veces al día: dos horas por la mañana,una al mediodía y por las noches de ocho a diez, si recuerdobien.

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ese grupo aún no lo conocía de nada en aquel momento, peroentre nosotros teníamos las mismas discusiones. Se integró amucha gente que no estaba implicada directamente.

Reinders: Sí, así fue. Todos, no importa de dónde vinieran,llevaban el debate a sus grupos. Podríamos decir que tenía-mos un arraigo bastante amplio.

Yo estaba ya en la ilegalidad en aquel momento, pero es-taba siempre al corriente de las discusiones. Sin embargo, a lagente del entorno de Knofu no la conocía. La llamada «ban-da Zahl-Knofo-Kröcher» tenía su base en Neukölln, donde

Zahl tenía una imprenta.

Fritzsch: En 1971 fundamos los «Yippies»15, junto con Kno-fo. Y en la imprenta de Zahl hacíamos la revista Fizz, que erauna escisión de 883.16 Hubo un conflicto con los de 883, puesla gente más radical había desaparecido de golpe, al pasar ala ilegalidad, de manera que llegó a predominar el ala refor-mista; y, a consecuencia de eso, los radicales que quedabanse fueron del grupo...

Reinders: Ya estaba Dirk Schneider...

Fritzsch: ... y sacaron la revista Fizz. Eso no llegó a durar nimedio año, porque luego Knofo y Zahl pasaron a la clandes-tinidad.

Herrmann: Ronnie, ¿y cómo llegaste al «2 de Junio»? ¿A tra-vés de Knofo y Zahl?

Fritzsch: No, ellos ya estaban en la clandestinidad. Yo mi-lité una temporada en la Liga Anarquista Obrera, peroeso se acabó bastante pronto. Siempre había creído que losanarquistas eran antidogmáticos, pero allí me di cuenta de

15 Yippies: «Youth International Party». Ver cronología en el apéndice, 1 demayo de 1971. [N. de los E.]16  Fizz y  Agit 883 , revistas clandestinas de la izquierda revolucionaria. [N.de los E.]

que no era así. Aquéllos eran cualquier cosa menos antidog-máticos. Llegaron a expulsar a uno sólo porque había hechoun cursillo sobre El Capital   y citaba a Marx. Era un pocoabsurdo.

Hein: ¿Cómo disteis con el anagrama del «2 de Junio»? Antes

lo había utilizado la Tricontinental.

Reinders: Lo usamos por primera vez durante el secuestrode Lorenz. Alguien dijo que necesitábamos un símbolo quenos identificara y lo copió de la Tricontinental, para señalar

nuestra orientación internacionalista.Herrmann: Lo que habéis contado ya me ahorra algunas de las

 preguntas que tenía preparadas. Pero me gustaría saber cuá-

les eran, en definitiva, vuestros objetivos, aunque el programa

del «Movimiento 2 de Junio» no lo hayáis redactado vosotros

mismos.

Fritzsch: Ya hemos dicho que ese programa reflejaba el esta-do de la discusión de manera bastante correcta.

Herrmann: En una entrevista de la cárcel decíais los dos que

nadie era tan ciego como para creer que la revolución iba a

llegar dentro de cinco años. Entonces ¿qué metas se proponía

aquella lucha?

Fritzsch: Se trataba, desde luego, de construir un contrapo-der, de reforzar la resistencia. Es que la cosa es así: si porahí andan actuando algunos que devuelven los golpes si hacefalta, entonces —pensábamos nosotros— los del otro bandovan a ir con un poco más de cuidado. Habría sido absurdoimaginar que dos docenas de tipos pudiéramos derrotar alEstado; no funcionan así las cosas.

Nosotros proyectábamos una organización por células.Era un paso que no llegamos a dar. Después de lo de Lorenzteníamos la intención de dividir el grupo, formando nuevascélulas con dos de los nuestros y tres o cuatro nuevos cada

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nero; sacamos 230.000 marcos. Por eso habíamos puesto losojos en ese banco, y en efecto, no había cambiado nada. Y lode los bombones de merengue se nos ocurrió por la historiade Estocolmo.19

Después de lo de Lorenz, hubo de hecho un clima favo-rable a nosotros. Pero después de los sucesos de Estocolmotodo empezó a cambiar. Esa propaganda que decía que ata-cábamos también a la gente de la calle creó un clima tal quela gente se sentía amenazada. Andaban diciendo que lapróxima vez le tocaría ser secuestrada a la señorita Pepi dela floristería, y que eso es lo mismo que lo de Lorenz. Asíque nos pusimos a pensar qué podíamos oponer a esa pro-paganda. Queríamos demostrar que seguíamos en la brechay que la gente no tenía nada que temer de nosotros. La gen-te no se comió los bombones de merengue; quizá hicieronbien, porque eran una porquería. Las habíamos conseguidoen una compra relámpago en el Woolworth, y estaban pasa-dísimos

Por aquel entonces necesitábamos dinero urgentemente,porque habíamos tenido bastantes pérdidas. Ronnie ya esta-ba detenido, y habíamos perdido parte de nuestra infraes-tructura. En principio queríamos hacer dos bancos en un día,pero la cosa no funcionó por motivos técnicos. Primero nosfalló un compañero, y luego tuvimos problemas con uno delos coches; de manera que tuvimos que conseguir otro cochey por eso no hicimos el banco de Schmargendorf hasta el día

siguiente.

Herrmann: ¿Cómo reaccionó la gente ante los bombones de

merengue?

Reinders: Una vez, en el Grüner Weg, los repartió una mujer.Además había que tranquilizar a una niña, una chica de doceaños que estaba llorando a raudales. Con ella hablamos unpoco, hasta que se calmó. En Schmargendorf la gente aceptó

19 Ver Cronología, 24 de abril de 1975. [N. de los E.]

los bombones de merengue, pero seguía tiesa de espanto apesar de todo; pues ése era el problema, en definitiva, que lagente se quedaba pasmada de terror.

Los de la RAF nos criticaron mucho por esas cosas. Des-de aquel día éramos la fracción populista. Decían que sólonos importaba el populismo, que ya no nos tomábamos enserio la causa.

Herrmann: ¿Y cómo se os ocurrió repartir una octavilla con

vuestro programa coyuntural 20?

Reinders: Pues pensábamos que con repartir bombones demerengue no bastaba. Además, después de tantas detencio-nes, queríamos demostrar que seguíamos en la brecha. El es-tado de ánimo de la izquierda era vacilante, con vaivenes yaltibajos; y después de las detenciones muchos pensaron queno valía la pena, que al final nos cogerían a todos. Por esoteníamos que demostrar que seguíamos en la brecha. En fin,la intención era más bien irónica.

Herrmann: ¿Y qué significa en vuestra octavilla la frase «Es-

 peramos que salga bien»?

Reinders: Pues exactamente lo que dice. No hay que olvidaruna cosa: que es que incluso los empleados de banca tienenun miedo cerval de que la policía llegue demasiado pronto.Los clientes no están muy al tanto, pero los empleados de

banca saben que el mayor peligro viene de los policías, por-que cuando llegan, ellos se quedan encerrados.

Herrmann: ¿Cómo lo sabes? ¿Has hablado con ellos?

Reinders: No, pero lo sabes, te das cuenta. Sólo quieren quete vayas. Hacen todo lo que pueden para que cojas el dineroy te pires.

20 Ver texto en el Apéndice.

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De los Rebeldes del Hachís al Movimiento 2 de Junio

Fritzsch:  Nosotros no funcionábamos como la RAF. Ellostenían la exigencia de que tenías que romper los puentes,cerrarte tú mismo todo camino de retorno y pasar a la ile-galidad con papeles falsos. Para nosotros, en cambio, estabaclaro que, mientras no te andase buscando la policía, seguíaslegal. También porque costaba menos. Para cada compañeroque está en la ilegalidad necesitas gente que le preste pape-les, necesitas un piso, todo un dispendio enorme. Los ilegalessolos no habríamos podido con todo eso.

Reinders: También era importante para poder mantener los

contactos con grupos legales.

Fritzsch: Yo seguía en la legalidad hasta poco antes de serdetenido; y todos estábamos también en otros grupos.

Reinders:  A veces los ilegales iban también a discutir congente que conocían y a veces participaban como invitadosen las reuniones de algunos grupos. Aunque no siempre po-díamos intervenir mucho en las discusiones, nos mantenía-mos un poco al tanto de lo que se cocía. De hecho lo hicimosdemasiado poco, según nos dimos cuenta luego en la cárcel;deberíamos haberlo hecho más a menudo.

Fritzsch:  Yo creo que participábamos mucho en las discu-siones, por lo menos con la gente que hacía cosas. Recuer-do, por ejemplo, la octavilla que publicamos después del

secuestro de Lorenz.21  Planeábamos repartir 50.000 octa-villas, y llegamos a repartir 30.000. Habíamos calculadocuántos buzones se podían llenar en media hora, entre 200y 250 por persona. A partir de ahí había que contar con laposibilidad de que alguien encontrara la primera octavillay avisara en seguida a la policía. De manera que toda la ac-ción tenía que terminar en media hora. Y así fue. Aquellanoche, entre las 19:30 y las 20:00 horas, se repartieron en

21 Ver texto en Apéndice.

toda la ciudad de Berlín 30.000 octavillas. Ya puedes echarla cuenta de cuánta gente participó en eso. ¡Fue lo que másasustó a la policía!

Reinders: De alguna manera los dejó impresionados. Tam-bién porque en aquel momento ellos mismos estaban más pre-sentes que nunca en la calle; había policías en cada esquina.

Empuñando un arma

 Violencia revolucionaria, poder y liberación

Herrmann: Otra pregunta sobre las estructuras de grupo. Si

uno va con el arma en la mano, se supone que está dispuesto

también a apretar el gatillo alguna vez si hace falta. ¿No hay

 peligro de que esa disposición a la violencia se haga sentir en

algún momento dentro del propio grupo o en las relaciones

 personales? ¿Cómo lo habéis vivido?

Reinders: Lo discutíamos muy a menudo. El caso es que te-níamos algunos compañeros que tenían experiencia con esodesde los primeros tiempos. Un caso concreto, una historiade la RAF: Gerd Müller, el que luego hizo de testigo de la

acusación, mató de un tiro a un policía en Hamburgo. Araíz de eso hubo una discusión en Hamburgo entre partesde la RAF y Rolf Pohle, Ina y yo. Estábamos consternadosporque Gerd se lo tomaba como con alegría, entusiasmo in-cluso. Vale, hay un tiroteo, el policía está muerto, no vamosa ponernos a llorar, porque el otro también disparaba y lomismo podría haberle dado a cualquiera de nosotros. Perono es para ponerse contentos tampoco, ni mucho menos parasentirse orgulloso. La discusión se encrespó tanto que nosfuimos. Tuvimos discusiones sobre el uso de las armas desdeel principio.

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El secuestro de Lorenz

tro primer comunicado se cumplan sin demora, si es que

les interesa que el prisionero Peter Lorenz salga en libertad

sano y salvo. De no cumplirse las condiciones, el ultimátum

vencerá el sábado a las 12:00 horas...

Movimiento 2 de Junio

Pedimos a Lorenz que nombrara a una persona de su con-fianza; lo chistoso fue que ésta resultó ser nada menos quePepper. Lo llamamos por teléfono, preguntándole si podíahacer algo por Lorenz, y simplemente colgó. No quería saber

nada. Lorenz dijo: «¡De esta me acordaré!».¿Cómo se comunicaron con vosotros la policía y el gabinete

de crisis?

A través de los medios. A veces también anunciaban que ibaa salir algo en el telediario de la noche. El sábado, 1 de mar-zo, a las 0:05 horas, las emisoras SFB y RIAS emitieron lasiguiente declaración de la policía:

La policía se dirige con la presente a los secuestradores de

Peter Lorenz.

Primero: Las personas detenidas a raíz de la manifesta-

ción tras la muerte de Holger Meins ya están en libertad des-

de hace tiempo, excepto Ettore Canella y Günter Jagdmann.

Las dos personas mencionadas serán puestas en libertad el

1 de marzo de 1975, antes de las diez de la mañana.Segundo: Es preciso que ustedes nos proporcionen una

prueba fehaciente del hecho de que Peter Lorenz sigue con

vida.

Tercero: Nuestro esfuerzo se dirige a asegurar que nues-

tras medidas no pongan en peligro la vida y la salud de Peter

Lorenz. Para evitar malentendidos, es preciso aclarar algu-

nos interrogantes. Por ejemplo: ¿de qué forma prevén uste-

des efectuar la entrega de Peter Lorenz, salvaguardando su

integridad física? ¿Qué sucederá en el caso de que alguna

de las personas nombradas por ustedes se negara a partici-

par en el procedimiento que ustedes indican?

Cuarto: A modo de prueba de que estamos negociando

con quien corresponde, indíquennos el número del carné de

identidad de Peter Lorenz.

¿Cómo sabíais que este comunicado se iba a emitir a las 0:05

horas?

¿Acaso crees que apagábamos la radio ni aunque fuerancinco minutos? Por lo general, anunciaban las emisiones

con bastante antelación y luego lo iban repitiendo. Tambiénaprovechaban esos mensajes para tratar de localizarnos,emitiéndolos a horas cada vez más avanzadas de la noche.En la cuarta noche habían llegado al punto de movilizar to-dos los coches de radiogoniometría de correos, porque es-peraban que a las cuatro de la mañana ya no hubiera mu-chos televisores encendidos en Berlín. Pero ¡qué va!, todala ciudad estaba enganchada al televisor. Los únicos queaquella noche no miraron la tele éramos nosotros, pues es-tábamos tan rendidos de sueño que hasta los vigilantes sehabían dormido.

El sábado sobre las diez soltaron de la cárcel a los dos úl-timos detenidos de la manifestación de Holger Meins. Se pu-sieron un poco remolones para ganar tiempo, pero no nosimportaba. Cuando salió Jagdmann, que por lo visto era un

borrachín de esos que andan por ahí, en seguida se le echóencima toda la jauría de reporteros, y él decía que no teníanada que ver en el asunto, que no sabía nada.

Luego salió Canella, y querían echársele encima, y, ¡zas!,ya se había escabullido; nada más salir echó a correr. Jagd-mann se había metido en la mani de pura casualidad. Así lodeclaró. Aquel día había tenido problemas en casa, habíaechado unos tragos, y de repente se encontró en medio de lamani y le tiró una piedra a un policía, y se acabó. Las causasquedaron sobreseídas, y no se volvió a hablar del asunto.

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El secuestro de Lorenz

Sí, se empeñó en que pusieran en libertad a Gerald Klöppery a Gabriele Kröcher-Tiedemann.

¿Y luego hubo otro comunicado?

Sí; se titulaba El secuestro como lo vemos nosotros. Se re-partió unos veinte días después. Tres días después de la ex-carcelación de Lorenz nos volvimos a reunir, discutimos yredactamos El secuestro como lo vemos nosotros:

¿QUIÉNES SOMOS?

Después de los dramáticos acontecimientos, queremos diri-girnos con este escrito una vez más a la población de Berlín

de la manera más directa posible y con todo el detalle que

podamos, y eso por tres razones principales:

1. Queremos decir, hasta donde se pueda, qué clase de gen-

te somos.

2. Queremos dejar al descubierto una parte de todas las

mentiras de la prensa y de los políticos.

3. Queremos decir por qué hemos secuestrado a Lorenz

de la CDU. No somos una horda de gente que da palos in-

discriminadamente, según el principio «Cuanto peor, tanto

mejor», cada vez que se nos presente la ocasión. Sabemos

que «nosotros» no podemos destruir el Estado ni derribarlo.

No somos pequeñoburgueses descarriados. Todos sabe-

mos lo que es el trabajo de fábrica; algunos de nosotros

no tienen ni certifcado escolar, ni mucho menos estudiosuniversitarios.

Nuestros enemigos están soltando unas chorradas que no

hay quien las aguante: «Estamos todos en el mismo barco»,

«La próxima vez irán a por el verdulero de la esquina», «Ya

no se puede salir a la calle». Ahora de repente somos todos

iguales. Ahora de repente ya no vive uno en un piso de alqui -

ler miserable, pero caro de Kreuzberg, Wedding o donde sea

y el otro en un chalé de Zehlendorf. Ahora de repente ya no

gana uno 1.000 marcos al mes y otro se los gasta en un día.

De repente la igualdad de la que habla la ley se ha hecho

realidad, a pesar de que los hijos de obreros siguen siendo

sólo el 10% de los estudiantes universitarios (y no porque

seamos más tontos), a pesar de que los ricos, gracias a su

dinero y sus relaciones, van a abortar al extranjero y se dan

a la buena vida, mientras la CDU, que sigue estando en con-

tra del aborto, apoya a los empresarios y quien se jode es la

gente de a pie como siempre. El que resiste es un criminal y

un terrorista. No son los cerdos de la policía los que destro-

zan los centros de jóvenes, los empresarios los que echan

a la calle a centenares de obreros de golpe cuando les da la

gana, los jueces y los policías los que protegen a los espe-

culadores inmobiliarios y matan a tiros al que revienta una

máquina expendedora.

Somos de la opinión de que las palabras y las reivindica-

ciones verbales no sirven para cambiar lo que anda mal en

este país. Ya se ha escrito demasiado sobre eso, demasiada

gente lo vive en la propia carne cada día. En esta sociedad

pocos viven bien, a la mayoría los machacan. ¿Cómo es que

uno se pasa todo el día currando y luego llega a casa tan

hecho polvo que ya no da para más que ver la tele?

¿De dónde vienen los malos tratos a los niños, las peleas

violentas, los suicidios? ¿Por qué esas cosas no pasan en

los chalés de Zehlendorf o de Dahlem, sino en Moabit, en

Wedding o en Kreuzberg? ¿Acaso porque en Zehlendorf o en

Dahlem viven personas «mejores, más educadas y más de-

centes»? No es por nada que a la mayoría de las mujeres tra-

bajadoras se les nota la edad que tienen, mientras la señora

de Kressmann-Zchach va de elegante empresaria, juvenil y

bien cuidadita, dedicándose a sus turbios negocios. ¡Qué es-

fuerzos ha hecho la señora de Busch para conseguir que se

preste atención a su miserable situación! En sus cartas se

ve muy a las claras que el SPD y la CDU son la misma banda.

Al pueblo le dan a elegir entre la peste y el cólera. ¡Éste es el«orden liberal democrático» del que tanto nos hablan!

«Lo que ganamos es demasiado para morirse de hambre

y es poco para comer lo bastante, con esos precios que hay

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El secuestro de Lorenz

La policía tuvo mucho trabajo. Tenían que examinarcada pedazo de cinta adhesiva y lo demás en busca de hue-llas digitales. Luego había que pesarlo todo. Habían reparti-do el contenido de los sacos azules entre cinco garajes, es-perando que así consiguieran resolver ese rompecabezasdescomunal.

Al cabo de un par de semanas abandonaron. Luego inten-taron calcular el tamaño de la celda; pues Lorenz decía quepodía caminar tantos metros, y a partir de eso calcularon elgrosor que debió de tener el aislamiento de las paredes. En

aquel tiempo, los policías aún llevaban uniforme azul y anda-ban siempre borrachos. Salió una caricatura en la Berliner

Zeitung, en la que se veía a un policía borracho tumbado enla calle y a su lado dos transeúntes diciendo: «Mira, otra vezestán esos sacos azules tirados por ahí».

Por entonces habían empezado otra vez a registrar c ientosde sótanos, y efectivamente entraron también en el nuestro,pero no encontraron nada. Al cabo de dos semanas encontra-ron el camión con el que habíamos repartido la basura. Dehecho podríamos haber dejado el porexpán en el camión. Entodo caso, no tuvieron mucho éxito; pues está claro que, cuan-do todo el aparato lleva semanas buscando, al final se quedaciego. Les llegaban tantas denuncias estúpidas; deberíamoshaber llamado nosotros también para que hubiera más pistasfalsas.

¿Cómo fue la reacción de la población?

No lo sabemos muy bien, porque nos enteramos sólo de oí-das, pero fue mayormente positiva. Un poco como despuésde un gran evento deportivo donde todo ha salido bien.

Una semana después partimos rumbo a Beirut. Dinero nonos faltaba, porque diez días antes de lo de Lorenz algunosde nosotros habían asaltado un banco. Habíamos escogidovarias rutas diferentes para llegar a Beirut. Dos salieron deviaje a Italia y a Grecia, y los demás iban a ir vía Dinamarca,

pero no todos a la vez. Suponíamos que por esa vía no nosiban a controlar mucho, y habíamos acertado.

Salir a través de Alemania Occidental con papeles falsosera demasiado arriesgado para nosotros en aquel momento.Así que unos amigos nos llevaron hasta la estación del metrode la Friedrichstrsse, les entregamos las armas y subimos alcontrol de frontera de Berlín Oriental. Los del Este nos pu-sieron el sello del visado sin problemas, y tomamos el tren aSassnitz. Pero al ponernos de acuerdo sobre los horarios ha-bíamos calculado mal el tiempo, de manera que volvimos a

encontrarnos todos en el ferry a Copenhague. En la fronteradanesa tampoco había mucho control. Parece que la policíano contaba con ese camino. Desde allí salimos en avión haciadiferentes destinos.

Habíamos quedado en volver a encontrarnos en la playade Beirut. Los palestinos nos habían aconsejado no citarnosen ninguno de los muchos cafés de la avenida de la costa, sinomejor en la playa, porque los cafés callejeros eran el punto deencuentro preferido de los servicios secretos. Si alguien pasamás de una hora allí sentado, o es un periodista o un agentesecreto, lo cual en la mayoría de los casos era lo mismo.

¿No queríais volver a encontrar a los liberados?

Claro que sí; por eso habíamos viajado a Líbano. El progra-ma era que primero haríamos un pequeño cursillo de entre-

namiento, que habíamos acordado previamente. El encuen-tro con los liberados queríamos ir preparándolo despacio, nopor los servicios secretos occidentales, sino por los de Israel;pues durante el secuestro habían sido los únicos que pronos-ticaron correctamente dónde iba a aterrizar el avión.

Desgraciadamente, lo del encuentro falló. Nuestros con-tactos palestinos nos dijeron que no podíamos reunirnos conlos liberados, porque había ya demasiada gente, periodistas,agentes secretos, familiares y demás, que iban camino a Ye-men del Sur para verlos. Los yemenitas estaban bastante ca-

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El secuestro de Lorenz

breados, porque querían que los dejaran en paz. Algo mástarde, cuando debía tener lugar el encuentro, nuestros con-tactos palestinos nos dijeron muy educadamente que tenía-mos que salir de Lí bano lo más rápido posible, porque estabacomenzando una guerra civil y ya no podían garantizar nues-tra seguridad. Como no sabíamos muy bien adónde iba a pa-rar todo eso, la mitad volvió a la RFA y los demás siguieronhasta Damasco, Siria, y no volvieron hasta más tarde.

¿Qué fue luego de los cinco liberados?

Todos los que fueron liberados siguieron en la lucha despuésde su liberación, aunque en contextos diferentes.Rolf Heissler fue detenido en 1979 en Frankfurt-Sachsen-

hausen. Durante la detención recibió un disparo en la cabe-za; sólo sobrevivió porque se había dado cuenta antes de queahí estaba pasando algo que no era normal, de manera quetuvo el tiempo justo de taparse la cabeza con un maletín llenode periódicos, que desvió la bala. Antes Elisabeth van Dycky Willi Peter Stoll habían caído ya víctimas de la «ley de fu-gas». Rolf estaba por entonces con la RAF, a la que se habíaunido ya antes de la liberación. Ahora está preso de nuevo enBaviera, condenado a cadena perpetua.20

Rolf Pohle fue detenido el 21 de julio de 1976 en Atenas.Hubo mucha controversia sobre su extradición a la RFA. EnGrecia hubo una gran campaña de apoyo con manifestacio-

nes multitudinarias. El abogado griego que lo defendía en elproceso de extradición llegó luego a ministro de Justicia. El juez que había denegado la extradición en la primera instan-cia fue luego presidente de Grecia; es el mismo juez al que serefiere la película Z  de Costa Gavras. Pero la RFA ejercióuna presión cada vez mayor sobre el Gobierno griego, hastaque finalmente una instancia superior concedió la extradi-ción. En contra de las condiciones convenidas con Grecia

20 Rolf Heissler salió en libertad condicional el 26 de octubre de 2001. [N.de V.]

para la extradición, recibió una condena adicional de tresaños y medio. Salió en libertad a principios de los ochenta yahora vive en Atenas.21

Ina Siepmann volvió primero a la RFA y a finales de 1977se trasladó a Líbano. Se le había hecho cada vez más insopor-table esa situación esquizofrénica de estar por un lado lu-chando aquí como brazo prolongado de los movimientos deliberación del llamado Tercer Mundo, mientras por el otrolado no veía ninguna perspectiva de cambio en la RFA; demanera que decidió participar directamente en la lucha delos palestinos. Por lo que sabemos, estuvo luchando en unabrigada de mujeres palestinas y murió durante la invasión is-raelí de 1982. Después de la invasión, los israelíes abrierontodas las tumbas y encontraron el cadáver de una mujer ru-bia. Declararon estar seguros en un 95% de que aquella mu- jer era Ina.

Verena Becker fue detenida junto a Günter Sonnenbergen la primavera de 1977, durante el periodo más álgido de lapersecución de la RAF. Los dos sufrieron heridas de baladurante la detención y fueron condenados a cadena perpe-tua. Verena fue amnistiada, salió de la cárcel en 1989 y viveahora en Berlín.22

Gabriele Kröcher-Tiedemann fue detenida junto a Chris-tian Möller tras un tiroteo en la frontera suiza en diciembrede 1976. Pasó trece años en la cárcel en Suiza por intento deasesinato. Al mismo tiempo hubo unos largos y complicados

procesos de extradición, porque aún tenía una parte de la

21 Rolf Pohle murió el 7 de febrero de 2004 en Atenas, donde vivía desde1985. Había abandonado Alemania para librarse de la presión de la policía.Se ganaba la vida como escritor y traductor y profesor de alemán. [N. de V.]22 Verena Becker salió de la cárcel el 30 de noviembre de 1989, indultadapor el presidente de Alemania. Había estado colaborando con la Oficina deProtección de la Constitución desde 1983, lo que le valió ser excluida del co-lectivo de presos de la RAF. En la actualidad se ha visto involucrada —juntoa otros ex miembros de la RAF— por las declaraciones de un arrepentido dela RAF, Peter-Jürgen Boock, al semanario Spiegel  en la reapertura del CasoBuback, la muerte del fiscal general del Estado en 1977 a manos de un coman-do de la Fracción del Ejército Rojo. [N. de V.]

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«Los irreductibles del Spree»

1. ¿Cómo se originó el Movimiento 2 de Junio? ¿Qué ex pe-

riencias personales y políticas los llevaron a la guerrilla urba-

na y a la clandestinidad?

Dejando de lado que el 2 de junio de 1878 el emperador Gui-llermo, con ocasión de una excursión al parque del Tiergar-ten y durante una visita oficial del emperador de Persia, fuevíctima de un atentado y, con el imperial trasero salpicado deperdigones, se quedó pensando en el hospital por qué le caíatan mal a la gente, y dejando de lado asimismo que el 2 de ju-nio de 1967, durante otra visita oficial del emperador de Per-

sia, el estudiante Benno Ohnesorg fue muerto de un disparopor el agente de policía Kurras en un acto de defensa putati-va, dejando eso; pues, de lado, el Movimiento 2 de Junio seoriginó en una serie de actos sexuales más o menos placente-ros de matrimonios alemanes más o menos bienpensantes delos años cuarenta y cincuenta, en el transcurso de los cualesse engendraron los posteriores protagonistas, freaks y delin-cuentes adictos a la libertad del Movimiento 2 de Junio.

Para la imaginación criminal de los fiscales, el Movimien-to 2 de Junio es una entre varias asociaciones cuya finalidades la perpetración de crímenes terroristas, con miembros, es-tatutos, jefes, especialistas y simpatizantes. El establishment  niega la utilidad pública de dichas asociaciones. Para la ima-ginación revolucionaria de otros, el Movimiento 2 de Junio esuna fuerza subversiva que ha nacido y crecido a partir del 2

de junio de 1967 en Berlín. Berlín es uno entre muchos esce-narios de movimientos autónomos encaminados a la trans-formación de la sociedad: a la transformación del infiernocapitalista de explotación y alienación en una sociedad socia-lista de hombres libres, sin dominación y sin coacción.

En realidad, el Movimiento 2 de Junio fue a principios delos años setenta, en sus inicios, una especie de etiqueta polí-tica para acciones de combate contra las fuerzas de ocupa-ción, la justicia de clase, los capitalistas, los polis y el régimencorrupto e idiota de los políticos locales de Berlín. En la es-

cena o el ambiente hubo siempre gente activa que aparecía,atacaba y desaparecía según les daba la gana, como mejorsabía y podía. ¿Qué experiencias impulsaban y siguen impul-sando a esa gente? Pues las de cada día. La experiencia desufrir a cada paso las trabas del modo de producción y devida capitalista e industrial.

La familia, la escuela, la fábrica, la oficina, la empresa, launiversidad, la cárcel, los bloques de pisos, toda la locura te-rrorista perfectamente normal de la cotidianidad capitalista,que empujó a jóvenes de todo el mundo a las barricadas y a la

experimentación con nuevas formas de convivencia y de lu-cha. El deseo de una vida autónoma, de no ser un muñecoautomático, pieza del engranaje, robot, consumidor idiotamanipulado por una seudonaturaleza social dominada porlos intereses económicos.

¿Y qué quiere decir clandestinidad? Después de cada ac-ción que no encaja en el peculiar orden social que goza de tanamplia popularidad, los polis rellenan un formulario deapuestas: que podría haber sido tal o tal otro, fulano o men-gano. En la jerga policial lo llaman: «criminales terroristasen búsqueda y captura». Y en cuanto veas tu retrato más omenos bien logrado en las columnas de anuncios, puedes de-cidir: o eliges la legalidad, el Estado policial, la sociedad delayer: entrégate a la policía, déjate interrogar y registrar, yo nohe sido, pero tal vez haya sido mi amigo, quizá pasas un parde años en la cárcel por sospechoso; o bien eliges la clandes-

tinidad, la sociedad del mañana, que les den por culo, y a vi-vir huyendo... ¿O tal vez todo esto no sea más que una alter-nativa policial? ¿La libre elección entre dos esquemas deexistencia asesinos? ¿No deberíamos plantear nosotros lapregunta de otra manera completamente distinta? Si la tareadel movimiento era precisamente inutilizar los esquemas ylas camisas de fuerza de los policías. El ordenador sólo cono-ce el sí o el no, el «I» o el «O». El revolucionario conoce lavida, la llega a conocer desde todos los lados posibles. Entrela legalidad y la ilegalidad hay transiciones graduales. Perso-

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«Los irreductibles del Spree»

nas que no están siendo buscadas pueden hacer cosas ilega-les, y personas buscadas por la policía pueden pasar años sinparticipar en ninguna de las acciones típicas de la guerrillaurbana, por ejemplo, viviendo en el extranjero, en comunasrurales, o trabajando con papeles falsos en una oficina, unafábrica o en donde sea.

Además lo que ayer estaba permitido puede estar hoyprohibido, según le convenga a la clase dominante. Sólo enlos últimos años unos quinientos tipejos de mierda de Bonnles han literalmente jodido la vida a varias docenas de perso-

nas encarceladas a golpe de nuevas leyes. 2. ¿Algunos textos teóricos jugaron un papel en ese proceso?

Si el sentido de la pregunta es averiguar qué textos deben serretirados de la circulación para mejor protección del Estado,la respuesta es: ¡todos! Todo lo que estimula la imaginaciónes peligroso: novelas de pieles rojas, libros de viajes, revis-tas ilustradas (El varón domado en el Stern es terriblementepeligroso)1.

Por lo demás, puede ser que diversos textos inciten a la re-flexión o ayuden a entender los contextos históricos y sociales ;pero la motivación para la resistencia armada deriva de expe-riencias prácticas y concretas: la conculcación de derechos enla empresa, la ineficacia de las protestas verbales, el terroris-mo de las normas, la contradicción entre los derechos forma-

les y la impotencia real para hacerlos realmente efectivos. 3. Horst Mahler dijo: «No hay que imaginarse que el paso a la

ilegalidad sea fácil». ¿Cómo cambian las personas en la ilega-

lidad?

No hay que imaginarse que sea fácil absolutamente nada: lailegalidad, la legalidad, la fábrica, la cárcel, la CDU, el SPD...

1 Referencia a la polémica tras la publicación en Alemania del libro El varóndomado, de Esther Vilar, en el que se sostiene que en nuestra sociedad esen realidad la mujer y no el hombre quien tiene la última palabra. [N. de V.]

En todas partes tenemos la libre elección entre el «puaj» yel «qué asco». Nadie pasa a la ilegalidad voluntariamente, ycuando nos ilegalizan, nos resistimos a aceptar las etiquetasde «ilegalidad» y «terrorismo». Nos defendemos y resistimos,lo mismo que se puede y se tiene que hacer en todos los de-más ámbitos y situaciones de la vida.

La ilegalidad no es nada especial. Es algo que puede pa-sarle a cualquiera, como pisar caca de perro. Así lo demues-tra la persecución de los activistas antinucleares de Brokdorfy Grohnde lo mismo que las redadas contra grupos feminis-

tas de Frankfurt, por ejemplo. No vamos a glorificar la ilega-lidad ni a denigrarla. En un Estado policial la ilegalidad esparte de la vida de cada día. Tenemos que conservar la so-briedad. Mahler dijo alguna vez: «La política revolucionariaes necesariamente criminal», y se le citaba como autor de unfolleto2 que gozaba de gran popularidad. Entonces se movíaen un bosque de signos de admiración: ¡Comprended de unavez! ¡Actuad de una vez! ¡Pasad a la acción! Ahora se en-cuentra en un bosque de signos de interrogación y se dejapresentar al público culto como espantapájaros antiterroris-ta. Parece que Mahler ha sido siempre sincero, pero comomuchos otros ha pasado de un exceso de entusiasmo a unexceso de amargura. Lo que hace falta es una actitud sobriaante la realidad, la realidad de la ilegalidad incluida. En elbosque mixto de la realidad de nuestra vida cotidiana pro-gresista vemos signos de admiración y de interrogación y al-

guna que otra A con un círculo alrededor. La capacidad deacción, el entusiasmo, el buen rollo y la capacidad de autocrí-tica (de la que forma parte también la capacidad de tomar enserio las críticas de otros, aun cuando la policía trata de ex-plotar cualquier crítica de la lucha para su propio provecho)no se deben excluir mutuamente.

2 Neue Strassenverkehrsordnung («El nuevo código de circulación»), decla-ración estratégica de la RAF, redactada por Horst Mahler; la RAF acabódistanciándose más tarde de ese texto. [N. de los E.]

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Los años en la cárcel

las habíamos conocido antes de ir a la cárcel, aquí en BerlínOccidental.

Pero empecemos por el principio. ¿Cómo viviste los primeros

tiempos en la cárcel?

Pues al principio, cuando entramos en la cárcel, estuvimosel primer tiempo totalmente aislados. En aquel tiempo in-tentaban también interrogarnos. Cuando se dieron cuenta deque con eso no conseguirían nada de nosotros, suspendierontambién el aislamiento total; lo que significa que podíamos

salir media hora al patio con los otros presos. Por lo demás,estábamos aislados de los otros durante veintitrés horas ymedia; pero ésas eran por entonces las condiciones normalesen la prisión preventiva.

Las mismas de ahora, ¿no?

Más o menos. Ahora hay una hora de patio y los presos pue-den reunirse de vez en cuando, pero el cambio es mínimo.Dos horas de reunión el fin de semana sigue siendo muypoco. Ese «régimen normal» duró hasta el verano de 1976.Entonces pasó lo de Entebbe.1 Luego nos aislaron totalmentedurante una semana, y por primera vez nos prohibieron reci-bir visitas. No dejaban entrar ni a los abogados. Por entoncesaún no existía la ley de restricción de contactos. El 7 de juliode 1976, justo cuando acababan de levantar la prohibición

de visitas, se fugaron las mujeres de la Lehrter Strasse, y noscayeron tres meses y medio de aislamiento total. La ordenvenía del senador de Justicia, Baumann, ese hombre tan libe-ral que hacía gala de tantas iniciativas «reformadoras» y queen realidad fue quien más contribuyó a endurecer el régimencarcelario en Berlín.

¿Qué clase de pájaro era ése?

1 Ver Cronología, 27 de jun io de 1976. [N. de V.]

Mentía como un bellaco. Incluso vino a vernos en la cárcel ynos preguntó qué queríamos. Le dijimos que queríamos unascondiciones de régimen normal, que nos trataran como a to-dos los demás, sin imponernos ningún régimen especial. Aldía siguiente leímos en el periódico que había declarado enuna conferencia de prensa que «no cedería a la pretensiónarrogante de esos tipos elitistas de quedarse entre ellos».

Cuando entró en mi celda, al principio ni se me ocurríaque podía ser él. Se metió en la celda, y yo pensaba: ¡Pero siesta cara te suena de algo! Estaba lavándome las manos, y

mira por dónde, la puerta se llena de paisanos, ¿serán de laseguridad del Estado o algo así? Y dice: «Soy el senadorde...», y me di cuenta de que era Baumann. Levanté la manopara pegarle en la cara, pero el tipo dio un salto atrás y salió.Lástima que no le haya dado. Sólo alcancé a lanzar el chorrode agua a donde estaba él, y salió un poco mojado.

¿En los interrogatorios los policías intentaron discutir de polí-

tica con vosotros?

Intentan motivarte para el diálogo; es decir, intentan hablar-te de todo lo que saben acerca de ti, de tu vida personal y,desde luego, de tus convicciones políticas, para establecer undiálogo contigo. Es bastante divertido eso, cuando te quedasahí sentado sin soltar palabra, y luego llevas ya cuatro horasahí sentado y ellos dale que dale al palique, tratando de ha-

certe hablar, y no paran; y si luego les preguntas si te dan uncafé, todos se ponen contentísimos porque por fin has dichoalgo. Pero eso en algún momento se acaba, después de unpar de intentos. En algún momento abandonan; pero paraentonces algunos ya te han contado toda su vida privada y lascuitas de su alma que tienen con la mujer o con los hijos quetienen problemas en la escuela y esas cosas...

Claro que eso sirve precisamente para que en algún mo-mento te entren ganas de hablar. En mi caso, a algunos ya losconocía de 1970, cuando estuve detenido la primera vez.Aquella vez tampoco declaramos nada, pero como no tenía-

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Ralf Reinders y Ronald Fritzsch

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Cronología

 21 de agosto de 1971: George Jackson es asesinado en la prisión deSan Quentin.

4 de diciembre de 1971: En la Eisenacher Strasse del barrio berlinésde Schöneberg, un agente de policía mata a Georg von Rauch de untiro en la cabeza en plena calle. Dos días después, se produce en elbarrio de Kreuzberg la ocupación de un hospital abandonado querecibe el nombre de «Casa Georg von Rauch».

1972: Después de varias revueltas y huidas masivas de asilos de me-nores, el Senado de Berlín admite públicamente el fracaso de su

política educativa, decretando el cierre de numerosas institucionesdedicadas a la juventud (asilos, centros, lugares de encuentro), lascuales, sin embargo, son ocupadas a continuación por los jóvenes,que continúan sus actividades en régimen de autogestión. El 25 defebrero de 1972, cerca de doscientos jóvenes ocupan en la Belzigers-trasse de Berlín-Schöneberg un antiguo centro municipal de jóve-nes. El Centro Socialista de Jóvenes Trabajadores y Estudiantes deSecundaria (SJSZ) es el primer centro autogestionado de jóvenesy el único que obtiene el reconocimiento oficial de la autogestiónmediante un contrato con el Senado. Siguen otras ocupaciones: afinales de 1972 , la ocupación de una casa de jóvenes del Senado en laPotsdamer Strasse de Schöneberg, que más tarde será el «Drugsto-re»; en 1973, la ocupación de un caserón de viviendas abandonado,en el cual se organizará el centro autoorganizado de jóvenes «Put-te»; en 1973, se funda en la Wilhelmstrasse el colectivo de vivienda

«Casa Thomas Weißbecker».Enero de 1972: A principios del año, se celebra un primer encuen-tro de varios grupos de la izquierda más combativa (Tupamaros deBerlín Occidental, Rebeldes del Hachís, Ejército Rojo del Ruhr yotros), en el cual se discute y se organiza la posterior unificacióncon el nombre de «Movimiento 2 de Junio».

 28 de enero de 1972 : La conferencia de ministros del Interior, pre-sidida por el canciller Brandt, promulga el llamado «Decreto sobrelos radicales». En los servicios públicos se llevan a cabo interro-

gatorios políticos; la Oficina para la Protección de la Constitucióninvestiga a los opositores a plazas de funcionarios y empleadospúblicos, y se rechaza a los candidatos sospechosos de inclinacio-nes izquierdistas. Indicio de sospecha suficiente es vivir en un pisocompartido, ser miembro del Partido Comunista Alemán1 o haberparticipado en una manifestación izquierdista. El «Decreto sobrelos radicales» es la respuesta a la «larga marcha a través de las insti-tuciones» propagada por el movimiento estudiantil.

 30 de enero de 1972:   «Bloody Sunday» («Domingo sangriento»).En Derry (Irlanda del Norte), soldados británicos disparan contra

una manifestación a favor de los derechos civiles, causando trecemuertos.

 2 de febrero de 1972 : El Movimiento 2 de Junio perpetra un atenta-do con explosivos contra el club náutico británico y dos automóvilesde las fuerzas aliadas acuarteladas en Berlín. Las acciones estánrelacionadas con el «domingo sangriento» de Derry. El construc-tor de botes Erwin Beelitz, que trabaja de conserje, encuentra enel club náutico británico de Berlín-Gatow una de las bombas y larecoge; al introducirla en un torno y golpearla con un martillo y unescoplo, estalla.

 2 de marzo de 1972: Thomas Weißbecker, buscado por provocaciónde un incendio y lesiones, es muerto a tiros en Augsburgo por uncomando especial de la Brigada de lo Criminal de Baviera. El autordel disparo mortal será absuelto más tarde, por haber actuado su-puestamente en «legítima defensa».

 3 de marzo de 1972 : Tras la muerte de Thomas Weißbecker, el Mo-vimiento 2 de Junio perpetra un atentado con explosivos contra la

 jefatura de policía de Berlín. En una breve octavilla titulada «¡Bas-ta ya!», relacionan la acción con los asesinatos de Petra Schelm yGeorg von Rauch.

1 El DKP (Deutsche Kommunistische Partei), partido de corte legalista yprosoviético. [N. del T.]

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Cronología

9 de noviembre de 1974: Holger Meins muere tras una huelga dehambre de nueve semanas. Durante los días sigu ientes se producen,además de algunos atentados incendiarios, más de cincuenta mani-festaciones en muchas ciudades de Alemania Occidental y en Ber-lín, algunas de las cuales desembocan en violentos enfrentamientoscon la policía.

10 de noviembre de 1974: El presidente de la Audiencia Provincialde Berlín, Günter von Drenkmann, muere de un disparo duranteun intento de secuestro por un comando del Movimiento 2 de Ju-nio. Una semana después, con ocasión del entierro de Drenkmann,

el Senado de Berlín Occidental convoca una manifestación de lutoy protesta. Se suspenden las actividades de los servicios públicos yde muchas grandes empresas privadas (por ejemplo, Siemens) parapermitir a los empleados la asistencia al acto, pese a lo cual los par-ticipantes no pasan de diez mil.

11 de noviembre de 1974:  Más de 15.000 personas participan enBerlín en una manifestación de apoyo a los presos en huelga dehambre y de protesta contra el «asesinato» de Holger Meins.

Principios de diciembre de 1974: Durante una operación policial anivel federal, la «Acción Viaje de Invierno», se registran numero-sos pisos y oficinas; diez personas son encarceladas y 56 detenidasprovisionalmente.

 23 de febrero de 1975 : Desalojo del solar en que se está construyen-

do la central nuclear de Whyl, ocupado por 20.000 personas. Inter-vención masiva de la policía, numerosos arrestos y procedimientospenales.

Del 27 de febrero al 5 de marzo de 1975: El Movimiento 2 de Juniosecuestra en plena campaña electoral al presidente regional de laCDU de Berlín, Peter Lorenz. Las autoridades aceptan el canje deprisioneros exigido por los secuestradores. El pastor Heinrich Al-bertz acompaña a Yemen del Sur a los presos Verena Becker, RolfHeissler, Gabriele Kröcher-Tiedemann, Rolf Pohle e Ingrid Siep-

mann. Peter Lorenz es liberado al recibir la contraseña «Un día tanmaravilloso como hoy».

 2 de marzo de 1975:  Elecciones en Berlín Occidental. Gana laCDU, y Peter Lorenz se convierte en alcalde gobernador de Berlín.

4 de marzo de 1975: A los diez días de haber sido denegada por elTribunal Constitucional federal la legalización limitada de la inte-rrupción del embarazo, el grupo Rote Zora [Zora la Roja] perpetraun atentado contra el tribunal en Karlsruhe. En Bonn tiene lugar unade las mayores manifestaciones contra la legislación antiabortista.

 24 de abril de 1975 : El «Comando Holger Meins» de la RAF ocupala embajada alemana de Estocolmo y toma a doce rehenes. Exigen laliberación de 26 presos políticos, pero el Gobierno federal se niegaa aceptar sus exigencias. Por causas que nunca se llegaron a aclarardel todo, poco después de la medianoche estalla una bomba en eledificio de la embajada; mueren el agregado militar Andreas vonMirbach, el consejero de embajada Heinz Hillegart y U lrich Wes-sel del comando de la RAF. Otro miembro del comando, SiegfriedHausner, queda gravemente herido y muere tras su extradición a laRFA.

 28 de abril de 1975 : Gerald Klöpper y Ronald Fritzsch, miembrosdel Movimiento 2 de Junio, son detenidos en un garaje del barrioberlinés de Tegel.

 30 de abri l de 1975:  Conquista de Saigón por el Vietcong.9 de mayo de 1975: Werner Sauber, del Movimiento 2 de Junio, yun policía mueren en un tiroteo en un aparcamiento de Colonia.Karl Heinz Roth queda gravemente herido y es detenido junto aRoland Otto.

 21 de mayo de 1975: En Stuttgart-Stammheim comienza el procesocontra Andreas Baader, Gudrun Ensslin, Ulrike Meinhof y Jan-Carl Raspe.

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Gerald Klöpper sale en libertad en 1982 con reducción de con-dena. Tras un breve paso por la Lista Alternativa, se hace empresa-rio y se dedica a la buena vida.

Andreas Vogel cumplió, tras su paso a la RAF, el resto de lacondena hasta 1986 en la cárcel de Celle. 3

Till Meyer sentó cabeza, se distanció de todo y obtuvo una re-ducción de condena; salió en libertad en 1986. Encontró un nuevohogar en los servicios de seguridad del Estado (la Stasi) de la Repú-blica Democrática Alemana, hasta su disolución.4

Ronald Fritzsch sale de la cárcel de Berlín-Moabit el 20 de sep-tiembre de 1989, Ralf Reinders el 14 de septiembre de 1990. 5

no hizo valer la coartada que tenía para demostrar que no había participadoen el secuestro de Lorenz. Había trabajado con otra identidad durante esetiempo en una fábrica. Sabía que de todas maneras le caerían un mínimo decinco años y quería demostrar así como se pisotea el derecho a la presunciónde inocencia y se manipulan las pruebas, cuando se trata de juzgar a activistasde izquierdas. Fritz Teufel murió el 6 de abril de 2010 de parkinson, a los 67años de edad. En la noche del 6 a 7 de agosto, la urna con sus cenizas desapa-reció del lugar donde estaba enterrada, para aparecer unos días más tarde

 junto a la tumba del dirigente estudiantil Rudi Duts chke. [N. de V.]3  En la actualidad colabora con «Initiative Libertad!» (www.libertad.de),una iniciativa de apoyo a los presos políticos. [N. de V.]4 Till Meyer trabaja como periodista, entre otros, en diarios como Junge Welt ,de orientación comunista. [N. de V.]5 Tanto Ronald Fritzsch como Ralf Reinders continúan activos hoy en día enlos medios de la izquierda antiautoritaria. [N. de V.]

Anexos1

1 Los textos incluídos en los «Anexos» han sido seleccionados y traducidospor Virus editorial

   1 .

   C   r   o   q  u   i   s   d   e   l   l  u   g

   a   r   d   o   n   d   e   p   e   r   m   a   n   e   c   i   ó   s   e   c  u   e   s   t   r   a   d   o   P   e   t   e   r   L   o   r   e   n  z

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