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Muhammad El Mensajero de Dios
Que Dios exalte su mención Primera Edición
Abdurrahman al‐Sheha
Traducción
Lic. Muhammad Isa García
Muhammad, el Mensajero de Dios ( )
___________________________________________________ 2
)(محمد رسول هللا
ةعبد الرحمن الشيح محمد عيسى غارسيا: المترجم
: مراجعة المكتب التعاوني للدعوة وتوعية الجاليات بالربوة
(www.islamhouse.com)
Muhammad, el Mensajero de Dios ( )
___________________________________________________ 3
Primera Edición, 1427/2006
Copyright © 2006 Abdurrahman al‐Sheha
Todos los derechos reservados. Este texto puede ser utilizado por cualquier persona que cumpla con los siguientes tres requisitos: 1. El texto debe ser citado en su contexto, sin agregados ni suprimidos; 2.No buscar beneficios económicos; 3.Mencionar la fuente de la cita y su autor. Dios es quien concede el éxito.
Queremos expresar nuestro sincero aprecio a todos los que han contribuido en la publicación de este libro. Que Dios los recompense por su esfuerzo. Si tiene alguna corrección, comentario o pregunta que realizar sobre esta publicación, no dude en contactarse con nosotros a:
1427 H [4625]
Publicado por:
Oficina de difusión del Islam en Rabwah
Tel. +4454900 ‐ 4916065
Email: [email protected]
www.islamhouse.com
Muhammad, el Mensajero de Dios ( )
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1427/2006اإلصدار األول،
مجيع احلقوق حمفوظة لـ عبد الرمحن الشيحه ©
ه املادة بشرط األمانة يف النقل وعدم التغيري يف النص املنقول وال وحيق ملن شاء أخذ ما يريد من هذ .ما يأخذ إىل موقع اإلسالم واهللا املوفق, وعزو املادة إىل مصدرها, حذف شيء منه
:إذا كان لديك أي سؤال أو اقتراح أو تصحيح يرجى مراسلتنا على العنوان التايل
اوين للدعوة وتوعية اجلاليات بالربوةاملكتب التع
4916065 – 4454900: هاتف
[email protected]: الربيد اإللكتروين
www.islamhouse.com: عنوان املوقع
Muhammad, el Mensajero de Dios ( )
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Índice 1.Introducción .................................................................... 6 2. ¿Quién es el Profeta Muhammad ( )? ................................ 11 3. Su linaje ......................................................................... 11
4. Nacimiento e infancia ...................................................... 17
5. La descripción del Profeta ( ) ......................................... 28
6. Modales y características del Profeta ( ) .......................... 32
7. La ética del Profeta ( ) ...................................................52
8. Declaraciones de justicia y equidad ................................... 56
9. Las esposas del Profeta ( ) ............................................. 59 10. Pruebas de los textos bíblicos que confirman a Muhammad
como Profeta ..................................................................... 62
11. Pruebas del Corán.........................................................62 12. Pruebas de la Sunnah.....................................................62
13. Escrituras Sagradas previas.............................................63
14. En el Evangelio...........................................................68
15. Lo que implica el Testimonio de Fe.................................68
16. Pruebas intelectuales que confirman al Profeta ( ) ........... 70 17. Conclusión
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Todas las alabanzas son para Dios, el Señor1 de los mundos, y que Dios exalte la mención de Su Profeta, y que proteja a su casa volviéndola segura de todo daño.
Cuando hablamos del Profeta Muhammad ( )2 se debe tener en cuenta que se está hablando del individuo más grande de la historia. Y no es una frase sin fundamento; quien lea su biografía, y aprenda sus modales y ética, a la vez que se mantiene alejado de todos los preconceptos seguramente llegará a esta conclusión. Algunos no musulmanes que practican un carácter justo también han llegado a esta conclusión.
El Profesor Hasan Ali, que Dios tenga piedad de él, dijo en su revista ‘Nur al‐Islam’ que un colega suyo de religión Brahmánica3 le dijo una vez: ‘Reconozco y creo que el Mensajero del Islam es el hombre más grande y maduro de toda la historia’. El Profesor
1 La palabra utilizada en el Sagrado Corán es Rabb. No hay ningún equivalente apropiado para Rabb en el idioma español, ya que este vocablo incluye los siguientes significados: el Creador, el Diseñador, el Proveedor, de Quien todas las criaturas dependen para sus medios de subsistencia y el Que da la vida y la muerte. 2 Este término árabe significa, “quiera Dios honrarlo y protegerlo de todo mal.” 3 Brahmán: miembro de la más alta de las cuatro castas hindúes: la casta sacerdotal.
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Hasan Ali, que Dios tenga piedad de él, le preguntó: ‘¿Por qué lo consideras el hombre más grande y maduro de toda la historia?’. Este le respondió:
‘Ningún hombre poseía las características, los modales y la ética que él tenía en conjunto. Él era un rey bajo cuyo reinado la península estaba unificada; pero era humilde. Él creía que el dominio era solo de Dios. Le llegaban grandes riquezas, mas vivía en estado de pobreza; el fuego no ardía en su casa durante muchos días y permanecía con hambre. Era un gran líder; guiaba a unos cuantos a luchar contra miles, aún así los derrotaba de manera decisiva. Amaba los acuerdos de paz, y los entablaba con firmeza de corazón, si bien tenía a su lado a miles de sus bravos y valientes Compañeros. Cada Compañero era muy valiente y se enfrentaba por sí solo a mil enemigos, mas no se sentía intimidado en lo más mínimo. Pero el Profeta tenía un corazón tierno, piadoso y no quería derramar ni una gota de sangre. Estaba profundamente preocupado por los asuntos de la Península Arábiga, mas no descuidaba los asuntos de su familia, su hogar, o los pobres y necesitados. Enseñaba con gusto el Islam entre aquellos que habían perdido el rumbo. En general, era un hombre preocupado por el mejoramiento y el bienestar de la humanidad, mas no se interesaba en amasar una fortuna mundana. Se ocupaba con adorar a Dios y amaba hacer aquellas cosas que complacían a Dios. Nunca se vengaba por razones personales. Rezaba incluso por el bienestar de sus enemigos y les advertía del castigo de Dios. Era ascético con respecto a los asuntos mundanos y adoraba a Dios toda la noche. Era el soldado bravo y valiente que luchaba con la espada – y el infalible Profeta – el conquistador que conquistaba naciones y países. Dormía en una parva de paja,
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y una almohada rellena con gruesas fibras. La gente lo coronó como Sultán de los árabes, o Rey de la Península Arábiga, mas su familia llevaba una vida simple, aún después de recibir grandes fortunas; las riquezas se acumulaban en la mezquita. Fátima4 se quejó una vez ante él por el arduo trabajo que ella hacía, el mortero y la jarra de agua que solía llevar dejaban marcas en su cuerpo. El Mensajero no le dio un sirviente, ni le dio una porción de su riqueza; en su lugar, le enseñó unas palabras y súplicas. Su Compañero, Umar5, vino a su casa y miró su cuarto, y no vio más que una parva de paja sobre la que estaba sentado el Profeta, y que le había dejado marcas en el cuerpo. Los únicos víveres que había en la casa eran medio Saa’6 de cebada en un recipiente, y una piel para contener agua que colgaba de la pared – eso es todo lo que el Mensajero de Dios poseía en un momento en que la mitad de los árabes estaban bajo su control. Cuando Umar vio esto, no pudo controlarse y rompió en llanto. El Mensajero de Dios () dijo:
‘¿Por qué lloras Umar?’. Él respondió: ‘¿Por qué no habría de llorar? – Cosroes y César disfrutan de este mundo y el Mensajero de Dios ( ) solo posee lo que puedo ver’. Le respondió: ‘Oh Umar, ¿no te complacería saber que eso es lo que les toca a Cosroes y César en este mundo, y que en el Más Allá el placer será solo para nosotros?’
4 Fátima era una de las hijas del Profeta. 5 Uno de los compañeros cercanos del Profeta, y el segundo Califa después de su muerte. 6 Saaʹ: es una medida de capacidad equivalente a cuatro palmos.
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Cuando el Profeta examinaba sus tropas antes de ocupar La Meca, Abu Sufyan (uno de sus enemigos) estaba parado junto a al‐Abbas, el tío del Profeta ( ) y miraban los estandartes del ejército musulmán. Abu Sufyan en ese entonces no era musulmán. Se sorprendió ante el gran número de musulmanes; avanzaban hacia La Meca como un torrente de agua. Nadie podía detenerlos y nada se interponía en su camino. Abu Sufyan le dijo entonces a al‐Abbas: ‘¡Oh Abbas, tu sobrino se ha convertido en un gran Rey!’ Abbas respondió diciendo: ‘No es un rey, sino profeta, y transmite el Mensaje del Islam’.
Ad’i at‐Ta’i quien era un paradigma de generosidad, asistió a la asamblea del Profeta ( ) mientras aún era cristiano. Cuando vio cómo los Compañeros engrandecían y respetaban al Profeta, se vio confundido ‐ ¿era Profeta o rey? Se preguntó a sí mismo: ‘¿es un rey o un Mensajero de los Mensajeros de Dios?’. Mientras trataba de encontrar una respuesta a su interrogante, una mujer destituida vino al Profeta y le dijo: ‘Quiero contarte un secreto’. Él le dijo: ‘¿En qué camino de Medina quieres que nos encontremos?’. El Profeta ( ) partió con la mujer y se ocupó de sus necesidades. Cuando Ad’i vio la humildad del Profeta, se dio cuenta de la verdad, se deshizo de las cruces que llevaba consigo, y se convirtió en musulmán’.
Mencionaremos algunas frases de los orientalistas con respecto a Muhammad, que Dios exalte su mención. Como musulmanes, creemos en el Profeta ( ) y en su Mensaje, pero mencionamos estas frases por las siguientes razones:
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a. Para que sirvan de recordatorio y advertencia a los supuestos musulmanes que abandonaron a su Profeta, para que así se apresuren y regresen a su religión7.
b. Para que quienes no son musulmanes sepan quién es el Profeta a partir de las palabras de su propio pueblo, y puedan así ser guiados al Islam.
Le pido a ellos que no sean prejuiciosos a la hora de buscar la verdad, o al leer éste o algún otro material islámico. Le pido a Dios que haga abrir sus corazones para que acepten la verdad, y que les muestre el camino correcto y los inspire a seguirlo.
Abdurrahmaan b. Abdul‐Kareem al‐Sheha
Riyadh, 11535
P.O. Box 59565
Email: [email protected]
http://www.islamland.org
7 La palabra traducida como religión es ʹDinʹ que en árabe normalmente se refiere a un estilo de vida que es privado y público. Es un término que significa: actos de culto, vida cotidiana, práctica y política.
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¿Quién es el Profeta Muhammad ( )?
Su linaje: Él es Abul‐Qasim (padre de Al‐Qasim) Muhammad, hijo de Abdullah, hijo de Abdul‐Mutalib. Su linaje se remonta a la tribu de Adnan, hijo de Ismael [el Profeta de Dios, hijo de Abraham] que Dios exalte su mención. Su madre fue Aminah, hija de Wahb.
El Profeta ( ) dijo:
‘Ciertamente Dios escogió la tribu de Kinanah por sobre las otras tribus de los hijos de Ismail; Él escogió a los Quraish por sobre las otras tribus de Kinanah; Él escogió a Banu Hashim por sobre las otras familias de los Quraish; y me escogió a mí de Banu Hashim’. (Muslim, 2276)
Así, el Profeta ( ) tiene el linaje más noble de este mundo. Sus enemigos así lo afirmaban; Abu Sufyan, quien era archienemigo del Islam antes de convertirse en musulmán, dio cuenta de ellos frente a Heraclio8.
Abdullah b. Abbas narró que el Mensajero de Dios ( ) le escribió a César y lo invitó al Islam y le envió una carta que fue entregada al Gobernador de Busra, quien a su vez se la reenvió a César.
César, a manera de gratitud a Dios, fue caminando de Hims a Ilya (Jerusalén) cuando Dios le otorgó la victoria sobre las fuerzas persas. Entonces, cuando le llegó la carta del Mensajero de Dios, dijo después de leerla: “¡Busquen cualquiera de su pueblo (árabes de la tribu Quraish), para preguntarle acerca del
8 Emperador del Imperio bizantino (610–641) quién conquistó Siria, Palestina y Egipto de Persia (613–628).
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Mensajero de Dios!”. En ese momento, Abu Sufyan bin Harb se encontraba en Sham9 con unos hombres de Quraish que habían venido (a Sham) como mercaderes durante la tregua que había concluido entre el Mensajero de Dios y los incrédulos de Quraish. Abu Sufyan dijo: ‘El mensajero de César nos encontró en algún lugar de Sham y me llevó a mí y a mis compañeros a Ilya ante la presencia de César y lo encontramos sentado en su corte real con su corona y rodeado de altos dignatarios bizantinos. Él le dijo a su traductor: “Pregúntales quién de ellos tiene algún parentesco con el hombre que dice ser profeta’”. Abu Sufyan agregó:
‘Le respondí: “Soy su pariente más cercano”. Me preguntó: “¿Cuál es tu parentesco con él?”. Le respondí: “Es mi primo”, y no había nadie en la caravana de Bani Abd Manaf excepto yo. César dijo: “Que se acerque”. Y luego ordenó que mis compañeros se quedaran detrás de mí y le dijo a su traductor: “Dile a sus compañeros que le voy a preguntar a este hombre acerca del hombre que dice ser profeta. Si miente, deben contradecirlo inmediatamente’”.
Abu Sufyan agregó:
‘¡Por Dios! Si no hubiera sido una pena que mis compañeros me tildaran de mentiroso, no habría dicho la verdad sobre él cuando me preguntó. Pero me pareció una deshonra que mis compañeros me llamaran mentiroso, por lo que dije la verdad’.
‘Le dijo luego a su traductor: “Pregúntale a qué tipo de familia pertenece”. Le respondí: “Pertenece a una familia
9 Ésta es una región histórica en el Medio Oriente que orilla el mediterráneo. Incluye los estados modernos de Siria, Líbano, Palestina, y Jordania.
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noble”. Luego dijo: “¿Alguna vez otra persona ha afirmado ser lo mismo que él dice ser?”. Le respondí: “No”. Luego dijo: “¿Alguna vez se lo ha acusado de mentir?”. Le respondí: “No”. Dijo entonces: “¿Alguno de sus ancestros fue rey?”. Mi respuesta fue: “No”. Luego agregó: “¿Lo siguen los nobles o los pobres?”. Le respondí: “Los pobres lo siguen”. Me dijo luego: “¿Lo siguen más o menos personas (cada día)?”. Le respondí: “Lo siguen cada día más”. Me dijo: “¿Algunos de los que adoptan su religión se desilusionan y luego dejan de lado su religión?”. Le respondí: “No”. “¿Rompe sus promesas?”, me preguntó. Le respondí: “No, pero en este momento estamos en una tregua con él y tenemos miedo de que nos traicione”.
Abu Sufyan añadió:
‘Fuera de la última oración, no pude decir nada en su contra’. ‘Entonces César preguntó: “¿Alguna vez han tenido una guerra con él?”. “Sí”, le respondí. Me dijo: “¿Cuál fue el resultado de esas batallas con él?”. “A veces él gana, a veces, nosotros”, fue mi respuesta. Dijo entonces: “¿Qué cosas les ordena hacer?”. Le dije: “Nos dice que adoremos solamente a Dios, y que no adoremos a otros junto con Él, y que dejemos de lado todo aquello que adoraban nuestros ancestros. Nos ordena que oremos, que demos en caridad, que mantengamos la castidad conyugal, que cumplamos nuestras promesas y que devolvamos aquello que se nos confía’”.
‘Cuando dije eso, César le dijo a su traductor: “Dile: Te pregunté sobre su linaje y tu respuesta fue que pertenecía a una familia noble. De hecho, todos los Mensajeros venían del más noble de los linajes de sus respectivos pueblos.
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Luego te pregunté si alguien más decía ser lo que él dice ser, y tu respuesta fue negativa. Si la respuesta hubiera sido afirmativa, habría pensado que este hombre dice ser algo que ya se ha dicho antes que él. Cuando te pregunté si alguna vez lo acusaron de mentir, tu respuesta fue negativa, por lo que di por sentado que una persona que no le miente a la gente tampoco puede mentir sobre Dios. Luego te pregunté si alguno de sus ancestros fue rey. Tu respuesta fue negativa, y si hubiera sido afirmativa, habría pensado que este hombre pretende recuperar su pasado real. Cuando te pregunté si lo siguen los ricos o los pobres, me respondiste que son los pobres quienes lo siguen. De hecho, ellos son los seguidores de los Mensajeros. Luego te pregunté si sus seguidores son más o menos cada día. Me respondiste que cada vez son más. De hecho, eso es resultado de la verdadera fe hasta que está completa (en todo sentido). Te pregunté si había alguien quien, luego de adoptar su religión, se desilusionó y descartó su religión; tu respuesta fue negativa. De hecho, es una señal de la verdadera fe, pues cuando su placer entra y se mezcla completamente en los corazones, nadie se desilusiona. Te pregunté si alguna vez había roto una promesa. Tu respuesta fue negativa. Y así son los Mensajeros; nunca rompen sus promesas. Cuando te pregunté si alguna vez combatieron, me respondiste que a veces lo hicieron, y que en ocasiones él salía victorioso, y otras veces, ustedes. De hecho, así son los Mensajeros; son puestos a prueba y la victoria final siempre es de ellos. Luego te pregunté qué cosas les ordenaba hacer. Me respondiste que les ordenaba adorar solamente a Dios y no adorar a otros junto con Él, dejar de lado lo que sus ancestros solían adorar, ofrecer
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plegarias, decir la verdad, ser castos, cumplir las promesas, y devolver aquello que se le confía a uno. Esas son en realidad las cualidades de un profeta que yo sabía que vendría (según las Escrituras anteriores), pero no imaginaba que sería uno de ustedes. Si lo que dices es verdad, muy pronto él ocupará el suelo que está bajo mis pies, y si pudiera iría hacía él de inmediato para conocerlo y lavaría sus pies’”.
Abu Sufyan agregó:
‘César pidió la carta del Mensajero de Dios, la cual fue leída. La misma decía:
ʺEn el nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo. De Muhammad, el siervo de Dios y Su mensajero a Heraclio, Soberano de los bizantinos: Paz para quien sigue la guía: Te invito al Islam, hazte musulmán y estarás a salvo y Dios te dará tu recompensa dos veces. Pero si das la espalda, sobre ti recaerá el pecado de tus súbditos. (¡Gente del Libro!, venid a una palabra igual entre nosotros: Que no adoréis sino a Dios y no le asociéis nada ni os toméis unos a otros por señores aparte de Dios y si dan la espalda, decid: Atestiguad que somos musulmanes.)”. [Corán‐3: 64]
Abu Sufyan agregó:
‘Cuando Heraclio terminó su discurso, se produjo un enorme clamor y un grito por parte de los dignatarios bizantinos que lo rodeaban, y había tanto ruido que no entendía lo que decían. Entonces, nos ordenaron que saliéramos de la corte’.
‘Cuando salí con mis compañeros y estábamos solos, les dije: “Ciertamente, el asunto del Profeta ha ganado poder. El Rey de los bizantinos le teme”’.
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Abu Sufyan agregó:
‘Por Dios, cada vez estaba más seguro de que su religi[on obtendría la victoria hasta que terminé por aceptar el Islam’. (Bujari, 2782)
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Nacimiento e infancia
El Profeta ( ) nació en el año 571 (según el calendario gregoriano) en la tribu de Quraish [considerada noble por todos los árabes] en La Meca [considerada la capital religiosa de la Península Arábiga].
Los árabes realizaban la peregrinación a La Meca, y caminaban alrededor de la Ka’bah construida por el Profeta Ibrahim y su hijo el Profeta Ismael, que Dios exalte su mención.
El Profeta ( ) era huérfano. Su padre falleció antes de que él naciera, y su madre murió cuando él tenía seis años. Su abuelo, Abdul‐Mutalib, cuidó de él, y cuando murió, se hizo cargo su tío, Abu Talib. Su tribu y las otras tribus de la época adoraban ídolos de roca, madera, e incluso de oro. Algunos de estos ídolos fueron ubicados en torno a la Ka’bah. La gente creía que estos ídolos podían alejar el mal o provocar el bien.
El Profeta (ε) fue un hombre honesto y confiable. Nunca tuvo un comportamiento traicionero ni tampoco mentía ni engañaba; era conocido entre su gente como ‘Al‐Amin’, o ‘El Confiable’. La gente le confiaba sus objetos de valor cuando se iban de viaje. También era conocido como ‘As‐Sadiq’, o ‘El Sincero’, pues nunca mentía. Tenía buenos modales, era bien hablado y amaba ayudar a las personas. Su gente lo amaba y reverenciaba. Dios, el Altísimo, dice:
(Ciertamente eres de una naturaleza y moral grandiosas.) [68:4]
Thomas Carlyle dijo lo siguiente en su libro ʹHeroes, Hero‐Worship and the Heroic in Historyʹ:
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‘… desde una edad temprana, se destacó como un hombre inteligente. Sus compañeros lo llamaban “Al Amin, El Fiel”. Fue un hombre fiel y veraz; sincero en sus acciones, en sus palabras, y en sus pensamientos. Siempre había un significado en lo que hacía y decía. Si bien era taciturno al hablar y callado cuando no había nada que decir, era pertinente, sabio y sincero cuando hablaba, y siempre echaba un manto de luz sobre el asunto. ¡Y esas son las únicas palabras que de verdad vale la pena pronunciar! En la vida, descubrimos que era considerado un hombre sólido, fraternal y genuino. Personaje serio y sincero, pero a la vez simpático, cordial, compañero e incluso jocoso – a pesar de todo, siempre reía: Hay hombres cuya risa es falsa, como todo lo que sale de ellos; hombres que no pueden reír. Él era un hombre espontáneo, apasionado, pero a la vez justo y sincero.
El Profeta ( ) gustaba de recluirse en la caverna de Hira antes de que se le encomendara ser profeta. Se quedaba allí muchas noches seguidas.
Jamás engañó; no ingería bebidas embriagantes, tampoco se inclinaba frente a un ídolo o una estatua, tampoco juraba ante ellos ni les hacía ofrendas. Fue pastor de un rebaño de ovejas que le pertenecían a su pueblo. El Profeta ( ) dijo:
‘Todo Profeta encomendado por Dios fue pastor de un rebaño de ovejas’. Sus compañeros le preguntaron: ‘¿Incluso tú, Mensajero de Dios?’. Él respondió: ‘Sí, yo cuidé de un rebaño de ovejas para el pueblo de La Meca’. (Bujari 2143)
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Cuando el Profeta Muhammad ( ) cumplió cuarenta años, recibió una revelación divina; se encontraba en la caverna de Hira. A’ishah10 dijo:
‘Lo primero que recibió el Mensajero de Dios ( ) mientras se encontraba en la Caverna de Hira en La Meca, fueron buenas visiones [sueños]. Cada vez que tenía un sueño, se hacía realidad y se volvía claro como el alba. Más tarde, el Mensajero de Dios ( ) comenzó a amar el estar solo meditando. Pasaba días y noches enteras para cumplir con su propósito en la caverna antes de regresar con su familia. Llevaba una ración de alimentos para su estancia. Cuando volvía con su esposa Jadiyah11 buscaba más alimentos frescos y regresaba a la Caverna a continuar meditando’.
‘La verdad le llegó cuando se encontraba en la Caverna de Hira. El ángel Gabriel ( ) se acercó a Muhammad ( ) y le ordenó que leyera. Muhammad ( ) le respondió: “¡No sé leer!”. Gabriel ( ) abrazó a Muhammad ( ) hasta que éste no pudo respirar más, y lo soltó: “¡Oh Muhammad! ¡Lee!”. Nuevamente, Muhammad ( ) respondió: “¡No sé leer!”. Gabriel ( ) abrazó a Muhammad ( ) por segunda vez. Luego le ordenó que leyera por tercera vez, y lo abrazó fuertemente hasta que no podía respirar, y lo soltó diciendo: “¡Oh Muhammad!
(¡Lee! En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de un cigoto. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso.) [96:1‐3]
10 Esposa del Profeta. 11 Jadiyah fue la primer esposa del Profeta.
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El Mensajero de Dios ( ) regresó temblando a su casa. Entró y le dijo a Jadiyah: “¡Cúbreme, cúbreme!”. Jadiyah cubrió a Muhammad ( ) hasta que se sintió mejor. Luego le contó a su esposa lo sucedido en la Caverna de Hira. Dijo: “Me preocupé por mí y por mi bienestar”. Jadiyah tranquilizó a Muhammad ( ) diciendo: “¡Por Dios! ¡No debes preocuparte! ¡Dios, el Exaltado, nunca te humillaría! Eres bueno con tus pares. Ayudas a los pobres y necesitados. Eres generoso y hospitalario con tus huéspedes. Ayudas a quienes lo necesitan”. Jadiyah llevó a su esposo Muhammad ( ) a casa de un primo de ella llamado Waraqah bin Nawfal bin Asad bin Abdul Uzza. Este hombre se convirtió al cristianismo durante la era pagana. Era escriba de Escrituras hebreas. Era un anciano que había perdido la vista en los últimos años de su vida. Jadiyah le dijo a su primo: “¡Oh primo mío, escucha lo que tu sobrino [es decir, Muhammad, que Dios exalte su mención] está a punto de contarte!”. Waraqah dijo: “¿Qué es lo que has visto, querido sobrino?”. El Mensajero de Dios ( ) le contó lo sucedido en la Caverna de Hira. Al oír el relato, Waraqah dijo: “¡Por Dios! ¡Es el ángel Gabriel ( ) quien se apareció ante el Profeta Moisés, que Dios exalte su mención. Ojalá pudiera yo estar con vida cuando tu pueblo te saque de La Meca!”. El Mensajero de Dios ( ) preguntó: “¿Van a expulsarme de La Meca?”. Waraqah contestó afirmativamente diciendo: “Nunca un hombre ha transmitido un Mensaje similar al que llevas contigo, sin que su pueblo haya entablado guerra contra él – si puedo ser testigo de eso, te daré mi apoyo”. Waraqah falleció poco tiempo después de este incidente. Las revelaciones también cesaron de momento’. (Bujari, 3).
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El versículo del Corán citado en el hadiz12 anterior marca cuando comenzó su misión profética. Luego Dios, el Exaltado, le reveló:
(¡Oh, tú [Muhammad] que te envuelves en el manto! Levántate y advierte [a los hombres]. Proclama la grandeza de tu Señor, purifica tus vestimentas) [74:1‐4]
Este versículo del Corán marca el comienzo de su misión como Mensajero.
Con la revelación de este capítulo del Corán, el Profeta ( ) comenzó abiertamente a convocar a su pueblo al Islam. Comenzó con su propio pueblo. Algunos se negaron a escucharlo porque los invitaba a algo que nunca habían visto antes.
El Islam es una forma de vida completa, que trata temas religiosos, políticos, económicos y sociales. Además, la religión del Islam no sólo los convocaba a que adoraran solamente a Dios y a dejar de lado todos los ídolos y cosas que adoraban; también prohibía cosas que consideraban placenteras, como la usura o el consumo de embriagantes, la fornicación y los juegos de azar. También convocaba a las personas a ser justas entre sí, y a conocer que no hay diferencia entre ellas salvo a través de una corrección en la forma de vida. ¡Cómo podían Quraish [la tribu más noble de los árabes] ser tratados de igual manera que los esclavos! No sólo se negaron totalmente a aceptar el Islam, sino que también culpaban y dañaban al Profeta ( ) diciendo que estaba loco, que era un hechicero y mentiroso. Lo culpaban de cosas que no lo habrían culpado antes de la llegada del Islam. Incitaban a las masas y a los ignorantes a que se pusieran en su
12 La narración de una declaración, hecho, aprobación tácita o característica del Profeta.
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contra, y también torturaron a sus compañeros. Abdullah b. Masud dijo:
‘Mientras el Profeta ( ) se encontraba de pie orando cerca de la Ka’bah, un grupo de Quraish estaban sentados, y uno de ellos dijo: ‘¿Ven ese hombre? ¿Quién puede traer la suciedad y los desechos de los intestinos de los camellos, y esperar a que se incline para echárselos sobre sus espaldas? Los peores se ofrecieron para hacerlo, y cuando el Profeta ( ) se postró, pusieron los desechos sobre sus espaldas, mas el Profeta ( ) se quedó postrado. Rieron tan fuerte que casi se cayeron. Alguien fue a buscar a Fátima, quien era apenas una jovencita, y le informaron de lo sucedido. Ella corrió hacia el Profeta ( ) y le limpió la suciedad de la espalda, y luego dio la vuelta y maldijo a los de la tribu Quraish que se encontraban sentados en ese sitio’. (Bujari, 498).
Munib al‐Azdi dijo: ‘Vi al Mensajero de Dios decirle a la gente durante la era pagana:
‘Atestigüen que no existe dios digno de alabanza excepto Dios si quieren alcanzar el éxito’. Algunos escupieron su cara, otros le arrojaron tierra en el rostro, y otros lo insultaron hasta el mediodía. Cada vez que una niña se acercaba con una vasija de agua, él se lavaba las manos y la cara y decía: ‘Oh hija, no tengas miedo de que tu padre sea humillado o agobiado por la pobreza’. (Mu’yam al‐Kabir, 805).
Urwah b. az‐Zubair dijo: ‘Le pedí a Abdullah b. Amr al‐Aas que me contara lo peor que le hicieron los paganos al Profeta ( ) y me dijo:
‘Uqbah b. Mu’ait se acercó al Profeta ( ) mientras oraba cerca de la Ka’bah, y le retorció su túnica alrededor del
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cuello. Abu Bakr13 se acercó rápidamente, tomó a Uqbah del hombro y lo alejó diciendo: ‘¿Vas a matar a un hombre porque proclama a Dios como su Señor y tiene señale claras de tu Señor?’ (Bujari, 3643).
Estos incidentes no detuvieron al Profeta ( ) en su prédica. Convocó al Islam a muchas tribus que venían a La Meca a realizar la Peregrinación14. Algunos eran del pueblo de Yazrib, conocido hoy como Medina, y juraron serle leales y ayudarlo si optaba por ir a Medina. Él envió a Mus’ab b. Umair con ellos para que les enseñara el Islam. Después de todas las dificultades que los musulmanes tuvieron que afrontar por parte de su propio pueblo, Dios les permitió emigrar de su ciudad a Medina. El pueblo de Medina los recibió de una manera extraordinaria. Medina se convirtió en la capital del estado islámico, y el punto desde el que se comenzó a expandir la prédica del Islam.
El Profeta ( ) se instaló allí y le enseñó a la gente la recitación coránica y la jurisprudencia islámica. Los habitantes de Medina se conmovieron enormemente con los modales del Profeta. Lo amaban más que a sí mismos; se esmeraban por servirlo, y gastaban todo lo que tenían en su causa. La sociedad era fuerte y su pueblo era rico en términos de Fe y eran muy felices. La gente se amaba, y reinaba una verdadera hermandad entre las personas. Todos eran iguales; ricos, nobles y pobres, blancos y negros, árabes y no árabes – todos eran considerados iguales para la religión de Dios, no había ninguna distinción entre las personas salvo a través de la piedad. Luego de que la prédica del Profeta se expandiera en Medina, los Mecanos atacaron al Profeta
13 El compañero más íntimo del Profeta y el primer Califa del Islam después de su muerte. 14 La peregrinación a La Meca.
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( ) en la primera batalla del Islam, la Batalla de Badr. Esta batalla tuvo lugar entre dos grupos desiguales en armamento y preparación. Los musulmanes eran 314, mientras que los paganos sumaban 1000 hombres pertrechados. Dios le dio la victoria al Profeta ( ) y sus Compañeros. Después de esta batalla, tuvieron lugar muchas batallas entre los musulmanes y los paganos. Luego de ocho años, el Profeta ( ) pudo preparar un ejército de 10.000 hombres. Emprendieron la marcha hacia La Meca y la conquistaron, derrotando así a su pueblo, que lo había perseguido y torturado. Muchos musulmanes incluso habían sido obligados a abandonar sus propiedades y riquezas y huir para salvar sus vidas. Los derrotó de manera decisiva, y ese año fue llamado ‘El Año de la Conquista’. Dios, el Exaltado, dice en el Corán:
([¡Oh, Muhammad!] Cuando llegue el socorro de Dios y la victoria [la conquista de La Meca] y veas a los hombres ingresar en tropeles en la religión de Dios, Glorifica y alaba a tu Señor por ello, y pide Su perdón; por cierto que Él es Indulgente.) [110:1‐3]
Luego convocó al pueblo de La Meca y les dijo:
‘¿Qué piensan que voy a hacerles?’. Ellos respondieron: ‘Sólo harás algo favorable; ¡eres un hermano bueno y generoso, y un sobrino bueno y generoso!’ El Profeta ( ) dijo: ‘Vayan, son libres de hacer lo que deseen’. (Baihaqi, 18055).
Esa fue una de las tantas razones por las cuales muchos de ellos aceptaron el Islam. El Profeta ( ) regresó luego a Medina. Después de un período de tiempo, el Profeta ( ) realizó la peregrinación, por lo que se dirigió a La Meca con 114.000 seguidores. Esta Peregrinación es conocida como ‘La
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Peregrinación de Despedida’ dado que el Profeta ( ) nunca realizó otra Peregrinación, y murió poco después de completarla.
Durante su Peregrinación pronunció el siguiente discurso:
ʺ¡Oh gente! Escuchen mis palabras, debido a que no sé si he de encontrarme con vosotros, en este lugar, después de este año. Vuestra vida y vuestros bienes son sagrados, como lo son sagrados este día de hoy, este mes, y esta ciudad.
Todas las prácticas paganas están ahora bajo mis pies. Todo acto de venganza de los días del paganismo queda abolido. La usura de la época del paganismo queda abolida, empezando por el interés que se le debe a Abbas bin Abdul Muttalib (su tío).
Teman a Dios en el trato a vuestras mujeres. Las han tomado bajo la protección de Dios y son lícitas para vosotros por la Palabra de Dios. Ellas no deben permitirle a nadie acercarse a vuestro lecho ni entrar en vuestras casas sin vuestro permiso. Tienen el deber de alimentarlas y vestirlas adecuadamente.
Les he dejado entre vosotros el Libro de Dios y mis enseñanzas, y si se aferran a ambas nunca se desviarán.
Oh gente, no habrá ningún Profeta luego de mi y ninguna nación después de la vuestra. Así que les recomiendo adorar a vuestro Señor, rezar las cinco oraciones, ayunar en el mes de Ramadán y dar el Zakat (derecho de los pobres) de vuestros bienes con agrado. Les recomiendo hacer la peregrinación a la Sagrada Casa de vuestro Señor y obedecer a aquellos que están encargados de vuestros asuntos, si hacen todo esto entrarán en el Paraíso de vuestro Señor. Si son preguntados acerca de mí, ¿qué dirán?ʺ Contestaron:
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ʺAtestiguaremos que has transmitido y entregado el mensaje y nos has aconsejado.ʺ Entonces levantó su dedo índice hacia el cielo mientras decía: ʺDios, Se testigoʺ
El Profeta ( ) murió en Medina el 12 del mes lunar Rabi az‐zani en el año 11 de la Hégira. El Profeta ( ) fue sepultado también en Medina. Los musulmanes quedaron impactados al enterarse de su muerte; algunos Compañeros no creían lo que oían. Umar dijo: ‘¡Quien diga que Muhammad ha muerto, lo decapitaré!’. Abu Bakr dio un discurso, y recitó las palabras de Dios:
(Muhammad no es sino un Mensajero, a quien precedieron otros. ¿Si muriera o le dieran muerte, volveríais a la incredulidad? Mas quien volviera a ella, en nada perjudicará a Dios. Dios retribuirá a los agradecidos.) [3:144]
Cuando Umar oyó este versículo comprendió que el Profeta ( ) había muerto. El Profeta ( ) tenía 63 años de edad al morir.
Permaneció en La Meca durante cuarenta años, antes de ser encomendado como profeta. Luego vivió allí otros 13 años durante los cuales convocó a la gente al monoteísmo. Después emigró a Medina, donde vivió diez años. Allí recibió revelaciones constantemente, hasta que el Corán y la religión del Islam estuvieron completos.
George Bernard Shaw dijo:
‘Siempre he tenido un gran aprecio por la religión de Muhammad debido a su maravillosa vitalidad. Es la única religión que parece tener esa capacidad de asimilar las fases cambiantes de la existencia y que la hacen atractiva para cualquier época y edad – yo predije que la fe de Muhammad sería aceptable el día de mañana, ya está siendo aceptable en la Europa de hoy. Los eclesiásticos medievales, ya sea por
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ignorancia o fanatismo, pintaron al mahometanismo con los colores más oscuros. De hecho, fueron entrenados para odiar tanto a Muhammad como a su religión. Para ellos, Muhammad era el anticristo. Yo he estudiado a este hombre maravilloso, y en mi opinión, lejos de ser llamado el anticristo, debería ser llamado el Salvador de la humanidad’15
15 Enciclopedia de Sirah, por Afzalur Rahman.
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Descripción del Profeta ( )
El Mensajero de Dios ( ) fue un hombre sensacional, respetado por todos los que lo conocían. Su rostro brillaba como la luna llena. Era un hombre de estatura mediana, ni muy alto ni muy bajo. Tenía una cabeza grande y su cabello era ondulado. Si tenía el cabello largo, lo dividía, de lo contrario, su cabello no pasaba los lóbulos de las orejas en circunstancias normales. Tenía un color rosado saludable. Su frente era ancha. Sus cejas estaban prolijas naturalmente, y no estaban unidas. Había una vena entre sus cejas que se hinchaba cuando se enfadaba. Su nariz era recta y tenía un brillo especial. Tenía una barba tupida y suaves mejillas. Su boca era grande. Tenía bigotes. Sus dientes estaban espaciados. Su cuello era similar al de un muñeco, y tenía un color blanco plateado. Su contextura era moderada y fuerte. Su abdomen y su pecho estaban al mismo nivel. Su pecho y sus hombros eran anchos. Sus articulaciones eran de buen tamaño. Su piel era blanca. Tenía vellos desde el esternón hasta el ombligo. No había vellos en su pecho, pero sus brazos y hombros eran velludos. Sus antebrazos eran grandes y también las palmas de sus manos. Sus manos y pies eran cortos, y sus dedos tenían un largo moderado. Sus pies eran planos y suaves; debido a la suavidad de sus pies, no se acumulaba el agua en ellos. Caminaba con pasos largos y elegantes; levantaba los pies en lugar de arrastrarlos. Cada vez que se volteaba, lo hacía con el cuerpo entero [en lugar de voltear sólo la cabeza]. Bajaba su mirada en todo momento. Eran más las veces que miraba el suelo que el cielo. A menudo daba vistazos rápidos a las cosas [en lugar de mirarlas fijamente]. Ofrecía sus saludos a los demás antes de que lo saludaran a él.
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El Profeta ( ) meditaba profundamente. Nunca descansaba del todo, y nunca hablaba a menos que fuera necesario. Cada vez que hablaba, comenzaba y terminaba sus frases con el nombre de Dios. Hablaba claro y con significado, pronunciando sólo frases precisas y certeras. Sus frases eran muy decisivas; nadie podía distorsionar sus palabras. Era muy amable y cariñoso. Nunca insultaba a otras personas. Era agradecido por todas las bendiciones que Dios le había otorgado, sin importar lo minúsculas que parecieran; nunca menospreciaba nada. No criticaba la comida. Nunca se preocupaba por asuntos mundanos. Si una persona sufría una injusticia, se enojaba mucho. Su enojo no cesaba hasta tanto le restituyeran su derecho a esa persona. No se enojaba si la víctima de la injusticia era él, ni tampoco buscaba venganza. Cuando señalaba, lo hacía con la mano entera; cuando se sorprendía, volteaba rápidamente la mano. Cuando el profeta ( ) hablaba, daba pequeños golpes en su mano derecha con el pulgar izquierdo. Cuando se enfadaba, daba vuelta la cara, y cuando estaba complacido y feliz, bajaba la mirada. Sus risas eran más bien sonrisas. Cuando sonreía, sus dientes parecían perlas.
El Profeta ( ) repartía su tiempo en tres partes; una parte para Dios, la otra para su familia y la tercera para sí mismo y su gente. La parte dedicada a su pueblo la dedicaba a atender las necesidades de la gente. Los mantenía ocupados enseñándoles lo que los beneficiaría. Solía decirles:
‘Aquellos que estén presentes transmitan (lo que han aprendido) a quienes están ausentes, e infórmenme de las necesidades de los que no han podido venir. Aquel que informe al gobernante acerca de los pedidos de una persona, Dios lo afirmará en el puente el Día de la Resurrección.’
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El Profeta ( ) cuidaba su lengua [de decir palabras vanas], daba consejos sinceros y hablaba benéficamente para así reunir y unir a la gente. Respetaba a los generosos, amables y nobles de cada pueblo, y les encomendaba los asuntos de su gente. Advertía a la gente de los males y se cuidaba de ellos, aunque nunca tenía un mal gesto frente a nadie. Le preguntaba a la gente acerca de su situación y les ordenaba hacer el bien y prohibir el mal. Era moderado en todos sus asuntos. Nunca dejaba pasar la oportunidad de recordarles a sus compañeros y darles sinceros consejos. Estaba preparado para toda situación, y mantenía la verdad y no era ocioso. Quienes se sentaban junto a él eran lo mejor de su gente.
El Mensajero de Dios ( ) nunca se levantaba ni se sentaba sin mencionar el nombre de Dios. Tenía prohibido que designaran un lugar para que fuera sólo suyo. Se sentaba donde encontraba un sitio libre. También les ordenaba a los demás hacer lo mismo al llegar a una reunión. Repartía su tiempo de manera equitativa entre los Compañeros que se sentaban junto a él. Quien se sentara junto al Profeta ( ) pensaría que era el más importante y querido por él. Si una persona se acercaba planteándole una necesidad, no lo apuraba, sino que dejaba que terminase su pedido y se fuera cuando quisiera. El Profeta ( ) siempre le daba una respuesta al que pedía; le regalaba palabras agradables, aún si no podía cumplir con su pedido. Tenía un corazón y una mente abiertos. Era considerado un padre cariñoso y atento por todos; para él, todos eran iguales. Sus reuniones eran reuniones de conocimiento, perseverancia, paciencia, modestia y confianza. Nadie levantaba la voz en presencia del Mensajero de Dios, que Dios exalte su mención. Nadie hablaba cosas malas en su presencia. Quienes asistían a sus reuniones se trataban con
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humildad, respetaban a los mayores, eran misericordiosos con los jóvenes y respetaban al extraño.
El Mensajero de Dios ( ) estaba siempre alegre. Era extremadamente amable y cariñoso. Nunca era brusco. No levantaba su voz en público ni decía groserías. Nunca hablaba mal de nadie ni esparcía chismes. Jamás adulaba a nadie. Nunca desilusionaba a nadie. Evitaba tres cosas; discutir, hablar demasiado e interferir en aquello que no era importante. También evitaba otras tres cosas; nunca hablaba mal de nadie, nunca se burlaba de nadie ni hablaba de los fallos de otros frente a nadie, tampoco criticaba a nadie. Sólo hablaba de aquellas cosas que merecen ser recompensadas. Cuando hablaba con sus Compañeros, éstos miraban el suelo [en muestra de respeto y atención] y era como si pájaros se hubieran posado en sus cabezas. Cuando el Mensajero de Dios ( ) dejaba de hablar, recién entonces lo hacían sus Compañeros. Nunca lo contradecían en su presencia. Cuando hablaba uno de sus Compañeros, el resto escuchaba atentamente hasta que hubiera completado lo que pretendía decir.
El Mensajero de Dios ( ) demostraba una extrema paciencia cuando escuchaba a un extranjero con un acento o dialecto difícil de entender. No le hacía ninguna pregunta hasta que hubiera completado lo que quería decir. De hecho, el Mensajero de Dios ( ) les ordenaba a sus Compañeros que asistieran a la persona que buscaba su ayuda. Nunca interrumpía a quien hablaba hasta que la persona hubiera completado su idea y se detuviera o se levantara para irse’. (Baihaqi)
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Modales y características del Profeta ( )
1. Intelecto destacable: El Mensajero ( ) tenía un intelecto excelente, completo y destacable. Ningún hombre ha tenido nunca un intelecto tan completo y perfecto como él. Qadhi Iyaadh16, que Dios tenga piedad de él, dijo:
‘Esto se hace evidente cuando el investigador lee la biografía del Profeta y entiende su situación y sus significativas y comprensivas palabras y tradiciones, sus buenos modales, su ética y su moral, su conocimiento de la Torah, el Evangelio, las Divinas Escrituras, su conocimiento de las palabras de los sabios, y el conocimiento de pueblos anteriores, y su capacidad de mostrar ejemplos e implementar políticas y modales correctos. Fue un ejemplo y un paradigma al cual su gente acudía en todas las ramas del conocimiento; actos de adoración, medicina, leyes de sucesión, linaje y otros temas. Conocía y aprendía todo esto sin leer ni examinar las Escrituras de quienes nos antecedieron, tampoco se sentaba con los expertos. El Profeta no tuvo una educación formal, y aún sin todo el conocimiento de lo anterior, fue encomendado como Profeta, sin saber leer ni escribir. El Profeta ( ) era sabio al máximo de su capacidad. Dios, el Altísimo, le informó de lo que había tenido lugar (en el pasado) y de lo que tendría lugar en el futuro. Es una señal de que el Dominio le pertenece a Dios, y de que es capaz de todo.ʹ17
16 Un gran sabio del Islam que escribió muchos trabajos, inclusive sobre la Biografía del Profeta. 17 Qadhi Iyadh, en su libro ‘Al‐Shifa bita’rifi Hoquqil‐Mostafa’,
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2. Hacer cosas en Nombre de Dios: El Profeta ( ) siempre realizaba acciones a través de las cuales buscaba complacer a Dios. Fue atacado y perseguido cuando invitaba a la gente al Islam; aún así, tuvo paciencia y toleró, y siempre tuvo esperanzas en la recompensa de Dios. Abdullah b. Masud dijo:
‘Es como si estuviera mirando al Profeta ( ) hablando sobre un Profeta que fue lastimado por su pueblo. Se limpió la sangre del rostro y dijo: ‘¡Oh Dios! ¡Perdona a mi pueblo pues no saben lo que hacen!’ (Bujari, 3290)
Yundub b. Sufyaan dijo que al Mensajero ( ) le sangraba un dedo durante una de las batallas, y dijo:
‘No eres más que un dedo que sangra; que sufre en el camino de Dios’. (Bujari, 2648).
3. Sinceridad: El Profeta ( ) era sincero y honesto en todo aspecto, tal como le había ordenado Dios. El Altísimo dijo en el Corán:
(Diles: Por cierto que mi oración, mi oblación, mi vida y mi muerte pertenecen a Dios, Señor del Universo, Quien no tiene copartícipes. Esto es lo que se me ha ordenado creer, y soy el primero [de esta nación] en someterse a Dios.) [6:162‐163]
4. Buena moral, ética, y compañerismo: A’ishah, su esposa, al ser preguntada sobre los modales del Profeta dijo:
‘Sus modales eran el Corán.’
Esto significa que el Profeta ( ) se regía por las leyes y mandamientos coránicos y se abstenía de lo que el Corán prohibía. Cumplía con los virtuosos actos allí descritos. El Profeta ( ) dijo:
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‘Dios me ha enviado para perfeccionar los buenos modales y completar las buenas acciones’. (Bujari y Ahmad).
Dios, el Altísimo, describió al Profeta ( ) de la siguiente manera:
(Ciertamente eres de una naturaleza y moral grandiosas.) [68:4]
Anas b. Malik fue el sirviente del Profeta ( ) durante diez años; día tras día, durante sus viajes y también cuando residía en Medina. Durante este tiempo, conoció los modales del Profeta. Al respecto dijo:
‘El Profeta ( ) no insultaba a nadie, tampoco era grosero ni maldecía. Cuando culpaba a alguien, decía: ‘¡Qué le sucede! Que su rostro se llene de polvo’. (Bujari, 5684).
5. Amabilidad y buenos modales: Sahl b. Sa’d narró:
“Le trajeron algo de beber al Profeta ( ) y bebió. A su derecha había un niño y a su izquierda unos ancianos. Le preguntó al niño:
‘¿Te molesta si les doy de beber?’. El niño respondió: ‘¡Oh Profeta de Dios! ¡Por Dios! No quisiera que nadie antes de mi beba de donde tu has bebido. Es mi derecho hacerlo [por estar sentado a tu derecha]18’. Entonces el Mensajero de Dios ( ) le dio de beber al niño”. (Bujari, 2319).
6. Amor por la reforma y la reconciliación: Sahl b. Sa’d narró que en una ocasión los del pueblo de Qubaa’19 lucharon entre ellos y se arrojaron piedras. El Profeta ( ) dijo:
18 Según la etiqueta islámica, siempre se debe empezar por la derecha. 19 Un pueblo en las afueras de Medina.
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‘Vamos a resolver la situación y hacer que hagan las paces’. (Bujari, 2547).
7. Ordenar hacer el bien y prohibir hacer el mal: El Mensajero de Dios ( ) vio un hombre con un anillo de oro20, se lo quitó y lo arrojó. Luego dijo:
‘¿Acaso pondrías una brasa caliente en tu mano?’
Cuando el Profeta ( ) se fue, al hombre le dijeron que tomara el anillo y lo vendiera para obtener una ganancia. El hombre dijo: ‘¡No, por Dios! Jamás lo tomaría después de que el Mensajero de Dios ( ) lo ha arrojado’. (Muslim, 2090).
8. Amor por la Purificación: Muhaayir b. Qunfudz narró que pasó junto al Profeta ( ) cuando estaba orinando, y lo saludó con la paz (Salaam), pero el Profeta ( ) no le devolvió el saludo hasta tanto no se higienizó e hizo la ablución y se disculpó diciendo:
‘No me gusta mencionar el nombre de Dios cuando no estoy en estado de pureza’. (Ibn Juzaimah, 206).
9. Cuidar las palabras: Abdullah b. Abi O’faa dijo que el Mensajero de Dios ( ) se ocupaba con el recuerdo de Dios; no hablaba en vano. Hacía largas sus oraciones y breves sus discursos; no dudaba en ayudar y encargarse de las necesidades de los que más lo precisaban, sean pobres o viudas. (Ibn Hib’ban, 6423).
10. Destacarse en actos de adoración: A’ishah dijo que el Profeta de Dios ( ) solía orar durante la noche hasta que se le hinchaban los pies.
20 Es prohibido en el Islam que los hombres utilicen oro.
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A’ishah dijo: ‘¿Por qué haces esto, Oh Mensajero de Dios, siendo que Dios ha perdonado tus pecados pasados y futuros?’. El Profeta ( ) dijo:
‘¿Acaso no debo ser un siervo agradecido?’. (Bujari, 4557).
11. Tolerancia y bondad: Abu Hurairah dijo que At‐Tufail b. Amr ad‐Dawsi y sus compañeros vinieron a saludar al Profeta().
Dijeron: ‘Oh Mensajero de Dios, la tribu de los Daws, se ha negado a aceptar el Islam, suplícale a Dios en contra de ellos. Alguien dijo: ‘¡la tribu de los Daws está condenada y será destruida!’. El Profeta ( ) levantó sus manos y contrariamente a lo solicitado dijo:
‘¡Oh Dios, guía a la tribu de los Daws y tráelos a nosotros!’.
12. Buen aspecto: Al‐Baraa’b b. Aazib dijo:
‘El Profeta ( ) era una persona de estatura media. Su espalda era ancha. Su cabello le llegaba a los lóbulos de las orejas. Una vez lo vi usando una vestimenta roja; nunca vi alguien más bello que él’. (Bujari, 2358)
13. Ascetismo y asuntos mundanos: Abdullah b. Masud dijo:
‘El Mensajero de Dios ( ) se durmió una vez sobre una estera. Se levantó y tenía marcas de la estera en su cuerpo. Le preguntamos: ‘Mensajero de Dios, ¿quieres que te hagamos una cama?’. Él respondió: ‘¿Qué tengo que ver yo con este mundo? No soy más que un viajero que viaja con su montura y se detiene bajo la sombra de un árbol, y luego retoma su viaje’. (Tirmidhi, 2377)
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Amr’ b. al‐Haariz dijo que el Mensajero de Dios ( ) no dejó riquezas tras su muerte. Sólo dejó su mula blanca, sus armas y una parcela de tierra que legó en caridad’. (Bujari, 2588).
14. Altruismo: Sahl b. Sa’d dijo:
‘Una mujer le regaló al Mensajero de Dios ( ) una túnica. El Profeta ( ) les preguntó a sus Compañeros: ‘¿Saben lo que es una túnica?’. Ellos respondieron: ‘¡Sí, Oh Profeta de Dios! Es una prenda tejida. La mujer dijo: ‘¡Profeta de Dios! He tejido esta túnica con mis propias manos para que tú la uses’. El Mensajero de Dios ( ) la tomó pues la necesitaba tremendamente. Luego de un rato, el Mensajero de Dios ( ) salió de su casa con la túnica puesta, y un Compañero le dijo: ‘¡Profeta de Dios! ¡Regálame esa túnica para poder usarla!’. El Mensajero de Dios ( ) le dijo: ‘Sí’. Se quedó sentado un momento y volvió a su casa, la dobló y se la dio a la persona que se la había pedido. Los Compañeros reprendieron a esta persona diciéndole: ‘No fue apropiado que le hayas pedido su túnica; especialmente si sabes que no se lo negaría a nadie ni dejaría que nadie se vaya con las manos vacías’. El hombre dijo: ‘¡Por Dios! Sólo se la pedí porque quiero que me envuelvan en esa túnica cuando muera’. Sahl, el narrador del Hadiz dijo: ‘La túnica fue utilizada como mortaja cuando ese hombre murió’. (Bujari, 1987)
15. Firme fe y entrega en Dios: Abu Bakr dijo:
‘Miré los pies de los paganos mientras estábamos en la caverna [huyendo de sus perseguidores durante la emigración]. Dije: ‘¡Oh Profeta de Dios! ¡Si alguno de ellos mirara hacia abajo nos vería!’. El Mensajero de Dios ( )
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dijo: ‘¡Abu Bakr! ¿Qué piensas de dos cuyo Tercero es Dios, el Altísimo?’ (Muslim, 1854).
16. Bondad y compasión: Abu Qatada dijo:
‘El Mensajero de Dios ( ) realizaba la oración mientras llevaba una niña llamada Umaamah, hija de Abul‐Aas. Cuando se inclinaba, la ponía en el suelo, luego se paraba, y la cargaba en brazos nuevamente’. (Bujari, 5650).
17. Simplificación y facilidad: Anas narró que el Mensajero de Dios ( ) dijo:
‘Comienzo la plegaria con la intención de extenderla, pero cuando oigo llorar a un niño, la acorto pues sé que la madre de ese niño sufre por su llanto’.
18. Temor a Dios, tener cuidado de no traspasar Sus límites y ser devoto: Abu Hurairah narró que el Mensajero de Dios ( ) dijo:
‘A veces, cuando regreso con mi familia, encuentro un dátil en mi cama. Lo tomo para comerlo; pero tengo miedo de que haya sido entregado en caridad21, por lo que lo dejo en su sitio’. (Bujari, 2300).
19. Ser generoso: Anas bin Malik dijo:
‘Cada vez que una persona aceptaba el Islam el Mensajero de Dios ( ) le concedía lo que pedía. A un hombre el Profeta ( ) le regaló un rebaño de ovejas que estaban pastando entre dos montañas. El hombre regresó a su pueblo y dijo: ‘¡Oh mi gente acepten el Islam! Muhammad
21 Fue prohibido por Dios para el Profeta y su familia aceptar cualquier forma de caridad.
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( ) da tan generosamente como quien no teme a la pobreza’. (Muslim, 2312)
20. Cooperación: A A’ishah le preguntaron una vez cómo se comportaba el Profeta ( ) con su familia. Ella respondió:
‘Ayudaba a todos los miembros de su familia con sus tareas; pero cuando llamaban a la oración, se retiraba para realizar sus oraciones (en la mezquita)’.
Al‐Baraa bin ‘Azib dijo:
‘Vi al Mensajero de Dios ( ) el Día de la batalla de “la Trinchera” llevando tierra [que habían sacado de una trinchera] hasta que su pecho estuvo cubierto de polvo. Era un hombre velludo. Le oí repetir unos versos de la poesía compuesta por Abdullah b. Rawaahah: ‘¡Oh Dios! Si no hubiera sido por Ti, nunca habríamos sido guiados, ni habríamos ofrecido oraciones ni dado en caridad. ¡Oh Dios! Que la tranquilidad descienda sobre nosotros, y haznos firmes al enfrentarnos con nuestros enemigos. ¡Ciertamente han trasgredido en nuestra contra! ¡Y si desean una sedición, la rechazaremos! Y levantaba su voz al recitar esos versos’. (Bujari, 2780).
21. Honestidad: A’ishah dijo:
‘Un rasgo característico del Profeta ( ) era que detestaba la mentira. Si un hombre mentía en presencia del Profeta ( ) le esgrimía la mentira hasta saber que se había arrepentido de ella’. (Tirmidhi, 1973)
Aún sus enemigos daban cuenta de su honestidad. Abu Yahl, uno de sus más acérrimos enemigos, dijo: ‘¡Oh Muhammad! ¡No digo que eres un mentiroso! Sólo niego el mensaje que predicas y aquello a lo que convocas a la gente’. Dios, el Altísimo, dice:
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(Por cierto que sabemos que te apena lo que dicen [sobre ti]. No es a ti a quien desmienten, sino que lo que los inicuos rechazan son los signos de Dios.) [6:33]
22. Honrar los límites establecidos por Dios: A’ishah dijo:
‘El Profeta ( ) siempre escogía la más fácil de dos opciones, en tanto y en cuanto no implicara un pecado. Si el acto era pecado, se alejaba de él lo más que podía. ¡Por Dios! Nunca tomaba venganza. Sólo se enojaba cuando la gente trasgredía los límites y fronteras de Dios; en ese caso, hacía justicia’. (Bujari, 6404)
23. Expresión facial placentera: Abdullah bin al‐Hariz dijo:
‘Nunca vi un hombre que sonriera tanto como el Mensajero de Dios ( )’. (Tirmidhi, 2641).
24. Honestidad y lealtad: El Profeta ( ) era bien conocido por su honestidad. Los paganos de La Meca – que tenían una hostilidad declarada contra él – le confiaban sus objetos de valor. Su honestidad y lealtad fueron puestas a prueba cuando los paganos de La Meca persiguieron y torturaron a sus compañeros y los expulsaron de sus hogares. Él le ordenó a su sobrino, Ali b. Abi Talib que pospusiera durante tres días su emigración para devolverle a la gente los objetos encomendados en custodia’.22
Otro ejemplo de su honestidad y lealtad queda demostrado en la Tregua de Hudaibiyah, a través de la cual él estuvo de acuerdo con el artículo del tratado que decía que todo hombre que abandonara al Profeta ( ) no le sería devuelto, y todo hombre que abandonara La Meca para unirse al Profeta, sería devuelto a ellos. Antes de concluir el tratado, un hombre llamado Abu
22 Biografía de Ibn Hisham, Vol. 1, p.493 [Edición Árabe].
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Yandal b. Amr había logrado escapar de los paganos de La Meca y corrió a sumarse a Muhammad ( ). Los paganos le pidieron a Muhammad que cumpliera su promesa y les devolviera el prófugo. El Mensajero de Dios ( ) dijo:
‘¡Abu Yandal! Ten paciencia y pídele a Dios que te la conceda. Dios seguramente te ayudará a ti y a quienes son perseguidos y te facilitará una salida. Hemos firmado un acuerdo con ellos, y ciertamente hemos de cumplirlo y no comportarnos de manera traicionera’. (Baihaqui, 18611).
25. Valentía y coraje: Ali dijo:
‘¡Deberían haberme visto el Día de Badr! Nos refugiamos con el Mensajero de Dios ( ). De todos nosotros, él era el que estaba más cerca del enemigo. Ese día, el Mensajero de Dios ( ) fue el más fuerte de todos nosotros’. (Ahmad, 654).
En cuanto a su valentía y coraje en circunstancias normales, Anas b. Malik dijo:
‘El Mensajero de Dios ( ) era el mejor de los hombres y el más valiente. Una noche, el pueblo de Medina tuvo temor y envió a algunos jinetes hacia los ruidos que se oían. El Mensajero de Dios ( ) se los encontró mientras regresaba de donde provenía el sonido, luego de asegurarse de que no hubiera ningún problema. Venía a lomo de un caballo que le pertenecía a Abu Talhah sin montura, y tenía una espada consigo. Le dijo a la gente: ‘¡No teman! ¡No teman!’.
Se encontró con los jinetes mientras iba a caballo sin montura, y llevaba su espada, pues podría ser necesaria. No esperaba que los demás verificaran el origen de los problemas.
En la Batalla de Uhud, el Mensajero de Dios ( ) consultó a sus Compañeros. Ellos le aconsejaron combatir, mientras que él no
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veía necesidad de hacerlo. No obstante, aceptó su consejo. Los Compañeros, al saber lo que sentía el Profeta, se lamentaron por lo que habían hecho. Los Ansar le dijeron: ‘¡Oh Profeta de Dios! Haz lo que te parezca’. Pero él respondió:
‘No es digno de un Profeta quitarse su atuendo de combate sin pelear’. (Ahmad, 14829).
26. Generosidad y hospitalidad: Ibn Abbas dijo:
‘El Profeta ( ) era el más generoso de los hombres. Era aún más generoso en Ramadán cuando se encontraba con el ángel Gabriel; se encontraba con él todas las noches durante Ramadán para practicar y revisar el Corán. El Mensajero de Dios ( ) era tan generoso, como los vientos bondadosos”. (Bujari, 6).
Abu Dharr dijo:
‘Iba caminando con el Profeta ( ) en la Har’rah (región volcánica) de Medina y nos encontramos frente al monte Uhud; el Profeta ( ) dijo: ‘¡Abu Dharr!’. Le dije: ‘¡Aquí estoy Oh Mensajero de Dios!’. Él respondió: ‘No me complacería tener una cantidad de oro igual al peso del Monte Uhud hasta tanto no lo gastase y lo diese (en nombre de Dios) en una o tres noches. Me guardaría un Dinar para ayudar a quienes tienen deudas”. (Bujari, 2312).
Yabir b. Abdullah dijo:
‘El Profeta ( ) no se negaba a dar nada de lo que tenía si alguien se lo pedía’. (Bujari, 5687).
27. Timidez y modestia: Abu Sa’id al‐Judri dijo:
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‘El Profeta ( ) era más modesto y tímido que una virgen. Si algo no le gustaba, lo notábamos por sus expresiones faciales’. (Bujari, 5751)
28. Humildad: El Mensajero de Dios ( ) era la persona más humilde. Era tan humilde que si un extraño entraba a la mezquita y se acercaba adonde el Profeta ( ) estaba sentado con sus Compañeros, no podía distinguirlo de sus Compañeros.
Anas bin Malik dijo:
‘Una vez, mientras estábamos sentados con el Mensajero de Dios ( ) en la mezquita, se acercó un hombre en su camello, lo ató con una cuerda y preguntó: ‘¿Quién de ustedes es Muhammad?’. El Mensajero de Dios ( ) se encontraba sentado en el suelo con sus Compañeros. Le indicamos al beduino: ‘Este hombre blanco, que está sentado en el piso’ porque el Profeta ( ) no se distinguía de sus Compañeros.
El Profeta ( ) no dudaba en ayudar a los pobres, los necesitados o las viudas en sus necesidades. Anas b. Malik dijo:
‘Una mujer de Medina que estaba algo demente le dijo al Profeta ( ): ‘Tengo que pedirte algo’. Él la ayudó y se ocupó de sus necesidades’. (Bujari, 670)
29. Misericordia y Compasión: Abu Masud al‐Ansari dijo:
‘Un hombre vino hacia el Profeta ( ) y dijo: “¡Mensajero de Dios! ¡Por Dios! Yo no rezo la oración del alba (en la mezquita) porque fulano la alarga” Dijo el narrador: ‘Nunca vi al Mensajero de Dios ( ) pronunciar un discurso con tanto enfado. Dijo:
‘¡Gente! ¡En verdad hay entre ustedes de esos que persiguen a las personas! Si dirigen a la gente en la oración, sean breves.
Muhammad, el Mensajero de Dios ( )
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Hay personas ancianas y débiles y otros con necesidades especiales detrás de ustedes en la oración’. (Bujari #670)
Osama bin Zaid dijo:
‘Estábamos sentados con el Mensajero de Dios ( ). Una de sus hijas envió a una persona a llamarlo para que la visite a ella y a su hijo; que estaba agonizando. El Mensajero de Dios ( ) le dijo a la persona que le dijese a ella: ‘A Dios le pertenece lo que toma, Él le ha dado a todo un límite de tiempo. Le ordena que sea paciente y que busque la recompensa en Dios, el Altísimo´. Su hija envió de vuelta a la misma persona diciendo: ‘¡Profeta de Dios! Su hija le pide por Dios que venga’. El Mensajero de Dios ( ) se paró, Saʹd bin Ubaadah y Mu’adth bin Yabal lo acompañaron. El Mensajero de Dios ( ) se sentó junto al niño que estaba agonizando. Los ojos del niño se congelaron como piedras. Al ver esto el Mensajero de Dios ( ) lloró. Sa’d le preguntó, ¿Qué es esto Profeta de Dios?’ Él dijo: ‘Es la misericordia que Dios, el Altísimo, coloca en los corazones de sus siervos. Dios es misericordioso con aquellos que son misericordiosos con los demás’. (Bujari #6942)
30. Perseverancia y Perdón: Anas bin Malik dijo:
‘Una vez, estaba caminando con el Mensajero de Dios ( ) mientras él llevaba una túnica Yemenita con un cuello de bordes ásperos. Un beduino lo agarró fuertemente. Miré al costado de su cuello y vi que el cuello de la túnica le había dejado una marca. El beduino dijo: ‘¡Oh Muhammad! Dame [algo] de la riqueza de Dios que tu tienes’. El Mensajero de Dios ( ) se giró hacia el beduino, sonrió y ordenó que le entregasen [algo de dinero]’. (Bujari # 2980)
Muhammad, el Mensajero de Dios ( )
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Otro ejemplo de su perseverancia es la historia del Rabino Judío, Zaid bin Saʹnah. Zaid le prestó algo al Mensajero de Dios ( ). Zaid dijo:
‘Dos o tres días antes de la devolución de la deuda, el Mensajero de Dios ( ) asistía al funeral de un hombre de los Ansar. Abu Bakr, ‘Umar, ‘Uzman y algunos otros Compañeros, estaban con el Profeta ( ). Después de rezar la oración fúnebre se sentó junto a una pared, y yo fui hacia él, lo agarré de los bordes de su cuello, lo miré de manera severa, y le dije: ‘¡Muhammad! ¿No me pagarás la deuda del préstamo? ¡Yo no conocí a la familia de Abdul‐Mutalib para que se demore la devolución de mi deuda! Miré a Umar b. al‐Jattaab ¡sus ojos estaban llenos de rabia! Me miró y dijo: ‘¡Enemigo de Dios, ¡¿Le hablas al Mensajero de Dios y te diriges a él de esta manera?!. ¡Por el que lo envió con la verdad, de no haber sido por el miedo de perder (la entrada al Paraíso) te hubiera decapitado con mi espada! El Profeta de Dios ( ) miraba a ‘Umar de manera calma y pacífica, y dijo: ‘¡Umar, nos hubieras dado un consejo sincero, en lugar de hacer lo que hiciste! ¡Umar, ve y págale la deuda, y entrégale veinte Sa’a (medida de peso) extra por haberlo asustado!’ Zaid dijo: ‘Umar se fue conmigo, y me pagó la deuda, y me entregó los veinte Sa’a extras. Yo le pregunté: ‘¿Qué es esto?’ Él dijo: ‘El Mensajero de Dios ( ) me ordenó que te lo diera, porque yo te he asustado. ‘Zaid luego le preguntó a Umar: ¿Umar, sabes quien soy yo?’ Umar dijo: ‘No, no lo sé ‐ ¿Quién eres?’ Zaid dijo: ‘Yo soy Zaid b. Sa’nah’. Umar indagó: ‘¿El Rabino?’ Zaid respondió: ‘Sí, el Rabino.’ Umar le preguntó luego: ‘¿Qué te ha hecho decir lo que le has dicho al Profeta?’ Zaid respondió: ‘Umar, he visto todos los signos de un profeta en el rostro del Mensajero de
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Dios ( ) excepto dos: su paciencia y perseverancia anteceden a su ignorancia y la segunda, cuanto más duro eres con él, más amable y paciente se torna, y ahora estoy satisfecho. Umar, te tengo como testigo y atestiguo que no hay Dios excepto Dios, mi Religión es el Islam y Muhammad ( ) es mi Profeta. También te tomo como testigo de que la mitad de mi riqueza –y yo estoy entre los más ricos de Medina – la entregaré por la causa de Dios a la totalidad de la comunidad. ‘Umar dijo: ‘No será posible distribuir tu riqueza a la totalidad de la comunidad. La tendrás que distribuir a algunos de la comunidad de Muhammad ( )’. Zaid dijo: ‘Dije: entonces distribuiré (en proporción) riqueza a algunos de la comunidad de Muhammad’. Zaid y Umar volvieron donde el Mensajero de Dios ( ). Zaid le dijo: ‘Atestiguo que nada ni nadie merece ser adorado sino Dios, y que Muhammad ( ) es siervo y mensajero de Dios’. Así fue como creyó. Murió en la Batalla de Tabuk cuando se enfrentaba al enemigo‐ que Dios tenga piedad con Zaid’. (Ibn Hibban #288)
Un ejemplo de perdón se hace evidente cuando ofrece su amnistía total a la gente de La Meca después de la conquista. Cuando el Mensajero de Dios ( ) reunió a la gente que lo había perseguido, torturado y abusado de sus compañeros, y los llevó afuera de la ciudad de La Meca, y les dijo:
‘¿Qué creen que tendría que hacerles?’ Ellos dijeron: ‘¡Tú eres un hermano y sobrino bondadoso y generoso!’ Él dijo: ‘¡Retírense – son libres!’ (Baihaqi #18055)
31. Paciencia: El Mensajero de Dios ( ) era un modelo de paciencia. Fue paciente con su pueblo antes del Islam; ellos adoraban ídolos y actuaban pecaminosamente. Él fue paciente y
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tolerante con la persecución y el daño que los paganos de La Meca les causaron a él y a sus compañeros y buscó la recompensa en Dios. También fue paciente y tolerante con el maltrato de los hipócritas en Medina.
Fue un paradigma de paciencia cuan