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Mujer en El Baño

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  • Mujer en el bao

    MANUEL RIVAS

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  • Mujer en e] bao

    MANURRIVAS

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    I'JI~ 211 J( :",', '" 1

  • 'Qu haba cambiado en la mujer del bao?:Po~ qu senta ahora como intensa mel~co~a loque ante ...me haba pared.do una esplndida ytriunfal sonrisa? En un abnr y cerrar ele ojos, sehaba convertido en mi doe-doe. Esa locucin tang-allega,eres "1 'lile me duele, para.nombrar a.la mu-jer amada, adquira pleno seno~o. ~a qmse ..Medola. Hechizado, por qu tema miedo? Miedopor ella. Por qu interpretaba su sonn:a como unSOS? En la baera, como un ultrasonido, sus La-bios murmuraban el cdigo de auxilio en el mar, lallamada que estremece: lvfayday) moyda)', 'moyday!

    'Iena un encargo que acog como una misin.Pero yo no haba pensado hablar d: la muj~r.en elbao, a quien conoca de una pnmera 1,'151ta alMuseo Thyssen en Madrid y por alguna repro-duccin r a quien situaba en la superficie lisa de lointrascendente. Una criatura simptica. con la t-pica sonrisa de la mitologa popoPero yo no haba\;5(0 nada especial en ella. ~o me haba causadoninguna emocin. Las cosas como son. "Io fui ensu bsqueda. Llevaba otro propsito. Caminabahacia otro paisaje de figuras femeninas. La pro-puesta de Toms Llorcns, el directo~ de la pinaco-teca, era sencilla y atractiva: un escotar escoge un

    Mujer en el bao

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    F.lautor

    incondicional a Jo que Voltaire llamaba el part-do ele la risa.

    Una buena parte de los trabajos que siguen ala Mujer en el bao aparecieron publicados en el ElPais Semanal, en una seccin que fue mudando sunombre: Escalera de incendios, Un sberpa ro Londresy Provocaciones. ;\li agradecimiento especial a lexMartnez Roig, que tiene el don de poner alas aquien escribe, }' a Toms Llorens, director delMuseo Thysscn, que me abri las puertas paraque pudiese charlar en la intimidad con la :UlIjtren el bao.

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    l se dio cuenta r se alej por el pasillo con la prisadel inoportuno avergonzado. L1e~( un momentoen que todos pasaban de largo. Fn la contemplacin pblic 1 hay una regla no escrita de relevo.Algo as como en los antiguos salones de baile:.,;~ le la cede?, Pues yo deba tener cara de decirque no. De ninguna manera. Otra vez ser, to.Me' haba elegido ;l m. Era el reclamo de la felici-dad. ~o una felicidad abstracta, sino la felicidadposible: iccesible. Al alcance. 1.0 que haba en ellade reclamo, de mujer de anuncio publicitario, eralo que ln~ me atraa: era lo l{ue 1:1 hacia verdad..l\1c sent 11n hombre corriente. Sent la cariciapopo Sent la feliz excitacin de estar en este rnun-do, aqu y ahora. Esto fue lo primero que me dijola mujer del bao: Eh, querido! Yacasi estoyl- -.Fue eso lo que o, no es verdad?

    Qu fcil r dulce era 1;1 complicidad con lamujer en el bao! Cuando lile acerqu ms, ellame murmur unos versos que yo recordaba vaga-mente hasta que identifiqu J,1 exacta procedenciagracias al oportuno registro en el Departamentoele Grabaciones Sentimentales. Venan de uno deesos bcsr-sellcrs de autoayuda, de autocstirna, diri-gido en este caso a las muiere ....un libro insustan-cial que yo haba estado hojeando una noche, porcasualidad, en una habitacin de paso. O no fuecasualidad? Lo que deca aquella mujer triunfado-ra.Io que repct ia lamujer U1el bao, era esto: Meveo a m misma a trav es de los ojos de los dems.J\le fastidia despertar pensando en qu van a pensarde n. So) fea'; Soy hermosa] Qu formas tomo

    cuadro, se mete en l y habla de lo que le sugiere.Pens en el mismo impulso que llev a Alicia a se-guir al Conejo blanco con los ojos color de rosa. Alaceptar la propuesta, ya tena un preferido, unaimagen, un agujero. Caminaba, pues, decidido ha-cia LtI maana de Pasma, de Caspar David Frie-drich. Quera internarme en aquel nusteno. Que-dar con elI.IS suspendido en aquella 111/ de cogulo,en la eternidad perpleja. y desde all, desde esa re-doma crepuscular, hablar del Romanticicmo. Deese big bang 'lile cambi el sentido de Lt miradahumana, detonante de todas las corrientes \ van-guardias. .

    Pero alguien haba abierto la puerta del bao,T:l1 h~ancu:a de los ~zul~j(ls refl~iaha una luz pren-SIl. Nos miramos. Sent el crcpuur de las pestaas,el estallido de las pompas de jabcn, r Jo que Ka-bokov, quizs con un algo de irona, lI..m el alereo del lepidptero. El efecto de un encuentrocausal que me situaba, de repente, fuera del mu-seo. Si yo ya haba estado all, si \'0 recordaba elcuadro, por qu no haba visto antes, ver de ver-dad, la "1111~en el bao? 1.0 curioso es que ahoraslo la vea a ella. La mujer del bao me recibaconfiada, alegre, seductora. O era eso lo que \'0quera creer? .. A ~ me eligi ella. Piensan que estoy obse-sionado? Acaso no era a m a quien miraba? Circu-laha ms gente por all, pero pronto nos dejaronsolos. Tncluso alguien que se detuvo ms de lo nor-mal, un intruso en la perspectiva, se volvi final-mente hacia m y musit una disculpa. iS. seor!

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    7 El informe se refiere a 199;. En los aos posteriores rhasta hoy. las eilras 1..'11 lo que respecta a la llamada violenciade zncro se mantuvieron en esa cscalofrianre magnitud."Para un segurrmcaro eleestr tragedia en marcha que es el te-

    rror domstico puede consultarse, por ejemplo, la direccin:w'....\t'.nodo50.un:-:ml....resrcd/violencia/htm.

    ~o slo se hablaba de eso, no slo de los sesentaJSc.!Sinalos,sino que se hablaba tambin de unosmil casos oc agresiones graves y de un total de,'einticinco mil denuncias por malos tratos ....Todospodemo'- imaginar el nmero de casos que no sondenunciados, que no son conocidos, que no emer-I!en. Acoso, amenazas, humillaciones. Cuntos~uicidios no tendrn su causa en esta gturmz suciacontra las mujeres? lIay cosas que pasan COI1 tantafrecuencia que parecen ya incorporadas a la natu-ralidad de la vida, aunque esa normalidad sea unaverdadera naturaleza muerta, a la manera del arteaurodcstructivo que llev al lmite Gusta" Merz-ger cuando pint sobre un lienzo de nylon concido clorhdrico: el cuadro se iba destruyendo a smismo. As, el puetazo de la realidad muestracomo pieza de teatro macabro. como el mayorsarcasmo de la Historia. el principio universal deauxilio en naufragios y catstrofes: Las mujeresr los nios primero!. y: as es, son las mujeres ylos menores las vctimas primeras en todas las cla-sificaciones del si: Irimienro humano. La dimen-sin terrorfica de los crmenes contra las mujeres- tan inquietante en la Espaa de hoy r con unadramtica extensin pJanetaria- debera hacemos

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    * Dorothy Iongcward,

    en los ojos de sus mentes? Oh, DIOS, espero gus-tarles! Por favor, haz 411t; les guste lo que yen".

    Unos escolares de \ isita guiada por el museose acercan al cuadro de la mujer en el bao y des-pus les preguntan qu les parece. Me gusta cmose re, dice uno, pero por qu se re de esa forma?Porque la estn mirando. l" quin la mira? 'lo-dos. La miran todos. Es una mujer de anuncio.Pero y qu anuncia? T .os nios siempre aciertancon las preguntas. La ltima que escuch de unnio fue: ..~y Dios, qu come?. Pregunta denio gallego.

    Ese da, el da en que caminaba hacia La moa-na de Pascua de Friedrich v me encontr con lamadonna popo con esta mujer de exultante felici-dad, cn un bao que en mi imaginacin se presen-ta t"0010 una gigantesca copa de champ.in, sensa-cin acentuada por la tcnica de las burbujas, delos puntos Bcnday, pues bien, ese da, ese mismoda, como colndose por una rendija en la agendaconvencional que se nos marca desde el poder odesde los 71Ii7SSmedia, se daba a conocer un informeestremecedor, una de esas bofetadas de realidadque pese a no estar precisamente en la primera p-gina es de las que actan corno un interruptor queilumina con luz hiriente. en fogonazo, la parleoculta, subterrnea, de la arquitectura siniestra ocla sociedad en la que vivimos. Era un informe don-de se hablaba de sesenta asesinatos de mujeres amanos de sus maridos durante este ao en Espaa.

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    Cuando un cuadro te elige, la primera sensa-cin es la de dar un paso adelante y callar, quedaren silencio, porque esa clase de pintura, ~a de losgrandes cuadros que nos producen un ImpactoemoltVO,que nOS perturban, qu

  • que muestran escenas de guerra, aquellas inspira-das en las vietas, en los cmics, en los tebeos dehazaas blicas, y que la mirada puede interpretarcomo alegoras pop de la violencia, del choquebrutal, el drama de la poca. El lo niega; inclusocuando su obra es utilizada como smbolo en pro-restas pacifistas, l niega esa intencionalidad. Porsupuesto, no es que fuese una persona insensible.En absoluto. Lichtenstcin afirma con claridad quees pacifista. qu_econoce muy bien las brutalidadesde la guerra. El mismo particip en una, en unagran guerra. Y particip, aclara, como cualquierotro. Lo ...testimonios biogrficos de Lichtens-tein tienen el estilo de su arte. l se define comouna ~(personacorriente, de esa gente corriente ala que Dios estima tanto y por eso, como decaAhraham Lincoln, tanta hizo. Tanta gente co-rriente. Ro)' se identifica con esa condicin depersona normal, de persona corriente, nacida enuna familia de clase media y con una infancia mso menos feliz,

    El hecho de participar como soldado luchandocontra los nazis en la Segunda Guerra Mundial seajusta muy bien con esa normalidad. Es una ac-titud pica, pero de una pica compartida con mi-llones y millones de personas. Es la pica de sutiempo. Despus, con elmismo espintu optimista,compartir los sueos de esas mismas personascorrientes. Formar una familia. Luchar pormantenerla y mejorar su situacin. Deseos nor-males, pero tan frgiles, arduos y complejos.Compagina su trabajo de pintor y enseante con

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    cuando la obra merezca la pena. Actuarn como~adrones.Le preguntan en un jUJC10 a un persona-Je ~e un relato de Hall} Gifford: Ya usted porque se le ocurri atracar bancos?, y l respondecon parsimonia: Es ah donde est el dinero ;0'L ' ~no ~>. O~ o,oe;se apropian de los cuadros. Dejan

    coplas en la.. paredes, pero llevan con ellos la luzextra para almacenarla en un lugar del cerebroque podramos llamar el Museo de las Almas Per-didas. Ahora. en el momento del impacto, calla-mo~. Pero despus esa luz extra sera la que hagapos.lble la re-~xiMencia. Cuando se injerta en elespino de la VIda,el cuadro renace y pide hablar.Los colores, las lneas, las formas, se descornponen en palabras que llevan memoria en los hom-hros, en el lenguaje.

    Lo que nos dice el cuadro es, a veces, difcren-te de 10 que nos dice el autor. La voz del cuadroadems. va cambiando con el tiempo. En aos:pero tambin en horas, en minutos. .

    La ~1ujer en el bao, la rnadonna pop. sonre yyo le digo lo que de ella dijo su pintor. Rol' Lichtensrein. Le digo que nace simplemente comouna experiencia de comunicacin visual en laque el mensaje y la intencionalidad social no exis-ten. F.so fue lo que dijo explcitamente sobre estaobra. Comprendo que puede resultar duro decirleeso a una mujer, o a cualqurera, T eres una ima-gen sin mensaje. Lichtenstein siempre rechazuna inrencionalidad social o critica. Incluso cuan-do se le supona una mayor intencin irnica. undoble sentido en sus creaciones, por ejemplo k.

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    Ilahla con irona de neo-zen. Ms que una crti.caestoy h~clendo una observacin obvi.a.Fuera eXIs-te el mundo, ah est. El pop-art mira ,,1mundo,)arecc aceptar su contorno, que no es ni bueno ni~alo, sino diferente. Se manifiesta ot ra actitudmental, otra forma de percepcin. Un desafo a laconvencin catastral que separa alta y baja culturaen una jerarquizacin tantas veces falsa. /\1 revsde Loque sucede con li Gntopardo, Ro) no preten-de cambiar nada y lo cambia todo. Es lo llllC suelepasar cuando la irona entra en juego. I:~Iironapone :1 prueba la calidad del arte y, tambin, de lasociedad en la 'lue se produce.

    Nn es (orzado hacer un paralelismo de 10 quesignific el pop-art en relacin con el arte anteriorv lo que pudo representar el QUijote en la literatura de su tiempo. La intencin evplcita de Cervantes, formulada en el prlogo, es comliaur todasesas locuras de la novela de caballeras, cornbutiiun gnero de escapisrno. Ese irnico propsit.fue derivando en la propia obra, como un movi-miento gravitatorio iruerno, hacia un extraordi~a-rio tratado de la condicin humana. Algo parecidosuceder con el Ulises de joyce :"Joolvidemos quesu personaje, el gran personaje contemporneo, elhombre corriente que es Leopold Bloom, es unpublicista que anda por Dubln intentando c?nse-guir anuncios. En el Ulises aparecen textos literarios que son parodias de anuncios de prensa. Joyce, desde luego, es muy perspicaz. Quin mejorpuede encamar al hombre contemporneo ~lIeun publicista, un modesto captador de anuncios?

    los encargos de escaparatista, de dibujante tcni-co. Los firma. No tiene prejuicios. lIay otros pin-tores con distinto criterio, quizs porque se SIen-ten ms lirc, en la (JItacultura, como ocurre conJaspe! johns, que tambin disea escaparates,hace trabajos de encargo, de arte comercial, perooculta su nombre. No quiere que se sepa y utilizaseudnimos. Vive 1.1 esquizofrenia del artista, en-tre la creacin pura } el trabajo para el sustento.

    Liclucnstein no parece padecer ese desdobla-miento. Insiste en definirse COmO persona muynormal, que no tiene ningun mensaje especial quetransmitir a la sociedad}' que no considera tras-cendente su obra. Es muy rotundo:

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    Benday, un creador muy tcnico que trabaj en elmundo de la comunicacin visual, con una imagi-nacin prclica que aprovecharon sobre todo lospublicistas- y luego est la economa de lneas que.lpOrta el cmic y la psicologa del color.

    Se cuenta una ancdota muy paver:l de T.ich-rensrein. Le preguntaron cmo se haba inspiradopara ese tratamiento tan revolucionario del color.y l respondi: Por un lado, Czannc, y porotro... ilos envoltorios de los chicles que compra-ban "U" hijos! IIenri Cartier-Bresson hablaba delmomento decisivo....cuando algo especial se ma-nifiesta, se deja ver, en el continuo Iry venir de labsqueda artstica, y hay que atraparlo antes deque vuelva J desaparecer. Hay un momento deci-sivo, una epifana en la obra de J .rchtensrein, enalguien que en sus comienzos de los ao", cincuen-ta tambin se serva del expresionismo abstractopara volar alto. Fue el da en que sus hijos le pidie-ron por favor ~l11epintase a Mickey Mouse y alpato Donald. El es un padre complaciente. Haceesas reproducciones para divertirlos. Hasta quellega el momento en que se da cuenta de que esaspresencia .., e,as figuras populares, tienen tambinpara l un significado y las introduce en ese fondode expresionismo abstracto. El juego crea unanueva realidad. La casualidad resulta causal. Esuna mezcla reactiva. Quizs pas algo parecidocuando el hombre de las cavernas pint la manovaca v naci el arte otra. Quizs hubo un nioque pidi algo diferente. Las convulsiones en elarte se dan cuando un ojo mira lo que ocurre en la

    (Ahora mismo sera quizs 1111 periodista: !Ko esel periodista el obrero de la posmodcrnidad") Unade las imgenes ms entraables ele este ser con-temporneo es la de Leopold Bloom en uno desus escasos momentos de gloria, de verdadera rea-Iizacin: cuando llega el n~omento de coger el pe-ridico }' sentarse en el retrete para leerlo. Creoque es una de las representaciones ms acertadas rprecisas de la biografa del hombre de este tiem-po. La mujer aqu no est sentada en el retrete le-yendo el peridico, sino que ea en el bao. Peroestamos hablando tambin de otro momento su-blime en la mitoluga contempornea.

    \~lJllOSviendo cmo el arte pop es muy corn-prometido, por ms que se haya caracterizadocomo light. Para algunos pelmas todo es ligh, deno ser plomo pintado o impreso. Hablamos de uncompromiso que se encama en la forma. Lich-tenstein se refiere a una nueva percepcin, a unamanera de sentir, de trahajar los sentidos. que re-quiere nuevas expresiones. Se inspira fundamen-talmente en la publicidad, en el cmic, en losplli-s'~it~1'de 1)isney. Aprovecha, estiliza. las fascinantestcnicas desarrolladas al amparo del f,rran desarro-llo de la publicidad impresa)' de Id industria deentretenimiento. Un elemento clave son los lla-mados puntos Hmda)'. esa manera de tramar. desombrear y crear espacios. Estos puntos hicieronSil aparicin a finales del siglo XIX y se extendierona principios del x.x en todas las tcnicas de impre-sin, con el auge de las revistas ilustradas. El nom-bre hace referencia l su inventor, el tipgrafo

  • lidad. La melancola, en este caso, es una defensahumanista. Ya veremos el porqu.

    Delante de esta mujer tenernos una sensacinI11uyextraa. Creo que el tiempo pinta. El autoraseguraba que no tena ninguna intencionalidad,no pretenda dar ningn mensaje. Pero elcuadro yano le pertenece. Le dijo adis, como Pessoa ~uetambin trabaj ocasionalmente como publicista yhasta pens en un plan de promocin tursticapara Lisboa-les deca adis con un pauelo en lamano a sus poemas. Es la mujer en el bao qU1enhabla, ya no es Lichtenstein, y a medida que vapasando el tiempo, que van pasando tos aos, quevan pasando las cosas. que la experiencia se va in-corporando. porque el tiempo va pintando con elleo de la melancola, esa mujer va siendo msreal. Ms inquietante su presencia. No por ella,sino por lo que nos dice. Quizs ha sido ella quienha transformado el cuadro desde dentro, limpian-do el vaho con la esponja.

    Lichtenstein insisti. Trat de pintarla contoda la frialdad, sin ningn enigma, sin doble sen-tido. Sin querer decirnos nada. Es una experienciade impacto visual, de comunicacin visual. Peroesta mujer se desentiende de su autor y nos vacontando muchas cosas que jams esperaramosor de sus labios. La sonrisa se le va apagando conel paso del tiempo. Creo poder asegurar que son-re menos ahora que cuando la pint Lichtensrein.Es una mujer que en principio no tiene nombre.Procede de la publicidad y. por lo tanto, pertenecea la nueva realidad, a un mundo de ilusiones, a una

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    calle, tambin en el callejn interior, y el otro enla historia del arte. Cuando se produce esa inter-seccin, ese cruce sbito de miradas con trayecto-rias a priori tan distintas, inciuso contrapuestas, elojo que mira a la calle y el ojo que mira a la me-moria artstica, el ojo de Roy que prende en los di-bujo~ animados que les gustan a sus hijos y el ojode Lichtenstein que estudia a Picasso, se es suparticular momento decisivo.

    La .'\tlujer en el bao es, en su tcnica actual, unmodelo ejemplar de arte popoAh estn los puntosBenday, FI tratamiento simple del color. La eco-noma de las lneas. Y la innegable gnesis publici-taria. Y, no obstante, Virgen Santa', por qu erestan real, nena?

    Cuando cuestionaba el arte anterior, Lich-tenstein declar que el pop-an imita al mundo, almundo real. El mundo real? Sus fuentes de inspi-racin, ya se dijo, son las bandas diseadas, lospersonajes de Disncy, la publicidad, los catlogosde electrodomsticos ... De qu realidad estamoshablando? El deca que no era tomo, que preferasentarse a la sombra de un rbol que de una esta-cin de gasolina. Pero los OJosse le iban hacia lab~~ba ~urtidora de gasolina. O hacia el cartel pu-blicitario. Como a ti y a m. La mirada sabe dis-tinguir dnde reside el centro gravitatorio de larealidad. Cada poca construye su realidad. La re-produccin del mundo forma parte del mundo.La publicidad es una segunda naturaleza, el telnde nuestro escenario, que tambin forma parte delo real y que incluso trata de usurpado en su tota-

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    pelliza y el terciopelode su gabn, su ruca,cstimcnta, junto conla sortija del meique yel cigaLToen la boca. Elmaquillaje casi se con-funde con los ojos. Losc:1Inufla.Kiki de Mont-parnasse parece tenerlos ojos cerrados peropuede ver: controla suvida. Decide cundoabrir o cerrar los ojos.Decide ella la dircc-cin de la mirada. (:()tl valenta, tuvo que cons-truir un personaje. 'r ahora ese personaje que ellaes la protege. El otro detalle importante es esamano que surge del interior desnudo: tiene [;.,[01'-ma ele una zarpa retrctil, en reposo, pero de l111azarpa que puede abrirse, que sabe acariciar comonadie) cuando quiere.

    y est tamhin como compaa La p~/i,..roit1de117Mura blaw"r un cuadro cnt rnable de Toulouse-T.aurrec, un retrato que condensa todo el relato deuna vida bien distinta a la de Kiki. En este casu novernos los ojos. ""\fosabernos si estn abiertos o ce-rrados: da la impresin de que estn clavados en elsuelo. Que la memoria ele la Vida est en la sombray que sa es la direccin de In mirada. Precisamente es el aire de misterio, la timidez, esa especie dehumildad cavilosa, lo que nos resulta tan seductor:querramos ganar su confianza, que sacudiese la

    segunda naturaleza. Nonene nombre. no tienehistoria. no tiene bio-grafa, pero est habln-donos.

    Tiene muchas com-paas. Podramos ele-gir algunas de las mag-nficas compaas quetiene en este mismomuseo para comparary pensal en ella. Porejemplo, podernos fi-jamos en f.ild de Mont-

    parnassc. el cuadro ele Kces van Dongcn, tambinllamado ,&:J.t"lu de wU!...!_I1.3.irr(011 1m rig'!!:!i!Jo. Elimpacto en este caso viene liado por su imagen demujer f.lta1, es decir, que 101mirada del agri-mcnsor mora] ya no la abarca. En gran parte de lahistoria de la pintura parece que slo se justificaretratar a una mujer C01110 un elemento de St.:ll-sualidad, de voluptuosidad, dil igido :l la miradamasculina, incluido s uuuivos religiosos. "'luchosde los desnudos, presentados como asuntos mito-lgicos, son escenas erticas para deleite de los re-) es o de los poderosos en SlL

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    inmortalizada. Quiere y no quiere aparecer ante elmundo. '1'icnc picarda pero al mismo tiempo des-confa de )0 que representa el retrato, de lo querepresenta el arte. No ir a meterse en un lo?Mientras la duquesa estaba desocupada, libre, so-brevolando el mundo, sin tener que preocuparsepor esconder las monedas bajo un refajo (ya sabenqlle los verdaderos ricos se distinguen porque ja-ms llevan dinero suelto), esta otra mujer, estavendedora de cebollas, est casi definida, contor-neada, por la mercanca que lleva a1 homhro, porese fruto de la tierra con sabor y olor fuertes y quehace llorar a los ojos al cortarlo, y la luz se con-centra ah, en lo que la define, en "loque habla desu vida, una vida de privaciones seguramente, delcv amarse muy temprano, de ir a la plaza, atenderla casa y hacer ese trabajo de vendedora de cebo-llas, que despus, socialmente, se considerar no

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    rubia cabellera y alzara los ojos. Pero es el pelo elque protege un relato misterioso, la cara oculta, yque nos remite a una mujer que podra ser un per-sonaje de una novela de miie Zola o de CharlesDickens. Tarnhin nos cuenta una historia, una vi-da. En principio, poco tiene que ver con la mujeren el bao. Esta es una mujer de carne y hueso.iDios mo: podra ser la chica de Las medias ro-jas. la protagonista de un cuento espeluznante deErnilia Pardo Bazn' Ella quiere emigrar a Amri-ca, dejar atrs la miseria depresiva, pero alguien selo impide a golpes: S1I padre. Quizs el pelo ocultasus ojos morados.

    Otras compaas: hay dos retratos de JohnSinger Sargento Uno de ellos es de una aristcrata,l'vlillicmt, duquesa de SutberlaTJJi. que est ah comouna garza real, dominando la escena con absolutaseguridad, coronada, consciente de su poder. lIayuna estrecha relacin entre su representacin fsi-ca y el papel que desempea en el mundo. Es tam-bin una mujer de carne y hueso, pero con las vr-tebras rectas, no dobladas por ningn peso. Kiki yla pelirroja de la blusa blanca sostienen su retrato.El de Millicent est libre de cargas. En la cabeza,una corona que todava la aligera ms, que formaparte natural de su cuerpo, como las carnosas flo-res estampadas del vestido. De Sargent tenemosotro retrato muy distinto. El rostro de esta segun-da mujer forma parte de la penumbra en contras-te con la luminosa ciudad portuaria y comercialque se muestra en la ventana. Es una mujer queduda sobre la oportunidad de ser, por as decirlo,

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    que empieza a salir, ja huirl, de su condicin desubordinacin y de una forma relativamente masi-va. Pero ese paso es muy duro. La suya es tierra denadie. Est en una frontera, en un lugar de paso.

    En el caso de nuestra mujer, de LaMujer en elbao, que no procede de la realidad, no nos re-mite a ninguna situacin concreta, a ninguna ex-periencia Parece no tener biografa, pero sucedealgo extrao. Si el autor deca que no pretendatrasladamos ninguna emocin al pintarla, ella squiere. Una vez que nos quedamos con ella a so-las, que olvidamos la teora plstica en la que sur-ge, y que los aos la van pintando con su ptina demelancola, o que ella misma ha limpiado el vahodesde dentro, empieza a hablar. a contarnos unaemocionante historia. Y la paradoja es que esasens-acintan real procede de un mundo Ilusorio,del mundo de la publicidad, del mundo de la per-suasin. Pero ella est sustrada, desaparecieronlas letras, el lema y ellogo, y no sabemos a qu ob-jeto del deseo nos remita en la publicidad. Ella esahora todo. Ella era evidentemente el reclamo. es-taba cosificada, era un vehculo para Llamarnosla atencin a nosotros, el partido de los consumi-dores, sobre esa cosa. Ahora no nos quiere vendernada. La mujer se ha salido del anuncio. Ha hui-do. Quizs est en un cuarto de hotel.

    En la pintura de Lichtenstein, consciente ono, hay un proceso de desprendimiento que nosva llevando al ncleo, a lo esencial. La J~l11jeren elbao est pintada en 1963. En un cuadro anteriorcon el que es interesante establecer una relacin.

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    trabajo. Es como si esa ristra de cebollas la empu-jara hacia la oscuridad.

    Por ltimo, y aunque podemos buscar muchasms compaas, est el cuadro de Edward Hopper,el de H(/bitllcin de hotel, muy sugestivo, lleno demelancola. Nos aproximamos ya al retrato de lanueva mujer corriente. La identidad diferen-ciada de esa mujer, respecto de las otras, vienedada por su posicin y el lugar que ocupa: es unamujer solitaria en un lugar de paso. Tambin llevapeso: tiene ah las maletas. Ese cuarto de hotel re-presenta una poca y a la vez un movimiento. Esun cuarto esttico, pero tal VC'. la mujer sienta queest sentada en una nave que se desplaza sin rum-bo segmo, a la deriva. Hopper pinta uno de losgrandes iconos contemporneos. La de Lamujer

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    de la mujer no es casual. Es la poca en que el fu-turo va est aqu. El futuro ya es hoy. Lejos la msterrible de las guerras que haba conocido la hu-manidad, la Segunda Guerra Mundial, se habadejado atrs elmaccarthismo, se haba superado lafase ms crtica de la Guerra Fra, la crisis de losmisiles en Cuba, y se vive un perodo de gran ilu-sin, de optimismo ambiental, sobre todo en lasociedad norteamericana, que es el laboratorio delmundo. S, seor. El futuro ya es hoy, ya es pre-sente. En 1959, la General Motors lanza su Cadi-llac rosa, no por casualidad llamado Eldorado. Es elque se deja ver en vanos filmes de James Dcan, enla iconografa cinematogrfica. Y es la poca, tata-rachn, de la gran expansin de lus electrodoms-ticos. Los electrodomsticos! El gran realismomgico de los electrodomsticos!

    Este es un dato fundamental en nuestra histo-ria. La penetracin masiva de los electrodomsti-cos en los hogares. La mquina de coser, y la rnu-jer-Singer, requiere un relato aparte. Aparecen laslavadoras (y desaparecen las lavanderas). Las aspi-radoras. Quizs por su condicin de mgica pro-longacin ortopdica, la aspiradora es muy im-portante en la iconografa de la nueva poca: lamujer-Iloover, la mujer-Braun, la mujer-Stauh,Aparecen los lavavajillas. L~ televisin, el retablode las maravillas, comienza a entrar en todos loshoga res. y como consecuencia de la televisin,otro tatatachn, por favorl, los tresillos. En elmun-do de la alta cultura hay un convencional despre-cio por la televisin como nuevo opio del pueblo,

    H

    el de Mucbachs con pelota, de 1961, por lo menosaparece un objeto, aparece una pelota, el elemen-to de un lugar de ocio al que nos conduce esta chi-ca. En este caso ya no ha) nada que nos distraiga.Desaparecieron los objetos y la...marcas. Nosotrosidentificarnos las mujeres ele la publicidad con losobjetos que anuncian. La mujer de tal coche, detal detergente, de tal bebida. De tal electrodoms-tico. Ella deja de ser la conductora, esa conductoraelctrica, emocional, que nos llevaba a un objetode consumo, a una lavadora, a un frigorfico, a loque sea. Al mismo tiempo que cosifica la mujer,la publicidad humaniza el objeto, r por eso tienetanta fuerza. Pero ella desaparece como mujer demarca v se convierte en marca de s rnrsma. Y beah el v~lor del efecto artstico, la inflexin de sen-tido, lo que Nabokov llamaba el salto de caballo enel relato.

    La melancola activa de la pintura logra sus-traerla de la publicidad, de esa segunda naturale-za, y, al tiempo que la traslada a un formato arts-tico, la devuelve a la realidad. El fenmeno escurioso. Es el arte el que crea lo real y empieza adotar a la mujer de una identidad. La mujer en elbao empieza a existir.

    Estamos en 1963. El mundo occidental, el msdesarrollado, el ms rico, est tambin metido enuna clida baera con burbujas. Es la gran eclo-sin del consumo moderno, el liempo del estadodel bienestar, el momento dorado de la socialde-mocracia europea, de un glamour popular, delnuevo reino del Camelot kennediano. Esa sonrisa

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    eres, Peggy Sue. y le quiero, quiero, estoy 101,;0por ti y '"aya por ti,Y una vez..Y otra.

    Es la poca del culto a la juventud, de la idola-tria a 13 adolescencia, porque encarna la primave-ra de la "ida en un mundo en pulsin primaveral.Todos vivimos esa primavera, todo es un anunciofeliz, la "ida es un spOi de capullos que se abren enel papel pintado de las paredes. de palmeras en losescaparates de las agencias de viaje, de expcrirnen-tOS de color en la pantalla de televisin. Los cat-logos de ofertas llenan las casas. Se da por supera-da la lucha de clases. Mucha gente puede ....cntirsecmoda en una abstraccin verosmil: la clase me-dia. Se multiplican las encuestas sociolgicas paralos ms diversos asuntos. Los individuos puedencompartir la ilusin de que la Opinin Pblica de-fina el rumbo de la nave. Ser consumidor, tenercapacidad para adquirir los bienes necesarios, se-gn la antigua y la nueva necesidad, slo puede serun estigma para tericos elit istas incapaces dcemocionarse cuando a un hogar Heg-ael frigorficocomprado a crdito. ,\1s tarde cambiar el signi-ficado. Pero en ese momento, ser consumidorcertifica una cierta redencin social. En ese parafso de gente corriente, de comunidad de clase me-dia. hay un cierto sentido religioso. Dios bendigaesta casa. A DIOS le gustan los CICCl rodornsticos.A Dios le gusta el salario fijo para poder pagartranquilos las hipotecas y comprar el utilitario. Aese Dios social-cristiano le gusta la cultura popo

    A la mujer en el bao podemos llamarla PeggySue, Por fin, tiene un nombre. La podamos llamar

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    etctera: Para qu sirve la televisin?. Hom-bre, pues, gracias a la televisin se desenvolvimucho, entre otras cosas, la industria del mueble.En la mayora de las casas no haba tresillo. Se de-mocratiz el sof, que antes era un lujo privativode los salones de los pudientes. Y en los bares es lapoca de las gramolas. de las mquinas expen-dcdoras y de los telfonos pblicos. Otro tarara-chn: las sornhrfas tabernas se llenan de luces. m-sica y tintineos.

    Todo este autntico realismo mKico aparece se-cuenciado, en forma de banda diseada; en la queel no va ms de un invento nos lleva a otro y otro,Es el estallido de un mundo ideal, un estallido defelicidad prctica, de optimismo. El mundo tras-pasa el escaparate y se mete dentro Vivimos en elmejor de los mundos posibles. Los tocadiscos} lasgramolas son de suma importancia porque permi-ten una extraordinaria difusin musical. Y tam-bin la fabricacin de guitarras elctricas. Qujoven no suea con una Fcnder? La multiplicacin de posibilidades de adquirir un instrumento.Se expande el rock'n'roll como una, ibracinuniversal! Es una msica, en sus inicios, puramen-te vitalista, optimista, donde late el amor comouna prom~a, como un elixir juvenil que todo lopuede. Se canta al sencillo amor con una sntesisde instinto primario > alegre razn de ser. Tequiero, nena, yeso es Jo nico importante. Y yaest. Es la primera cancin a Peggy Sue, cuandoBuddy Holly canta a Peggy Sue porque se enamo-ra de ella y le dice qu linda, linda, linda, linda

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    Vamos a hacer un experimento. Si le tapamosel lado izquierdo de la cara (para nosotros su ladoderecho), el 0;0 y la boca sonriente, nos queda unojo, su ojo derecho, a nuestra izquierda, que ex-presa claramente panico. Es el ojo que nos recuer-da un fotograma de PsiCOSIS, el filme de AlfredHitchcock, rodado precisamente en esa poca,1

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    incluso la pu hl icidad en estos tiempos tiene esetoque inocente. y resurge el conflicto, porqueeXIsta antes. Se recrudece la xenofobia, el Ku-ldu""ipresa ya la incerndum-brc, el temor, el pJ11cO ante lo que le viene enci-ma. La acrnz se llama Janct Leigh. Tambin ellapodra ser la mujer en el bao.

    Las cosas no son lo que aparentan. La 1\-1ujeren el bao ya no es el cuadro de un rostro feliz.Lleguemos a un acuerdo: es un cuadro de encru-cijada.

    En esta encrucijada, tambin histrica, pocodespus de vivir el estallido optimista, nos cncon-tramos con que John F. Kennedy es asesinado, lanueva frontera es abandonada, el welfare sta te, elideal comunitario de bienestar social que habahecho brotar ell1t!7lJ deal del to Franklin (Roose-velt), va a ser cepillado por el capitalismo impa-ciente, por los depredadores que estn al acecho,por un Dios de casi no compartido con lasmafias.Muere james Dean, mucre Marilyn, muere BuddyRally, muere el Dios social-cristiano, Dios mol,muere o se mata todo el mundo. y los rockeroscomienzan a cantar de otra forma. Ya no son lasprimeras canciones de Elvis. nide los Beach Boys,ni de Buddy Holly: las que vienen son cancionesque estn llenas oc cicatrices, que allan de dolor.que empiezan a ser agoruzantcs. Incluso en lospropios Beatles vemos esa metamorfosis. Yano soncanciones de una adolescencia inocente. Porqueeste cuadro nuestro, en el principio, cuando se ins-pITa en la publicidad, nace como algo inocente;

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    utilizaban los barbitricos para problemas de de-presin, para la terapia ms extensiva en el campode Ji' salud mental. Pero aparecen, en esos aos se-senta, lo que en ese momento se denominan dro-gas maravillosas. Curiosamente, qu coinciden-cia, se comercializan en el ao 1963. Se estabaexperimentando en un frmaco antiinflamatorio ylo que resulta es un frmaco muy relajante, el Li-hrium, y toda la familia que vendr despus: elVa-lium, el Tranxilium y todos esos remedios que hoyse consumen, casi como yogures, en los hogares.Se presentan como drogas maravillosas en esemomento, como hoy se presentan otras de nuevageneracin, con la etiqueta de no adictivas, sin losefectos secundarios que tenan otras mi" prohle-rnticas como los barbitricos, que se suponencausan la muerte de Marilyn por sobredosis. y lasdrogas maravillosas se extienden en ese mo-mento de cada, de desnimo cultural y social.

    Podramos hablar hoy sobre el papel que tienela mujer en esa especie de paraso, de falso parasoque es el hogar. Dehemos hablar de su trabajodentro y fuera de la casa, considerado 110 produc-nvo, no trabajo, puesto que no se contabiliza en elPNB ni en otras contabilidades oficiales. Pero YO. ,delante de la Mujer en el bao, pienso en otra cosafundamental para nosotros, para la sociedad. Lamujer produce algo ms. Es productora social dearmona. Es productora de equilibrio. En todostos pases, en todas parles, en el campo y en la ciu-dad, el consumo de psicofrmacos es muchsimomayor en la mujer. En muchas circunstancias,

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    \'TICII, pero s a la National Organization for Vo-mm, que demanda jardines de infancia y escuelasinfantiles, salario y horario justos, ayudas reales a la.familia, empezando por la vivienda digna, en fin,todas esas cosas de sentido comn que todava noexisten en esta Espaa en la que la hipocresa gobernante proclama el retomo a los valores familiares, mientras las familiasse deshacen y cada vez sonms lasmujeres que emiten seales de auxilio.

    De msica de fondo al contemplar laMujer enel bao podernos escuchar ahora a Janis joplin. aPatti Smith, los espirituales de Mahalia Jackson ...Podramos hablar tambin de la historia de 'Jico,la de Velvet Underground, aquella diosa, la famo-sa modelo, icono de un mundo feliz, magnfico, enel que todo pareca estar al alcance: la sensualidad,el amor, la felicidad. S, podramos ir siguiendo lospasos de Nico, que por cierto lleg a aparecer enun memorable anuncio de televisin en Espaa,aquella chica que montaba un caballo hlanco en lapublicidad del brand)' 'leer}', y cuya historia ...Muere al final en Ibiza, tambin tristemente. Unaestrella que se extingui antes de tiempo, en unparaso canalla, de azul nen. La Mujer en el baotambin pudo ser Nico.

    En 1963 ha)' otro acontecimiento crucial, hablando de cambios decisivos en la vicia de las per-sonas, y es el descubrimiento de algunos de los msconocidos frmacos antidepresivos y tranquilizan-tes. Hay una obra inquietante, de plena actualidad,titulada La tranquilidad recetada,de Manuel Burins.En 1963 se descubre el Librium, Hasta entonces se

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    trabajo de 1

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    }~ he servido silenciosa 11'; sentencia a la desesperacin,paiiolesy platos, sdndmicbesy ensalada de bueuo para los

    [reuniones;be repartido sonrisas dulces entre hermanasen el santuario de! j'akin de lo logia,y be cubierto mis rodillas COl1 modestia-CQ11U) le rorrespondia a la esposa del,zbogado del pueblo.Gan lospremios por los que Iucbnn las poetisas viejasJ' las maestras de escuela retirados,construyendo alrededor de mis tristezas 11110 caso,redecorandoinfinitam.ente en mi inquietud los cuartos.La infelicidad se introdujo silenciosamente en mi baobasta que el bao qued cercado una y otro vez ...

    corriente, desconocida para m, copiado de algu-no de los libros de auroayuda que andan por lasmesilh. de noche y que se tirula Epitafio":

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    desempe un papelprincipal en la declara-cin oc "llL'\a Zelandacomo primer pas delmundo totalmente des-nuclcarizado, Creo que.,igt'c siendo el nicopas donde no puederecalar ningn barcode propulsin nuclearo que transporte armasnucleares. Y ella Iuvoun papel decisivoen esa medida. Trabajo productivo.

    Hola, mujer en el bao.Esta visibilidad del cuadro, esta mujer tan aun-

    panuda, tan rotunda en sus trazos, est mostrndo-nos la invisibilidad de la mujer, la opacidad, la cor-Iina que se va a cerrar y ocultar la mujer real.Nuestra Peggy Sue hace visible lo invisible. Y loque nos dice ahora hien podra ser una despedida,con la msica de fondo de Cry baby r con una ima-gen que tampoco tiene nombre pero que ya identi-ficamos totalmente con una imagen real. Y puedeser perfectamente ella, puede ser Peggy Sue retra-radamucho ms tarde, en 1976, por Lucien Freud.El Ultimo retrato. Lo que nos murmura laMujer enel bao ahora es un poema tambin tomado de unode esos pretendidos best-sellers que pronto caen enel olvido y, pobres. tambin se hacen inv isibles.Podra ser un poema de Emily Dickinson o deRosilla de Castro, o una letra de Paro Srnith, peroel texto que eligi est tomado de una poeta mujer

    1.pdf2.pdf3.pdf4.pdf5.pdf6.pdf7.pdf8.pdf9.pdf10.pdf11.pdf12.pdf13.pdf14.pdf15.pdf16.pdf17.pdf18.pdf19.pdf20.pdf21.pdf