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Murciélagos Así como los ojos de los murciélagos se ofuscan a la luz del día, de la misma manera a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes. Aristóteles. La casa de nuestro padre estaba llena de murciélagos colgados, como luminarias, de las viejas vigas que apuntalaban el tejado amenazado por las lluvias. Escribe Ledo Ivo en el poema Murciélagos. La casa que nos dejó mi padre tiene las puertas rotas y desvencijadas por los puñetazos llenos de furia que les atizó años atrás, cuando el alcohol invadía su naturaleza, y mi madre era entonces su perilla de boxeo, y las paredes, las ventanas, las puertas, los jarrones y vitrinas. Mi padre fue un boxeador de peso completo en casa, no había objeto que pudiera rendirle cuentas. Nadie se atreve en la actualidad a repararla, como nadie se atrevió a increpar sus golpes. Esas hendiduras en los postigos son un subsidio a la rabia, un tributo a la disfunción familiar, a los podridos años noventa. Crecimos con esas fisuras sobre nuestras caras, cada navidad, cada año nuevo; los mismos puñetazos, la misma cólera, y así nos hicimos más fuertes, más adversarios contra todo. Ya lo dijo Cicerón, somos más sinceros cuando estamos iracundos que cuando estamos tranquilos. Mi padre nos enseñó la sinceridad. De niño observaba tras esas puertas destrozadas las perniciosas discusiones entre mi madre y mi padre, me aleccioné a maldecir de esa manera: –Eres un mequetrefe bueno para nada, un gusano en tu lugar sería más prolífero que tú. Voces que misteriosamente se quedaban grabadas en las cintas que escuchaba en aquel entonces, en la vieja radio grabadora Sony. Se introducían en las cintas de mis casetes, como si alguien oprimiera el rec por las noches, para grabar los insultos armónicos de mis progenitores; de manera que cuando auscultaba aquellas añejas cintas de Morrissey, podía percibir también las humillaciones desmedidas de mi ascendiente –Zorra insignificante, te va a

Murciélagos

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Relato de Alfredo Padilla.

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Murcilagos

Murcilagos

As como los ojos de los murcilagos se ofuscan a la luz del da,

de la misma manera a la inteligencia de nuestra alma la ofuscan las cosas evidentes.

Aristteles.

La casa de nuestro padre estaba llena de murcilagoscolgados, como luminarias, de las viejas vigasque apuntalaban el tejado amenazado por laslluvias. Escribe Ledo Ivo en el poema Murcilagos. La casa que nos dej mi padre tiene las puertas rotas y desvencijadas por los puetazos llenos de furia que les atiz aos atrs, cuando el alcohol invada su naturaleza, y mi madre era entonces su perilla de boxeo, y las paredes, las ventanas, las puertas, los jarrones y vitrinas. Mi padre fue un boxeador de peso completo en casa, no haba objeto que pudiera rendirle cuentas. Nadie se atreve en la actualidad a repararla, como nadie se atrevi a increpar sus golpes. Esas hendiduras en los postigos son un subsidio a la rabia, un tributo a la disfuncin familiar, a los podridos aos noventa. Crecimos con esas fisuras sobre nuestras caras, cada navidad, cada ao nuevo; los mismos puetazos, la misma clera, y as nos hicimos ms fuertes, ms adversarios contra todo. Ya lo dijo Cicern, somos ms sinceros cuando estamos iracundos que cuando estamos tranquilos. Mi padre nos ense la sinceridad.

De nio observaba tras esas puertas destrozadas las perniciosas discusiones entre mi madre y mi padre, me aleccion a maldecir de esa manera: Eres un mequetrefe bueno para nada, un gusano en tu lugar sera ms prolfero que t. Voces que misteriosamente se quedaban grabadas en las cintas que escuchaba en aquel entonces, en la vieja radio grabadora Sony. Se introducan en las cintas de mis casetes, como si alguien oprimiera el rec por las noches, para grabar los insultos armnicos de mis progenitores; de manera que cuando auscultaba aquellas aejas cintas de Morrissey, poda percibir tambin las humillaciones desmedidas de mi ascendiente Zorra insignificante, te va a cargar la chingada cuando termine de golpear este tanque de gas, PUM, PUM, PUM / Come Armageddon! Come, Armageddon! Come!

El murcilago es la huidiza representacin del miedo y la carencia en el poema del poeta brasileo. Es tambin el anunciador de la lluvia, esa lluvia que amenazaba el tejado de Ivo, por otro lado, es la imagen de la perspicacia que ve incluso en la oscuridad cuando todo est sumergido en la noche, en la miseria. Al morir, nuestro padre nos dej (a mis ocho hermanos y a m) su casa donde de noche llova por las tejas rotas. Levantamos la hipoteca y conservamos los murcilagos. Y en nuestras paredes se debaten: ciegos como nosotros. En nuestra casa tambin surcan murcilagos por el techado, como una extravagancia que nos recuerda que hay que hacer todo a contrapelo, que hay que ver todo al revs, como un hombre suspendido por los pies, y esa es quiz, la nica imagen objetiva que nos leg nuestro padre.