Museo del Árbol No.5

Publicación mensual de arte y culturadel árbol en Costa Rica

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A ñ o 0 N o . 5 E n e r o 2 0 1 1museo del árbol


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Publicación independiente sobre arte, cultura y sostenibilidad en Costa Rica,

circula en Internet a través de la plataforma Issu.com.

Por la calidad de diseño y concepto, obtuvo el Sello de Respaldo de la Presidencia de la Asociación

Latinoamericana de Diseño, 2010.

Árbol “Flor Blanca”, LFQ: 2010


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Fotografía de la portada: Poró gigante, Maurizio Bianchi.

museo del árbolA ñ o 0 N o . 5 E n e r o � 0 � �


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Museo del Árbol brota como un espacio contem-

plativo, de reflexión crítica y valorativa, y de sensibilidad

acerca de la figura del árbol en la naturaleza y en nuestras

vidas.

No es un museo físico, sino virtual, podemos subir a

su espacio en la red y movernos por sus páginas-salas.


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Árbol de Cortés amarillo en floración, Fotografía de MauricioBianchi


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Grupo editorLuis Fernando QuirósRodolfo Uder

Amigos de la publicaciónRolando CastellónIlse UderMiwako SuzukiManuel ObregónCarmen CubillosCecilia ParedesLuis ChacónHelen TempleGiancarlo PucciOscar PamioAurelio HortaMiguel Flores CastellanosMiguel Ángel Bonilla ToruñoPaolo BergomiRodolfo MoralesNaín ArtjoyJoaquín MurilloRoberto CastilloIrina Yebenes

Fermín NavascuésRicardo Ávila Nelson MoyaJavier GuerraMauricio BianchiFranca RosiCristina GastaldelloCecilia BrugniniTom CrownCarolina ValenciaMayra BarrazaLucía Madriz

Colaboran en esta edición:Mauricio BianchiJaime GamboaGiancarlo PucciNelson Moya

Créditos:Revisión textos, Ilse UderDiseño: L.F.Q.Fundación Árboles MágicosEnero de 2011

Museo de ÁrbolCr

édit

os


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Museo del Árbol, Créditos, pág. �

Contenidos, pág. �

Los Editores: Andar entre árboles, pág.8

El Poró en las fotografías de Maurizio Bianchi, pág.��

Fernando Quirval: La luna y el árbol, pág. ��

Fundación Árboles Mágicos, pág. �8

Luis Monge: Tierras de árboles y nubes, pág. ��

Luis F. Quirós: La desaparecida Ceiba de Relaciones Exteriores, pág. 58

Nelson Moya: Corazón verde como territorio, pág. ��

Para Contemplar el árbol, pág. ��

Cont

enid

os


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Caminar en la montaña -en el bosque seco guanacasteco,

como en este caso, en la finca “Pochotes Pamperos” de

Paraíso de Santa Cruz, tal y como expresó en la edición No. �,

nos carga de la energía vital del bosque, pues el inconsciente

es sensible de captar el continuo regenerar de los brotes

rizomáticos y arbóreos de la montaña, al recibir aire puro, no

viciado de gases y hollines benzínicos que respiramos en la

ciudad. Pero también, porque al caminar, el cuerpo elimina

toxinas y estimula los torrentes sanguíneos que irrigan

hasta el último rincón de nuestro cuerpo.

Andar entre árbolesR. Uder y L. F. Quiós, Editores

Edit

ori

al


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Al andar entre árboles contemplamos un continuum de

vida, pues hay partes del árbol que alcanzan rigidez, resecan

y caen, pero otras partes brotan tiernas y flexibles; vehícu-

lo de una constante generación del oxígeno, mitigando el

calentamiento global y devolviendo a la tierra la riqueza de

sus nutrientes.

Nos decía Rodrigo Quirós que en esas zonas donde se

perciben altas temperaturas, la hoja del árbol en su haz

recibe el impacto de los rayos solares, pero por debajo, en el

reverso de la hoja ésta se mantiene fresca, he ahí esa capaci-

dad del árbol de refrescar la atmósfera.


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Además, porque el espíritu se deja engullir en la belleza

inmanente del entorno, de un paisaje que nunca es igual,

aunque caminemos por ahí todos los días. Pero no sólo ello,

al andar en el bosque se vivencia la componente poética

del árbol, que engalana al espíritu y le brinda solaz espar-

cimiento al dialogar con él. Lo expresa Antonio Machado en

su hermoso poema al árbol:

Y en esa verde punta que está brotando en ti de no sé

dónde, hay algo que en silencio me pregunta o silenciosamente

me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas el fango en flor, y

sé lo que me dices; ya sé que con tus propias hojas secas se han

nutrido de nuevo tus raíces.


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El gigantesco árbol de poró es una especie no nativa

del país, pero que se encuentra con abundancia en el Valle

Central y, precisamente en los meses de enero, febrero y

marzo, florecen con su vibrante color naranja contrastante

con el verde de sus hojas, el averanado azul del firmamento,

el violeta de las “santa lucías”, y los zacantes “calingueros”

que también florean por estas épocas.

El Poró y el verano en las fotografías de Maurizio Bianchi

Res

eña


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Tal es la magnitud y cantidad de árboles que se encuen-

tran en estas zonas, que las lomas parecen florecer, pues es

una especie sembrada -por su rápido crecimiento- para dar

sombra a los cafetales. Tiempos atrás los cultivos del café

ocuparon gran parte del territorio central del país y fueron

desplazados por las urbanizaciones pero los árboles se

mantienen.

Para la edición de enero �0��, Maurizio Bianchi nos

obsequia un hermoso conjunto de fotografías del Poró

floreado; nos engalana en estos meses con la algarabía

de su contraste y las esperanzas de empezar un año nuevo

colmado de buenos augurios.


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De repente la luna aparece en el atardecer en playa

Callejones, se posa en el firmamento azul pacífico cuando

el sol poco a poco se apaga en el candente rojo naranja

del horizonte bencabritado del mar. Un árbol de “flor blan-

ca” parece alargar su tronco para sujetarla entre sus brotes,

y entablan un diálogo poético, a distante cercanía, porque

aunque parecen estar cerca se encuentra a miles de kilóme-

tros uno del otro.

La luna y el árbolPor Fernando Quirval

Res

eña


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El árbol -sujeto con fuerza por sus raíces a unas rocas-,

parece alcanzarla, y pronuncia versos en su lenguaje arbóreo,

quizás: “ven luna mía”…, ¡qué se yo, si yo no comprendo lo

que dicen sus hojas y ramas!; pero dialogan, yo sólo com-

prendo su inmanente belleza, la fuerza de esos ramajes que

levantan hacia el firmamento en una especie de fusión es-

tética entre aquel astro blanco y nervioso fractal del árbol.

Playa Callejones se encuentra en la localidad costera de

Paraíso, Cantón de Santa Cruz, Guanacaste. Pocos conocen

este sitio paradisiaco, pues -como su nombre lo dice-, se lle-

ga por entre callejones y potreros, entre Laureles, Pochotes,

Guanacastes, Cenízaros y Corteses. Solo los moradores del

sitio saben distinguir esos callejones para llegar a la playa y

ahí poder apreciar los cobrizos atardeceres, cuando la luna

parece hablar con el árbol “flor blanca” subido en una de sus

lomas.


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Fundación Árboles Mágicos

Árboles Mágicos es una organización sin fines de

lucro creada para incentivar la conservación de los

árboles, especialmente de las especies nativas.

Mediante el conocimiento de sus espectaculares

floraciones, sus cualidades ornamentales y medicinales,

su origen, historia y relación con la sociedad humana,

buscamos estrechar los vínculos de afecto hacia nuestros

árboles y popularizar su cultivo y protección.

Visítenos en www.arbolesmagicos.org


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Textos: Jaime Gamboa

Fotografías: Giancarlo Pucci

Es una cuestión de honor. Quien tiene uno en su patio,

tiene una certeza: no hay otro más bello en el mundo.

Esta predilección por el cortez amarillo quizá se deba a sus

floraciones, tan espectaculares como breves. Durante un lapso

de dos a tres días, en el mejor de los casos, su copa se cubre con

redondos ramos de flores de un amarillo intenso, brillante,

ramos que relucen sobre los cerros secos, con la malicia de

insólitas pepitas de oro.

La puja entre los vecinos se repite cada año. De un día para

otro y de manera simultánea estallan sus orgullos floridos y se

reavivan las rencillas. ¿Cuál es el más espigado?, ¿cuál el más

frondoso?, ¿cuál se balancea más dulcemente con el viento,

dejando ondular el manto más tupido?

El más hermoso del barrioCortez Amarillo ( Tabebuia ochracea)

Educ

ació

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Árbol de Cortez Amarillo


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Las miradas se vuelven

hacia arriba, una y otra vez, se-

ducidas por el oro fugaz que

pronto será en el suelo un tapiz

de flores mustias, bajo una copa

deshojada.


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La flor del Cortez Amarillo


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Cuando llega ese momento nadie celebra

la fragilidad de sus ramas desnudas, excepción

hecha de los garrobos, que tomando su tra-

dicional baño de sol sobre alguna raíz próxima,

aprovechan la estación y mascan el nutricio

manjar de sus hojas caídas.

No por eso el cortez amarillo pierde su

título: dos o tres veces al año, en sus momentos

de floración, volverá a ser (por dos o tres días)

el más hermoso del barrio. Árbol de Cenízaro a orillas de una de las carreteras guanacastecas.


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Árbol de Cenízaro a orillas de una de las carreteras guanacastecas.


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El artista fotógrafo y arquitecto Luis Monge, en sus an-

danzas carga su cámara y si va a la montaña encuentra árbo-

les, como quijotes ceñidos a esos potreros sacudidos por los

vendavales del bosque nuboso. En sus fotografías, él busca

los efectos que le brindan la luz y la sombra; aprovecha la

neblina que -en diversidad de espesos estratos- desvanece

Luis Monge: Tierra de árboles y nubes Por Luis Fernando QuirósFo

togr

afía


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esas siluetas arbóreas ataviadas de una vibración luminosa

que él capta con aguda sensibilidad para que fluya el arte.

La destreza compositiva de la imagen es fundamental

en la fotografía, Monge sabe de esto, al probar la profundi-

dad lograda por multiplicidad de planos de grises, por las

líneas orientadoras y generadoras que la construyen y


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generan interés. Observa los añosos Higuerones desde su

interior, desde su vientre colmado de bejucos y trepadoras,

como esculcando una naturaleza que se esconde a las mi-

radas de quienes solo aprecian las apariencias pero no las

esencias.


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La imagen en blanco, negro, minimiza los efectos que

lógicamente se lograrían con el color, pero el trabajo crea-

tivo resultante es más esencial, quizás purista, y por lo tanto

se cargan de una expresión que a veces vierte nostalgia, ex-

trañamiento y profundo deleite estético.

Luis Monge se suma a una comunidad artística que ama

al árbol, al bosque, que sabe captar esos silencios de los

parajes de montaña y que él tiene cerca, ahí en Monteverde,

que hoy nos lo transporta a las páginas de Museo del

Árbol.


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Rese

ñaLa desaparecida Ceiba de Relaciones ExterioresPor Luis Fernando Quirós

En la primera edición de esta revista web publicamos un artículo

que hacía referencia a un “Ppt.” del artista costarricense Nelson Díaz,

respecto al talado de la Ceiba que se encontraba en la esquina derecha

del Ministerio de Relaciones Exteriores, pues, de la noche a la mañana,

fue literalmente arrancada de ese sitio. Además, él la relacionó con el

espacio expositivo “Dardo” del maestro Rolando Castellón en frente del

árbol, que por esas fechas fue cerrado.


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El asunto no acabó ahí para aquel hermoso árbol desaparecido,

y que por años embelleció el espacio del Parque España. Aparecieron

estas fotografías de Maurizio Bianchi, quien amablemente las donó para

la colección de Museo del Árbol. Testimonian quizás, la gracia de la fo-

tografía de motivar el extrañamiento, un sentimiento de cierta nostalgia

cuando observamos ese particular ángulo de la ciudad capital San José,

sin la Ceiba y sin el “Dardo”.

Pareciera paradógico encontrar belleza en unas fotografías del

derrivo de un árbol tan representativo para la cultura del trópico como

es la Ceiba, pero son hermosas, en tanto nos evocan la inmensidad del

sujeto en referencia. Al observarlas, nos sorprende la escala humana y

la grúa que debieron utilizar para su tala; también sorprende la mole de

madera que produjo como otra muestra de su enormidad.


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Para quienes amamos los árboles ya no está presente aquella

energía vital con que nos atrapó la vista de su tronco y ramajes, cada vez

que nos paseámos en frente se advierte ese sentimiento de ofuscación,

porque hace falta algo en aquel paisaje y porque fue lesionada la memo-

ria del sitio. Su robustez simbólica abrigó un signo de seguridad al lugar,

al Instituto Nacional de Seguros y a la Cancillería, todo eso se esfumó

desde ese día que rememoramos con las imágenes de Maurizo Bianchi.


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Rese

ña Corazón verde como territorioPor Nelson Moya

La visión de un “territorio verde” no es real si no existe una perfecta

comunión entre la naturaleza y el hombre, entre la naturaleza y la cultura

del lugar. Se puede disponer un territorio para esta vocación verde; pero

no por un decreto, si no por una conducta de sus moradores y su actitud

de trabajar, de defender, de concientizar y de estimular a todos los

habitantes de una región para acrecentar ese patrimonio ecológico, que

en adelante ya no pertenecerá a un lugar, sino a la humanidad entera.

Varias zonas se disputan el calificativo de “Corazón verde del país”,

una de ellas es el cantón de Paraíso, provincia de Cartago; sus territorios

limitan al Sur con la Cordillera de Talamanca, de espesos bosques y na-

cientes de caudalosos ríos que van hacia ambos océanos. Pero también

en esta cordillera se ubica el Parque de La Amistad, donde se encuen-

tran los altos riscos de Cerro Chirripó; se dice que en temporada fría sus

aguas se congelan. La extensión territorial de este parque es tan amplia,

que una parte se ubica en Costa Rica y la otra en Panamá; además, se

habla de la existencia de unas quinientas especies de árboles de bosque


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nuboso alto y bosque tropical lluvioso, además de miles de especies de

fauna y flora que lo hacen un verdadero templo para la contemplación

de su naturaleza.

Presentamos algunas fotografías de dos puntos extraordinarios en

la geografía perimetral del cantón de Paraíso, Valle de Orosi: se trata del

Parque Nacional Tapantí y las márgenes de la Represa Hidroeléctrica de

Cachí. Distan a una hora y quince minutos de la ciudad capital San José,

y poseen servicios turísticos, gastronómicos, culturales y apropiados me-

dios de transporte, así como carreteras.

Tapantí

Este parque se inició como una reserva natural de bosque primario

en las márgenes del río del mismo nombre, cuyas nacientes se ubican en

el Cerro de la Muerte, ahí se encuentran varios proyectos hidroeléctricos

del Instituto Costarricense de Electricidad y de captación de las aguas

que vierten este preciado líquido a gran parte del Área Metropolitana.

Se pueden observar cientos de aves, mariposas, y realizar recorridos

transitables a pié del que destaca el sendero “La Oropéndola”, con para-

deros y hornillas para preparar alimentos. En el río, se pueden observar


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impresionantes piedras y pozas por doquier, donde los chicos encuen-

tran esparcimiento, además de los hermosos árboles colmados de bro-

mélias y musgos por ser un bosque lluvioso.

La carretera periférica de la Represa de Cachí

Posee lugares altos para observar el lago artificial y los bosques

aledaños, y una hermosa vista de la Cordillera Volcánica Central donde se

observan los macizos del Irazú y el Turrialba. Se accede por la localidad

de Paraíso, cabecera del Cantón y se llega a Ujarrás pasando por “El Salto

de la Novia” con la impresionante catarata “velo de la novia”.

Una vez en el valle, se pude visitar el sitio histórico de las Ruinas

de Ujarrás con hermosos jardines y árboles. Además, se encuentran va-

rios centros turísticos con piscinas y paraderos como Charrara. Al llegar

a la represa se ofrecen puestos de comidas típicas y ahí se bifurca el

recorrido, se puede seguir hacia Tucurrique o continuar con el camino

que lo llevará hasta Palomo, Purisil, Tapantí, Orosi, donde se encuentra la

hermosa iglesia colonial. Hay excelentes restaurantes y hoteles como el

reconocido Hotel Río Perlas con sus aguas termales y hermosos sitios de

montaña.


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Foto

graf

íaPara contemplar el árbol

Apreciar árboles de distintas especies, en lugares muy diversos que

llegan a estas páginas gracias a colaboradoras(es) de también varios lu-

gares del mundo. Este nos lo envía la fotógrafa Vera Schoepe, se trata de

un árbol fronterizo, en el Puente Santa Fe que conecta a las ciudades de


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El Paso, Texas, Estados Unidos y Ciudad Juárez, México”; fue realizada en

el año �00� e impresa de �00 x �00 cms para conformar la muestra de

esta artista en Maison Descartes, de la ciudad de Amsterdam.

Hay un sentido de extrañamiento, entre líneas: las de la vía del

ferrocarril paralela a la autopista atravesada por el puente; como esas an-

danzas migratorias buscando una mejor frontera para existir, y que tan-

tos problemas sociales y culturales incrementan en esos bordes donde

desolado, crece un árbol quizás como símbolo de esperanza.

En la página siguiente apreciamos una fotografía del “Giannicolo“

-céntrico parque de la Ciudad de Roma, en la que se observa al “Pinus

Pinea” -árbol símbolo de esa ciudad italiana, gracias al artista fotógrafo

Maurizio Bianchi.


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Fotografías de Maurizio Bianchi del árbol rosado “Magnolia soulangeana”,

tomada en el Barrio Coppede de la Ciudad de Roma.


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Árbol en un emplazamiento arqueológico Maya en El Salvador. Fotografía

de Maurizio Bianchi.


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La Asociación Ria nos comparte en Facebook este inmenso árbol que

ampara del día soleado a muchas personas, se trata de la festividad de

Cajigona, en España.


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Marianela Aguilar Cordero, nos en-

vía esta hermosa fotografía de un

tronco de un árbol seco.


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A manera de cierre de la primer edición del año �0��, presentamos una

hermosa fotografìa del artista Joaquín Murillo, en el Parque Nacional

Cahuita, Caribe Sur de Costa Rica. El tronco caído en la playa es muestra

de que aún las reminicescias nos mueven a contemplar al árbol.


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