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MIÉRCOLES 21 DE MARZO DE 2018 NACIONAL 04 juventud rebelde madres, hijas, hermanas, nueras». La construcción sociocultural de lo femeni- no y lo masculino así lo establece: pocos hombres se creen aptos para es- tos menesteres, y no muchas féminas les confían la labor, incluso en los casos en que ellas devengan mayor remunera- ción salarial. La supuesta predisposición natural de las mujeres para el cuida- do, comúnmente es la cau- sa de que se atienda a los pacientes por «intui- ción», «de manera autodi- dacta, a través de libros y videos», o con la fórmu- la de Carmen Rosa: «Dedicarme como si él fuera un niño chiquito. operada de un carcinoma en el labio, «con 39 puntos» —aclara y se empeña en mostrarlos—, Ángela no abandona lo que considera «su responsabilidad», y apoya en los cuidados de la enferma a su nieta Judith Machado Fuentes, en el Consejo Popular Castillo-Ciudad Electro- nuclear (CEN), perteneciente al munici- pio cabecera. Para Carmen Rosa Andino Cabeza todo comenzó a sus 30 años, con una hija pequeña y una adolescente. «Mi her- mano fue como un bebé de meses durante 15 años —dice esta cienfue- guera, ahora cincuentenaria—. Había que hacérselo todo: tenía que darle la comida y se orinaba y defecaba en la cama. Llegué a lavar siete veces al día». Hasta los años 90, el padre de Roxa- na Aedo Cuesta fue bastante activo, dice. Pero luego aparecieron la demen- cia, los problemas para caminar, y «todo se fue complicando». El aumento de la esperanza y la cali- dad de vida es la aspiración de muchas políticas públicas cubanas. Conquistar índices de promedio de vida semejantes a las del Primer Mundo, como 76 años para los hombres y 80 las mujeres, tam- bién provoca mayor vulnerabilidad social, física y sicológica a quien enveje- ce. Aparecen padecimientos propios de la edad que conducen a la dependencia parcial o total. Según considera Annia López Hernán- dez, funcionaria del Departamento Pro- vincial de Promoción de Salud, «por lo general son cuidadoras; ellas obtienen ese “cargo” porque les toca, por ser ¿Quién cuida al cuidador? Nadie me enseñó — me dijo— ni me orientó nada». En la interrelación cuidadora-enfermo, la mayoría de las instituciones implica- das en la atención al adulto mayor apun- tan hacia las necesidades de este. Actualmente existe el interés de ense- ñar sobre la tercera edad, dolencias y procederes, pero también de promover el autocuidado de quienes permanecen al pie de la cama. MOMENTOS DIFÍCILES Tal vez el Síndrome del Cuidador resulte extraño al oído, pero muchos son capaces de identifi- car sus manifestaciones. Los especialistas aseguran la apari- ción de trastornos del sue- ño, agotamiento físico, Aunque el llamado Síndrome del Cuidador resulte extraño a muchos oídos, el fenómeno se agudiza en Cuba ante lo que los especialistas llaman el «envejecimiento del envejecimiento». Una iniciativa busca aliviar sus consecuencias por LAURA BRUNET PORTELA y ANA MARÍA DOMÍNGUEZ CRUZ [email protected] fotos LAURA BRUNET PORTELA CIENFUEGOS.— Con solo 29 años cono- ce de los cuidados, síntomas y agravan- tes de buena parte de las enfermeda- des que acechan a quienes transitan por la tercera edad. A estas alturas lidia con la hipertensión, los padecimientos car- diovasculares y respiratorios y la depre- sión de su madre —quien apenas reba- sa las seis décadas—, y la suya propia. El joven de esta historia prefiere el anonimato. A grandes rasgos cuenta su rutina. Sin desviar la mirada del monitor frente al que trabaja, en tono casi inaudi- ble, enumera de memoria horarios, me- dicamentos y turnos médicos. Lo interro- go acerca de su proyecto de vida, sus aspiraciones… Pero no responde. En cambio,me dice que estudia una maes- tría, que le gusta escribir e investigar y que quisiera tener un segundo trabajo. La mayoría de los cubanos convive en su medio familiar con quienes ya peinan canas. El Censo de Población y Viviendas de 2012 así lo confirma. Para esa fecha Cuba registraba 1 506 852 hogares don- de residían personas con 60 años y más, de estos 280 591 en los que vivían solos, y 13 398 con presencia de tres o más personas de este rango etario. Los jóvenes asumen roles activos en el proceso de cuidado y atenciones a los adultos mayores de su entorno; sin em- bargo, los especialistas apuntan que la tendencia en la sociedad cubana es otra. CUESTIÓN DE GÉNERO Y GENERACIONES «A la vuelta de 12 años Cuba debe elevar su porciento de envejecimiento hasta el 30; es decir, tres de cada diez cubanos. Aparecerán más hogares con dos y más personas de la tercera edad en convivencia, que por obligación se cuidarán entre ellos», explicó Immer Ramos Reyes, jefe del Departamento de Demografía y Censo, de la Oficina Nacio- nal de Estadísticas e Información (ONEI) en Cienfuegos. Este fenómeno del «envejecimiento del envejecimiento» —como lo nombra la doctora Mileisy Águila Rodríguez, direc- tiva de la Sección para la Atención al Adulto Mayor, la Discapacidad Mental y Trabajo Social en la provincia—, se avis- taba desde hace más de una década, cuando solo en la Perla del Sur residían más de cien centenarios. Hoy los cuida- dores informales —aquellos que no reci- ben remuneración— y por cuenta propia tienen más de 45 años. El país adopta importantes medidas para el tratamiento a la problemática del envejecimiento, recogidas en distintos programas que respaldan los Lineamien- tos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Ángela Rosa Gallardo Pereira, a sus 78 años, se ha hecho cargo de la decaden- cia de su hija como resultado del Alzhei- mer. Ya cercana al siglo de existencia, Ha sufrido no pocos percances físicos Carmen Rosa tras 15 años al cuidado del hermano.

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Page 1: NACIONAL MIÉRCOLES DE MARZO DE 2018 juventud rebelde

MIÉRCOLES 21 DE MARZO DE 2018NACIONAL04 juventud rebelde

madres, hijas, hermanas, nueras». Laconstrucción sociocultural de lo femeni-no y lo masculino así lo establece:pocos hombres se creen aptos para es-tos menesteres, y no muchas féminasles confían la labor, incluso en los casosen que ellas devengan mayor remunera-ción salarial.

La supuesta predisposición naturalde las mujeres para el cuida-do, comúnmente es la cau-sa de que se atienda alos pacientes por «intui-ción», «de manera autodi-dacta, a través de librosy videos»,o con la fórmu-la de Carmen Rosa:«Dedicarme como si élfuera un niño chiquito.

operada de un carcinoma en el labio,«con 39 puntos» —aclara y se empeñaen mostrarlos—, Ángela no abandona loque considera «su responsabilidad», yapoya en los cuidados de la enferma asu nieta Judith Machado Fuentes, en elConsejo Popular Castillo-Ciudad Electro-nuclear (CEN), perteneciente al munici-pio cabecera.

Para Carmen Rosa Andino Cabezatodo comenzó a sus 30 años, con unahija pequeña y una adolescente. «Mi her-mano fue como un bebé de mesesdurante 15 años —dice esta cienfue-guera, ahora cincuentenaria—. Habíaque hacérselo todo: tenía que darle lacomida y se orinaba y defecaba en lacama. Llegué a lavar siete veces al día».

Hasta los años 90, el padre de Roxa-na Aedo Cuesta fue bastante activo,dice. Pero luego aparecieron la demen-cia, los problemas para caminar, y «todose fue complicando».

El aumento de la esperanza y la cali-dad de vida es la aspiración de muchaspolíticas públicas cubanas. Conquistaríndices de promedio de vida semejantesa las del Primer Mundo, como 76 añospara los hombres y 80 las mujeres, tam-bién provoca mayor vulnerabilidadsocial, física y sicológica a quien enveje-ce. Aparecen padecimientos propios dela edad que conducen a la dependenciaparcial o total.

Según considera Annia López Hernán-dez, funcionaria del Departamento Pro-vincial de Promoción de Salud, «por logeneral son cuidadoras; ellas obtienenese “cargo” porque les toca, por ser

¿Quién cuida al cuidador?

Nadie me enseñó — me dijo— ni meorientó nada».

En la interrelación cuidadora-enfermo,la mayoría de las instituciones implica-das en la atención al adulto mayor apun-tan hacia las necesidades de este.Actualmente existe el interés de ense-ñar sobre la tercera edad, dolencias yprocederes, pero también de promoverel autocuidado de quienes permanecen

al pie de la cama.

MOMENTOS DIFÍCILESTal vez el Síndrome del Cuidador

resulte extraño al oído, peromuchos son capaces de identifi-car sus manifestaciones. Los

especialistas aseguran la apari-ción de trastornos del sue-

ño, agotamiento físico,

Aunque el llamado Síndrome del Cuidador resulte extraño a muchos oídos,el fenómeno se agudiza en Cuba ante lo que los especialistas llaman el «envejecimiento del envejecimiento».

Una iniciativa busca aliviar sus consecuencias

por LLAAUURRAA BBRRUUNNEETT PPOORRTTEELLAA y AANNAA MMAARRÍÍAADDOOMMÍÍNNGGUUEEZZ [email protected] LLAAUURRAA BBRRUUNNEETT PPOORRTTEELLAA

CIENFUEGOS.— Con solo 29 años cono-ce de los cuidados, síntomas y agravan-tes de buena parte de las enfermeda-des que acechan a quienes transitan porla tercera edad. A estas alturas lidia conla hipertensión, los padecimientos car-diovasculares y respiratorios y la depre-sión de su madre —quien apenas reba-sa las seis décadas—, y la suya propia.

El joven de esta historia prefiere elanonimato. A grandes rasgos cuenta surutina. Sin desviar la mirada del monitorfrente al que trabaja, en tono casi inaudi-ble, enumera de memoria horarios, me-dicamentos y turnos médicos. Lo interro-go acerca de su proyecto de vida, susaspiraciones… Pero no responde. Encambio,me dice que estudia una maes-tría, que le gusta escribir e investigar yque quisiera tener un segundo trabajo.

La mayoría de los cubanos convive ensu medio familiar con quienes ya peinancanas. El Censo de Población y Viviendasde 2012 así lo confirma. Para esa fechaCuba registraba 1 506 852 hogares don-de residían personas con 60 años y más,de estos 280 591 en los que vivíansolos, y 13 398 con presencia de tres omás personas de este rango etario.

Los jóvenes asumen roles activos enel proceso de cuidado y atenciones a losadultos mayores de su entorno; sin em-bargo, los especialistas apuntan que latendencia en la sociedad cubana es otra.

CUESTIÓN DE GÉNERO Y GENERACIONES«A la vuelta de 12 años Cuba debe

elevar su porciento de envejecimientohasta el 30; es decir, tres de cada diezcubanos. Aparecerán más hogares condos y más personas de la tercera edaden convivencia, que por obligación secuidarán entre ellos», explicó ImmerRamos Reyes, jefe del Departamento deDemografía y Censo, de la Oficina Nacio-nal de Estadísticas e Información (ONEI)en Cienfuegos.

Este fenómeno del «envejecimientodel envejecimiento» —como lo nombrala doctora Mileisy Águila Rodríguez,direc-tiva de la Sección para la Atención alAdulto Mayor, la Discapacidad Mental yTrabajo Social en la provincia—, se avis-taba desde hace más de una década,cuando solo en la Perla del Sur residíanmás de cien centenarios. Hoy los cuida-dores informales —aquellos que no reci-ben remuneración— y por cuenta propiatienen más de 45 años.

El país adopta importantes medidaspara el tratamiento a la problemática delenvejecimiento, recogidas en distintosprogramas que respaldan los Lineamien-tos de la Política Económica y Social delPartido y la Revolución.

Ángela Rosa Gallardo Pereira, a sus 78años, se ha hecho cargo de la decaden-cia de su hija como resultado del Alzhei-mer. Ya cercana al siglo de existencia, Ha sufrido no pocos percances físicos Carmen Rosa tras 15 años al cuidado del hermano.

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05NACIONALjuventud rebelde MIÉRCOLES 21 DE MARZO DE 2018

ansiedad, angustia, depresión, desinte-rés por el bienestar propio e incluso algu-nas patologías.

«Fueron 15 años de mi vida en queme avejenté, me enfermé. Tengo des-gaste en los huesos —señala CarmenRosa—, y el médico me lo dice, que espor tanto tiempo sin atenderme».

«A mí me tocó rápido, apenas a los30. Mi mamá es epiléptica, diabética,hipertensa y demente. No sabía cómomanejar esa situación. Tuve momentosde desesperación, de encerrarme en elbaño y dar gritos porque el trabajo, la ca-sa, mi niño de apenas un año, el matri-monio, todo estaba sobre mí», recuerdaMachado Fuentes, licenciada en Historiay otrora guía del Museo Fortaleza Nues-tra Señora de los Ángeles de Jagua.

Cerca del 40 por ciento de las cuba-nas a cargo de la población añosa conpadecimientos crónicos, enfermedadesno transmisibles o discapacidad, decideprescindir de vínculos laborales fuera delhogar,el primero de los síntomas del ais-lamiento social. Es el caso de la cien-fueguera Andino Cabeza, aquejada dedesequilibrios nerviosos «porque mi her-mano no hablaba, y estar permanente-mente entre cuatro paredes te obstina».

De acuerdo con los resultados de unestudio publicado en la revista Noveda-des en Población,del Centro de EstudiosDemográficos (Cedem), de la Universi-dad de La Habana, en esta situación sevivencian estados emocionales negati-vos. Incide en ello «la desvalorización anivel social de las prácticas de cuidado»,por ser actividades no remuneradas, ypor tanto incoherentes con la definicióncomún de lo que es trabajar.

CUIDAR A QUIÉN NOS CUIDAAcercarse a la atención primaria de

salud ofrece opciones para aprender avivir en situaciones de estrés físico yemocional. Con la prerrogativa de cuidara quien nos cuida, se ofrece un curso enel que se imparten contenidos queincentivan el autocuidado, la proteccióny la responsabilidad del cuidador con susalud, prácticas para mantener buenoshábitos de alimentación, la organizaciónde la rutina diaria, la creación de entor-nos saludables y otros.

«Yo estaba prácticamente en cero. Ahíaprendí a manipular al paciente sindañarme, a moverlo para evitar las esca-ras, a organizar el horario de los medica-mentos para proteger su estómago»,declara Melvis Cruz Dorticós, graduadadel curso.

Para Judith Machado Fuentes lo másimportante fue reconocer que «hay quepedir ayuda, gritar, necesitar de losdemás y hacer tiempo para mí. Eso yono lo hacía».

«Al principio funcionaron 16 escuelas,una por área de salud, pero en estosmomentos no tenemos ninguna porqueestamos en revaluación con docenciapara comenzar en el segundo trimestre»,puntualizó Annia López Hernández, fun-cionaria del Departamento Provincial dePromoción de Salud.

Han transcurrido tres graduacionesde las que egresaron más de 300 alum-nos. Sin embargo, «no han logrado tenerun funcionamiento estable. Hay perso-nas que no acaban de insertarse en elservicio, y hay otros que desconocenque existe», lamentó la directiva de laSección para la Atención al AdultoMayor, la Discapacidad Mental y TrabajoSocial. López Hernández alega el bajo

de salud y la atención primaria, otrasalternativas han surgido en Cienfuegospara evitar que el cuidado del adultomayor esté a la deriva. Si usted marca el43513652 contactará con la Líneayudade Geriatría del Hospital Provincial Gus-tavo Aldereguía Lima, una vía de accesorápido a especialistas para consultarinquietudes sobre el manejo del pacien-te en el hogar, dosificación de los fárma-cos y otras dudas.

«Hemos asistido hasta urgencias víatelefónica, porque el familiar percibealgún síntoma y nos consulta. Porsupuesto,de inmediato comunicamos alservicio de emergencias o al médico delárea de salud», atestigua Yaknoy Cardo-na Alfonso, jefe del Servicio de Geriatríay Gerontología del hospital sureño. Peroesta iniciativa tampoco se ha afianzado.

¿Quienes velan por los ancianos encondiciones de dependencia no necesi-tan asesoría? ¿Es el cuidado por intui-ción natural sinónimo de buen proce-der? Ningún especialista pudiera respon-der tales interrogantes mejor que quienha atendido a una persona con padeci-mientos crónicos por más de 15 años.

Judith Machado Fuentes pudiera lla-marse ermitaña. Su demarcación selimita a la cuadra en que reside. Vivedependiente de esquemas y horarios; alas 6:00 a.m. el desayuno, las primeraspastillas, agua media hora después,más medicamentos, sentarla en la silla,acostarla, más agua, otras píldoras, lamerienda… y así hasta enlazar un díacon otro. En las noches se despiertacada dos horas para cambiar de posi-ción a Tita, su madre, y así evitar lasescaras. Repetidas veces surgió el «nopuedo más», pero Judith aprendió adominar su insomnio, establecer priori-dades y cuidarse a sí misma.

«Desde lo institucional —acotó Águi-la Rodríguez— hay una voluntad deseguir convocando los cursos e incor-porar a las personas que ejercen laactividad por cuenta propia, a quienesno se les exige el certificado del cursopara optar por la licencia, según laResolución 42/2013, explicó YaquelínLinares Luján, especialista principal delsector en la Dirección Provincial de Tra-bajo y Seguridad Social.

Mientras la Escuela para cuidadoresse cimienta, en vínculo con la promoción

poder de convocatoria, la apatía de lapoblación ante la propuesta y las com-plejidades de reunir al claustro de espe-cialistas (sicólogo, geriatra, clínico, traba-jador social y otros).

Quienes sí manifiestan interés perci-ben el horario —entre tres y cuatrohoras una vez a la semana— como unobstáculo, aunque les es permitido flexi-bilizarlo en coordinación con el resto delgrupo. Incluso las autoridades de Saluden la provincia destacan la posibilidadde recibir algunas lecciones en casa.

En la Escuela para cuidadores, Judith aprendió a pedir ayuda a los demás y a dedicar tiempoa sí misma.

CUANDO un adulto mayor necesita deotra persona para realizar las activi-dades cotidianas debido al padeci-miento de alguna enfermedad o a latenencia de alguna limitación, su cali-dad de vida depende, de manera direc-ta, del cuidado que reciba de esa per-sona, sea familiar o no.

El cuidador, o casi mejor dicho, lacuidadora —porque inevitablementelas mujeres son, en mayoría, las queasumen estas tareas—, deben tenerlos conocimientos imprescindiblespara lidiar con este adulto mayor y sudiscapacidad. Pero además debeaprender a manejar su carga, que noes más que ese estado, comprensible,que se deriva del grado de incomodi-dad o molestia originada por cuidar aalguien más, en detrimento a veces desu propio cuidado y del uso del tiempopara otras actividades.

Cada vez se ha hecho más impor-tante tomar en cuenta a los cuidado-res con sus afectaciones sociales,físicas, sicológicas y económicas, entanto dejan a un lado, en muchoscasos, su propia vida para dedicarsea la de otra persona. Conocer la enfer-medad de quien atienden, su evolu-ción y tratamiento, y cómo manejarlo,le propiciará calma y tranquilidad, por-que sabrá qué hacer en cada momen-to y sentirá una menor carga sobresus hombros.

síndromes geriátricos, los recursossociales comunitarios y ayudas técni-cas,el cuidado para las actividades bá-sicas y la prevención de accidentes y as-pectos relacionados con la depresión,trastornos de ansiedad y del sueño.

Según la enfermedad o limitanteque padece el adulto mayor, el cuida-dor escogerá luego las conferenciasespecíficas a las que quiere asistir, apartir del abordaje del manejo de lasdemencias, las enfermedades cerebro-vasculares y el mal de Parkinson.

Estas escuelas para cuidadores deadultos mayores con dependencia sonmuy necesarias en un país donde el en-vejecimiento de la población continúaen aumento, y en el que en muchasocasiones son los familiares los queasumen esa responsabilidad, sin reci-bir remuneración por ello y aún sinsaber a ciencia cierta cómo hacerlo.

Lilian Rodríguez, subdirectora delCentro de Investigaciones sobre Longe-vidad, Envejecimiento y Salud (Cited),aseveró que los resultados de la pues-ta en marcha de esta iniciativa ha arro-jado una reducción en la sobrecarga delos cuidadores, en la medida en queaprenden cómo cuidar y cómo autocui-darse. Insistió en que el Estado debemonitorear y apoyar a esos familiaresque asumen el rol de cuidadores paraque puedan seguir siendo económica-mente activos y aportar a la sociedad.

Por ello el Sistema de Salud Cubanoimpulsó la Escuela para cuidadores deadultos mayores en estado de depen-dencia, desde 2015, que funcionan enel 88 por ciento de los policlínicos delpaís, reveló el doctor Alberto FernándezSeco, jefe del Departamento de AdultoMayor, Asistencia Social y Salud Mentaldel Ministerio de Salud Pública, en elcoloquio internacional El derecho de laspersonas mayores en el mundo, celebra-do en abril de 2017.

Con sesiones de trabajo de hasta doshoras, los especialistas brindan informa-ción básica sobre las diferentes enfer-medades que pueden provocarles de-pendencia a los ancianos y las accionescotidianas que debe realizar el cuidador;y también propician el desarrollo de habi-lidades y destrezas para la atención aese adulto mayor y para afrontar la car-ga que, como cuidador, puede sufrir.

En instituciones de la atención prima-ria de salud, como los policlínicos, seestructura esta Escuela para cuidado-res. Lo primero es aplicar la escala deZarit para conocer la carga del cuidador,así como un cuestionario para evaluar elconocimiento que tienen para atender alpaciente con discapacidad y dependen-cia, según la enfermedad.

Se imparte un módulo general contemas de interés para todos los cuidado-res, sea cual sea la enfermedad de supaciente,en el que se abordan los grandes

Para enseñar