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¡Nadie tiene lo que quiere!” Miguel-A. 132 seg. (A. Molina)

“¡Nadie tiene lo que quiere!” Miguel-A. 132 seg. (A. Molina)

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“¡Nadietiene

loque

quiere!”

Miguel-A.

132 seg.(A. Molina)

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Se dice que la clave de la felicidad de cada cual está en buscar un equilibrio entre sus deseos y su realidad: No desear aquello que está fuera de su alcance. Esta teoría parece perfecta, pero es utopía indicando una meta a conseguir con nuestra lucha diaria. La imperfección humana nos tira en sentido contrario.

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El fabulista Esopo, antes de Cristo, nos muestra la fábula de la zorra que, no pudiendo alcanzar la uvas de una parra, se consoló diciéndose: “¡Bah, están verdes”. En realidad, es previsible que, si a la tal zorra se la hubiera rebajado el listón de la parra, se habría pegado un atracón de uvas. No es lo mismo autoprotegerse no deseando, que no desear en sí. Eso: nadie tiene lo que quiere.

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Pepe llegó al bar y se acercó a la barra. Sacó del bolsillo un pavo diminuto, pero adulto. Lo puso encima del mostrador y pidió al barman una cerveza para él y un platito de frutos secos para el pavo.

El barman le sirvió lo solicitado. Pepe puso el platito de frutos secos cerca del pavo. Y, cada vez que el pavo intentaba acercarse al plato, Pepe le daba un empujón, pero, aunque los empujones eran fuertes, no había forma de que el pavo cayera al suelo.

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Mientras Pepe tomaba su cerveza, el camarero le preguntó:

- ¿Qué es eso?.

- ¿No lo ves...? -respondió-. Es un pavo de veinte centímetros.

-¿Y cómo lo ha conseguido?.

- Muy sencillo. Me encontré esta vieja lámpara, la froté y de ella salió un genio que me dijo que formulara un deseo.

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- ¿Me deja probar? -solicitó el barman.

- Sí, claro, por supuesto -replicó Pepe.

El barman frotó la lámpara. Salió el genio... y le solicitó un deseo.

- ¡Deseo -pidió el barman- un millón de euros!.

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Y, ¡zas! Al momento, queda el bar lleno de cigarros puros.

- ¡Coño! -exclamó el barman-, le había dicho un millón de euros, no un millón de puros.

- ¿Y que creías? -respondió Pepe-. ¿Creías que yo había pedido este bicho? ¿Y para que habría yo de querer un pavo de veinte centímetros que nunca se cae al suelo por mucho que lo empujes?.