Naser, Crítica de Danza

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Naser, Crítica de Danza

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De la crtica judicial a la filosofa del evento: es posible una ertica deladanza?Desafos y preguntas sobre la crtica periodstica de danza en el Uruguaycontemporneo.La construccin del discurso crtico y de lascaractersticas y propsitos de lacrtica de arte, han sido objeto de reflexin interdisciplinar durante dcadas. Sinembargo algunas caractersticas de la danza y de la crtica enUruguay, as como delas teoras sobre lacontemporaneidad en elarte, sealan que no estan redundantelevantar algunas preguntas sobre el papel de la crtica as como de susfundamentos.Para quin se escribe la crtica de danza ycul es su propsito? Debera eldiscurso crtico en el arte presentar la visinde un espectador calificado o la de unespecialista en la temtica? Debera proponerse como objetivo laformacin depblico o se dirige a losartistas y a los ya habituales espectadores? Deberasituarse en publicaciones especializadas o tener lugar enperidicos de alcancemasivo?Pese al aumento constatado de supblico1y al an no evaluado impacto de lapoltica de revitalizacin del Ballet Nacional del Sodre dentro de la que se apuntaa la popularizacin, divulgacin e inclusin del pblico la danza sigue siendo unlenguaje que no interesa ni convoca a las mayoras cuando de consumo cultural orecreacin se trata. El llamativo inters y concurrencia a las obras del BNS puedeexplicarse en parte por el carisma y reconocimiento de su director Julio Bocca (enun inters con cierto toque de cholulismo por parte del pblico) y en parte porqueel ballet lenguaje dancstico surgido en el siglo XVII enFrancia y que presenta uncuerpo atemporal, antigravitacional y no situado provee cdigosde recepcinestabilizados durante siglos que tal vez permitan que el pblico no tan asiduo a ladanza se aproxime sinel temor que locontemporneo suscita. Qu sucedeentonces con otras expresiones del gnero en las cuales no es posible identificaruna narrativa, o el virtuosismo en la ejecucin de una tcnica, nidesplieguesespectacularestales como los que el tipo de lenguaje y eldinero invertido en el BNSpermiten desplegar? El xito de la danza para comunicarse con un pblico msamplio es cuestionable, por matizar susreconocidos fracasos.Sin dejar de lado la relacin (ciertamente conflictiva) de la danza con su pblico,volvamos al tema planteado al inicio. Actualmente la crtica de danza tieneespacios reducidos e intermitentes enalgunos medios de prensa. Walter Veneziani,Silvana Silveira, Javier Alfonso, Carolina Silveira, Alexander La Luz, sonalgunos delos autores cuyas reseas aparecen en medios de publicacin peridica como elSemanario Brecha, la Revista Dossier (que es la que dedica mayores espacios yartculos en su seccin dedicada a este arte), La Diaria, El Pas yFreewayespordicamente. Pero en su mayora los textos publicados se dedican al anlisisde obras siendo escasosaquellos que analizan otras realidades relativas a la danza1Primer Informe sobre Imaginariosy Consumo cultural (Hugo Achugar, 2002) y Segundo InformeNacional Sobre Consumo y Comportamiento Cultural (Observatorio Universitario de Polticas Culturales,FHHCE - CCE, 2009)

(polticas pblicas e iniciativas privadas, anlisis globales de la produccinnacional, trayectoria de cierto creador o informessobre los aspectos econmicosligados a la actividad del sector). Si bien enlos ltimos aos, el MEC y laUniversidad de la Repblica han apoyado lapublicacin de investigaciones, losespacios son muy acotados o al menos incipientes.Por otra parte la formacin dequienes nos metemos en el baile de la escritura sobre estearte del acontecimientoy el cuerpo, es autodidacta y a menudo el punto de vista dequien resea dependede su propia experiencia/relacin con elmundo de la danza, escaseando la auto-crtica y la retroalimentacin mediante el intercambio en un medio en el que lainvestigacin es unaprctica infrecuente.Hace algunos meses en el Centro Cultural de Espaa, se llev a cabo una mesa dediscusin sobre la crtica especializada en danza y es apartir de esa instancia quehall relevante compartir algunas posibles miradas para lareflexin sobre estetema.En 1966, Susan Sontag publicaba Contra lainterpretacin, texto fundamental enel que la autora criticala excesiva intelectualizacin de nuestra cultura, aexpensasde la energa y capacidad sensorial. Partiendo de este diagnstico Sontag opina quela actitud interpretativa teme dejar sola a la obra de arte y para evitarlo domesticaal arte, reducindolo a uncontenidoque debe serexplicado. Pero ms que unahermenutica del arte, la crtica debiera operar como una ertica del arte, queprestando ms atencin a lasformas, mostraracmoes lo que es, e inclusivequeslo que eso y noqu significa.La crtica toma entonces el lugar de mediacin, pero no mediante una lgicaembrutecedora, que proponindose reducir la distanciaentre obra y espectadores,entre las intenciones del autor y lo que el pblico debera ver, nohace ms queafirmar esta separacin. La crtica,como lugar evidentemente poltico, se presentaentonces como espacio para la circulacin de conocimientos, para ladeconstruccin de una obra (analizando la familiaesttica, la genealoga de laobra,la lgica interna de su composicin, etc.) y yano como constructora de significadosunvocos sobre el arte o como institucin evaluadora cuya funcin es decidir si laobra es buena o mala.Pero de dnde proviene esta imagen judicial del crtico de arte? Tal vez sta seaalimentada por la actitud de crticos verdugos (al decir de Dubatti), por artistasmasoquistas/hedonistas o porlas expectativas de un pblicoque prefiere contarestrellas que ingresar en el terreno decrisisque la crtica tienela potencialidaddespertar (estando este concepto en laraz etimolgica de la palabra).Si siguiendo aBourdieu2, adoptamos una mirada del arte como campo (que comootros goza de una autonoma relativa) y reubicamos al discurso crticodentrodesus fronteras, resulta pertinente pensar en l ya no como la observacin delfenmeno esttico en tanto acto desinteresado, mbito incontaminado oevaluacin de un valor esttico objetivo, sino como una reflexin sobre lascreencias colectivas que en la contemporaneidad permiten definir qu es y no es2Pierre Bourdieu. Los usos sociales de la ciencia. Por una sociologia clnica del campo cientfico. Loscampos como microcosmos relativamente autnomos. So Paulo: Editora UNESP, 2003.

arte, quien es y no esartista y quien tiene el poder para trazar esas delimitaciones.En diferentes momentos y lugares las prcticas esttico- polticas y lasconcepciones del arte son reconfiguradas generando distintas estratgias deinsercin y contextualizacin en las tramas sociales. De acuerdo con esta visin lasprcticas anteriores y coetneas, noestaran determinando las acciones presentespero si propiciando un nuevocontexto (en permanente transformacin). Lasprcticas artsticas se sitan dentro de un campo dentro del cual los agentesestnunos en relacin con otros compartiendo un mismo sistema de coordinadasintelectuales. El artista construye su obra consciente o inconscientemente enfuncin de lo preconstruido en el plano ideolgico y cultural por suscontemporneos.A su vez, la creciente reflexividad del arte sobre simismo, que ha fundamentadodiagnsticos como los del fin del arte3y la conversin de la esttica enfilosofia,resulta una caracterstica determinante para los anlisisque pretenden dar cuentade sus transformaciones. En danza, estatendencia se verifica enpropuestasconceptuales que cuestionan ontologicamente al propiolenguaje medianteestratgias como la hibridacin con otros o la experimentacin sobre las bases quehistoricamente han definido la danza (me refiero aobras donde por ejemplo elmovimiento est prcticamente ausente y no se emplea ninguna tcnica dedanza, o casos en los que seprescinde de msica, vesturio, iluminacin, etc.).Pero considerando esto ltimo, podemos reformular el anlisis del artecontemporneo a la luz de otras vertientestericas que proponen no hamuerto laesttica bajo el imperio de la filosfica bsqueda de la verdad del arte, sino quelafilosofa se encuentra en una senda de deconstruccin en la que se vislumbra larecuperacin de los modos de verdad adheridos al arte.En la danza, la bsquedade un saberdelyen elcuerpo, ha implicado no solo el desarme del sistema clsico,racionalista y disciplinario queusabaal cuerpo como recipiente para latransmisin de ciertos contenidos sino tambin la construccin del conflictodramtico a partir de la propia realidad corporal (y no solo comomediopara suvehiculizacin). Las fracturas en la imagenidealizada del cuerpo y la politizacinde temas como lasexualidad, el dolor, la enfermedad, las diferencias raciales,etreas, etc., han convertido al cuerpo enel agente provocador de una vivencia,cuya potencialidad no radica en su significado sino en laformulacin de unapregunta articulada desde la experiencia de un cuerpo real o ms bien en la co-presencia de realidades corporales que el teatro rene encadaevento.Los rasgos de este teatro que Thomas Lehmann ha dado en llamar post-dramtico4,constituyen una base epistemolgica adecuada para analizar la danzacontempornea, pero debemos tener en cuenta que esta adecuacin no esaplicablea todos los tipos de danza, ni siquiera a todas las obras de danza contempornea(as como el marco de anlisis aplicado alballet no debera ser el mismo que elempleado para obras de danza moderna basadas enun paradigma expresivo).Teniendo en cuenta este problema no menor de identificar la lgica interna de laobra para analizarla en sus propios trminos pienso que la crticadebe3Arthur Danto. Despus del fin del arte. El arte contemporneo y el linde de la historia. Paids,1999.4Hans-Thies Lehmann De imgenes corporales post-dramticas. EnBody.con.text.The yearbook of balletinternational/ tanz aktuell. Berln, 1999.

De la crtica judicial a la filosofa del evento: es posible una ertica deladanza?Desafos y preguntas sobre la crtica periodstica de danza en el Uruguaycontemporneo.La construccin del discurso crtico y de lascaractersticas y propsitos de lacrtica de arte, han sido objeto de reflexin interdisciplinar durante dcadas. Sinembargo algunas caractersticas de la danza y de la crtica enUruguay, as como delas teoras sobre lacontemporaneidad en elarte, sealan que no estan redundantelevantar algunas preguntas sobre el papel de la crtica as como de susfundamentos.Para quin se escribe la crtica de danza ycul es su propsito? Debera eldiscurso crtico en el arte presentar la visinde un espectador calificado o la de unespecialista en la temtica? Debera proponerse como objetivo laformacin depblico o se dirige a losartistas y a los ya habituales espectadores? Deberasituarse en publicaciones especializadas o tener lugar enperidicos de alcancemasivo?Pese al aumento constatado de supblico1y al an no evaluado impacto de lapoltica de revitalizacin del Ballet Nacional del Sodre dentro de la que se apuntaa la popularizacin, divulgacin e inclusin del pblico la danza sigue siendo unlenguaje que no interesa ni convoca a las mayoras cuando de consumo cultural orecreacin se trata. El llamativo inters y concurrencia a las obras del BNS puedeexplicarse en parte por el carisma y reconocimiento de su director Julio Bocca (enun inters con cierto toque de cholulismo por parte del pblico) y en parte porqueel ballet lenguaje dancstico surgido en el siglo XVII enFrancia y que presenta uncuerpo atemporal, antigravitacional y no situado provee cdigosde recepcinestabilizados durante siglos que tal vez permitan que el pblico no tan asiduo a ladanza se aproxime sinel temor que locontemporneo suscita. Qu sucedeentonces con otras expresiones del gnero en las cuales no es posible identificaruna narrativa, o el virtuosismo en la ejecucin de una tcnica, nidesplieguesespectacularestales como los que el tipo de lenguaje y eldinero invertido en el BNSpermiten desplegar? El xito de la danza para comunicarse con un pblico msamplio es cuestionable, por matizar susreconocidos fracasos.Sin dejar de lado la relacin (ciertamente conflictiva) de la danza con su pblico,volvamos al tema planteado al inicio. Actualmente la crtica de danza tieneespacios reducidos e intermitentes enalgunos medios de prensa. Walter Veneziani,Silvana Silveira, Javier Alfonso, Carolina Silveira, Alexander La Luz, sonalgunos delos autores cuyas reseas aparecen en medios de publicacin peridica como elSemanario Brecha, la Revista Dossier (que es la que dedica mayores espacios yartculos en su seccin dedicada a este arte), La Diaria, El Pas yFreewayespordicamente. Pero en su mayora los textos publicados se dedican al anlisisde obras siendo escasosaquellos que analizan otras realidades relativas a la danza1Primer Informe sobre Imaginariosy Consumo cultural (Hugo Achugar, 2002) y Segundo InformeNacional Sobre Consumo y Comportamiento Cultural (Observatorio Universitario de Polticas Culturales,FHHCE - CCE, 2009)

(polticas pblicas e iniciativas privadas, anlisis globales de la produccinnacional, trayectoria de cierto creador o informessobre los aspectos econmicosligados a la actividad del sector). Si bien enlos ltimos aos, el MEC y laUniversidad de la Repblica han apoyado lapublicacin de investigaciones, losespacios son muy acotados o al menos incipientes.Por otra parte la formacin dequienes nos metemos en el baile de la escritura sobre estearte del acontecimientoy el cuerpo, es autodidacta y a menudo el punto de vista dequien resea dependede su propia experiencia/relacin con elmundo de la danza, escaseando la auto-crtica y la retroalimentacin mediante el intercambio en un medio en el que lainvestigacin es unaprctica infrecuente.Hace algunos meses en el Centro Cultural de Espaa, se llev a cabo una mesa dediscusin sobre la crtica especializada en danza y es apartir de esa instancia quehall relevante compartir algunas posibles miradas para lareflexin sobre estetema.En 1966, Susan Sontag publicaba Contra lainterpretacin, texto fundamental enel que la autora criticala excesiva intelectualizacin de nuestra cultura, aexpensasde la energa y capacidad sensorial. Partiendo de este diagnstico Sontag opina quela actitud interpretativa teme dejar sola a la obra de arte y para evitarlo domesticaal arte, reducindolo a uncontenidoque debe serexplicado. Pero ms que unahermenutica del arte, la crtica debiera operar como una ertica del arte, queprestando ms atencin a lasformas, mostraracmoes lo que es, e inclusivequeslo que eso y noqu significa.La crtica toma entonces el lugar de mediacin, pero no mediante una lgicaembrutecedora, que proponindose reducir la distanciaentre obra y espectadores,entre las intenciones del autor y lo que el pblico debera ver, nohace ms queafirmar esta separacin. La crtica,como lugar evidentemente poltico, se presentaentonces como espacio para la circulacin de conocimientos, para ladeconstruccin de una obra (analizando la familiaesttica, la genealoga de laobra,la lgica interna de su composicin, etc.) y yano como constructora de significadosunvocos sobre el arte o como institucin evaluadora cuya funcin es decidir si laobra es buena o mala.Pero de dnde proviene esta imagen judicial del crtico de arte? Tal vez sta seaalimentada por la actitud de crticos verdugos (al decir de Dubatti), por artistasmasoquistas/hedonistas o porlas expectativas de un pblicoque prefiere contarestrellas que ingresar en el terreno decrisisque la crtica tienela potencialidaddespertar (estando este concepto en laraz etimolgica de la palabra).Si siguiendo aBourdieu2, adoptamos una mirada del arte como campo (que comootros goza de una autonoma relativa) y reubicamos al discurso crticodentrodesus fronteras, resulta pertinente pensar en l ya no como la observacin delfenmeno esttico en tanto acto desinteresado, mbito incontaminado oevaluacin de un valor esttico objetivo, sino como una reflexin sobre lascreencias colectivas que en la contemporaneidad permiten definir qu es y no es2Pierre Bourdieu. Los usos sociales de la ciencia. Por una sociologia clnica del campo cientfico. Loscampos como microcosmos relativamente autnomos. So Paulo: Editora UNESP, 2003

De la crtica judicial a la filosofa del evento:es posible una ertica de la danza?Desafos y preguntas sobre la crtica periodstica de danzaen el Uruguay contemporneo.

Luca Naser

La construccin del discurso crtico y de las caractersticas y propsitos de lacrtica de arte, han sido objeto de reflexin interdisciplinar durante dcadas. Sin embargo algunas caractersticas de la danza y de la crtica en Uruguay, as como delas teoras sobre lacontemporaneidad en elarte, sealan que no es tan redundantelevantar algunas preguntas sobre el papel de la crtica as como de susfundamentos.

Para quin se escribe la crtica de danza ycul es su propsito? Debera el discurso crtico en el arte presentar la visinde un espectador calificado o la de un especialista en la temtica? Debera proponerse como objetivo laformacin depblico o se dirige a los artistas y a los ya habituales espectadores? Debera situarse en publicaciones especializadas o tener lugar en peridicos de alcance masivo?

Pese al aumento constatado de supblico1Primer Informe sobre Imaginariosy Consumo cultural (Hugo Achugar, 2002) y Segundo InformeNacional Sobre Consumo y Comportamiento Cultural (Observatorio Universitario de Polticas Culturales,FHHCE - CCE, 2009).

y al an no evaluado impacto de la poltica de revitalizacin del Ballet Nacional del Sodre dentro de la que se apunta a la popularizacin, divulgacin e inclusin del pblico la danza sigue siendo un lenguaje que no interesa ni convoca a las mayoras cuando de consumo cultural o recreacin se trata. El llamativo inters y concurrencia a las obras del BNS puede explicarse en parte por el carisma y reconocimiento de su director Julio Bocca (enun inters con cierto toque de cholulismo por parte del pblico) y en parte porque el ballet lenguaje dancstico surgido en el siglo XVII enFrancia y que presenta un cuerpo atemporal, antigravitacional y no situado provee cdigosde recepcin estabilizados durante siglos que tal vez permitan que el pblico no tan asiduo a la danza se aproxime sinel temor que locontemporneo suscita. Qu sucede entonces con otras expresiones del gnero en las cuales no es posible identificar una narrativa, o el virtuosismo en la ejecucin de una tcnica, nidespliegues espectaculares tales como los que el tipo de lenguaje y eldinero invertido en el BNS permiten desplegar? El xito de la danza para comunicarse con un pblico ms amplio es cuestionable, por matizar susreconocidos fracasos.

Sin dejar de lado la relacin (ciertamente conflictiva) de la danza con su pblico,volvamos al tema planteado al inicio. Actualmente la crtica de danza tiene espacios reducidos e intermitentes enalgunos medios de prensa. Walter Veneziani, Silvana Silveira, Javier Alfonso, Carolina Silveira, Alexander La Luz, sonalgunos delos autores cuyas reseas aparecen en medios de publicacin peridica como el Semanario Brecha, la Revista Dossier (que es la que dedica mayores espacios yartculos en su seccin dedicada a este arte), La Diaria, El Pas yFreeway espordicamente. Pero en su mayora los textos publicados se dedican al anlisis de obras siendo escasosaquellos que analizan otras realidades relativas a la danza (polticas pblicas e iniciativas privadas, anlisis globales de la produccin nacional, trayectoria de cierto creador o informessobre los aspectos econmicos ligados a la actividad del sector). Si bien enlos ltimos aos, el MEC y la Universidad de la Repblica han apoyado lapublicacin de investigaciones, los espacios son muy acotados o al menos incipientes.Por otra parte la formacin de quienes nos metemos en el baile de la escritura sobre estearte del acontecimiento y el cuerpo, es autodidacta y a menudo el punto de vista dequien resea depende de su propia experiencia/relacin con elmundo de la danza, escaseando la auto-crtica y la retroalimentacin mediante el intercambio en un medio en el que la investigacin es unaprctica infrecuente.

Hace algunos meses en el Centro Cultural de Espaa, se llev a cabo una mesa de discusin sobre la crtica especializada en danza y es apartir de esa instancia que hall relevante compartir algunas posibles miradas para lareflexin sobre este tema.

En 1966, Susan Sontag publicaba Contra lainterpretacin, texto fundamental en el que la autora critica la excesiva intelectualizacin de nuestra cultura, aexpensas de la energa y capacidad sensorial. Partiendo de este diagnstico Sontag opina quela actitud interpretativa teme dejar sola a la obra de arte y para evitarlo domestica al arte, reducindolo a un contenido que debe ser explicado. Pero ms que una hermenutica del arte, la crtica debiera operar como una ertica del arte, que prestando ms atencin a lasformas, mostrara cmo es lo que es, e inclusive qu es lo que eso y no qu significa.

La crtica toma entonces el lugar de mediacin, pero no mediante una lgica embrutecedora, que proponindose reducir la distanciaentre obra y espectadores,entre las intenciones del autor y lo que el pblico debera ver, nohace ms que afirmar esta separacin. La crtica,como lugar evidentemente poltico, se presenta entonces como espacio para la circulacin de conocimientos, para la deconstruccin de una obra (analizando la familiaesttica, la genealoga de laobra,la lgica interna de su composicin, etc.) y yano como constructora de significados unvocos sobre el arte o como institucin evaluadora cuya funcin es decidir si laobra es buena o mala.

Pero de dnde proviene esta imagen judicial del crtico de arte? Tal vez sta sea alimentada por la actitud de crticos verdugos (al decir de Dubatti), por artistas masoquistas/hedonistas o porlas expectativas de un pblicoque prefiere contar estrellas que ingresar en el terreno de crisis que la crtica tienela potencialidad despertar (estando este concepto en laraz etimolgica de la palabra).

Si siguiendo aBourdieu2Pierre Bourdieu. Los usos sociales de la ciencia. Por una sociologia clnica del campo cientfico. Loscampos como microcosmos relativamente autnomos. So Paulo: Editora UNESP, 2003.

, adoptamos una mirada del arte como campo (que como otros goza de una autonoma relativa) y reubicamos al discurso crtico dentro desus fronteras, resulta pertinente pensar en l ya no como la observacin del fenmeno esttico en tanto acto desinteresado, mbito incontaminado o evaluacin de un valor esttico objetivo, sino como una reflexin sobre las creencias colectivas que en la contemporaneidad permiten definir qu es y no es arte, quien es y no esartista y quien tiene el poder para trazar esas delimitaciones. En diferentes momentos y lugares las prcticas esttico- polticas y las concepciones del arte son reconfiguradas generando distintas estratgias de insercin y contextualizacin en las tramas sociales. De acuerdo con esta visin las prcticas anteriores y coetneas, noestaran determinando las acciones presentes pero si propiciando un nuevocontexto (en permanente transformacin). Las prcticas artsticas se sitan dentro de un campo dentro del cual los agentesestn unos en relacin con otros compartiendo un mismo sistema de coordinadas intelectuales. El artista construye su obra consciente o inconscientemente en funcin de lo preconstruido en el plano ideolgico y cultural por sus contemporneos.

A su vez, la creciente reflexividad del arte sobre simismo, que ha fundamentado diagnsticos como los del fin del arte3Pierre Bourdieu. Los usos sociales de la ciencia. Por una sociologia clnica del campo cientfico. Loscampos como microcosmos relativamente autnomos. So Paulo: Editora UNESP, 2003

y la conversin de la esttica enfilosofia, resulta una caracterstica determinante para los anlisisque pretenden dar cuenta de sus transformaciones. En danza, estatendencia se verifica enpropuestas conceptuales que cuestionan ontologicamente al propiolenguaje mediante estratgias como la hibridacin con otros o la experimentacin sobre las bases que historicamente han definido la danza (me refiero aobras donde por ejemplo el movimiento est prcticamente ausente y no se emplea ninguna tcnica de danza, o casos en los que seprescinde de msica, vesturio, iluminacin, etc.).

Pero considerando esto ltimo, podemos reformular el anlisis del arte contemporneo a la luz de otras vertientestericas que proponen no hamuerto la esttica bajo el imperio de la filosfica bsqueda de la verdad del arte, sino quela filosofa se encuentra en una senda de deconstruccin en la que se vislumbra la recuperacin de los modos de verdad adheridos al arte.En la danza, la bsqueda de un saber del y en el cuerpo, ha implicado no solo el desarme del sistema clsico,racionalista y disciplinario que usaba al cuerpo como recipiente para la transmisin de ciertos contenidos sino tambin la construccin del conflicto dramtico a partir de la propia realidad corporal (y no solo como medio para su vehiculizacin). Las fracturas en la imagenidealizada del cuerpo y la politizacin de temas como lasexualidad, el dolor, la enfermedad, las diferencias raciales, etreas, etc., han convertido al cuerpo enel agente provocador de una vivencia,cuya potencialidad no radica en su significado sino en laformulacin de una pregunta articulada desde la experiencia de un cuerpo real o ms bien en la co-presencia de realidades corporales que el teatro rene encada evento .

Los rasgos de este teatro que Thomas Lehmann ha dado en llamar post-dramtico4Hans-Thies Lehmann De imgenes corporales post-dramticas. En Body.con.text. The yearbook of balletinternational/ tanz aktuell. Berln, 1999.

, constituyen una base epistemolgica adecuada para analizar la danza contempornea, pero debemos tener en cuenta que esta adecuacin no esaplicablea todos los tipos de danza, ni siquiera a todas las obras de danza contempornea(as como el marco de anlisis aplicado alballet no debera ser el mismo que el empleado para obras de danza moderna basadas enun paradigma expresivo).Teniendo en cuenta este problema no menor de identificar la lgica interna de la obra para analizarla en sus propios trminos pienso que la crticadebe proponerse establecer un reparto de lo sensible que convide al ingreso delespectador en el circulo mgico dela accin teatral, abandonando el lugar de observador racional para permitirle relacionarse con la obra enposesin de sus plenas energas vitales5Jacques Rancire.El espectadoremancipado. El lago Ediciones, 2010.

. Si Debord denunciaque la esencia del espectculo es la exterioridad y que la enfermedad del hombre contemporneo es quecuanto ms contempla, menos es, la crtica debera aliarse al arte para reivindicar no slo el carcter activo de la tarea de ver sino tambin la relacin inextricable entre nuestros modos de ser yde ver. Esah, donde la potencialidad emancipadora del arte y la tarea desconstructiva de la crtica encuentran sus posibilidades de transformar (o al menos discutir) el reparto de papeles (que hemos asumido) en el plano de lo sensible. Es all donde el ojo yel espritu se encuentran, en donde el terreno se muestra frtil para sembrar unaertica del arte, reavivando la pasin que como en cualquier amor duradero entra encrisis peridicamente.

Montevideo, Julio de 2011

Otras Referencias: Jacques Rancire. La divisin de lo sensible: esttica y poltica. So Paulo: EXOExperimental / Editora 34,2005.Guy Debord. La sociedad del espectculo: comentarios sobre lasociedad del espectculo. Rio de Janeiro: Contraponto, 1997.