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NESTOR BATANERO Nació en 1868 en una hacienda de Cajamarca, y murió en acción de armas, con el grado de Subteniente del Ejército, el 13 de julio de 1882, a los catorce años de edad. Un año antes asistió a la defensa de Lima, en San Juan y Miraflores, salvándose fortuitamente. Pero entregó su generosa sangre juvenil en la Batalla de SAN PABLO, precisamente en la fecha ya señalada. Era un muchacho soberbio de carácter en el buen sentido del vocablo, difícil de contentar, porque esperó siempre más de sí mismo. La guerra que estalló cuando apenas frisaba los once años apresuró su madurez, pero cabría agregar que si la naturaleza es pródiga, toma también el camino más corto para recoger sus mejores presas. Escribe el doctor Alberto Tauro en el prólogo de “NIÑO HÉROE de la Guerra de 1879” En 1880, a los 12 años, este guerrero nato, se presentó de voluntario en su ciudad natal de Cajamarca, en el batallón del Coronel Lorenzo Iglesias, hermano del líder de las fuerzas del Norte, Coronel Miguel Iglesias. Pocos meses después –oh asombro¡- ingresó con el grado de Subteniente en el Batallón de CAJAMARCA Nº 3, combatiendo como artillero, ya en las pampas de San Juan, Miraflores y Chorrillos. El 13 de agosto de 1881, en el MORRO SOLAR, con la pasmosa serenidad de sus años, al notar que la resistencia era imposible, se envolvió en nuestra bandera y echóse a rodar hacia la playa, para no ser divisado. Luego caminó hasta Lima, cargando el pabellón que había salvado. Ávido de acción, retornó a Cajamarca y sentó plaza en el cuerpo denominado “LIBRES DE TRUJILLO”. Tenía catorce años cuando concurrió a la batalla de SAN PABLO donde le cupo inusitadas maniobras de veterano tempranero.“Allí rindió la vida este niño de catorce años de edad” y “murió cuando menos se esperaba frente a la tierra prometida. Así traspuso los umbrales de la eternidad con una sonrisa de goce. SONRISA que quedó impresa en el semblante, como solemne acto y por todos los conceptos memorables de este mundo inflexible”.

Nestor Batanero

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NESTOR BATANERO

Nació en 1868 en una hacienda de Cajamarca, y murió en acción de armas, con el grado de Subteniente del Ejército, el 13 de julio de 1882, a los catorce años de edad.

Un año antes asistió a la defensa de Lima, en San Juan y Miraflores, salvándose fortuitamente. Pero entregó su generosa sangre juvenil en la Batalla de SAN PABLO, precisamente en la fecha ya señalada.

Era un muchacho soberbio de carácter en el buen sentido del vocablo, difícil de contentar, porque esperó siempre más de sí mismo. La guerra que estalló cuando apenas frisaba los once años apresuró su madurez, pero cabría agregar que si la naturaleza es pródiga, toma también el camino más corto para recoger sus mejores presas.

Escribe el doctor Alberto Tauro en el prólogo de “NIÑO HÉROE de la Guerra de 1879”

En 1880, a los 12 años, este guerrero nato, se presentó de voluntario en su ciudad natal de Cajamarca, en el batallón del Coronel Lorenzo Iglesias, hermano del líder de las fuerzas del Norte, Coronel Miguel Iglesias.

Pocos meses después –oh asombro¡- ingresó con el grado de Subteniente en el Batallón de CAJAMARCA Nº 3, combatiendo como artillero, ya en las pampas de San Juan, Miraflores y Chorrillos.

El 13 de agosto de 1881, en el MORRO SOLAR, con la pasmosa serenidad de sus años, al notar que la resistencia era imposible, se envolvió en nuestra bandera y echóse a rodar hacia la playa, para no ser divisado. Luego caminó hasta Lima, cargando el pabellón que había salvado. Ávido de acción, retornó a Cajamarca y sentó plaza en el cuerpo denominado “LIBRES DE TRUJILLO”.

Tenía catorce años cuando concurrió a la batalla de SAN PABLO donde le cupo inusitadas maniobras de veterano tempranero.“Allí rindió la vida este niño de catorce años de edad” y “murió cuando menos se esperaba frente a la tierra prometida. Así traspuso los umbrales de la eternidad con una sonrisa de goce. SONRISA que quedó impresa en el semblante, como solemne acto y por todos los conceptos memorables de este mundo inflexible”.

Antes de perecer, en circunstancia que una parte de nuestras tropas cedía, contuvo a un pelotón chileno comandado sólo siete hombres. Con su temple de conductor, resistió hasta que llegara el Coronel Miguel Iglesias y se pudiera trocar en victoria lo que parecía una derrota. A su muerte, en pleno campo de batalla, los adustos oficiales le guardaron un minuto de silencio.