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NINGÚN DERECHO RESERVADO

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Título: La Rusia SubterráneaAutor: Stepniak

Ex Nihilo - DistribuidoraEdición primera Barcelona - Abril [email protected]@riseup.net

1 | EDICIONES EX NIHILO

STEPNIAKLA RUSIA SUBTERRÁNEA Y LA

IMPRENTA CLANDESTINA

EL TERRORISMO PRECURSOR DE LA REVOLUCIÓNextractos del libro «La Rusia Terrorista»

01 | QUIÉN FUE STEPNIAK

СЕРГЕЕ Й МИХАЕ ЙЛОВИЧ СТЕПНЯЕ К-КРАВЧИЕ НСКИЙ

Hierven los fermentos revolucionarios diseminados por elterritorio ruso, como si de un momento a otro hubiesen desocavar y echar abajo el formidable edificio de laautocracia. En estos momentos, es de sumo interésconocer los orígenes de la revolución que va fraguándoseen Rusia, de manera que será oportuna la exposición deesos orígenes, que vamos a sacar de la famosa obra “LaRusia Subterránea” de Sergio Kravchinski.

Stepniak, seudónimo adoptado por Sergio Kravchinski, seafilió al Comité Ejecutivo del Partido SocialistaRevolucionario y dirigió el periódico Zemlyá i Volya,Tierra y Libertad. Tomo parte, de consiguiente, en laagitación revolucionaria, y participó de forma tan directaque se encargó de asesinar al jefe de la policía secreta de

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ese país, el General Mesentzeff, con una daga en las callesde San Petersburgo en 1878. Acérrimo revolucionario,compréndese el carácter apologélico de su historia, escritacon evidente apasionamiento, pero nutridas con datos yobservaciones personales que le dan un valor documentalinsuperable.

Kravchinski, como tantos otros apóstoles de la revoluciónrusa, era de noble prosapia, y salió del ejército paraemprender la propaganda.

A los 23 años, en 1875, predicaba la revolución a loslugareños, ganándose la vida con el oficio de aserrador. Alpoco tiempo fue detenido, pero pudo escapar, y buscórefugio en Suiza, de donde pasó a Italia. Era en 1878,cuando estalló el levantamiento anarquista en Benevento.El joven ruso con el nombre falso de Abraham Rublof,cayó en manos de los carabineros, al marchar con otrosrevolucionarios para concurrir al alzamiento. Durante suestancia en la cárcel, estudió el italiano, y al recobrar lalibertad ese mismo año, corrió de nuevo a Rusia para laejecución del General Mesentzeff, a la salida de unaIglesia de San Petersburgo. De una puñalada mató al Jefede la Policía Secreta Rusa; subió a un coche, guiado porun médico miembro del Comité, pudo de ésta formaalcanzar la frontera sano y salvo.

Desde entonces se dedicó a la propaganda, bajo elseudónimo de Stepniak, firma acreditada de trabajos enInglés e Italiano, y renombrada en las demás nacioneseuropeas, que se han hecho traducir los estudios históricosy novelas que presentaron y fomentaron al mundo la causade la revolución rusa. Stepniak murió horriblemente a los48 años, una noche desolada en Londrés, el 23 deDiciembre de 1895, descuartizado por un expreso en un

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paso a nivel.

La obra, fue escrita en italiano por Stepniak y le ganófama de literato, tanto como simpatías, de losrevolucionarios de toda Europa. Y no solamente todo losrevolucionarios de toda Europa. Y no solamente, losrevolucionarios, sino también, los liberales másmoderados de Inglaterra, y de los Estados Unidosayudaron a Stepniak en la fundación de las sociedades“Amigos de la Libertad Rusa” y de la “Humanitaria en prode los desterrados siberianos”. Entre tanto, su acción enRusia fue incesante. Pasaba largas temporadas en su tierracon nombre falso, como todos los ilegales. Y no regateabasu prestación personal a la tremenda sediciosa jugándosela vida a cada instante. De su experiencia y de sus estudiossalió la historia del terrorismo.

EL TRADUCTOR, EN EL FOLLETON “LAPUBLICIDAD”, 1905

02 | PRELUDIO

I

El novelista Turguenef, que ha alcanzado por sus escritosmerecida gloria, se hizo inmortal con una sola palabra.A él se debe el término “nihilismo”. En un principiose empleó en sentido despreciativo; pero después, pororgullo, lo aceptaron los vituperados, según ocurre muchasveces.

No hablaríamos de esto si no mediase la circunstancia deque en Europa se ha dado el nombre de nihilista no ya alpartido así llamado en Rusia, sino a otro que es totalmente

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diverso.

El verdadero nihilismo fue un movimiento filosófico yliterario que floreció en el decenio siguiente a la liberaciónde los siervos, es decir, entre 1860 y 1870. Hoy se haextinguido por completo y sólo quedan de él algunosvestigios que desaparecerán rápidamente, pues con la vidafebril de estos últimos años en Rusia un decenio puedeconsiderarse como un período de 30 a 50 años.

El nihilismo fue una lucha por la emancipación de loshombres inteligentes sometidos a durísimo yugo, y estalucha coincidió con la manumisión de los trabajadoresesclavizados por los patrones.

Puede afirmarse que el principio fundamental delnihilismo propiamente dicho, fue el individualismoabsoluto. Equivalía a la negación, en nombre de lalibertad individual, de todas las obligaciones impuestas alindividuo por la sociedad, la religión y la familia. Elnihilismo fue una reacción poderosa y apasionada, no yacontra el despotismo político, sino contra la opresiónmoral, que pesa sobre la vida íntima y privada delindividuo.

Pero debemos confesar que nuestros predecesores, almenos en los primeros tiempos, pusieron en esta lucha,esencialmente pacífica, el mismo espíritu de rebelión ycasi el mismo orden que caracterizan el actualmovimiento. Trazaré aquí el carácter general de talescombates, porque fueron el verdadero preludio delgran drama cuyo último acto se desenvuelve en el imperiode la Noche.

La primera batalla se dio en el dominio de la religión; pero

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el ímpetu fue tal, que apenas iniciada la lucha se alcanzóla victoria, pues no hay país en el mundo donde las clasescultas sean menos religiosas que en Rusia. La últimageneración fue un poco cristiana por costumbre y un pocoatea por su cultura. Y una vez lanzado al asalto el ejércitode jóvenes escritores, instruidos en las ciencias y lafilosofía positiva, llenos de fuego y de inteligencia, elcristianismo cayó como una vieja barraca cuarteada queestá en pie porque nadie la toca.

Para la propaganda materialista se empleaban dos mediosque se apoyaban y complementaban mutuamente. Enprimer término se utilizan la imprenta, la traducción ycomposición de obras que suministran irrefutablesargumentos contra todo sistema religioso, contra el libreartificio y el ultramontanismo. Para evitar los zarpazos dela censura, los pasajes demasiado claros se velabancon obscuras palabras, que ponían de relieve la idea a losojos del lector apasionado y atento.

La propaganda oral, valiéndose de argumentosaducidos por hombres de ciencia, sacaba lasconsecuencias lógicas de la doctrina y omitía lasreticencias impuestas a los escritores. El ateísmo aparecíacomo una religión admirable y nueva. Los prosélitos sedirigían a las almas vivas para lavarlas de “laabominación del cristianismo”, y extremaban su celocomo activos misioneros. También se recurrió a laimprenta clandestina, por cuyos medios fue traducido ellibro de Büchner, Fuerza y Materia, donde el filósofoalemán arremete briosamente contra la teología cristiana.Este libro, que se distribuyó secretamente y no sinpeligro, alcanzó un éxito extraordinario. Algunosllevaron su diligencia hasta el punto de propagar lasnuevas ideas entre los alumnos de las escuelas primarias.

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Un día llegó a mis manos una “Carta abierta” de B.Zaizef, redactor del Russkoie Slovo (La Palabra Rusa),que era un periódico muy popular en aquella época. En lareferida carta, que debía ser impresa en secreto, el autor,refiriéndose a otro tiempo y a las acusaciones contra losprimeros nihilistas de hoy, dice: “Os juro por lo mássagrado que no éramos, como se cree, unos egoístas.Admito nuestro error; pero teníamos la convicción de queluchábamos por la felicidad humana y todos hubiéramossubido al patíbulo o hecho los mayores sacrificios porMoleschott o por Darwin...” Esta frase me hizo sonreír. Ellector se sonreirá a su vez, pero era exacta yprofundamente sincera. Si hubiera llegado el caso, elmundo habría presenciado tal vez un espectáculotragicómico: el martirio por sostener que Darwin tienerazón contra Cuvier, como hace dos siglos se vio alsacerdote Abaco y sus discípulos arrostrar la hoguera yla horca para afirmar que debe escribirse “Jesús” con unaY, en vez de dos (Yisus, ortografía griega), y cantar elaleluya tres veces, en vez de dos, como lo hace la iglesiaimperante.

Es característico del espíritu ruso el apasionamientoexagerado hasta el fanatismo por cosas que únicamentemerecían la escueta aprobación o censura de un hombre deOccidente.

Pero, en el caso a que nos referimos, sucedió lo contrario.Nadie se tomó la molestia de defender los altares de losdioses. Por fortuna, entre nosotros nunca tuvo el clero elmenor influjo espiritual, ya que los sacerdotes estáncasados, se distraen en asuntos de familia y sedistinguen por su crasa ignorancia. ¿Qué podrá hacerel gobierno contra un movimiento puramente intelectual y

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que no se manifestaba por actos extremos?

Se venció sin esfuerzo, ni fatiga y el triunfo ha sidodefinitivo. Hoy no hay en Rusia ningún hombreinstruido que no sea materialista puro y acérrimo; detal manera, que un contrario de esta doctrina sería un mirloblanco.

Esta victoria es importantísima. El ateísmo absolutoes la única herencia transmitida íntegra a la nuevageneración, y no he de insistir para demostrar cuántoveces los presos políticos, que deseaban ser equiparados alos detenidos por delitos comunes. ¡Tan mísera era sucondición! Y de vez en cuando, por conductos que sólosabe encontrar un preso, llegaba desde aquellos calabozosuna carta escrita en un pedazo de papel, en la que seseñalaban las injurias infames, las inútiles crueldades quelos carceleros realizaban para complacer a sus superiores.Estas cartas iban de mano en mano y las noticias pasabande boca en boca, haciendo verter lágrimas de dolor y derabia y suscitando en los ánimos más serenospensamientos de sangre, de odio y de venganza.

II

Pero hay un punto en el cual el nihilismo prestó grandesservicios a su país, y es la cuestión feminista. El nihilismodecretaba la igualdad del hombre y la mujer y concedía aesta última los mismos derechos que al primero. Laintimidad de relaciones sociales en Rusia, donde no haycafés, ni clubs y donde los salones son él único punto dereunión, y quizá aún más, la nueva posición económica delos nobles, después de la emancipación de los siervos,lograron que la libertad de la mujer se consiguierafácilmente y casi por completo.

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Se subyuga a las mujeres por medio del amor, y, por lomismo, es muy lógico que cuando quieren reivindicar susderechos empiecen por pedir la libertad del amor. Asíocurrió en la antigüedad, en la Francia del siglo XVIII yen los tiempos de Jorge Sand. Lo mismo ha pasado enRusia.

Sin embargo, entre nosotros, la cuestión de la libertad dela mujer nunca se ha reducido al mezquino derecho de“amor libre”, que, en realidad, no es más que el derechode poder elegir amo. Pronto se comprendió que lo másimportante es obtener amplia libertad, dejando al artificioindividual sin independencia económica, la lucha cambióde aspecto y se convirtió en pugna para alcanzar ellibre ingreso en la enseñanza superior y en lasprofesiones, que ejerce el hombre instruido. La lucha fuelarga y obstinada, porque debía eliminarse el obstáculo denuestra familia bárbara y medieval. Nuestras mujerescombatieron intrépidamente con la misma pasión quecaracteriza las últimas luchas sociales. Finalmentevencieron las mujeres y aún el gobierno se vio obligado areconocer el triunfo.

Ningún padre amenaza a su hija con cortarle las trenzascuando la joven quiere ir a Petersburgo para estudiarmedicina o seguir los cursos superiores de otras ciencias.La mujer, dueña de sus acciones, no se ve obligada a huirde la casa paterna y los nihilistas no han de recurrir al“casamiento ficticio” para liberarla.

El nihilismo ha vencido en toda la línea. Hoy el nihilistase limita a descansar sobre sus laureles. Dispone de las dosprimeras personas de la Trinidad ideal prescrita por laconciencia: una compañera inteligente y libertad depensar.

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Falta la tercera, que es una ocupación a gusto; pero, comoél es inteligente y Rusia carece de hombres instruidos, laencontrará fácilmente.

– ¿Y ahora qué sucederá? – pregunta un jovenentusiasta, que ha llegado de alguna distante provinciapara visitar a su viejo maestro.– Seré feliz – le respondía.– Sí – replicará el joven – serás feliz; ya lo veo. ¿Perocómo puedes ser feliz cuando se mueren de hambre tuscompatriotas, cuando el gobierno oprime a los débilesy les obliga a mendigar un pedazo de pan? ¿No lo sabes?Y si lo sabes, ¿qué has hecho por tus hermanos? ¿No medecías hace tiempo que querías combatir por la felicidaddel humano linaje?

Y el nihilista modelo, el nihilista de Turguenef se turbaráante la mirada del intransigente, pues ha sentidodesvanecerse el entusiasmo y la fe que lo animaban enotro tiempo. Ha vencido y ya no es más que un epicúreointeligente y refinado, cuya sangre circula despacio entrelos músculos cubiertos de grasa.

Y el joven se marcha lleno de tristeza y se pregunta a símismo: “¿Qué debo hacer?”

Estamos en 1871. Por medio de invenciones maravillosas,que le permiten trasladarse de un lugar a otro con increíbleceleridad, y hallarse presente en todas partes, el hombrepresencia el espectáculo de una civilización conmovidapor la idea de reivindicar los derechos del pueblo.Sigue palpitante todas las peripecias del dramarepresentado a orillas del Sena. Ve correr la sangre y oyelos gritos de mujeres y niños ametrallados al pie de las

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fortificaciones. ¿Porqué se muere? Por la emancipacióndel obrero, por la noble idea social.

Al mismo tiempo llegan a sus oídos las tristes quejas delcampesino ruso, en las que están concentrados lospadecimientos de largos siglos de opresión. Ve aquellaextremada miseria, toda una vida llena de ansiedad, dolory ultrajes. Ve al campesino debilitado por el hambre,rendido de fatiga, eterno esclavo de las clasesprivilegiadas, que trabaja sin descanso y sin esperanza deredención, porque el gobierno le mantiene en la ignoranciay nadie cuida de instruirle ni le tiende la mano. ¿Nadie?¡Eso no! Ahora ya sabe qué hacer. El le tenderá la mano.¡El le dirá cómo puede emanciparse y ser feliz” Sucorazón se apiada de ese desgraciado que sólo sabelamentarse. Brilla en sus ojos el entusiasmo y pronunciaen lo íntimo de su alma el solemne juramento de consagrarsu vida, todas sus fuerzas y todos sus pensamientos a laliberación de aquel pueblo que padece para que él, hijodel privilegio, pueda vivir cómodamente, estudiar,instruirse.

Se quitará el lujoso vestido que le abrasaba las carnes, y sepondrá el burdo sayo del campesino, sus groseros zapatosy, abandonando el suntuoso palacio de sus padres, que leoprime como el pueblo en una provincia lejana, y allíel débil descendiente de un linaje de nobles cumpliráel penoso trabajo del campesino soportando todas lasprivaciones para predicar la palabra de redención, elevangelio de nuestro siglo: el socialismo. No le importa elfuror de los esbirros del gobierno. No teme al destierro, nila deportación, ni la muerte. Penetrado de una ideasublime, clara, espléndida como la luz del sol, desafíatodos los padecimientos y arrostrará la muerte con lasonrisa en los labios.

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Así nacieron los socialistas revolucionarios del 1872 y74. Así eran sus precursores de 1866, los desventuradosKarakosovzi, pequeño núcleo de nobilísimas inteligenciasque se desarrollaron al influjo de la Internacional y seextinguieron sin dejar huella de su paso.

Unos y otros representan el movimiento intelectual ruso:los primeros en el decenio de 1860-70 y los segundosdesde el 71 hasta nuestros días.

¡Que contraste!

El nihilista busca a cualquier precio la felicidad para sí, ytiene sus ideales en la vida “racional y realista”. Elrevolucionario trabaja por la felicidad ajena y lesacrifica la propia. Su ideal es una vida de padecimientoscoronada por una muerte heroica.

Y, no obstante, el destino ha querido que los primeros, noconocidos fuera de su patria, carecieran de nombre enEuropa, y que los segundos, habiendo conquistado unareputación terrible, lleven el nombre de los primeros. ¡Queironía!

03 | LA PROPAGANDA

I

Según hemos visto, el movimiento revolucionario ruso fueresultado de los ejemplos y de las ideas difundidas enEuropa occidental y aceptadas con la mayor decisión porlos jóvenes rusos allí residentes.

Ahora debo examinar detenidamente las verdaderas

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causas de aquel resultado y su respectivo origen, como sehace al hablar de un gran río cuyas fuentes ydesembocadura se conocen, sin saber su curso preciso, niqué afluentes le dan el caudal de sus aguas.

Es fácil, por lo que a Europa se refiere, determinar suinflujo, cuyas vías son sencillas y patentes. No obstante,las preocupaciones del gobierno, nunca se hainterrumpido la comunión de ideas entre Rusia yEuropa. Los libros prohibidos, como las obras deProudhon, Fourier, Owen y otros antiguos socialistas,entraban secretamente en Rusia, a pesar del feroz ysuspicaz despotismo de Nicolás I.

Pero ya fuese por la dificultad de adquirir estos preciososlibros, o ya por el lenguaje que los hacía incomprensiblespara el común de los lectores, lo cierto es que no tuvierondecisivo influjo. Pero surgió un ejército de escritoresingeniosos, que, inspirándose en las ideas del socialismo,supieron hacerlo accesible a todo el mundo. Al frente delos innovadores estaban los más brillantes talentoscon que puede envanecerse Rusia: Cerniscewsky,profundo pensador, hábil economista, literato,batallador, y cuya noble misión terminó con elmartirio, que dura todavía: Dobroluibof, eminentecrítico, muerto a los veintiséis años, después de haberconmovido a toda Rusia con sus bellos escritos;Mikailof, profesor y publicista, condenado a presidio porun discurso pronunciado antes sus alumnos, y tantos otros.Hertzen y Ogaref, directores del primer periódico libre enlengua rusa, Kolokol, de Londrés, residentes en elextranjero, aportaban su precioso tributo a la generosaobra. Estos fueron los verdaderos apóstoles de la nuevadoctrina, que preparaban el terreno para el movimientoactual, educando a la generación de 1870 en las ideas

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del socialismo.

Con la Commune parisiense, que tuvo eco en el mundoentero, el socialismo ruso entró en su fase de acción y seextendió a las aldeas del imperio. La infausta guerra deCrimea puso de manifiesto la podredumbre del edificiosocial ruso y la necesidad de restaurarlo; pero semejanteempresa, dirigida por un emperador autócrata quequería conservar sus “sacrosantos derechos” y lasprerrogativas de los nobles temerosos de la revolución,esta empresa no podía ser más debida; pero debemoshacer constar que hoy todos los periódicos, incluso laGaceta Oficial, repiten en diversos tonos lo que valiótantos vituperios a los socialistas, es decir; que lasreformas de Alejandro II han sido muy deficientes, y que,en realidad, la famosa emancipación de los siervos no hizomás que empeorar su condición económica, por lascrecidas indemnizaciones que tuvieron que pagar encambio de las porciones de tierra recibidas.

La condición mísera y cada vez peor de loscampesinos, que forman las nueve décimas partes dela población preocupó seriamente a todos aquellosque amaban de veras a su patria. Era preciso mejorar esacondición y cabe afirmar que los ánimos se hubieraninclinado a los medios legales y pacíficos si después dehaber libertado a los campesinos del yugo de sus señores,el emperador Alejandro II hubiera dado a Rusia unaconstitución cualquiera que la hubiese hecho árbitra de susdestinos, dejándole al menos la esperanza de la libertadmás o menos próxima. Pero no quiso hacerlo en maneraalguna. Como la autocracia conservaba todos susprivilegios, no se podía esperar más que en la buenavoluntad del emperador. Y con el andar del tiempodisminuía cada vez más esta esperanza. Las reformas

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de Alejandro II se redujeron a poca cosa.

La insurrección polaca, sofocada con ferocidad sinejemplo, fue la señal de una reacción cada vez mássevera. No era posible fiar en los medios legales ypacíficos; había que resignarse al mal o buscar por otroscaminos la salvación de la patria. Todos los que sentíanlatir en su pecho un corazón animoso optaronlógicamente por el último partido.

Por eso, a medida que apreciaba el furor reaccionario, ibaen aumento la efervescencia revolucionaria y crecía elnúmero de sociedades secretas en las principalesciudades. El tiro de revólver de Karakosof fue una terribleadvertencia para el emperador Alejandro II. Pero noquiso transigir y la reacción redobló su violencia. Enpocos meses desapareció todo lo que conservabavestigios de los primeros años de liberalismo. Fue unaverdadera danza macabra, un verdadero terror blanco.

II

Después del 66, era preciso ser hipócrita o ciego para creeren la posibilidad de cualquier mejora sin emplearmedios violentos. El entusiasmo revolucionario creció aojos vistas y sólo faltaba prender fuego a la pólvora. Ya hedicho que esto se debió a la Commune de París. Despuésde los referidos sucesos, a fines del año 71, se formó enMoscú la sociedad de los Dolguschinzi, y el año 72 seorganizó en San Petersburgo la importantísimaasociación de los Chiaikovzki, que tenía susramificaciones en Moscú, Kief, Odesa, Orel y Taganrog.Ambas se dedicaban a la propaganda socialistarevolucionaria entre los obreros de las ciudades y loscampesinos. No citaré los pequeños núcleos que se

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formaron con el mismo propósito en las provincias, ni amuchos individuos aislados, que desde entonces seconfundieron con el pueblo para instruirle. Estemovimiento espontáneo no era más que el resultadonecesario de las condiciones de Rusia, vistas a través delprisma de las ideas socialistas, enaltecidas por Kornizerskiy Dobroliubof.

Pero bien pronto se unió a esta corriente nacionalotra potentísima que procedía del exterior: laInternacional, que, como es sabido, alcanzó su mayordesarrollo en los años siguientes a la Commune. Espreciso distinguir dos vías diferentes de transmisión:literaria la primera, y personal e inmediata la segunda. Dosescritores, el gran Miguel Bakunin, el genio de ladestrucción, principal fundador de la Internacionalanárquica o federalista, y Pedro Lavro, eximio publicista yfilósofo, prestaron grandes servicios a nuestra causa: elprimero como autor de un libro sobre la revolución y elfederalismo, exponiendo con claridad y vigor inimitablessus ideas sobre la necesidad de un levantamientopopular inmediato; y el segundo como director de unarevista (Vperiod, ¡Adelante!) redactada casi toda por él yllena de ingenua doctrina. Aunque diferían en losprocedimientos, por ser Bakunin un apasionadodefensor del partido extremo de la Internacional, yLavrof, más bien favorable al partido moderado, los dosescritores proclamaban la revolución como único mediode mejorar la intolerable condición del pueblo ruso.

También la Internacional influyó directamente en elmovimiento ruso. He de retroceder un punto, porque alllegar aquí el movimiento individualista del nihilismopropiamente dicho, a que me referí en el Proemio. Lalucha por la emancipación de la mujer se confundió con la

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del derecho a la enseñanza superior, y como no había enRusia ni colegios, ni universidades que aceptasen a lasmujeres como estudiantes, resolvieron ir a buscar enlejanos países la ciencia que se les negaba en su patria. Lalibre Suiza, que a nadie cierra sus fronteras, ni sus aulas,fue el país favorito de estas jóvenes, y su Jerusalén lafamosa ciudad de Zurcí. De todas partes de Rusia, de lasllanuras del plácido Volga, del Cáucaso y de la lejanaSiberia, muchachas que apenas habían cumplido dieciséisaños, solas, con modestísimo equipaje y poco dinero,partían a desconocidos países en busca del saber a quefiaban la anhelada felicidad. Al llegar al país de susensueños, hallaban no sólo colegios de Medicina, sinotambién un gran movimiento social que muchas de ellas nisiquiera habían sospechado. Y aquí se hizo patente otravez la diferencia entre el viejo nihilismo y el socialismo dela generación moderna.

– ¿Qué es tu ciencia – se decía la joven, - sino unmedio para conquistar un alto puesto en la clase de losprivilegiados a que perteneces? ¿Quién, fuera de ti, sacaráde ellos ventajas? Y si no hay ventajas para los otros, ¿quédiferencia hay entre tú y esas sanguijuelas que viven delsudor y las lágrimas de tu pobre pueblo? Y la doncellaestudiaba la medicina y asistía a las sesiones de laInternacional, aprendía economía política y leía las obrasde Marx, de Bakunin, de Proudhon y de todos losfundadores del socialismo europeo. Muy pronto la ciudadde Zurcí se convirtió de lugar de estudio en inmenso clubrevolucionario. Su fama se propagó por toda Rusia yatrajo centenares de prosélitos entre hombres y mujeres.Entonces fue cuando el gobierno imperial, por meraprecaución, publicó el infame y torpe úkase de 1873,ordenando a todos los rusos, bajo pena de ser puestosfuera de la ley, salir inmediatamente de la terrible

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ciudad de Zurcí. La juventud tenía el proyecto más omenos vago de regresar a la patria para hacer allípropaganda internacionalista. Con el úkase se logró que envez de volver separados, en varios años, volvieran en masao casi todos. Acogidos cordialmente por sus compañeros,iniciaron en todas partes la más apasionada propagandainternacionalista.

III

A fines del invierno de 1872, en una casita situada en losalrededores de San Petersburgo, un grupo de operarios sereunía en torno del príncipe Kropotkin, que les explicabasus ideas sobre el socialismo y la revolución. El riquísimocosaco Obuchof, enfermo de tisis, hacía lo propio a orillasdel Don, en el país donde había nacido. Un nihilista,Leónides Schiscko, aprendió el oficio en una fábrica deSan Petersburgo para hacer allí propaganda. Otros dosmiembros de la sociedad, Demetrio Rogachef con uno desus amigos, se fueron a la provincia de Tver, en calidad deleñadores, para hacer propaganda entre los campesinos.Cuando, en el invierno del 73, por delación de unpropietario del distrito, fueron detenidos estos últimos,después de escapar, con ayuda de los campesinos, demanos de la policía, llegaron a Moscú para hacerpropaganda entre la juventud, y hallaron a dos muchachasque llegaban de Zurcí con el mismo objeto.

De este modo, las dos corrientes, la nacional y laexterior, convergían dirigiéndose al mismo punto. Loslibros decían: “Sonó la hora de la destrucción del viejomundo de la burguesía. Un nuevo mundo, basado en lafraternidad de todos los hombres, del cual estaránproscritas la miseria y las lágrimas, nacerá de las ruinasdel viejo. ¡Manos a la obra! ¡A la revolución, que es

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el único medio de realizar tan hermoso ideal!”

Los hombres y las mujeres procedentes del extranjeroinflamaban las imaginaciones con el relato de las grandesluchas emprendidas por el proletariado del Occidente, porla Internacional y sus fundadores, por la Commune y susmártires, y junto con los nuevos prosélitos sepreparaban para unirse al pueblo y poner en prácticasus ideales. Unos y otros se dirigían ansiosamente alos propagandistas, entonces poco numerosos, parapreguntarles quién era aquel potente y misterioso ser, elpueblo, que sus padres les enseñaban a temer y que ellosamaban ya con toda su alma antes de conocerlo.

Y los propagandistas, llenos de júbilo, les decían que aquelpueblo terrible era bueno, sencillo, confiado como unniño; que no sólo no desconfiaba de ellos, sino que losrecibía cariñosamente y escuchaba sus palabras conviva simpatía; que jóvenes y viejos, después de largajornada de trabajo, se reunían para oírles en humildemorada, a la incierta luz de una tea que les servia delámpara; que allí hablaban de socialismo o leían uno delos contados libros que habían traído consigo; que lasasambleas comunales se interrumpían cuando lospropagandistas llegaban a una aldea, pues, para oírles, loscampesinos abandonaban sus reuniones. Después de haberpintado los procedimientos de aquel desgraciadopueblo, vistos con sus propios ojos, referían menudoshechos y señales, exageradas sin duda, quedemostraban que el pueblo no se hallaba tan abatidocomo parecía y que había indicios de una tempestadpróxima.

Estos gallardos y repetidos esfuerzos, dirigidos al carácterimpresionable y entusiasta de la juventud rusa,

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determinaron aquel vastísimo movimiento del 73-74 queinauguró la nueva era revolucionaria rusa.

Jamás se había visto cosa igual. Era una revelación másbien que una obra de propaganda. En un principio cabíadesignar el libro o el individuo que había decidido a taleso cuales personas a unirse a un movimiento. Pero,transcurrido algún tiempo, fue imposible puntualizar loshechos. Era un poderoso grito que salía no se sabe dedónde, y que unía los corazones para la hermosa obra de laredención de la patria y del linaje humano, y al oír estegrito los hombres generosos olvidaban el pasado y,abandonando su hogar, sus riquezas, sus honores y sufamilia, se lanzaban al combate con la alegría, elardimiento y la fe que sólo sienten una vez en la vida, yque una vez perdidos ya no se recobran.

No hablaré de los jóvenes y muchachas pertenecientes alas familias más aristocráticas, los cuales trabajaban porespacio de quince horas al día en las fábricas, losdespachos del campo: la juventud siempre es generosay está dispuesta al sacrificio. El hecho característico esque el contagio se comunicó a la gente serena, que teníaun porvenir bien trazado y una posición conquistada congrandes esfuerzos: jueces, médicos, militares y empleados.Y estos no fueron los últimos por su ardor.

No era un movimiento político. Se asemejaba más bien aun movimiento religioso del que tenía too el carácter y latendencia. No se trataba solamente de alcanzardeterminado fin práctico, sino también de cumplir undeber, una aspiración a la perfección moral.

Pero como un precioso vaso de Sévres destrozado por lacaída de un cuerpo pesado, así se quebró aquel noble

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movimiento al contacto de la realidad.

Y no fue porque los campesinos se mostraseninsensibles u hostiles al socialismo: al contrario. Paraun campesino ruso que tiene su vieja obschina(municipio rural) con la propiedad colectiva de latierra, y su mir o gromada (asamblea comunal querige los negocios locales), las ideas del colectivismocientífico y del federalismo no eran más que unadeducción lógica y natural de instituciones a las cualesestaba acostumbrado hacía siglos. Y, en efecto, no habíapaís en el mundo donde los campesinos estuvieran másdispuestos que en Rusia a aceptar las ideas del socialismofederativo. Algunos de nuestros viejos socialistas, como,por ejemplo, Bakunin, niegan hasta la necesidad depropaganda socialista entre los campesinos rusos,diciendo que poseen ya todos los elementos fundamentalesdel derecho y que, por lo mismo, llamados a unarevolución inmediata, no podrían realizar unarevolución social. Sin embargo, para una revoluciónse quiere una organización poderosa, que sólo puedeformarse con la propaganda, ya sea socialista, yapuramente revolucionaria. No pudiendo hacerlaabiertamente, era menester dirigirse a la propagandaclandestina, imposible en nuestras aldeas.

En primer lugar, los que se establecen allí, ya en calidadde artesanos, ya como maestros o secretarios, sonvigilados de cerca. Se les acecha y espía fácilmente comoa ruiseñores encerrados en jaula de cristal.

Y luego que el campesino es incapaz de guardar el secretode la propaganda. ¿Cómo queréis que no se refiera a unvecino, a quien se conoce hace tantos años, un hecho tanextraordinario como la lectura de un libro, en especial

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cuando se trata de una cosa que le parece justa, buena ynatural, explicada por un socialista? Así que cuando unpropagandista se dirige a uno de sus amigos, corre enseguida la voz por toda la aldea y media hora después lacasita está llena de campesinos barbudos que corren aoírle, sin tomarse la molestia de prevenir al recién llegadoo a su huésped. Cuando la casita es demasiado pequeñapara tanta gente, se le conduce a la casa comunal o a lacalle, donde lee sus libros o pronuncia sus discursos bajola bóveda del cielo.

Es evidente que en tales condiciones el gobierno debíaenterarse bien pronto de la propaganda que se hacía entrelos campesinos. Las detenciones fueron cada día másnumerosas. Una circular oficial declaró que estabaninfestados de la epidemia socialista treinta y sieteprovincias. Nunca se supo el número total de las prisiones.En un sólo proceso, el de los 193 que duró cuatro años, elnúmero de detenidos se elevó a más de un millar.

Pero otros grupos bajaban atrevidamente a la arena tanpronto como parecían ceder los primeros. Elmovimiento duró dos años con intensidad variable. Y,finalmente fue preciso reconocer que aquello era comoquerer abrir con las manos brecha en una muralla.

En 1875, el movimiento cambió de aspecto: desistiósede la propaganda dirigida a las masas y, en lugar dela primitiva táctica, se adoptó la llamada colonización(poselenia), es decir, la agrupación de un núcleo depropagandistas en determinada provincia, o mejor dicho,en un distrito.

Para evitar los escollos en que tropezó el movimientode los años precedentes, los colonos procedían con gran

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cautela, cuidando especialmente de no despertarsospechas y dirigirse tan sólo a los campesinos, comogente avisada y provisoria. Las colonias, que corríanmenos riesgo de ser descubiertas, persistieron con diversafortuna por espacio de algunos años, y, en parte, durantodavía. Pero en rigor no podrán hacer gran cosa, teniendoen cuenta lo vasto del territorio ruso y la necesidad delimitar la propaganda a los países escogidos.

IV

En 1877 y 1878 se vieron numerosos procesos quemarcaron el fin de aquel primer período de actividadrevolucionaria en Rusia.

Deseoso de imitar al segundo imperio francés, que sehabía servido admirablemente del espectro rojo, elgobierno ruso ordenó que el primer gran procesos, elde los cincuenta, de Moscú, fuese público, esperando que,atemorizada la burguesía, se agruparía alrededor del trono,abandonando sus recientes tendencias liberales.

Pero sucedió que los mismos a quienes se debía considerarcomo enemigos de los revolucionarios quedaronmaravillados al presenciar aquel gran sacrificio.

– ¡Son santos! – Tal era la palabra que salía labiosde los que habían presenciado aquel acto memorable.

El proceso monstruo de los 193 no hizo más queconfirmar esta opinión. Y, en efecto, todo lo que hay denoble y sublime en la naturaleza humana, parecíaconcentrado en aquella juventud generosa. Entusiasmada,subyugada por sus grandes ideas, quería sacrificar no sólola vida, el porvenir y la posición social, sino hasta el

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alma. Trataba de purificarse de todas laspreocupaciones, de todos los afectos personales paradedicarse única y exclusivamente a sus ideales. Elsacrificio quedó erigido en dogma. Y durante muchosaños prevaleció en la juventud el ascetismo absoluto.Los propagandistas no querían nada para sí ypersonificaban la abnegación más pura.

Pero aquellos hombres eran sobrado románticos para loscombates que se avecinaban. El tipo del propagandistaen los primeros años del decenio era más religiosoque revolucionario. Su fe era el socialismo y su dios elpueblo. A pesar de todos los obstáculos, creíafirmemente que la revolución debía estallar de unmomento a otro, como en la Edad Media se creía en laproximidad del día del juicio. La implacable realidad lehirió en su fe y su entusiasmo, mostrándole a su dios talcomo era y no como él lo soñaba. Estaba más dispuestoque nunca al sacrificio; pero carecía del ímpetu y de laspasiones de la lucha. Después de los primeros desengaños,no esperaba la victoria y ambicionaba más bien la coronade espinas que la de laurel. Iba al martirio con la serenidadde un antiguo cristiano y los sufría todo resignado y hastalleno de voluptuosidad, porque no sabía odiar a nadie, niaún a sus verdugos.

Tal era el propagandista del 72-75. Sus ideales no lehacían apto para la inminente y reñida batalla, y nopudiendo transformarse, debía desaparecerforzosamente.

Otros se disponían a sustituirle. En el horizonte sedibujaba una figura iluminada por una claridad siniestra,y que con frente altiva, con la mirada llena de odio y furorsalía de entre la multitud asustada para pasar a la escena

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de la historia.

Era el terrorista.

04 | EL TERRORISMO

I

Los años 1876 y 1877 fueron los más sombríos para lossocialistas rusos. Costó inmensos y terribles sacrificios elmovimiento propagandista. Una generación entera fuesegada por el despotismo, presa de miedo y rabia. Lasprisiones estaban atestadas de propagandistas y, como nobastaban las antiguas, hubo necesidad de construir otrasnuevas. ¿Y el fruto de tantos sacrificios? ¡Ah, cuánmezquino era comparado con la magnitud del esfuerzo!

¿Qué podían hacer los contados obreros y campesinosamantes de las nuevas ideas? ¿Qué cabía esperar de las“colonias” esparcidas por el imperio?

El pasado era triste; el porvenir, incierto y tenebroso. Pero,a pesar de todo, persistía el movimiento. Las almas,encendidas en amor, buscaban otra vía al mismo objetopara llegar.

Pero era difícil encontrarla en aquella época. Eltrabajo, largo y difícil, ocasionó muchas víctimas,porque era como buscar la salida en un oscurosubterráneo lleno de trampas y precipicios, donde cadapaso cuesta una vida y donde los gritos de los hermanosque caen son para los sobrevivientes la única indicacióndel camino.

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El movimiento propagandista era una sublime prueba delpoder del Verbo. Por una reacción natural se buscó elcamino opuesto, el del hecho. “No hemos triunfadoporque éramos unos parlanchines incapaces cualquier obraseria”.

Tal fue la acerba censura que a sí mismos se dirigían lossobrevivientes del gran movimiento, frente a la nuevageneración revolucionaria que vino a ocupar el puesto dela precedente, y el grito de: “¡A la acción!”, fue másgeneral que lo que había sido años antes de la aspiraciónde confundirse con el pueblo.

¿Pero cuáles eran las acciones que debían cumplirse?

Impulsados por su generoso deseo de sacrificios, losrevolucionarios trataron, ante todo, de organizar unasublevación en el pueblo. Desde el 75 seconstituyeron las primeras sociedades de los llamadosKuntari (rabiosos) de Kief, Odessa y Karkof, con el firmeobjeto de promover una sublevación inmediata. Pero lasrevoluciones y hasta los tumultos populares nacenespontáneamente y no se dejan cocinar como un pastel.Una sola tentativa, la de Stefanovitch, basada hábilmenteen las agitaciones y las aspiraciones locales, logróéxito relativo. Las otras ni aún tuvieron esta fortuna,pues fueron descubiertas y deshechas antes de que serealizaran los propósitos de los conspiradores.

En las ciudades se manifestó la misma tendencia enotra forma: los revolucionarios realizaron sus primerastentativas para luchar contra el ejército.

Los años 76-77 y los primeros meses del 78 sedistinguieron por un período de manifestaciones más o

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menos enérgicas, como los funerales de Chernischef yPadlewsky, la demostración de la plaza de Kazan, quetuvo un fin trágico, y al fin la de Odessa, el día de lacondena de Kovalsky, con una verdadera batalla conmuertos y heridos por ambas partes y algunos centenaresde detenidos.

Era indudable que por este camino no se podía avanzar unsolo paso. La desproporción ante las fuerzas materialesque están a disposición del partido revolucionario ylas del gobierno, era demasiado grande para que esasdemostraciones alcanzaran el éxito apetecido y diesenotro resultado que un voluntario sacrificio de la juventudde aras del Moloch imperial. “Una revolución o un motínimportante a estilo parisiense es imposible entrenosotros”. Nuestras ciudades no constituyen más que eldécimo de la población, y la mayor parte no son más quealdeas, distantes muchos centenares de kilómetros unade otra. Las verdaderas ciudades, es decir, las de diez oquince mil habitantes, no forman más que el cuatro o elcinco por ciento de toda la población, en junto, tres ocuatro millones. Y el gobierno que tiene a sus órdenes elcontingente militar de todo el pueblo, es decir, un millóndoscientos mil soldados, puede transformar las cincoo seis ciudades principales y más temibles en verdaderoscampamentos militares.

Esta consideración debe tenerse en cuenta paracomprender las causas de lo que sucedió después.

Se desistió de las manifestaciones en la calle y ya no secelebró ninguna a partir del año 1878.

Pero aquel período señaló un cambio notable en el tiporevolucionario, que dejó de ser lo que era cinco años

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antes. No se había distinguido por ningún acto de audacia,pero, a fuerza de pensar siempre en lo mismo, a fuerza deconcebir proyectos extraordinarios, modificó sutemperamento y fue hombre. Por su parte, el gobiernohacía todo lo posible para excitar los ánimos y disponerlosa la rebeldía.

Bastaba la más leve sospecha para llevar a un hombre a lacárcel. Unas señas, una carta encontrada en poder de unamigo, una palabra oída a un muchacho de doce años queno sabía lo que decía, eran suficientes para arrojar alsospechoso a la cárcel, donde languidecía años y añossometido a todas las crueldades del sistema celular ruso.Para dar idea de esto bastará decir que durante lainstrucción del proceso de los 193, que duró cuatro años,el número de suicidas, dementes y muertos se elevó asetenta y cinco.

Las sentencias del tribunal especial, que era sólo un dócilinstrumento en manos del gobierno, revelaban unaseveridad increíble. Se imponían diez, doce o quince añosde presidio por dos o tres discursos pronunciados antecorto número de obreros o por un libro leído o prestado.Aquello que se hace libremente en todos los países deEuropa se castigaba entre nosotros como un homicidio.

Pero no satisfecho con estas atrocidades el gobierno,agravaba todavía, por medio de órdenes secretas, lospadecimientos del los socialistas, hasta el punto de que enla prisión central de Karkof, llamada “Casa de loshorrores”, se amotinaron varias veces los presos políticos,que deseaban ser equiparados a los detenidos por delitoscomunes. ¡Tan mísera era su condición! Y de vez encuando, por conductos que sólo sabe encontrar un preso,llegaba desde aquellos calabozos una carta escrita en un

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pedazo de papel, en la que se señalaban las injuriasinfames, las inútiles crueldades que los carcelerosrealizaban para complacer a sus superiores. Estas cartasiban de mano en mano y las noticias pasaban de boca enboca, haciendo verter lágrimas de dolor y de rabia ysuscitando en los ánimos más serenos pensamientos desangre, de odio y de venganza.

II

Los primeros hechos de armas empezaron un año antes deque el terrorismo se erigiese en sistema. Fueron casosaislados, sin alcance político, pero que demostrabanclaramente que los esfuerzos del gobierno daban sus frutosy que la miel del socialismo se convertía poco a poco enhiel de odio. Nacidos de resentimientos personales,tuvieron por objeto a los enemigos inmediatos, lossoplones, y en diversas partes de Rusia perecieron mediadocena de ellos.

Eventualmente, las cosas no podían parar aquí; si seperdía el tiempo matando a un vil espía, ¿cómo dejarvivir impunemente al gendarme que lo envía o alprocurador que de las delaciones del soplón tomapretexto para encarcelar a inocentes? ¿Porqué perdonaral jefe de los gendarmes, que es el verdaderoresponsable de los crímenes cometidos? La lógica dela vida debía obligar a los revolucionarios a subirlentamente esa escala, y no cabía dudar que lasubirían, porque se podrá negar a los rusos todas lascualidades que se quiera, menos la lógica. El hecho de nodetenerse frente a las consecuencias prácticas delraciocinio, es una de las particularidades más notables delcarácter ruso.

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De improviso surgió un acontecimiento de extraordinariaimportancia que dio al movimiento más gallardo impulso,y lo que habría tardado muchos años en ocurrir sucedió enun solo día.

El 24 de Enero de 1878, Vera Zassulich disparó un tirocontra el general Trepof. Dos meses después fue absueltapor el jurado.

No explicaré el hecho, ni daré minuciosa cuenta de loocurrido durante el proceso. Todo el mundo estáenterado de tales sucesos y aún ahora, cuando hantranscurrido más de cuatro años, todos recuerdan elsentimiento de admiración que invadió los corazones sindiferencia de partidos o clases. Es fácil imaginar lo quedebió pasar en Rusia.

Vera Zassulich no era terrorista, sino más bien el ángel dela venganza. Era una víctima que se ofrecíavoluntariamente al sacrificio para lavar de una ofensa elhonor del partido. Y, no obstante, es indudable que, sitodos los que se han distinguido por su crueldad debiesentemer a una Zassulich, podrían dormir tranquilos.

De todas maneras, aquel suceso dio poderoso impulsoal terrorismo, iluminándolo con una aureola divina ydándole la sanción del sacrificio y la de la opinión pública.

La absolución de Vera Zassulich equivalía a un fallocontra todo el sistema arbitrario y a levantar la manovengadora contra los estribos. Y la prensa y el públicoestuvieron unánimes en confirmar la sentencia de losjurados.

¿Y cómo acogió el gobierno los votos de la nación? El

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emperador Alejandro II fue personalmente a visitar aTrepof, cubierto de ignominia, y mandó buscar por toda laciudad a Vera para que la llevasen nuevamente a la cárcel.

No se podía demostrar más ostensiblemente el desprecio ala justicia y al sentimiento público, y el descontentocreció, porque al resquemor de la ofensa se añadía aún eldolor del desengaño.

Debiera detenerme aquí para analizar el movimientopuramente liberal que germinaba en las clases cultas yprivilegiadas del imperio, desde el entronizamiento deAlejandro. No pudiéndolo hacer ni aún brevemente, dirétan sólo que lo que imprimió mayor actividad fue laguerra contra Turquía, así por haber evidenciado, igualque la guerra de Crimea, todas las vergonzosas llagas denuestro sistema social, como por las esperanzas que hizoconcebir respecto a la reorganización del Estado,especialmente después de la constitución que Alejandro IIconcedió a Bulgaria. El regreso del emperador a su capitalcoincidió con la absolución de Vera Zassulich.

Los liberales se llamaron a engaño. Y entonces fuecuando, desesperados, se dirigieron al único partido queluchaba contra el despotismo: el partido socialista. Lasprimeras tentativas de unión de ambos bandos datan delaño 1878.

IIIPor su parte, el gobierno parecía obstinado enexasperar no sólo a los liberales, sino también a losrevolucionarios. Obedeciendo a viles propósitos devenganza, redobló su crueldad contra los socialistasque tenía en su poder. El emperador llegó al extremode anular un decreto del senado que, como medida

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general, absolvía a la mayor parte de los complicados en elproceso del los 193. ¿Qué gobierno era aquel que,descaradamente, se dirigía contra todas las leyes del país yque no quería apoyarse ni en la nación ni en una clasedeterminada, ni en una ley que era obra suya? ¿Quérepresentaba más que la fuerza bruta?

Todo era lícito contra semejante gobierno. Norepresentaba las aspiraciones de la nación y ni siquiera dela mayoría; era una oligarquía orgullosa y fuerte. Por esolos ciudadanos no debían respetarla, como no setolera a unos malandrines que, prevaliéndose de sufuerza, tratan de robar a pacífico viandante.

¿Pero cómo librarse de una pandilla atrincherada detrás deun bosque de bayonetas? ¿Y cómo librar de ella a lapatria?

Como era absolutamente imposible derribar por la fuerzaaquel muro, como se había hecho en países másafortunados que el nuestro, era preciso atacar de flancopara lanzarse sobre la pandilla sin que ésta pudiera valersede la fuerza desde su posición inexpugnable.

Así nació el terrorismo. Concebido en el odio, robustecidopor el amor a la patria y a la esperanza, creció en unaatmósfera eléctrica impregnada de entusiasmo despertadopor un acto heroico.

El 16 de Agosto de 1878, es decir, cinco meses despuésde la absolución de Vera Zassulich, el terrorismo lanzóaudazmente su guante a la faz del autócrata, matandoal jefe de gendarmería y de todos los pícaros, generalMesentzef.

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Desde aquel día avanzó a pasos de gigante , conquistandofuerza y terreno para terminar en una lucha implacablecontra el hombre que personificaba el despotismo.

No contaré sus proezas, que están grabadas con caracteresde fuego en los fastos de la historia.

Tres veces lucharon cuerpo a cuerpo los adversarios, y tresveces, por querer de los hados, quedó vencido el terrorista.Pero después de la derrota se alzaba más amenazador ypotente que antes de empezar la lucha. A la tentativade Solovief sucedió la de Hartman, seguida de laespantosa explosión del palacio de Invierno, que parecíasobrepujar todo lo que la imaginación tiene de másdiabólico. Pero fue mayor la del 13 de marzo. Nuevamentelos adversarios vinieron a las manos, y esta vez elomnipotente emperador cayó sin vida.

El terrorista ha vencido a costa de grandes sacrificios. Enmedio de un pueblo arrodillado, él sólo levanta la cabeza,herida por el rayo, pero jamás humillada.

Es bello, irresistiblemente fascinador, porque reúne lasdos grandes cualidades de la grandeza humana; elheroísmo y el martirio.

Y es un mártir, porque desde el día en que se juró a símismo dar la libertad al pueblo y a la patria, sabe que estáconsagrado a la muerte. La arrostra a cada paso en suaventurera vida. Va a buscarla impávido, cuando espreciso, y sabe morir sin miedo, no ya como unantiguo cristiano, sino como un guerrero acostumbradoa contemplar la muerte cara a cara.

No tiene nada de religioso en su temperamento. Es

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un luchador todo músculos y sangre que no se parece ennada al idealista soñador del siglo precedente. Es unhombre maduro, y con los años ha sentidodesvanecerse los sueños irrealizables de su juventud.Profesa ideas francamente socialistas, pero comprende quepara una revolución se requiere un largo trabajopreparatorio que no puede hacerse antes de conquistar lalibertad política. Por eso, humilde y resuelto, se decide aconcretar un programa, sin perjuicio de ampliarlo mástarde. Actualmente no pretende más que abatir elaborrecido despotismo y dar a su patria todo lo que poseenlos pueblos cristianos: la libertad política, a fin deque pueda encaminarse a su redención con seguro paso.La fuerza de ánimo, la energía indómita y el espíritu desacrificio que ponía en sus ensueños el antiguopropagandista, los despliega el revolucionario en lagrandeza de su misión y en las ardientes pasiones que laalientan para la lucha vertiginosa, inaudita yembriagadora.

¡Que espectáculo! ¿Cuándo se había visto cosa igual...?Solo, oscuro, pobre, se erige en defensor de la humanidadultrajada y del derecho hollado, ha desafiado las iras delimperio más poderoso del mundo, y durante muchos añosha tenido en jaque sus grandes fuerzas.

Soberbio como Satanás, rebelde a su amo; ha opuesto suvoluntad a la del hombre que, en medio de una nación deesclavos, se atribuía el derecho de “querer”. ¡Pero cuándiferente es ese amo del viejo Jehová mosaico! ¡Cómo seretuerce bajo los atrevidos golpes del terrorista! ¡Cómo seesconde, cómo tiembla! Es verdad que está aún en pie, y elrayo lanzado por mano trémula a menudo; pero cuandotoca, mata. Pero él es inmortal. Caen sus miembros, quemaravillosamente se renuevan por sí mismos, y él

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permanece erguido, preparado para otras batallas ysiempre dispuesto a lograr la libertad de su patria. Y heaquí que le ve vacilar, perder la cabeza y adoptarinsensatas resoluciones que no harán más que acelerar sucaída.

Esta lucha apasionada, esta misión grandiosa y estacertidumbre de la próxima victoria le dan aquelentusiasmo frío y calculado, aquella energíasobrehumana que asombra al mundo. Si la naturaleza le hadado un carácter capaz de ardimiento generoso, será unhéroe; si su temple es fuerte, este temple será de hierro, ysi ya es de hierro, se tornará de diamante.

Tiene una energía sin límites. No es todo abnegacióncomo su predecesor. No tiene, ni busca aquel perfume debelleza moral que hacía del propagandista un serextraordinario, y su mirada no indica éxtasis, sino que estásiempre fija en el enemigo odiado. Es el tipo de la fuerzaindividual, resistente a cualquier yugo.

Combate no sólo por el pueblo a fin de hacerle árbitro desus destinos, no sólo por toda la nación que perece, sinotambién por cuenta propia: por sus amigos de su corazón,por sus compañeros que gimen en las celdas de la prisióncentral y que imploran su ayuda. Lucha también por símismo. Ha jurado ser libre y lo será a toda costa. Noinclina su cabeza ante ningún ídolo. Ha consagrado subrazo poderoso a la causa del pueblo. Pero ya no ledeifica. Y si el pueblo, mal aconsejado, le dice: “¡Séesclavo!”, le gritará: “No”, y seguirá adelantedesafiando su furor y sus imprecaciones, seguro de quese hará justicia a sus manes.

Tal es el terrorista.

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01 | LA IMPRENTA CLANDESTINA

BOCETOS REVOLUCIONARIOS DE LA RUSIASUBTERRÁNEA

Fundar una tipografía clandestina, dar al pensamiento libreque lucha contra el despotismo esta poderosa arma, habíasido siempre el deseo ardiente, imperioso, de todas lasorganizaciones apenas se sintieron en estado de emprenderalgo.

Ya en el año 1860, cuando surgieron las primerassociedades secretas que tienen por objeto la revoluciónagraria, como la sociedad llamada Tierra y Libertad, y laJoven Rusia, vemos las primeras tentativas rudimentariasde fundar algo como una imprenta en embrión, que sóloduraron pocas semanas.

Era evidente que hasta entonces la imprenta libre quefuncionaba en el extranjero, no bastaba ya a lasnecesidades del partido militante, por más que tuviera a sucabeza un escritor como Herzen.

En los últimos diez o quince años, cuando el movimientoadquirió una fuerza y una amplitud hasta entoncesdesconocidas, la insuficiencia de las prensas libres quefuncionaban en Suiza y en Londrés, se hizo másmanifiesta, y la necesidad de la prensa local, pronta aresponder a las cuestiones del momento, cada vez másapremiante.

Por eso todas las organizaciones que se vinieronsucediendo y perdiéndose una tras otra en las prisiones,fortalezas y minas de Siberia, intentaron fundar su

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imprenta en la misma Rusia.

Pero diríase que pesaba una maldición sobre las empresasde éste género>; todas resultaban efímeras, condicionales,y solo duraban un breve tiempo. Apenas fundadas, sedescubrían infaliblemente.

El Círculo de los Karakosovzi tuvo su tipografía, pero noduró más que algunos meses. El Círculo de Nichiaevzituvo también la suya, pero debió enterrarla durante muchotiempo, hasta que fue descubierta, junto con laorganización. Los Dolguschinzi tuvieron la suya, que fuedescubierta apenas impresas dos proclamas. El Círculo delos Chiackovzi hizo análogas tentativas para fundar una, ytenía ya a punto los caracteres y una máquina excelente,cuando, por falta de lugar donde emplazarla, máquina ycaracteres anduvieron durante cinco años consecutivosescondidos en cualquier rincón, sin que lograra hacer usode ellos la organización.

De modo que la dificultad de hacer funcionar unatipografía en un país donde todo es vigilado, parecíainsuperable. Se pueden esconder libros, papeles, hombres,pero ¿cómo ocultar una cosa que se traiciona por sumisma naturaleza, una imprenta, que además del trabajocomplicado y a menudo ruidoso, exige mucha gente juntay hace un uso continuo de papel en una cantidadgrandísima, que devuelve luego impreso?

Después de las innumerables tentativas realizadas yfallidas, la fundación de una imprenta clandestina fueuniversalmente reconocida, no ya como difícil, sino comoimposible; no era más que un sueño vano, un derroche dedinero y un sacrificio de hombres inútil e insensato.

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Los hombres serios no hablaron ni quisieron ya oír hablarde ello.

Pero hubo un soñador, que no quiso asentir a la opiniónuniversalmente admitida, el cual sostenía contra los demásque podía fundarse una tipografía clandestina en el mismoSan Petersburgo, y que él sería el fundador si se le dabanal efecto, los medios necesarios.

Este soñador se llamaba Aaron Zundelewich, nacido enVilna, Litunia, hijo de un modesto tendero hebreo.

En la organización de la que formaba parte, la que llevabala divisa siempre vieja y siempre nueva: “Tierra yLibertad”, rieron al principio las fantasmagorías deZundelewich. Pero consiguió vencer cuantas dificultadesle ofrecieron, hasta que le asignaron diez mil liras con lascuales marchó al extranjero, transportó a San Petersburgotodo lo necesario, y habiéndose amaestrado en el oficio decajista, lo enseñó a otras cuatro personas, con quien, en1877, pudo funcionar regularmente e imprimir obras degrandes vuelos, la “tipografía libre” en San Petersburgo, laprimera que mereciera este nombre.

Los principios sobre los cuales basó su imprenta, fuerontan bien encontrados y combinados, que durante cuatroaños consecutivos no pudieron descubrirla las másrabiosas investigaciones de la policía, hasta que vinieronen ayuda de ésta, una traición y una simple casualidad.

Pero se había roto el hielo. Destruida una tipografía, sefundaron otras, y otras según los mismos principios, queduraron y funcionaron sin interrupción.

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Y de cuando en cuando, de subterráneos ignotos, en mediodel murmullo de tantos hipócritas y aduladores, sale unavoz poderosa que acalla su habladuría servil, yretumbando desde el mar Glacial al mar Negro, haceestremecer al despotismo bajo su púrpura ensangrentada,porque demuestra que no existe poder más grande que elsuyo, el poder del librepensamiento, que tiene poralbergue el corazón generoso y por instrumento el brazodesinteresado.

Aquel librepensamiento llamó en su ayuda el hierro y elfuego, y haciendo de ellos armas tremendas, trabó unabatalla encarnizada que sólo acabará con la destrucción deldespotismo. Y en esta batalla, su estandarte glorioso, entorno del cual era más terrible la lucha y hacia el cual sevolvían las miradas de los combatientes, fue la imprentaclandestina. Mientras tremolara esta bandera, hasta tantolos esfuerzos de los enemigos no lograron arrebatarla delas manos de sus defensores, no había que desesperar de lasuerte del partido y de la organización, aún a pesar de lasmás terribles derrotas de los parciales.

¿Cómo se explica, pues, el hecho maravilloso de laexistencia, a las barbas de la policía en un país comoRusia, de una tipografía clandestina permanente?

Este hecho, que da, a mi entender, una idea más grande delas fuerzas del partido que no darían muchas estrepitosasempresas, se explica de la manera más sencilla: es elresultado de la devoción de quienes trabajan en laimprenta y de la exactitud con que cumplen las másinsignificantes precauciones para conservarla.

Nadie la visitaba; nadie, entre los que a ello estabanobligados, sabía dónde estuviese o como fuese. Para dar

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una idea de la reserva sobre este punto, basta decir que noya los miembros de la organización que sostenía latipografía, más ni siquiera los directores y colaboradoresdel periódico que se imprimía, sabían dónde estaba.Ordinariamente sólo había en la dirección un iniciado enel secreto del representante de la imprenta y a élcorrespondía mantener todas las comunicaciones.

Por mi parte sólo estuve una vez, y he aquí por qué: erauno de los directores de Tierra y Libertad, periódico delpartido antes de que se dividiera en dos fracciones.

Las comunicaciones se hacía en punto neutrales, que seescogían siempre entre los más seguros. Entregaba losoriginales, recibía las pruebas y fijaba el lugar y el tiempopreciso para las reuniones sucesivas. En caso de algunanecesidad imprevista, o si el hilo de las comunicaciones seinterrumpía, enviaba una tarjeta postal, para fijar de unmodo convencional un nuevo encuentro.

Una sola vez fui, como he dicho. Era precisamente el 30de Noviembre, día que debía salir el primer número delperiódico. La misma mañana vino a verme un amigonuestro, me relató como habiendo ido a casa deTrosciansky. Donde la policía estaba escondida, a poco sien cae en sus manos; pero consiguió huir gracias a sudestreza y a la buena idea que tuvo de gritar también: “¡Alladrón! ¡Al asesino! ¡Detenedlo!, mientras la policía leperseguía.

Me urgía insertar aquella noticia en el número que estabapor salir, siquiera para burlarnos de Zurof, el jefe de lapolicía, el cual andaba diciendo que nuestra imprenta nopodía estar en modo alguno en la capital, porque la habríadescubierto infaliblemente.

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Aproveché, pues, aquella ocasión para visitar la imprenta,lo cual me interesaba mucho, tanto más cuanto había sidoinvitado con insistencia por los tipógrafos para que leshiciera una visita.

La imprenta estaba establecida en una de las callescentrales de la ciudad.

Después de precauciones infinitas llegué a la puerta, llaméen forma convenida. Abrió María Krilof. Entrérespetuosamente, cual el creyente entra en una iglesia. Laspersonas destinadas a la imprenta, eran cuatro: dosmujeres y dos hombres.

María Krilof, que hacía las veces de dueña de la casa, erauna mujer que tendría sobre cuarenta y cinco años. Pasabapor uno de los miembros más antiguos y más beneméritosde nuestro partido; había estado ya complicada en lasconspiraciones de los Karakosowzi. Encarcelada ycondenada a destierro en una de las provinciasseptentrionales, consiguió huir y comenzó a hacer vida“ilegal”. Trabajó siempre infatigablemente por nuestracausa de distintas maneras, hasta que fue destinada alpuesto que ocupaba, como soldado arma al abrazo, en laimprenta Perediel, en el año 1880. Durante diez y seisaños consecutivos permaneció en las filas de losconspiradores, sin intentar jamás otra cosa que provechopara la causa, y ocupando los puestos más modestos ypeligrosos.

Trabajó en la imprenta desde su fundación, y muy enfermay medio ciega por miopía progresiva, continuó siemprelaborando, con tanto celo y despreocupación por supersona que, a pesar de su enfermedad valía en la

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composición tanto como uno de los mejores operarios.

Basilio Buch, hijo de un general y sobrino de un senador,pasaba por inquilino de la señora Krilof. Tenía unpasaporte de empleado en no se qué ministerio, y por esosalía todos los días a una hora fija, llevando en su carterade empleado los ejemplares del periódico. Era un hombrede veintiséis o veintisiete años, pálido, aristocráticameteelegante y talmente taciturno, que no abría la boca durantedías. Servía de anillo de comunicación entre la imprenta yel mundo exterior.

El tercer cajista no legó su nombre a la posteridad.Figuraba en las filas hacia ya tres años y era amado yestimado por todos; pero habiendo muerto el que lopresentó a la organización, nadie supo jamás su nombre.Era conocido por el apodo de Ptiza, pájaro, que le dieronpor su voz, nunca fue llamada de otra manera. Se suicidócuando, después de cuatro horas de resistenciadesesperada, la tipografía de la Narodnaia Volia debiórendirse a la soldadesca lanzada al asalto.

Vivió anónimo y anónimo bajó a la tumba. Su suerte erade las más duras, porque para mayor precaución vivían sinestar anotado en el padrón municipal, sabiendo que erasiempre un peligro el pasaporte presentado a la policía.Por eso debía vivir escondido y pasar meses enteros sinsalir de casa para que no le viera el dvornik.

En general, casi todos los que trabajan en las imprentasrompen sus relaciones con el mundo exterior y llevan unavida claustral. Pero el pobre Ptiza, debía extremar estareserva hasta una reclusión casi absoluta, siempreencerrado en su triste jaula, siempre revuelto entrecaracteres tipográficos.

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Era un joven de veintidós o veintitrés años, alto, delgado,de faz seca, rodeada de largos cabellos de negro corvino,que hacían resaltar aún más su palidez cadavérica, efectode la privación continua de aire fresco y de luz, comotambién del continuo manejar el plomo en aquellaatmósfera impregnada de exhalaciones venenosas. Tansólo los ojos eran vivos; grandísimos y negros como los dela gacela, lucientes, llenos de una bondad y una tristezainexplicable. Estaba tísico y lo sabía, pero no queríaabandonar su puesto, porque era muy diestro en el trabajoy nadie podía sustituirle.

La cuarta persona era una joven que hacía las veces decamarera de la señora Krilof. Jamás supe su nombre. Erauna muchacha de dieciocho años o diecinueve años, rubia,con ojos azules, sutil y graciosa, que me hubiese parecidobellísima si no fuese por aquella expresión de continúatensión nerviosa que pintaba en su semblante pálido, queproducía una impresión dolorisísima. Era un reflejoviviente de aquellos continuos esfuerzos que debía costaraquella vida, prolongada por meses y meses en aquel lugarterrible, expuesto a las pesquisas rabiosas de tanto millaresde polizontes.

***

Después de los primeros saludos, expliqué el motivo de mivisita, o sea, el deseo de insertar en el periódico la picanteescena de la mañana, de que hablado más arriba, que fueacogida con gran alegría. Pero como el periódico estabacompuesto, se debía de quitar algo para poner el entrefilet,que sólo era una cuestión de pocas lineas, rehusé a lainserción.

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Visité las habitaciones interiores donde se hacía el trabajo,el mecanismo era sencillísimos. Algunas cajas concaracteres diversos, un pequeño rodillo recién fundido conuna especie de pasta gelatinosa, muy semejante a la colade los carpinteros, y algo dulce al gusto; un gran cilindropesado cubierto de paño que hacías las veces de prensa;algunas escobillas y esponjas ennegrecidas en una cazuela,y dos vasijas con tinta tipográfica. Todo estaba dispuestopara poder ser escondido en un cuarto de hora en unarmario grandísimo situado en un rincón de la estancia.

Me explicaron el mecanismo del trabajo, como tambiénalgunos subterfugios que servían para alejar la menorsospecha del dvornik, el cual venía diariamente a traer elagua, la seña, … El sistema adoptado no era el de privar laentrada, sino todo lo contrario, precisamente el de hacerlever con distintos pretextos, con la mayor frecuenciaposible, las habitaciones interiores, quitando antes de ellastodo lo sospechoso. Y cuando los pretextos faltaban, eraninventados; así, por ejemplo, no pudiendo encontrar medioadecuado para hacerle visitar la última de las habitaciones,la señora de Krilof, díjole cierto día que había en ella untopo, que era preciso matarlo.

Fuese así a la habitación el dvornik, efectivamente, nohalló nada; pero la cosa estaba hecha; había visto todo eldepartamento, pudiendo dar fe de que en él no había nadaanormal. Una vez al mes venían los barrenderos a limpiarel suelo de todo el local.

Una profunda tristeza me asaltó en presencia de aquellagente. Comparaba, sin quererlo, su vida terrible con lamía, tuve vergüenza de mí mismo. ¿Qué significa nuestraactividad a la luz del día en medio de la multitud agitadade los amigos, del ruido de la lucha, en parangón con

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aquel sacrificio continuo de la existencia, consumida enaquel verdadero subterráneo?

Salí. Bajé lentamente la escalera, anduve por las calles,preso de los más encontrados sentimientos. Pensaba en loque había visto, pensaba en la lucha por la cual dabanaquellos su vida en holocausto. Pensaba en el partido.

Una idea me asaltó de improviso. ¿No son esos, pensé, losverdaderos representantes de nuestro partido? ¿No es ésteel cuadro viviente que resumen en sí el carácter de todanuestra lucha? Y un sentimiento de entusiasmo me inflamóel corazón. Somos invencibles, pensé, hasta que no seagote la fuente de donde proviene tanto heroísmoanónimo, que es el más grande todos; somos invenciblesmientras el partido cuente con tales personas.

02 | EL ATENTADO DE MOSCÚ

I

UNA COMPAÑÍA DE EREMITAS

En los confines de la vieja capital de Rusia, allí donde estaciudad medio asiática, inmensa como la antigua Babiloniay Nínive, es vencida por los espacios, y disminuyendocada vez más el número de sus habitaciones se confundecon las ortigas, con los campos, inmensas llanuras incultasque la circundan por todas partes, como el mar una isleta,en aquellos mismos confines álzase una casucha de unsolo piso y planta baja, vieja, ennegrecida por el tiempo,medio arruinada.

Pero aunque en una capital, aquella casuca no desentonaen aquel barrio, pues todas las otras casas que están a su

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alrededor tienen el mismo aspecto mezquino y tosco; todoaquel rincón de la inmensa ciudad se asemeja más a unvillorrio perdido en las llanuras de Rusia, que a unaporción de una de las más grandes capitales de Europa. Lahierba crece en estío en los caminos en una extensión tal,que un regimiento de caballería podría maniobrarlibremente; y en el otoño lluvioso presentan aquelloscaminos charcos y lagunas donde se zambullen los gansosy las ocas.

Ningún movimiento. De cuando en cuando, pasa unviandante, y, si no pertenece al barrio, es mirado largo ratoy desconfiadamente por los muchachos. Si por acasoaparece un coche por alguna parte, todas las puertecitasverdes, rojas y azules se abren precipitada- mente yatisban desde ellas las muchachas y las mujeres curiosaspor ver un espectáculo tan extraordinario.

Todos los habitantes de aquel barrio pacífico se conocen,porque en él han nacido, crecido y envejecido. Son gentesencilla, patriarcal, que parece completa- mente extraña átoda la civilización moderna. Viven poco menos que comosus padres de hace dos o tres siglos. Casi todos pertenecena las antiguas sectas religiosas que se formaron en el sigloXVIII, cuando el patriarca Nicon, hombre sabio, perodespótico e implacable, quiso corregir los antiguos librosde sus diversos errores de ortografía. No queriendoreconocer las correcciones de Nicon, que éste se desvivíaporque aceptasen por fuerza los celosos del rito antiguo,las sectas renegaron de todas las ordenanzas del Estado,que ayudaba con mano firme 'al feroz patriarca, especial-mente después de las reformas de Pedro el Grande, hechassegún los ejemplos de los descreídos “alemanes”. Lassectas rehusaron el vestido europeo que el zar re-formador quería imponerles por violencia.

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Perseguidas despiadadamente durante dos siglos, esassectas se propagaban, no obstante, por toda Rusia, entre elpueblo humilde, y en la actualidad contaban al menos condiez millones de adheridos. Su sede principal es la viejacapital abandonada por los emperadores, como la antiguareligión. El barrio de Preobragens- koye y el de Rogoskoe,que describimos—los cuales tomaron su nombre de doscementerios donde están sepultados tantos mártires de esassectas,—son sus verdaderas capitales, en las que residenclandestinamente sus sacerdotes, sus obispos y se celebransecretamente sus concilios ecuménicos.

Es verdad que la corrupción del siglo comienza a invadirhasta esos últimos refugios de la antigua fe, y cuando enlos días de fiesta la población sale de sus casas parasentarse, según costumbre oriental, junto a ellas charlandocon los vecinos, no es raro ver un muchacho alegre, quetrabaja en cualquier fábrica de la ciudad, tocar la«armónica», en lugar de la antigua guitarra, y llevar unjubón de relucientes botones en lugar de la antigua chupa,y botas con tacones—lo cual es una abominaciónalemana ;--se cuenta también que algunos de ellos fuman aescondidas tabaco, lo cual es realmente nefando. porquehace parecer al hombre un diablo en persona, que en losrelatos de la vicia de los santos es siempre representadocon humo hediondo que sale de su boca.

Los viejos mueven tristemente la cabeza y dicen que seacerca el fin del inundo, porque se apaga la antiguadevoción.

Los dueños de la casa, que hemos indicado más arriba, nopertenecen a los aborígenes de aquel barrio patriarcal. Songente recién venida a establecerse. Ello no obstante, noson mal mirados por el vecindario, por- que son buena

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gente, sencilla, temerosa de Dios. Es una familia, marido ymujer, que esperan a cada momento la llegada de susviejos padres.

La mujer, aunque parezca muy joven, es una. casera.excelente, siempre dada a los quehaceres domésticos. Elmarido—un artesano de Saratoff—tendrá unos treinta ydos o treinta y tres arios, pero es muy serio para su edad.Es evidentemente un sectario. No fuma tabaco, y no seafeita la barba, cosa considerada como un peca- dogravísimo, porque quita al hombre la semejanza con Dios,a cuya semejanza, como es sabido, fue creado. Cierto queel recién venido lleva botas con tacones y jubún, pero lohace «por temor de los judíos», porque pertenece a otrasecta que admite estas cosas, y en tal caso ya no hay porqué reprocharle, ya que las diversas sectas tienen unaspara con otras perfecta tolerancia.

Hay un indicio importante que contribuye a cambiar laamistosa sospecha en certeza. Los habitantes eran dos,pero no hay duda de que en la casa habitaban muchos; lasprovisiones que compraban eran tales, que por grande quefuera su apetito no podían consumirlas por sí solos. Ydespués, algunas viejas habían oído en sus noches deinsomnio el chirrido de la puerta y el rumor de coches queevidentemente conducían gente desde muy lejos. ¿Quiénpodían ser, sino hermanos ? se decían con confianza losancianos. Nadie, ciertamente, iría a soplar una palabra alenemigo común—el polizonte,—que está en el extremodel camino. Ni por ensoñación.

Y esta pía gente no se engañaba. La casa, en efecto, erahabitada por toda una compañía de eremitas... de profesiónmineros. Los coches que venían de noche, traían ladinamita y los instrumentos necesarios para la explosión.

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Era la excavación de Moscú.

II

LA EXCAVACIÓN DE MOSCÚ

La excavación de la mina de Moscú para hacer saltar eltren imperial, principiada hacia la mitad de septiembre yterminada dos meses después, fue una parte del vastísimoproyecto de un triple atentado del mismo género que debíarealizarse durante el viaje del emperador desde Crimea aSan Petersburgo, sin hablar de otros tres que se refierencasi a la misma época.

Las minas debajo de la línea férrea se hicieron en trespuntos distintos: cerca de Moscú, cerca de Alexandrowsky cerca de Odessa. Así se creía que el golpe no podríafallar de ningún modo.

Pero, por diversas circunstancias, ocurrió lo siguiente: lostrabajos en el ferrocarril de Odessa, junto con los de laItalianskaia, recientemente descubiertos, para hacer saltarel coche imperial mientras pasara por el camino de laciudad, debieron ser abandonados por cambio delitinerario del emperador. En el de Alexandroivsk,organizado por Geliabof y Okladsky, la mina no explotópor algunos defectos de la cápsula, por más que la bateríase cerrara en un momento oportunísimo; de modo que eltren imperial pasó ileso sobre un precipicio, a cuyo fondohubiera caído inevitablemente a la menor sacúdida. De lamisma manera fallaron las otras dos tentativasprecedentes: la de hacer saltar el puente de piedra en SanPetersburgo, organizada por el mismo Geliabof y porTetiorka, a causa de no acudir este último con puntualidad,y el de hacer saltar el yate imperial cerca de Nicolaief,

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organizada por Logodenko, único atentado descubierto porla policía, que por mera casualidad hizo una visitadomiciliaria precisamente en la habitación donde sehabían dispuesto los hilos eléctricos.

Sólo en Moscú los terroristas tuvieron la fortuna de llevara efecto una tentativa, aunque allí precisa- mente la cosapareciese más difícil y las probabilidades de éxito muchomenores, sobre todo por el trabajo ciclópeo que exigíamuchos hombres, que era difícil tener escondidos, y por laproximidad de la capital, donde la vigilancia era tangrande.

No quiero contar lo que ya se sabe por los periódicos deaquel tiempo. Me propongo únicamente revelar doscircunstancias, tales como me fueron relatadas por unamigo mío que tomó parte en el hecho, y de cuyaveracidad respondo en absoluto.

La primera se refiere a la organización, la segunda a laejecución del proyecto. Ambas son muy características, nosólo de aquella tentativa, sí que también de todas lasempresas de los terroristas: es la sencillez llevada alúltimo límite y en contradicción flagrante con todas lasideas preconcebidas acerca del nihilismo, de sus medios yde las formas de ejecución que les atribuyen.

Se cree generalmente que los nihilistas tienen á sudisposición medios extraordinarios. Es un errorgrandísimo, y el atentado de Moscú es la mejor prueba.Los gastos de la lucha son tan inmensos que los nihilistascorren siempre como hambrientos tras un billete de cienrublos. Por eso .se ven obligados a realizar sus proyectoscon la mayor economía, aun a riesgo de sus propiascabezas.

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Merced a ello, los enormes trabajos de la mina de Moscú yde otros dos atentados ferroviarios, organizados en elmismo noviembre, costaron en total la mezquina suma de8o a 100,000 liras, comprendidos los viajes. Las otrasempresas de inferiores vuelos costaron aun menos. Latentativa para libertar a uno de los condenados en elproceso de los 193, mientras lo trasladaban desde SanPetersburgo a la prisión central de Karkof, organizada enlarga escala, y en la que era necesario comprar cincocaballos, un coche, muchas armas y pagar los gastos de unnumerosísimo personal de centinelas, colocados en SanPetersburgo, Moscou, Kursk y Karkof, para vigilar todoslos movimientos de los gendarmes, aquella: tentativa nocostó más, según las minuciosas cuentas presentadas porlos encargados de la organización, que la suma de 4,500rublos, más alguna fracción, es decir, unas 5,000 pesetas.

Gastando tan poco los terroristas, vence a menudoobligados a remendar con la propia piel las hendidurasque, por demasiada economía de madera, se abren en suedificio. Así en el atentado de Moscú debió recurrirse, porfalta de dinero, a un empréstito con la hipoteca de lamisma casa donde se hacían las excavaciones. Se debíapensar, además, en una visita de peritaje hecha siempre enpresencia de la policía, cuando los trabajos de excavaciónestaban ya casi terminados. No hay necesidad de insistiren los peligros de semejante visita. Los mismos trabajos sehacían con los menores gastos posibles.

El instrumento para perforar no fue adquirido hasta losúltimos tiempos, cuando por demasiado trabajo losmineros vieron absolutamente agotadas sus fuerzas.Primero se realizaba el trabajo a mano. Y como por lahumedad del tiempo la galería estaba siempre llena de

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agua, que trasudaba de lo alto y se reunía en el fondo,debían los mineros trabajar bañados en agua helada,sumergidos hasta la rodilla y tenderse en el cieno, pues notenían vestiduras impermeables como la de los buzos, queles hubieran preservado de tantos sufrimientos en aquellacueva dantesca.

Para conservar la verdadera dirección de la galería,seusaban medios e instrumentos que habría rehusado,desdeñosamente un geodesista. Ni siquiera se compró unastrolabio, ni siquiera una brújula con cuadrante, y sí tansólo una muy sencilla de viaje, de las que únicamente seusan para levantar planos militares. Por medio de aquellabrújula fueron encontrados con más o menos precisión lospuntos cardinales, y para referirlos al interior de la galeríausáronse troritos de hierro atados con largos bramantes alos travesaños.

A pesar de todo ello, cuando después de la explosión fuevisitada la mina por los ingenieros, éstos encontraron queestaba perfectamente hecha. La diligencia suplía losdefectos de los instrumentos de trabajo, y el buen humorsostenía las fuerzas.

Sería grave error imaginarse aquella terrible conspiracióncon los atributos tradicionales de los conspiradores deteatro. Todas las reuniones de los nihilistas se distinguenpor su sencillez y por la falta absoluta de aquella pompa uostentación que rehuye severamente el carácter ruso,enemigo de lo cómico. En los asuntos más graves, en losque ha de arriesgarse o perderse indudablemente la cabezao las cabezas, todo se combina por nosotros en cuatropalabras. Ningún desfogue de arte oratorio. Ningunaarenga apasionada, porque no suscitaría más que sonrisas,como cosa perfectamente fuera de propósito. El público no

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asiste a las discusiones. Todo se arregla entre gente que seconoce a fondo y que comprende perfectamente lo que esy lo que no es.

Por qué hacer gala de lo que se sobrentiende a se supone?Muy raramente vibra sin pensar una frase o una palabra entono más profundo, o un relámpago de entusiasmo fulguraen una mirada. Si uno que no en- tendiera nuestra lenguaasistiera a una reunión de terroristas donde se decidiera lacosa más tremenda, la to- maría por una tertulia de gentepacífica que habla tranquila y sencillamente de un asuntosin importancia.

Esto lo digo para norma de los bonachones novelistas quehan tenido la cortesía de representar tipos de la vidanihilista, porque todos hacen de ellos héroes demelodrama, que, por lo que á nosotros se refiere, en lugarde excitar el entusiasmo, como se les atribuye, hubieranproducido precisamente efecto contrario, por- que habrían,sin duda, hecho sospechar de la resolución del habladordemasiado fecundo; ya es sabido, que el perro que ladrano muerde. La excavación de Moscú puede servir deexcelente prueba de lo que digo. En cuanto al peligro queamagaba a cuantos se encontraban en la casa fatal, nopodía ser ni exagerado ni desconocido. Según las leyesrusas, cuando se trata de un atentado contra la vida delemperador, todos los cómplices, sin ninguna distinción,incluso los encubridores, son castigados con la muerte. Yesta muerte revoloteaba a cada momento, día y noche,sobre las cabezas de los mineros, que de cuando en cuandosentían el aura fría de sus negras alas, cual si se aprestarapara arrebatarlos.

Algunos días antes del paso del emperador, la policíavisitó aquella casa con fútil pretexto. Los trabajadores

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fueron avisados inmediatamente, y la policía no vio másque a los dueños legítimos de la casa, quienes lodispusieron todo de manera que no suscitara la menorsospecha. La más leve turbación del semblante, el. másínfimo temblor de la voz, podían comprometer y provocarun minucioso registro que lo habría descubierto todo.

Otras veces era de temer las sospechas nacidas en lasmentes d3 los curiosos vecinos (como puede leerse en elrelato del proceso de los diez y seis), y que tan bien sabíaalejar Sofía Perovskaia.

Para demostrar que los mineros no se ilusionaban acercade la suerte que les esperaba, basta recordar el hecho de labotella de nitroglicerina dispuesta en el interior de lahabitación.

No obstante todo ello, el buen humor inalterable reinabaen la compañía durante todo el tiempo del trabajo. En lacomida, reunidos todos, se discurría, se bromeaba, como sital cosa, y aquella que tenía en el bolsillo un revólvercargado, destinado a hacerlo saltar todo y a todos—SofíaPerovskaia,—alegraba a menudo a los trabajadores con surisa argentina. Uno de los mineros llegó a componerversos cómicos donde se relataban en estilo burlesco lasdiversas vicisitudes y aventuras de la excavación.

03 | DOS FUGAS

I

Una noche, hacia la mitad de enero de 1880—ya norecuerdo fijamente el día,—se reunieron en Ginebraalgunos emigrantes para tomar una taza de té que les

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ofreció un compañero, el señor G...

La reunión era bastante numerosa—podían ser seis o sietepersonas,—y, lo que era más raro en las tertulias de losemigrados, bastante alegre. La bellísima señora G...,nuestra huéspeda, sentóse al piano, que tocaba con tantagracia y tanta inspiración, y nos cantó algunas cancionesde la Ukrania. Todos estábamos algo excitados por lamúsica, bromeando y riendo entre nos- otros. Elargumento principal de la conversación fu e' la fuga deSiberia de un amigo nuestro, de la cual el mismo díahabíamos tenido noticia.

Contados todos los pormenores de aquella fuga hastaentonces conocidos, hechas todas las observaciones ytodas las suposiciones pertinentes, transcurrió un momentode aquel silencio mortecino, incomparable, cuando losrusos dicen: «Ha nacido uno necio», o «Vuela el ángel delsilencio», según los gustos respectivos.

Entonces, con la inspiración de tanto discurrir en torno dela fuga de nuestro amigo, tuve la idea de proponer a losasistentes, entre los cuales estaba Kropotkin yBokanovski, que contáramos uno por uno las propiasfugas, porque casi todos habían tenido la suya.

A esta proposición, acogida con aprobaciones generales,debo la posibilidad de trazar este boceto. Kropotkin seexcusaba, diciendo que había contado su fuga tantas ytantas veces que estaba cansado ya, y no podía más. Peradebió rendirse a la insistencia de todos nosotros.

***«El firme propósito de huir a toda costa—comenzó, —nome abandonó desde el primer día de mi detención. Pero si

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algo hay imposible en el mundo, es huir de la fortaleza dePedro y Pablo. Echaba mis planes, o mejor, fantaseaba,porque no podía menos de comprender que eran vanossueños».

Después de este proemio, Kropotkin relató cómo fuetrasladado al Hospital de Nicolás, cómo procuróconvencer a los guardianes de que estaba siempre inextremis. No repetiré todo esto, porque ya he hablado deello en su biografía. Paso inmediatamente a lo principal.

«El médico me ordenó paseos cotidianos y se meconducía, después del mediodía, al patio del hospital. Uncentinela, fusil al brazo, estaba siempre a mi lado».Comencé a observarlo todo detenidamente para trazar miplan. El patio era grande. Su puerta, ordinariamentecerrada, estaba entonces abierta, porque en aquellaestación (estábamos en julio) el hospital se aprovisionabade leña para el invierno. Pero como yo no debía estar allímás que pocas semanas, no habían situado ningúncentinela a la puerta. Era una gran ventaja.

«Paseaba en el fondo del patio, situado al otro lado de lapuerta. El centinela me vigilaba por los flancos,permaneciendo entre mí y la salida. Pero como yo ca-minara más lentamente que una tortuga, lo cual, como sesabe, fatiga a un hombre robusto más que los saltos, elsoldado recurría al siguiente subterfugio: recorría unalínea paralela a la mía, cinco pasos más cerca de la puerta.Así podía hacer su camino diez pasos más tarde que yo,porque estando al extremo de su línea, estaba siempre a lamisma distancia de la puerta, igual que yo situado alextremo de mi línea. Este cálculo que el centinela hacía aojo, evidentemente era justísimo en teoría. Pero pensé yoque si corriésemos los dos a la vez, el soldado, por instinto

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natural, pro- curaría agarrarme lo más pronto posible,arrojándose sobre mí, en lugar de correr directamentehacia la puerta para cortarme la retirada. Y así haría él doslados del triángulo, en tanto yo haría el tercero única-mente».

En este punto, pues, tenía una ventaja. Podía esperar quealcanzaría la puerta antes que el centinela, corriendo con lamisma velocidad ; esperaba correr más aprisa, pero noestaba cierto de ello, por lo débil que me tenía laenfermedad.

Si a la salida me esperase, decíame, un coche, tendríamuchas probabilidades de huir. Cuando estaba para enviara los amigos una carta con los primeros esbozos de miplan, recibí de ellos una en que se me hablaba del mismoparticular. Comenzarnos a cartearnos. No expondré losvarios planes y proyectos concebidos y abandonados,porque fueron muchos. Se trataba de resolver diversascuestiones: si los amigos entrarían en el patio, como me loproponían para entretener de una u otra manera alcentinela; si el coche me esperaría a la puerta 6 en elángulo del hospital, donde no estaría tan a la vista; sitomaría asiento en él uno de los nuestros o permaneceríasolo el cochero.

Yo propuse el plan más sencillo y natural, que fuefinalmente aceptado. Nadie entraría en el patio. El cocheesperaría a la puerta, porque me sentía demasiado débilpara correr hasta la esquina. Un íntimo amigo propuso queocuparía el coche para ayudarme a escapar más pronto yespecialmente para vestirme, apenas fugado.

En el hospital sólo nos daban para vestirnos una vestidurade enfermería. Era una prenda larga é in- cómoda, tanto

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que al caminar debía llevar la cola al brazo. Correr con talimpedimenta era absolutamente imposible. Precisabadesembarazarse de ella a toda costa, pero con la velocidaddel rayo, porque un átomo de tiempo perdido podíadesbaratarlo todo. Muchos días seguidos estuveejercitándome en tal operación, en mi celda, observandoque para realizarla con la, máxima celeridad posible eranecesario dividirla en tres movimientos elementales, comose hace con los soldados en el manejo del fusil: ¡uno, dos,tres!

Quedaba lo más difícil: la elección del momento. Estodependía de las condiciones de los caminos por dondedebía pasar. Un convoy de leña, un destacamento desoldados, un cosaco a caballo, podía hacer fracasar latentativa, tanto más cuanto los caminos por los que debíahuir eran muy estrechos y tortuosos. Era preciso, pues,observarlos y que fuera avisado cuando estuvieran libresde todo obstáculo. A este objeto debieron colocarsecentinelas en cuatro puntos distintos. El quinto centinela,recibiendo los avisos de los otros cuatro, debía darme en elmomento oportuno la señal decisiva. Debía servir paraesta un globo que aparecería en un punto convenido, trasel muro altísimo del patio por donde yo paseaba.

Había propuesto colocar un sexto centinela en el ánguloexterior de un callejón algo más alejado, porque, segúnmis cálculos, aquel callejón estrechísimo era de unalongitud tal, que un carro que entrase en él en el momentode nuestra partida nos habría barrado la en trallainevitablemente antes de que hubiéramos recorridonuestro camino desde la puerta del hospital al ex- tremodel susodicho callejón. Pero corno los hombres eranpocos, se suprimió este sexto centinela.

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El día fijado fui al paseo lleno .de esperanza y deexcitación. Pero miré, miré el punto del muro por dondedebía ascender el globo rojo y no vi nada. Mi paseo tocabaa su fin y todavía nada. Y he aquí que acabó el recreo ycon él se desvanecieron mis esperanzas. Con laimaginación asaz impresionable de los presos, hacíasuposiciones unas tras otras persuadido de que todo sehabía dejado correr.

Por el contrario, tratábase de una nonada. Por unacoincidencia extrañísima no habían podido encontrar unglobo rojo en ninguno de los almacenes de juguetes quehabían visitado durante toda la mañana. No había más queglobos blancos y azulados que los amigos no quisieroncomprar, y con razón, porque, aun cuando parezca sinimportancia, no debe permitirse ningún cambio en lasseñales. En su defecto, compraron a toda prisa una vejigade goma roja en un almacén de gutapercha y la llenaroncon gas de su propia fabricación. Pero el globo salió tanmalo que en el momento oportuno, cuando el centinelasoltó la cuerdecita, el globo, en lugar de volar por losaires, se elevó sólo algunos metros y cayó a tierra antes dealcanzar la altura del muro del patio. El centinela, rabioso,quiso arrojarlo en alto con la mano, pero inútilmente.

este caso fortuito debí tantas horas de tormento,y al propiotiempo mi salvación, porque precisamente en el momentoen que fue lanzado al aire el globo, entró un largo convoyde leña en el callejón ele que os he hablado, donde no sehabía colocado ningún centinela. El convoy nos hubierabarrado inevitablemente el camino y todo se habríaperdido.

Transcurrió otro intervalo para el carteo necesario, a fin decombinar las modificaciones indispensables. Colocóse,

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naturalmente, otro centinela en la entrada del callejón, locual requirió un cambio en todo el plan, porque no habíamedio de recoger las señales de los cinco centinelasestando yo tras el muro del patio. Debíase, pues, introducircentinelas accesorios, para la simple transmisión deseñales, o cambiar la señal decisiva.

Nos decidimos por lo último. Uno de los nuestros alquilóuna habitación en el tercer piso de una casa situada frenteal hospital, y desde cuya ventana se podía ver no sólo loscinco centinelas, sino también el patio por donde mepaseaba. La señal debía dármela el amigo tocandorepetidas veces un violín cuando los avisos que élrecibiera fueran propicios, y cesando la música cuandoalguno fuera desfavorable. Esta combinación presentaba lagran ven- taja de indicarme reiteradamente el tiempofavorable a la fuga, dejando a mi mano la elección delmomento oportuno.

El primer día, cuando todo estaba pronto, y el coche meesperaba ya a la puerta, fui yo quien di a los amigos bienmalos momentos: recrudeció mi dolencia y me sentí tandébil que no me atreví a arriesgarme a la prueba. Por estarazón no bajé al patio. Mis amigos pensaron que la policíahabía entrado en sospechas y que ya no me queríanconducir al paseo.

Me restablecí dos días después y resolvimos aprovecharaquel intervalo que me dejaba la enfermedad. Y despuésde prepararlo todo, los zapatos y la vestidura de cámara,que exigía algunos descosidos para que pudiera arrojarlamás pronto, bajé al paseo. Apenas entro en el patio, oigoque suena el violín. La música duró unos cinco minutos;pero no quise aprovecharme en seguida, porque alprincipio la vigilancia es siempre un poco mayor,

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instintivamente. Pero he aquí que el violín se calla : dosminutos después entraban en el patio algunos carroscargados de leña, y el violín comienza de nuevo.

Esta vez estaba decidido a aprovechar la ocasión. Miré alcentinela: hacía su línea ordinaria, a cinco pasos dedistancia entre mí y la salida. Miré su fusil: estabacargado, lo sabía. ¿Tiraría o no? Probablemente no, porqueestando yo a tan poca distancia se decidiría por agarrarme.La bayoneta era mucho más peligrosa en el caso de queme faltaran las fuerzas en aquella larga carrera. Pero habíayo hecho mis cálculos y estaba seguro de morir sipermanecía en la prisión. «¡Ahora o nunca!» dije para misadentros. Agarré la vestidura... ¡Uno! …

Pero he ahí que cesa el violín. Permanecí como aniquiladocual si hubiese levantado un gran peso. Un momentodespués comienza de nuevo la música: acababa de pasarentonces una patrulla por uno de los callejones.

Apenas el centinela llegó al extremo de su línea, sin perderun segundo, arrojo en tres movimientos bien estudiados miropaje de enfermo y salgo disparado como una saeta. Elcentinela se arrojó aullando sobre mí para agarrarme, enlugar de correr derecho a la puerta y cortarme la retirada,trazando de tal suerte los dos lados del triángulo, cornohabía previsto. Pero es- taba yo tan débil que los quevieron nuestra carrera desesperada dijeron que el soldadoestaba a tres pasos de distancia y casi me tocaba con subayoneta. Yo no veía nada de esto. Oía tan sólo susaullidos y los de los leñadores que descargaban la leña enel fondo del patio.

Junto a la puerta vi un coche, pero por un momento dudéque fuera el nuestro, porque no podía reconocer a mi

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amigo en el cochero, que estaba atento en el camino. Dipara que se volviera una palmada, con sorpresa de losamigos que estaban observando esta escena, tomada porellos por una señal de alegría. El cochero se volvió, loreconocí, y más pronto que lo que se cuenta me arrojé enel coche, que partió como un rayo, mientras me sentíaenvuelto en una capa militar que otro amigo tenía a punto,junto con un ros de oficial.

En el hospital, según luego supe, hubo un trastornoindescriptible. El oficial ele guardia acudió con sus soldados a los aullidos del centinela, gritando mientras perdíala cabeza y se arrancaba los cabellos:

—¡Oh, estoy perdido, estoy perdido! ¡Corred, seguidle,seguidle!

Pero no era capaz de dar orden alguna. Uno de losnuestros, el que había dacio la señal, precisamente el quetocaba el violín, bajó precipitadamente al camino, yacercándose al oficial, comenzó a apiadarse de su estado,preguntándole: ¿Qué ha sucedido? ¿quién ha huido?¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde?, consiguiendo así que eloficial, al responderle, perdiera un tiempo precioso.

Una vieja dió un consejo terrible: ¡Pero qué! —dijo.—Darán una vuelta y volverán infaliblemente a Newsky. Nohay que dudarlo. Desuncid los caballos de este ómnibus(que estaba. a la puerta del hospital) y cortadles el camino.Es cosa sencillísima. Precisamente nosotros hacíamos estecamino. Por fortuna no fue seguido el consejo de laperspicaz mujer.

IICuando Kropotkin terminó su relato tocóle el turno á Juan

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Bokanovsky, de sobrenombre el Cosaco, porque siendoukraniano de origen, se parecía a los antiguos cosacos deaquel país por su valor, por su sangre fría imperturbable ysu taciturnidad. Todos se volvieron hacia él. el cual,separando de la boca. su pequeña pipa de madera,exclamó:

— ¡Pero si no hay nada que contar! Vino, nos cogió ysalirnos: he ahí todo.

—No, no, exclamaron los asistentes. Cuéntalo todo consus pelos y señales.

—Pues bien, cuando llegó el día fijado, vino con dosllaves a nuestras celdas...

—No, no. —le interrumpieron de nuevo—. ¡Con sus pelosy seriales! Cuéntalo todo desde el principio hasta el fin.

El Cosaco, viendo que no tenía evasiva, cargó lentamentesu pipa, con el aire de un hombre que se dispone para unlargo viaje, la encendió, probó si tiraba bien, y comenzó surelato empleando en él muchas más palabras que las quepronunciaba ordinariamente en tres meses.

*** Miguel llegó a la prisión unos dos meses antes de nuestrafuga. Fue asunto largo y difícil introducirle, perofinalmente, con un pasaporte falso de un campe- sinollamado Fomenko, entró primero en calidad de simpleleñador y corno guardián luego.

Merced a su diligencia en el cumplimiento del servicio yde su conducta irreprochable consiguió captarse lassimpatías de todos sus superiores. Al terminar el mes, era

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promovido al empleo de cabo guardián en uno de loscorredores de detenidos por delitos comunes.

Sin embargo, el director no quiso aprovecharse de sudenuncia. He de advertir que en la prisión de Kief, laposición de los detenidos políticos era en aquellos tiemposdel todo excepcional. El terrorismo, que hería antes quenadie a los empleados secundarios, produjo en Kief talpánico, que todos, desde el procurador hasta el di- rector,nos hacían la corte en competencia, porque te- mían sermuertos a nuestra primera señal. Por eso, en cuanto supoel director que el que escribía era Estefanovich, el mástemido de todos, exclamó:

—¡Déjale hacer !—y no hizo más. Pero desde aquel día,su corazón estaba conquistado por Miguel.

Para complacer a los otros detenidos políticos, el directornos dió como cabo guardián a un tal Nikita, hombreexcelente, bueno como el pan. Pero era necesario librarnosde él a toda costa, porque vacante su puesto tocaríaprobablemente a Miguel.

Era difícil lograrlo, porque el buen hombre jamás noshacía ningún mal, por cuya razón debíamos inventardescaradamente contra él ofensas que ni siquiera pensabahacernos, para poder acudir en queja al director, el cual lerecriminaba, le gritaba, le amenazaba, sin que el infeliztuviera la menor culpa ; aquel buen hombre, en vez deirritarse contra nosotros y cometer, como esperábamos,alguna imprudencia, lo soportaba todo en paz, repitiendo:

—Jesucristo ha sufrido y debo también sufrir yo.Estábamos ya desesperados cuando Valeriano Ossinsky,que organizaba nuestra fuga desde fuera, tuvo la buena

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idea de ir a la posada que frecuentaba. Nikita y decirle,después de hacerse amigo de él como por casualidad, quebuscaba un mayordomo para una fábrica de azúcar, en elinterior de la provincia. Las condiciones eranventajosísimas y Nikita no titubeó. El negocio fué bienpronto terminado, y habiendo recibido el dinero para elviaje y un mes de paga anticipada, Nikita abandonó elservicio de la prisión, porque debía partir inmediatamente.

Vacante su puesto, el director fue a hablar amiga-blemente con Estefanovich y Deuc, acerca del sucesor quedebían darnos.

—¿No os parece que Fomenko (Miguel) sería un hombremuy conveniente? Estefanovich hizo un gesto dedesagrado y masculló entre dientes:

—Un espía tiene cuanto pare...—¡ Pero es un hombre excelente!—exclamó el director.

Miguel fue nombrado cabo guardián en el corredor dedelitos políticos. Estaba hecho lo más importante. Pero noera todo. Podía abrirnos las puertas de nuestras celdas,pero ¿cómo saldríamos cuatro presos de una prisióncustodiada militarmente?

Era preciso no perder un minuto de tiempo. La posición deMiguel era terriblemente peligrosa. La prisión rebosaba dedetenidos políticos de toda especie, comenzando por losjovenzuelos sospechosos hasta los revolucionariosseriamente comprometidos. Era gente de todascondiciones, y por su actividad pasada, Miguel fuereconocido por muchos. No era de temer una denuncia,porque Miguel, siendo ilegal hacía ya años, no teníarelaciones inmediatas con la gente de confianza. Pero

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¿quién podía defenderlo de las indiscreciones inocentes,tratándose especialmente de un caso tan particular?

Estábamos realmente como sobre ascuas y resolvimosaprovecharnos lo más pronto posible de la favorablesituación creada por Miguel. De modo que una vez bienentrado en su nuevo oficio fijarnos ]a noche para la huida.

La manera más natural de salir era la de disfrazarnos decentinelas, que hecho su servicio salen de la prisión parareunirse en sus cuarteles. Miguel preparó trajes de soldadopara dos de nosotros, debiendo permanecer los otros dosvestidos de paisano. Sólo había un sable para los cuatro,pero resolvimos no esperar más.

La noche del día fijado por Miguel nos trajo los arreosmilitares. Nos disfrazamos, e improvisamos luego conmantas muñecos que ocuparon nuestras camas, para que ala mañana siguiente creyeran que dormíamos. A medianoche Miguel vino para abrirnos las celdas. Pero aquísurgió un obstáculo imprevisto. El guardián de turno quedebe vigilar toda la noche vino precisamente a nuestrocorredor sin mostrar prisa por irse.

Entonces Estefanovich hizo caer, como impensadamente,un libro descosido en el jardín, cuyas hojas sedesparramaron por tierra, rogando entonces su dueño aMiguel que se lo hiciera traer en seguida. Miguel mandó alguardián de turno que lo recogiera, y mientras estabaocupado en tal labor abandonamos sin ruido nuestrasceldas y nos encaminamos hacia la salida.

Cuando pasamos por el corredor del fondo ocurrió unacosa terrible: caminando junto al muro en aquellaobscuridad profunda, tropecé no sé con qué; sentí que se

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me iban los pies, levanté instintivamente las manos, algome tocó en los dedos, y lo agarré con fuerza para no caer...¡Maldición! un sonido alarmante retumbó por todo eledificio: ¡era la cuerda de la campana de alarma! El horror,la vergüenza, el ridículo por nuestra desgracia, pasó comoun relámpago ,ante mis ojos. Lo creímos todo perdido. Seoía ya el rumor y las voces de los soldados de guardia, quese levantaban apresuradamente. Pero Miguel, haciéndonosesconder en varios rincones, corre al cuerpo de guardiapara decir que había estirado la cuerda de la campanaimpensada- mente. Volvió de nuevo la calma. Peroentonces surgió otro obstáculo ; habiéndonos escondido endistintos rincones, en poco estuvimos que no nosperdiéramos en la obscuridad profunda. ¡Gracias a Miguelque corrió de unos a otros para juntarnos y ponernos enorden!

Quedaba lo más difícil: el paso por la puerta de la prisiónante el portero y el centinela. Pero esto salió a maravilla. Ala voz de Miguel, el portero le dio la llave para abrir elportillo, y el centinela, en su garita, no paró mientes ennuestras extrañas vestiduras.

Pero dados algunos pasos, henos plantados ante un oficial,salido como de bajo tierra. Por fortuna se embozó en lacapa y ya no vimos más que la hermosa cabeza deValeriano Ossinsky que nos apretó radiante las manos.Nos esperaba con un coche para conducir- nos á bridasuelta hacia el Dnieper, donde flotaba un bajel aprestadopara un largo viaje y provisto de pro- visiones de boca detodo género.

Un momento después volábamos por el río dirigiéndonoshacia el Sur. Aquel viaje acuático duró cerca de unasemana. De noche dirigíamos nuestra embarcación al

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boscaje de la orilla para reposar algunas horas, y de díanavegábamos a todo remo. Si distinguíamos en elhorizonte lejano la humareda de algún bu- que de vapor,nos ocultábamos entre los juncos que bordean el Dnieper.Llegados a Cremenciug nos encontramos con Ossinsky,llegado por ferrocarril, que nos esperaba con lospasaportes y todo lo pertinente.

Por él supimos que toda la ciudad de Kief fue puesta enzozobra, porque se creía que estábamos escondidos enella. »En la prisión no se dieron cuenta de nuestra fugahasta muy entrada la mañana. Viendo que junto connosotros había desaparecido Miguel, nadie adivinó laverdad. La confianza que supo inspirar era tal, que eldirector y todos creyeron que para efectuar nuestra fu- galo asesinarnos, tanto que llegaron a buscar inútil- mente sucadáver.

Sólo cuando se hicieron las necesarias averiguaciones y sereconoció que su pasaporte era falso, se descubrió elsecreto, incomprensible hasta entonces, de lo acontecido.

Aquí acabó su relato el Cosaco. Otros tomaron la palabradespués de él. Pero por ser los hechos poco interesantes yel espacio exiguo, no los referiré.

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00 | APÉNDICEPEDRO KROPOTKIN

ПЁТР АЛЕКСЕЕВИЧ КРОПОТКИН

I

No es, como se cree en toda Europa. el jefe indiscutibledel nihilismo. Ni siquiera tiene asomo de influjo en elmovimiento revolucionario ruso y no es literato conocidoen su patria, pues escribe siempre en lengua francesa. EnRusia no se le conoce más que de nombre. Este hecho, queparecerá extraño a mis lectores, es la natural .consecuenciade otro: Kropotkin es un emigrado, y ninguno de losemigrados políticos que residen en diversas ciudades deEuropa, juntos o separa-. dos, tiene el menor influjo en elmovimiento revolucionario de su país.

Esto parecerá increíble, y no obstante, si bien se mira, todohombre de criterio reconocerá la absoluta verdad de misafirmaciones. —Sólo deben tenerse en cuenta dos cosas :el carácter general del movimiento ruso y la distanciaentre Rusia y los países donde pueden vivir losemigrados : Suiza, Francia, Italia, Inglaterra—pues nadiepuede fiar en Prusia ni en Austria. —Citaré un solohecho : para cambiar una carta, con- cediendo algunosdías para la respuesta, se cuentan desde Suiza, que es elpaís más próximo, unas dos se- manas. Ahora bien ; unaorden, suponiendo que deba darse—y hasta un consejo,—llegaría a San Petersburgo dos semanas o al menos diezdías después de pedida. Y en Rusia la guerra no se hace enel dominio del pensamiento, como cinco años atrás. Esuna lucha a mano armada, en la que cualquier disposicióndebe tomarse a la vista del enemigo. Supongamos que se

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prepara un atentado contra el emperador ; la menorvariación del horario, de la vía que sigue, de las medidasque toma para su seguridad, obligarán a modificarinmediatamente el plan de ataque.

¿Qué órdenes se pueden dar desde Londrés, desde París óSuiza? ¿Quién será tan neciamente presuntuoso que sejuzgue en situación de transmitirlas?—Imaginemos por unmomento que un general en jefe quisiera dirigir una guerraen Turquía sin moverse de San Petersburgo. ¿Qué diríande él los hombres juiciosos? Y aquel general tendría almenos la gran ventaja de poseer el telégrafo, mientras quenosotros tenemos sólo el lento y penoso correo.

Si para el emigrado es tan imposible no sólo dirigirlalucha, sino hasta dar un consejo, ¿por qué razón se ha decomunicar a los emigrados lo que se prepara en Rusia?¿Para exponerse a que la carta caiga en manos de lapolicía? ¿Para aumentar los riesgos de una lucha titánicaque ya los tiene innumerables?

Y he aquí otro hecho que es consecuencia del precedente:los emigrados, aun los pertenecientes al grupo encargadode la lucha ;activa, ni aun saben lo que se prepara enRusia. De vez en cuando, por pura deferencia, recibenalgún vago aviso, sin conocer jamás el lugar determinadoni la fecha. ni el modo de ejecución del proyecto. ¿Por quéanunciar tales cosas, ni aun al más amigo, a fin desatisfacer su curiosidad? Sería un delito, una vergüenza,un acto reprobable, y todo hombre serio sería el primeroen reprochar a su amigo acción tan indiscreta. Y por eso,actos tales como la muerte de Alejandro II y la explosiónen el Palacio de Invierno, fueron para los refugiadossorpresas tan gran- des como tara todo el mundo.

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El valimiento político de los emigrados rusos en esta horaequivale á cero.—E1 exterior no es más que un lugar dereposo, una isla donde aportan todos los que tienen subarquilla rota ó averiada por la deshecha borrasca. Hastaque no logren repararla y dirigirla al piélago nativo, losdesterrados son pobres náufragos que tendrán todo el valorque se quiera, pero a quienes no queda más remedio queestar con las manos cruzadas y mirar con ojos envidiososel país donde se lucha, se muere ó se vence, mientras ellosperecen en inacción forzosa, extraños a todo en extrañatierra.

IIKropotkin es uno de los más antiguos emigrados. Haceseis años que permanece en el extranjero, y, por lo mismo,en todo este tiempo no ha podido tomar parte en elmovimiento revolucionario ruso. Esto no impide que seauna de las principales figuras de nuestro partido y que, porlo mismo, merezca ser citado.

Pertenece a la mas antigua nobleza rusa. La familia delpríncipe Kropoticin es una de las pocas que descienden enlínea recta de los viejos príncipes feudatarios de la casareal de Rurik. Por eso en el Círculo de los Chiakovszkique pertenecía, decíase en tono chancero que tenía másderechos al trono de Rusia que el emperador Alejandro II,quien no pasaba de ser un germano.

Estudió en el colegio de los pajes, donde no se admite másque a los vástagos de la alta aristocracia. Terminó el cursocon un primer premio, el alío 1861, pero, siempreinclinado al estudio, en vez de entrar al servicio delautócrata, fue a Siberia para dedicarse a investigacionesgeológicas. Permaneció allí algunos años, tomó parte envarias expediciones científicas y adquirió extensos

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conocimientos que utilizó después como colaborador deElíseo Reclús. Visitó además China.

A su regreso a San Petersburgo fue elegido miembro yluego secretario de la Sociedad Geográfica, dio cima adiversos trabajos muy apreciados por los científicos y alfin emprendió una grande obra sobre los hielos deFinlandia, obra que, mediante una petición de la SociedadGeográfica, pudo terminar cuando ya estaba preso. Nopudo sustraerse a la obligación de servir en la corte. Fuechambelán de la emperatriz y mereció variascondecoraciones.

En 1871 o a principios de 1872—porque no me acuerdobien—hizo un viaje al extranjero. Visitó Bélgica y Suiza,donde en aquel tiempo la Internacional había alcanzadogran desarrollo. Sus ideas, que siempre fue- ronavanzadas, lograron el sello definitivo. Se declaróinternacionalista y adoptó las ideas del bando másextremo, llamado anárquico, del cual ha sido siempredefensor entusiasta. Al volver a su país, se acercó alcírculo revolucionario inspirado en los mismos ideales—elde los Chiakovszki —y en el año 1872 fue propuestocomo individuo y aceptado por unanimidad. Recibió elencargo de escribir el programa del partido y de laorganización, el que después fue encontrado entre suspapeles. En el invierno de 1872 empezó sus conferenciasclandestinas sobra la historia de la Internacional, que noeran más que el desarrollo de las ideas del socialismo y dela revolución, basado en la historia de todos losmovimientos populares modernos. Estas conferencias, quea la profundidad del pensamiento unían una claridad ysencillez que las hacían accesibles a los más toscosentendimientos, despertaron vivísimo interés entre losobreros del distrito de Alejandro Newsky. Hablaron con

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sus cama- radas de taller y bien pronto la noticia seextendió por todas las fábricas de los contornos y llegó áoídos de la policía, que hizo todo lo posible para encontraral famoso Borodin (éste era el fingido nombre con el cualse presentaba Kropotkin en ,sus conferencias).—Pero nolo alcanzó, porque dos meses después, terminado sutrabajo, ya no iba Kropotkin a la casa vigilada y se dispusoa ir a propagar sus ideas entre los campesinos, como pintorambulante, pues a su vasta erudición reúne grandestalentos de artista.

No obstante, lo policía pudo sobornar a uno de losobreros, que consintió en ser traidor y que empezó arecorrer las calles principales esperando encontrar un día úotro a Borodin. Y lo consiguió ciertamente. Al cabo dealgunos meses le vio junto a la puerta Gostini, en laperspectiva Newsky, y lo designó a los polizontes. Elsupuesto Borodin fue detenido. Al principio no quisomanifestar su verdadero nombre; pero no había medio deocultarlo. Días después, la dueña de la casa donde él habíaalquilado habitaciones se presentó a declarar que suinquilino, el príncipe Pedro Kropotkin, había desaparecidoel día tal. Conducida a la presencia del fingido Borodin loreconoció, y Kropotkin tuvo que confesar su identidad.

Grande fue la emoción producida en la corte por elencarcelamiento de tan alto personaje. El emperador seenojó tal extremo que, un ano después, pasando porKarkof, donde era gobernador un primo de Pedro, AlejoKropotkin (asesinado el año 1879), le mostró grandescortesía y le preguntó bruscamente si era ver- dad quele unían con Pedro lazos de parentesco.

Kropotkin pasó tres años en una celda del fuerte de Pedroy Pablo. En los primeros meses de 1876 fue trasladado por

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prescripción del médico al hospital de Nicolás, pues lacárcel había debilitado su salud, ya poco floreciente, hastael punto de que no podía comer ni moverse.—Aun cuandoen pocos meses se restableció, hizo todo lo posible porocultarlo. Andaba con cl paso de un moribundo, hablabaen voz baja, como si el abrir la boca le costase un penosoesfuerzo. Y la causa era muy sencilla: había sabido, porcarta de unos amigos, que se organizaba una tentativa deevasión; y como en el hospital la vigilancia era menor queen la fortaleza, convenía prolongar la estancia allí.

En julio de 1876 se realizó la fuga, siguiendo lasinstrucciones dictadas por el mismo Kropotkin. La reataréen uno de los bocetos siguientes, porque es una obramaestra de precisión y audacia.

III

Algunas semanas después, Kropotkin se hallaba en elextranjero.

De aquella época data su actividad revolucionaria, que, sintener alguna relación con el movimiento ruso, pues estabadedicada exclusivamente al socialismo europeo, era talvez la única que podía poner de relieve sus cualidades deeminente político. Sus grandes dotes le hacenprincipalmente apto para la actividad en la liza pública,con preferencia a los subterráneos de las sociedadessecretas.

Le falta aquella flexibilidad de espíritu, aquella facultad deadaptarse a las condiciones del momento y de la vidapráctica, que son indispensables para un conspirador. Esun buscador enamorado de la verdad, un jefe de escuela yno un hombre práctico. Trata de hacer prevalecer a toda

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costa determinadas ideas, y no de alcanzar un fin prácticovaliéndose de todos los medios posibles.

Es demasiado exclusivista y rígido en sus conviccionesteóricas. No admite ninguna modificación del programaultra-anarquista. Por eso le ha sido siempre imposiblecolaborar en cualquier periódico revolucionario en lenguarusa, así los que se publican en el extranjero, como los queven la luz en San Petersburgo. Constantemente buscabapuntos de divergencia, y por lo mismo no pudo escribir endichos periódicos una sola línea.

Es dudoso que pueda ser jefe o siquiera organizador de unpartido que tiene como único medio de acción la conjura.En la gran lucha revolucionaria, la conspiración equivale ala guerrilla en las luchas militares. Pocos son los hombresy, por lo tanto, es necesario emplearlos a todos; en unterreno limitado, precisa ingeniarse mucho, y un buenguerrillero debe, ante todo, adaptarse a las exigencias delterreno y del instante.

Su elemento natural era la gran guerra y no la guerrilla.Sería muy apto para convertirse en fautor de un vastomovimiento social si las condiciones del país se loconcediesen.

Es un agitador inapreciable. Dotado de palabra fácil yardiente, se apasiona al subir a la tribuna. Posee, comotodos los verdaderos oradores, la facultad de inspirarse enpresencia de la multitud que le escucha. Es- te hombreaparece transformado en la tribuna. Tiembla de emoción, yen su voz vibra aquel acento de convicción profunda queno puede ser imitado y que se siente cuando se habla no yacon l a boca, sino con toda el alma. Aunque no se le puedacalificar de orador de primer orden, produce una

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impresión inmensa, porque cuando la pasión llega a talextremo tiene la facultad de electrizar al auditorio.

Y cuando, pálido y agitado, abandona la tribuna, la salatiembla con el estruendo de los aplausos.

Es habilísimo en las discusiones íntimas y sabe con-vencer y fascinar como pocos. Profundo conocedor de laciencia histórica, especialmente en todo lo que se refiere alos movimientos populares, utiliza maravillosamente elvasto conjunto de su erudición para aclarar y reforzar conejemplos y símiles imprevistos sus noble.; asertos. Por esosu palabra alcanza una extraordinaria fuerza de persuasiónque aumenta con la sencillez y la evidencia de exposición,derivada de sus profundos estudios matemáticos.

A estos talentos añade una sorprendente actividad y unadestreza tan grande en el trabajo, que ha maravillado a untrabajador tal como Elíseo Reclús.

Es un hombre franco y sincero corno pocos. Dice siemprela pura verdad, sin rodeos y sin consideraciones al amorpropio de sus antagonistas. Este es el rasgo más saliente ysimpático de su carácter. Se puede fiar absolutamente ensus palabras. Su sinceridad llega a tal punto que algunavez le ocurre, en el ardor de una discusión, concebir unanueva idea que le pone pensativo. Y de pronto seinterrumpe, permanece absorto un momento, y luegoempieza a pensar en alta voz, tomando partido por suadversario. Otras veces discute mentalmente y, después debreve pausa, se dirige a atónito adversario y le dicesonriendo: «Tiene usted razón».

Esta pasmosa sinceridad le hace el mejor de los amigos yda gran peso a sus elogios y a sus censuras.

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LOS MÉTODOS DEL NIHILISMO RUSOSOCIEDADES SECRETAS CONTRA EL ESTADO

El nihilismo como sociedad secreta contra el Estadodinamitó primero las bases de la sociedad en la Rusiazarista. Durante la primera década tras laemancipación de los siervos, 1860-1870, el nihilismofue tanto una lucha por la liberación de la mentecomo por la liberación de las clases trabajadoras delos residuos de la servidumbre. Según Stepniak en sulibro del tiempo pasado en la Rusia clandestina, “elprincipio fundamental del nihilismo fue elindividualismo absoluto. Era la negación, en nombrede la libertad individual, de todas las obligacionesimpuestas sobre el individuo por la sociedad, por lavida familiar y por la religión”. Siguiendo esta línea,las fuerzas del nihilismo fueron el ateísmo, la razóny la emancipación de género -mujeres peligrosas,armadas hasta los dientes, asaltando las puertas delcielo.

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A medida que se extendían las sociedades delnihilismo, se creó un movimiento social de negaciónalrededor del llamado a la destrucción de lascreencias positivistas y las institucionesreaccionarias. Pero, este breve periodo deacercamiento fracasó ante la represión de la policía yporque “no tuvimos éxito porque fuimos simpleshabladores, incapaces de trabajo de verdad”.Recomponiéndose de nuevo en las sombras de lassociedades secretas, el nihilismo se retiró como unademanda popular y “el ‘¡Actuemos!’ se volvió tangeneral como el ‘entre la gente’ lo había sidoaquellos pocos años.”

Los años entre el ‘76 y el ‘78 fueron períodos demanifestaciones, descritas como: “más o menosenérgicas”. Los funerales volvieron a ser zonas deguerra. Pero fue imposible vencer en tales batallascallejeras, por la desproporción entre las fuerzasmateriales del Estado y las de los revolucionarios.

Para los nihilistas revolucionarios “se hizo evidenteque por este camino no habría más avance que el delsacrifico voluntario”. Se abandonaron lasmanifestaciones de todo y, desde el ‘78,desaparecieron completamente. El método delnihilismo cambió de la revolución con sus “lágrimasde rabia y dolor” por los compañeros encarcelados yasesinados al terror “de la sangre, el odio y lavenganza”.

Los primeros objetivos del terrorismo fueron losenemigos inmediatos –los espías y soplones. Estosprimeros “actos sanguinarios” provocaron unaumento de los ataques para, como dudosamente se

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señaló en el primer comunicado terrorista –en sureivindicación del asesinato del jefe de policía: “si eltiempo se consumiera en asesinar a un vil espía, ¿porqué permitir vivir con impunidad a la gendarmeríaque nos lo mandó o al fiscal que, con la informaciónde los materiales obtenidos del espía, ordena elarresto o al jefe de policía, que lo dirige todo?” coneste “coraje de ser lógico” la campaña intensificadaavanzó “de un solo salto, lo que, de otro modo,habría requerido varios años”.

El 24 de enero de 1878 el “memorable” disparo fuerealizado por el revólver de Vera Zasulich contra elgeneral Trepoff, que había ordenado el azote de unnihilista preso. El placer general sentido por laaprobación masiva de esta acción directa, alentó untsunami de terrorismo que aumentó para diezmar a laautocracia.

Este periodo lo esboza Stepniak como un duelo entreel emperador y los nihilistas:

“Los adversarios tres veces se vieron cara a cara.Tres veces, por voluntad del destino, los terroristasfueron derrotados pero, después de cada derrota sealzaba más amenazador y potente que antes deempezar la lucha. A la tentativa de Soiovief, sucedióla de Hartman, seguida de la espantosa explosióndel Palacio de Invierno, que parecía sobrepujar todolo que la imaginación tiene de más diabólico. Perofue mayor la del 13 de marzo. Nuevamente losadversarios vinieron a las manos, y esta vez elomnipotente emperador cayó sin vida. El terrorista

hubo vencido.”

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Por supuesto, no hubo tal victoria y las sociedadesdel nihilismo continuaron la danza dialéctica deasesinar y ser asesinados, descendiendo hacia cultosa la muerte como la célula que se llamó, muyacertadamente, “Infierno”. El hermano mayor deLenin, un nihilista autoerigido, fue asesinado por unverdugo zarista. Años después, con el colapso de laRusia zarista, los nihilistas restantes fueron purgadosde los soviets industriales por los partidoscomunistas y Lenin nunca volvió a hablar de suhermano ni de su llamado salvaje por la abolición delEstado.

Pero, como fuerza destitutiva, el nihilismo siguesiendo un método de destrucción y la historia vuelvea despertarse para abrir paso a nuevasconfiguraciones de sociedades secretas organizadasinformalmente, basadas en los medios puros de unnihilismo consciente, explotando la alternativa falsaentre fines y medios. Una vida salvaje que destruyala realidad en una experiencia conspiratoria yantipolítica de pensamiento y acción de medialidadpura y sin fin.

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EL ÁNGEL VENGADOR, BAKUNIN Y ELNIHILISMO RUSO

Aunque el nihilismo es casi siempre pensado comoun concepto vago, relegado al ruedo de la filosofía oquizás como la inevitable conclusión al pensamientoposmodernista, el nihilismo sí tiene un fuerte trasfondohistórico que merece un mayor reconocimiento. Lamás importante manifestación del nihilismo en lareciente historia, también coincide con su más activa yorganizada expresión, aquella de los revolucionariosrusos nihilistas que subieron a la prominencia en los años1860.

Los nihilistas rusos (la palabra rusa para nihilistaes nigilist) tienden a ser asociados con la violencia,revolución y actos terroristas como el asesinato del ZarAlejandro II por el grupo ‘La Voluntad del Pueblo’.Estudiantes nihilistas por Ilya Repin, 1883. Pero aunquelos actos violentos son documentados en los libros dehistoria casi siempre, el impacto duradero es llevado acaboa través de las ideas e identidades no violentas. Losnihilistas rusos fueron intrigantes con respecto a estoporque su historia es como la de un témpano de hielo, sólouna pequeña porción de su carácter total es visiblefácilmente. De hecho, muchos de los actos violentos

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asociados con el atentado a la monarquía, ocurrieron bajolos auspicios de otros grupos como los anarquistas,marxistas y populistas narodistas en los años 1870, envez de aquellos directamente asociados con los propiosnihilistas que eran mucho más complejos que losesquemáticos etiquetamientos de ‘terroristas’adjuntados a ellos por las autoridades autocráticas.

El Nihilismo no era tanto un cuerpo decreencias y programas formales (como elpopulismo, liberalismo, marxismo) como era unagrupamiento de actitudes y valores sociales, y unconjunto de comportamientos afecto-modales,vestimenta, patrones de amistad. En resumen, era el

espíritu de su era.

Para poder comprender quienes eran los nihilistas rusos,primero tenemos que entender en contra de qué pelearon ypor qué. Europa en el siglo XIX, vivía una época decambios dramáticos políticos, económicos ysociales. La industrialización creó disparidades deriquezas fantásticas y “clases” enteramente nuevasde personas, mientras el viejo sistema de poderaristocrático se transformaba en uno plutocrático. Lasciudades crecieron rápido y los estilos de vidatradicionales agrarios fueron diezmados, en favorde la apretada vida urbana de esclavitud salarial.La Rusia imperial experimentó muchos de estosdifíciles cambios pero los eventos casi siempretomaban un carácter más extremo que los de EuropaOccidental, y el desarrollo social para Rusia siempre hasido tanto doloroso como lento.

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Los monarcas rusos, los más prudentes, se dieroncuenta que su sistema de servidumbre, con unaestructura social privilegiada, existiendo a costillasdel pueblo, no era sostenible y terminaría en una rebeliónsangrienta, más tarde o temprano. El problema era,implementar reformas que fueran tanto efectivascomo políticamente realistas. Pero, a mediados delsiglo XIX, las fuerzas de represión del Estado juntocon la larga duración del problema, habían ya creado unasituación tan intolerable que reformar el sistemaera esencialmente imposible. La única respuestarazonable a esta clase de situación, es aquella delnihilismo, la única manera de vivir era la destrucción.Rusia se había convertido en un país sofocante,atrasado, dirigido por una clase gobernante deélites, crecidos, fabulosamente ricos a través de laextracción rampante de recursos naturales. El gobiernoruso se había vuelto completamente desconectado de sussúbditos, y nueva información, y nuevas ideas fueronimposibles se colaron en el país, en la escena socialcaldeada y burbujeante en Europa Occidental. Ni tansiquiera un brutal y violento estado policial pudo parar alos nihilistas, a otros revolucionarios dedicados o elinevitable resultado del conflicto.

El corazón del nihilismo ruso, se nutría con los fracasosdel pasado y buscaban elaborar una nueva identidad.Este era el significado de la frase ‘Padres eHijos’, usada en aquel tiempo y recordada hoy en lanovela de Turgenev del mismo nombre.

Mientras que los “padres” crecieron enfilosofía idealista alemana y romanticismo engeneral, con su énfasis en lo metafísico,

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religioso, estético y aproximaciones históricas de larealidad, los “hijos”, dirigidos por tales jóvenesradicales como Nicolás Chernyshevsky, NicolásDobroliubov y Dmitrii Pisarev alzaron la banderadel utilitarismo, positivismo, materialismo yespecialmente “realismo”. “Nihilismo” –ytambién en gran parte “realismo”,particularmente “el realismo crítico”– significabasobre todas las cosas una rebeliónfundamental en contra de los valores yestándares aceptados: en contra del pensamientoabstracto y del control familiar, en contra dela poesía lírica y disciplina escolar, en contrade la religión y la retórica. Los fervienteshombres y mujeres jóvenes de los años 1860querían cortar a través de toda aparienciaeducada, el deshacerse de toda farsa convencional,para llegar al fondo de las cosas. Lo que usualmenteellos consideraban real y valioso incluía las cienciasnaturales y físicas –ya que esa era la época cuando laciencia vino a ser enormemente admirada en el mundooccidental– relaciones humanas simples ysencillas, y una sociedad basada en el conocimientoy la razón en vez de en la ignorancia, prejuicio,

explotación y opresión.

Esto era la destrucción de los ídolos, sobre laquema de lo inservible de la sociedad. Y losnihilistas rusos, fueron bastante revolucionarios,especialmente dado el contexto del tiempo y lalocalización en la que existieron, porque incluyeronsecciones de la población que habían tenido poca,si alguna, representación anteriormente. Las mujeres, porejemplo, jugaron un papel clave e incluyeron algunosde los más motivados y carismáticos personajes

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de la época como Vera Figner y Sofía Perovskaia. “Si lasfeministas querían cambiar partes del mundo, las nihilistasquerían cambiar el mundo como tal, aunque nonecesariamente a través de acción política”. La palabrarusa para una fémina nihilista es nigilistka.

Es importante señalar que el espíritu nihilista deese tiempo, era ante todo individualista y nosiempre políticamente revolucionario; algunasactitudes nihilistas radicales excluían orientaciónideológica o política. “Mientras el nihilismoemancipaba a los jóvenes rusos radicales decualquier filiación al orden establecido, era, para repetirel punto, individual más que social por su mismanaturaleza y carecía de un programa positivo –Ambos, Pisarev y el héroe de Turgenev, Bazarovmurieron jóvenes”. La vestimenta, actitud, estilo decomunicación, todos fueron porciones del nuevopunto de vista nihilista. El estilo de ropa buscaba lafuncionalidad y la utilidad sobre la moda frívola. La‘sublevación en el vestir’ de las nigilistka iba algo así:

Una de las más interesantes y ampliamentecomentadas características de las nigilistka erasu apariencia personal. Descartando las“muselinas, listones, plumas, sombrillas yflores” de una dama rusa, la arquetípicamuchacha de la creencia nihilista en los años 1860vestía un sencillo traje oscuro de lana, que caíaderecho y suelto desde la cintura con puños y cuelloblancos como sus únicos embellecimientos. Elpelo era cortado corto y llevado recto, y la que lollevaba frecuentemente adoptaba el uso de gafas

oscuras.

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La “moda nigilistka”, trataba de algo más que sólorebelión juvenil contra la moda burguesa porque envez de simplemente contradecir las formasestablecidas, ésta terminó creando su propia identidad. Elrazonamiento detrás de mucho de esto se tratabadel autohabilitamiento. “La maquinaria de laatracción sexual a través de la apariencia externa, quellevaba a la esclavitud fue descartada por la nueva mujercuyo credo nihilista le enseñaba que ella tenía quehacer su camino con conocimiento y acción envez de artimañas femeninas”. Aún más profundo,que cambios en la apariencia superficial, existía unanueva y bastante profunda realización, porque la nigilistkaentendía que la vida tenía que ser definida internamente yno sólamente por autoridades o valores externos. “Paraestablecer su identidad, ella necesita una causa o un“camino”, en vez de sólo un hombre”. Una interesantedesviación de la norma también ocurrió en el estilode comunicación. “La típica nigilistka, como sucamarada masculino, rechazaba la hipocresía convencionalde las relaciones interpersonales y tendía a ser directa algrano hasta el punto de la grosería”.

01 | TIEMPOS SEVEROS REQUIEREN MEDIDASSEVERAS

Viendo sus esfuerzos por un cambio social, sóloser recibidos con brutalidad policíaca y represiónincrementada por la despótica autoridad, losrevolucionarios revalorizaron sus tácticas. PedroTkachev y Sergio Nechayev fueron dos, que sintieron quelos tiempos severos requerían medidas severas. Larevolución estaba sólo empezando.

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Varios años de conspiración revolucionaria,terrorismo y asesinato siguieron. Los primeros casosde violencia ocurrieron más o menos espontáneos,algunas veces como contramedidas contra losbrutales oficiales de la policía. De este modo,temprano en el 1878 Vera Zasulich disparó e hirió algobernador militar de San Petersburgo, el generalTeodoro Trepov, que había ordenado azotar a unpreso político; un jurado falló en declararlaculpable, con el resultado de que los casos políticosfueron retirados del procedimiento judicial regular.Pero en breve emergió una organización, la cualpuso al terrorismo conscientemente en el centrode sus actividades. La sociedad conspiratoriarevolucionaria “Tierra y Libertad”, fundada en1876, se dividió en 1879 en dos grupos: la “DivisiónNegra”, o “Repartición Total de Tierra”, queenfatizaba gradualismo y propaganda, y la“Voluntad del Pueblo” la cual montó unaofensiva terrorista a gran escala contra elgobierno. Los miembros de la “Voluntad del Pueblo”creían que, porque por la naturaleza altamentecentralizada del estado ruso, unos pocosasesinatos podían causar tremendo daño alrégimen, como también proveer la instrucciónpolítica requerida para la sociedad educada ylas masas. Seleccionaron al emperador,Alejandro II, como su blanco principal y locondenaron a muerte. Lo que siguió ha sido descritocomo una “caza de emperador” y en ciertos modosdesafía la imaginación. El comité ejecutivo de la“Voluntad del Pueblo” incluía sólo alrededorde treinta hombres y mujeres, dirigidos portales personas como Andrew Zheliabov que

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provenía de los siervos y Sofía Perovskaiaque provenía de la clase administrativa más alta de

Rusia, pero que luchó al imperio ruso.

Después del asesinato del Zar, algunos empezarona cuestionar la utilidad estratégica de la violenciaescalada pero pocas alternativas existían en elentorno opresivo de la Rusia imperial. Los monarcasposteriores Alejandro III y Nicolás II sólo se hicieronmás reaccionarios y de mentalidades cerradasmientras que a la misma vez, anulaban hasta las mínimaslibertades públicas.

Los nihilistas rusos fueron listos, dedicados yposeían una tenacidad que era incomparable. Estoseran revolucionarios, que eran muy conscientes dela naturaleza del sistema político con el cual estaban enconflicto, pero fallaron en adquirir dos elementos críticos.Ya que como no tenían ningún programa socialconstructivo cohesivo, los nihilistas carecían desostenibilidad estratégica de su movimientorevolucionario. Aunque lograron su objetivo táctico deasesinar a las figuras de autoridad del nivel superior, suobjetivo más amplio de adquirir mayor libertad demovimiento e ideas todavía se mantenía esquivo. Pareceque la escala de tiempo necesaria de su lucha era máslarga que lo anticipado y la naturaleza atrincherada delsistema, y la cultura de miedo, y el servilismo a losgobernantes autocráticos en la cual descansaba fue muchomás profunda que lo realizado; 1,000 años de tradiciónsimplemente no pueden ser inmolados en una década. Perocomo el programa social es secundario a los planesinmediatos, en un sentido mayor, yo pienso que elproblema primario, afectando a los revolucionariosrusos del siglo XIX es La Reunión Revolucionaria,

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(por Ilya Repin, 1883), que tuvo que ver más conlimitaciones de comunicación que cualquier otracosa, porque tenían casi todo a favor, excepto lacuestión numérica. Careciendo de la habilidad paraalcanzar al público ruso, excepto en escala menor, hizoque una sublevación amplia, y coordinada, fueraprácticamente imposible. La tecnología depublicación era fácil de controlar para losregímenes déspotas, mientras que la radio y laimprenta barata no habían llegado a generalizarse enuso hasta principios del siglo XX.

Aunque la violencia política pudo haber tenido unvalor estratégico cuestionable el cambio cultural enpuntos de vista, actitudes e ideas hizocontribuciones importantes que duraron muchodespués de que los nihilistas rusos mismos habíandejado la escena.

“Así eran los verdaderos nihilistas, losdestructores, que no se molestaron sobre qué ibaa ser construido después de ellos. Ellos norechazaron exactamente todo, porque creían firmemente,fanáticamente, en la ciencia y en el poder de la menteindividual. Pero pensaban que nada más merecía el másmínimo respeto, y atacaban y se burlaban de lafamilia, religión, arte e instituciones sociales ymientras más vehementemente, en más alta estima eran

tenidos en la opinión de sus compatriotas”.

– Sergio Stepniak.

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02 | NECHAYEV, EL ÁNGEL VENGADOR

«El 13 de mayo de 1881, un atentado terroristaacababa con la vida del zar Alejandro II. Losresponsables eran miembros de la organizaciónrevolucionario Narodnaia Volia, un grupo detendencia nihilista que había atentado contrael régimen en numerosas ocasiones desde suformación en 1879. Esta vez la acción habíaestado a punto de ser un desastre. Laprimera bomba, lanzada por un joven de aspectofrágil llamado Nikolái Rysakov, apenas había dañadoel carruaje en el que viajaba el zar, que habíaconseguido salir por su propio pie del vehículo.Rysakov había sido detenido de inmediato, pero antesde que los cosacos pudiesen llevárselo para hacerlodesaparecer en alguna de las -temibles cárceleszaristas, el joven había tenido tiempo de gritar algo ala multitud que se agolpaba en la calle para ver losucedido. Aquel grito funcionaba como unaclave, una contraseña capaz de detonarartefactos y hacer saltar por los airesregímenes enteros. La segunda explosión no sehizo esperar. Ignati Grinevitski lanzó un paquetebomba que cayó al lado del zar, destrozándole laspiernas. El monarca moriría desangrado unosminutos más tarde en su habitación del Palacio deInvierno. En respuesta, el Estado se cobraría la vidade cinco miembros de Narodnaia Volia, queserían condenados y ejecutados a principios deabril. Sin embargo, la oleada represivaemprendida por el zarismo no conseguiría acabar conel terrorismo revolucionario, que se extendía cada vezcon más fuerza por todo el país. Un ejército de

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terroristas, anarquistas, nihilistas y conspiradoresprofesionales miraba atentamente los planos de lasciudades buscando puntos débiles en el trazado de suscalles, lugares susceptibles de albergar bombas,rincones oscuros que escapasen al control dela policía. Las conspiraciones se sucedían una trasotra. Las ciudades se habían convertido en unatrampa para los poderosos.

La organización Narodnaia Volia suponía laculminación de un movimiento que se mantendríahasta la caída del régimen, pero que había comenzado20 años antes, con un acontecimiento que mostrabalas tormentas que estaban a punto dedesatarse. En noviembre de 1869 el cuerpo de IvanIvanovich, un estudiante de medicina conocido por sucompromiso político, era encontrado en el fondo de unestanque situado en las afueras de Moscú. El cadávertenía un agujero de bala en la frente y losbolsillos llenos de piedras para que sehundiese con más facilidad. La policía inició unainvestigación que daría resultados sólo cuatro díasmás tarde. El responsable del crimen era SergéiNechayev, un joven de aspecto desaliñado quelideraba una pequeña organización de tendencianihilista llamada Narodnaia Rasprava, laJusticia del Pueblo. La noticia conmocionó ala sociedad rusa, que vivía ajena a la realidad queahora salía a la luz. En los sótanos y los callejones delas ciudades, decenas de jóvenes nihilistasconspiraban para acabar con el poder. Traían consigola pólvora y la tormenta. Antes de ser detenido,Nechayev consiguió abandonar Rusia y llegar aGinebra, donde contactó con Bakunin Antes de serdetenido, Nechayev consiguió abandonar Rusia con

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un pasaporte falso y llegar a Ginebra, dondecontactó con Bakunin. El anarquista tenía 55años y el cuerpo lleno de las cicatrices quedejan las barricadas, la cárcel y el exilio,pero aquel joven de apenas 20 años consiguióimpresionarle. Nechayev era el ángel de la revolución,la señal que anunciaba la llegada de una nuevageneración de revolucionarios con los bolsillos llenosde casquillos de bala. En el pequeño apartamento enel que vivía Bakunin, Nechayev escribió unode los manifiestos políticos más violentos yamorales de todos los tiempos: El catecismorevolucionario. El texto contenía un conjunto derecomendaciones sobre cómo debía ser la vida y laestrategia de los militantes, pero era mucho más queeso. Aquel manuscrito era el cuerpo teórico de unanueva doctrina, el libro fundacional de unasociedad secreta de hombres y mujeres malditosque estaban dispuestos a sembrar el terrorentre los poderosos. A esa sociedad secretapertenecerían los miembros de Narodnaia Volia, perotambién muchos otros antes y después de ellos. Atodos se les podía reconocer por la mirada de rabia ylas manchas de pólvora en el abrigo.

Seis meses después de su llegada, Nechayev decidióregresar a Rusia con una identidad falsa. Elsiguiente paso era poner en marcha laorganización que debía llevar a la práctica aquellasideas, desatar la tormenta, sembrar el terror.

Sin embargo, antes de abandonar la ciudadrobó de casa de Bakunin y Herzen numerosadocumentación que podía hacer peligrar la vidade ambos si caía en manos de la policía. Con

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ello Nechayev no solo conseguía documentos quepodían servirle como salvoconducto en loscírculos revolucionarios, sino también informacióncon la que poder extorsionarles en caso de que lascosas no sucediesen como estaban previstas.

La traición resultó muy dolorosa paraBakunin, que había establecido un vínculo conNechayev que iba mucho más allá de la simpleafinidad política. El viejo revolucionario no sólohabía sido influenciado por la visión de laviolencia de Nechayev, mucho más inmediata que ladel anarquista, sino que también se había sentidofascinado por aquel joven de aspectohipnótico. Había visto en él la promesa deuna tormenta capaz de hacer saltar por los aireslos mecanismos de dominación.

Sin embargo, la realidad era muy distinta.Nechayev había exagerado conscientemente lasinformaciones que había transmitido a Bakuninsobre la situación de Rusia. El país no estabaal borde de la insurrección ni el joven nihilistalideraba ninguna organización masiva. Nechayev nohabía hecho más que inventar una historia quepudiese impresionar al revolucionario y lepermitiese conseguir sus objetivos. Al fin y alcabo, los medios no eran más que otro nombre quedarle a los fines.

A partir de la difusión de su texto, el nombre deNechayev sería una palabra temida por lospoderosos y maldecida por la Historia, capaz deinspirar terror y desatar el pánico. El nihilista pasaríasus últimos -días en prisión, pero su nombre

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seguiría siendo susurrado mucho después de sumuerte. Como recoge El Catecismo Revolucionario,a través de la correspondencia que acompañaal texto, ese nombre no sólo obsesionaría aun Bakunin que seguiría hablando de él durante años,sino también a figuras como Dostoyevski, para el quelos jóvenes nihilistas no eran más que una “piarade cerdos”. Ese nombre seguía funcionandocomo una clave, como una contraseña capazde conjurar el terror y despertar a los demonios.Como un artefacto explosivo».

Hay notables diferencias entre la situación cultural ypolítica de la Europa de fines del siglo XIX y nuestromundo del siglo XXI. El peso de la autoridad opresiva noes tan siquiera tan aplastante hoy como antes,especialmente en comparación con la RusiaZarista. La situación para las masas era tan sombría,como para hacer de la muerte por la violencia másatractiva que una vida en esclavitud; América no es unaPalestina y California no es la Franja de Gaza.

La tenacidad de Sergio Nechayev era admirable ysu metodología acumula puntos a seguir, sobretodo eltratar más que sólo la infraestructura física, tan típico delmarxismo y otras “revoluciones” unidimensionales.Y como nada más, ‘El Catecismo’ ciertamente provocódebates y generó entusiasmo por el esfuerzorevolucionario”. – Freydis 17.05.02

Sergéi Nechayev, arrollador y rodeado de misterio,llegó cargado de grandes revelaciones. En 1865,cuando contaba con dieciocho años, se trasladó aMoscú, alentado y protegido por un escritor llamadoNefedov, con quien había mantenido correspondencia y

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quien le prestó los primeros libros. Pero Nechayev,dispuesto a hacerse un nombre, rompió con él y se instalóen San Petersburgo un año más tarde tras conseguir unaplaza en la universidad como profesor en prácticas. Allíse encontró con un ambiente sembrado de sectaspolíticas, grupos radicales y conspiraciones en marcha.

Nada más llegar, vivió un acontecimiento que lemarcó profundamente: el atentado fallido de Karakózovcontra el Zar Alejandro II (Karakózov, al verse detenidopor los mismos ciudadanos que, aterrorizados,habían intentado proteger al zar, mientras era reducidopor la multitud, les gritó: «¡Estúpidos, lo que he hechopor vosotros!»). Karakózov había reclutado unpuñado de militantes entre los más pobres de Moscú,hasta lograr crear una organización secreta llamadaInfierno, que fue el antecedente del terrorismonihilista. Los miembros del grupo debían «vivir connombre falso y romper todos los lazos familiares – seadvertía en su Manifiesto-, no pueden casarse; debenabandonar a sus amigos: y en general, deben vivir con unúnico y exclusivo fin: un infinito y devoto amor porsu país». Los objetivos a eliminar eranterratenientes, oligarcas y, sobre todo, el Zar. Ser elegidocomo el asesino (la funesta elección se hacía mediantesorteo) era todo un honor. Una vez decidido quienejecutaría la acción, este tenía que llevar una doble vida,infiltrándose en los bajos fondos y viviendo como unomás, incluso debía acercarse lo máximo posible ala policía fingiendo ser un chivato. Tras la acción, llegabael martirio; el terrorista, llevando en su ropa uncomunicado o manifiesto y provisto de veneno, aceptabasu destino, que no era otro que la Muerte.Además, debía desfigurar su cara, para evitar seridentificado.

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«A nosotros nos invitan, mediante hojitas diversasimpresas en el extranjero, a reunirnos y constituiragrupaciones con el único fin de la destrucción universal,con pretexto de que por más que se haga parasalvar el mundo, no se ha de conseguir, mientrasque, cortando radicalmente cien millones decabeza y aligerándose así de peso, se podría mejor saltaral abismo».

Nechayev, tiempo después, al recordar el atentadocontra el Zar, confesó que «los cimientos de nuestrasagrada causa fueron puestos por Karakózov en lamañana del 4 de abril de 1866. Su acción debe serentendida como un prólogo». Lo siguiente, advirtió, seríael drama en sí.

Los tiempos estaban cambiando. En pocos años,los rusos (Dostoievski el primero) se sentíanatónicos ante una nueva generación de jóvenesque predicaban un desprecio hacía la misma tradicióncomo nunca había visto. El escritor Tugénev, en su famosanovela Padres e Hijos (1862), expresó el nuevo fenómeno,muchos jóvenes se identificaron con el irreverentepersonaje de Bazarov, contrario a la estética y elsentimentalismo. Bazarov era burdo, agresivo,carecía de paciencia. Su actitud se enfrentaba almismo pasado. La novela, atacada tanto por la derechacomo por la izquierda, puso sobre la mesa un profundoconflicto generacional. La historia copiaba a laliteratura. Si los viejos revolucionarios surgían de lasfilas del populismo, que reclamaba tierra y libertad comoHerzen (seguidores del socialismo francés o deRousseau) y el mismo Bakunin, la nueva generaciónabrazaba el nihilismo; desde algunos sectores se

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atacó la misma idea nihilismo, pero ese rechazogeneró el efecto contrario: los jóvenes aceptaron elinsulto con orgullo y terminaron por hacerlo suyo,devolviéndolo en forma de fuego, venganza y apocalipsis.

Nechayev irrumpió en el escenario político justo en estemomento. Dos años más tarde del atentado deKarakózov ya era una de las figuras clave en elambiente radical de San Petersburgo. Sus lecturasy héroes no provenían del anarquismo, ni muchomenos, sino del jacobinismo; hoy sabemos quehabía leído a Zaichnevsky, autor de un popular folletollamado Joven Rusia (donde exhortaba a la destruccióndel poder del zar por cualquier medio que fuesenecesario), a Blanqui o los jacobinos franceses.Abrumado por la idea de las sociedades secretas y elrevolucionario profesional defendido por Blanqui o por elBuonaroti de la Conspiración de los iguales,soñaba con crear su propia organización, que estaríallamada a ser la definitiva, aquella que encabezaría larevolución. Tuvo sus propios mentores, como S. Ralli,seguidor de Bakunin, y Piotr Tkachov. Ambos seincorporaron a una sociedad secreta estudiantil, cuyoPrograma de Acción Revolucionaria, muy posiblementeredacto por Nechayev y Tkachov entre 1868 y 1869, teníacomo objetivo liderar una revolución que considerabanuna ley histórica: «Si pensamos en lo que nos rodea-afirmaban uno de sus pasajes-, debemos concluirinevitablemente que vivimos en el mundo de lalocura, tan terribles y antinaturales son lasrelaciones de unas personas con otras; así deextraña e increíble es su actitud hacía la masade injusticias, vilezas y bajezas que constituyeron nuestrasociedad […] El orden existente no puede durar». Porentonces, el ahorcamiento de Krakózov o el

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encarcelamiento de muchos militantes de Infierno, nopareció disuadirle, sino todo lo contrario. Nechayevpronosticó el supuesto alzamiento definitivo de loscampesinos rusos contra el poder central, asegurando queexactamente el19 de febrero de 1870 comenzaría larevolución en Rusia. Los cálculos estaban basadosen la fecha en que los campesinos, que ya estabanemancipados, tenían que cumplir con la llamada«tasa de redención», una especie de tributo quedebían dar los terratenientes a los nueve años de la entregade sus tierras. Ese día los campesinos deberían elegir entredevolver la tierra o continuar pagando ese tributo.Nechayev, sin que sepamos la razón, creía que noentregarían dinero alguno. Tampoco devolverían latierra, sino que se levantarían contra lospropietarios.

Debido a estas actividades, fue citado en alguna ocasiónen comisaría, aunque puesto en libertad, ya que no existíanpruebas claras de que se hallase metido en la ejecución deningún plan sospechoso. Sin embargo, empezó a servigilado y seguido. Al mismo tiempo, aquelPrograma de Acción Revolucionaria establecía lanecesidad de afianzar conexiones con los revolucionarioseuropeos y, quizá, éste fue el motivo por el que Nechayev,impaciente, saliera del país. Comenzaba su carrerarevolucionaria que lo convertiría en «el primerterrorista». (este fue el título que le adjudicóE.H. Carr en los Exiliados Románticos -Sarpe,1985-, en el capítulo dedicado a las relacionesentre Bakunin y Nechayev).

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03 | NECHAYEVY BAKUNIN

«El Boy debe permanecer ajeno... Procuraráespiarte, sonsacarte... No te dejes aprisionas en susredes. Engañale sin escrúpulos... ¡Guárdate del Boy![…] No es un canalla, pero cuando cree actuar enprovecho de la causa, nada le detiene. Introducidoen tu intimidad, te espiará, te calumniará,abrirá tus cajones, leería tu correspondencia, ycuando una carta le pareciese interesante, esdecir, comprometedora, no vacilará en robártela. Si lepresentas a un amigo, inmediatamente se prepondráenemistaros. Su primer móvil es siempre sembrar elodio y la discordia. Si tienes una hija o una hermanaintentará seducirla, hacerle un chico para arrancarlaa las leyes morales de la familia e inducirla a unprotesta revolucionaria contra la sociedad, Su únicaexcusa es su fanatismo.: ha identificadocompletamente su propia persona con la causade la revolución. Es un gran ambicioso, perono un egoísta atento al medro personal, porquelleva una vida de mártir, de privaciones, detrabajo. Cuando hay que servir a la causa, novacila ni se detiene ante nada. Es unfanático abnegado, pero al mismo tiempo un

fanático peligroso».

Advirtió M. Bakunin

En 1869 un misterioso ruso llamado SergeiNechayev se reunió con Miguel Bakunin. Los dosinmediatamente encontraron un uso para cada uno enmedio de su deseo colectivo para fomentar larevolución dentro de Rusia, una tarea de

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enormes proporciones que había hasta ahoraeludido los mejores esfuerzos de Bakunin. PeroNechayev era un hombre muy astuto yBakunin era a menudo ingenuo y confiado, cegadopor su propio entusiasmo, surgieron problemas.Nechayev por su parte probablemente nuncatuvo ninguna ilusión en cuanto a su propioobjetivo y se mantenía callado dejando queBakunin fuera el que hablara.

Nechayev y Bakunin parecía que secomplementaban el uno al otro en atributos,uno era un gran orador, el otro no, uno unformidable conspirador en donde el otro no lo era.

Bakunin comenzó a considerar como sensatas lasadvertencias que le llegaban de Herzen y de otrastantas personas acerca de la peligrosidad deNechayev, quien cada vez exigía más compromiso,ayuda y gestos hacia su particular forma deentender la lealtad. Además, al parecer y aunquepueda resultar un tanto extraño (¿acaso no habíaconsiderado el motivo real de la repentinaliberación de sus obligaciones como traductor deEl capital?), fue entonces cuando supo de la cartaamenazadora que Nechayev enviase al editor para que lodejase en paz. Bakunin, sospechando de su error, decidióromper con este. Nechayev, que en aquel momentohabía logrado de Bakunin todo lo que buscaba(rodearse de fama como revolucionario, acreditarse comolíder político como puño y letra de alguien como Bakuniny, por supuesto, obtener dinero con el que vivir sinmuchos apuros gracias al fondo Bakhmetieev), le reprochósu poco ardor guerrero y tomó otro camino.

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Para todo el mundo, acercarse a él era elsinónimo de problemas. Vivía escondido en lasafueras de la ciudad, cambiando de vivienda cadacierto tiempo, hasta que en el mes de agosto volvió aaparecer por Ginebra y se citó con Bakunin, quién decidióterminar definitivamente su relación con este. Sinembargo, antes de abandonar la ciudad, Nechayevrobó numerosa documentación personal de Bakunin y delos Herzen, que en caso de caer en manos de la policía,podría comprometerle tanto a él como a muchosde sus amigos. De este modo, Nechayev lograbaun doble propósito: amedrentarlo tanto a él como agente de su círculo para que no lo denunciasen operjudicasen su reputación y, por otro lado, hacerse consalvoconductos que podría mostrar ante cualquiersimpatizante. Dolido, Bakunin le recriminó suactitud, este, despóticamente, le dijo que noentendía sus lamentos: todo estaba en aquel textoque ambos habían suscrito. El catecismo revolucionario lojustificaba. La gran traición y el desprecio profesado porsu Boy, ejemplificaron algo que El Catecismorevolucionario defendía; entre otras cosas, separabala revolución del amor y la amistad, transformandotodo en un espiral homicida y fría, desligada detoda solidad y cariño entre camaradas. Al estilonihilista, el sentimentalismo era despreciado. Dar elsiguiente paso era relativamente sencillo; tantoamigos como aliados, sencillamente, sobraban siestos no bailaban con él; es más, se volvían enemigos adestruir. La rudeza se convertía en un modo de vida.Al final, cualquier medio era posible y loable,pero también cualquier fin. Bakunin había sido unainversión, la mejor de todas, y en torno al mes de julio,desesperado envió varias cartas a amigos y colaboradorespara prevenirle de Nechayev e intentar recuperar

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los documentos. Entre esas carta, estaba una enviada auna persona bajo el seudónimo de Valerien y cuya fecha esel 24 de julio de 1870: «En nombre de todo lo bueno, leruego que no haga ninguna estupidez, es decir, nosiga ningún engaño, y crea nuestros consejos ycada palabra de la carta que escribí a Tailander,ya que todo es correcto. Es una cuestión de suseguridad, algo que usted comprenderá si se tomael tiempo necesario para entender cada palabra de estacarta. Sería algo muy positivo, tanto para ustedcomo para nuestra causa común, si tuviera algunamanera de encontrar los documento que Nechayev nosrobó, tanto los documentos nuestros como los suyos».

Nechayev, utilizando identidades falsas, fue de unpaís a otro, hasta que cometió el grave error deregresar a Suiza, donde era buscado por agentesrusos. No pensaba que su cerco fuese tan estrecho, yconfiaba en que, en caso de detención, Suiza no accederíaa la entrega de un refugiado político. Estaban, porsupuesto, muy equivocado. El propio gobiernosuizo había recibido expresas ordenes de capturarlo porel asesinato de Ivanov y, de hecho, tiempo antes habíadetenido por error a una persona a la que confundieroncon él.

Bakunin, sin guardarle rencor, al enterarse de su regreso,le escribió una carta que entregó a un mensajero, en la quele advertía del peligro que corría, pero él, creyendo queera una artimaña para librarse de él, hizo oídossordos. Este ejemplo de compasión última ilustra supostura con respecto al terror nihilista. Bakunin nuncacondenó los atentados porque, entre otras cosas, no viviópara presencia la belle epoque de las bombas y losasesinatos políticos. Pudo, eso sí, entrever algo con el

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intento de asesinato del zar a manos del pioneroKarakózov y, de hecho, se enfrentó a su amigo Herzen,quien condenaba el acto; Bakunin no lo compartía, peroveía en este una entrega heroica, un gesto que merecíarespeto, un símbolo de que algo podía cambiar: «Enningún caso tenemos aquí el derecho de juzgarlo sin sabernada de él ni de las razones que lo incitaron a cometer suacto. Como tú, no espero el menor provecho del asesinatodel zar de Rusia; incluso estoy dispuesto a admitirque tal regicidio sería positivamente nefasto alsuscitar una reacción momentánea favorable al zar;pero no me extraña en absoluto que no todos compartanmi parecer y que, con el agobio de la situación actual,que dicen insoportable, haya habido un hombremenos filosóficamente culto que nosotros, pero másenérgico, para creer que se puede de un golpe zanjar elnudo gordiano; y lo respeto sinceramente por haber tenidoesa idea y cumplido su acto. A pesar de suserrores teóricos, no podemos rehusarle nuestrorespeto y reconocerlo, ante la abyectamuchedumbre de cortesanos serviles del zar, comouno de los nuestros». (Carta de Bakunin a Herzeny Ogarev fechada el 19 de julio de 1866).

CARTA DE BAKUNIN A TALANDIER SOBRENECHAYEV

Querido amigo,Acabo de enterarme de que Nechaev se presentó en sucasa y usted enseguida le entregó las direcciones denuestros amigos Mroczkowski y su mujer. Deduzco deesto que las dos cartas en que Ogarev y yo le habíamosavisado y suplicado que le rechazara llegaron demasiadotarde, y sin exageración alguna, considero el

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resultado de esa demora como una grandesgracia. Puede parecerle extraño que le aconsejemosque rechace a un hombre, al que le dimos credencialespara usted escritas con palabras sumamentecalurosas. Pero dichas credenciales son del mes demayo, y desde entonces descubrimos y tuvimos queconvencernos de la existencia de cosas tan graves quedebimos romper todas nuestras relaciones con Nechaev, ycon el riesgo de pasar a sus ojos por hombresinconsecuentes y ligeros, pensamos que era un debersagrado avisarle y prepararle en contra de él.

Ahora voy a trata de explicarle con pocas palabras losmotivos de este cambio: Sigue siendo perfectamenteverdadero que Nechaev es el hombre más cruelmenteperseguido por el Gobierno ruso, y que éste cubrió todo elcontinente de Europa con un sinfín de espías para dar conél en todos los países pidiendo la extradición tanto enAlemania como en Suiza. Eso nos lo hace sagradopara nosotros. También es verdad que Nechaev esuno de los hombres más activos y más enérgicos que heencontrado. Cuando se trata de servir a lo que llama lacausa, no se apiada, no vacila y no se para en nada, y semuestra tan despiadado para sí mismo como para losdemás. Tal es la cualidad principal que me atrajo y queme hizo buscar mucho tiempo su alianza. Algunospretenden que él es sencillamente un estafadorredomado - es una mentira - es un fanático con entregapero al mismo tiempo un fanático muy peligroso y cuyaalianza sólo podría ser funesta para todos.

Ahora viene el por qué de esta carta: Formó parteprimero de un Comité oculto que realmenteexistió en Rusia. Este Comité ya no existe. Todossus componentes fueron detenidos. Nechaev quedó

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solo, y a solas él está constituyendo hoy por hoy lo quellama el Comité. Ya diezmada la organizaciónrusa en Rusia, él se esfuerza por crear otra nueva en elextranjero. Todo esto sería muy natural, muylegítimo, muy útil, pero la manera cómo se portaresulta detestable. Sumamente impresionado por lacatástrofe que acaba de destruir la organizaciónsecreta en Rusia, él se fue paulatinamenteconvenciendo de que para fundar una sociedad seria eindestructible era preciso tomar por base la política deMaquiavelo y adoptar de lleno el sistema de losjesuitas : por cuerpo la única violencia, por alma lamentira.

La verdad, la confianza mutua, la solidaridadseria y severa sólo existen entre una decena deindividuos que conforman el sanctus sanctorum [ellugar mas santo] de la sociedad . Todos los demás debeservir como instrumento ciego y como materia explotableen manos de esta decena de hombres realmentesolidarizados. Está permitido, incluso se manda,engañarles, comprometerles, robarles y, de sernecesario, hundirles. Son carne de conspiración.Un ejemplo : usted recibió a Nechaev gracias a nuestracarta de recomendación, le dio en parte su confianza, leconfió a sus amigos - entre otros al señor y a las señoraMroczkowski. Ya está implantado en el mundo de usted.¿Qué hará? Le soltará primero una sarta dementiras para aumentar la simpatía y la confianza enusted. Pero no se conformará con eso. Las simpatías dehombres tibios, que sólo se entregan en parte a la causarevolucionaria, y que fuera de dicha causa tienenaún intereses humanos, como amor, amistad,familia, vínculos sociales, estas simpatías no son asus ojos una base suficiente. En nombre de la

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causa, él debe adueñarse de toda su personalidad, sin queusted se dé cuenta. Para ello, le estará espiando,procurando apoderarse de todos los secretos de usted, ypor eso mismo, de estar usted ausente, una vez solo ensu aposento, abrirá todos los cajones, leyendo lacorrespondencia de usted, y cuando una carta le parezcainteresante, es decir comprometedora desde cualquierpunto de vista que fuere, sea para usted mismo, seapara uno de sus amigos, la robará guardándola con sumocuidado como un documento en contra de ustedo de su amigo. (Así obró con Ogarev, conmigo, conTata, y con otros amigos - y cuando en asamblea generalle convencimos, se atrevió a decirnos con cinismo :pues sí, es nuestro sistema, consideramos comoenemigos, y tenemos el deber de engañar, de comprometera cuantas personas no estén completamente connosotros. O sea a cuantos no estén convencidos dela belleza de ese sistema y no hayan prometido aplicarlocomo ellos mismos).Si usted le presentó a un amigo, su primer cuidado serásembrar entre ustedes la división, los chismes, laintriga, en una palabra, enemistarles. Su amigo tieneuna mujer, una hija, buscarán seducirla, hacerle un niño,para arrancarle a la moralidad oficial y lanzarlaen una protesta revolucionaria forzada contra lasociedad. Cualquier relación personal, cualquieramistad, cualquier vínculo están considerados por elloscomo un mal, que tienen el deber de destruir, porque todoesto constituye una fuerza que por estar fuera dela organización secreta debilita la fuerza única de lamisma. No grite por ver exageración, todo eso me fueampliamente desarrollado y probado. Al versedesenmascarado, este pobre Nechaev es aún tan ingenuo,tan niño, a pesar de su perversidad sistemática,que creyó posible convertirme. Fue hasta suplicarme

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que yo aceptara que él desarrollase esta teoría en unperiódico ruso que propuso que lanzáramos.Trahicionó la confianza de todos nosotros, nosrobó cartas, nos comprometió horriblemente, en unapalabra, se condujo como un miserable. Su únicadisculpa es su fanatismo. Es un terrible ambicioso sinsaberlo, porque terminó por identificar del todo lacausa de la revolución con su propia persona. Pero no esun egoista en el sentido banal de esta palabra, porque él searriesga a horrores, y lleva una vida de martirio, deprivaciones y de trabajo increíbles. Es un fanático y sufanatismo le impide ser un jesuita perfecto. Aveces ello le hace parecer un tonto. La mayoría desus mentiras son groseras. Juega al jesuitismo comootros juegan a la revolución. A pesar de estaingenuidad relativa, es muy peligroso, porquecomete a diario actuaciones, violaciones de confianza,traiciones contra las que resulta muy difícil deresguardarse, por sospechar a duras penas la posibilidad delas mismas.

Con todo, Nechaev es una fuerza, porque es una inmensaenergía. Es con una pena grande que me separé de él,porque el servicio de nuestra causa requiere muchaenergía y que pocas veces se la encuentradesarrollada hasta tal punto. Pero tras haber agotado todoslos medios de convencerme, tuve que separarme, yuna vez separado, tuve que combatirle con creces.Su último proyecto fue ni más ni menos queformar una pandilla de ladrones y bandoleros en Suiza,naturalmente con el objetivo de constituir uncapital revolucionario. Le salvé forzándole a quedejara Suiza, porque es seguro que le habríandescubierto, él y su pandilla, en unas pocas semanas, sehabría perdido y nos habría perdido a todos con él.

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Su compañero y camarada Serebrenikov es un maleante deverdad, un mentiroso descarado, sin la excusa, sin lasantidad del fanatismo. Fui testigo de numerosos robos depapeles y cartas que cometió. Y tal es la gente queMroczkowski, pese a que fuera avisado porJukowski, estimó deberle presentar a Dupont y aBradlaugh. El mal está hecho, hay que repararlosin ruido, sin escándalo dentro de lo posible.

En nombre de la paz interior, de la tranquilidad de lafamilia y de la consideración personal de usted, le suplicoque le cierre la puerta de su casa. Hágalo sin explicación,corte sin más. Por muchas razones, no deseamos quesepan por ahora que les estamos dando guerra en todos losplanos. Tienen que imaginarse que los avisos encontra de ellos vinieron del campo de nuestrosadversarios ; lo que por otra parte estaráperfectamente conforme a la verdad, porque sé que seescibió con mucha energía contra ellos en el Consejogeneral de Londres. No se deje pues desenmascararantes de que convenga ante ellos. Nos robaronpapeles, que tenemos primero que recuperar.

Persuada a Mroczkowski de que la salvación detoda su familia exige que rompa completamente conellos. Que él prepare en contra de ellos a Marie. Elsistema, el goce de ellos consiste en seducir ycorromper las jóvenes. De este modo se domina a toda lafamilia. Me daría pena que hubieran sabido la dirección deMroczkowski - porque serían capaces de denunciarle.¿Acaso no osaron confesarme abiertamente enpresencia de un testigo, que delatar a la policía secreta aun miembro con poca o solo con media dedicación, esuno de los medios cuyo uso consideran muylegítimo y útil algunas veces? Hacerse con los

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secretos de una persona, de una familia para tenerla en susmanos, es su principal medio.

Me asusta tanto que ellos sepan la dirección deMroczkowski que les aconsejo, que les suplico quecambien de alojamiento de modo a que no puedandescubriles. Si después de esto Mroczkowski,confiando como un fatuo en su propio juicio,continúa sus relaciones con esos señores, que caigansobre él las consecuencias funestas, inevitables de talceguera vanidosa.

Es preciso que usted y Mroczkowski avisen a todos losamigos a quienes pudieran presentar esos señores para queestén sobre aviso y no les den ni confianza, ni asistencia.

Nechaev, más obstinado que nunca se pierdefatalmente. El otro ya está perdido. Nuestrosamigos no deben participar de la ruina vergonzosade ambos. Todo esto es muy triste y muyhumillante para nosotros que se los habíamosrecomendado, estimado amigo, pero la verdad esaún la mejor solución y el mejor remedio contra todas lasculpas.

Respóndame a Locarno: Suiza - Cantón de Tesin -Locarno - Signora Teresa Pedrazzini - per la signoraAntonia.

Saludos fraternos,

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NOTA EDITORIAL

Rusia Subterránea es el testimonio directo de lapropaganda y el terrorismo nihilista ruso de finales delsiglo XIX. Su autor, Stepniak, participó en las rebelionesde Bosnia (1876) y Benevento junto a Malatesta (1877),participó en la fundación de la sociedad secreta y posteriororganización política “Zemlyá i Volya” (Tierra y Libertad)y se hizo famoso tras asesinar al jefe de la policía secretaMezentsov con una daga en las calles de San Petersburgoen 1878. Escribió diversas obras sobre el movimientoNarodnik (populistas revolucionarios rusos), entre ellasesta breve selección que narra, desde dentro, los orígenes,las acciones y las motivaciones de dos generaciones demilitantes y terroristas en Rusia.

Añadimos, como datos de interés, fragmentos dediferentes ejemplares editados por esta Editorial,relacionados directamente con el movimientorevolucionario ruso, concretamente, el nihilismo ruso,tomados, por ejemplo, de El Catecismo Revolucionario ySociedades Secretas contra el Estado.

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Deseo, de igual forma, sin distinción alguna, paratodos vosotros, la muerte. Y para mí, deseo deigual forma la libertad de un abortado, del ser no-nato. Sin el lastre abusivo del pecado, del crimen,

de la pestilencia de la Era de la razón.

Y, cuán más alto deseo. ¡Celebrando el ocaso delmilenio de la sobrepoblación! Somos la másperversa de las plagas, enviada por el Altísimodesde el reino de los Cielos, con el fin decolonizar la existencia, de aquellos, losingobernables, los animales, los ríos, las plantas,la Tierra. Así, nos hizo a su imagen y semejanza,por y para Dios, para domesticar loindomesticable, para colonizar lo ingobernable,poniendo en marcha la primera de lasinquisiciones, el primer holocausto. De todo ello,culpable es el hombre. Culpables desde quenacemos, cada nacimiento es un nuevo crimen,cuyo horror es ovacionado. ¿Por qué no nosponemos de acuerdo, para auto-exterminarnos los

unos a los otros?