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Enki y la New Age, ecos de un mundo sumergido (ahora subterráneo) (I)
Leemos en el ApdM que a consecuencia de un ataque casi
letal sobre Adán y Eva cuando estaban ya fuera del Jardín por
parte de la serpiente ya completamente controlada por Satanás,
YaHWéH, que había impedido el doble asesinato, se deshizo de
ella de este modo:
“Y un viento sopló hacia abajo desde el cielo por el mandato de
Dios y se llevó a la serpiente lejos de Adán y Eva, cayendo a las
orillas del mar, donde hoy es la India”
Y luego dijo a quienes habían sido sus víctimas:
"no tengan miedo, de ahora en adelante no dejaré que se les
acerque, me la he llevado muy lejos y le he quitado la
capacidad de dañarlos.
En este trecho sorprende la precisa ubicación geográfica del
lugar hacia adonde habría sido ‘soplada’ la serpiente: ”a las
orillas del mar, donde hoy es la India”. Debe de haber alguna
Intención para que el cronista de estos primeros momentos de
la raza humana hubiera hecho tan precisa indicación geográfica.
Se lee que Dios/Elohim arrojó a la serpiente “muy lejos” y esta
podría haber sido la única indicación, pero, como digo, se agrega
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la ubicación geográfica del lugar hacia adonde fue ‘soplada’
usando un nombre conocido para su época. Esto mueve
inevitablemente nuestra atención hacia el. Y aunque parezca un
detalle menor es tirando de ese hilo que se descortina un
misterio global inesperado que ilustra sobre el origen de los
‘sumerios’, otras civilizaciones ancestrales y aun nos da tips para
nuestros días. Leemos en la Red:
“El nombre ‘sumerio’ fue dado por los semitas acadios quienes
serían sus sucesores… Los sumerios se hacían llamar a sí
mismos sag-giga que significa literalmente “el pueblo de
cabezas negras”. De acuerdo al historiador babilonio Beroso los
sumerios fueron “extranjeros de caras negras” y al emplear el
término “extranjero” bien nos podría estar sugiriendo que los
sumerios provenían de alguna otra parte”
Y también:
“el idioma sumerio se considera una lengua aislada en la
lingüística ya que no parece pertenecer a ninguna forma
conocida; ha habido muchos intentos fallidos para conectar el
idioma sumerio a otros grupos lingüísticos”
Es decir los sumerios eran considerados unos perfectos extraños
llegados no se sabe de dónde en Mesopotamia. Su fenotipo o
morfología étnica poco tenía que ver con la de los acadios.
Veamos por ejemplo esta imagen de un sacerdote sumerio:
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Y comparémosla con las soberbias imágenes guardianas de
templos y/o portales palaciegos que podemos encontrar en los
yacimientos arqueológicos acadio/asirios:
Obviamente pertenecen a mundos muy diferentes. Quizás
cuando al lector le mencionan a los sumerios los asimila a esta
segunda imagen. Pues no, eran más bien achaparrados, no muy
agraciados, e incluso vestían un extraño delantal que tampoco
parece ser autóctono de la Mesopotamia. Veámoslo de nuevo:
110
Si miramos la imagen guardiana de la página anterior y
escuchamos aquello de que “todo comenzó con los sumerios” –
que es un tópico del que se ha abusado mucho- podemos
pensar que tiene visos de ser cierto porque esas imágenes
expresan efectivamente una ‘majestad’ fundacional arquetípica
de muchas cosas –impresión que crece si las vemos en directo
en alguno de los principales museos del mundo-. Pero esa
imagen no representa a los sumerios, sino a los acadios, una
raza semita completamente diferente a los sag-giga o “el
pueblo de cabezas negras” a los que solo estaban ligados por
una cierta proximidad geográfica y porque tomaron, con algunas
variaciones, su construcción mitológica incrustando en ella a
‘Marduk’, por ejemplo. Pero el hecho de que los acadios
llamaran a este pueblo/incógnita por el apodo de ‘sumerios’,
que hace alusión a la zona de cañaverales en donde estos
habitaban al sur de la Mesopotamia, demuestra que los
111
consideraban un pueblo exógeno o ‘extranjero’ como nos dice el
historiador Beroso y hasta quizás los segregaban. Además, y
para aumentar el enigma, en las excavaciones de tumbas
sumerias se encontraron cráneos dolicocéfalos que no
pertenecen a su fenotipo y que aparecieron también en otras
culturas, por ejemplo en Egipto y civilizaciones andinas.
¿De dónde vinieron entonces los sumerios? Y es en busca de esa
respuesta que la pista que mencionamos al inicio descorre como
referimos un velo que aunque tengamos que dar una larga
vuelta -y le pedimos al lector que nos acompañe porque no lo va
a lamentar- abre un paisaje sorprendente que ilustra, además, el
origen de todas las variantes de ‘espiritualidad’ que se proponen
hoy con una cierta arrogancia como superación de la religión y
fe cristiana de las cuales son voceros el conglomerado/elite de
cultos “New Age”.
Comencemos: en el siglo XIX el geólogo inglés Philip Sclater
observó que había ‘lemures’ –un cierto tipo de mono- en el sur
de la India y, lejos de allí, en la isla de Madagascar. Y habiendo
escuchado quizás tradiciones que afirmaban que en lo que hoy
es el océano Índico existió un continente ahora sumergido
concluyó que habría habido una continuidad terráquea en
112
tiempos ancestrales que unía la actual India con África –
Madagascar-. Y llamó a esa tierra sumergida ‘Lemuria’ la cual
habría estado en la ubicación señalada en la siguiente figura
conectando además, hacia el este, con Australia:
Es decir que el lugar hacia donde habría sido lanzada la
serpiente, lejos de Adán y Eva, toma una relevancia inesperada.
Digamos además que en la India existe una fuerte tradición que
habla de los ‘nagas’ que eran ancestrales hombres-serpientes
asociados a actitudes muy negativas y dignos de ser
exterminados por un ave devoradora llamada Guaruda. Leemos
en Wikipedia:
“En el gran texto épico Majabhárata (siglo III a. C.), la
representación de los nagas tiende a ser negativa. Se los
retrata como las víctimas que merecían la muerte y la
predación en manos del hombre ave Garudá”
Y mencionamos este detalle porque tiene claras connotaciones
con la leyenda ‘mexica’ estampada en la bandera de México (y
pronto veremos otros hechos que nos van a ir llevando desde el
Indico a América… y a Sumeria).
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Y si seguimos la búsqueda inmediatamente se introduce una de
las ambigüedades de las cuales están repletas estos temas
porque nos encontramos que Lemuria se confunde o solapa en
la tradición mistérica con un súper continente también
sumergido, esta vez en el Pacífico, llamado ‘Mu’. Veamos la
mención a la existencia de este otro continente narrada desde el
lado de Mesoamérica:
“La primera mención conocida de Mu aparece en las obras de
Augustus Le Plongeon (1825–1908), un viajero y escritor del
siglo XIX, que llevó a cabo investigaciones de las ruinas Mayas...
que demostraban que era una civilización más antigua que las
de Grecia y Egipto. Además contaba la historia de un
continente incluso más antiguo, llamado Mú, que se había
hundido… y cuyos sobrevivientes fundaron la civilización Maya.
En 1864, el abate Brasseur estaba intentando traducir un
códice maya usando un “alfabeto” compilado por el
conquistador Diego de Landa… (y) entendió que el códice
narraba una catástrofe volcánica que había destruido un
continente entero. Su nombre se expresaba en dos símbolos
que correspondían a las letras “M” y “U”. Nacía Mú”
Y ahora una versión, más conocida, a partir de la India:
“El ‘coronel’ inglés James Churchward en 1868 descubrió en un
templo-colegio en la India unas tablillas con inscripciones
antiguas en bajo relieve (que se) referían a los orígenes del
mundo y la historia de la hundimiento de Mu, doce mil años
antes de nuestra era. El pueblo de Mu se llamaba Uighur… su
auge habría sido hace 75 mil años, pero… se remontaría a 150
mil años y más”
114
Y leamos lo que contaban los indios okanogan que vivían/viven
en el estado de Washington en las costas del Pacífico:
“antaño en el centro del océano existió una gran tierra
conocida como Samah Tumi Whoolah que significa "tierra del
hombre blanco." Sus habitantes eran gigantes y eran
gobernados por una reina blanca llamada Scomalt (nota 1). Esta
poseía los poderes de los Tamahknowis (nota 2)… la creencia en
cuanto a los Tamaknowis era que éstos eran provenientes del
cielo (el Espacio Exterior).
Y del cielo/espacio exterior vendrían también los hombres-
serpientes de los que nos hablan las tradiciones de los indios
hopi:
“Los hombres serpientes eran seres dotados de gran sabiduría
y según las creencias de las naciones antiguas estos seres
eran provenientes del Espacio”
en donde vemos que los que eran malvados en la India –los
nagas- pasaron a ser sabios según estas tradiciones. Y también
había culto a las serpientes en la “cultura de los montículos” de
las planicies norteamericanas. Pero más al sur, en las tradiciones
ancestrales de los incas, también se habla de un continente
sumergido en el Pacífico de donde habría venido Aramu Muru y
Viracocha, el ‘ordenador del mundo’. De modo que a pesar del
prestigio mítico de la Atlántida la verdad es que de lo que se
habla uniformemente en todas las leyendas ancestrales de la
costa oeste y central de Norte y Sudamérica así como en las
civilizaciones precolombinas de Mesoamérica es de un
continente sumergido en el Pacífico de donde habrían venido y
no del Atlántico.
115
Y la cereza de la torta, que no podemos pasar por alto, es que
en la concepción de la esotérica Madam Blavasky el continente
de Mu/Lemuria habría estado desde donde hoy se encuentra el
Himalaya hacia el sur, abarcando Australia, algo por lo tanto
inmenso y con una conformación muy distinta a la actual. Y esta
señora le daba además en sus enseñanzas una dimensión
espiritual/mistérica a estos temas cuyo acceso –como todo lo
mistérico- era solo apto para iniciados. En todo caso el coronel
Churchward, que era masón y conoció a esta señora, dedicó su
vida a difundir los ecos de estas profundidades y la mejor forma
que encontró fue fundando Escuelas de Misterio en ambas
orillas del Pacífico.
La serpiente de la que hablamos al inicio fue soplada entonces
hacia el origen de los misterios que cautivan hoy la New Age y
más adelante los describiremos con detenimiento. Y una de las
líneas transversales en todos los variopintos relatos que
describen lo que habría sido aquella ‘civilización madre’
sumergida es que sus ‘sabios’ `profetizaron que en el fin de los
tiempos emergerían del fondo del océano –otros dicen que
‘encarnarían’- sus personajes más ‘evolucionados’ para renovar
este mundo en desencanto y llevarlo a un estado de paz y
beatitud universal ¿suena un poco pretencioso no es verdad?
Nosotros más bien esperamos la señal del Hijo del Hombre en
los cielos que ‘todo ojo verá’ y que anunciará el advenimiento
de un Reino que no es de este mundo y no nos subyuga el
supuesto retorno de ‘murianos/lemurianos’ solo aptos para
iniciados. Pero en todo caso este unísono ramillete de relatos
legendarios, a los que deberíamos agregar muchísimos más y
especialmente el de los nativos de la Isla de Pascua que nos
cuentan de donde vinieron los escultores de sus enigmáticos
moari que escrutan inmutables desde lejanos tiempos el océano
–y como los movieron- nos dibujan una realidad que estamos
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obligados a discernir (1 Tes 5, 21). Y es eso lo que intentaremos
en el próximo capítulo focalizándonos en el proteico dios Enki
protagonista de `divinas’ rebeliones en las leyendas sumerias.
↜∞↝
nota 1) sin duda que es muy extraño que -según se dice- fue hallado en el
estado de Utah –EEUU- un medallón con inscripciones cuneiformes y ub
busto idéntico a la ‘dama de Eche’:
¿será esta una imagen de la reina blanca Scomalt –sacerdotisa además-? Si
este hallazgo fuera verdadero, el hecho de que también esa imagen haya
sido encontrada en España indica que se trata de un personaje relevante y
117
que la escritura cuneiforme no es de origen sumerio, dato muy importante.
Veremos en el próximo capítulo que el nexo entre el Pacífico –el
continente Mu- y el Mediterráneo en épocas ancestrales pudo ser
frecuente. Aunque en todo caso el supuesto reinado de Scomalt no
abarcaría la totalidad del supercontinente sumergido que tiene una historia
más complicada.
nota 2) ¿será este el antecedente del nombre del hacha arrojadiza
‘tomahawk’ de los indios americanos que a su vez fue adoptado para una
línea de misiles que causaron estruendos en la Guerra del Golfo y todas
las guerras subsiguientes en Oriente Medio?
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Enki y la New Age, ecos de un mundo sumergido (ahora subterráneo) (II)
Leemos en la Red:
“Una mañana de 1960, un campesino encontró una vieja vasija
en un terreno privado en Chúa, Bolivia, a unos 80 kilómetros
de La Paz, en las cercanías del lago Titicaca. El objeto es un
gran vaso de piedra, parecido a un recipiente para efectuar
libaciones, bautizos o ceremonias purificadoras, que con el
tiempo recibió el nombre de Fuente Magna, uno de los
hallazgos arqueológicos más controversiales de toda América”
Y este descubrimiento es controversial porque en su parte
interior hay lo que a primera vista parecen signos cuneiformes
de origen sumerio o protosumerio. Esto solo pudo establecerse
definitivamente años después cuando luego de un período de
tiempo en que el descubrimiento había sido casi olvidado fue
analizado -ya en 1992- por arqueólogos competentes que
decidieron consultar lingüistas especializados para descifrar las
desafiantes inscripciones. Y veamos lo que dijo el más
prestigioso de ellos:
“Clyde Winters... afirma que para analizar los glifos había
utilizado material ortodoxo oficialmente aceptado. A
continuación la traducción de los caracteres cuneiformes:
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"Acérquense en el futuro a una persona dotada de gran
protección en el nombre de la gran Nía. Este oráculo sirve a las
personas que quieren alcanzar la pureza y reforzar su carácter.
La Divina Nía difundirá pureza y serenidad"
Vamos a mostrar imágenes para acompañar esta historia. La
primera hace explícita la razón del asombro ya que la Fuente
Magna conecta dos regiones hoy muy lejanas que se suponían
aisladas una de la otra por inmensas distancias y obstáculos
naturales:
Y veamos los grabados cuneiformes en su interior:
120
Y esas inscripciones estaban presidida por esta figura:
que es la representación de ‘Nia’, la diosa sumeria nombrada en
el sortilegio de purificación (nota 1). Esta era una diosa más
conocida como Nammu de la cual se dice:
“Nammu, la diosa del abismo de agua, el mar primitivo… la
primera de todas las deidades de la cosmología sumeria, ya
que fue la que creó el cielo y la tierra. Es descrita como la
madre de todos los dioses así como la mujer de An. Es la madre
de Enki…”
Y también este texto se refiere a Nammu:
121
“Se la representa como un anfibio, de aspecto reptiliano, y en
muchos textos es identificada como consorte de An –el dios
supremo- y madre de Enki”
Y veamos su imagen más conocida:
que es claramente ‘reptiliana’ y la criatura que lleva en sus
brazos se supone que es el mismísimo Enki cuyo apodo es ‘La
Serpiente’. Ahora bien, ya mencionamos en el capitulo anterior
una de las líneas transversales a todas las variopintas
descripciones de Mu/Lemuria y hacía referencia a que en los
últimos días –estos que estamos atravesando- iban a emerger (o
´encarnar’ o bajar del cielo, que todo sirve) los Maestros de
Mu/Lemuria para reconducir el caos hacia un estado de paz y
armonía universal. Y veamos ahora otras líneas transversales de
estas leyendas a partir de fuentes de ambos lados del Pacífico y
libros de divulgadores más bien mistéricos:
122
>> (salteamos por ahora el tema del origen de las razas
que allí habitaban que al parecer eran muchas dirigidas
por ‘la Gran Hermandad Blanca’)
>> ellos crearon colonias por todo el mundo de entonces,
dato muy importante,
>> su prístina civilización se fue embruteciendo lo que
causó la ira de los ‘dioses’ que decidieron aniquilarla
mediante un hundimiento catastrófico,
>> pero muchos fueron avisados y planearon huir y/o
construir túneles/ciudades subterráneas para sobrevivir,
dato también importante
Teniendo en cuenta este contexto de características siempre
repetidos leamos el siguiente relato:
“Aramu Muru, uno de los Maestros de Lemuria, fue delegado
por la Jerarquía Blanca para llevar… un enorme Disco Solar de
Oro y rollos sagrados hacia el área montañosa de un lugar
recientemente formado, en lo que ahora es Sudamérica. Aquí
él los guardaría y mantendría el foco de la llama de la
iluminación… Aramu-Muru partió en uno de los navíos aéreos
de aquella época, mientras las últimas partes del antiguo
continente se despedazaban en el Océano Pacífico. La
Cordillera Andina surgió en aquella época y desfiguró la costa
Oeste de Sudamérica. La antigua ciudad de Tiahuanaco, había
sido un gran puerto de mar y una gran ciudad colonial del
Imperio Lemuriano -es decir, Mu/Lemuria- y durante los
cataclismos se levantó sobre el nivel del mar. Antes de esto,
no existía el Lago Titicaca. Al recién formado lago llegó Aramu
Muru y fue fundado el Monasterio de la Hermandad de los
Siete Rayos organizado y perpetuado por él. Este Monasterio
123
fue construido de gigantescos bloques de piedra cortadas sólo
por la energía y fuerza lumínica”
Y en este trecho se mencionan varios elementos que explicarían
las impresionantes ruinas en medio de la nada existentes en el
ahora inhóspito altiplano de Tiahuanaco cercanas al lugar en
donde fue encontrada la Fuente Magna. Estas ruinas son
tangibles, existen, e impresionan vivamente tanto a los
españoles que las vieron por primera vez en la conquista como
a quienes hoy las visitan. Y no son explicables a partir de
hipótesis oficiales de modo que hay que buscar fuera de ellas.
Sigamos, en este relato del viaje/huida de Aramu Muru llevando
consigo el Disco Solar de Oro y los rollos sagrados por orden de
la Jerarquía Blanca –repetimos lo que se dice en el relato- a fin
de ponerlos a buen recaudo se mencionan ‘navíos voladores’ y
una tecnología para el corte de las rocas a partir de la energía de
la fuerza lumínica, a lo cual volveremos más tarde. Tenemos
entonces definido el escenario en donde fue hallada la Fuente
Magna, cercana a templos sagrados de seres venidos de
Mu/Lemuria en tierras que estuvieron una vez a la orilla del mar
–el océano Pacifico- en una colonia importante de ese
supercontinente. Y veamos un aparente mapa inscripto en una
de las llamadas ‘piedras de Ica’:
124
en donde –si lo fuera- a la izquierda vemos una enorme masa de
tierra que podría representar al continente de Mu/Lemuria y lo
más sorprendente de este ‘mapamundi’ es que el océano
Atlántico prácticamente no existe y por eso América del Sur y
África están muy próximos. Si esto fuera así, la entrada al hoy
llamado Mar Mediterráneo estaría cercana a Mu/Lemuria, y
sería muy apetecible para ese supercontinente que tenía incitas
apetencias coloniales –aunque no le damos a este término una
interpretación de crasa explotación económica tal como hoy se
entiende-. Personalmente creo que el océano Atlántico fue
creado en tiempos de Peleg según se dice en Génesis 10, 25:
“Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg,
porque en sus días fue partida la tierra”
En donde el verbo utilizado en el original significa eso mismo:
‘partir’, ‘dividir’, ‘hacer un surco profundo’. Se sabe que el
océano Atlántico es más joven que el Pacífico lo cual, junto con
lo que aparentemente revela esta piedra, parece abonar esa
hipótesis. Pero además el océano Pacífico está rodeado del
llamado ‘cinturón de fuego’ que evoca una catástrofe mayúscula
tal como la relatada en todas las leyendas sobre Mu/Lemuria
que incluyen siempre fenómenos volcánicos desenfrenados
además de la feroz invasión del mar. De modo que el mundo de
entonces pudo ser como lo muestra esa piedra antiquísima que
integra una colección que en si misma esconde un misterio
profundo –uno más- al que no nos vamos a referir aquí. Veamos
el ‘anillo de fuego’ que rodea el Pacífico:
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Sigamos, la civilización egipcia y la sumeria aparecieron de la
nada, de un día para otro en términos históricos, sin que hasta
hoy haya una explicación convincente sobre cómo fue su origen
con el añadido de que tampoco se sabe cómo se construyeron
las pirámides y otros utensilios egipcios que revelan una técnica
que ni siquiera hoy está a nuestro alcance. Además esta
´técnica´ no dejo evidencias –imaginemos las que dejaría
nuestra civilización sobre su ‘tecnología’-. Y más aun, a
contramano de la tranquila explicación evolutiva notamos más
perfección en las construcciones y utensilios ancestrales que en
los más cercanos a nuestro tiempo. Y por todas estas razones
que podrían extenderse a la Mesopotamia sostenemos que no
fueron los sumerios los que se desplazaron hasta el altiplano
andino sino que, en la dirección contraria, ellos habrían sido una
colonia más –como Egipto- de ese supercontinente (nota 2). Y
esta es la otra vertiente que buscábamos que se expresa en los
mitos sumerios en un forzado sincretismo que alude a los
marcantes eventos sacontecidos en la cima de la ‘montaña
sagrada’ –la parte elevada de los Montes Zagros-. Y ese esfuerzo
por juntar ambas vertientes aumenta la confusión de los relatos
sumerios sobre los cuales se han construido imaginativas
fantasías. A las pruebas, dice así una breve exposición de la
mitología sumeria:
“Su panteón divino estaba encabezado por An, “estrella”...
Bajo su mando estaban sus hijos Enlil (“Señor del Aire”) y Enki
(“Señor de la Tierra”), formando un triplete divino al que más
tarde se uniría la diosa Nammu (“Dama Excelsa”) y
también Ninhursag (“Dama de la montaña sagrada”).
Lo extraño aquí es la adición de Ninhursag al panteón ya que
Nammu, como vimos, era una diosa primordial anterior a esa
tríada. Vemos lo que significa este nombre:
126
“Ninhursag significa 'Señora de las Colinas Sagradas'. Ella tiene
muchos otros nombres, Ki = Tierra, Nintu = Señora del
Nacimiento… y como esposa de Enki era generalmente
llamada Damgalnuna o Damkina. Fue principalmente una diosa
de la fertilidad, en algunos himnos se la identifica como
"verdadera y gran señora de los cielos" y se dice que los reyes
de Sumer "fueron nutridos por la leche de Ninhursag". La
leyenda cuenta que ella creó las colinas y las montañas”.
Aunque hay un claro endiosamiento es evidente que todos estos
nombres hacen referencia a Eva. Y esta es su imagen, ¡tan
diferente a la de la ‘reptiliana’ Nammu!:
Y existe una conocida imagen de Ninhursag junto a un árbol, con
una extraña expresión en su rostro, y al otro lado una figura
masculina que parece estar tomando algo del árbol:
127
También una clara referencia a Adán y Eva en el episodio de la
desobediencia. Pero en una voltereta poética la 'Señora de las
Colinas Sagradas' se transforma, en la mitología sumeria, en
esposa de Enki –aunque también aparece en otros relatos como
hermana/esposa de Enlil para que no haya celos en el panteón-.
Ahora bien, como esposa de nuestro popular ‘dios’ Enki vive en
un lugar paradisiaco llamado Dilmun caracterizado por su pureza
y por la falta de todas las cosas malas (muerte, enfermedad,
etc), un paraíso. Otro sincretismo muy obvio uniendo en
matrimonio al dios/héroe –que resultó muy infiel- venido de
lejos con la ‘heroína’ protagonista de los sucesos de la ‘montaña
sagrada’. Y si es necesario otra muestra de este continuo
sincretismo se narra que una vez Enki enfermó y Ninhursag lo
sanó creando la diosa Ninti:
“la diosa Ninti nace de la costilla dolorida de Enki… ‘costilla’ en
sumerio era ‘ti’ y se asociaba al concepto de ‘vida’. Ninti
equivalía a ‘dama de la costilla’ y a ‘dama que hace vivir’… Eva
significa ‘viviente’ o ‘vivificante’”
Una mezcla indescifrable de nuestra Eva convertida en sanadora
portentosa en donde se hace mención a la ‘costilla’ que no
podía estar ausente de las incrustaciones, algunas con craso mal
gusto, en la mitología sumeria de sucesos fundadores de la raza
128
humana. Y así podríamos seguir acumulando evidencias como
por ejemplo la versión de la creación del hombre por Enki –una
de las tantas, porque no hay una sola y son muchos los
‘creadores’- a sugerencia de su madre Nammu con la ayuda de
su esposa Ninhursag a partir del barro. En fin, en todos lados
encontramos los injertos de lo sucedido en la ‘montaña sagrada’
impactando el panteón del ‘pueblo de cabezas negras’ afeando
el original.
En el próximo capítulo cerraremos algunos aspectos que
dejamos abiertos sobre este continente sumergido adonde fue
arrojada la serpiente –recordemos que Enki es llamado
precisamente La Serpiente y a juzgar por el aspecto de su madre
lo era- para no separarnos demasiado del tema central que era
responder a la pregunta sobre el origen de los sumerios y
demostrar el sincretismo de su mitología impactada por los
sucesos de la ‘cima de la montaña’. Y luego abordaremos las
implicancias de la existencia de una civilización en el Pacifico en
edades que no concuerdan con el calendario bíblico. El viaje ha
sido largo, pero era necesario hacerlo para poner las cosas en
orden. Digamos que una de las cosas positivas de la confusión a
que nos someten muchas hipótesis alternativas –vulgarmente
llamadas conspiranoicas- es que en todas ellas se da por cierto
que existió un Diluvio. Es decir, si lo dicen los sumerios parece
que es más creíble que si se lee el relato original. Hasta no hace
mucho tiempo los cristianos batallábamos para que este suceso
fundamental en la historia y la geología –por lo menos- fuera
reconocido como un hecho, pero ahora parece que es aceptado
sin reservas. También se habla fluidamente de la creación del
hombre a partir de hipótesis a veces humillantes pero que en
todo caso son un avance con respecto al relato lineal e irracional
de la evolución que aprisionó muchas mentes. Lo que queda
ahora es armar correctamente el rompecabezas, es decir,
acomodar las piezas para saber de dónde venimos y hacia
adónde vamos.
129
↜∞↝
nota 1): en la mitologías egipcia –versión Hermópolis- se habla de
cuatro parejas de dioses primordiales con cabezas de rana y de
serpiente de modo que la rana representando a una diosa
primordial –anterior a la creación del hombre- ‘reptiliana’ no es algo
extraño.
nota 2): de un modo general se dice en referencia a la abundancia
de escrituras, petroglifos y construcciones megalíticas en toda el
área del Pacifico y zonas limítrofes:
“… dichos caracteres se encuentran esparcidos desde Pascua
hasta Perú, América central y México, en un sinfín de formas
simples y simbólicas que siempre acompañan a las gigantescas
construcciones megalíticas… los monumentos de piedra de origen
misterioso salpican todo el Pacífico, desde los enigmáticos
petroglifos en la Gran Isla de Hawai hasta la Isla de Pascua entre
sitios sagrados y megalíticos.
Y esta es todavía una relación muy parcial del acumulo de
evidencias que apuntan hacia la existencia de un continente
sumergido en ese océano como única respuesta a tantas claras y
contundentes señales.
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