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Biología de sistemas Tras los planos maestros de la vida para desarrollar mejores fármacos. Páginas 6 y 7 La paradoja de los ‘light’ Los alimentos bajos en calorías pueden inducir a comer más. Página 13 Enfermos de rechazo y nostalgia Consejos para viajeros Los viajes exóticos precisan vacunaciones previas y otras precauciones. Página 18 CONSUELO BAUTISTA La crisis económica agrava la precaria salud de muchos inmigrantes Mensual de biomedicina y calidad de vida Junio de 2008 Número 15

Número 15 Páginas 6 y 7 Enfermos · padeciendo el síndrome del inmi-grante con estrés crónico y múltiple o síndrome de Ulises. El psiquiatra y director del SAP-PIR, Joseba

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Page 1: Número 15 Páginas 6 y 7 Enfermos · padeciendo el síndrome del inmi-grante con estrés crónico y múltiple o síndrome de Ulises. El psiquiatra y director del SAP-PIR, Joseba

20 / EL PAÍSO SALUD Sábado 14 de junio de 2008Biología de sistemasTras los planos maestrosde la vida para desarrollarmejores fármacos. Páginas 6 y 7

La paradoja de los ‘light’Los alimentos bajos encalorías pueden inducir acomer más. Página 13

Enfermosde rechazoy nostalgia

Consejos para viajerosLos viajes exóticos precisanvacunaciones previas yotras precauciones. Página 18

CONSUELO BAUTISTA

La crisis económica agravala precaria salud de muchos

inmigrantes

Mensual de biomedicina y calidad de vidaJunio de 2008 Número 15

Page 2: Número 15 Páginas 6 y 7 Enfermos · padeciendo el síndrome del inmi-grante con estrés crónico y múltiple o síndrome de Ulises. El psiquiatra y director del SAP-PIR, Joseba

Sábado 14 de junio de 2008 EL PAÍS O SALUD 19

MARTA ESPAR

as historias de Marina, Azizy Mor parecen casi imposi-bles, pero son las de muchosotros hombres y mujeres re-

legados a una vida invisible que aca-ba pasando factura sobre su salud, fí-sica y/o mental. En el Servicio deAtención Psicopatológica y Psicoso-cial a Inmigrantes y Refugiados(SAPPIR) del Hospital Sant Pere Cla-ver de Barcelona, uno de los centrospioneros en el tratamiento de perso-nas inmigrantes, no pueden contarsus nombres. Sin embargo, calculanque entre 100.000 y 200.000 perso-nas, un tercio de los sin papeles queviven hoy en España, podrían estarpadeciendo el síndrome del inmi-grante con estrés crónico y múltipleo síndrome de Ulises.

El psiquiatra y director del SAP-PIR, Joseba Achotegui, que tambiénes profesor titular de la Universidadde Barcelona (UB), fue quien tipificóel síndrome en el año 2002. Describeeste cuadro como un conjunto de sín-tomas del área de la depresión y la an-siedad, y otros de índole somática—como cefaleas y fatiga— o confusio-nal —como fallos de memoria y de laatención— que aparecen en perso-nas inmigrantes que eran sanas y nor-malmente “valiosas” en su medio deorigen y que, cuando llegan aquí, seencuentran con que no pueden saliradelante. Al cabo de un tiempo de so-portar situaciones extremas, empie-zan a presentar algunos de estos sín-tomas.

“Las sociedades de acogida debensaber que este síndrome no es una pa-tología, sino la consecuencia de lascondiciones de presión extrema enlas que estas personas hacen su mi-gración”, explica el psiquiatra y antro-pólogo francés Rachid Bennegadi, di-rector de investigación del CentroFrançoise Minkowska de París, elcentro público con más experienciaen la acogida y tratamiento de inmi-grantes de Francia.

Bennegadi traza así una línea di-recta e inequívoca entre el grado deestrés límite que viven estos inmi-grantes y la aparición de su sintoma-tología. Y considera muy útil la esca-la diseñada por Achotegui para detec-tar la presencia de algunos de los es-tresores o duelos extremos que lo des-encadenan. Con este instrumento dediagnóstico, que ahora utilizan mu-chos médicos de diversos países, losprofesionales pueden registrar la vul-nerabilidad del sujeto a padecer unoo más de los cuatro estresores relacio-nados con el síndrome de Ulises: lasoledad, por la separación forzada delos seres queridos; el fracaso del pro-yecto migratorio; la lucha por la su-

pervivencia y el miedo físico y psíqui-co relacionado con el viaje migrato-rio o la detención y expulsión. Estacombinación de duelos, vivencias decarencias extremas y terror, sería labase psicológica y psicosocial del sín-drome de Ulises, explica Achotegui.Y añade: “En estas condiciones extre-mas, cualquier ser humano entraríaen crisis, pues es igual que si nos colo-caran en una habitación a 100 gra-dos de temperatura”.

Tanto Achotegui como Bennega-di insisten en que el cuadro remitecuando mejoran las condiciones devida de estas personas y entran a for-mar parte del tejido social. Por eso estan relevante hacer un buen diagnós-tico diferencial. “Al SAPPIR”, explicaeste psiquiatra, “nos llegan muchoscasos que han sido diagnosticados co-mo depresión, trastorno adaptativo opsicótico, y pasan a ser hipertratadosde forma inadecuada”.

En el equipo de Salud Mental deMédicos del Mundo de Aragón, cuen-tan algo parecido. Su proyecto Pre-vención y detección precoz del síndro-me de Ulises arrancó en 2006, des-pués de recibir diferentes demandasde médicos de atención primaria lla-mando la atención sobre inmigran-tes que acudían con síntomas psico-somáticos. “Comenzamos a investi-gar sobre temas de desarraigo y estonos llevó a dar con el síndrome de Uli-ses”, explica Julia Moreno, trabajado-ra social del equipo. Ahora tienenabiertas varias líneas de actuación,que incluyen la formación de respon-sables de asociaciones de inmigran-tes para trabajar la prevención y laforma de derivar los casos; tambiénla sensibilización de los profesionalesque trabajan con esta población.

Como hacen en el SAPPIR y en elcentro Minkowska, Médicos del Mun-do de Zaragoza procura tratamientopsicosocial para estos emigrantes, ba-sado en la orientación e informaciónsobre recursos de apoyo social (con-tacto con asociaciones, grupos, cur-sos, etcétera) y asesoramiento legal.Paralelamente, se interviene sobrelos síntomas, con una breve psicotera-pia que ayude a la contención emocio-nal y a clarificar la confusión. Y cuan-do existen síntomas paralizantes, co-mo el insomnio o las crisis de ansie-dad, se suelen administrar fármacosque alivien de forma temporal.

Para Achotegui, sin embargo, lomás importante es no perder de vistaque el síndrome de Ulises “se halla in-merso en el área de la prevención sa-nitaria y psicosocial más que en elárea de tratamiento” y que la inter-vención ha de tener como objetivoevitar que estas personas “acaben em-peorando y lleguen a padecer un tras-torno mental”.

En portada

“Me preguntas cíclope cómo me lla-mo…voy a decírtelo. Mi nombre es nadiey nadie me llaman todos…”Odisea, Canto IX, 360

El psiquiatra Joseba Achotegui lleva tra-bajando en el campo de la salud mentalcon inmigrantes desde la década de1980, pero no empezó a detectar este ti-po de cuadro hasta pasado el año 2000,cuando los países europeos empezaron acerrar sus fronteras y cesaron las regula-rizaciones masivas. En el Centro Françoi-se Minkowska de Francia cuentan conmás de 60 años de experiencia en la asis-tencia a personas inmigrantes y cadaaño asisten más de 10.000 consultas. Sudirector de Investigación, Rachid Benne-gadi, pone las mismas fechas y pinta uncuadro parecido: los Ulises llegaron conlas fotos de las pateras.

“Los seres humanos somos muy bue-nos inmigrantes porque nos hemos adap-tado desde los desiertos hasta los polosy hemos sabido emigrar en masa de uncontinente a otro, pero no se puede com-parar la foto fija de las familias que par-tían en barco a principios del siglo XXcon la imagen de las pateras que llegana nuestras playas”, explica Achotegui. Yes que emigrar se está convirtiendo hoypara millones de personas en un procesoque posee unos niveles de estrés tan in-tensos que llegan a superar la capacidadde adaptación de los seres humanos. Fueesta dimensión la que llevó a Achoteguia bautizar este síndrome con el nombredel héroe griego que padeció innumera-bles adversidades lejos de los suyos.

La ilegalidad es el factor desencadenan-te, porque les relega a una situación de ab-soluta indefensión, sin familia y sin un tra-bajo en condiciones. Por eso, este síndro-me se da mayoritariamente en personassin papeles o en otras que los tienen, perotemen perderlos o padecen situaciones deabuso y exclusión social. En España, si lapersona no tiene tarjeta sanitaria por susituación administrativa —carece de pasa-porte o dificultades para empadronarse—,no tiene acceso a un centro de salud. “Es-tas personas”, explica Julia Moreno, traba-jadora social de Médicos del Mundo deAragón, “quedan supeditadas a acudir aurgencias, si se encuentran muy mal o darcon algún profesional del ámbito socialque conozca el tema y pueda hacer una

derivación a un servicio especializado, co-mo puede ser Médicos del Mundo, SAP-PIR, etcétera. “Otras veces”, añade More-no, “aun pudiendo tener acceso a recur-sos, su propia situación irregular es experi-mentada con miedo y temor, y esto haceque no lleguen a pedir ayuda”.

En Francia, el sistema de sanidad aco-ge a cualquier persona, independiente-mente de su situación legal, y Bennegadise enorgullece de ello, aunque aseguraque los profesionales de la salud se vendesbordados ante un fenómeno “político yeconómico”. A este psiquiatra francés, deorigen argelino, lo que más le gusta de ladescripción del síndrome de Ulises que hahecho Achotegui es que “no patologizaun problema humanitario y ético”. La prue-ba, concluye Bennegadi, es que cuandose les conecta con la red de apoyo social,los síntomas mejoran o desaparecen.

En portada

Con 39 años y dos hijas preadoles-centes que se trajo consigo de Bo-livia, Marina Baltazar se halla atra-pada en un bucle entre trabajillosde limpieza por horas y la imposibi-lidad de conseguir los papeles.

En su país de origen, Marinaestudió para “hidrosanitaria” ycombinaba su trabajo en la seri-grafía que montó con su maridocon el diseño de planos para laconstrucción de salas de baño. Pe-ro cuando parecía que las cosasse estabilizaban, su marido “se pu-so de borracho y mujeriego” has-ta llegar a arruinar el negocio yempezó a maltratarla. Por ahí noquiso pasar Marina: hizo las male-tas y puso rumbo a España consus dos niñas.

Aquí van pasando los años ylas agencias de limpieza no la lla-man porque no tiene papeles. Alos letreros que ha puesto en loslocutorios responden hombres in-teresados en otro tipo de servi-cios y ya ha sufrido acoso sexualen un par de trabajos, pero, comoestá en situación ilegal, cree queno puede denunciarlos.

Durante la época que tuvo unempleo estable cuidando a una an-ciana, le aseguraron que le haríanlos papeles, pero la mujer murió ylas promesas se truncaron. Estaba14 horas diarias fuera de casa yno veía a sus niñas hasta entradala noche, pero estaba agradecida,no se quejaba. Ahora su voz tiem-bla cuando cuenta que, mientrasestá con sus hijas aguanta el tipo,pero cuando duermen le vienen“unas terribles ganas de llorar,tengo taquicardia y una sensaciónhorrible de que si me botan, no séadónde voy a ir ni qué va a ser demis hijas”.

El insomnio casi diario, la fati-ga absoluta y un “dolor en la nucacomo si fuera a enloquecer” nose le pasó con los tranquilizantesque le dieron en el ambulatorio an-tes de derivarla al SAPPIR del Hos-pital Sant Pere Claver de Barcelo-na. Allí, el tratamiento le “reconfor-ta”, dice, y cuando lo explica, vuel-ve de nuevo a esbozar una sonri-sa. Dice que quiere ser optimistay que sólo se mantiene quien nun-ca abandona.

Mor Serigne aprendió a coser a los siete años.Cuando cumplió los 18 compró cinco máqui-nas, alquiló un local y así montó su taller decostura en las afueras de Dakar (Senegal). Eraun joven sano y las cosas le iban bien. Perolos amigos le hablaban de Europa como deuna tierra fértil en riqueza y trabajo, y decidióvender el taller para pagarse un viaje en cayu-co hasta España.

El sueño se rompió en pedazos nada másllegar, en la primavera de 2006. En Zaragoza,un amigo le ofreció alojamiento, pero a cambiode vender CD en el top manta. Desesperado,aceptó, y la policía le detuvo. Ahora pesa so-bre él una orden de expulsión que tiene recurri-da con un abogado y que le ha impedido trami-tar una oferta de trabajo reciente.

A este senegalés de 24 años le encanta elfútbol, está estudiando castellano y ha aprove-chado todos los cursos de formación ocupacio-nal que ha podido. Pero, aturdido, explica que

se siente en un callejón sin salida. Y tiene moti-vos: durante mucho tiempo caminó más deocho kilómetros diarios para buscar trabajo enel campo. Sin éxito. También recuerda que tra-bajó cuatro meses en un locutorio, a cambiode techo y comida. Y ahora teme volver a te-ner que dormir en la calle, porque sólo puedequedarse en la casa de acogida donde vivehasta el mes de agosto.

Mor Serigne está muy preocupado, no duer-me, le duele la cabeza y, sobre todo, llora. Llo-ra mucho porque piensa constantemente en sumadre que murió hace un año, sin que él pudie-ra asistir a su entierro. Sin embargo, es unapersona de naturaleza jovial. Siempre participóactivamente en el Grupo de Trabajo sobre Sín-drome de Ulises de Médicos del Mundo deAragón. Está dispuesto a seguir luchando paraencontrar trabajo y tiene esperanzas de poderformar un día la familia que perdió mientrasaprendía a sobrevivir en España.

El marroquí Abdelaziz El Graidy ha-bla a gritos. La desesperación sele escapa por la boca. Cuando sele conoce mejor, aparece su ros-tro bondadoso, pero su castellanoes precario y sus habilidades so-ciales, más bien mínimas. Parecenoqueado, porque a medida quese acerca la fecha en que deberesolverse su solicitud de los pa-peles por arraigo social, el nervio-sismo se apodera de su cuerpo. Eldía señalado está al caer. Y Abde-laziz repite que él es “víctima” desu Gobierno, porque tiene un hijoque no puede andar debido a unproblema en la rodilla y en su paísno hay un sistema social que cos-tee la operación.

Este marroquí, de 40 años, lle-gó a España en patera el año2005, procedente de una zona ru-ral situada cerca de Casablanca.Pagó 4.000 euros por el viaje yahora, aunque quisiera, no podríaregresar porque todavía tiene queacabar de pagar el crédito.

Ha cargado y descargado ca-miones, ha aceptado trabajillos enla economía sumergida y una vez,incluso, tuvo una oferta de trabajopor la que pagó 1.500 euros, peroal final resultó ser falsa y perdióel dinero. Sale a buscar trabajo ca-da día, pero ya sólo oye la consa-bida respuesta de que “sin pape-les, no hay trabajo”.

En Marruecos, Aziz era chata-rrero, pero la situación de su pe-queño le hizo emprender el viaje.Hoy, sólo tiene un pensamiento,siempre recurrente: conseguir lospapeles para poder traerse a suhijo a España para intentar curar-le. No puede probar bocado si sa-be que su familia no come. Paraconseguirlo, no le importan ni elinsomnio, ni las cefaleas, ni las cri-sis de ansiedad; tampoco las agre-siones que padeció mientras teníaque dormir en la calle.

Desde junio de 2007 es atendi-do por el equipo de Salud Mentalde Médicos del Mundo de Ara-gón, adonde acude regularmentea recibir tratamiento y apoyo psi-coeducativo. Pero su cara se des-encaja por el sufrimiento cuandocuenta que, a veces, olvida la ca-ra y la edad de su hijo. Es cuandose siente desorientado, porquepuede pasarse tres días sin co-mer, durmiendo en el parque. Lue-go, explica Aziz, vuelve en sí y re-cupera su objetivo.

En la escala de evaluación delsíndrome de Ulises, Aziz presentavarios estresores extremos.

Los Ulises del siglo XXI llegan en patera, en los bajos de los camiones ocomo turistas camuflados, pero todos tienen un objetivo: buscar unanueva vida en la tierra de promisión del mundo rico. La aventura, sin em-bargo, tiene a veces un alto precio en términos de salud. El síndromede Ulises es la enfermedad de los invisibles. Con la crisis económica,que les golpea antes que a nadie, los casos se multiplican.

Síndrome de Ulises,la enfermedadde los invisibles

La salud de los inmigrantes

Mi nombre es nadie y nadie me llaman

La salud de los inmigrantes

“Unas terribles ganas de llorar”

El senegalés que no pudo ir al entierro de su madre

Atado al créditocon el que pagóel viaje en cayuco

Un tercio delos extranje-ros quevive sinpapeles enEspañapueden estarsufriendo elsíndrome deUlises

En primer plano, el se-negalés Mor Serigne,

de 24 años, y detrás deél, el marroquí Abdela-

ziz El Graidy, de 40años, fotografiados re-cientemente en una ca-

lle de Zaragoza.CONSUELO BAUTISTA

LLa ilegalidades el factor quedesencadenael síndromeporque lesrelega a unasituación deabsolutaindefensión

La boliviana Marina Baltazar, de 39 años, con su hija al fondo, en su casa de Barcelona. CONSUELO BAUTISTA

Es un problemahumanitario yético: cuandose les conectacon la red deapoyo social,los síntomasmejoran odesaparecen

Muchos ca-sos han sidotratados deforma inade-cuada comodepresión,trastornoadaptativoo psicótico

2 / EL PAÍSO SALUD Sábado 14 de junio de 2008

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as decisiones de salud pú-blica son de una enormesensibilidad, trascenden-cia y gravedad porque tie-

nen consecuencias sanitarias, socia-les, culturales, clínicas, económicasy políticas. En mi opinión, alrede-dor de la vacuna para el virus del pa-piloma humano (VPH) podemosencontrar ignorancia voluntaria demuchos, desconocimiento involun-tario generalizado, apoyo interesa-do de demasiados y silencio cómpli-ce de otros tantos.

El VPH se encuentra en el cuellodel útero o cérvix de las mujerestras iniciar las relaciones sexualescon penetración. El 90% de las quelo tienen lo eliminan espontánea-mente, sin ningún tratamiento, endos o tres años. El 10% restante pue-de desarrollar lesiones precancero-sas y también cáncer de cérvix. Paraque este cáncer se desarrolle es ne-cesaria la presencia del VPH, perotambién influyen otros factores co-mo el tabaquismo, la multiparidad,el uso de contraceptivos orales, unbajo nivel socioeconómico, etcéte-ra. Y si el cáncer llega a ser mortal,es porque la mujer no se ha someti-do a controles ginecológicos efecti-vos, en los que se detectan y tratanlas distintas lesiones que el VPHpuede originar. Y hoy es del todoevidente que en este ámbito del con-trol ginecológico tenemos muchoque mejorar, también en España.

El cáncer de cérvix es una terriblelacra en el mundo, que afecta sobe to-do a los países más pobres. Es el se-gundo cáncer más frecuente en elmundo en mujeres de 15 a 44 años,sólo por detrás del de mama. En2002 se dieron 500.000 casos nue-vos que causaron 275.000 muertes(1 de cada 10 de todas las muertes demujeres por cáncer), pero su distribu-ción es muy desigual. Ese mismoaño, en España la incidencia fue de7,6 por cada 100.000 mujeres(2.100 casos) con una mortalidad de2 por cada 100.000 mujeres (740muertes); en EE UU, ambas fueronmás elevadas (8,7 y 2,6, respectiva-mente); en el Estado de Minnesota,más bajas (6,7 y 1,6), y en Navarra,más bajas que en cualquier otro lu-gar.

En España no hay epidemiaA pesar de que en España ni hay epi-demia de cáncer de cérvix ni es unaprioridad de salud pública, y de quedicho cáncer presenta un curso pro-gresivo y lento que puede ser deteni-do en varios momentos, los parti-dos políticos españoles mayorita-rios y sus responsables en materiasde salud se han posicionado clara-mente a favor de esta vacuna. Lapropia vicepresidenta del Gobiernode España, María Teresa Fernán-dez de la Vega, afirmaba en octubrede 2007 que la decisión de incluirlaen el calendario vacunal se había to-mado “en tiempo récord” (como sila velocidad fuera un valor que hayque tener en cuenta en una cues-tión de salud pública, tan delicada).

Así, varias comunidades autóno-mas han iniciado ya la vacunaciónde las niñas con una de las vacunas,sin esperar a que la segunda hubie-ra salido al mercado y sin dar razo-nes suficientes para utilizar una va-

cuna y no la otra, a no ser —comoparece— la propia prisa en ser la pri-mera en hacerlo. Por cierto, se tratade la vacuna más cara de la historia.

Al menos uno de los laboratoriosimpulsores de una de las vacunas es-tá desplegando una gran actividadpara convencer a los responsablessanitarios de la “necesidad” de la va-cunación. Por ejemplo, organizó ypagó totalmente la Primera Cum-bre Global sobre el Cáncer de Cér-vix en París, en marzo de 2007, dela que surgió la Coalición contra elCáncer de Cérvix, que cuenta con laparticipación de personas famosascomo Nadia Comaneci y GabriellaSabatini, entre otras.

Un extenso informe publicado

en el diario The Guardian el 26 demarzo explica las tácticas que se hanutilizado para convencer a los médi-cos y a la sociedad de la necesidadde vacunar. Este mismo laboratorioha reconocido que pagó 200.000 dó-lares en 2007 para influir sobre elGobierno federal de EE UU (en con-creto al Congreso, Departamento deSalud y Servicios Humanos, Admi-nistración de Servicios y Recursosde Salud, los Centros para la Preven-ción y el Control de Enfermedades,la Agencia de Medicamentos y Ali-mentos o FDA, y el Departamentode Defensa, entre otros). Los dos fa-bricantes de las vacunas han patroci-nado también la Semana europeapara la prevención del cáncer de cue-llo de útero en enero de este año.

Siete sociedades científicas médi-cas españolas y la Asociación Espa-ñola contra el Cáncer han avaladola necesidad y la eficacia de la pri-mera vacuna en salir al mercado, apesar de que los estudios realizadoshasta el momento no aclaran todaslas incógnitas sobre sus efectos rea-les en niñas, sus complicaciones alargo plazo y si hay o no necesidadde dosis de recuerdo.

Por otra parte, en esos documen-tos no queda clara la independenciade sus firmantes porque son al mis-mo tiempo miembros del ComitéAsesor Europeo del VPH, auspicia-do por la propia industria que lanzala vacuna, en lo que resulta un clarocaso de conflicto de intereses. Lomismo puede decirse de algún estu-dio económico recientemente publi-cado que defiende que la vacuna-ción es una alternativa eficiente enla prevención de este cáncer. Soncuestiones que conviene dejar cla-ras para evitar posibles sesgos o dis-torsiones en la información.

Se ha dicho que esta vacuna es se-gura, pero comienzan ya a recibirse

informes de más de 3.000 reaccio-nes adversas en mujeres que la esta-ban recibiendo. Ha habido tambiénvarias muertes repentinas e inespe-radas sobre las que la AsociaciónEuropea de los Medicamentos(EMEA) ha informado no haber en-contrado una relación causal entrela muerte y la vacuna. La agenciaha anunciado que monitorizará decerca la seguridad de la vacuna y to-mará las medidas apropiadas si apa-rece nueva información al respecto.

Moratoria lógicaPor todo ello, la moratoria parecemás lógica que la apresurada deci-sión de vacunar a todas las niñas.Así lo defiende también el Departa-mento de Salud de Minnesota, queen su informe de febrero de 2008concluye que más que hacer obliga-toria la vacunación frente al VPH,el mejor uso de los recursos de sa-lud pública es: 1) continuar educan-do al público sobre las causas, laprevención, y la detección precozdel VPH y del cáncer de cérvix; 2)Continuar educando activamente alos adolescentes, preadolescentes ysus padres sobre las ventajas y las li-mitaciones de la vacuna frente alVPH para que estas personas pue-dan tomar decisiones informadassobre la vacuna, y 3) continuar su-brayando la importancia de los con-troles ginecológicos para deteccióndel cáncer al tiempo que se informasobre la vacuna, conclusiones querevisarán dentro de tres años.

Defender la moratoria sobre es-tas razones no es estar en contra delas vacunas, sino apostar por unadecisión de salud pública lógica, co-herente, razonable y prudente.

Koldo Martínez Urionabarrenetxea esmédico intensivista del Hospital de Nava-rra y ha realizado un master europeo enBioética.

Cáncer de cérvix asociado al virus del papiloma humano

EL PAÍSFuente: OMS.

ZIMBABUEHarare

UGANDAKiodondo

AUSTRALIANueva Gales del Sur

ISRAELNo judíos

ITALIAVarese

POLONIABaja Silesia

VIETNAMHo Chi Min

SINGAPURChinos

TAILANDIAChiang MoiCHINA

Beijing

ESTONIADINAMARCA

BRASILGoiania

ECUADORQuito

EE UULos Ángeles.

Hispanos blancos

EE UUNegros

EE UUBlancos

CANADÁ

INDIABangalore

ARGELIAAlgiers

REINO UNIDOEscocia

HOLANDA

ESPAÑANavarra

Escamoso Adenocarcinoma Otros tipos de cáncer de cuelloCasos por 100.000 habitantes

56,9

2,7

2,5

4,4

8,4

9,0

16,8

32,3

28,6

24,9

15,1

43,7

6,912,4

17,4

13,6

28,0

10,3

11,5

23,1

44,5

7,9

16,0

Convivir / Tribuna

Virus del papiloma humano. AGE FOTOSTOCK

En España, el cáncer de cérvix no tiene carácter epidémico como en otros países ni es una prioridad de salud pública. Sin embar-go, algunas comunidades autónomas han empezado a administrar la primera vacuna disponible contra el virus del papiloma hu-mano, implicado en la aparición del cáncer de cérvix. Se trata de la vacuna más cara de la historia y muchos expertos sostienenla decisión de vacunar ha sido tomada con precipitación. Por KoldoMartínezUrionabarrenetxea

Prudencia en la vacuna del papiloma

L

“Comien-zan a recibir-se informesde más de3.000reaccionesadversas enmujeresvacunadas”

18 / EL PAÍS� SALUD Sábado 14 de junio de 2008

“Me preguntas cíclope cómo me lla-mo…voy a decírtelo. Mi nombre es nadiey nadie me llaman todos…”Odisea, Canto IX, 360

El psiquiatra Joseba Achotegui lleva tra-bajando en el campo de la salud mentalcon inmigrantes desde la década de1980, pero no empezó a detectar este ti-po de cuadro hasta pasado el año 2000,cuando los países europeos empezaron acerrar sus fronteras y cesaron las regula-rizaciones masivas. En el Centro Françoi-se Minkowska de Francia cuentan conmás de 60 años de experiencia en la asis-tencia a personas inmigrantes y cadaaño asisten más de 10.000 consultas. Sudirector de Investigación, Rachid Benne-gadi, pone las mismas fechas y pinta uncuadro parecido: los Ulises llegaron conlas fotos de las pateras.

“Los seres humanos somos muy bue-nos inmigrantes porque nos hemos adap-tado desde los desiertos hasta los polosy hemos sabido emigrar en masa de uncontinente a otro, pero no se puede com-parar la foto fija de las familias que par-tían en barco a principios del siglo XXcon la imagen de las pateras que llegana nuestras playas”, explica Achotegui. Yes que emigrar se está convirtiendo hoypara millones de personas en un procesoque posee unos niveles de estrés tan in-tensos que llegan a superar la capacidadde adaptación de los seres humanos. Fueesta dimensión la que llevó a Achoteguia bautizar este síndrome con el nombredel héroe griego que padeció innumera-bles adversidades lejos de los suyos.

La ilegalidad es el factor desencadenan-te, porque les relega a una situación de ab-soluta indefensión, sin familia y sin un tra-bajo en condiciones. Por eso, este síndro-me se da mayoritariamente en personassin papeles o en otras que los tienen, perotemen perderlos o padecen situaciones deabuso y exclusión social. En España, si lapersona no tiene tarjeta sanitaria por susituación administrativa —carece de pasa-porte o dificultades para empadronarse—,no tiene acceso a un centro de salud. “Es-tas personas”, explica Julia Moreno, traba-jadora social de Médicos del Mundo deAragón, “quedan supeditadas a acudir aurgencias, si se encuentran muy mal o darcon algún profesional del ámbito socialque conozca el tema y pueda hacer una

derivación a un servicio especializado, co-mo puede ser Médicos del Mundo, SAP-PIR, etcétera. “Otras veces”, añade More-no, “aun pudiendo tener acceso a recur-sos, su propia situación irregular es experi-mentada con miedo y temor, y esto haceque no lleguen a pedir ayuda”.

En Francia, el sistema de sanidad aco-ge a cualquier persona, independiente-mente de su situación legal, y Bennegadise enorgullece de ello, aunque aseguraque los profesionales de la salud se vendesbordados ante un fenómeno “político yeconómico”. A este psiquiatra francés, deorigen argelino, lo que más le gusta de ladescripción del síndrome de Ulises que hahecho Achotegui es que “no patologizaun problema humanitario y ético”. La prue-ba, concluye Bennegadi, es que cuandose les conecta con la red de apoyo social,los síntomas mejoran o desaparecen.

En portada

Con 39 años y dos hijas preadoles-centes que se trajo consigo de Bo-livia, Marina Baltazar se halla atra-pada en un bucle entre trabajillosde limpieza por horas y la imposibi-lidad de conseguir los papeles.

En su país de origen, Marinaestudió para “hidrosanitaria” ycombinaba su trabajo en la seri-grafía que montó con su maridocon el diseño de planos para laconstrucción de salas de baño. Pe-ro cuando parecía que las cosasse estabilizaban, su marido “se pu-so de borracho y mujeriego” has-ta llegar a arruinar el negocio yempezó a maltratarla. Por ahí noquiso pasar Marina: hizo las male-tas y puso rumbo a España consus dos niñas.

Aquí van pasando los años ylas agencias de limpieza no la lla-man porque no tiene papeles. Alos letreros que ha puesto en loslocutorios responden hombres in-teresados en otro tipo de servi-cios y ya ha sufrido acoso sexualen un par de trabajos, pero, comoestá en situación ilegal, cree queno puede denunciarlos.

Durante la época que tuvo unempleo estable cuidando a una an-ciana, le aseguraron que le haríanlos papeles, pero la mujer murió ylas promesas se truncaron. Estaba14 horas diarias fuera de casa yno veía a sus niñas hasta entradala noche, pero estaba agradecida,no se quejaba. Ahora su voz tiem-bla cuando cuenta que, mientrasestá con sus hijas aguanta el tipo,pero cuando duermen le vienen“unas terribles ganas de llorar,tengo taquicardia y una sensaciónhorrible de que si me botan, no séadónde voy a ir ni qué va a ser demis hijas”.

El insomnio casi diario, la fati-ga absoluta y un “dolor en la nucacomo si fuera a enloquecer” nose le pasó con los tranquilizantesque le dieron en el ambulatorio an-tes de derivarla al SAPPIR del Hos-pital Sant Pere Claver de Barcelo-na. Allí, el tratamiento le “reconfor-ta”, dice, y cuando lo explica, vuel-ve de nuevo a esbozar una sonri-sa. Dice que quiere ser optimistay que sólo se mantiene quien nun-ca abandona.

El marroquí Abdelaziz El Graidy ha-bla a gritos. La desesperación sele escapa por la boca. Cuando sele conoce mejor, aparece su ros-tro bondadoso, pero su castellanoes precario y sus habilidades so-ciales, más bien mínimas. Parecenoqueado, porque a medida quese acerca la fecha en que deberesolverse su solicitud de los pa-peles por arraigo social, el nervio-sismo se apodera de su cuerpo. Eldía señalado está al caer. Y Abde-laziz repite que él es “víctima” desu Gobierno, porque tiene un hijoque no puede andar debido a unproblema en la rodilla y en su paísno hay un sistema social que cos-tee la operación.

Este marroquí, de 40 años, lle-gó a España en patera el año2005, procedente de una zona ru-ral situada cerca de Casablanca.Pagó 4.000 euros por el viaje yahora, aunque quisiera, no podríaregresar porque todavía tiene queacabar de pagar el crédito.

Ha cargado y descargado ca-miones, ha aceptado trabajillos enla economía sumergida y una vez,incluso, tuvo una oferta de trabajopor la que pagó 1.500 euros, peroal final resultó ser falsa y perdióel dinero. Sale a buscar trabajo ca-da día, pero ya sólo oye la consa-bida respuesta de que “sin pape-les, no hay trabajo”.

En Marruecos, Aziz era chata-rrero, pero la situación de su pe-queño le hizo emprender el viaje.Hoy, sólo tiene un pensamiento,siempre recurrente: conseguir lospapeles para poder traerse a suhijo a España para intentar curar-le. No puede probar bocado si sa-be que su familia no come. Paraconseguirlo, no le importan ni elinsomnio, ni las cefaleas, ni las cri-sis de ansiedad; tampoco las agre-siones que padeció mientras teníaque dormir en la calle.

Desde junio de 2007 es atendi-do por el equipo de Salud Mentalde Médicos del Mundo de Ara-gón, adonde acude regularmentea recibir tratamiento y apoyo psi-coeducativo. Pero su cara se des-encaja por el sufrimiento cuandocuenta que, a veces, olvida la ca-ra y la edad de su hijo. Es cuandose siente desorientado, porquepuede pasarse tres días sin co-mer, durmiendo en el parque. Lue-go, explica Aziz, vuelve en sí y re-cupera su objetivo.

En la escala de evaluación delsíndrome de Ulises, Aziz presentavarios estresores extremos.

Mi nombre es nadie y nadie me llaman

La salud de los inmigrantes

“Unas terribles ganas de llorar”

Atado al créditocon el que pagóel viaje en cayuco

La ilegalidades el factor quedesencadenael síndromeporque lesrelega a unasituación deabsolutaindefensión

La boliviana Marina Baltazar, de 39 años, con su hija al fondo, en su casa de Barcelona. CONSUELO BAUTISTA

Es un problemahumanitario yético: cuandose les conectacon la red deapoyo social,los síntomasmejoran odesaparecen

Sábado 14 de junio de 2008 EL PAÍS � SALUD 3