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Dirección general 9 le ra nníza ión de España por Enrique i9lcaraz n e io Inspeo tor general del Cuerpo de Ingenieros Agrónomos. RVICIO DE PUBLICACIONES AGRICOLAS MI ISTERIO DE ECONOMIA-MADRID

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Dirección general d ~ 9 le ra

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Españapor

Enrique i9lcaraz

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Inspeo tor general del Cuerpo de Ingenieros Agrónomos.

RVICIO DE PUBLICACIONES AGRIC OLASMI ISTERIO DE ECONOMIA-MADRID

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BIBLIOTECA

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La eolonización Interior de Espana.

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Dirección general d( flgricultura

DONATIVO RECIBIDO DE LABIBLIOTECA DE LA E. T. S. 1. M.

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La folonización Inieriorde

Españapor

Enrique fllcarazInspeotor general del Cuerpo de Ingenieros Agrónomos

SERVICIO DE PUBLICACIONES AGRICOLAS

MINISTERIO DE ECONüMIA-MADRID

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MAORID.·--Imprenta y encuadernación de Julio Cosano, Torija, 5

Teléfono 10306.

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La colonización interior d( Espélña (\)

por EN.RIQUE ALCARAZ,Inspector general del Cuer­po de Ingenieros Agrónomos.

Antecedentes.

En carta con que hubo de honrarme en ti pasado mes de octubre D» Mi­

guel Vida 1)" Gua rdiola, me indicó este señor que la recientemente constitui­

da Unión Catalana de Estudios Políticos y Economíco-Sociates, estaba or­

ganizando para el invierno que corre una serie de conferencias a cargo; «en

su mayor parte. COI/lO es natural. de oradores catalanes; pero-me deda­

como una de las finalidades primordiales de nuestra Asociación es fomentar

en Cataluña el conocimiento de las grandes problemas españoles, inclusa de

aquellos que, vistos desde la realidad catalana, presentan a peces aspectos

distintos, es natural que una de nuestras primeras preocupaciones fuese la

política agraria española»,

Me invitaba por esto a tomar parte en esas conferencias sobre tema de

política agraria, que dejaba a mi elección, y yo, considerándome muy hon­

rado con ello, y por haber indicada mi nombre D. Antonio Flores de Lemus,

hube de acceder, señalando mi preferencia por el tema de «Colonización inte­

rior de España»; en armonia con mis actividades profesionales, y hasta con

pretéritas actuaciones politieas; pero no sin el razonable temar de que mis

aportaciones al trabajo de esta Asociación de cultura quedaran muy por de­

bajo de lo que ella merece y de las benévolas supuestos del sabio catedrático.

Como quiera que sea, estay muy obligado a dicho selior, al Sr. Vidal y

Guardiola, y a todos los asistentes a la conferencia, por la atención y los

aplausos que otorgaron generosamente a mi persona ya mi trabajo.

(1) Conferencia dada en la Unión Catalana de Estudios Políticos yEconómico- Sociales. Barcelona, enero 1931.

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El prejuicio de las tierras incultas.

E:-- un tópico muy extendido en las sugestiones que provocasobre algunos esptritus el enunciado de c'sta ll1uueQ;¡ confvrcn­da, la .lcscons..ladera tesis de nuestra inícrioridad agr:lria enrelación con los actuales espléndidos desarrollos de casi todaslas agriculturas europeas .Y extraeuropeas Inferioridad fundadade modo harto simplista y rectilíneo, en la relación que guardaen el agro peninsular la tierra cultivada con la inculta; la pri­mera, sólo el 40 por 100, unos veinte millones de hectáreas. ¡Yel resto, treinta millones, inculto, absolutamente inculto!

Buena parte de los que me escuchan, si no todos, habránoído más de una vez razonur de esta manera a gentes que pasanpor conocedoras de nuestra estructura agrosocial. Hien que nofaltan otras que, llevadas ele entusiasmos torcst ale s, juzgan excesiva la superficie agraria, creyendo que buena parte de elladebiera volver a la restauración de masas arbóreas, y aun alsimple y primitivo aprovechamiento pastoril de la vegetaciónespontánea.

La conclusión de aquéllos no es dudosa; si sólo con el 40 por100de la tierra, cultivada, proporción que, evidentemente, fuemás restringida durante la Edad Media, hemos alcanzado unapoblación de veintidós millones de habitantes, dado que buenaparte de la densidad demográfica se debe a la producción de latierra, si se pusiera en cultivo, por 10 menos, una mitad másde la tierra española, alcanzaría ésta bien pronto los treinta otreinta y cinco millones de pobladores.

Generoso espejismo rectilíneo y pueril, que debemos dejarya a un lado en los estudios de nuestra economía agraria, sinque por esto quiera afirmar de buenas a primeras que no debencultivarse más tierras, ni tampoco restringirse, como opinan al­gunos ilustres agrónomos, el área de nuestra zona laborable,

La colonización interior no ha de consistir solamente en labrar tierras fértiles hasta ahora incultas, merced a presiones dela Administración pública o estímulos del interés individual,sino en mejorar notablemente el culti vo de las ya cultivadas, y,de ambos modos. en despertar este interés, para que sea élquien realice la mejora cuando el esfuerzo para llevarla a cabopueda florecer y fructificar.

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Que no guarda relación sencilla la proporción de tierras cul­tivadas en un país con la densidad demogrutica, 10 demuestrael estado siguiente:

Extensión ,

NACIOX AL! DA DES ~~e~r!!.:: c~~I.!b'!,~B.S Habitantes por Km o'por 100 de la tntal.

Alemania , .Austria i

Bélgica , , 'Bulgaria ,Checoeslovaquia .Dinamarca .España ' , "Estonia 'Finlandia 'Francia 1

Gran Bretaña ., 1

Holanda .Hungría.•........................Italia... " •..•........ " . , . . . .. . .. !Polonia !

Portugal. '1Rumania ...•............•.•.......Suiza.....•.•.••........•..•..•....

463~4335·H614044

6452331634247574413

137SU

263::'3

1M1-\2442"d')

74195'23793

13378665996

Claro que la densidad demográfica, aunque depende en bue­na parte de la producción del suelo, obedece también a otrosfactores de carácter geográfico e histórico. El poder colonial dealgunas de las nacionalidades que figuran en la precedente rela­ción y los desarrollos industriales y mercantiles de la mayorparte de ellas explican los altos coeficientes demográficos, conindependencia, al parecer, de la producción agraria. Asi y todo,la comparación de España con Francia e Italia, naciones de nomucho mayores coeficientes de tierra cultivada, con doble den­sidad demográfica la primera y triple la segunda, y la escasaproporción de tierras cultivadas en otras nacionalidades de es·casísima área agrícola, pone bien a las claras que la influenciaen la población de un país de los altos coeficientes de tierrascultivadas es mucho más compleja de 10 que a primera vista pu­diera imaginarse.

Aun sin salir de España, al comparar entre si algunas desus provincias, puede verse que el grupo de las cántabro atlánticas, formado por todas las del norte español (excluida

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Vizcaya, por su gran población industrial), cultiva sólo el 20por 100 de su extensión, en tanto que la densidad demográficacasi duplical la general de España. Y en contraste con esa zonalitoral.,e! conjunto de las provincias interiores lindantes con lafrontera portuguesa, formando el grupo que luego precisare,cultiva el &"-\ por 100de su extensión, y alcanza una densidad de­mográfica que escasamente llega a 32 habitantes por kilómetrocuadrado, bastante menor que el promedio general de España.

No está, pues, la causa de la mayor densidad de poblaciónsólo en que sea alto el coeficiente de tierras cultivadas, sino(aparte de los-otros factores a que antes he aludido) en que elcultivo sea lo bastante intenso para que la tierra cultivadaalcance máximas producciones; y en que las tierras incultassean como tales, aprovechables para la cría de abundante ga­nado en régimen de pastoreo.

El grupo de provincias cántabro atlánticas, cuya orografía esla más quebrada de la Península, recoge él solo casi la mitad detoda la precipitación pluvial española; por eso ofrece por todaspartes fertilísimas praderas que alimentan densa población pe­cuaria, especialmente productora de carne y leche. El otro gru­po de provincias, que en lo sucesivo llamaré, para abreviar, oc­cidentales, con no tan quebrada orografía, padece escasezpluvial, que convierte en estepas sus terrenos incultos, sólo apro­piados para el ganado lanar, que en menor densidad pasta loseriales, dehesas y rastrojos de esa extensa región.

Son los agentes atmosféricos, como sabemos, especialmentela humedad precipitada, artífices de la tierra vegetal y de lapropia vegetación; su juego armónico, intenso y sostenido, torona la estéril roca en fecundo barro, al que un sólo soplo de vidainfunde la maravillosa complejidad del mundo orgánico.

En ninguna tierra emergida del planeta falta el juego deesos agentes que, más o menos activos, dan mayor o menor can­tidad de tierra y de masa vegetal; y como las necesidades delhombre crecen en todas partes, cuando las acciones naturalesson débiles, las suple aquél con su esfuerzo, ayudando al desmo­ronamiento de las rocas y transformación en tierra vegetal, ypugnando asimismo por conservar luego en ella la humedadprecipitada, cuando, muy pertinaz la sequedad atmosférica,puede temerse intensa y desoladora evaporación.

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El laboreo de la tierra obtiene de ésta mayor masa de mate­ria vegetal que la espontáneamente producida allí en donde losagentes naturales no juegan con intensidad .Y eficacia suficiente.En los siglos que los antiguos llamaron dorados, «aun no se ha­bía atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar lasentrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella sin for­zarla ofrecía por todas partes de su fértil y espacioso seno lo quepudiera hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces laposeían». Así lo dijo el inmortal Hidalgo en memorable ocasión.

Revela, pues, el laboreo, que transforma terrenos incultosen terrenos cultivados, la necesidad de hacer producir más a latierra, bien porque ésta espontáneamente produzca muy poco,bien porque se demande de ella producción distinta de la espon­tánea. En uno y otro caso se cambian por esfuerzos pretéritos,que el acto productor aniquila, utilidades actuales que quizáspor su carácter agotante se llaman esquilmos en castellano.

Pero desde que se rotura la tierra inculta, s610 arañándola aveces, hasta que se asientan en ella cultivos de altísimo rendimiento, hay variaciones tales en la intensidad prcductora, queno cabe ya compararlas con la diferencia entre la tierra inculta

. y la que sólo ha recibido alguna que otra visita de «1a pesadareja del corvo arado».

Por otra parte, debe advertirse, respecto a los terrenos incultos, que no todos son igualmente fértiles, aun en favorables con­diciones climatológicas. Hay en todas partes terrenos, a más deincultos, improductivos; lo son, desde luego, los peñascales ycresterías de los sistemas orográficos, condensadores, sí, de llu­via y manantiales remotos de tierra vegetal que aquélla arras­tra a los valles, pero en sí directamente, improductivos. Otrosterrenos incultos son más o menos productivos, por su vegeta­ción espontánea; a veces muy productivos, cuando las lluviaslos favorecen, pero absolutamente impropios para la roturación,y, por lo tanto, para el cultivo, por el tenue espesor del suelovegetal, que sólo puede dar vida a superficial raigambre de plan­tas pratenses. Otros, cubiertos de matorral o bosque, en laderasmuy pendientes, perderían su tierra ve getal por los arrastrespluviales, en cuanto, rota por el arado la trabazón superficial delas raíces, ofrecieran la tierra suelta al ímpetu denudador delas lluvias torrenciales.

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Si volvernos ahora la vista a nuestra Península, con su acen­tuada orografía. que haciendo de ella el país más montuoso deEuropa después de SUil.il, se dcscnvuelvc.corn. sabemos, en im­ponentes alineaciones subdivididas en incontables estribacionesy contrafuertes, nos daremos cuenta inmediata de que la pr 0­

porción de nuestras tierras incultas es bastante mayor que la detierras roturables; económicamente roturables.

V aun en estas. cabrá distinguir las que al roturarlas y culti­varlas debidamente {sin olvidar la lenta evolución del cultivo)producirían una utilidad sólo de carácter social, quedando la in­dividua! invariable, o poco menos, de aquellas otras cuya rotu­ración beneíicic a la vez ambos intereses. Distinción esta a pri·mera vista algo sutil, pero en la que está, a mi ver, la clave denuestra política de colonización interior; porque así como en losterrenos incultos de esta úl tima categ-oría bastará que la accióndirecti va de la Administracíon pública se limite a despejar deobstáculos históricos y jurídicos el acceso del indi viduo hastalas utilidades agrarias que pueda obtener, y que automaticamen­te serán también utilidades sociales, en los terrenos incultos dela seg-unda categoría, cuando la roturación deja indiferente alinterés individual, aun siendo notorio el interés social, el papelde la Administración ha de ser impulsor y tutelar, llegandohasta echar sobre sí buena parte de la carga colonizadora a cam­bio de difundir ampliamente los beneficios sociales.

El cultivo y la ganadería.

Esta separación en dos categorías fundamentalmente distin­tas de las tierras incultas roturables requiere explicación quemás adelante tendrá amplio desarrollo. Por lo demás, al compa­rar nuestra densidad demográfica con la de nacionalidades quedistribuyen su territorio entre 10 cultivado y 10 inculto, pocomás o menos como nuestra Península, habremos de convenir enque el nuestro, de una y otra categoría, es mucho menos pro­ductivo; y si bien sobre los incultos e incultivables nada o muypoco podemos hacer, sobre los demás sí cabe actuar eficaz­mente.

Es cosa incuestionable que en el aprovechamiento del sueloespañol, ni la agricultura ni la ganadería obtienen rendimien­tos comparables a los de suelos extranjeros semejantes; esto se

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debe no s610 a la hostilidad casi ¡.;eneral de nuestro medio jí:-,i­co, tanto para la agricultura como para la ganadería, sino alrégimen del dominio del suelo: n:'gimen cuya evolución ha deser lenta necesariamente, si no se la guia .Y encauza con prudcntes medidas de gobierno y acertadas propagandas.

Los terrenos incultos, cultivables o no, sólo pueden mante

ner ganadería en régimen de pastoreo; los terrenos cultivados,además de la variadísima producción agraria , pueden .Y debenmantener, en una agricultura arménica, ganado de estabulaciónpreferentemente, ganado que pudiéramos llamar aütniado,

La ganadería tradicional, con su sistema casi exclusivamen­te pastoril, sólo puede desenvolverse sobre extensos e incultospredios; la producción agraria, que en España, cuando es dealguna intensidad, no suele ser capitalista, sino obrerista, individualmente obrerista, exige tincas de mínima extensión, incompatibles con la explotación ganadera. Y cuando la agrícuttura quiere darse la mano con la ganadería, no atrae ésta haciasí, sino corre en pos de ella, adoptando formas antisociales degrandes fundos e intermitencias de cultivo.

S610 así es como en la parte árida de España (el 80 por 100del territorio nacional) se asocian la ganadería y la agricultura:abandonando ésta sus formas características para vestir las propias de la explotación ganadera. Natural es, pues, que cuandose hable de esta, se piense s610 en el régimen de pastoreo; quecuando se condene éste, se presuma condenada la ganadería, yque se acojan con recelo y prevención las propagandas cuyoresultado pueda ser la reducción del área extensa de pastizalesmás o menos productivos, que con los rastrojos son base casiúnica de la producción ganadera de la España árida; producción que no constituye hoy ciertamente motivo de envanecímiento para la economía española.

No creo necesario declarar que nada tan lejos de mi pensa­miento ni del de persona alguna amante de la agricultura, queel supuesto de que estén en pugna la prosperidad de ésta con eldesarrollo de la ganadería. Cabe afirmar, al contrario, que sólose podrá obtener de la tierra el óptimo rendimiento, cuandocompenetrada la producción vegetal con la animal, no ya enconjuntos regionales, sino finca a finca, la relación entre una yotra, variable según casos y circunstancias, sea la más adecua-

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da; pero también puede afirmarse que la explotación ganadera,si ha de ser complemento obligado de la puramente agraria, enbusca del rendimiento integral máximo de la tierra, no Jebemantenerse exclusi varnente del régimen pastoril, que esto serásiempre ganadería sin agricultura, sino del régimen mixto depastoreo y estabulación con tendencias a la exclusiva estabula­ción según circunstancias, único modo de que la agricultura yla ganadería se acompañen y completen.

Es, además, el régimen de pastoreo, incompatible con la pro­piedad individual pequeña; y como este género de propiedad esla más firme garantía de la prosperidad colectiva, de la paz so­cial y del aumento de población, nuestros esfuerzos deben ten­der a crear y difundir esta clase de propiedad; pero también aque su desarrollo no suponga necesariamente la ruina de la ga­nadería.

Así y todo, por lo que he dicho sobre la variedad de condi­ciones de nuestras tierras incultas, nunca dejará de tener im­portancia en España la explotación ganadera en régimen depastoreo. Nuestro quebradísimo suelo ofrece extensiones in­mensas que no admiten otro aprovechamiento que el de su ve­getación espontánea directamente consumida por ganado ágil,sobrio y resistente.

Hay otra parte de tierras incultas en llanuras o valles férti­les, susceptibles de labor, que con intermitencias o continua­mente, se dejan sin cultivo, con el único fin de que el ganadoaproveche en pastoreo la vegetación espontánea; en estos casoscabrá razonar serenamente y sin prejuicios sobre la oportuni­dad y conveniencia social de que se labren y siembren cuandono tenga para ello suficiente estímulo el interés indi vidual.

Comparación de caracteristlcas demográficas regionales.

Para dilucidar cómo puede existir ante la indiferencia o apa­tia del interés individual un interés colectivo al que debe abrirsepaso, conviene comparar cuantitativamente ciertas caracterís­ticas agrarias y agrosociales de algunas provincias españo­las convenientemente agrupadas según semejanzas naturales.Consideraré para esto tres grupos; dos de ellos formados conterritorios de la llamada España árida por su relativa pobreza

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de lluvias. El tercero, por las provincias litorales de la llamadapor contraste España lluviosa.

Constituye el primero de dichos gTupos, las provincias demáxima población relativa de ganallo lanar y cabrío: las anda,luzas de la cuenca baja y media del Guadalquivir; las dos extre­meñas; las manchegas de Ciudad Real y Albacete, y las leonesas de Salamanca y Zamora; gTUpO al que llamaré, para abre­viar, de provincias occidentales. En el otro grupo de la Españaárida, están las cuatro provincias catalanas, las tres valencianascon la de Murcia, y le llamaré también, para abreviar, de provincias orientales. El grupo de provincias de la España lluvio­sa, el cántabro-atlántico, o simplemente cantábrico, está formado por el litoral vascongado, Santander, Asturias y el litoralgallego.

Como se verá más adelante, la densidad demográfica en elgrupo occidental de máxima población lanar y cabría, es de 31,6habitantes por kilómetro cuadrado, cuando la nacional es 44,con sólo 10,7 cabezas de ganado mayor en la misma extensión y63 de ganado menor, incluyendo el de cerda, correspondiendopor habitante sólo 0,3 cabezas de g-anado mayor y no más de dosde g-anado menor.

El grupo de provincias orientales ofrece población humanade 58,4, muy superior a la media nacional¡ ganado mayor, a ra­zón de 8,5, y 40,5 de ganado menor, con 0,1 de aquél por habítan te y 0,7 de éste.

Notorio es el contraste, como se ve, entre uno y otro grupode provincias, las de las vertiente atlántica y las de la vertientemediterránea, contraste que todavía se acentúa más en las ca­racterísticas agrícolas y sociales, que más adelante son objetode estudio. Los dos primeros grupos, como queda dicho, formanparte de la llamada España árida, cuya precipitación pluvial esmenor de 500 milímetros por año; muy cerca de dicho límite, lasoccidentales, que alcanzan 495 milímetros, en tanto que lasorientales no llegan a 430; precipitación que es mucho menortodavía en las provincias de Murcia y Alicante.

Las diferencias notables a favor de la población ganadera enlas provincias del grupo atlántico, y a favor de la humana en elmediterráneo, se deben, indudablemente, a razones históricas,que tienen como resultante actual en aquél, menor ofrenda de

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actividades humanas a la tierra, con menor rendimiento consi­guiente de frutos agrarios. Quizás la mayor pluviosidad, corre­lativa de mayores posibilidades ganaderas, poco exigentes entrabajo humano, ha detenido, o retrasado por lo menos, la evolución desde la tierra de pastoreo a la tierra de cultivo. Quizáslos dos siglos en que precedió la reconquista levantina a la cas­tellana, reconquista aquélla no seguida de la constitución de ex­tensos señoríos, ha determinado a favor de las tierras medite­rráneas más rápida evolución del cultivo. La menor pluviosidadha estimulado los esfuerzos del hombre para compensarla, bienembalsando o derivando aguas para constituir las extensas yfértiles vegas que las caracterizan agrtcolamente, bien labran­do perseverante y pacientemente la tierra, para obtener de ellael cotidiano pan, o bien ahondando en sus entrañas, para plan­tar árboles, administradores óptimos de la siempre escasa hu­medad de la atmósfera y del suelo.

Pero todavía es más pronunciado el contraste de uno y otrogrupo de provincias con las del litoral cántabro atlántico, con­traste que acusa la decisiva influencia de la abundancia y rei­teración de precipitaciones pluviales.

Las de este grupo de provincias duplican a las del occiden­tal, pasando de 1.000 milímetros. La población humana casi do­bla a la media nacional (y se ha prescindido ahora de Vizcaya);el ganado mayor, vacuno preferentemente, cuadruplica al dedicho grupo, quedando por bajo de él sólo en el menor; de aquélcorresponde una cabeza a cada habitante; de éste, siete a cadadiez.

La reacción contra la esquivez pluvial es tan enérgica en lasprovincias del grupo oriental, que alcanzan en él las tierras ar­tificialmente irrigadas el 766 por 100 de la extensión total; es,por el contrario, tan débil en el occidental, que cifra sus rega­díos sólo en el 1,46 por 100, de análoga extensión.

El siguiente cuadro resume todas estas características, queconviene apreciar en su conjunto:

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Densidad demogriflca y ganadera.

Grupos p rovinciales ,

I Cántabro-OCCidental'1~ri~n:~ at lánt íco ,

IPoblación por kilómetro cuadrado ........ 31,6

I58,4 78,6

Cabezas de ganado mayor por ídem ..... ' 10,7 8,5 42,7I

Idem de íd. menor por ídem ......•....... 63 I 40,5 56,9I ICabezas mayores por habitante ...•...... 0,3 i 0,1 I 0,5I

Idem menores por ídem .................. 2 0,7 0,7

Pluviosidad anual, mm .. , .•......... ' ... '1Extensión de tierras artificialmente irriga'l

das por 100 de extensión total.. 1

I

495,7 I

1..t6 II

428,8

7,66

1007,9

?

Comparación de características agrícolas.

Interesante es también el contraste de las características pu­ramente agrícolas de los tres grupos Iprovinciales, como puedeverse en el cuadro Il, que establece la relación entre las exten­siones dedicadas a cada culti va y la extensión total del respec­tivo grupo.

No difiere gran cosa el occidental del oriental en la propor­ción entre terrenos cultivados e incultos; pero éste duplica aaquél en la proporción de terreno arholado o plantado de vid, ymás que duplica la de plantas horticolas y sus similares, indístintamente de secano y regadío. En cambio, ocupa proporcio­nalmente la mitad de la extensión el culti vo de cereales y legu­minosas.

Llevada la comparación al grupo cántabro-atlántico, se acu­sa en seguida la condición preferentemente ganadera de éste,quedando reducida a la quinta parte del territorio total la exten­sión del cultivado; el resto, para el ganado de pasturación, ali­mentado en la estación fría con el heno que da la siega de laspraderas.

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II

Extensiones cultivadas por cada 100 hectáreas de la totalen cada grupo de provincias,

Occtdent ales. Or ientales, Canrábrlcas.

I

Cereales y leguminosas.... , .' .. 26,.t

\3"'91

12,7 1 I12,2

120 4Raíces, tubérculos. bulbos. plan-'

tas .hortícolas, industriales)' fo· (,91A;b~l~~af~~t~í~;.· ~'ift~'d'~; .}: '¿ji:

l,g I /, I 4,6 6,7 I 'vares •. , ........ , ...... ' ..... 9,8 19,6

41,911,5

Dehesas y pastizales incultos.... 55 I 34

Nota. - El resto hasta 100de cada grupo provincial está constituidopor terrenos absolutamente improductivos para la agricultura, y por ar­bolado forestal.

* * *Comparando ahora, no ya la extensión aprovechada por el

cultivo o el pastizal, sino el valor de la producción en bruto (sindetracción de gastos de cultivo), en relación también con la ex­tensión total, puede verse cómo se acentúan los contrastes en­tre los tres grupos, contrastes ya bien marcados en el preceden­te estado, pero más notorios en el IIl. Casi duplica la total pro­ducción del grupo oriental a la del occidental, superando enmucho a la del cantábrico, debido a la gran extensión incultade éste y a que no se registran los beneficios de la ganaderta,principal riqueza de las provincias norteñas.

Sólo lleva ventaja importante a los otros grupos el occi­dental en cereales y leguminosas. En raíces, tubérculos, etc.,hortalizas, plantas industriales y forrajeras, cuadruplican lasprovincias orientales a las occidentales y las sextuplican lascantábricas. Casi todas ellas, plantas preferentemente de rega­dío o de tierras que no carecen de humedad en la estación cáli­da, se da esta condición en casi todas las tierras cultivadas dela última de dichas a zrupacíones provinciales. Ventaja y grande llevan las provincias orientales en los productos del arbola­do a las occidentales, cuya producción triplican, quedando ensituación de inferioridad las cántabro atlánticas. Es el, arbolado,

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CULTIVOS

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en efecto, la reacción agraria contra la sequedad del suelo, ypor eso se observa la ventaja en los dos grupos de la Españaárida, más en el oriental, por su adelantada agricultura, y sobretodo por la escasísima producción de los terrenos de pan llevar.En los incultos, sobre todo, se acusa visiblemente la ventaja delas provincias cantábricas, favorecidas todo el año por vientoslluviosos, y la inferioridad manifiesta de las orientales, de inten­sa insolación, sí, pero de largos y seguros periodos secos inver­nal y estival, y sólo otros dos lluviosos, otoñal y primaveral, quecon frecuencia suelen faltar o ser de muy escasa precipitación.

Bien se ve en el grupo cantábrico, que toda la agriculturaestá supeditada a la ganadería; no sólo superan en mucho losrendimientos en plantas forrajeras, sino, en general, los del grupo hortícola, destinados principalmente al ganado, de estabula,ción permanente o periódica,

Véase el siguiente cuadro, que expone dichas caracter ís­ticas:

I1l

Producción integra de los diversos cultivospor cada hectárea de extensión total.

Pesetas.

IOccidentales. Orientales. Cantabricas.

-----

Cereales y leguminosas,.,., ... , 110,4Raíces, tubérculos. bulbos, plan·

tas hortícolas, industriales y fo­rrajeras., .. , . , '. ' .... , .... , .. 20,4

Arboles frutales, viñedos y olivares 49,9

Dehesas y pastizales incultos .

TorALES '¡

189,7

l~;!89,7

l.t293J 180,7 157 116,2 r'147,5 23,412 29,7

192,71

325,2 259

***Si examinamos ahora comparativamente la eficacia del fac­

tor humano, al corregir ° compensar hostilidades del medio físi·co y aun del medio social, lo cual se traduce, evidentemente, enlos productos medios por unidad de extensión, veremos, desde

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-IH -

luego, la ventaja del grupo oriental sobre el occidental, debidaen gran parte al desarrollo que en aquél tienen los regadíos;ventaja que en el conjunto de tierras cultivadas se cifra en eldoble casi, que aproximadamente se mantiene en todos los gru­pos de cultivos, siempre con ventaja notoria, salvo en los viñe­dos y oli vares, cuya producción aventaja, aunque no mucho, enel grupo occidental, sin duda porque en el oriental no alcanzangran extensión estos cultivos en las tierras de regadío.

... "'.,Es también interesante el examen del estado IV, que estudia

la producción unitaria de las provine-as cantábricas, cuya plu­viosidad les da la ventaja, sobre todo en los cultivos que sonpreferentemente de secano; en estas provincias norteñas casi notiene sentido la distinción entre secano y regadío, salvo en al­gunos casos, por la segura oportunidad que el riego artificialofrece a determinados cultivos. Cuando adquiere su verdaderaimportancia el factor t'IlS01IlÚÚn sin faltar lttattedad, como ocu­rre en los regadíos levantiucs, llevan los productos de éstos no­table ventaja a los cantábricos.

También los viñedos y los frutales cantábricos dan productos de más volumen y de más valor, tales como el vino y la si­dra, caldos de baja graduación alcohólica no exportables, perovalorizados por la densa población humana que los consume.

Los de pastizales y dehesas, ajenos ya al factor humano,siguen la condición del factor físico, pluviosidad de la atmósfe­ra y permeabilidad del suelo. Cuádruple la cantábrica que la oc­cidental, es 40 veces mayor que la oriental. Diez veces mayoren la occidental que en ésta, débese la ventaja, más bien que ala pluviosídad, desde luego mayor en aquel grupo, a que, en ge­neral, los terrenos de éste son menos propicios a la vegetaciónespontánea, necesariamente xerófila, por la sequedad y por elcarácter frecuentemente calizo de sus terrenos.

En el conjunto de los dos grupos de provincias áridas, el fac­tor humano, y sólo el factor humano, luchando contra las esqui­veces del medio físico, da la ventaja a las provincias mediterra­neas sobre las atlánticas.

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IV

Producción integra por hectárea del respectivo cultivo.

CULTIVOS IOccidentales. i Orientatcs. !

-----------------, -----------1Cantábricas.

87,5

Cereales y leguminosas ]420,9Raíces, tu bérculos, bulbos, hor :

talizas, plantas industriales yiforrajeras Y62,3

Arboles frutales, viñedos v olio'vares : [:.03,8

Pastizales y dehesas .

Promedios gCllerc¡!cs ....

1 ,7Ü;j,k 1 716'61

JIm,9 I.~'b~ 1,'j7~'~L~1~,c~ 11.123

i ¡-Iü,,) ,1..)-~:-:,¡;21,6 2,4'

--.--- _._~._".- . ¡

:205,6'

Es también instructiva la comparación de la producción ga­nadera, en especial la de lana y leche, característica aquélla delganado de estepa, y ésta del g-anado de pradera. Depende laproducción láctea y de carne no sólo de la pluviosidad, sino dela densidad demográfica que acusa la población consumidora;por esto es grande la ventaja de la producción láctea de las pro­vincias orientales sobre las occidentales, y grandísima la de lascantábricas sobre todas. La producción lanar, en cambio, pare­ce estar en razón in versa de la densidad de la población huma­na, a lo menos en las provincias de la España árida, puesto queviene a ser ocho veces mayor en las provincias occidentales queen las orientales, a las qne superan muy poco las cantábricas.Véase la comparación en el siguiente estado:

vValores comparados por hectárea de extensión total

de las producciones lechera y lanar en los tres grupos de provincias.

I Occidentales. Orientales. Cantábricas.

Producción lechera: pesetas .

Producción lanar: íd .

4,7:28

2,592

18.609

0,292

í8,931

0,451

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-- :!o-

Deduccse del conjunto) de estados que preceden, la ventajaagraria notoria del conjunto de provincias orientales sobre lasoccidentales, aun cuando difiera muy poco la proporción entretierras cultivadas o incultas; ventaja que se revela más notoria­mente en la producción total, aun incluyendo en ella la de lastierras incultas, yque reconoce por causa el factor humano lu­chando con la hostilidad del medio físico, La ventaja que a amobos grupos lleva el de las provincias cantábricas, se debe a lavez al factor humano y a los factores físicos.

No debe olvidarse, por otra parte, que se trata de produccióníntegra, sin detracción de gr stos de cultivo; quizás en la pro­ducción líquida, aspecto no registrado aún en las provinciasnorteñas, variarán algo los conceptos relativos. Bien sabemosque el crecimiento de los gastos de cultivo, cuando se intensifi­ca éste, es más rápido que el producto bruto, lo que pone unabarrera natural a la intensificación indefinida; y como el benefi­cio liquido relativo es una fracción que tiene por numerador elvalor del producto bruto y por denominador el importe de losg-astos de cultivo, cuando éstos son escasos o nulos, tal cualocurre en el aprovechamiento de la producción espontánea, elbeneficio relativo es grande. Puede asegurarse, por tanto, que,en general, los coeficientes pequeños del estado IV correspon­den a beneficios proporcionales altos, y los coeficientes grandes,a beneficios más moderados. Insistiré sobre esto más adelante.

Pero lo que nos interesa ahora, en programa colonizador, noes ese beneficio proporcional, propio solo del individuo que explota la tierra, sino la producción íntegra, a la que está adscritoel interés social; por 10que puede deducirse, como consecuenciade las características agrarias consideradas anteriormente, queen el grupo de provincias occidentales y sus semejantes de An­dalucía bética, como asimismo en las castellanas y aun en lascantábricas, hay tierras incultas (no diré que todas, ni muchomenos) que, al ser cultivadas, ofrecerían mayor producción ín­tegra, mayor beneficio social. Los coefici. ntes de producción delas tierras incultas (IV) 21,6 pesetas en las provincias occiden­tales y 87,5 en las cantábricas, comparado con el de 2,4 de lasorientales, nos dan derecho a suponerlo así. Evidentemente, entran en ese promedio de los referidos grupos, tierras que, culti­vadas, aumen tarían en producción íntegra, aun teniendo el uno

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y el otro, en contra del cultivo, la condición agrológica de losterrenos, predominantemente pizarrosos en aquéllas, y graníti­cos y pizarrosos en éstas, que dificultan todo aprovechamientobasado en el laboreo de la tierra. No será, pues, cultivable todolo inculto, sino moderada proporción, que, por falta de datosconcretos, no me atrevo a cifrar.

Pero sí cabe mejorar los cultivos en el grupo occidental bus­cando más altas producciones íntegras. Los tres tipos de pro­ducción unitaria, 421 pesetas para las tierras rasas, 50-1- para lasarboladas o plantadas de viñedo y %2 para las hortalizas y fo­rrajes de regadío o secano, ofrecen gradación suficiente, aunsin comparaciones con el grupo oriental, para ciar alientos a lastentativas colonizadoras, que seguramente serán fortalecidoscuando la comparación se lleve al grupo oriental, cuya grada­ción homóloga es 700, í-1-6 Y 1.:',-1-6.

Podría objetarse, no obstante, que quizás esta transformaciónde terrenos incultos en cultivados, y de terrenos pobrementecultivados en cultivos de creciente intensidad, habría de redun­dar en menoscabo de la riqueza ganadera; objeción que no debeofrecer inquietudes, porque el cultivo, para ser medianamenteintensivo, especialmente en las producciones herbáceas, habráde asociarse a la ganadería, que ofrecerá trabajo utilizable, es­tiércol, valorización de rastrojeras y eriales temporales, y, so­bre todo, piensos y forrajes, todo lo cual de otro modo, quedaríafuera de la producción beneficiable.

Por lo demás, la riqueza ganadera actual no tiene la impor­tancia relativa que quiere suponérsele en el grupo de provinciasoccidentales, como se ha visto en el estado V. Comparando dosa dos sus productos, reducidos, como se ve, a la unidad de ex­tensión con los del estado III respecto a las tierras cultivadas, ysuponiendo que el valor de los productos del ganado no regis­trados (carne, trabajo y estiércol) decupliquen al de leche ylana, todavía quedan muy lejos del promedio de los cultivos.Sin que con esto quiera decir, repito, que el laboreo de la tierray el cultivo en general, sean capaces de elevar en todas las tie­rras incultas, el valor del producto pasturable, sobre el promediode las tierras cultivadas, ni aun a las más bajas produccionesde éstas.

Me limito ahora a llamar la atención sobre las probabilida-

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des de que una parte de las tierras incultas pueda ser cultivadacon ventaja s.icial y aun individual, y de que en~otra parte de latierra ya cult ivnda, puedan mejorarse la pro Iucción al mejorarlos sistemas de cultivo.

Características agrosocíales.

Las precedentes características diferenciales de los gruposde provincias considerados, reflejan sólo el aspecto puramenteagrícola; pero el hecho es mucho mas complejo. De esa diferen­ciación agrtcola es correlativa otra más profunda de carácteragrosocí«: que ,'oy a poner de manifiesto.

Se refiercu estas nuevas características a la parcelación física de la tierra y a las que pudiéramos llamar por analogía parcelación económica y parcelación del derecho dominical.

El hecho del cultivo conduce inexorablemente al derecho deapropiación, y uno y otro, a la parcelación física de los terrenos.Para cultivar con fruto hay que disponer el suelo dividiéndoloen porciones que, tendiendo a la horizontalidad, distribuyanuniformemente el agua pluvial y la de riego en su caso, haganposible una buena ordenación de faenas culturales, y facilitenla diferenciación de clominios. Puede asegurarse que hay corres­pondencia estrecha entre la parcelación de la tierra y la inten­sidad del cultivo, lo mismo cuando es ocasionada por la orde­nación de éste que cuando es consecuencia de la disgregacióndel dominio; aun sin dejar de reconocer que en uno y otro casotiene la parcelación un límite económico, ya que evidentementeno podrfa ser indefinida.

Novísimos en las estadísticas nacionales los datos concretossobre parcelación, sólo alcanzan hoya las zonas en que se hanultimado trabajos catastrales, una mitad aproximadamente delterritorio peninsular. De los tres grupos de provincias conside­radas, en todas las del occidental, hay ultimados trabajos; enalgunas de ellas cubren toda la provincia. Del grupo orientalfaltan datos catastrales en las provincias catalanas. Del cantábrico no hay ninguna provincia en trabajo catastral. Por estarazón, las comparaciones prescinden ahora totalmente de dichogrupo, comprendiendo del oriental sólo la provincia de Murciacon las tres valencianas. Aun en el occidental se prescinde de

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las leonesas, cuyo carácter parcelario las hace muy distintasde las del resto de la ag-rupación.

De los datos ya conocidos y que constan en las Memoria ssobre el avance catastral, que periódicamente publica el Min is­terio de Hacienda, se deduce que la parcelación media en elgrupo de provincias occidentales (cociente de la extensión total)por el número, total también, de parcelas} es de 5,6-t hectáreas,yen el oriental (ya se ha dicho que falta Cataluña), 1,74. El nú­mero de parcelas que hay en cada lOO hectáreas (kilómetro cua­drado) es, respectivamente, 17,72 y :)7,·[).

\Ias no son suficientes estas cifras de conjunto para llar ideadel estado respectivo de la parcelación. Distribuyendo en cua­tro grupos las parcelas, según su extensión superficial, cabe lasiguiente comparación entre el grupo occidental y el oriental:

Distribución en cada 100 hectáreas de las extensiones pareelariaa,

GrupOIprovincial...

Occidentales.

Ha.

Orientales.

Ha.11-----1----

En parcelas de menos de una hectárea..... 5,05 18,O.J

Idem mayores de una hectárea y menores

de 10., ....••... ; ..........•.•.•...•.... 17,38 27,19

Idem mayores de 10 hectáreas y menores

de 100............................ ..... 21,16 2<),f'JÜ

Idem mayores de 100 hectáreas ............ 56,41 ~5,21

Quiere esto decir que en las provincias occidentales poreíemplo, 5,05 de cada 100 hectáreas están ocupadas por paree­las de menos de una hectárea, en tanto que en las orientalescubren el 18,04 de la misma extensión. También se ve que másde la mitad del territorio de las occidentales está ocupado porparcelas de más de 100 hectareas, easl latifundios¡ en tanto que

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en las orientales sólo la cuarta parte del territorio está ocupadopor ese tipo de extensión parcelaria.

A esta parcelación física de la tierra corresponde otra quepudiéramos llamar por analogía parcelación económica; expre­sa cómo se distribuyen los beneficios líquidos de las tierras culotivadas e incultas en correlación con los tipos parcelarios antesconsiderados.

Se trata ahora de beneficios líquidos, de líquidos imponibles,como se dice para abreviar en el lenguaje fiscal, constitutivosde la base gravable por el impuesto.

VII

Distribución del beneficio liquido entre los diversos tipos de parcelas.

Cada 100 pesetas de beneficio líquido se distribuyen así:

9,10

20,40

36,40

34,20

9,85

22,60

45,05

22,50

Ilcc,"' __ GrupOl provincIa••••

:i Occidentales. I Orie~ale8.i Pesetas Pesetas.

o' _ ' '__

i'Entre parcelas menores de una hectárea.• '1Idern íd. mayores de una hectárea y meno'¡,

res de 10••..•............•............ '11

Idem íd. íd. de 10 hectáreas y menores de!1

100......••.••...•...................... 11

Idem íd. íd. de 100 hectáreas 1

Como se ve, el beneficio líquido responde mejor a la influenciade la subdivisión parcelaria'que a la pura extensión territorial,quedando en el grupo oriental casi tres cuartas partes de él afavor de las parcelas menores de 10 hectáreas, en tanto que losdos tercios en el grupo occidental recaen sobre las que excedende esa extensión.

* .. *Pero donde más claramente se acusa la ventaja productora

de las parcelas pequeñas es en el estado siguiente, que muestra

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el cociente entre el conjunto de beneficios líquidos que corres­ponden a cada extensión parcelaria, por el conjunto de extensio­nes de cada tipo, o sea la producciáu l iquida ntcdiu por iuct.i­rea en los respectivos tipos de parcelación:

VIII

Beneficios líquidos por hectárea.

Grupos provinciales.

, I

¡: OccidentAles.! Orientales.

Pese/as. Pesetas.

En parcelas menores de una hectárea ...... :,

D di h . lie una a tez ectareas.................•. ¡i

De diez a cien ídem.••.................... 1:1,

Mayores de cien ídem !il...I

Conju 1110 ••••••••••••••••••.••••.• II

;")6,6 71

37,6 43,8

30,7 ] 24

23 I 12,3--- --_.-----, ---_._~-

29 1 34,8

Hay que llamar la atención, sobre todo, sobre lo moderadosque, en general, son los tipos de evaluación fiscal, hecho que sedebe, en primer término, al tono general de las valoraciones ca­tastrales, siempre bajas, y en segundo, a que en cada grupoparcelario hay tierras de todos los tipos de producción, inclusoincultas e improductivas. Así y todo, puede apreciarse, y estoes muy instructivo, que en las parcelaciones menores de 10 hec­táreas son más productivas las tierras del grupo oriental, ven­taja que se torna a favor del occidental en las que exceden dedicha cabida, a pesar de que en el conjunto aventaja algo laproductividad de aquél a la de éste.

* * >le

Mas no hemos de contenernos en el examen de la parcela­ción física y económica sin llevarlo hasta otra parcelación, qui­zás la más interesante, la que pudiéramos llamar del dominio.Corresponden, según las referidas estadísticas, en el grupo oc­cidental 22,70 hectáreas, como promedio, a cada propietario, entanto que en el oriental sólo le alcanzan 6,80, o, en otros térmi­nos: en cada kilómetro cuadrado (100 hectáreas) hay 4,5 propie-

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tarios en el grupo occidental y 1-+, J en el oriental. Conceptostodos estos que se amplían en el estado siguiente:

1.\

Distribución de lps propietariosentre los diversos tipos de extensión parcelaria.

/)(: cada t o¡ pl"oplt'/.1rios h.r: los siguicntes C/l ca.i a tipo:

Grupos provinciales.

PrOrif'lr\ri", ele rmn.», de una hvct.irca ....

Idem el" nÜL, ,k una hl:ctilt"l'a y 111<'11(,' de

diez hectáreas : .

ldem de más de diez hectáreas y menos delcien i!

Idem de más de cien hectáreas ii1,

Occidentales.

474

13,4

4,2

Oricm alcs.

48,1

6,9

1,0

Conviene examinar, por último, cómo influyen los diversosfactores agrarios y sociales de cada grupo regional en las mane­ras de explotación, relacionándolo con la mayor o menor proxi­midad entre la tierra y las actividades productoras del propie­tario. La tierra, en efecto, se explota, o bien directamente poréste, o por el intermedio de un arrendatario o de un aparcero.En el primer caso, el dueño de la tierra asume las contíngen­cias del culti va, beneficiándose, a cambio, de la total produccion; en el segundo, elude dichas contingencias, valiéndose parael cultivo de un intermediario entre él y la tierra, de la que perocibe sólo una renta fija (arrendamiento), o una parte de los pro­ductos (aparcería).

Desde este punto de vista, ofrecen diferente carácter uno yotro grupo provincial, según se ve en el siguiente estado:

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Z7-

Maneras de explotar la tierra.

Arr cnda mir-m oCul t ivo directo. _.__~!.! ;'pHrCen,j

Occidental ...•.....................Oriental , ,

el') ti3i:t

Evidentemente, la mayor intensidad del cultivo y la más in­tensa parcelación aumentan el número de cultivadores directos,así como la extensión directamente culti vada.

Pero unos cultivos o explotaciones son más eficaces que otrospara acercar el propietario a la tierra. Tomando el conjunto eletierras catastradas en la Península, que son, como queda di •cho, casi una mitad de ella, puede formarse el siguiente estado:

Xl

Influencia general del sistema de cultivoen las diversas formas de explotar la tierra,

Por cada 100 hectáreas del respectivo cultiuo ,

100

100

100

CVLTIVOSI _ I I I

IElll'lotaclón i Arrendamiento'l Aparceda, TOTAL

directa. ,,

-------, ".,~- ' .. _._ ------ 1----- ----

I ,Herbáceos de regadío 01 I

secano........ ..... . .. . 6'27 33,'2 I 4,1

Arbolado y viñedos. . . . . 79,6 15,6 4,8

Inculto productivo .•. '" 58,9 37,3 I 3,8

El cultivo de árboles y arbustos, lo mismo en secano que enregadío, lleva al máximo en todas partes la compenetración delpropietario con su predio. Dichos cultivos arbóreos son, enefecto, los que necesitan más asidua vigilancia por parte dequien esté interesado en que ni abandonos ni codicias deterioren o mermen el capital vuelo; capital costosamente formadocon la privación de productos sin omisión de gastos, durantelos años necesarios para la creación del arbolado.

"' ....

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Del mismo modo, la intensidad del culti \'0 en general y laexplotación directa de la tierra influyen notoriamente en la in­tensidad de la parcelación.

En la parte del territorio español ya catastrado, un -1.0 por100 de la extensión total, se resumen estas influencias en el si'guiente estado:

XII

Inftuencla de la explotación directay de la Intensidad del cultivo en la parcelación de la tierra.

Extensiones medias de las parcelas: hectáreas.

SIII.",a d. IIplDlaclóll.

i¡='~-~=r'-=cc=: - I I: Directa. ! Arrendamiento. IAparcerla.! Conjunto.

!~---

II

U,9D 0,71 I 0,622.(,0 3,;-',2 1,62

~ ."--._-----~-,._---2,3t> 3,01 1,50

18,:J9 16,49 , 10,02

4,40 4,26 2,49

l~egadío ' 11,:' ISecano , 1,33

Tierras cultivadas ......1 1,24 ¡'

Tierras incultas . • . . • • •1 7,59 _

Conjunto de tierras expl0'[ iladas"" "11 1,97 !

Bien claro se ve cómo la intensificación del cultivo de con­sumo con el sistema de explotación directa tienen entre otrasconsecuencias de interés social, el fraccionamiento físico de latierra para su mejor aprovechamiento.

'" '" '"Examinando en conjunto toda la precedente exposición de

características diferenciales de grupos, se desprende con luzmeridiana la correlación entre la parcelación intensa, la explo­tación directa del suelo y el mejor aprovechamiento de éste.Menos de la mitad del territorio de las provincias occidentalescorresponde a la parcelación que no llega al kilómetro cuadra­do, proporción que llega a las tres cuartas partes en les orien­tales. Del beneficio líquido total, poco menos de la mitad quedaadscrito en el grupo occidental a las parcelas que superan al ki·lómetro cuadrado y no llega a la décima parte la que corres­pende de aquél a las orientales. También está el beneficio líqui-

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do por hectárea con ventaja notoria del lado de la más intensaparcelación, siendo de observar cómo en la escala decrecientede dichos beneficios, comparada con la creciente de las paree­las, aventaja notoriamente el grupo oriental al occidental hastalas parcelas menores de 100 hectáreas, quedando la ventajadesde ese tipo parcelario en adelante a favor de las occidenta­les, ventaja que pierden de nuevo en el promedio general.

Seguramente los regadíos y masas arbóreas o de viñedo delgrupo oriental, quedan comprendidos en la parcelación menorde 10 Ha. y desaparecen casi por completo en las mayores deesa extensión que integran en dicho grupo grandes zonas, quela pobreza plu vial y escasa profundidad del suelo hacen preca­rio todo cultivo; en tanto que el grupo occidental incluye en di­chos tipos de escasa parcelación, fértiles .Y extensas llanuras enque el cultivo, los pastizales temporales o permanentes y el arobolado de encinas y alcornoques, aventajan notoriamente enproducción a las parcelaciones similares del grupo oriental.

También en lo que pudiéramos llamar difusión social de latierra, en la parcelación del dominio, aventaja notoriamente elgrupo oriental al occidental, puesto que triplica en éste a la deaquél, la extensión media asignable a cada propietario. Del mismo modo, en este aspecto de la subdivisión del dominio, se cor­tan las dos escalas descendentes; fuertemente descendente enlas orientales, no lo es tanto en las occidentales, por lo que secortan entre los valores 10 y 100 de la extensión media corres­pondiente a cada propietario; comenzando la de las orientalespor número proporcional mucho más alto, s610 hay de cada 100un solo propietario de más de un kilómetro cuadrado.

Concepto de la colonización interior.

¿Cómo no sorprendernos todos estos hechos? ¿Cómo no cau­sar extrañeza que, por unidad de extensión, supere el valor delos productores en el grupo oriental, menos lluvioso, al grupooccidental? (Sólo en la producción de los terrenos incultos supe­ra éste a aquél.)

¿Cómo explicar estas diferencias? A causas climatológicas nopodrían atribuirse, pues, aunque no mucha, llevan ventaja plu­vial las provincias occidentales. Tampoco a causas geológicasy agrológicas respecto al suelo cultivado; en el grupo occiden-

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tal se desarrollan amplias y fecundas las cuencas tlu viales, cuyaextensión supera en mucho a las casi constantemente rápidasde la vertiente mediterránea, Considerado en conjunto, ofreceademás mayor porción de terreno culti vado o racionalmenteculti vable el grupo occidental.

Las causas de estas diferencias, seguramente tienen su entra­ña, como he indicado anteriormente, en razones de orden histó­rico y político a la vez; dos siglos más de reconquista y de em­presas bélicas, incompatibles con el tranquilo ritmo del cultivoy con la pacífica posesión de la tierra, y una nacionalidad atra­vesada ante la salida al mar de sus g-randes ríos (si grande puedellamarse algún río peninsular), bien pueden explicar y justificaresas diferencias, que hasta el presente se han mantenido por en­cima de la voluntad de los hombres.

Mas cualquiera que sea la causa, el hecho real existe, condaño notorio del interés nacional, al cual, evidentemente, con­viene que las posibilidades productoras de su suelo, tengan entodas partes sus más amplios tlorecimientos.

El proceso evolutivo del aproverhamicnt o de aquél, que co­mienza con la caza del animal sal vaje , prosigue con la crianzadel animal doméstico, continúa con el incipiente cultivo de latierra, obligándola a producir granos y forrajes, se atreve mástarde a hendirIa para arraigar el árbol frutal, excava luego loscimientos ele la vivienda familiar y culmina, andando los tiern­pos, en los espléndidos desarrollos del moelerno arte de culti·var, proceso que hubo de contarse por milenios primero, y porsiglos después, a partir ele los albores de la prehistoria, lleva enel grupo occidental de provincias y en otras muchas de Españados siglos largos de retraso.

Mas ¿habremos de cruzarnos de brazos ante esa herenciahistórica como inexorable fatalidad? También nosotros tejemosla historia, utilizando como enseñanzas pretéritas, sin apasiona­mientos ni prejuicios, las posibilidades social y material de in'tensificar la evolución agraria, abreviando trámites; ya ese em­peño debe consagrar esta generación buena parte de sus activi·dades, ya que brinda ocasión el sobreprecio que hoy obtienenlos frutos exportables de la agricultura.

Quiero decir que siendo términos progresivos de la evolu­ción agrícola el cultivo de la tierra con relación al pastoreo, y

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el cultivo del árbol con relación al de plantas herbáceas, debernos procurar, con la acción unos, con la propaganda otros, quese aceleren esos trámites evolutivos.

Pero en alguno de estos trámites pueden no ser concordan­tes el interés individual y el interés colectivo, o decrecer la rela­ción entre el beneficio agrario l el esfuerzo productor cuando laproducción aumente. Es, además, hecho experimental que lapoblación crece más rápidamente que el bienestar proporciona­do por los aumentos de producción.

Si comparamos, en efecto, la población humana respec­tiva de uno y otro grupo con la producción agraria, veremoscómo en el oriental, el más intensamente productor, correspondecomo promedio 451 pesetas por habitante, en tanto que el occi­dental llega a ~99, a pesar de su menor producción global. Yaunque no se quiera dar a estas cifras valor probatorio definiti­vo, puesto que en ambos grupos hay población numerosa quevive de actividades distintas de la agraria, no podremos menosde reconocer que el progreso productor ha ocasionado un cre­cimiento demográfico inferior al incremento medio de la pro­ducción.

Es por lo demás hecho notorio, la existencia en el grupo occi­dental de fortunas territoriales que por su cuantía, y sobre todopor las extensiones superficiales que suponen, no tienen equivalencia en el otro grupo; y aunque aquellas grandes fortunassean correlativas de muchos infortunios individuales y aun co­lecti vos, éstos, acallados hasta ahora, aunque ya con estridencías de protesta, han consentido que se mantengan y perdurenestacionamientos de la evolución agraria, incompatibles cadadía más con la conveniencia nacional.

* .. *Resulta en definitiva, estadísticamente probado, que hay un

numeroso grupo de provincias peninsulares, formado por las deCastilla la Nueva, con algunas de la Vieja y del reino de León,Extremadura y Andalucía bética, en las que no sólo parte de latierra inculta, sino buena proporción de la cultivada, es suscep­tible de mayores beneficios agrarios, más intensa difusión socialde productos y más amplia acogida de los humildes en el repar­to y posesión de la tierra.

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Esta evolución cuantitativa desde las características agra­rias y agrosocialcs de dichas provincias, o, por lo menos, de lasporciones de ellas cuyas características están individualmentepor debajo de las cifras que representan el correspondiente pro­medio, cuando no la realiza espontáneamente el interés indivi­dual por sí solo, sino la actividad del conjunto social, según losdiversos modos que tiene de manifestarse y actuar, constituye10 que llamamos colonieacián interior, que no tiene otra seme­janza con la colonización exterior o de conquista bélica, que lade ser también de conquista económica, siempre pacífica, denuestro propio territorio.

~Ias cabe preg-untar antes: ¿No ha de ser suficiente el interésindividual para llevarla a cabo? ¿Xo debería limitarse en todocaso la intervención social a apartar los obstáculos de orden ju­rídico o económico que pudieran interponerse en esa evolucióncolonizadora?

No; no siempre es suficiente el interés individual, porque aveces es indiferente la mejora para dicho interés, y sólo al so­cial incumbe. Pero conviene precisar antes, el significado de laterminología agraria de que se ha de hacer uso.

Por producto bruto o intcuro de una tierra entenderemos,como siempre, el valor de los esquilmos que normalmente ofre­ce en cada año. Beneficio líquido, o simplemente beneficio, es ladiferencia entre el valor de dichos esquilmos y el de los antici­pos de todas clases que se hicieron para obtenerlos, anticiposque se agrupan bajo la denominación general de gastos de culti­VD. Por rendimiento se entenderá la relación entre el beneficioy los referidos gastos. Aumenta, pues, el beneficio cuando creceel valor de los productos o decrecen los gastos del cultivo. Au­menta el rendimiento, del mismo modo, cuando aumenta el be­neficio con gastos iguales o cuando disminuyen los gastos conbeneficios iguales.

Cuando, intensificando el cultivo, crecen los gastos, crecetambién el valor del producto bruto, pero menos rápidamenteque aquéllos, lo cual pone un límite al beneficio, creciente alprincipio de la intensificación y estacionario luego, para decre­cer y aun anularse en cierto límite, que lo será de la intensifica­ción; el rendimiento decrecerá también, para ser nulo, cuando10 sea el beneficio.

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Del beneficio forma siempre parte, :r parte importante, larenta de la tierra, o sea la parte que del beneficio se detrae opodría detraer quien cultiva por su cuenta, para remunerar elderecho dominical; y como la renta no crece con los gastos decultivo, pues es valor que se relaciona principalmente con el deventa del terreno, interesa al cultivador forzar aquellos gastoshasta el límite en que el beneficio comienza a decrecer.

Admitida esta terminología, cabe afirmar que el interés in­dividual está adscrito a los altos rendimientos,' el social, a lasaltas producciones íntegras, y el individual y el social de consu­no, a los altos beneficios líquidos.

Cuanto más intenso el cultivo y más alta. por tanto, la pro­ducción íntegra. más extensa y copiosa la difusión social delvalor de ésta, independientemente del beneficio que le huya que'dado al propietario; y como son factores de la intensificacióndel cultivo la parcelación de la tierra y la subdivisión del dorni­nio, no sólo hay con aquélla difusión social del producto, sinodifusión también del beneficio y del propio instrumento naturalde la producción: la posesión de la tierra.

Por lo mismo que la producción íntegra crece menos rápida­mente que los gastos de cultivo, también decrece menos rápida­mente, pudiendo llegar a ser nulos sin que deje la tierra de pro­ducir algo, la vegetación espontánea. Por eso, el rendimiento,que es, como se ha visto, una relación, un cociente, y no unadiferencia, alcanza sus mayores valores cuando son insignifi­cantes o nulos los gastos de cultivo; .Y como son éstos los queseñalan el coeficiente de difusión social, habrá de reconocersecomo consecuencia, que esta difusión es nula cuando aquéllosson nulos. Sólo queda adscrito a estos altos rendimientos el in­terés indi vidual.

Pero así como los altos rendimientos están reñidos con losgastos de cultivo y consiguiente difusión social, con los altosbeneticios salen favorecidos a la vez ambos intereses: el indivi­dual, porque corresponde al cultivador; el social, porque el Ya­

lar que se detrae del producto íntegro para el pago de los anti­cipos de cultivo es valor que se difunde socialmente. Los altosbeneficios sólo se obtienen mediante intensificación del cultivo,con los copiosos gastos que supone.

Las tierras de menor producto íntegro, que son, en general,

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las incultas, como no tienen gastos de cultivo, o son éstos insig­niticantes, dan alto beneficio relativo, g-ran rendimiento, aunquemucho menor beneficio absoluto.

Si dos tierras de igual extensión, culti vada la una y la otrainculta, ofrecen como saldo entre productos y g-astos igualoparecido beneficio absoluto, es evidente que el rendimiento,beneficio relativo, ha de ser mayor en la tierra inculta que enla cultivada, y por él optará el interés individual; en la tierracultivada será mayor el producto íntegro, y a él quedará ads­crito el interés social.

Se aprecia, pues, un punto peligroso al comparar los valoresde la producción agrícola con la ganadera, en el trámite evolu­tivo en que parecen en pugna, y a veces realmente 10 están, elinterés privado y el interés social, por ser 10mismo para el due­ño de la tierra, beneficiario de todos los frutos posibles de ésta,bien el aprovechamiento de los pastos por quien le paga su va­lar, bien el culti va de la tierra por quien le pague la renta.

Interés individual e interés social.

Conviene aclarar con un ejemplo este concepto de economíaag-raria, que constituye la razón de ser de la obra colonizadoracomo función social.

Es sabido que no todas las tierras son apropiadas para elcultivo; pero, en cambio, casi todas, aun las más estériles, pro­ducen algunas hierbas, que si son accesibles al diente del gana­do, pueden alimentar a éste en régimen de pastoreo. Tanto másabundantes las hierbas cuanto más fértil el terreno, puede SC}

esa abundancia signo de relativa fertilidad, que permita apre­ciar cuantitati vamente las posibilidades de culti YO. Así estable­ció el Conde de Gasparín, aunque siempre con la vaguedad deesta clase de apreciaciones, que cuando un terreno inculto yllano produce pastos que puedan alimentar por sí solos duranteel año una cabeza de ganado lanar por hectárea, cabe pensaren el aprovechamiento agrícola mediante el cultivo.

Tengo para mí que Caín, el hijo malo de nuestros primerospadres, no queriendo tener en cuenta este límite de la rotura­ción, debió cultivar indebidamente pastizales muy pobres. Lasdisplicencias celestes, causantes de celos que le llevaron hastael fratricidio, se debían, sin duda, no a su excelsa condición de

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agricultor, más trabajosa y más laudable que la de pastor, sinoa la de mal agricultor, que ya no es excelsa. ¡:-\o me resigno aque Iigure a la cabeza del árbol genealógico de la noble estirpeagricultora tan execrado criminal! ...

vlas dejando a un lado esto, con viene aceptar, sin discutirlo,un límite que bien puede ser el señalado por Gasparín, aunque)0 mismo da ese límite que cualquiera otro. Alguno ha de haber,bien que fundado en más complejas consideraciones,

Intentemos según esto establecer, sin la menor presunciónde exactitud agrícola y buscando solamente conceptos relati­vos, el balance de productos, gastos, beneficios, rendimientosy rentas de un terreno de ese tipo límite, suficiente para man­tener durante el año una oveja con su cría por cada hectáreade extensión superficial, según que se destine al aprovecha­miento de pastos o al cultivo cereal. Bien entendido que se tratasólo de un ejemplo sin pretensiones de exactitud ni otro fin queel poner de manifiesto valores relativos. Con el artiticio numé­rico se pretende sólo destacar vigorosamente el hecho de eco­nomía agraria que da la clave para las direcciones de la obracolonizadora.

He aquí dos esquemas de balances referidos a dos lotes igua­les ele lOO hectáreas de extensión cada uno, aprovechando unocomo pastizal capaz de alimentar una oveja por hectárea; des­tinando el otro al cultivo cereal de año y vez.

A. - Pastizal: Cuenta ganadera', por ai1",. Pesetas.

Productos: Importe probable de 1"5 corde ros , lana. queso y UVC"

jas de desecho, redilco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • .. .¡, -1:25G<1slos: Jornales .Y di versos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l. 7~,':)

Interés y prima de seguro del capital pecuario .. , . . . . J,'"JO

Bencticio prorrateable entre el ganadero y el propietario delsuelo .

Prorratco del beneficio: Al ganadero, el 8 por I(JO del capital pe­cunrio y el 1:2 pUl' 100de los anticipos ...•..................

Al propietario de la tierra corno renta e importe de los pastos ...

2.3:20

6:,21.668

TOTAL !C;UAL........................... 2.3:20

El rcn dinticnto, según se considere el conjunto del beneficioo sólo la parte del ganadero, sera o bien 2::20>< 100: 2.1Cr) = 110

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por 1m, o hien (¡c):.? x 11)(1 ; 1.:!!O 31 por 100. Pero el hecho eco­nómico que quiero poner de manifiesto es el siguiente:

/Jm,jio'os iu dn-iduatr«: El ganadero, arriesgando sólo en elaño :.?llr) pesetas, se encuentra al cabo de ('ste con el capitalinicial intacto (ha pagado la prima de seguro) con idéntica mo­vilidad y ha obtenido un rendimiento de conjunto LIe casi el9 por lOO del capital comprometido.

lJl'Jlcjicio$ sociales: Se han incorporado al acervo colectivoproductos útiles por valor de 4042;') pesetas y se ha dado empleodurante el año a las actividades físicas de un obrero y a otro másdurante cien días.

Veamos ahora cómo se realizan estos hechos económicos enel caso del culti vo:

Suponemos que el aprovechamiento es exclusivamente ce·realista, y sin más ganado que el de labor. Modesta la produc­ción, se supone de sólo cinco quintales métricos por hectárea enlas 4:2 que se destinan a trigo; las otras ocho de la hoja anual, ala producción de piensos, que no se venden.

B.- Cultivo. Pesetas.

Pro.inct os: Importe del granu producido y vendido, de los pas-t..s del rastrojo, y los del barbecho......................... 10.6:2,")

Gas/os: \Iano de obra permanente y acciden-tal y diversos.,......................... 2 ..690

Siega y trilla. . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . .. 2.250

Beneficio distribuido entre el arrendador y el arrendatario .....

Interés, amortización y seguros del ganado de labor,de los aperos y de los edificios .... , ..... " 2.000

Interés anual de los gastos del cultivo...... 200

.t.9-W

2.2007.1-10

.........~_ .•". __.-3.-185

Prorrateo dI! beneficios: Al arrcndatario. como beneficio de em­presn y por anal ogia con el ganadero, el 8 por lOO del totalimporte de los gastos de cultivo " '" . " , .

En estos gastos va incluida también su remuneración, biencomo trabajador manual, bien como gestor del cultivo.

Al propietario [nrrcn.iador), por el interés, seguros, amortiza­ción y reparaciones de los edificios de labor, que habrá debidoconstruir en la finca roturada. . . . . . . . . . .. 1.2[10

Al mismo, en conce-pto de renta de la tierra... . . . . . .. 1.66;)

TOTAL BI{NEFIClO .•••..•••••••••••••••••

570

2.915

3..t85

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Destácanse del precedente balance los siguientes hechos:Iklll/it'ill,":' iu.iirntn atr». en arrendatario que arriesga de

antemano 1111 ((l/Jillll que puede evaluarse en ~O.OC~I pesetas, in,vertido en la compra de ganado de labor y aperos, y del cual seha de reintegrar en varios años, reteniendo en cada uno 2,000pesetas; que anticipa también, como capital circulante, más de7.000, recuperables en cada año, con sus intereses, y que, a másdel empleo de sus actividades manuales en algún caso, y siern­

pre de sus actividades gestoras, obtiene como beneficio el 8 por100 del capital anticipado.

Un propietario, arrendador, que ha debido construir edificiosque pueden valorarse en 30.000 pesetas, para poder hacer culti­

vable su finca, que obtiene como participación en los beneficiosel interés .Y amortización de ese capital, y además COl11u rentade la tierra las mismas 1.665 pesetas que le produciría el loteinculto.

Beneficios sociales: Aumento del acervo colectivo en produc­tos cuyo valor es de 10.625 pesetas; empleo durante el año delas actividades de dos hombres, por lo menos, .Y de muchas másen las épocas de siega .Y trilla.

Comparemos numéricamente ambos tipos de beneficios:

,\ pr ovechamiento Aprovec 11" mientopecuur io. H~ricoln.

Be neticios indirid /1ales:

Del ganadero o del arrendatario "',Del arrendador, propietario: tierra '

Xlejoras .

Beneticios sociales:

Valor de los I?l"oductos que acrecen elhaber colectivo ....................•

Valor de las actividades físicas empleadas , .

632t .668

4.425

1.735

Dí6I . (¡Ü-J

1. 2;)0

10 6::5

4.9.fO

Insisto en que no se tomen ninguna ele estas cifras como re­presentativas ele realidades; cualesquiera otras que pudieranponerse acusarían del mismo modo los hechos económicos quehe querido poner de relieve. Podrían, es cierto, colocar el lími­

te de fertilidad del pastizal cultivable o el beneficio del cultiva-

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do. en extensión mayor o menor que la supuesta, pero ello noafecta al hecho de la diferenciación entre el interés individual yel social, ya la existencia de un punto en que, siendo indiferen­te al individual cultivar o no, conviene al social la implantacióndel cultivo. En el punto de la evolución ag-rícola que hace posi­ble económicamente. la roturación de un pastizal. los benefi­cios del cultivo, comparados con los del pastoreo, grandes parael interés social, son escasos, nulos y aun negativos para el in­terés individual. El ganadero que se convierta en colono agríocola para obtener un beneficio por su trabajo gestor o de em­presa, casi igual al que obtuvo como ganadero, ha de poner encirculación un capital que supera en mucho al que necesitarapara aquella otra explotación, con la ventaja para ésta de queel ganado de renta no impone, como el de trabajo, detracciónanual alguna en concepto de amortización; al cabo del año rea­parece íntegro en el producto y en manos de su dueño, que loes también de darle otra inversión.

Con el propietario del suelo ocurre algo parecido; para perocibir de la tierra cultivada renta próximamente igual a la que lediera la inculta. ha tenido que mejorarla con edificaciones cos­tosas, que no serían necesarias o, de serlo, habrían de costarmuy poco en la explotación puramente pastoril.

En cambio, el interés social triplica sus beneficios con la ro­turación. Mas como no es el interés social el que la impulsa,sino el individual, ha de reconocerse que este primer trámite dela evolución, desde 10 inculto a lo cultivado, es a manera depunto muerto de la mecánica. punto que la presión social ha devencer en este caso, imponiéndose al individuo. Este, razonan­dolo o no con números, detiene su acción innovadora en el pun­to muerto, y a esto es debido, en mi concepto, el retraso de laagricultura centro peninsular, la de las dehesas y pastizalesroturables económicamente, pero que no se roturarán mientrasla presión social no ejerza el impulso vencedor del punto muer­too Vencido que sea, a poco que camine la evolución agraria,reaparece el interés individual, concordante ya en lo sucesivocon 10 social. Basta, en efecto, que se logre forzar .un poco laproducción en el ejemplo precedente para que casi todo el su­perproducto pase al beneficio, pues los límites de que antes sehabló están todavía muy lejos de estos cultivos incipientes.

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Consideraciones análogas a las que nos han dado a conocerla existencia del punto muerto en la transformación de terrenosincultos en terrenos cultivados, nos revelarían las de otros pun­tos muertos en todas las transformaciones que exigen algún sa­crificio extraordinario, amortizable a largo plazo, tales comoplantaciones de viñedo o arbolado en las tierras de pan llevar,reconstitución de viñedos filoxerados y, sobre todo, transforma­ción de los secanos en regadíos. A este punto muerto es debidoel espectáculo de los grandes embalses, construidos mediante elempleo de cuantiosas sumas por la Administración pública, cu­yos canales de distribución corren infecundos, año tras año, porentre predios incultos o de atrasada evolución agraria.

Unese a estos efectos retardatarios el que pudiéramos llamarde masa; el propietario de grandes extensiones de terrenos in­cultos, aunque perciba poca renta por cada hectárea, la percibede muchísimas hectáreas; goza, pues. de considerable renta, yel costo de las mejoras, mediante sacrificios que habrían de im­ponerse para la roturación. es de gran entidad. En cambio. alpropietario de fincas incultas pequeñas convendrá siempre acre­cer sus escasas rentas aceptando de buen grado esos sacri­ficios.

Todo 10 cual explica la existencia de grandes fincas incul­tas que bien podrían cultivarse. por lo menos parcialmente, yde parcelas relativamente pequeñas, cultivadas, sí, pero escasa­mente superado el punto muerto de la evolución, que inspiran aalgunos, de espaldas en este caso el interés social, la idea deque no han debido roturarse y de que deben volver al estadoinculto para los efectos de repoblaciones forestales, fuera delalcance ya de los cultivadores humildes.

Incumbencia de la colonización como función social.

Admitido, pues, que a la presión social corresponde vencerlos que he llamado puntos muertos de la evolución agraria,conviene estudiar cómo puede ejercerse de modo consciente, aqué representación del interés colectivo cabe confiarla, y aun sihabrán de crearse órganos adecuados que la especialicen.

Evidentemente, la más alta y eficaz representación del inte­rés social la lleva el Estado, y el Estado es, en efecto, hastaahora la única entidad que en nombre de esa representación ha

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emprendido obra colonizadora; bien entendido que si se admi­te también el concepto de colonización para el proceso intensi­ficador de la actividad productora del suelo, es porque éste nosería posible sin acumular en el suelo colonizable repetidas yfecundas intervenciones humanas.

Además, cualesquiera otras entidades sociales que represen­taran parcialmente a la colectividad, no podrían moverse exclu­sivamente por el estimulo del interés social; habrían de prose­guir el proceso transformador. del cultivo hasta la superaciónevidente del punto muerto que asegurara recompensa a los es­fuerzos de cooperación individual.

De los tres aspectos de transformación: terreno inculto enterreno cultivadotde cereales, terreno inculto o cultivado de ce­reales en terreno arbolado y terreno de secano de uno U otrotipo en terreno de regadío, en el primero apenas podrá vencer­se en muchos casos el punto muerto, en tanto que en los otrosdos es segura la superación, y muy acentuada la convenienciaindividual. Por eso ha de corresponder de modo especial al Es­tado, mediante órganos adecuados técnico administrativos idó­neos, el primer aspecto de la transformación; los otros dos bienpueden confiarse a entidades libres, de carácter económico,financiando, como ha dado en decirse, la empresa colonizado­ra a cambio del seguro provecho.

Ley sobre colonización y repoblación interior de 1907.

No se ha desentendido nuestro Estado durante los últimosveinte años de esa función político-colonizadora, bien que nosiempre haya sido el acierto corona de la buena intención.

El primer intento, dejando a un lado el de las leyes de pro­tección a las edificaciones rurales y a la vida campesina de 1868,(intento que, sin llegar a influir en el fomento de dicha población,se atrajo la enemiga de los Municipios, por las exenciones delimpuesto de consumos que suponían), está en la ley de 30 deagosto de 1907, inspirada en el prejuicio, muy en boga por aque­llas fechas, de que la inferioridad de nuestra producción agrariase debía en g-ran parte a las inmensas extensiones de terrenosincultos, que eran como un baldón de nuestra agricultura.

«Su objeto (el de la ley) es arraigar en la nación a las famí­lias desprovistas de trabajo o de capital, para subvenir a las ne-

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cesidades de la vida, disminuir la emigración, poblar el campoy cultivar terrenos incultos o deficientemente explotados.»

cEI procedimiento se inicia repartiendo, con preferencia en­tre las familias labradoras pobres y aptas para el trabajo agrí­colo, la propiedad de los terrenos y montes públicos incultos... »

.¿Cómo dudar que esta amplia y generosa visión del problemareconocía por musa inspiradora la creencia en la posibilidadtécnica de poner en cultivo los terrenos incultos y que esto se­ría suficiente para <arraígar en la nación a las familias despro­vistas de trabajo», a todas o la mayor parte de las que padecentan mísera condición; poblar el campo, todo o en su mayor parteel campo español; disminuir la emígracíónr.r.

Pero el legislador no fiaba gran cosa en estos rosicleres, ydando a la ley sólo carácter de ensayo, redujo por el momentoel área colonizable a los montes públicos que dependen del Mi­nisterio de Hacienda, como si éstos valieran maldita la cosa enplan de colonización por el cultivo agrario. Los montes enaje­nables, en una palabra.

Sobre esto conviene hacer un poco de historia. Las leyesdesamortizadoras pusieron en manos de particulares, y bajo eldominio de éstos. los bienes llamados de manos muertas porsu estancamiento dominical en las que entonces los poseían.Los procedimientos de venta, confiados y alegres, ciertamentefomentaron la riqueza particular, pero sin gran ventaja para elTesoro ni para el interés público, pudiendo apreciarse cuán rá­pidamente desaparecía la riqueza forestal. Por eso, la Adminís­tracíon pública, aunque algo tardíamente, velando por la conservacíon de 10 que restaba de esa riqueza, detuvo el procesodesamortizador en los terrenos todavía poblados de bosque queconsideró precisos para regular el caudal de las cuencas fluvia­les en sus respectivas cabeceras; montes todos estos cuya admi·nistración confió al Ministerio de Fomento, aunque fueran pro­piedad de Municipios o Corporaciones. Sólo quedaron comoenajenables aquellos otros montes que no se consideraron apro­piados para las instauraciones o restauraciones forestales, mon­tes cuya venta y administración, en tanto se enajenaban, fuéconfiada al Ministerio de Hacienda, que por esto venía ya desdemuchos años antes de la ley colonizadora deshaciéndose deellos por el orden que el público otorgaba a las adquisiciones.

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No es, pues, maravilla que los cultivables o con pastos de algu­na importancia, fueran pasando poco a poco a manos de parti­culares, y que sólo quedaran en poder de dicho Ministerio enaquella sazón los que nadie había querido todavía, y aun éstos,notablemente mermados en su parte cultivable por las llamadasroturaciones arbitrarias.

Este residuo de residuos es lo que la ley de agosto de 190ientregó, para que fuera colonizado, auna Junta magna y autó­noma, que se llamó de Colonización y Repoblación Interior, pre­sidida necesariamente por un ex Ministro de la Corona y uoca­lieada (permitidme la palabra) por Senadores, Diputados, Di­rectores generales .. y técnicos de la agronomía y de la cienciaforestal; ni más ni menos que para un tesoro cuya administra­ción y reparto exigiera tan altas y sólidas solvencias.

Pero no sólo terrenos quiso la ley conceder a los desheredados de la tierra y de la fortuna, sino auxilios en metálico, en es­pecie y en protección tutelar durante los primeros años de des­envolvimiento colonizador. A cambio de esto, se imponía a loscolonos condiciones restrictivas, entre las cuales deben señalarse: la limitación del lote a la extensión capaz de producir el sus­tento de una familia agricultora y absorber todo el trabajo deésta; indivisibilidad del mismo; obligación de hacer instaurarbosque en una parte de cada lote; prohibición de gravado conhipotecas, y sometimiento obligatorio a una Asociación coope­rativa de producción, consumo y asistencia, formada por todoslos adjudicatarios de cada colonia.

Si restrictiva estuvo la ley, aun lo estuvieron más los dosreglamentos sucesivos que la desarrollaran. Cierto que se ofre­ció, cumpliéndolo generosamente, una vivienda para cada colo­no, capaz para su familia obrera, ganado y aperos, que tambiénse les dieron; pero la imposición de que estuviera precisamentedentro del respectivo lote, contrariando la vida social de loscolonos, hizo y sigue haciendo difícil el arraigo de las familiasagricultoras en esos lotes de montes roturables y trabajosísima­mente roturados, cuyos beneficios en muchos de ellos estántodavía, por su naturaleza, en el susodicho punto muerto de laevolución, o más acá de él.

No hay para qué decir cuán laboriosa ha' sido la obra coloni·zadora bajo estos preceptos, y cuán lánguidamente desenvuelta

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desde 1908 a 192-l, sin que los esfuerzos de la Junta lograran in­fluir en la medida deseable sobre la economía nacional. Ni aunencontraron eco eficaz en el Poder público las repetidas deman­das para que la obra, pudiendo salir de los montes enajenablesdel Estado, aprovechados ya todos en 10 poco que tenían deaprovechable, alcanzase a terrenos de particulares que, me­diante expropiaciones autorizadas, pudieran partirse en lotes;con edificaciones y otros auxilios, según los casos, o sin ellos.

Lo único que logró del Gobierno, desdeñoso con la Juntacada vez más, a pesar de su Presidente ex ministro, fué incorpo­rar a la ley el principio de que amortizaran a largo plazo loscolonos los gastos que a favor de cada uno se hubieran hecho,quedando a gasto perdido cuanto hubieran importado los generales y los comunes de cada colonia. Evidente era por demásque, aun dentro de la modestia en que se desenvolvía la obra,llegaría a pesar demasiado en el presupuesto nacional; y que dehaberse logrado autorización para expropiaciones de fincasparticulares, la carga del presupuesto hubiera podido alcanzarproporciones semejantes y aun superiores a las de un extensoplan de obras públicas.

Vivió prácticamente esta legislación, como queda dicho,desde 1908 hasta 1924, y su obra se ha traducido en 18 gruposcoloniales, distribuidos por diferentes puntos de la Península, ycuya extensión conjunta es de unas 11.000 hectáreas, 5.000 cul­tivadas, y destinado el resto a propiedad común y restauraciónforestal, distribuídas en 1.670 lotes, que se fueron adjudicando aotras tantas familias. La extensión de cada lote oscila entre 15hectáreas los mayores y una y media los menores, pero varíapoco dentro de cada colonia. Se han invertido algo más de 13millones de pesetas; de ellos, cinco y medio reintegrables, y elresto, a fondo perdido Reintegrado ya o disponible para ínme­diato reintegro, hay poco más de un millón de pesetas. El pro­medio de coste del lote familiar, unas 4.500.

La mala calidad de los terrenos en que hubieron de fundarselas colonias, el alejamiento de los núcleos urbanos, que ellas niaun modestamente podían remedar, y las restricciones a que sesometió la posesión de los lotes, han hecho necesaria continuatutela por parte de la Junta. Parece que se trata ahora de liqui­dar algunas colonias, por juzgarlas en total fracaso; pero lo

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cierto es que, dispuestos los lotes de aquéllas según las condi·cienes que hace veinte años eran suficientes para mantener unafamilia rural absorbiendo todo el trabajo de ésta, han variadoaquéllas hoy notablemente, por el aumento del coste de la viday el precio de los salarios, sin el correlativo del valor de losesquilmos del suelo; lo cual es causa de que hoy sean insuficien·tes en algunos grupos coloniales los rendimientos de cada lotepara retener en ellos a los respectivos adjudicatarios. Pero estobien puede tener Otro remedio que la liquidación ab irato de lacolonia luego de los gastos que haya ocasionado, siempre cuan­tiosos en relación con la humildad de los colonos que pecharon,tellos sabrán por qué lastimosas presiones del medio social enque vivían', con la heroica tarea de convertir pedruscales enterrenos cultivados.

De casi todas las colonias nacidas de esta legislación de 1907puede decirse que, instauradas en terrenos cuyas posibilidadesagrarias están no ya en el punto muerto de la evolución, sinopor debajo de él, necesitan la tutela del Estado. ¿Por qué no se­guir dispensándosela a esas 1.670 familias, cuando tantas otrastutelas, igualmente justificables, por lo menos. gravitan sobrelas robustas espaldas de nuestro Tesoro público?

La referida ley de 1907 no podía, ciertamente, dar de sí otrosfrutos; no tos dará en tanto logre ampliar su acción coloniza­dora a fincas de particulares adquiridas por la Junta. Ni habíamás terrenos colonizabIes entre los montes públicos que puedenenajenarse, ni el método de colonización consiente mucho másamplios desenvolvimientos.

Acción Social Agraria. Decreto-ley de octubre de 1926.

Lo que no pudo o no quiso realizar la Administración en ré­gimen constitucional lo hizo desenfadadamente en régimen dedictadura. Este trajo, como sabemos. a sus colaboraciones, ac­tividades y hombres hasta entonces desconocidos, y no siemprede completa solvencia técnica. Advinieron, pues, también nuevas personas a los servicios oficiales de colonización. siemprebien dotados de personal consultivo. Fruto de la fiebre innova­dora general fué el Real decreto de 26 de julio de 1926, que ins­tauró una Dirección general más, la de Acción Social Agraria,v su correspondiente Junta consultiva, como nuevas ramas de la

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ya entonces frondosa burocracia del Xlinisterio de Trabajo. Seinició con ella un nuevo régimen colonizador, complicado ahoracon la administración de los Pósitos; régimen que hubo de tenersu estatuto en el Real decreto de dicho .\Iinisterio de 7 de enerode 1927, en el cual se declaran para colonizar, a más de losmontes públicos enajenables, las fincas de propiedad particularque, enclavadas en las zonas de riego, no se rieguen en los tér­minos y plazos fijados en otro Real decreto de Fomento (7 deoctubre de 1926); las fincas adjudicadas a los Pósitos, cuando nose crea preferible sacarlas a pública subasta; las lagunas, ma­rismas y terrenos pantanosos susceptibles de saneamiento, yasean del Estado, de Corporaciones o de particulares.

Debe sobrentenderse que el régimen de colonización de esosterrenos será el de la ley de 1907, puesto que nada en contrariose dice, pero no hay noticia de que se haya instaurado coloniaalguna en los de esas procedencias.

La novedad de esa disposición dictatorial es que (art. 30) laDirección Social Agraria, mediante la autorización y asesora­mientos que se indican, y que, desde luego, parecen indispensa­bles, cpodrá adquirir fincas de propiedad particular que volun­tariamente deseen enajenar sus dueños, para destinarlas almismo fin colonizador» ...

«Estas tincas (art. 31), parceladas para los fines del artícu­lo 28, se enajenarán a favor de pequeños arrendatarios o colonos, mediante precio pagado a largos plazos y con abono depresente del 20 por 100 de la venta."

El artículo 28 aludido dice así: «Se facilitará la creación delmayor número posible de pequeños propietarios: bien parcelan­do terrenos para adjudicar lotes a los agricultores de poco oningún patrimonio que hayan de cultivarlos por sí, o Ja dandoacceso a la propiedad de las tierras que laboran a los arrenda­tarios de ellas».

En definítfva, sin abandonar del todo el régimen de 1907, osea formación de colonias colecti vas sometidas a régimen decooperación y tutela, se instaura el llamado de parcelacionesmediante reparto entre muchos cultivadores, en lotes absoluta­mente independientes, de las grandes fincas adquiriJas en librecontratación de quienes se avengan a enajenarlas, y por el

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precio estipulado entre el propietario y la Dirección general deAcción Social Agraria.

Bajo este régimen, más expedito que el de 1907, y menoscostoso por lote y por unidad de extensión, se han parcelado,hasta 1929, 27 fincas, con extensión total de 21.;)00 hectáreas,adquiridas en doce y medio millones de pesetas, formándosecon ellas 4.200 lotes. De dicha cantidad. ha sido entregada yaen el acto de la adjudicación, por los beneficiarios de ella, másde dos millones, debiendo amortizarse totalmente el resto. An­ticipó, pues, el Tesoro por cada lote 2.460 pesetas, sin contar lacantidad amortizada en el acto, y sin que a ese desembolsoacompañe auxilio ni subvención alguna.

Mas este régimen es sólo parcialmente colonizador, porquese reduce casi exclusivamente a adjudicar en plena propiedaddespués de parceladas dominicalmente, tincas grandes ya paree­ladas físicamente y puestas en cultivo, que se cultivarán, evi·dentemente mejor en adelante, por el solo hecho de convertiren propietarios a los que hasta entonces eran sólo colonos;Pero, en general, se ha hecho muy poco o nada en terrenos in­cultos para ponerlos en culti va.

Caja para el fomento de la pequeña propiedad.

La reacción en las esferas oficiales, y aun en las de la inte­lectualidad agronómica, contra la roturación de terrenos incul·tos como sistema de colonización, por más caro y más expuestoa fracasos, dio paso a este sistema de parcelaciones, más ruido­so y más seguro en sus éxitos; tan ruidoso a veces, que llegó aalarmar al Ministro de Hacienda, temeroso de que por el agu­jero de las parcelaciones se escurriera el tambaleante y discutí­do superdoi: del presupuesto; que no era el Dictador para sentirreparos de orden económico, cuando se trataba de dar vida alos vastos planes que lograban sugerirle sus no siempre acerta­dos colaboradores ocasionales. Hombre, por otra parte, de ta­lento y de ingenio, el Ministro de Hacienda, ideó una maneraeficaz de poner coto a los posibles despilfarros, que ciertamentehasta entonces no hubiera sido justo calificar de tales, creandola que llamó «Caja para el fomento de la pequeña propiedad»,tanto rústica como urbana, y adscribiendo desde luego a esta

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Caja el mecanismo económico de las "Parcelaciones- y el de lasllamadas «Casas baratas».

y como esta Caja es la que ha de proveer a las futuras colo'nizaciones, aunque no tengo noticia de que en ellas se haya in­vertido todavía fondo alguno, conviene esbozarla aquí ligerísi·mamente.

El Real decreto-ley de 4 de agosto de 1928 crea como orga­nismo autónomo, adscrito al Banco Hipotecario, cuya reformaestatutaria es el motivo principal de tan importante disposición,una Caja especial, «que tendrá por objeto exclusivo el serviciode anticipos y auxilios financieros, hasta ahora encomendadosal Estado por la legislación de Casas baratas ... , y para la deacción social agraria».

Tiene esta Caja personalidad propia y capacidad jurídica,especialmente para emitir y negociar bonos y obligaciones acorto o largo plazo; para prestar sobre inmuebles, efectos pú­blicos, cédulas hipotecarias, etc., y de modo especial sobre losvalores que haya emitido; para comprar' y vender los efectosindicados; para abrir cuentas corrientes; para organizar unaCaja de ahorros, y para aceptar donati vos, legados, herencias,subvenciones, etc.

El Estado cede a esta Caja:Los títulos representativos de toda Deuda pública creada

por la ley de Casas baratas que no hubieran sido puestos toda­vía en circulación; los créditos y derechos que, como consecuen­cia de los préstamos, ventas condicionales y auxilios otorgadosa Acción Social Agraria y Casas baratas, posea el Estado en lafecha en que se declare constituida la Caja; una cantidad anualequivalente a los impuestos que pague el Banco Hipotecariopor la emisión y cancelación de las Cédulas hipotecarias corres­pondientes a la parte de préstamos especiales que tiene a sucargo; una subvención anual, cuyo importe se cifrará teniendoen cuenta las obligaciones no relativas a la concesión de prés­tamos de que provisionalmente se haya hecho cargo la Cajadurante el afta de que se "trate, y a los cuales no pueda atenderaquélla con las reservas afectas a tos mismos; el producto ínte­gro de la participación del Estado en los beneficios del BancoHipotecario, y el anticipo para el servicio de Tesorería que de­berá dicho Banco poner a la disposición del Estado.

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Este garantizará, además, con su aval las cuentas corrientese imposiciones de ahorro que admita la Caja, siempre que lasuma de unas y otras no exceda de 5C millones de pesetas.

Las obligaciones de la Caja son: hacer préstamos para laadquisición de solares y construcción de viviendas, con arregloa la legislación de Casas baratas; para la adquisición de fincasrústicas destinadas a la parcelación, y para completar o conser­var pequeños patrimonios, siempre limitados hasta el importede las reservas de la Caja. Llegado a este limite, si existiesenen expectativa o concedidos por el Ministro de Trabajo nuevospréstamos, el Gobierno acordará la creación de Deuda públicaen la cantidad necesaria, cuyos títulos entregará a la Caja.

* * 1/1

Perspectivas de la colonización.

En este punto se encuentra la acción colonizadora oficial.Indiscutiblemente bien intencionada, peca algún tanto de tarta­rinesca por la desproporción evidente entre los fines y los me­dios que se ponen en juego. Para transformar sobre grandesextensiones las características agrarias propias del grupo deprovincias que vengo llamando occidental en otras que se ase­mejaran a las que dan su fisonomía económica al oriental, ha­bría que verter sobre aquéllas muchos millones de pesetas y dejornadas de trabajo humano, invertidos unos y otras en mejorasde primer establecimiento (como se dice en la terminología in­dustrial), con destino a la intensificación del cultivo; medios quesuperan evidentemente a las posibilidades del Tesoro público,por muy liberal que quisiera mostrarse; y también a las de lapoblación humana que actualmente pudiera rendir allí al camposus actividades productoras. Por más que ésta ya acudiría alcebo de las ventajas que pudieran ofrecérsele.

No cabe, pues, esperar por ahora fruto que transcienda demodo importante a nuestra economía agraria, ni de uno ni deotro procedimiento, colonización o parcelación, en tanto no des­plieguen mayor actividad; pero aun con la actual, deben man­tenerse: el primero, porque permite atender casos notorios decolonización posible, aun sobre propiedad privada, a condiciónde que deje por fin de buscar base en los montes públicos ena-

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jenables; y el segundo, porque podrá reparar inmediatamenteiujttsticias legales notorias, en el dominio de la tierra.

•• *Lo verdaderamente eficaz sería, sin duda, que el ahorro na

cional acudiera espontáneamente a la obra de uno u otro tipo,por la sola virtud económica del proceso colonizador.

La mayor pane de los españoles viven directamente de laagricultura; la agricultura nutre al acervo nacional de la mayormasa de sus bienes, incomparablemente mayor que la de cada

. una de las demás actividades nacionales. Pero los agricultores,unos con otros, son los españoles más pobres, porque son mu­chísimos los partícipes en tan voluminosa riqueza. De ahí quela mayor parte de ellos no sean agricultores por libre deter­minación de la voluntad, sino por tradiciones familiares, por­que de predios rústicos y de algún inmueble urbano estan casisiempre formados los patrimonios de esa clase social. Cuandoun padre agricultor puede dedicar a sus hijos a alguna otraactividad distinta de la agraria, a ella los dedica sin titubeos, aveces sin consulta de vocaciones.

Aun así, nunca pierde la tierra su inconmovible prestigio deestirpe casi divina. Ya dijo el inmortal Pedro Crespo:

«que no hubiera un capitánsi no hubiera un labrador.•

Cuando un agricultor consolida algún ahorro, a veces antesde consolidarlo, más que a invertirlo en mejorar la explotación,10destina a extender el dominio. A pesar de cuyos prestigios,no igualados por ninguna otra clase de propiedad, tienen muymala fama entre la gente de negocios los negocios agrarios.Los negocios industriales, los de minas, los mercantiles y hastalos ganaderos, tienen su corte de creyentes. En ellos se operarepetidas veces durante el afta sobre un mismo capital, incesan­temente renovado por el propio negocio y acrecido con el bene­ficio. En el agrícola, sólo una vez en el año se renueva el capi­tal circulante por el sometimiento irremediable a la periodicidad anual de las cosechas; cualquiera experiencia, cualquierarectificación exigen el año completo. Para aumentar las ganancías, como no es posible contraer el tiempo, habrá que dilatar

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el capital, bien intensificando el cultivo, bien extendiéndolo amayor superficie. Y dígase lo que se quiera, no son éstos, térmi­nos equívalentes para el aumento del beneficio, El tiempo esnuestro, pero el capital sólo a veces, y siempre con limita­ciones.

Los diversos negocios, en continua renovación del capital,suelen destruir brevemente los instrumentos materiales queutilizan. En el negocio agrario, dichos instrumentos, a lo menoslos fundamentales, no se desgastan, antes al contrario, me]o­ran con el acto productor, acreciendo cada vez sus posibílída­des productoras. Lo que en aquellos negocios es amortizaciónde valores instrumentales, es en el agrario supervaloración; di­videndos activos diferidos.

A pesar de esto, hay que reconocerlo, es dificil atraer el ca­pital hacía la tierra; si acudiera a ésta con diligencia compa­rable a la que le lleva hacia la industria, hacia la minería o ha­cia las actividades mercantiles, no habría que preocuparse dela colonización interior; se realízaría ésta como si dijéramosgravitatoriamente en el curso de una sola generación.

¿Mas no habrá manera de empujar el ahorro nacional haciala tierra? ¿No será. posible org-anizar la explotación de ésta a lamanera industrial?

Seria quizás suficiente para ello instaurar en esa forma elnegocio agrícola hoy en todas partes del tipo familiar, medianteestudios agronómicos previos, que serenamente, sin alegrías nipesimismos, puntualizaran los beneficios probables ni más nimenos que para cualquier otro negocio, solicitando hasta obte­nerlo el concurso del capital con responsabílídad limitada enforma de Sociedad anónima. Si la agricultura en general no en­riquece a los agricultores, es porque casi siempre rehuyen éstosel aumento del capital de explotación fijo o circulante, limitaciónque se refleja en los beneficios, y frecuentemente compromete eléxito por un solo revés atmosférico. Pero cuando la organiza­ción industrial lleve a la tierra todo el capital de explotaciónIndispensable, como si se tratara de verdaderas materias prí­mas, para crear al fin del año grandes volúmenes de frutos, nohay más razón para temer fracaso, siempre posible, que encualquier otro negocio.

Ya se ha dicho anteriormente que sólo en un punto del pro-

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ceso evolutivo de la explotación de la tierra son casi del mismovalor el interés individual y el social. Difícil de vencer estepunto muerto para el agricultor solo dueño de su tierra, cuandoel capital vivifica a ésta, supera con mucho ese punto; tanto máscuanto que las empresas que pudiéramos llamar agro-industria­les, preferentemente se ejercitarían en otras transformacionesagrarias: en la instauración de viñedos y arbolados de diversasespecies, y más aún en la transformación de los secanos en re­g-adíos con fines inmediatamente colonizadores o de colonizacion diferida. Y sin duda alguna, podrían ejercitarse tambiéncon fruto esas visitas de la industria al campo, en el propio cul­tivo cereal, combinándolo con explotaciones ganaderas y condiversidad de industrias rurales de primeras transformaciones.

Pero falta casi siempre uno de los instrumentos, la tierracultivable o cultivada, que permanece todavía, si no precisa­mente en manos muertas, en manos dormidas. Para que el ca­pital pudiera advenir a la tierra en la forma antedicha, sería in­dispensable otorgar a las correspondientes empresas y medíante sólidas garantías, el beneficio de la expropiación forzosa porcausa de utilidad pública, yel alivio o exención absoluta de im­puestos iniciales, ya que los beneficios no habrán de surgirhasta después de algunos años de cultivo verdaderamente re­munerador.

Muy conveniente sería que, a titulo de ensayo, la DirecciónSocial Agraria procurase instaurar o estimular directamentealguna organización agraria de tipo industrial, utilizando, porlo pronto, las grandes extensiones de terrenos regables y no re­gados por los grandes embalses que, tras costosos desembol­sos, está realizando la Administración pública, a la que falta enesa política que se.ha querido llamar solamente hidráulica, elque parecía obligado concurso de sus primeros beneficiarios.

•••No· he de negar 10 que ya públicamente he manifestado en

otras ocasiones; educado en el sentimiento del cultivo familiarde la tierra, a la que llamamos madre y como tal amamos, sientoinstintiva repugnancia por la industrialización del cultivo, porque el dominio y posesión de un trozo de tierra, siempre bienamado, se convierta en una participación industrial mediante

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un título al portador. Pero reconozco que esa repugnancia espuramente sentimental y afectiva; el porvenir de la coloniza·cion en grande con transformaciones de cultivos que transcien­dan notoriamente a la economía nacional está en la industrialización de los métodos. Aparte de que, por muy grandes quesean las extensiones industrializadas, mayores serán siemprelas del tipo familiar, y aun las industriales acabarán tambiénpor serlo, agotados que sean los trámites de la evolución y losplazos de las concesiones administrativas correspondientes.

Además, estas grandes fincas industrializadas, serán siempreejemplos educadores para el cultivo de las pequeñas,

• • •Cabe el razonable temor, respecto a esta colonización de tipo

industrial, de que pueda faltar población obrera, consumidora ala vez, cuya densidad ha de ser siempre proporcional a la in­tensidad de los cultivos. Pero el hecho de que en nuestra actualeconomía agraria no falten brazos durante las ocasiones críti­cas de los cultivos, especialmente para las recolecciones, brazosque se trasladan de unas a otras provincias sin otro estimuloque la elevación de remuneraciones, nos hace connar en quetambién esta emigración interior llevará a donde haga falta losbrazos necesarios para la intensificación del cultivo, sobre todosi, a más de la oferta de buenos salarios, hubiera la de participa­ción racional de beneficios para la población obrera estante, conla perspectiva de adquisiciones de dominio territorial al final delas concesiones administrativas, y aun durante el curso de ellas•

•• •En 10que no cabe pensar, ni hoy ni nunca, es en repartos de

tierras como consecuencia de reformas en el derecho de propíe­dad oen el estado posesorio, a la manera como se han realizadoen algunas naciones europeas a consecuencia de la última~~. .

Casi todo el territorio español es ya objeto de dominio priva­do sin limitaciones jurídicas; ya salió todo él de las manos muer­tas, no siendo posible nueva desamortización. De acometerlaimprudentemente, se encendería nueva guerra civil, 0, por 10menos, profundísima perturbación económica... , y [bastante te­nemos ya con la depreciación, al parecer incoercible, de nues­tra monedal

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La propiedad que todavía se reservan el Estallo, los Municipios y Corporaciones, parte mínima, desde luego, de la exten·síon del territorio nacional, es en casi todos los casos impropiapara el cultivo; ni convendría en modo alguno enajenarla pordesempeñar hoy funciones sociales o puramente físicas, que nocabe cumplir sin esa reserva.

La expropiación violenta y simultánea de los llamados lati·fundios (y ya se ha visto que no hay tantos como se dice ni estan extenso el mal como se presume), aun realizada por vía es­trictamente jurídica, constituiría un salto en las tinieblas, que,socavando los firmes cimientos que el derecho de propiedad privada tiene en el ánimo español, produciría el desorden primero, el abandono después, de los lotes en que se dividieran, yla reconstitución luego de los propios latifundios.

'" '" .Algunos medios indirectos pueden, en mi concepto, ser efi·

caces en el proceso de transformación agraria. El impuesto te­rritorial, especialmente, podría estimular el desarrollo de lascaracterísticas que indican en los predios ponderación entre elinterés individual y el social, a costa de aquellas otras que re­velan el predominio retardatario del interés individual.

Así, por ejemplo, para estimular la subdivisión parcelaria delas tierras, podría recargarse la tributación directa con otra pro­gresiva que tuviera por única base la extensión en bruto de lospredios, y aun mejor la del conjunto de predios de que es propietario cada contribuyente. Así, con el solo hecho de dividirlos,disminuiría la tributación, tributación que, por otra parte, ha­brá de gravar con relativa pesadumbre las grandes extensionesde un solo propietario, y dejar libres o casi libres las heredadespequeñas. Relativamente gravaría más las tierras mal cultivadas, por el predominio que en ellas tiene el factor tierra, y me­nos a las que se cultiven bien, por el predominio del factor ca­pital; quedando exentos desde luego los predios menores de unaextensión límite de 50 hectáreas, por ejemplo. El recargo, yamuy sensible, por progresí vo, en los predios de más de 100hec­táreas (la mayor parte de ellos incultos) ofrecería estímulo cíer­to para la división, sobre todo si en el impuesto por transmisiónde bienes mortis causa se establecieran análogos gravámenes.

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La tenencia de grandes extensiones incultas quedaría gravadapor el impuesto territorial en términos de convertirlas en lineasde lujo, que, probablemente, no resistirían como tales ni las pri·meras transmisiones hereditarias.

Otro signo del incultivo, o del cultivo extensivo, es el siste­ma de beneficiarlo. La cesión de los predios en arrendamientocomo norma corriente de explotación, da facilidad al dueño paraalejarse de ellos, creando el absentismo agrario. Además, y estoes lo más grave, obliga a partir el beneficio entre quienes culti­varon la tierra y arriesgaron en azar, a veces dramático, susactividades y ahorros, y quienes no pusieron en el acto produc­tor más que un derecho dominical desligado de aquel acto, y, aveces, contrario a él. En rigor, puede decirse que el derecho depropiedad sobre la tierra nace legítimamente, cualquiera quehaya sido su historia, de la necesidad social de asegurarle aquien la cultive la totalidad de los frutos; los cuales, si cierta­mente son debidos en parte a las fuerzas naturales, también loson, y en parte no pequeña, a la actividad que el hombre apor­ta; al sudor que derrama sobre la tierra.

El derecho a apropiarse los frutos espontáneos, sin coopera­ción de la actividad individual humana, no tiene tan limpia eje­cutoria; en el origen, sólo se entrevé un acto (le fuerza más omenos legítimo, pero de transcendente efectividad, que señalacon equívoca justicia y como divino atributo, en la frente de al­gunos afortunados, el derecho a ejercer actos de dominio indivi­dual sobre extensiones determinadas y limitadas de la superfície del planeta; opción entre cultivarlas para obtener esquilmosque a la postre refluyen en la masa social. odejarIos incultospara aprovechar individualmente los frutos naturales que Diosplugo donar a todos los hombres.

No es, ciertamente, signo de cultivo intensivo el predominiodel arrendamiento como forma de ejercer el derecho dominical;y aunque ese mal no es tan extenso en España como suponenalgunos, 10 es bastante para acusar diferencias notables en losgrupos provinciales que antes se han examinado, con el máxi­mo de explotaciones directas a favor del grupo de mayor intensidad de cultivos y de mayor densidad de población. El arbola­do, sobre todo, parece consecuencia inmediata de la explotacióndirecta. Habría de ser por todo esto política tributaria prudente

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y estimuladora la que favoreciera con desg-ravaciones el cultl­vo directo o.combatiera con recarg-os el arrendamiento y laaparcería.

y aun sería de desear que el producto tributario de los pro­puestos recargos diferenciales, es!imuladores de la mejora delcultivo y de la más acentuada parcelación. fuesen a eng-rosar elcapital disponible de la <Caja para el fomento de la pequeñapropiedad» o en la del -Crédito agrtcola-, cuando éste se decidaa alentar con sus préstamos la obra colonizadora, y quiera,sepa y pueda atraer hacia sus operaciones buena parte del aho­rro nacional, dejando de ser, como es hOJ en realidad, sólo unMontepío agrario. ....

Resumiendo, como conclusión ya, 10 que pudiera llamarseun programa de Gobierno en orden a la política colonizadorade nuestro propio territorio, que teniendo en cuenta la situaciónde España y la crisis universal de producción, consumo y tra­bajo, pudiera acometer sin precipitaciones imprudentes, perotambién sin pretericiones injustas, tan magna como urgenteobra, cabria afirmar:

Que por colonización interior no ha de entenderse estricta­mente el reparto de tierras cultivadas o .incultas en pequeñoslotes, sino también la intensificación de cultivos sin desarticulargrandes propiedades o mejor articulándolas al modo industrial;lo mismo da difundir socialmente el dominio de la tierra, quedifundir intervenciones de diversas actividades humanas cuyaconsecuencia es la difusión social de los provechos. No puedeprescindiese hoy de intervenciones capitalistas en grande, quepermitan abaratar productos para la lucha universal de los mer­cados, y tan colono es quien participa de la propiedad de la tíe­rra como quien participa directamente de sus productos. De toodos modos, juzgo indispensable la presión social para vencer lasinercias iniciales en la evolución de los cultivos y las resisten­cias pasivas que ha de otrecer el propio medio generador de lapresión. La cual podrá tener por órganos:

a) Directamente el Poder público, distribuyendo tierras in­cultas adquiridas por el Estado a los particulares; ayudando,además, a cultivarlas mediante su dirección técnica y los auxi­lios o subvenciones necesarias, a título siempre de reintegro. en

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cuanto se haya vencido y notoriamente superado el punto muer­to de la transformación a que repelidas veces se ha aludido. Endefinitiva, la legislación de 1907, modernizada, ampliada y biendotada hasta la adquisición de grandes fincas incultas o mal cul­tivadas.

b) Directamente también por el Poder público, adquiriendotierras ya cultivadas para entregarlas a sus actuales arrendata­rios preferentemente, o parceladas en su caso en pequeños lo­tes. En definitiva también, la legislación sobre parcelaciones de1927, proseguida con entusiasmos semejantes a los que la ini­ciaran.

e) Indirectamente por el Poder público sirviéndose del im­puesto territorial como instrumento de estímulo y dirección,mediante desgravaciones o recargos progresivos según los ca­sos, cuyo resultado sea el premio notorio a la mejora del culti·vo, a la parcelación de la tierra ya la explotación directa deésta por su propietario.

d) Indirectamente por el Poder público y directamente porel ahorro nacional, que recibirá del primero apoyo, proteccióny estímulo, con el derecho a la expropiación forzosa, organizan­do industrialmente grandes explotaciones agrícolas con utiliza­ción integral de los .poderosos medios de la moderna técnica.Empresas estas de duración limitada, y que en general terminarían, una vez supervalorizada la tierra mediante el duradero yeficaz cultivo, por la venta en pequeños lotes y en fincas de me­diana extensión.

e) Organizadas ya yen pleno funcionamiento institucionestan genuinamente colonizadoras como las Confederaciones hi·drográficas, denominación no muy acertada, podrían éstas consus propios recursos o con otros de carácter transitorio o sub­vencional, y de modo preferente en las zonas en que los propíetarios de las fincas, beneficiadas con dinero de todos los contri­buyentes, no manifiestan el menor apresuramiento en hacerfructificar tan importante mejora, ensayar la constitución de dichas grandes explotaciones, cuyo término habría de ser tambiénla venta y subdivisión de la tierra en pequeños y medianos lotes.f} El flujo de población obrera para estos dos últimos tipos

de colonización encontrará estímulo suficiente en la mejora yseguridad de salarios, en la participación progresiva de benefi-

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cios, que habrá de ser norma económica de esas explotacionesprotegidas, y en la siempre grata perspectiva de adquisicionesde tierra en plena propiedad. Contingentes menores que la erni­gracíon anual española, serán de momento suficientes para ini­ciar la obra colonizadora, cuya densidad demográfica se acrecería luego automáticamente.

Barcelona, 20 de enero de 1931.

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