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Del triunfo rebelde a la Crisis de Octubre: el mundo al borde del holocausto nuclear / Ernesto Limia
Díaz/
El gobierno “invisible” de Estados Unidos y la Crisis del Octubre / Tomás Diez Acosta
¿Crisis de los Misiles o Crisis de Octubre? / Esteban Morales Domínguez
Octubre de 1962: ¿Acaso fue Fidel Castro el que puso al mundo al borde del holocausto mundial? /
Elier Ramírez Cañedo
Cronología de los hechos principales de la Crisis de octubre de 1962 / Tomás Diez Acosta
La historia a través del audiovisual/ Rolando Pérez Betancourt
No. 24 2017
Del triunfo rebelde a la Crisis de Octubre:
el mundo al borde del holocausto nuclear
Ernesto Limia Díaz
El declive del prestigio de Estados Unidos iniciado a finales de la década de 1950 —con el colapso
del sistema colonial y la creciente tendencia en la correlación de fuerzas a favor del socialismo—,
llegó a su clímax en la década de 1960 con la Revolución Cubana como protagonista de una nueva
era, después que Fidel Castro y la Generación del Centenario hicieran añicos el mito de la
invencibilidad del ejército de Batista y la hasta entonces paralizante doctrina del fatalismo geográfico.
En una época en que las inversiones de las transnacionales yanquis en Canadá, América Latina,
Europa y Asia totalizaban 27 484 000 000 de dólares y la industria armamentista constituía su más
poderosa empresa económica —entre 1950 y 1960 cedió o vendió a otros países equipos bélicos
por más de 35 000 000 000 de dólares—, Cuba tendría que pagar un alto precio por ser la primera
en Latinoamérica —las expropiaciones decretadas por Lázaro Cárdenas afectaron, sobre todo, a
compañías inglesas— en remover el orden institucional inaugurado a finales del siglo xix por el
capital norteño para señorear la región. Dwight D. Eisenhower, cuyo ciclo en la Casa Blanca se
agotaba tras dos mandatos presidenciales, no podía creer que la Isla se le iba de las manos.
Tras desafiar al capitalismo desde la cuna de su sistema neocolonial, Fidel se alzó como símbolo de
herejía dada su proyección social transformadora e incluyente. La Ley de Reforma Agraria aprobada
el 17 de mayo de 1959 marcó la definitiva ruptura de Estados Unidos con la Revolución Cubana. A
partir de ese instante Washington se propuso aislarla, reducirla a la miseria, sumergirla en el caos;
nadie más en el Hemisferio Occidental podía atreverse a correr su suerte.
Ya entonces el militarismo llegaba a su máximo apogeo, en un clima de Guerra Fría inaugurado tres
lustros atrás, en 1946, durante la visita de Winston Churchill a la Universidad de Missouri en Fulton,
aunque hasta entonces el principal escenario de tensión entre las dos naciones líderes del
socialismo y el capitalismo había sido Berlín. Cuba se sabía con la razón, y en medio del duelo
geopolítico bipolar entre Estados Unidos y la Unión Soviética no podía consentir que la soberanía
fuese de uso exclusivo de las potencias. Más de noventa años de lucha le daban ese derecho a un
pueblo capaz de ofrecer la vida de decenas de miles de sus hijos en prenda a la libertad. La
arrogancia yanqui llevó la puja a un punto extremo y fue decretada la expropiación forzosa de los
bienes o empresas propiedad de personas naturales y jurídicas estadounidenses, y de las empresas
con interés o participación de ellas. Nelson A. Rockefeller, gobernador del estado de Nueva York y
miembro del clan familiar que controlaba las finanzas y el petróleo de América Latina —emporio que
mucho perdió en el díscolo caimán tras el triunfo de la Revolución—, demandó una política más
severa. Y el 9 de julio de 1960, en un improvisado discurso publicitado el domingo 10 por The New
York Times, el premier y secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS),
Nikita S. Jrushchov, le respondió:
Debe recordarse que los Estados Unidos no están ya a una distancia inalcanzable de la Unión
Soviética como antes. Hablando en sentido figurado, si fuera necesario, los artilleros soviéticos
podrían apoyar al pueblo de Cuba con el fuego de sus cohetes, si las fuerzas agresivas del
Pentágono osan iniciar una invasión a Cuba. Y el Pentágono debe estar bien aconsejado de no
olvidar que, como demuestran las últimas pruebas, tenemos cohetes que pueden caer con precisión
sobre un blanco situado a 13 000 kilómetros de distancia. Esta es, si así os gusta, una advertencia a
aquellos que gustarían de resolver los problemas internacionales por la fuerza y no por la razón
(Roa, 1986: 86).
Fue tal la algarabía de la prensa internacional, que desde su lecho de enfermo esa misma noche
Fidel le habló al pueblo a través de la televisión: destacó el carácter espontáneo de lo declarado por
Jruschov; aseguró que la Revolución no contaba con los cohetes soviéticos para defenderse,
contaba con su pueblo, y emplazó a Washington a declarar que no abrigaba propósitos agresivos.
En respuesta, Eisenhower desempolvó la Doctrina Monroe y desató una cruzada continental para
presentar a Cuba como un peón de la URSS. Por supuesto, no mencionó que estaba en curso un
plan de invasión con mercenarios cubanos entrenados por la CIA y el Pentágono, que pretendían
tomar una cabeza de playa en la mayor de las Antillas para «solicitar» la intervención de Estados
Unidos. Tras ganar las presidenciales del 8 de noviembre de 1960, el demócrata John F. Kennedy
heredó este proyecto y resolvió proseguir.
Del 17 al 19 de abril de 1961, en las arenas de Playa Girón tuvo lugar la más simbólica y definitoria
de las batallas de nuestro continente después de Ayacucho. Washington negó su participación: «Los
Estados Unidos se han comprometido a no atacar a Cuba y ninguna ofensiva ha sido lanzada desde
Florida o cualquier otra parte de los Estados Unidos» —mintió en la ONU el embajador Adlai
Stevenson, mientras mostraba la foto de un avión de la CIA supuestamente piloteado por un
desertor cubano; la verdad afloró más tarde: «Hay un viejo dicho que dice que la victoria tiene
muchos padres, pero la derrota es huérfana. Se llevan a cabo declaraciones, discusiones detalladas,
no se encubre la responsabilidad porque yo soy el oficial responsable del gobierno» —declararía
Kennedy atribulado ante las cámaras de la televisión (Stone, 2008: Cap. 6).
Ya estaba en curso entonces otra vil maniobra: la operación Peter Pan, organizada por la CIA con la
Iglesia Católica para generar histeria en Cuba y desacreditar a su liderazgo. Desde el otoño de 1960
una emisora de la agencia, Radio Swan, basificada en una pequeña isla del litoral de Honduras,
divulgaba la supuesta promulgación de una ley sobre la patria potestad con la que el Gobierno
Revolucionario asumiría el control de los niños y adolescentes de 5 a 18 años de edad y los enviaría
a granjas agrícolas o a adoctrinarlos a Moscú; se llegó a decir que regresarían enlatados como
«carne rusa».
Una red dirigida por la agente de la CIA Phyllis H. Powers (Penny Powers), profesora británica que
impartía clases en la Academia Ruston, en el aristocrático barrio habanero Country Club, se encargó
de elaborar, imprimir y distribuir la apócrifa ley «sustraída» del Consejo de Ministros, como afirmaba
Radio Swan. La estación local de la CIA en Cuba —con la activa colaboración de funcionarios
diplomáticos de Gran Bretaña y Países Bajos acreditados en La Habana—, abrió un canal para
sacar a los niños cubanos rumbo a Miami con presupuesto de la agencia y visas para estudiantes (I-
20), en vuelos de Pan American World Airways y K. L. M. Royal Dutch Airlines.
En Miami fue seleccionado como organizador el sacerdote irlandés Bryan O. Walsh, párroco de la
iglesia del Sagrado Corazón y director del Catholic Welfare Bureau, Inc., supuesta agencia de
caridad de alcance nacional que le había servido de pantalla a la CIA para instrumentar una
operación con emigrados húngaros en 1956. Familias cubanas de clase media enajenadas —
opuestas a la Revolución o asustadas frente a una potencial intervención militar yanqui; las menos,
con la esperanza de que sus hijos recibieran una beca para estudiar en alguna universidad
estadounidense— accedieron a enviar a los niños rumbo a un destino ignoto. Tenían la ilusión de
que la separación sería muy corta. En cambio, no pocos de aquellos niños y adolescentes, cuando
se despedían en el aeropuerto estremecidos por el llanto, abrigaban la sensación de que no verían
más a sus padres.
Bryan O. Walsh tenía suficiente experiencia en la organización de este tipo de actividades y
comenzó a recibir a los menores a partir del 26 de diciembre de 1960. Fueron concentrados en
campamentos de Miami (Matecumbe, Kendall, Florida City y Opa-locka), antes de diseminarlos por
toda la Unión. Cuando el 3 de enero de 1961 Washington rompió relaciones diplomáticas con Cuba y
retiró a su personal de La Habana, Walsh fue facultado por el Departamento de Estado para emitir
visas waivers (visa volante), que eximen al portador de los trámites reglamentarios para entrar al
territorio estadounidense. Solo a los menores de 18 años se les concedió este tipo de documento,
sin el cual no se podía abordar las aeronaves de Pan American y K. L. M.; los padres no fueron
agraciados con tal facilidad.
En una reflexión publicada el 12 de junio de 2009: «La envidia de Goebbels», Fidel Castro divulgó
que la profesora asociada de Ciencias Políticas de la Universidad DePaul en Chicago, María de los
Ángeles Torres (niña Peter Pan), descubrió en la Biblioteca Presidencial Lyndon B. Johnson un
documento oficial del gobierno estadounidense en que se rechazaba la propuesta del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados de pagar con fondos de la ONU la
transportación de los padres de los niños enviados a Estados Unidos. Álvaro Fernández Pagliery —
hijo de Ángel Fernández Varela, profesor del Colegio de Belén y agente de la CIA (1959-1968) que
participó en la operación Peter Pan—, narró sobre este engendro:
…unos años antes de su muerte en Miami, mi padre nos reunió en presencia de mi madre, mi
hermana María, su esposo y yo, nos dijo que él había sido una de las personas responsables de
redactar la falsa ley que provocó la histeria de la «eliminación de la patria potestad». Por eso es que
sé, sin la sombra de una duda, que la operación Pedro Pan fue una siniestra jugada de inmoralidad
diseñada y soñada por la CIA antes de la invasión de Bahía de Cochinos (Castro, 2009).
No habían transcurrido diez meses de la invasión mercenaria de Playa Girón, cuando el presidente
Kennedy aprobó un nuevo plan que concebía el empleo directo de fuerzas navales, aéreas y
terrestres estadounidenses: «Cuba fue la llave hacia toda América Latina, si Cuba tiene éxito
debemos esperar que la mayor parte de América Latina caerá» —insistió el 23 de agosto de 1962 el
director de la CIA, John A. McCone (McCone, 1997: 955). Cuando el KGB detectó lo que se
preparaba, Jrushchov propuso instalar 42 cohetes nucleares de alcance medio en la Isla; podrían
disuadir la agresión y equilibrar la correlación de fuerzas estratégicas —su emplazamiento buscaba
eliminar la ventaja proporcionada al Pentágono por sus 105 misiles de alcance medio e intermedio
en Turquía, Italia y el Reino Unido que apuntaban hacia la Unión Soviética. En el Kremlin no se
sabía, pero ya Estados Unidos poseía una superioridad de 17 a 1 en armas nucleares con respecto
a la URSS; de ellas, 229 cohetes intercontinentales (ICBM) contra 48. Y desde agosto de 1960,
Eisenhower había aprobado una orden que disponía el ataque nuclear simultáneo contra la URSS y
China en las primeras 24 horas del inicio de una guerra.
A Fidel lo tomó por sorpresa la propuesta de instalar proyectiles atómicos en Cuba. No le agradaba
la idea, y quería evitar la imagen del país como una base soviética. Fue una consideración de orden
ético la que inclinó la balanza, pues el líder cubano creía inconsecuente esperar de los soviéticos y
del campo socialista el máximo apoyo en caso de una agresión de Estados Unidos y, en cambio,
negarse a enfrentar los riesgos políticos cuando ellos necesitaban ayuda, punto de vista aprobado
en forma unánime por el Gobierno Revolucionario.
Una extraña discusión entre Moscú y Washington acerca del carácter ofensivo o defensivo del
equipo bélico que suministraba la URSS a la Isla enredó las cosas, pese a que el vicepresidente
norteamericano Lyndon B. Johnson —promotor del golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en
Guatemala, en 1954— había declarado a The New York Times que era política de la administración
deshacerse del régimen cubano; mientras, el senador Prescott Bush y la revista Time invocaban la
Doctrina Monroe para justificar la invasión. Fidel le sugirió a la URSS declarar que Cuba dispondría
del armamento requerido para defenderse, en apego al derecho internacional, y solicitó hacer
público el acuerdo como lo hacía Estados Unidos con sus aliados; era imposible mantener en
secreto un movimiento de la magnitud demandada por la introducción de los cohetes y sus rampas
de lanzamiento. Jruschov no transigió pese a la insistencia cubana: «Debemos enviar y colocar
silenciosamente los misiles, tomando todas las precauciones necesarias para poner a los
norteamericanos ante un hecho consumado. ¿No nos han obligado a tolerar la presencia de misiles
norteamericanos en Turquía?» —concluyó obstinado en una reunión del Kremlin (Dobrynin, 1998:
83).
Oleg Penkovski, coronel de la Dirección de Inteligencia Militar de la URSS que había sido reclutado
por la CIA, transmitió a Washington la información sobre los emplazamientos en Cuba y, el 14 de
octubre de 1962 un avión espía U-2 fotografió las rampas. El manejo incorrecto de Jruschov y el
empleo de la mentira para desinformar envalentonaron a la Casa Blanca. El 22 de octubre Kennedy
decretó el bloqueo naval —acto que constituía una declaración de guerra—, aunque no se dejó
arrastrar a una respuesta más beligerante. El general Walter C. Sweeney, comandante en jefe del
Mando Aéreo Táctico, alertó: «…ni siquiera con un importante ataque aéreo por sorpresa podríamos
estar seguros de destruir todas las bases de misiles y armas nucleares en Cuba». Mucho pesó en la
decisión de Kennedy la certeza de que una respuesta soviética a un bombardeo nuclear contra Cuba
les costaría la vida a decenas de millones de estadounidenses. También sabía que «…un ataque por
sorpresa socavaría, y acaso destruiría, la posibilidad moral de los Estados Unidos en todo el mundo»
(Kennedy, 1968: 48-49).
Kennedy apostaba su reputación y sus posibilidades de reelección para 1964, y percibió que el
mundo no estaba dispuesto a consentir un conflicto atómico por el capricho estadounidense de
someter a Cuba; de hecho, el Movimiento de los No Alineados (MNOAL) pidió al secretario general
interino de la ONU, U Thant, interceder para resolver la crisis y normalizar la situación en el Caribe.
Al otro lado del Atlántico, Jrushchov estaba desconcertado. No previó el drástico giro tomado por los
acontecimientos y no paraba de mentir: «Estos materiales están emplazados en Cuba a petición del
gobierno cubano […]» —le escribió a Kennedy en un mensaje dado a conocer el 27 de octubre por
Radio Moscú (León, 1983: 352). Una hora más tarde fue derribado un U-2 que cruzó la Isla de
Occidente a Oriente en misión ilegal de espionaje, por un grupo coheteril soviético emplazado en
Banes, Holguín. Todo el país «…recibió con enorme entusiasmo la noticia de que había sido
derribado uno de los aviones que violaban descaradamente el espacio aéreo del país. Por primera
vez en un largo período de tiempo, la aviación norteamericana que “paseaba” impunemente por el
cielo de Cuba había recibido una respuesta digna y una lección» —narró el coronel (r) Rubén G.
Jiménez Gómez, testigo excepcional de estos hechos (Jiménez, 2003: 279-280).
Carente de serenidad y firmeza, el 28 de octubre Jrushchov, a espaldas de Cuba, acordó replegar
los cohetes; a cambio, Kennedy prometió una posterior retirada de los misiles estadounidenses de
Turquía e hizo un compromiso verbal de no agresión a la Isla. «Muchos ojos de hombres, cubanos y
soviéticos, que estaban dispuestos a morir con suprema dignidad, vertieron lágrimas al saber la
decisión sorpresiva, inesperada y prácticamente incondicional de retirar las armas» —le escribió
indignado Fidel, luego de enterarse por Radio Moscú. Una pequeña dosis de ecuanimidad y sangre
fría hubiese conseguido un arreglo justo, que pusiera fin a «…los ataques piratas y los actos de
agresión y de terrorismo que se mantuvieron después durante decenas de años; el cese del bloqueo
económico, la devolución del territorio que ocupa arbitrariamente la Base Naval en Guantánamo.
Todo eso se habría podido obtener, dentro de aquella dramática tensión […]» —declaró años más
tarde el líder histórico de la Revolución en entrevista al periodista francés Ignacio Ramonet
(Ramonet, 2006: 323).
Secuela de esta crisis fue la suspensión de los vuelos directos entre Estados Unidos y Cuba desde
el 22 de octubre. Hasta ese instante varios miles de los familiares de los niños sacados del país en
la operación Peter Pan habían conseguido viajar a territorio estadounidense para reunirse con ellos;
el resto quedó entonces varado con las visas ya aprobadas. En esta página oscura y triste de la
historia, 14 048 niños fueron convertidos por las administraciones Eisenhower y Kennedy en arma
política de desestabilización. No pocos recibieron maltratos emocionales, incluso físicos; se registran
casos de niñas violadas en las casas de las familias receptoras. Independientemente del triunfo
individual, testimonios de víctimas refieren que las penas, sufrimiento y dolor experimentados como
consecuencia de la separación de las familias constituyeron una experiencia traumática, que dejó
una huella imborrable en la vida de la mayoría de ellos; varios terminaron suicidándose en la adultez.
Los padres afectados por la interrupción del tráfico aeroportuario debieron esperar para
reencontrarse con sus hijos a 1965, fecha en que se restableció el puente aéreo entre los dos países
a partir de un acuerdo bilateral; algunas familias no consiguieron reunificarse nunca.
Esta es la historia que intentó manipular Donald J. Trump en el teatro Manuel Artime de Miami, el
pasado 16 de junio, frente a sus delirantes correligionarios conmocionados ante el himno y la
bandera de Estados Unidos, el país que financió todas estas operaciones. El pueblo cubano no odia,
pero tampoco olvida.
Bibliografía:
Castro Ruz, Fidel (2009): «La envidia de Goebbels», Juventud Rebelde (La Habana), 12 de junio. Disponible
en:http://www.juventudrebelde.cu/especiales/fidel-castro/reflexiones/2009-06-12/la-envidia-de-goebbels/
(Consultado: 20.6.2017).
Dobrynin, Anatoly (1998): En confianza. El embajador de Moscú ante los seis presidentes norteamericanos de la
Guerra Fría (1962-1986), México D. F., Fondo de Cultura Económica.
Jiménez Gómez, Rubén G. (2003): Octubre de 1962. La mayor crisis de la era nuclear, La Habana, Editorial de
Ciencias Sociales.
Kennedy, Robert F. (1968): Trece días. La crisis de Cuba, Barcelona, Plaza & Janes, S. A.
León Cotayo, Nicanor (1983): El bloqueo a Cuba, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales.
McCone, John A. (1997): «Memorandum of Meeting with President Kennedy», August 23. En: U.S. Department of
State: Foreign Relations of the United States, 1961-1963, Washington, D.C.
Ramonet, Ignacio (2006): Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet, La Habana, Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado.
Roa, Raúl (1986): Canciller de la dignidad (compilación de discursos e intervenciones), La Habana, Editorial de
Ciencias Sociales.
Stone, Oliver (2008): The Untold History of the United States, Showtime Networks Inc., CBS Company.
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El gobierno “invisible” de Estados Unidos y la Crisis del Octubre
Tomás Diez Acosta
Amanecía el lunes 22 de octubre de 1962, el personal de guardia de las direcciones de Operaciones
e Información del Estado Mayor General (EMG) de las FAR, comenzaron a recorrer las oficinas
despertando a sus compañeros que hasta altas horas de la noche habían estado trabajando, muy
pocos habían podido ir a sus casas. La nueva semana presagiaba ser muy intensa, pues con los
primeros rayos del sol comenzaron a recibirse noticias cada vez más alarmantes provenientes de
Estados Unidos.
El día anterior, al final de la tarde, un telefonema codificado del Ejército de Oriente, puso a todos en
guardia, pues daba cuenta del reforzamiento con tropas y equipos bélicos de la Base Naval de
Guantánamo. Esta información incluía la noticia, obtenida por un canal confidencial, de que el
mando de ese enclave había dispuesto la salida inmediata de los civiles y familiares de los militares
allí destacados. Desde mediados del mes el Comandante en Jefe, Fidel Castro, había indicado al
comandante Sergio del Valle, Jefe del EMG, mantener una vigilancia continúa ante el incremento de
las acciones militares de las fuerzas armadas norteamericanas en el Caribe.
Al mediodía del 22, se conoció que el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, requirió un espacio al
final de la tarde en las principales cadenas de radio y televisión de Estados Unidos para una
alocución del presidente Kennedy a todo el país. A partir de ese momento los medios de prensa
comenzaron a reportar una serie de reuniones que tenían lugar en el recinto presidencial.
El Comandante en Jefe apreció estas informaciones y llegó a la conclusión de que esos trajines en
la Casa Blanca estaban relacionados con el descubrimiento de los cohetes soviéticos en el país y,
aunque no se podía predecir con exactitud el tipo de agresión que Estados Unidos emprenderían y
el lugar por donde se llevaría a cabo, tuvo la certeza de que ésta se produciría y, por consiguiente,
decidió y ordenó, a las 15:50 horas, el paso a la fase “alerta de combate” a las fuerzas armadas, y
un poco más tarde, a las 17:35, decretó la fase de “alarma de combate” para todo el país.i Fidel
había puesto en práctica una máxima, que siempre ha tenido en cuenta a lo largo de su vida, no
dejarse sorprender por el enemigo, pues como explicó días más tarde a los jefes militares cubanos
reunido con él, que “…eran preferibles las malas consecuencias de hacer un esfuerzo innecesario, a
las consecuencias de que el enemigo pudiera sorprender”.ii
Durante esa tarde, el Comandante en Jefe había estado reunido con el Ministro de las FAR,
comandante Raúl Castro, y con el comandante Ernesto Che Guevara, a los cuales les orientó partir
de inmediato; al primero, hacia Santiago de Cuba para ponerse al frente del Ejército de Oriente,
indicándole que hiciera el viaje por carretera y, a su paso por Santa Clara, se entrevistara con el
comandante Juan Almeida, Jefe del Ejército del Centro, para explicarle la situación que determinó la
movilización general del país y las medidas a tomar. Al segundo, que debía trasladarse a Pinar del
Río y asumir la jefatura del Cuerpo Ejército de esa provincia. Presentes estuvieron también los
comandantes Guillermo García Frías, jefe del Ejército de Occidente, y Sergio del Valle. Las
instrucciones del Fidel fueron claras y precisas: tomar medidas urgentes para preservar a la
población, las tropas y principales objetivos militares, económicos y políticos de los posibles ataques
aéreos enemigos; de producirse la intervención militar directa de Estados Unidos, combatir sin
tregua al invasor, y crear condiciones en las regiones montañosas del país para desarrollar la lucha
guerrillera, si el enemigo lograba ocupar algunas de esas regiones.
Los hechos le dieron la razón a Fidel. Casi una hora y media después de decretada la “alarma de
combate”, el presidente Kennedy anunció, con tono recriminatorio y lacónico que los soviéticos, de
manera súbita y clandestina, estaban instalando bases de misiles ofensivos en Cuba, cuyo objetivo
afirmó: “[…] no puede ser otro que montar una fuerza de ataque nuclear contra el hemisferio occiden-
tal”, lo que “[…] constituye una evidente amenaza a la paz y a la seguridad de todos los americanos...”.
A continuación aseveró: “Esta acción contradice también las reiteradas seguridades dadas, pública y
privadamente, por los portavoces soviéticos, de que los armamentos instalados en Cuba conservarían
su primitivo carácter defensivo y de que la Unión Soviética no tenía necesidad ni deseos de situar
misiles estratégicos en el territorio de ninguna otra nación”.iii
Con esas palabras, meticulosamente preparadas para influir y justificar psicológicamente, ante la
opinión pública norteamericana y del mundo, las ilegales medidas militares de bloqueo naval a Cuba
que el Presidente Kennedy había ordenado a sus fuerzas armadas, las cuales provocarían la más
grave crisis ocurrida en la segunda mitad de la pasada centuria, pues nunca antes la humanidad
había estado tan cerca de la guerra nuclear.
Cuba no fue sorprendida
La posibilidad de una agresión militar directa de Estados Unidos no fue una sorpresa para Cuba. La
máxima dirección políticamilitar del país, encabezada por él Comandante en Jefe, apreció
acertadamente que el imperialismo y su gobierno “invisible” —el complejo militar industrial, la CIA, el
Pentágono y su ultra derecha fascista— después de la aplastante derrota sufrida en las arenas de
Playa Girón, no tenía otra opción en el terreno militar para poder derrocar la Revolución que el
empleo de sus fuerzas armadas en una intervención directa y que haría todo lo posible para preparar
las condiciones y justificar la misma.
Como resultado de esta conclusión se tomó las medidas para garantizar la seguridad nacional y
elevar la capacidad defensiva del país. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sin perder el espíritu
guerrillero de su origen, experimentaron cambios sustanciales en su estructura y composición
orgánica. Desde el segundo trimestre de 1961 se crearon tres ejércitos —Centro, Oriente y
Occidente—, que tuvieron a su cargo la defensa del archipiélago nacional en sus tres direcciones
estratégicas principales. También se desarrollaron y modernizaron las tropas blindadas, de artillería
de campaña, de defensa antiaérea, de la fuerza aérea y de la marina de guerra, así como distintas
unidades militares especiales.
El MINFAR, como organismo militar central, y el EMG fueron perfeccionándose acorde con el
crecimiento, desarrollo y complejidad de las misiones asignadas para la defensa del país. A finales
de 1961, ya contaban, en lo fundamental, con una estructura correspondiente a tareas de dirección y
mando que garantizaban la concentración del trabajo operativo y movilizativo, así como la dirección
efectiva de la preparación combativa y política de las tropas.
Como parte del perfeccionamiento y elevación de la capacidad defensiva del país, el 6 de junio de
1961, el Consejo de Ministros, a propuesta del Comandante en Jefe, aprobó una ley mediante la
cual desactivo el Ministerio de Gobernación y creo el Ministerio del Interior.
Todas estas transformaciones requirieron grandes esfuerzos humanos y elevados recursos
económicos. Fueron posibles por la masiva y decidida incorporación del pueblo a las tareas de la
defensa del país. Miles de jóvenes trabajadores, campesinos y estudiantes respondieron al llamado
de la Revolución y de Fidel para su incorporación voluntaria al servicio activo en las nuevas
unidades militares que se fueron creando durante 1961 y 1962. También fue decisivo el apoyo
solidario del campo socialista, en especial de la URSS, que suministró el armamento necesario, bajo
facilidades de pago y créditos.
Especial atención prestó el Comandante en Jefe a la preparación combativa, política y cultural de los
jefes y tropas. El 26 de septiembre de 1961, en el acto de graduación del primer curso de jefes de
pelotones, Fidel indicó:
[…] ahora nuestros armamentos son más complejos, nuestras unidades son mayores, y por eso
tenemos que aprender a mandar unidades cada vez mayores, a mandar a cientos de hombres,
y a veces a miles de hombres. Y por eso tenemos que aprender a utilizar la artillería, a utilizar la
aviación, a utilizar los tanques, a combinar el uso de las armas de infantería con las armas de
apoyo. Por eso tenemos que estudiar, porque el manejo de esas armas es más complejo, el
empleo de esas armas exige más preparación y exige la articulación perfecta entre todas esas
armas y la infantería.iv
El 1 de diciembre de 1961, fue emitida la “Orden No. UNO” del Comandante en Jefe para el año de
instrucción 1962, en la cual precisaba cómo la tarea principal de todas las tropas y armas era la
elevación constante de la disposición combativa para rechazar la agresión enemiga. Ordenaba a los
jefes de unidades prestar especial atención a las clases tácticas dirigidas a la defensa
contradesembarcos y entrenamiento práctico en el combate nocturno, al señalar que no menos del
30 por ciento de los ejercicios se realizaran en esas condiciones. Indicó que los jefes tenían que
estar preparados para, a su debido tiempo, esquivar los golpes de la aviación enemiga y
desconcentrar a las tropas y armas en zonas preparadas y fortificadas.v
En resumen la estrategia cubana elaborada por la alta dirección de la Revolución se basó en la
creación de un dispositivo de seguridad nacional, con una masiva participación de todo el pueblo,
para que en caso de producirse la agresión militar directa de Estados Unidos, hacerle una
infranqueable resistencia, capaz de cobrar un alto precio en vidas y medios al invasor que los
políticos de turno en el poder en ese país no estuvieran dispuestos a pagar.
La justeza de este esfuerzo de la Revolución no fue en balde. El gobierno de Estados Unidos continuó
su guerra secreta contra Cuba y con ese propósito se elaboraron nuevos planes agresivos y se
intensificaron las acciones encubiertas y subversivas. En noviembre de 1961, la administración
norteamericana engendró un nuevo proyecto contrarrevolucionario denominado Operación Mangosta,
cuya ejecución se extendería durante 1962. Este incluyó todas las formas posibles de agresión:
bloqueo económico, aislamiento político-diplomático, subversión interna, intentos de asesinatos de
líderes cubanos —particularmente el de Fidel Castro—, guerra psicológica y finalmente, invasión militar.
En consecuencia en solo ocho meses realizaron cinco mil ochocientos setenta actos terroristas,
sabotajes y asesinatos dentro de Cuba.
El despliegue de cohetes soviéticos en Cuba
Este accionar contrarrevolucionario de Estados Unidos presagió, en ese año, la invasión militar
directa al país y sirvió de argumento para justificar la propuesta de la dirección soviética de desplegar
cohetes de alcance medio e intermedio, pues consideraba que Cuba no tenía la capacidad para
detener y resistir una agresión de la magnitud que se preparaba. Esta iniciativa, que tuvo en el máximo
dirigente de la Unión Soviética de aquel entonces, Nikita S. Jruschov, a su principal mentor, estuvo
íntimamente relacionada también a la amenaza que significaba para la seguridad de la URSS y del
campo socialista la disparidad estratégica existente en ojivas nucleares y sus medios portadores con
su principal adversario, a la instalación de bases militares estadounidenses a su alrededor, en
especial la de los cohetes Júpiter en Turquía e Italia. Después de un proceso de consulta y discusión
en el seno de la más alta dirigencia política y militar soviéticas se acordó realizar la propuesta a la
dirección cubana.
A finales de mayo de 1962 fue presentada esta iniciativa a la máxima dirección de la Revolución
cubana, que después de analizarla, tomó la decisión de aceptarla, pues esa medida sería un
importante aporte internacionalista de Cuba al fortalecimiento de la capacidad defensiva del campo
socialista en su conjunto y, de hecho, contribuiría a la defensa del país al ser un importante
disuasivo.
Al rememorar aquellos hechos, el Comandante en Jefe ha explicado que él percibió de inmediato
esa propuesta algo que podía mejorar el poder defensivo de todo el campo socialista o que
contribuiría a ello. Desde ese punto de vista se inclinó a aceptarla, aunque estaba convencido que
para defender a Cuba no eran imprescindibles los cohetes, porque un pacto militar que expresara
claramente que una agresión armada al país equivaldría a un ataque a la URSS, se hubiera podido
obtenerse los mismos fines. “A nosotros no nos gustaban los cohetes. Si de nuestra defensa
exclusiva se hubiera tratado, nosotros no hubiésemos aceptado los proyectiles” —expresó Fidel.vi Al
responder afirmativamente a la propuesta soviética, la dirección cubana expresó la necesidad de
elaborar un acuerdo militar y hacerlo público en el momento más conveniente.
Jruschov era del criterio y creía que el traslado y despliegue de estos armamentos podía efectuarse
de manera secreta y oculta y no publicar el acuerdo hasta que esto no estuviera concluido. A
diferencia de Fidel y Raúl que, al conocer con más detalle la magnitud de toda la operación y el
tamaño de los cohetes, dudaron de la posibilidad de que los servicios especiales estadounidenses
no los detectaran. Fue por ello que durante la visita que realizó, en el mes de julio a la URSS, el
Ministro de las FAR, Raúl Castro, para discutir los detalles del acuerdo militar y la operación, llevó la
encomienda directa del Comandante en Jefe, de preguntarle directamente a Jruschov, qué ocurriría
si la operación era descubierta antes que concluyera y, de esa manera, alertarlo ante tal situación.
La respuesta del líder soviético no fue muy convincente, pues ante esa posibilidad dijo que no se
preocuparan que si sucedía enviaría a Cuba la Flota del Báltico.
Entre finales de julio y octubre de 1962, se desplegó en Cuba un fuerte contingente militar soviético
compuesto por aproximadamente 42 000 efectivos, de todos los tipos de armas y fuerzas. La llegada
de estos medios a Cuba provocó en Estados Unidos, desde mediados de agosto, un ascendente
escándalo en la prensa y los círculos políticos de ese país que, según la acertada evaluación de
Fidel, pronosticaba la génesis de una peligrosa crisis.
Ante aquellas circunstancias, el Comandante en Jefe se reunió con la máxima dirección política y
militar cubana para analizar la conveniencia de salirle al paso a las campañas propagandistas
norteamericanas que comenzaban a desarrollarse, con la publicación inmediata del acuerdo militar,
pues su validez, justeza y legalidad eran indiscutible. Por esa razón, acordó enviar a Moscú al
comandante Ernesto Che Guevara y al capitán Emilio Aragonés a discutir estos puntos de vista, de
manera directa, con Nikita S. Jruschov. Sin embargo, nuevamente el líder soviético no tuvo en
cuenta la alerta cubana.
Era sumamente difícil que una operación militar como “Anadyr” —nombre clave de la operación de
traslado y despliegue de las tropas y medios soviéticos en Cuba— no fuera descubierta antes de ser
concluida. Sin embargo, los servicios de inteligencia de Estados Unidos no pudieron detectar la
magnitud de la Agrupación de Tropas Soviéticas. El 22 de octubre, cuando estalló la crisis, los
funcionarios de inteligencia estadounidenses calculaban entre ocho o diez mil soviéticos en la Isla,
cuando había más de cuarenta mil dotados con todos sus armamentos y medios de combate. A pesar
de la exploración de todo tipo a que fue sometido el territorio nacional cubano y sus mares no
obtuvieron evidencias exactas del despliegue de los cohetes de alcance medio hasta mediado del mes
de octubre, cuando un número ellos eran operacionales. Igualmente, desconocían lo referido a las
ojivas nucleares que nunca lograron detectar cómo llegaron al país, dónde se ubicaron y cuántas eran.
Estalla la Crisis
Desde finales del mes de agosto —ante el aumento de tráfico naval entre la Unión Soviética y Cuba,
las denuncias de elementos contrarrevolucionarios que emigraban hacia Estados Unidos sobre la
existencia de armamento soviético en la Isla y otras fuentes de inteligencia— el presidente Kennedy
había ordenado el incremento de los vuelos de reconocimiento fotográfico a gran altura sobre
territorio cubano que fue en aumento en septiembre e inicios de octubre, pero el mal estado del
tiempo impedía obtener evidencia del despliegue de los cohetes de alcance medios. Sin embargo, el
descubrimiento de cohetes antiaéreos en la provincia de Pinar del Río hizo que los servicios de
inteligencias norteamericanos prestaran especial atención a esta región del país.
El 14 de octubre, cuando las condiciones meteorológicas mejoraron, se produjo el vuelo de un avión
U-2 que fotografió los sitios de los cohetes de alcance medio en la región occidental. El día 16 fue
informado Kennedy de ese hallazgo. A lo largo de una semana se reúne la alta dirección político
militar de Estados Unidos para decidir como eliminar esos sitios, si mediante un bloqueo naval,
golpes aéreos o la invasión a Cuba. El 22 de octubre, el presidente norteamericano anuncia
públicamente su decisión de imponer el bloqueo naval a Cuba y exige la retirada incondicional y bajo
inspección de los misiles soviéticos.
El Comandante en Jefe, en la noche del 23 de octubre comparecerá, ante la radio y televisión
cubanas, para explicarle al pueblo la situación existente y refutar las imputaciones hechas por el
mandatario norteamericano. Fidel dejó claramente sentado que el gobierno cubano no tenía
obligación de rendirle cuenta a Estados Unidos y negó que ese país tuviera derecho a decidir la
clase y el número de armas que Cuba debía tener. Advirtió categóricamente que se habían tomado
“[…] las medidas pertinentes para resistir y […] rechazar cualquier agresión directa”. También se
opuso a la pretensión de Kennedy de inspeccionar el país, porque “[…] jamás renunciaremos a la
prerrogativa soberana de que dentro de nuestras fronteras somos nosotros los que decidimos... y
nadie más.”vii
Las noticias públicas y secretas que llegaban a Cuba desde Moscú, ese día 23, mostraban la
determinación de la dirección soviética de no permitir la materialización de las acciones
norteamericanas y no ceder ante sus exigencias. “Nunca la idea del retroceso nunca pasó por
nuestra mente”, afirmó Fidel años más tarde. A los cubanos nos quedaba claro que la tarea era
prepararse bien para resistir con firmeza la agresión imperialista y a si se hizo.viii
En la mañana del 24, el Comandante en Jefe reunió, en el Puesto de Mando Principal, con un grupo
de altos jefes y oficiales, después de escuchar los informes sobre el cumplimiento de las medidas
puestas en práctica para la defensa del país, pasó analizar los aspectos fundamentales referidos a la
protección del país contra los ataques aéreos. Al respecto, el jefe de la Dirección de Información, al
exponer la apreciación de las posibles acciones del enemigo, planteó que el ataque aéreo sería la
acción más probable, sin descartar la invasión. Comentó además, que el día anterior varios aviones
enemigos habían irrumpido en el territorio nacional en vuelo a baja altura y en algunos lugares la
artillería antiaérea cubana había disparado contra ellos.
Sobre ese aspecto Fidel planteó que no se podía permitir que esos aviones volaran impunemente,
orientó estudiar los lugares donde era necesario fortalecer la defensa antiaérea y dispararle cuando
efectúen esos vuelos rasantes. “No tenemos —dijo— ninguna razón de política, de ningún tipo, de
ninguna clase, que nos impida tumbarles un avión que vuele sobre nosotros a 300 pies. Todavía en
el mar, a unas tres millas..., pero el que nos vuele aquí, lo tumbamos, pero que caiga en territorio
nuestro”. ix Al concluir la reunión, el Jefe de la Revolución llamó la atención de los jefes para que
aprovecharan las ventajas de tener movilizadas las tropas y trabajaran en la solución de los puntos
débiles de la defensa sin perder un instante, pues todas las precauciones que se tomaban era
tiempo ganado. Impartió instrucciones sobre las medidas de defensa antiaérea. No obstante, la
dirección soviética solicitó a la cubana que no se disparara contra los aviones en vuelo rasante para no
empeorar la situación y dar margen a las negociaciones diplomáticas, a lo cual se estuvo de acuerdo.
En horas de la tarde, Fidel visitó un grupo coheteril tierra aire soviético al este de la capital. Allí ob-
servó la vulnerabilidad de esas unidades ante un ataque de aviones a baja altura. Al efecto, ordenó
inmediatamente que cincuenta baterías antiaéreas de su reserva se dislocaran para darle protección
a esos grupos y a las instalaciones de cohetes de alcance medio.
La dirección cubana, desde los primeros momentos, comprendió el peligro que significaba estos
vuelos rasantes. El incremento de esas acciones fueron talesx que hicieron imprescindible tomar
medidas rápidas y efectivas que pusieran fin a esos actos provocativos, pues la posibilidad del golpe
aéreo sorpresivo se elevaba.xi
En la mañana del viernes 26, el Comandante en Jefe tomó la decisión de impedir esos vuelos y
ordenó, a partir del amanecer del 27, abrir fuego contra todo avión enemigo que volara a baja altura.
“Tan legítimo derecho de defensa es irrenunciable, y por tanto, todo avión de combate que invada el
espacio aéreo cubano, sólo lo podrá hacer a riesgo de afrontar nuestro fuego defensivo”, sostiene el
comunicado redactado al respecto.xii
Durante el atardecer y la noche de ese viernes, Fidel se reunió con el Jefe de la Agrupación de las
Tropas Soviéticas en Cuba, para comunicarle su decisión de disparar contra los vuelos rasantes a
partir del amanecer del siguiente día, le planteó que tomara medidas urgentes para aumentar la
preparación de sus unidades y que preservara los cohetes de alcance medios contra un ataque
aéreo sorpresivo, pues no tendría éxito si quedara aunque fuera un tercio de los cohetes en buen
estado.
En la noche de aquel 26 de octubre, después de adoptar todas las medidas y puntualizar los más
mínimos detalles del plan de defensa del país, Fidel se preguntaba qué faltaba por hacer y decidió
escribirle un mensaje a Jruschov con el objetivo de exhortarlo a que mantuviera una firme posición y
no cometiera irreparables errores en caso de que la guerra estallara.xiii
Pero lo que no se conocía en Cuba, era del intercambio de correspondencia secreta entre Jruschov
y Kennedy para la búsqueda de un arreglo entre ambas superpotencias que impidieran la guerra
nuclear. De estas cartas, las escritas por Jruschov los días 27 y 28 fueron emitidas
apresuradamente y de manera abierta por radio Moscú —ante las alarmantes informaciones
llegadas desde la embajada soviética en Washington—, por lo cual su contenido también se conoció
en Cuba.
En el mensaje de Jruschov del 28, de manera unilateral e inconsulta, el dirigente soviético se
comprometía a retirar, con garantía de verificación, el armamento que los norteamericanos
consideraban ofensivo, a cambio del compromiso hecho por el presidente de Estados Unidos de no
invadir a Cuba e impedir que sus aliados dieran ese paso. La aceptación ese mismo día por parte de
Kennedy de esa propuesta soviética puso fin a la amenaza de la guerra nuclear.
No obstante, los términos de ese arreglo no resolvían el problema las relaciones de confrontación
entre Estados Unidos y Cuba. Ese mismo día 28, en una declaración pública, Fidel comunicó la
posición de la Revolución, basada en cinco puntos que posibilitarían el logro de una verdadera paz,
en esta declaración se sostiene que:
[…] no existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del
bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
Primero.- Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y
económica que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
Segundo.- Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y
explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y
saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de
algunos países cómplices.
Tercero.- Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados
Unidos y en Puerto Rico.
Cuarto.- Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de
guerra norteamericanos.
Quinto.- Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado
por Estados Unidos.xiv
Fueron cinco puntos concretos y sobre bases decorosas. Los gobernantes norteamericanos no
quisieron considerarlos y, al mismo tiempo, exigieron la inspección del territorio cubano como forma
de verificación del compromiso soviético. Fidel comprendió que esta exigencia tenía el marcado
objetivo de humillar al país, debilitar moralmente al pueblo cubano y su confianza a la Revolución;
así como crear un precedente internacional que podría aplicarse por las superpotencias contra
cualquier nación débil y pequeña, por eso se opuso intransigentemente.
Si bien es cierto que el llamado entendimiento Kennedy-Jruschov había encontrado una solución
negociada a la grave crisis que amenaza a la humanidad con la guerra nuclear, esto no resolvía las
causas profundas que la habían engendrado. Para Cuba el peligro de la agresión militar no había
pasado. Vinieron nuevos días de tensión. En aquella coyuntura difícil, las dotes de conductor y
estratega revolucionario de Fidel que supo defender con dignidad y valor la autodeterminación y
soberanía del país frente a la actuación de las dos superpotencias de la época sin obstaculizar el
proceso negociador de la crisis. Enfrentó con entereza la política de prepotente y de fuerza de
Estados Unidos y discutió, basado en su razón y derecho, la discrepancia surgida con la Unión
Soviética por la forma unilateral que empleó en la solución del conflicto. “Pocas veces brilló más alto
un estadista que en estos días...”.
A aquellos acontecimientos, calificados por el Che de “luminosos y tristes”, reafirmó de concepción
de Fidel de que la seguridad del país depende, en primera instancia, del valor, la decisión y la
voluntad de todo el pueblo unido, de participar en su defensa y que la solidaridad mundial
desempeñaría un significativo papel en la misma medida en que la nación fuera capaz de resistir la
agresión imperialista.
Notas y referencias
(1) Wn horas de la noche del día 22, la madrugada y al amanecer del 23, cientos de miles de cubanos fueron
movilizados y trasladados a las trincheras, junto a sus armas. El total de movilizados alcanzó 269 203 efectivos;
de este personal, 169 561 eran reservistas y 99 612 pertenecían al servicio activo de las FAR, según la plantilla
vigente. Véase: Proyecto de informe del análisis de las experiencias de la pasada movilización. Dirección de
Operaciones. La Habana, 19 de diciembre de 1962. Archivos de Centro de Información para la Defensa de las FAR
(CID-FAR). Fondo de la UM 1081, Inventario No. 1. Expediente No 28. Legajo No. 4.
(2) Véase Notas de la Reunión del 24 de octubre de 1962. Archivos de CID-FAR. Fondo de la UM 1081, In-
ventario No. 1.
(3) Texto del discurso del presidente Kennedy. 22 de octubre de 1962. En: Robert F. Kennedy: Trece días. Ob.
Cit. pp. 129 y 131.
(4) Fidel Castro Ruz: Discurso en la graduación del primer curso de jefes de pelotones de la Escuela de
Oficiales de Matanzas, 26 de septiembre de 1961. Obras Revolucionaria No. 36. La Habana, 5 de octubre de
1961, p. 29
(5) Orden Nº UNO del Comandante del Comandante en Jefe de las FAR para el año de instrucción 1962.
Archivos de CID-FAR. Fondo de la UM 1081.
(6) Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, La Habana,
enero de 1992.
(7) Fidel Castro Ruz: Comparecencia por la radio y la televisión cubana. Martes 23 de septiembre de 1962.
Noticias de Hoy, Miércoles 24 de septiembre de 1962, p.5.
(8) Fidel Castro Ruz: Conferencia Tripartita... Doc. Citado.
(9) Expediente relativo a la alarma de combate del 22 de octubre de 1962. Documentos de la reunión del 24 de
octubre. Archivo de CID. Fondo de la UM 1081, Legajo No.1, Inventario No.1, Expediente No.1.
(10) Por ejemplo entre los días 22 y 24 de octubre se produjeron 11 vuelos, pero ya el día 25 realizaron 15.
(11) Theodoro C. Sorensen, asesor especial del presidente Kennedy, escribió: “Estos vuelos proporcionarían
no solamente un mejor reconocimiento aéreo sino, a la vez, un sistema de acosar a los rusos y humillar a
Castro (...). La rutina de la vigilancia aérea de la Isla, además, podría facilitarnos en un momento dado el
lanzamiento de un ataque por sorpresa...”. Theodore C Sorensen: Kennedy, el hombre, el presidente. Ediciones
Grijalbo S.A., Barcelona, 1966, Volumen II, p. 1054
(12) Noticias de Hoy. Domingo 28 de octubre de 1962. p.1
(13) Véase Correspondencia intercambiadas en Fidel Castro Ruz y Nikita S. Jruschov. Periódico Granma, 23
de noviembre de 1990.
(14) Noticia de Hoy. Miércoles 31 de octubre de 1962, p. 10
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¿CRISIS DE LOS MISILES O CRISIS DE OCTUBRE?
Esteban Morales Domínguez
Introducción.
Hasta el incidente de la Crisis de Octubre, la invasión de las tropas mercenarias por Playa Girón,
conocida también como la Invasión de Bahía de Cochinos, había ocupado el lugar cimero de peligro,
dentro de la ya prolongada historia de agresiones de Estados Unidos contra Cuba.
¿Qué es entonces lo que hace de la Crisis de Octubre, llamada en el lenguaje norteamericano como
Crisis de los Mísiles, un incidente de tan dramático significado dentro de la confrontación Cuba-
Estados Unidos?xv
Sólo caracterizando a la Crisis de Octubre dentro del contexto más general de los incluso tempranos
planes de agresión de Estados Unidos contra Cuba, es que se puede entender la misma. Sin
quedar atrapados dentro del mar de propaganda tergiversadora, dirigida a invertir los términos
entre agresor y agredido, que caracterizan aun a la divulgación de este enfrentamiento entre
ambos países.xvi
Por lo general, se ha considerado que las cuestiones más importantes de responder al analizar la
llamada Crisis de los Mísiles son tres:xvii
¿Por que Jrushov decidió enviar misiles ofensivos a Cuba?
¿Por que Kennedy respondió a esta acción en la forma en que lo hizo?
¿Por que Jrushov decidió capitular ante las presiones norteamericanas y retorno los misiles a
territorio soviético?
Sin dudas, para preguntar hay que tener un conocimiento a fondo sobre el asunto acerca del cual se
pregunta. Pero el modo de preguntar estará también influido por la concepción general que se tenga
del acontecimiento sobre el cual se desea investigar. Preguntar no es en modo alguno una acción
inocente, ni se busca simplemente con ello tampoco solo información desconocida. Más bien, las
preguntas, en este caso, buscan también orientar al lector en la perspectiva de las concepciones del
interrogador.
Por otro lado, no diríamos que las preguntas más arriba formuladas carecen de importancia, pero si
que no son las únicas importantes, ni ese es el único modo de formularlas.
Existen otras preguntas y modos de formulación, que responden a una concepción más amplia,
multilateral y compleja, por lo tanto, más profunda, sobre lo que fue la llamada Crisis de los Mísiles.
Por nuestra parte, sin eliminar las preguntas ya hechas, formularíamos otras, que además de
ampliar el espectro de análisis, podrían también dar respuesta a otro conjunto de aspectos
importantes.
Tales interrogantes adicionales serian a nuestro parecer las siguientes:
¿A que nos estamos refiriendo cuando hablamos de la Crisis de los Misiles?
¿Decidió Jrushov por si solo enviar misiles nucleares a Cuba?
¿Eran los mísiles nucleares en Cuba armas ofensivas?
¿Fue la decisión de Jrushov de retirar los cohetes nucleares de Cuba solo una capitulación ante
las presiones norteamericanas?
¿Que fue lo que esencialmente motivo la llamada Crisis de los Misiles?
¿Fue la llamada Crisis de los Misiles solo una confrontación entre Estados Unidos y la URSS?
¿Podemos afirmar que la llamada Crisis de los Misiles fue solucionada?
¿A manera de hipótesis, habría que comenzar por preguntarnos, si fueron los misiles nucleares
instalados en Cuba los que realmente provocaron la crisis, o si estos no fueron más que el resultado
de la escalada de una crisis más de fondo que, durante el mes de octubre de 1962, adopto
abruptamente su forma más virulenta y peligrosa?
Crisis que, por demás, no fue solo ni esencialmente entre la URSS y Estados Unidos, sino también
entre Cuba y Estados Unidos. Poniéndose de manifiesto, que en el contexto de la llamada Guerra
Fría, las alianzas, sirven de canales de trasmisión, que provocan crisis que tienden a adoptar un
carácter global.
Por eso, la Crisis adoptó un carácter estratégico para las naciones involucradas. Solucionándose
para Estados Unidos y la URSS, pero no para Cuba, pues su problema fundamental no estaba
esencialmente involucrado en tal contexto. Por lo que, al dejársele marginada de las negociaciones
de la retirada de los misiles, sus intereses no fueron considerados. A pesar de que los misiles habían
sido instalados en Cuba y de que la causa esencial que provoco su instalación (no así su aceptación
por parte de Cuba) provino de la amenaza de invasión por parte de Estados Unidos a la Isla.
Entonces, tales ultimas interrogantes, tienen que necesariamente ser respondidas, para lograr una
visión integral acerca de ¿qué ocurrió realmente durante la llamada Crisis de los Misiles o más bien
de la Crisis de Octubre?
Por tanto, no pretendemos historiar la Crisis, eso ya ha sido hecho ampliamente, ni seguiremos una
secuencia puramente histórica de su acontecer, sino solo nos concentraremos en algunos aspectos
claves que consideramos más importantes y definitorios del fenómeno estudiado.
ALGUNOS ANTECEDENTES HISTORICOS DE LA CRISIS DE OCTUBRE.
Dwight Eisenhower, había apoyado sin límites al dictador Fulgencio Batista, desde que asumió la
presidencia de los Estados Unidos, por lo cual no estaba en condiciones de entenderse con la Cuba
que emergía en 1959.
De lo anterior, que la administración de Eisenhower, después de 1959, diseña una política que era
entonces: “si no pudimos evitar que los revolucionarios tomaran el poder, al menos podemos evitar
que lo consoliden y finalmente derrocarlos”.
Lo primero que hizo la mencionada administración estadounidense, fue dar refugio a los esbirros y
criminales de guerra que huyeron desde Cuba, el primero de enero de 1959, para escapar a la
justicia revolucionaria.xviii En realidad, las acciones seguidas por la administración de Eisenhower
dejaron un diseño de política hacia Cuba, que no ha podido definitivamente ser superado aún. Aún
existen quienes desean esa política.
La Crisis de Octubre debe de ser valorada más por los antecedentes que llevaron a ella, que por la
crisis misma.
Sin un análisis a fondo de los acontecimientos de la política de Estados Unidos hacia Cuba, que
provocaron la presencia de los mísiles en Cuba, no es posible comprender la crisis. Dado que fueron
las agresiones continuadas de Estados Unidos contra Cuba, hasta llegar a la invasión por Playa
Girón, y los peligros que todas estas acciones encerraban, junto a la convicción después de que
Kennedy se cobraría el fracaso de Girón invadiendo a Cuba en gran escala, lo que provoco que las
tensiones entre ambos países llegaran al extremo.
La dirección de la revolución, aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que cumplía con un
principio ineludible de apoyo internacionalista con el campo socialista y con la URSS en particular,
sobre cuya amistad no existía la menor duda.
Se trataba entonces, de que si la URSS, en particular, había estado siempre dispuesta a ayudar a
Cuba en los momentos más críticos y no se podían esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando
los que estaban en juego eran los intereses de seguridad del Campo Socialista como un todo y por
supuesto, vistos en su sentido más estratégico también, los de la capacidad para defender a Cuba.
Ha quedado muy esclarecido que la dirección cubana, en realidad, al aceptar los mísiles
nucleares en Cuba, puso en primer lugar lo que ello significaba de ayuda para mejorar el
desequilibrio entre el poderío nuclear de los países socialistas con el de Estados Unidos, y nunca la
defensa de la Isla como asunto prioritario.xix
Entonces, la decisión de instalar los cohetes nucleares en Cuba no fue solo de Jrushov, sino el
resultado de un acuerdo entre este último y la dirección cubana. Por medio de un “Convenio de
Ayuda Mutua y de Asistencia Militar”, que aun y cuando no continuó su proceso con todas las
formalidades, quedó como acuerdo explicito entre ambos países.xx
Al mismo tiempo, por la forma en que Kruschov condujo las cosas al principio, antes de estallar la
crisis, todo parece indicar que el interés primario de los soviéticos era el de defender a Cuba de
una agresión norteamericana, en primer lugar.
Sin embargo, lo cierto es que los cohetes en Cuba significaban un factor disuasivo-defensivo, contra
las intenciones de Estados Unidos de invadir a la Isla. Al mismo tiempo que su cercanía al territorio
estadounidense, representaban un factor equilibrador, disuasivo, o que al menos, disminuía
sensiblemente la asimetría nuclear existente entre ambas potencias principales contendientes.xxi
El gobierno revolucionario llegó a la conclusión de aceptar la instalación de los cohetes, con
posterioridad a una larga trayectoria de agresiones por parte de Estados Unidos, que mantenían
seriamente en peligro la seguridad nacional cubana. Aunque hay que decir, que de acuerdo a las
concepciones de defensa ya elaboradas para entonces, por parte de la dirección de la revolución,
los mísiles nucleares no se veían como una necesidad para detener las aspiraciones
norteamericanas de volver a invadir a Cuba.
Pero, con Kennedy, todo comenzó muy diferente a como terminó. Ya en su primera conferencia de
prensa, el presidente informaba que Estados Unidos no tenía un plan para reestablecer las
relaciones con Cuba.xxii
En su mensaje a la nación, Kennedy lanza su proyecto de la llamada Alianza para el Progreso,
declarando que los agentes comunistas tenían una base en Cuba. Al mismo tiempo que decía: “...
nuestra objeción con Cuba, no es que el pueblo desee una mejor vida. Nuestra objeción es su
dominación para el exterior y la tiranía interna... con la dominación comunista en este hemisferio
nunca podremos negociar...”xxiii. Después de la Crisis de Octubre, al parecer Kennedy comenzó a
variar su posición al respecto.
De todos modos, la llamada Alianza para el Progreso fue un aporte de Kennedy en la política hacia
América Latina, que lo diferenciaba de Eisenhower. En el curso de comprensión del problema de la
revolución cubana.
Otras acciones hacia Cuba atraían también la atención del presidente, como cuando el 31 de marzo,
continuando la política ya iniciada por Eisenhower, determina poner en cero la cuota de azúcar
cubano en el mercado norteamericano para el resto del año 1961.
Pero Kennedy no sólo siguió las acciones de política diseñadas por su antecesor, como ya
expresamos, sino que incluso puso también su intelecto personal a trabajar, como cuando Arthur
Schlesinger, bajo su más cercana supervisión, redactó el llamado “Libro Blanco”, en el que Cuba
era situada como satélite de la URSS, como revolución traicionada, y se le proclamaba un peligro
presente para el hemisferio.xxiv
Casi a mediados de abril de 1961, aun había mucha polémica con relación a cuánto más lejos se
debía llegar en la ayuda a los cubanos contrarrevolucionarios para derrocar a Fidel Castro.
Este último plan (Girón) le generó muchas preocupaciones y ocupó mucho tiempo de la actividad del
presidente. Pero no se puede decir que se opusiese a tal acción o que la considerase incompatible
con la política que deseaba seguir con Cuba.
Las dudas de Kennedy, a pesar de su declaración de apoyo a los llamados “luchadores por la
libertad”, se pusieron claramente de manifiesto después, cuando en medio de la derrota de la
brigada mercenaria, no autorizó la utilización directa de las fuerzas armadas norteamericanas. Hasta
ese punto, en tal momento, llegó su comprometimiento con la heredada invasión
contrarrevolucionaria hacia Cuba.xxv
El fracaso de Girón y el peligro de invasión a Cuba.
Si el plan de Girón había sido asumido por el presidente como una herencia, ahora la derrota se
convertía en una humillación personal, de la cual debía desquitarse.
El desastre de Girón explica, por qué la decisión de Kennedy de invadir a Cuba, pero ahora con el
ejército norteamericano, nos lleva directamente al fenómeno del contexto en que se desata la Crisis
de Octubre. Dado que, con posterioridad a Girón, la administración de Kennedy diseñaría un sistema
de medidas y acciones agresivas contra Cuba y comenzaría aceleradamente los preparativos para
una invasión de la Isla en gran escala.
En términos de política, ya Kennedy no arrastraba ningún compromiso de la administración anterior.
A partir de ahora seguiría su “propia política”, aunque, en definitiva, esta última, no representaba
ningún cambio esencial en relación con la anterior. Pero al menos, sería una política de su “entero
gusto y responsabilidad”.
Kennedy, actuando en consonancia con lo ocurrido en Girón, encargaba al general Maxwell Taylor
encabezar una comisión que estudiara a fondo las causas de la derrota, y al Secretario Asistente de
Defensa para asuntos de Seguridad Internacional, Paúl H. Nitze, presidir una Fuerza de Tarea,
integrada por representantes de los departamentos de Estado, Defensa, Justicia, USIA y la CIA, con
la misión de recomendar la política a seguir de inmediato con Cuba.
A partir de entonces, además, Kennedy se propuso reconsiderar la participación de las fuerzas
armadas norteamericanas en las actividades contra Cuba. De tal modo que, sólo diez días después
de finalizada la invasión de Girón, el Presidente, junto a McNamara y el almirante Burke, revisaban
un plan de contingencia para el despliegue de las tropas estadounidenses en Cuba.
La dirección cubana, en particular el Comandante en Jefe Fidel Castro, por su parte, siempre estuvo
convencido, sobre todo después de Girón, de una acción como la que se programaba por Kennedy
era totalmente posible.
Por su parte, el presidente, se reunía con un grupo de exiliados cubanos, encabezado de nuevo por
José Miro Cardona, entonces presidente del denominado Consejo Revolucionario Cubano, el mismo
que se había quedado esperando para desembarcar en Cuba como gobierno en armas cuando
Girón.xxvi
En cuanto a la participación de los cubanos en las operaciones contra Cuba, se produjo un cambio
importante a mediados del año 1961, que ampliaba esa participación, dándole a la misma un
carácter más institucionalizado.
Cuba, por su parte, continuaba incrementando sus relaciones con los Países Socialistas, en
especial con la URSS, lo cual hacia tiempo era una preocupación permanente de Estados
Unidos.xxvii
La respuesta no se hizo esperar, McGeorge Bundy, el 5 de octubre de 1962, presentó el
Memorando “100 de Acción de Seguridad Nacional”, titulado “Plan de Emergencia para Cuba”,
mediante el cual se orientó al Departamento de Estado, “... valorar las vías de acción potencial
abiertas a Estados Unidos si Castro debía ser suprimido de la escena cubana”.xxviii
Estados Unidos, con suficientes razones ya para invadir a Cuba, provocadas por la derrota de Girón,
sumaba a estas, la capacidad que Cuba adquiría para su defensa.
Junto a los preparativos que ya realizaba, la administración Kennedy desplegó una campaña de
hostigamiento contra Cuba, tanto en la OEA como apoyándose en algunos gobiernos
latinoamericanos, dirigida a lograr su total aislamiento y evitar a toda costa que hubiera voces
disidentes en el hemisferio, cuando la Isla fuese finalmente invadida.
Es necesario señalar, que al menos en noviembre de 1961, la administración acelera los
preparativos de la que sería la operación subversiva más grande puesta en marcha contra Cuba. El
día 30, se oficializaba por el presidente Kennedy el Grupo Especial Ampliado (SAG), dentro del
Consejo de Seguridad Nacional, presidido por el general Maxwell Taylor y el Fiscal General Robert
Kennedy, dando lugar al nacimiento oficial, aunque mantenida hasta muy reciente en secreto, a la
llamada Operación Mangosta.xxix
Los planes de invasión de Estados Unidos, una vez diseñada la Operación Mangosta, tuvieron un
brazo desestabilizador y de “ablandamiento”, hasta que pudiera llegarse al momento de la
invasión en gran escala con el ejército norteamericano, contenida ella misma como último paso
dentro del propio Plan Mangosta.xxx
“Coincidentemente con lo que ocurría en Uruguay, el 31 de enero de 1962 en Washington, John F.
Kennedy sostuvo un almuerzo privado con el editor del periódico Isvestia y yerno de Nikita S.
Jruschov, Alexei Adzhubei. A quien el mandatario norteamericano manifestó que la coexistencia
soviética- norteamericana estaba comprometida, por el hecho de que la influencia de la URSS en
Cuba había alterado el balance de fuerzas entre el Este y el Oeste. Además, Kennedy le recordó a
su invitado, la no interferencia de Estados Unidos en 1956, cuando se produjo la intervención
soviética en Hungría. La alusión era una clara prueba de que Estados Unidos trataba de justificar por
todos los medios su futura intervención en Cuba, al sugerir a la URSS, que los norteamericanos
habían comprendido la actuación del gobierno soviético en los sucesos de Hungría.” xxxi
Kennedy continuaba así el juego iniciado en las conversaciones de Viena (junio de 1961), por
medio del cual, tratando a Jruschov como representante de una gran potencia, quería hacerle ver
que esos intereses estaban por encima de los de las naciones pequeñas. Lamentablemente este
juego funcionó finalmente en la negociación, entre ambos, en la Crisis de octubre.xxxii
Hay que decir, que al parecer en la práctica, Kennedy introdujo a Jruschov, dentro de una
concepción de enfrentamiento Este-Oeste, que hizo finalmente al líder soviético reaccionar,
pensando sólo en la solución, dentro de la cual la URSS estaba comprometida estratégicamente y
haciéndolo soslayar el compromiso que tenía con Cuba.xxxiii
Por lo cual, es posible llegar a la conclusión de que fue un error estratégico de la Dirección Soviética,
de Jruschov en particular, dejar a Cuba al margen del núcleo duro de la negociación, que no fue otro
que el momento de la decisión por Jrushov de retirar los mísiles nucleares de Cuba. De no haber
sido así, la presencia de Cuba habría servido a la URSS para fortalecer su lugar, situándola frente a
Estados Unidos en una posición más equilibrada y principista, además de que no se hubieran
producido contradicciones que situaban a Cuba y a la URSS en una posición de debilidad ante
Estados Unidos.
¿Pero estaba interesado Jruschov en que los mísiles nucleares en Cuba sirviesen para algo más
que arrancar a Kennedy una simple promesa de no invadirla? ¿Estaba dispuesto Jruschov a que la
capacidad disuasiva de los mísiles nucleares pudiese ser utilizada por Cuba, para obtener resultados
más de fondo en una negociación con Estados Unidos?, Evidentemente, parece que no.
Entonces, la comúnmente llamada en los Estados Unidos, Crisis de los Mísiles no fue, como ya
históricamente se ha pretendido hacer ver, un momento en que, a partir solamente de la presencia
de los cohetes nucleares en Cuba, se puso el mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial, sino
más que eso, fue el momento en que Estados Unidos tuvo que enfrentarse con las consecuencias
acumuladas de todos sus actos de agresión contra Cuba. xxxiv
En realidad, durante la crisis, sobre todo, una vez descubiertos los cohetes, hubo dos asuntos claves
que no pueden ser pasados por alto, por la importancia que ambos tienen en el desenvolvimiento
posterior de la crisis y su conclusión, si tal se puede llamar a lo que finalmente ocurrió.
Primero, el hecho de que la instalación de los cohetes nucleares fuese realizada en secreto y que
ello haya incluido engañar varias veces a Kennedy, por parte de la dirección soviética, le dio una
apreciable ventaja moral, política y estratégica a la parte norteamericana, pues al descubrir los
mísiles, pudo disponer de tiempo suficiente para diseñar y planear acciones de respuesta. Mientras
que, a la URSS y Cuba, sólo sospechando el descubrimiento, únicamente les quedaba esperar.
Además, el engaño le permitió a Kennedy invertir los términos de la confrontación, pudiendo
presentarse como el agredido, cuando realmente siempre fue el agresor.xxxvLas consecuencias de
este error, fueron desastrosas también para la imagen internacional de la URSS.
Segundo, cuando en la carta de Jruschov a Kennedy del 26 de octubre, el primero comunica su
disposición a retirar de Cuba todas las armas que Estados Unidos considerase como “ofensivas”.
Esta declaración, además de ser un repliegue moral imperdonable e incosteable, porque los
soviéticos por todas las vías se habían cansado de decir que las armas instaladas en Cuba no
tenían carácter ofensivo, y así era, también resultó ser una trampa sin fondo a la hora de la
negociación. Puesto que Kennedy, aferrándose de tal afirmación de Jruschov, condujo las
negociaciones de la retirada de las armas a su antojo...xxxvi
Por todo lo anterior, la posición de la URSS, fue siempre muy débil, a partir del 26 de octubre y
particularmente durante las negociaciones, hasta que finalmente, todo el proceso, quedó
dependiente de la voluntad de Estados Unidos de no invadir a Cuba en gran escala.
Otros errores adicionales de Jrushov, fueron los siguientes:
- Comunicar a Estados Unidos dentro del proceso negociador de la retirada de los mísiles, que
todos los pasos que daba lo hacían de común acuerdo con Cuba.Lo cual no era cierto.
- Tratar de comprometer a Cuba con dejarse inspeccionar el territorio en el proceso de retirada
de los cohetes, lo cual fue un desconocimiento de la soberanía cubana.
- Desconocer a Cuba durante el proceso negociador, aunque tratando de incorporarla después,
sin ninguna efectividad práctica.
- Comprometer la seguridad nacional de Cuba, aceptando una promesa de Estados Unidos de
no invadir la Isla, lo que en el contexto del conflicto Cuba- Estados Unidos tenía un valor muy
relativo y casi nulo.
- Negociar la retirada de los cohetes de Cuba por los de Turquía. Lo cual no tenía relación
alguna con la situación e inmiscuía a Cuba dentro de un proceso ajeno y fuera de su alcance.
Además de no haber informado a Cuba de este paso. Convirtiéndola en una moneda de
cambio.
Jruschov engañó a Kennedy, pero a Cuba también, al negociar a espaldas de esta y ocultarle
información, que si manejaba con la parte norteamericana.xxxvii
Entonces, en la práctica a pesar de todo lo que la URSS y en particular Jrushov había hecho de
positivo para Cuba hasta entonces e hizo después, sin embargo, durante la Crisis de octubre dio
pasos estratégicamente erróneos e inconsultos, que comprometieron seriamente la seguridad
nacional cubana y el prestigio de la Revolución. Dando al traste además, con la única y real
oportunidad que Cuba hubiera tenido de influir seriamente en el curso de sus relaciones futuras con
Estados Unidos.xxxviii
Por lo cual, la solución de la crisis, lo fue solo para Estados Unidos y la URSS, pues ambos se
limitaron a negociar desde su lógica de gran potencia. Para Cuba no hubo solución, tratándose solo
de una oportunidad perdida.
En realidad, Kennedy no se comprometió a nada formalmente, o a nada a lo que no pudiese
comprometerse con ventajas. Todo quedó en palabras y en letras de correspondencia.
La promesa de no invadir a Cuba, resulto aun más relativa, pues Estados Unidos continúo
hostigándola, invadiéndola en pequeña escala y sometiéndola continuamente a todo tipo de
agresiones.
Estados Unidos, durante estos más de 40 años, no ha invadido a Cuba en gran escala, no porque le
importe el acuerdo de 1962, sino porque el costo político, e incluso militar que ello tendría le sería
prácticamente impagable.
Sin embargo, un daño importante que infringió Jruschov a Cuba es que, cuando el Primer Ministro
Soviético negocio con Estados Unidos retirar los cohetes, sin consultar a Cuba, no hizo más que
reafirmar a Kennedy en su tesis, ya esgrimida en el “Libro Blanco”, de que supuestamente la Isla no
era sino un satélite de la URSS. Tal “confirmación de hipótesis”, tuvo consecuencias duraderas
y muy negativas para Cuba, aunque también para la política exterior norteamericana.xxxix
Sólo la posición valiente e intransigente de la dirección cubana, de no dejarse inspeccionar, exigir
los Cinco Puntos, accionar contra los vuelos rasantes e impedir a toda costa dejarse coaccionar,
junto a la actitud valiente y decidida del pueblo, fue lo que salvó el prestigio de la Revolución frente
a tales acontecimientos.xl
Sin duda, la actuación de Jruschov afectó su prestigio personal y el de la URSS en Cuba, así como
ante el resto del mundo. También afectó seriamente las relaciones entre ambos países. Lo cual, tuvo
un momento crítico especial, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro, en su visita, a la URSS
recién concluida la crisis entre abril y mayo de 1963, casualmente descubrió que Jruschov había
negociado con Kennedy, a espaldas de la dirección cubana, el cambio de los cohetes de Cuba por
los de Turquía.
CONSIDERACIONES FINALES.
Como resultado de todo lo explicado, Estados Unidos mayoreo en la crisis, especialmente durante
la negociación, imponiendo sus imágenes, percepciones y valoraciones, y convirtiendo todo el
proceso final en una escalada de exigencias y concesiones que la Dirección Soviética siempre
acepto. Cuba por su parte, dio los únicos ejemplos de fortaleza y autodeterminación, al afrontar el
derribo del U-2, no permitir los sobrevuelos al alcance de sus baterías antiaéreas, no dejarse
inspeccionar, plantear sus exigencias por medio de los cinco puntos y denunciar en Naciones Unidas
el carácter agresivo y manipulador de la política norteamericana.
Notas y Referencias
I. Este acontecimiento es conocido también como Crisis del Caribe, nombre que le dieron los soviéticos. Este último más bien responde a la actitud de hacer la proyección externa de un conflicto que, aunque devino global, involucraba a tres naciones principalmente, Cuba, Estados Unidos y la URSS. (Nota del Autor).
II. La película” Trece Días”, bajo la dirección del famoso actor Kevin Costner, a pesar de ser un film pacifista y de no mostrar intención alguna de agredir a Cuba, sin embargo, queda atrapado dentro de esa visión superficial de mostrar a Estados Unidos como la victima y a Cuba y la URSS como simples agresores, que pusieron en peligro al pacifico pueblo norteamericano y al mundo. (Nota del Autor.
III. Ver: Mark L. Haas. University of Virginia, Prospect Theory and The Cuban Missile Crisis, International Studies Quarterly –2001- International Studies Association, Blackwell Publisher, USA, pag. 243.
IV. No es casual que la primera confrontación entre ambos gobiernos, precisamente se haya producido entre las acciones legales cubanas dirigidas a juzgar a los criminales de la dictadura, ante el pueblo que reclamaba justicia y los intentos del gobierno norteamericano por desacreditar los juicios de los Tribunales Revolucionarios, tratando de presentar su ejecutoria legal como simples acciones vengativas. Nunca se habían preocupado de detener la mano criminal de la dictadura batistiana y entonces reclamaban clemencia para los esbirros criminales de guerra. (Nota del Autor).
V. Ver: Acta de la Reunión del Comité Central del PCC, los días 25 y 26 de enero de 1968, La Habana, Cuba, pp. 38-49.
VI. Ver: Draft Agreement between Cuba and the Soviet Union on Military Cooperation and Mutual Defense, Agust 1962. The Cuban Missile Crisis 1962, A National Security Archive Documents Reader.The New Press, New York, USA. 1998, pp. 64-66.
VII. Ver: Acta de la Reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. 25 de enero de 1968, sesión de la noche, La Habana, 1968, pp. 38- 40.
VIII. Por lo general, se ha impuesto casi como una regla, que en los momentos de las contiendas por la presidencia, aunque Cuba no sea un tema de la campaña misma, las diferentes fuerzas políticas interesadas se mueven planteando sus alternativas y obligando al aspirante a referirse al tema. (Nota del Autor).
IX. La Alianza para el Progreso, fue un elemento diferenciador importante de la política de Kennedy hacia América Latina, con relación a la política seguida por Eisenhower.Así como también una comprensión más inteligente, no solo de cómo atacar a Cuba, sino también de cómo evitar más Cubas hacia el futuro. (Nota del Autor).
X. Especialmente esta consideración de Kennedy de “Cuba como satélite de la URSS”, sobrevivió durante mucho tiempo, haciendo un daño invaluable a la política exterior norteamericana para tener una apreciación clara del verdadero papel de Cuba en la arena internacional. A partir de ello, Estados Unidos en realidad nunca entendió la política exterior cubana y por eso siempre se ha estrellado contra ella. (Nota del Autor).
XI. Tenemos la impresión de que para apoyar un plan que le había venido como herencia ya era suficiente. Kennedy quería desarrollar su propia política, no diferente de la anterior, pero bajo sus propias reglas y principios. (Nota del Autor).
XII. Ver: Tomas Diez. Cronología... Ob...
XIII. En septiembre era firmado un segundo convenio con la URSS, por medio del cual Cuba recibía suministro de armamento convencional por un monto de 149 millones 500,000 dólares. De esta cifra, Cuba tendría que abonar 67 millones 550,000 dólares y para saldar el resto de la cuenta, se daban diez años a un interés del 2% anual. La URSS, reafirmaba así su
disposición de ayudar a la Isla, cuando esta más lo necesitaba. Tal y como ya había tenido lugar, en los momentos más críticos de principios de los años de 1960 y 1961
XIV. Ob. Cronología, Tomas Diez...
XV. Ver: document 4. Minutes of First Operation Mongoose meeting with Attorney general Robert Kennedy, December 1, 1961, Ob. National Arcive...Washington Dc, Selection of Giron, p.20. Ver: The White House, “Eyes Only For The President”, Richard N. Goodwin, Giron Selection, Washington DC, ob. National Archives...
XVI. Acerca de este denominado Plan Mangosta, se puede ver más en detalle. Ob. The Cuban Missile Crisis...pp. 20- 63.
XVII. Ver Cronología sobre La Crisis de Octubre, Tomas Diez, Instituto de Historia.
XVIII. Ver. Memorandum of Conversation, Vienna Meeting Betwen the President and Cairman Kruscchev, The Cuban Missile Crisis, 1962. Ob. Pp. 9 – 14.
XIX. A. Mikoyan llego a la Habana el 2 de noviembre de 1962, en visita oficial, para analizar con la dirección cubana los asuntos de la Crisis de octubre. Ver: Cronología de la Crisis de octubre, Conferencia 30 Aniversario, 1992, p. 100. Fue muy lamentable la situación que atravesó Mikoyan tratando de convencer a la Dirección Cubana de que Jrushov tenía razón. Durante las conversaciones, incluso, se hablo de que los IL-28 se quedarían en Cuba, pero 48 horas después ya Mikoyan informaba que también debían ser devueltos a la URSS. Solo su ética personal, la amistad con los cubanos y el trato respetuoso recibido le ayudaron en tan amargos momentos. Mikoyan había sido opuesto a que el despliegue de los cohetes se hiciese en secreto. Parece que el deseo de Jrushov de sorprender a Estados Unidos, cuando los cohetes fueran operacionales y de no crearle dificultades a Kennedy durante la campaña, aunque también su tozudez, deben haberlo impulsado a mantener el secreto. (Nota del Autor). Para ampliar Ver: Document 60: Ob. The Cuban Missile Crisis...pp. 257-258.
XX. No pocas veces, muchos europeos y asiáticos con que hemos hablado, se asombran de que las cosas de este lado del mundo sean bastante diferentes. El hemisferio occidental es el traspatio de Estados Unidos, lo continúa siendo, y la revolución cubana ha aportado las pruebas más fehacientes de que ello es así. Sufriendo un proceso de agresiones que ya dura mas de 40 años. Solamente a partir de la intolerancia norteamericana de no aceptar regímenes políticos de izquierda, en su histórica área de influencia. (Nota del Autor).
XXI. Cuba insistió en varias ocasiones, sobre todo, en la inconsistencia moral y estratégica de instalar los cohetes en secreto, pero después de varios intentos no logro convencer a Jruschov y finalmente acepto dejar el asunto en manos de la dirección soviética. Las consecuencias de instalar los cohetes en secreto fueron desastrosas, atreviéndonos a asegurar que posiblemente sea el momento más peligroso atravesado por Cuba en su confrontación con Estados. Ver Acta de las Reuniones del Comité Central del PCC, de enero 25 y 26 de 1968, La Habana Cuba, pp. 55 –62. Una expresión muy clara de las ventajas de Kennedy puede verse en el discurso del 22 de octubre. Ver: Document 29: “Radio – TV Address of the President to the Nation from the White House”. Ob. The Cuban Missile Crisis ... pp. 160-164.
XXII. Ver: Document 53: Ob. The Cuban Missile Crisis 1962... p. 238- 242. Ver también: The Noviembre Extensión... Ob. p. 244-245. Jrushov se puso así mismo una trampa, al decir que las armas que estaban en Cuba no eran ofensivas. No lo eran realmente, porque su objetivo no era atacar a Estados Unidos, sino la defensa de Cuba. Pero con ello Jrushov de hecho estaba negando que hubiese cohetes nucleares en Cuba, lo cual no debió haber sido nunca ocultado a Kennedy. Si los cohetes nucleares hubiesen sido instalados públicamente, Cuba y la URSS hubieran podido haber defendido su presencia en la Isla. De un modo abierto y con arreglo a las mismas leyes internacionales que permitieron a Estados Unidos instalar cohetes nucleares en Italia y Turquía. Entonces, Jrushov se enredó así mismo, permitiéndole a Kennedy no tener que enfrentar la realidad de que Cuba tenía derecho, para defenderse, a instalar las armas que estimase conveniente y en alianza con quien quisiese, aunque estas armas fuesen mísiles nucleares y estuviesen situadas a 90 millas del territorio de Estados Unidos. Si los cohetes hubiesen sido instalados públicamente, de todos modos, Kennedy habría protestado, esgrimiendo la Doctrina Monroe u otras razones, porque su prepotencia nunca le hubiera permitido tener que convivir con los cohetes nucleares en Cuba. Entonces, Jrushov habría tenido que portarse muy firme, porque las fuertes amenazas por parte de Estados Unidos vendrían- dado la supremacía estratégica de que disfrutaban- pero, sin embargo, hubiera podido ser una pelea más pareja, e incluso ganable, dentro de la lógica de una acción protegida por el derecho internacional. Como resultado de todo ello, no fue que Kennedy haya ganado la confrontación, sino que Jrushov la perdió, al haberse dejado llevar este por una lógica política que no podía ser la suya. Jrushov jugo con la lógica del adversario, al negociar como gran potencia y desconocer al aliado pequeño, incluso haciendo caso omiso a sus consejos, por eso perdió. Jrushov era el líder de un país socialista poderoso, y nunca debió haber actuado con la lógica de los imperialistas. Ese fue, en nuestra opinión, el error estratégico más importante cometido por Jrushov y la lección más importante que nos queda para una situación similar. Lo cierto es que, desde el principio, la lógica con que Cuba hubiera actuado fue correcta: no instalar los cohetes en secreto y hacerlo de modo legal, por medio de un convenio que cumplía con las reglas del derecho internacional, actuar con ética y sin engaño, no entrar en el juego de caracterizar las armas, negociar siempre en el contexto del acuerdo y tomando en consideración el sistema de intereses en juego. Todo lo contrario de lo que hizo Jrushov. Lo cual nos permite concluir, que si Cuba hubiera estado en el lugar de la URSS, o lo que es más lógico imaginar, si Jrushov hubiese prestado atención los consejos de Fidel castro, otro hubiera podido ser el resultado de la Crisis de Octubre. (Nota del Autor.Para ampliar ver: Ob. Conferencia Tripartita... 11 de enero de 1992. Cuarta Sesión... pp.7-27.
XXIII. Aun existe intercambio de documentación entre Kennedy y Jruschov, no desclasificada, que nos puede deparar sorpresas respecto a muchos asuntos manejados por Jruschov con Kennedy que no fueron informados a Cuba. (Nota del Autor).
XXIV. Es para nosotros evidente, que ni Jrushov ni los estrategas de la política soviética, dominaban los pormenores políticos y prácticos del enfrentamiento entre Cuba y Estados Unidos. Ellos, al parecer, vieron el marco y la conexión estratégica de un conflicto en el Caribe, con la confrontación nuclear, pero perdieron el contenido esencial de cual debía ser la solución verdadera e integral del problema y el modo de negociarlo. O tal vez, también, para instalar los cohetes esgrimieron la razón verdadera, pero a la hora de negociar tomaron el camino equivocado. A nuestro entender, porque la razón esgrimida para instalar los cohetes en Cuba (su defensa) no era la verdadera para Jrushov, sino la de equilibrar el poderío nuclear norteamericano. Luego cabe aquí la pregunta ¿Entendió realmente Jrushov, la conexión estratégica y además global, que existía entre la instalación de los cohetes en Cuba y la confrontación entre Cuba y Estados Unidos? Evidentemente no. Si la hubiera entendido, habría podido tomar en consideración que la lógica a seguir en la negociación debió haber sido otra. Pensamos que Jrushov definitivamente no entendió la connotación estratégico-global que tomaban Cuba y su confrontación con Estados Unidos, al instalar los cohetes nucleares en la Isla. Pues debió haber sido sin desconocer a Cuba, como Jrushov tendría que haber negociado con Estados Unidos. Al no hacerlo, le permitió a Estados Unidos poder echar a un lado las verdaderas razones (contra Estados Unidos) de por qué los cohetes estaban en Cuba. Permitiéndoles además negociar, por las razones que no eran defendibles para Estados Unidos, aunque sí las deseables (sacar los cohetes de Cuba). Porque tanto Cuba como la URSS tenían todo el derecho a que los cohetes estuviesen en cuba .Ello, junto al marco político-ideológico internacional, contario a Cuba y a la URSS, que se creo con la instalación de los cohetes en secreto, asunto que Kennedy manejo muy inteligentemente, fueron suficientes para que Estados Unidos, siendo el agresor, pudiese presentarse como el agredido y vender al mundo la idea de que la verdadera causa de la crisis y del peligro de exterminio nuclear era la presencia de las llamadas “ armas ofensivas” en Cuba. La permanencia de los cohetes era lo que hubiera permitido defender a Cuba, al mismo tiempo que mejorar la correlación estratégica con estados Unidos, lo cual no se lograba negociando como lo hizo Jrushov, sino exactamente a la inversa. Olvidándose de Turquía y esgrimiendo fuertemente las razones de la presencia de los cohetes en Cuba. Por lo cual podemos decir, que jruschov fue víctima de sus propios errores y no fue tampoco capaz de hacer uso de todas las posibilidades que tuvo a su favor para negociar con Kennedy. (Nota del Autor)
XXV. Ver. Actas de la Reunión del Comité Central del PCC, 25-26 de enero de 1968, sesión del 26 de enero, La Habana, Cuba, pp. 1-17. Lo esencial de la política no desapareció entonces ni ahora, formando aun parte del debate, si la agresividad debe o no mantenerse, como componente esencial de la política hacia Cuba. (Nota del Autor.
XXVI. Ver cartas de Jruschov del 27 al 28 de octubre de 1962. Cronología dela Crisis de Octubre. Reunión Tripartita de 1992, pp. 82-88.
Al hablar de los cinco puntos, nos referimos a las exigencias que Cuba consideraba se debían hacer a Estados Unidos, durante la negociación para la retirada de los armamentos estratégicos instalados en la Isla. Tales exigencias fueron las siguientes.
Primero. Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra Cuba.
Segundo. Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.
Tercero. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.
Cuarto. Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
Quinto. Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio ocupado por Estados Unidos.
Ver. Peligros y Principios. La Crisis de Octubre desde Cuba. Editora Verde Olivo MINFAR, La Habana, 1992, p. 170
Ir arriba
Octubre de 1962:
¿Acaso fue Fidel Castro quien puso al mundo al borde del holocausto mundial?1
Elier Ramírez Cañedo
Todavía se observa en cierta literatura los enfoques que, al exponer e interpretar la llamada Crisis de
Octubre, señalan a Cuba como la máxima responsable de poner al mundo al borde del holocausto
mundial. Ello también responde a la manera errada en que se manejó la crisis, en especial por la
dirección soviética, siendo Cuba la más desfavorecida tanto en su imagen internacional como en la
solución a que llegaron Kennedy y el premier soviético Nikita Jruschov.
La manera en que Jruschov actuó al producirse la crisis, cuando sin contar con la dirección cubana
negoció con Kennedy la salida de los cohetes nucleares de la Isla, y peor aún, de manera
subrepticia negoció esa salida a cambio de la retirada de los misiles nucleares estadounidenses
ubicados en Turquía e Italia, dejan mucho que desear sobre las verdaderas o fundamentales
motivaciones que tuvo Jruschov a la hora de proponer a los cubanos la instalación de los cohetes en
Cuba. ¿Qué tenían que ver los cohetes de Turquía e Italia con la defensa de Cuba? ¿Por qué no
exigió se devolviera a la Mayor de las Antillas el usurpado territorio de la Base Naval de
Guantánamo, se eliminara el bloqueo económico u otros aspectos que sí se ajustaban a los
intereses de la Isla?
A pesar de que en las concepciones defensivas ya elaboradas para entonces por parte de la máxima
dirección cubana, los misiles nucleares no estaban comprendidos, y de la conciencia de los líderes
cubanos de que su presencia en el territorio insular podía afectar el prestigio de la Revolución, se
aceptó la instalación de los cohetes, a partir de que se cumplía con un principio ineludible de apoyo
internacionalista con el Campo Socialista y la URSS en particular, sobre cuya amistad no existía la
menor duda, porque la había demostrado muchas veces. Se trataba entonces de que si la URSS
había estado siempre dispuesta a ayudar a Cuba en los momentos más críticos, no se podían
esgrimir intereses nacionales estrechos, cuando los que estaban en juego eran los intereses del
Campo Socialista como un todo y por supuesto, vistos en un sentido más estratégico, los de la
capacidad para defender a Cuba también.
1 La versión original de este texto fue publicada en la Revista Contexto Latinoamericano, Vol 2, Año 1, Segunda
Temporada, Jul-Dic 2017, Ocean Sur.
Mucho se perdió en el terreno moral, político y diplomático cuando los soviéticos decidieron que la
instalación de los cohetes nucleares en Cuba se hiciera de manera secreta, y solo hacerla pública
cuando fuera un hecho consumado, al que Estados Unidos supuestamente tendría que resignarse.
El líder de la Revolución Cubana defendió en todo momento que la operación se hiciera pública bajo
el respaldo del derecho internacional, pues no había nada ilegal en ello. Aunque mantuvo el criterio
de que los soviéticos eran los que debían tomar la decisión final, por consideración a su gran
experiencia internacional y militar.xli
La famosa y tantas veces manipulada carta de Fidel a Jruschov escrita entre la noche del 26 y la
madrugada del 27 de octubre (traducida y enviada al líder soviético desde la embajada de la URSS
en La Habana), ha sido uno de los documentos más utilizados para ubicar al líder de la Revolución
como un «irresponsable» y hasta un «loco», que puso en riesgo la existencia humana en la faz de la
tierra.
Hay que decir que si para Estados Unidos la crisis había comenzado en octubre de 1962, Cuba vivía
una crisis que amenazaba su supervivencia como nación independiente y soberana desde enero de
1959, enfrentada a las más disímiles formas de agresión del gobierno de Estados Unidos,
incluyendo la invasión mercenaria de Playa Girón en abril de 1961. La «Operación Magosta», la más
amplia operación de guerra encubierta, elaborada e implementada por Estados Unidos contra otro
país, aprobada por el presidente Kennedy en noviembre de 1961, debía concluir con la invasión
directa de las fuerzas armadas estadounidenses en la Isla, precisamente en octubre de 1962.
La carta enviada por Fidel a Jruschov no proponía dar el primer golpe nuclear preventivo, sino que,
en caso de producirse la invasión a Cuba —la variante menos probable—, no vacilara la URRS en
responder con armas nucleares, evitando cometer los mismos errores de la Segunda Guerra
Mundial,xlii pues la invasión significaba que ya Estados Unidos se había decidido a iniciar la guerra
termonuclear lanzando el primer golpe nuclear contra el país soviético. Es de destacar que si Fidel
hubiera dominado el estado real de la correlación de fuerzas nucleares, con una ventaja aplastante
para el lado norteamericano, esta misiva jamás se hubiera producido, pues significaba incitar al líder
soviético al suicidio de su pueblo.
Fragmentos de las cartas intercambiadas por ambos líderes en esos días de tensión, muchas veces
citadas inconexamente, ilustran de manera fehaciente la verdad histórica:
Mensaje de Fidel a Jruschov, el 26 de octubre:
Hay dos variantes posibles: la primera y más probable es el ataque aéreo contra determinados objetivos con el
fin limitado de destruirlos; la segunda, menos probable, aunque posible, es la invasión. Entiendo que la
realización de esta variante exigiría gran cantidad de fuerzas y es además la forma más repulsiva de agresión, lo
que puede inhibirlos.
(…) Si tiene lugar la segunda variante y los imperialistas invaden a Cuba con el fin de ocuparla, el peligro que tal
política agresiva entraña para la humanidad es tan grande que después de ese hecho la Unión Soviética no debe
permitir jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe
nuclear.
Le digo esto porque creo que la agresividad de los imperialistas se hace sumamente peligrosa y si ellos llegan a
realizar un hecho tan brutal y violador de la Ley y la moral universal, como invadir a Cuba, ese sería el momento
de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la
solución, porque no habría otra.xliii
Jruschov a Fidel el 30 de octubre:
En su cable del 27 de octubre Ud. nos propuso que fuéramos primeros en asestar el golpe nuclear contra el
territorio del enemigo. Usted, desde luego, comprende a qué llevaría esto. Esto no sería un simple golpe, sino el
inicio de la guerra termonuclear.
Querido compañero Fidel Castro, considero esta proposición suya como incorrecta, aunque comprendo su
motivo.xliv
Fidel a Jruschov el 31 de octubre:
No ignoraba cuando las escribí que las palabras contenidas en mi carta podrían ser mal interpretadas por usted y
así ha ocurrido, tal vez porque no las leyó detenidamente, tal vez por la traducción, tal vez porque quise decir
demasiado en pocas líneas. Sin embargo, no vacilé en hacerlo. ¿Cree usted compañero Jruschov que
pensábamos egoístamente en nosotros, en nuestro pueblo generoso dispuesto a inmolarse, y no por cierto de
modo inconsciente, sino plenamente seguro del riesgo que corría?
(…)
Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa
en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retirara los
proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que deseábamos esa guerra? ¿Pero cómo evitarla
si la invasión llega a producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible, de que el imperialismo
bloqueaba toda solución y sus exigencias eran desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS
y por Cuba.
(…)
Yo entiendo que una vez desatada la agresión no debe concederse a los agresores el privilegio de decidir,
además, cuándo se ha de usar el arma nuclear. El poder destructivo de esta arma es tan grande y tal la
velocidad de los medios de transporte, que el agresor puede contar a su favor con una ventaja inicial
considerable.
Yo no sugerí a usted, compañero Jruschov, que la URSS fuese agresora, porque eso sería algo más que
incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte; sino, que desde el instante en que el imperialismo atacara a Cuba
y en Cuba a fuerzas armadas de la URSS destinadas a ayudar a nuestra defensa en caso de ataque exterior, y
se convirtieran los imperialistas por ese hecho en agresores contra Cuba y contra la URSS, se le respondiera
con un golpe aniquilador.
(…)
No le sugerí a usted, compañero Jruschov, que en medio de la crisis la URSS atacara, que tal parece
desprenderse de lo que me dice en su carta, sino que después del ataque imperialista, la URSS actuara sin
vacilaciones y no cometiera jamás el error de permitir circunstancias de que los enemigos descargasen sobre
ella el primer golpe nuclear. Y en ese sentido, compañero Jruschov, mantengo mi punto de vista porque entiendo
que era una apreciación real y justa de una situación determinada. Usted puede convencerme de que estoy
equivocado, pero no puede decirme que estoy equivocado sin convencerme.xlv
Esta carta también ha sido utilizada para sostener la versión de que a los soviéticos, ante las
«propuestas irracionales» del líder cubano, no les quedó más remedio que negociar con Estados
Unidos de espaldas a la dirección de la Isla. Este aserto no tiene fundamento, en tanto la decisión
soviética de hacer proposiciones a los norteamericanos sin tener en cuenta las opiniones de Cuba,
habían sido tomadas en Moscú desde el día 25 de octubre, cuando la carta de Fidel no había sido
concebida.
Un testimonio de extraordinaria valía para demostrar la falsedad de los criterios que señalan que
Fidel incitó a Jruschov a dar el primer golpe nuclear preventivo contra el territorio estadounidense es
el de Alenxander I. Alexéiev, quien se desempeñaba en octubre de 1962 como embajador de Moscú
en La Habana y a quien el Jefe de la Revolución le dictara el controvertido mensaje:
La noche del 26 para el 27 de octubre Fidel Castro visitó nuestra embajada y dictó el texto de una carta para que
se le hiciera llegar a N.S. Jruschov. En la misma se abordaba cuán tensa se había tornado la situación y la
posibilidad de un ataque estadounidense (invasión o bombardeos)a Cuba en las próximas24—72 horas. Fidel
alertaba a Jruschov sobre la perversidad de los americanos y lo convocaba a tomar todas las contramedidas
imprescindibles, aunque en honor a la verdad, sin llegar a concretarlas. Estando todavía Fidel en la embajada,
envié un breve cifrado en el que informaba sobre la posibilidad del ataque a Cuba. Unas horas antes nuestros
militares habían cursado un telegrama a Moscú en los mismos términos preocupantes. La carta de Fidel salió
para Moscú más tarde, una vez que se tradujo al ruso, y no fue hasta la mañana del 28 que llegó a manos de la
dirección soviética, cuando ya había sido adoptada la decisión sobre la retirada de los proyectiles. Se sabe
también que lo que llegó por víatelefónicadel Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSSa la secretaría de
Jruschov no fue el texto íntegro del mensaje,sino un resumen, motivo por el cual se pudieron producir
imprecisiones.
Este mensaje generó serias incomprensiones, ya que N.S Jruschov en una de sus cartas reconvino a Fidel por
haberle supuestamente sugerido que asestara un golpe nuclear preventivo contra el enemigo. La carta de Fidel
fue dada a conocer por la prensa cubana y de ella no se infiere semejante conclusión.
Fidel admite que el malentendido se debe a inexactitud de la traducción o a que yo no lo haya interpretado a él
correctamente. Quisiera hacer constar con absoluta responsabilidad que la culpa no es nuestra. La traducción de
la carta que dictó fue hecha por otros funcionarios de la embajada que conocían bien el español y el texto
publicado por Granma es idéntico al de nuestra traducción. Por lo que se puede concluir que los reproches de
Jruschov carecen de fundamento. En el mensaje no se hacen semejantes afirmaciones. Todo puede haberse
debido al extraordinario estrés al que estaba sometida la dirección soviética y al involuntario deseo de justificar la
peliaguda decisión de retirar los proyectiles sin el consentimiento de la dirección cubana.
Reitero que Fidel entonces no instó a que asestáramos un golpe nuclear preventivo, sino que se limitó a alertar
que los estadounidenses, conocedores de nuestro apego al principio de no ser los primeros en usar las armas
nucleares, podían emprender cualquier aventura, incluido un golpe nuclear. Por lo demás, el bombardeo de los
objetivos nucleares soviéticos hubiese sido de por sí equivalente a un golpe nuclear. A mi juicio, Fidel no estaba
pensando en un golpe nuclear preventivo, sino en la necesidad de advertirles a los americanos que nuestro
respeto al principio de no ser los primeros en utilizar las armas nucleares, no debía ser tomado como una
garantía que los preservaría de la represalia. El reproche de Jruschov a Fidel es además improcedente, porque
la operación que habíamos emprendido al trasladar los proyectiles a Cuba perseguía el objetivo de intimidar a los
americanos, disuadirlos de emprender acciones militares, no de emplear los cohetes.xlvi
A pesar de transcurridos 55 años de aquellos acontecimientos, aun se intenta tergiversar la historia. Lo cierto es que,
como dijera Ernesto Che Guevara en su célebre carta de despedida, al referirse al papel desempeñado por el
Comandante en Jefe durante la crisis: «Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días». Solo la posición
firme de la dirección cubana, al negarse a cualquier tipo de inspección en el territorio cubano, al plantear los Cinco
Puntosxlvii e impedir en todo momento que se le presionara, fue lo que salvó el prestigio moral y político de la Revolución
en aquella coyuntura, y que la isla no terminara siendo vista como un simple peón de los soviéticos. Esto fue así, a
pesar de que la URSS tomó decisiones inconsultas con la parte cubana que trajeron como consecuencia que la Isla
fuese la menos beneficiada con los resultados de la crisis.
Además de la ilegal base naval estadounidense en Guantánamo, continuaron los planes de sabotaje y magnicidio contra
los principales líderes de la Revolución, el bloqueo económico, la subversión, los ataques piratas, el apoyo al bandidismo
y el resto de los componentes de la política agresiva de Estados Unidos contra Cuba. Es decir, Estados Unidos siguió
invadiendo a Cuba en menor escala, prácticamente día por día, y esto se debió a que los problemas de fondo que
habían provocado la crisis no fueron resueltos. Aunque la crisis de octubre de 1962 ha sido la de mayor peligrosidad en
la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, muchas otras crisis se producirían entre ambos países con el
transcurrir del tiempo.
Notas
(1) La versión original de este texto fue publicada en la Revista Contexto Latinoamericano, Vol 2, Año 1, Segunda Temporada, Jul-Dic 2017, Ocean Sur.
I. Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962, A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, (Segunda Edición), p.100.
II. El 22 de junio de 1941 se produjo el ataque sorpresivo nazifascista a la URSS. El gobierno soviético poseía informaciones de inteligencia de que dicho ataque se ejecutaría y las consideró de carácter provocativo. Debido a ello, no tomó todas las medidas recomendadas para tal caso, con lo cual permitió al enemigo asestarle un potente golpe y el mantenimiento de la iniciativa estratégica durante los primeros meses de la contienda bélica. Información tomada de Tomás Diez Acosta, Octubre de 1962: A un paso del Holocausto, Editora Política, La Habana, 2008, p.179.
III. Ignacio Ramonet, Cien Horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet (tercera edición), Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, pp.315—316.
IV. Ibídem, p.319.
V. Ibídem, pp. 320—321
VI. Citado por Antolín Bárcena Luis, El intercambio de mensajes entre Fidel Castro y N.S. Jruschov durante la Crisis de Octubre. Apuntes de un traductor a 50 años de los hechos, pp.7—8.
VII. Los Cinco Puntos planteados fueron: 1-Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presiones
comerciales y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.2-Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.3-Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto Rico.4-Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.5-Retirada de la base naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos.
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Cronología de los hechos principales de la Crisis de octubre de 1962
Tomás Diez Acosta
OCTUBRE 14
En horas de la mañana un avión U-2 fotografió, en una trayectoria sur–norte, el territorio occidental
de Cuba. Al siguiente día, el Centro de Interpretación Nacional de Fotografías de la CIA, después de
estudiar minuciosamente las fotos, detectó la presencia de una posición de lanzamiento de cohetes
R-12 en la región de San Cristóbal, en la provincia Pinar del Río.
OCTUBRE 16
A las 08:45 a.m. McGeorge Bundy informó al presidente Kennedy que “fuertes evidencias
fotográficas” se habían obtenido mostrando los misiles de alance medio en Cuba. Kennedy
inmediatamente convocó a una reunión a las 11:45 a.m. y leyó los nombres de los catorce asesores
que el quería presentar, éste fue el grupo conocido más tarde como Comité Ejecutivo del Consejo de
Seguridad Nacional (ExComm). Este órgano se mantuvo en sesión permanente durante todo el tiem-
po que duró la Crisis, en calidad de consejo asesor del presidente Kennedy.
Como estaba previsto, a las 11:50 a.m. se realizó la primera reunión ExComm. Al grupo se le
presentó las evidencias fotográficas, incluyendo fotografías de silos de cohetes en construcción y
vehículos de tracción de los misiles. Los misiles nucleares fueron inicialmente identificados
erróneamente por analistas fotográficos como del tipo SS-3, por su aparente longitud; en horas de la
tarde rectificaron este error, identificando los misiles como del tipo SS-4 de largo alcance –según la
nomenclatura soviética R-12–. No se reportaron indicios de cabezas nucleares en el área. El foto
analista de la CIA Sydney Graybeal dijo al grupo que “no creemos que los misiles estén listos para
ser disparados”. La primera parte de la reunión de la tarde abarcó cuestiones relacionadas con la
validez y certeza de las evidencias, las capacidades militares soviéticas en Cuba y la vigilancia
adicional que se requería por Estados Unidos. Se ordenó incrementar los vuelos de los U-2. En la
discusión los participantes plantearon diferentes opciones para el tratamiento de la situación cubana.
Las principales opciones discutidas fueron: 1- Golpe aéreo quirúrgico a las bases de misiles. 2-
Ataque a varias instalaciones cubanas. 3- Una serie continúa de ataques y la invasión. 4- el bloqueo
a Cuba. Las discusiones preliminares se encaminaron todas hacia alguna forma de acción militar.
En horas de la tarde – a las 2:30 p.m.– el Grupo Especial (Ampliado) se reunió en la Casa Blanca
con Robert Kennedy, quien le manifestó "la insatisfacción general del Presidente” con los avances
alcanzados en la Operación Mangosta. En la reunión también se discutieron y se rechazaron
diferentes alternativas para eliminar los sitios recientemente descubiertos de misiles en Cuba,
incluyendo una propuesta de emplear a los cubanos emigrados para el sabotaje de estos.
Más tarde, a la 6:30 p.m., El ExComm se reunión por segunda vez en ese día. Entre los aspectos
planteados, Marshall Carter dijo que los misiles podrían ser “plenamente operativos dentro dos
semanas”, aunque un solo misil pudiera lograr su capacidad operativa “mucho más rápido”. Después
da la presentación de un informe de inteligencia. Robert McNamara delineó tres opciones amplias
para la acción. La primera opción era “política”, incluyendo comunicación con Fidel Castro y el
premier Jruschov; la segunda era “en parte política y en parte militar”, incluyendo un bloqueo de
armas y una abierta vigilancia; la tercera era “militar”, incluyendo un ataque a Cuba y a los sitios de
los misiles. McNamara recalcó que es casi seguro que cualquiera de las formas de acción militar
directa conducirá a una respuesta militar soviética de cualquier tipo en algún lugar del mundo.
Mientras se producían todas estas reuniones en Washington, en La Habana el gobierno cubano
daba una calurosa bienvenida al Primer Ministro de Argelia, Ahmed Ben Bella.
OCTUBRE 17
En el ExComm continuaron los debates acerca de las opciones a tomar, así como se conocieron
nuevas evidencias fotográficas al detectarse otros sitios de misiles. Al respecto, se discutió un
documento que exponía las siguientes variantes de acción:
Opción A- Tomar medidas políticas, ejercer presiones y hacer una advertencia y, de no ser
satisfactoria la respuesta, realizar un ataque militar.
Opción B- Efectuar un ataque militar sin que antes se haya hecho una advertencia, ejercido alguna
presión o tomado alguna medida; conjuntamente con esta acción, se emitiría mensajes aclarando su
carácter limitado.
Opción C- Tomar medidas políticas, ejercer presión y hacer una advertencia a la vez que se
establece un bloqueo naval y se invoca la autoridad del Pacto de Río y, o bien se procede a una
Declaración de Guerra por parte del Congreso de Estados Unidos o se invoca la Resolución sobre
Cuba aprobada en el 87 Período de Sesiones del Congreso.
Opción D - Invasión a gran escala para arrebatarle Cuba a Castro.
Según el propio documento cualquiera de estas opciones podía conducir a una de las restantes.
Todas las variantes de acción demuestran de manera inconfundible que las opciones de tipo militar
fueron estudiadas en detalle y constituyeron el centro de las discusiones, dejando relegadas a un
segundo plano las iniciativas diplomáticas. Las transcripciones de las reuniones del Comité en esa
semana prueban que el ataque aéreo sorpresivo para destruir las instalaciones coheteriles fue la
opción más atrayente.
Ese día, el Estado Mayor Conjunto notificó al general Gerhart, Comandante en Jefe del Comando
Aéreo de Defensa Continental, que actuara sin demora para aumentar las defensas aéreas en el
sudeste estadounidense. Mientras, el almirante Dennison alertó a los escuadrones de cazas de los
Cuerpos Navales y de Marines de las bases costeras en esa área para asistir a las fuerzas de la
Defensa Aérea Continental. Por su parte, el almirante Anderson envió un mensaje personal a los
comandantes de la Flota, advirtiéndoles que estuvieran preparados para hacerse a la mar con todos
los barcos que fueran posibles a un aviso emitido en el término de 24 horas.
OCTUBRE 18
El presidente Kennedy recibió en la Casa Blanca al ministro de Relaciones Exteriores de la URSS,
Andrei Gromyko. Entre los temas de conversación, se abordó la situación cubana. Kennedy
calificó las acciones de la Unión Soviética y Cuba como las causantes de las tensiones en el
Caribe, pero no le mostró las evidencias fotográficas que obraban en su poder. Gromyko reiteró
que la ayuda de su país a Cuba tenía el único objetivo de fortalecer la capacidad defensiva
cubana y omitió cualquier alusión a los cohetes nucleares.
Las discusiones del ExComm continuaron ese día. La mayoría de los miembros optaba, en
primera instancia, por un ataque aéreo limitado que denominaron “quirúrgico”, dirigido a la
destrucción de los emplazamientos coheteriles.
El secretario de Defensa, Robert McNamara, en horas de la noche, informó que había dispuesto
los aviones, hombres y municiones necesarios para bombardear a Cuba el martes, 23 de octubre,
si se tomaba esta decisión. Cuando Kennedy inquirió sobre la efectividad de esa acción, el
general Maxwell Taylor aseguró solo un 90 por ciento de destrucción de los emplazamientos co-
heteriles conocidos; por lo cual desde esa misma noche, la opción del bloqueo comenzó a tomar
fuerza en los debates y el propio presidente consideró favorablemente a esa medida, pese a las
desventajas que se le atribuían. El almirante Dennison fue designado para Comandar la Fuerza
de Bloqueo.
OCTUBRE 19
El presidente indicó al Departamento de Estado, una vez estudiadas las distintas alternativas, que
propusiera una fórmula para presentar ante el mundo como un hecho legal el bloqueo naval. El
Departamento de Estado señaló que ningún tipo de bloqueo naval se adecuaba a la situación
reinante, pues una acción de esta índole sería considerada como un acto de guerra. Lo más
conveniente, según criterios, era establecer un tipo de bloqueo que incluyera específicamente lo
referente a los armamentos y que esta medida estuviera fundamentada bajo los preceptos de la
Doctrina Monroe. Recomendaban que el bloqueo debería comenzar por el nivel más bajo, es decir,
estaría dirigido solamente a las armas “ofensivas" y se preveía, también, que después de pasados
diez días de su imposición, incluyera la prohibición de la transportación de petróleo, gasolina y lubri-
cantes, lo que indirectamente contribuiría al colapso de la economía cubana y produciría resultados
políticos favorables a sus planes anticubanos.
Se tomó la decisión que el almirante Anderson, Jefe de Operaciones Navales, actuando por el
Estado Mayor Conjunto, preparara un plan para el bloqueo limitado de Cuba, basado en el plan
previo de contingencia.
OCTUBRE 20
En horas de la tarde, en el ExComm se adoptó la decisión final. El presidente Kennedy pidió al di-
rector de la CIA, John McCone, iniciar la sesión con un informe sobre los últimos datos de
inteligencia obtenidos. A continuación, se expusieron las dos medidas básicas estudiadas, con todas
las ventajas y desventajas posibles. Las disyuntivas iban desde comenzar con un bloqueo y luego ir
tomando medidas más drásticas, o bien empezar con un ataque aéreo masivo para acabar, según
todo lo previsible, invadiendo a Cuba.
Después de decidirse por la opción del bloqueo, comenzó la discusión de la legalidad de la medida.
Sobre ese punto del debate, Dean Acheson sugirió: “si algunos objetaban el término bloqueo. ¿Por
qué se usaba esa palabra? ¿Por qué no cuarentena?” Kennedy creyó provechoso denominar
cuarentena al bloqueo naval, con el propósito de encubrir ante la opinión pública la ilegalidad de la
medida.
En la propia sesión se analizaron los puntos que contemplarían el discurso del presidente y el
momento preciso para pronunciarlo. Kennedy urgió a Theodore Sorensen a que, en el proyecto de
discurso que estaba preparando, pusiera énfasis en lo repentino, secreto y engañoso del despliegue
de armas ofensivas en Cuba. El presidente estaba preocupado de que los soviéticos apelaran a la
opinión pública invocando a la ley internacional, pues tenían derecho a instalar esos medios bélicos
siempre que el gobierno cubano lo autorizara.
El Secretario McNamara le orientó al almirante Anderson que preparara la propuesta, los
documentos políticos, la argumentación y las instrucciones para la aplicación del bloqueo limitado.
La responsabilidad del almirante Anderson además incluía la defensa de la Base Naval de
Guantánamo y la protección de los buques estadounidenses. La argumentación del almirante
Anderson fue seguida al pie de la letra en la aplicación de la cuarentena.
El almirante Dennison notificó al jefe de la base de Guantánamo estar preparado a evacuar a todo el
personal civil para la noche del sábado o en cualquier momento durante los dos próximos días.
Para este día, en Cuba, ya fueron operacionales 20 rampas de lanzamiento de los cohetes
soviéticos R-12, solo restaron cuatro más, que finalmente estuvieron listos el 25 de octubre,
momento en que todos los regimientos de R-12 se encontraron en completa disposición combativa.
A altas horas de la noche fue infiltrado por la costa norte de Pinar del Río un comando terrorista de
la CIA con la misión de cometer un gran sabotaje contra la mina de cobre de Matahambre.
OCTUBRE 21
A las 11:30 horas, el presidente Kennedy se reunió con el general Walter Sweeney, jefe del
Comando Aéreo Táctico (TAC), en ese encuentro, participaron además el Secretario de Defensa,
Robert McNamara; el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Maxwell Taylor; el director de la CIA,
John McCone, y el Fiscal General, Robert Kennedy. El presidente tenía interés en conocer la opinión
de ese jefe militar sobre la efectividad del golpe aéreo masivo, en caso de recurrir a esta acción. De
acuerdo con unas notas tomadas por McNamara, el jefe del TAC le aseguró a Kennedy “...el éxito
del ataque; no obstante, señaló que, incluso en condiciones óptimas, no era probable que quedaran
destruidos todos los cohetes conocidos. (...) El general Taylor declaró que lo más que podemos
asegurarle es que destruiremos el 90 por ciento. El general Taylor, el general Sweeney y el
Secretario de Defensa insistieron firmemente en que, a su juicio, al primer golpe aéreo deberían
seguir otros y que éstos, a su vez, llevarían inevitablemente a la invasión”.
Este fue un elemento que influyó en la decisión de Kennedy de no comenzar con el golpe aéreo,
pues los militares no le ofrecieron la certeza de poder destruir todos los cohetes instalados. Sin
embargo, esa opción se mantuvo y más de una vez se analizó en el ExComm la posibilidad de su
realización. McNamara acotó en sus notas que Kennedy “...instruyó a los militares de la necesidad
de que estuvieran preparados para la realización del ataque aéreo el lunes por la mañana o en cual-
quier momento después.”
A las 14:30 horas de ese día, Kennedy reunió nuevamente al ExComm para revisar las instrucciones
del Departamento de Estado a las embajadas norteamericanas y las cartas presidenciales que se
enviarían a sus aliados. Asimismo, puntualizó todo lo relativo a las acciones que se desarrollarían en
el seno de la OEA y las declaraciones que serían formuladas ante el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas. También, ordenó reforzar la vigilancia aérea de Cuba y solicitó al almirante
George W. Anderson, jefe de Operaciones Navales, una explicación sobre los planes y procedimien-
tos del bloqueo. Anderson dijo: “Primero, cada barco que se aproximara a la isla recibiría órdenes de
detenerse a fin de admitir a bordo un piquete de control. Luego, si no se recibía en los buques de
guerra americanos respuesta satisfactoria, se dispararía un cañonazo ante la proa. Finalmente si ni
aun así llegaba la respuesta buscada, se le dispararía al timón, para desgobernarlo sin hundirlo”.
En el Estado Mayor Conjunto fueron diseñados los procedimientos y reglamentos de la cuarentena,
para que el Secretario McNamara los aprobara esa noche.
OCTUBRE 22
En la mañana, el presidente Kennedy informó telefónicamente de la situación a sus predecesores
en el cargo, o sea, Hoover, Truman y Eisenhower. A las 3 p.m. reunió al Consejo de Seguridad
Nacional y la Junta de Jefes de Estados Mayores para precisar las medidas tomadas. Una hora
más tarde, Kennedy sostuvo una conferencia con el gabinete ministerial al cual comunicó
brevemente los últimos acontecimientos y, por último, con los líderes del Congreso.
El Estado Mayor Conjunto emitió planes detallados para la dirección de la cuarentena. El almirante
Dennison continuó el despliegue y la ubicación de sus barcos y otras fuerzas para hacer cumplir la
cuarentena. El reforzamiento de Guantánamo y la evacuación de familiares y civiles fueron virtualmente
completados al momento de salir al aire el Presidente. Desde horas del mediodía, el Comando Aéreo
Estratégico (SAC) había comenzado a desconcentrar los bombarderos B-47 y B52, con sus cargas
nucleares, en 33 aeropuertos civiles estadounidenses.
El embajador soviético en Washington, Anatoli F. Dobrynin, fue citado a las 6 de la tarde al
Departamento de Estado por Dean Rusk, quien le entregó un mensaje; minutos más tarde el
representante de Estados Unidos en Moscú, Foy D. Kohler, entregó idéntico documento a Vasili
V. Kuznetzov, Viceministro de Relaciones Exteriores de la URSS.
A la 7 de la noche, en una conferencia televisiva desde la Casa Blanca, el presidente Kennedy dio
lectura a un meticuloso discurso en que se anunciaban las medidas militares que se proponía
Estados Unidos poner en práctica contra Cuba. Simultáneamente con la alocución de Kennedy,
las tropas estadounidenses en todas partes de mundo pasaron de las condiciones de tiempo de
paz a las de alta alerta, es decir a la Condición de Defensa (DEFCON-3).
Mientras en Cuba, las autoridades cubanas que observaban las noticias que llegaban de Estados
Unidos durante la mañana y la tarde de ese día, llegaron a la conclusión de que todos esos tra-
jines en la capital estadounidense estaban relacionados con el descubrimiento de los
emplazamientos de los cohetes soviéticos en el país y, aunque no se podía predecir con exactitud
el tipo de acción militar que Estados Unidos emprendería y el lugar por donde se llevaría a cabo,
tuvieron la certeza del carácter inminente de una agresión y, por consiguiente, a las 15:50 horas
de ese día 22, el Primer Ministro Fidel Castro, en su condición de Comandante en Jefe, puso en
fase alerta de combate a las fuerzas armadas, y un poco más tarde, a las 17:35 horas decretó –
casi hora y media antes de que hablara Kennedy– la fase de alarma de combate para todo el
país.
Asimismo en horas de la noche, el Ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, instruyó al
representante permanente de Cuba en Naciones Unidas, Mario García Incháustegui, a que
solicitara la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad, pues las medidas de bloqueo naval
contra Cuba anunciadas por el Presidente de Estados Unidos constituíanun acto bélico, ejecutado
a espaldas de los organismos internacionales y con absoluto desprecio de ese Consejo de Seguri-
dad, creando un inminente peligro de guerra.
Entretanto, en Moscú se conoció de la determinación del alto mando cubano de poner primero, en
estado de alerta y después en completa disposición combativa a las fuerzas armadas. A estas
noticias se sumó que –una hora antes de la conferencia de prensa de Kennedy–, el embajador
norteamericano, Foy Kohler hizo entrega en el Kremlin al Premier soviético, Nikita S. Jruschov, de
un mensaje personal del Presidente de Estados Unidos y la declaración pública del descubrimien-
to de los cohetes y el establecimiento del bloqueo naval a Cuba.
En el puesto de mando soviético en La Habana se recibióun mensaje del Ministro de Defensa de
la URSS, en que disponía que el general Issa Pliev (Jefe de la Tropas Soviéticas en Cuba)
“...tome medidas inmediatas para elevar el estado de la disposición combativa y estar listo
conjuntamente con el ejército cubano para rechazar al enemigo con toda la potencia de las
fuerzas soviéticas, excepto los medios de STATSENKO (los cohetes) y todas las cargas de
BELOBORODOV (nucleares)”.
OCTUBRE 23
En Moscú durante las primeras horas de la mañana se reunió el Presidium del Comité Central del
PCUS y al Consejo de Defensa de la Unión Soviética para adoptar las medidas correspondientes
ante la gravedad de la situación. El mariscal Malinovsky propuso la puesta en completa disposición
combativa a las fuerzas armadas soviéticas. Por su parte, Jruschov aconsejó prudencia, dar una
imagen calmada y no apresurarse en tomar decisiones que pudieran desencadenar la guerra.
Orientó a que, de inmediato, se impartieran instrucciones para que las tropas coheteriles de desig-
nación estratégica, la defensa antiaérea y la flota de submarinos retuvieran, hasta nueva orden, a los
efectivos que por razones de edad debían desmovilizarse, y cesaran los descansos programados al
personal.
La agencia TASS emitió una declaración del gobierno soviético, en la cual se denunciaba el serio
peligro que para la paz significaba el bloqueo naval, calificándolo como un paso en el camino del
desencadenamiento de la guerra termonuclear. Además, advirtió a Estados Unidos a no efectuar
las medidas anunciadas por Kennedy contra los barcos soviéticos que se dirigían a Cuba y solicitó
la rápida convocatoria del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Al mismo tiempo, la cancillería soviética entregó al embajador de EE.UU. una copia de dicha
declaración y un mensaje de Jruschov al presidente Kennedy, donde reitera que los armamentos en
Cuba son defensivos y califica las medidas proclamadas el día anterior de insólita injerencia en los
asuntos de la República de Cuba, así como un acto provocativo contra la Unión Soviética. También
el premier soviético envió una carta a Fidel, en la cual considera las acciones emprendidas por el
gobierno estadounidense de piratesca, pérfidas y agresivas; informa además; que había impartido
instrucciones a los representantes militares soviéticos en Cuba de adoptar las medidas correspon-
dientes y estar completamente listos.
En Cuba, durante la mañana, después de impartir las instrucciones de rigor, Fidel inspeccionó el
Puesto de Mando Central para recibir las últimas informaciones sobre el estado de la movilización.
Allí conoció que se venían produciendo vuelos rasantes de aviones de combate norteamericanos
sobre Cuba. En el puerto del Mariel atracó el buque soviético Alexandrovsky, que transportó a
bordo las ojivas que completaban las cargas nucleares para los cohetes, sin que los servicios de
inteligencia norteamericanos lo hubieran podido detectar.
En horas de la noche, el Primer Ministro cubano compareció ante la radio y la televisión para refutar
las imputaciones hechas por el mandatario norteamericano el día anterior. Fidel dejó claramente
sentado que no tenía obligación de rendirle cuentas al gobierno de Estados Unidos y negó que ese
país tuviera derecho a decidir la clase y el número de armas que debía o no tener Cuba; e impugnó,
cada uno de los argumentos utilizados por Kennedy para implantar el bloqueo.
En Washington, a las 10 de la mañana, en el Salón Oval de la Casa Blanca, el ExComm se
reunió para seguir en detalle la marcha de los acontecimientos y los preparativos militares. A
través del Departamento de Estado, se dirigió a los gobiernos de Guinea, Senegal, Jamaica y
Trinidad y Tobago para obligarlos a prohibir los aterrizajes de los aviones soviéticos. Por su parte,
el Director de la CIA, John McCone, reporta un incremento de transmisiones entre los barcos y
Moscú y que se habían detectado submarinos en ruta hacia el Caribe. En esa coyuntura, el
ExComm aprobó un nuevo mensaje de Kennedy a Jruschov en el que lo conminaba a acatar la
cuarentena.
En la sede de la OEA, en horas de la mañana, tuvo lugar una reunión extraordinaria del Consejo de
la Organización. Bajo la presión de Estados Unidos fue aprobada, en horas de la tarde, una
Resolución de la OEA que demandaba la retirada los armamentos calificados de ofensivos y tomar
medidas individuales y colectivas, incluyendo el uso de la fuerza si fuese necesario. Dicho
documento se aprobó por 19 votos a favor, ninguno en contra y una abstención, la de Uruguay. Los
representantes de México, Brasil, Chile y Bolivia declararon que sus votos estaban sujetos a las
limitaciones constitucionales de sus gobiernos.
A las siete de la noche, Kennedy firma la Proclama 3504 que establecía el bloqueo naval, desde las
10 de la mañana del día siguiente, bajo la responsabilidad del Comando Unificado del Atlántico. Esa
noche el jefe del Pentágono, Robert McNamara, anunció que 25 barcos soviéticos se dirigían a la
línea de intercepción. La tensión seguía en aumento. El presidente Kennedy encargó a su hermano
Robert que se entrevistara con el embajador soviético, Anatoli Dobrynin esa misma noche. En la
conversación, Robert Kennedy insistió a Dobrynin en que Jruschov engañó a Estados Unidos y el
embajador, que desconocía la existencia de los cohetes en Cuba, negó su presencia en la isla.
En la sede de las Naciones Unidas, en New York, el Consejo de Seguridad comienza sus sesiones,
en horas de la tarde de ese día, para escuchar a los representantes de Estados Unidos, Cuba y la
Unión Soviética. El primero en intervenir fue Adlai E. Stevenson, quien pronunció un largo discurso,
en un esfuerzo por presentar el bloqueo como una medida de autodefensa. A continuación, el
representante cubano Mario García Incháustegui refutó las aseveraciones de Stevenson, afirmó que
Cuba se había visto precisada a armarse frente a las reiteradas agresiones norteamericanas
ejecutadas en flagrante violación de la Carta de las Naciones Unidas y de los acuerdos interamerica-
nos; al concluir su discurso, sentó la posición de principio de no permitir ningún tipo de inspección
del territorio cubano. Valerian Zorin, representante soviético, analizó los pretextos y argucias
aducidos por el gobierno norteamericano para justificar su agresión y denunció la ausencia de sus-
tentación legal de ésta.
Simultáneamente a los debates en el Consejo de Seguridad, los representantes de 45 naciones,
principalmente de Asia y África que conformaban el Movimiento de Países No Alineados, se
reunieron en la sede de las Naciones Unidas para analizar y promover actividades dirigidas a un
arreglo de la crisis. En ese encuentro se acordó solicitar al Secretario General Interino, U Thant, que
asumiera el papel mediador entre las partes y pedirle la convocatoria de la Asamblea General, en
caso de no hallarse una solución en el Consejo de Seguridad.
En EE.UU., la prensa y las agencias de información divulgaban noticias alarmantes. El pánico se
apoderó de la población norteamericana que acaparó víveres y provisiones de todo tipo y las
familias con recursos, residentes en el sur, comenzaron a emigrar hacia el norte del continente,
por el peligro de un golpe nuclear en esa región.
OCTUBRE 24
En la mañana, Fidel se reunió en el Estado Mayor General con un grupo de altos jefes y oficiales con
el fin de analizar el cumplimiento de las medidas militares puestas en práctica para la defensa del
país. Especial énfasis puso Fidel en las medidas de defensa antiaérea. En el transcurso de la
reunión se informó que el día anterior diez aviones enemigos había irrumpido en el territorio na-
cional. Esas naves volaban a una altura de 100 metros y, una vez en la costa, se elevaron 3000
metros. Sobre ese aspecto Fidel planteó que no se podía permitir que esos aviones volaran impune-
mente. “No tenemos –dijo Fidel– ninguna razón de política, de ningún tipo, de ninguna clase, que
nos impida tumbarles un avión que vuele sobre nosotros a 300 pies”.
En horas de la tarde, Fidel Castro visitó un grupo soviético de cohetes tierra aire, al noreste de la
capital. Allí se percató de su vulnerabilidad ante un ataque de aviones a baja altura. Al efecto,
ordenó que, de inmediato, 50 baterías antiaéreas de la reserva se desplegaran para darle protec-
ción a esos grupos y a las instalaciones de cohetes de alcance medio.
A las 10 a.m. como estaba previsto, se puso en vigor el cerco naval de Estados Unidos en la
periferia del archipiélago cubano y aumentaron las incursiones de su aviación, sobre todo los vuelos
rasantes. Mientras que en el Pentágono, el Estado Mayor Conjunto ordenó al general Thomas
Powers, Comandante en Jefe del Comando Aéreo Estratégico (SAC), pasar a todas sus unidades,
por primera vez en su historia, al estado de máxima alerta [DEFCON-2]. Powers, seguidamente, por
su propia iniciativa, decidió trasmitir las órdenes a los comandantes del SAC, mediante mensajes no
codificados.
Contribuyó de igual forma a esta escalada de las tensiones la firma por Kennedy del Memorando
199 de Seguridad Nacional, que autorizaba las armas nucleares múltiples en el Comando Aliado
Supremo en Europa. Simultáneamente Francia puso sus fuerzas armadas en Alerta 2, etapa previa
a la movilización general, lo que caldeó la atmósfera en el teatro de operaciones europeo. La
situación militar cada vez fue más peligrosa para la paz mundial
En Naciones Unidas, la sesiones del Consejo de Seguridad comenzaron a las nueve de la mañana
con las intervenciones de los representantes de Venezuela y Gran Bretaña que declararon su apoyo
a la acción de Estados Unidos, mientras que el de Rumania la condenó. El Secretario General, U
Thant, explicó al Consejo que, a petición de un grupo de gobiernos, mediaría en el conflicto; por tal
razón, ya había enviado mensajes a Jruschov y a Kennedy, apelando a abstenerse de toda acción
que pueda agravar la situación y traer con ello el riesgo de la guerra. Además, pidió tiempo para que
las partes interesadas pudieran reunirse con vistas a resolver la crisis pacíficamente y normalizar la
situación del Caribe y para lograr esto propuso la suspensión voluntaria, por una parte, de todos los
embarques de armas a Cuba y, por la otra, de las medidas de cuarentena por un período de dos a
tres semanas. También, U Thant apeló al Gobierno de Cuba, exhortándolo a la búsqueda de algún
terreno de interés común, como base para una discusión, por la cual se pudiera hallar una salida
negociada a la situación reinante.
OCTUBRE 25
En horas de la mañana, Jruschov respondió al mensaje del Secretario General de las Naciones
Unidas del día anterior. En su respuesta el Gobierno soviético declaró estar de acuerdo con la
propuesta realizada por U Thant. Por su parte, Kennedy eludió dar una respuesta directa y com-
prometedora, limitándose a plantear que el embajador Stevenson estaba listo a discutir prontamente
esos arreglos. El Gobierno cubano, a través del embajador García Incháustegui, reafirmó a U Thant
la actitud pacífica de Cuba, pero reiteró en el derecho y la necesidad de defenderse frente a la
política agresiva e intervencionista norteamericana.
U Thant envió un segundo mensaje a Estados Unidos y a la Unión Soviética, cuando conoció que
un grupo de barcos soviéticos se acercaba a la zona del bloqueo, con una apelación a ambos
gobiernos para evitar una confrontación y solicitó nuevamente tiempo a fin de poder mediar el asunto
entre partes. El Gobierno soviético fue el primero en responder, al dar instrucciones a los capitanes
de sus barcos de mantenerse alejados de la zona del bloqueo.
En horas de la tarde continuaron las sesiones del Consejo de Seguridad. En un momento del
debate, cuando el representante soviético hacía su exposición fue interrumpido por el delegado
norteamericano, quien en tono inquisitivo, el preguntó que confirmara o no la presencia en Cuba de
armas ofensivas e inmediatamente después colocó en un podio en el salón las fotos aéreas que
obraban en su poder, como pruebas de la existencia de los emplazamientos coheteriles en Cuba.
Esta sesión finalizó con el anuncio de U Thant de que, en la mañana siguiente, iniciaría
conversaciones con los representantes de Cuba, la Unión Soviética y Estados Unidos para tratar de
buscar una solución a la crisis y se acordó, en espera de esas negociaciones, posponer las discusio-
nes del tema en ese organismo.
Mientras esto ocurría, en Moscú, el Premier soviético recibía la tercera carta de Kennedy que
respondía al mensaje del día anterior en que Jruschov planteaba su posición de no aceptar las medi-
das de bloqueo naval impuesta por Estados Unidos. En esta nueva misiva el presidente
norteamericano recriminaba fuertemente a Jruschov porque lo había engañado y lo exhortaba a
regresar a la situación anterior. Esta invitación de Kennedy a regresar a la situación anterior,
equivalía a decir, no cohetes en Cuba, lo que unido al nivel de peligrosidad que estaban tomando los
acontecimientos, llevaron a Jruschov, en horas de la noche, a dar instrucciones para preparar un
proyecto de respuesta a Kennedy sobre la retirada de los cohetes, pero con dos condiciones: la pri-
mera, que Estados Unidos se comprometiera a no invadir a Cuba; y la segunda, la retirada de los
cohetes Júpiter de Turquía y de Italia.
En Cuba, se decidió organizar batallones de combate de la Defensa Popular (DP), también se
dispuso la creación de diferentes formaciones especiales para la defensa civil como fueron las briga-
das sanitarias, contraincendios y de reparaciones.
OCTUBRE 26
En Moscú, Jruschov envió un mensaje a Kennedy, a través de la embajada soviética en Washington,
donde proponía la retirada de los cohetes a cambio del cese del bloqueo naval y de que Estados
Unidos diese la seguridad de no invadir a Cuba.
En Washington, continuaron las reuniones del ExComm. El aspecto analizado fue la efectividad de la
cuarentena. El presidente Kennedy consideró que el bloqueo pudiera ser una medida de insuficiente
eficacia, por lo que propuso ponderar otras, tales como el ataque aéreo, la invasión o el posible
canje, en tácita alusión a los Júpiter basificados en Turquía. También tuvo lugar una reunión del
Grupo Especial (Ampliado), el tema de análisis fue la Operación Mangosta, dentro de las
circunstancias de crisis, se planteó la necesidad de un "enfoque juicioso y realista" de los objetivos
de la Operación Mangosta, de forma tal que se pueda determinar si los medios principales de
Estados Unidos debían emplearse "contra el régimen comunista de manera inmediata". En horas de
la noche, se reunieron en secreto el embajador de la URSS, Anatoli Dobrynin y Robert Kennedy. En
la conversación, el diplomático soviético planteó que en las fronteras de la Unión Soviética con Tur-
quía existía una base de cohete estadounidense y su instalación no había provocado una crisis.
Robert Kennedy respondió que si la URSS estaba interesada en la salida de los cohetes de Turquía,
él consultaría de inmediato con el presidente su hermano. Salió del salón y al poco rato regresó para
decir a Dobrynin que el presidente había manifestado que se podía examinar la cuestión de los
cohetes en Turquía.
En Cuba, en la mañana de ese día, el Primer Ministro cubano tomó la decisión de impedir esos
vuelos y ordenó, a partir del 27, abrir fuego contra todo avión enemigo que volara a baja altura. En
horas de la tarde, Fidel se reunió con la Jefatura de las Tropas Soviéticas, para informarle su
decisión de abrir fuego a la aviación enemiga. Al finalizar el día y en la madrugada del 27, el máximo
dirigente cubano, desde la sede de la Embajada de la URSS redactó un mensaje a Jruschov con la
intención de darle ánimo, fortalecer sus posiciones morales y exhortarlo a que se mantuviera firme,
sin errores ni vacilaciones irreparables en caso de que la guerra estallara.
OCTUBRE 27
En Cuba, en cumplimiento de la orden recibida, cuando la aviación de Estados Unidos irrumpió en el
espacio aéreo cubano todas las baterías comenzaron a abrir fuego. Los militares soviéticos, con un
elemental espíritu de solidaridad, en el momento que había empezado el fuego contra el enemigo
aéreo, decidieron también combatir y dispararon sus cohetes antiaéreos contra un avión U-2. Dicha
nave fue derribada a las 10:17 horas en el territorio del municipio de Banes, en la región oriental de
Cuba y pereció su piloto, el mayor Rudolf Anderson.
Fidel escribió al Secretario General de las Naciones Unidas que “Cuba está dispuesta a discutir todo
lo que sea necesario sus diferencias con los Estados Unidos, y hacer todo lo que esté a su alcance
en cooperar con las Naciones Unidas para resolver la presente crisis; pero rechaza de plano el acto
violatorio de la soberanía de nuestro país...”.
A las 9 a. m., a través de Radio Moscú, Jruschov envió un nuevo mensaje a Kennedy, el cual incluía
la proposición de la retirada de los cohetes en Turquía a cambio de los instalados en Cuba, con el
compromiso de ambos gobiernos de no amenazar la integridad territorial de Turquía, en el caso de la
URSS, y de Cuba, por parte de los Estados Unidos. Kennedy decidió no contestar este mensaje,
sino él del día 26 que no incluía los cohetes de Turquía. A tal efecto, escribió:
“1) Usted aceptaría retirar estos sistemas de armamentos de Cuba, bajo la adecuada observación e
inspección de las Naciones Unidas, y se comprometería, con las debidas garantías, a impedir la ulte-
rior introducción en Cuba de tales sistemas de armamentos.
“2) Nosotros, por nuestra parte, nos avendríamos mediante el establecimiento de medidas
adecuadas por las Naciones Unidas para asegurar la realización y la continuación de estos com-
promisos: a) a levantar rápidamente las medidas de bloqueo actualmente imperantes y b) a dar
seguridad contra una invasión a Cuba”.
En horas de la noche, se producía un segundo encuentro entre el embajador soviético y el
hermano del presidente. En esa reunión Robert Kennedy conminó a Dobrynin a que los soviéticos
dieran una inmediata respuesta, pues los acontecimientos se iban precipitando y podrían, en un
momento dado, irse del control presidencial; planteó que el problema de los cohetes en Turquía
sería resuelto, pero que no debía figurar públicamente, pues sería manejado primero en el seno
de la OTAN.
OCTUBRE 28
Jruschov transmitió –a través de Radio Moscú con evidente premura– su respuesta a la misiva de
Kennedy del día anterior. En ella se confirmaron los términos de negociación propuestos por el
presidente norteamericano “...según el cual no habría ataque ni invasión a Cuba, no sólo por parte
de los Estados Unidos, sino tampoco por parte de otras naciones del hemisferio occidental, según
dijo usted en el propio mensaje. Por consiguiente, desaparecen los motivos que nos indujeron a
prestar esta clase de ayuda a Cuba. Por esa razón, hemos ordenado a nuestros oficiales (...) que
tomen las medidas pertinentes para interrumpir la construcción de las susodichas instalaciones,
desmantelarlas y devolverlas a la Unión Soviética. (...) estamos dispuestos a llegar a un acuerdo que
permita a representantes de las Naciones Unidas comprobar el desmantelamiento de estos medios”.
Kennedy respondió de inmediato a Jruschov, dijo: “Considero mi carta del 27 de octubre, dirigida a
usted, y su respuesta de hoy, como compromisos firmes por parte de ambos Gobiernos, que
deberían ser puestos prontamente en práctica.
La dirección soviética envió, también, un mensaje a Fidel, en el cual se recomendaba a los cubanos
que no se dejen llevar por los sentimientos y le solicitaba que pospusiera la orden de disparar contra
los vuelos rasantes, a fin de evitar que un nuevo incidente pudiera, en el último minuto, frustrar los
acuerdos con Kennedy.
En la tarde, Fidel Castro comunicó la posición de Cuba en una declaración pública, en la que
expresaba: “...que no existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación
del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
“PRIMERO.- Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y
económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
“SEGUNDO.- Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y
explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteado-
res, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de algunos países
cómplices.
“TERCERO.- Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados
Unidos y en Puerto Rico.
“CUARTO.- Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra
norteamericanos.
“QUINTO.- Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado
por Estados Unidos.”
OCTUBRE 29
En Naciones Unidas, el Secretario General interino de las Naciones Unidas, U Thant, dio a conocer
la aceptación de la invitación de Fidel Castro para visitar a Cuba. También, fue anunciada por la
delegación soviética la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasili Vasilievich
Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados Unidos.
OCTUBRE 30
U Thant informó a la prensa que vino a La Habana “a negociar no a inspeccionar”; reconoció
también que “la soberanía de Cuba es un prerrequisito básico”. En horas de la tarde se iniciaron las
conversaciones entre el Secretario General de la ONU y el Primer Ministro de la República de Cuba,
como vía indispensable para lograr la distensión en la zona.
En Estados Unidos se le ordenó a la Fuerza de Choque W, unidad de acción de la CIA para la
Operación Mangosta, detener todas sus operaciones en Cuba. Sin embargo, a finales de octubre, una
nueva misión estaba a punto de ser puesta en práctica. Uno de los operativos, preocupado por la
realización de una operación encubierta envió un mensaje Robert Kennedy para verificar la autorización
de la misión. Kennedy, irritado ante la noticia de que las misiones de la CIA proseguían, criticó
severamente a Harvey, y le pidió al director de la CIA concluir con estas operaciones. Para verificar el
cumplimiento de esta orden, Edward Lansdale fue enviado a Miami para supervisar la terminación de la
Operación Mangosta. Sin embargo, 3 de los 10 grupos de sabotajes planificados (compuestos de 6
hombres) ya habían salido hacia Cuba.
Ese día se produjeron varios ataques de lanchas piratas a diferentes lugares de las costas cubanas.
Una de esas acciones se produjo al sur de Caleta del Humo, Pinar del Río. Por esa zona se capturaron
elementos contrarrevolucionarios que pretendían infiltrarse. Otro ataque tuvo lugar contra Cayo Mambí,
al norte de la provincia de Oriente.
OCTUBRE 31
Finalizó la visita de trabajo que realizó U Thant a Cuba. En este último encuentro, Fidel Castro
reafirmó el derecho de Cuba a la independencia, ratificó los cinco puntos como única garantía de
una verdadera y definitiva paz en el área. Al mismo tiempo, rechazó toda tentativa yanqui de
inspeccionar el territorio cubano y reafirmó la decisión del pueblo a defender su soberanía.
A su regreso a New York, U Thant expresó que sus conversaciones con las autoridades cubanas
habían sido fructíferas e informó tener evidencias confiables del desmantelamiento de las
instalaciones de cohetes, y de que se tomaban las disposiciones necesarias para su retirada
hacia la URSS.
El Primer Ministro del Gobierno Revolucionario envió una carta a su homólogo soviético, en la que
expresó la amargura por la forma en que se efectuaron las negociaciones entre Estados Unidos y
la URSS, al excluir de las mismas a Cuba.
NOVIEMBRE 1
El Primer Ministro Fidel Castro Ruz, compareció ante la radio y la televisión para informar al
pueblo sobre el resultado de las conversaciones sostenidas con U Thant.
NOVIEMBRE 2
Anastas Mikoyann –Primer Viceprimer Ministro de la URSS–, declaró en Nueva York que el
gobierno soviético suscribe las justas proposiciones de Fidel Castro para garantizar la seguridad
de Cuba. En horas de la tarde, Mikoyán arribó a La Habana, su estancia en Cuba se extendería
por espacio de tres semanas.
Fue capturado Miguel Ángel Orozco Crespo, junto a otros agentes, al tratar de realizar un gran
sabotaje a las minas de cobre en Pinar del Río como parte de un amplio plan de subversión previsto
dentro de la Operación Mangosta.
NOVIEMBRE 4
Se iniciaron en el Palacio Presidencial las conversaciones entre el Primer Ministro de Cuba, Fidel
Castro, y el Primer Vicepresidente del Consejo Ministros de la URSS, Anastas I. Mikoyán. El
primer aspecto discutido fue el referido a la verificación de la retirada de los cohetes por una
comisión internacional. Al respecto, el dirigente soviético propuso diferentes variantes, pero en su
esencia no cambiaban su propósito. Fidel argumentó la posición de Cuba al oponerse a esa ins-
pección, pues el fin que perseguía Estados Unidos con ello era violar los derechos soberanos del
país. Mikoyán, entonces, planteó la idea de admitir la inspección de los barcos en aguas
internacionales, a lo cual Fidel respondió que eso era asunto de la Unión Soviética, mientras no
se hiciera en las aguas territoriales cubanas
NOVIEMBRE 6
El gobierno de Estados Unidos, convencido de que se habían desmantelado los cohetes y después de
aceptar la propuesta de la URSS de verificación en alta mar de los buques soviéticos que los
transportaban, planteó oficialmente una nueva exigencia, la retirada de los bombarderos soviéticos IL-
28, como solución de la crisis. Asimismo, el Departamento de Defensa informaba el cierre del tráfico en
el Canal de Panamá para permitir el paso de 17 naves de guerra, que incluían portaaviones,
destructores y submarinos, los cuales se unirían a las fuerzas desplegadas en el Caribe.
NOVIEMBRE 7
La delegación de Estados Unidos en las Naciones Unidas anunció el acuerdo con la URSS para la
comprobación visual de la retirada de los cohetes y la inspección, por parte de la Cruz Roja
Internacional, de los barcos mercantes soviéticos que se dirigían hacia Cuba.
NOVIEMBRE 8
U Thant se entrevistó por separado con Lechuga y Kuznetzov para ventilar principalmente la nueva
demanda de Estados Unidos respecto al retiro de los IL-28. Más tarde, los delegados norteamerica-
nos y soviéticos celebraron un encuentro con el mismo tema, el cual se prolongó alrededor de cuatro
horas, sin llegar a ningún acuerdo. Los norteamericanos insistían en que los IL-28 eran “armas
ofensivas” y, por tanto, debían ser retirados, según lo convenido entre Jruschov y Kennedy. Los
soviéticos afirmaban que eran naves anticuadas y no ofrecían ningún peligro para Estados Unidos.
NOVIEMBRE 10
El Secretario General de las Naciones Unidas concertó un acuerdo con la Cruz Roja Internacional
para inspeccionar los buques soviéticos que realizan el comercio con Cuba.
NOVIEMBRE 12
La Secretaría de Prensa de la Casa Blanca anunció en una conferencia de prensa que el gobierno
no había cambiado su posición, pues los IL-28 eran armas ofensivas y, por ello, debían ser retirados
antes de levantar el bloqueo naval.
La televisión cubana presentó el jefe de un grupo de misiones especiales de la CIA, Miguel A.
Orozco Crespo, capturado en la finca Malas Aguas, en Viñales, cuando preparaba un sangriento
sabotaje contra la mina de cobre de Matahambre y la Planta de Sulfo-metales de Santa Lucía.
NOVIEMBRE 14
Lincoln White, vocero del Departamento de Estado, durante una conferencia de prensa se refirió a la
construcción de un puerto pesquero cerca de Banes, en Oriente, dijo que Estados Unidos no
toleraría la construcción de capacidades militares en los puertos de Cuba.
En Cuba fueron capturados elementos contrarrevolucionarios infiltrados al sur de la ciudad de
Santiago de Cuba, provincia de Oriente.
NOVIEMBRE 15
Fidel envió una carta de protesta a U Thant por las violaciones de espacio aéreo cubano por aviones
estadounidenses en vuelos rasantes, que no sólo fotografiaban las instalaciones desmanteladas,
sino todo el territorio nacional. El Primer Ministro cubano explicó en su carta que esas acciones, no
solo lesionaban esencialmente la seguridad del país, sino también ultrajaban la dignidad del pueblo.
Por esas razones, dijo que no era posible pedirle a Cuba, en nombre de las negociaciones, que tole-
rara semejante atropello. Y advirtió que “hasta donde alcance el fuego de nuestras antiaéreas, todo
avión de guerra que viole la soberanía de Cuba, invadiendo nuestro espacio aéreo, sólo podrá
hacerlo a riesgo de ser destruido.”
NOVIEMBRE 16
Un vocero del Departamento de Estado norteamericano replicó a la protesta cubana, insistiendo
en que ese tipo de acciones aéreas sobre Cuba continuarían y afirmó que las realizaban en
cumplimento de los acuerdos de la OEA del 23 de octubre. Sin embargo, los vuelos rasantes
cesaron y se mantuvieron las misiones a gran altura de los U-2.
NOVIEMBRE 17
El Subsecretario de Defensa, Gilpatric, en una entrevista por la televisión, declaró cínicamente que
los vuelos sobre el territorio cubano “eran un derecho” de Estados Unidos.
NOVIEMBRE 19
En ExComm se analizaron los proyectos de cartas preparadas a nombre del presidente Kennedy
dirigidas a sus principales aliados de Europa Occidental, es decir, para el primer ministro británico,
Harold MacMillan; el canciller alemán Konrad Adenauer y el presidente francés Charles De Gaulle.
En estas misivas se les advertía que la crisis podría plantearse de nuevo en breve, y que Estados
Unidos se inclinaba a considerar la conveniencia de mantener el bloqueo naval y realizar un ataque
aéreo masivo contra Cuba.
En nueva carta al Secretario General de las Naciones Unidas, Fidel Castro planteó que, Cuba no
sería nunca obstáculo a una solución aceptable para todos, pero señaló que no cederá ante la
política de fuerza de Estados Unidos. También expuso cómo Washington había convertido la
cuestión de la retirada de los IL-28 en el eje del problema; ello evidenciaba una actitud arrogante con
el fin de mantener las tensiones, prolongar el conflicto y sostener su política de fuerza. Al respecto,
apuntó que esos aviones eran propiedad de la Unión Soviética y que si esta consideraba
conveniente la retirada de esos aviones para la buena marcha de las negociaciones y a la solución
de la crisis, el Gobierno de Cuba no obstaculizaría esa decisión.
Ese día se produjo un ataque de una embarcación pirata contra la zona de Jagua, en la cercanía de
la ciudad de Cienfuegos.
NOVIEMBRE 20
Quince horas después del comunicado de Fidel Castro a U Thant, llegó a la Casa Blanca un mensaje
de Jruschov, en el cual anunciaba que serían retirados los IL-28 en un plazo de 30 días.
En una conferencia de prensa, Kennedy anunció que se habían reducido los peligros debido a la
decisión soviética de retirar las armas ofensivas. Más adelante planteó: “...si todas las armas
ofensivas se retiran de Cuba y se las mantiene fuera del hemisferio en el futuro, bajo comprobación
y salvaguardias efectivas, y si no se usa a Cuba para exportar los propósitos agresivos del
comunismo, habrá paz en el Caribe.” Acto seguido en tono amenazante anunció: “...no aban-
donaremos los esfuerzos de orden político y económico o de otra naturaleza, en el hemisferio, para
impedir la subversión procedente de Cuba, ni nuestra esperanza y propósito de que el pueblo
cubano pueda ser algún día verdaderamente libre; pero estos objetivos son diferentes del intento de
emprender una invasión militar a la Isla.”
Minutos después de terminada la conferencia de prensa, el Secretario de Defensa, Robert
McNamara anunció que había ordenado a la marina de guerra el cese del bloqueo comenzado el 24
de octubre. También, la URSS y los demás países socialistas miembros del Tratado de Varsovia
declararon el paso de sus fuerzas armadas a las condiciones normales. En Cuba, dos días después,
se tomaron medidas similares.
NOVIEMBRE 26
A las 10 a.m. Mikoyán partía de Cuba hacia Estados Unidos donde conversó con los representantes
soviéticos y norteamericanos en las Naciones Unidas y se entrevistó con el presidente Kennedy. El
vice premier soviético se reunió ese día con U Thant, para intercambiar opiniones sobre la marcha
de las negociaciones.
NOVIEMBRE 27
La delegación de EE.UU. ante Naciones Unidas presentó un proyecto de declaración para ser
discutido en el Consejo de Seguridad que incluía nuevas exigencias. Por ejemplo, señalaba el retiro
de todos los sistemas de armas para fines ofensivos, quel podía implicar cualquier tipo de
armamento que Estados Unidos considerara con ese propósito, legitimando su interés de fiscalizar
las armas que Cuba podía tener para su defensa. Además, intentaba proclamar como un derecho
los vuelos de reconocimiento sobre el espacio aéreo cubano, justificados por el propósito de
controlar la obligación del gobierno soviético de no enviar armamentos ofensivos. También
condicionaba el compromiso de no invadir a Cuba a que ésta no cometiera acciones que pusieran en
peligro la paz y la seguridad del hemisferio occidental. De igual forma, se presentó el proyectosovié-
tico de declaración, que establecía los compromisos contraído tanto por la URSS como por Estados
Unidos en el proceso negociador.
En Cuba fue capturado un grupo de elementos contrarrevolucionarios infiltrados por la costa sur, en
la cercanía de la ciudad de Santiago de Cuba.
NOVIEMBRE 28
Mikoyán se entrevistó con Adlai Stevenson y John McCloy. Durante la conversación el vice premier
soviético expuso su criterio de que el proyecto estadounidense al Consejo de Seguridad omitía algu-
nas de las estipulaciones contenidas en los mensajes de Jruschov y Kennedy, así como que incluía
nuevas exigencias. De igual forma, señaló que el Gobierno soviético respaldaba la posición cubana
recogida en sus exigencias de los cinco puntos, porque los consideraba indispensables para la
solución verdadera y definitiva de la Crisis. Stevenson y McCloy aseguraron a Mikoyán que su país
cumpliría los compromisos y expresaron que preferían un control internacional de las Naciones
Unidas para verificar la no entrada de más armas nucleares en Cuba, pero la negativa de La Habana
lo hacía imposible, por ello continuarían ejecutando las observaciones necesarias con sus medios
propios. Acerca de los “cinco puntos”, simplemente señalaron que esas demandas no estaban
contenidas en el acuerdo y su gobierno no podía discutirlas, que sería una pérdida de tiempo.
NOVIEMBRE 29
La delegación cubana presentó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas un proyecto de
declaración que recogía sus puntos de vista expresados en sus exigencias de los cinco puntos los
cuales darían una solución verdadera a la situación en el Caribe.
Mikoyán sostuvo una entrevista con el presidente Kennedy, con la finalidad de analizar las
proposiciones de ambas partes en el proceso negociador. Durante la entrevista se volvió a tocar el
tema de los proyectos de declaración. Mikoyán manifestó insatisfacción por la propuesta
norteamericana porque anulaba las obligaciones contraídas por ese país. Kennedy, por su parte,
planteó que la idea de concertar tres declaraciones no era la más viable, pues ellos no votarían por
el proyecto de Cuba y los cubanos no iban a estar de acuerdo con el de ellos, que sería mejor que U
Thant se limitara a tomar notas de estas, sin llegar a ninguna votación en el Consejo de Seguridad.
Otro de los aspectos abordados fue el relativo a los vuelos de reconocimiento por Estados Unidos
sobre el territorio cubano. Kennedy expuso que éstos se ejecutarían a gran altura, como medio de
verificación directa de los compromisos, pues en su país había una fuerte campaña que ponía en du-
da el cumplimiento efectivo de la retirada del armamento “ofensivo”. Mikoyán respondió que esos
vuelos tanto a poca como a gran altura eran actos contra el derecho internacional y añadió que si
tenían sospechas del incumplimiento de los acuerdos, debían aceptar la inspección multilateral.
DICIEMBRE 1
Se produjo al este de la playa del Rosario en la costa sur de la provincia de La Habana una
infiltración de agentes de la CIA.
DICIEMBRE 3
El Secretario Auxiliar del Departamento de Defensa estadounidense, Arthur Silvester, comunicó en
conferencia de prensa que la Unión Soviética había iniciado la evacuación de sus IL-28 de Cuba.
DICIEMBRE 6
Un caserío de pescadores al norte de la provincia de Las Villas fue atacado por una nave pirata.
DICIEMBRE 8
Una embarcación pirata atacó con disparos de armas de grueso calibre el puerto de Caibarién al
norte de la provincia de Las Villas.
DICIEMBRE 10
El Secretario de Estado, Dean Rusk declaró que era motivo de preocupación la presencia de tro-
pas soviéticas en Cuba. Los estadounidenses comenzaron a presionar a los soviéticos para que
esas fuerzas fueran rápidamente retiradas.
DICIEMBRE 12
Durante una sesión del Soviet Supremo de la URSS, Nikita S. Jruschov dio a conocer un informe, en
el cual hacía serias advertencias a Estados Unidos para que cumplimentara las obligaciones
contraídas como resultado de los acuerdos para la solución de la crisis
El presidente Kennedy declaró, ante los rumores propagados en su país de que la URSS no había
retirado todos sus cohetes de Cuba y afirmó que Estados Unidos continuaba realizandola
verificación con sus propios mediospara garantizar que no se creara en Cuba un potencial bélico pe-
ligroso. Asimismo expresó que su país estaba preparando otras reglamentaciones sobre embarques
de artículos no estratégicos de las naciones occidentales con destino al territorio cubano.
AÑO 1963
ENERO 7
Finalizaron las negociaciones sobre la Crisis de Octubre con dos notas dirigidas al Secretario
General de la ONU: una conjunta de Estados Unidos y la URSS, y la otra de Cuba. El documento
soviético-norteamericano, firmado por Vasili V. Kuznetzov y Adlai Stevenson, afirmó que en vista del
grado de entendimiento alcanzado por ambos gobiernos en relación al arreglo de la crisis y la ex-
tensión del progreso en la aplicación de este entendimiento, no es necesario que este tema ocupe
más la atención del Consejo de Seguridad en este momento.
La nota del gobierno cubano reiteraba su percepción acerca de que los resultados alcanzados no
han propiciado un acuerdo eficaz capaz de garantizar de manera permanente la paz en el área del
Caribe y liquidar las tensiones.
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