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21 de mayo de 2011 • Número 44 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada TEMA DEL MES

No. 44 Carnaval de resistencias

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Tiempos canallas son los nuestros. Vivimos un infierno social, una insomne pesadilla. México es camposanto de muertos a la mala, enorme cementerio rulfiano donde tanto los matados como los matadores están muertos, país de jóvenes a la intemperie, nación en ruinas… ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo salir del moridero?

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21 de mayo de 2011 • Número 44

Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver

Suplemento informativo de La Jornada

TEMA DEL MES

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La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Me-dios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300.Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 5355-6702. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo en trámite. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores.

Suplemento informativo de La Jornada 21 de mayo de 2011 • Número 44 • Año IV

CONTRERASEN ESTE MUNDO

CABRÓN, QUIEN NO RESISTE NO EXISTE

Tiempos canallas son los nuestros. Vivimos un infierno social, una in-somne pesadilla. México es campo-santo de muertos a la mala, enorme

cementerio rulfiano donde tanto los matados como los matadores están muertos, país de jóvenes a la intemperie, nación en ruinas… ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo salir del moridero?

El remedio no vendrá de los dueños del país y sus paleros políticos, que son quienes nos llevaron al baile. La salida hay que buscarla en las “fuerzas vivas”, en las mexicanas y los mexicanos de a pie, en el pueblo llano. Y ahí, a ras de tierra, encontramos motivos de espe-ranza: socialidades alternas en las rendijas del sistema, utopías en curso hechas a mano, zo-nas liberadas…

Porque a pesar de los pesares la gente no se conforma con soñar futuros felices. Aquí y ahora los mexicanos rasos edificamos mun-dos habitables a contrapelo de la obscenidad dominante: arcadias acosadas pero tercas y persistentes, huequitos calientes donde ger-mina la esperanza.

“El siglo XX no es de ideologías o de utopías –escribe Alain Badiou–; es la pasión de lo real, de lo que puede hacerse aquí y ahora. No es un siglo de promesas sino de culminaciones. Un siglo del acto, de lo efectivo, del presen-te absoluto, no un siglo de anunciación y de futuro. Los actores del siglo XX relegan el culto de lo sublime del infeliz romanticismo del siglo XIX. Nos dicen: las derrotas se han acabado, ¡ahora es tiempo de las victorias!”.

Pero ¿no será que con la posmodernidad y el nuevo milenio murió el espíritu victorioso del siglo de las grandes revoluciones populares? Pienso que no, y lo pienso por las mismas ra-zones con que Badiou abona su optimismo: “Esta subjetividad victoriosa sobrevive a to-dos los aparentes fracasos, no es empírica, es constitutiva”.

En efecto: la subjetividad victoriosa nos es consustancial. En un orden infausto como el nuestro, es la inaudita resiliencia social lo único que impide que las fuerzas destructivas se impongan del todo, es la confianza en la victoria posible lo que nos mantiene vivos. En este mundo cabrón, quien no resiste no existe.

La historia del capitalismo es la historia de la resistencia al capitalismo. Porque el veneno produce su antídoto pero también porque, sin oposición, el mercantilismo absoluto se devo-ra a sí mismo.

El orden gran dinero nos subsume y nos margina alternadamente en una recurrente expulsión social por la que todos formamos parte del sistema y a la vez no formamos par-

te, por la que somos incluidos al tiempo que excluidos, por la que estamos y no estamos.

A veces nos descubrimos fuera porque el ca-pital que nos tragó nos regurgita, nos hace a un lado, nos margina; otras porque siempre hay no-lugares, puntos ciegos que escapan a su mirada y sus engranes; otras más porque resistimos, porque desobedecemos, porque nos rebelamos. Y en ocasiones estamos fuera porque edificamos órdenes alternos y solida-rios, socialidades en vilo ciertamente acosa-das y casi siempre efímeras, pero generosas y estimulantes.

Las escapadas al mar: la capacidad de evadir a la joda de vez en cuando es precondición ontológica de la esperanza, es –en breve– lo que nos mantiene vivos.

Los otromundistas no somos poquiteros, nos mueve un gran sueño, una magna ilusión ci-vilizatoria. Pero lo nuestro no son añoranzas del porvenir. Los utopistas miramos al futuro, sí, pero actualizamos a diario la esperanza resistiendo y construyendo. Porque también hay utopías modestas, humildes, utopías de andar por casa.

Ya lo sabía Herman Melville, gran per-seguidor de ballenas metafísicas que al mismo tiempo era acosado por penurias co-tidianas. Y así lo expresa su alter ego, el ca-pitán Ahab, protagonista de su magna saga literaria. “Aun concediendo que la ballena blanca incite plenamente los corazones de esta mi salvaje tripulación, mientras que por su amor persiguen a Moby Dick, deben tam-bién tener alimento para sus apetitos más cotidianos. Si se hubieran atenido a su úni-co y romántico objetivo final, demasiados habrían vuelto la espalda a este romántico objetivo final”.

La capacidad de alimentar mitos y perseguir utopías al tiempo que se trabaja en satisfacer del mejor modo posible los “apetitos cotidia-nos” es propia de los campesinos. Orilleros crónicos a los que el capitalismo dejó en stand by entre la plena subsunción y la total exterioridad. Y en este escarnecido limbo la

vida es una batalla perpetua por sobreponer-se a los embates del sistema, por mantenerse fuera y dentro, por ceder lo necesario y nunca transigir del todo.

Los campesinos son gente de frontera, so-brevivientes hechos a la mala vida. Pero son también hombres y mujeres en estado “natu-ral” que habitan un mundo encantado repleto de significados y valores de uso. Personas rús-ticas cuya condición humana aún se muestra a flor de piel. Ni mejores ni peores que los demás, resultan sin embargo inspiradores.

Desobedientes natos, los campesinos son fieles al Principio de Bartleby, la norma que inspira la conducta del rejego escribiente con-cebido por el ya citado Herman Melville en uno de sus cuentos.

“Preferiría no hacerlo” es la frase con que Bartleby rechaza todas y cada una de las órdenes, instrucciones, sugerencias, insi-nuaciones que por voz de su empleador, el titular de la Oficina de Registros de Nueva York, le hace llegar el sistema. “Preferiría no hacerlo”, una fórmula suave pero explosiva por la que el introvertido escribiente neoyor-quino devino epítome de la resistencia. “Pre-feriría no hacerlo”, repiten los campesinos, “Preferiría no hacerlo”, proclaman todas las disidencias, todas las rebeldías, todas las resistencias.

Y si hemos de creer a Melville, los desobe-dientes heredaremos el mundo. Aterradora conclusión a la que llega el angustiado em-pleador de Bartleby: “Y se me ocurrió que quizá llegara a vivir largos años, y seguiría ocupando mis instalaciones, haciendo mofa de mi autoridad, desconcertando a mis visi-tantes, escandalizando mi reputación profe-sional… para finalmente sobrevivirme y re-clamar la posesión de mi oficina por derecho de ocupación perpetua”.

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COMITÉ EDITORIAL

Armando Bartra Coordinador

Luciano Concheiro Subcoordinador

Enrique Pérez S.Lourdes E. RudiñoHernán García Crespo

CONSEJO EDITORIAL

Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal.

Publicidad Rosibel Cueto FloresCel. 55 2775 8010 Tel. (55) 2978 [email protected]

Diseño Hernán García Crespo

BUZÓN DEL CAMPOTe invitamos a que nos envíes tus opiniones, comentarios y dudas a

[email protected] Rodríguez Wallenius y Ramsés Arturo Cruz Arenas fueron coeditores del presente número del suplemento

FOTO: Jesús Villaseca / La Jornada. Martes de carnaval, San

Salvador Atenco, donde se representan pasajes de la Revolución

Mexicana cuando los caciques de la zona fueron expulsados.

ILUSTRACIÓN: Arturo García Bustos

twitter.com/jornadadelcampofacebook.com/jornadadelcampoissuu.com/la_jornada_del_campo

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Tío Manche era un pescador que pertenecía a una cooperativa en Puerto Ángel, en la costa de Oaxaca. La coope-rativa databa de la época de Echeverría. Como la mayoría de sus compañeros, tenía un cayuco que él mismo había construido. Manche salía todas las mañanas en el cayuco y regresaba en la tarde con una pesca más bien raquí-tica pero orientada a sus necesidades. Siempre pasaba a la cooperativa a dejar dos o tres pescados que ponía en la báscula y le anotaban el peso correspondiente, dos o tres pescados más eran para el consumo familiar del día y dos o tres otros pescados iban a parar, decía, con su otra mujer. A veces, cuentan, Manche no termina-ba de salir del todo de la cooperativa cuando se regresaba a la báscula por alguno de los pescados, que en el transcurso se había dado cuenta que necesitaría. Después, con lo poco que obtenía de la venta, se compraba unas caguamas, es decir unas cervezas familiares, y el atardecer lo sorprendía en su hamaca con la caguama al lado.Una tarde que algunos biólogos del Instituto Nacional Indigenista (INI) fueron a visitarlo, lo encontraron en esa envidiable posición: en la hamaca y con caguama en mano. Manche era un líder nato al que el personal del INI acu-día obligatoriamente si se deseaba tratar algún asunto de la cooperativa o del pueblo. Luchador social, también, participó en la defensa y reactivación de la pesca artesanal, especialmente del atún, que dicho sea de paso, era pescado para enviarse a Estados Unidos: tradición y modernidad confrontadas. Un fondo pesquero unía al INI con la cooperativa de Manche, pero los separaba un mundo de pensamiento. Esa pudo ser una razón para la visita, no lo sé o no recuerdo. Lo que recuerdo es que al verlo ahí acostado uno de los biólogos le dijo: “Manche, debería-mos darte un apoyo económico para que te hagas de otro cayuco”. Sin mucho interés respondió: “y eso, ¿para qué?

–¿Cómo para qué?, pues para que puedas obtener el doble de producción que hasta la fecha has obtenido y con eso podrás empezar a ahorrar.–Hummm...¿y eso de ahorrar de qué me va a servir? –respondió.–Pues te va a servir para comprarte otro cayuco, con eso tendrías tres y así obtener el triple de ga-nancia al día de lo que ahora ganas.

Viendo venir la secuencia de preguntas, el biólogo se adelantó y le dijo: “¡Así en un par de años podrás ha-certe de una lancha con motor de gasolina!”. Era natural esperar una reacción de sorpresa, pero Manche frunció el ceño y después preguntó: “Oye biólogo, ¿y eso de la lancha con motor a gasolina pa’ qué me va a servir?”Sorprendido, el biólogo sí, respondió nuevamente: “¿Para qué? Pues para que recorras más distancias sin hacer mayor esfuerzo, lo que te permitirá recolectar en una sola ida lo que hubieses hecho con seis o siete cayucos. Eso a la vez te permitiría generarte un ingreso muy importante que te daría mejor posición en la cooperativa y podrías ahorrar como para que en otros dos años puedas comprarte otra lancha con motor en borda. Contratarías a otra persona y estarías generando empleo”.Se podrán imaginar la cara del técnico del INI haciendo ademanes y planes para el buen Manche, a la vez que éste le cuestionaba sin mucho interés cada punto del plan. La plática se dio de tal forma que el tío Manche se había convertido ya en el dueño de un poderoso barco pesquero –en palabras del técnico, claro está– y a punto de ser el hombre más rico de Puerto Ángel. Sin embargo, la idea no lo había capturado nunca y ni cercanamente lo sedujo. Mientras el técnico profería casi a gritos la genialidad de tal plan, Manche sólo pudo preguntar:

–Oye tú, y todo eso, en serio, ¿a mí pa’ qué me va a servir?–¡Para que te acuestes en tu hamaca todas las tardes a ver ocultarse el sol y tomarte tu pinche caguama sin problema alguno! –espetó el técnico, a secas, ya enojado.

Manche, por fi n sorprendido, le respondió:–Oye biólogo, pero ¿qué no ves que eso es lo que de por sí hago todos los días?

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Cirilo Julián Caballero

La comunalidad y la modernidad son las dos caras de la misma realidad en América y en el México contem-poráneo dominado por el mundo

capitalista. La comunalidad se identifica como lo propio y es una construcción históri-ca que sintetiza un pasado (tan lejano como el de Mesoamérica), un presente y también un futuro, que es negada por el progreso y la modernidad. La comunalidad es el modo de vida dominante en los pueblos originarios de América, en México y en particular en Oaxaca, que resiste y se regenera en forma cotidiana y permanente para sobrevivir ante la destrucción y la muerte. La comunalidad es una forma comunal de ser en los pueblos y comunidades oaxaqueñas que es descubierta y estudiada diversos autores comunalistas. La comunalidad es también el México Pro-fundo frente al México Imaginario descu-bierto y descrito por Bonfil Batalla, y es la expresión del mundo de la barbarie frente a la modernidad y el otro México que es igno-rado y negado por la civilización occidental, identificado por Fernand Braudel y retoma-do por Armando Bartra.

Los habitantes de los pueblos originarios que practican la comunalidad son los bár-baros; son los extraños; son los maltratados; son las víctimas del despojo, saqueo y explo-tación despiadada de los protagonistas del colonialismo y neocolonialismo que tienen lugar hasta los tiempos actuales, y son ahora los excluidos del progreso y la modernidad. La vida cotidiana de los bárbaros y de los extraños en el México contemporáneo se distingue con los siguientes elementos cul-turales que identifican a la comunalidad:

historia común, cosmovisión ligada a la na-turaleza, territorio comunal, lengua común, asamblea comunitaria, servicio comunita-rio o el desempeño de cargos municipales o agrarios, defensa colectiva de los usos y costumbres, trabajo colectivo (el tequio) y unidades de producción familiar y colectiva. Esto último, en forma de sociedades coo-perativas y prácticas de economía solidaria (Comunas Agroecológicas Integrales). A diferencia de la sociedad del capital, la co-munalidad se construye y se reconstruye en forma permanente a partir de los valores que privilegian la moral comunal, los principios de la propiedad colectiva y las relaciones so-ciales basadas en la cooperación y la solidari-dad entre los seres humanos.

Los considerados como los bárbaros, los dominados y excluidos del mundo capita-lista, trabajan todos los días en comunali-dad como una necesidad para no dejar de ser lo que son. Son los mismos que resisten y construyen alternativas al progreso y a la modernidad desde lo cotidiano y lo local como estrategias posibles para permanecer como pueblo y comunidad. Esto es así por-que los comuneros y los ciudadanos que vi-ven en comunidad en los distintos pueblos de Oaxaca tienen sus propios deseos, tienen sus conciencias, aspiraciones, objetivos y sus propios proyectos de vida. En el mundo glo-bal dominado por la hegemonía del capital, existen subjetividades confrontadas: el deseo de dominar, despojar, controlar, explotar, ig-norar y excluir, y obtener ganancias y acumu-lar riquezas, que son el interés fundamental de los capitalistas. Esto se confronta con los deseos de libertad para vivir de otra manera, vivir en comunidad y practicar la comuna-lidad sin la dominación, sin la explotación

y sin la esclavitud humana, que son los de-seos y las aspiraciones de los habitantes de los pueblos y comunidades. Esta aspiración y este deseo de emancipación y de liberación no sólo pertenecen a los pueblos originarios de América, es también una necesidad de otros grupos sociales y de todos los domina-dos y explotados del mundo dominado por el capitalismo.

Es importante reconocer que existen algu-nos valores y prácticas colectivas que forman parte de la cultura de los pueblos y las comu-nidades, pero que se han desvirtuado en su articulación con el mundo global capitalista. Es verdad que hay una tendencia a la des-aparición de una serie de valores propios de la comunalidad y en su lugar se privilegian y se adoptan los valores que son propios del mundo capitalista, pero también hay una fuerza social que va más allá de lo local que reivindica la comunalidad (Asamblea Popu-lar de los Pueblos de Oaxaca) y cuestiona seriamente al capitalismo al identificarlo como el principal causante de la destrucción y la muerte.

Las relaciones sociales de cooperación y solidaridad que han practicado los pueblos y las comunidades a lo largo de siglos no son compatibles con los valores individua-listas y egoístas que provienen del mundo capitalista. Es posible entonces hablar de dos modos de vida culturalmente distintos que coexisten en forma obligada en el espacio y en el tiempo a partir de la Conquista, y también la existencia de dos proyectos civi-lizatorios con intereses y perspectivas total-mente distintos. El mundo capitalista busca imponer desde siempre la propiedad privada y la explotación de la fuerza de trabajo como la preocupación central pues permiten obte-ner jugosas ganancias y además es fuente de acumulación de riquezas en manos privadas, mientras que los habitantes de los pueblos y comunidades se empeñan en defender en forma permanente la comunidad y la comunalidad como su particular modo de vida, y que frente a la modernidad, buscan construirse y reconstruirse con los valores y principios de la cooperación, solidaridad, dignidad, autogestión y autonomía.

Vale la pena aclarar que, vivir en comuni-dad y practicar comunalidad no significa permanecer en el pasado o estar aislado del mundo cambiante y global. Los comuneros y ciudadanos que practican esto exigen res-peto a su forma de vida y el reconocimiento a la diversidad cultural. Exigen también el reconocimiento constitucional de los dere-chos colectivos al territorio y a la autonomía,

y cuando éste es negado o no se cumple por parte de las autoridades, tales derechos se ejercen como una práctica de hecho y con ello se fortalecen las prácticas de autogestión y la autonomía como una medida necesaria para mantener y fortalecer su modo de vida y su identidad cultural.

La violencia del poder contra la autonomía del pueblo de San Juan Copala en Oaxaca en los meses pasados es una forma de negar y acabar con la comunalidad, y es también una forma de imponer en forma violenta la modernidad capitalista en los pueblos y comunidades.

En el mundo global y en la época neolibe-ral hay una guerra no declarada contra la co-munalidad para hacer posible la imposición de la modernidad; ahora no sólo se trata de negar a la comunalidad, se trata de destruirla y acabarla como una necesidad geopolítica y geoestratégica del capital en sus necesidades de reproducción. Pero no todo le favorece a los capitalistas, porque el despertar y el de-sarrollo de las conciencias de los pueblos y comunidades les inquieta y les incomoda; es un trabajo cotidiano que no se ve, pero que está allí: a diario se construyen los sujetos, los movimientos sociales y el poder popular que en su lucha harán posible la necesaria transformación social del país, teniendo a la comunalidad como punto de partida para la construcción de una alternativa civilizatoria.

La resistencia y la rebelión indígena en Amé-rica contra los designios del capital a lo largo de varios siglos, y que es vigente en el mundo contemporáneo, es una lucha permanente por defender y fortalecer la comunalidad frente a la modernidad que lo niega y lo destruye. El gran reto que tiene el denomi-nado mundo de la barbarie y su lucha en el contexto actual de la construcción de una alternativa civilizatoria, es aportar lo mejor de los valores, principios y experiencias de construir humanidad desde la comunalidad como otro modo de vida.

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Los considerados como los bárbaros, los dominados y excluidos

del mundo capitalista, trabajan todos los días en comunalidad

como una necesidad para no dejar de ser lo que son. Son los

mismos que resisten y construyen alternativas al progreso y a

la modernidad desde lo cotidiano y lo local como estrategias

posibles para permanecer como pueblo y comunidad

El mundo capitalista busca

imponer desde siempre la

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Carlos Alberto Ríos Gordillo

La devastación y la catástrofe que ensombrecen el horizonte de la humanidad y la naturaleza, des-truyendo todas las formas de vida

al ”incorporarlas” brutal e incesantemente al desarrollo capitalista, han generado una serie de luchas a favor de la humanidad y contra el capitalismo que hoy pueblan el planeta en su conjunto. Es esta imagen ani-quiladora del presente la que ha radicalizado a los movimientos críticos y contestatarios, que al intentar cambiar su presente transfor-man también historia y memoria, concebi-das como armas de lucha, de emancipación y protesta, en medio de un campo de batalla donde todo se disputa.

Las rebeliones de la historia son también re-beliones de la memoria, puesto que “desde abajo” opera una rebelión de la memoria a partir de la historia misma: la historia vivida, protagonizada por los herederos de una tra-dición de las resistencias que viene de muy lejos y se materializa en el presente. Son intentos rebeldes de transformación radical de la historia y la memoria de “los de abajo”, que imaginan un futuro alternativo, pero que han sido proscritos, ocultados por la his-toria y la memoria hegemónicas. “La guerra iniciada el uno de enero de 1994, �ha dicho el Subcomandante insurgente Marcos�, fue y es una guerra por hacernos escuchar, una gue-rra por la palabra, una guerra en contra del olvido, una guerra por la memoria”.

En medio del mapa del conflicto actual, la memoria zapatista es una lucha por la me-moria indígena en resistencia (“somos pro-ducto de 500 años de luchas”, dice la Primera declaración de la Selva Lacandona), pero es también una lucha por incorporar esta me-moria indígena al registro de la memoria

nacional que la subsumió violentamente, marginándola al volverla simple apéndice de la gran historia de los héroes y de la patria (“venimos a la ciudad a buscar la patria. La patria que nos había abandonado en el últi-mo rincón del país: el rincón más solitario, el más pobre, el más sucio, el peor”), pero “in-corporándose” a esta memoria hegemónica de manera aguerrida, tomándola por asalto, saboteándola desde dentro y radicalizándola “desde abajo” (“venimos a preguntarle a la patria, a nuestra patria, ¿por qué nos dejó ahí tantos y tantos años?, ¿por qué nos dejó ahí con tantas muertes?”), abriendo la posibili-dad de “incorporar” a esta memoria nacional que homogeneiza y margina culturas, tradi-ciones, cosmovisiones y hábitos civilizatorios ricos y diversos, a otras memorias igualmen-te marginadas y olvidadas que son alternati-vas a ésta; contra-memorias configuradas por “los de abajo” de las más diversas geografías, nutridas de las experiencias de rebeldía y re-sistencia que han permitido construir estas contra-memorias a partir de un imaginario común de insubordinación, que emerge ra-dicalmente en el presente.

La lucha por la memoria de los zapatistas es una “guerra en contra del olvido”, que al articular las experiencias de “500 años de luchas” configuró no solamente un pasado, una historia y una memoria rebeldes, sino un presente “para que ya no mueran más los muertos” (así ha sido el zapatismo desde el principio hasta hoy día), en un intento de transformación radical de un momento, el presente, que se desplaza y se acelera vertigi-nosamente hacia delante (el futuro), al estar marcado por las “banderas” de techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independen-cia, democracia, libertad, justicia y paz (“es-tas fueron nuestras banderas en la madruga-da de 1994. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias”, reza la Cuarta de-claración de la Selva Lacandona), demandas “radicalmente incompatibles con las políti-cas neoliberales” que en el contexto actual se vuelven “subversivas y profundamente revolucionarias”, como bien ha dicho Carlos Aguirre Rojas. Son demandas, estrategias de lucha y formas de auto-organización del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que tienden en conjunto a una reconfigura-ción de las relaciones sociales a nivel plane-tario (“así como hay una globalización neoli-beral, hay una globalización de la rebeldía”, según dice la Sexta declaración de la Selva Lacandona) a partir de una lógica no sola-mente no capitalista sino sobre todo antica-pitalista, que hacen de esta memoria rebelde una recuperación conjunta del pasado y el presente, una extensión y prolongación de la lucha hacia un futuro abierto, a decidirse en función de la lucha actual, y que “la digni-dad rebelde” tendría que construir, superan-do al capitalismo, pues “el mundo que quere-mos es uno donde quepan muchos mundos”, como dicen los zapatistas.

Al igual que la rebelión de la historia, la memoria zapatista es un campo de batalla y un lugar de resistencia. No es simplemente una imagen centelleante del pasado, sino un resplandor que “relumbra en un instante de peligro”, como Walter Benjamin decía, en el cual, “ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence”.

Chiapas

LA MEMORIA INCANDESCENTE

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oVioleta R. Núñez Rodríguez

Por años, los integrantes del pue-blo maya tojolabal (los tojolwi-nikotik) estuvieron encadenados como peones acasillados a las

fincas. A ellas ingresaron porque sus tierras les habían sido arrebatadas; fue-ron despojados a lo largo del proceso de Conquista y por leyes del México inde-pendiente. Parte del trabajo que realiza-ban no se les retribuía de ninguna forma. Por esto, el pueblo mismo denominó este periodo como la época del baldío; el tra-bajo que realizaban “se hacía en balde”, sin paga alguna. Esto no se ha olvidado. Se habla de ese entonces como una eta-pa de oscuridad y dicen recurrentemente: “éramos maltratados, no había paga y a chicotazos nos obligaban a cargar en la espalda a los patrones para llevarlos por largos trayectos”.

Pero fue esta misma oscuridad la que los orilló a la búsqueda de una alternativa. En medio de ella se organizaron y deci-dieron recuperar su nantik lu’um, su Ma-dre Tierra, una tierra que si bien seguían conviviendo con ella (a escondidas dialo-gaban con ella, pedían por ella, la celebra-ran, la seguían amando), en los hechos se les había enajenado y ellos también ha-bían sido enajenados de ella, de su Madre. Por esto, varios acasillados emprendieron una lucha estruendosa para recuperarla.

No fue fácil. Los finqueros, aliados con las autoridades agrarias, pusieron todos los obstáculos posibles para dar las tierras a los que hasta entonces eran peones aca-sillados. Quemaron las viviendas de los indígenas o las desaparecieron, algunos fueron torturados, y desde las instancias gubernamentales se llegó a decir que los “solicitantes no existían”.

Pero los tojolabales nunca desistieron. Aun teniendo que caminar por varios días hasta la Ciudad de México para arribar a las oficinas gubernamentales agrarias, y habiendo sido entregadas las mismas tie-rras a varias comunidades –situación que los llevó en un principio a una confronta-ción, aunque después sirvió para el proce-so organizativo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional–, continuaron su lu-cha por retornar junto a su Madre Tierra.

A varias comunidades, este caminar les llevó 40, 50 o 60 años y algunas se hicie-ron justicia con su propia mano al recupe-rar sus tierras en el nombrado amanecer (porque salió un poco de luz) del primero de enero de 1994. Sabían que con esta tierra caminarían hacia el lekilaltik, aho-ra nombrado por otros pueblos como el buen vivir.

La oscuridad no terminó del todo aquí: los finqueros recurrentemente amenaza-ron con regresar, y en algunas partes de lo que conforman el hábitat del pueblo tojolabal (tierras altas) inició una fuerte

ofensiva de saqueo de madera. Durante día y noche se desplazaban decenas de ca-miones con troncos de árboles inmensos. Ahora ya no era el despojo de la tierra, sino el de sus frutos, que para el pueblo tojolabal representan sujetos, seres con corazón a los cuales hay que respetar.

Ante cualquier voz de descontento sobre el saqueo de madera, los tojolabales eran amenazados. Pero esto ya lo conocían. Durante años habían sufrido todo tipo de amedrentamientos y vejaciones. A varios de ellos les quemaron los pies, en una de las incursiones realizadas por el Ejército Mexi-cano después del levantamiento de 1994.

Nuevamente esta ofensiva los llevó a organizarse y a reestructurarse como pueblo. Diversas comunidades tojolaba-les se unieron para impedir que siguieran sacando la madera de sus bosques. Arma-dos de valor (como lo habían hecho para enfrentar al patrón de la finca o al Ejér-cito Mexicano), decidieron organizase y edificar una puerta que cerraba el paso a los camiones (los llamados “troceros”) que circulaban con los carros repletos de troncos de árboles para ser llevados al aserradero. Día y noche vigilaban. Pero la respuesta no demoró. Con violencia y amenazas, como en toda la historia pos-colonial del pueblo tojolabal, tuvieron que “permitir” dejar transitar a aquellos camiones que llevaban permiso para sacar la madera “porque las instituciones y la ley así lo avalaban”. Sin embargo, aunque esta batalla todavía no termina, porque el sa-queo continúa, avanzaron en la denuncia y en concientización de que si los bosques se terminan, también ellos se terminan.

Así, con la idea de caminar por el lekilal-tik (lek: bueno; il y al: sufijos; tik: noso-tros, nuestro), es decir, “el bien nuestro”, y no de seguir en el camino del despojo (primero de su Madre Tierra, después de su trabajo y ahora de los frutos de la tierra a la que pertenecen), continúan diciendo literalmente “no más despojo, no permi-tiremos que nos sigan chingando, como desde siempre”.

Chiapas

CAMINADO HACIA LEKILALTIK: PROCESOS DE RESISTENCIAS TOJOLABALES

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21 de mayo de 20116

David Cilia Olmos

Desde las entrañas de la región triqui baja de Oaxaca viene ca-minando la cuarta caravana que busca romper el cerco impuesto

en contra del Municipio Autónomo de San Juan Copala.

El 10 de abril de 2011 fue seguramente una jornada difícil para los triquis, que desde hace cuatro años construyen su propia au-tonomía. Ese día el gobernador de Oaxaca, junto con el procurador general de Justicia, selló su alianza con el grupo paramilitar más fuerte y que más muertes ha causado en la región triqui. Gabino Cué se definió mo-destamente como “uno más en la lucha del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT)”. Ahí se abrazó con el ex diputado Rufino Merino Zaragoza, señalado en su propia comunidad de origen como uno de los principales responsables de la actividad paramilitar en la triqui baja.

Visto desde afuera, esta proclamación po-siblemente causaría sorpresa. El gobierno siempre ha presentado el de San Juan Copala como un conflicto entre tres grupos. Desde cualquier punto de vista, la auto-adscripción de Gabino a uno de ellos significaba el des-carte automático de todo proceso de solución. Cué estaba pasando a ser parte del problema.

Pero para las autoridades triquis reunidas para hacer un balance de los resultados de la Reunión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Washington, no hubo sorpresa. Ya antes de tomar pose-sión, Gabino Cué había expresado tajante-mente, en referencia a la lucha del Municipio Autónomo de San Juan Copala: “En Oaxaca no cabe la autonomía”. Durante su campaña y en los primeros 130 días de gobierno, Cué se había abstenido de tener contacto con las au-toridades autónomas, mientras en cambio se reunía cotidianamente con los dirigentes del MULT y de la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), y había nombrado como su vocera oficial a la que fuera la candi-data del MULT a la gubernatura estatal.

Las autoridades triquis escucharon la infor-mación que procedía de Washington.

Una salud libre hace un corazón más rebeldeCaracol que habla para todos, Roberto

Barrios, región Norte, Chiapas

Iliana Amoroz Solaegui

De forma paralela al deterioro de los servicios de salud oficiales, en diversas regiones de Chiapas, así como del país, se han origi-

nado y construido propuestas organizativas alternativas para dar atención médica a la población.

En Chiapas desde hace más de 30 años se ha conformado una plataforma de salud con la participación comunitaria para la formación de promotores de salud, con diversos actores como la Iglesia, organizaciones y universida-des. La falta de equidad, la desigualdad, el despojo, la exclusión, la discriminación y el racismo que sufren los pueblos originarios han impulsado el proceso organizativo en de-manda de los derechos indígenas. Pero la fina-lidad de este proceso es no sólo enfrentar estos problemas y atender la enfermedad, sino prin-cipalmente crear estrategias de resistencia.

Después de su levantamiento en 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) fue construyendo y consolidando dentro de su propuesta de autonomía el Sis-tema de Salud Autónomo Zapatista (SSAZ) y, desde que inició, promotores y promotoras de salud se hicieron responsables de la aten-ción de la población.

El SSAZ forma parte de la estructura polí-tica y de organización territorial del EZLN.La instancia máxima son las Juntas de Buen Gobierno (JBG), y le siguen los Concejos Municipales Autónomos, donde existe una Coordinación de Salud integrada por repre-

sentantes de promotores de salud y de los comités de salud local. Después están los Comités de Salud locales, integrados por los promotores y por personas de la comunidad.

El Sistema cuenta con aproximadamente 200 casas de salud comunitaria y 25 clínicas regionales autónomas. Realizan diversas ac-tividades de atención a la salud, con apoyo de redes y organizaciones civiles nacionales e internacionales que se encuentran en las regiones Altos, Norte y Selva: vacunación, control prenatal, atención de partos, detec-ción de cáncer cérvico-uterino y control de pacientes crónicos como los enfermos de tuberculosis, etcétera. Tienen programas de atención dental, impulsan el conocimiento tradicional de las plantas y realizan traslados de pacientes. De manera autogestiva, ma-nejan farmacias comunitarias donde los en-fermos pueden encontrar las medicinas que necesitan a precios de reposición.

En la Declaración de Moisés Gandhi –resul-tante de una reunión de promotores de salud indígenas, en Chiapas, en 1997–, los promo-tores de salud definieron los principios que regirían la atención de la población: “Para todos: la salud no es individual sino colecti-va; neutralidad: atender a todas las personas sin distinciones, y responsable: la salud debe estar en manos del pueblo”.

Bajo estos principios, las características que han definido al SSAZ son: el derecho a la atención, independientemente de si se es miembro del movimiento zapatista o no, de la religión y de la participación en algún partido político; atender a las personas con dignidad, respeto a su cultura y hablando su lengua; no regañar a los pacientes e in-formarles sobre su salud, y la participación es voluntaria, no se debe forzar ni obligar a nadie a entrar a algún programa o actividad.

Principios totalmente contrapuestos a los que practica el sistema de salud oficial.

La participación de las comunidades es central dentro del SSAZ: los promotores de salud y los comités de salud son elegidos en asambleas comunitarias y de aquí para arri-ba en la estructura del EZLN, hasta llegar a los Caracoles. Las asambleas comunita-rias son el espacio donde cualquier falta es sancionada.

Organizar un sistema de salud propio les ha permitido generar estrategias de negociación, han generado vías para canalizar pacientes a la atención detercer nivel; para obtener de la

Secretaría de Salud (SS) los medicamentos para enfermos de tuberculosis y las vacunas. La atención se basa en las necesidades de las mismas comunidades y se da desde una posi-ción no subordinada al gobierno.

Estas experiencias dan cuenta y vislumbran horizontes de la capacidad de las colectivida-des de recuperar y fortalecer prácticas colecti-vas que generen salud. Implican una forma de pensar diferente en la construcción de la vida de los pueblos. Construir el proceso organiza-tivo en salud ha implicado colocar a los partici-pantes como sujetos históricos, sociales y políti-cos, que ejercen poder desde la resistencia. UAM-X / MSP

LOS DÉFICIT EN LA ESTRUCTURA OFICIAL

Aunque nos digan que los indígenas tenemos derecho, la verdad es que no vemos nada.Promotor de salud de Las Margaritas, región Selva

“Salud es vivir sin humillación (…) la salud no es individual sino colec va (…) por una salud en manos del pueblo (…)”, así defi -nieron la salud en la Declaración de Moi-sés Gandhi en 1997 promotores de salud indígenas de diferentes regiones del país durante un encuentro en Chiapas, al de-nunciar la grave situación que viven las comunidades campesinas e indígenas por la falta de servicios de salud, pero sobre todo por la grave situación de enfermedad que padecen.

Desde entonces, la situación de salud de los indígenas ha empeorado. En diversas comunidades de las regiones Altos, Norte y Selva de Chiapas las denuncias de la po-blación son principalmente:

• Más de la mitad no enen clínica de salud.

• La mayoría de las clínicas a las que están adscritas sus comunidades en

alguna otra localidad no cuenta con medicamentos ni equipo.

• En más de la mitad de esas clínicas no enen médico, y donde lo hay a ende

dos o tres veces a la semana.

• Las clínicas dan recetas para que se surtan en alguna farmacia, o los mis-mos doctores de las clínicas venden las medicinas.

• Cuando hay ambulancias, el municipio las u liza como patrullas; al ser requeri-das para la atención de la población, se argumenta que no hay para gasolina ni choferes.

• Falta de consen miento informado so-bre lo que a esterilizaciones se refi ere, en par cular con mujeres.

• A las mujeres las obligan a hacerse el Papanicolaou.

• Negación de la atención a la salud, al grado de que se arriesga la vida de la gente.

• Condicionamiento del Programa Oportunidades.

• Discriminación, sobre todo a las muje-res, por no hablar español.

• Exigencia de pago por servicios o cana-lizaciones a segundo y tercer nivel.

Chiapas

EL SISTEMA DE SALUD AUTÓNOMO ZAPATISTA

Oaxaca

PARA ROMPER EL CERCO

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21 de mayo de 2011 7

Armando Martínez Rosales

Si de resistencias hablamos, la del pueblo triqui representa una de las más tenaces y largas del movimiento indígena en México. El pasado abril

se cumplieron dos años de los asesinatos de Teresa Bautista y Felícitas Martínez, locuto-ras de La Voz que Rompe el Silencio, emi-sora del Municipio Autónomo de San Juan Copala (MASJC), emboscadas en el cami-no que conduce a La Joya del Mamey, co-munidad controlada por el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui ligado al Partido Unidad Popular (MULT-PUP).

También se cumplió el primer aniversario del ataque fatal perpetrado, por paramilita-res pertenecientes a la organización priísta Unidad para el Bienestar Social de la Región Triqui (Ubisort), en contra de la primera ca-ravana humanitaria que tenía como objetivo denunciar y documentar el cerco paramilitar impuesto por ambas organizaciones sobre las familias de San Juan Copala –denunciado por el MASJC desde noviembre de 2009– y donde perdieron la vida dos defensores de derechos humanos, Bety Cariño y Jyri Jaakkola.

El MASJC, surgido en enero de 2007, plan-teó tres ejes fundamentales que coinciden con otras iniciativas de autonomía indígena: 1) establecer un territorio de paz trabajando sin la intervención de cuerpos policiacos es-tatales o federales, ni militares; 2) organizar-se al margen de todos los partidos políticos, y por lo tanto, desconocer y denunciar a las organizaciones triquis ligadas a éstos que han asumido la representatividad del pueblo triqui ante el Congreso Nacional Indígena (CNI) y otros movimientos sociales como La Otra Campaña, siendo diputados y haciendo política desde arriba, y 3) recuperar los mar-

cos jurídicos y políticos propios de los triquis, es decir la Asamblea, el Consejo de Ancianos y las Mayordomías de los barrios, así como conformar una Policía Comunitaria encar-gada de la seguridad de las comunidades agrupadas en torno al MASJC.

Durante los primeros dos años de autonomía, con los tropiezos y las contradicciones que cualquier proceso político construido abajo y a la izquierda conlleva, se lograron objeti-vos contundentes para los barrios triquis de Copala, Guadalupe Tilapa, Yosoyuxi, Santa Cruz Tilapa, Agua Fría, Paraje Pérez y San Juan Copala, integrantes del MASJC. El pri-mero de ellos, el más visible, el más recono-cido por sus habitantes, fue la pacificación de Copala: “ahora podemos salir a tomar el sol a las calles, se pueden celebrar nuestras fiestas en paz, si eso se logra con la autono-mía, estamos muy felices con ella”.

Otro paso importante se dio en materia de educación, con el impulso a la remodelación de albergues escolares y escuelas en San Juan Copala, Yosoyuxi y Guadalupe Tilapa, además de garantizar transporte escolar gra-tuito para trasladar a niños y niñas desde las comunidades más alejadas. Se logró la per-manencia del médico asignado a la clínica de San Juan Copala, que antes del 2007 ha-bía quedado desierta. Se remodelaron plazas públicas, la iglesia de Tata Chú, y se comen-zaron obras de drenaje y apertura de brechas entre comunidades. También se establecie-ron convenios de colaboración con algunas universidades, por ejemplo con la Autónoma Metropolitana. Se inauguró la radiodifuso-ra, transmitiendo programas realizados en triqui por jóvenes, principalmente mujeres. En gran medida, se pudo trabajar por el apo-yo económico de migrantes triquis dentro de México y en Estados Unidos que simpatizan con el proyecto autonómico.

El MASJC comenzó a ser un referente para las autonomías indígenas a nivel nacional, intercambiando experiencias y coincidien-do en eventos políticos con otros procesos como la Policía Comunitaria de Guerrero, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco y las Juntas de Buen Gobierno za-patistas, a quienes visitaron para compartir su palabra y su lucha al lado de Bety Cariño.

Dos hechos coyunturales se conjuntaronpara que las amenazas y agresiones en con-tra del MASJC se materializaran en el ocaso del año 2009. En primer lugar, el inicio de la campaña electoral para elegir goberna-dor, donde por supuesto la autonomía triqui representaba un obstáculo, tanto para el MULT-PUP, que designó como candidata a María de los Ángeles Abad Santibañez, po-lítica con más de 30 años de trayectoria en las filas del Partido Acción Nacional (PAN) y actual vocera del gobierno de Gabino Cué, así como para la Ubisort, que necesitaba garantizar votos para el candidato del PRI. Por otro lado, el inicio de asambleas entre los barrios discutiendo la elección de nuevas autoridades autónomas para el trienio 2010-2012, lo cual garantizaba y daba fortaleza a la joven autonomía triqui y representó una afrenta para quienes se oponían a ella.

De noviembre de 2009 a la fecha, se han re-gistrado más de 20 asesinatos de miembros del MASJC a manos de quienes ellos mis-mos acusan de paramilitares del MULT-PUP y de la Ubisort-PRI. Entre los muertos están el niño Elías Fernández de Jesús; Timoteo Alejandro Ramírez y su esposa Tleriberta Castro (él era uno de los principales líderes impulsores de la autonomía y del proceso de paz), y Teresa Ramírez Sánchez, quien go-zaba de medidas cautelares implementadas por la Comisión Interamericana de Dere-chos Humanos (CIDH). San Juan Copala fue asaltado por los mismos paramilitares en septiembre del año pasado; actualmente hay alrededor de 600 desplazados producto de dicho ataque alojados en plantones en la ca-pital oaxaqueña y en el Distrito Federal, así como en las otras comunidades autónomas.

Pero el MASJC no sólo ha tenido que enfren-tar la impunidad del gobierno federal, del go-bierno represor que ejerció Ulises Ruiz y del ahora gobernador del “cambio” Gabino Cué,

quien por cierto, ha señalado que la autono-mía triqui está fuera de la ley, y se reúne con la dirigencia del MULT-PUP, porque ellos sí son institucionales: “(Heriberto Pazos) fue un líder honesto(…), un líder siempre con-gruente con sus ideas de lucha progresista (…) un hombre que supo ser institucional, en mantener una relación de respeto con las autoridades…”.

También el MASJ se ha tenido que enfren-tar al silencio de quienes se esperaría fueran sus aliados “naturales”, de quienes caminan abajo y a la izquierda dentro del CNI y La Otra Campaña, así como a la indiferencia de la mayoría de organismos de derechos hu-manos nacionales ante los desplazados y los muertos del MASJC, y a la indiferencia tam-bién de quienes, a pesar de las explicacio-nes y argumentos contundentes, continúan manteniéndose al margen en el mejor de los casos, o defendiendo y del lado del MULT-PUP que ha sido acusado directamente por las propias víctimas como responsable de las agresiones en contra de la autonomía.

Sin grandes reflectores, y sin los recursos económicos que manejan las organizaciones que reciben dinero de los partidos políticos ya mencionados, la resistencia del MASJC se ha convertido en un referente de dignidad, permaneciendo viva y escribiendo una pági-na más en la heroica historia de su pueblo.

Acompañados de quienes han entendido su lucha, las comunidades autónomas y las des-plazadas y los desplazados de Copala han anunciado una movilización que partirá el 23 de mayo de la Ciudad de Oaxaca rumbo al Distrito Federal, denominada la Marcha del Color de la Sangre, para evidenciar una vez más que se mantienen en pie dando una lección de resistencia que retumba en las palabras de Reina Martínez, vocera de fami-lias desplazadas en Oaxaca, quien advierte: “sí es cierto que estos hechos criminales re-trasaron nuestro proyecto de lucha, pero no lo acabaron, ni lo acabarán. No cierra la he-rida, sigue sangrando, duele Bety, duele Jyri, duelen nuestros más de 20 muertos, duelen nuestro heridos, duelen nuestros huérfa-nos, duelen y duele mucho, duele nuestro Chuma’a porque es nuestro corazón de los triquis, pero no es tiempo de lloraderas, es tiempo de resurgir…”.

En ella destacaba lo dicho por el sub-secretario Felipe de Jesús Zamora: “lo que hemos hecho es mantenernos como una instancia de mediación” entre los grupos paramilitares y el municipio autónomo, se entiende, y “hemos hecho un esfuerzo por concientizar a las partes en conflicto”.

“Si alguien te mata, gobierno concientizaal asesino para que no te vuelva a matar, o trata de mediar para que llegues a un acuerdo con él” –explicó sonriendo un de-legado triqui.

También hicieron el balance de las siete reuniones de medidas cautelares. Detecta-ron cómo el gobierno había escamoteado toda respuesta concreta sobre el regreso y la atención humanitaria a los desplazados, sobre la justicia y sobre el tema de fondo que es el derecho a la libre determinación de las comunidades indígenas organizadas en torno al municipio autónomo. Se vio cómo la parte gubernamental establecía pretextos para no hacer el diagnóstico para el regreso a Copala y para la ayuda humanitaria; los pretextos eran también para no apoyar a los peticionarios para que hicieran tal diagnóstico.

Frente al doble discurso del gobierno, que afirma que la zona está en paz y a la vez dice que no hay condiciones para el regre-so de los desplazados; frente a la alianza que el gobierno ha sellado públicamen-te con los dirigentes paramilitares del MULT–PUP; frente a un Estado que no tiene ningún recato en afirmar que su pa-pel no es brindar protección y seguridad a los habitantes de la nación, sino propiciar el diálogo entre los que disparan y los que son asesinados y concientizarlos, el Muni-cipio Autónomo de San Juan Copala deci-dió salir de sus comunidades, trasladarse a la Ciudad de México, si es preciso a pie, para hermanarse con las demás luchas que se están dando, recuperar la atención en la grave crisis humanitaria que se está viviendo en la zona, y lograr que el retorno de los desplazados de San Juan Copala se dé a la vista de todos, haciendo responsa-ble al gobierno de las muertes o agresiones que por ejercer este derecho se presenten.

La marcha del color de la sangre como lo han llamado algunos, partirá el 23 de mayo a las 14:00 horas de La Viguera, en la ciudad de Oaxaca, y requiere de la soli-daridad de toda la sociedad.

Oaxaca

PUEBLO TRIQUI: ES TIEMPO DE RESURGIR

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Sofía I. Medellín Urquiaga

Al concierto de la diversidad de lu-chas y resistencias en el campo mexicano, las radios comunitarias suman voz. Estas radios, nacidas

de necesidades concretas y en manos de los pueblos, acompañan batallas en contra del despojo, la imposición, la dominación, la exclusión y la injusticia. Las radios se con-vierten en instrumentos de comunicación en lucha para defender territorios, construir autonomías, resistir los múltiples embates de la voraz acumulación capitalista y avanzar en procesos y proyectos del desarrollo autónomo de pueblos y comunidades del sector rural.

Algunas radios comunitarias, por ejemplo, han acompañado procesos de construcción de autonomías indígenas. Tal es el caso de Radio Ñomndaa en el Municipio Autónomo de Suljaa’, Guerrero, o la experiencia del Municipio Autónomo de San Juan Copala en la región triqui de Oaxaca: “Cuando el municipio autónomo se acercaba a cumplir un año, nos dimos cuenta que necesitábamos fortalecer la comunicación con las comuni-dades lejanas. Decidimos instalar una radio comunitaria. Por esto, desde el principio se llamó La Voz que Rompe el Silencio: para que fuera la voz de las comunidades que no

tenían voz, para que éstas pudieran reclamar la justicia, que es un derecho.”

En Chiapas La Voz de los Sin Voz ha acom-pañado desde hace nueve años la apuesta zapatista por la autonomía: “Desde varias emisoras en las montañas del sureste mexi-cano, Radio Insurgente ha dado cuenta de los avances del proceso de construcción de la

autonomía en las zonas zapatistas, y ha pro-movido la difusión de la palabra y la música de las comunidades indígenas”.

Las radios comunitarias contribuyen a defender territorios que se encuentran ame-nazados por los intentos de despojo e im-posición de megaproyectos. La Voz de los Pueblos, de la Policía Comunitaria-Coordi-nadora Regional de Autoridades Comunita-rias (PC-CRAC), advierte sobre los riesgos y daños que ocasiona la minería, frente a la amenaza que representan los proyectos mi-neros en la Montaña de Guerrero. En la re-gión huave, en Oaxaca, Radio Ikoots se suma a la lucha contra el impacto ambiental y despojo de tierras: “Algo muy fuerte o latente que se está viviendo aquí es lo del proyecto eólico que se quiere poner en el Istmo, en San Mateo; desde que la radio está, siempre por medio de la radio se han pasado esas cáp-sulas para hacerle ver a la gente cuánto es lo que va a afectar o cuánto es lo que va a beneficiar”.

Las radios comunitarias también son bastión de resistencia a la dominación cultural e ideológica, tal como lo describe un radialista indígena en Puebla: “Los medios de comu-nicación comercial nos han invadido nues-tras mentes, nuestros corazones, los medios de comunicación nos están bombardeando día a día, minuto a minuto a ser cierto tipo de personas, a ser personas individuales, a ser personas de consumo. Frente a estos medios de comunicación que tratan de devorarnos como pueblos indígenas, pues no nos permi-ten ser lo que somos, ¿qué alternativa tene-

mos?, tenemos la alternativa de hacer nues-tros propios medios”.

Y por eso, a las radios comunitarias se les persigue y reprime, porque evidencian y resquebrajan un sistema de comunicación monopólico servil a los intereses de las éli-tes político-empresariales que lo controlan. Por todos los medios se intenta callar la voz de los de abajo: desde el mantenimiento de un vacío legal que niega el reconocimien-to y dificulta la sobrevivencia de las radios comunitarias; pasando por la negación casi sistemática del otorgamiento de permisos de transmisión junto con el hostigamiento, clausuras y decomisos a las emisoras tacha-das de “ilegales”, hasta la criminalización de la operación de las radios, como en el caso de Radio Tierra y Libertad en Monterrey, Radio Diversidad de Paso del Macho, Veracruz, o más recientemente de la radio indígena Xi-ranhua Kuskua de Michoacán, en que se han interpuesto denuncias penales en contra de sus integrantes, sin olvidar los cobardes asesi-natos de radialistas, promotores y promotoras de radios comunitarias.

Pero además de acompañar las luchas y re-sistencias locales, las radios comunitarias de-fienden un derecho que nos pertenece a to-das y todos, nuestro derecho de acceder y usar un bien común como es el espectro radio-eléctrico. Derecho que también se encuentra negado para la mayor parte de la población, pero que las radios comunitarias se empeñan en ejercer haciendo eco de la diversidad de luchas y resistencias de nuestros pueblos. Centro de Investigación y Capacitación Rural, AC

Víctor Leonel Juan Martínez

En 1983 el entonces gobernador de Oaxaca, Pedro Vázquez Colme-nares, presentó al Congreso local una iniciativa de ley para reducir

el número de municipios de 570 a 75, con el argumento de una mayor eficiencia en su atención y menores riesgos para la gober-nabilidad. La pretensión estuvo al borde de provocar una revuelta estatal; tras las protes-tas que derivaron incluso en una agresión al mandatario oaxaqueño, se canceló la iniciativa.

Y es que la iniciativa tocaba elementos que históricamente han posibilitado la resisten-cia de los pueblos indígenas en la entidad: su territorio, expresado en la demarcación municipal y en las comunidades que lo conforman; su autonomía para darse sus autoridades conforme a sus propias reglas, y la construcción y del ejercicio cotidiano de estas prácticas distintas que dan sentido a su diferencia, expresada en la ciudadanía.

Expresiones que han posibilitado que en la legislación oaxaqueña, desde la Indepen-dencia, se hiciera un reconocimiento a la diferencia; que desde 1990 se iniciara una política del reconocimiento a esos derechos, y que en 1995 pasara del nivel discursivo a la concreción práctica, al reconocer las normas propias de municipios y comunidades para elegir a sus gobiernos locales.

Las tensiones son recurrentes. Así, las insti-tuciones subnacionales, como el municipio, se han convertido, por un lado, en el meca-nismo estatal para buscar atomizar y contro-lar al movimiento indígena; por otro, en la posibilidad de éste de ejercer su derecho a la autodeterminación.

Salir de la clandestinidad jurídica, permitió que la gente –la ciudadanía, concepto ahora apropiado por los pueblos– adoptara nuevas expresiones. En el contexto actual de las co-munidades, sus procesos locales y externos son sometidos a tensiones diversas (migra-ción, políticas estatales, tránsito rural-urba-no, lucha por la equidad de género, sistema regional de dominio, etcétera). Una situación que obliga a realizar cambios que permitan la persistencia de sistemas de organización sociopolítica basados en la identidad cultural.

Una combinación de estos embates y proce-sos se refleja en los conflictos en la disputa por el poder local. En 2010, inusitadamente, se presentó el más alto número de elecciones anuladas (50) en la historia en Oaxaca. Un dejavú: las decenas de ayuntamientos que no tuvieron autoridades electas el uno de enero de 2011 remontaron a décadas pasadas: en los 80s, era común que el nuevo año se recibiera con palacios municipales tomados por gru-pos inconformes con los comicios locales.

Situación que cambió en los 90s, con una nueva legislación electoral, con mecanismos

legales e institucionales para procesar los conflictos, y en 1995, con el reconocimiento jurídico a lo que se denominó “usos y costum-bres” (UyC) de los municipios y las comuni-dades indígenas para la elección de sus autori-dades locales. Desde entonces, de un total de 570 municipios, 418 se rigen por UyC.

La alta conflictividad encuentra sus razones en algunos casos porque las instituciones comunitarias fueron rebasadas por las dife-rencias internas, derivadas de los procesos señalados; en otros, porque el acceso a la jurisdicción indígena es limitado, y cuando se llega a ésta, se emplean criterios jurídicos contrarios al derecho que se supone tutelan; en un buen número, porque las institucio-nes actuaron de forma dolosa y facciosa y los operadores políticos las usaron de forma maniquea para intereses de otra naturaleza.

Nuevamente ciudadanía es resistencia, no sólo frente a los embates contra la autono-mía municipal, sino también de los pobla-dores contra inercias de sus sistemas norma-tivos que vulneran sus derechos. De estas diferencias se gestan acuerdos y consensos que están derivando en un nuevo orden so-ciopolítico local, que cambia para preservar sus principios.

El desafío en Oaxaca es fuerte y la respon-sabilidad compartida: un nuevo gobierno, el primero de la alternancia, habrá de mostrar si su compromiso con municipios y comuni-dades es real o mantiene la lógica del régi-men precedente de control político y emba-te a la autonomía. El reto de los organismos electorales será demostrar si hay capacidad de generar criterios institucionales e impul-sar cambios legales, que respeten la autono-mía y los UyC y encaucen y resuelvan por vías institucionales las diferencias.

Para el Congreso local, el más plural de la historia local, el reto será expresar capacidad parlamentaria para legislar atendiendo no los intereses inmediatistas y facciosos de par-tidos políticos, sino generando normas que atiendan problemáticas reales y defiendan los derechos de todos.

Y en los municipios y comunidades de UyC el desafío será mostrar la capacidad de ejercer colectivamente el derecho a la ciudadanía diferenciada, como mecanismo de resistencia, al tiempo que se atienden las resistencias internas, de sus propios po-bladores inconformes con algunas reglas e inercias de un sistema que también requie-re adecuaciones y cuya resolución será cla-ve para fortalecer o debilitar la autonomía comunitaria.

Oaxaca

RADIOS COMUNITARIAS ALZANLA VOZ CONTRA LA EXCLUSIÓN

Oaxaca

CIUDADANÍA Y RESISTENCIA: LOS “USOS Y COSTUMBRES”

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M. Gabriel Hernández García

A pesar de que el Artículo 180 del Có-digo Electoral de Sonora contempla la figura del regidor étnico, definido como aquel “integrante de un ayun-

tamiento en los municipios donde tiene su origen y asentamientos la etnia a la que per-tenece y será designado conforme a los usos y costumbres de la misma”, las tribus y naciones de ese estado no están plenamente represen-tadas en las estructuras locales de gobierno.

La apertura de los ayuntamientos para este tipo de representantes indígenas se convirtió en uno de los espacios de lucha política de los pueblos, las tribus y naciones cucapá, to-hono o´odham, seris, yaquis, mayos, pimas y guarijíos en la década de los 90s. Sin embar-go, pronto se hicieron sentir los intereses de los partidos políticos que se infiltraron en los procesos de elección de los regidores.

Frente a este escenario algunas organiza-ciones, sobre todo entre los yaquis, mayos, pimas y guarijíos, decidieron conformar los llamados “concejos indígenas”, los cua-les emergieron como organizaciones aparti-distas y se convirtieron en una vía para ca-nalizar las demandas indígenas, además de que empezaron a organizar las elecciones para las regidurías y a fortalecer los proce-sos tradicionales de elección allí donde éstos existían. Pero paulatinamente los partidos extendieron su control sobre los concejos in-dígenas y se apoderaron de los procesos de re-presentatividad étnica en los ayuntamientos.

Esta situación ha obligado a muchas co-munidades y organizaciones a modificar sus estrategias de lucha social. En donde ya existían los gobiernos y las guardias tradicio-nales, como entre los yaquis y guarijíos, se desarrollan actualmente procesos de forta-lecimiento de la legitimidad de dichas ins-tancias. Además, se ha ejercido presión para que los gobiernos municipales, estatal y fe-deral reconozcan como interlocutores legí-timos a los gobernadores tradicionales en lo referente a políticas de desarrollo endógenas y externas.

La reciente aprobación de la Ley de Dere-chos de los Pueblos y Comunidades Indí-genas de Sonora, el pasado 16 de diciembre de 2010, reconoce la existencia de las auto-ridades tradicionales a las que define como aquellas que los “pueblos y comunidades in-dígenas reconocen como tales en base a sus sistemas normativos internos” (Artículo 5).

Desde antes de la aprobación de esta ley, en al-gunas regiones del estado se ha venido gestan-do y fortaleciendo un proceso de construcción de gobiernos tradicionales. Un caso significati-vo es el de los mayos asentados en tres comuni-dades de pescadores ribereños de la Bahía del Tóbari, en la costa sur del estado, quienes des-de hace cuatro años han realizado asambleas comunitarias, al interior de las cooperativas y en el Centro Cultural Indígena Yoreme-Mayo para el nombramiento de un gobierno tradicio-nal yoreme. Producto de este proceso, el 17 de abril de 2010 se realizó en asamblea interco-munitaria el nombramiento del primer gober-nador mayo, con su respectiva estructura mili-tar (mejor conocida como guardia tradicional), a la manera de los yaquis y los seris.

La construcción de este gobierno tradicional pretende romper con la cadena de mediacio-nes que han significado los partidos políticos y las organizaciones clientelares en el vínculo con el Estado y la sociedad yori (blanca o mestiza). Además, a nivel comunitario e intercomuni-tario, aspira a convertirse en una instancia de gobernabilidad local que opere desde los proce-dimientos internos de la tribu mayo para la reso-lución de conflictos y la impartición de justicia.

El “rescate de la cultura” mayo, de la lengua, de las danzas de pascola, venado y matachi-nes, así como de las fiestas tradicionales, será parte de las actividades del gobernador y su equipo. Afrontar la crisis ambiental de la ba-hía y la gestión para la restauración ecológica son otras de las misiones que el Concejo de Ancianos y las comunidades pesqueras ribe-reñas han encomendado al gobierno tradi-cional, además de la lucha por la restitución del territorio costero, marino e insular (la Isla Huivulai) que desde los años 40s el Estado le arrebató a los pescadores yoreme por medio de las políticas de irrigación y canalización para la consolidación del sistema agroindus-trial de los valles del Mayo y del Yaqui.

Saludamos este esfuerzo, esta apuesta de futu-ro de los yoreme, quienes, desde las “redes pro-fundas de la vida cotidiana”, contribuyen a la lenta pero consistente construcción de contra-hegemonía. Todo ello sin duda producirá trans-formaciones en la forma de ejercer el poder comunitario en un estado como el de Sonora, caracterizado por una encarnizada práctica his-tórica que se ha empeñado en tratar de extin-guir físicamente a las tribus indias de su agreste territorio y que actualmente se materializa en el persistente desconocimiento jurídico de sus formas internas de organización política. INAH / UAM-X

Emma Paulina Pérez López

–Acá se formó un pozole, dice don Apolonio.

–¿Si? –digo yo.

–Sí, como ese caldo, que lleva de todo re-vuelto... así quedamos en estos ejidos, lle-gamos de muchas partes, de Michoacán, Guanajuato, Oaxaca, Guerrero, Jalisco, Nayarit, Durango, Chihuahua, Sinaloa... Venimos a Sonora porque se decía que por acá el dinero se recogía con palas... eran otros tiempos.

–Y usted, ¿de dónde venía? –le pregunto.

–De mi pueblo, de Ciudad Manuel Do-blado, en Guanajuato, antes le decían San Pedro Piedra Gorda. Mire, allá por un día de trabajo nos daban unos cinco pesos y acá cuando yo llegué podía uno ganar 25 y con suerte hasta 30 pesos dia-rios. Por eso me vine a esta costa, tenía sólo 14 años, era yo un chamaco, aquí aca-bé de crecer, fue en el 63.

–¿En 1963? –digo, tratando de precisar el año y de hacer cuentas para calcular su edad.

–Sí, era el tiempo en que se sembraba mu-cho algodón, trigo, garbanzo, cártamo, cebada, había sandía y melón. Después fue cambiando todo, empezaron a domi-nar los viñedos, y después... la verdura.

“Me vine en tren, hice trampa para no pagar, traía sólo 300 pesos en la bolsa para comer. Me acabé el dinero en los co-medores de Hermosillo, mientras encon-traba trabajo. Al fin me contrataron con José Molina por El Sahuaral, ¿conoce?, es aquí mismo, en la costa. Ahí trabajé en la pizca, como vaquero y en todo lo que se ofrecía. Estuve así varios años, traba-jando para patrones como los Molina, los Pavlovich, los Sandoval, los Lizarazu, los Mazón y El Queno Hernández.

“Me fui por un tiempo, pero regresé y an-dando otra vez en los campos, me arrimé al grupo de solicitantes de este ejido. Los originales se ausentaron y entramos nue-vos solicitantes, los fuimos remplazando. Esto que le cuento ya fue en 1986, y la resolución definitiva quedó en 1988.

“Yo fui del nuevo grupo, de los que saben que la tierra es para trabajarla. Pero el go-bierno nos entregó la tierra sin agua, nun-ca pudimos sembrarla, aquí que es puro desierto, pura resequedad”.

Don Apolonio se queda pensativo, su ma-nos están cuarteadas, es moreno, delgado, todavía se ve fuerte, ya ha de tener 60 años, pienso.

–Mire, me dice, por acá faltó un Zapata, ¿no cree?, uno que hubiera exigido al go-bierno entregar a los campesinos la tierra pero con agua, eso falló.

– Pues sí, le digo, y ¿ sin agua qué hicieron?

–A mí, no me quedó de otra... ando cuidan-do ganado ajeno; cuando sea la parición me van a pagar con unas crías, al menos tener unos animalitos míos. Otros compa-ñeros siguen en los campos, como siempre, trabajando con los patrones por el diario. Aceptamos los ejidos porque la CNC (Confederación Nacional Campesina) nos animó, pero nosotros queríamos sembrar, trabajar en tierras propias, producir y dejar a los patrones... ese era nuestro sueño.

“En el ejido no todos hemos estado de acuerdo, unos dicen que con la tierra tan reseca no podemos tener vacas, que no van a aguantar, que son muy exigentes. Mejor le seguimos con las chivas... es que algunos ya tenemos unas pocas, sólo para medio aliviarnos.

“Las chivas comen de todo, de las ra-mas que hay en el monte... el ejotito, el bisache, la binorama, la péchita de mez-quite, el chamizo, el birotillo y hasta el buffel. El buffel lo cortamos y cuando las encerramos en el solar, les llevamos. Tam-bién pueden comer nopales, o si nos dejan los patrones los metemos a sus campos después de la trilla, a que pepenen algo.

“El que tiene chivas debe atenderlas a dia-rio: sacarlas todos los días al monte, por la mañana y por la tarde. A cuidarlas todos pueden ayudar, mujeres, niños, viejos y hasta los perros se pueden entrenar. En los años más secos se nos mueren algu-nas, tampoco aguantan mucho el frío”.

–¿Las venden? –pregunto.

–Seguro, los compradores llegan solos. Unos vienen de Sinaloa y van compran-do animales hasta llegar a Mexicali, otros vienen de Hermosillo. Se venden “a bul-to”, sin pesar, nos dan de 140 a150 pesos por chiva. Si las pesan, pagan de tres a 3.50 pesos el kilo... como quieran.

“Fíjese, algunos venden hasta la leche, otros prefieren dejar la leche a la familia, no es mucha, en tiempo de ordeña una chi-va da medio litro diario. En años muy rese-cos, las chivas no rinden, también se secan.

“Lo más pesado es acarrearles el agua, no crea, se batalla... y más cuando nos falta el agua hasta para las casas. Tenemos que acarrearla varios kilómetros desde los campos de los patrones; si les traemos agua de algún pozo salado... de esos a los que les entró agua del mar, sí se la toman.

“Lo malo es cuando uno se enferma, peor de viejo, ya no se puede andar tras los ani-males. Con las chivas más lo que nos dan por el diario, así la hemos ido pasando to-dos estos años, así hemos aguantado... eso sí... seguimos con los patrones”.

Yo anoto: Don Apolonio, ejido Ávila Camacho, Costa de Hermosillo, fundado en 1988. Estudiante de Doctorado en Desarrollo Rural, UAM-Xochimilco e Investigadora [email protected]

Sonora

DEL SUEÑO DE PRODUCIR A LA NECESIDAD DE SOBREVIVIR

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GOBIERNO Y GUARDIA

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Lourdes Edith Rudiño

Si bien la Ley de Fomento y Protec-ción al Maíz del Estado de Tlaxcala no prohíbe expresamente la siembra de maíz transgénico –pues no podría

ponerse por encima de la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM), que es federal y que establece las regulaciones sobre tal siembra a escala nacio-nal—“sí fue trabajada de tal manera que no permitirá que llegue al territorio del estado la semilla transgénica ni siquiera en su fase expe-rimental, como ya ha llegado a otras entidades de la República; tiene una serie de candados con los que le da la vuelta a la LBOGM”.

Quien afirma esto es Ana Lilia Rivera –quien en 2008-11 fue la legisladora local (del PRD) que impulsó la aprobación de esa ley en el Congreso de Tlaxcala–. Explica: “Nuestra ley dice que los maíces transgénicos podrán ser almacenados, distribuidos y comercializados en Tlaxcala siempre y cuando cuenten con las autorizaciones federales y estatales corres-pondientes”; con ello asume conceptos de la LBOGM. “Pero agrega que la Secretaría de Salud estará facultada para ejercer todas las disposiciones de control sanitario. Ésta resolve-rá respetando en todo momento el derecho a una alimentación sana, libre de transgénicos”, derecho éste que fue involucrado en la propia leycomo un derecho humano fundamental.

“Estas palabras de la ley de Tlaxcala lo que dicen es ‘te estoy tomando en cuenta, ley fe-deral, pero te estoy dando la vuelta, porque cuando alguien diga vamos a almacenar se-milla transgénica, nosotros le diremos que ‘no, porque no me has entregado este y este certificado’ y a lo mejor el peticionario pre-

sentarán certificados que autoricen, pero no-sotros estaremos presentando los que dicen que no (…) Lo que hicimos fue entrar en el juego de la ley federal para tener la posibili-dad de frenarla en nuestro estado”.

Ante las denostaciones que la ley de Tlaxcala ha recibido de parte de la Red en Defensa del Maíz y de algunos periodistas, quienes entre otras cosas arguyen que no implica una pro-hibición a los transgénicos, la ex legisladora y abogada dice que si la ley hubiera declarado al estado libre de transgénicos, “nos la hubieran inhabilitado federalmente, la hubiera tirado con un amparo”, pues hubiera incurrido en violación de la Constitución y de la LBOGM.

La ley de Tlaxcala, afirma, no fue hecha al vapor; su proceso legislativo tardó tres años: “es la más cabildeada de la historia del esta-do” y su redacción es muy cuidadosa.

El primer objetivo de la ley –“y es algo que no han entendido quienes la critican”—es declarar al maíz criollo como patrimonio de Tlaxcala. Tendríamos que contar con una ley federal que hubiera declarado al maíz como patrimonio de la nación. Acá lo declaramos como parte del patrimonio alimentario. Queremos fomentar el desarrollo sustentable del maíz criollo, promover su productividad, competitividad y biodiversidad del criollo, pues ello impulsará a los productores y de las comunidades que descienden de los que cultivaron originariamente el maíz, esto es los pocos grupos indígenas identificados en Tlaxcala que todavía sobreviven. Esto conta-rá con recursos públicos, por ley”.

Subraya que quienes critican a la ley de-berían enfocar sus baterías a enfrentar a la

LBOGM, la cual ha establecido condiciones tales para que el territorio entero del país sea ya en este momento candidato a la siembra experimental de maíces transgénicos.

“Nosotros lo que decimos es ‘espérate, ley fe-deral; aquí en Tlaxcala no puedes aplicarte, pues antes tienes que cumplir con absoluta-mente todos los requisitos de esta ley local’, cuyo primer obstáculo es que exige que se asegure y se demuestre científicamente que no se corre el riesgo de contaminar los maí-ces criollos. Para que esto pueda ser efectivo, entonces diseñamos un Consejo Estatal del Maíz, algo que no existe en ninguna otra par-te del país y que permite a las representacio-nes civiles y a los representantes campesinos y de grupos indígenas tener un integrante.

“Por supuesto, al estar en un estado de de-recho, donde queremos tener influencia en la entidad, el gobernador y el secretario de Fomento Agropecuario son parte de este Consejo. Si no tuviéramos en esta ley la posi-bilidad de esta cercanía con el gobierno, es-taríamos mintiendo, no estaríamos haciendo nada. Desgraciadamente hay quienes creen que no tener ningún contacto con el gobier-no es lo más sano, pero eso es lo peor que se le puede hacer a los campesinos mexicanos; es abrir la puerta para que entren los trans-génicos sin la resistencia oficial de nadie. Ninguna lucha social sirve si no estás dentro, donde se toman decisiones”.

Comenta que fue una odisea lograr la apro-bación de la ley pues ella era parte de un partido minoritario de oposición, el PRD, y además el PAN y el PRI no tenían interés en la ley; “al final fue un trabajo de conciencia porque “los legisladores vieron el arrastre so-

cial que la ley traía”. En el ínter de los tres años de cabildeo, se generaron foros, asam-bleas, etcétera. “Es el primer estado que de-clara asambleas anuales para informar a los productores qué es una semilla híbrida, qué es una semilla criolla, que es un transgéni-co”, y con esta información ya 27 ejidos se auto-declararon libres de transgénicos por medio de sus asambleas ejidales, y la Ley Agraria les permite tal atribución. Los ejidos están buscando actualmente que el Registro Agrario Nacional valide su decisión.

CRÍTICAS Y RESPUESTAS En las páginas de La Jornada ar culistas como Silvia Ribeiro y Ana de Ita publicaron en marzo y abril varias crí cas a la Ley de Fomento y Protección al Maíz para el Estado de Tlaxcala y a una similar de Michoacán; con ello apoyaron la posición expresada al respecto por la Red en Defensa del Maíz (RDM); aquí transcribimos algunos de sus planteamientos y, en para-lelo, expresiones del Grupo Vicente Guerrero (GVG) y del Pro-grama de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sos-tenible y Soberanía Alimentaria (PIDAASSA) que emi eron un comunicado en mayo para refrendar el valor de la legislación.

Silvia Ribeiro (SR): “La RDM denunció leyes estata-les aprobadas en Tlaxcala y Michoacán, que supuestamente son para proteger el maíz criollo, pero en realidad no impi-den la siembra de transgénicos y sí promueven el registro, patentes y otras formas de propiedad intelectual sobre el maíz campesino. Establecen además nuevos mecanismos de control gubernamental (…) para ilegalizar la libre circulación e intercambio de semillas”.

Ana de Ita (AI): “La Ley de protección al maíz de Tlax-cala se promocionó ante la opinión pública nacional y ex-tranjera como una norma que prohíbe el cul vo del maíz transgénico en el estado y lo declara libre de transgénicos”.

GVG-PIDAASSA: “La ley estatal no prohíbe expre-samente la entrada de transgénicos porque no es de su

competencia. Esto tendría que hacerse a través de una ley federal. Sin embargo lo posi vo de la ley es que res-tringe y regula una mercancía (los transgénicos) que fo-menta la federación. La ley tlaxcalteca representa por ello un obstáculo muy di cil de vencer para las empresas que pretenden introducir en nuestro país al maíz transgénico. Preguntamos: ¿acaso esto no signifi ca en la prác ca impe-dir la entrada de los transgénicos, aunque la ley no lo diga expresamente?

”En materia de registros e inventarios, lo que hace esta norma es fomentar y proteger a los pequeños productores campesinos e indígenas, no a los grandes productores. Es por tanto la primera ley que toma par do a favor de los pe-queños productores”.

SR: “Los consejos estatales del maíz, que se presentan como la nueva panacea, enen una integración mayoritaria de funcionarios ofi ciales, con algunos académicos y ONG. En Tlaxcala aceptan también un indígena y un campesino (…) en cualquier caso, son solamente consul vos. Las deci-siones quedan en manos de las secretarías de Agricultura de cada estado”.

GVG-PIDAASSA: “(…) El Consejo Ciudadano en de-fensa del maíz (que par cipará dentro del Consejo Estatal del Maíz) será un organismo autónomo que estará vigilante para garan zar que la ley se aplique de manera favorable a las comunidades y ejidos y a la defensa del patrimonio ali-mentario del estado”.

AI: “La Ley de maíz de Tlaxcala le llama autorización comu-nitaria a la autorización que da el municipio. Los intereses municipales no son siempre los de las comunidades, de ahí que llamarle autorización comunitaria es sólo mercadotec-nia. La autorización estatal para las mismas acciones la da la Secretaría de Agricultura del estado (Sefoa)”.

GVG-PIDAASSA: La RDM dice no creer en el Estado ni en las leyes ni en las posibilidades de la acción e incidencia polí ca; sin embargo, trabajan con diputados y con gobier-nos estatales como el de Oaxaca (…)

“(…) El aspecto más importante de la ley es haber declarado al maíz na vo como patrimonio originario, lo que implica en la prác ca y en la aplicación de la polí ca pública que el es-tado está obligado a hacer todo lo necesario para que este patrimonio se preserve y se fomente. Para hacerlo, ene entonces que resguardarlo de toda amenaza y la más impor-tante son los transgénicos.

“(…) Hay que saber lo que para Tlaxcala signifi ca en términos históricos, polí cos y de administración pública el concepto de autoridad municipal comunitaria (…)

“(…) el Estado y los gobiernos enen la obligación de prote-ger los derechos de la sociedad rural y urbana y el patrimo-nio alimentario, y nosotros de exigirle que lo hagan y pro-mover instrumentos que ayuden a ese fi n; sabemos de las limitaciones de las leyes de un Estado neoliberal (…) La ley aprobada entonces es sólo un instrumento más.

DE FACTO, LA LEY DE PROTECCIÓN DEL MAÍZ DE TLAXCALA FRENA LOS TRANSGÉNICOS • La legislación respeta los conceptos de la LBOGM, pero incorpora a nivel estatal candados que protegen el derecho a una alimentación sana

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LO BÁSICO DE LA LEGISLACIÓNLiza Covantes* y René Sánchez Galindo**

La Constitución establece qué co-rresponde legislar a la federación y qué a los estados. Tlaxcala –igual que otras entidades federativas y

municipios—tienen, entre otras, la facul-tad para regular la sanidad o salubridad, derechos y cultura indígena y derecho a la alimentación. Así, la Ley de Fomento y Pro-tección al Maíz para el Estado de Tlaxcala se basa en estos tres derechos para proteger los maíces nativos o criollos.

En su Artículo Primero, la ley declara su ob-jeto: �I. Declarar al maíz criollo tlaxcalteca, como Patrimonio Alimentario del Estado de Tlaxcala; (…) IV. Promover las actividades de los productores, así como de las comunidades que descienden de aquellos que originaria-mente han cultivado el maíz; V. Establecer los mecanismos de protección al maíz crio-llo, en cuanto a su producción, comerciali-zación, consumo y diversificación constante como Patrimonio Alimentario del Estado de Tlaxcala; VI. Regular el almacenamien-to, distribución y comercialización del maíz criollo en cualquiera de sus etapas en materia de Sanidad Estatal, así como en materia de conservación, mejoramiento y preservación del hábitat y de las tierras; VII. Establecer las instituciones y procedimientos necesarios para que las autoridades estatales y municipa-les (…), y VIII. Establecer las bases de coor-dinación de las autoridades estatales y muni-

cipales con la Federación, y entre sí, para el mejor cumplimiento del objeto de esta Ley y de la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM) en el ámbito de las respectivas competencias”.

La ley toma partido por los que cultivan maíces nativos (en su mayoría pequeños productores) y faculta a las autoridades esta-tales para ser gestores de ellos y para obtener las poquísimas protecciones que la legisla-ción federal permite, por ejemplo, con la fracción VII, para que la autoridad estatal o municipal solicite a la federación la defini-ción de �zona libre de organismos genética-mente modificados (OGM)” en una parte o el total del estado.

La protección de los maíces nativos impli-ca que ningún transgénico podrá liberarse si afecta los tres derechos mencionados. En México la regulación de transgénicos, lla-mados con imprecisión OGM, se da vía la LBOGM y es facultad de la federación, y el Artículo 117 de la Constitución, en su frac-ción V dice que los estados no pueden prohi-bir la entrada o salida de mercancía nacional o extranjera. Tlaxcala entonces no puede prohibir los productos transgénicos o sus de-rivados, ni cualquier otra mercancía legal. Sin embargo, la ley de Tlaxcala representa un obstáculo normativo para estos organis-mos en aras de la protección del maíz.

El Artículo 4 de la ley dice: “Se reconoce a Tlaxcala como estado de origen y en diver-sificación constante de maíz”. La ley consi-dera la diversificación del maíz, resultado de la selección del grano por el hombre, en un proceso constante y milenario de por lo menos ocho mil años, por lo que no hay posibilidad de exclusión de ninguna semilla campesina, salvo de las transgénicas o de la-boratorio y contribuye al reconocimiento de México como centro de origen del cultivo.

En México la resistencia civil a la liberación del maíz transgénico para proteger al maíz en su centro de origen suma más de 12 años. Se han realizado acciones diversas: de difusión sobre los riesgos, de estrategia legal, incluso de participación en los espacios creados por la LBOGM, entre otras. El gobierno ha otorga-do autorizaciones para experimentar con maíz transgénico, pero la acción civil ha evidenciado que éstas son violatorias de la propia LBOGM.

En este contexto, la ley tlaxcalteca es el pri-mer ordenamiento jurídico concreto para proteger al cereal que sustenta la alimenta-ción de la población mexicana.

Otros artículos claves de la ley tlaxcalteca son el 9 y el 10. El 9 dice: �Se consideran como centros de abasto aquellos lugares des-tinados al almacenamiento, distribución y comercialización del maíz tanto originario y diversificado, como los OGMs del maíz. Los OGMs del maíz sólo podrán ser almacena-dos, distribuidos y comercializados, siempre y cuando cuenten con las autorizaciones fe-derales y estatales correspondientes”. El 10: “La Secretaría de Salud (de Tlaxcala), en el ámbito de su competencia, resolverá sobre las autorizaciones de almacenamiento, dis-tribución y comercialización de OGMs del maíz, en materia de Sanidad Estatal”.

Ambos facultan a la autoridad estatal para el control de transgénicos que impliquen riesgo para los maíces nativos, con disposi-ciones en materia de salubridad pública para vigilar, por ejemplo, al maíz transgénico que

entre al estado para consumo humano y que, además de implicar un riesgo para la salud, signifique contaminación transgénica, por el desvío hacía la siembra de semillas concebi-das para consumo, lo que ocurrió en Oaxaca en 2000 y está ampliamente documentado.

El Artículo 12 dice: “El Consejo Estatal del Maíz es un órgano de consulta del Poder Ejecutivo del Estado en la coordinación, planeación formulación, ejecución y eva-luación de programas que se establezcan” en materia de protección al maíz criollo. Se crea espacio para la participación civil. La composición del Consejo dependerá de la continuación de la lucha de los impulsores de la ley y otros tlaxcaltecas interesados. Se le denomina órgano de consulta, pero está facultado ampliamente para proteger al maíz nativo desde el ámbito estatal.

El Artículo 49 dice: “La Secretaría de Fo-mento Agropecuario establecerá Fondos de Semillas de maíz criollo para proteger el Patrimonio Originario y de Diversificación Constante, así como el Patrimonio Alimen-tario. Los Fondos deberán garantizar a los productores la posibilidad de acceder al maíz criollo diversificado y libre de OGMs”. El Ar-tículo 50 dice: “Los ejidos y municipios ten-drán derecho a establecer y constituir Fondos de Semillas de maíz criollo, con el objeto de protegerlo y fomentarlo”. El Artículo 51 dice: “Cada fondo ejidal o municipal será adminis-trado por un Comité que se designe, ya sea en consulta pública, por usos y costumbres o en asamblea ejidal, según corresponda”.

Estos artículos legalizan lo que campe-sinos del Grupo Vicente Guerrero hacen desde el 2000 y por lo cual han logrado rescatar maíces en vías de extinción, acti-var el intercambio de semillas y ahondar en el conocimiento de éstas. Los fondos serán un elemento de la política del estado para el fomento y protección de maíces nativos; no significa que las comunidades dejen de crear los propios. Pero la autoridad es la res-ponsable de que los creados tanto por el go-bierno como por los campesinos (actuales y futuros) no se contaminen con transgénicos, y contará con apoyo del Consejo Estatal del Maíz con participación civil (sea poca o mu-cha esta participación civil y bajo el riesgo inicial de su manipulación, mientras avanza el proceso civil en defensa del maíz).

Por último, enfatizamos que la ley prohíbe la discriminación que menoscabe los dere-chos de campesinos e indígenas. En cambio, establece acciones a su favor, igual que ha-cen los tratados internacionales de derechos humanos. *Asesora de PIDAASSA **Abogado re-dactor de la Ley de TlaxcalaLa ley y otros documentos relacionados pueden ser consultados en: www.vicenteguerrero.org.mx

LA CRONOLOGÍA

La Ley de Fomento y Protección al Maíz del Estado de Tlaxcala –aprobada en la madrugada del 13 de enero de 2011— comenzó a escribirse desde 1997, cuan-do el Grupo Vicente Guerrero (GVG), uno de los grupos campesinos agroeco-lógicos más an guos de México, del municipio Españita, de Tlaxcala, comen-zó un trabajo de promoción de las prác- cas agroecológicas y de rechazo al uso

de agroquímicos contaminantes.

En ese marco los campesinos del GVG generaron una discusión sobre la nece-sidad de rescatar y proteger sus semillas de maíz na vo y otras especies.

El Grupo decidió desde entonces ac-tuar ante el riesgo real y vigente de que México, centro de origen del maíz, sea contaminado con variedades transgénicas.

Así, en 1998 el GVG echó a andar sus fe-rias anuales del maíz –cuya edición 14 se realizó en marzo pasado— con el ob-je vo de revalorar los maíces na vos y el intercambio de saberes y creó fondos de semillas de maíces y otros cul vos en más de una docena de comunidades y municipios del estado, prác ca que fue infl uyendo a otras organizaciones den-tro y fuera de Tlaxcala.

En 2004, el GVG y otras organizaciones campesinas hablaron con el gobierno de Tlaxcala y con legisladores locales para buscar mecanismos de protección a los maíces na vos, sobre todo por la presencia masiva de importaciones de maíces transgénicos procedentes de Es-tados Unidos. En ese entonces el diálo-go con los polí cos no logró nada.

En enero de 2008 inició una nueva le-gislatura. El GVG, aliado con inves ga-dores de Tlaxcala y con el apoyo del Programa de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Soberanía Alimentaria (PIDAASSA), comenzó a promover con la entonces diputada Ana Lilia Rivera, del PRD, la nueva ley de fomento, y su aprobación tardó tres años. Fue votada en los úl -mos minutos de la legislatura; los dipu-tados de los diversos par dos habían sido indiferentes a esta inicia va, pero la presión social (múl ples cartas de las organizaciones y presencia campesina en el Congreso) logró que al fi nal fuera votada favorablemente.

Una de las formas ideadas por las or-ganizaciones para impulsar que se aprobara la ley fue la creación de una asociación para coordinar la defensa del maíz, una ARIC –resultado de la Pri-mera Asamblea por la Defensa del Maíz, realizada en diciembre de 2009–. La se-cretaria general de esta ARIC es la hoy ex diputada Ana Lilia Rivera, quien está hoy enfocada a preparar la propuesta de reglamento de la ley.

La ley considera la

diversifi cación del maíz,

resultado de la selección del

grano por el hombre, en un

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de por lo menos ocho mil años,

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Mauricio González González

La Huasteca está marcada por una epopeya campesina de media-dos de los 70s del siglo XX. En un principio espontáneas y más tarde

organizadas, innumerables tomas de tierra acaecieron por todos sus rincones. Los cálcu-los oficialistas de 1980 consignaban alrededor de 25 mil hectáreas ocupadas. La violencia imperante, arraigada en cacicazgos cobijados por discursos postrevolucionarios, se acrecen-tó. El reparto agrario había esperado mucho, la voz de los de abajo asumió la responsabili-dad y, como era de esperarse, tuvo por táctica y estrategia la siembra de todo terreno recu-perado, primero con frijol y luego con maíz, para más tarde, no sin cruentas represalias, consolidar nuevos centros de población.

El rastro de esa gesta �prolongada hasta me-diados de los 90� es legible, tanto por el do-lor de los que a la fecha no tienen noticia de sus desaparecidos, como también por el hecho de que el objetivo que les arrojó a las tomas hoy es fehaciente: en estos momentos millones de matas de maíz crecen y espigan, a pesar de las escasas lluvias. El tonalmillies la primera cosecha del año, con la que se reanudan las numerosas costumbres o ritua-les en honor a las “sombras de las semillas”, manifiestas una a una de milpa en milpa. Un proyecto campesino de raigambre indígena tomó tierras, se objetivó en numerosos ejidos y se potenció con cooperativas de cepa pro-ductiva, de autoabasto y comercialización.

No ha sido un camino fácil, la marginación a pequeños productores junto a las políticas neoliberales minaron muchos esfuerzos, y sin embargo siguen en rumbo.

Pero las amenazas no cesan y otra más actual-mente toma rostro con capital extranjero. Un proyecto petrolero abandonado en los años 80s por falible e improcedente ha sido resuci-tado: el Paleocanal de Chicontepec, oficial-mente llamado Aceite Terciario del Golfo. Ubicado en la cuenca Tampico-Misantla, contempla la extracción de petróleo en una superficie de tres mil 815 kilómetros cuadra-

dos, donde se pretende perforar 16 mil pozos con los que se espera obtener más del 20 por ciento del volumen nacional para 2015. Para ello Pemex incluyó a diversas corporaciones trasnacionales en actividades de exploración e instalación de infraestructura, y anunció que este año pretende implementar contra-tos incentivados para que dichas empresas participen en la explotación. Para algunos legisladores promotores de este proyecto, sus detractores sólo tienen “posturas políticas en contra del gobierno federal” que desinfor-man e impiden que se vean los “beneficios que les traería esta actividad económica”. Si bien aciertan en que hay un argumento polí-tico, evaden algunas otras objeciones.

Desde 2006, numerosas asambleas comunita-rias y ejidales han manifestado preocupación por las afectaciones a parcelas y cuerpos de

agua. Los proyectos petroleros no son nuevos en la región, buena parte de la historia del pe-tróleo en México se escribió en la Huasteca y cuando los pobladores hablan de riesgos saben a qué se refieren, ejemplificados por los noci-vos efectos del método de fractura hidráulica.

Por otro lado, algunas organizaciones cam-pesinas, como el Comité de Derechos Hu-manos de las Huastecas y la Sierra Oriental (Codhhso), han expresado su preocupación por los potenciales desalojos que se pueden sufrir. Ven en este proyecto un embate más de los numerosos despojos territoriales que se implementan en todo el país y que, en ma-teria petrolera, han afectado buena parte de la costa del Golfo de México. Junto a ellos diferentes promotores culturales, profesores e investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de diversas universidades señalan los riesgos de imponer un proyecto así en una región pluricultural.

La dinámica del petróleo no es sólo produc-tiva, golpea los cimientos organizativos y cul-turales de toda la sociedad, borrando el ras-tro de lo que subyace. Lo hemos constatado en Ciudad del Carmen, Minatitlán y Poza Rica, por mencionar sólo algunos casos.

Más aún, los argumentos productivos de los proyectos son frágiles. A pesar de la multimi-llonaria inversión hacia empresas trasnacio-nales, actualmente el Paleocanal sólo ofrece el uno por ciento de la producción nacional. El problema no es de inversión sino, tal como lo ha denunciado en innumerables ocasiones Antonio Gershenson, es de cálculos basados en reservas probables, no probadas. Si la resis-tencia a ese proyecto tiene un cariz político, lo es en tanto que defiende la soberanía na-cional, pero ello está imbricado con la defen-sa ambiental, económica, social, cultural y de mundos de vida milenarios en riesgo bajo un proyecto extractivo guiado por intereses económicos transnacionales. La resistencia ya suma a diversos, y diversas son también sus acciones. Quedan todos convocados. UAM-X / CEDICAR / MNA-INAH

Huasteca

PONERLE LÍMITE A LA EXTRACCIÓN PETROLERA

Alejandra Meza Velarde

El 24 de noviembre pasado el Cabildo municipal en sesión abierta y pobladores de Cuetzalan re-chazaron por unanimidad la instalación de una tienda de Wal Mart que ofrece crear 60 empleos

pero impactaría en la economía local de 300 estableci-mientos comerciales y dejaría sin trabajo a mil 600 perso-nas que dependen de estos negocios.

Según informó doña Rufina Villa, secretaría del Comité del Ordenamiento Ecológico, recientemente organiza-do en el municipio, la tienda de la trasnacional afectaría también al tianguis semanal en el que se comercializan los productos campesinos del “jardín del café”.

Unos días antes, el 27 de septiembre, una asamblea de la comunidad de San Miguel Tzinacapan prohibió a Televisa filmar la fiesta de San Miguel Arcángel; la empresa había ofrecido a cambio pintar el templo. La consigna de los po-bladores fue: “nuestra cultura no se vende”.

Estos hechos simbolizan la respuesta social que desde hace un año han venido construyendo los habitantes y las

organizaciones sociales de este municipio de la Sierra Nor-te de Puebla, el cual es mayoritariamente indígena (mace-hual) y ha conseguido hilvanar su proceso organizativo con la población mestiza (coyome), con el propósito de defen-der su territorio.

Ante el riesgo de verse despojados de su cultura y de las riquezas naturales de Cuetzalan, así como del control del comercio, las organizaciones sociales, productivas y comu-nitarias cuetzaltecas agrupadas en la Colectivo Regional para el Desarrollo con Identidad (Cordesi) –que cuenta con la participación de Tosepan Titataniske, Cadem, Masehual Sihuamej y otras muy importantes organizaciones de larga trayectoria en el municipio— se han movilizado y, junto con autoridades del municipio, tuvieron la iniciativa de convo-car al Centro Universitario para la Preservación de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla (Cupre-der/UAP), por su experiencia en ordenamientos territoriales.

La motivación de las organizaciones sociales y autorida-des municipales para que realizar el Programa de Orde-namiento Ecológico Territorial de Cuetzalan, surgió al conocerse el interés de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) de establecer un proyecto tu-

rístico denominado Atequiza Cuauhtinchan, que se apro-piaría de manantiales y contaminaría el agua potable que abastece con dificultad al municipio.

Entre octubre de 2009 y febrero de 2010, el Cupreder, la Facultad de Economía de la UAP y la asociación civil Alté-petl, realizaron dos rondas de talleres con la participación de más de mil 300 personas: campesinos, autoridades loca-les, comités, escuelas, cooperativas, organizaciones, jueces de paz, mayordomos, prestadores de servicios, productores y grupos culturales, entre otros. La primera fase fue para analizar la problemática en cada una de las ocho juntas auxiliares. En la segunda el Cupreder presentó los resulta-dos de un diagnóstico y el modelo de un instrumento que les permitirá gestionar su territorio para detener el avance del deterioro ambiental, pero sin vulnerar los usos, costum-bres y derechos de la población de Cuetzalan, uno de los lugares de enorme relevancia socio-ambiental, con mayor índice pluvial en el mundo y que gracias a la cultura de producción en la diversidad ha logrado conservar los bos-ques y las selvas.

La emotiva aprobación del ordenamiento realizada en octubre pasado, luego de 14 meses de trabajo cuenta con un Comité del Ordenamiento Ecológico de Cuetzalan (COEC). Sus miembros mencionaron en esa ocasión: “apenas estamos empezando”. El primer reto que han en-frentado, conjuntamente con la Presidencia Municipal y la UAP, fue el rechazo a la tienda de la trasnacional estado-unidense, un hecho histórico en el que una comunidad in-dígena actúa en defensa de su territorio y de su cultura.

Puebla

DEFENSA DEL TERRITORIO: MACEHUALES Y COYOMES DE CUETZALAN

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La dinámica del petróleo no

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los cimientos organizativos

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rastro de lo que subyace

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21 de mayo de 2011 13

Gisela Landázuri Benítez* y Kelly G. Muñoz Balcázar

A pesar de que los pueblos de Xochi-milco, como Santa Cruz Acalpixca y San Gregorio Atlapulco, están sien-do devorados por la metrópoli, hay

conocimientos, referentes identitarios y cul-turales que no se borran en una generación.

Si bien la descampesinización en ambos pueblos es evidente, aunque en diferente grado, se puede decir que en momentos de crisis echan mano creativamente de recursos y conocimientos heredados para apoyar la economía familiar: la producción agrícola chinampera en el caso de San Gregorio At-lapulco, la producción de dulce cristalizado en Santa Cruz Acalpixca y la producción de traspatio entre los migrantes que se han asentado en esta última localidad.

Sin embargo, los espacios agrícolas no termi-nan de ceder ante la ciudad y se genera un es-pacio de transición rural-urbano, que combina la cultura campesina con la gran diversidad que ofrece la ciudad. Y tal vez esto último sea un factor por el cual San Gregorio Atlapulco se ha convertido en un lugar de atracción para mi-grantes agrícolas, aunque algunos de ellos des-pués terminen trabajando en el sector terciario.

Nos enfrentamos, entonces, a una comuni-dad que combina la nostalgia del espacio

agrícola de antaño y grupos que tratan de rescatar el lugar histórico, con jóvenes que ya se encuentran insertos en la dinámica ur-bana, que estudian y trabajan en la Ciudad de México. Con grupos de originarios y de migrantes que se oponen unos a otros, que se sienten diferentes y lejanos de sus vecinos.

Santa Cruz Acalpixca revela transformacio-nes socio-territoriales de la misma índole. Se ha concentrado la problemática en la prolife-ración de asentamientos humanos irregula-res; el crecimiento demográfico derivado de la migración ha provocado una distribución

desigual: la población marginal se encuentra mayoritariamente en las zonas de montaña.

Así, mientras unos luchan por mantenerse en el lugar colonizado, otros buscan la forma de oponerse a este crecimiento poblacional y a la llegada de más migrantes. Pero estas me-didas van en contraposición de los intereses de los originarios fraccionadores y de otros vendedores privados o de los políticos que también han metido la mano en el asunto.

Estas confrontaciones no han cambiado y si-guen formando parte del día a día, pues la im-portancia de los espacios estratégicos, como los cerros y las montañas de Xochimilco, radi-ca en la conservación de una gran diversidad biológica, y los originarios tienen una relación mítica y simbólica con sus alrededores.

En cuanto a las resistencias por mantener una cultura viva, en el caso de San Gregorio se identifica a dos sectores de la población que se volcaron a la producción chinampera como opción de vida. Uno es el de los jubila-dos. El otro es el de egresados universitarios, jóvenes que en muchos casos abandonaron los estudios y que ante el desempleo se su-maron a las labores agrícolas familiares o re-cuperaron chinampas abandonadas para tra-bajarlas. Varios de ellos estudiaron biología o agronomía, y extienden al ámbito profesional la relación con la tierra y con la naturaleza de la que habían abrevado en su familia.

Las chinampas en San Gregorio Atlapulco constituyen entonces los geosímbolos que estructuran la identidad de sus pobladores. Así, son parte de la resistencia a la urbaniza-ción en esa localidad, lo que ha contribuido a mantener ese espacio agroecológico e in-cluso a encontrarle nuevas potencialidades en la producción orgánica, con la recupera-ción de prácticas y conocimientos tradicio-nales. En momentos de crisis, se echa mano del patrimonio heredado.

En Santa Cruz Acalpixca continúa la in-vasión de asentamientos irregulares, frac-cionamientos y unidades habitacionales. La zona chinampera se perdió. Sin embargo, mientras haya terrenos cultivables disponi-bles, hay quienes los aprovechan, como los migrantes que reproducen sus habilidades, conocimientos y prácticas rurales en el tras-patio. La producción de dulces cristalizados, que también resulta de experiencias hereda-das, se ha ido recuperando como una prác-tica social y económica frente a la crisis y la necesidad de complementar el ingreso.

Estas estrategias locales pueden ser considera-das formas de resistencia cultural, que permiten la persistencia de los pueblos originarios frente a los procesos de urbanización de los espacios rurales adyacentes a las grandes metrópolis.

De esta forma, las prácticas culturales tanto en San Gregorio como en Santa Cruz Acal-pixca aún se mantienen con el paso de las generaciones, y eso les da la característica de pueblos en donde todavía existe una or-ganización social tradicional, que a pesar del crecimiento urbano, no han perdido sus ex-presiones campesinas cotidianas. *Posgrado en Desarrollo Rural, UAM-X

Martha Angélica Olivares Díaz

Una de las raíces de la diversidad cul-tural de la Ciudad de México son los pueblos originarios (PO). Des-cendientes de sociedades de cultura

náhuatl, se caracterizan por ser colectividades históricas con una base territorial e identidades culturales diferenciadas del resto de la urbe.

En la actualidad, los PO permanecen relega-dos por las mayorías de la ciudad y del conjunto de la nación; sus derechos y libertades son des-estimados, y persiste la renuencia a reconocer legalmente su existencia en tanto pueblos con identidades propias y con derechos colectivos.

A menudo los representantes de estos pue-blos se quejan de despojo, rezago, falta de reconocimiento social, postergación en la

legalización de sus tierras, expropiación y privatización de las mismas y sus recursos na-turales, desconocimiento de autoridades pro-pias, imposición de proyectos y falta de repre-sentación y de participación en los órganos administrativos del gobierno de la ciudad.

Por ello estos pueblos han generado meca-nismos de resistencia, lucha e invención de formas que posibilitan la sobrevivencia de y desde los pueblos y que han direccionado y orientado sus rumbos en la ciudad.

La propiedad social de la tierra. Los PO de la Cuenca de México son los dueños de la ma-yor parte de las tierras rurales en el Distrito Federal, y aún hoy subsisten bajo las figuras agrarias de pueblos, ejidos y comunidades, así como de pequeñas propiedades rurales. Existen 25 mil sujetos agrarios, en donde la propiedad social asciende a 32 mil hectáreas, y se concentran principalmente en la zona rural del sur, en las delegaciones Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan y Magdalena Contreras.

La resistencia y la permanencia de los origi-narios. Para permanecer ante el constante asedio de la urbe, los PO generan alternativas. Por ejemplo, en Xochimilco y sus pueblos de montaña –Santa Cecilia Tepetlapa, San Ma-teo Xalpa, San Andrés Ahuayucan y Santiago Tepalcatlalpan– varios grupos comuneros y pobladores han estado gestando, desde hace ya varios años, proyectos de fomento económi-co y desarrollo alternativo sustentable, como

el ecoturismo y la comercialización e impor-tación de productos oriundos o de reciente aparición (durazno, artesanías, conservas); también hacen promoción gastronómica, de las fiestas populares y religiosas de sus pueblos, de sus centros históricos o recreativos, de su ar-queología, su paisaje rural y de eventos popu-lares en general, en el marco de un ambiente sociocultural con base en sólidas tradiciones históricas, como respuesta y freno al abandono de las tierras y a la desarticulación social.

Destacan las actividades agrícolas que se realizan en los pueblos de la montaña xochi-milca: la producción en terraceo de hortaliza, árboles frutales y milpa. A esto se suma la pro-ducción de la zona lacustre de Xochimilco-Tláhuac, cuyos cultivos principales son el maíz, el nopal, las flores, el forraje, el ama-ranto, las hortalizas y las hierbas aromáticas y medicinales, en ciertos casos con métodos y técnicas tradicionales, y en otros con tecnolo-gías como las de invernadero, especialmente en la floricultura. Frecuentemente estas acti-vidades no representan ganancias importan-tes para los productores, sobre todo cuando se trata de producción de maíz, que en buena medida se dirige al autoconsumo y a la preser-vación de su historia comunitaria y de la eco-nomía familiar. Su importancia radica en que tienen una implicación sociocultural para los pueblos, que posibilita la reproducción de prácticas tradicionales de profunda raíz, y re-presentan para sus pobladores la permanencia y la vitalidad de sus culturas y sus tierras.

Otro elemento en que se basa la resisten-cia de los PO es la defensa de la tierra y la oposición al asedio de ciertos proyectos de urbanización que no cumplen con la nor-matividad establecida en la materia y que destruyen y afectan la economía y la cultura de los pueblos.

En abril de 2011 representantes y habitantes de los pueblos de San Mateo Xalpa, Santiago Tepalcatlalpan, San Lucas Xochimanca, y San Andrés Ahuayucan se manifestaron en contra de la construcción del centro comer-cial Wal Mart en la carretera de Santiago Tepalcatlalpan. Advirtieron que éste afec-taría la economía de diversos pueblos que basan su actividad productiva en la venta de cultivos como calabaza, maíz, frijol, ejo-tes y chícharos, que comercializan en mer-cados tradicionales y tianguis, con lo que la producción agrícola de la región iría en detrimento. También estimaron que la cons-trucción de la tienda dañaría gravemente la filtración de agua al subsuelo que recarga los mantos acuíferos que le dan sustentabilidad a la ciudad.

Como se puede ver, estos pueblos han re-sistido gracias a que mantienen una red de interacción social, por medio de la vida re-ligiosa y festiva como base del intercambio simbólico y cultural que les da la tierra. La red de relaciones se construye con sustento en el ciclo festivo, en su vida comunitaria, en sus formas de gobierno y sus mayordo-mías, que les ofrecen una base organizativa desde la cual se establecen las estrategias subjetivas, políticas y de negociación frente al embate urbano.

Ciudad de México

SAN GREGORIO ATLAPULCO Y SANTA CRUZ ACALPIXCALA “RURALIDAD” COMO AUTOAFIRMACIÓN

Ciudad de México

DEFENSA DE LA TIERRA, DEFENSA DE LA VIDA

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Jesús López Estrada

El despojo y la explotación de los jor-naleros es la constante en los valles agrícolas de Sinaloa. Y este año han vivido una experiencia amarga.

Las fuertes heladas del 3 y 4 de febrero devas-taron 460 mil hectáreas de granos, indujeron una pronta movilización de la Confedera-ción de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES) y de la Liga de Comu-nidades Agrarias y Sindicatos Campesinos. Después de tres marchas en Culiacán, lo-graron un apoyo público más que aceptable, de siete mil 500 pesos por hectárea. Pero las heladas provocaron que la mayoría de los jor-naleros agrícolas fueran despedidos por sus patrones en la primera semana de febrero.

Para el 10 de febrero los trabajadores ya estaban de regreso en sus lugares de origen, sin recibir in-

demnizaciones, sin contar con la capacidad para manifestar públicamente sus demandas y sin los ahorros y alimentos que año con año logran acumular para subsistir el resto de la temporada.

Enterados o no, todos los jornaleros están afiliados al Sindicato Nacional de Traba-jadores, Obreros y Asalariados del Campo, Similares y Conexos de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), organismo que detenta el contrato colectivo de trabajo, les cobra cuotas y permite que las empresas agrícolas paguen salarios de miseria, y que no cubran aguinaldos, prima vacacional ni reparto de utilidades, todo ello, parte de los derechos laborales de los jornaleros.

El dirigente del sindicato, Diego Aguilar Acuña, no expresó inconformidad alguna ni amenazó con alguna marcha o plantón para que sus representados recibieran apoyos eco-nómicos por la contingencia ambiental.

Cuando el gobierno federal, por medio del Servicio Nacional del Empleo, empezó a tra-mitar apoyos a los jornaleros migrantes y de la sierra sinaloense, éstos ya estaban en sus lu-gares de origen, y no podían ser beneficiarios porque estaban fuera de los censos que reali-zó el Sistema Estatal de Empleo en Sinaloa.

Este es un hecho que ilustra las injusticias que sufren los jornaleros, pero la explotación que sufren por parte de los agricultores de Sinaloa es algo permanente: es necesaria para la compe-tencia en el mercado hortícola estadounidense.

Por ello los jornaleros tienen que desplegar estrategias de sobrevivencia. En condicio-nes normales, trabajan en el campo desde septiembre hasta abril, o hasta mayo si la temporada y el precio de las hortalizas son muy buenos. En ese periodo la mayoría bus-ca abastecerse de alimentos o ahorrar dinero para sobrevivir hasta agosto.

Mindahi Crescencio Bastida Muñoz y Saúl Alejandro García

Desde mediados del siglo XX, el crecimiento urbano en el va-lle de Toluca, el trasvase de las aguas de su acuífero y el proceso

de industrialización agravaron las condicio-nes socio-ecosistémicas de esta región. La situación atenta principalmente contra los bosques y los recursos hídricos, pero también contra las tradiciones de los pueblos otomíes.

En todo este periodo en las comunidades del valle de Toluca, y en particular del munici-pio de Lerma, se ha dado una lucha intermi-tente por los recursos naturales. La historia que aquí narramos es tan sólo una muestra de los intereses privados y externos de quie-nes tienen el poder económico y político:

En la comunidad de Santa María Atarasquillo, Lerma, hay una región del bosque que colin-da con La Marquesa (Parque Nacional Miguel Hidalgo, decretado en 1936). Esto es cerca de la laguna de Salazar y a un lado de la comuni-dad La Cañada de Alférez (allí estuvo oculto al narcotraficante denominado La Barbie).

En este lugar del bosque, se encuentran las tierras ejidales de Atarasquillo. Durante su mandato, una autoridad ejidal (cuyo nombre preferimos no mencionar) se adjudicó a su nombre 120 hectáreas, sin consultar al pue-blo, aprovechando los títulos de propiedad que otorgó el ex presidente Salinas de Gorta-ri en sus campañas de Solidaridad.

Con el tiempo, el asunto se complicó porque esa persona vendió la tierra al grupo Santa Fe para un proyecto inmobiliario, Reserva Santa Fe, consistente en un: “plan maestro para un residencial de 500 viviendas en me-dio de 120 hectáreas de bosque… integramos estrategias de restauración, captura y reutili-zación de agua, producción de energía, pro-ducción de alimento e integración comuni-taria; así como un monitoreo del desempeño ecológico del sitio buscando generar prác-

ticas de diseño y estilo de vida en México para comunidades de bajo impacto. Estatus: comienzo construcción programado 2010”.

Hay un par de detalles que son de interés públi-co: uno: las tierras donde se pretende construir este proyecto ha sido decretada como Área Na-tural Protegida (según el Decreto A:202/3/001/02 del 7 de abril del 2009 de la gaceta del Gobierno del Estado de México), y dos: a pesar del “mane-jo sustentable”, se pretende la construcción de 500 casas, ¿de dónde saldrá el agua?

Otro asunto de interés público es que en el lugar existe un sitio sagrado conocido como Nacelagua (porque ahí brota el agua), al cual, por siglos, los curanderos otomíes y las comu-nidades de Atarasquillo, Ameyalco, Huitzi-zilapan, Xochicuautla y otras comunidades otomíes y mazahuas de los municipios de Te-moaya, Xonacatlán, San Felipe del Progreso y San José del Rincón, entre otros, acuden a realizar sanaciones y entregar ofrendas.

En la zona existen otros lugares sagrados como el Cerro de La Campana, entre los lí-mites de Huixquilicuan y el ejido de Ataras-quillo. Ahí se venera al Divino Rostro o Se-ñor de La Campana o del Rayo. Para acceder a este lugar, los peregrinos que vienen de di-ferentes lugares pasan por las tierras en donde se pretende construir Reserva Santa Fe. De concretarse el proyecto, se estaría impidien-do el paso a Nacelagua y al camino al Cerro de La Campana. ¿Se imaginan el impacto cultural y de salud de miles de visitantes que acuden a estos lugares sagrados? ¿Qué será de los curanderos y de los miles de devotos?

Afortunadamente hay una acción colectiva de parte de los actores locales, que están lu-chando para que el proyecto no prospere. Los habitantes de Atarasquillo, por medio de sus actuales autoridades, han buscado mecanis-mos legales para tratar de revocar los títulos de propiedad de las 120 hectáreas, aunque es difícil solucionar esto por esa vía. También,

está en proceso la lucha de los sabios curan-deros, quienes por medio de la Asociación de Curanderos del Divino Rostro, buscan negociar con el consorcio Santa Fe, para que les permitan el acceso a los lugares sagrados; hasta el momento sí lo han logrado, pero con algunos problemas.

La lucha aún continúa, pero aunque permi-tieran a los curanderos seguir accediendo al lugar, ¿bajo qué condiciones será? Si se cie-rra para otros, la gente de los demás pueblos ya no podrá realizar una práctica ancestral de peregrinación, que revitaliza la fe y, con ello, la salud emocional y espiritual que emana del lugar.

En el fondo, no tan sólo es el lugar sagra-do, sino también el manejo de los recursos naturales, porque en Nacelagua el agua vol-vió a brotar –desde la década de los 50s el agua se había agotado, debido a las explota-ciones que se hicieron para suministrar del líquido a la Ciudad de México por medio del Sistema Lerma–. ¿En manos de quién están quedando nuestros recursos naturales colec-tivos? ¿Del pueblo? Creemos que no.

Las luchas de los pueblos originarios por conservar sus territorios y cultura son difí-ciles pero no imposibles de ganar frente a un mercado voraz y un gobierno aliado del capital privado. Aun cuando se negocia con el enemigo, la lógica de los pueblos es la de luchar por sus derechos colectivos. Debemos mencionar que aún hay interés por preservar un proyecto comunitario biocultural de los pueblos originarios fincado en el buen vivir. En el caso de los curanderos otomíes, que-da claro que las formas de organización son importantes: sse enfocan desde el interés de lo colectivo –los santuarios–, hasta la per-cepción cultural que se tiene en cuanto al bosque como espacio sagrado, inmerso en el concepto de la Madre Tierra. Sabemos que detrás de los santuarios está el bosque, cuyos beneficios son compartidos con la comuni-dad de Atarasquillo. Las fuerzas que de esta relación puedan surgir determinarán en los próximos meses y años la preservación o de-vastación de los bosques de Lerma y del pa-trimonio biocultural asociado, importantes no sólo para los pueblos y las comunidades de la región sino para toda la humanidad.

Estado de México

BOSQUES DE LA MARQUESA, EN RESISTENCIA

Sinaloa

JORNALEROS: EL ARTE DE SOBREVIVIR

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Mayra Irasema Terrones Medina

Antes del 2001, tirar tres cuetes seguidos en San Salvador Atenco le significaba al pueblo un llamado para la organi-zación de su vida comunitaria. Esta

práctica ha sido modificada por la historia de lu-cha que se ha escrito. Hoy tirar tres cuetes aquí es también un llamado a la comunidad para movilizarse en torno a la defensa de sus tierras.

Es una historia conocida: en agosto de 2002 el gobierno de Vicente Fox tuvo que echar marcha atrás a 19 decretos expropiatorios que había emitido el 22 de octubre del 2001 y cuya intención era imponer la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) afectando cin-co mil 390 hectáreas en 13 ejidos, así como 171 viviendas. Esos decretos generaron un movimiento social que tenía como primer bastión de lucha la defensa de la tierra, ma-terializado en lo que se llamaría el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT).

Los pueblos de este territorio (de los ejidos Cuautlalpan, San Bernardino, Boyeros, Huexotla, San Felipe Santa Cruz, Tocuila y Magdalena Panoaya, del municipio de Texco-co; Francisco I. Madero, Santa Isabel Ixtapan, Nexquipayac, San Francisco Acuexcomac y San Salvador Atenco, del municipio de Aten-co, y Chimalhuacán, municipio del mismo nombre) lograron la derogación de los decre-tos expropiatorios y el proyecto del aeropuerto quedó pendiente con la firma de un acuerdo político que se dio en agosto del 2003.

Pero después de la represión que sufrieron los pueblos del municipio de Atenco en mayo de 2006 (cuando vía el operativo �Control de la población�, fueron detenidas más de 200 per-sonas, sin respeto a sus derechos humanos, y más de 30 mujeres sufrieron abuso sexual), las intenciones de los distintos niveles de go-bierno por ejecutar el proyecto del aeropuer-to siguen vigente.

Desde hace tres años se han evidenciando las intenciones del gobierno federal (Felipe Calderón Hinojosa) y del estatal (Enrique Peña Nieto), tanto en los proyectos de desarro-llo urbano promovidos conjuntamente, como en el apoyo a las empresas que están invirtien-

do en la zona para la reactivación del proyecto aeroportuario por medio de la construcción de la infraestructura secundaria requerida.

En la actualidad en el FPDT se pueden ver aspectos e instrumentos cotidianos asumi-dos también como formas de resistencia. Un ejemplo claro es el machete que identifica y reivindica la defensa de su forma de vida. El hecho de portar como símbolo de resistencia una herramienta propia del campesino va orientando la visión desde donde se quieren reconocer los participantes del movimiento: implica mirarse ligados a la tierra, al trabajo campesino, a las costumbres y a la organiza-ción, y sobre todo asumirse como contrarios a las lógicas capitalistas inscritas en una ra-cionalidad economicista.

Asimismo, las asambleas convocadas por el FPDT para que el pueblo en conjunto deci-da cuáles son los pasos a seguir representan en realidad un método de coordinación co-munitaria que han utilizado por generacio-nes. Y una extensión de la integración comu-nitaria son la organización, la participación y la repartición de la comida para todos –esta última que se ha vuelto cotidiana en cada evento del FPDT, con las mujeres desde la cocina de la casa ejidal como protagonistas.

Un ejemplo más reciente se dio en marzo del año pasado, en una asamblea convoca-da por el comisariado ejidal de San Salvador Atenco, en donde se llamó a participar a los ejidatarios, posesionarios y avecindados para discutir, entre otros asuntos, el proyecto de-nominado Zona de Mitigación Ecológica del ex Lago de Texcoco que la Comisión Nacio-nal del Agua (Conagua) está promoviendo.

Particularmente los funcionarios de la Co-nagua han hecho énfasis en el cambio de propiedad social a privada para facilitar la venta de tierras. La Comisión ha buscado la forma de acercarse a los seis ejidos inscritos en el municipio de Atenco; sin embargo, cuando se quiso dar la discusión en el ejido de San Salvador Atenco, los integrantes del FPDT naturalmente se resistieron.

Ese día, tres cuetes se tiraron al cielo; varias mujeres se organizaron para hacer tlacoyos afuera de la casa ejidal y ofrecerlos a todos los compañeros que iban a pasar horas en la asam-blea ejidal; al interior de ésta se encontraban los ejidatarios que pertenecen al FPDT tomando la palabra, y afuera los pobladores que no son ejidatarios, pero que son parte del pueblo, de-nunciaban las artimañas de la Conagua para fo-mentar la venta de tierras. Esto es relevante por-que en este ejido no se pueden tomar decisiones si no es por medio de la asamblea: aunque es-tán inscritos en el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (Procede), los ejidatarios no ostentan el dominio pleno de sus parcelas y por lo tanto no pueden vender sin un acuerdo en asamblea.

Desde el inicio de la asamblea se veían manos de los integrantes del FPDT arriba para par-ticipar y los representantes de la Conagua no lograron entrar siquiera; la tarea estaba hecha, pero implicó un trabajo arduo. Esas manos que se opusieron a la entrada de los funcionarios no fueron sólo de los miembros del FPDT, sino de muchos más pobladores que se movilizaron en la defensa de la tierra en el 2001 y que vuelven a salir siempre que se requiera defender la tierra.

Los atenquenses han visto modificada su co-tidianidad desde que decidieron defender sus tierras en 2001 y, así como el tata Nezahual-cóyotl lo hizo, han gestado una organización social y política en un territorio con una carga histórica que no es lineal. Su identidad cultu-ral y su forma de organización comunitaria se diferencian de la visión progresista citadina por una realidad inmediata que configura y reconfigura su concepción de sí mismos.

La lógica comunitaria en que se inscriben los pueblos del municipio de Atenco es aquello que los sigue distinguiendo de la dinámica de la ciudad. La resistencia en Atenco se mantie-ne en pie, en “un pedacito de patria”, como dice una de las compañeras del movimiento, en donde van gestándose formas de lucha que desde la comunidad muestran la capacidad de organización que los pueblos de nuestro país tienen. Al FPDT necesariamente tendríamos que reconocerle el ejemplo de lucha que nos ha dado, sobre todo por lo que ha abonado para las nuevas estrategias de resistencia que se están gestando en nuestro país.

Sus mecanismos para sobrevivir son: 1) continúan el proceso de migración al Valle de San Quintín, Baja California, a fin de seguir trabajando en la cosecha de las hortalizas, lo cual generalmente hacen los solteros y algu-nas familias; 2) durante la temporada de traba-jo, algunos miembros de la familia realizan en los ratos libres y días de descanso actividades tales como pepenar frijol en enero y febrero, y la recolección de algunas verduras como ce-bolla y papa que con un adecuado tratamiento pueden conservarse en buen estado; 3) tratan de conseguir un solar ya sea invadiéndolo o comprándolo en uno de los cinturones de miseria que existen en poblados como Ga-briel Leyva Solano y Guasave; 4) viven de los ahorros, además de realizar otras actividades como la pepena de maíz en de mayo y junio, para su venta o para hacer tortillas, y la cap-tura de peces con anzuelos o redes en los ca-nales de riego de la región, lo que les permite consumir proteína animal; 5) realizan robo “hormiga” en los campos donde trabajan, in-troduciendo en sus bolsas de lonche pequeñas cantidades de hortalizas como tomate, chile, calabaza y berenjena que los hijos salen a ven-

der por las tardes; así se incrementan los in-gresos de la familia; 6) retornan a sus comuni-dades y ejidos de origen en los municipios de Choix, El Fuerte, Sinaloa y Badiraguato en la región serrana para limpiar sus parcelas, que van desde media hectárea hasta tres; ensegui-da realizar la quema, y esperar las lluvias en los meses de junio y julio para sembrar maíz, calabazas, cacahuate, ajonjolí o marihuana.

Saúl Gámez Armenta, vecino de la comuni-dad Gabriel Leyva Solano, Guasave, y secre-tario de asuntos sindicales de la Federación Independiente de Obreros Agrícolas y Cam-pesinos de Sinaloa de 1980 a 1983, fue recien-temente a visitar a unos amigos a Yecorato, Choix, y ahí constató las versiones de cómo

gran parte de los jornaleros siembran mari-huana, aparte del maíz, ajonjolí o cacahuate. Sin dinero suficiente para instalar riego por goteo o por aspersión, los humildes campe-sinos improvisan con ingenio recipientes de plástico de medio galón –con etiquetas de le-che Yaqui o Lala–: les hacen un hoyito en la base y de ahí empieza a gotear durante algu-nos días el agua en la plantita de marihuana, que de esa manera asegura el crecimiento.

Comenta Saúl: “los jornaleros han resultado excluidos del programa de Empleo Temporal de la Secretaría de Desarrollo Social; le dan un manejo clientelar, ya que se carece de un padrón de los verdaderos jornaleros, dando de alta a los amigos y familiares de los dueños de las camionetas y los autobuses que trasla-dan a los jornaleros. Esto, con la complacen-cia de Manuel Izaguirre Islas, responsable del programa en el municipio de Guasave, quien sólo se concreta a decir que probemos lo que decimos, sin aceptar venir a consta-tar nuestras versiones con una investigación de campo, aquí en la comunidad, para que vean cómo muchos de los presuntos jornale-

ros nunca han agarrado un balde en el corte del tomate, o un azadón en el deshierbe. Con sólo ver sus manos limpiecitas y sin callos se darían cuenta de que tenemos la razón”.

Saúl afirma que: “la señora María Florecita Quiñónez Pico, al igual que otros operadores políticos del Partido Acción Nacional en el resto de sindicaturas del municipio, utiliza-ron los programas de apoyo al empleo tem-poral, del Programa Estatal de Empleo, para dar de alta a activistas políticos que durante una semana anduvieron barriendo y limpian-do calles en las cabeceras de sindicatura, para enseguida ponerlos a ayudarles en las campañas para síndicos y comisarios muni-cipales. Aquí la apoyaron a ella para síndico y a Galdino Velázquez Soto para comisario, desvirtuaron por completo los programas de gobierno y de paso despojaron a los jornale-ros agrícolas de los apoyos que se tienen bien ganados, porque sus salarios son de hambre”.

Para los jornaleros sobrevivir en esta época es un verdadero arte, que requiere de imagi-nación, mucho esfuerzo y tenacidad.

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Carlos A. Rodríguez Wallenius

A lo largo y ancho del territorio nacio-nal ocurren confrontaciones entre dos formas radicalmente distintas de usar y concebir la tierra: por un lado

están las empresas mineras, en particular las canadienses, que ante los altos precios de los minerales han intensificando la exploración y explotación de yacimientos con el fin de ex-traer lo más posible, acaparando por ello las concesiones, que representan ya un 25 por ciento del subsuelo del país. Y por otro lado están los cien millones de hectáreas de ejidos y tierras comunales, que son propiedad de campesinos e indígenas para quienes la tierra es un elemento esencial de su forma de vida.

Así, por doquier aparecen expresiones de lu-cha y resistencia de los campesinos frente a los intentos de destruir sus territorios con las minas a cielo abierto.

Las formas de resistencia comunitaria frente a las mineras son diversas: unas confrontan directamente a las empresas para expulsarlas de sus terrenos y evitar que sigan los daños y perjuicios hacia la comunidad, como en el caso del ejido Grecia en Chicomuselo, Chia-pas, donde la canadiense Blackfire ha preten-dido extraer mineral de barrita (usada en la explotación petrolera). Para poder trabajar en

los terrenos ejidales, la compañía tuvo que co-rromper a autoridades estatales, municipales y agrarias, así como prometer una serie de obras. Pero desde 2009, ante los engaños, las prome-sas incumplidas y los impactos en el territorio, varios campesinos protestaron y realizaron bloqueos de caminos y mítines, pidiendo de-tener la explotación de la mina. En este pro-ceso se destacó la participación de Mariano Abarca, representante de la Red Mexicana de Afectados por la Minería. Por esta participa-ción, Mariano fue asesinado (después de una serie de amenazas de la Blackfire). Ante ello, las organizaciones sociales exigieron la expul-sión de la minera, acusándola del asesinato del líder campesino. Como respuesta a la presión social, la mina fue clausurada por el gobierno estatal, arguyendo contaminación del agua e impacto medioambiental irreversible.

En ocasiones, los campesinos no han logra-do detener todavía la explotación minera de sus territorios, pero mantienen las formas de lucha y organización usando diversos medios, como sucede en el Valle Ocotlán, en Oaxaca, donde varias comunidades es-tán siendo afectadas por la mina Cuzcatlán (propiedad de la canadiense Fortuna Silver). Ahí, la Coordinadora de Pueblos Unidos de Ocotlán ha realizado bloqueos, mítines y de-nuncias para exigir el cierre de la mina. Ello, a pesar de la persecución que sufre.

Algunas de las expresiones de descontento se deben a que las empresas mineras no sólo destruyen los terrenos; también atentan con-tra los geosímbolos, los paisajes y los espacios rituales. Esto pasa en la mina a cielo abierto de San Javier, en San Luis Potosí (propiedad de la canadiense New Gold) y que ha devas-tado el Cerro de San Pedro, símbolo de la población y un emblema que está incluido en el propio escudo del estado. En este con-flicto, el Frente Amplio Opositor a la Mina San Javier usó vías políticas y jurídicas y lo-gró que se clausurara la explotación minera.

En sentido similar está la lucha del pueblo wirrarika (huichol) por defender gran parte del su territorio sagrado (llamado Wirikuta).

Con concesión en mano, la minera cana-diense First Majestic Silver ha comenzado a operar cerca de Real de Catorce y pone en peligro el acceso a ese espacio ritual y sagra-do, según ha denunciado el Frente Tamatsi-ma Wahaa en defensa de Wirikuta.

Otras expresiones de confrontación campesi-na frente a las mineras se centran en estable-cer condiciones justas para redistribuir parte de los recursos extraídos por las empresas. Tal es el caso de Mezcala, Guerrero, donde la canadiense Goldcorp ha intensificado la ex-tracción de oro en sus minas de Los Filos y El Bermejal. Los campesinos afectados de Mez-cala, Carrizalillo y Xochipala se posicionaron de forma diferenciada, en un inicio por

Ramsés Arturo Cruz Arenas

“Ándale cabrón, tírate al suelo”, nos dice un individuo con pasamontañas mientras corta cartucho. Las cerca de 50 personas que conformamos el

grupo obedecemos sin hacer el menor ruido, la espesura de la vegetación y la noche no de-jan ver más allá de un metro de distancia. De pronto dos patrullas fronterizas rondan las cercanías, en inglés y en spanglish nos dicen primero con voces gentiles: “¡Mexicano, ven, acá tenemos agua, cobijas, sándwiches, acá te protegeremos!”. Después suben el tono: “¡Mexicano, no tienes oportunidad te tene-mos rodeado!” Nosotros seguimos a ras de suelo, no les hacemos caso, hablan al vacío.

Durante cuatro horas marchamos entre tú-neles, arroyos, ríos y quebradas, rodeados de mezquites y cactáceas, espinas y nopaleras; ha llovido y eso hace más difícil el paso. Ve-mos caer entre el lodo y las espinas a todos y cada uno de nuestros compañeros, con excepción de los guías que conocen la ruta como la palma de su mano y caminan el monte como los citadinos caminan la urbe.

Un par de patrullas nos ha seguido el paso, hemos visto a los polleros pelearse por nosotros como por cualquier mercancía. Los levantones y los pasos inhóspitos sólo aumentan las penas, y esto no hace más que empezar. Aunque uno creería que estamos en la frontera norte del país, todo esto ocurre a dos horas de la ciudad de México, en una comunidad hña hñu llamada El Alberto, ubicada en Ixmiquilpan, Hidalgo.

El Alberto es una comunidad que pareciera estar condenada a ser abandonada: según da-tos de los propios pobladores, cerca de 90 por ciento de la población ha migrado alguna vez a Estados Unidos; aunque muchos regresan, más de dos terceras partes vive allá. De acuer-do con el señor Sebastián Jerónimo, integran-

te de la comunidad, las oportunidades en estas tierras no son muchas, no hay forma de hacer-se de ningún ingreso; de allí, la emigración.

La quimera autonómica: Ante la extinción y el abandono, los hña hñu de El Alberto han desarrollado una resistencia creativa y propositiva fuertemente vinculada a la auto-gestión. Hace 20 años encontraron un brote de agua termal sobre el que fueron realizan-do un proyecto de balneario para el turismo. Más tarde entre pláticas y asambleas alguien sugirió “¿por qué no damos a conocer lo difí-cil que es pasar al otro lado?”, y de ahí nació lo que en 2005 se denominó el proyecto de la Caminata Nocturna que hoy forma parte del EcoAlberto, parque de tipo ecológico que comprende los balnearios de aguas termales y actividades de turismo de aventura en una zona que denominaron Gran Cañón, alu-diendo también a su experiencia migratoria.

En EcoAlberto la lógica que predomina no es la de explotación a tabla rasa para la maximi-zación de las ganancias, más bien es la de con-servación y rescate de la naturaleza; es la de buscar alternativas acá que brinden opciones para no emigrar; es la de respeto a la cultura, a los saberes locales y a la naturaleza, y sólo desde esta lógica se puede entender por qué invierten más recursos de los que obtienen.

El ejemplo más claro es la propia Caminata Nocturna, que puede ser realizada con 20 per-sonas como mínimo, aunque, para que sea exi-tosa, cerca de 70 personas de El Alberto deben entrar a escena. Ahí trabajan como polleros, migrantes, médicos y miembros de la patru-lla fronteriza; asimismo, como antorcheros o como personal de apoyo. Y es necesario

CÓMO HACERLE FRENTE A LAS EMPRESAS MINERAS

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sumar un buen número de camionetas para transporte, así como las que usan de pa-trullas. Es decir, se emplea más gente y recur-sos en la caminata de lo que se necesita como mínimo para poder realizarla. Esto hace que EcoAlberto sea un proyecto en el que los neo-liberales se darían de topes, pues difícilmente encontrarían un costo-beneficio favorable.

La Caminata Nocturna es una experiencia sin igual en todo el país, y si nos apresuran podríamos decir que no existe en el planeta algo similar. La gente de El Alberto cuenta que en desde sus inicios hasta ahora se les acusa de entrenar a las personas para cruzar al otro lado. Sin embargo, poco a poco han ido ganándose el respeto de quienes reali-zan el recorrido, porque si bien la camina-ta busca generar un ingreso y alternativas a los locales para que ellos mismos dejen de migrar, también pretende concientizar a los participantes de las penurias y peligros a que se ve expuesto quien decide a cruzar al otro lado. Es también un homenaje para aquellos cuya única alternativa ha sido abandonar sus tierras: los migrantes. Este es, sin duda, un recorrido que todos los encargados del tema migratorio deberían de tomar y así al menos una vez ponerse en los zapatos de aquellos que con sus decisiones afectan.

El Alberto ha tenido que salir adelante a contracorriente, resistiendo; y el proyecto, al menos a nivel regional, nunca ha sido bien visto. Cuenta Sebastián Jerónimo que varias veces lo intentaron secuestrar cuando hacían las gestiones para EcoAlberto; que cuando obtenían algún recurso federal, los funcio-narios estatales y municipales los trataban de extorsionar; que hacer las cosas de la manera

correcta parece ser una forma de resistencia que nadie ve. Él sabe que todo saldría más rápido si se muerde la manzana de la corrup-ción, pero han preferido el engorroso camino correcto. Por ello han tenido que enfrentar la ofensiva de los poderes fácticos: han sido acusados desde el gobierno municipal, atosi-gados por el gobierno del estado y difamados por los medios de comunicación. Sobre los de El Alberto han pesado señalamientos que van desde tener armas, ser guerrilleros o tener re-lación el Subcomandante Marcos, a ser “apo-logistas del delito”. Varias veces han tenido que lidiar con la presencia del Ejército, que lo mismo ha entrado para clausurar el parque que para buscar armas y guerrilleros. Saben de memoria las acusaciones de que no les gus-ta obedecer, que con ellos no se puede traba-jar, que son rebeldes. Y sin duda lo son, pero lo son porque se resisten a migrar y buscan opciones autogestivas acá; lo son porque son hña hñu y campesinos; son rebeldes sin duda porque han decidido tomar en sus manos la decisión de qué hacer con sus vidas y con sus recursos, lo que es todo un delito hoy día.

Dos décadas atrás el EcoAlberto hubiera sido una quimera. Hoy es una estrategia que han desarrollado los pobladores de la misma comunidad para resistir los embates continuos del sistema mexicano por exterminar a los ori-ginarios de lo que hoy es el país. En El Alber-to lo que se ha dado en llamar autonomía de los pueblos originarios parece darse de facto. Autogestivos desde hace décadas, también la comunidad se encarga de la seguridad pues tienen gente encargada de la vigilancia y el buen orden, se organizan internamente para la mayoría de las actividades procurándose una suerte de autogobierno comunitario.

medio de sus representantes agrarios, y establecieron acuerdos de arrendamiento en condiciones desventajosas. En pocos meses, la percepción de las familias campesinas cambió respecto de esos acuerdos y se susci-taron acciones colectivas centradas en lograr mejores precios para la renta de sus tierras. Destacan las movilizaciones realizadas por los ejidatarios de Carrizalillo, que obligaron a la Goldcorp a renegociar tales precios para la renta de los terrenos ejidales y comunales.

En otras comunidades se han organizado para anticiparse a los intentos de las mineras de ins-talarse en sus territorios y explotar el subsuelo. Es el caso de la Coordinadora Regional de Au-toridades Comunitarias en la región de Costa-Montaña de Guerrero, que ha denunciado y rechazado la exploración que están realizando las empresas mineras (entre ellas Hochschild de capital británico) y que pretenden explotar los yacimientos de oro, plata y zinc ubicados en los municipios de San Luis Acatlán, Metlatónoc, Tlacoapa, Atlamajalcingo del Monte, Malinal-tepec, Acatepec y Zapotitlán Tablas.

Este rápido recorrido es una muestra de las variopintas formas de resistencia campesina e indígena que se están dando en el país, con las que defienden sus tierras frente a los intentos de

apropiación y destrucción de las mineras, sobre todo por el modelo de explotación de “tajo a cielo abierto” que destruye el hábitat, modifi-ca cuencas y transforma irremediablemente el paisaje y la geografía de los lugares. De forma adicional, está la contaminación de los mantos freáticos, producto de los sistemas de lixivia-ción (que en ciertos procesos utiliza cianuro) y por el uso de distintos químicos y explosivos.

Frente a todo ello, hay una resistencia campe-sina creciente (aunque diferenciada por regio-nes). Sin embargo, el panorama para las comu-nidades parece poco halagüeño, si tomamos en cuenta que actualmente están en marcha 738 proyectos mineros en exploración, incenti-vados por el aumento constante en los precios de los minerales, particularmente los metales preciosos (como el oro, que en estos días alcan-zó el récord de mil 500 dólares por onza).

Lo que esto nos muestra es que la resistencia frente a la minería será constante y de largo pla-zo, pero tiene dificultades propias de forma de organización, pues sus luchas se presentan dis-persas y atendiendo problemáticas particulares.

Por ello, esfuerzos nacionales como la Red Mexicana de Afectados por la Minería, o re-gionales como el Colectivo Oaxaqueño en Defensa de los Territorios, pueden generar –a partir de una articulación amplia y plural de los movimientos y comunidades– un impac-to mayor para el cabal cumplimiento de las leyes ambientales y para el respeto a las deci-siones de las poblaciones frente a las activida-des mineras. Y también tienen potencial para modificar las políticas gubernamentales de franco apoyo a las corporaciones mineras. Profesor de la UAM Xochimilco

"Y seguiremos pescando a como dé lugar"Pescadores de Rebalsito de Apazulco

Aura Helena Ramírez Corona

“Ahí van. Pero a mí no me van a callar con poquito”, dice con repro-bación uno de los socios de la Coo-perativa Pesquera Ejidal Tenacatita

de Rebalsito, al ver pasar la camioneta que transporta a quienes desde hace unos meses laboran al servicio de la Policía Es-tatal en la bahía de Tenacatita.

“Unos pocos son los que se han ido a trabajar a la playa, pescando o cocinan-do para los estatales. Tenemos muchos problemas, no estamos unidos y los de la mesa directiva del ejido, como siempre, sólo están buscando su propio beneficio. Pero aquí siempre hemos sido pescadores, y seguiremos pescando, a como dé lugar, haciéndole la lucha”, continúa.

Y es que tras haber sido desalojados el 4 de agosto de 2010 del territorio que du-rante más de 20 años les permitiera vivir con cierta independencia política y eco-nómica respecto del grupo caciquil local, poco tiempo hubo de pasar para que los pescadores del pueblo –libres y coopera-tivistas– comenzaran a recibir las visitas de quienes los echaron de la bahía, para ofrecerles empleo.

A los hombres, como pescadores, y a sus mujeres, como cocineras. Doscientos pe-sos diarios más la compra de todo el pes-cado que sacaran, fue la tentadora ofer-ta que la Policía Estatal hiciera a varios miembros de la comunidad, en un inten-to por fragmentarla aún más.

Hoy día, a casi nueve meses del desalojo, y pese al recrudecimiento de las condi-ciones de vida en el ejido, son pocos los que han aceptado trabajar para la poli-cía, enfrentándose por ello al rechazo y desprecio del resto de la comunidad. La mayoría ha optado por resistir al acoso y a la miseria en que está sumida la costa debido a años de políticas neoliberales. Lo que hace la gente es desarrollar di-versas estrategias para continuar con un estilo de vida basado en la pesca ribereña y el turismo regional, a contracorriente al modelo de desarrollo que se sustenta en el turismo exclusivo y que ha fomentado el despojo a las poblaciones costeras del estado de Jalisco.

Los pescadores y restauranteros despoja-dos de sus medios de vida se esfuerzan por frenar el vaciamiento del pueblo (cau-sado por la pobreza del ejido) y luchan

para que la población no se doblegue ante los intentos que hace la iniciativa priva-da para dividirla. Se aferran a continuar con lo que siempre han hecho: vivir de los recursos del mar. Así, ante el cierre de las entradas a la bahía, han procurado en-contrar nuevas vías de acceso a la zona de pesca de la cooperativa, así como a otros espacios cercanos al pueblo en donde puedan comenzar a edificar nuevos lu-gares de trabajo. De esta forma burlan lo que al parecer ha sido la estrategia para convertir a El Rebalsito en un pueblo fantasma.

Esta es la voz de los pescadores: “Dicen que quieren construir un mega-desarrollo tipo Cancún, con campos de golf que van a ocupar las tierras del ejido. Y que cuando lo hagan, no le van a dar trabajo a ninguno de aquí del rancho. Pero aun-que lo dieran, lo que nosotros queremos es seguir como estábamos, pescando tran-quilos y vendiendo en nuestros restauran-citos. Ahora estamos gestionando proyec-tos desde la cooperativa, mientras que seguimos buscando cómo seguir en esto de la pesca. Hasta en las parcelas que se inundan con la creciente del río andamos pescando. Por ejemplo, el equipo de Chi-to El Tiburón y sus hermanos Las Mos-quitas han estado saliendo por el Tecuán, muchas veces no les va bien porque nada es igual que antes, se gasta mucha más ga-solina para llegar a la playa y para llegar a la zona de pesca, pero la lucha le hacen; Everardo, Adán y los demás Conejos están saliendo por La Manzanilla y ya se andan acomodando allá para poner otra vez sus restaurantes, en lo que aquí se arregla la cosa; y nosotros tenemos la panga cerca de la laguna, allá por las parcelas y por allá llegamos al mar a través de La Vena, a veces hay que bajarse para empujar la panga desde el agua porque el nivel está bajo, así fue que me lastimé la espalda, pero así le andamos haciendo”.

Cierto es que tanto la comunidad como la cooperativa no están exentas de conflic-tos; que la solidaridad se expresa la mayor parte de las veces a nivel familiar; que hay un gran número de problemas internos debido al acaparamiento de los recursos; y que pocos son los intentos por llevar a cabo empresas colectivas. El Rebalsito de Apazulco, es un rancho en el que es difícil vivir, y donde las relaciones entre su población están lejos de ser armónicas. Pero si hay algo que aplaudirle a estos pes-cadores y sus familias, es el hecho de que –como siempre–, de una u otra forma, han buscado la manera de hacerle fren-te a quienes pretenden despojarlos de su dignidad.

Los campesinos no han logrado

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RESISTEN LOS HOMBRES DE MAR

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Lorena Paz Paredes

En la Navidad pasada, Chilpan-cingo se vistió de colores con la primera feria estatal de semillas nativas y productos campesinos

de Guerrero. Convocada por la Organiza-ción de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatlán (OMESP), Mujeres Indígenas en Lucha (MIL), Viva el Río Azul, Co-munidad Raíz Subia y mujeres de la Kinal Antzetik de Ometepec y Xochistlahuaca, y con apoyo de otros grupos del Progra-ma de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Soberanía Ali-mentaria (PIDAASSA), Voces Ciudadanas, Instituto Maya y la Campaña Sin Maíz no hay País, la feria fue vistosa exposición de variadísimas semillas, verduras, frutales, conservas, panes, mezcales, artesanías de barro, textiles y hamacas.

Enseguida, una muestra de los testimonios:

“Aquí tienen, señoras y señores –dice son-riente María de Jesús de la OMESP–, una planta se da en las tumbas pero no mata, es como de milpa pero no es, cuando la espiga se pinta de negro la caña ya esta buena para comer (...) Este es arroz bar-bón que yo siembro, echa su espiga gran-de y ya no lo comen las palomas”.

“En la tierra de Petatlán –comenta Chen-cho– dejaron de sembrar este arroz por muchos años; se perdió la cría porque la Conasupo empezó a vender uno malo pero barato y dijimos: ‘mejor lo compra-mos, cultivarlo es mucho trabajo’. Ora que se puso carísimo, empezamos otra vez a sembrarlo, yo fui el primero, y al próximo año, otros, y así toda la gente se alborotó con la sembrada de arroz nativo, y ya se cultiva en La Pasión, Canalejas, Barranca del Bálsamo y El Zapotillal (…) Otro buen arroz es el punta negra que sembramos en las laderas, a pura estaca para que no lo saquen los pájaros”.

Marcela, Chucha y Celsa, lideresas de la OMESP, trajeron también arroz morado y tradicional, “blando para cocerse y bue-no para el atole”. Juanita Flores, de Xochi-pala, enseñó el pinto o chocoyotl, y entre todas juntaron como diez variedades.

Los maíces costeños compitieron con los de la zona norte. “Yo lo hallo que abunda mucho –presumió Crisanto de su maíz negro–, es rendidor, es pronto, resistente pa’ los aires, no crece tanto si se siembra en luna sazón, bueno pa’l nixtamal y de elote más dulce que el blanco. Ya tengo 15 años con él”. Al morado lo prefieren por su sabor dulce, aunque “la última palabra la tiene ella, que sabe si conviene uno

blando que cueza rápido, que no quiera tanta cal para pelarse en la preparación del nixtamal”.

“A mí me gusta –dice Celsa– el blanco ca-jel igual de bueno para tortillas que para pozole, igual que el olotillo que llevamos 20 años sembrándolo”. “Ese yo se los di, yo traigo la raza –completa Chencho–, era maíz blanco pero mi hermano cruzó una mazorca con otra y otra, hasta que salió uno rojo por sembrarse cuando el eclipse”.

“Este maíz se llama achilado o sangre de toro y sale anaranjado –explica José Inés Barrios, de Tecuicuilco–, hay el boludo y el delgado, criados con puro abono orgánico”.

“Este frijol menudito es el pedorro; así se llama porque así se le conoce, lo sembra-mos de a tres en la milpa a paso corto –cuenta Nadia Sánchez de Tecuicuilco–, te lo comes asado en el comal, después lo mueles con epazote si quieres hacer itaca-te, quitas la cascarita como frijoles paya-nados, echas cebolla, jitomate, cominos; sale bueno en mole, en tamales”.

Mine, de La Pasión, levanta un tubércu-lo gigante: “es la malanga, que crece en pantano. En Alemania lo tienen por me-dicinal para la tifoidea, aquí lo comemos por sabroso. “La calabaza pipiana –agrega Gregoria Inés de las MIL– nace revuel-ta en la milpa y se ocupa para el mole y la carne”. Al mezcal de Coacan “no hay uno que lo iguale –dice Elvia Carrillo–, lo sacamos del agave espadín y de hoja gruesa”.

De Chilapa no faltaron chayotes “espi-nudos”; nísperos; zarzamora, “que nace sola y es buena para el agua fresca –dice Benito Limpia de Buena Vista–, o la gra-nadilla, “que sube al palo y se va enre-dando y la comemos así nomás”. “Tam-bién traemos ajo, tomate de cáscara, garbanzo, axoxoco, chilacayota”. Hubo piloncillos, panes “horneados a raíz de suelo”, “hamacas de tejido sencillo, de petatillo, de pino y de cangrejo”, textiles de Xochistlahuaca. Una fiesta de voces y colores, y de saberes y modos de sembrar, guisar y comer.

UNA FERIA DE COLORES RURALES

Marcela, Chucha y Celsa,

lideresas de la OMESP,

trajeron también arroz

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Carmen Cariño Trujillo

Durante el Sexto En-c u e n t r o C o n t i -

nental de Mujeres Indígenas de las Améri-cas, realizado en Hueyapan, Morelos, del 5 al 8 de marzo, cientos de participantes dia-logaron sobre sus problemas y plantearon la importancia de fortalecer la alianza entre mujeres indígenas y generar estrategias con-juntas para la defensa de sus derechos.

Entre la diversidad de temas abordados, tan-to en plenarias como en pasillos, destaca la preocupación por el despojo de sus territo-rios y el saqueo de sus recursos naturales. La palabra de las mujeres reunidas en Morelos refleja la confrontación entre el significado del territorio para sus pueblos y la visión mer-cantilista del capital: “queremos el territorio para vivir, trabajar y ser libres y felices, no es algo que tengamos para explotarlo y destruir-lo, como vienen a hacer los megaproyectos”.

Las asistentes al encuentro denunciaron la creciente presencia de empresas petroleras, mineras, forestales e hidroeléctricas inscritas en megaproyectos que construyen súper-carreteras, gasoductos y oleoductos sobre sus comunidades, con el aval de los gobiernos y sin ningún tipo de consulta a los pueblos originarios. Las palabras de una compañera mapuche expresan el impacto de los mega-proyectos en la vida cotidiana de las mujeres: “y de repente un día entra una topadora y se encuentra que por donde tiene que hacer una locación petrolera está mi casa, y ahí co-mienzan los problemas, porque justamente nosotras no nos vamos a ir a vivir a la luna, a otro lado que no sea donde siempre hemos estado y entonces nuestra lucha es fuerte”.

El capital –coincidieron las mujeres– tiene varios rostros y nombres: Repsol, Hallibur-ton, Pioneer, Eron, Texaco, trasnacionales que marcan los territorios indígenas de La-tinoamérica con señales de despojo, explota-ción, contaminación, conflictos y represión. Son como plaga nociva que, cuando acaba con la riqueza natural de una región, se tras-lada a otra dejando a su paso ríos, tierras, agua y aire contaminados con plomo, mer-curio y muchos otros metales que intoxican la sangre y generan enfermedades descono-cidas entre la población indígena.

A pesar de las amenazas y los riesgos, las mu-jeres luchan de diversas formas: unas, como las nativas de Canadá, se organizan contra la biopiratería; otras, como las triquis del Muni-cipio Autónomo de San Juan Copala en Méxi-

co y la Organización Nacional de Mujeres Indígenas de Colombia, por la recuperación de sus territorios; unas más contra las represas, las minas a cielo abierto, las hidroeléctricas, la militarización y paramilitarización, pues por todos los medios y bajo cualquier pretexto se intenta el despojarlas de sus territorios, a veces de la noche a la mañana. Es por ello que ante las estrategias de muerte las mujeres indígenas anteponen estrategias de vida. Una de ellas es la organización a nivel comunitario, nacional, continental y global. Así, todas estas mujeres coincidieron en que es necesario luchar por la organización, luchar juntas, con los hombres y con sus pueblos: En este encuentro nos fortale-cemos con las experiencias distintas y nos vol-vemos a nuestros hogares para seguir luchan-do no sólo como mujeres indígenas sino como parte de los pueblos indígenas para defender la tierra que nos da la vida (mujer mapuche).

Sin embargo, el costo ha sido muy alto ya que, como señaló una mujer nasa represen-tante de la Organización Nacional Indígena de Colombia, “todas tenemos experiencias de masacres en nuestros pueblos”, coincidiendo también con lo expresado por Relmu Ñacu, integrante de la Confederación Indígena Neuquina, del Perú: “todas tenemos compa-ñeros y hermanos muertos en esta lucha tan desigual, tan difícil… porque enfrentarnos a los megaproyectos genera eso, muerte y de to-das maneras esperanza de otra forma de vida”.

Frente a la explotación y el despojo de los re-cursos naturales, tierras, aguas y minerales, así como de biodiversidad, paisaje y territorio, muchas de las mujeres indígenas se asumen como sobrevivientes de una guerra: “somos huérfanas y viudas de los conflictos socioam-bientales, desplazadas de nuestros territorios por actividades extractivas, por los megapro-yectos mineros, petroleros, carreteros. Crimi-nalizadas y asesinadas por defender nuestros derechos como mujeres y como pueblos ori-ginarios” (indígena nasa, Colombia).

Así, las indígenas señalaron que hoy el conti-nente se enfrenta a un capitalismo insaciable, promotor del despojo y la destrucción de terri-torios, recursos naturales, derechos y de la vida misma. Frente a ello, las resistencias han sido una constante, y sus triunfos no han sido conce-sión de los estados, sino resultado de la lucha de las mujeres indígenas y de sus pueblos. En tres días, Hueyapan fue testigo de los problemas, sufrimientos, aspiraciones y de nuevas y viejas historias de lucha, pues aunque hay jóvenes que apenas se incorporan, muchas llevan más de 20 años participando y denunciado, dentro y fuera de sus países, la situación a la que se enfrentan como indígenas y como mujeres. [email protected]

EN DEFENSA DE LOS RECURSOS NATURALES Y EL TERRITORIO

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Lorena Paz Paredes

Cien pro-motoras y promotores de casi una

veintena de organizaciones campesinas del Pro-grama de Intercambio, Diálogo y Asesoría en Agricultura Sostenible y Seguridad Alimentaria de América Latina y el Caribe (PIDASSA), del centro, sur y sureste de México, se reunieron en la ciudad de Oaxaca los días 7 y 8 de febrero para �intercambiar experiencias y construir alter-nativas con equidad de género a la crisis alimen-taria y climática en nuestras regiones�.

Una ceremonia del maíz abrió la jornada. Sofía, levantó una vasija humeante y dijo: �Esta tierra, esta casa grande está sufriendo mucho y nosotros, hermanos, queremos ayu-darla con nuestra agricultura campesina”.

Enseguida se dio la bienvenida: “Estar juntos es una oportunidad para agrandar las expe-riencias nuestras –dijo Pedro, del Centro de Desarrollo Indígena y Campesino de la Mix-teca Hita Nuni. “Aquí queremos aprender más de la agricultura sostenible –completó Sofía, de Servicios del Pueblo Mixe–, juntar la teoría con la práctica”. �Un ejército de mu-jeres y hombres defendiendo la agricultura campesina, eso queremos”, explicó Osvaldo, del grupo Vicente Guerrero de Tlaxcala.

“Me nombro promotora –dijo Celsa, líder de la Organización de Mujeres Ecologistas de la Sierra de Petatlán, Guerrero–, por no te-ner más altos conocimientos. Estoy aquí para decir lo principal que es producir nuestra co-mida con abonos orgánicos. Mejorar las co-munidades y algo quitar la crisis grande que hay en México. Venimos a aprender cómo vivir sin el signo del dinero”. Alejandra, pro-motora tzeltal de la ARIC Independiente y Democrática de Chiapas, saludó en su idio-ma y también se oyeron voces mixtecas, za-potecas, mixes, purépechas y náhuatl.

Al atardecer del primer día, se improvisó una colorida feria campesina donde se compartie-ron maíces amarillos, blancos, pintos; frijoles grandes, diminutos, de “vaina blanca o guapi-nol criollo que se siembra de sereno”, arroces pilados y barbones; chiles rojos, anchos, largos, rugosos; chilacayota; calabaza pipiana; conser-vas; mermeladas; panes “horneados a raíz del suelo”; vistosos textiles; mezcales guerrerenses; remedios para la tos, el reuma y el mal del sue-ño, y hasta ollas solares. Cada quién habló de lo suyo y una banda musical animó la feria.

En las mesas, promotoras y promotores hablaron de sus tareas y retos en la agri-cultura sostenible, de la crisis alimentaria, del cambio climático; de prevenir riesgos y desastres; la defensa de las semillas nativas; de impulsar buenas políticas públicas como la del derecho a la alimentación, y de leyes de protección a las semillas nativas, como la que apenas se aprobó en Tlaxcala.

Una buena promotora o promotor –concluye-ron– predica con el ejemplo en su parcela y se capacita para compartir a la comunidad. “Con la metodología de campesino a campesino

(CaC) nos enseñamos las mejores experiencias de agricultura sostenible”: uso de abonos orgá-nicos, sistemas como la milpa permanente y di-versificada o mejorada, maneras de seleccionar y conservar semillas, tradiciones de siembra y cosecha, tan sabias como diferentes de pueblo a pueblo. Y todo por la seguridad, la variedad y la sana nutrición. Y aunque la crisis alimenta-ria “no pega igual en el campo que en las ciu-dades, porque tenemos milpa”, dijeron que hay que “hacer fuerte la agricultura de autoconsu-mo pensando en el presente y en las generacio-nes que vienen (…) Esa es nuestra identidad”.

“Valorar nuestros productos orgánicos –dijeron–, en vez de comer chatarra de las trasnacionales (…) Si hay sobrantes, vender en mercados campesinos”. El Grupo Vicente Guerrero compartió su experiencia de mer-cado agroecológico apoyado por el ayunta-miento y al que llegan campesinos, organi-zaciones y consumidores responsables.

“Ya tenemos conciencia ecológica –dijeron–, lo que hacemos cuida y mejora el medio am-biente, limpiamos fuentes de agua, separamos y reciclamos basura, reforestamos, cosecha-mos lluvia, ponemos letrinas secas”. Y para conservar suelo “hacemos tecorrales, reten-ciones, zanjas y bordos, sembramos barreras vivas con árboles, magueyes, nopales. Prepa-ramos abonos orgánicos, como el bocachi, supermagro, abonos verdes y lombricomposta. Cosechamos agua en cisternas de ferrocemen-to, jagueyes, zanjas trinchera, y hasta usamos envases de refresco y ollas”. Y es que “la natu-raleza es fuente de vida y no de ingresos”.

“Pero lo que hacemos no es fácil”. Los cam-pesinos se resisten “porque tienen costumbre y arraigo a los químicos, y mucha culpa es del gobierno que da dinero y subsidia fertilizantes, herbicidas y plaguicidas.” Otras dificultades son las divisiones comunitarias por pleitos de partidos; la falta de ejido o de tierra propia, la privatización del agua, y la lejanía de las parce-las no ayuda al acarreo de abonos orgánicos”.

“Nos afecta el cambio climático, que trae temporales muy cortos, muy largos, crecidas de ríos, sequías, heladas, plagas. Pero la agri-cultura sostenible es buena alternativa y las catástrofes pueden prevenirse con terraceo, reforestación, y cuidando las semillas propias”.

Hoy los grupos del PIDAASSA están empe-zando una “campaña nacional en defensa de las semillas nativas”, animados por los campesinos de Tlaxcala que ganaron su ley. “Además de conservar las semillas de cada comunidad y según la tradición de guarda (en cuescomates, cajas de madera, costales de palma, trojes y ollas), hay que conocerlas bien, intercambiarlas, hacer fondos, y com-partir lo que se sabe de leyes –como la de Bioseguridad y la de Semillas– que amena-zan este patrimonio comunitario”.

Un problema –coincidieron– es la falta de equidad y la discriminación de las mujeres. Si la misión de promotoras y promotores “fuera nomás mejorar lo técnico-productivo poco estaríamos cambiando”. El esfuerzo “es empe-zar por nuestras parejas (…) que no haya más desigualdades, ni violencia, lograr la equidad y el respeto es el sueño grande”. Porque “las pro-motoras decimos no hay agricultura sostenible si no se respeta la mujer (…) y nos pregunta-mos qué hacemos para quitar este maltrato a ellas, a nosotras”. Se dijo que hay machismo en los pueblos, alcoholismo, violencia; las mu-jeres se agobian y se enferman mucho “y es que cargan solas con la cuidada de hijos, en-fermos, tareas de la casa (…) Aparte hay usos y costumbres que discriminan”. También la mi-gración de maridos, de jóvenes “obligan a ellas a ser responsables de todo, pues”. “Queremos que ya sea diferente de como es, que hombres y mujeres tengan iguales oportunidades, que su palabra valga lo mismo, que se revisen con enfoque de género los acuerdos de promotoras y promotores en nuestras organizaciones”.

“Ya es un logro –dijeron– mirar claro los pro-blemas de unas y de otros, sigue que todos vean sus derechos de ellas, su derecho a he-redar parcela pues orita la mayoría no tiene, nomás por ser mujer.”

“Acercarnos a los jóvenes –fue otro compro-miso del Encuentro–, darles esperanza en el campo para que no se vayan, que se queden (…) y si trabajamos con niños y niñas van a tener una vida mejor con sus familias. Es hora también de que el gobierno y las autori-dades apoyen el esfuerzo que hacemos.”

Estuvieron de acuerdo en que la agricultura sostenible ha mejorado la economía fami-liar. “Donde andamos hay huertos y parcelas agroecológicas. Y como lo bueno da de verse: una comunidad que no sabía, le gusta y apren-de, y va y enseña a otras y así crece la bola”.

En el 2008 los grupos del PIDAASSA tenían 330 promotores, de los que 169 eran mujeres compartiendo experiencias de agricultura sostenible con casi 2mil 600 familias cam-pesinas e indígenas. Este año esperan llegar a 450 trabajando en beneficio de más de tres mil familias. Integrante del Comité Coordinador Nacional del PIDAASSA-México y del Instituto Maya

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Evento: Foro Regional Otro Campo es Posible. Organiza: Central Campesina Car-denista (CCC). Fecha: 25 de mayo de 2011. Lugar: Hotel Rey Inn (Toluca, Edo. de Méxi-co – Km. 63.5 de la carretera México). Hora: 9:00 a 20:00 horas. Informes: www.cccarde-nista.net / 12 09 09 33

Evento: XIV Diplomado Internacional “Sistemas de Captación y Aprovecha-miento del Agua de Lluvia (SCALL) para Consumo Humano y Animal, Producción en Traspatio, Ambientes Controlados, Agricultura de Temporal y Recarga de Acuíferos”. Organiza: El Centro Internacio-nal de Demostración y Capacitación en Apro-vechamiento del Agua de Lluvia del Colegio de Posgraduados (Cidecalli-CP). Fecha: del 4 al 10 de julio 2011. Lugar: Unidad de Con-gresos, Colegio de Posgraduados. Informes: 595 95 1 03 23 / 595 95 2 02 38/ 5558045938

Guía: Y tú…¿sabes los que comes? Au-tor: Greenpeace México. Informes: http://www.greenpeace.org/mexico/es/Campanas/Agricultura-sustentable-y-transgenicos/Y-tu-sabes-lo-que-comes/

Teatro: La verdad sospechosa, de Juan Ruiz de Alarcón. Fecha: 14, 15, 21, 22, 28 y 29 de mayo y 4 y 5 de junio. Horario: 13:00

horas. Lugar: Ex Convento Regina Celi. Calle Regi-na casi esq. Isabel La Ca-tólica, Cen-tro Histórico. Costo: $150 (descuento a estudiantes, maestros e INSEN $100)

Primer encuentro nacional de promotoras y promotores

de la agricultura sostenible del PIDAASSA

ALTERNATIVAS A LA CRISIS ALIMENTARIA Y CLIMÁTICA

Page 20: No. 44 Carnaval de resistencias

21 de mayo de 201120

Alejandro Espinosa Calderón y Antonio Turrent Fernández

México es el tercer im-portador mundial de maíz, después de Ja-pón y China. Importa

uno de cada tres kilos que consume, dentro de una tendencia desafortunada que lo llevaría a importar uno de cada dos kilos hacia el año 2025. Estados Unidos ha sido el principal abas-tecedor internacional de maíz barato (por ser ampliamente subsidiado) y el principal provee-dor de nuestro país. Sin embargo, la época del maíz internacional barato ya tocó su fin. Viene la época del maíz internacional caro.

En los 15 años recientes, el Estado mexicano ha apoyado de manera preferente a los produc-tores de maíz de corte empresarial, quienes ya cultivan los tres millones de hectáreas de tierras de mayor calidad de los nueve millones que se siembran con maíz cada año. Los seis millones de hectáreas restantes son cultivadas por los campesinos, que aprovechan las tierras de me-nor calidad agrícola, en las que maneja la más rica diversidad genética de maíz del mundo.

Los campesinos domesticaron al maíz a par-tir del teocintle durante 300 generaciones de

habitantes de Mesoamérica. También inven-taron el “mejoramiento genético autóctono” mediante el cual han diferenciado 59 razas nativas de maíz y siguen mejorando el gra-no. Los rendimientos de los campesinos son bajos por no tener a su alcance los insumos claves de la producción (el fertilizante y la protección contra plagas). Ellos producen la única oferta de maíz insustituible para la co-cina pluricultural mexicana (tortillas, tlayu-das, totopos, pozole, pozol, tlacoyos, tamales, tehuino, tascalate, etcétera). Los maíces mo-dernos no son sustitutos de los maíces nativos en cuanto a calidad para la cocina mexicana.

La nación requiere cambiar su estrategia de producción de maíz para su seguridad alimen-taria. Para alcanzarla, los consorcios multina-cionales, encabezados por Monsanto, ofrecen al país su “tecnología privada transgénica”; el

Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) ofrece su proyecto Modernización Sustentable de la Agricultura Tradicional (Masagro), y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pe-cuarias (INIFAP) ofrece su proyecto “Autosufi-ciencia en maíz con tecnología pública”.

El presidente de México escogió la propues-ta del CIMMYT, mientras la propuesta de los consorcios multinacionales avanza, y se desestima la propuesta del INIFAP. El presi-dente anunció recientemente, en la sede del CIMMYT, el inicio del proyecto Masagro, para el cual el país invertirá mil 650 millones de pesos en los próximos diez años. El mis-mo presidente explicó a la prensa su visión de apoyar a la ciencia antes que “regalar fer-tilizante y tractores a los productores”. Masa-gro promete incrementar sustentablemente el rendimiento promedio actual tradicional (campesino) de 2.2 toneladas por hectárea a 3.7 dentro del plazo de diez años. El proyec-to consta de tres componentes en cuanto al maíz: 1) Desarrollo sustentable con el pro-ductor, 2) Descubrimiento de la diversidad genética de las semillas de maíz nativo, y 3) Estrategia internacional para aumentar el ren-dimiento del maíz. El segundo componente implica el análisis de ADN de 422 mil mues-tras de maíz nativo mexicano, componente al que se destinará la mayor fracción presupues-tal, que será coordinada por el CIMMYT con participación de laboratorios internacionales y nacionales. Los dos componentes restantes han sido definidos por el CIMMYT para ser

ejecutados por investigadores mexicanos de institutos y universidades públicas y privadas.

Los investigadores serán coordinados y re-cibirán financiamiento en lo individual por medio del CIMMYT. Los componentes 1) y 3) persiguen la sustentabilidad (del suelo y de la diversidad genética del maíz). Sin embargo, a la manera de la revolución verde, la intención es introducir variedades mejo-radas resistentes a la sequía, desplazando a los maíces nativos. Éstos serán conservados por programas especiales in situ y en bancos de germoplasma. Esta estrategia reducirá la diversidad genética in vivo e interrumpirá el “mejoramiento genético autóctono”.

De ocurrir lo anterior, se someterá a una pre-sión adicional a los campesinos y al campo mexicano en crisis desde hace muchos años. Actualmente tenemos una gran distorsión del sistema de semillas en México, propiciada por quienes promovieron el cierre de la Productora Nacional de Semillas (Pronase), y por el aban-dono de abastecimiento alternativo de semillas, todo lo cual ha generado la concentración de la producción y el comercio de semillas en unas cuantas empresas transnacionales, que ven-den este insumo a los precios más elevados del mundo. Lejos de corregir esta distorsión, con Masagro se afectará severamente la sustentabi-lidad y equilibrio de la diversidad genética de la especie más importante para la humanidad. Investigadores del INIFAP y miembros de la Unión de Científi cos Comprometidos con la Sociedad, [email protected], [email protected]

¿MAYOR PRODUCCIÓN DE MAÍZ Y TRIGO CON MASAGRO?

Por fin, después de casi 25 años desde que el médico Salvador Zubirán propuso a legisladores incluir en la

Constitución el derecho a la alimentación, el pasado 29 de abril la Cámara de Diputa-dos aprobó casi por unanimidad (404 votos a favor y cuatro abstenciones) una reforma en ese sentido, así como la obligación del Esta-do para garantizarlo y para asegurar el abasto suficiente y oportuno de alimentos básicos a fin de permitir el desarrollo sustentable e integral de la población.

Las modificaciones constitucionales son así: “Artículo cuarto: Toda persona tiene derecho a la alimentación adecuada para su bienestar y su desarrollo físico, emocional e intelectual. El Estado lo garantizará” y “Adición a la fracción XX del Artículo 27: El desarrollo rural integral y sustentable, a que se refiere el párrafo anterior, también tendrá entre sus fines que el Estado garantice el abasto suficiente y oportuno de los alimentos básicos que la ley establezca”.

La reforma constitucional aprobada por el Con-greso de la Unión deberá ser ratificada por la mayoría de las legislaturas de los estados para ser publicada en el Diario Oficial de la Federación y entrará en vigor inmediatamente después.

Un comunicado de la Campaña Nacional Sin Maíz no hay País señala que “esta refor-ma representa un paso trascendental hacia la construcción de una nueva política de

Estado de largo plazo, para garantizar el de-recho a la alimentación y la seguridad agroa-limentaria y nutricional del país con base en la soberanía alimentaria, la revaloración de las agriculturas campesinas e indígenas y la puesta en marcha de estrategias y acciones para la efectiva realización y exigibilidad del derecho humano a la alimentación”.

Asimismo, “será un buen inicio para erra-dicar, de una vez por todas, la desnutrición crónica en México, que en pleno siglo XXI afecta a más de diez millones de personas,

problema que no es recomendable sostener, por razones éticas, económicas y políticas”.

Los participantes de esta Campaña, que se movilizaron intensamente durante los 12 me-ses previos a la votación mencionada –pues desde el 20 abril de 2010 la Cámara de Di-putados envió al Senado la minuta original de esta reforma— recordaron que el médico nutriólogo Salvador Zubirán, originario de Chihuahua, hizo por primera vez la pro-puesta a los legisladores de reconocer en la Constitución el derecho a la alimentación

como un derecho universal. Esto ocurrió el 7 de octubre de 1986, cuando Zubirán recibó la medalla “Belisario Domínguez” en el Se-nado de la República de manos del entonces presidente Miguel de la Madrid.

Luego de que la minuta de la iniciativa de re-forma fue enviada en abril de 2010 al Senado, éste la modificó en los términos del texto y el 14 de abril la aprobó por unanimidad con 84 vo-tos. Debido a los cambios fue que debió regre-sar a la Cámara baja para su aprobación final.

“El nuevo texto propuesto es en sí un lo-gro para la sociedad civil, pues refleja fiel-mente lo que se ha insistido desde hace 17 años (periodo en que las organizaciones han sido activas demandando el derecho en cues-tión)”, afirmó la Campaña luego de que el Senado votó esta reforma. Felicitó “el gran esfuerzo, perseverancia y empuje que cerca de una centena de organizaciones civiles pequeñas y grandes, nacionales y locales, ru-rales y urbanas (…) realizado en los últimos años, meses y días, con el objetivo firme de conseguir el reconocimiento de este derecho fundamental, sin el cual el cumplimiento de otros derechos es imposible”.

Una primera reacción provino de la Organi-zación de las Naciones Unidas para la Ali-mentación y la Agricultura (FAO) y de la Oficina en el país de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos; en un comu-nicado conjunto señalaron que con esta re-forma el Estado mexicano garantizará que toda persona tenga derecho a una nutrición suficiente y de calidad. Dijeron que este es un paso adicional en la transformación cons-titucional que el Estado mexicano experi-menta en materia de derechos humanos. Y, agregaron,” la medida es particularmente oportuna para remontar la crisis alimentaria que afecta a miles de personas”. (LER)

RECONOCIMIENTO CONSTITUCIONAL DEL DERECHO A LA ALIMENTACIÓN, UN LOGRO SOCIAL• El Estado, obligado a garantizar el abasto suficiente y oportuno de básicos• Importante decisión legislativa en momentos de crisis alimentaria

UNA DE

CAL

OTRA MÁS

DE ARENA

El presidente anunció

recientemente, en la sede del

CIMMYT, el inicio del proyecto

Masagro, para el cual el país

invertirá mil 650 millones de

pesos en los próximos diez años

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