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REVISTA enero - febrero No. 47 PARTICIPAN EN ESTE NÚMERO: ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ, RAPÉ, ENRIQUE SEMO, TERESA GURZA, VÍCTOR M. QUINTANA S, MARCOS LEONEL POSADAS.

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R E V I S T A

enero - febrero

No. 47

PARTICIPAN EN ESTE NÚMERO:

ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ, RAPÉ, ENRIQUE SEMO, TERESA GURZA, VÍCTOR M. QUINTANA S, MARCOS LEONEL POSADAS.

Page 2: No. 47 - Alejandro Encinas · No puede eludirse en la historia del país el papel del PCM y sus contri-buciones para alcanzar una transición que ha permitido la conformación de

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L A Z U R D A L A Z U R D A

La conmemora-ción del centena-rio de la funda-ción del Partido

Comunista Mexicano, representa una oportunidad para hacer una reflexión del papel y trascendencia que jugó esta organización en la vida política del país durante los 62 años de su existencia.

Esta reflexión debe realizarse sin nostalgia ni mezquindad alguna. Nos-talgia de una organización idílica que, por voluntad propia, decidió disolverse para alentar la unidad de las izquierdas, ni mezquindad, respecto a reconocer los méritos de una lucha, heroica en muchos casos, que enfrentó a un par-tido hegemónico y a un Estado auto-ritario.

El balance merece reconocer los cla-ros y oscuros de su historia, asumien-do, que el PCM fue la expresión más importante del amplio espectro de co-rrientes que conformaban a las izquier-das mexicanas en el siglo XX, hasta su disolución en 1981, que dio cause a

una lucha ante la ideología de la Revo-lución mexicana, y al mismo tiempo, contra la visión hegemónica del socia-lismo impuesta, desde la Unión Sovié-tica.

No puede entenderse el desarrollo del PCM sin comprender los comple-jos contextos políticos que enfrentó desde su formación en 1919, a finales de gesta revolucionaria, dos años des-pués de que fue aprobada la primera constitución social del mundo, que re-tomó postulados fundamentales de la izquierda, y al mismo tiempo, dos años después del triunfo de la revolución bolchevique en la Rusia zarista.

Desde sus orígenes, el PCM se de-batió en una tensión permanente entre el Estado posrevolucionario y la Guerra Fría, con la conformación de un pro-yecto socialista propio, imbuido en un debate que prevaleció hasta los años 70, ante la disyuntiva: democracia o revo-lución.

A finales de los años sesenta, tras la represión al movimiento ferroca-

Año del PartidoComunista Mexicano

rrilero y al magisterio que demanda-ban libertad y democracia sindical, el PCM enfrentó una ruptura de la que emanó un nuevo núcleo dirigen-te encabezado por Arnoldo Martínez Verdugo, que planteó dejar atrás la visión dogmática predominante, abrirse a nuevas ideas y dejar atrás el alineamiento a Moscú.

Son años donde triunfa la Revo-lución en Cuba; surgen los movi-mientos de liberación nacional; el movimiento pacifista contra la gue-rra en Vietnam, y cuando se realiza, en 1964, la primera incursión electo-ral de los comunistas, con el Frente Electoral del Pueblo, encabezado por Ramón Danzós Palomino, en un es-cenario contrastado por la represión al movimiento obrero y el asesinato de Rubén Jaramillo, con la nacio-nalización de industria eléctrica, la creación del ISSSTE y del INPI y el establecimiento del libro de texto gratuito.

Tras la represión al movimiento es-tudiantil en 1968, toma fuerza el plan-teamiento para dar los primeros pasos hacia la conformación de un partido de masas, al tiempo que marca distan-cia con Moscú al condenar la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia.

En 1976, el PCM postula la candi-datura, sin registro, de Valentín Cam-pa a la Presidencia de la República, en

un proceso donde el PRI postula como candidato único a José López Portillo. Campa obtiene un resultado inespera-do sumando cientos de miles de votos, lo que alentó una reforma política.

La reforma política provocó una redefinición en el partido que rompe con los dogmas tradicionales del co-munismo internacional, dejando atrás la revolución proletaria y la dictadura del proletariado, para asumir el para-digma de la lucha democrática.

Lo que implicó, además, alentar la unidad de las izquierdas. Así surge la Coalición de Izquierda, en las eleccio-nes de 1979 donde el PCM obtiene su registro con el 5 por ciento de la vota-ción y, posteriormente, tras disolución en 1981 se forma el PSUM; en 1987, con la suma del PMT y otros grupos, el PMS: y más adelante, ante la rup-tura de la Corriente Democrática del PRI, El PMS se suma en 1988 al FDN al declinar Heberto Castillo su candi-datura y, más adelante, cede su registro para la fundación al PRD.

No puede eludirse en la historia del país el papel del PCM y sus contri-buciones para alcanzar una transición que ha permitido la conformación de la nueva mayoría que hoy se encuen-tra al frente del país. (Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Mi-gración)

100 AÑOS DEL PARTIDO COMUNISTA MEXICANO

Alejandro Encinas Rodríguez

100L A Z U R D A

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ÍNDICE

LAZURDA Año 5, número 47, noviembre – enro 2020, es una publicación bimestral editada por la Fundación para el Fortalecimiento de los Gobiernos Locales, A.C. Calle Centenario No. 69, Col. Del Carmen, Delegación Coyoacán, C.P. 04100, Tel. 6380-3072. Editoras responsables: Ariadna Compagny Herrera y Rocío González Higuera. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2012-032913372100-102, otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor, ISSN: en trámite, Licitud de Título y Contenido #15873 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaria de Gobernación, Permiso SEPOMES: en trámite. Impresa por Gama Impresores, calle Pascual Orozco No. 53, Col. San Miguel, Delegación Iztacalco, C.P: 08650, México, D.F. Este número se terminó de imprimir en noviembre de 2018. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Fundación para el Fortalecimiento de los Gobiernos Locales, A.C.

DIRECTORIO: Presidente: Alejandro Encinas Rodríguez, Miembros de FUNDLOCAL: Carlota Botey Estape, Juan de la Fuente, Rocío González Higuera, Arturo Herrera, Miriam Kaiser, Aarón Mastache Mondragón, José María Pérez Gay, Enrique Provencio, Ricardo Ruiz Suárez, Eduardo Vega, Manuel Santiago, Carlos Mackinlay Grohmann, Alejandro Encinas Nájera. Colaboradores de FUNDLOCAL: Patricia Rojas Maldonado, Francisco Fragoso, Aleida Tovar Martínez, Gilberto Encinas Rodríguez. Coordinación editorial: Ariadna Compagny Herrera, Alejandro Encinas Nájera, Rocío González Higuera, Arte: Amanda Contreras Rodríguez.

Valentín Campa y Arnoldo Martínez Verdugo, por el ingreso a la Rotonda de las Personas Ilustres

ALEJANDRO ENCINAS RODRÍGUEZ, 100 AÑOS DEL PARTIDO COMUNISTA

MEXICANO; PAG 2; RAPÉ, CARTÓN DEL MES,PAG 5; ENRIQUE SEMO,

MOVIMIENTO COMUNISTA MEXICANO PAG 6; MARCOS LEONEL POSADAS, EL

PCM: 1960 -1981; PAG 14. TERESA GURZA, 100 AÑOS DEL PCM, PAG 23; VÍCTOR

M. QUINTANA S, EL MOMENTO COMUNISTA, PAG 26; FOTO REPORTAJE: PARTIDO

COMUNISTA MEXICANO, 100 AÑOS CENTENARIO FUNDACIONAL, PAG 31;

CARTEL DEL MES; PAG 43; MANIFIESTO DEL MOVIMIENTO COMUNISTA MEXICANO,

YA VOLVIMOS A SAIR, PAG 40; ENRIQUE SEMO, MOVIMIENTO COMUNISTA

MEXICANO, PAG 45.

C A RTON DEL MES

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El 4 de noviembre de 1981, Valentín Campa firmaba el acta notarial que re-gistraba la desaparición formal del PCM, para unirse con otras organizaciones en un nuevo partido.

Si consideramos el PSUM y el PMS como continuadores directos, que se-guían enarbolando la orientación socia-lista junto con otras organizaciones y movimientos, podemos decir que duran-te setenta años el socialismo mantuvo su presencia con altas y bajas en el centro de la vida política del país. Desde entonces han pasado 38 años y el socialismo, post-capitalismo o altermundismo tiene pre-sencia en México sólo en el movimiento comunitario del EZLN y algunas otras expresiones menores como el Movimien-to Comunista Mexicano.

El 9 de noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín y casi al mismo tiempo se produjo el derrumbe del socialismo real-mente existente o el modo de producción soviético en toda Europa.

Eso parecía invalidar todo posible futuro comunista. Una virulenta propa-ganda identificó y sigue manchando el ensayo comunista con imágenes de dic-taduras totalitarias y campos de concen-tración, guerras civiles interminables y modelos económicos inoperantes.

El comunismo es un movimiento so-cial que tiene casi 200 años de existencia y que ha sido y es negado una y cien veces por el capitalismo para siempre resurgir.

En México, una generación de mili-tantes se refugió en la nostalgia, otros pa-saron a militar en la izquierda mientras

que unos pocos cayeron arrepentidos en los brazos del neoliberalismo.

Esto ha permitido que en los últimos 30 años la alternativa comunista, de ser un horizonte de esperanza de las luchas sociales, haya quedado reducida a una palabra vergonzante. Han pasado casi cuarenta años y en México no existe una fuerza política importante que recoja la bandera del socialismo y cuya teoría rei-vindique la idea del comunismo con ese nombre o con otro cualquiera. Cabe preguntarse si el concepto comunismo sigue teniendo vigencia para una época diferente como es el siglo XXI y si tiene alguna posibilidad de volver a conquistar su lugar en los grandes movimientos an-ticapitalistas del futuro.

Un argumento serio es el derrumbe de la URSS y del “socialismo realmente existente” que fue en su inicio un ensa-yo de crear una sociedad comunista de acuerdo a la teoría de Marx y Lenin.

Su fracaso es un episodio lacerante en la historia del movimiento socialista que no podrá renovarse sin hacer una crítica profunda y creativa de lo sucedido, como hicimos antes con las experiencias de la Comuna de París, el pensamiento socia-lista utópico de principios del siglo XIX, el cartismo o el movimiento ludista.

Esta asimilación crítica nos sirve para buscar nuevos caminos, distintos a los adoptados por los revolucionarios del si-glo XX, que lograron muchas cosas pero no, la fundación de una sociedad comu-nista en el sentido que le da al concepto la teoría marxista, la experiencia de los

grandes movimientos sociales y el pensa-miento crítico de los siglos XIX y XX.

El principal enemigo de esa asimila-ción crítica es la nostalgia, que se niega a reconocer que el camino del movimien-to de los trabajadores ha sido un camino sembrado de fracasos. Pero que esos fra-casos son ricos en lecciones para renovar la teoría y la práctica social.

No podemos tampoco negar los cambios profundos que ha conocido el mundo desde los años 70 con la gran re-volución informática y robótica, la globa-lización, el neoliberalismo, el pensamien-to conservador contemporáneo.

En ese medio siglo, desde Thatcher y Reagan, el capital ha socavado las estruc-turas precedentes de poder monopolista y desplazado la fase previa de capitalismo monopólico de Estado nación. Median-te una competencia mundial traducida en reducir ganancias corporativas no financieras, el desarrollo geográfico des-igual y la competencia interterritorial se convirtieron en rasgos fundamentales del capitalismo actual. ¿Qué podemos decir sobre el pensamiento marxista y socialista hoy? No podemos negar que, después de un largo silencio hay un gradual renaci-miento de ese pensamiento en sus diver-sas y multiformes propuestas.

Esto es cierto no solo por la multipli-cación de libros y revistas, la diversidad en la expresión del pensamiento crítico, sino sobre todo porque la historia se ha vuelto a poner en marcha y los explota-dos, humillados y ofendidos en todas las latitudes, incluyendo la Europa rica y la

Movimiento Comunista Mexicano

ENRIQUE SEMO

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MOVIMIENTO COMUNISTA MEXICANO

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gran potencia de los Estados Unidos, han entrado en acción. Sobre todo en Améri-ca Latina de la que formamos parte, los pueblos se levantan decididamente con-tra el neoliberalismo salvaje.

El ciclo de los movimientos progresis-tas no ha terminado, renace pese a todos los obstáculos que presentan la reacción y el neofascismo.

El comunismo no es una utopía más para la reforma del sistema actual. Hay infinidad de proyectos, rutas y propues-tas para superar los problemas de la so-ciedad contemporánea, entre ellos está el libro más reciente de Thomas Piketty de más de mil páginas Capital e Ideolo-gía. La diferencia del comunismo con esas utopías es que el comunismo es re-sultado de las contradicciones internas del capitalismo que engendra su propia negación.

Lo que Marx se propuso en su li-bro El Capital, es demostrar científi-camente que el comunismo surge del movimiento mismo del capital, que es su consecuencia necesaria. El capital desarrolla en su seno una organización social del trabajo incompatible con la propiedad privada de los medios de producción. La ley natural del movi-miento de la sociedad capitalista pro-voca el nacimiento del comunismo como una necesidad ineluctable. La necesidad de la apropiación social que nace de la contradicción de su apropia-ción privada en el sistema capitalista.

El capital como una realidad aliena-da en la que la relación entre las cosas

domina la relación entre las personas, se impone como una necesidad ciega. “Entre los propios portadores de esa autoridad, -escribe Marx-, los capitalis-tas, que sólo se enfrentan como dueños de bienes, reina la anarquía más com-pleta: los enlaces internos de la produc-ción social sólo se impone como fuerza de la naturaleza en contradicción al li-bre albedrío del individuo.” La ley eco-nómica y la enajenación se fusionan en la propiedad privada de los medios de producción y el comunismo sigue sien-do, negación de esa propiedad.

La imagen de un modo de produc-ción absoluto, más allá de la historia, queda así negado y permite desen-trañar los límites internos del capital como marca de su relatividad históri-ca: “...Esta limitación particular testifi-ca de la naturaleza transitoria, limitada y puramente histórica, del sistema de producción capitalista.

Testifica que no es un modo absolu-to de producción de la riqueza, que por el contrario entra en conflicto con el desarrollo del mismo en una cierta eta-pa de la evolución. No es la necesidad del capitalismo lo que sustenta el co-munismo, es la esencia de este último, que permite juzgar la historia del capi-tal. Ésta es la diferencia sustancial entre el comunismo y los cientos de utopías que sobre el tema se han elaborado.

Ésta y la rica experiencia del mo-vimiento de los trabajadores durante buena parte del siglo XIX y el siglo XX que no pueden ser borrados de un

plumazo. El proletariado en el sentido marxiano ya no existe y ha sido reem-plazado por multitudes de diversos orígenes, unidas por la condición de explotación, desposesión, humillación y precariedad a la cual está sometida una parte cada vez más numerosa de la humanidad. El capitalismo actual esta cuajado de innumerables contradiccio-nes.

Entre ellas podemos citar las que se derivan del cambio climático. Se prevé un saldo de 200 millones de ecorefu-giados en los próximos 20 años; se es-tima que la elevación del nivel de los mares para este siglo será de 59 cm y afectará a unas 400 millones de perso-nas. Pero las grandes empresas impiden toda acción eficaz contra el deterioro climático.

También están los persistentes problemas del desempleo masivo, la espiral a la baja del desarrollo econó-mico en Europa y Japón, las devasta-doras crisis económicas que el neo-liberalismo ha causado en los países tradicionales y dependientes como la de 2008. Además hay que tomar en cuenta los avances de China, India y el sudeste asiático que modifican de-finitivamente la relación de fuerzas en el mundo y que puede redundar en una guerra atómica y la catástrofe a la que se refería Rosa Luxemburgo en su famoso dilema “Socialismo o Barba-rie”, si predomina el estilo de Trump en Estados Unidos, Boris Johnson

en Inglaterra, Bolsonaro en Brasil, Nor-bert Hofer en Austria o Jaros-law Kaczynski del partido Li-bertad y Justicia en Polonia, esta posibilidad crece.

La famosa pregunta de Lenin “¿qué hacer?, no se puede responder, por cierto sin una idea de quienes pueden hacerlo y dónde. Sin embargo, un mo-vimiento anticapitalista global es poco probable sin cierta visión de lo que hay que hacer y por qué.

Existe un bloqueo doble: la falta de una visión alternativa evita la for-mación del movimiento de oposición, mientras la ausencia de tal movimien-to se opone a la articulación de una alternativa. ¿Cómo superar este blo-queo? La relación entre la visión de lo que está por hacerse y por qué y la formación de movimientos políticos en lugares clave para hacerlo tiene que coincidir.

Cada una tiene que reforzar a la otra. De lo contrario, la oposición po-tencial estará por siempre confinada a círculos limitados. Dejándonos a mer-ced de las perpetuas crisis del capitalis-mo en el futuro. Ésta es una tarea para el pensamiento teórico, pero también para los movimientos anticapitalistas que están surgiendo

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MOVIMIENTO COMUNISTA MEXICANO

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DE 1940 A 1960, años de política de-rechista y ascenso económico en Mé-xico; de la 2ª guerra mundial, la de-rrota del nazi-fascismo, de guerra fría, la revolución China, y oleadas antico-lonial en África y Asia, el PCM luchó lastrado por una serie de conflictos in-ternos mal resueltos, con expulsiones y escisiones; fue una sola y larga crisis. En su origen pesaron las consecuencias de la línea de “unidad a toda costa” y más directamente la eliminación de la dirección encabezada por Hernán La-borde y Valentín Campa; los dos casos resultado de imposiciones de la Inter-nacional Comunista de Stalin.

Los resultados fueron demoledo-res, unas referencias: En febrero de

MARCOS LEONEL POSADAS

EL PCM:

1960 -19811939, en el VII Congre-so se contaban 30,125 miembros y 2,776 organismos de base; se tenía influencia en grandes sindicatos de industria, campesinos, maestros, mujeres, jóvenes, intelectua-les. En 1960 había mucho más pobla-ción y obreros pero los miembros del PC no llegaban a dos mil. El antico-munismo del gobierno y de los medios de comunicación de masas, avanzó en aislar a los comunistas; el charrismo deformó y controlaba los sindicatos. La represión y la cárcel fue el trato ofi-cial a los movimientos sindicales de fi-nal de los 1950.

En 1960 el XIII Congreso Nacional del PCM fue de redefinición, de des-linde con la “Revolución Mexicana” y

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EL PCMÑ 1960-1981

el lombardismo. La línea política apro-bada dio base a una nueva etapa de la lucha de los comunistas. Tres hechos contribuyeron al cambio en el PCM: 1) XX Congreso del PCUS en 1956, que denunció crímenes de Stalin y deformaciones del socialismo; y tesis como la diversidad de vías de la lucha por el socialismo; la coexistencia de 2 sistemas mundiales en competencia pero sin guerra abrió la etapa de “des-hielo” y reformas en la URSS; 2) Entre 1956-59 estallaron potentes acciones estudiantiles y obrero-sindicales por salarios y por rescatar sus sindicatos del corporativismo; 3) En 1959 el triunfo de la Revolución Cubana encabezada por Fidel Castro y el M-26 de julio.

La Resolución general del XIII congre-so: Encauzar a la nación por el camino democrático e independiente, supera la idea de que el desarrollo de la Revo-lución Mexicana y su “sector progre-sista” es la vía mexicana al socialismo; se proclama la necesidad de una nueva revolución democrática de liberación nacional y de un periodo de acumu-lación de fuerzas que la haga posible. Además del examen crítico del largo periodo de crisis; se anula la expulsión de Campa, se abre el ingreso a mili-tantes del Partido Obrero Campesino /POCM -otro partido de los comunis-tas.

La nueva dirección del PCM, en condiciones de gran debilidad tomó

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el camino de lenta y trabajosa recu-peración. Se perfilaron dos procesos clave propuestos por Arnoldo Martí-nez Verdugo: [Su mención me permite expresar mi gusto por el Decreto pu-blicado hoy, en el cual el Presi-dente de la República dispone el traslado de los restos mortales de Valentín Campa y Arnoldo a la Rotonda de las Personas Ilustres]

Hacia las masas. Se sintetiza en la consigna “reorganizar el movimiento de masas en la lucha por sus reivindicacio-nes”. La política de alianzas se orienta hacia fuerzas independientes. En 1961 con el cardenismo se participó en el Movimiento de Liberación Nacional, que tuvo éxitos, aunque llegó a un tope en 1963. La solidaridad con la Cuba re-volucionaria, con los patrio-tas vietna-mitas y otros fueron causa de acciones de masas, en especial de jóvenes.

En 1963 el PCM impulsó consti-tuir la CCI, Central Campesina Inde-pendiente, protagonista de importan-tes luchas; así como la Conferencia y la Declaración de Morelia, y el proceso de formación de la CNED, Central Nacional de Estudiantes Democráti-cos; se formó el Frente Electoral del Pueblo que reunió los requisitos

para tener regis-tro, le fue negado

pero lanzó candidato presidencial a Ramón

Danzós. También se apoyó organizaciones como Juven-tud Comunista de México,

el Consejo Nacional Ferrocarrilero, Movimiento Revolucionario del Ma-gisterio, la Unión Nacional de Mu-jeres; se restablecieron organismos de lucha en industrias importantes, por ejemplo, en la Fundidora de Monte-rrey, también con obreros de plantas de Ecatepec, Vallejo y otras zonas. Un rasgo innovador fue defender la auto-nomía de las organizaciones sociales y así superar la idea estalinista de que aquellas que dirigían comunistas eran “correas de trasmisión” del partido.

En la construcción del partido. El objetivo era integrar un “núcleo diri-gente nacional”, con cuadros y comités locales, con líderes de masas identifica-dos con la línea política, con métodos colectivos y democráticos. Lo esencial era construir un partido de acción po-lítica, más allá del encierro en la vida interna y el repaso de doctrinas; con esa concepción se pudo superar el grupismo característico de la política mexicana que impide forjar verdaderos partidos, los que devienen en partido-cracia, tribus, grupos de interés. Tam-bién se hizo frente al apartidismo y el antipartidismo cultivado por líderes de movimientos sociales clientelares.

De a poco y con altibajos se fue for-jando métodos para resolver diferencias de opinión, riesgos de escisión y cons-truir unidad. No fue fácil, la nueva di-rección tuvo contradictores vigorosos en el Comité del DF; también con mi-litantes unidos por su interpretación de la lucha armada que triunfó en Cuba;

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y con quienes comulgaban con el PC de China y el maoísmo. En el Movi-miento Comunista Internacional hubo ruptura entre el PCUS y el PCCh.

El pensamiento político del PCM fue formándose mediante el examen crítico de los hechos sociales y políti-cos; perfilando poco a poco la idea de teorizar por y para nuestro proceso de lucha; en lugar de la fórmula tradicio-nal de que la teoría de la revolución ya estaba hecha y la tarea era “aplicar el marxismo-leninismo a las condiciones concretas de México”. Era necesario el desprendimiento del dogmatismo que impide el conocimiento de la realidad y sus posibilidades de cambio; y ejer-cer independencia respecto del gobier-no y de cualquier centro de dirección internacional; un rasgo clave fue la va-loración de la democracia aquí y aho-ra, y en el socialismo.

Preocupación básica era la propa-ganda: volantes, carteles, pintas, man-tas, etc., así como hacer periódicos y revistas. Pese a la pobreza de recursos el Comité Central publicó La Voz de Mé-xico, las revistas Nueva Época, Socialis-mo, Oposición, Memoria, El Machete, y se respaldó a Historia y Sociedad, la Revista Internacional; la JCM publicó Combate, y comités como el Univer-sitario (Unam), los de Puebla, Monte-rrey, Jalisco trataron de tener órganos propios. Casi continuamente funcio-naba una Escuela de Cuadros del CC.

Para editar y distribuir libros se de-sarrolló Ediciones de Cultura Popular,

se abrieron librerías en varias ciuda-des. Se fundaron centros de estudio: del Movimiento Obrero y Socialista, Cemos, de Estudios Marxistas, de es-tudios de la Economía. Se adquirió una rotativa y varios edificios. Ese tipo de tareas y espacios permitieron recu-perar atractivos para intelectuales que se unieron y reforzaron al Partido.

En 1965 la JCM superó la falta de unidad en su Dirección Nacional, comisión nombrada por el partido; creció su actividad política y organi-zadora; en agosto 60 representantes de alrededor de 700 miembros dieron el paso de elegir un Comité Nacional de 21 miembros. Se aprobó la orien-tación para “Construir una organiza-ción juvenil comunista de masas”, ad-junta al partido pero con autonomía para construir sus propias decisiones.

El eje de trabajo de JC fue los mo-vimientos estudiantiles, sus luchas, la formación de comités por escuela y federaciones de estudian-tes; se tenían Clubes de Barrio para jóvenes obreros y empleados, se intentó formar una Joven Guardia Agrarista pero se tuvo poco resultado.

En abril de 1966, un congreso cons-tituyó la Central Nacional de Estudian-tes Democráticos. Aprobó programa para reformar y demo-cratizar la enseñanza media y superior, su estatuto y Direc-ción Nacional. Con dirigentes de distintas militancias, pero la

EL PCMÑ 1960-1981

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presencia de los comunistas fue decisi-va. Para CNED y la JCM fue muy im-portante la participación de dirigentes de la FECSM, hubo clubes de JCM en 23 o más Normales rurales, con cente-nares de líderes de ese sistema.

En febrero de 1967 el II Congreso Nacional de la JCM fue inaugurado en el Teatro Insurgen-tes y sesionó en un salón de fiestas frente al Parque Delta, se trataba de no quedar ocultos y reclamar derechos constitucionales. Asistieron 230 delegados y se tenía poco más de 3,000 miembros. Se eligió Comité Na-cional de 27 miembros con 9 suplentes, la Comisión Ejecutiva de 11, y 6 comi-siones para los frentes de trabajo. JCM tenía su propia escuela de cuadros, con los alumnos como internos.

Había intensa actividad en diver-sas luchas locales y jornadas de alcan-ce nacional, por ejemplo, en 1967 el paro nacional en solidaridad con los estudiantes de la escuela de agricultura Hnos. Escobar, que triunfó; en febre-ro de 68 La Marcha por la Ruta de la Libertad –Dolores Hidalgo a Morelia- por la libertad de los presos políticos estudiantiles; en mayo el Seminario Nacional sobre Crisis y reforma de-mocrática de la educación superior

y otras forjaron la base para que los

comunistas tuvieran buen papel en el movi-

miento estudiantil-popular del 68. La JCM estuvo en el centro de hechos del 26 de

julio, combativos e inmersos desde el inicio del gran movimiento; con acti-vidad en todo el país.

La plena integración en el movi-miento marcó una diferencia con lo que pasó en algunos países, donde hubo eclosiones estudiantiles mal in-terpretadas por partidos comunistas que se marginaron. El movimiento es-tudiantil-popular del 68 fue la mayor en muchos años, su contenido esencial era la exigencia de derechos y demo-cracia. La monstruosa matanza del 2 de octubre fue la respuesta del gobier-no del PRI, avalado por los partidos y fuerzas del sistema.

En 1968 el PCM apoyó la reforma democrática del socialismo en Checo-slovaquia, encabeza-da por el PCCh como vía para superar el estancamien-to; ese proceso fue aplastado por ejér-citos de la URSS y otros del Pacto de Varsovia el 21 de agosto. de 1968. A pocas horas de la invasión la Comi-sión Política del PCM se pronunció en contra, demandó la salida de las tropas y la libertad y respeto a los líderes del PCCh que fueron llevados a Moscú como prisioneros. El PPS, los trotskis-tas y otros apoya-ron la invasión; en América solo PCM y PC Dominicano se pronunciaron contra la invasión.

Se ejerció la independencia respecto a cualquier centro de dirección inter-nacional; se trabajó por la unidad del MCI basado en reconocer y respetar el derecho de cada partido a construir su propia línea política. La independen-

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cia no era reclamo a otros sino asumir responsabilidad ante nuestra sociedad; el internacionalismo no es seguidismo, es solidaridad con el desarrollo de su política y su movimiento.

En 1971 hubo el rechazo bien ar-gumentado del PCM a la sedicente “apertura democrática” de Echeverría; los comunistas presos rechazaron el autoexilio como forma de salir de la cárcel; el movimiento universitario neoleonés, donde actuaban los comu-nistas, enfrentó a LEA por la defini-ción de la ley orgánica de UANL. El gobierno de Echeverría contestó con la matanza del 10 de junio, la marcha de ese día era en solidaridad con los regiomontanos.

En agosto de 1971 el CC del PCM en preparación del XVI Congreso lan-zó las Tesis sobre los problemas del desarrollo del Partido, son 29 puntos, varios de ellos conservan validez; aquí fragmentos del punto 9: “La causa de fon-do que ha influido del modo más negativo en el desarrollo del Par-tido (…) se encuentra en las concep-ciones dogmáticas, que dejaron una huella profunda en toda la actividad (…) El dogmatismo convierte las con-clusiones de la teoría –que no es sino la exposición de un proceso de desa-rrollo--, en verdades inmutables que se aplican a cualquier circunstancia de tiempo y de lugar; es por tanto lo opuesto al pensamiento científico (…) Es por tanto, un freno al desarrollo del movimiento revolucionario de la clase

obrera, creador por su misma natura-leza”… “Este aspecto del dogmatismo se desarrolló en nuestras filas por la falta de tradición teórica que es uno de los rasgos del movimiento obrero mexicano”… Sobre los temas del de-sarrollo del partido, Arnoldo Martínez Verdugo presentó un informe al CC, publicado como libro: PCM. Trayec-toria y perspectivas.

En otro orden de cosas, el PC man-tuvo una posición de solidaridad con movimientos arma-dos, el más im-portante de 67 a 74 fue el encabezado por Lucio Cabañas. Él era dirigente regional del partido cuando escapó de un ata-que para asesinarlo en una es-cuela de Atoyac donde era maestro; se refugió en la sierra; en acuerdo con la dirección del Partido inició la etapa de autodefensa armada y desarrollo del movimiento social, para eso Lucio or-ganizó la Brigada de Ajusticiamiento campesino y el Partido de los Pobres. Más adelante inició una etapa para formar un movimiento guerrillero na-cional, con lo cual la dirección del PC no es-tuvo de acuerdo, pero no hubo conflicto ni ruptura, mantuvieron apoyo mutuo y discusiones políticas.

La brutal represión del 68 derra-mó mucha sangre de jóvenes, causó más presos políticos, el cierre de escuelas, la expulsión de estudiantes; golpeó organiza-ciones estudiantiles. La barbarie oficial y la indignación oscure-

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cieron la perspectiva de lucha por vías democráticas; segmentos de la JCM y compañeros de otros orígenes se incli-naron hacia la lucha armada; se forma-ron numerosos agrupamientos aunque sin estrategia para enfrentar al ejército. El PCM y la JCM sostuvieron que ese rumbo no tenía posibilidades, que lle-vaba al sacrificio de vidas, dificultaría más la organización de masas y la acu-mulación de fuerzas para dar solución a la crisis política del país. La discusión del tema polarizó; numerosos compa-ñeros de JCM tomaron camino hacia la acción armada. Se vivió una crisis difícil de remontar; en septiembre de 1972 el IV congreso propuso al Par-tido la disolución de la JCM e invitó a sus militantes a ingresar al Partido. Buen número de cuadros pasaron a re-forzar los comités del Partido.

En diciembre de 1975, el XVII Congreso concretó la lucha por la democracia política en exigir reco-nocimiento a los derechos políticos y electorales del partido y la izquierda; En consecuencia el Congreso lanzó la candidatura de Valentín Campa para presidente de la República.

La campaña corrió por todo el país. Esa jorna-da se cerró con un

gran mitin en la Arena México.

Sin registro ni estruc-tura electoral, sin apa-

recer en las boletas Campa tuvo centena-res de miles de votos. Esa exitosa campaña

coincidió con un periodo de crisis del sistema electoral; el PAN no pudo pre-sentar candidato, PPS y PARM apo-yaron al partido oficial; López Portillo fue candidato único pero la campaña reveló una oposición de izquierda vi-gorosa, presente en todo el país al que se negaban sus derechos.

Se constató la crisis del sistema de partidos y el desprestigio del régimen por la “guerra sucia”. Jolopo y Reyes Heroles tomaron como salida la re-forma electoral. El PCM propuso una consulta pública y discutió con Go-bernación términos de la reforma y en detalle el proyecto de ley; se rechazó presentar la lista de miembros y otras reglas de la ley, así apareció la figura de “registro condicionado al resultado de las elecciones”. La ley electoral de 1977 tuvo avances, pero fue una refor-ma cicatera, ruin, mantuvo el control a través de la Comisión Federal Electoral que dependía de Segob.

Lo poco avanzado expresó la enor-me desigualdad de fuerzas y la vocación antidemocrática del PRI-Gobierno.

Subsecuentes reformas electorales han sido fragmentarias y aún no se completa. Falta un nuevo sistema elec-toral y de partidos, partes de un régi-men político que democratice el con-junto de la vida política; así como la reforma democrática del Estado y un proceso constituyente.

Los años 1960 y 1970 están cubier-tos de muy diversas luchas de masas por los derechos democráticos y eco-

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nómicos. El PCM participó todo lo que pudo. Destaca el impulsó el pro-ceso de formación de los sindicatos universitarios, la lucha por la reforma de la educación, y por la dirección de instituciones y universidades como en Puebla, Sinaloa, Guerrero y otros; au-mento la afluencia de intelectuales en la política y en el partido.

Se ampliaron áreas del debate polí-tico, del ar-te y la cultura, un ejemplo, los novedosos 6 Festivales de Oposi-ción en Auditorio Nacional y Palacio de los Deportes. El PCM abrió sus fi-las a militantes cristianos y cultivó las relaciones con movimientos políticos y sociales de cristianos luchadores por la justicia y democracia.

En 1979, el PCM en las elecciones de diputados federales, dio cobertura a la Coalición de Izquierda, tuvo más de 700 mil votos reconocidos, la valida-ción del registro definitivo, la elección por vía proporcional de 18 diputados de izquierda, 9 de ellos del PCM; el primer grupo parlamentario comunis-ta luego de 60 años con sus derechos conculcados.

El Grupo de Izquierda tuvo buen desempeño en la Cámara, con trans-parente honestidad, contribuyó a elevar el nivel de discusión parlamen-taria, presentó varias iniciativas de le-gislación. Fue modélica la decisión de que los diputados pasaban su dieta a la tesorería del partido, este fijaba y cu-bría ingreso suficiente pero muy por abajo del monto de la dieta.

En mayo de 1980 el XIX Congreso fue innovador en su preparación y la discusión abierta y democrática de las líneas ideológica y política. El CC for-mó comisiones para preparar proyec-tos de 32 Resoluciones del congreso. La línea rectora fue el desarrollo de-mocrático del país y búsqueda de vías de trasformación social; para armar con propuestas la acción de un partido legal en la palestra política.

Se abordaron los temas importan-tes para la sociedad mexicana y para los comunistas, como el inicio de nue-va etapa de relanzamiento capitalista neoliberal; la cooperación entre co-munistas y cristianos, la lucha por la unidad del movimiento obrero y de la izquierda, los movimientos sociales, la escisión del MCI; la crisis de la versión del marxismo más difundida; de ideas para el socialismo como poder obrero democrático...

El Informe al Congreso reportó creci-miento: 17,500 miembros, el triple que en el XVIII congreso, buena parte aún no organizados en células y organismos de rama. Una idea generalizada era avan-zar en la democratización de la vida in-terna del partido; el estatuto se modificó para reconocer derechos de minoría, su inclusión en órganos dirigentes, etc.

Meses después del XIX Congreso surgió la ini-ciativa de convocar un proceso unitario a partir de la fusión de los participantes en un nuevo

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partido de lucha por el socialismo, un partido marxista más amplio, comple-jo, diverso, que por vía democrática construyese una poderosa fuerza para disputar por espacios del poder políti-co y formar capacidades de gobierno. El XX Congreso aprobó unánime la fusión, cada delegado firmó el resolu-tivo que daba paso al PSUM, encabezó la firma un revolucionario proletario de toda la vida, Valentín Campa.

Al día siguiente en el Congreso del PSUM los dirigentes de los 5 agrupa-mientos que se unían aceptaron el le-gado del PCM, en su línea, programa y estatuto. Pero el proceso de unidad tuvo conflictos que redujeron sus ex-pectativas, este tema requiere una discusión particular. Menciono dos problemas que según mi opinión son causas de cierta frustración: el estali-nismo del PPM y el espíritu de grupo que condujo a PPM, MAP y PSR, en menor medida al MAUS; continuaron actuando como grupos.

El grupismo pragmático había rea-parecido en el PCM ya antes del XIX Congreso. Grupos de interés de mili-tantes en universidades que adminis-traban, sindicatos, en CIOAC, en su unión de crédito; y para ganar candi-

daturas o la direc-ción del partido.

Ya en PSUM algunos ex PCM formaron alian-

zas con Gazcón o algunos dirigentes del MAP, con malos métodos como el planchazo

para las elecciones internas, el grupismo fue factor de descomposición y de frus-tración de buena parte de las posibilida-des del nuevo partido de unidad.

El PCM existió hasta 1981 en que se comprometió con la formación de un nuevo partido para luchar en me-jores condiciones por los intereses de los trabajadores y el comunismo. An-tecedentes útiles para examinar lo ocu-rrido con PSUM, PMS y PRD; y la disgregación de los comunistas y las luchas de los decenios que siguieron. Será importante conectar todo eso con la coyuntura actual y la necesidad de actualizar la teoría, la línea política y la organización comunista para su re-nacimiento como fuerza de lucha que hoy es muy necesaria.

Muchas gracias por su atención. Coloquio El Partido Comunista y

la izquierda en México, cien años Se llevó a cabo del 19 al 22 de no-

viembre. Convocaron el Instituto Na-cional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y la Facultad de Economía de la UNAM. Hubo 6 paneles con 29 participantes. La Se-sión de clausura fue el 22 en la sede del INEHRM. Ponencias: Dr. Hora-cio Crespo; Dr. Rafael Rojas: El PCM y sus vínculos con Centroamérica y el Caribe; Dra. Elisa Servín: La “nueva izquierda” y los debates con los co-munistas; Marcos Leo-nel Posadas: El PCM: 1960-1981; Daniel Luna: Moderador. Por los convocantes el Dr. Enrique Semo clausuró el Coloquio

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Este 24 de noviembre se cumplie-ron cien años de la fundación del Partido Comunista Mexicano, sin cuyas luchas no viviríamos en de-mocracia. Perseguido durante déca-das por los gobiernos mexicanos y relegado por Moscú, China y Cuba por sus posiciones independientes, el PCM fue factor decisivo para las libertades que hoy tenemos. Su continua oposición al régimen de partido único; su perseverancia en buscar cambios sin violencia, par-

A Ñ O S D E L

P C MLa fundación del Partido Comu-

nista Mexicano, sin cuyas luchas

no viviríamos en democracia.

Perseguido durante décadas por

los gobiernos mexicanos y relega-

do por Moscú, China y Cuba por

sus posiciones independientes, el

PCM fue factor decisivo para las

libertades que hoy tenemos.

TERESA GURZA

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100 AÑOS, DEL PCM

Vientos peligrosos en cada continente,

Europa y América incluidas. Por esto,

yo pienso, hay que desarrollar todas las

contra tendencias posibles, pues llega

a ser importante que las comunidades

académicas tomen una parte mayor de

responsabilidad en este complicado y

decisivo proceso.

de su dirigencia, fue la suma y no la división; y de su forma de ser, el no sentirse caudillo y hacerse a un lado en beneficio del conjunto. Sabía que, con la incorporación de universitarios con más bagaje académico, los antiguos di-rigentes quedarían un tanto relegados. Pero leal a sus principios, les abrió es-pacios desde los que pudieran aportar conocimientos que hicieran más viable y atractiva, la opción socialista; y ayu-daran a fundamentar su convicción, de que la democracia debía abarcar a sacerdotes y militares, sindicatos y mujeres. Al respecto, Arnoldo escri-bió “Nuestro proyecto político tiene que ir más allá de la política… Que-remos promover una profunda trans-formación intelectual y moral de la sociedad”. Entre las muchas imágenes que recuerdo de él, están su risueña sorpresa cuando al regresar a Méxi-co del primer viaje que hizo con visa oficial a Estados Unidos para reunirse con comunistas gringos, agentes de la

CIA a los que no había advertido le dijeron en la puerta del avión, “ya está usted sano y salvo en su país y nosotros nos vamos”. Su discurso en la inaugu-ración del local del PC en la calle de Durango, recalcando que el amor de-biera tener importancia fundamental en la vida personal, de los socialistas. Y su emoción, cuando la noche del 6 de noviembre de 1981 el último congreso del PCM aprobó su disolución y can-tó por última vez en un acto público, La Internacional. Antes de terminar quiero advertir, porque algunos lo ig-noran y otros pretenden olvidarlo, que el PRD debe su registro y gran parte de sus bienes, al esfuerzo de miles de sacrificados comunistas que lucharon por sus ideales sin esperar diputacio-nes, puestos, poder o dinero, como es la actual tónica. Por ellos, y por la historia del PCM, su registro legal no merece acabar como moneda de cam-bio, en las manos mercenarias de los chuchos

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ticipando incluso en cinco elecciones presidenciales en desiguales condicio-nes y en dos de ellas sin registro legal, y su constante defensa de la autono-mía sindical y los derechos de los que menos tienen, lo hacen referente in-dispensable en la historia de nuestro país. En él militaron los principales pintores, artistas, científicos y escri-tores mexicanos; y ciudadanos inco-rruptibles y congruentes que, por per-tenecer a él, fueron encarcelados. Con motivo del centenario, se han realiza-do diversos actos en toda la República; y por resolución presidencial, avalada por el Ejército y la Marina, “como re-conocimiento a sus destacadas aporta-ciones a la sociedad”, los restos mor-tales del líder ferrocarrilero Valentín Campa y del principal dirigente de la izquierda mexicana, Arnoldo Martí-nez Verdugo, reposarán en la Rotonda de las Personas Ilustres. Valentín fue trasladado este lunes y Arnoldo lo será el próximo 24 de mayo, fecha de su aniversario luctuoso. Por lo pronto se-gún me platicó su mujer, Martha Re-casens, su nombre fue inscrito en le-tras de oro en el Congreso de Sinaloa, estado donde nació en enero de 1925. Quiero unirme al homenaje rescatan-do algo de lo que escribí en mayo de 2013, cuando falleció. Frente al des-prestigio, inconsecuencia, avidez y chabacanería, que son ahora signos de la mayoría de los políticos y de todos

los partidos, resalta la personalidad de ese hombre decente, discreto, inteli-gente y sencillo, que dirigió el PCM de 1963 a 1981 sin caer en el culto a la personalidad, a que tan proclives han sido organizaciones y dirigentes de la izquierda nacional e internacio-nal. Sin la contribución de Arnoldo, que además de político fue historia-dor y pintor, no puede entenderse la democratización de México. Y no fue la suya, tarea fácil; tuvo que empezar por disminuir el sometimiento de los comunistas mexicanos al Partido Co-munista de la Unión Soviética, PCUS. Lo que no era poco, en una época en que con excepción tal vez del partido dominicano, los comunistas de todo el continente acataban sin chistar, los dictados soviéticos. Más tarde enca-bezó la lucha porque se reconociera el derecho de los comunistas mexica-nos a existir legalmente; lográndose en 1979, el registro que transformó a México en un país plural. Impulsó la formación de la Coalición de Izquier-da; cuyos votos en el Distrito Federal, fueron semilla de la que germinaron los gobiernos perredistas y los more-nistas. Pensando que lo adecuado para ampliar la influencia de la izquierda era integrar a nuevas fuerzas, se afa-nó por unir grupos y partidos; y su esfuerzo cristalizó, en el Partido So-cialista Unificado de México, PSUM, antecedente del PRD. Característica

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VÍCTOR M. QUINTANA S.

C O M U N I S T AE L M O M E N T O

Agradezco infinitamente que se me haya invitado a este panel, sin ha-ber sido yo miembro del Partido Comunista Mexicano. Acepté participar porque, como sociólogo y como activista, quiero hacer una modesta apor-tación a lo que el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos lama “la Sociología de las Ausencias”. Esto significa resaltar los aportes que al presente de México y de Chihuahua hicieron las mujeres y los hombres del PCM porque si no el pasado recuperado será un pasado incompleto, injusto. Por eso, aunque suene pedante, tenemos que comenzar por hacer una justicia epistémica, siguiendo al mismo Boaventura.

Voy a comenzar con una cita del recientemente fallecido periodista y literato John Berger:

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“Un movimiento describe un gran grupo de personas que colectivamente se mueven hacia un objetivo el cual logran o no pueden lograr. Pero dicha descripción ignora las innumerables decisiones personales, los encuentros, las iluminaciones, los sacrificios, los nuevos deseos, los pesares y, finalmen-te las memorias que este movimiento hace emerger y que, en sentido estric-to, serían incidentales. La promesa de un movimiento sería su victoria futu-ra, mientras que las promesas de esos momentos incidentales, tienen un efecto instantáneo. En su intensidad vital o en su tragedia, tales momentos incluyen aquellas experiencias de una libertad de acción. Momentos así son trascendentales, como ningún “resul-tado histórico” puede serlo”1.

De esto precisamente quiero in-vitarlos a reflexionar, camaradas. No me interesa tanto si el PCM logró ser un partido como marca la doctrina marxista-leninista, o hasta qué punto

ustedes fueron o no agentes de una fi-losofía de la historia, de un devenir ya determinado por la inexorable dinámi-ca autodestructiva del capitalismo.

Porque conozco y conocí entra-ñablemente, en el seno de muchas luchas, a varios de ustedes, y me compartieron sus vivencias, su ca-maradería en acción, su solidaridad efectiva, por eso quiero decirles que, independientemente de lo demás, para mí el PCM fue, ante todo el Movimiento Comunista, así, con mayúsculas. Por eso quiero invi-tarlos a que retomen, a que recreen aquellos momentos de decisiones personales, los encuentros con otras y otros camaradas, las iluminaciones de su quehacer y de su entender, los nuevos deseos suscitados en el con-texto de las batallas, esos momentos de tragedia o de euforia, esas expe-riencias colectivas bien localizadas en el tiempo y el espacio de total li-bertad.

Las y los invito a recuperar, como dice el sociólogo francés Jacques Ranciére, “los momentos comunis-tas”:

“…lo que cuenta como historia del comunismo o la historia de la emancipación , es sobre todo la his-toria de los momentos comunistas,

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1BERGER John:” La esperanza entre los dientes”, citado por BARTRA Armando: “Experiencias desnudas. El lugar del acon-tecimiento en la Historia”. UAM-Xochimilco, 2018.

EL MOMENTO COMUNISTA

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que solían ser momentos de disolu-ción y quebrantamiento de los pode-res del Estado y de la influencia de los partidos instituidos”.2

Ahora bien, en el corazón de la emancipación, señala Badiou, está el “comunismo de la inteligencia”, la fir-me convicción de que la inteligencia pertenece a cualquiera y no está sujeta a una posición específica en el orden social. Esta es la hipótesis de la confian-za básica en el pensamiento comunista: la igualdad de raíz en la inteligencia de todos. Contra la hipótesis de la des-confianza que opone a las vanguardias iluminadas con las clases trabajadoras, y descalifica la experiencia cotidiana de éstas. El “todos somos iguales” que el padre de los Flores Magón les recalcaba una y otra vez a sus hijos es uno de los pilares de la Etica y la Política comu-nistas.

Por otra parte, la emancipación es una tarea que se actualiza constante-mente, no es una necesidad histórica insatisfecha, sino un imperativo de cada momento. Por eso, la tarea eman-cipatoria es heterogénea, diversa, naci-da de las diversas experimentaciones locales, situadas, de la lucha por la libertad que cada momento va planteando. Yo los invito, ca-maradas a que recuperen esas

experiencias de emancipación que les dieron sentido a sus vidas, esos mo-mentos comunistas en que el combate por la libertad y la justicia aquí y ahora colmó su ser de comunistas.

Eso es el legado comunista, según Ranciére: “ la multiplicidad de formas de experimentación de la capacidad de cualquiera. Lo que la inteligencia comunista ha construido como inteli-gencia colectiva en el transcurso de sus experimentaciones contra las formas y momentos de dominación.”

Por eso insisto en que requerimos una “Sociología de las ausencias” para completar el pasado con los aportes de las mujeres y los hombres del PCM y poder entender mejor el presente y ex-traer todo el caudal de libertad, de soli-daridad, de utopía que representa el le-gado comunista, vertiente insoslayable de la 4ª. Transformación que México ahora experimenta.

Sobre la situación actual: A nivel global se pensaba, más bien, trataron de imponernos la idea de que, con la

2 RANCIERE Jacques “’¿Comunistas sin comunismo?” en el libro colectivo “Sobre la idea del comunismo”, Paidós, Buenos Aires, 2010, primera edición., p. 173

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caída del Muro de Berlín, se abrían totalmente las posibilidades para la realización de la utopía capitalista. Nos trataron de hacer creer que el fin de la historia estaba a la puerta. Sin embargo, luego de 30 años, la triple dominación articulada del capitalis-mo, del colonialismo y del patriarca-do se ha intensificado y profundiza-do. Las desigualdades sociales se han exacerbado, salvo en lugares donde se han construido experiencias alter-nativas, como en la Bolivia de Evo Morales, se han roto las solidarida-des sociales, han estallado las iden-tidades. Vivimos una múltiple crisis planetaria; crisis climática, crisis de gobernabilidad mundial, crisis ener-gética, crisis alimentaria para una cuarta parte de la humanidad por lo menos; crisis de sentido, sobre todo para los jóvenes que tocan a las puer-tas falsas de las adicciones, la vio-lencia o el suicidio; crisis que hace irrumpir las muy diversas violencias

en la vida de las personas y de las co-munidades: criminal, étnica, sexista, familiar, etc.

La utopía capitalista pregonada so-bre los escombros del Muro de Berlìn ha resultado un fracaso total. Por un muro que se derribó se han edificado mil muros entre las personas, las co-munidades, los pueblos, los grupos de edad. El individualismo se ha tornado en el valor y criterio máximos en el ac-tuar, sobre todo en su dimensión hedo-nista. El mundo está siendo dominado por el consumo narcisista, consagrado totalmente al culto de la mercancía y del espectáculo. A este individualismo egoísta de masas se le ha dado por lla-mar “democracia”.

¿Cuál es el sentido, mejor dicho, tiene sentido el comunismo ante esta realidad global que estamos viviendo?

Para ir respondiendo esta pregunta tenemos que abordar el presente y el futuro mediante la Sociología de las emergencias: necesitamos prestar aten-ción a algunas experiencias, luchas y movimientos del presente, como em-briones, como gérmenes del futuro. Ante el abismo a que nos arrastra la destructora crisis del capitalismo va-mos encontrando lo que emerge para que nuestra esperanza le gane a nues-tros miedos.

Y nuestra esperanza tendrá sentido si:

• Marchamos hacia una refunda-ción del poder, hacia un poder

3 BRANCIERE, op.cit. p. 175

EL MOMENTO COMUNISTA

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construido y compartido desde aba-jo; hacia un poder construido, no desde las instituciones, sino por los movimientos y la acción de las y los ciudadanos, un poder como bien común¨;• Promovemos experiencias comu-nitarias que desde lo micro vayan confrontando y construyendo alter-nativas al capitalismo, al colonialis-mo y al patriarcado;• Consideramos con un enfoque de “comunes” el agua, el suelo, la biodi-versidad, el aire, los bosques, el pa-trimonio cultural, la diversidad hu-mana, los saberes tradicionales, todo ello dentro de un esfuerzo cotidiano y de todas y todos por cuidar el pla-neta como nuestra “casa común”;•Emprendemos desde el nivel co-munitario la construcción de una “economía del cuidado” que nos haga responsabilizarnos de la super-vivencia, la protección y el floreci-miento de los otros, sobre todo de las y los más vulnerables; si llevamos a la práctica dicha economía del cui-dado estaremos operando el mejor antídoto contra la desigualdad y la violencia.

El futuro de la emancipación, sólo puede significar el cre-cimiento autónomo del es-pacio de lo común, creado por la libre asociación de

hombres y mujeres. A todo este esfuer-zo, Jacques Ranciére, prefiere llamarla comunismo, más que democracia.

Lo importante, según Alain Ba-diou,4 no es que triunfe la idea comu-nista; sino que llevemos a cabo la tarea gozosa de combinar las muy diversas construcciones del pensamiento, los imaginarios, las utopías, las energías comunales de muy diversos sujetos co-lectivos, con experiencias emancipado-ras locales y singulares, pero transmi-sibles, compartibles para construir con todo ello , no un solo sujeto de una fi-losofía de la Historia, sino muchos su-jetos que desde su diversidad edifiquen un futuro común, para la comunidad de todos los seres que habitamos en esta Casa Común.

El Comunismo así entendido, no es que tenga futuro; es el futuro

4 BADIOU Alain: ”La idea del comunismo” en el libro colectivo del mismo nombre. Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 31

NOVIEMBRE – DICIEMBRE 2019 27

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1. La fundación del Partido Comunista Mexicano el 24 de noviembre de 1919 es un momento fundamental en la his-toria de la Revolución Mexicana. Desde entonces el PCM y los comunistas han sido protagonistas, de las grandes luchas sociales de nuestro pueblo por el bienestar, la libertad, la dig-nidad y la independencia nacionales. Su nombre está indiso-lublemente ligado al socialismo y la esperanza de un mundo mejor para todas las trabajadoras y trabajadores de México y del mundo.

2. Son antecesores directos del PCM y los comunistas, los Flores Magón y el Partido Magonista; Felipe Carrillo Puerto quien fundó el Partido Socialista del Sureste en 1916 y cuyo lema era ¡TRABAJADORES PREPARAOS PARA LA RE-PÚBLICA COMUNISTA!; Emiliano Zapata que escribía en una carta del 14 de febrero de 1918: “mucho ganaríamos, mucho ganaría la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa com-prendiesen que la causa del México revolucionario y la causa de Rusia irredenta, son y representan la causa de la huma-nidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos.” Otros exponentes tempranos del socialismo fueron Francisco J. Múgica, Isaac Arriaga, Primo Tapia, y Nicolás Cano.

3. Desde 1919 el Partido Comunista, y sus militantes parti-ciparon en todos los grandes movimientos sociales y políticos del siglo XX, siempre al lado del pueblo. La lucha por la re-forma y el reparto agrario ha sido una de las grandes causas del pueblo mexicano. Los comunistas tomaron una parte activa en él y muchos de ellos pagaron con sus vidas como J. Guadalupe Rodríguez y sus 22 compañeros en La Lagu-na; Isaac Arriaga y Primo Tapia en Michoacán. También han sido protagonistas en el surgimiento de los grandes sindicatos industriales, las huelgas estudiantiles por la autonomía uni-versitaria, la nacionalización de los ferrocarriles, y la expropia-ción petrolera.

4. Los comunistas mexicanos desempeñaron un destacado papel en las luchas por el socialismo, la democracia y la li-bertad. Miles de ellos sufrieron prisión política y en muchos casos fueron ejecutados extrajudicialmente y desaparecidos.

5. La acción de los comunistas influyó en la educación mexi-cana en sus diferentes fases, desde los maestros rurales, la definición socialista, los servicios asistenciales, el sistema po-litécnico, la lucha por la educación superior gratuita, la orga-nización sindical de los maestros y trabajadores de la educa-

El Partido Co-

munista, y sus

militantes parti-

ciparon en todos

los grandes movi-

mientos sociales y

políticos del siglo

XX, siempre al

lado del pueblo.

La lucha por la

reforma y el repar-

to agrario ha sido

una de las grandes

causas del pueblo

mexicano.

100 AÑOS, CETENARIO FUNDACIONAL

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100 AÑOS, CETENARIO FUNDACIONAL 100 AÑOS, CETENARIO FUNDACIONAL

ción. Una buena cantidad de científicos sociales y humanistas optaron por el marxismo como concepción del mundo.

6. En el desarrollo del arte mexicano jugaron papel destaca-do los artistas plásticos comunistas, especialmente los mura-listas cuyas obras son frecuentemente verdaderos tratados de historia, testimonios de las luchas por el socialismo, y por la solidaridad. Fundaron El Machete una joya del periodismo militante mexicano. Destaca el papel de los comunistas en la organización de los trabajadores de la cultura y las artes, de la LEAR, la ANDA, el Fondo de Cultura Popular, el Taller de la Plástica, el Taller de la Gráfica Popular, etc. Los docu-mentos del comunismo mexicano, materiales de estudio, e investigación y formación se encuentran principalmente en el CEMOS (Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista).

7. Desde la clandestinidad, el Partido fue un activo partici-pante de los principales movimientos obreros, campesinos, populares e incluso cívicos que se opusieron a los gobiernos de los regímenes priístas; entre otros, el movimiento ferrocarrile-ro de 1958-59, en el cual militantes a como Valentín Campa jugaron un papel destacado; el movimiento magisterial de 1958 de Othón Salazar; las protestas ciudadanas contra el ca-

100 AÑOS, CETENARIO FUNDACIONAL

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cique de San Luis Potosí Gonzalo N. Santos. Ello acrecentó la política persecutoria anticomunista y el mantenimiento en la ilegalidad del PCM

8. El comunismo en México nace con una convicción inter-nacionalista. En la fundación del PCM intervienen militan-tes de otras nacionalidades. Desde su origen se adhiere a la Internacional Comunista. militantes y dirigentes mexicanos participan en la constitución de partidos en otros países, des-tacadamente en Cuba, Ecuador, Nicaragua, Guatemala y en otros países centroamericanos. Comunistas mexicanos mili-tan en las brigadas internacionales en defensa de la República Española. Todos los perseguidos por el fascismo encontraron en México un refugio y un hogar durante la segunda Guerra Mundial y después en el nefasto periodo de la Guerra Fría, del golpismo en Sudamérica y otros. El PCM fue orgullosa y valientemente aliado y solidario internacionalista.

9. El Partido Comunista Mexicano es hogar de los derechos y los ideales de las mujeres, de su libertad, de los derechos políticos y electorales, de la equidad y de la igualdad, de los reclamos de género. Las comunistas escribieron en el muro

La fundación del

PCM intervienen

militantes de otras

nacionalidades.

Desde su origen se

adhiere a la Inter-

nacional Comu-

nista. militantes y

dirigentes mexica-

nos participan en

la constitución de

partidos en otros

países, destacada-

mente en Cuba,

Ecuador, Nicara-

gua, Guatemala

y en otros países

centroamericanos.

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de patria la esencia y el fermento femenino. Las comunistas ejercieron plenamente su libertad dentro del PCM con mu-jeres legendarias como Cuca García, Tina Modotti, Benita Galeana, Frida Kahlo, Consuelo Uranga para solo mencionar algunas y en la revuelta feminista nuestro partido y las cama-radas desempeñaron un papel de vanguardia por la conquista plena de sus derechos y las demandas más radicales.

10. Entre los méritos ideológicos más trascendentes del apor-te conceptual del PCM están las tesis sobre el fin de la Re-volución Mexicana, y elaboración de una posición que da vida y principios al desarrollo de un nuevo movimiento de oposición firme contra el régimen político del PRI. Otra de las aportaciones del PCM fue su oposición a la intervención soviética en Checoslovaquia y sus concepciones de que cada partido comunista es responsable de la línea política en su país y que el PCUS no cumple un papel de vanguardia en el movimiento comunista internacional. En el XIX Congreso del partido asisten los secretarios generales del Partido Comu-nista Italiano y el Partido Comunista Francés.

11. En el Movimiento Estudiantil de 1968, que es uno de los

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acontecimientos políticos, sociales y culturales más importan-te de la segunda mitad del siglo XX, los comunistas jugaron un papel destacado, tanto en su dirección como en la presen-cia de miles de sus miembros entre los militantes. Reprimido este movimiento los comunistas contribuyeron a su difusión en casi todos los estados, e incluso en la dirección de varias universidades, miles de jóvenes del PCM continuaron la lu-cha desde diferentes trincheras.

12. En las elecciones de 1976 el PCM postuló como candida-to presidencial al líder ferrocarrilero Valentín Campa, quién recibió alrededor de un millón de votos, los cuales, debido a la falta de registro legal del candidato, no fueron oficialmente válidos. En consecuencia y como un paso necesario ante los conflictos políticos del país, el Gobierno se vio obligado a lle-var a cabo negociaciones con las organizaciones políticas de la izquierda, estas desembocaron en la reforma política de 1977 que le otorgó el 3 de mayo de 1978 el registro al PCM y a otros partidos políticos de izquierda.

13. El PCM fue muy activo en la unidad de las fuerzas demo-cráticas, progresistas, socialistas, comunistas y de Izquierda,

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llegando al grado de auto disolverse entregando incondicio-nalmente su registro y sus bienes a las nuevas organizaciones. La insurrección político electoral realizada por nuestro pueblo el primero de Julio de 2018 tiene una raíz roja y la decidida influencia socialista.

14. La historia del PCM parte del 24 de noviembre de 1919 y termina el 18 de octubre de 1981. Hay mucho qué recordar y conmemorar. Están en desarrollo diferentes iniciativas desde distintos sectores del país.

Llamamos a toda la izquierda, a los ex militantes y simpati-zantes comunistas, a las agrupaciones democráticas sociales y sindicales, asociaciones civiles progresistas, ONGs, comuni-dades artísticas, políticas, universitarias, gremiales, culturales y público en general, a participar en todos los trabajos de la celebración del centenario de la fundación del Partido Comu-nista Mexicano que es un momento fundacional de la lucha por la democracia, el bienestar social y la libertad en nuestro país

C A RTEL DEL MES

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C

Esto resulta especialmente notable respecto a los últimos veinte años de la existencia del Partido: el movimiento que llevó a Arnoldo Mar-tínez Verdugo a la dirección –y junto con él a la línea de una política pacífica y de masas para transformar al país– no habrían sido posi-bles sin las luchas de la clase obrera, los ferrocarrileros, los maestros y los campesinos, hacia finales de los cincuentas; del mismo modo, el planteamiento de una vía mexicana y democrática hacia el socialis-mo, que el partido buscó en sus Congresos XVI y XVII fue la reac-ción del compromiso comunista con el movimiento estudiantil po-pular de 1968; en fin, el camino de la fusión y la transformación partidaria, estuvo ligado con la lucha del sindicalismo democrático y del movimiento urbano popular de los años setentas. Un camino de unidad con base en principios y programas de acción política, sin dejar la lucha de ideas con otras expresiones de la izquierda.

YAVOLVIMOS A SALIR

MANIFIESTO DEL MOVIMIENTO COMUNISTA MEXICANO YA VOLVIMOS A SALIR

El Partido Comunista Mexicano se de-bió siempre al movimiento indepen-diente de los trabajadores. Para poten-ciarlos a ellos, a los explotados y oprimidos, no hubo límite organizati-vo alguno: incluso fusionarse, adoptar nuevos colores y prácticas, formar aso-ciaciones con revolucionarios y lucha-dores sociales de otros tipos, venidos de otras tradiciones –con principios firmes dispuesto a dejar incluso los co-lores, las banderas, los cánticos, los ri-tuales, la vida militante tan querida– todo con tal de transformar el mundo mediante la lucha política de clases. 2. Una de las grandes aportaciones del PCM a la historia de este país, además de su papel de soporte y, a veces, con-ducción de innumerables movimientos sociales; e independientemente, tam-bién, de las aportaciones de sus artistas

e intelectuales a la cultura, consistió en haber sentado las bases para una elabo-ración propia, autónoma y original, de una teoría para una nueva transforma-ción revolucionaria de México. La de-cisión de fusionarse y transfigurarse fue uno de los efectos de esa teorización que, aunque venía de lejos, adquirió su primera madurez en los últimos veinte años de vida del Partido. Luego del XIII Congreso, un primer componen-te del nuevo pensamiento revoluciona-rio fue la crítica de la ideología de la Revolución Mexicana, con contribu-ciones de intelectuales como Arnaldo Córdoba, Enrique Semo, Roger Bar-tra, Gilberto Argüello, Gerardo Un-zueta, por mencionar algunos; a ello se sumó la crítica de la economía y el mo-delo de desarrollo, que elaboraron Américo Saldívar, Sergio de la Peña, Pedro López, Eduardo González, entre muchos otros. Estos y otros autores, cuando realizaron sus aportaciones cla-ves, no fueron simplemente académi-cos, sino que mucho de su pensamien-to se nutrió del debate y la acción de los militantes comunistas, del estudio de Marx y pensadores no dogmáticos, lo cual complementaba la acción de lí-deres de masas, entre ellos Valentín Campa, Othón Salazar y Ramón Dan-

zós. Los Congresos del Partido que tuvieron lugar en los años setenta,

resumieron el núcleo de la teo-ría nueva en un precepto que

podría enunciarse del

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modo siguiente: ir hacia el socialismo por la vía de la democratización pro-funda y radical de toda la vida social; sin dejar la solidaridad a compañeros que asumieron otras formas de lucha, entre ellos Lucio Cabañas. A contrape-lo de cualquier ortodoxia, la superación del capitalismo que soñaron los comu-nistas mexicanos de los últimos tiem-pos transitaría por la instauración de vínculos democráticos. Desde luego en el ámbito político. A este respecto, re-sulta innegable y fundamental la deci-sión partidaria de luchar por el registro y competir abiertamente en la esfera electoral, con programa propio, con ética política frente a la cooptación y corrupción del régimen. Resolución to-mada en el momento más álgido de la discusión en la izquierda acerca de la pertinencia o no de la lucha armada como instrumento de transformación. El PCM fue pieza clave y fundamental hacia la superación democrática del vie-jo régimen a la cual comenzamos a asis-tir hoy. Pero la vía democrática profun-da y radical comenzó a ser pensada por el Partido también para realizarse en los terrenos económicos y sociales. La críti-ca de la Revolución había llegado a la conclusión de que México enfrentaba un régimen de Partido de Estado. Fren-te a ello, la alternativa comunista no podía promover un nuevo estatismo, sino que tuvo que comenzar a intuir mundos en que la sociedad pudiera

desenvolverse autónomamente. Cuan-do el PCM criticó la invasión soviética a Checoslovaquia y, con la JCM se soli-darizó con los movimientos estudianti-les de México, París y el mundo, no es-taba sino aplicando consecuentemente las enseñanzas que la práctica había mostrado sobre el carácter asfixiante del régimen de partido estatal. Fue la visión de la vía democrática al socialismo, por más borrosa que pudiera haber apareci-do en su momento, la que impulsó a que el PCM se embarcara, en los últi-mos meses de su existencia, en la discu-sión más amplia, profunda, diversa y creativa que hubiese enfrentado cual-quier organización de izquierda en el país. Para la realización del XIX Con-greso, la militancia comunista se com-prometió en el debate de 35 tesis sobre los aspectos más diversos de la vida so-cial, pasando, por la reforma económi-ca y la transformación política, pero también abarcando aspectos como la religión, la sexualidad, el arte, el carác-ter de la vida cotidiana. La gran polé-mica que polarizó a los comunistas de los últimos días, la colisión entre los que en su momento fueron llamados los “Dinos” y los “Renos”, fue sólo un episodio más – y muy importante– del camino de teorización propia, autóno-ma, original y creativa, en que se habían comprometido los comunistas. Un punto central del debate giraba en tor-no al lugar que correspondía a la clase

YA VOLVIMOS A SALIR

obrera en la perspectiva del camino al socialismo por la democracia radical: ¿se trataba de un sujeto central, de van-guardia? ¿Y cuál debería ser el papel del ciudadano, de los campesinos, colonos y nuevos movimientos sociales en la es-trategia democrática? El debate quedó trunco ante otras exigencias de acción que imponía la realidad, pero a pesar de todas las diferencias que se enarbo-laron, todos los comunistas de la época estuvieron de acuerdo en una cosa: la clase obrera, los campesinos, los colo-nos, los estudiantes, los ciudadanos, las mujeres y los hombres, los cristianos, los pueblos indios, todos, absoluta-mente todos los componentes de la vida social y política tenían derecho a un desenvolvimiento autónomo, inde-pendiente y libre ante cualquier dispo-sitivo de cooptación por parte del Esta-do. 3. Autonomía y empoderamiento progresivo de la clase trabajadora y de las fuerzas progresistas de la sociedad: ese era el contenido fundamental de la vía mexicana al socialismo. El PCM se comprometió a la fusión con otras fuer-zas para tener un mejor partido, y los Comunista 363 Ideas y debate revolu-cionario munistas fueron tan conse-cuentes con sus diagnósticos que ofren-daron su registro oficial como partido político a la causa, en el camino unita-rio se tropezó con el dogmatismo esta-linista y prácticas de grupo, pero no

dieron lugar a una corriente-tribu con intereses particulares, como las que de-vastaron el proyecto original del PRD. Sin embargo, quienes se apropiaron del registro de los comunistas han traicionado ese legado, lo han humi-llado y se fueron alejando de los prin-cipios y valores que orientaron los pri-meros pasos de la transformación del partido. Cuando se formó el Movi-miento de Regeneración Nacional muchos transitaron hacia allá, así el mismo Morena no ha-bría sido posible sin el aporte de los comunistas.

Todas las diferencias que se

enarbolaron, todos los comu-

nistas de la época estuvieron de

acuerdo en una cosa: la clase

obrera, los campesinos, los co-

lonos, los estudiantes, los ciu-

dadanos, las mujeres y los hom-

bres, los cristianos, los pueblos

indios, todos, absolutamente to-

dos los componentes de la vida

social y política tenían derecho

a un desenvolvimiento autóno-

mo, independiente y libre ante

cualquier dispositivo de coopta-

ción por parte del Estado.

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La transformación que se operó en el PRD diluyó la consecuencia de los ac-tos que llevaron a los comunistas a ce-der todo. Hoy, la izquierda revolucio-naria se encuentra diseminada, dividida, fragmentada, no aparece en el escenario nacional y a pesar de la presencia de militantes de izquierda en Morena, no se ve en el escenario nacional como una fuerza política in-dependiente y actuante. En el Movi-miento Comunista Mexicano hoy volvemos a salir. Para militantes por la democracia y el socialismo ha llegado el momento de reagruparos, encon-trarnos, recoger nuestra historia y en-señanzas, no para revivir al PCM, sino para llevar un paso adelante más a la teoría y práctica de la transformación revolucionaria de México. Avanzar con el marxismo, la experiencia de aciertos y errores, la práctica política que el mundo actual requiere y siem-pre unitarios. Retomar las Tesis y las discusiones que quedaron pendientes, renovarlas y agregarles los temas del tiempo de hoy y del futuro: las formas actuales de la dominación capitalista, las cuestiones del medio ambiente y las nuevas tecnologías, las nuevas for-mas de vivir, conocer, y sentir la hu-manidad; la pluralidad del de-recho y las concepciones del mundo, las dimensio-

nes complejas de la democracia radi-cal. Eso somos como MCM. Volve-mos a salir, no como partido sino como movimiento, como moviliza-ción, pensando con el pueblo los pa-sos a seguir. Esperanzados en el cam-bio de régimen que hoy tenemos que ayudar a hacerse realidad, pero man-teniendo nuestra independencia y au-tonomía frente a todo gobierno y todo poder, sosteniendo el espíritu crítico, dispuestos a pensar los gran-des horizontes y destinos. Apoyados en la historia, pero viniendo del futu-ro. En el MCM nos hemos compro-metido a elaborar las nuevas Tesis del pensamiento comunista mexicano. A concebirlas invitamos a los comunis-tas del MCM y a todos los ciudada-nos. Con los gigantes que nos prece-dieron nos medimos. Gloria eterna a quienes fundaron y realizaron las grandes hazañas del Partido Comu-nista Mexicano. Los nombres conoci-dos y los anónimos forman larga lista. Nosotros hoy, como Movimiento, nos aprestamos a continuar su labor, su lucha. Noviembre de 2019 Movi-miento Comunista Mexicano

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En toda su historia el Partido Co-munista Mexicano contó con dirigen-tes que provenían del pueblo trabajador, de las más profundas raíces del México proletario y campesino. Ese es el caso de Arnoldo Martínez Verdu-go y Valentín Campa.

ENRIQUE SEMO

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NOVIEMBRE – DICIEMBRE 2019 45

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El Partido Comunista

Mexicano contó con

dirigentes

que provenían del

pueblo trabajador, d

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profundas raíces

del México

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que destituyó a Encina y resolvió re-admitir al partido a Valentín Campa junto con su corriente en el POCM. A partir de entonces fue el dirigen-te principal del PCM y en 1963 fue nombrado Secretario General puesto que mantuvo hasta la disolución del partido en 1981.

Martínez Verdugo consideraba que lo principal para el partido que salía de una larga crisis política era la forma-ción de un grupo dirigente a la vez fiel (al partido no al caudillo) capaz, expe-rimentado, inteligente y culto –así me lo confesó en un viaje a la imprenta del partido mientras aspiraba profun-damente como era su costumbre su ci-garrillo– Arnoldo, se abocó a la cons-trucción de ese grupo y logró formar alrededor de si a dirigentes destacados, entre los cuales gozaba de gran simpa-tía y adhesión. El trato personal con quienes iba formando en la práctica y en la teoría, para las tareas de dirección, las atenciones; la constante preocupa-ción por el individuo, su situación y la de sus familias, especialmente los que estaban presos, retratan al hombre que nunca esperó, ni quiso, ser un manda-rín arbitrario.

A principios de los 60´s, el PCM, vivía en un ambiente de represión aguda y constante. Aparte de las ta-reas políticas en el movimiento y la elaboración de los principios de una nueva orientación, debía tomar medi-

das constantes de seguridad. Más tarde me contó que durante largos periodos se veía obligado a dormir fuera de su casa en diversos hoteles, cambiando de lugar cada noche. Arnoldo era conti-nuamente vigilado y hostigado. Y aquí podemos hablar de otra de sus cualida-des: una valentía firme, tranquila, casi fría, ajena a toda paranoia o histeria. Quizá su condición de dirigente prin-cipal lo salvó de largas prisiones. El costo internacional de tener a la figura principal de un partido comunista en la cárcel, frenó los excesos del gobierno mexicano.

Lo conocí a prin-cipios del año de 1962, en el local del Partido Comunista, en la calle de Tabasco.

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A principios de los 60´s, el PCM,

vivía en un ambiente de repre-

sión aguda y constante. Aparte

de las tareas políticas en el mo-

vimiento y la elaboración de los

principios de una nueva orienta-

ción, debía tomar medidas cons-

tantes de seguridad.

Arnoldo Martínez Verdugo nació el 12 de enero de 1925 en Pericos, Mocorito, Sinaloa, en una familia modesta de trabajadores. Fue obre-ro en Sonora y luego en la Ciudad de México en una fábrica del papel. Estudiante de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, La Es-meralda, se sumó a los 21 años a las filas del Partido Comunista.Valentín Campa Salazar pertenece a otra generación, nació antes del inicio de la Revolución Mexicana en el año de 1904 en Monterrey, Nuevo León, en la familia de un pequeño comerciante que por las vicisitudes de su negocio se trasladó a Durango y Tampico. En 1916, Valentín intentó enrolarse en el Ejercito Mexicano para luchar contra la expedición punitiva de John J. Pers-hing contra Pancho Villa, pero no fue aceptado por su edad. A los 16 años entro a trabajar como obrero en La Corona, subsidiaria de la Royal Dutch Company a escondidas de su padre que le insistía que debía mantenerse “libre” y evitar trabajar para otros. En 1927 a los 23 años se sumó al Partido Comunista Mexicano (PCM), siendo ya un dirigente sindical.

Arnoldo Martínez Verdugo asis-tió como oyente a la llamada Mesa Redonda de los Marxistas en 1947 convocada por Vicente Lombardo To-ledano, para discutir los problemas de la izquierda. Ahí tuvo su primer con-

tacto con los diferentes pensamien-tos de la izquierda mexicana. Junto a eso, la causa principal de su ingreso al PCM fue la lucha heroica y la victoria del pueblo soviético sobre el fascismo y la Alemania nazi. Más tarde, saludó junto a todo el partido el triunfo de la Revolución cubana en 1958, que entusiasmó a toda América Latina. A pesar de que sus formas de lucha, no coincidían con los manuales elabora-dos en Moscú, la revolución socialista era posible a 90 kilómetros de las cos-tas norteamericanas y planteaban en forma totalmente nueva, los proble-mas de la revolución en América Lati-na. También en contra de la dirección encabezada por Encina supo apreciar en toda su importancia, las grandes lu-chas sindicales de maestros, ferrocarri-leros, minero-metalúrgicos, petroleros, telegrafistas y otros sindicatos menores que entre 1956 y 1960 sacudieron al país, por su carácter simultáneo de demandas económicas y políticas que cimbraron hasta sus raices la estructu-ra corporativista-charrista del PRI y el gobierno de México.

Junto con Encarnación Pérez Ga-ytán, Gerardo Unzueta y Manuel Te-rrazas, dirigió una tendencia opositora a la dirección de Dionicio Encina. En 1959 viajó a la URSS representando la oposición interna y logró ganarse el respaldo de los soviéticos. En 1960 presidio el XIII Congreso del PCM

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la historia del PCM, Historia del co-munismo en México, incluyendo un par de artículos de su autoría, además de otra media docena debidos a otros militantes.

En las elecciones de 1982 el PSUM lo postuló como candidato a presi-dente de la república y obtuvo más de 800 000 votos. Dos años después fue designado como candidato para diputado federal en la LIII legislatura (1985-1988) y en la LVI legislatura (1994-1997). En 1986 al final de la campaña, Martínez Verdugo vivió un momento trágico: el 1 de julio, una semana antes de las elecciones una fuerza paramilitar lo secuestró cuando entraba a la oficina del CEMOS en la colonia del Valle. Este grupo armado, autodenominado Partido Revolucio-nario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), que un día an-tes había secuestrado al militante del PSUM Félix Bautista y que se presen-taba como heredero del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas, exigía un rescate al PSUM. Tras 17 días de se-cuestro en condiciones deplorables, Martínez Verdugo fue liberado junto con Félix Bautista. Mediante el pago

de una suma realizado por gobierno federal a los secuestradores cuyo origen verdadero nunca se supo.

A mi parecer las contribuciones principales de Arnoldo Martínez Ver-dugo y el grupo dirigente que coordinó al desarrollo del comunismo mexicano fueron: La educación y formación de cuadros a través de frecuentes reunio-nes del Comité Central; la búsqueda de la independencia de la Unión So-viética y el PCUS sobre la política de los comunistas mexicanos; la inte-gración del PCM en la legalidad y la vida político-electoral-institucional; la construcción decidida y paciente de la unidad de la izquierda; y la plena in-serción del PCM en un periodo de as-censo de la democracia en el país.

Durante gran parte de su existencia el PCM fue un partido de cuadros, un partido de militantes semilegales, redu-cido en su número. A veces incluso lle-gó a ser un partido de entre mil o mil doscientos miembros. A mi parecer, la razón fundamental era la constan-te represión violenta, que aumentaba considerablemente en los periodos de ascenso de los movimientos popula-res. El PCM tenía muchas simpatías e

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En 1986 al final de la campaña, Martínez Verdugo vivió un momento

trágico: el 1 de julio, una semana antes de las elecciones una fuerza

paramilitar lo secuestró cuando entraba a la oficina del CEMOS en la

colonia del Valle.

Yo tenía 31 años y él 38. Andaba yo gestionando mi ingreso al partido, junto con mi amigo Iván García So-lís, y estaba muy preocupado porque la respuesta tardaba. Después del en-cuentro con Arnoldo, se desvanecieron las dudas y reticencias y entré de lleno a la organización. Muy rápidamente se trabó, a iniciativa suya, una amistad que me honraba, e inmediatamente me reclutó para la redacción de la re-vista Nueva Época, a la que me integré en 1962, desde su primer número.

¿Pero cómo era personalmente? El personaje debe ser objeto de un libro que haga honor a la complejidad de su personalidad y su pensamiento; de su modestia bordando en la timidez; su honestidad existencial, común a mu-chos otros comunistas, es difícil de en-tender desde el mirador de la clase po-lítica de nuestro tiempo en la cual, las leyes que reinan son la construcción mediática de la imagen personal a toda costa y el famoso “el que no tranza, no avanza”.

Arnoldo Martínez Verdugo, daba por entendido, que la causa está por encima del individuo, que las negocia-ciones con organizaciones de orienta-ción diferente, no podían ser materia de intereses personales, sino pura y ex-clusivamente, los intereses del Partido. Su integridad personal y política, es hoy, muy difícil de encontrar en nues-tro país. Era totalmente ajeno a los de-

fectos de simulación, codicia material, afán de poder a toda costa y ambición de notoriedad y fama. No era claro está, un serafín, y no acostumbro la adulación de los vivos ni de los muer-tos. Arnoldo era un hombre comple-jo, modesto y profundamente sobrio. Pero estaba lejos de ser perfecto. Era li-geramente tartamudo, falto de humor y demasiado sensible a las majaderías.

Sus contribuciones al desarrollo del Partido entre 1957 y 1981 y luego del PSUM entre 1981 a 1987 fueron de-cisivos para el desarrollo del comunis-mo y la izquierda mexicanos. Atenuó considerablemente el autoritarismo y la intolerancia que regía la vida del partido. Las expulsiones y divisiones siguieron dándose, pero no con la vi-rulencia de años anteriores. Siempre tuvo interés especial en el estudio del marxismo contemporáneo y de las obras de los pensadores mexicanos de izquierda que frecuentemente comen-tamos en nuestros encuentros periódi-cos. Fue traductor de varias obras de historiadores soviéticos sobre la revo-lución y ya en 1971 había publicado en la editorial del partido su primera aproximación a la historia de su par-tido, Partido Comunista Mexicano: Trayectoria y perspectivas. En 1983 fundó el Centro de Estudios del Movi-miento Obrero y Socialista (CEMOS), que presidiría en adelante; y en 1985 publicó una versión más completa de

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y comunista asesinado en Monterrey en 1959. Y alrededor de ellos, miles de obreros y trabajadores, jóvenes y muje-res de los sindicatos que compartieron sus ideas, sus cualidades y sus defectos para dar vida con su entereza a uno de los grandes afluentes que conformaron las luchas obreras del caudaloso siglo veinte mexicano.

La mayoría de ellos sufrió perse-cuciones, cárcel y hostigamientos de todo tipo: Campa que dirigió la huelga ferrocarrilera de 1927 seguida de pro-testas de solidaridad campesinas fue golpeado, reducido a prisión y conde-nado a muerte por el presidente Plu-tarco Elías Calles sólo salvado porque el gobernador de Tamaulipas Emilio Portes Gil, se negó a cumplir la orden. En 1930 fue aprehendido varias veces y se lanzó a una huelga de hambre en la cárcel por reivindicar el derecho de organización autónoma de los comu-nistas y su partido. En la violenta re-presión contra los comunistas en los años que siguieron, Valentín vivió en la más rigurosa clandestinidad, sin rendirse ni claudicar. Contribuyó a la publicación de El Machete ilegal, im-pulsando así el derecho de expresión. Ya en 1934, decidió imponer con he-chos el derecho a elegir y ser electo para sí y su organización y fue lanzado por el Bloque Obrero y Campesino como candidato a la gubernatura de Nue-vo León. Habiendo logrado un éxito

importante, la elección fue declarada nula. Su estancia más prolongada en la cárcel fue de once años entre el 17 de mayo 1960 al 26 de julio de 1970.

En 1978, Campa publicó Mi testi-monio, memorias de un comunista mexi-cano, contando con la ayuda de varios compañeros de partido entre los cuales el principal fue Ilán Semo. Algo hay en el Testimonio de Campa que lo hace diferente a las memorias que en los últi-mos años han publicado otros hombres de la izquierda mexicana. Y no es sólo porque Campa haya participado du-rante medio siglo en todas las grandes luchas obreras de México, ni por-que haya sabido mantener encen-dida la llama de la independencia de su

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El 14 de febrero de 1999 Valentín

Campa cumplió 95 años de edad,

fue el dirigente obrero comunista

más importante del país durante

72 años. Protagonista privilegia-

do del radicalismo mexicano, no

es una figura solitaria entre los

sindicalistas comunistas.

influía considerablemente en muchos movimientos sociales, pero sólo un gru-po selecto se atrevía a militar en una organización permanentemente perse-guida por un Estado que no retrocedía incluso ante el asesinato. Los gobiernos del PRI podaron periódicamente el PCM, sembrando miedo y un sentido de impotencia. En los últimos años de la dirección de Arnoldo Martínez Ver-dugo la situación cambió radicalmente. Después de la legalización definitiva, el 7 agosto de 1979, las solicitudes de ingreso se multiplicaron. Enrique Con-dés Lara cuenta, en su notable libro, Los últimos años del Partido Comunista Mexicano 1969-1981, que en 1976, había en Puebla, 156 militantes en 28 células, y en 1980, 3 000, en doscientas células diseminadas en el Estado. En el Distrito Federal, después de la legali-zación, la membresía se duplicó en un año, llegando a contar con 4 000 mil miembros. Y en el XIX Congreso Na-cional, se reportó que en cuatro meses

de campaña de afiliación se

habían logrado 100 000 solicitu-

des nuevas. Las pri-meras elecciones en

las que el PCM con-

curre con registro, obtiene el 5.8% de la votación, 703 000 votos. Es obvio que hay una discrepancia entre el número de militantes, simpatizantes y electores que sólo se explica por la violencia de Estado permanente en la cual vivía el partido y el país.

El 14 de febrero de 1999 Valen-tín Campa cumplió 95 años de edad, fue el dirigente obrero comunista más importante del país durante 72 años. Protagonista privilegiado del radi-calismo mexicano, no es una figura solitaria entre los sindicalistas comu-nistas. Pertenece a la estirpe de los Hernán Laborde, dirigente ferrocarri-lero como él y Secretario General del partido en los años treinta, Demetrio Vallejo (miembro del POCM) y di-rigente de la huelga ferrocarrilera de 1958, Miguel Ángel Velasco panade-ro, apodado el ratón por su tamaño y activismo y que en 1936 fue candidato a la Secretaria de Organización de la CTM; Cuca García Martínez activista magisterial, feminista y primera mu-jer formalmente miembro del comi-té Central del Partido Comunista en 1925. Estela Carrasco activista obrera y femenil, Concha Michel colabora-dora del sindicato textil San Bruno y participante de la huelga ferrocarrilera de 1927, Othón Salazar dirigente ma-gisterial, Iván García Solís, líder ma-gisterial y economista, Román Gue-rra Montemayor, líder ferrocarrilero

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Page 27: No. 47 - Alejandro Encinas · No puede eludirse en la historia del país el papel del PCM y sus contri-buciones para alcanzar una transición que ha permitido la conformación de

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clase en los peores vendavales y en las noches más lóbregas. Tampoco es por-que su lenguaje sincero y directo, seco y duro, carente de ambigüedades y sutile-zas, tan diferente al que usan los bardos de las “clases medias”, recuerda inevita-blemente las voces de una asamblea de ferrocarrileros.

Lo diferente en este libro, lo que lo vuelve único en su género, es esa ma-nera tan peculiar, tan directa y natural que tiene el autor de colocar a la clase obrera en el centro de los acontecimien-tos y su vida, al comienzo de todo, en el origen del universo contemporáneo. No importa el tema abordado. Cuan-do Campa habla de independencia nacional se refiere a partidos (incluso el suyo), al reflexionar sobre los inte-lectuales, lo hace siempre partiendo de las entrañas de la clase obrera.

Campa fue difamado y perseguido infinidad de veces, fue incluso expulsa-do de su propio partido y escarnecido por sus correligionarios, por una razón única y relativamente simple: nunca pudo quitarse esa extraña costumbre, esa inclinación casi congénita de pen-sar obrero, sentir obrero, actuar obre-ro mexicano. Como político de nivel nacional, Campa tiene encuentros con todos los grandes problemas del país: la lucha contra el imperialismo, la re-forma agraria, la democracia. Pero a ellos llega, no en nombre de la justicia en abstracto o de los “intereses nacio-

nales”, sino en nombre de una clase, de un sector fundamental de la sociedad mexicana. Y eso sin disimulos ni encu-brimientos, convencido de que al final de cuentas, lo que es bueno para la cla-se obrera, coincide con los intereses de la inmensa mayoría de la nación.

Hemos dicho que el Testimonio de Campa, es un jirón de la conciencia de la clase obrera mexicana, no que sea su única expresión. Campa no es el único dirigente obrero que se mantuvo inde-pendiente durante años. Además, la conciencia proletaria no está sólo pre-sente en la obra de Valentín Campa pero ninguna otra refleja en forma tan fiel y directa, tan esencial y sobria el proceso subterráneo, el flujo incesante de más de medio siglo de conciencia obrera.

Varios de esos dirigentes fueron ex-pulsados en algún u otro momento del partido lo que es prueba de uno de los defectos más destructivos de esa orga-nización: la falta de tolerancia para las diferencias de opinión y actuación y la intervención nefasta de la Internacio-nal Comunista y el PCUS en su vida interna. Ello se expresaba en expulsio-nes y divisiones frecuentes.

Dos son los méritos indiscutibles del PCM: el haberse mantenido in-dependiente de los gobiernos del PRI y contado siempre en sus direcciones nacional y locales con hombres como Valentín Campa y Arnoldo Martínez Verdugo

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