¡No me digas que fue un sueño! Tony Cervantes.

Hoy desperté sin saber donde estaba, todo era raro,

confuso y nada conocido

En calles desconocidas caminé divagando sin buena razón,

la visión me fallaba

y no pude evitar chocar con fantasmas del pasado.

- Seguí el camino de los fantasmas; una

vereda que conduce a los recuerdos más

presentes.

Al final del camino no evité la melancolía,

las lágrimas rodaron rebanando mi cara, al

ver que a ellos sólo les bastaba sentarse a

observar como los niños disfrutaban de los

personajes ficticios

-

- Esa misma vereda me condujo a la realidad de los humanos, sin

querer saber la verdad, me di cuenta que todos se ponían mascaras

al tener roce. Trate de hablar con ellos y nadie me entendía, ahí

comprendí que no pertenecía a esas realidades.

Sabiéndome un fantasma en

plena transición, decidí no

preocuparme por entender lo

que me rodeaba, ni a las

múltiples personalidades. Opté

por mimetizarme con lo que

ellos expresaban, ahí me sentí

seguro.

- Recordé que no era necesario esconderme de fantasmas y

humanos, sólo bastaba interpretar el tiempo, distinguir entre lo

contemporáneo y lo antiguo para poder interactuar.

Nada bastaba, me hacía falta ser entendido y sostener un dialogo, por

ello decidí hablar con los restos de los muertos y ofrecerles una

ofrenda a cambio de sus palabras.

El presente era tan desalentador,

los humanos y fantasmas

interactuando de mala gana

diariamente contaminaban el

espacio, un lugar que en tiempos

pasados fue mejor y ahora se

convierte en un basurero de

ruido.

En ese hueco donde ahora las nubes faltan, decido crear mi refugio,

cuando no las hay las creo para protegerme de los constantes calores

y sentirme a gusto en mi paraje.

- Ahí donde todo se contamina y cambia, donde el medio ambiente

se transforma día a día formo mi propia luz, cuando escasea,

la refracto para darle forma a mi camino.