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11 El río Lowyay el pontón de la Oliva

Recorreremos este río encajonado entre cortados calizos,por una boscosa galería de fresnos y alisos, terminandoen un viejo pontón pétreo con el que se intentó contenersus aguas, hace más de siglo y medio.

Su dificultad es baja, con desniveles del orden de 150metros, en una longitud total de unos siete kilómetros.Dado su trazado circular podemos realizar el itinerario encualquier sentido, pero en esta ocasión lo describimos deoeste a este, primero ascendiendo por la ladera del cerrode la Oliva y luego descendiendo por el cañón del ríoLozoya, caminando por su margen derecha.

En este tramo de la ruta observaremos la vegetaciónde ribera, dispuesta en las márgenes del cauce, en oca-siones formando frondosos corredores, en función de susnecesidades de agua y su resistencia a las riadas. Hoy endía estas crecidas son menos frecuentes y están muyreguladas por el embalse de El Atazar, el mayor deMadrid, que a veces no deja correr por esta vertiente nisiquiera el obligado caudal eco lógico. Cerca del pontón dela Oliva el suelo es calizo y la vegetación cambia en lasladeras, con quejigos (Quercus faginea) acompañados deolmos (Ulmus eampestris), higueras (Ficus eariea) y lacolorista cornicabra (Pistacia terebinthus).

Iniciamos la ruta en el antiguo poblado de la Presa,hoy en ruinas, en el primer tramo de la carretera M-134,donde habitaron los penados que construyeron estasobras del primer abastecimiento agua corriente a la ciu-dad de Madrid. Son edificaciones asociadas a la construc-ción de la presa como las casernas de los presidiarios,establos, depósitos, casa cuartel, hospital, talleres, alma-cenes, molino de cal, horno de ladrillos, etc. Tomaremos elcamino ascendente que se inicia junto a la derruida ermi-ta de la Virgen de la Oliva, de estilo románico-mudéjar(siglo XII/XIII), que conserva el ábside, una admirablebóveda ladrillo y un primer tramo de la nave, construidaen piedra caliza.

Subiremos por una antigua pista que serpentea cer-ca de la carretera, sobrepasando ésta hacia el cerro deLa Oliva, pero sin llegar nunca a su cumbre. Pasaremosla entrada de la Cueva del Reguerillo, complejo de másde ocho kilómetros de galerías. En el exterior, en la par-te alta, se ubica el castro de la Oliva: asentamiento cuyoorigen se remonta a la Edad del Bronce (siglo 11 a. C.), enactividad en la época romana y hasta el Medioevo.

Este será el puntomás alto de la ruta;dejamos la cueva a laderecha, en el cantil, ybajamos por la pistahasta la carretera; allí,en un cruce, tomare-mos la que baja a laderecha, en sentido norte-noreste, hacia el río y sus cor-tados.

-de lo que han dejado cons-tancia varias cruces grabadasen la roca-, que se colgabande unas gruesas argollas dehierro, todavía existentes,para realizar la obra.

Estos barrancos también son lugares de escalada, conmás de 500 vías abiertas en las paredes calizas del desfi-ladero excavado hace milenios por el agua, que alcanzanalturas verticales de 40 metros.

Finalizamos nuestro recorrido junto a la presa del pon-tón de la Oliva, que data de mediados del siglo XIX. La

zona la atraviesan el GR88 YelGR 10, rutas senderistas euro-peas de largo recorrido. Unavez superamos la restauradapresa, con sus esclusas y cana-les, sin bajar al río, tomaremosa la derecha una pequeñacarretera de tierra que con unsuave repecho nos devuelve alviejo poblado del punto de par-tida.

Por esa tortuosa pistadescendemos a los sinuo-sos meandros del río, y,aguas arriba, encontrare-mos uno de ellos abando-nado por las aguas,curiosa formación, capri-cho hidrológico, habitualde los desfiladeros cali-zos. Dejamos a la dere-cha una ruinosa casa deguardas y entramos enel cauce sorteandounos cercados ganade-ros; río arriba llegaríamos a la pre-sa de La Parray al pie del muro de bóveda del embalse deElAtazar, puntos de interés, pero tendríamos que volver aeste lugar para volver al punto de partida.

Nuestra senda discurre río abajo por la orilla derechaentre la umbrosa vegetación del bosque ripario y lasescarpadas paredes del acantilado. Si nos fijamos, vere-mos con sorpresa que por su interior discurre un canal,ahora entubado, por minas ygalerías excavadas en la roca,que a tramos aflora en la super-ficie. Retorcidos fresnos cente-narios y altivos alisos, f1an-quean el angosto sendero, queora se estrecha en desfiladero,ora se abre en fresnedas, hastaque avistamos el muro de laPresa. Un erosionado derrum-be de rocas en la margenizquierda nos indica que llega-mos al último tramo de la ruta.

El camino se va haciendocada vez más marcado y llega aestar enlosado y con barandi-llas en los trechos finales en losque se cuelga de los acantila-dos. Estos tramos costaron ensu día mucho esfuerzo y variasvidas de los forzados obreros

Más información:Centro de Iniciativas Turísticas,Educativas y CulturalesPlaza del Llano.Patones de Arriba.Tels.: 918432906 y 918432026

Texto y fotos:Paco Cantó Portillo

(.:} fcantop@gmai1.com)