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Número 13, febrero de 2013. D.L. L.R. 131-2001. ISSN 1697-7084 Promotor y Editor. El Arco La Villa (Nalda . La Rioja) España Onomástica de Nalda

nº13 Cuadernos del iregua febrero 2013

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Número 13, febrero de 2013. D.L. L.R. 131-2001. ISSN 1697-7084Promotor y Editor. El Arco La Villa (Nalda . La Rioja) España

Onomástica de Nalda

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Índice

• Introducción ________________________________________________________________________________

• “Nombres propios naldenses de persona, 1871-2011”, Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rioja), Antonino González Blanco (Universidad de Murcia), Inmaculada García García (Investigadora), Raquel Ramírez García (Asociación de Patrimonio de Nalda, PANAL), Coral Alarcón Menéndez (Investigadora PANAL – El Colletero), Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia) ____________________________________

• “Apellidos naldenses, 1871-2011”, Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rioja), Antonino González Blanco (Universidad de Murcia), Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia), Coral Alarcón Menéndez (Investigadora PANAL – El Colletero)

• “Apodos de Nalda y otros pueblos del valle del Iregua, La Rioja”, Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rioja), Raquel Ramírez García (Asociación de Patrimonio de Nalda, PANAL), Antonino González Blanco (Universidad de Murcia)

• Bibliografía sobre onomástica, Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia)

• Muestra fotográfica

Número 13 Enero de 2013. DL. LR.131-2001. ISSN 1697-7084Promotor y Editor: El Arco La Villa (Nalda – La Rioja), Centro Panal, C/ Piscinas, s/n, 26190, Nalda

(La Rioja), España. Tels. 941 490 051; 646 540 608. Correo: [email protected]© Cuadernos del Iregua

Cuadernos del Iregua n.º 13: Onomástica de Nalda

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Equipo de Cuadernos del IreguaConsejo de RedacciónCoordinadora: Raquel Ramírez GarcíaAsesoría Técnica: Vanessa Ruiz CristóbalDiseño Original: Emilia Fernández NúñezDirección artística y maquetación: Carlos Ramírez de la ConcepciónVocales:Benita Escudero ValdemorosFabiola Pérez MoraciaAndreas OestreicherLourdes Cacho EscuderoGemma Sáenz BazoMartina Ruiz RamírezFlorencia Escudero FonsecaXavi Riba MartínezTomás GarridoJesús Ramírez MartínezRicardo Ruiz RamírezAna María Antoñanzas MartínezJulio Martínez MartínezCoral Alarcón Ménendez

Comité CientíficoCoordinadora: Raquel Ramírez García

Antonino González BlancoClaudio García TurzaUrbano Espinosa Ruiz Félix Sepúlveda BarriosAmando López ValeroBenita Escudero Valdemoros Vanessa Ruiz CristóbalAndreas OestreicherLourdes Cacho EscuderoJosé Javier García RamírezAna Isabel Fernández RicoAlberto Blanco FernándezMarian Roldán PérezJorge López -DavalilloRamiro Palacios Cuesta

DirecciónFabiola Pérez MoraciaAna Isabel Fernández Rico

In MemorianJesús Ramírez Martínez

Con trabajos elaborados por Jesús Ramírez Martínez, hasta el día de su fallecimien-to, para este número especial de la Onomástica de Nalda que estaba investigando

desde hacía tiempo.

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Onomástica de Nalda

pág. �Introducción

INTRODUCCIÓNLa onomástica del pueblo de Nalda es el tema que se va a desarrollar en este número 13 de Cuadernos del Iregua. Los trabajos que se presentan son fru-to, principalmente, del proyecto de investigación de la UR (Universidad de La Rioja), “Onomástica de Nalda (La Rioja): Nombres, apellidos y apodos (1871-2010)”, desarrollado durante los años 2010, 2011 y 2012. En este monográfico figuran tres ar-tículos: Uno, sobre los nombres propios naldenses de persona; dos, sobre los apellidos; y tres, sobre los apodos de Nalda y de algunos pueblos del valle del Iregua. Además, se ofrece también un avance bibliográfico sobre la onomástica:

1. “Nombres propios naldenses de persona, 1871-2011”, Jesús Ramírez Martínez (Univer-sidad de La Rioja), Antonino González Blanco (Universidad de Murcia), Inmaculada García García (Investigadora), Raquel Ramírez García (Asociación de Patrimonio de Nalda, PA-NAL), Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Distan-cia)

Artículo sobre los resultados de un estudio ono-mástico de los nombres de personas de Nalda. Se parte de los datos del Registro Civil del pueblo entre los años 1871 y 2011. Se han recogido los datos de los inscritos, de sus padres y abuelos, con lo que podemos hablar de haber accedido a la ma-yor parte de los nombres de los siglos XIX, XX y lo que llevamos del XXI. A partir de estos datos, debidamente catalogados y estudiados, se avanzan algunas teorías sobre el tipo de nombres, frecuen-cia, motivaciones, etc.

2. “Apellidos naldenses, 1871-2011”, Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rio-ja), Antonino González Blanco (Universidad de Murcia), Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Dis-tancia), Coral Alarcón Menéndez (Investigadora PANAL – El Colletero)

Se presentan parte de los resultados de un estudio onomástico sobre los apellidos naldenses, entre los años 1871 y 2011. Como en el caso de los nom-bres propios de persona, también se ha recurrido

a los datos del Registro Civil del pueblo, cuyos li-bros recogen a todas las personas incritas durante el periodo citado.

3. “Apodos de Nalda y otros pueblos del va-lle del Iregua, La Rioja”, Jesús Ramírez Martí-nez (Universidad de La Rioja), Raquel Ramírez García (Asociación de Patrimonio de Nalda, PANAL), Antonino González Blanco (Universi-dad de Murcia)

Los apodos son los identificadores más precisos de las personas. En los pueblos, aún más, donde se siguen manteniendo con fuerza. Y no solo identifi-can, sino que los motes también generan vínculos indelebles de pertenencia familiar. En esta ocasión se han vuelto a recoger los datos y cotejado con otros anteriores. A la vez, se han requerido datos nuevos mediante encuestas orales y escritas a una muestra representativa de personas del pueblo de Nalda, principalmente.

4. Bibliografía sobre onomástica

Se ofrece un avance bibliográfico sobre estudios onomásticos a lo largo de los siglos XIX, XX, XXI.

5. Muestra fotográfica

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Cuadernos del Iregua, nº13

pág. �Nombres propios naldenses

NOMBRES PROPIOS NALDENSES DE PERSONA, 1871-2011

Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rioja)Antonino González Blanco (Universidad de Murcia)Inmaculada García García (Investigadora)Raquel Ramírez García (Asociación de Patrimonio de Nalda, PANAL)Coral Alarcón Menéndez (Investigadora PANAL – El Colletero)Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia)

RESUMEN: Se presentan parte de los resultados de un estudio onomástico sobre los nombres de personas de Nalda, La Rioja. Para ello se ha recurrido a los datos del Registro Civil del pueblo, cuyos libros recogen a todas las personas incritas en el mismo entre los años 1871 y 2011. Se han recogido los datos de los inscritos, de sus padres y abuelos, con lo que podemos hablar de haber accedido a la mayor parte de los nombres de los siglos XIX, XX y lo que llevamos del XXI. A partir de estos datos, debidamente catalogados y estudiados, se avanzan algunas teorías sobre su tipología, frecuencias, motivaciones, etc.

ABSTRACT: We present part of the results of an onomastic study of personal given names in Nalda (La Rioja, Spain). To this end, we have relied on the information recorded in the Civil Registry of the village, where all people registered between the years 1871 and 2011 are listed. We have analyzed the given names of the registered persons, their parents and their grandparents, thereby probably covering most given names since the beginning of the XIX century. After suitably classifying and analyzing these data, we discuss some theories about their distribution and motivations.

Palabras clave: antroponimia, nombres propios de persona, identidad, evolución

1. INTRODUCCIÓN

En este artículo intentamos dar cuenta de la evolución de algunos de los nombres propios de persona del pueblo de Nalda, La Rioja (España). El estudio del que procede parte de otro más am-plio sobre la onomástica del pueblo. A la vez, y en el marco de un proyecto de investigación de la UR (Universidad de La Rioja), se están tratando los apellidos y apodos de los vecinos del pueblo durante los finales de siglo XIX, el XX y princi-pios del XXI. Es evidente que durante el transcur-so del siglo y, muy especialmente, a partir de los años 70, con motivo de los cambios sociológicos que se comenzaron a sentir en la vida de los pue-blos, el desplazamiento de personas, la emigración y la inmigración, la influencia del mundo urbano y de los medios de comunicación, y los cambios demográficos han generado evoluciones más que significativas en los nombres y apellidos de las personas del pueblo. Y este fenómeno se percibe perfectamente en el Registro Civil1 en el que se inscriben los nacimientos. Se da cuenta de algunos

de los nombres más frecuentes, algunos otros no-vedosos, así como algunas de las causas de estos cambios. Como en los otros estudios onomásti-cos, se ha contado con el estímulo y apoyo decidi-do de PANAL (Asociación de Patrimonio de Nal-da), ya que estos nombres de persona constituyen una parte muy relevante del patrimonio inmaterial del pueblo, al ser depositarios, en gran medida, de muchos de los signos de identidad y de los valores socioculturales de sus ciudadanos.

Desde hace tiempo, tanto desde PANAL cuanto desde nuestro grupo de investigación Tex-tualia de la UR (Universidad de La Rioja), venimos trabajando la onomástica del pueblo de Nalda y de otros del valle del Iregua, en la Comunidad Autó-noma de La Rioja. Abordamos, en esta ocasión, los nombres propios de persona. Todo ello entra

1. Nuestro agradecimiento a Juliana Laparra Ruiz y Manuel Fernández Morga quienes, como responsables del citado registro, han puesto a nuestra disposición cuantos docu-mentos nos han sido necesarios para el desarrollo de los trabajos de recopilación de datos.

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Onomástica de Nalda

pág. �Nombres propios naldenses

dentro de nuestro interés por estos temas ono-másticos y, también, por nuestro compromiso con la historia, cultura y patrimonio de la localidad.

Como ya se ha apuntado, se pretende dar cuenta de algunos de los resultados de los trabajos de investigación desarrollados por las dos institu-ciones citadas: 1. PANAL (Asociación de Patrimo-nio de Nalda) en sus estudios sobre patrimonio inmaterial. Y 2. Universidad de La Rioja, en su proyecto de investigación “Onomástica de Nalda (La Rioja): Nombres, apellidos y apodos (1871-2010)”.

Para ello, interactuando entre sí los investiga-dores de ambos entes, se han tomado los nombres de todas las personas de Nalda (La Rioja) que fi-guran en los libros del Registro Civil existentes en la actualidad en el Ayuntamiento-Juzgado2 y se han tratado los datos -ampliándolos con informa-ciones añadidas y complementarias por parte de personas del pueblo, en una muestra representati-va-, analizado y estudiado con el fin de establecer los posibles motivos que han regido los usos an-troponímicos cambiantes durante los años inves-tigados.

Como puede verse, para este artículo en par-ticular, se han tomado algunos de los pertenecien-tes al siglo XX, aunque “a caballo” entre tres siglos y dos milenios, ya que se trata de los correspon-dientes a los años comprendidos entre 1871 -a los que hay que añadir los años de vida de padres y abuelos, que nos llevaría a los años 1820, más o menos- y 2011.

En suma, se trata de presentar algunos datos, reflexiones y conclusiones que inviten a ampliar campos de trabajo sobre la onomástica antroponí-mica riojana, relativamente poco estudiada. Algu-nos de los miembros del equipo han trabajado la toponimia y los sobrenombres, pero queda mucho por hacer en el campo de los nombres y los ape-llidos.

Respecto al contenido, el cuerpo del trabajo se desarrolla en varios apartados: 1. Nuestro ma-terial de trabajo. 2. La relación con el grupo so-cial. 3. La desacralización de los años libertarios

2. Hay que dejar constancia de que en los últimos 50 años la mayoría de los niños han nacido en el hospital de Logroño, por lo que muchos de estos siguen registrados en Logroño. Por ello, hay nombres naldenses muy reconoci-dos, pero que no figuran en el Registro; por ejemplo, Fabio-la. Desde hace años, no obstante, ya se incriben en Nalda e, incluso, muchos han trasladado su inscripción desde el Registro de Logroño al del pueblo.

(República hasta comienzo de la represión con el comienzo de la Guerra Civil). 4. Los “maravillosos años sesenta”. 5. La influencia de las migraciones (nombres de extranjeros en España, y españoles que viven y tienen relaciones con extranjeros, ade-más de los matrimonios entre personas de cultu-ras diferentes. 6. La denominación personal, sus motivaciones y sus referencias. Además de la co-rrespondiente introducción, algunas conclusiones y una bibliografía básica.

Como puede inducirse del propio título del artículo, el cambio del tipo de nombres propios de persona en el pueblo -así como en otras muchas latitudes- ha sufrido una evolución significativa: hoy resultaría bastante improbable que alguien le pusiera a un hijo el nombre de Benigno, nom-bre habitual a principios de siglo XX, o Aquilina, también frecuente; y ambos en sus acepciones de masculino y femenino, ya que también se encuen-tran casos comunes de Benigna y Aquilino. Y, por supuesto, aún resulta más inverosímil encontrar -y de hecho no los encontramos- los nombres de Yousra y Mádox hasta la fecha en que son inscritos estos dos niños en años recientes. Obviamente, el paso del tiempo, los gustos, modas, influencias ex-ternas y otros factores han hecho que el repertorio de nombres del pueblo haya evolucionado tanto que hay algunos que, aunque hay muchos todavía -caso de Jesús, Ángel, Agustina, Felisa, etc.-, ahora no se ponen; y, sin embargo, hay otros, fuera de toda la tradición popular, que proliferan cada vez más, como es el caso de Ariadna, Aitana, Yanira, Hanna, Carla, etc.; sin embargo, en el caso de las niñas, se está volviendo también a nombres más “tradicionales” como Lucía, Andrea, Alejandra, Cayetana, Ángela, etc. Y, finalmente, hay otros que han desaparecido prácticamente como es el caso de Evaristo, Toribia, Venancio, Sotero, Prudencia,

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Cuadernos del Iregua, nº13

pág. �Nombres propios naldenses

Clemencia, Eleuterio, Perfecta, Marcelo Tiburcio, Gertrudis, Fulgencio, etc.

Para entender todos estos cambios se ha de tener en cuenta la historia de nuestros pueblos. En la vida tradicional de los pueblos a lo largo y ancho de la Península Ibérica, era de suma importancia el mantenimiento del patrimonio por razones de supervivencia. De ahí la importancia del tema de los “mayorazgos”, que en algunas partes de la pe-nínsula todavía hoy siguen en vigor. En el sistema onomástico reinante en la España del Antiguo Ré-gimen eso solía quedar señalado por los apellidos, pero también los nombres eran parte esencial ya que era frecuente observar como de padres a hijos, en los casos normales y no de ficciones jurídicas, sobre todo por razones de mayorazgo, si el apelli-do se mantenía, solía también mantenerse el uso de los mismos nombres, hasta el punto de que era usual el uso de nombre y nombre + junior.

Pero en los casos en los que por razón de la pertenencia de las personas al estado general y a la condición social de “pobres”, el patrimonio so-lía no existir, en cuyo supuesto, el problema no se planteaba siquiera y había libertad de elección.

En Nalda, además, el número de los hidalgos era muy pequeño. Y el de la masa proletaria era la mayoría del pueblo. Habrá que buscar, pues, otra serie de motivaciones para la selección de los nombres de pila. Y de todo ello vamos a encargar-nos a lo largo de la investigación en la que estamos inmersos.

2. NUESTRO MATERIAL DE TRABAJO

La urgencia del trabajo nos hizo recoger los datos del archivo municipal de Nalda desde 1898 hasta nuestros días, pero recogimos solamente los nombres de los inscritos, no los de sus padres y abuelos. Nuestra ficha de trabajo sólo recogió el nombre y apellidos del inscrito en el Registro Ci-vil, la fecha de su nacimiento, alguna nota sobre su ascendencia, pero no los nombres de padres y abuelos. Por supuesto que ahora somos conscien-tes de la necesidad de volver a revisar la recogi-da de datos, ya que para determinados capítulos

necesitaríamos ineludiblemente los nombres de los padres y abuelos de los inscritos, ya que sin ellos no podemos constatar si el nombre se re-pite de padres/abuelos a hijos/nietos, por poner un ejemplo, por lo que aquí haremos solamente una aproximación a los problemas a la vez que nos proponemos revisar los métodos de trabajo. Y no solamente atenderemos a esos datos ahora considerados imprescindibles, sino que también consideraremos algunas otras informaciones que pueden enriquecer aspectos sociológicos relacio-nados con el modo de nominar y registrar a los recién nacidos.

El material de trabajo con el que contamos en estos momentos contempla el registro de 3.028 inscritos desde el 1 de enero de 1898 hasta el 1 de noviembre de 2008. Los datos recogidos, a modo de ejemplo, son los siguientes:

Nombre: Venancio

Apellidos: Ramírez y Medrano

Fecha nacimiento: 20/10/1902

Lugar: Nalda

Comentarios: Padres de Nalda

Nombre: Antonia Elena

Apellidos: Atapuerca Martínez

Fecha nacimiento: 17/ 08/ 1916

Lugar: Nalda

Comentarios: Línea paterna: Robles; mater-na: Alesón

Nombre: Guillermo

Apellidos: Anés Cacho

Fecha nacimiento: 25/ 06/ 1929

Lugar: Nalda

Comentarios: Línea materna: Soto

Los resultados primeros de estos materiales

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Onomástica de Nalda

pág. �Nombres propios naldenses

sacados del Registro Civil dan como resultado un cambio significativo en la evolución de los nom-bres durante el siglo largo que estamos estudian-do. Durante los primeros decenios abundan los nombres de un carácter más en línea con la tra-dición castellana y según van pasando las décadas van apareciendo otros que responden a otras mo-tivaciones, gustos, modas e intereses. ¿Cuáles van a ser los motivos de estos cambios? Obviamente, la evolución sociológica de una sociedad que va generando nuevas formas de vida y convivencia. Un factor importante es, sin duda, el número de hijos que se tienen en las familias; en las familias numerosas había que buscar muchos nombres y se tomaban de todos los orígenes y por todas las mo-tivaciones. Posteriormente, al ir teniendo muchos menos hijos, se pensaba más en la elección del nombre de los hijos puesto que ya no se pensaba en nombres para tantos. También, evidentemen-te, las costumbres religiosas y el hábito de repetir los nombres familiares como si de un patrimonio onomástico se trataran. Otro cambio significa-tivo que se ha producido en los últimos años es la reducción de los nombres a nombres simples, rompiendo en alguna medida un cierto hábito de los nombres compuestos con el fin de combinar nombres de ambas familias, nombre elegido y día del santoral: Julia Nicanora (10/ 01/1931), etc. Con todo, aún encontramos en 1955 un registro de cuatro nombres: María Dolores Pilar Margarita (16/ 06/ 1955).

El repertorio de nombres de Nalda durante todo este periodo, por orden alfabético, es el si-guiente:

Abel, Abelino, Adela, Adelaida, Adolfo, Adoración, Adrián/a, Aencio, Agapita/o, Águe-da, Agustín/a, Aitana, Alba, Alberto, Alegría, Alejandra/o, Alejandrina, Alejo, Álex, Alfonso, Alfredo, Alicia, Allende, Almudena, Álvaro, Ama-da, Amador, Amalia, Amanda, Amazal, Amelia, Amós, Amparo, Ana, Anacleto, Anastasio/a, An-drea, Andrés, Ángel/a/es, Aniceta/o, Anselma, Antolín/a, Antonia/o, Antonina, Anunciación, Apolonia, Aquilina/o, Araceli, Ariadna, Arsenio, Arturo, Ascensión, Asier, Assiya, Asunción, Ata-

nasio, Atilano, Áurea, Aureliano, Aurelio, Aurora, Avelina, Balbina, Baldomero, Baltasar/a, Bárbara, Basilia/o, Basilisa, Bautista, Beatriz, Begoña, Be-nigna/o, Benita/o, Benjamín, Bernabé/, Bernar-dina/o, Bernardo, Bienvenida/o, Blanca, Blas/a, Bonifacio, Boradia, Borja, Braulio, Brayn, Brígi-da, Bruno/a, Buenaventura, Calisto, Candelaria, Candelas, Cándida/o, Carla, Carlos, Carmelo/a, Carmen, Carolina, Casilda, Casimira/o, Catalina, Caya/o, Cayetano/a, Cecilia/o, Ceferino/o, Ce-ledonia/o, Celeste, Celestina/o, Celia, Celsa/o, Cenón, César, Cesárea/o, Cipriana/o, Ciriaca/o, Cirila/o, Ciselio, Clara, Claudelio, Claudia/o, Cle-mencia, Clemente, Clementina, Cleta/o, Clotilde, Concepción, Concha, Conrado, Constancia/o, Constantino, Constanza, Consuelo, Coral, Cris-tiana, Cristina, Cristóbal, Cruz, Damián/a, Da-niel/a, Daría, David, Delfín/a, Delia, Demesio, Demetria/o, Denise, Diego, Dimas, Dionisia/o, Divina, Dolores, Domingo, Dominica, Donata/o, Dori, Ecequiel, Eduardo, Eladia, Elena, Eleute-ria/o, Elías, Elisa, Elísabet, Elisardo, Eloísa, Eloy, Elsa, Elvira, Emelia, Emerencia, Emeterio, Emi-lia/o, Emiliano, Emma, Encarnación, Enemesio, Engracia, Enrique/ta, Enzo, Epifanía/o, Erminia, Ernesto, Escolástica, Esperanza, Estanislao, Este-ban, Estefanía, Ester, Estíbaliz, Eufemia, Eufrasia, Eugenia/o, Eulalia, Eulogia/o, Eumelia, Euminio, Eusebio/a, Eustaquia, Eustasio, Eva, Evangelina, Evaristo/a, Evelia, Expectación, Fabián/a, Facun-do, Fátima, Fausta/o, Faustina/o, Felicidad, Feli-cita, Felipa/e, Félix/a, Femira, Fermín, Fernando, Florentino, Fidel/a, Filomena, Flor/a, Floren-cia/o, Florentina/o, Francisco/a, Fructuoso, Ful-gencio/a, Gabina/o, Gabriel/a, Galo, Gandecio, Gaspar, Genara/o, Genoveva, Gerardo, Gerbasia, Germán/a, Gerónima/o, Gertrudis, Gil, Gloria, Gonzalo, Graciana/o, Gregoria/o, Guadalupe, Guillermo, Gumersinda, Halima, Hanna, Héctor, Hemeterio, Hermelinda, Hermenegildo, Higinia/o, Hilaria/o, Hipólita/o, Honorio, Hugo, Igenia, Ignacia/o, Ildefonsa/o/, Iluminada, Indalecio, Inelda, Inés, Inmaculada, Inocencia,/o, Inocen-ta/e, Íñigo, Iratxe, Irene, Isaac, Isabel, Isidora/o, Isidra/o, Ismael, Jacinta/o, Jacoba, Jaime, Javier/a, Jesús/a, Joaquín/a, Joel, Jonatán, Jorge, José/fa,

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Cuadernos del Iregua, nº13

pág. �Nombres propios naldenses

Josué, Juan/a, Juanita/o, Judith, Julia/o, Julián/a, Justa/o, Ladislada, Lady-Esther, Lara, Laura/o, Laureana/o, Lázaro, Leandra/o, León, Leonar-do, Leoncia/o, Leónida, Leonila, Leonor, Liboria, Lidia, Lino, Lorena, Lorenza/o, Lourdes, Lucas, Lucía/o, Luciana/o, Lucila, Lucrecia, Luis/a, Luz, Macaria, Mádox, Magdalena, Malen, Manuel/a, Marcela/o, Marceliano, Marcelina/o, Marcos, Mar-garita, Mari, María/o, Mariano, Marina/o, Marisol, Marquina, Marta, Martín/a, Marwan, Matea/o, Matías, Matilde, Maura/icio, Maximina/o, Máxi-mo, Melchór, Melitón, Mercedes, Micaela, Miguel, Milagros, Modesta/o, Moisés, Mónica, Montse-rrat, Napoleón, Narcisa/o, Natalia/o, Natividad, Nazaret, Nazaria, Nemesia/o, Nicanora, Nica-sio, Nicolás/a, Nieves, Norberto, Obdulia, Odei, Olga, Oliver, Orlando, Óscar, Pablo, Pantaleón/a, Pascua, Pascual/a, Patricia/o, Patrocinio, Paula/o, Paulina/o, Pedro, Pelayo, Pepa/e, Perfecta, Petra, Petronila, Piedad, Pilar, Pío, Plácida/o, Policarpo, Policiano, Polonia, Práxedes, Presentación, Prima, Primitiva/o, Prudencia/o, Pura, Purificación, Purí-sima, Quintín, Rachel, Rafael/a, Raimunda/o, Ra-miro, Ramón/a, Raquel, Raúl, Rebeca, Regina/o, Remedios, Restituto, Resurrección, Reulo, Ricar-do/a, Richard, Roberto, Rocío, Rodolfo, Rodrigo, Rogelio, Román/a, Roque, Rosa, Rosalía, Rosana, Rosario, Rubén, Rufa, Rufina/o, Sabina/o, Salo-mé, Solomón, Salud, Salustiana/o, Salvador/a, Salwa, Samuel, Sandra, Santiago, Santos, Sara, Sa-rabel, Saturia, Saturnina/o, Sebastián/a, Secundi-no, Segunda/o, Selena, Serafín/a, Sergia/o, Seve-riano, Siborio, Silvana/o, Silverio, Silvia, Simeón, Similiano, Simón/a, Sinforiano, Sixta, Sofía, Sole-dad, Soraya, Sotera/o, Susana, Telesforo, Teodo-ra/o, Teófila/o, Teresa, Tiburcia/o, Timotea/o, Tomás/a, Toribia/o, Trinidad, Urbana/o, Úrsu-la, Valentín/a, Valeria/o, Valeriana/o, Valvanera, Vanesa, Venancia/o, Vicenta/e, Víctor, Victoria, Victoriana/o, Victorina/o, Vidal, Virginia, Visita-ción, Vitasia, Vitora, Wenceslada, Yanira, Yolanda, Yousra, Zacarías, Zaira, Zéus, Zoila/a, Zulema.

En cuanto a la frecuencia de nombres, de en-tre estos 3.028, damos cuenta de algunos de los más habituales, aunque se ha de tener en cuenta el cambio de los mismos durante el periodo de

tiempo estudiado. En los primeros decenios, los más frecuentes son los nombres tradicionales que aceptan el doblete masculino y femenino: Manuel/ Manuela, Francisco/ Francisca, José/ Josefa, Mar-tín/ Martina, etc. Obviamente, también encon-tramos otros específicos de género y responden a nombres del Antiguo Testamento, de otras re-giones o países como es el caso de Abel, Sara, Samuel, Susana, David, Elías, Ismael, Montserrat, Odei, Mádox, Enzo, etc. Y otros que se sienten más masculinos o femeninos, respectivamente: Lucas, Margarita.

Como podemos observar, los nombres rela-cionados con los motivos religiosos y el santoral son los más frecuentes, aunque, con una frecuen-cia mucho menor va a aparecer todo un reperto-rio de nombres muy variados e interesantes que se estudiaran en detalle en trabajos próximos que deriven de la investigación.

Nombres propios de Nalda FrecuenciaMaría (598)3/ o (3)/ no (10) 611José/ Josefa (66) 292Manuel/ a (45) 156Julián (77)/ a (34)/ Julia 151Luis/ a (57) 147Francisco/ a (34) 128Ángel/ a (19) 126Antonio/ a (37) 114Pedro/ Petra (19) 127Juan/ a (46) 120Félix/ Felisa (59) 114Jesús/ a (5) 97Carmen 84Pilar 82Pablo/ Paula (29)/ -lina (5)/ -o (2)

81

Concepción/ Concha (4) 62Martín/ a (23) 60

3. Es muy frecuente el uso de María y José como parte de otros compuestos, unas veces femeninos otros masculinos: María José, José María, María Teresa, Manuel María, Marío de los Ángeles Rafaela, etc.

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Onomástica de Nalda

pág. �Nombres propios naldenses

Miguel 32Andrés/ ea (10) 31Saturnino/ a (8) 30Jacinto/ (6) 28Basilio/ a (9) 27Nicolás/ (6) 27Mercedes 27Valentín/ a (6) 26Ana 25Matías 25Rafael/ a (3) 22Daniel/ a (1) 24Javiera/ a (4)4 24Eduardo 22Ricardo 22Margarita 21Enrique/ eta (5) 20

Vicente/ a (28) 59Isabel 53Eusebio/ a (25) 50Teresa 45Gregorio/ a (19) 58Joaquín/ a (17) 46Domingo 45Benito/ a (29) 45Felipe/ a (12) 45Rufina/ o (14)/ Rufa (2) 41Agustín/ a (13) 39Alejandro/a (7) 39Asunción 38Emilia/ o (10) / ano (1) 38Victoria/ ana (5)/ ano (12) 37Rosa/ ario (17)/ ana (1) / lía (2)

37

Tomás/ a (14) 37Dolores 35Lucía/ ana (8)/ o (6) 34Santiago 33

Cecilia/ o (1) 19Aquilino/ a (8) 19César/ eo ( 3)/ ea (3) 19Ramón/ a (6) 18Natividad 17Evaristo/ a (5) 17

4. A finales del S. XIX.

Gerardo Salud, 1898,

Honorio Buenaventura Juan Evangelista Jacinto, 1899

Rafael Wifredo Mariano Francisco Vicente, 1935

Lucía María de las Mercedes. 1876

Teresa Juliana María de la Concepción Castells, 1885

Marquina María de los Ángeles, 1887

María Luisa del Pilar y Wenceslada, 1900

María de los Dolores Justina Concha, 1920

María de los Dolores Justina Concha, 1925

María Dolores Pilar Margarita, 1955

3. LA RELACIÓN CON EL GRUPO SOCIAL

Hay que advertir que lo que hemos dicho de los pobres del estado general y menesteroso, tam-bién se aplicaba, servatis servandis, al estado de los posesores poderosos. Cuando había alguna razón para cambiar el nombre y los apellidos había mo-dos legales de hacerlo. Para eso estaban las leyes de los vínculos y adopciones y cosas por el estilo que hacían que también los interesados pudieran hacer lo que en cada caso convenía, con lo que la denominación era un tema siempre vivo. Y como acabamos de indicar el grupo social era el referen-te último y más importante.

3.1. Ámbito religioso

3.1.1. Patronos del pueblo: religiosos

Los grupos sociales eran varios y el primero en los pueblos era la misma comunidad cívico-re-ligiosa. Dentro del grupo social los referentes eran

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varios y variados. Siempre venían desde arriba. Y en una etapa confesional y unitaria el principal refe-rente era el religioso católico. Es esta la razón por la que aparte de los nombres de Jesús, María y santos que aparecen en la Biblia (Antiguo y Nuevo Testa-mento), tenían un lugar especial los nombres de los Santos Patronos del pueblo. Desde prácticamente la época del emperador Constantino, y trasladando categorías reinantes en la sociedad romana, el pa-tronato fue un uso que se fue estableciendo en las comunidades cívicas, imitando lo que pasaba en las comunidades cívicas en el orden político, que te-nían a algún personaje relevante e influyente en las altas esferas políticas para que ayudara a las comu-nidades en casos de necesidad. Los pueblos fueron eligiendo a su patrono, por razones variadas entre los santos que tenían reconocido un poder espe-cial para cosas de emergencia. Y así es abundante el número de parroquias y comunidades urbanas que eligieron con buen sentido teológico a la Virgen en sus distintas advocaciones, pero cuando llegaba la peste o determinados tipos de peste, tomaron gran protagonismo San Blas, San Sebastián y otros san-tos a los que se les reconocía un especial poder de actuación en casos de esa índole. En ocasiones el que hubiera santos naturales de aquella comunidad era otra razón muy importante. Así en Calahorra, los Santos Emeterio y Celedonio son patronos des-de siempre, por haber sido martirizados allí mis-mo. En cada pueblo los nombres de sus patronos son los que más suelen aparecer entre los nombres de la comunidad: serán María de la Natividad, Ma-ría de Covadonga, incluso María de Jerusalén, los nombres que más aparezcan en las comunidades en las que sus patronas sean tales advocaciones de la Virgen. O serán Emeterio y Celedonio, Blas, Sebas-tián, Martín y similares los que mas suelen aparecen en pueblos cuyos patronos son los santos homóni-mos.

En Nalda los patronos son La Virgen de Vi-llavieja y San Roque. El nombre de María es el más frecuente entre las denominaciones personales del pueblo, tanto entre mujeres, como en el compuesto “José María” también entre los varones. Hay una María de Villavieja de Araba, nacida el 3 de mayo de 1966, que probablemente no se refiere a la pa-

trona de Nalda, por ser sus padres procedentes de La Puebla de Labarca, y otra María de Villavieja Moracia Íñiguez (20/3/1969), pero “Roques” no hay ninguno a lo largo del siglo XX. La explicación es complicada de formular y de concebir. Es posi-ble que tenga que ver con la devoción más formal a San Roque y con la dificultad de denominar a una niña “Villavieja”.

3.1.2. Santo del día

Pero hay familias que en estos temas no es-taban muy iniciados, ya porque no fueran particu-larmente religiosos o porque no fueran crédulos o por desidia, dejaban la elección a la marcha de la historia y en aquellos tiempos al santo del día, que en muchos casos les venía informado por el sacer-dote o algún vecino entendido. Es el caso ya citado de Julia Nicanora.

Tal costumbre está atestiguada ya desde muy antiguo. Sus orígenes constan ya en las obras de San Juan Crisóstomo en el siglo IV de nuestra era, cuando el santo, tomando el uso pagano de impo-ner nombres de héroes o dioses paganos a los ni-ños, constatado por la tradición, polemiza contra tal uso y propone como alternativa saludable im-poner a los niños los nombres de santos cristianos que puedan proteger de verdad a los niños en sus momentos de necesidad.

El problema era que esa “moda” necesita-ba del conocimiento de las listas del martirologio romano de la existencia de un año cristiano y, en tiempos de poca cultura, sobre todo cuando aún no había imprenta tales lujos no hay que suponerlos, sino que hay que demostrarlos, y es bien conocido que a lo largo de la Edad Media aparecen nombres que poco tienen que ver con el calendario cristia-no. Por lo que el uso de que hablamos ha sido y es constatable en los últimos siglos y en general a partir del Concilio de Trento y del uso más gene-ralizado de la imprenta. En cualquier caso, para el caso del que hablamos, el Registro de Nalda desde 1898, es un uso muy común como podemos cons-tatar asomándonos simultáneamente a los nombres impuestos a los niños primeros que aparecen en el registro y a los datos del Martirologio Romano. He

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Onomástica de Nalda

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aquí el resultado limitándonos a solo los primeros nombres recogidos:

Manuel Martínez Andrés (n. 1 de enero 1898)

Gregorio Antonio Villena Pablo (n. 17 de enero de 1898)

Raimunda Pérez y Nieto (n. 23 de enero de 1898)

Alfonso Pereita y Rico (n. 23 de enero de 1898)

Paula Lázaro y García (n. 25 de enero de 1898)

2.1.3. Santos a los que se tiene devoción

Ya lo hemos constatado con la imposición del nombre de “María”. La Virgen María es la perso-na más venerada por la comunidad cristiana y es el nombre que más aparece entre todas las deno-minaciones cristianas y no solo de Nalda, sino en general (García, 1998).

Es muy complicado determinar si hay mu-chos o algunos otros nombres que puntualmente demuestren una devoción personal de unos pa-dres determinados a algún santo en particular. De esto habría que hacer encuestas por el pueblo e ir aproximándonos al tema mediante trabajo de cam-po, cosa que todavía no se ha hecho, pero que esta-mos en disposición de hacer.

3.2. Ámbito familiar (padres, padrinos, allega-dos, otros parientes)

En íntima competición con los determinan-tes religiosos, también los vínculos familiares eran factor de enorme importancia en la elección de los nombres propios, de tal manera que todavía en el final del siglo XIX y principios de XX, en los casos en los que no hay influencia religiosa demostrada, hay que pensar que lo que determinó la elección del nombre del recién nacido debió ser la existencia del nombre en la propia familia, ya sea por ser nombre de algún progenitor en primero o segundo grado, ya por ser el de alguien íntimamente relacionados con ellos, padrinos, amigos o familiares muy que-ridos.

Este hecho se constata en todo el antiguo Régimen, cuando el nombre del cabeza de familia suele ser idéntico durante generaciones y se consta-ta en nuestros tiempos con ejemplos muy concre-tos: Alfonso el herrero impone a su hijo su propio nombre. Lo mismo ocurre con Miguel Ruiz quien a su primogénito le asigna el mismo nombre. Así como Ángel Fonseca, Ángel Íñiguez, y Ángel Blas-co ponen a sus respectivos primogénitos el mismo nombre. U otros casos de tres generaciones: Ángel Balmaseda abuelo, padre e hijo; Francisco Barrón abuelo, padre e hijo; Sergio Cuadra abuelo, padre e hijo. Al recoger los datos del registro no hemos incluido los nombres de los padres y para valorar este procedimiento con rigor va a resultar impres-cindible contar con esos datos.

Por todo ello hay casos en los que sospecha-mos -por muchas razones, entre las que figura el conocimiento de la mayor parte de las familias- que la nominación debe ser debida a influencias fami-liares, pero no lo hemos podido comprobar. Tal puede ser el caso de los dos nombres que recoge-mos entre los primeros del registro.

Nicanora Cuadra Díez (n. 10 de enero 1898, falle-cida poco después)

Benita Íñigo y Pérez (n. 10 de enero 1898, fallecida el 28 de abril de 1899)

3.3. Cívicos

La influencia de los poderes públicos y fácti-cos ha sido una constante en la vida de los pueblos. Hay un hecho muy notable en la vida española y es que cuando nuestro actual monarca, Don Juan Car-los de Borbón era niño y se le designo en seguida como el futuro rey del país, hubo por toda España una multitud de niños que recibieron el nombre de Juan Carlos, que hasta aquel momento habían sido dos nombres que raramente iban juntos en una de-nominación personal. Pues el fenómeno aunque con menor intensidad ha pasado siempre y también en Nalda. Algo similar ocurrió con la frecuencia de Franciscos y, sobre todo, con José Antonios tras la Guerra Civil.

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3.3.1. Nombres de los reyes

No contamos con material suficiente. En Nal-da encontramos un “Alfonso” Pereita Ramírez, nacido el 7 de marzo de 1932, pero al no haber constatado el nombre de sus padres no podemos ni siquiera imaginar si el nombre se debió a los sentimientos monárquicos de la familia, cosa no presuponible en los días de la II República, o al capricho de la madre a la que gustaba el nombre, o si meramente era el nombre de los padres o abuelos del susodicho.

Hay otro Alfonso Ruiz Alba nacido el 25 de marzo de 1948.

Hay otro Alfonso Ruiz Fernández nacido el 17 de abril de 1957, que no es de suponer que ten-ga nada que ver con los nombres de los reyes ya desparecidos.

Hay un “José Alfonso” Ramírez González na-cido el 28 de septiembre de 1982.

En Nalda el primer “Juan Carlos” que aparece es Juan Carlos Cuadra López, nacido el 6 de junio de 1960. El segundo es Juan Carlos Ruiz Ramírez, nacido el 6 de abril de 1962. En el año 1962 se registran tres Juan Carlos.

Hay una “Sofía” Pérez Ruiz, nacida el 18 de agosto del 2003.

“Mercedes” hay varias, pero hay una “María de las Mercedes” Peso Peso (2/11/1968) que en España recuerda mucho a la esposa de Alfonso XII, sin duda por la canción a ella dedicada que la hizo especialmente popular.

3.3.2. Dueños de las tierras y señores del lugar

También podría pensarse en la influencia de los nombres de las personas pudientes del pueblo. No hay que olvidar que Nalda fue la sede del se-ñorío de Cameros (Moreno Ramírez de Arellano, 1992). Su castillo fue el punto político más impor-tante entre Logroño y Soria, y el pueblo fue el de mayor población en el mismo territorio. La estruc-tura de un sistema así generaba una sociedad pi-ramidal en la que los señores estaban solos en el

vértice de la pirámide, había luego una cohorte de familias poderosas y luego los soldados, los servi-dores y los campesinos eran la masa social del pue-blo. Además, el Señorío de Cameros, con su castillo y sus necesidades de toda índole social, económicas y militares hacían que los señores pudieran contra-tar a artesanos, gentes de armas o servidores que sin duda contribuían al enriquecimiento genético y cultural del pueblo. Y no sabemos la influencia de estas estructuras jerárquicas en las formas de nomi-nar a los ciudadanos.

En la época más reciente las familias más po-derosas y terratenientes fueran las de los Castella-nos y los Osma y Ramírez de Arellano (preguntare-mos los nombres a los de más edad del pueblo), así como la familia de Diego Ochagavía; pero conside-ramos que estos nombres no van a tener relevancia en los que se han ido registrando en el pueblo.

4. LA DESACRALIZACION DE LOS AÑOS LIBERTARIOS (República hasta comienzo de la represión con el comienzo de la Guerra Civil)

En pueblos cercanos hay algunos casos en los que se emplearon algunos nombres desacralizados, como pueden ser Flora o similares.

En Nalda no lo hemos constatado, aunque, tal vez, debieron existir tendencias similares. Pro-bablemente la estructura social del pueblo era de-masiado estricta y endurecida por lo que tales ten-dencias quizá se manifestaron menos; de hecho nada más comenzar la Guerra Civil -aunque en el pueblo nunca hubo frente-, se produjo una terrible represión franquista que dejo 18 muertos y más de 50 represaliados. En cualquier caso, no aparecen nombres como Democracia, Galán, Libertad, etc., que se dieron en otras latitudes. De todos modos hay una Hermelinda en el 34, y una Lady-Esther también en el 34.

Para hacernos una idea de cómo se trató el tema de los nombres propios de personas duran-te la Segunda República Española, citamos a Diez Morras:

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“El 14 de mayo de 1932 el gobierno republi-cano aprobaba una Orden Ministerial muy no-vedosa que abría la posibilidad de asignar a los recién nacidos nombres generales de cosas e ideas que hasta entonces eran comunes pero que los más fervientes republicanos empeza-ban a demandar.

Esta Orden indicaba en su introducción que la función individualizadora de un nombre tam-bién se veía cubierta con conceptos generales que designaban objetos reales, señalando por ejemplo que tan aceptable era el nombre de Libertad como el de Rosa. Continuaba dicien-do la nueva norma que “no hay por qué poner barreras infranqueables al uso y abortar una costum-bre nueva. El nuevo orden de derecho instaurado en España y las ideas triunfantes han hallado reflejo en-tusiasta en los sentimientos de muchos ciudadanos que desean sencillamente designar a sus hijos con nombres evocadores de tales favorables circunstancias políticas, y el Estado y su ordenación jurídica no pueden desoír esta noble aspiración. Los únicos límites a establecer en este punto, han de ser los del buen gusto y una discreta oportunidad”. (…) La Orden, además de los ha-bituales nombres relacionados con la religión, permitía “los que expresen conceptos políticos… como el de Libertad, el mismo de Democracia, etc.”, u otros que designen cosas, flores, astros, y sus-tantivos y adjetivos que no formen apellidos o sean análogos a nombres existentes. Tampo-co se permitía convertir en nombre un ape-llido. En fin, el único límite era “el buen gusto”. Por otra parte los encargados de los Registros Civiles no podían admitir, según el artículo 3 de la Orden, más de tres nombres para cada inscrito, una costumbre muy monárquica por otra parte”.

Obviamente, todo esto fue abolido con el ad-venimiento del franquismo y de su régimen. Se de-rogó la ley antecitada, se ejerció un control mucho más estricto sobre los nombres que, de nuevo se orientaron hacia los cánones tradicionales, además de aportar algún nombre hasta entonces práctica-mente inexistente en su combinación de compues-to, como es el caso de José Antonio: Aparece uno en 1921 y once entre 1938 y 1963, todo un dato.

5. LOS “MARAVILLOSOSO AÑOS SESENTA”

Por supuesto que todas las motivaciones de los períodos precedentes siguen operativas. Con novedades coyunturales, como puede ser la fre-cuencia con que se repite el nombre de Juan Car-los, sin duda por influjo de la presencia e influencia del entonces Príncipe de España, D. Juan Carlos de Borbón, frecuencia que en Nalda no se nota ape-nas, como ya hemos indicado.

Con la modernización del país y las transfor-maciones que experimenta, los cambios de resi-dencia masivos, los desplazamientos del campo a la vida urbana de las ciudades y las comunicaciones entre personas cada vez más intensas y frecuentes y la apertura de horizontes que todo ello supone, se genera una conciencia de “modernidad” para caracterizar el período y que se llega a formular in-cluso en los libros de texto.5

Uno de los aspectos en los que tales cambios se pueden comprobar es el de los nombres que se imponen a los niños.

Es la hora de Amazal (28-12-59)

Dori del Mar (12-01-60)

Orlando (03-04-61)

Yolanda (13-07-62)

M.ª Sonia (20-12-67)

Sandra (28-03-71) Sarabel (07-09-72) María Nela (27-01-76)

Hay una recuperación de nombres españoles pero de lenguas no castellana, como es el caso de nombres vascos: “Iratxe” Lamas Vaquero (17/6/ 2006).

Hay nombres vascos pero del grupo de los sacralizados y que por lo mismo eran tradicionales como Estibaliz Fernández Fonseca (21/6/(1986).

5. En algunos libros en uso en el penúltimo curso del bachi-llerato se llegaron a incluir lecciones sobre la “modernidad” y sus características, lo que muestra el nivel de conciencia colectiva de los cambios sociológicos acaecidos y de la con-ciencia de los mismos.

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En fin, que los “maravillosos años sesen-ta” dan entrada a nombres novedosos, a un pun-to de modernidad y de originalidad que hará que vaya cambiando el perfil de los nombres propios del pueblo: Nombres como Vanessa, Luz Divina, Iván, Óscar, Jorge, Zulema, Isaac, Emma, Carolina, María Teresa Rufina, Lorena, María Belén, Zaira, Oliver, María del Puy, Odei, Coral, etc.

6. LA INFLUENCIA DE LAS MIGRACIONES

(Nombres de extranjeros en España, y espa-ñoles que viven y tienen relaciones con extranjeros, además de los matrimonios entre personas de cul-turas diferentes)

Las relaciones de naldenses con países eu-ropeos son ya antiguas. Hay amigos que viven en Inglaterra, otros casados en Holanda, etc. Y de hecho hay nombres franceses entre nuestros ni-ños ya de1995: Denise Fernández Corral (5 de enero de 1995). Ingleses: Richard García Kalyukh (12/12/2000). Otros de origen variado como Álex, Josu Aritza, Mádox, Elísabet, Jónathan, Joel, Yani-ra, Brayn Emilio, etc.

Las influencias seguramente culturales de Sudamérica deben estar presentes en la elección del nombre de Allende Viguera Ruiz Carrillo (/21/10/1998)

Con los aires de libertad personas que trajeron los años ‘60 habíamos visto la aparición de nom-bre orientales entre nuestros niños. Hay una Zaira Sáenz Andrés nacida el 15 de octubre de 1991, pero ese nombre está en la literatura hispana más tradi-cional. Recordemos aquellos de Zorrilla “Su bravo Alcaide Aliatar, de la hermosa Zaira amante...” Y lo mismo se puede decir de Zulema García Tovillas (8/3/1982)

O también encontramos a Assier Aragón Mar-tínez (19/7/2000) que nos parece tener aires árabes y también es muy frecuente en el País Vasco.

Es sólo en la última generación cuando es-tas influencias se pueden constatar. En los últi-mos cinco años hay media docena de nombres marroquíes inscritos entre nosotros, debido al

intenso flujo migratorio de primeros del 2000: Yousra Litim (27/6/2002), Salwa (14/2/2006), Hanna (7/9/2006), Assiya (1/3/2007), Halima (14/5/2007), Marwan (1/10/2008).

7. LA DENOMINACIÓN PERSONAL, SUS MOTIVACIONES Y SUS REFERENCIAS

Es indudable que durante toda la primera mi-tad del siglo XX había un mundo sacral cuyas cos-movisiones son bien constatables en el elenco de nombres que se ha venido llamando y conociendo como nombres españoles.

El paso del tiempo y los estudios de onomás-tica han hecho medir mejor tal tipo de denomina-ciones y ver que estos son nombres decantados por una cultura determinada que ha sido aceptada sin contradicción sobre todo a partir del concilio de Trento, pero que en España, en la Edad Media, hay muchos otros nombres y sobre que el sistema de denominación no era tan rígido y restringido.

Los nuevos aires han ido trayendo la libertad que ahora es bien manifiesta y que está abierta a las influencias de los seriales televisivos, de los héroes del cine, de los protagonistas de novelas más o me-nos populares, así como también a los nombres de “famosos” de toda índole que llenan las páginas de nuestros periódicos.

Las cosas han cambiado en el modo de abor-dar los nombres que pueden inscribirse en el Regis-tro Civil y hay más libertad para elegir los nombres. Por ello, incluso se ha promulgado la ley 40/99, de 5 de noviembre sobre nombres y apellidos se dice:

“Esta situación que ya intentó ser cambiada con oca-sión de la modificación del Código Civil, operada por la Ley 11/1981, de 13 de mayo, es la que se pretende modificar a la luz del principio de igualdad reconocido en nuestra Constitución y en atención a distintas de-cisiones de ámbito internacional adoptadas sobre esta materia. Basta recordar, en este punto, que el artículo 16 de la Convención de Naciones Unidas de 18 de diciembre de 1879 prevé que los Estados signatarios tomen las medidas necesarias para hacer desaparecer toda disposición sexista en el derecho del nombre; que el Comité de Ministros del Consejo de Europa, desde

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Onomástica de Nalda

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1978, establece en la resolución 78/37 la recomenda-ción a los Estados miembros de que hicieran desapa-recer toda discriminación entre el hombre y la mujer en el régimen jurídico del nombre y que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha sancionado, en la sentencia de 22 de febrero de 1994 en el caso Burhatz C. Suisse, las discriminaciones sexistas en la elección de apellidos”

En fin, como en el caso de los apellidos, los nombres, en ocasiones, no gustan ni satisfacen a sus portadores por lo que se da la oportunidad de cambios libremente elegidos por los nominados con el fin de lograr su conformidad con el nombre que lo identifique y represente. Al fin y al cabo los gustos o “significaciones” de los nombres no siem-pre son percibidos con el mismo sentimiento por los nominadores y los nominados.

Estamos en una época en la que los nombres ya no se consideran talismanes para conseguir la protección de un santo, sino denominaciones con-cretas para identificar a las personas, que serán las que tengan que ir forjando con su vida el valor de su nombre: se sabe que son las personas las que hacen importantes a los nombres y no los nombres los que condicionan a las personas. Cada vez más el nombre se está acercando a la función meramente denominativa del apodo, del que en realidad deriva. Cuando constatamos que a un niño se le ha llama-do Zeus Aragón Ramírez (18/12/1991) no sabe-mos si admirar más la desacralización incluso de la mitología clásica, si tomarlo a broma o si enten-der que se le ha puesto a una persona un nombre “extraño” en nuestro entorno, con un atrevimiento cultural casi infinito. Menos raro suena el nombre de Ariadna Vázquez Fernández (1/11/2004), pero ello se debe a que el personaje, muy conocido en la mitología clásica, es menos numinoso que Zeus y, por lo mismo, su nombre es menos llamativo.

No es este el momento ni el lugar de hacer filosofías sobre el tema, pero es bien patente que da pie a numerosas reflexiones de toda índole que podrán, sobre todo, definir las posturas de los in-terdialogantes, pero que no aportan mucho al tema en sí mismo.

8. CONCLUSIONES

Tras esta breve exposición, adelantamos algu-nas conclusiones sobre los nombres propios nal-denses de persona:

• Los nombres propios de persona de Nal-da son muy numerosos y variados presentan algunos con gran frecuencia, regularmente de origen religioso o del santoral (María y José, sobre todo); otros también bastante frecuen-tes, como Luis/a, Manuel, Antonio, Carmen, Julián y otros religiosos como Jesús, Pilar, Ángel, Teresa, Pedro, Pablo, Juan/a, etc.; y un repertorio de nombres de frecuencia me-dia, como Gregorio, Lucía, Domingo, Asun-ción, Santiago, Ana, etc. Y, finalmente, todo un elenco de nombres de menor frecuencia y otros puntuales, como Matías, Eduardo, Mar-garita, Clemencia, Lorenzo/a, Trinidad Pom-posa, Venancio, Jenara, Gerardo Salud, Gavi-no, Engracia, Pedro Pescasio, Basilia, Braulio, Serafín, etc.

• Durante los 110 años que estamos estudian-do hasta estos momentos se han producido cambios muy significativos en los nombres de pila del pueblo. Los momentos de mayor evo-lución han sido los años 60, por la influencia de los nuevos patrones de vida y de conviven-cia social debido a la movilidad demográfica; y los que llegan a partir de los años 90 con la interacción con lo internacional y por las mi-graciones.

• Cada vez abundan más los nombres sim-ples de orígenes más variados y se tiende a no repetirlos en los nacidos en fechas cercanas (aunque ahora hay dos Joel prácticamente del mismo año 2008).

• Cada vez se dedica más atención por parte de los padres -más que las familias, que ya no suelen intervenir- en la elección de los nom-bres de sus hijos, a los que intentan connotar de valores estéticos, referenciales positivos o, simplemente, buscando una cierta originali-dad.

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BIBLIOGRAFÍA

Ofrecemos aquí una mera lista de nombres sacados de una bibliografía completa sobre el tema que es-tamos preparando:

1938. THOMMEN, E., Die Bedeutung der Eigen-namen, Baselbieter Heimatsblätter 4, p. 262-268 y 294-299.

1939. SCHAAL, Georg, “Vornamen aus vier Jahr-hunderten. Eine namenkundliche Untersuchung im Ortsteil Renpesgrün/Auerbach”, Mit 1 Tabelle und 1 Zeichnung, MdBllVk XV, 1939, 91-96.

1940. GOTTSCHALD, M., D. Deutsche Personenna-men, Colección Göschen vol. 422, Berlín, De Gru-yter, 134 p., 1940.

1941. LUNDELL, J. A., “Antecknuingar om per-sonnamn i Morebäraderna” (sobre nombres de persona), SvLm 1941, 127-151.

1942. WAGNER, Otto, Die Namen der Gemarkung Mörlenbach im Odenwald (=Hess. Flurnamenbuch, Heft 28), 1942, 94 p. [Es una tesis defendida en Heidelberg]

1943. BACH, Adolf, Die deutschen Personenna-men. Mit 5 Kr.-Skizzen ( = Grundriss der Germanis-chen Philologie 18), Berlin 1943, 630 p.

1946. ZAPHEIRIOU, N., “Kyria (baptistika) ono-mata en Samop”, Archeion Samou 1, 1946, 90-111. (Nombres de persona en Samos -en griego moder-no)

1947. DEGEN, Wilhelm, Abriss der Namenkunde, Basel, Buchdruckerei zur Berichthaus, 1947, 60 pá-ginas.

RECENSIONES

SAVk 44, 141 (W. Bruckner)

Angez. Baselbieter Heimatblätter XII, 192.

DIEZ MORRAS, Francisco Javier, http://fco-javier-diez-morras.suite101.net/ los-nombres-propios-durante-la-segunda-republica-espa-nola-a25516. Los nombres propios durante la Segunda República española | Suite101.net http://

fco-javier-diez-morras.suite101.net/los-nombres-propios-durante-la-segunda-republica-espanola-a25516#ixzz1cG0O50jc

GARCÍA GALLARÍN, C. (1998), Los nombres de pila españoles, Madrid, Del Prado.

MORENO RAMÍREZ DE ARELLANO, Miguel A. (1992). Señorío de Cameros y Condado de Aguilar. Cuatro siglos de régimen señorial en La Rioja (1366-1733). Logroño, Instituto de Estudios Riojanos: Biblioteca Temas Riojanos.

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Onomástica de Nalda

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APELLIDOS NALDENSES, 1871-2011

Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rioja)Antonino González Blanco (Universidad de Murcia)Elena González-Blanco García (UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia)Coral Alarcón Menéndez (Investigadora PANAL – El Colletero)

RESUMEN: En esta ocasión se presentan parte de los resultados de un estudio onomástico sobre los apellidos de Nalda La Rioja, entre los años 1871 y 2011. Como en el caso de los nombres propios de persona, también se ha recurrido a los datos del Registro Civil del pueblo, cuyos libros recogen a todas las personas incritas durante el periodo citado. Y, al igual que ante los nombres, estos apellidos, debidamente catalogados y estudiados, dan pie a algunas teorís sobre su tipología, frecuencias, etc.

ABSTRACT: This time we consider part of the results of an onomastic study of family names in Nalda (La Rioja, Spain) between the years 1871 and 2011. Just as in the case of given names, we have also resorted to the information available at the Civil Registry of the village, which has records on all the persons registered in the aforementioned period. As before, these data are classified and analyzed, leading to some theories on their distribution patterns.

Palabras clave: antroponimia, apellidos, identidad, origen, cultura, pertenencia

1. INTRODUCCIÓN

Este estudio sobre los apellidos forma parte de otro más amplio sobre la onomástica de Nalda, y se enmarca en un proyecto de investigación de la UR (Universidad de La Rioja), en el que se es-tán tratando, también, los nombres y los apodos de los vecinos del pueblo durante los finales de siglo XIX, el XX y principios del XXI. Es evidente que durante el transcurso del siglo y, muy especialmen-te, a partir de los años 70, con motivo de los cam-bios sociológicos que se comenzaron a sentir en la vida de los pueblos, el desplazamiento de perso-nas, la emigración y la inmigración, la influencia del mundo urbano y de los medios de comunicación, y los cambios demográficos han generado evolu-ciones más que significativas en la onomástica de los nombres y apellidos de las personas del pueblo. Y este fenómeno se percibe perfectamente en el Registro Civil en el que se inscriben los nacimien-tos. En este trabajo se da cuenta de algunos de los apellidos “tradicionales” más frecuentes, algunos otros novedosos, así como algunas de las causas de estos cambios y de algunas de sus consecuencias en la convivencia en los mismos pueblos. Al fin y

al cabo, los apellidos son signos de origen, cultura, identidad, pertenencia, relaciones familiares, de pa-rentesco y de convivencia.

El objetivo de este artículo se corresponde con los del proyecto de investigación: Registrar, ca-talogar y estudiar los apellidos más frecuentes, ade-más de otras variantes relacionadas con los tipos de apellidos, frecuencia, etc.

Respecto al contenido, se desarrolla en varios apartados: 1. La sociología de los apellidos. 2. Los apellidos de Nalda. 3. Perspectivas que permiten los apellidos del siglo XX. 4. La ley sobre las nuevas posibilidades de atribuirse apellidos. 5. Perspectivas sociológicas. 6. La tradición en un pueblo como Nalda. 7. La tradición en un pueblo como Nalda Además de la correspondiente introducción, algu-nas conclusiones y una bibliografía básica.

En el mundo actual, sobre todo en el medio urbano, los apellidos han pasado a ser los identi-ficadores oficiales más relevantes en la vida social en cualquiera de sus ámbitos: personales, escolares y académicos, laborales, socioculturales, artísticos, administrativos y funcionales. Junto al DNI cons-

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tituyen la base de la identidad oficial y jurídica de las personas. También, hemos de hacer constar el gran poder de pertenencia que suponen, cuando no de una cierta alcurnia o abolengo. A través de ellos pueden identificarse, deducirse relaciones de parentescos y, por ende, en algunos casos, de otros vínculos. Asimismo, permiten -al menos hasta la ley de 1999- establecer las vías paternas y maternas, además de otros indicadores de rango social según el tipo de apellido en una zona dada o por el mero hecho de ser simple o compuesto.

Los apellidos de un pueblo revelan muchos datos sociológicos sobre la vida del mismo: rangos familiares, estratos sociales, relaciones de parentes-co, etc. Los apellidos de Nalda (La Rioja), también. Los que presentamos son los correspondientes a todos los nacidos en Nalda durante 110 años, de 1998 a 2008. Pretendemos presentar al acabar la investigación un catálogo de los mismos, sus índi-ces de frecuencia y un estudio diacrónico sobre su evolución a lo largo del siglo, así como el análisis sociodemográfico que pueda explicar la evolución y los sustanciales cambios que supone la aparición de apellidos nuevos, algunos de ellos ajenos por completo al acervo antroponímico naldense de es-tos apelativos.

De ese modo se estudiarán y presentarán los apellidos tradicionales más frecuentes -patroní-micos en muchos casos, como Ruiz y Martínez-, los apellidos compuestos como González del Castillo y Sáenz de Tejada, algunos más curiosos como Chá-charo, Moracia y Berges, y algunos recientes como Manteca y Litim, entre otros. Todos ellos se cons-tituyen en un interesante indicador de los cambios sociales y del avance de la diversidad en un mundo cada vez más urbano y globalizado.

2. LA SOCIOLOGÍA DE LOS APELLIDOS, UN TEMA EN CRISIS CONTINUA

A fines de la Edad Media el apellido era polifa-cético. Los había patronímicos, como son los bien conocidos, Pérez (hijo de Pedro), López, (hijo de Lope), Ramírez (hijo de Ramiro), etc. y los había toponímicos: Juan de Nalda, importante artesano artista que recorrió los campos de La Rioja por aquellos tiempos, pero no había una regulación.

Cada uno se presentaba con los méritos o bien de su familia o bien de su propio valer, pero no existía un sistema único de nominación e identificación. Bien es verdad que el sistema patronímico tenía la primacía como es bien visible en los catálogos de hidalgos mandados confeccionar por los Reyes Ca-tólicos, ya que si la clase nobiliaria tenía un sistema era normal que tal sistema fuera considerándose como el mejor y tendiera a su normalización.

Un paso adelante muy importante lo dio el concilio de Trento al disponer que las iglesias lle-vasen registro de bautizados, casados y difuntos. A pesar de no existir un sistema único, está claro que el mero hecho debía tender a unificar los modos de denominación, y a hacer más conscientes y “lega-les” las excepciones.

Así aparece en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en el que lo primero es identificar a los posesores que tienen algo y se les identifica por sus nombres y apellidos.

Pero es normal que cuando se plantean estos temas aparezca el nombre de D. Javier de Burgos, que en su decreto de 18352 da por supuesto y, por así decirlo, revaloriza el sistema de los dos apelli-dos, primero el paterno y luego el materno. Este ministro de su Graciosa Majestad no hizo sino dar por normal lo que era privilegio de los más nobles.

Un sistema homogéneo y legal de identifica-ción de todos los sujetos de derecho era esencial en toda la modernización del estado y se mantiene a lo largo de los tiempos. En la ley de 8 de junio de 1957 sobre Registro Civil, se cuida todo el tema con especial esmero por la misma razón.

Hasta la modificación de la legislación vigente en España, acerca de los apellidos, a primera vista poco se podría sacar de los mismos, pero si bien se

2 En la Ley de Reforma Administrativa de 1835, que se atri-buye a Javier de Burgos, cuando este había sido cesado en su cargo el 17 de abril de 1834, que coincide con el Decreto de Instauración de las Diputaciones Provinciales donde ya usa este sistema para la identificación de los individuos, que tienen todos los mismos derechos según la constitución. Y en este sentido el tema de los dos apellidos como sistema identificativo de personas con todos los derechos es acorde con la línea de pensamiento y acción de Javier de Burgos. Ver [http://eprints.ucm.es/tesis/ghi/ucm-t27681.pdf, p. 161] consultada el día 20 de octubre del 2011.

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Onomástica de Nalda

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consideran las cosas analizándolas más de cerca hay horizontes interesantes.

En la exposición de motivos de la ley 40/99, de 5 de noviembre sobre nombres y apellidos se dice:

“Esta situación que ya intentó ser cambiada con oca-sión de la modificación del Código Civil, operada por la Ley 11/1981, de 13 de mayo, es la que se pretende modificar a la luz del principio de igualdad reconocido en nuestra Constitución y en atención a distintas de-cisiones de ámbito internacional adoptadas sobre esta materia. Basta recordar, en este punto, que el artículo 16 de la Convención de Naciones Unidas de 18 de diciembre de 1879 prevé que los Estados signatarios tomen las medidas necesarias para hacer desaparecer toda disposición sexista en el derecho del nombre; que el Comité de Ministros del Consejo de de Europa, desde 1978, establece en la resolución 78/37 la re-comendación a los Estados miembros de que hicieran desaparecer toda discriminación entre el hombre y la mujer en el régimen jurídico del nombre y que el Tri-bunal Europeo de Derechos Humanos ha sancionado, en la sentencia de 22 de febrero de 1994 en el caso Burhatz C. Suisse, las discriminaciones sexistas en la elección de apellidos”

Esta ley establece la libertad de los padres a acordar el orden de los apellidos, salvados siempre los derechos inalienables de todos cuantos for-man parte del complejo mundo familiar del recién nacido y respetando igualmente la libertad de los adultos llegados a la mayoría de edad de cambiar su nombre y apellidos razonablemente.

Los efectos de esta ley actualmente en vigor habrá que esperar para verlas. Ha habido voces alarmistas al respecto3, pero nosotros aquí vamos a fijarnos sobre todo en el camino recorrido a lo lar-go de todo el siglo XX. En cualquier caso, resulta bastante razonable el derecho a cambiar el orden de los apellidos por las razones que familias, sobre todo, afectados, consideren oportunas, así como es comprensible que algunas personas tiendan a re-

3 Ver por ejemplo La Nueva España. Diario Independiente de Asturias. 20 de noviembre de 2010 [http:www.lne.es/as-turias/2010/11/05/ley-apellidos-polemicos/990160.htlm] consultada el 20 de octubre del 2011.

chazar y evitar apellidos con alto significado des-pectivo, como es el caso de algunos derivados de apodos de la misma índole, que no acaban de per-der su significado descalificador y no pueden impe-dir que se les identifique por ese apelativo ya que es oficial y legitimiza a usarlos a cuantos los usen de modo oral o por escrito.

3. LOS APELLIDOS DE NALDA

Es obvio que los apellidos, junto con el DNI, son los apelativos que mejor identifican oficial-mente a las personas en las sociedades alfabetiza-das y altamente administradas, con elevadas cotas de control de la identidad por razones personales, legales, jurídicas, económicas y de todo tipo de de-rechos y deberes ciudadanos. Cuanto más “admi-nistrada” y organizada está una sociedad, mayor es el hincapié que se hace en la importancia del ape-llido. Lo que en nuestra infancia -hace ya años- se identificaba casi exclusivamente con el nombre y el apodo (Carlos, El Che; Divi, la Cunacha; Martín, Zamora; Maricarmen, la Patata …), actualmente se incide sobremanera en los apellidos; como di-cen los niños de ahora desde la educación infan-til: “hoy he jugado con Joel Galilea, Joel Hornero, Cayetana Palacios…”; es decir, que se denota un uso mucho más frecuente y formal de los apellidos, aunque luego en los patios, recreos y juegos en las calles vuelvan a triunfar los apodos, hipocorísticos y nombres. La escuela hace una labor importante en la identificación formal de los niños y niñas que, sin duda, implica un grado de respeto por el buen nombre que consideramos de gran importancia.

Como puede observarse, se han aportado como ejemplo tres apellidos poco frecuentes en la onomástica de Nalda. Y es que durante más de 100 años la mayor parte de los apellidos resultaban muy repetidos debido a la endogamia en las relaciones familiares de los pueblos. Estos, Galilea -este no tan extraño- y Hornero, con Oruezábal, Manteca, Litim, etc. eran absolutamente desconocidos y su presencia implica grandes cambios en esta ono-mástica naldense. ¿Razones? Obviamente, los des-plazamientos demográficos.

¿Y cuáles son los apellidos más frecuentes, los que podríamos llamar los “tradicionales” de Nalda

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durante la mayor parte del siglo XX? Pues, a modo de avance y resumen, presentamos algunos de los más frecuentes de entre los 4.850 que figuran en el Registro Civil del pueblo. En este caso van unidos los de Nalda e Islallana, pedanía de Nalda que dista solo a tres km, pero que tiene diferencias significa-tivas con el primero, tanto en los apodos, cuanto en los apellidos, lo que es un indicador de un tipo de convivencia distante entre ambas núcleos, aun perteneciendo a un mismo municipio. En el caso de los apellidos los presentamos juntos, aunque hay algunos muy específicos del barrio de Islallana a los que se hará referencia posteriormente.

Los apellidos, en su conjunto, son los siguientes:

Abeytia, Ágreda, Aguileta, Aguirre, Ajona, Alba, Albandoz, Alberdi, Freire, Alcarza, Alesan-co, Alonso, Altes, Alti, Alfaro, Álvarez, Amigo, Anda, Andrés, Anés, Angulo, Aníbal, Antoñanzas, Aragón, Aramburu, Arana, Arbandos, Arce, Argo-máriz, Argumániz, Arnedo, Arpón, Arresti, Arri-bas, Arroita, Arroyo, Asensio, Astola, Asunción, Atapuerca, Ausejo, Ayala, Balmaseda, Bañares, Ba-quedano, Baro, Baroja, Barquín, Barragán, Barre-na, Barrio, Barrón, Baseta, Basterra, Bastida, Bazo, Beitia, Belaustegui, Beni, Benito, Berges, Bernat, Berrozpe, Bezares, Bilbao, Blanco, Blasco, Bolado, Bolsa, Borjes, Braceras, Burgueño, Cabeza, Ca-bezón, Cacho, Cadalso, Calijos, Calderón, Calvo, Cámara, Camasa, Campano, Campillo, Campos, Camps, Canal, Cano, Carnicero, Caro, Carrá, Ca-rrillo, Casado, Castañeda, Castellanos, Castells, Cas-tillejo, Castillo, Catibelia, Castro, Chácharo, Cillero, Ciria, Clavel, Clavijo, Codés, Contreras, Corchón, Corcuera, Córdoba, Cordón, Cornago, Corral, Cortés, Crespo, Cristóbal, Cuadra, Cuche, Cuer-da, Cuesta, Dalmáu, Davalillo, De la Calle, De la Concepción, De la Sala, De Marcos, De Pablo, De Viaín, Del Campo, Díaz, Diez, Domingo, Ducal, Durán, Echevarría, Eguizábal, Eguren, Eiriz, Elías, Escribano, Escudero, Espartat, Espiga, Esteban, Estebas, Estecha, Estefanía, Eulecia, Expósita de la Asunción, Faces, Fernández, Flaquillo, Fonseca, Fontecha, Fraile, Fuente, Gabarri, Gainzarain, Ga-lar, Galilea, Gallarza, Garaviabel, García, Gaviria, Ghislemi, Gil, Giménez, Glera, Goitana, Gómez,

González, González del Castillo, Gordo, Gorra-chategui, Gorrochategui, Gracia, Greca, Grijalva, Gutiérrez, Guizaleñas, Habarriaga, Heras, Herce, Hernáez, Hernández, Hernani, Herrada, Herráez, Herrera, Herrero, Herreros, Hurtado, Ibáñez, Igle-sias, Ijalba, Íñigo, Íñiguez, Irigoy, Irigoyen, Izagui-rre, Jalón, Jiménez, Juiz, Juvindo, Kalyukh, Laca, La Fuente, La Sala, Lafuente, Laguna, Lamas, Lam-briabe, Laparra, Larrión, Las Peñas, Lasheras, La-torre, Lázaro, León, Lería, Ligero, Litim, Llanos, Llorente, Loma Osorio, Lopera, López, Loren-zo, Losa, Loza, Lozano, Luis, Lumbreras, Macias, Magaña, Manteca, Manzanedo, Marañón, Marín, Marrodán, Martín, Martínez, Marzo, Mateo, Mau-regui, Maza, Medel, Medrano, Medrea, Menchaca, Méndez, Menchaca, Mendiaca, Miguel, Millán, Mo-drego, Molinero, Monforte, Montaña, Montañana, Montañoz, Moracia, Moreno, Morón, Mota, Mous-saouri, Muniesa, Muñecas, Muñoz, Muro, Nájera, Nalda, Nanclares, Narro, Navajas, Navarro. Niam, Nieves, Nobajas, Noguerado, Obeaga, Oca, Ocha-gavía, Ocón, Oestreicher, Oliván, Oller, Oñate, Orden, Orío, Ormaechea, Ortega, Ortiz, Ortiz de Pinedo, Oruezábal, Osma, Ostiategui, Otero, Pa-blo, Paciente, Padilla, Palacios, Pancorbo, Pardo, Parra, Parreño, Pascual, Pastor, Paulín, Pavía, Peña, Peraita, Pereita, Pérez, Peso, Pinillos, Polo, Pons, Popa, Preciado, Préjamo, Puerta, Quesada, Quinta-na, Ramírez, Ransanz, Recurt, Redondo, Reinares, Requena, Revilla, Revuelta, Rey, Ribé, Ribero, Rico, Ridruejo, Río, Rivas, Robles, Rodrigo, Rodríguez, Roldán, Romero, Rosón, Roy, Rozas, Rubio, Rueda, Ruiz, Ruiz de Lobera, Saavedra, Sacristán, Sáenz, Sáenz de Tejada, Salaverri, Salcedo, San, San Mar-tín, San Miguel, San Pedro, San Pelayo, San Román, Sánchez, Santamaría, Santibáñez, Santo Tomás, Santolaya, Sanz, Sarralde, Segura, Serrano, Serrate, Soba, Soldevilla, Somalo, Somovilla, Sorzano, Su-frategui, Tamayo, Tejada, Terroba, Tobillas, Tofé, Torrecilla, Traspaderne, Trevijano, Ulecia, Untoria, Urbieta, Urquiano, Urraca, Val, Valdemoros, Val-derrama, Vallejo, Vicadero, Vázquez, Vegas, Veláz-quez, Velilla, Viaín, Victoriano, Viguera, Villa, Vi-llahoz, Villar, Villazala, Villena, Yangüela, Záldivar, Zapata, Zorzano, Zuazo, Zuerzo.

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Desde el puento de vista de la frecuencia, pre-sentamos la tabla siguiente:

Apellidos de Nalda FrecuenciaRuiz 814Martínez 444Ramírez 438Viguera 365Rico 286Pérez 282García 280Castellanos 270Fonseca 213Peso 204Aragón 195Medrano 194Escudero 177Bazo 163Diez 141Cuadra 141

Beitia 26Barrio 23Faces 19Obeaga 18Soba 15

Andrés 135Rodríguez 133Íñigo 132Nalda 128Alba 126Barrón 125Zorzano 121Navajas 118Osma 113González 106Pascual 100Tejada 97Moracia 93Gómez 91Benito 89López 89Calderón 83

Valdemoros 79Fernández 78Íñiguez 77Ochagavía 75Trevijano 71Tovillas/Tobillas 69Berges 68Lázaro 65Préjamo 53Cacho 49Palacios 49Vallejo 47Pereita 45Chácharo 37Anés 36Muñoz 33Gil 27

Como puede observarse son apellidos fre-cuentes del ámbito castellano, especialmente, los siete primeros: Ruiz, Martínez, Ramírez, Viguera, García, Castellanos, Sáenz. Aunque también los de otros territorios como del vecino País Vasco por migraciones hacia La Rioja Belaustegui, Sufrategui, Ochagavía; otros de Galicia -aunque se discute so-bre ello-, como Fonseca; o de Italia en el caso de Chácharo. Los primeros, llamémoslos los “tradicio-nales”, se repiten hasta la saciedad, regularmente en formas simples, aunque también se encuentran algunos compuestos: González del Castillo, Sáenz de Tejada, Ramírez de Arellano (de este último, tan significativo en los siglos anteriores, no encontra-mos rastro en Nalda en los años estudiados, pero sí

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en Logroño (Moreno Ramírez de Arellano, 1992), etc. Sí que es frecuente encontrar el enlace conjun-tivo “y” entre los dos apellidos pero sin aportar la categoría de apellido compuesto, como es el caso de Ramírez y Medrano. Asimismo, se localizan algunos apellidos que devienen de enlaces matri-moniales entre personas del valle del Iregua, de la sierra de Cameros aledaña y de los pueblos veci-nos de La Rioja: Laparra, Cacho, Sáenz, Terroba, Cámara, Alti, Trevijano, Arribas, Cabeza, Montaña Laya, Corral, etc. También los hay de provincias limítrofes como Navarra, Soria, Burgos, Segovia y de otras más alejadas: Pascual, Arroyo, Molinos, Requena, Manteca, Baquedano, Eiriz, Ribero, etc. En algunos casos por matrimonios con personas de otras provincias, pero también por pertenecer a funcionarios públicos que venían al pueblo: mé-dicos, practicantes, secretarios de ayuntamientos, guardias civiles, maestros, etc.

Y, tal como hemos dicho, en Islallana se repi-ten muchos de los apellidos de Nalda (Ruiz, Martí-nez, Rodríguez, etc.), pero aparecen otros más es-pecíficos de la pedanía citada: Belaustegui, Andrés, Calderón, etc.

En cuanto a algunos de los apellidos que he-mos anunciado anteriormente que íbamos a co-mentar brevemente, aportamos algunas pequeñas notas: 1, González del Castillo: aparece en 17 oca-siones y aparece siempre de procedencia naldense. 2, Sáenz de Tejada: aparece en 13 ocasiones, to-dos ellos procedentes de Torrecilla en Cameros. 3, Chácharo: Se dan 31 casos, todos ellos descienden de una familia de caldereros italianos que se esta-blecieron primero en Villar del Río, Soria, desde donde emigraron al pueblo a finales del siglo XIX. 4, Moracia: Apellido naldense frecuente, pero de difícil catalogación, aunque parece que es marca-damente riojano, además de cántabro. 5, Berges: Apellido también frecuente y naldense por parte de los progenitores, aunque algunas de las familias -que suelen ser parientes entre todos ellas- hablan de que la tradición familiar cuenta de inmigrantes levantinos que llegaron al pueblo a ejercer algún oficio o profesión: ¿sederos, textiles, etc? 6, Man-teca: Apellido reciente que llega de trabajadores

emigrantes de Zamora al País Vasco y de aquí, por relación familiar, se trasladan al pueblo. Y 7, Litim: Apellido de origen extranjero, de una familia inmi-grante de la zona de Oujda, Marruecos.

Apellidos motivados por muchas causas: “niña abandonada presentada por el maestro de Islallana don Francisco san Vicente Moreno que dice “ di-cha niña ha sido hayada entre las 6 y 7 de la mañana de ese día en la puerta del Corral de una casa de Narciso Ruiz de Lobera, domiciliado en dicha Is-lallana” “ a la expresada niña se le habia puesto el nombre de Juana, y de apellido san Pedro tomado de la parroquia donde ha sido bautizada”

4. PERSPECTIVAS QUE PERMITEN LOS APELLIDOS DEL SIGLO XX

La simple lectura de los datos del archivo mu-nicipal nos permite constatar una serie de hechos cuya valoración ha cambiado con el paso del tiem-po.

4.1. Legitimidad o ilegitimidad

Cuando un niño lleva solo apellidos maternos ya se deja entender que su madre asumió en solita-rio la tarea del cuidado y educación de la criatura, lo que en tiempos pasados significaba que el pa-dre permanecía en el anonimato y, por tanto, que el niño era ilegal, con las implicaciones que ello supo-nía para la madre y la propia criatura.

Tal y como explicado más arriba, lo normal era que el niño tuviera dos progenitores, paterno y materno, y por eso la normativa vigente era prote-ger a los niños que tenían estatuto “normal”; pero está claro que, cuando esto no ocurría, cuando el niño era hijo legal con sólo un progenitor de refe-rencia, que normalmente era la madre, los apellidos maternos se convertían en un estigma que denun-ciaba al niño y que cargaba sobre él como un peso muerto durante toda su vida. Algo parecía podía ocurrir con el apellido “expósito” que en su origen al menos significaba la triste experiencia del niño al que al nacer habían abandonado ambos progeni-tores dejándolo en la Inclusa. Esto significaba un “castigo” que, a modo de pecado original, gravaba al niño de modo muy difícil de valorar hoy cuan-

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do todo se ha liberalizado. Y esta fue la razón del cambio de normativa establecido por las diferentes leyes a las que hemos hecho alusión más arriba.

En todo caso, está claro que los apellidos constituían para los casos ordinarios y absoluta-mente mayoritarios una defensa legal y una tarjeta de identificación que les hacía sujetos de todos los derechos en su país de origen y, en nuestro caso, España. Pero para las excepciones, si bien les hacía igualmente sujetos de derechos - involuntariamen-te, sin duda y seguramente al margen de la voluntad del legislador- de facto era un lastre, que es lo que el avance de la mentalidad social e igualitaria ha hecho cambiar las cosas. A partir de la ley de 5 de noviem-bre de 1999, ya los apellidos no constituyen indicio de nada, pues en caso de que sean los padres los que han optado por un sistema u otro, según sus ra-zonamientos, ambos se reconocen como legítimos siempre que nos sean lesivos para el interesado que es el sujeto que los recibe.

4.2. Endogamia / exogamia

En segundo lugar, y siendo los apellidos una definición cuasi-matemática de la filiación respec-to de los padres, si alguien tenía interés en hacerlo constar fehacientemente, los registraban como un dato esencial porque ponían de relieve toda una se-rie de información en principio aséptica sobre la movilidad de las familias.

En el caso de Nalda, se han producido ambos fenómenos. La endogamia se daba por matrimo-nios entre vecinos del pueblo que, sin ser parien-tes cercanos en la mayor parte de los casos, sí que lo eran entre miembros de familias naldenses “de toda la vida”. Y también de exogamia por razones diversas: cercanía de Logroño, relaciones con los pueblos de la sierra de Cameros y otras poblacio-nes riojanas del entorno, y por el carácter abierto de sus habitantes. Una dosis considerable de exogamia ha sido la norma ordinaria de realizarse los matri-monios. La endogamia ha sido siempre una fuente de problemas de toda índole, desde una cierta de-generación posible de los genes con las consecuen-cias bien conocidas hasta la creación de problemas culturales igualmente negativos en los que aquí no

nos vamos a detener. Es igualmente claro que la endogamia ofrece motivos de reflexión positivos siempre y cuando la comunidad tenga la suficien-te magnitud como para que no se den los factores negativos aludidos más arriba. Por el contrario, la exogamia ha sido siempre una manera de regenerar la raza y la cultura.

Otra cuestión que podemos citar es la dimen-sión que en Nalda han tenido los apellidos, dado el carácter tardofeudal del pueblo, con sus reminis-cencias heráldicas en algunos de los apellidos y en el sentir de algunos, aunque pocos vecinos. No en vano, Nalda fue la sede del señorío de Cameros. Sin embargo, en el pueblo se han conservado muy po-cos escudos heráldicos. En cuanto a la propiedad de la tierra, estaba muy concentrada en unas pocas familias; pero estas, a partir de finales del XIX y primeros del XX fueron pasando a los labradores que las tenían en régimen de aparcería o arrendadas. Estos fueran adquiriéndolas según se iban desva-neciendo las familias terratenientes citadas. El nú-mero de proletarios siempre fue notablemente alto, regularmente al servicio de los señores: Condes de Aguilar, de Vista Florida, Señorío de Cameros y otras familias como los Castellanos, Ochagavías o Martínez Corbalán y Sáenz de Tejada.

Como ya hemos dicho, Nalda fue la sede del señorío de Cameros (Moreno Ramírez de Arellano, 1992). Su castillo fue el punto político más impor-tante entre Logroño y Soria4, y el pueblo fue el de mayor población en el mismo territorio; pero no sabemos de descendencia directa de los Ramírez de Arellano, señores de Cameros, entre los actuales habitantes del pueblo. Lo que si es claro es que la estructura de un sistema así generaba una sociedad

4 Este tema no ha sido suficientemente estudiado. En Nalda se dice que Hernán Cortés descendía del pueblo. También se dice que en el castillo se guardaba el puñal con el que D. Enrique de Trastámara había dado muerte a Don Pedro “el Cruel”. Los restos del castillo son notables, pero han pasado a propiedad privada y no hay la menor intención de estudiar-los ni mucho menos se le ha ocurrido a nadie que pudieran ser restaurados algún día. Está claro que, para puntualizar en lo que decimos, son necesarios estudios previos de la heráldica, de la prosopografía de las familias y de la historia pasada en general.

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piramidal en la que los señores estaban solos en el vértice de la pirámide, había luego una cohor-te de familias poderosas y luego los soldados, los servidores y los campesinos eran la masa social del pueblo.

Pero, además, el Señorío de Cameros, con su castillo y sus necesidades de toda índole social, eco-nómicas y militares hacían que los señores pudieran contratar a artesanos, gentes de armas o servidores que sin duda contribuían al enriquecimiento gené-tico y cultural del pueblo.

Hay indicios de “migraciones antiguas en los mismos apellidos: Chácharo (probables caldereros llegados al pueblo, seguramente desde Italia hace generaciones). Otros apellidos como los Sufrategui o los Ochagavía podrían haber sido ferreros vascos venidos al servicio de los Señores de Cameros. Es bien conocida la importancia de los vascos en la configuración de los ejércitos y marina castellanos.

En fin, que las bodas al viejo estilo entre la aristocracia de “mi chico con tu chica” no pudie-ron hacerse aquí en razón de defender o conservar patrimonios. Probablemente esta es la razón de la gran dosis de exogamia apuntada, sobre todo en estas clases del estrato social más alto.

5. PERSPECTIVAS SOCIOLÓGICAS

Resulta evidente que el tipo de apellidos que aparecen en el Registro Civil de un pueblo no deja de ser un indicador de gran interés sobre aspectos sociológicos relacionados de la población de que se trate. Apuntamos algunas en el caso de Nalda.

5.1. Abundancia de matrimonios entre perso-nas de pueblos diversos

Los datos recogidos apuntan, en efecto, hacia un planteamiento matrimonial muy abierto hacia el exterior y hacia una sociología y culturalidad múl-tiples. De hecho y sin pretender aquí profundizar en el tema, aunque la tipología física y mental del habitante de Nalda parece apuntar por su tamaño, gallardía y extroversión a unos orígenes militares, la población masiva muestra unas virtudes huma-nas y sociales verdaderamente admirables y de un

marcado carácter comunitario agropecuario, pues, desde el tiempo del que se tiene memoria, han abundado las muestras de sociabilidad: labradores yunteros, labores compartidas, comunidades de regantes, cooperativas varias de carácter agrícola, asociaciones, etc.

5.2. Indicios de migraciones

Pero, a la vez, hay muchos apellidos origina-rios de Nalda que van desapareciendo, lo que indi-ca no sólo inmigración de personal a Nalda, sino también emigración de naldenses hacia el exterior. Como en todos los pueblos con exceso de mano de obra, de escasa salida económica en la agricultura y por la falta de algunos servicios básicos en el mun-do rural en los años 50 y 60 esta salida se produjo notablemente, sobre todo a Logroño, el País Vasco, Cataluña, Madrid y, en menor medida, a algunos países europeos.

5.2.1. En el comienzo del siglo XX. Es posible que en Nalda, donde la viña siempre se ha culti-vado, pero en menor medida y proporción que en los pueblos vecinos de la cuenca del Río Antiguo, por ejemplo. El río Iregua y sus canales, como el citado generaron una tierra más adaptada y fecun-da en productos de huerta y “delicatessen”, sobre todo frutales. Con todo y, a pesar de que la crisis de la filoxera haya sido menos notable que en los pue-blos vinícolas; aunque esto está por estudiar. En esta etapa se dio una emigración significativa hacia América, sobre todo, a Argentina.

5.2.2. En los años 60. En aquellos años la po-blación de Nalda que quedaba estaba bien arraiga-da en la agricultura5, pero el comienzo del cambio tecnológico, la expansión inmobiliaria posterior y toda la tecnificación subsiguiente han producido los efectos bien conocidos por todos y en todas partes. Es en esta etapa cuando se comienzan a producir el abandono de los pueblos en una emi-

5 Recordemos que cuando se invitó a los padres a enviar a sus hijos a la academia de estudios medios en la que se podría comenzar el bachillerato, que se creó en el año 1965, la reticencia era grande. Los padres no estaban seguros de que aquello condujera a parte alguna. Podría, incluso, ser contraproducente. Como ellos decían: los hacemos soñar y luego “ni galgos ni conejeros”·

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6 Datos de la demografía de Nalda durante el siglo XX: El desarrollo de la demografía del pueblo de Nalda durante este siglo, según el INE (Instituto Nacional de Estadística), es el siguiente:

Ramírez, J. (2007), Gallinaldia. Valorización del festejo tradicional rural de Los Gallos de Nalda y Escritura, Logroño (La Rioja), PANAL-Universidad de La Rioja.

gración constante hacia los centros urbanos donde encontrar futuro económico, formas de vida más cómodas, servicios educativos y sanitarios de cali-dad. Con todo, Nalda, perdió entre primeros y fina-les del siglo XX cerca de 900 habitantes.

5.2.3. Tras la revolución socio-cultural, consecuen-cia de los cambios aludidos, que hizo que las nuevas familias y la juventud emigraran sistemáticamente de los pueblos, por el cambio de formas de vida y por las razones ya esgrimidos anteriormente. Pero hay que hacer constar que a finales de los años 90 las cosas comenzaron a cambiar y, a principios del milenio, se han llegado a superar ligeramente los 1.000. Este cambio se ha debido, principalmente, a la cercanía entre el pueblo y Logroño, de donde dista a 17 km de fácil tránsito, a la vuelta a residir en el mundo rural buscando otros modos de vida con más contacto con la naturaleza, al precio algo más barato de la vivienda, a los trasportes favore-cedores de movilidad para ir trabajar o a utilizar los servicios urbanos (Ramírez, 2007).6 Por supuesto que todos estos cambios demográficos son los que han permitido la aparición de numerosos apellidos nuevos en el Registro Civil de Nalda.

5.3. Relaciones nacionales e internacionales

En los últimos años, las relaciones de Nalda en los ámbitos nacional e internacional han sido más abundantes que en años anteriores: se ha pro-ducido indistintamente, pero ha sido más frecuen-

te y significativa de cara al tema que nos ocupa la inmigración, bien de otros espacios del territorio español o bien del extranjero; en ambos casos por motivos de trabajo, búsqueda de otras condiciones de vida en el mundo rural o por relaciones afectivas cada vez más exogámicas y por motivos familiares.

Por ello, desde los años 70 comienzan a pro-liferar cada vez con más frecuencia apellidos real-mente novedosos en el pueblo, algo que se aumenta exponencialmente con el auge de la creciente inmi-gración de los primeros años del milenio. Desde hace unos 20 años van apareciendo apellidos como Oestreicher y Litim, entre otros.

5.4. Relaciones interculturales

Las relaciones culturales e interculturales tam-bién se potencian en el pueblo. Desde los años 80 se comienzan a realizar en el pueblo actos de con-vivencia intercultural con los vecinos foráneos que van llegando. Nalda es un pueblo de una alta socia-bilidad con muchos grupos asociativos muy vivos. Los grupos de apoyo solidario como los del Sáhara incluso han llegado a acoger durante años a niños saharauis por razones de salud o por vacaciones de verano. Lo mismo puede decirse de grupos de apo-yo a pueblos africanos y latinoamericanos.

En definitiva que la presencia de las asociacio-nes de Nalda en circuitos internacionales también ha contribuido a crear relaciones que han sido y son sensibles con la necesaria solidaridad entre los pueblos. Entre otras, las asociaciones PANAL y El Colletero (De Empleo y Desarrollo) con sus adjun-tas está haciendo una gran labor de trabajo y de pu-blicaciones con lo que por una parte la conciencia local está despertando firmemente y por otro los contactos internacionales, sobre todo con América Latina están aportando contactos y enriquecimien-to mutuo, también en el ámbito de estos estudios onomásticos, siguiendo la estela de los apellidos y apodos de nuestros emigrados a aquellos lares.

5.5. Metamorfosis de la cultura: respeto a las personas, individualismo y personalismo

Nunca en la historia la sensación del cambio cultural ha sido más consciente que en el último

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medio siglo. En los años ‘60, ya se hablaba de la “modernidad” e incluso en los libros de texto se abría una lección para hablar del tema. Hasta tal punto las cosas resultaban claras para los contem-poráneos.

A partir de los ‘70 las cosas son tan diferentes que hasta el gobierno de Canadá sufraga a Lyotar el estudio de lo que está pasando y de tal estudio sale con claridad arrasadora el concepto de la “postmo-dernidad”. Y a raíz de tal conciencia se comienza a hablar del “fin de la historia” y lindezas por el esti-lo, cuyo único sentido es tratar de captar los acon-tecimientos que superan todo lo imaginado hasta ahora.

Se puede decir que a lo largo de todo el siglo XX, pero sintomáticamente podríamos ponerlo en relación con la creación de la institución de Nacio-nes Unidas, los derechos humanos han ocupado el primer puesto de las discusiones y de los plantea-mientos. Menos se han estudiado los derechos y esencia de las colectividades, precisamente por ser mucho más difíciles de precisar. Lo cierto es que hoy vivimos una sensibilidad exacerbada de énfasis de la personalidad, pero es probable que caigamos en el individualismo. Y, desde luego, tal antropolo-gía influye y mucho tanto en la educación como en la estructura social. La familia ha perdido muchos puntos en su vieja concepción y el tema de los ape-llidos está muy relacionado con ello. Lo mismo se puede decir de la identificación de las personas por su pertenencia a una determinada estirpe. Hoy eso no se lleva. Cada uno es hijo de sus obras y por ello el tema de los apellidos solo se considera que sirve para acompañar a cada persona en solitario.

Y con el avance de las nuevas tecnologías la identidad de cada persona va siempre con la propia persona y no parece sentirse la necesidad de identi-ficaciones añadidas.

Todo ello hace que la crisis del sistema deno-minativo sea en la actualidad muy fuerte.

6. LA LEY SOBRE LAS NUEVAS POSIBILI-DADES DE ATRIBUIR APELLIDOS A LOS INSCRITOS EN EL REGISTRO CIVIL (5 de noviembre de 1999)

Ya hemos visto cómo la ley no viene a crear el problema planteado, sino a resolverlo de acuer-do con el sentir de la comunidad internacional, que han sido las Naciones Unidas las que han canaliza-do la sensibilidad propia de los pueblos más avan-zados de Europa y de la cultura occidental las que a países como España que estaban enraizados en la tradición más allá de lo que en las nuevas cos-movisiones eran “razonable”, y nos han ayudado mucho a cambiar el estado de cosas al cambiar la legislación, pero hay que subrayar mucho que el fe-nómeno en el que se inserta la nueva ley era muy anterior a ella, que la sensibilidad en España tam-bién había cambiado y seguía cambiando y que la nueva ley sólo es un elemento más en el avance en la dirección indicada. Pero qué duda cabe que cons-tituye un referente legal de primer orden que da el marasmo de derecho a las posibilidades del cambio de los apellidos en el Registro Civil.

7. HORIZONTES QUE SE ABREN EN ES-TOS ÁMBITOS DE TRABAJO PARA ULTE-RIORES INVESTIGACIONES

Una posibilidad muy socorrida en las comu-nidades con habla propia es el estudio del dinamis-mo de las personas y de su movilidad. Esto, que es también de gran interés en los primeros tiempos cuando comienzan a usarse los apellidos, en los ca-sos de comunidades más o menos cerradas con in-terés en el mantenimiento de la raza y de la cultura que entienden y valoran como peculiar, ha sido de gran uso en los tiempos en los que los problemas de raza se han supravalorado. Para nuestro caso, y no habiendo estudios previos aquí ni siquiera nos lo vamos a plantear, aunque queda abierto el tema ya que sería de gran interés tener estudios sobre la dispersión de apellidos como Viguera, Peso, Bazo, Ochagavía y otros muchos de los arriba mencio-nados, que nos permitieran plantear cuestiones en torno a la sociología histórica de nuestro pueblo.

En España, excepto los estudios de genealogía y prosopografía, que nunca han desaparecido del todo y que han cobrado algo de auge en los últimos tiempos, en general los estudios de distribución de apellidos, incluso para determinados períodos his-tóricos, no ha sido muy atendido. Ahora las pers-

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pectivas son más esperanzadoras, por razón de los grupos especializados en las Universidades para es-tudiar la onomástica en todos sus aspectos y por el interés de las comunidades autónomas con lengua propia para descubrir su propia identidad y ser his-tórico. Pero todavía habrá que esperar tiempo para que todo ello madure.

En cualquier caso el tema que nos hemos atre-vido a abordar aquí deberá ser cultivado y se podrá avanzar mucho en tiempos venideros a condición de que la investigación periférica no cese y sea culti-vada científicamente, sin intereses preconcebidos.

8. LA TRADICIÓN EN UN PUEBLO COMO NALDA

En pueblos como Nalda la vida tradicional ha sido siempre dura y difícil para los pobladores de “a pie”: pobreza, trabajos penosos, escasísimas propie-dades, control social, clasismo, apenas posibilidades de crecimiento personal, educativo, social, econó-mico, etc. Una vida realmente dura. Mantenida por fuerza de las circunstancias durante siglos -los au-tores solemos decir medio en bromas, medio en ve-ras, que en nuestra infancia vivimos en la Edad Me-dia-, al romperse el equilibrio demográfico interno y requerir de compensación mediante la exogamia, la población ha sido sacudida por las nuevas formas de vida. El cambio ha resultado vertiginoso debido al tránsito de personas, ideas, nuevas formas cultu-rales, otro marco de relaciones personales, sociales, laborales, económicas, profesionales, etc. Y, sobre todo, al impacto del uso masivo y generalizado de las nuevas tecnologías de la comunicación, las TIC. Estas han supuesto y suponen cada día un reto y una expectativa, una evolución permanente, como una revolución continua de los comportamientos y de las interrelaciones.

Con todo, creemos que en Nalda se combinan y armonizan bastante armónica y razonablemente las tendencias más actuales y futuristas con los va-lores de un mundo rural que nos ha forjado como personas esforzadas, sociables y con el punto de sentido común que siempre ha mostrado la gente de los pueblos. Así que se siguen practicando hábi-tos de vida tradicionales, esas formas de vida esen-

ciales de atender con naturalidad las necesidades primarias y fundamentales, por lo que los cambios no son tan graves como podría parecer a primera vista. En definitiva, que creemos que Nalda es un pueblo en el que se imbrican sin estridencias los valores esenciales tradicionales y los valores de la creatividad y la búsqueda permanente de alternati-vas nuevas a nuestras necesidades actuales.

Y, desde luego, se reivindica la memoria de nuestra cultura y de los saberes que todos nuestros antepasados, los portadores y transmisores de todo este elenco de apellidos que hoy nos nombran y que forman una parte tan íntima y personal de nuestro patrimonio: A ellos les debemos la vida, nuestra identidad, nuestros nombres, la cultura y la sabidu-ría para vivir y sobrevivir en tiempos nada fáciles. Ellos y ellas, nuestros bisabuelos, abuelos, padres y madres, nos enseñaron a respirar, a comportarnos con respeto, a disfrutar del ambiente familiar, de los juegos de calle compartidos y de las fiestas po-pulares, a ser responsables, a cuidar a nuestros her-manos pequeños, a ayudar en las pequeñas tareas de la casa y otras labores, a cultivar la tierra, criar animales, transformar los productos para elaborar el pan y las conservas, las matanzas, cocinar y a dar respuesta a todas las necesidades en un tiempo en que todo se hacía en casa. Y eso, como quien dice, duró hasta ayer. Eran otros tiempos, pero esos va-lores, esenciales, también se han de sembrar, trans-mitir y cultivar: Siguen siendo imprescindibles.

9. CONCLUSIONES

Tras la breve exposición que se ha presentado, podemos avanzar algunas conclusiones sobre los apellidos naldenses así como algunas expectativas sobre el estudio de los mismos:

• Los apellidos de Nalda presentan una distri-bución bastante bipolar: hay unos pocos que se re-piten constantemente y que denotan una marcada endogamia entre las personas del pueblo, aunque no con relaciones familiares ni de parentesco cercano; y otros bastante más infrecuentes, especialmente a partir de los años 70 del siglo pasado. En medio, encontramos todo un elenco de apellidos numero-sos, también muy locales, aunque de una frecuencia

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media. Estos dos últimos, que juntos son también abundantes, dan muestra de que también se dieron relaciones de exogamia frecuentísima por las rela-ciones matrimoniales de los naldenses con perso-nas de pueblos y provincias limítrofes e, incluso, más alejadas.

• Los cambios sociológicos y los hábitos de vida, especialmente la movilidad demográfica, han favorecido el cambio y enriquecimiento en la varie-dad de apellidos en el pueblo.

• Los apellidos suponen un patrimonio de pri-mer orden para los pueblos que permiten conocer aspectos sociológicos de los mismos de gran inte-rés.

• Es necesario el estudio riguroso de todos es-tos apelativos y a ello nos dedicaremos para lograr los objetivos del proyecto de investigación; pero, sobre todo, por colaborar con las asociaciones del pueblo en el empeño y compromiso de poner en valor la memoria y las formas socioculturales del pueblo de Nalda.

BIBLIOGRAFÍA

GONZÁLEZ BLANCO, A., “La genealogía”, prólogo al libro de DE LA ROSA Manuel, Cieza. Repertorio Heráldico, Murcia 20045, p. 7-22

GONZÁLEZ BLANCO, A., “Prosopografía y Heráldica”, prólogo al volumen de GONZÁLEZ CASTAÑO, Juan y GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Rafael, Mula. Repertorio heráldico, Murcia, 2005, p. 7-33.

MORENO RAMÍREZ DE ARELLANO, Miguel A. (1992). Señorío de Cameros y Condado de Aguilar. Cuatro siglos de régimen señorial en La Rioja (1366-1733). Logroño, Instituto de Estudios Rio-janos: Biblioteca Temas Riojanos.

RAMÍREZ MARTÍNEZ, J. (2007), Gallinal-dia. Valorización del festejo tradicional rural de Los Gallos de Nalda y Escritura, Logroño (La Rioja), PANAL-Universidad de La Rioja.

SCHJMIDT, K., “Zur Problematik von Fami-lie, Sippe und Geschlech, Haus und Dynastie beim mittelalterlichen Adel”, ZfGO, NF 66, 1957.

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APODOS DE NALDA Y OTROS PUEBLOS DEL VALLE DEL IREGUA, LA RIOJA

Jesús Ramírez Martínez (Universidad de La Rioja)Raquel Ramírez García (Asociación de Patrimonio de Nalda, PANAL)Antonino González Blanco (Universidad de Murcia)

RESUMEN: Los apodos son los identificadores más precisos de las personas. En los pueblos, aún más, donde se siguen manteniendo con fuerza y gran vigencia. Y no solo identifican, sino que los motes también generan vínculos indestructibles de pertenencia familiar. En esta ocasión se han vuelto a recoger los datos y cotejado con los anteriores, y se han requerido datos nuevos mediante encuestas orales y escritas a una muestra representativa de personas del pueblo de Nalda, principal-mente.

ABSTRACT: Nicknames are the most precise personal identifiers. In villages, nicknames are still very popular. And they do not only identify, but also give rise to strong family bonds based on common traits. This time we have collected in-formation in this direction, which we have compared with the previous studies of given and family names, acquiring these new data through oral and written interviews with a significant number of inhabitants of Nalda.

Palabras clave: antroponimia, apodos o motes, identidad, patrimonio inmaterial, vigencia, pertenencia

1. INTRODUCCIÓN

El estudio de los apodos supone un campo de investigación relativamente reciente. Pero, desde un tiempo a esta parte, se siente que constituyen un rico patrimonio inmaterial de los pueblos, y han comenzado a ser considerados como una impor-tante parcela de cultura e investigación en los am-bientes rurales. Especialmente, en los campos de la onomástica, la etnografía, la sociolingüística y la pedagogía. En esta comunicación se presentan al-gunos apodos usados -y “aceptados” por sus desig-nados- en Nalda y en otros pueblos riojanos como una parte muy relevante de su patrimonio; al fin y al cabo, son depositarios de muchos de los signos de identidad, de las formas de convivencia y de los valores socioculturales de sus ciudadanos.

Hace ya años que venimos trabajando la ono-mástica del pueblo de Nalda y de otros del valle del Iregua, en la Comunidad Autónoma de La Rioja; especialmente, los apodos o motes de estas pobla-ciones rurales. La razón es que, además de nuestro interés sociolingüístico por estas voces, nos anima sobremanera la recuperación del patrimonio rural y agropecuario de la zona. No en vano los autores somos personas rurales. Hemos nacido y vivido, prácticamente, toda nuestra vida en el pueblo de

Nalda (La Rioja). Ahí tenemos el domicilio y, desde luego, nuestra raigambre social y cultural, con un compromiso permanente con nuestro pueblo en los ámbitos que hemos comentado y en del desa-rrollo integral del mismo. Como consecuencia de este vínculo y de las experiencias vitales y profesio-nales compartidas y socializadas -grupos culturales, asociacionismo, publicaciones y proyectos educa-tivos y de investigación-, hemos ido desarrollando actividades y proyectos diversos para el estudio, valorización, concienciación y recuperación del pa-trimonio de Nalda. Pues bien, en el marco de estos estudios se inscribe este trabajo que hoy presenta-mos y compartimos.

Antes de comenzar con el desarrollo de los contenidos, se ha de aclarar que en estos trabajos han intervenido, principalmente, investigadores de tres universidades: UNED, Murcia y La Rioja; además de la Asociación de Patrimonio de Nalda (PANAL) y otros entes y colectivos como el CRA Moncalvillo y alguna otra asociación del pueblo. Ha sido, en algunos aspectos, un trabajo conjunto de investigadores, educadores, agentes sociales, volun-tarios de los movimientos asociativos y, también, de alumnos de Magisterio de la UR y del CRA Mon-

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calvillo, respectivamente. Algo similar se ha llevado a cabo en algunas otras experiencias por otros au-tores (Ramos y Da Silva, 2002; González, 2002).

El objetivo de este artículo es del proyecto de investigación en el que se inscribe: Registrar, cata-logar y estudiar los términos onomásticos antropo-nímicos del pueblo -en este caso los apodos-. En cuanto a la metodología del estudio, se ha hecho el trabajo de campo mediante el registro, compilación y cotejo de todos los apodos a través de encuestas orales y escritas entre una muestra representativa de personas del pueblo; posteriormente, se han co-menzado a estudiar desde perspectivas diversas. Por lo tanto, este trabajo no deja de ser un avance de algunas de los resultados previsibles de la investi-gación. Respecto al contenido, se desarrolla en dos apartados: 1. Los apodos. 2. Los apodos de Nalda. Además de la correspondiente introducción, algu-nas conclusiones y una bibliografía básica.

Finalmente, hemos de dejar constancia de nuestro agradecimiento a cuantas personas del pueblo nos han informado sobre estos apelativos.

2. LOS APODOS

La onomástica antroponímica contempla los nombres, sobrenombres y apellidos. Entre los sobrenombres localizamos los apodos como los apelativos más significativos y numerosos. Es co-nocido que el uso de estos términos es universal y que, casi con toda seguridad, fueron utilizados desde los principios de la humanidad ya parlante, que es como decir desde los orígenes de la misma como tal. Todos ellos son signos distintivos iden-tificadores de las personas que los han portado en la historia y que se usan también en la actualidad de forma generalizada por todos los pueblos y cultu-ras (Comission…,1954-1984).

Los apodos o motes, por tanto, son sobrenom-bres, así como los alias y pseudónimos, entre otros. ¿Y qué se entiende por tales apelativos? Como ya hemos dicho en alguna ocasión, “se denominan como sobrenombres a los apelativos que sirven para volver a nom-brar popularmente a personas que ya tienen el nombre oficial propio, el del Registro Civil, compuesto regularmente por su nombre y sus apellidos” (Ramírez, 2003). Con todo,

nosotros vamos a centrarnos en esta ocasión en los apodos o motes que, aunque con matices significa-tivos diferenciadores, vamos a considerar en esta ocasión como sinónimos plenos.1 Para ello, vamos a partir de las definiciones dadas por dos dicciona-rios, el DRAE y el M. Moliner. El primero (DRAE, 1992: 112) los define como “nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna circunstancia. // 2. Desus. Chiste o dicho gracioso con que se califica a una persona o cosa, sirviéndose ordinariamente de una ingeniosa comparación”. El segundo (Moliner, 1998: 216; 398), del modo siguiente: A, apodo. “Mote”. Sobrenombre aplicado a veces a una persona, entre gente ordinaria, y muy frecuentemente en los pueblos, donde se transmite de padres a hijos; B, mote. “Apodo”. Sobre-nombre, generalmente alusivo a alguna cualidad, semejanza de la persona a quien se aplica, por el que se conoce a esa persona. Especialmente, los usados en los pueblos, que pasan de padres a hijos y, generalmente, no son tomados por ofen-sivos”. Como puede comprobarse, se ofrecen algu-nos rasgos muy interesantes que, complementados, vienen a definir con bastante precisión qué se en-tiende por apodo o mote y que sintetizamos en las siguientes palabras claves: sobrenombre, defecto, circunstancia, calificación, ingenio, rural, heredita-rio, ¿ofensivo?... En alguna medida vienen a sinteti-zar algunos de los requisitos que vamos a presentar como condición para llegar a ser apodos plenos.

En otro orden de cosas, no cabe duda de que los apodos tienen un poder identificador y de perte-nencia inmenso, característica que comparte con los nombres y apellidos. Pero, ¿qué relación mantienen estos apelativos -nombres apellidos y apodos- en-tre sí? Evidentemente, muy estrecha: regularmente, los nombres devienen de los apodos y los apelli-dos igualmente, ya que se construyen a partir de los nombres o de los apodos. Así ha sido desde el prin-cipio de las civilizaciones, ya que en su origen todos los nombres -y entonces, casi con toda seguridad, los sobrenombres eran los únicos nombres identi-ficadores de las personas- tenían un significado que caracterizaba o calificaba al nombrado con el fin de distinguirlo e identificarlo. Los apodos fueron los

1 En Nalda, el término mote se considera más vulgar que apodo, a pesar del significado primero de mote.

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primeros descriptores de identificación que deriva-ron en nombres propios y apellidos a través de un proceso de desemantización por el uso cotidiano y por la pérdida paulatina de su significado primero al ser usados como meros identificadores “oficiales”. Pero, a veces, el proceso ha revertido y han sido los nombres y apellidos los que acaban utilizándose de nuevo como apodos. Por lo tanto, encontramos nombres y apellidos que devienen de apodos y, a su vez, apodos tomados directamente de nombres y apellidos por circunstancias que se comentan a continuación. Si tomamos como ejemplo los motes de Nalda, tal como se expondrá más adelante, estos se usan, según en qué ocasiones, como nombres o como apodos -aunque nosotros no los considere-mos como apodos en este trabajo-: Es el caso de los nombres/ apodos Turno, Serafines, Millanas, Brunos, Sinfo, etc.; otros, como apellidos/ apodos: Balmaseda, Navajas, Hacha, Espartero, etc. No los hemos considerado como apodos “puros”; aunque sí mantenemos algunos apodos/ nombres por su connotación significativa como mote: Felipe Caín; Juan José Judas; Javier Pepón, etc., ya que ninguno de los sobrenombrados, como ya se ha expuesto, tiene por nombre el apodo, ya que este añade connota-ciones significativas obvias. Esta es la razón por la que algunos vecinos en el pueblo que no saben si es apellido o mote el apelativo de algunos vecinos como, por ejemplo, en el caso de Chácharo, Cacho, Ducal o Viaín, en que son apellidos, aunque mu-chos vecinos los consideran un mote. Por el con-trario, en otras ocasiones, los apodos se sienten casi como apellidos dentro del marco rural en el que se utilizan. Podemos poner algunos ejemplos: 1. En personas de distintas familias, aunque con el mis-mo nombre: Chuchi Pescadilla, Chuchi Forris, Chu-chi Fernandín, Chuchi Capitán, Chuchi Perillán. Pepe Cajali, Pepe el Serio, Pepe Clementón, Pepe Cunacho, Pepe Arrasca, Pepe Garrules, Pepe Tocatas, Pepe Ca-lavera, Pepe Zamora, Pepe Pelotillas, Pepe Mecachis, Pepe Carabo, Pepe Loína, Pepe el de la Tripona, Pepe Moreno. 2. En personas de la mismas familias, pero de nombres diferentes: Felipe Garrules, César Ga-rrules, Pepe Garrules, Matías Morropinto, Felipe Mo-rropinto, Pedro Morropinto, Valentín Pichoche, Ino-cencio Pichoche, Manolo Pichoche, la Juana la Pichocha, La Tere la Pichocha, la Raquel la Pichocha, etc. Como

se ve, el mote “apellida” al nombre y, con mucha frecuencia, lo hereda la familia como si fuera un apellido de uso no oficial, pero muy pragmático y altamente eficaz en los pueblos.

Tras estas reflexiones sobre las relaciones en-tre los apodos y los nombres y apellidos, creemos que es hora de hablar de las condiciones que en-tendemos que deben reunir para que puedan ser considerados como apodos plenos. Tal como ya hemos adelantado en otras ocasiones, aportamos cuatro requisitos básicos: “1. Cumplen las funciones apelativas, distintivas y sociales. 2. Permanecen de forma muy prolongada en el tiempo y acompañan a quien sobre-nombran, prácticamente, toda la vida. 3. Se transmiten de forma hereditaria a la familia o a algunos de sus miembros. 4. Sufren un proceso de desemantización continua (Ramí-rez, 2011).

Sobre la catalogación de los mismos, podemos abordarla desde distintas perspectivas, mayormente lingüísticas: gramaticales, pragmáticas, semánticas... Nosotros nos vamos a centrar, en esta ocasión, en una categorización semántica -a pesar del proceso de desemantización de algunos de ellos-.

La clasificación semántica que proponemos es fruto de los datos recogidos en las encuestas sobre el origen y significados de los epónimos. También hemos tomado en cuenta otras catalogaciones an-teriores (Moreu Rey, 1981; Barrios, 1995; Carrera de la Red, 1998; etc.). La clasificación que se propo-ne es la siguiente: 1. Actitudes, comportamientos, tendencias y características psicológicas. 2. Alimen-tos. 3. Animales. 4. Antroponímicos. 5. Cuerpo y aspecto físico. 6. Objetos. 7. Palabras malsonantes. 8. Profesiones. 9. Toponímicos. 10. Vegetales. 11. Opacos. 12. Otros. A su vez, en cada uno de ellos, obviamente, van a aparecer sus correspondientes subcampos. A modo de ejemplo, podemos tomar el de los animales pertenecientes al campo genérico 3: 3.1. Aves. 3.2. Crustáceos y mariscos. 3.3. Insec-tos. 3.4. Mamíferos. 3.5. Peces. 3.6. Reptiles. 3.7. Otros. (Ramírez, 2003: 290).

Pero son los apodos relacionados semántica-mente con los campos 1, 5 y 8 los más cercanos a los rasgos personales de los apodados. Los sub-

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campos semánticos que pueden contemplarse en ellos son los siguientes2: En el campo 1. Actitudes, comportamientos, tendencias, características psico-lógicas: 1.1. Éticas y de carácter, Raro. 1.2. Hábitos de alimentación y ocio, Fumaaescondidas. 1.3. Ideo-logía o posicionamiento sociopolítico, Requeté. 1.4. Psíquicas y del intelecto, la Mema. 1.5. Religiosas, Feligrés. 1.6. Sexuales, Señorita (apodo asignado a un hombre). 1.7. Trato y comportamiento, Farruco. 1.8. Actitudes agresivas, ofensivas y aniquiladoras, Ma-tamoros. 1.9. Otras, Modorro. En el campo 5. Cuerpo y aspecto físico: 5.1. Boca, labios y dientes, Morro-lindo. 5.2. Cabeza y cuero cabelludo, Sietecabezas. 5.3. Cara, gesto y aspecto, Carasucia. 5.4. Manos y brazos, Manazas. 5.5. Ojos, Cuatrojos. 5.6. Orejas y narices, Napias. 5.7. Partes del cuerpo sexuales y es-catológicas, Chorralda. 5.8. Pelo y aspecto, Pelodeoro. 5.9. Piel, Pecas. 5.10. Piernas y pies, Paticorto. 5.11. Sentidos, Sordito. 5.12. Tamaño y tipo, Chiquinina. 5.13. Tronco-cuerpo, Tripita. 5.14. Otros, Nerviópti-co. Y en el campo 8. Profesiones: 8.1. Agropecua-rias, Esquilador. 8.2. Oficios artesanos, Hojalatero. 8.3. Ocupaciones intelectuales o artísticas, Poeta. 8.4. Servicios y profesiones varias, Campanero. 8.5. Otros, Capitán. De todos los modos, es evidente que también los otros campos tipifican a los sobre-nombrados a través de la traslación significativa de las metáforas y metonimias con las que apodan a las personas identificadas por estos apelativos.

Nuestra clasificación, pues, ejemplificándola con tres apodos de Nalda cada una, es la siguiente:

1. Actitudes, comportamientos, tendencias y carac-terísticas psicológicas: Serio, el; Tranquilo, Fugas

2. Alimentos: Potaje, Chuleta, Sopas

3. Animales: Tajudo, Ardilla, Canejo ‘cangrejo’

4. Antroponímicos: Malgallo, Pando, Wichi

5. Cuerpo y aspecto físico: Morrotorcido, Patagor-da, Morropinto

6. Objetos: Cunacho, Gafas, Guitarra

2 . Los apodos que se usan para las ejemplificaciones perte-necen a varios pueblos del valle medio del Iregua, La Rioja.

7. Palabras malsonantes: Cagüen, Colaza, Meaco-ches

8. Profesiones: Hojalatero, Herrador, Cestero

9. Toponímicos: Torreños, Villamediana, Sevilla

10. Vegetales: Caparrones, Ciruela, Pepino

11. Opacos: Butraco, Changa, Parri

12. Otros: Joto, Santágueda, Miama

A esta clasificación podríamos añadir otras de carácter lingüístico-gramatical: sintáctica, mor-fológica, fónica, etc. Más adelante presentaremos ejemplos de las mismas. Pero, realmente, es la di-mensión léxico-semántica la que nos parece más oportuna para los objetivos de la comunicación y de la propia onomástica en este tipo de estudio (Ra-mírez, 2003).

3. LOS APODOS DE NALDA

El título de la comunicación pretende ofrecer con claridad el propósito de la misma: comentar algunos apodos y, a la vez, reflejar el uso de los apo-dos de Nalda y algunos pueblos limítrofes -estos solo como elementos comparativos-. Por ello, en el citado título hemos presentado algunos de los muy conocidos, reconocidos y utilizados por todas las generaciones de naldenses. Estos apodos, como se ha indicado, son Nopueser, Miama, el Hojalatero y Tecle. No obstante, ofreceremos unos treinta más, de modo que ejemplifiquen algunas de las cuestio-nes que queremos tratar. Y, por supuesto, también ofrecemos todos los apodos reconocidos como ta-les por los vecinos de Nalda, tras cotejarlos y co-mentarlos con unas veinte personas muy represen-tativas del pueblo: mayores, adultos, jóvenes, niños, mujeres, hombres, trabajadores del campo, de los servicios, oriundos del pueblo o vecinos foráneos pero muy asentados y arraigados en Nalda.

En primer lugar, abordaremos la realidad so-cial de estos apelativos en el pueblo en la actuali-dad. Es obvio y fácilmente observable que su uso ha cambiado significativamente al ir haciéndolo la sociología de sus gentes como consecuencia de la pérdida paulatina de la cultura, exclusivamente

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rural hasta finales de los 60 del siglo pasado. La influencia del mundo urbano y de los medios de comunicación ha traído nuevas costumbres e, in-cluso, ha hecho sentir que el uso de los apodos, como otros signos de identidad convivenciales del pueblo, era señal de poca cultura, cosa de puebleri-nos y de paletos…, costumbres a olvidar… Pero la realidad es que los apodos, como ya hemos dicho, son universales y se producen en todos los espacios en los que se desarrollan relaciones de cercanía: grupos de amigos, colegios, entornos estudiantiles, grupos deportivos, colectivos de artistas, mundos laborales compartidos, etc.; y estos también se dan en las ciudades. Por lo tanto, no son privativos del mundo rural, aunque sí, en el que se usan con ma-yor frecuencia y donde adquieren su mayor carga de significación, caracterización e identificación precisa del sobrenombrado o de su familia. El que pertenece en exclusiva a una persona suele aparecer en singular (Ardilla); cuando lo es de una familia, en plural (Fariseos).

En cuanto a la intencionalidad, esta viene mar-cada por muchas variantes: perfil del apodador y del apodado, grado de confianza entre ellos, signifi-cado recto o figurado del término, etc. En cualquier caso, el apodador suele ser una persona con creati-vidad y una gran capacidad para captar elementos significativos que describen al apodado; es una per-sona que tiene la habilidad de caracterizar a través de un término, creando algo así como una caricatu-ra lingüística que, con muy pocos rasgos, describe e identifica de modo preciso a una persona. En todo caso, como nos han comentado en alguna ocasión, utilizando literalmente la expresión, el apodador suele tener un poco de mala leche… Pero no siempre es así, ya que a veces, el apodo surge de modo cariñoso y como consecuencia de la confianza y la amistad. Buen ejemplo de ello es que algunos apodos, in-cluso, han sido puestos en el seno de la misma fa-milia para significar alguna característica del sobre-nombrado (Ratón, del que dijo su madre que había ‘tenido un ratón’, por su tamaño), obviamente, sin ninguna mala intención; aunque también es verdad que, a veces, el trato de algunos padres hacia los hijos no siempre eran de lo más delicadas: no eran tiempos de lindezas…

Podríamos hablar largo y tendido sobre el gra-do de aceptación de los apodos. La verdad es que depende de varios factores: significado recto o figu-rado del apodo, grado de confianza entre quien lo usa y el apodado, contexto comunicativo, espacio y tiempo en el que se usa, etc. Y conviene aceptar el apodo con naturalidad en el marco de las reglas de trato rurales, porque lo que sí que ocurre es que, en un pueblo, la mejor manera de hacerte con un apodo y perpetuarlo es que el sobrenombrado re-chace el apodo y lo manifieste con enfado o enojo expreso tajante: automáticamente, y a pesar de no usarse para llamar a esa persona directamente en su presencia, el apodo se consolida como término identificador entre el resto del pueblo. Es el caso del Coletero en Cehegín (Murcia) o el de Gorrión y Cacharroviejo en Nalda, entre otros muchos. Frente a estos, sin embargo, hay personas y familias que llevan el apodo como un signo de pertenen-cia del que se sienten orgullosos y lo llegan a usar para que figure en el nombre de sus empresas, do-micilios e, incluso, esquelas necrológicas y en las mismas lápidas funerarias, como es el caso de los apodos el Serrano, Capitán, Tacuesa, Canejo, entre otros. Para estos, no cabe la menor duda de que los apodos son una marca de identidad y pertenencia que se portan con satisfacción y orgullo como si fuera el “apellido” familiar para usar entre la gen-te conocida y cercana. En esta concepción de los apodos como modo comunitario de identificar-se podríamos situar los sobrenombres de algunas culturas indígenas (indios americanos, Toro Sen-tado; o pueblos originarios australianos, Hombre que Cura, (Morgan, 1991). Y también, desde esta perspectiva, puede sentirse el término portugués para apodo, alcunha, como indicador de la alcurnia de los sobrenombrados (Ramos y Da Silva, 2002). Como se dice en los pueblos, “si no tienes apodo, no eres nadie” en los mismos; pero, obviamente, es muy distinto que a uno lo apoden Basura, Cenaco, Caraculo o el Mierda, a que lo sobrenombren como Capitán, el Che, Bodega, Guindas o Zaragoza. Con todo, creemos que los apodos son unos términos que han de ser tratados con gran delicadeza, pru-dencia y cariño (Pérez-Rejón, 2000). Si se hace así, se producen reacciones positivas como la siguiente, recogida en El Ideal de Granada:

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“A los vecinos de Huétor Vega les ha gustado tanto ver publicados sus motes en un libro que tras agotarse la primera edición de Huétor Vega y sus vecinos, de Francisco Pérez-Rejón Martínez, que constaba de mil ejemplares, ha sido publicada una segunda con otros 500. El libro recoge prácticamente todos los motes de los vecinos y familias de Huétor Vega a lo largo del tiempo, muchos de los cuales aún permanecen en las jóvenes generaciones. La forma popular del texto, la intensa labor de investigación llevada a cabo por su autor y el cariño con que están tratados todos los vecinos y sus apelativos, consiguieron que la primera entrega quedase agotada en poco tiempo. Casi un ter-cio de los ejemplares han sido solicitados por hueteños emigrados, algunos incluso a países latinoamericanos. El libro recoge más de un centenar de apodos y motes de hasta principios de siglo e incluye apartados que se dedican a los alcaldes, a los distintos curas, a los jueces o a las plazas y acequias. Además, lleva 30 fotos del municipio”.

Sin embargo, no siempre se aceptan tan favo-rablemente; de hecho, hemos llegado a comprobar que su uso o su estudio pueden ser motivo de dis-putas e, incluso, de causas jurídicas por, supuesta-mente, llegar a atentar contra el buen nombre de las personas. No hay que olvidar que a algunos de estos sobrenombres se les llegar a denominar tam-bién como malnoms (Moreu Rey, 1981).

El listado de apodos, como hemos avanzado anteriormente, ha sido seleccionado teniendo en cuenta los requisitos para reconocerlos como tales de modo pleno. En esta ocasión, y a pesar de que hay nombres y apellidos que se sienten plenamen-te como apodos (Sinfo, Balmaseda, Marzo, Viaín, Viguera, etc.), estos han sido descartados por su condición original de nombres propios o apellidos. Tampoco van a ser considerados como sobrenom-bres apodos los hipocorísticos como Pepe, Paco, Quique, Oño, Chuchi, Pancho, etc. Por consiguien-te, el elenco de voces que se ofrece es el de unos 400 apodos que hemos considerado, sin ninguna duda, como apodos “puros” tras confirmarlos como ta-les los miembros de la muestra representativa de vecinos del pueblo:

Alcalde, el; Ajito; Americano, el; Andaluz, el; Ara-gonés; Ardilla; Arranca; Arrasca; Artillero, el;

Bachas; Banderillas; Barbas; Barbero, el; Bastero, el; Basura; Batezo; Beethoven; Bicicletas; Bigotes, el; Bobis; Bodega; Bolos, las; Bollo; Bordes; Borrique-ras/ burriqueras; Brujo, el; Butano; Butraco;

Cabezabuque; Cabra, la; Cacharroviejo; Cachavas; Cachila; Cachoga; Cachucha; Caclos; Cafetera; Ca-gaza; Cagüen; Caimán; Caín; Cajali; Calamoquina; Calavera; Calderero; Caldoco; Calendarios; Calinos; Camarero; Canario; Candriles: Canejo; Canillas; Caparrones; Capitán; Capotera; Carabo; Caracola; Caracolito; Caraculo; Carasucia; Caravieja; Carina; Carolo; Carota; Carpintero, el; Carralá; Carralacú; Carreno; Carrilla; Cartajas; Cartero, el/ Cartero; Cascarilla; Casinera; Casquetón; Casquijas; Castro; Catalufas; Catorce; Cazailo; Cazapanes; Celosín; Cenaco; Cepi; Ceporro, el; Cestero, el; Chacarés; Chácharo; Chaleco; Chanchana; Changa; Chano; Chapuzas; Chata, la; Canela, la; Chata; Chatarrera; Chati; Chato; Chavo; Che; Chichano; Chicharre-ra, la; Chichones; Chiflaibaila; Chinchanes; Chin-chorra; Chiqui; Chiquinina, la; Chori; Chorlos; Chorralda; Chorrios; Chospas; Chotarro; Chufas; Chuleta; Churrero; Cicote; Cigarro; Ciroja; Ciruela; Cocinero; Colayo; Colaza; Colorines; Cortador, el; Correcaminos; Cucala; Cueto; Culeras; Cunacho; Curita; Curra; Currusca;

Dehesa, los de la; Destroza; Divisiones;

Electricista, el; Elín; Enterrador, el; Epos; Ermita-ño, el; España; Espartero; Esquilador, el;

Fadeliana/ Santillana3; Fafá; Faja; Fajardo; Fariseos; Farmacias, el; Fernandopó; Flaña/ Fraña; Fleta, Fórchilas; Forestal, el; Foros; Forris; Fugas; Fugi-tivo; Fus;

Gafas; Gainza; Gaita; Galbanas; Galga; Gallarza; Gallego; Gallito; Gallo; Garrochillón; Garrules; Gitana, la; Golpe; Gorraza; Gorrilla; Gorrión; Guadaña; Guarda, el; Güigüí; Guindas; Güis; Gui-tarra; Guti;

Herrador, el; Herrero, el; Hojalatero, el; Hortelano, el; Huecas; Huesos;

Ibicenco; Indio; Italiano;

Jaca; Jaque; Jaranas; Jarras; Jefe; Jeta; Joba; Joto; Ju-das, el; Jurana;

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Onomástica de Nalda

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3. Es el apodo de dos vecinos de Nalda: Al primero se llama Santi y, de niño, por el jugador de fútbol del Real Madrid, lo llamaban Santillana; a la casa de la familia de este primero llegó acogido por motivos de salud, desde los Campamen-tos de Refugiados Saharauis de Tinfuf (Argelia), y durante 10 años, un niño que se llamaba Fádel: por semejanza se le sobrenombró como Fadeliana.

Levativas; Limpia; Lobito; Loína; Longas; Lucero, el; Lupa;

Macán; Maestrillo; Maestro, el; Maimón; Malga-llo; Malhumo, la; Manazas; Manco, el; Mandan-ga; Mandarina; Mandi; Mandolo; Manga; Manina; Manueluco; Manzanos; Mariquita, la; Marmotín; Marqueta; Matabuelas; Matamoros; Mataperras, la; Matapobres; Matapollos; Matera; Mé; Meaceites; Meacoches, la; Meacolonias, la; Mecachis; Mecha; Melenas; Melitón; Melones, los; Merengue; Mia-ma; Millanas, las; Minero; Mocha, la; Mojalgara, los de; Molineras, las; Molinero; Molinerón, el; Mono; Monqui; Montón, la; Morcilla; Morena, la; More-nos, los; Moro; Morrina, la; Morritos; Morrolin-do; Morropintos; Morrotorcido; Moscas; Mosco; Mostillo; Mozarra; Muda, la; Mudos, los; Murillejo; Mustang; Niebla; Nopueser;

Ofas; Olallas, los; Orejitas; Orieldad;

Pachín; Pajarero; Pampán; Panadero,el; Pando; Panturquillo; Paquilo; Parri; Parrillas; Pasero; Pas-trana; Patachicle; Patagorda; Patas; Patastrés; Pa-tato; Patorrillos; Pausa; Pedorra; Pejos; Pelaman-gos; Pelines; Pellas; Pellejero; Pellejines; Pelos, la; Pelotari; Pelotillas; Peluquera, la; Pepaú; Pepino; Pepón; Pera; Perero, el; Perillanes; Perkis; Perna-les; Pescadilla; Pescatero; Petaca; Pichi; Pichilona, la; Pichoche; Pichú; Piculi; Pierdemisas; Píldora, la; Pin; Pinanta; Pipas; Pirulo; Pistolo; Piti; Pito, Pitija; Pizarrín; Platanito; Pocholo; Poeta; Polán; Porreto; Pota; Potaje; Potoño; Potro/a; Puchero; Puertacaí-da; Pundia; Puñeta; Putita;

Querrubín; Quilduelo; Quinito; Quiriqui;

Ranas, las; Rata; Ratón; Redondo; Regador, el; Ri-sio; Risitas; Rojo, el; Rojo-Cachila, el; Rojo-Román, el; Rongo; Rubio; Rubio, el; Ruche; Ruso, el;

Saltaviñas; Santágueda; Sastras, las; Serio, el; Serra-no, el; Severo; Sevilla; Sietemoqueros; Solapitas;

Sopas; Sorche; Sorzaneros;

Tacuesa; Tajudo; Tambores; Tanis; Tarro; Tarta; Tatán; Tecle; Tenazas; Tiriti; Tocatas; Tolo; Topoli-no, la; Topos, los; Toro, el; Toroto; Torrejas; Torre-ños, los; Tranquilo; Tripona, la; Tronchero; Tuerto, el; Tuno, el;

Urtáin;

Veterinario, el; Villamediana; Vinagre; Visera;

Wichi;

Yangüés; Yuppi;

Zaborro; Zamarro; Zamora; Zanahorio; Zapate-ro, el; Zaragoza; Zorro; Zotea; Zurreras; Zurriago; Zurripampli.

Como es de suponer, en un trabajo de este tipo no es posible dar cuenta pormenorizada de cada uno de ellos desde las perspectivas diversas desde las cuales se pueden estudiar. En esta ocasión tan solo se van a exponer algunas informaciones sobre los orígenes y significados, muchos de ellos figurados, ya que estos son los que demuestran más creatividad y pautas de convivencia de los vecinos. En concreto se va a informar, brevemente, de la treintena que figuran a continuación:

1. Ardilla: es un apodo de los años 40 e indivi-dual; se le puso a su portador por parte de sus ami-gos escolares porque “era listo y rápido como una ardilla”. 2. Butano: de los años 60 e individual; se le denominó así debido a que fue, aunque durante un breve espacio de tiempo, el repartidor de bombo-nas de butano en Nalda. 3. Cachoga: este es un apo-do de los 70 e individual; responde a que la madre llamaba a su hija “mi *cachoga…”, por mi cacho-rra, al velarizar la vibrante. 4. Carasucia: de los años 50 e individual; su portador era el herrero del pue-blo, quien tenía dos apodos, el Herrero y Carasucia; este último debido a que iba siempre con la cara tiznada por la carbonilla y los óxidos propios de su taller. 5. Casineras: desde primeros del siglo XX y es hereditario; según las informaciones de la fami-lia, habían regentado el pequeño casino de Nalda. 6. Cazailo: de principios del siglo XX y familiar; se produjo por el modo popular de cambiar la –d del

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imperativo por la vocal –i– ante los pronombres enclíticos a la forma verbal: cazadlo > *cazailo. 7. Chiflaibaila: se pierde en el tiempo y se conoce des-de siempre; es familiar y venía a significar ‘persona muy dada a la juerga y de poco fuste como trabaja-dor’. 8. Chorralda: se pierde también en el tiempo y es familiar; puede deberse a un apodo de carácter sexual vulgar mediante la sonorización de la dental –t-, chorralta > *chorralda. 9. Divisiones: de los años 40 e individual; se debe a que su portador se fue voluntario a la División Azul. 10. Fariseos: se pierde en el tiempo y es familiar; por el supuesto carácter falso e hipócrita que se les suponía como *paice-buenos ‘parecen buenos’. 11. Hojalatero, el: desde tiempo inmemorial; era el oficio de la familia, here-dado generación tras generación, como antecesor del fontanero que también llegó a ser su hijo duran-te los últimos años de su vida profesional. 12. Joto: de primeros del siglo XX y es familiar; debido a que esta familia vendía patatas de siembra de la sierra Navarra de la marca Joto. 13. Malgallo: de la primera década del s. XX; debido a la costumbre de una ma-dre de nombrar a sus hijos con términos militares o apellidos de generales muy conocidos en su épo-ca; a la hija la llamó Capitana y a otro hijo, Pando: todos ellos han mantenido y transmitido el apodo. 14. Mandanga: de los años 40/50; se lo pusieron sus amigos a los que, cuando iban de merienda en cuadrilla, siempre decía “que haya mandanga ‘can-tidad de alimento consistente”. 15. Mangas: desde tiempo inmemorial y es familiar, a toda la familia se le llama así; no han sabido darnos la razón del mismo, pero se produce una coincidencia que no deja de ser curiosa: una de las mujeres de la última generación tiene el hábito inconciente –parece que instintivo- de agarrarse las mangas de sus vestimen-tas con los dedos, estirarlas y aplastarlas contra la palma de la mano; pues bien, su abuela le comentó que su bisabuelo –al que esta joven no conoció- te-nía la misma costumbre. 16. Meaceites: desde tiempo inmemorial y familiar; se supone que pudo ser por la apariencia exquisita y remilgada que tenía la pri-mera mujer a la que se recuerda con este nombre y que nació en la década de 1890. 17. Miama: de los años 20 y familiar; este hombre creo un eufe-mismo de una blasfemia para evitar usar palabras malsonante y sancionables: comenzó mascullando

“me cago en mi alma” y, mediante la eliminación del término escatológico y la lateral del artículo, derivó en *miama. 18. Nopueser: de los años 20 y familiar; su portador era “el regador” del río Torre-dano, el encargado distribuir el agua de la acequia y se debe a que, cuando alguien le solicitaba el turno de riego y no era posible concederlo, lo negaba con la frase “no puede ser”, que devino en *nopueser. 19. Patagorda: desde la década de 1890 y es familiar; la familia informa de que el bisabuelo tenía siem-pre una pierna muy hinchada. 20. Pelamangos: desde primeros del siglo XX y era individual, “el tío Pela-mangos”; parece que es debido a que era carpintero y, en aquel entonces, este manufacturaba muchos utensilios y herramientas para la agricultura: entre otros, magos para las azadas, picos, estrechos, hor-quillos, etc., y, por supuesto había que pelarlos para dejarlos pulidos, lisos y ergonómicos. 21. Ratas: de los años 30 y es familiar; se debe a que eran niños huérfanos de padre que debían trabajar arando los campos y les decían que parecían “dos ratitas” en medio de las tierras de labranza. 22. Risios: desde tiempo inmemorial y es familiar; no se conoce el motivo del mismo. 23. Santágueda: de los años 40 y es individual; se lo pusieron los amigos colegiales porque salía jugando con la escoba y la muñeca de Santa Águeda, el día 5 de febrero, imitando a los quintos del año. 24. Serio, el: de los años 20 y es familiar; hace referencia al gesto y comportamiento de su portador. 25. Sietemoqueros: de primeros del s. XX y es individual; parece ser que era porque tenía muchos mocos y precisaba muchos pañuelos para limpiarse. 26. Tajudo: de primeros del siglo XX y era familiar; se dedicaban a la caza furtiva -entonces le-gal y habitual- y solían apresar tajudos o tejones por ser considerados como alimañas perniciosas para los cultivos del campo. 27. Tecle: de finales del s. XIX al menos y es familiar, aunque solo lo heredó un hijo y alguno de su nietos; no se sabe cuál fue el motivo que lo originó; aunque podemos plan-tearnos tres hipótesis: a, que fueran los hijos de la tía Tecla -aunque no hemos podido encontrar en nuestras investigaciones el nombre o apodo de la misma-; b, por su significado de ‘polipasto, garru-cha, instrumento para alzar pesos -eran cesteros de oficio- o andarivel’; c, y el más plausible: tecle, como sinónimo de andarivel, puede ser considera-

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Onomástica de Nalda

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do a modo de una maroma, cuerda o “dispositivo semejante por el que se hacen correr materiales, una cesta o un cajón entre dos puntos” (Moliner, 1998); estos artesanos acostumbraban a recolectar su material de trabajo: mimbres, saciñas y otros te-jidos vegetales en ambas márgenes del río Iregua y, obviamente, debían trasladarlas de lado a lado de sus puntos de recolección a los de preparación y trenzado que solía ser fijo; es posible que utilizaran algún procedimiento así, un tecle, para evitarse va-dear continuamente el río4. 28. Torreños, los: apodo de los años 20 y es familiar; eran originarios del pueblo serrano Torre de Cameros. Resulta lógico que en Torre se les llamaba los Yangüeses por ser oriundos del pueblo soriano de Yanguas; Torreños en Nalda, por la razón ya comentada; Riojanos en Zaldívar, Vizcaya, a donde emigraron desde Nalda; y Zaldívar cuando han vuelto al pueblo. 29. Villa-mediana: de los años 40 e individual; en su infancia se crió con unos tíos en el pueblo cercano de tal nombre. 30. Wichi: de los años 90 y es individual; joven al que le gustaba el citado futbolista y así lo manifestaba satisfactoriamente; ese sigue siendo el alias de su dirección informática y por este sobre-nombre anunciaron sus amigos la celebración de su boda. 31. Zotea: de los años 40 e individual; se lo pusieron de joven en el tajo plantando pinos, porque tenía la parte superior de la cabeza plana en forma de azotea.

Como puede observarse, nos hemos ateni-do tan solo a la dimensión sociosemántica de los apodos; pero pueden contemplarse como voces de gran interés desde otras perspectivas: culturales, convivenciales, gramaticales, pragmáticos, educati-vas, etc. A modo de ejemplo, y muy brevemente, vamos a comentar algunos de los anteriores desde distintos puntos de vista:

Culturales: el uso de los apodos en sí ya deno-ta una forma de cultura rural; algunas de las voces tienen que ver con el agropecuario, tal es el caso de Tajudo, Pelamangos, Bodega, Pepino, Bastero, Morcilla, Caloyo, etc.

Convivenciales: los apodos son discursos con-vivenciales (Ramírez, 2011). Constituyen la esencia de un tipo de discurso sintético de gran rentabili-dad comunicativa por su economía lingüística, a su vez, altamente expresiva y creativa. Son vocablos que constituyen una unidad de discurso altamente económico desde la perspectiva lingüística. Sinteti-zan una gran cantidad de información, de intencio-nes comunicativas y actitudes convivenciales que son comprendidas, sobre todo, por los usuarios frecuentes de los mismos, como es el caso de las personas del ámbito rural que mantienen relacio-nes de convivencia muy estrecha. Ellas son las más capaces de descodificar con precisión el significa-do, los sentidos y las intenciones de estos apelativos según la situación comunicativa, el contexto y otras variantes pragmáticas, además de las puramente se-mánticas y prosódicas.

Gramaticales: En este apartado podemos diferenciar diversas perspectivas: 1, sintáctica: en-contramos sintagmas nominales, principalmente, aunque algunos de ellos devienen de estructuras profundas más complejas lexicalizadas: Nopueser < (eso) no puede ser; Miburranocome < ‘(estoy muy preocupado porque) mi burra no come (y le va a pasar algo); Sisobra < ‘si sobra (algo, yo “me resigno” y me lo como)’; Cagüen < ‘(me) cago en (algo/ alguien)’; estructuras transitivas: Meacoches, Matapollos; estructuras atributivas: Cacharroviejo; categorías sintácticas: sustantivos: Ardilla, Sopas; adjetivos: el Serio, Tranquilo; pronombres: Cator-ce; verbos: Arrasca; valor de la presencia/ausencia de determinantes (el Hortelano era efectivamente hortelano, el Ibicenco desciende de Ibiza, pero Ga-llego no es oriundo de Galicia, sino que se lo puso su padre porque hablaba con dificultad y le decía “pareces gallego”), etc. 2, morfológica y lexicoló-gicas: palabras simples: Jarras, Moscas; derivadas: Ajito, Tripita; compuestas: Hojalatero; Sietemo-queros, Malhumo; uso del género; conjugaciones

4 ¿Podría ser el nombre que le daban a la “razón” ‘punzón o cuña’: “La razón o justa razón es una especie de punzón o cuña de madera resistente (boj, enebro, olivo, carrasca, etc.) que utilizan los cesteros para regularizar el tejido. Prácticamente todos ellos la consideran herramienta básica. Jiménez Muro, M. José, El léxico de la cestería tradicional en La Rioja, Logroño, Biblioteca Gonzalo de Berceo. [http://www.vallenajerilla.com/berceo/jimenezrubio/lexicocesteria-riojana.htm]

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incorrectas (Cazailo por cazadlo); 3, fonológica: Quiriqui, Tiriti, Levativas ‘lavativas’.

Pragmáticos: en este ámbito hemos de men-cionar la capacidad de síntesis de los apodos como actos de habla de gran rentabilidad; especialmente son buenos reguladores de la interacción comuni-cativa y se puede estudiar a través de ellos la cor-tesía comunicativa y los principios de cooperación comunicativa.

Educativos: en nuestras investigaciones an-teriores (Ramírez, 2003) ya demostramos la gran rentabilidad de estas voces desde el punto de vista educativo; principalmente en tres dimensiones: 1, desde la educación en valores: reflexionando sobre los significados y sentidos de los apodos, y cómo se les siente, y cuándo, cómo y en qué condiciones pueden usarse; 2, desde la perspectiva puramente lingüística: aspectos gramaticales de morfosintaxis y fonología; 3, creatividad artística: expresiones di-versas de literatura infantil. Cabe recordar en este sentido la fama de fino y buen apodador del poeta Federico García Lorca y de los novelistas C. José Cela y Miguel Delibes. Pues bien, en el pueblo de Nalda también hemos disfrutado de otro apodador muy ingenioso, simpático y querido: Ángel Ramí-rez Berges, quien, obviamente, a su vez, recibía jo-vial y divertido todos los apodos del mundo: entre otros, Teniente, el Zapatero, Arranca, Comandante, Zurripampli, Tecle, Emilio, Puertacaída y, siempre, Ángel, Capitán: En tu homenaje, querido Capitán, de parte de los tres autores y de tu pueblo.

En fin, tan solo se ha pretendido dar unas pinceladas sobre el estudio de estos apelativos que continuaremos investigando para comprender me-jor su esencia y las muchas significaciones que tiene su uso, que es universal y atemporal.

4. CONCLUSIONES

Tras la breve exposición que se ha presentado, podemos avanzar algunas conclusiones sobre los apodos:

• Los apodos son universales y de carácter in-memorial, aunque su uso está en un cierto declive en consonancia con el del mundo rural; pero siguen

teniendo vigencia en los pueblos y en los círculos de cercanía de cualquier ámbito.

• Forman parte del patrimonio inmaterial del mundo rural.

• Tienen las funciones apelativas, descriptivas, distintivas, identificadoras, creativas, etc.

• Suelen ser hereditarios y permanecen en el tiempo.

• Se van desemantizando paulatinamente.

• El grado de aceptación es muy variable y depende de muchos aspectos ya que son sentidos como signos descriptivos, de identidad y perte-nencia, valores culturales, recursos convivenciales, ofensivos, indicadores de vulgaridad, etc.

• Pueden constituirse en recursos de gran inte-rés para trabajar con ellos en disciplinas diversas.

BIBLIOGRAFÍA

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BIATP, (1954-1984), Bibliographie Internationales des Arts et Traditions Populaire, Bonn, Rud olf Habelt Verlag GmbH.

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GONZÁLEZ BLANCO, A. (2002), “Los motes”, en A la sombra del castaño, Medrano, La Rioja.

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MORGAN, Marlo (1991), Las voces del desierto. Bar-

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Onomástica de Nalda

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celona, Ediciones B, S.A., 1997.

PÉREZ-REJÓN MARTÍNEZ, Francisco (2002), Huétor Vega y sus vecinos, Huétor Vega (Granada), Ayuntamiento.

RAMÍREZ MARTÍNEZ, J. (2003), Los sobrenom-bres y su aprovechamiento educativo: Sobre los apodos en el Valle Medio del Iregua, Madrid, UNED (Tesis docto-ral inédita, en proceso de publicación).

RAMÍREZ, J. (2011), “El uso social de los apodos como discurso sintético en las sociedades rurales”, en Sociedad y Discurso, Aalborg (Dinamarca), Univer-sidad de Aalborg: 49-71.

RAMOS, F.M. y DA SILVA, C.A. da, 2002, Tratado das Alcunhas Alentejanas, Lisboa, Ed. Colibrí-Minis-terio de Cultura.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (1992), Diccio-nario de la lengua española. Madrid, Real Academia Española.

Venancio “el cestero” Jesús y la Juli padres de “Chuchi”

Venancio con su mujer la Teresa “la capitana” ambos abuelos al lado de de “Chuchi”

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pág. �0Bibliografía

POLIVALENCIA Y HORIZONTES DIACRÓNICOS DE LA ONOMÁSTICA

Invitada por el Dr. Jesús Ramírez a participar en su proyecto de investigación sobre onomástica, no pude ser incluida por imposibilidad jurídica, dado que ya participaba oficialmente en otros dos proyectos de mi campo de trabajo, pero desde el primer momento me puse a su disposición para colaborar en todo lo que yo pudiera y fuera conveniente para la investigación que él llevaba entre manos y que era para mí de gran interés. Se me indicó que podría aportar una panorámica sobre bibliografía internacional al tema, de la cual ofrezco aquí un adelanto esquemático.

La onomástica es una materia vieja como la humanidad. Desde que hay noticias escritas se presta atención a los nombres y a su razón de ser, tal y como atestiguan los primeros libros de la Biblia entre otras fuentes antiguas. El diálogo bíblico en el monte Sinaí entre Moisés y Dios, cuando Moisés le pregunta: “... ellos me preguntarán: ¿Y cuál es su nombre? Entonces ¿qué podré decirles? Dios le contestó: Yo soy el que soy....” (Éxodo 3, 13-14). Este pasaje muestra bien a las claras cómo para

las culturas del Antiguo Oriente desde los tiempos históricos el nombre era algo esencial en el ámbito de la comunicación, de la religión, de la magia y de todas las cosmovisiones.

Las culturas clásicas no solamente valoran en mucho el nombre y tienen toda una filosofía sobre el nombre y sobre el valor del nombre1, sino que también buscan teorías para explicar su significado. Como ejemplo, es bien conocida la costumbre griega y romana de usar la mitología para explicar el origen de las familias y de sus nombres. En algunos casos se formulan principios de denominación por razones bien concretas, por ejemplo, San Juan Crisóstomo aconseja poner a los recién nacidos nombres de santos cristianos para que gocen de la protección de estos. La historia ha ido ayudando a crear herramientas de todo tipo para favorecer y alimentar las tradiciones y costumbres, así, desde la invención de la imprenta tenemos libros impresos que filosofan sobre los nombres, y hasta hoy encontramos “baby names books” llenos 1. Platón es el primero que fija la esencia de los términos ‘onoma’ y ‘rhema’, Y los pensadores griegos se plantean mu-chas veces la pregunta de si las palabras (‘onoma’) designan las cosas en su naturaleza o solo por una convención. Es decir están sentadas todas las bases de la onomástica.

BIBLIOGRAFÍA SOBRE ONOMÁSTICA

Elena González-Blanco García, UNED, Madrid

RESUMEN: Este trabajo sólo pretende ambientar la onomástica dentro de la lingüística del siglo XX, para subrayar el enorme interés de los trabajos del Prof. D. Jesús Ramírez. Tras la afirmación de que la onomástica es tan vieja como la humanidad, presenta algunos rasgos del planteamiento científico del tema y explican, agrupandolos en cinco períodos, los pasos dados por los científicos para llegar a la mayoría de edad de esta rama de la ciencia de la lengua. Se expone muy sumariamente el estado actual de la investigación en España y se concluye valorando muy positivamente el proyecto que ha dado origen al contenido de este número monográfico, que resulta ser pionero en los estudios españoles.

ABSTRACT: This paper merely aims to discuss onomastics in the context of XX century linguistics to underline the enormous interest of Prof. Jesús Ramírez’s works. After stating that onomastics is as old as mankind itself, we present some aspects of the scientific approach to this topic and explain, by dividing them into five periods, the steps followed by scientists until the coming of age of this branch of linguistics. The state of the art in Spain is briefly commented on, and we conclude by positively appraising the content of this monograph, which in novel within Spanish arts.

PREÁMBULOPresentar una bibliografía sobre cualquier tema es avanzar entre Escila y Caribdis: lo más objetivo es dar la lista de títulos y callarse después, pero lo práctico es acompañar tal presentación con algunos comentarios, sobre todo como en este caso no podemos presentar varios centenares de páginas de títulos sino que tenemos que limitarnos a unas pocas páginas de perspectivas. Todas las síntesis son subjetivas y se pueden discutir, pero como entendemos que tanto las sugerencias que aquí hagamos como las críticas que a las mismas puedan hacerse ayudan y son positivas aceptamos el reto y seguimos adelante.

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Onomástica de Nalda

pág. �1Bibliografía

de sugerencias y explicaciones para padres aún indecisos.

Sin embargo, fuera de lo anecdótico y trivial, llega el momento de emprender un estudio bibliográfico que trata de sentar las bases de los pilares de la onomástica, para lo cual hemos de remontarnos a los inicios de la disciplina filológica en el siglo XIX. Los descubridores de las familias lingüísticas mundiales como el grupo indoeuropeo y otros, bucean en el origen y significación de las palabras ya desde el primer momento y lo hacen con perspectiva científica actual, si bien la madurez epistemológica de la Onomástica no llega hasta el último medio siglo.

Hay que añadir que la magia de los nombres ejerce un particular influjo en los estudios locales y que las revistas de estudios locales surgen por doquier, muy especialmente en todo el centro de Europa en el ámbito del imperio Austro-Húngaro y en todo el mundo germánico en la primera mitad del siglo XX.

La onomástica tiene, por así decirlo, dos dimensiones: una su materialidad de “palabras”, que se rige por las leyes de la Filología; y otra su uso social que se rige por las leyes de las costumbres y usos sociales, es decir por la Etnografía y la Sociología.

Una bibliografía sobre la Filología de los nombres ha sido y es usada y planteada por la ciencia filológica de la formación de las palabras, su origen y su historia. Aquí nos interesa también la otra: la función social de las palabras, su papel como designadoras de realidades y muy en concreto de personas.

Incluir esta doble dimensión de realidades y personas implica incluir otras disciplinas cercanas, como la Toponimia, que se encuentra también en este ámbito. Esta ciencia tiene sus problemas filológicos, pero también los tiene etnográficos y por eso también aquí conviene atenderla. Por esta misma razón, las fronteras a veces resultan borrosas y la Onomástica no termina en los nombres de personas, sino que se hace extensiva a la designación de otros lugares cercanos a ellas, como casas, animales, plantas, y mil otras cosas que por su relación no pueden olvidarse, si bien, vamos a prescindir aquí de determinadas clasificaciones, ya que inevitable tener que reducir el campo de

investigación dentro de determinado campo o campos y primariamente los nombres de persona.

Podríamos añadir que la investigación de los nombres de persona está ligada a la que se hace sobre la prosopografía, que, abarcando también la historia de las personas, tiene un campo propio de investigación del que aquí no vamos a tratar2.

A modo de introducción a los temas planteados recordemos que existe una amplísima bibliografía de obras de cultura de todas las civilizaciones, tanto antiguas como modernas, en las que el tema del nombre aparece abundantemente: bíblicas, judías, romanas, medievales y de tiempos más recientes. Pero la Onomástica, como veremos, es una rama de la Filología que se ha desarrollado como disciplina bastante recientemente –apenas desde hace menos de medio siglo- si bien el interés por los nombres es muy anterior y hay que tenerlo en cuenta para una recogida completa de la bibliografía. En este trabajo vamos a marcar sólo tendencias y añadiremos algunas pocas orientaciones acerca de la actualidad del tema en general y en España en concreto, con el objetivo de abrir una vía susceptible de ampliación en futuros estudios.

LOS ANTECEDENTES

Desde los tiempos del Humanismo es creciente el interés por los nombres de persona y por los nombres geográficos, como se puede comprobar por los nomenclatores, como p. e. Nicodemus FRISCHIUS, Nomenclator Trilinguis, Frankfurt am Main 1556; Conrad GESNER (1515-1565), Onomasticon Propriorum nominorum..., Basel 1546, quien se esforzó en dar explicaciones histórico-topográficas de los nombres que recoge.

Igual que en otros muchos campos, el genio de G. W. LEIBNIZ (1646-1716) se ocupó de la onomástica, y señaló con acierto que “todos los nombres que llamamos “propios” originalmente fueron apelativos”. Este investigador se dio cuenta de la importancia de los nombres relacionados con el agua, con lo que comenzó a plantear

temas esenciales de la lingüística. A partir de este momento, distinguimos varios períodos, que

2. GONZÁLEZ BLANCO, A., “Prosopografía y Heráldica”. Prólogo al volumen Mula. Repertorio heráldico, Murcia, Univer-sidad, 2005, p. 7-33 con amplia bibliografía específica sobre prosopografía.

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parece oportuno dividir en cinco grandes grupos:

PRIMER PERIODO: REFLEXION SOBRE EL TEMA DEL NOMBRE (Finales del siglo XIX- comienzo de los repertorios bibliográficos, a la vez que se va desarrollando la teoría general de la nominación)

Hay que llegar a la mitad del siglo XIX, con el desarrollo de la Filología primeramente Clásica y a continuación de las Filologías Modernas, para encontrarnos obras como la de W. ARNOLD (1826-1883), Ansiedlungen und Wanderungen deutscher Stämme, 1875. Además de esta obra, dicho investigador escribe una historia de Alemania, en la que la utilización práctica que realiza de los nombres adquiere y muestra esta nueva dimensión de la onomástica de una forma eminentemente práctica.

Ernst FÖRSTEMANN (1822-1906) es el fundador de la investigación onomástica científica alemana. Su obra Die Deutschen Ortsnamen, Nordhausen 1863 demuestra con claridad y lo apoya con muchísimos ejemplos que el estudio de los nombres tiene mucho porvenir. Con su monografía Altdeutschen Namenbuch, 1855ss, obliga a colocar los nombres antiguos dentro de la propia tradición.

El geógrafo suizo J. J. EGLI, escribe, por su parte, una Geschichte der Geographische Namenkunde, Leipzig 1881; y F. Freiherr v. ANDRIAN, “Über Wortaberglauben”, Correspondenzblatt der deutschen Gesellschaft für Anthropologie, Ethnologie und Urgeschichte 27,1896, 109-127.

Todas estas aportaciones, que son consideradas por todos los historiadores de la temática como las de los fundadores o primeros investigadores, van dando lugar a revisiones serias de viejos planteamientos y concepciones que producen una actualización de las reflexiones onomásticas abriendo nuevos horizontes a los temas y consideraciones que aquí se tratan.

Otras obras dignas de nota de este primer período podrían ser:

1898.- BLAU, L., Das altjüdische Zauberwesen, 1898.

.- ORELLI, C. vg., RE XIII, 626s

1901.- BOEHMER, J., Das bibl. ‘In Namen’, eine

sprachwissenschaftliche Untersuchung über das hebraische ‘b’semah’ und seine griechische Äquivalente, 1898.

1918.- HIRZEL, R., Der Name, ein Beitrag zu seiner Geschichte im Altertum und besondere bai den Griechen, ASG 36,2, 1918.

1931.- WILAMOWITZ-MOELLENDORFF, U. von, Der Glaube der Hellenen, 1931.

1934.- GRETHER, O., Name und Wort Gottes im Alten Testament, Zeitschrift für Altestamentliche Wissenschaft. Beiheft 64, 1934.

1952?.- SCHMIDT, H y WISSMANN, E., “Namenglaube”, RGG, 2ª ed. IV, 408-412.

1954.- BIETENHARD, ‘Onoma’, Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, vol V, Stutgart 1954, p. 242-283.

1901.- GIESEBRECHT, F., Das alttestamentliche Schätzung des Gottesnamens, 1901.

1918.- HIRZEL, R., Der Name, ein Beitrag zu seiner Geschichte im Altertum und besondere bei den Griechen, ASG 36,2, 1918.

1928.- NOTH, M., Die israelitische Personennamen im Rahmen der gemeinsemitischen Namengebung, BWANT, 3 F. 19, 1928.

1939.- ---Isimlere dair halk inanmalart (Creencias populares sobre los nombres), HBH 9, Nr. 97, 1939, 17-20.

1948.- USENER, H., Götternamen. 3ª ed. 1948.

SEGUNDO PERIODO: Del comienzo de los repertorios bibliográficos al auge de la ideología racista (1917-1930)

Podríamos comenzar recogiendo los diccionarios de finales del siglo XIX y principios de XX para ser exhaustivos, pero vamos a recoger lo que nos ofrecen las revistas especializadas en bibliografía.

El comienzo del siglo XX asiste a un desarrollo ya iniciado en el «portentoso siglo XIX», para recordarlo con expresión de Bretón de los Herreros. Y la primera revista que conocemos, siguiendo un criterio cronológico, es International Folklore Bibliography /Volkskundliche Bibliographie, que, fundada por John MEIER Y E. HOFFMANN

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en 1917 se modifica tras la segunda guerra mundial y, propiciada por la UNESCO bajo los auspicios del Conseil International de la Philosophie et des Sciences Humaines, es editada por R. Habelt en Bonn desde 1949, convirtiéndose en una buena muestra del avance de la Filología en los alrededores de la Segunda Guerra Mundial

Existe también la revista Zeitschrift für Mundartforschung, que saca unos “Beiheft” o suplementos que debieron comenzar hacia 1924, ya que el testimonio que tenemos es el nº 18 de 1942. Sabemos también que el Zeitschrift für Ortsnamenforschung existe desde 1926 y que hay un Schweizerische Sprachforschung, ya publicado en 1943. Por su parte, en el campo de las lenguas indoeuropeas, muy pronto surgen revistas especializadas como el Zeitschrift für slavische Philologie, publicado desde el año 1928.

El interés por el tema se incrementa al final de la primera mitad del siglo XX, que es cuando esta ciencia mueve la conciencia de los filólogos y motiva su estudio. Recordemos que es en el año 1949 cuando se funda la Revue Internationale d’Onomastique; que el año 1950 se crea la revista Onoma. Bibliographical and Information Bulletin, Lovaina, Instituut voor Naamkunde; que el III Congrès d’onomastique, se celebra en Bruselas en julio de 1949; La Revista de Dialectología y Tradiciones Populares en España se crea en 1942.

TERCER PERÍODO: Entre los años 30 y 50 del siglo XX: el influjo de la ideología pseudocientífica racista y la maduración de la ciencia onomástico-geográfica

Los estudios antropológicos del siglo XIX, en especial los que protagonizaron investigadores como Darwin, unidos al descubrimiento de las familias lingüísticas y muy en particular la de las lenguas indoeuropeas formaron una tenaza que dio origen a movimientos de valoración de las razas por encima de lo razonable, que en el orden político tuvieron efectos muy llamativos. Las teorías de las razas superiores, que cada cual utilizaba políticamente a su gusto dieron pábulo a los estudios que sobre todo en círculos locales o nacionales centraron el interés de las mentes en el estudio de los nombres de lugar y de los nombres personales, que servían o podían ser promocionados y utilizados en aras de aquellos intereses.

Parece claro que una razón motora de este tipo de estudios fue el avance de la lingüística como acabamos de indicar, pero hay que acompañarlo para medir su alcance del despertar del estudio e interés por las razas que surgió a fines del siglo XIX y floreció con mucho vigor en el primer tercio del siglo XX, muy visible en las tensiones que se mostraron en la Primera Guerra Mundial, cuando los nacionalismos árabe primero y turco después, así como los de las minorías «oprimidas» (persas dentro del mundo oriental) y finalmente nazis en Alemania. En España, probablemente por nuestra idiosincrasia particular y por nuestro aislamiento universal todo esto no se dejó sentir más que de forma lejana y como noticia.

Tenemos recogidos unos cientos de títulos de este período pero ofrecemos solo algunos de los más significativos publicados en los años 1939-1940:

1938.- NICOLAI, Alexandre, Les noms de lieux de la Gironde. Origine et évolution (Philologie, Histoire, Archéologie), Bordeaux, Féret, 1938, 222 p. en 4º.

1938.- ALIBERT, Noms et toponymie audoise. Folklore de l’Aude, Carcassone, 1938.

1938.- HUBBSCHMIED, J. U., Über Ortsnamen des Amtes Burgdorf (publicado en el Heimatbuch Burgdorf, vol. II,1938, p. 711-750.

RECENSION: AfdA 57. 135ss (E.S.)

1938.- NIED, E., Sudwestdeutsche Familiennamen, Freiburg, Herder, 1938.

RECENSIÓN: SAVk 37, 200 (P.G.)

1938.- THOMMEN, E., “Die Bedeutung der Eigennamen”, Baselbieter Heimatsblätter 4, p. 262-268 y 294-299.

1939.- ANDREJKA, Rudolf, “Doneski k postanku in razvitku rodbinskih imen v Selski dolini” (Contribución al estudio de la formación de los nombres de familia en el valle de Selka (Solovenia), Glasnik, Musejskega drustva za Slovenijo 20, 1939, 310-332.

1939.- BÄR, Leonhard, “Die Judennamen im Wandel deer Zeiten. Aus einer oberpfälzischen Gemeinde nachgewiesen”, Heinmat und Volkstum (München)” 17, 1939, 33-46.

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1939.- CHRISTMANN, Ernst, “Die Verdrängungsalter deutscher Siedlungsnamen durch Kirchennamenm im Gau Saarpfalz”, Unsere Heimat (Kaiserlautern), 1938/1939, 264-267-

1939.- ESSER, Nikola, “Etwas über die Vornamen unserer Vorfahren”, Die Heimat. Zeitschrift für niederrheinische Heimatspflege 18, 1939, 185s.

1939.- HANNQVIST, Tore, “Namnskickert i Osterfärnebo socken” (Nombres en los juegos de iglesia de Ostfärnebo), FrGästr 1939, 30-36.

1939.- HELMBERG, Frieder, “Wie soll’s heissen? [männl u. weibl Vornamen]”, Der Jäger aus Kurpfalz 1939, 43-45.

1939.- KOSTIC, Dragutin, “Orkud Zmaj-Ognjenom Vuku taj nadimak” (El origen del sobrenombre de Zmaj-Ognjeni Vuk), PrPNP 6, 1939, 95-98.

1939.- MAK, “Familiennamen deutsch oder polnish”, OK 14, 1939, 114-115. Es una separata de MAK, Schlessische Familiennamen, Breslau (Schriften der BDO).

1939.- MEYER, Hans, “Die Vornamen in einem ostpommerschen Kirchspiel 1670-1930 (Gr.Schwirsen)”, Beiträge zur Volkskunde Pommerns, 1939, 152-166.

1939.- NOURMOUDSTADES, K., “To glosikon idiomai Tsakeliou”, Thrakika 12, 1939, 265-322 (en griego moderno)

RECENSION: BZ 40, p. 258 (F. Dölger)

1939.- ÖSTERBERG, Carin, «Bätsmansnamen i Bleckinge och Södra Möre» (Nombres de barqueros), Blekhf 17, 1939, 103-132.

1939.- PANDUROVIC, Vladislav, Poreklo i zanacenje imena Backe (El origen y significado del nombre Backa), Letopis Matice Srpske, Novi Grad, 351, 1939, 129-132.

1939.- SCHAAL, Georg, “Vornamen aus vier Jahrhunderten. Eine namenkundliche Untersuchung im Ortsteil Renpesgrün/Auerbach”, Mit 1 Tabelle und 1 Zeichnung, MdBllVk XV, 1939, 91-96.

1939.- SCHEIITZA, Paul, “Zur Herkunft des oberschlesischen Familiennamens Harmansa”, DO 21, 1939, 370. (Harmann = Hermann)

1939.- SCHMAUS, Alois, «Prezime «Bugarin» (El nombre de familia «Bugarin») PrPNP 6, 1939, 269 s.

1939.- SCHURER, B. J., De Friesche Eigennamen verklaard, Meppel, Sintrale Boecken-Forkeap, 117 p., 1939.

1939.- WILL, Wilh., “Bild und Metapher in unseren Flurnamen”, Rheinische Vierteljahrblat 9, 1939, 276-290.

1940.- (AAVV).- Familiennamenbuch der Schweiz. Editado por la Schweizerische Gesellschft für Familiennamenforschung, con la colaboración del Amt für Zivilstandswesen un der Zivilstandsämter, de Suiza, 2 vols. Zürich, Polygraph Verlag, 908 p., 1940.

RECENSION: SVk 30, 32 (P. G.)

1940.- APOSTOLIDES, PH., «Kyria onomata k’epitheta tes Toantos», Thragika 13, 1940, 343-353.

1940.- DITTMAIER, Heinrich, «Velau-Ville», Beiträge zur Flurnamnforschung, Eugen Fehrle zum 60 Geburtstage darfebracht, 1940, p. 157-159. (Intento de explicar etimológicamente el topónimo que aparece con frecuencia en Renania «Velau», especialmente el nombre «Veluwe» como designación de comarcas en los Países Bajos y «Ville» en Colonia).

1940.- FEHRLE, Eugen, Beiträge zur Flurnamnforschung, Eugen Fehrle zum 60 Geburtstag dargebracht, Karlsruhe, Kommissionsverlag: Südwestdeutsche Druck und Verlagsgesellschaft, 1940.

1940.- GORICAR, Maks, «Doneski k postanku in pisavi rodbinskih priimkov in krajevnih imen med Slovenci» (Contribución la historia del surgimiento y de los modos de escribir los nombres de las familias y de los lugares en Eslovenia), Etnolog 12, 1940, 82-122.

1940.- GOTHE, Richard, Om namnskicket bland svenskt och finst arbetsfolk vid. Sala gruva under 1500-talet. Med en kort utredning om gruvans älder och am “Pää-Pelle”, finnarnas legendarische huoudman (Sobre el uso de los nombres entre el pueblo trabajador sueco y finlandés en Berwerk Sala en el siglo XVI. Con una breve noticia sobre la antigüedad del pozo y sobre “Pää-Pelle” el legendario lider de los finlandeses),

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pág. ��Bibliografía

Sala, 16 p., 1940.

1940.- GOTTSCHALD, M., D. Deutsche Personennamen, Colección Göschen vol. 422, Berlín, De Gruyter, 134 p., 1940.

1940.- FEHRLE, Eugen, Beiträge zur Flurnamenforschung, E. F. zum 60 Geburtstag dargebracht, Editor: Herbert Derwein, Karlsruhe, 1940.

RECENSION: AfdA 58, 156 (e.s.)

1940.- HUBBSCHMIED, J. U., Über Ortsnamen des Amtes Frutigen, Frutigen, editado por la Heimatskunde Vereinigung de Frutigen, 1940.

RECENSION: AfdA 58,116, (E.S.).

1940.- JANSEN, Erna, Die Bei- und Familiennamen nach dem Beruf in der Aachener Überlieferung des 13 und 14.Jahrhunderts, Tesis doctoral , Bonn 1940, XBV.

1940.- KRAUSE, Walter, “Aus dem ältesten Kirchenbuche von Falkendorf ”, OK 15, 1940, 100102.

1940.-MÜLLERS, Heinrich, “Wie ist der link-niederrheinische Familienname ‘Kloeters’ zu erklären?”, Jülich-Berg. Geschichtliche Blätter 17, 1940. 17ss.

1940.- NORDENSTRENG, Rolf, “The Fireplace in Old Scandinavian Personal Names”, NoB 28, 1940, 30-42.

1940.- PAPAKONSTANTINOYU, K. M., “H sontane mas glossa”, Neoellenika Grammata 1940, Cuaderno 184, 11(Nombres de mujeres).

1940.- RADOJICIC, Djordje Sp., “Zensko licno ime draginja” (El nombre propio femenino Draginje), Etnologija 1, 1940, 97-108.

1940.- RONGE, Paul, Verzeichnis der Huben und Erbuntertanen im Fürstentum Neisse v. 1576”, Der schlesische Familienforscher 2, 1940, Nr. 15

RECENSION: DO 23, 1941, 26 (W. Krause)

1940.- SCHILD, Hermann, “Unsere Familiennamen. Pfälz”, Heimar Kalender 1940, 31-33.

1940.- SCHRÖDER, Edward, “Börde”, JbNdSpr 1939-40, 33s

1940.- TAZEBAYOGLU, Sait, “Kiliste ad verme âdetleri”, (Costumbre referentes a la imposición de nombres en Kilis), HBH 9, Nr 99, 1940, 57s.

1940.- VUKANOVIC, Tatomir, “Licna imena kod Srba” (Los nombres personales entre los serbios), GEM 15, 1940, 56-74.

¿1940?.- WEITNAUER, Alfred, “Allgäuer Namen aus der Zeit Karl des Grossen”, Das schöne Allgäu (Kempten), 7, 8s.

CUARTO PERIODO: Desde el fin de la segunda guerra mundial hasta la conceptualización de la materia ONOMÁSTICA con el origen del pensamiento contemporáneo (década de los ochenta)

Hemos indicado más arriba que tras el apocalipsis de la segunda guerra mundial los espíritus quedaron muy tocados y ello se notó mucho en las corrientes investigadores en todos los órdenes, pero muy especialmente en las ciencias humanísticas.

El racismo quedó malparado y desprestigiado; los nuevos líderes de la Humanidad se movieron por espíritu de unidad y mucho menos de diferenciación, incluso la dimensión de identidad personal y colectiva se redujo al ámbito del costumbrismo, de las realidades etnográficas. Probablemente por eso la Unesco propicia la publicación de la revista Volkskündliche Bibliographie, como hemos indicado más arriba. Es esta una de las fuentes mejores para la recogida que tenemos entre manos:

Esta revista editada en los tres idiomas oficiales comunes para la época (alemán, inglés y francés) y con índices muy completos, tiene un apartado sobre Namenforschung hasta el año 1975 cuando las cosas han comenzado a sentirse de otro modo en el ámbito epistemológico filológico, razón por la que la revista no quiere seguir afrontando tal misión y elimina de su elenco el tema, si bien sigue recogiendo información sobre muchos temas relacionados con los nombres pero que también tienen algo que ver con la etnología.

La producción científica acusa los efectos devastadores de la guerra, se eclipsa la creación alemana, florecen las de las tierras menos marcadas por la contienda, como Suiza y de los países que necesitan reafirmar su identidad, como puede ser Grecia. Por vía de ejemplo recogemos un pequeño muestreo:

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1946.- BOESCH, Bruno, «Der Zaun im Flurnamenbild einer Gemeinde. Ein Beitrag zur geschichtlichen Namensforschung», Zeitschrift für Schweizerische Geschichte 26, 1946, 345-374.

1946.- LEBEL, Paul, Les noms de personnes, Paris, Coll. Que saïs-je?, 1946, 135 p.

1946.- ZAPHEIRIOU, N., «Kyria (baptistika) onomata en Samou», Archeion Samou 1, 1946, 90-111. (Nombres de persona en Samos - en griego moderno -)

1946.- ZAPHEIRIOU, N.,”To metrikon dikaiou en Samo”, Archeion Samou 1, 1946, 125-132. (Nombres de familia en Samos -en griego moderno)

1946.- ZAPHEIRIOU, N.,”Topika (ethnikà) epitheta Samou”, Archeion Samou 1, 1946, 140-143. (Nombres de familia de Samos - en griego moderno-)

1947.- DEGEN, Wilhelm, Abriss der Namenkunde, Basel, Buchdruckerei zur Berichthaus, 1947, 60 páginas.

RECENSIONIES

SAVk 44, 141 (W. Bruckner)

Angez. Baselbieter Heimatblätter XII, 192.

1947.- HUBSCHMIED, J. U., Bezeichnungen von Göttern und Dämonen als Flussnamen, Bern, Paul Hauopt, 1947, 24 p.,

1947.- HUBSCHMIDT, Johannes

1947.- LINDEMANS, J., Op Zoek naar Methode bij de Studië van de Familiennamen, Lewven 1947, 42 páginas (=Mededelingen Bijlage 22)

1947.- PAPADOPOULOS, A. A., “Kyria onomata Samou”, Archeion Samou 2, 1947, 249 (Nombres de persona de Samos -en griego moderno-)

¿1947?.- WILDHABER, Robert, “Übernamen aus Wallenstadt”, SVk 37, 11-14.

1947.- ZAPHEIRIOU, N., “Ta en Samo sponyma”, Archeion Samou 2, 1947, 110-141. (Nombres de familia en Samos -en griego moderno-)

1947.- THEMELES,. K., “Kyria onomata Samou”, Archeion Samou 2, 1947, 250. (Nombres de persona en Samos -en griego moderno- )

1947.- TRAUTMANN, Reinhard, “Das Osteslavische Sprachgebiet und seine Ortsnamen”, Zeitschrift für slavische Philologie 19, Heft 2, 1947, 265-303.

Es significativo señalar este momento, en el cual la onomástica madura epistemológicamente, en el proceso de concienciación como disciplina filológica. Aunque el trabajo sigue abierto y hay todavía mucha tarea por hacer la madurez conseguida ha cambiado todos los parámetros existentes hasta este nuevo “comienzo”. Ha sido obra de estudiosos como:

1966.- EICHLER, E., “Strukturelle Versuche in der Onomastik”, Slavica Pragensia VIII, 151-162.

1966.- KYRYLOWICZ, Jerzy, “La position linguistique du nom propre”, Readings in Linguistiks, Volumen II (editado por E. P. Hamp y otros), Chicago 362-370

1973.- BLANÁR, Vincent, “Das spezifisch Onomastiche”, en Der Name in Sprache und Gesellschaft, Berlin 31-51.

1973.- WKIMMER, Rainer, Der Eigenname in Deutschen. Ein Beitrag zu seiner linguistischen Beschreibung, Tübingen.

1978.- KALVERKÄMPER, Hertwig, Textlinguistik der Eigennamen, Stuttgart.

1980.- DEBUS, Friedhelm, “Onomastik”, Lexikon der Germanischen Linguistik, Leipzig.

1985.- BAUER, Gerhard, Namenkunde des Deutschen, Bern/Frankfurt/New York.

1987.- CHRISTOPH, Ernst-Michael, Studien zur Semantik von Eigennamen. Ein Beitrag z u r allgemeinen und deutschen Onomastik,Leipzig.

1992.- FLEISCHER, Wolfgang, Namen und Text. Ausgewählte Studien zur Onomastik und Stilistik, Tübingen

1993.- WALTHER, Hans, Zur Namenkunde und Siedlungsgeschichte Sachsens und Thüringens, Ausgewahlte Beiträge 1953-1991, Leipzig.

Ya hemos indicado más arriba que ha sido por

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la nueva conciencia y autodefinición del ámbito por lo que la Volkskündliche Bibliographie deja de incluir en su recogida el apartado sobre los nombres. Es algo que ahora ya tiene un campo propio y no cabe en la “Etnografía”, aunque haya multitud de trabajos que siguen siendo recogidos en la misma revista porque su tema si que es etnográfico.

QUINTO PERIODO (EL ULTIMO CUARTO DE SIGLO): ESPECIALIZACIÓN EN REVISTAS, CONGRESOS Y ONOMÁSTICA.

El interés por el tema de los nombres es preocupación de la investigación alemana desde los comienzos de la Filología. La obra Namenforschung ein Internationales Handbuch zur Onomastic, Editada en 1995 por Ernst Eichler, en Berlín y New York, Ed. De Gruyter, da una impresión genérica sobre el tema que nos ocupa

Ernst Eichler reconoce que las cosas han cambiado notablemente en su época, y así afirma: “El interés científico por las ciencias del lenguaje ha crecido mucho en los últimos decenios, y dado que la investigación de los nombres había sido una especie de disciplina marginal hasta hace no muchos años, ha habido que esperar hasta que los manuales sobre el tema surjan de manera significativa”.

He aquí algunos rasgos del nuevo panorama en que nos movemos y sus consecuencias en el tema que nos ocupa: en 1921 se fundó la Gesellschaft für Familienforschung in Franken, con sede en Nürnberg y con intereses históricos de una parte determinada de Alemania. Surge además la Schweizerische Gesellschaft für Familienforschung SGFF/SSEG (fundada en 1933), o la Gesellschaft für Namenkunde e. V. con sede en Leipzig, que se funda en 1990 como algo equivalente a la Sociedad pangermana para la investigación de los nombres, acomodada a los nuevos modos de plantear las cosas. La Society for Name Studies in Britain and Ireland se inauguró formalmente en noviembre de 1991 y tuvo su primera conferencia en Belfast en 1992.

A raíz de la II guerra Mundial se van fundando las Sociedades de Onomástica de las distintas áreas lingüísticas europeas. Así la Société française d’onomastique se crea en 1960 y surge una organización con función coordinadora de

las mismas, denominada International Council of Onomastic Sciences, con sede en Uppsala/Schweden, que celebra los siguientes congresos:

1. Paris, 1938; 2. Paris, 1947; 3. Bruxelles [Brussels], 1949; 4. Uppsala, 1952; 5. Salamanca, 1955; 6. München [Munich], 1958; 7. Firenze [Florencia], 1961; 8. Amsterdam, 1963; 9. London, 1966; 10. Wien [Viena], 1969; 11. Sofia, 1972; 12. Bern, 1975; 13. Kraków, 1978; 14. Ann Arbor, 1981; 15. Leipzig, 1984; 16. Québec, 1987; 17. Helsinki, 1990; 18. Trier, 1993; 19. Aberdeen, 1996; 20. Santiago de Compostela, 1999; 21. Uppsala, 2002; 22. Pisa, 2005; 23. York University, Toronto, 2008; 24. Barcelona 2011.

En este panorama la bibliografía sobre la onomástica se ha convertido en un desideratum casi imposible dado el volumen, del cual nos podemos hacer una idea echando un simple vistazo a la cantidad de páginas que proliferan a través de Internet sobre este asunto, que incluso contienen muchas de las grandes obras sobre onomástica digitalizadas a texto completo.

Hay que recordar además que desde 1993 existe ONOMASTICA, nombre que se da a un proyecto de investigación y de ingeniería lingüística (LRE) en el que también participa España, así como la revista Onoma, que ya vimos se inició en 1950 y que desde el vol. 32 (1994-1995) quiere ser un anuario que recoja toda la producción de cada año tan amplia como sea posible.

EN ESPAÑA

Dentro de la Península Ibérica, es necesario distinguir entre lo que son los dominios de las lenguas periféricas, donde la onomástica recibe un cultivo y un culto muy notable, y la tierra castellanoparlante mucho más lenta en su despertar onomástico que sus vecinas.

En España, a partir de los años 70 se constata una discreta corriente de opinión que quiere propulsar la revisión de los topónimos valencianos (y catalanes en la cartografía “oficial”).

Es en conexión con este nuevo estado de ánimos y mentes como surge la Societat d’Onomástica, fundada en 1980 por el Dr. Moreu y Rey y otros colegas, actualmente dentro del Instituto de Estudios Catalanes, cuyas reuniones científicas han

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tenido lugar en las fechas y lugares siguientes:

I La Sala de Comalats (1973); II Les Borges del Camp (1977); III Riudoms (1978); IV Montblanc (1979); V Vic (1980); VI Tortosa (1981); VII Palma de Mallorca (1982); VIII Lleida (1983); IX Tarragona (1984); X València (1985); XI Maó (1986); XII Sabadell (1987); XIII Puigcerdà (1988); XIV Alacant (1989); XV Reus (1990; XVI Castelló de la Plana (1991); XVII Barcelona (1992); XVIII Girona (1993); XIX Fraga (1994); XX Perpinyà (1995); XXI Ontinyent (1995); XXII Vilafranca del Penedès (1996); XXIII Ulldecona (1997); XXIV Eivissa (1998); XXV Sagunt (1999); XXVI Lleida (1999); XXVII Manresa (2001); XXVIII Maó i Ciutadella (2002); XXIX Teulada (2002); XXX Tortosa (2003); XXXI Barcelona (2004); XXXII Algemesí (2005); XXXIII Montblanc (2006); XXXIV València (2007); XXXV l’Alguer (2008); XXXVI les Borges Blanques (2009); Jornada I Lloret de Mar (2010).

La misma Sociedad organiza regularmente Jornadas de Antroponimia i Toponimia y saca un Boletín interno sobre las mismas que se publican también en papel.

Hay otras muchas manifestaciones del mismo tenor, como, por citar solo alguna, pueden ser las Jornadas de onomastica, toponimia i antroponimia, de las que tenemos noticia a través de la Revista Digital de Alzira (Valencia).

Del mismo modo, también han surgido instituciones similares al amparo de la Academia de la Lengua Vasca y dentro de la Academia de la Llingua asturiana y de la Academia de la Lingua Galega.

Aunque la onomàstica como tal no forma parte de los programas curriculares de las asignaturas en las universidades, sí suele aparecer como sección en los coloquios científicos sobre Lengua Española, como se pudo constatar ya desde el I Congreso Internacional de la Lengua Española en 1988. Si hasta ahora habían sido la antroponimia y la toponimia las dos secciones de la onomástica que habían hecho avanzar todo el campo, los primeros investigadores que se atrevieron con el tema fueron investigadores sobre todo alemanes, como Aebischer, Piel, Lautensach, Kremer,

Por parte española, tenemos que recordar los

nombres de Menéndez Pidal, que sentó las bases de casi todo con su obra Orígenes del español. Estado lingüístico de la Península Ibérica hasta el siglo XI, Madrid 1926 (3ª ed. 1950); amén de otros nombres como Palomar Lapesa, Lourdes Albertos, Corominas, Manuel Alvar, o para el catalán, Moreu-Rey, el mismo Corominas, etc.

A día de hoy no existe una “Sociedad de Onomástica castellana”, pero sí existe la ya mencionada Societat d’Onomastica Catalana, fundada por Moreu-Rey, que desde 1980 cuenta con su Butlletín interne de la Sociétat,

De enorme importancia para todo el ámbito románico han sido los trabajos para el proyecto de Patronymica Romana (PatRom), que iniciado por el Prof. Dieter Kremer de Tréveris, está siendo llevado a cabo por sus discípulos y amigos con coloquios periódicos que se van publicando en Alemania (Max Niemeyer Verlag /Walter de Gruyter) y que está contribuyendo mucho no solo a la aclaración del origen de los apellidos románicos, sino también a todo el surgir de la onomástica en este campo concreto de los apellidos.

En la obra coordinada por Ernst EICHLER y otros, Namenforschung/Name Studies/Les noms propres. Ein internationales Handbuch zur Onomastik, Berlin /New York, Walter de Gruyter, 1995, los capítulos dedicados a España los firman María-Reina BASTARDAS, vol. I, nº 17: “La recherche onomastique dans la Péninsule Ibérique romane (Espagne et Portugal)”, p. 157-162; nº 33: José-Luis ITURRIOZ LEZA, Vol.I, nº 33: “Namenforschung in Mesoamerica”, p. 254-256; Jürgen UNTERMANN, Vol. I, nº 198: “Die vorrömischen Namen in Hispanien und Aquitanien”, p. 738-746; Joaquin GORROCHYATEGUI, nº 109: “Basque Names”, vol. I, p 756; También debería haber alusiones a temas de la península en otros trabajos de la citada enciclopedia, como pueden ser nº 110: “Alteuropäische Gewässernamen” (vol. I, 756ss; nº 153: “Namen im Sprachaustausch:Romanisch”, vol. II, p. 991ss; nº 157: “Namen im Sprachaustausch: Tponymische Nachbenennung”, vol. II, p. 1018ss, en nº 163: “Die christliche Namengebung”; en el 164 de José-Luis ITURRIOZ LEZA, “Namen in kolonialen und postkolonialen Verhältnissen: Mesoamerica, vo.. II, 1058-1064; Debería haber un capítulo dedicado a España en la sección X: Namengeographie y no lo hay; nº 180: Carla MARCATO: “Morphologie et formation des mots

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des plus anciens noms de personnes: domaine roman”, vol. II, 1187-1193; en el nº 193: Dieter Kremer, “Morphologie und Wortbildung der Familien namen:Romanisch, vol. II, p. 1263-1275; nº 197: Beatrice Weis, “Les patronymes dans les domaines linguistiques limitrophes -Les traductions humanistes des patronymes”, vol. II, 1289-1293; nº 203: Ludwig RÜBEKEIL, “Volkernamen Europas”, Vol. ii, P. 1330-1343; Giovan Battista PELLEGRINI, “ Nº 210: “Morphologie des noms de lieux: domain roman”, en vol II, p. 1376-1383; nº 214: Franz TICHY, “Ortsnamen Mexikos”, vol. II, p. 1397-1403; nº 217; Max PFISTER, “Ortsnamen in mehrsprachigen Ländern und Regionen: Romania/Romania submersa”, vol. II, p. 1413-1420; nº 222: Stefano VASSERE, “Morphologie et formation des microtoponymes: domaine roman”, vol. II, 1442-1447; amén de otros lugares como pueden ser los que tratan de nombres de judíos, de hidrónimos, de nombres de montañas, de nombres de cosas en general y en particular, de nombres e historia, nombres y sociedad, de los hipocorísticos, de los apodos o motes, de la política de los nombres, y muy especialmente de los nombres y la religión, nombres de santos cristianos etc. pero hemos de reconocer que en todos estos capítulos hay pocas referencias al estado de la ciencia española, entre otras razones porque no hay mucha investigación hispana y porque sigue siendo un desideratum el tener un tratado completo de onomástica hispana, que fuera una enciclopedia, a la manera de la que estamos comentando, pero concretada sobre el tema aquí y ahora, hecha con los datos que aquí ya tenemos asimilados y concienciados.

LA BIBLIOGRAFIA HISPANA

Este ensayo tiene como objetivo iluminar mejor el tema que nos ocupa para sintetizar los avances de la ononmástica. Nos fijamos sobre todo en los títulos recogidos en el Handbuch del Onomastik citado en los artículos compuestos por autores españoles o hispanistas, que sin ser una muestra perfecta ni siquiera por aproximación, sirve para nuestro empeño:

1871.- GODOY ALCÁNTARA, José, Ensayo histórico-etimológico filológico, sobre los apellidos castellanos, Madrid 1871. Reprint Barcelona 1975.

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1995.- Antroponimia y Sociedad: sistemas de identificación hispano-cristianos en los siglos IX a XIII, Universidad de Valladolid, 1995.

Advirtamos como primera puntualización que hemos recogido los temas estudiados en la Península Ibérica o para la misma, pero no hemos recogido temas de índole general, estudiados en general y que también pueden y deben tener vigencia para los casos peninsulares. Si nuestro objetivo hubiera sido emprender una búsqueda sistemática sobre onomástica, dicha inclusión sería obligada. No obstante, y dado que, como advertíamos en un principio, nuestro humilde objetivo no es más que marcar las líneas de la investigación, creemos que es suficiente con que conste por donde han aflorado las investigaciones sobre Iberia.

Los estados de la cuestión posteriores hay que buscarlos en trabajos monográficos, en actas de congresos, o sencillamente en Internet, con ayuda de Dialnet y otras bases de datos o buscadores similares.

De la enumeración que precede resulta claro que el interés en la toponimia, en la onomástica

en sentido muy amplio existe desde que existe la conciencia histórica y seguramente desde que el hombre camina erguido sobre la tierra, pero la especificidad de la onomástica como especialidad dentro de la lengua hay que situarla a partir de los años 1980 y siguientes. Nada surge de la nada y el proceso por el que se llega a esta “mayoría de edad” ha quedado apuntado. Del mismo modo que también ha quedado patente que el proceso no ha terminado: el Handbuch comentado es más una enciclopedia de onomástica que un verdadero manual, en el caso de que pueda haber un manual de validez universal y no tengamos que contentarnos que manuales para cada lengua, todo lo abierto que haga falta, pero para ser concretos.

EL PROYECTO DEL DR. J. RAMÍREZ MARTÍNEZ

Cuando Jesús, el 16 de enero del 2003, leyó su Tesis Doctoral sobre un tema rabiosamente onomástico, Los sobrenombres y su aprovechamiento educativo: sobre los apodos en el valle medio del Iregua (La Rioja), aquello parecía una insensatez en el estado de la ciencia cartellanoparlante. Aquí ni podía tener reconocimiento científico por falta de quorum, ni político, porque el desarrollo de la disciplina en nuestra querida Península, en la que el castellano no necesitaba reivindicar nada, era más bien raquítico; pero Jesús nunca fue hombre que tuviese en cuenta dificultades ni provechos y continuó por esa vía, de forma que hoy podemos constatar que fue un pionero de los estudios onomásticos.

No ha podido llegar a mostrar todos los frutos de su trabajo. Solo en el curso 2010-2011 nos habló de su intención de preparar la tesis para la publicación, trabajo al que le animamos de todo corazón y con plena conciencia de la importancia de la misma. Lamentablemente, el destino no iba a permitirle llevar a feliz término aquel importante proyecto.

En los últimos diez años, y con todas las limitaciones que su salud le ha impuesto, ha seguido ocupándose de los apodos en otras latitudes y comprobando su vigencia y sus matices, pero a la vez profundizando en los problemas lingüísticos que la onomástica acarrea. Esta publicación que hoy acompañamos muestra la profundidad de comprensión a la que llegó sobre todo en el texto de la comunicación sobre apodos de Nalda, que

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fue la única que Jesús pudo llevar a perfección en solitario y con plena conciencia.

Con su muerte temprana la ciencia española ha perdido un puntal que estaba llegando a su plena madurez. Lo lamentamos, estamos y estaremos con él y queremos que esta aportación nuestra sea sólo prenda de un compromiso mucho más profundo de seguir haciendo que su trabajo fructifique y esté presente en los estudios filológicos españoles.

“Esta tesis fue galardonada con el premio extraordinario año 2004”

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pág. �� Reseñas e Informaciones

Las primas Escudero, de domingo

La tía Antonia “ La Carina” con su maestra y sus compañeras de clase

Familiares y amigos de los Rico y Barrón, en la verja

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pág. �� Reseñas e Informaciones

Familias Moracia y Ruiz de bautizo

Las “Casineras” en la boda de la Celia y la Juli “la Parra” en el centro

Familia Iñiguez y amigos, de boda

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