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1 Nociones de la Familia “Apóstoles de la Inmaculada” Y Devocionario guía. 1) Introducción “Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.” (Mt 5, 48) Todo aquel que quiera sumarse a nuestra familia espiritual “Apóstoles de la Inmaculada”, encontrará en este libritolas nociones básicas de nuestra asociación, pero, sobre todo, hallará un camino concreto para alcanzar la santidad: ir a Dios por medio de la Santísima Virgen María, nuestra buena Madre, en la advocación de la Inmaculada. Es un camino sencillo y al mismo tiempo profundo, lleno de riquezas interiores que poco a poco, conforme se va viviendo, se descubren más y mejor. Es fácil en su desarrollo y exigente en sus consecuencias. Es un camino seguro, que puede seguirse con total confianza y seguridad, sin miedo a estar haciendo algo equivocado. Y esto por cuatro poderosos motivos: 1. Porque está totalmente de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio. 2. Porque está plenamente concorde con todo lo que enseña la Santa Iglesia Católica. 3. Porque muchos santos, a lo largo de la historia, lo han seguido, vivido y practicado. 4. Porque el mismísimo Cielo lo ha enseñado, ya que la misma Santísima Virgen María quiso transmitir este camino en sus apariciones. Siguiéndolo se tiene la seguridad de estar haciendo la Voluntad de Dios y de agradar al Señor. Siguiéndolo se estará viviendo una auténtica vida cristiana en el seno de una familia, la Familia de los “Apóstoles de la Inmaculada”.

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Nociones de la Familia “Apóstoles de la Inmaculada”

Y

Devocionario guía.

1) Introducción

“Vosotros sed perfectos,

como vuestro Padre celestial es perfecto.”

(Mt 5, 48)

Todo aquel que quiera sumarse a nuestra familia espiritual “Apóstoles de la Inmaculada”, encontrará

en este “librito” las nociones básicas de nuestra asociación, pero, sobre todo, hallará un camino

concreto para alcanzar la santidad: ir a Dios por medio de la Santísima Virgen María, nuestra buena

Madre, en la advocación de la Inmaculada. Es un camino sencillo y al mismo tiempo profundo, lleno de

riquezas interiores que poco a poco, conforme se va viviendo, se descubren más y mejor. Es fácil en su

desarrollo y exigente en sus consecuencias. Es un camino seguro, que puede seguirse con total confianza

y seguridad, sin miedo a estar haciendo algo equivocado. Y esto por cuatro poderosos motivos:

1. Porque está totalmente de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.

2. Porque está plenamente concorde con todo lo que enseña la Santa Iglesia Católica.

3. Porque muchos santos, a lo largo de la historia, lo han seguido, vivido y practicado.

4. Porque el mismísimo Cielo lo ha enseñado, ya que la misma Santísima Virgen María quiso

transmitir este camino en sus apariciones.

Siguiéndolo se tiene la seguridad de estar haciendo la Voluntad de Dios y de agradar al Señor.

Siguiéndolo se estará viviendo una auténtica vida cristiana en el seno de una familia, la Familia de los

“Apóstoles de la Inmaculada”.

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2) Nociones Básicas de la

Familia “Apóstoles de la Inmaculada”

a- Definición y concepto:

La Familia “Apóstoles de la Inmaculada” es una asociación privada de fieles, que busca con ardor

vivir en y para la Inmaculada Virgen María. En el año 2014, durante los Ejercicios Espirituales, el P.

Jaime Martínez recibió una inspiración para crear una obra dedicada a la Virgen Inmaculada. Una obra

que llegase a todos los extremos de la tierra y a cada corazón que late sobre el universo. Poco a poco la

inspiración fue tomando forma y la fundación se fue concretizando en la familia “Apóstoles de la

Inmaculada”. Los inicios de la fundación se dieron en silencio, humildad y a la acogida de la Madre,

como en “Belén”. Ocurrió el 15 de agosto de 2015, Solemnidad de la Asunción de María Santísima.

Quienes conformen esta asociación no serán simples cristianos sino apóstoles de la Inmaculada,

miembros de una familia con una Madre en común. La entrega de estos hijos no será completa si a la

oración no se le agrega el apostolado para llevar a la Inmaculada a todo el mundo.

El nombre indica la esencia de esta asociación:

“Familia”: Somos una familia, unidos todos por el vínculo de la Caridad y la Fe católica.

Nacidos en el año dedicado a la familia.

“Apóstoles”: El apostolado es una nota de la Iglesia y por tanto también nuestra. Queremos ser

apóstoles de Cristo, difundir el Evangelio y las verdaderas enseñanzas de la Iglesia católica. Queremos

vivir según el fervor y el amor que los primeros apóstoles tuvieron por Cristo. No queremos quedar

inactivos en nuestro pasaje por esta tierra; somos apóstoles de la Única Iglesia fundada por Jesucristo.

“de la Inmaculada”: Para ser verdaderos y santos apóstoles nos consagramos a María Santísima, en su

advocación de la “Inmaculada”. Entregándole nuestra vida, podemos llegar en un modo más seguro,

rápido y eficaz al pleno amor por Jesucristo. Creemos que la Inmaculada es el mejor camino para la

unión con Dios, y para llevar el mayor número de almas al cielo. Por esta razón queremos ser sus

apóstoles, que en definitiva, no es otra cosa que ser verdaderos apóstoles de Jesucristo, en las manos de

María Inmaculada.

b- Fines de la F.A.I.:

La familia “Apóstoles de la Inmaculada” tiene los siguientes fines:

Fin último: Que Dios, Nuestro Padre, reciba la mayor Gloria posible de parte de sus hijos y la salvación

de las almas por medio de la Inmaculada.

Fin específico: Conquistar el mundo para la Santísima Virgen a través de la consagración a Ella.

A este fin van unidos la vida de oración y el empeño apostólico.

Se busca conseguir que cada persona, según la inspiración del Espíritu Santo, tenga los medios

eficaces para consagrarse a María Inmaculada en sus distintos grados dentro de nuestra familia:

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1- Forma simple: Que comporta una profunda devoción a María, asumiendo algún empeño

específico.

2- Consagración Radical: Como la presenta San Luis María Grignon de Montfort: Esclavitud

Mariana.

3- Consagración a María por medio de un voto mariano: Como cosa, propiedad e instrumento en

sus manos (según San Maximiliano María Kolbe).

Todos estos modos de consagrarse a María tienen un elemento común que es el de pertenecerle, y el

de recurrir a Ella como una ayuda eficaz para la propia santificación y la conversión de los pecadores.

Todos los medios (antiguos y modernos) que se pongan al servicio de la causa tendrán como objetivo

la difusión masiva de esta obra para la Inmaculada. Y, así, al conocer y desear pertenecerle totalmente a

María por medio de la Consagración a Su Inmaculado Corazón, se santifiquen el mayor número de

almas, llegando a la unión con Dios, ya que “en María se alcanza la mayor santidad del modo más

fácil, rápido y seguro” (San Luis María Grignon de Montfort); y por medio de Ella se da la mayor, aún

más, se da la más perfecta Gloria a Dios, porque Ella sabe qué es lo que más agrada al Padre Eterno.

En unión y como consecuencia de la consagración, se espera que los miembros tengan empeños

apostólicos, según el propio estado, que sean de gran ayuda para toda la Iglesia extendida en los

confines del mundo. ¡Queremos que el Corazón de María Inmaculada reine en los corazones, en el seno

de la Santa Madre Iglesia!

c- La espiritualidad mariana:

La espiritualidad de los “Apóstoles de la Inmaculada” es la vida “totalmente mariana”, “consagrada a

María”, “instrumentos en sus manos de madre” para dar la mayor gloria a Dios y para difundir que “su

corazón reine”, como dijo en Fátima a los pastorcitos Jacinta, Francisco y Lucia.

Todos los que se consagren (de un modo u otro) se entregan a María Inmaculada para conformarse a

Jesucristo. Viven de María, para María, en María y por María por la gloria de Dios y la salvación de las

almas. Por eso se transforman en “apóstoles de la Inmaculada”. Porque no contentos con consagrarse a

Ella ilimitadamente (que es algo ya muy bueno), buscan que otros se entreguen a la Inmaculada

totalmente.

“Los apóstoles de la Inmaculada” deben distinguirse por su amor incondicionado a la Inmaculada, y

por su generosidad en el apostolado. Además, deben buscar vivir entre ellos un amor de familia. De ahí

el nombre propio de la asociación.

De aquí surgen los tres grandes pilares de nuestra asociación:

a) Espíritu de Familia.

b) Amor profundísimo por la Inmaculada.

c) Generosidad en el apostolado.

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d- Modo de obrar de los “Apóstoles de la Inmaculada”:

Cada consagrado debe buscar la “imitación de las virtudes de la Inmaculada”. Entre ellas:

- La Humildad

- La Caridad

- La Pureza

- La Obediencia

- La Fe

- La Mansedumbre

- La Oración

- La Paciencia

- La Mortificación

Deben asemejarse a María para “marianizar” la propia vida y la de las demás, siguiendo las bellísimas

palabras del papa Pablo VI: “No podemos ser cristianos, sino somos marianos”1

Cada “Apóstol de la Inmaculada” debe aprovechar toda situación para difundir el amor por la Madre

de Dios, debe procurar hablar de la Inmaculada, hacerla conocer, amar y servir. Este apostolado es

propio nuestro y se hace en cualquier situación que se crea conveniente. Pero además buscamos que

también halla un apostolado organizado. Tenemos que entrar en todos aquellos lugares donde “late un

corazón” y buscar que se ame y se sirva a la Inmaculada. “Queremos conquistar el mundo para la

Inmaculada” apoyándonos solo de Ella, viviendo en Ella y para Ella.

Para lograr este objetivo, hay que salir al encuentro de las almas, y consagrarlas a la Inmaculada; y obrar

concretamente: hoy un alma, mañana otra; una después de otra; y así consagrarle las provincias, los

países, los continentes y el universo entero. Quien ama busca el máximo en el amor; y la Inmaculada

ama a todos los hombres; nadie debe quedar excluido de nuestro apostolado: “jóvenes, viejos, niños,

familias, grupos y asociaciones”.

Por lo tanto, nuestro radio de acción es casi ilimitado; allí donde hay un alma, allí debemos ir al

encuentro para llevarla hacia la Inmaculada, buscando la mayor gloria de Dios y la salvación de esa

alma.

e- Pero… ¿Qué es consagrarse a María?

Consagrarse a María es:

1- Entregarse total y confiadamente en sus manos para que Ella, de un modo muy especial,

considere a la persona como cosa suya, perteneciente a Ella.

2- Es dejarse cubrir por su manto maternal para vivir la vida entera a su lado y bajo su protección.

3- Es entregarle todo cuanto se es y se tiene, para que Ella cuide, proteja y guíe al alma a la perfecta

unión con Dios.

4- Es ofrecerle cuerpo, alma, bienes exteriores e interiores (incluido el valor de las buenas obras)

para que Ella disponga de todo según quiera y desee, con la confianza de que la Inmaculada hará

lo más conveniente para la gloria de Dios y para el alma entregada a Ella.

1 Homilía pronunciada el 23/4/70 en el santuario de Nuestra Señora de Bonaria.

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5- Es crear un vínculo, un lazo muy profundo con Ella, que introduce a la persona en la intimidad

de su Inmaculado Corazón. Este vínculo es tan especial que establece una unión entre el alma y

la Virgen no sólo en este mundo, sino también en la eternidad, en la Gloria del Cielo. Las almas

consagradas a María siempre permanecerán, por toda la eternidad, en Ella, unidas a Dios.

Cuando alguien se consagra a la Virgen, inmediatamente Ella comienza un proceso con esa persona

para guiarla a un mayor conocimiento y amor a Jesucristo. Pues la Inmaculada lo único que desea es

vernos unidos a Dios y a Su Voluntad. Dios mismo, a la hora de hacerse hombre, lo hizo a través de

María. Ella fue el canal, el conducto, la vía por la que Dios vino al mundo. Así pues, si Jesús vino al

mundo a través de María, ¿por qué no tomar el mismo camino para ir hacia Él? Por todo lo dicho, se

puede ver que la consagración tiene una enorme transcendencia para toda la vida. No habría

comprendido su enorme significado y alcance quien la hiciera ligeramente, como el que hace una

oración cualquiera.

f- Ventajas de consagrarse a María Inmaculada:

(Tomado del libro “Fundamentos y Práctica de la Vida Mariana” de J. Mª Hupperts S.M.M.)

Como se dijo en el punto anterior, consagrarse a la Inmaculada es ofrecerle cuerpo, alma, bienes

exteriores e interiores. Dentro de los bienes interiores se cuentan el valor de todas las obras buenas que

una persona es capaz de realizar: el capital espiritual, los méritos para alcanzar el Cielo.

Es evidente, para quien reflexiona, que no hay ningún inconveniente en ceder a la Inmaculada Madre los

valores de las buenas obras en favor de los demás, y en particular las oraciones e indulgencias. Si la

Madre conoce a cada uno de sus hijos, ¿cómo no conocerá con mayor profundidad a aquellos que se

consagraron a Ella? De esta manera ningún consagrado tendrá que sufrir las consecuencias que implican

el hecho de “ofrecer las buenas obras” por alguna intención: ni el consagrado mismo, ni sus seres

queridos, ni las grandes intenciones de la Iglesia.

Al contrario, a este acto se vinculan las ventajas más magníficas de la consagración a la Inmaculada.

1- La Inmaculada, ante todo, conoce nuestras obligaciones, y las conoce mucho mejor que nosotros.

Ella sabe, por ejemplo, y mucho mejor que nosotros, todo el bien de que somos deudores a nuestros

padres. Ella conoce todas las influencias, incluso las más secretas, que se han ejercido en nuestra

vida espiritual. Ella sabe a quién debemos ciertas gracias selectas, ciertas gracias decisivas en

nuestra vida: un retiro, una misión, la vocación. Nosotros conocemos tal vez algunas de estas causas:

Ella las conoce todas. Es posible que las gracias recibidas del propio estado de vida se deba a una

Carmelita desconocida, a un sacerdote chino, a un pobre negro del África. No es inverosímil, dada la

reversibilidad de los méritos y la influencia mutua entre los miembros del Cuerpo místico de Cristo.

En este caso, Ella tendrá en cuenta, al administrar la pequeña fortuna espiritual de sus hijos, estas

obligaciones y deudas, completamente desconocidas para el ser humano. Y esto es ciertamente una

inmensa ventaja.

2- La Inmaculada sabe todo lo que sucede en el mundo, sobre todo en el mundo de las almas. Ella ve

claramente en Dios todo lo que tiene algún vínculo —y Ella conoce este vínculo— con el reino de

Dios y la salvación de las almas. Ella ve las alegrías y tristezas, los peligros y tentaciones que

acompañan y rodean la vida y la muerte del hombre, y también la vida y la muerte de quienes le son

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queridos por algún motivo. En la aplicación de los valores espirituales de la propia vida, Ella tendrá

efectivamente en cuenta todas estas circunstancias.

3- El hombre olvida. Olvida a los ausentes por la muerte; a pesar de la mejor voluntad del mundo, le es

frecuentemente imposible recordar todas las intenciones que le fueron confiadas. Y aunque pudiera,

no sería ni posible ni deseable enumerarlas todas. Las horas de oración tendrían que estar dedicadas

a esto por entero, con gran detrimento de la unión con Dios. ¡Qué descanso, qué seguridad para el

alma poder decir a medida que se le encomiendan toda clase de intenciones: «Buena Madre, esta

intención la dejo en tu gran Corazón, tan materno. Cuídate de ella»!

4- Una fortuna bien administrada crece sin cesar, a veces de manera asombrosa. Especuladores sagaces,

que saben elegir bien sus acciones, ven cómo su fortuna crece a veces en proporciones increíbles. En

el orden sobrenatural se dan a veces estas inversiones maravillosas. San Luis María Griñón de

Montfort habla de esos «lucros para realizar en Dios». La Inmaculada, que ve y prevé todo en Dios,

está puesta en el lugar más excelente para conceder al hombre estos buenos “negocios e

inversiones”, por la aplicación oportunísima y fructuosísima de los valores espirituales. El hombre

tiene sus intenciones pero nada le dice con certeza que son las mejores, las más imperiosamente

exigidas por la gloria de Dios, las que más han de contribuir de la manera más eficaz y rápida, al

reino de Dios en su alma y en el mundo. La Inmaculada, al contrario, que lo sabe todo en el reino de

Dios, conoce las necesidades más apremiantes de las almas, y las aplicaciones más productivas de

los bienes sobrenaturales. Un pecador está a punto de morir. En la balanza, los platillos de la justicia

y de la misericordia están equilibrados. Echa un Rosario, un solo Avemaría tal vez, en el platillo de

la misericordia, y la balanza se inclinará en su favor. Este pecador va a recibir una gracia decisiva.

Va a convertirse y a glorificar a Dios por toda una eternidad. La Inmaculada, en este caso, no

aplicará las oraciones ofrecidas para liberar a un alma del Purgatorio, o para santificar a un

sacerdote, sino para arrancar con ellas a este pecador de la muerte eterna. ¿Quién no quedará

encantado de esto?

5- Es incontestable que la Inmaculada toma al hombre tal como es, con sus derechos y sus

obligaciones. Estas obligaciones se hacen realmente suyas. Ella está obligada, pues, a cumplirlas.

Ella lo hará muy fielmente, y con toda seguridad mucho más fielmente que la propia persona.

También mucho más perfectamente. El hombre podría hacerlo con su pequeño haber sobrenatural.

Ella, con las inmensas riquezas de que dispone: las del Corazón de Jesús, que son infinitas, las suyas

propias, tan abundantes, y las de los santos y bienaventurados, que Ella administra como

Dispensadora de todos los tesoros del Señor. Así, el que se consagre a la Inmaculada será socorrido

cien y mil veces mejor, y cien y mil veces mejor serán realizadas también las grandes intenciones del

Sumo Pontífice y de la Iglesia: la paz del mundo, la ayuda a las misiones, la santificación de los

sacerdotes, etc.

Y así, también, según la observación que hace San Luis María de Montfort, en el día del juicio el

consagrado quedará felizmente sorprendido a la vista de los resultados. Con indescriptible emoción

caerá el consagrado a los pies de la divina Inmaculada, o más bien se abismará en las profundidades

de su Corazón materno, y balbuceará lo que tan frecuentemente había repetido en esta vida: ¡Madre,

ahí tienes tu obra!

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3) Devocionario guía

a- Promesas de María Inmaculada, Madre de Dios:

La Santísima Virgen María, en Fátima, ha prometido grandes ventajas a todas aquellas personas que

deciden libremente consagrarse a Ella.

- Primera: La salvación eterna del alma: Después de mostrar el Infierno a los tres pastorcillos la

Virgen les dijo: “Habéis visto el Infierno, adonde van las almas de los pobres pecadores”. Pero

inmediatamente añadió: “Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi

Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir se salvarán muchas almas y tendrán paz”. El

que se consagra a la Santísima Virgen María puede, pues, tener la plena seguridad de que no se

condenará en el Infierno eterno. Teniéndole como cosa suya, la Inmaculada hará todo lo posible para

salvar su alma por toda la eternidad.

- Segunda: La liberación inmediata del Purgatorio: Las almas consagradas a la Inmaculada Madre de

Dios, si viven bien su consagración, irán directamente al Cielo después de morir. Y si han de

purificarse en el Purgatorio, pueden tener la certeza de que serán liberadas rápidamente.

- Tercera: El amor especial de la Inmaculada y de Dios: La Virgen, el 13 de Junio de 1917, dijo a

Lucia refiriéndose a aquellos que vivieran según el mensaje de Fátima: “Estas almas serán amadas

por Dios, como flores puestas por Mí para adornar Su trono”. Quiere decir que la persona

consagrada a la Virgen es amada de una forma especial y única por Ella y por Dios. Entre cada alma

consagrada y María se establece una relación irrepetible. Ella agradece el gesto de confianza de los

que han decidido entregarse en sus virginales manos y los ama tiernamente como a posesión suya.

La Virgen ama con locura a sus consagrados. La persona que se consagra a María empezará a sentir

la presencia misteriosa pero real de la Virgen en su vida. Empezará a sentir su amor de Madre, su

protección y su bondad, de una manera nueva, hasta ahora desconocida. Sentirá el amor de Dios de

una manera especial, lo que le llevará a vivir la vida cristiana con más alegría, con más libertad,

obrando en todo por amor y desde el amor. Todo se convertirá en un encuentro con el Señor.

- Cuarta: La guía y la protección especial de la Inmaculada: En la aparición del 13 de Junio de 1917

la Virgen dijo a Lucia: “No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu

refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”. Esta promesa está dirigida a todos los que se

consagran a la Virgen. Ella los guía de una manera especial protegiéndoles de todas las dificultades

que podemos encontrar en nuestro camino hacia Dios. Un consagrado, en los momentos más

dificultosos de su vida, sea por el tema que sea, puede acudir con muchísima confianza a María

sabiendo que Ella no le dejará.

- Quinta: La purificación de la vida: La Inmaculada va purificando a los que se consagran a Ella. La

Virgen, respetando el ritmo de cada persona, va purificando a sus consagrados de todo aquello que

tienen y no es agradable a Dios. Ella, con dulzura pero con firmeza, va cortando, destruyendo y

aniquilando aquello que no está en orden con Dios, según lo que nos pide la Palabra de Dios:

“Destruid lo que hay de terreno en vosotros” (Col 3, 5). Si el alma colabora y se deja purificar,

pronto resplandecerá hermosa a los ojos del Señor y se convertirá en una imagen preciosa de

Jesucristo. La Inmaculada purifica y pone orden interior y paz en la vida de sus consagrados.

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- Sexta: El embellecimiento de las buenas obras y la glorificación continua de Dios: Desde el

momento en el que se hace la consagración, las buenas obras pertenecen a la Virgen. ¿Y qué hace

Ella? Las perfecciona y las embellece para que sean más hermosas ante Dios y más meritorias para

la persona. Ella no se queda con nada. Todo lo contrario: lo perfecciona quitándole a las obras el

amor propio y la imperfección con las que van acompañadas. Ella, además, embellece nuestras

buenas obras con sus propios méritos (¡méritos de la Inmaculada Madre de Dios!) y las presenta por

sus propias manos a Jesucristo. De este modo nuestras buenas obras, y nuestra vida entera, se

convierten en un sacrificio muy agradable a Dios. Todo lo que un consagrado hace, sea lo que sea

(menos el pecado), está ofrecido y consagrado a María, y por Ella a Dios. Así, aunque no sea

consciente, una persona consagrada a María está continuamente glorificando a Dios en todo lo que

hace, aún en lo más pequeño e insignificante. Cumple de esta manera lo que la Sagrada Escritura

pide a los cristianos: “Ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de

Dios” (1 Cor 10, 31).

- Séptima: Grandes bienes al prójimo: Las personas consagradas alcanzan muchas ayudas de la

Inmaculada para sus seres más queridos (hijos, maridos, esposas, padres, amigos…). María, que ama

de forma especial a sus consagrados (y cada día más si responden bien) también procura su ayuda y

su gracia para aquellas personas que son amadas por los que se han ligado a Ella. Y todavía más:

dado que un consagrado ha ofrecido todo a María puede que Ella aplique algunas de sus buenas

obras para la conversión de los pecadores o la liberación de algún alma del Purgatorio. De tal forma

que en el Cielo los consagrados a la Virgen verán, con gran sorpresa y gozo de sus almas, todo el

bien que María ha podido obrar a través de ellos. Y todo ese bien revertirá en mayores méritos para

la Gloria celestial del consagrado.

Todas estas promesas se cumplirán en mayor o menor grado dependiendo de la intensidad con la que

cada uno viva su consagración. El alma que se la tome en serio y la viva con profundidad alcanzará cada

vez más y mejores ventajas de manos de la Virgen. El alma que viva su consagración con tibieza y

frialdad alcanzará menos. Depende de la libertad y capacidad de entrega y sacrificio vivirla con mayor o

menor profundidad.

b- Oraciones de Consagración:

Acto de Consagración “simple” al Inmaculado Corazón de María

Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía,

yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón

y te consagro mi cuerpo y mi alma,

mis pensamientos y mis acciones.

Quiero ser como tú quieres que sea,

hacer lo que tú quieres que haga.

No temo, pues siempre estás conmigo.

Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,

con todo mi corazón y sobre todas las cosas.

Pon mi mano en la tuya para que esté siempre contigo.

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Acto de Consagración “simple” a la Inmaculada

(Según San Maximiliano María Kolbe)

"OH Inmaculadaa, reina del cielo y de la tierra,

refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima,

a quien Dios confió la economía de la misericordia.

Yo................... pecador indigno, me postro ante ti,

suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y

posesión tuya.

A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades

de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad.

Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva,

para cumplir lo que de ti ha sido dicho:

"Ella te aplastará la cabeza" (Gen 3:15), y también:

"Tú has derrotado todas las herejías en el mundo".

Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas

me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria

en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo,

aumento en cuanto sea posible el bienaventurado

Reino del Sagrado Corazón de Jesús.

Donde tú entras oh Inmaculada, obtienes la gracia

de la conversión y la santificación, ya que toda gracia

que fluye del Corazón de Jesús para nosotros,

nos llega a través de tus manos.

Ayúdame a alabarte, OH Virgen Santa

y dame fuerza contra tus enemigos."

Acto de Consagración “simple” a la Inmaculada

(Según San Luis María Griñón de Monfort)

Te escojo hoy, oh María,

En presencia de toda la corte celestial por Madre y Reina mía.

Te entrego y te consagro con toda sumisión y amor mi cuerpo y mi alma,

mis bienes interiores y exteriores, y hasta el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras,

dejándote entero y pleno derecho de disponer de mí y de todo cuanto me pertenece, sin excepción,

según tu agrado, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad. Amén.

Consagración de sí mismo a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, por medio de María.

¡Oh Sabiduría eterna y encarnada! ¡Oh amable y adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre,

Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre virgen! Os adoro profundamente en el seno y en los

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esplendores de vuestro Padre, durante la eternidad, y en el seno virginal de María, vuestra dignísima

Madre, en el tiempo de vuestra Encarnación.

Os doy gracias porque os habéis anonadado y tomado la forma de esclavo para sacarme de la cruel

esclavitud del demonio.

Os alabo y glorifico porque os habéis sometido a María, vuestra Santa Madre, en todo, a fin de hacerme

por Ella vuestro fiel esclavo. Pero ¡ay! Ingrato e infiel como soy, no he cumplido mis deberes, no he

cumplido los votos y promesas que tan solemnemente hice en el bautismo, no he merecido ser llamado

vuestro hijo ni vuestro esclavo; y como nada hay en mí que no merezca vuestra repulsa y vuestra

cólera, no me atrevo a acercarme por mí mismo a vuestra Santísima y augusta Majestad.

Por esto he recurrido a la intercesión de vuestra Santísima Madre, que Vos me habéis dado como

mediadora ante vos, y por este medio espero obtener de Vos la contrición y el perdón de mis pecados,

la adquisición y la conservación de la Sabiduría.

Os saludo, ¡oh María Inmaculada!, tabernáculo viviente de la divinidad, en donde la Sabiduría eterna

escondida quiere ser adorada por los ángeles y los hombres; os saludo, ¡oh Reina del cielo y de la

tierra!, a cuyo imperio está sometido todo lo que hay debajo de Dios. Os saludo, ¡oh refugio seguro de

los pecadores!, cuya misericordia no falta a nadie; escuchad los deseos que tengo de la divina Sabiduría

y recibid para ello los votos y las ofrendas que mi bajeza os presenta.

Yo, N…, pecador (a) infiel, renuevo y ratifico hoy en vuestras manos los votos de mi Bautismo.

Renuncio para siempre a Satanás, a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo,

Sabiduría encarnada, para llevar mi cruz tras El, todos los días de mi vida; y a fin de que sea más fiel de

lo que he sido hasta ahora, os escojo hoy, ¡oh, María!, en presencia de toda la corte celestial, por mi

Madre y Señora. Os entrego y consagro, en calidad de esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis bienes

interiores y exteriores, y aun el valor de mis buenas acciones pasadas, presentes y futuras, otorgándoos

entero y pleno derecho de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, a vuestro agrado, a la

mayor gloria de Dios, en el tiempo y la eternidad.

Recibid, ¡oh virgen benignísima!, esta pequeña ofrenda de mi esclavitud, en honor y unión de la

sumisión que la Sabiduría encarnada quiso observar para con vuestra Maternidad, en homenaje del

poder que ambos tenéis sobre este pequeño gusano y miserable pecador, en acción de gracias por los

privilegios con que os dotó la Santísima Trinidad. Protesto que en adelante quiero, como verdadero

esclavo vuestro, procurar vuestra honra y obedeceros en todo.

¡Oh Madre admirable! Presentadme a vuestro Hijo en calidad de eterno esclavo, a fin de que, pues me

rescató por Vos, me reciba de vuestras manos.

¡Oh Madre de misericordia!, concededme la gracia de alcanzar la verdadera sabiduría de Dios, y de

colocarme, por tanto, entre los que Vos amáis, enseñáis, guiáis, alimentáis y protegéis como a vuestros

hijos y esclavos. ¡Oh Virgen fiel! Hacedme en todo tan perfecto discípulo, imitador y esclavo de la

Sabiduría encarnada, Jesucristo, vuestro Hijo, que por vuestra intercesión llegue, a imitación vuestra, a

la plenitud de la perfección sobre la tierra y de gloria en los cielos. Así sea.

Consagración “simple” del hogar y la familia al Inmaculado Corazón de María.

¡Oh Virgen María!, queremos consagrar hoy nuestro hogar y cuantos lo habitan a vuestro Purísimo

Corazón.

Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret, llegue a ser un oasis de paz y felicidad por:

- el cumplimiento de la voluntad de Dios,

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- la práctica de la caridad,

- y el abandona a la Divina Providencia,

¡Que nos amemos todos como Cristo nos enseñó!. Ayúdanos a vivir siempre cristianamente y

envuélvenos en tu ternura.

Te pido por los hijos que Dios nos ha dado (se citan los nombres) para que los libres de todo mal y

peligro de alma y cuerpo, y los guardes dentro de Tu Corazón Inmaculado. Dígnate, Madre nuestra,

transformar nuestro hogar en un pequeño cielo, consagrados todos a vuestro Corazón Inmaculado.

Amén.

¡Corazón Inmaculado de María, sálvanos!

c- Santo Rosario:

(Nota: Se recomiendan los siguientes libros para meditar los misterios: Santo Rosario de Josemaría

Escrivá de Balaguer y El Rosal de Nuestra Señora del P. Leonardo Castellani)

De todas cuantas devociones hay en honor de la Virgen Inmaculada, será difícil que se encuentre otra

que le sea más agradable, más útil a las almas, ni más temida del Infierno que la del Santo Rosario.

¡Dichoso el que lo rece cada día con fervor a solas, y mejor en el seno de la familia, con respeto,

evitando toda irreverencia, despacio, clara y distintamente!

Rezarlo al menos una vez al día o rezar los cuatro misterios (Gozosos, Dolorosos, Gloriosos y

Luminosos) repartidos a los largo de la jornada.

La práctica podrá ser la siguiente:

- Por la señal de la santa cruz, etc…

- Acto de Contrición.

- Credo.

- U) Dios mío ven en mi auxilio.

T) Señor, date prisa en socorrerme.

U) Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

T) Como era en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

U) Ave María purísima.

T) Sin pecado concebida.

- Misterio del día:

Misterios Gozosos (lunes y sábado)

1. La Anunciación del Ángel Gabriel a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.

2. La visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.

3. El nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén.

4. La Presentación del Señor Jesús en el templo y la purificación de la Virgen María.

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5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.

Misterios Dolorosos (martes y viernes)

1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní.

2. La Flagelación del Señor.

3. La Coronación de espinas.

4. Jesús con la Cruz a cuestas camino al Calvario.

5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.

Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)

1. La Triunfante Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

2. La Ascensión del Señor a los Cielos.

3. La Venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los Santos Apóstoles.

4. La Asunción en cuerpo y alma de Nuestra Señora a los Cielos.

5. La Coronación de la Santísima Virgen como Reina y Señora de todo lo creado.

Misterios Luminosos (jueves)

1. El Bautismo de Nuestro Señor en el Río Jordán.

2. La autorrevelación en las bodas de Caná.

3. El anuncio del Reino de Dios y el llamado a la conversión.

4. La Transfiguración de Nuestro Señor en el Monte Tabor.

5. La Institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.

- Un Padrenuestro, tres Ave Marías y un Gloria pidiendo por la persona e intenciones del Santo Padre.

- Oración: Dios te salve, Hija de Dios Padre; Dios te salve, Madre de Dios Hijo; Dios te salve,

Esposa del Espíritu Santo; Dios te salve, templo y sagrario de la beatísima Trinidad, concebida sin

mancha de pecado original.

- Acción de gracias: Infinitas gracias os damos, soberana Princesa, por los favores que todos los días

recibimos de vuestras manos: tenednos ahora y siempre bajo vuestra protección y amparo. Y para

más obligaros os saludamos diciéndote:

- Salve:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve: a ti

llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de

lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y

después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh

piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!

U) Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

T) Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

- Señal de la Cruz para finalizar.

d- Letanías Lauretanas:

(Las letanías de la Virgen suelen rezarse a continuación del Santo Rosario)

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Una letanía es una plegaria formada por una serie de cortas invocaciones que tiene un origen muy

antiguo. La colección más famosa de estas letanías de la Virgen María es conocida como “lauretana”,

por proceder del Santuario de la Virgen de Loreto en Italia. Procede de los siglos XVI y XVII aunque

con el tiempo esta letanía fue enriqueciéndose con nuevos títulos que por decreto los papas añadían al

texto tradicional que tenía como base 50 invocaciones. Característica de las letanías lauretanas es no

solo quedarse en los elogios a la Madre de Dios sino encomendarse a su intercesión. Por ello después de

cada invocación se añadió el “Ruega por nosotros” o fórmulas semejantes, por las cuales el cristiano

que sufre, que está en pecado o se encuentra en trance de muerte, se acerca a María para obtener su

gracia mediadora ante el Hijo.

Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, óyenos.

Jesucristo, escúchanos,

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros.

Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.

Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.

Madre de Jesucristo, ruega por nosotros.

Madre de la divina gracia, ruega por nosotros.

Madre purísima, ruega por nosotros.

Madre castísima, ruega por nosotros.

Madre Virgen, ruega por nosotros.

Madre Incorrupta, ruega por nosotros.

Madre Inmaculada, ruega por nosotros.

Madre Amable, ruega por nosotros.

Madre Admirable, ruega por nosotros.

Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros.

Madre del Creador, ruega por nosotros.

Madre del Salvador, ruega por nosotros.

Virgen prudentísima, ruega por nosotros.

Virgen digna de veneración, ruega por nosotros.

Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros.

Virgen Poderosa, ruega por nosotros.

Virgen Clemente, ruega por nosotros.

Virgen Fiel, ruega por nosotros.

Espejo de Justicia, ruega por nosotros.

Trono de la eterna sabiduría, ruega por nosotros.

Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.

Vaso espiritual, ruega por nosotros.

Vaso de honor, ruega por nosotros.

Vaso de insigne devoción, ruega por nosotros.

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Rosa Mística, ruega por nosotros.

Torre de David, ruega por nosotros.

Torre de marfil, ruega por nosotros.

Casa de oro, ruega por nosotros.

Arca de la Alianza, ruega por nosotros.

Puerta del cielo, ruega por nosotros.

Estrella de la mañana, ruega por nosotros.

Salud de los enfermos, ruega por nosotros.

Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.

Consoladora de los Afligidos, ruega por nosotros.

Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.

Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.

Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.

Reina de los Profetas, ruega por nosotros.

Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.

Reina de los Mártires, ruega por nosotros.

Reina de los Confesores, ruega por nosotros.

Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.

Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.

Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.

Reina llevada al cielo, ruega por nosotros.

Reina del Santo Rosario, ruega por nosotros.

Reina de la Paz, ruega por nosotros.

U) Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo.

T) Perdónanos, Señor.

U) Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.

T) Escúchanos, Señor.

U) Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

T) Ten piedad de nosotros.

U) Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

T) Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oración:

Concede, Señor, a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud del alma y del cuerpo. Y que, por la

gloriosa intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María, seamos libres de las tristezas de este

mundo y gocemos de la eterna alegría. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

e- Letanías reparadoras al Inmaculado Corazón de María

¡Oh Madre nuestra dulcísima! Permite por piedad que nosotros tus devotos hijos, unidos en un solo

pensamiento de veneración y amor, vengamos a reparar las horrendas ofensas que cometen contra Ti

tantos desventurados que no conocen el paraíso de bondad y de misericordia de tu corazón maternal.

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- De las horribles ofensas que se cometen contra tu dulcísimo Jesús, te consolaremos, oh María.

- De la espada de dolor que hijos degenerados quieren nuevamente clavar en tu corazón maternal, te

consolaremos, oh María.

- De las blasfemias nefandas que se vomitan contra tu purísimo y santísimo nombre, te consolaremos,

oh María.

- De las infames negaciones que se hacen de tus privilegios y de tus glorias más excelsas, te

consolaremos, oh María.

- De los insultos que los protestantes y otros herejes lanzan contra tu culto dulcísimo, te consolaremos

oh María.

- De las sacrílegas afrentas que los impíos cometen contra tus carísimas imágenes, te consolaremos,

oh María.

- De las profanaciones que se cometen en tus santuarios, te consolaremos, oh María.

- De las ofensas contra la virtud angelical que en Ti se personifica, te consolaremos, oh María.

- De los ultrajes que se cometen con las modas perversas, contra la dignidad de la mujer, por Ti

reivindicada y santificada, te consolaremos, oh María.

- De los horrendos delitos con que se aparta a los inocentes de tu seno maternal, te consolaremos, oh

María.

- De las incomprensiones de tus derechos divinamente maternales, por parte de tantas madres, te

consolaremos, oh María.

- De las ingratitudes de tantos hijos a tus gracias bellas, te consolaremos, oh María.

- De la frialdad de tantos corazones frente a tus ternuras maternales, te consolaremos, oh María.

- Del desprecio de tus invitaciones de amor, te consolaremos, oh María.

- De la cruel indiferencia de tantos corazones, te consolaremos, oh María.

- De tus lágrimas maternales, te consolaremos, oh María.

- De las angustias de tu dulcísimo corazón, te consolaremos, oh María.

- De las agonías de tu alma santísima en tantos Calvarios, te consolaremos, oh María.

- De tus suspiros de amor, te consolaremos, oh María.

- Del martirio que te ocasiona la pérdida de tantas almas redimidas por la sangre de tu Jesús y por tus

lágrimas, te consolaremos, oh María.

- De los horrendos atentados que se cometen contra tu Jesús, que vive en su Vicario y en sus

sacerdotes, te consolaremos, oh María.

- De la conjuración infernal contra la vida de tu Jesús en su Iglesia, te consolaremos, oh María.

¡Oh Madre santa dulcísima, que en el heroísmo de tu amor maternal, al pie de la cruz, rogaste por

aquellos crueles que martirizaban tan atrozmente a tu amado Hijo Jesús y desgarraban tu Corazón

ternísimo! Ten piedad de todos los desventurados e indignos que te ofenden; haz que ellos también

puedan ser acogidos en tu seno maternal, purificados por tus lágrimas benditas, y admitidos a gozar los

frutos estupendos de tu maternal misericordia. Amén.

Jaculatoria: Santa María, líbranos de las penas del infierno.

f- Ángelus:

Se reza por la mañana, al mediodía y al caer la tarde.

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U) El Ángel del Señor anunció a María.

T) Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

Ave María

U) He aquí la esclava del Señor.

T) Hágase en mí según tu palabra.

Ave María

U) Y el Verbo se hizo carne.

T) Y habitó entre nosotros.

Ave María

U) Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.

T) Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Se rezan tres glorias

U) Oremos

Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones y concede a quienes hemos conocido por el anuncio

del Ángel la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, que por su Pasión y su Cruz alcancemos la gloria de la

Resurrección. Por el Cristo, tu Hijo, que contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es Dios,

por los siglos de los siglos.

T) Amén

g- Reina del Cielo (Regina Coeli)

Para el tiempo pascual, en lugar del Ángelus.

U) Reina del Cielo, alégrate, ¡aleluya!

T) Porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, ¡aleluya!

U) Ha resucitado, según su palabra, ¡aleluya!

T) Ruega por nosotros a Dios, ¡aleluya!

U) Gózate y alégrate, Virgen María, ¡aleluya!

T) Porque ha resucitado Dios verdaderamente, ¡aleluya!

U) Oración:

Oh Dios que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al

mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el

mismo Jesucristo Nuestro Señor.

T) Amén.

h- Oraciones de los santos a María Inmaculada

Oración de San Bernardo:

Salve Reina de misericordia, Señora del mundo, Reina del cielo, Virgen de las vírgenes, Sancta

Sánctorum, luz de los ciegos, gloria de los justos, perdón de los pecadores, reparación de los

desesperados, fortaleza de los lánguidos, salud del orbe, espejo de toda pureza. Haga tu piedad que el

mundo conozca y experimente aquella gracia que tú hallaste ante el Señor, obteniendo con tus santos

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ruegos perdón para los pecadores, medicina para los enfermos, fortaleza para los pusilánimes, consuelo

para los afligidos, auxilio para los que peligran.

Por ti tengamos acceso fácil a tu Hijo, oh bendita y llena de gracia, madre de la vida y de nuestra salud,

para que por ti nos reciba el que por ti se nos dio. Excuse ante tus ojos tu pureza las culpas de nuestra

naturaleza corrompida: obténganos tu humildad tan grata a Dios el perdón de nuestra vanidad. Encubra

tu inagotable caridad la muchedumbre de nuestros pecados: y tu gloriosa fecundidad nos conceda

abundancia de merecimientos.

Oh Señora nuestra, Mediadora nuestra, y Abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a

tu Hijo, preséntanos á tu Hijo.

Haz, oh Bienaventurada, por la gracia que hallaste ante el Señor, por las prerrogativas que mereciste y

por la misericordia que engendraste, que Jesucristo tu Hijo y Señor nuestro, bendito por siempre y sobre

todas las cosas, así como por tu medio se dignó hacerse participante de nuestra debilidad y miserias, así

nos haga participantes también por tu intercesión de su gloria y felicidad.

Oración de San Alfonso María de Ligorio:

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del

mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más

miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta

ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido.

Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda

para que también seáis amada de los demás. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi

salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de

misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme

fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una

buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en

el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar

vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

Otra oración de San Alfonso María de Ligorio:

Inmaculada Madre Mía, me alegro contigo al verte enriquecida con tanta pureza por parte de Dios y

quiero dar gracias al Creador por haberte preservado de toda mancha de pecado, como lo creo

firmemente. Y estoy siempre dispuesto a defender la gran verdad de que has sido concebida sin mancha

de pecado original.

Quisiera que todo el mundo te admirara y te alabara, como la Aurora que anuncia la llegada del Sol, que

es Jesucristo; como el Arca de la Nueva Alianza, que se salvó del naufragio de la mancha del pecado

original, como la Paloma sin mancha y blanquísima, como el Huerto cerrado al cual no han logrado

llegar los enemigos del alma, como la Fuente Sellada que no ha sido contaminada, como el blanco lirio

que floreció entre las espinas, pues en medio de tantas gentes manchadas con el pecado, tu naciste y te

conservaste siempre blanca, pura y completamente amiga del Divino Creador.

Permíteme que te alabe con las palabras pronunciadas por el mismo Dios: "Toda hermosa eres tú, y en ti

no hay mancha alguna". Oh amabilísima e Inmaculada María: tu que eres tan bella ante los ojos de Dios,

no dejes de mirar con compasión a las asquerosas llagas de mi pobre alma. Mírame con compasión y

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ayúdame a curarme de las llagas de mis pecados. Tú que eres un imán que atrae los corazones, atráeme

también a mí hacia tu corazón maternal. Tú que desde el primer momento de la vida apareciste tan

completamente pura y tan agradable a Dios, ruega por mi que no sólo nací con la mancha del pecado

original sino que durante toda mi vida he venido manchando mi alma con tantas culpas y pecados. Dios

que te eligió como Hija predilecta del Padre, y Madre Santísima del Hijo y Sagrario del Espíritu Santo,

y por eso te libró de toda mancha de pecado y te demostró más amor que a toda otra creatura, ¿qué favor

o gracia que pidas para nosotros te podrá negar? Virgen Inmaculada: ¡tienes que ayudarme a salvarme!

Por eso te digo con San Felipe Neri: haz que yo siempre me acuerde de Ti, y Tú nunca te olvides de mi.

Me parece que faltaran mil años todavía para poder contemplar tu hermoso rostro maternal en el cielo,

para empezar a amarte y alabarte en el Paraíso como a la más buena de las madres, mi madrecita, mi

Reina, mi gran benefactora, la más bella, la más amable, la más pura, la siempre Inmaculada Virgen

María. Amén.