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 Nota sobre Dilthey De la compleja obra de Dilthey vamos a resaltar dos vertientes, la primera lo acerca –con una reserva importante que habrá que concretar- al “positivismo” decimonónico, la segunda  procede, en buena medida, del “idealismo rom ántico”. Veámoslas, con brevedad, una po r una: -Dilthey intenta llevar a cabo una fundamentación metódica de las ciencias del espíritu (aquí se acoge, en el fondo, a una tesis cartesiana: el método debe preceder, y precede, a la verdad). Sucede así –si esto fuese correcto- que si logramos estipular con suficiente precisión un método (según Dilthey el ‘método de la comprensión’ o el ‘método comprensivo’) aseguraríamos la verdad propia de los conocimientos proporcionados por las distintas ‘ciencias del espíritu’. ¿En qué se diferencia este planteamiento del que podemos considerar clásicamente ‘positivista’? El  positivismo ortodoxo –en su versión más restrictiva- sostenía que la única cie ncia que merecía ese nombre era la física-matemática newtoniana (algo, por cierto, que también afirmaba Kant); y si sólo hay una ciencia legítima entonces sólo cabe un método: el método explicativo (donde ‘explicar’ algo significa exclusivamente: encontrar su causa eficiente), hipotético-deductivo, experimental, capaz de organizar un sistema de leyes con alcance predictivo y de carácter cuantitativo (las leyes propiamente tales deben expresarse en fórmulas matemáticas), etc. (detrás, o debajo, de este positivismo ortodoxo late, por cierto, una peculiar tesis ‘metafísica’: un –llamémoslo así- “monismo óntico”; ¿Qué afirma este? Que ‘lo real’ es exclusivamente ‘físico’ o, como también se dice, ‘material’). -Heredando el ‘idealismo romántico’ sostiene Dilthey lo siguiente: el Espíritu (humano)  produce desde sí mismo, por mismo y para mismo, sus ‘obras’; por lo tanto el Espíritu (humano) ‘se expresa’ (o está ‘expresado’) en ellas (el término ‘expresión’ alude aquí a un movimiento que va desde dentro hacia fuera, etc.). La ‘Cultura’ –según este planteamiento- es,  pues, equivalente al “espíritu objetivo”, es decir, a un “espíritu subjetivo” que se ha “auto- objetivado” (¿Cuándo? Al expresarse en sus obras –unas ‘obras’ cuyo conjunto constituye  precisamente la ‘Cultura’-). ¿Qué sucede entonces –si esto fuese cierto- en las denominadas ‘ciencias del espíritu’? Sucede que el hombre se conoce a sí mismo (pero, gracias a ellas ¿el hombre se conoce ‘en su esencia’? esta es una pregunta que siempre inquietó enormemente a Dilthey -¿cómo un ser histórico va a tener ‘esencia’?-); por otro lado esto da pie a declarar una  peculiar ‘superioridad’ de las ciencias del espíritu sobre las ciencias de la naturaleza: por un lado porque para el hombre lo más importante es él mismo (esta es, por otra parte, la tesis central del humanismo idealista), por otro porque debe contraponerse la ‘transparencia’ del espíritu a la ‘opacidad’ de la naturaleza (siempre extraña, siempre hostil, siempre inhóspita, etc.). Opera aquí una versión del dualismo cartesiano (res cogitans/res extensa): la que separa, distingue y jerarquiza Naturaleza y Espíritu (la primera mecánica, muerta, inerte, el segundo vivo, histórico, etc.). Hasta aquí dos de las vertientes de la propuesta de Dilthey. A mi juicio –y aquí ya entramos en el escurridizo terreno de la controversia- ambas vertientes –si las evaluamos a partir de ciertas derivas de la filosofía del siglo XX- son hoy más un lastre que algo que podamos seguir afirmando y desarrollando alegremente (pero este es un asunto en el que no voy a entrar pues el objetivo principal ahora es estudiar lo mejor que podamos, aunque sea a título introductorio, lo que sostuvo este autor). Más allá del marco en el que sostuvo sus ideas me parece, de todos

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8/13/2019 Nota Sobre Dilthey Don Alejandro Escudero

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Nota sobre Dilthey 

De la compleja obra de Dilthey vamos a resaltar dos vertientes, la primera lo acerca –con unareserva importante que habrá que concretar- al “positivismo” decimonónico, la segunda procede, en buena medida, del “idealismo romántico”. Veámoslas, con brevedad, una por una:

-Dilthey intenta llevar a cabo una fundamentación metódica de las ciencias del espíritu (aquíse acoge, en el fondo, a una tesis cartesiana: el método debe preceder, y precede, a la verdad).Sucede así –si esto fuese correcto- que si logramos estipular con suficiente precisión un método(según Dilthey el ‘método de la comprensión’ o el ‘método comprensivo’) aseguraríamos laverdad propia de los conocimientos proporcionados por las distintas ‘ciencias del espíritu’. ¿Enqué se diferencia este planteamiento del que podemos considerar clásicamente ‘positivista’? El

 positivismo ortodoxo –en su versión más restrictiva- sostenía que la única ciencia que merecíaese nombre era la física-matemática newtoniana (algo, por cierto, que también afirmaba Kant);y si sólo hay una ciencia legítima entonces sólo cabe un método: el método explicativo (donde‘explicar’ algo significa exclusivamente: encontrar su causa eficiente), hipotético-deductivo,experimental, capaz de organizar un sistema de leyes con alcance predictivo y de caráctercuantitativo (las leyes propiamente tales deben expresarse en fórmulas matemáticas), etc.(detrás, o debajo, de este positivismo ortodoxo late, por cierto, una peculiar tesis ‘metafísica’:un –llamémoslo así- “monismo óntico”; ¿Qué afirma este? Que ‘lo real’ es exclusivamente‘físico’ o, como también se dice, ‘material’).

-Heredando el ‘idealismo romántico’ sostiene Dilthey lo siguiente: el Espíritu (humano)

 produce desde sí mismo, por sí mismo y para sí mismo, sus ‘obras’; por lo tanto el Espíritu(humano) ‘se expresa’ (o está ‘expresado’) en ellas (el término ‘expresión’ alude aquí a unmovimiento que va desde dentro hacia fuera, etc.). La ‘Cultura’ –según este planteamiento- es, pues, equivalente al “espíritu objetivo”, es decir, a un “espíritu subjetivo” que se ha “auto-objetivado” (¿Cuándo? Al expresarse en sus obras –unas ‘obras’ cuyo conjunto constituye precisamente la ‘Cultura’-). ¿Qué sucede entonces –si esto fuese cierto- en las denominadas‘ciencias del espíritu’? Sucede que el hombre se conoce a sí mismo (pero, gracias a ellas ¿elhombre se conoce ‘en su esencia’? esta es una pregunta que siempre inquietó enormemente aDilthey -¿cómo un ser histórico va a tener ‘esencia’?-); por otro lado esto da pie a declarar una peculiar ‘superioridad’ de las ciencias del espíritu sobre las ciencias de la naturaleza: por un

lado porque para el hombre lo más importante es él mismo (esta es, por otra parte, la tesiscentral del humanismo idealista), por otro porque debe contraponerse la ‘transparencia’ delespíritu a la ‘opacidad’ de la naturaleza (siempre extraña, siempre hostil, siempre inhóspita,etc.). Opera aquí una versión del dualismo cartesiano (res cogitans/res extensa): la que separa,distingue y jerarquiza Naturaleza y Espíritu (la primera mecánica, muerta, inerte, el segundovivo, histórico, etc.).

Hasta aquí dos de las vertientes de la propuesta de Dilthey. A mi juicio –y aquí ya entramos enel escurridizo terreno de la controversia- ambas vertientes –si las evaluamos a partir de ciertasderivas de la filosofía del siglo XX- son hoy más un lastre que algo que podamos seguirafirmando y desarrollando alegremente (pero este es un asunto en el que no voy a entrar pues elobjetivo principal ahora es estudiar lo mejor que podamos, aunque sea a título introductorio, loque sostuvo este autor). Más allá del marco en el que sostuvo sus ideas me parece, de todos

8/13/2019 Nota Sobre Dilthey Don Alejandro Escudero

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modos, que permanecen vigentes afirmaciones como estas: hay distintos tipos de rigor en elconocimiento que no pasan por la estricta exactitud de las leyes matematizables (también en lo predominantemente cualitativo cabe el rigor); las ‘ciencias de espíritu’ (hoy denominadas‘ciencias humanas’ o ‘ciencias sociales’, etc.) no deben obsesionarse con las ‘ciencias de lanaturaleza’ intentando imitarlas a toda costa, etc. Esto es, me parece, y a parte de algunos otros

detalles, lo que podría mantenerse de la propuesta de Dilthey de cara a una actual ‘teoría delconocimiento’ orientada a indagar en torno a las ‘ciencias humanas o sociales’ (dichoenteramente al margen, y a modo de vaga pista, entiendo que ésta podría avanzar un tanto si, porejemplo, combinara lo que Michel Foucault expuso en su libro Las palabras y las cosas y lo queGustavo Bueno ha escrito respecto a este tipo de conocimientos). Por último subrayar queDilthey influyó notablemente en dos autores del siglo XX: Martin Heidegger y José Ortega yGasset, aunque curiosamente a ninguno de ellos le interesó apenas su programa fundamental –elde una fundamentación metódica de las ciencias del espíritu-, lo que da idea, por otra parte, dela riqueza de su obra. Como indicaciones bibliográficas basten estas pocas: en Internet es fácillocalizar un artículo de José Ferrater Mora titulado “Dilthey y sus temas fundamentales”, y,

además, el libro de Ángel Gabilondo, Dilthey: vida, expresión e historia.