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No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a preguntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predisposición negativa, de ignorada magnitud, hacia el hecho cultural. Si nos posicionamos en la aceptación a priori de la afirmación de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultural, más posibilidades de superar el resto de las barreras de acceso a la cultura», también debemos concurrir con su aseveración respecto a que «una de las mayores barreras de acceso a la cultura es la falta de predisposición al hecho cultural, que influye de manera fundamental en nuestras elecciones personales» (ibídem). Asumimos que «la actividad cultural es una infinitamente diversa ruta hacia el desarrollo personal de individuos de todas las edades, que lleva a incrementar las habilidades, la confianza y la creatividad» (Matarasso, 1999) y en tal sentido la visualizamos como un derecho. Como tal, debe poder ser ejercido, pero no obliga a su práctica por parte del individuo que lo detenta. Resulta válido entonces tener presente las formas manifiestas o implícitas de lo que Pierre Bourdieu denomina el «habitus», concepto sociológico traducible como «un sistema de disposiciones durables y transferibles a partir del cual un grupo social produce esquemas prácticos de percepción» (Escudero Méndez, 2009), en tanto que en ese «habitus» se encarnaría esa particular barrera de acceso a la cultura, cual sería «la falta de predisposición al hecho cultural», en tanto «no se reduce a las condiciones económicas de los individuos, sino al modo y a la capacidad de apropiación legítima de la cultura» (ibídem). En concordancia con esa mirada aparece también el concepto de «gusto» como «mediación valiosa en el conjunto de operaciones de análisis e interpretación conducentes a conceptos de mayor alcance heurístico» (Miceli, 2008), en tanto elemento vinculado a «las preferencias de una determinada categoría social en los diferentes dominios del consumo y de la expresión simbólica» (ibídem). Siguiendo a León y Olabarría (1993), convenimos en que «el proceso de la percepción y su resultado final que es la atribución de significado dependerá de la combinación de dos entes: el propio estímulo… y de la propia persona que percibe, cuyas características personales condicionarán su capacidad perceptiva desde dos puntos de vista: por un lado su agudeza sensorial, en cuanto se refiere a la capacidad de los cinco sentidos físicos…y por otro en cuanto se refiere al propio bagaje de conocimientos y preconceptos que esa persona porta consigo, es decir su vida mental». De ello deviene que para iguales estímulos, como significaría en nuestro argumento la diversidad de oferta cultural, podrá variar ampliamente el modo de cómo serán percibidos por las diferentes personas. La palabra ‘motivo’ —señala Newcomb (1981)— «como los términos no técnicos ‘necesidad’ y ‘deseo’, apunta hacia adentro y hacia afuera a la vez. Esos términos se refieren al mismo tiempo a un estado interno de insatisfacción (o inquietud, tensión o desequilibrio) y hacia algo del ambiente….que sirve para acabar con el estado de insatisfacción». En otros términos, «la motivación implica la movilización de una energía destinada, por decirlo así, a la consecución de una meta específica». De ahí que podamos suponer que, de no existir esa movili- zación, de confirmarse la presencia en ciertas personas de un «habitus» de no predisposición al hecho cultural, las ofertas en tal sentido no constituirían estímulos suficientes dado que «las actitudes tienden a persistir cuando los individuos continúan percibiendo los objetos en un marco de referencia más o menos estable» (ibídem). Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico tendríamos personas que «actúan respecto de las cosas, e incluso respecto de las otras personas, sobre la base de los significados que estas cosas tienen para ellas» (Taylor y Bogdan, 2000), debido a lo cual la oferta cultural por sí misma no alteraría a los individuos en tanto «no responden simplemente a estímulos o exteriorizan guiones culturales» sino que es «el significado lo que determina la acción» (ibídem). Consecuentemente, las acciones en materia de gestión o política cultural que pretendiesen modificar esa hipotética situación, no podrían de modo alguno limitarse al mejoramiento de la oferta y accesibilidad, sino que deberían orientarse al cambio de actitudes de indi- ferencia o rechazo por actitudes proactivas en la búsqueda de expresiones culturales. «Si las actitudes de una persona no cambian, esto no significa que no existan influencias que operen sobre ella tendiendo a producir un cambio. Quiere decir, más bien, que ella ha mantenido un estado constante de equilibrio…» (Newcomb, 1981) y será ese equilibrio y no la deficiencia de oferta cultural la que, eventualmente, la mantendría en un lugar marginal al respecto. Volviendo a Escudero Méndez (2009) presumimos que «si apreciamos altamente el teatro, la pintura y la lectura, nuestra disposición será un factor clave de accesibilidad a la cultura que nos servirá para superar posibles barreras y aprovechar mejor la oferta», mientras que sin ese aprecio «se es inmune a las políticas culturales y a todos los esfuerzos por disminuir las barreras». Estamos entones ante la presencia de un desafío. Estamos ante un problema. «Que un problema sea legítimo —afirma Mancuso, 2001— implica que para quien lo investiga sea realmente un problema, es decir que realmente lo perturbe (quizá en primera persona), que sea una duda auténtica, que trasformará en sistemática y metódica en el momento de procesarla metodológicamente» y la confirmación o no de la existencia de un «habitus» de indisposición de las personas hacia los temas culturales, constituye sin duda alguna una cuestión perturbadora, tanto en lo individual como en lo colectivo para quienes de una u otra forma nos sentimos comprometidos o particularmente sensibles a la cultura. El problema, por lo tanto, es saber en qué medida las políticas y gestiones culturales podrían tener resultado nulo si no existe un mínimo de predisposición positiva al hecho cultural en los individuos. Ello genera la necesidad de indagar cuál es el grado de responsabilidad personal, por opción, que algunas personas tienen respecto de su exclusión de las manifestaciones culturales, más allá de que las asista el derecho de acceso a las mismas. Conocer la predisposición de los individuos al hecho cultural, como información indispensable para el eventual replanteo de las acciones de política y gestión que asimilen a la nueva situación que de ello se derivaría. «…la teorización de Bourdieu —señala Portantiero (2008)— asume que si bien el ‘habitus’ tiende a reproducir las condiciones históricas que lo produjeron, en su confrontación con otros aspectos de la realidad que vive el sujeto queda lugar para la aparición de prácticas transformadoras». A partir de esa realidad conocida y reconocida se podrá estimular la propia identificación de los actores como sujetos participantes de la cultura. Se podrán poner en juego mecanismos de empatía y motivación tendientes a incentivar su participación en vivencias culturales novedosas que los enfrenten con situaciones hasta entonces ocultas en la negación y la ignorancia. El delegado de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Christian Darras, alertó que los datos estadísticos demuestran que para el 2020, el 70 por ciento de las defunciones será por enfermedades no transmisibles. “Las enfermedades no transmisibles son la primera causa de muerte y discapacidad en el mundo y los datos muestran que para el año 2020 representarán el 70 por ciento de las defunciones”, dijo en el primer seminario taller para la prevención y control de enfermedades no transmisibles.Este ascenso representa un reto en la salud, y una tarea para luchar en el control y prevención de la hipertensión, el consumo del tabaco, el abuso del alcohol, el sobrepeso y otras enfer- medades.Darras señaló que actualmente esto se considera como una epidemia y sabiendo que causa muertes es que la OPS/OMS y los países miembros decidieron implementar la estrategia regional y el plan de acción para un enfoque integrado sobre la prevención y control de estas enfermedades.El plan trabajará en la prevención y los factores de riesgos comunes, motivando los planes de desarrollo nacionales y las políticas públicas que estimulen el trabajo de los sistemas de salud basados en atención primaria.Por su parte, el viceministro de Salud y Promoción, Martín Maturano, indicó que en Bolivia las enfermedades transmisibles y no transmisibles deben ser tratadas con un enfoque integral.Dijo que en ese marco está el Plan Sectorial de Salud 2010-2020 que sigue el modelo de la Salud Familiar Comunitaria Intercultural (Safci) y el Sistema Único de Salud.El Plan de Salud tiene como objetivo esencial la promoción de la salud, a fin de que los centros de salud se conviertan en centros de vida y no de enfermedad.El objetivo del taller fue de contribuir al desarrollo de la política nacional de salud “Vivir Bien”, desde el programa Nacional de Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles.Entre sus objetivos fue presentar el curso interactivo de auto capacitación en enfermedades crónicas no transmisibles, informar sobre la situación de vigilancia epidemiológica y sus factores de riesgo, además de informar sobre las normas y estrategias vigentes para el control y prevención. La Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud y Deportes informó ayer que el canal endémico de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) presenta variaciones en la semana 27; a nivel nacional, los casos se encuentran entre las zonas de seguridad y alarma.En rela- ción a la semana 26, los departamentos de Cochabamba y Potosí pasaron de zona de seguridad a zona de alarma; Oruro y Tarija se mantuvieron en alarma; La Paz y Chuquisaca, en el límite entre seguridad y alarma. Por otro lado, los departamentos de Santa Cruz y Beni se encuentran en zona de éxito. Los frentes fríos hacen que ocurran las variaciones en las temperaturas, a nivel general, por ello es recomendable el cuidado con los niños, en cuanto a la alimentación, consumo de líquidos tibios y sobretodo fomentar en ellos y en los mayores el uso de prendas de vestir abrigadas. La Organización Boliviana de Defensa y Difusión del Folclore (Obdefo) movilizó el domingo a miles de compatriotas en 45 ciudades de 18 países para reivindicar que la “danza de Los Caporales es ciento por ciento boliviana”.La iniciativa se inició hace dos años y fue impulsada por Napoleón Gómez quien, junto al sociólogo Rubén Pinto y la antropóloga Wara Mendiola, decidieron escribir el libro “Caporales ciento por ciento boliviano” para salir en defensa de la danza y evitar su plagio, como sucedió con La Diablada y La Morenada.La campaña era igualmente “para demostrar a la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco), mediante registros y catalogaciones, que Los Caporales son de Bolivia”.El proyecto concluyó con un magno evento mundial de Los Caporales este domin- go apoyado por Cancillería, Ministerio de Culturas y Radio Pasión de Bolivia para que miles de compatriotas que radican en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, México, Suecia, España, Argentina, Brasil, Ecuador, Italia, Austria, Hamburgo, Alemania, Bélgica y otros países salgan a las calles al mediodía para mostrar a las personas el baile de Los Caporales. En Bolivia, la masiva demostración se realizó en La Paz, Oruro, Cochabamba, Sucre y Tarija, con un derroche de colorido, alegría, emoción, entusiasmo y de unidad de los bolivianos en defensa de la cultura musical y de danza nacional. “Una vez más los bolivianos demostraron al mundo que unidos podemos defender lo nuestro”, dijo el his- toriador Fernando Cajías, quien se encontraba en el palco de la plaza Gualberto Villarroel, junto a la señorita La Paz, Raiza Terceros, y miss La Paz, Marioli Ulloa. A su juicio, “la danza de Los Caporales se debe bailar en todo el mundo, que se expanda porque estamos en una cultura universal, pero que reconozcan que es boliviana”. El presidente de Obdefo, Napoleón Gómez, expresó su sorpresa por la respuesta de los compatriotas que radican en el exterior al sumarse a la campaña de defensa de esta danza nacional. “Mi agradecimiento infinito a los organizadores y los responsables en los cuatro continentes, en los 18 países y en las 45 ciudades, que con su esfuerzo, sacrificio y trabajo voluntario les decimos a los plagiadores que Los Caporales son de Bolivia”, declaró. Calificó este domingo 18 de julio como una fecha histórica para el folclore boliviano por el sentimiento de unidad demostrado que engrandece la patria. Diversos grupos bailaron en la plaza Gualberto Villarroel de La Paz la danza de Los Caporales al ritmo de las bandas de la Escuela de Música del Ejército y de la Armada Boliviana y el conjunto Sapahaqui. Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la cantidad de la oferta en tal sentido.También es dable observar la preocupación generalizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblacionales tengan respecto de las propuestas de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a preguntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predisposición negativa, de ignorada magnitud, hacia el hecho cultural. Si nos posicionamos en la aceptación a priori de la afirmación de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultural, más posibilidades de superar el resto de las barreras de acceso a la cultura», también debemos concurrir con su aseveración respecto a que «una de las mayores barreras de acceso a la cultura es la falta de predisposición al hecho cultural, que influye de manera fundamental en nuestras elecciones personales» (ibídem). Asumimos que «la actividad cultural es una infinitamente diversa ruta hacia el desarrollo personal de individuos de todas las edades, que lleva a incrementar las habilidades, la confianza y la creatividad» (Matarasso, 1999) y en tal sentido la visualizamos como un derecho. Como tal, debe poder ser ejercido, pero no obliga a su práctica por parte del individuo que lo detenta. Resulta válido entonces tener presente las formas manifiestas o implícitas de lo que Pierre Bourdieu denomina el «habitus», concepto socio- lógico traducible como «un sistema de disposiciones durables y transferibles a partir del cual un grupo social produce esquemas prácticos de percepción» (Escudero Méndez, 2009), en tanto que en ese «habitus» se encarnaría esa particular barrera de acceso a la cultura, cual sería «la falta de predisposición al hecho cultural», en tanto «no se reduce a las condiciones económicas de los individuos, sino al modo y a la capacidad de apropiación legítima de la cultura» (ibídem). En concordancia con esa mirada aparece también el concepto de «gusto» como «mediación valiosa en el conjunto de operaciones de análisis e interpretación conducentes a conceptos de mayor alcance heurístico» (Miceli, 2008), en tanto elemento vinculado a «las preferencias de una determinada categoría social en los diferentes dominios del consumo y de la expresión simbólica» (ibídem). Siguiendo a León y Olabarría (1993), convenimos en que «el proceso de la percepción y su resultado final que es la atribución de significado dependerá de la combinación de dos entes: el propio estímulo… y de la propia persona que percibe, cuyas características personales condicionarán su capacidad perceptiva desde dos puntos de vista: por un lado su agudeza sensorial, en cuanto se refiere a la capacidad de los cinco sentidos físicos…y por otro en cuanto se refiere al propio bagaje de conocimientos y preconceptos que esa persona porta consigo, es decir su vida mental». De ello deviene que para iguales estímulos, como significaría en nuestro argumento la diversidad de oferta cultural, podrá variar ampliamente el modo de cómo serán percibidos por las diferentes personas. La palabra ‘motivo’ —señala Newcomb (1981)— «como los términos no técnicos ‘necesidad’ y ‘deseo’, apunta hacia adentro y hacia afuera a la vez. Esos términos se refieren al mismo tiempo a un estado interno de insatisfacción (o inquietud, tensión o desequilibrio) y hacia algo del ambiente….que sirve para acabar con el estado de insatisfacción». En otros términos, «la motivación implica la movilización de una energía destinada, por decirlo así, a la consecución de una meta específica». De ahí que podamos suponer que, de no existir esa movilización, de confirmarse la presencia en ciertas personas de un «habitus» de no predisposición al hecho cultural, las ofertas en tal sentido no constituirían estímulos suficientes dado que «las actitudes tienden a persistir cuando los individuos continúan percibiendo los objetos en un marco de referencia más o menos estable» (ibídem). Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico tendríamos personas que «actúan respecto de las cosas, e incluso respecto de las otras personas, sobre la base de los significados que estas cosas tienen para ellas» (Taylor y Bogdan, 2000), debido a lo cual la oferta cultural por sí misma no alteraría a los individuos en tanto «no responden simplemente a estímulos o exteriorizan guiones culturales» sino que es «el significado lo que determina la acción» (ibídem). Consecuentemente, las acciones en materia de gestión o política cultural que pretendiesen modificar esa hipotética situación, no podrían de modo alguno limitarse al mejoramiento de la oferta y accesibilidad, sino que deberían orientarse al cambio de actitudes de indiferencia o rechazo por actitudes proactivas en la búsqueda de expresiones culturales. «Si las actitudes de una persona no cambian, esto no significa que no existan influencias que operen sobre ella tendiendo a producir un cambio. Quiere decir, más bien, que ella ha mantenido un estado constante de equilibrio…» (Newcomb, 1981) y será ese equilibrio y no la deficiencia de oferta cultural la que, eventualmente, la mantendría en un lugar marginal al respecto. Volviendo a Escudero Méndez (2009) presumimos que «si apreciamos altamente el teatro, la pintura y la lectura, nuestra disposición será un factor clave de accesibilidad a la cultura que nos servirá para superar posibles barreras y aprovechar mejor la oferta», mientras que sin ese aprecio «se es inmune a las políticas culturales y a todos los esfuerzos por disminuir las barreras». Estamos entones ante la presencia de un desafío. Estamos ante un problema. «Que un problema sea legítimo —afirma Mancuso, 2001— implica que para quien lo investiga sea realmente un problema, es decir que realmente lo perturbe (quizá en primera persona), que sea una duda auténtica, que trasformará en sistemática y metódica en el momento de procesarla metodológicamente» y la confirmación o no de la existencia de un «habitus» de indisposición de las personas hacia los temas culturales, constituye sin duda alguna una cuestión perturbadora, tanto en lo individual como en lo colectivo para quienes de una u otra forma nos sentimos comprometidos o particularmente sensibles a la cultura. El problema, por lo tanto, es saber en qué medida las políticas y gestiones culturales podrían tener resultado nulo si no existe un mínimo de predisposición positiva al hecho cultural en los individuos. Ello genera la necesidad de indagar cuál es el grado de responsabilidad personal, por opción, que algunas personas tienen respecto de su exclusión de las manifestaciones culturales, más allá de que las asista el derecho de acceso a las mismas. Conocer la predisposición de los individuos al hecho cultural, como información indispensable para el eventual replanteo de las acciones de política y gestión que asimilen a la nueva situación que de ello se derivaría. «…la teorización de Bourdieu —señala Portantiero (2008)— asume que si bien el ‘habitus’ tiende a reproducir las condiciones históricas que lo produjeron, en su confrontación con otros aspectos de la reali- dad que vive el sujeto queda lugar para la aparición de prácticas transformadoras». A partir de esa realidad conocida y reconocida se podrá estimular la propia identificación de los actores como sujetos participantes de la cultura. Se podrán poner en juego mecanismos de empatía y motivación tendientes a incentivar su participación en vivencias culturales novedosas que los enfrenten con situaciones hasta entonces ocultas en la negación y la ignorancia. El delegado de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Christian Darras, alertó que los datos estadísticos demuestran que para el 2020, el 70 por ciento de las defunciones será por enfermedades no transmisibles. “Las enfermedades no transmisibles son la primera causa de muerte y discapacidad en el mundo y los datos muestran que para el año 2020 representarán el 70 por ciento de las defunciones”, dijo en el primer seminario taller para la prevención y control de enfermedades no transmisibles.Este ascenso representa un reto en la salud, y una tarea para luchar en el control y prevención de la hiper- tensión, el consumo del tabaco, el abuso del alcohol, el sobrepeso y otras enfermedades.Darras señaló que actualmente esto se considera como una epidemia y sabiendo que causa muertes es que la OPS/OMS y los países miembros decidieron implementar la estrategia regional y el plan de acción para un enfoque integrado sobre la prevención y control de estas enfermedades.El plan trabajará en la prevención y los factores de riesgos comunes, motivando los planes de desarrollo nacionales y las políticas públicas que estimulen el trabajo de los sistemas de salud basados en atención primaria.Por su parte, el viceministro de Salud y Promoción, Martín Maturano, indicó que en Bolivia las enfermedades trans- misibles y no transmisibles deben ser tratadas con un enfoque integral.Dijo que en ese marco está el Plan Sectorial de Salud 2010-2020 que sigue el modelo de la Salud Familiar Comunitaria Intercultural (Safci) y el Sistema Único de Salud.El Plan de Salud tiene como objetivo esencial la promoción de la salud, a fin de que los centros de salud se convier- tan en centros de vida y no de enfermedad.El objetivo del taller fue de contribuir al desarrollo de la política nacional de salud “Vivir Bien”, desde el programa Nacional de Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles.Entre sus objetivos fue presentar el curso interactivo de auto capacitación en enfermedades crónicas no transmisibles, informar sobre la situación de vigilancia epidemiológica y sus factores de riesgo, además de informar sobre las normas y estrategias vigentes para el control y prevención. La Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud y Deportes informó ayer que el canal endémico de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) presenta variaciones en la semana 27; a nivel nacional, los casos se encuentran entre las zonas de seguridad y alarma.En relación a la sema- na 26, los departamentos de Cochabamba y Potosí pasaron de zona de seguridad a zona de alarma; Oruro y Tarija se mantuvieron en alarma; La Paz y Chuquisaca, en el límite entre seguridad y alarma. Por otro lado, los departamentos de Santa Cruz y Beni se encuentran en zona de éxito. Los frentes fríos hacen que ocurran las variaciones en las tempera- turas, a nivel general, por ello es recomendable el cuidado con los niños, en cuanto a la alimentación, consumo de líquidos tibios y sobretodo fomentar en ellos y en los mayores el uso de prendas de vestir abrigadas. La Organización Boliviana de Defensa y Difusión del Folclore (Obdefo) movilizó el domingo a miles de compatriotas en 45 ciudades de 18 países para reivindicar que la “danza de Los Caporales es ciento por ciento boliviana”.La iniciativa se inició hace dos años y fue impulsada por Napoleón Gómez quien, junto al sociólogo Rubén Pinto y la antropóloga Wara Mendiola, decidieron escribir el libro “Caporales ciento por ciento boliviano” para salir en defensa de la danza y evitar su plagio, como sucedió con La Diablada y La Morenada.La campaña era igualmente “para demostrar a la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco), mediante registros y catalogaciones, que Los Caporales son de Bolivia”.El proyecto concluyó con un magno evento mundial de Los Caporales este domingo apoyado por Cancillería, Ministerio de Culturas y Radio Pasión de Bolivia para que miles de compatriotas que radican en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, México, Suecia, España, Argentina, Brasil, Ecuador, Italia, Austria, Hamburgo, Alemania, Bélgica y otros países salgan a las calles al mediodía para mostrar a las personas el baile de Los Caporales. En Bolivia, la masiva demostración se realizó en La Paz, Oruro, Cochabamba, Sucre y Tarija, con un derroche de colorido, alegría, emoción, entusiasmo y de unidad de los bolivianos en defensa de la cultura musical y de danza nacional. “Una vez más los bolivianos demostraron al mundo que unidos podemos defender lo nuestro”, dijo el historiador Fernan- do Cajías, quien se encontraba en el palco de la plaza Gualberto Villarroel, junto a la señorita La Paz, Raiza Terceros, y miss La Paz, Marioli Ulloa. A su juicio, “la danza de Los Caporales se debe bailar en todo el mundo, que se expanda porque estamos en una cultura universal, pero que reconozcan que es boliviana”. El presidente de Obdefo, Napoleón Gómez, expresó su sorpresa por la respuesta de los compatriotas que radican en el exterior al sumarse a la campaña de defensa de esta danza nacional. “Mi agradecimiento infinito a los organizadores y los responsables en los cuatro continentes, en los 18 países y en las 45 ciudades, que con su esfuerzo, sacrificio y trabajo voluntario les decimos a los plagiadores que Los Caporales son de Bolivia”, declaró. Calificó este domingo 18 de julio como una fecha histórica para el folclore boliviano por el sentimiento de unidad demostrado que engrandece la patria. Diversos grupos bailaron en la plaza Gualberto Villarroel de La Paz la danza de Los Caporales al ritmo de las bandas de la Escuela de Música del Ejército y de la Armada Boliviana y el conjunto Sapahaqui. Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la cantidad de la oferta en tal sentido.También es dable observar la preocupación generalizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblacionales tengan respecto de las propuestas de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a preguntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predis- posición negativa, de ignorada magnitud, hacia el hecho cultural. Si nos posicionamos en la aceptación a priori de la afirmación de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultural, más posibilidades de superar el resto de las barreras de acceso a la cultura», también debemos concurrir con su aseveración respecto a que «una de las mayores barreras de acceso a la cultura es la falta de predisposición al hecho cultural, que influye de manera fundamental en nuestras elecciones personales» (ibídem). Asumimos que «la actividad cultural es una infinitamente diversa ruta hacia el desarrollo personal de individuos de todas las edades, que lleva a incrementar las habilidades, la confianza y la creatividad» (Matarasso, 1999) y en tal sentido la visualizamos como un derecho. Como tal, debe poder ser ejercido, pero no obliga a su práctica por parte del individuo que lo detenta. Resulta válido entonces tener presente las formas manifiestas o implícitas de lo que Pierre Bourdieu denomina el «habitus», concepto sociológico traducible como «un sistema de disposiciones durables y transferibles a partir del cual un grupo social produce esquemas prácticos de percepción» (Escudero Méndez, 2009), en tanto que en ese «habitus» se encarnaría esa particular barrera de acceso a la cultura, cual sería «la falta de predisposición al hecho cultural», en tanto «no se reduce a las condiciones eco- nómicas de los individuos, sino al modo y a la capacidad de apropiación legítima de la cultura» (ibídem). En concordancia con esa mirada aparece también el concepto de «gusto» como «mediación valiosa en el conjunto de operaciones de análisis e interpretación conducentes a conceptos de mayor alcance heurístico» (Miceli, 2008), en tanto elemento vinculado a «las preferencias de una determinada categoría social en los diferentes dominios del consumo y de la expresión simbólica» (ibídem). Siguiendo a León y Olabarría (1993), convenimos en que «el proceso de la percepción y su resultado final que es la atribución de significado dependerá de la combinación de dos entes: el propio estímulo… y Informa y entretiene Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la canti- dad de la oferta en tal sentido. También es dable observar la preocupación gene- ralizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblaciona- les tengan respecto de las pro- puestas de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a pre- guntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predisposición negativa, de ignorada magni- tud, hacia el hecho cultural. Si nos posicio- namos en la aceptación a priori de la afirma- ción de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultu- Ello genera la necesidad de indagar cuál es el grado de responsabilidad personal, por opción, que algunas personas tienen respecto de su exclusión de las manifestaciones culturales, más allá de que las asista el derecho de acceso a las mismas. Conocer la predisposición de los individuos al hecho cultural, como información indispensable para el eventual replanteo de las acciones de política y gestión que asimilen a la nueva situación que de ello se derivaría. «…la teorización de Bourdieu —señala Portantiero (2008)— asume que si bien el ‘habitus’ tiende a reproducir l a s condiciones históri- cas que lo produjeron, en su confrontación con otros aspectos de la realidad que vive Estamos entones ante la presencia de un desafío. Estamos ante un problema. «Que un problema sea legítimo — afirma Mancuso, 2001— implica que para quien lo investiga sea realmente un problema, es decir que realmente lo pertur- be (quizá en primera persona), que sea una duda auténtica, que trasformará en sistemática y metódica en el mo- mento de procesarla metodológicamen- te» y la confirmación o no de la existencia de un «habitus» de indisposición de las personas hacia los temas culturales, constituye sin duda alguna una cuestión perturbadora, tanto en lo individual como en lo colectivo para quienes de una u otra forma nos sentimos compro- metidos o particu- larmente sensibles a la cultura. El problema, por lo tanto, es saber en qué medida las políticas y gestiones culturales podrían tener resultado nulo si no existe un mínimo de predisposición positiva al hecho cultural en los indivi- duos. L a palabra ‘motivo’ —se- ñ a l a Newcomb (1981)— «como los términos no técnicos ‘necesidad’ y ‘deseo’, apunta hacia aden- tro y hacia afuera a la vez. Esos términos se refieren al mismo tiempo a un estado interno de insa- tisfacción (o inquietud, tensión o desequilibrio) y hacia algo del ambien- te….que sirve para acabar con el estado de insatisfacción». En otros términos, «la motivación implica la movilización de una energía destinada, por decirlo así, a la consecución de una meta específica». De ahí que poda- mos suponer que, de no existir esa movili- zación, de confirmarse la presencia en ciertas personas de un «habitus» de no predisposición al hecho cultural, las ofertas en tal sentido no cons- tituirían estí- mulos suficientes dado que «las actitudes tienden a persistir cuando los individuos conti- núan percibiendo los objetos en un Consecuentemente, las acciones en materia de gestión o política cultural que pretendiesen modificar esa hipotética situación, no podrían de modo alguno limitarse al mejoramiento de la oferta y accesibilidad, sino que deberían orientarse al cambio de actitudes de indiferencia o rechazo por actitudes proactivas en la búsque- da de expresiones culturales. «Si las actitudes de una persona no cambian, esto no significa que no existan influencias que operen sobre ella tendiendo a producir un cambio. Quiere decir, más bien, que ella ha mantenido un estado constante de equilibrio…» (Newcomb, 1981) y será ese equilibrio y no la deficien- cia de oferta cultural la que, eventual- mente, la mantendría en un lugar marginal al respecto. Nuestra Dirección: Calle Colón Nº 968 entre Domingo Paz y Corrado ó llamenos al Telf.: 6642732 www.elpais.bo CERAMICA SAN LUIS S.R.L. APROVECHA NUESTRO BLACK DAYS DEL 19 AL 30 DE NOVIEMBRE LADRILLOS 6 HUECOS DESDE BS. 700 X MIL EN NUESTROS DESCUENTOS DEL 5% 10% 15% Y 20% VISITANOS EN NUESTRAS AGENCIAS Y FABRICAS AGENCIA 1 AGENCIA 2 AGENCIA 3 C. INGAVI # 410 AV. CIRCUNVALACIóN C.PANDO CASI CIRCUNVALACIóN TELF. 664-4147 TELF. 666-1805 TEL. 71865506 / 71865513 FABRICA 1 FABRICA 2 B. sAn LuIs KM4 z. EL poTILLo KM7 TELF.. 664-4247 TELF. 666-5061 EP-04949 SE NECESITA PERSONAL FEMENINO Para atención de Boutique, con referencias de trabajo. Llamar al 76198118. EP-04962

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Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la cantidad de la oferta en tal sentido.También es dable observar la preocupación generalizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblacionales tengan respecto de las propuestas de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a preguntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predisposición negativa, de ignorada magnitud, hacia el hecho cultural. Si nos posicionamos en la aceptación a priori de la afirmación de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultural, más posibilidades de superar el resto de las barreras de acceso a la cultura», también debemos concurrir con su aseveración respecto a que «una de las mayores barreras de acceso a la cultura es la falta de predisposición al hecho cultural, que influye de manera fundamental en nuestras elecciones personales» (ibídem). Asumimos que «la actividad cultural es una infinitamente diversa ruta hacia el desarrollo personal de individuos de todas las edades, que lleva a incrementar las habilidades, la confianza y la creatividad» (Matarasso, 1999) y en tal sentido la visualizamos como un derecho. Como tal, debe poder ser ejercido, pero no obliga a su práctica por parte del individuo que lo detenta. Resulta válido entonces tener presente las formas manifiestas o implícitas de lo que Pierre Bourdieu denomina el «habitus», concepto sociológico traducible como «un sistema de disposiciones durables y transferibles a partir del cual un grupo social produce esquemas prácticos de percepción» (Escudero Méndez, 2009), en tanto que en ese «habitus» se encarnaría esa particular barrera de acceso a la cultura, cual sería «la falta de predisposición al hecho cultural», en tanto «no se reduce a las condiciones económicas de los individuos, sino al modo y a la capacidad de apropiación legítima de la cultura» (ibídem). En concordancia con esa mirada aparece también el concepto de «gusto» como «mediación valiosa en el conjunto de operaciones de análisis e interpretación conducentes a conceptos de mayor alcance heurístico» (Miceli, 2008), en tanto elemento vinculado a «las preferencias de una determinada categoría social en los diferentes dominios del consumo y de la expresión simbólica» (ibídem). Siguiendo a León y Olabarría (1993), convenimos en que «el proceso de la percepción y su resultado final que es la atribución de significado dependerá de la combinación de dos entes: el propio estímulo… y de la propia persona que percibe, cuyas características personales condicionarán su capacidad perceptiva desde dos puntos de vista: por un lado su agudeza sensorial, en cuanto se refiere a la capacidad de los cinco sentidos físicos…y por otro en cuanto se refiere al propio bagaje de conocimientos y preconceptos que esa persona porta consigo, es decir su vida mental». De ello deviene que para iguales estímulos, como significaría en nuestro argumento la diversidad de oferta cultural, podrá variar ampliamente el modo de cómo serán percibidos por las diferentes personas. La palabra ‘motivo’ —señala Newcomb (1981)— «como los términos no técnicos ‘necesidad’ y ‘deseo’, apunta hacia adentro y hacia afuera a la vez. Esos términos se refieren al mismo tiempo a un estado interno de insatisfacción (o inquietud, tensión o desequilibrio) y hacia algo del ambiente….que sirve para acabar con el estado de insatisfacción». En otros términos, «la motivación implica la movilización de una energía destinada, por decirlo así, a la consecución de una meta específica». De ahí que podamos suponer que, de no existir esa movili-zación, de confirmarse la presencia en ciertas personas de un «habitus» de no predisposición al hecho cultural, las ofertas en tal sentido no constituirían estímulos suficientes dado que «las actitudes tienden a persistir cuando los individuos continúan percibiendo los objetos en un marco de referencia más o menos estable» (ibídem). Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico tendríamos personas que «actúan respecto de las cosas, e incluso respecto de las otras personas, sobre la base de los significados que estas cosas tienen para ellas» (Taylor y Bogdan, 2000), debido a lo cual la oferta cultural por sí misma no alteraría a los individuos en tanto «no responden simplemente a estímulos o exteriorizan guiones culturales» sino que es «el significado lo que determina la acción» (ibídem). Consecuentemente, las acciones en materia de gestión o política cultural que pretendiesen modificar esa hipotética situación, no podrían de modo alguno limitarse al mejoramiento de la oferta y accesibilidad, sino que deberían orientarse al cambio de actitudes de indi-ferencia o rechazo por actitudes proactivas en la búsqueda de expresiones culturales. «Si las actitudes de una persona no cambian, esto no significa que no existan influencias que operen sobre ella tendiendo a producir un cambio. Quiere decir, más bien, que ella ha mantenido un estado constante de equilibrio…» (Newcomb, 1981) y será ese equilibrio y no la deficiencia de oferta cultural la que, eventualmente, la mantendría en un lugar marginal al respecto. Volviendo a Escudero Méndez (2009) presumimos que «si apreciamos altamente el teatro, la pintura y la lectura, nuestra disposición será un factor clave de accesibilidad a la cultura que nos servirá para superar posibles barreras y aprovechar mejor la oferta», mientras que sin ese aprecio «se es inmune a las políticas culturales y a todos los esfuerzos por disminuir las barreras». Estamos entones ante la presencia de un desafío. Estamos ante un problema. «Que un problema sea legítimo —afirma Mancuso, 2001— implica que para quien lo investiga sea realmente un problema, es decir que realmente lo perturbe (quizá en primera persona), que sea una duda auténtica, que trasformará en sistemática y metódica en el momento de procesarla metodológicamente» y la confirmación o no de la existencia de un «habitus» de indisposición de las personas hacia los temas culturales, constituye sin duda alguna una cuestión perturbadora, tanto en lo individual como en lo colectivo para quienes de una u otra forma nos sentimos comprometidos o particularmente sensibles a la cultura. El problema, por lo tanto, es saber en qué medida las políticas y gestiones culturales podrían tener resultado nulo si no existe un mínimo de predisposición positiva al hecho cultural en los individuos. Ello genera la necesidad de indagar cuál es el grado de responsabilidad personal, por opción, que algunas personas tienen respecto de su exclusión de las manifestaciones culturales, más allá de que las asista el derecho de acceso a las mismas. Conocer la predisposición de los individuos al hecho cultural, como información indispensable para el eventual replanteo de las acciones de política y gestión que asimilen a la nueva situación que de ello se derivaría. «…la teorización de Bourdieu —señala Portantiero (2008)— asume que si bien el ‘habitus’ tiende a reproducir las condiciones históricas que lo produjeron, en su confrontación con otros aspectos de la realidad que vive el sujeto queda lugar para la aparición de prácticas transformadoras». A partir de esa realidad conocida y reconocida se podrá estimular la propia identificación de los actores como sujetos participantes de la cultura. Se podrán poner en juego mecanismos de empatía y motivación tendientes a incentivar su participación en vivencias culturales novedosas que los enfrenten con situaciones hasta entonces ocultas en la negación y la ignorancia. El delegado de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Christian Darras, alertó que los datos estadísticos demuestran que para el 2020, el 70 por ciento de las defunciones será por enfermedades no transmisibles. “Las enfermedades no transmisibles son la primera causa de muerte y discapacidad en el mundo y los datos muestran que para el año 2020 representarán el 70 por ciento de las defunciones”, dijo en el primer seminario taller para la prevención y control de enfermedades no transmisibles.Este ascenso representa un reto en la salud, y una tarea para luchar en el control y prevención de la hipertensión, el consumo del tabaco, el abuso del alcohol, el sobrepeso y otras enfer-medades.Darras señaló que actualmente esto se considera como una epidemia y sabiendo que causa muertes es que la OPS/OMS y los países miembros decidieron implementar la estrategia regional y el plan de acción para un enfoque integrado sobre la prevención y control de estas enfermedades.El plan trabajará en la prevención y los factores de riesgos comunes, motivando los planes de desarrollo nacionales y las políticas públicas que estimulen el trabajo de los sistemas de salud basados en atención primaria.Por su parte, el viceministro de Salud y Promoción, Martín Maturano, indicó que en Bolivia las enfermedades transmisibles y no transmisibles deben ser tratadas con un enfoque integral.Dijo que en ese marco está el Plan Sectorial de Salud 2010-2020 que sigue el modelo de la Salud Familiar Comunitaria Intercultural (Safci) y el Sistema Único de Salud.El Plan de Salud tiene como objetivo esencial la promoción de la salud, a fin de que los centros de salud se conviertan en centros de vida y no de enfermedad.El objetivo del taller fue de contribuir al desarrollo de la política nacional de salud “Vivir Bien”, desde el programa Nacional de Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles.Entre sus objetivos fue presentar el curso interactivo de auto capacitación en enfermedades crónicas no transmisibles, informar sobre la situación de vigilancia epidemiológica y sus factores de riesgo, además de informar sobre las normas y estrategias vigentes para el control y prevención. La Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud y Deportes informó ayer que el canal endémico de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) presenta variaciones en la semana 27; a nivel nacional, los casos se encuentran entre las zonas de seguridad y alarma.En rela-ción a la semana 26, los departamentos de Cochabamba y Potosí pasaron de zona de seguridad a zona de alarma; Oruro y Tarija se mantuvieron en alarma; La Paz y Chuquisaca, en el límite entre seguridad y alarma. Por otro lado, los departamentos de Santa Cruz y Beni se encuentran en zona de éxito. Los frentes fríos hacen que ocurran las variaciones en las temperaturas, a nivel general, por ello es recomendable el cuidado con los niños, en cuanto a la alimentación, consumo de líquidos tibios y sobretodo fomentar en ellos y en los mayores el uso de prendas de vestir abrigadas. La Organización Boliviana de Defensa y Difusión del Folclore (Obdefo) movilizó el domingo a miles de compatriotas en 45 ciudades de 18 países para reivindicar que la “danza de Los Caporales es ciento por ciento boliviana”.La iniciativa se inició hace dos años y fue impulsada por Napoleón Gómez quien, junto al sociólogo Rubén Pinto y la antropóloga Wara Mendiola, decidieron escribir el libro “Caporales ciento por ciento boliviano” para salir en defensa de la danza y evitar su plagio, como sucedió con La Diablada y La Morenada.La campaña era igualmente “para demostrar a la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco), mediante registros y catalogaciones, que Los Caporales son de Bolivia”.El proyecto concluyó con un magno evento mundial de Los Caporales este domin-go apoyado por Cancillería, Ministerio de Culturas y Radio Pasión de Bolivia para que miles de compatriotas que radican en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, México, Suecia, España, Argentina, Brasil, Ecuador, Italia, Austria, Hamburgo, Alemania, Bélgica y otros países salgan a las calles al mediodía para mostrar a las personas el baile de Los Caporales. En Bolivia, la masiva demostración se realizó en La Paz, Oruro, Cochabamba, Sucre y Tarija, con un derroche de colorido, alegría, emoción, entusiasmo y de unidad de los bolivianos en defensa de la cultura musical y de danza nacional. “Una vez más los bolivianos demostraron al mundo que unidos podemos defender lo nuestro”, dijo el his-toriador Fernando Cajías, quien se encontraba en el palco de la plaza Gualberto Villarroel, junto a la señorita La Paz, Raiza Terceros, y miss La Paz, Marioli Ulloa. A su juicio, “la danza de Los Caporales se debe bailar en todo el mundo, que se expanda porque estamos en una cultura universal, pero que reconozcan que es boliviana”. El presidente de Obdefo, Napoleón Gómez, expresó su sorpresa por la respuesta de los compatriotas que radican en el exterior al sumarse a la campaña de defensa de esta danza nacional. “Mi agradecimiento infinito a los organizadores y los responsables en los cuatro continentes, en los 18 países y en las 45 ciudades, que con su esfuerzo, sacrificio y trabajo voluntario les decimos a los plagiadores que Los Caporales son de Bolivia”, declaró. Calificó este domingo 18 de julio como una fecha histórica para el folclore boliviano por el sentimiento de unidad demostrado que engrandece la patria. Diversos grupos bailaron en la plaza Gualberto Villarroel de La Paz la danza de Los Caporales al ritmo de las bandas de la Escuela de Música del Ejército y de la Armada Boliviana y el conjunto Sapahaqui. Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la cantidad de la oferta en tal sentido.También es dable observar la preocupación generalizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblacionales tengan respecto de las propuestas de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a preguntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predisposición negativa, de ignorada magnitud, hacia el hecho cultural. Si nos posicionamos en la aceptación a priori de la afirmación de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultural, más posibilidades de superar el resto de las barreras de acceso a la cultura», también debemos concurrir con su aseveración respecto a que «una de las mayores barreras de acceso a la cultura es la falta de predisposición al hecho cultural, que influye de manera fundamental en nuestras elecciones personales» (ibídem). Asumimos que «la actividad cultural es una infinitamente diversa ruta hacia el desarrollo personal de individuos de todas las edades, que lleva a incrementar las habilidades, la confianza y la creatividad» (Matarasso, 1999) y en tal sentido la visualizamos como un derecho. Como tal, debe poder ser ejercido, pero no obliga a su práctica por parte del individuo que lo detenta. Resulta válido entonces tener presente las formas manifiestas o implícitas de lo que Pierre Bourdieu denomina el «habitus», concepto socio-lógico traducible como «un sistema de disposiciones durables y transferibles a partir del cual un grupo social produce esquemas prácticos de percepción» (Escudero Méndez, 2009), en tanto que en ese «habitus» se encarnaría esa particular barrera de acceso a la cultura, cual sería «la falta de predisposición al hecho cultural», en tanto «no se reduce a las condiciones económicas de los individuos, sino al modo y a la capacidad de apropiación legítima de la cultura» (ibídem). En concordancia con esa mirada aparece también el concepto de «gusto» como «mediación valiosa en el conjunto de operaciones de análisis e interpretación conducentes a conceptos de mayor alcance heurístico» (Miceli, 2008), en tanto elemento vinculado a «las preferencias de una determinada categoría social en los diferentes dominios del consumo y de la expresión simbólica» (ibídem). Siguiendo a León y Olabarría (1993), convenimos en que «el proceso de la percepción y su resultado final que es la atribución de significado dependerá de la combinación de dos entes: el propio estímulo… y de la propia persona que percibe, cuyas características personales condicionarán su capacidad perceptiva desde dos puntos de vista: por un lado su agudeza sensorial, en cuanto se refiere a la capacidad de los cinco sentidos físicos…y por otro en cuanto se refiere al propio bagaje de conocimientos y preconceptos que esa persona porta consigo, es decir su vida mental». De ello deviene que para iguales estímulos, como significaría en nuestro argumento la diversidad de oferta cultural, podrá variar ampliamente el modo de cómo serán percibidos por las diferentes personas. La palabra ‘motivo’ —señala Newcomb (1981)— «como los términos no técnicos ‘necesidad’ y ‘deseo’, apunta hacia adentro y hacia afuera a la vez. Esos términos se refieren al mismo tiempo a un estado interno de insatisfacción (o inquietud, tensión o desequilibrio) y hacia algo del ambiente….que sirve para acabar con el estado de insatisfacción». En otros términos, «la motivación implica la movilización de una energía destinada, por decirlo así, a la consecución de una meta específica». De ahí que podamos suponer que, de no existir esa movilización, de confirmarse la presencia en ciertas personas de un «habitus» de no predisposición al hecho cultural, las ofertas en tal sentido no constituirían estímulos suficientes dado que «las actitudes tienden a persistir cuando los individuos continúan percibiendo los objetos en un marco de referencia más o menos estable» (ibídem). Desde la perspectiva del interaccionismo simbólico tendríamos personas que «actúan respecto de las cosas, e incluso respecto de las otras personas, sobre la base de los significados que estas cosas tienen para ellas» (Taylor y Bogdan, 2000), debido a lo cual la oferta cultural por sí misma no alteraría a los individuos en tanto «no responden simplemente a estímulos o exteriorizan guiones culturales» sino que es «el significado lo que determina la acción» (ibídem). Consecuentemente, las acciones en materia de gestión o política cultural que pretendiesen modificar esa hipotética situación, no podrían de modo alguno limitarse al mejoramiento de la oferta y accesibilidad, sino que deberían orientarse al cambio de actitudes de indiferencia o rechazo por actitudes proactivas en la búsqueda de expresiones culturales. «Si las actitudes de una persona no cambian, esto no significa que no existan influencias que operen sobre ella tendiendo a producir un cambio. Quiere decir, más bien, que ella ha mantenido un estado constante de equilibrio…» (Newcomb, 1981) y será ese equilibrio y no la deficiencia de oferta cultural la que, eventualmente, la mantendría en un lugar marginal al respecto. Volviendo a Escudero Méndez (2009) presumimos que «si apreciamos altamente el teatro, la pintura y la lectura, nuestra disposición será un factor clave de accesibilidad a la cultura que nos servirá para superar posibles barreras y aprovechar mejor la oferta», mientras que sin ese aprecio «se es inmune a las políticas culturales y a todos los esfuerzos por disminuir las barreras». Estamos entones ante la presencia de un desafío. Estamos ante un problema. «Que un problema sea legítimo —afirma Mancuso, 2001— implica que para quien lo investiga sea realmente un problema, es decir que realmente lo perturbe (quizá en primera persona), que sea una duda auténtica, que trasformará en sistemática y metódica en el momento de procesarla metodológicamente» y la confirmación o no de la existencia de un «habitus» de indisposición de las personas hacia los temas culturales, constituye sin duda alguna una cuestión perturbadora, tanto en lo individual como en lo colectivo para quienes de una u otra forma nos sentimos comprometidos o particularmente sensibles a la cultura. El problema, por lo tanto, es saber en qué medida las políticas y gestiones culturales podrían tener resultado nulo si no existe un mínimo de predisposición positiva al hecho cultural en los individuos. 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La Unidad de Epidemiología del Ministerio de Salud y Deportes informó ayer que el canal endémico de las Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) presenta variaciones en la semana 27; a nivel nacional, los casos se encuentran entre las zonas de seguridad y alarma.En relación a la sema-na 26, los departamentos de Cochabamba y Potosí pasaron de zona de seguridad a zona de alarma; Oruro y Tarija se mantuvieron en alarma; La Paz y Chuquisaca, en el límite entre seguridad y alarma. Por otro lado, los departamentos de Santa Cruz y Beni se encuentran en zona de éxito. Los frentes fríos hacen que ocurran las variaciones en las tempera-turas, a nivel general, por ello es recomendable el cuidado con los niños, en cuanto a la alimentación, consumo de líquidos tibios y sobretodo fomentar en ellos y en los mayores el uso de prendas de vestir abrigadas. La Organización Boliviana de Defensa y Difusión del Folclore (Obdefo) movilizó el domingo a miles de compatriotas en 45 ciudades de 18 países para reivindicar que la “danza de Los Caporales es ciento por ciento boliviana”.La iniciativa se inició hace dos años y fue impulsada por Napoleón Gómez quien, junto al sociólogo Rubén Pinto y la antropóloga Wara Mendiola, decidieron escribir el libro “Caporales ciento por ciento boliviano” para salir en defensa de la danza y evitar su plagio, como sucedió con La Diablada y La Morenada.La campaña era igualmente “para demostrar a la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco), mediante registros y catalogaciones, que Los Caporales son de Bolivia”.El proyecto concluyó con un magno evento mundial de Los Caporales este domingo apoyado por Cancillería, Ministerio de Culturas y Radio Pasión de Bolivia para que miles de compatriotas que radican en el exterior, sobre todo en Estados Unidos, México, Suecia, España, Argentina, Brasil, Ecuador, Italia, Austria, Hamburgo, Alemania, Bélgica y otros países salgan a las calles al mediodía para mostrar a las personas el baile de Los Caporales. En Bolivia, la masiva demostración se realizó en La Paz, Oruro, Cochabamba, Sucre y Tarija, con un derroche de colorido, alegría, emoción, entusiasmo y de unidad de los bolivianos en defensa de la cultura musical y de danza nacional. “Una vez más los bolivianos demostraron al mundo que unidos podemos defender lo nuestro”, dijo el historiador Fernan-do Cajías, quien se encontraba en el palco de la plaza Gualberto Villarroel, junto a la señorita La Paz, Raiza Terceros, y miss La Paz, Marioli Ulloa. A su juicio, “la danza de Los Caporales se debe bailar en todo el mundo, que se expanda porque estamos en una cultura universal, pero que reconozcan que es boliviana”. El presidente de Obdefo, Napoleón Gómez, expresó su sorpresa por la respuesta de los compatriotas que radican en el exterior al sumarse a la campaña de defensa de esta danza nacional. “Mi agradecimiento infinito a los organizadores y los responsables en los cuatro continentes, en los 18 países y en las 45 ciudades, que con su esfuerzo, sacrificio y trabajo voluntario les decimos a los plagiadores que Los Caporales son de Bolivia”, declaró. Calificó este domingo 18 de julio como una fecha histórica para el folclore boliviano por el sentimiento de unidad demostrado que engrandece la patria. Diversos grupos bailaron en la plaza Gualberto Villarroel de La Paz la danza de Los Caporales al ritmo de las bandas de la Escuela de Música del Ejército y de la Armada Boliviana y el conjunto Sapahaqui. Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la cantidad de la oferta en tal sentido.También es dable observar la preocupación generalizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblacionales tengan respecto de las propuestas de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a preguntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predis-posición negativa, de ignorada magnitud, hacia el hecho cultural. Si nos posicionamos en la aceptación a priori de la afirmación de Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultural, más posibilidades de superar el resto de las barreras de acceso a la cultura», también debemos concurrir con su aseveración respecto a que «una de las mayores barreras de acceso a la cultura es la falta de predisposición al hecho cultural, que influye de manera fundamental en nuestras elecciones personales» (ibídem). Asumimos que «la actividad cultural es una infinitamente diversa ruta hacia el desarrollo personal de individuos de todas las edades, que lleva a incrementar las habilidades, la confianza y la creatividad» (Matarasso, 1999) y en tal sentido la visualizamos como un derecho. Como tal, debe poder ser ejercido, pero no obliga a su práctica por parte del individuo que lo detenta. Resulta válido entonces tener presente las formas manifiestas o implícitas de lo que Pierre Bourdieu denomina el «habitus», concepto sociológico traducible como «un sistema de disposiciones durables y transferibles a partir del cual un grupo social produce esquemas prácticos de percepción» (Escudero Méndez, 2009), en tanto que en ese «habitus» se encarnaría esa particular barrera de acceso a la cultura, cual sería «la falta de predisposición al hecho cultural», en tanto «no se reduce a las condiciones eco-nómicas de los individuos, sino al modo y a la capacidad de apropiación legítima de la cultura» (ibídem). En concordancia con esa mirada aparece también el concepto de «gusto» como «mediación valiosa en el conjunto de operaciones de análisis e interpretación conducentes a conceptos de mayor alcance heurístico» (Miceli, 2008), en tanto elemento vinculado a «las preferencias de una determinada categoría social en los diferentes dominios del consumo y de la expresión simbólica» (ibídem). Siguiendo a León y Olabarría (1993), convenimos en que «el proceso de la percepción y su resultado final que es la atribución de significado dependerá de la combinación de dos entes: el propio estímulo… y

Informa y entretiene

Es común que las organizaciones y las personas vinculadas al quehacer y la promoción artística y cultural orienten sus esfuerzos en orden al incremento de la calidad y/o la canti-dad de la oferta en tal sentido.

También es dable observar la preocupación gene-ralizada por los grados de accesibilidad que los diferentes sectores poblaciona- les tengan respecto de las pro- p u e s t a s de expresión cultural o, dicho de otra manera, las cuestiones socioeconómicas o culturales que pudieran generar niveles de exclusión en relación con el tema. No obstante, una perspectiva opuesta, conduce a pre-guntarse sobre la eventual existencia en los individuos de una predisposición negativa, de ignorada magni- tud, hacia el hecho cultural. Si nos posicio- namos en la aceptación a priori de la afirma- ción de

Escudero Méndez (2009) de que «cuanto mejor es la predisposición al hecho cultu-

Ello genera la necesidad de indagar cuál es el grado de responsabilidad personal, por opción, que algunas personas

tienen respecto de su exclusión de las manifes tac iones culturales, más allá de que las asista el derecho de acceso a las mismas. Conocer la predisposición de los individuos al hecho cultural, como información indispensable para el eventual replanteo de las acciones de política y gestión que asimilen a la nueva situación que de ello se derivaría. «…la teorización de Bourdieu —señala Portantiero (2008)— asume que si bien el ‘habitus’ tiende a reproducir l a s condiciones históri-

cas que lo produjeron, en su confrontación con otros aspectos de la realidad que vive

Estamos entones ante la presencia de un desafío. Estamos ante un problema. «Que un problema sea legítimo —afirma Mancuso, 2001— implica que para quien lo

investiga sea realmente un problema, es decir que realmente lo pertur- be (quizá en primera persona), que sea una duda auténtica, que trasformará en sistemática y metódica en el mo- mento de procesarla metodológicamen- te» y la confirmación o no de la existencia de un «habitus» de indisposición de las personas hacia los temas culturales, constituye sin duda alguna una cuestión perturbadora, tanto en lo individual como en lo colectivo para quienes de una u otra forma nos sentimos compro- metidos o particu-larmente sensibles a la cultura. El problema, por lo tanto, es saber en qué medida las políticas y gestiones culturales podrían tener resultado nulo si no existe un mínimo de predisposición positiva al hecho cultural en los indivi-duos.

L a palabra ‘motivo’ —se- ñ a l a

Newcomb (1981)— «como los términos no técnicos ‘necesidad’ y ‘deseo’, apunta hacia aden-

tro y hacia afuera a la vez. Esos términos se refieren al mismo tiempo a un estado

interno de insa- tisfacción (o inquietud, t e n s i ó n o desequilibrio) y hacia algo del ambien- te….que sirve para acabar con el estado de insatisfacción». En otros términos, «la motivación implica la movilización de una energía

destinada, por decirlo así, a la consecución de una meta específica». De ahí que poda-

mos suponer que, de no existir esa movili-zación, de confirmarse la presencia en

ciertas personas de un «habitus» de no predisposición al hecho

cultural, las ofertas en tal sentido no

c o n s - tituirían estí-m u l o s suficientes d a d o que «las a c t i t u d e s tienden a persistir cuando los individuos conti-núan percibiendo los objetos en un

Consecuentemente, las acciones en materia

de gestión o política cultural que pretendiesen

modificar esa hipotética situación, no podrían de modo

alguno limitarse al mejoramiento de la oferta y accesibilidad, sino

que deberían orientarse al cambio de actitudes de indiferencia o

rechazo por actitudes proactivas en la búsque- da de expresiones

c u l t u r a l e s . «Si las actitudes de una persona no cambian, esto

no significa que no existan influencias que operen sobre

ella tendiendo a producir un cambio. Quiere decir, más bien, que ella ha mantenido un

estado constante de equilibrio…» (Newcomb, 1981) y será ese equilibrio y no

la deficien- cia de oferta cultural la que, eventual-

mente, la mantendría en un lugar marginal al respecto.

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LIA PRIMERO DE YACUIBAPROCESO : DIVISION DE BIENESDEMANDANTE : JULIA AGUILAR MANZANEDADEMANDADO : GREGORIO GUTIERREZDIA Y HORA DE REMATE: 27 DE NOVIEMBRE DE 2018, A HORAS 15:00 en dependencias de la Notaria Nº 3 de Yacuiba Dra. Alicia Morato Fernández.BIEN INMUEBLE A SUBASTARSE: Un inmueble ganancial de los exesposos: JULIA AGUILAR MAN-

ZANEDA y GREGORIO GUTIERREZ, ubicado en la calle Machareti y Cornelio Rios signado lote N° 14 del manzano “E” con una superficie total de 378.25 m2. Superficie construida 80.00 mts2., e inscrito en Derechos Reales bajo matricula N° 6041010002449. BASE DEL REMATE: Se fija coma base del remate la suma de 40295.00 $us CUARENTA MIL DOS-CIENTOS NOVENTA Y CINCO 00/100 DOLARES AMERICANOS, según peritaje de fs. 285.-Todo interesado deberá depositar ante el Notario de Fe Pública antes o en el acto de al subasta el 2O% sobre la base, mediante depósito judicial, bancario

o dinero en efectivo por concepto de seriedad de propuesta. NOTARIO DESIGNADO: Dra. Alicia Morato Fernan-dez Notario N° 3 de Yacuiba. UBICACIÓN: Calle San pedro entre Comercio y San-ta Cruz de esta ciudad de Yacuiba. SE PREVIENE: 1.- Los antecedentes se encuentran a disposición de los interesados en la oficina del Juzgado Publico de Familia Primero de esta ciudad de Yacuiba. 2.- Y a los efectos legales se hace una publicado de prensa nacional autorizado por el Organo Judicial.

3.- Con el presente edicto se cita a los acreedores en cumplimiento al Art. 1.479 del Código Civil. ES COMO SE TIENE ORDENADO POR EL SR. JUEZ EN AUTO DE FS. 303 DE OBRADOS. CERTIFICO.-

Yacuiba, 16 de noviembre de 2.018.-

Mario Villca ZambranaJUEZ PUBLIVO DE FAMILIA 1º

YACUIBA-BOLIVIA

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