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El prólogo al Poema del Niágara fue escrito en Nueva York, en 1882. Vivió en Nueva York desde 1881 hasta 1991. Transformaciones políticas y sociales de la sociedad estadounidense. Desarrollo tecnológico. Sociedad industrial y capitalismo. Modernismo: renovación literaria. El prólogo es la síntesis del pensamiento estético de Martí Imágenes y simbolismo. El valor de acometer: el poeta debe enfrentarse al mundo con la lira bien puesta sobre el hombro. Martí alaba a Pérez Bonalde por no repetir a los viejos maestros ni ser gemidor de oficio. Ruines tiempos: Martí critica duramente el momento histórico que vive, donde privan la ostentación, las convenciones sociales y las aspiraciones materiales, en detrimento del amor y el ejercicio de la grandeza. Ruines tiempos para los poetas, cuyo canto es ahogado por el ruido de un mundo en constante movimiento de una época tumultuosa. Es el mundo moderno. «¡Pobres poetas! Es su natural oficio sacarse del pecho las águilas que en él les nacen sin cesar, como brota perfumes una rosa, y da conchas la mar y luz el sol() pero ahora el poeta ha mudado de labor, y anda ahogando águilas. ¿Ni en qué vuelta irán, si con el polvo del combate que hace un siglo empezó y aún no termina, están oscurecidas hoy las vueltas? ¿Ni quién las seguirá en su vuelo, si apenas tienen hoy los hombres tiempo para beber el oro de los vasos, y cubrir de él a las mujeres, y sacarlo de las minas?» Desmembramiento de la mente humana: En estos ruines tiempos, llenos de cambios que se suceden a una velocidad de vértigo, el poeta no ha encontrado otra salida que mirar dentro de sí, y crear una poesía introspectiva, atormentada, dolorosa, de ojos cerrados (cuando ya noven sus ojos las estrellas del cielo, los vuelve a las de su alma. El constante devenir, la inestabilidad del tiempo impide que las obras perduren. La

Notas sobre el prólogo al Poema del Niágara

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José Martí

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Page 1: Notas sobre el prólogo al Poema del Niágara

El prólogo al Poema del Niágara fue escrito en Nueva York, en 1882. Vivió en Nueva

York desde 1881 hasta 1991.

Transformaciones políticas y sociales de la sociedad estadounidense. Desarrollo

tecnológico. Sociedad industrial y capitalismo.

Modernismo: renovación literaria.

El prólogo es la síntesis del pensamiento estético de Martí

Imágenes y simbolismo.

El valor de acometer: el poeta debe enfrentarse al mundo “con la lira bien puesta sobre

el hombro”. Martí alaba a Pérez Bonalde por no repetir a los viejos maestros ni ser

“gemidor de oficio”.

Ruines tiempos: Martí critica duramente el momento histórico que vive, donde privan

la ostentación, las convenciones sociales y las aspiraciones materiales, en detrimento

del amor y el “ejercicio de la grandeza”. Ruines tiempos para los poetas, cuyo canto es

ahogado por el ruido de un mundo en constante movimiento de una época

tumultuosa. Es el mundo moderno.

«¡Pobres poetas! Es su natural oficio sacarse del pecho las águilas que en él les nacen

sin cesar, –como brota perfumes una rosa, y da conchas la mar y luz el sol– (…) pero

ahora el poeta ha mudado de labor, y anda ahogando águilas. ¿Ni en qué vuelta irán, si

con el polvo del combate que hace un siglo empezó y aún no termina, están

oscurecidas hoy las vueltas? ¿Ni quién las seguirá en su vuelo, si apenas tienen hoy los

hombres tiempo para beber el oro de los vasos, y cubrir de él a las mujeres, y sacarlo

de las minas?»

Desmembramiento de la mente humana: En estos “ruines tiempos”, llenos de cambios

que se suceden a una velocidad de vértigo, el poeta no ha encontrado otra salida que

mirar dentro de sí, y crear una poesía introspectiva, atormentada, dolorosa, de ojos

cerrados (“cuando ya noven sus ojos las estrellas del cielo, los vuelve a las de su alma.

El constante devenir, la inestabilidad del tiempo impide que las obras perduren. La

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velocidad del mundo moderno impide crear obras pausadamente. Las prisas y el

ajetreo del mundo hacen necesario que nazca en el poeta una nueva forma de

expresarse, una nueva forma de pensar.

«En este cambio de quicio a que asistimos, y en esta refacción del mundo de los

hombres, en que la vida nueva va, como los corceles briosos por los caminos,

perseguida de canes ladradores; en este cegamiento de las fuentes y en este

anublamiento de los dioses, la naturaleza, el trabajo humano, y el espíritu del hombre

se abren como inexhaustos manantiales puros a los labios sedientos de los poetas:

¡vacíen de sus copas de preciosas piedras el agrio vino viejo, y pónganlas a que se

llenen de rayos de sol, de ecos de faena, de perlas buenas y sencillas, sacadas de lo

hondo del alma, y muevan con sus manos febriles, a los ojos de los hombres asustados,

la copa sonora!»

Ni la originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la

libertad espiritual

Martí sugiere un nuevo ideal a nivel poético, político y espiritual, del que el poeta debe

ser vocero, guía y ejemplo. Sobre este nuevo ideal: “Suspensa, pues, de súbito, la vida

histórica; harto nuevas aún y harto confusas las instituciones nacientes para que

hayan podido dar de sí (…) elementos poéticos; sacadas al viento, al empuje crítico, las

raíces desmigajadas de la poesía añeja; la vida personal dudadora, alarmada,

preguntadora, inquieta, luz bélica; la vida íntima febril, no bien enquiciada, pujante,

clamorosa, ha venido a ser el asunto principal y, con la naturaleza, el único asunto

legítimo de la poesía moderna.”

El nuevo paradigma que propone Martí aboga por la renovación, no solo del arte y no

solo de la política, sino del hombre como base del mundo, un mundo que se ha

convertido en “una vasta morada de enmascarados”, en la que, para propiciar un

cambio, se debe “asegurar el albedrío humano; dejar a los espíritus su seductora

forma propia; no deslucir con la imposición de ajenos prejuicios las naturalezas

vírgenes; ponerlas en aptitud de tomar por sí lo útil, sin ofuscarlas ni impelerlas por

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una vía marcada. ¡He ahí el único modo de poblar la tierra de la generación vigorosa y

creadora que le falta!”

El hombre debe reconquistarse, volverse individuo, emanciparse del mundo y de los

“ruines tiempos” y volverse forjador de un ideal nuevo, encarnación de la libertad en

detrimento de las convenciones sociales. Despojarse de la máscara y mostrar al

mundo el rostro verdadero. La libertad, tanto artística como política, solo puede

lograrse en un mundo lleno de hombres sin máscara, y es esa la libertad espiritual de

la que habla Martí. Relación entre el arte y la sociedad: el arte adquiere un

compromiso social.

Pérez Bonalde y el ideal poético de Martí

Sobre el Poema del Niágara dice Martí: “¡Lo que el Niágara cuenta; las voces del

torrente; los gemidos del alma humana; la majestad del alma universal; el diálogo

titánico entre el hombre impaciente y la naturaleza desdeñosa; el clamor desesperado

de hijo de gran padre desconocido, que pide a su madre muda el secreto de su

nacimiento; el grito de todos en un solo pecho (…) la compenetración profética y

suavísima del hombre rebelde e ignorador y la Naturaleza fatal y reveladora, el tierno

desposorio con lo eterno y el vertimiento deleitoso en la creación del que vuelve a sí el

hombre ebrio de fuerza y júbilo, fuerte como un monarca, ungido rey de la Naturaleza”

El Poema del Niágara se erige como ejemplo monumental del nuevo ideal que Martí

esboza en el prólogo: el hombre con los ojos abiertos, de espíritu batallador y de alma

libre. Este nuevo poeta es el que “Mueven el alma de este poeta los afanes, las

soledades, las amarguras, la aspiración del genio cantor. Se presenta armado de todas

armas en un circo en donde no ve combatientes, ni estrados animados de públicos

tremendos, ni ve premio. Corre, cargado de todas las armas que le pesan, en busca de

batalladores. Halla un monte de agua que le sale al paso; y, como lleva el pecho lleno

de combate, ¡reta al monte de agua!” Este es el papel del poeta dentro del nuevo

paradigma propuesto por Martí: el poeta como batallador incansable.

El Poema del Niágara y el ars poética de Martí

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Martí alaba el aspecto formal del poema de Pérez Bonalde, y a la vez parece proponer

una nueva poética para los tiempos venideros, una serie de preceptos que toman en

los ojos del lector la forma de manifiesto de una nueva poesía que escapa de los

cánones y las imposturas.

- El poeta debe, como Pérez Bonalde, amar su lengua, acariciarla y castigarla,

pues “no hay placer como este de saber de dónde viene cada palabra que se

usa, y a cuánto alcanza”

- La escritura debe ser genuina

- El verso debe ser espontáneo, ha de ser hecho de una pieza y una vez nacido no

debe ser adornado ni recargado con “aditamentos ni aderezos”

- El poeta no debe ser cincelador. Los versos deben pulirse solo en la mente,

pues los versos pulidos tras ser escritos quedan mutilados, deformes y muertos

¿Quién no sabe que la lengua es jinete del pensamiento, y no su caballo?

El poeta y la libertad

El poeta es –debe ser– la encarnación del ideal de libertad. “¡Bien hayas tú, Poeta del

Torrente, que osas ser libre en una época de esclavos pretenciosos porque de tal

modo están acostumbrados los hombres a la servidumbre, que cuando han dejado de

ser esclavos de la reyecía, comienzan ahora, con más indecoroso humillamiento, a ser

esclavos de la Libertad!”