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AnMurcia, 9-10. 1993-94, págs. 155- 174 NOTAS SOBRE EL TEMPLO DEL SANTUARIO DE LA LUZ (MURCIA) Pedro Lillo Carpio Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua e Historia Medieval Universidad de Murcia RESUMEN La excavación en el santuario ibérico de La Luz (Murcia) ha puesto a la luz un templo romano-republicano en su última fase de existencia. Su arquitectura, distribución y orden muestran las fuertes conexiones existentes entre las diosas Démeter y Koré en la religión clásica. Palabras clave: Religión ibérica. Santuario. Templo itálico. SUMMARY Excavation in the Iberic sanctuary has brought to light a Republican Roman temple in the last phase of the existence of the sanctuary. Its arquitecture, distribution and order show the strong religious connections between the godesses Demeter and Core in the classical religion. Key words: Iberian religion. Sanctuary. Italic temple. 1. ANTECEDENTES M. Jorge Aragoneses, entre otros, quedan vinculados en los decenios posteriores a las tareas de investigación de En las primeras campañas (1990, 1991 y 1992), las este interesante yacimiento'. tareas arqueológicas habían estado centradas en el amplio sector llamado El Llano del Olivar. el área suroccidental I BOSCH GIMPERA, P.: «Bronzes iberiques de La Luz. S. Anto- yacimiento' Es en donde' a partir XV1ll' nio el Pobre. Murcia. al Museu de Barcelona». Caze<o de l a s Arts, 1, 10, las tareas agn'cO1as, y las rebuscas centraron la atención en 1924, pp. 4-5, 12 figs.; Del mismo autor: ~Troballes del possible santuari el lugar. A inicios de 10s años 20 el Prof. C. de Mergelina iberic de S. Antoni el Pobre (El Palmar, Murcia) ingresado al Museu de dirigió las rimer ras excavaciones sistemáticas. A este ilus- Barcelona». Anuari de 1' Institur d7Estudis ~ a t a l a i s , Vil, 1921- 1926, w tre arqueólogo se debe, pues, el inicio de estas tareas PP. 162-171.23 figs.; Del mismo autor: «El estado actual de la investiga- ción de la Cultura ibérica*. Separata del Bol. de la Real Academia de la que corresponden primer permiso guber- Historia. Madrid, 1929. 108 pp.. 43 figr.; MERGELlNA LUNA, C.: rEl namental de excavaciOnes que fue por a Santuario his~ano de la Sierra de Murcia. Memoria de las excavaciones una excavación arqueológica en la Región de Murcia. Los en el eremitorio de Nuestra Señora de La Luz». Memorias de la Junta nombres de P. Bosch Gimpera, C. de Mergelina Luna y Superior de Excavaciones y Antigüedades, 77. Madrid, 1926, 19 pp., 12 Iáms.; JORGE ARAGONESES, M.: «Un exvoto ibérico de La Luz en la colección Palarea de Murcia». Archivo Español de Arqueología, 32, 99- * Santo Cristo, 1. 30001 Murcia. 100, 1959, pp. 12 1 - 122; del mismo autor: «La cabezada y la gamarra de

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AnMurcia, 9-10. 1993-94, págs. 155- 174

NOTAS SOBRE EL TEMPLO DEL SANTUARIO DE LA LUZ (MURCIA)

Pedro Lillo Carpio Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua e Historia Medieval

Universidad de Murcia

RESUMEN

La excavación en el santuario ibérico de La Luz (Murcia) ha puesto a la luz un templo romano-republicano en su última fase de existencia. Su arquitectura, distribución y orden muestran las fuertes conexiones existentes entre las diosas Démeter y Koré en la religión clásica.

Palabras clave: Religión ibérica. Santuario. Templo itálico.

SUMMARY

Excavation in the Iberic sanctuary has brought to light a Republican Roman temple in the last phase of the existence of the sanctuary. Its arquitecture, distribution and order show the strong religious connections between the godesses Demeter and Core in the classical religion.

Key words: Iberian religion. Sanctuary. Italic temple.

1. ANTECEDENTES M. Jorge Aragoneses, entre otros, quedan vinculados en los decenios posteriores a las tareas de investigación de

En las primeras campañas (1990, 1991 y 1992), las este interesante yacimiento'. tareas arqueológicas habían estado centradas en el amplio sector llamado El Llano del Olivar. el área suroccidental

I BOSCH GIMPERA, P.: «Bronzes iberiques de La Luz. S. Anto- yacimiento' Es en donde' a partir XV1ll' nio el Pobre. Murcia. al Museu de Barcelona». Caze<o de l a s Arts, 1, 10, las tareas agn'cO1as, y las rebuscas centraron la atención en 1924, pp. 4-5, 12 figs.; Del mismo autor: ~Troballes del possible santuari el lugar. A inicios de 10s años 20 el Prof. C. de Mergelina iberic de S. Antoni el Pobre (El Palmar, Murcia) ingresado al Museu de dirigió las rimer ras excavaciones sistemáticas. A este ilus- Barcelona». Anuari de 1' Institur d7Estudis ~ a t a l a i s , Vil, 192 1- 1926,

w

tre arqueólogo se debe, pues, el inicio de estas tareas PP. 162- 17 1.23 figs.; Del mismo autor: «El estado actual de la investiga- ción de la Cultura ibérica*. Separata del Bol. de la Real Academia de la que corresponden primer permiso guber- Historia. Madrid, 1929. 108 pp.. 43 figr.; MERGELlNA LUNA, C.: rEl

namental de excavaciOnes que fue por a Santuario his~ano de la Sierra de Murcia. Memoria de las excavaciones una excavación arqueológica en la Región de Murcia. Los en el eremitorio de Nuestra Señora de La Luz». Memorias de la Junta nombres de P. Bosch Gimpera, C. de Mergelina Luna y Superior de Excavaciones y Antigüedades, 77. Madrid, 1926, 19 pp., 12

Iáms.; JORGE ARAGONESES, M.: «Un exvoto ibérico de La Luz en la colección Palarea de Murcia». Archivo Español de Arqueología, 32, 99-

* Santo Cristo, 1. 30001 Murcia. 100, 1959, pp. 12 1 - 122; del mismo autor: «La cabezada y la gamarra de

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Los resultados obtenidos desde inicios de los 90 coinci- dieron con las interpretaciones de las tareas arqueológicas llevadas a cabo 70 años antes y abrieron nuevas perspecti- vas a la investigación en este yacimiento2.

En la campaña de 1992, ya se practicaron dos pequeños cortes en el sector meridional correspondiente a la ladera de la colina que preside el yacimiento. Nuestro interés estaba motivado por una serie de razones. Es el sector más elevado y por ello el más visible; también es el más evoca- dor si pensamos en la tradicional manera de elección de lugar para ubicar un templo según la tradición clásica de raíz oriental; otro motivo era que, en un yacimiento tan devastado por las rebuscas y remociones de tierra, esta ladera estaba -aún está en parte- repoblada de chumberas lo que ha impedido que este sector sea excavado en los últimos doscientos años aproximadamente. El otro motivo, más importante, es la opinión de tres personas muy vincu- ladas al concepto de Santuario Ibérico y que condicionaron nuestros proyectos:

El Dr. Mergelina Luna comentó repetidas veces a los Hermanos de La Luz, sus colaboradores en los años 20 y mitad de los 30, que en siguientes campañas habría de abordar este sector por su especial interés, proyecto que no llegó a emprender.

El Dr. Cuadrado Díaz, en 1950, razona la existencia de un templo en El Cigarralejo así como en La Luz. A su juicio, estos dos santuarios habrían sido, en una detennina- da época, similares a los de El Cerro de Los Santos y la Serreta de Alcoy y se plantea el interrogante de su posible desaparición3.

La otra razón es la esgrimida por el recientemente desaparecido Hermano Matías, que ha vivido los avatares de las sucesivas excavaciones desde sus inicios en los años 20 hasta la Campaña de 1995, en la que su interés no había decrecido. En sus conversaciones con nosotros siempre habló de la posibilidad de descubrimiento de un edificio religioso y de una estatua. Él, en su primera juventud,

la montura ibérica según un bronce inédito del Santuario de La Luz (Murcia)),. Anales de la Universidad de Murcia. Fil. y Letras, 26, 1, 1967-68, pp. 169-176; del mismo autor: «La badila ritual ibérica de La Luz (Murcia), y la topografía arqueológica de aquella zona según los últirnos descubrimientos». Anules de la Univ. de Murcia, Fil. y Letras. 26. 1967-68 (2" y 3" trimestre). pp. 3 17-365: del mismo autor: «Bronces inéditos del Santuario Ibérico de La Luz (Murcia)». Homenaje a F. Nava- rro. Asociación Nacional de Bibliotecarios. Archiveros y Arqueólogos, Madrid. 1973. pp. 197-225. 8 Iám.

2 LILLO CARPIO, P.: «Los exvotos de bronce ibéricos del San- tuario Ibérico de La Luz y su contexto arqueológico (1990-1992)~. Ana- les de Prehistoria ! Arqueología. 7-8 ( 1991- 1992), pp. 107- 142. Murcia. 1994. Del mismo autor: «Memoria de las excavaciones en el Santuario Ibérico de La Luz (1 Campaña. 1990)~ . Murcia: Dirección General de Cultura, (en prensa): del mismo autor: «Memoria de las excavaciones en el Santuario Ibérico de La Luz (11 Campaña. 1991 )P. Murcia: Dirección General de Cultura. (en prensa).

3 CUADRADO DIAZ, E.: ~Excavaciones en el Santuario ibérico de El Cigarralejo (Mula, Murcia)». Memoria n021 de la Comisaría Gene- ral de Excavaciones Arqueológicas. Madrid. 1950. p. 154.

había visto una mano cerrada de bronce de considerable tamaño procedente de un hallazgo fortuito; consideraba que el resto de la estatua junto al edificio donde se alojaba habría de ser hallado por nuestro equipo y esta idea le ilusionó a lo largo de las sucesivas excavaciones.

11. LAS CAMPAÑAS

La Campaña de 1992, a la que ya hemos hecho referen- cia, comenzó por mostrarnos unas estructuras inusuales en los otros sectores del yacimiento ya excavados.

A media altura de la pequeña ladera y cubierta por bancales posteriores con su correspondiente pedriza o muro de piedra en seco para escalonamiento de bancales, apare- ció un largo muro de piedras gruesas, perfectamente carea- das y dispuestas, trabadas con barro. Seguían la cota hori- zontal y conservaban en algunos sectores la argamasa fina, de cal blanca, apagada, con la que había sido rebocado el muro en su día. Un grueso contrafuerte de planta semicircular y buena factura aparecía adosado para refor- zar el muro recto. Esta estructura planteaba la hipótesis de encontrarnos ante una terraza y los hallazgos sueltos poste- riores nos abrieron la perspectiva de la existencia de un templo de claro ascendiente itálico en lo alto de la colina y con sus terrazas escalonadas hacia su vertiente meridional.

Los materiales arquitectónicos caídos por la ladera han ido confirmando la existencia de ese templo que fue echa- do abajo en el sentido más expeditivo de la palabra; todo él, hasta los cimientos, fue levantado, con sus muros y su pavimento, para ser volteado ladera abajo.

Hasta la Campaña de 1995 se han excavado en este sector 224 metros cuadrados, correspondientes a la super- ficie de ladera meridional de la colina del templo y parte de la plataforma superior. Se ha puesto al descubierto la estructura del perímetro de los cimientos del templo en su totalidad y una quinta parte del hieron en torno al templo. En cuanto a la ladera meridional con las terrazas escalona- das, está excavada su estructura también en una cuarta parte de su extensión aproximadamente.

El yacimiento del Santuario de La Luz, en general, ha sufrido a lo largo de su existencia como tal sucesivas excavaciones que han alterado en gran medida su estratigrafía y fisonomía.

Este hecho ha sido observado por nosotros en la parte del Llano del Olivar, el sector de los altares ibéricos, donde hallamos los exvotos y las estructuras de su contexto. Es aquí donde resulta muy difícil hallar un sector de excava- ción en el que se pueda conseguir una estratigrafía conser- vada de algunos metros entre los conos de las excavaciones y rebuscas antiguas.

En la zona de la colina del templo es en cierta medida diferente. Aquí, la roca caliza y gris de base debió perma-

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o 20 40 co 80 roo m. -

l FIGURA 1. Alzado hipotético del Templo de La Luz en su frente Oeste.

necer en superficie, limpia y sin depósito alguno de impor- tancia hasta época muy tardía (tránsito de los SS. 111 al 11 a.c.). En esa época es cuando se plantea la edificación en este lugar de un templo de clara fisonomía grecoitálica. No necesitaron, pues, practicar las zanjas para la subcons- trucción del templo sobre roca firme como era norma obli- gada en la arquitectura religiosa clásica y montar el stylóbata, el zócalo sobre el que se había de sustentar con toda garantía de perdurabilidad la pesada estructura del templo.

1. La parte superior, muy accidentada y levemente in- clinada hacia el sur, se halla denudada y arrasada. Antes de la excavación dejaba casi a flor de tierra la structuru caementitia de base, el grueso perímetro de mazacote so- bre el que se sustentaba la estructura del naos. Todo ello se observa arrasado por debajo de lo que fue la capa de statumen, inferior al nivel del opus signinum que debió cubrir el entorno inmediato al templo.

2. La leve inclinación actual de la plataforma superior llega a un reborde en su línea sur y se precipita con una

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pendiente de más de 45 grados. Aquí hallamos un grueso e irregular estrato que cubre y rellena las estructuras escalo- nadas en terraza con una potencia que llega a superar los dos metros. Su contenido, de lo más variado, contiene todos los materiales procedentes de la caída de las estruc- turas de arriba, de la destrucción y desmantelamiento del templo y de parte de lo que pudo contener en su interior, desde las antefijas de su cubierta hasta los grandes fragmentos de placas de opus signinum de sus pavimentos exteriores e interiores.

Así, pues, tenemos aquí ocasión de analizar un contex- to de materiales que responde al hecho de haber explanado la parte superior y arrojado por la pendiente sur todo el derrumbe generado por la demolición y caída del altar, la mutilación y fragmentación de las estatuas de calcarenita, el hundimiento de la cubierta, la demolición de los muros del naos, la quema de las puertas y posiblemente también la de los maderos de la techumbre. Después, se debió proceder a un sistemático levantamiento del pavimento de la planta interior del templo y del de la explanada que lo circunda así como del que revestía la terraza inferior; todo él fue cuarteado, desprendido y arrojado por la pendiente, incluida la capa de ruderación. El perióbolon del templo quedó así totalmente arrasado.

Todo el conjunto de materiales generado como conse- cuencia del desmantelamiento y demolición del edificio, generó un grueso estrato, revuelto, pero en el que se puede determinar el proceso sucesivo e inmediato de destrucción ya que se puede observar su deposición de materiales lógi- camente inversa. Hallamos, pues, en la parte inferior la mayor proporción de tégulas, ímbrices y antefijas así como restos de pebeteros en forma de busto femenino, fragmen- tos de estatuas y tierra arcillosa fina con cenizas. Sobre este contexto, ripio mediano y argamasa de cal de los muros que integraban el naos. Es el nivel donde aparece un considerable número de ladrillos triangulares con un lado curvo, en forma de sector circular, que en número de seis formaban las hiladas sucesivas de las dos columnas de enfrente del templo in antis.

Aparecen grandes fragmentos de calcarenita, restos de elementos arquitectónicos, intencionalmente fragmentados en sus superficies decoradas. De aquí proceden los frag- mentos de molduras con decoraciones de inspiración jonia, con temas como ovas y lancetas, sogueados, volutas y meandros. Se hallaron también los restos de dos estatuas del mismo tipo de arenisca blanca y fina y correspondien- tes a parte del tronco de dos figuras de varones ibéricos, la una de un togado con fíbula sujetando el manto al hombro y con un brazo adornado con una armilla o brazalete y el otro, un fragmento de la parte inferior del tronco, con parte de la lóriga lisa y un faldellín corto, plisado.

Dispersos, entre los cascotes de argamasa y la arcilla suelta, aparecen cenizas y carbones y una serie de clavos de hierro de sección cuadrangular y cabeza hemiesférica, de unos 12 cm. de longitud y con la punta doblada; por su

aspecto de haber sido sometidos al fuego, posiblemente pertenezcan a la clavazón de la puerta o templon por la que se accedía a la cella.

Sobre todo este conjunto nos hallamos con los restos de la destrucción del zócalo y de la parte superior de la subestructura del templo: grandes bloque caídos, he- chos en piedra careada, piedras perfectamente escuadradas en sillarejo y grandes piezas de más de 100 km. de peso.

Sobre este nivel y distribuido de forma irregular apare- ce, envuelto en tierra suelta arcillosa y piedra menuda de la capa de ruderación, un denso depósito de placas de opus signinum a las que ya nos hemos referido y que son de dos tipos: - Un opus signinum que parece de inspiración

suritálica, de árido más fino, cuidado y con alta proporción de piedra caliza rosácea bien triturada y regular junto a porciones de cerámica roja triturada, de ánfora itálica por los fragmentos reconocibles en su forma que hallamos cementados en la hiema. Los fragmentos de este tipo de opus, más cuidado que el resto, podrían responder al pavi- mento más cuidado y más antiguo, el del interior del tem- plo. - El segundo conjunto de fragmentos de opus signinum,

corresponde a una superficie mucho mayor de pavimento, en una proporción aproximada de 5: 1 con relación al ante- riormente descrito como del interior del templo. Es un pavimento más grueso, de buena factura, con un rudus regular de mayor tamaño y un caementum blanco lechoso, muy duro y fino, con gruesos fragmentos de caliza negra. Su superficie y textura son de una gran calidad y parece corresponder este tipo de pavimento al área que rodeaba al templo y a la terraza meridional, inmediata inferior.

Este área de derrumbe y su disposición nos induce a pensar que la destrucción final del templo tiene un origen claramente preciso y determinado. El templo parece que se construyó en el tránsito de los siglos 111 al 11 a.c. y, a mediados del siglo 11, por razones que desconocemos, fue demolido. Los golpes de pico que se observan en las fracturas del pavimento de signinun no dejan lugar a du- das. Además, tras la demolición, las antefijas, tégulas, ímbrices, piedras cuidadosamente labradas y algún otro elemento se rompen intencionadamente y se echan monte abajo junto a materiales tan aprovechables como sillarejos y ladrillos de columna. Allá van también, restos de esta- tuas fragmentadas y terracotas rotas, thimateria y vasos cerámicos; hasta piezas de bronce son destruidas y sus fragmentos son arrojados sin ser aprovechados.

En la parte superior todo queda arrasado. De lo que era el templo sólo queda la parte inferior de su cimiento, de más de un metro de anchura con sus marcas de la coaxación o encofrado, de planta rectangular y que queda coronando la parte más alta de la colina. Es de un mortero consistente de cal y pizarra violácea, de la roca del lugar, que ofrece un característico tono rosáceo.

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FIGURA 2. Planta del templo del Santuario Ibérico de 01 Luz. El mazacote de mortero aparece en punteado sobre la roca caliza de base. Aparece superpuesto en línea y en blanco la supuesta planta del templo in antis.

En el centro de esta estructura de cementación aflora la caliza gris negra del substrato y en ella se puede observar la serie de entalles practicados en función de la obra edifi- cada sobre ella, especialmente la roza horizontal que posi- blemente marca la línea de contacto del núcleus o hiema del pavimento que aquí, como en otros lugares del suelo del área del templo y de su períbolos, fue arrancado sistemáticamente.

IV. LAS SUCESIVAS FASES DE E X C A V A C I ~ N EN EL SECTOR

La presencia del Santuario ibérico y en especial del templo en lo alto de la cima, con sus terrazas escalonadas debieron despertar la curiosidad y la codicia de los conoce- dores del lugar o los viajeros a lo largo de los 22 siglos que nos separan de la fecha en la que dejó de tener actividad. Las excavaciones actuales han permitido apreciar esta cu- riosa presencia arqueológica: la de los buscadores de teso- ros.

En primer lugar, la destrucción y arrasamiento del tem- plo y del thémenos inmediato debe tener como origen la relación y posteriores desavenencias entre la población ibé- rica del área de Verdolay-La Luz-La Alberca y los recién llegados romanos o población adscrita a su clientela.

El templo parece ser erigido en fecha posterior a la llegada a Cartagena de los contingentes de Escipión, tras la inmediata penetración por el Valle del Segura en el 209 a.c. Su estructura, de nueva planta, debió tener antes del 150 a.c. su fisonomía definitiva: un templo in antis con muro tipo paries caementitius de planta rectangular, con su cella y su pronaos con dos grandes columnas de ladrillo estucado al frente, con sus estatuas de calcarenita; dentro, en la cella, el sancta sanctorum, la estatua grande de bronce a cera perdida. En tomo al edificio, las terrazas con contrafuertes, los caminos deambulatorios para las procesiones, con sus sectores tallados en la roca y sus escaleras de acceso y, especialmente a poniente, frente a la fachada, la armoniza- ción de lo viejo y lo nuevo, el templo presidiendo el paisa- je en altura y el antiguo témenos con sus aras de cremación

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en el contexto cultural del santuario ibérico, con sus alma- cenes y sus naiskos. cercados por un sólido perióbolos que sobrevive desde el siglo VI a.c. sin solución de continui- dad.

Alguien, por motivos que podemos conjeturar, en la segunda mitad del s. 11 a.c. arruina el templo y lo echa monte abajo. Pues, bien, además, levantan sistemáticamente el terreno dentro del perímetro del templo y alrededor, en toda la plataforma que lo sustenta. Excavan y revuelven la tierra hasta la base caliza y en todos y cada uno de los huecos del complejo lapiaz que se había formado en la superficie rocosa antes de haber sido cubierta por la acción antrópica. Es evidente que esta actuación responde a una ávida rebusca de las posibles favissas y de los pozos de ofrendas que hubiese podido haber en el área sagrada del templo y efectuada en la misma fecha de su destrucción.

Otro momento significativo en que se detecta de forma clara la presencia de excavadores o buscadores de tesoros en el siglo XII P.C. La extraña fisonomía del lugar, el espectacular paisaje que se divisa desde allí, la posible pervivencia como lugares sagrados de la línea de S. Anto- nio el Pobre, Santuario, Eremitorio y Fuensanta y la pre- sencia de un nacimiento de agua inmediato debieron hacer que los andalusíes reparasen en el lugar y sus restos arqueo- lógicos. En las trincheras y amplios pozos que practicaron y cubrieron más tarde hallamos, junto a los materiales antiguos de los estratos removidos restos cerárnicos islámicos como jarritas y cuencos de pasta blanco-amari- Ilenta, restos de jofainas, de candiles de pasta blanca con manganeso y vidriados así como fragmentos de vasos finos de pasta clara esgrafiados sobre manganeso y cántaras marcadas con la mano de Fátima. En definitiva, todo un conjunto de modestos y escasos materiales que concuerda con el espíritu cultural al que fueron tan inclinadas las gentes de Al-Andalus en cuanto a leyendas de tesoros mis- teriosos según cuentan las crónicas coetáneas. - Materiales cerárnicos del siglo XV en zonas removi-

das de trinchera nos indican otra fase en la que se practican en este sector, como en otros puntos de la zona baja, de remoción de tierras y de rebuscas, posiblemente motivadas a partir del hallazgo de algún objeto ocasional, exvoto de bronce ibérico o similar, más tarde persiguen estos ele- mentos por su valor metálico o amulético. - En los siglos XVII y XVIII la actividad excavadora

se reactiva, así como una presencia real y efectiva en el cerro. Es la época de asentamiento de los ermitaños en la zona y su consiguiente presencia institucionalizada en el Eremitorio de Nuestra Señora de La Luz.

Hallamos, sobre todo, restos superficiales de una mo- desta estructura de yeso y cañas, probablemente de una capilla a modo de sencilla barraca en el sector meridional de la cumbre del cerro. El contexto de las trincheras reexcavadas proporcionó restos cerárnicos de cuencos vi- driados, botijos, cántaros de agua, jarras de picos rizados de pasta blanca y platos y fuentes decoradas y vidriadas;

todo un conjunto de objetos cerámicos de alfares valencia- nos y murcianos que parece reflejar los objetos propios de una cocina de campaña, ajuar limitado posiblemente a un grupo de excavadores.

Puede que estas calicatas de hace dos siglos estén en cierto modo relacionadas con las investigaciones históricas del último tercio del siglo XVIII y vinculadas a un movi- miento generalizado del que forman parte investigadores como el canónigo Pedro Lozano y al que no debieron ser a.jenos los Padres del Convento de Franciscanos y los Her- manos de La Luz.

A la primera época de esta fase parecen corresponder los restos humanos hallados en el sector sureste del interior de la cimentación del templo e inhumados en su momento bajo una gruesa capa de cal viva y cuyo estudio osteológico está en proceso. La presencia de cal viva en este enterra- miento puede inducirnos a pensar en la inhumación de una víctima de las epidemias de la época.

A partir del período reseñado y hasta mediados del s. XX no parece haber sufrido este sector del yacimiento alteraciones sensibles. La pendiente meridional de la coli- na fue abancalada en el siglo XVIII siguiendo y aprove- chando la topografía sobre las antiguas estructuras de las terrazas del templo y fueron plantadas de olivos que aún pervive. Las estrechas franjas abancaladas fueron también sembradas de cereal. En cuanto al sector más elevado, inmediato a la plataforma superior, quedó en talud de fuer- te inclinación que plantado de paleras para evitar la erosión conteniendo los depósitos de tierra y, consiguientemente, dejó protegidos los muros del sector meridional de la plata- forma superior de posteriores rebuscas; aquí es donde se asientan los muros adyacentes del perióbolo del templo.

En la zona superior. en los años 60, se acondiciona y curiosea toda la llanada que se corona con una cruz de hierro emplazada con hormigón sobre el paramento noreste del cimiento del templo y se coloca una serie de pilotes como soportes de unos bancos de tablones, acondi- cionando la zona a modo de cenador. Una fina capa de áridos cubría la zona para dar consistencia a la tierra arci- llosa y evitar su embarramiento; así ha permanecido hasta la campaña de 1995.

V. EL TEMPLO

Las excavaciones en el área de la estructura superior han sido intensas y persistentes a lo largo del tiempo. Posiblemente. una parte considerable de los materiales de construcción procedentes de la caída del edificio como ladrillos, tégulas, ímbrices y piedra trabajada ha debido ser reaprovechada a lo largo del tiempo y, en particular, en las fases de construcción del inmediato Eremitorio y Conven- to de La Luz, construido a lo largo de siglos con muy limitados medios materiales. Pese a estos inconvenientes, el conjunto de restos arquitectónicos hallados presenta un gran número de componentes que facilita la posible re-

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o l

5 I cm.

FIGURA 3. 1. Fragmento de escultura ibérica en calcarenita correspondieitte al torso y cintura de un personaje con túnica, plisada en los costados. 2. Fragmento de escultura ibérica en calcarenita correspondiente a un guerrero con sagún sujeto sobre el hombro izquierdo y con armilla en el brazo. 3. Fragmento de gran vaso, de tipologia anfórica, con decoración pintada de excepcional calidad y posible ascendencia egea.

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construcción del edificio y su entomo a los que ya hemos hecho alusión al hablar de la estratigrafía.

En la parte superior hallamos los sólidos restos de la cimentación de structura caementitia, con hiladas de pe- queñas piedras alineadas, embutidas en la argamasa, a modo de incerta caementa. Es digna de reseñar la presen- cia de cuatro grandes piedras trabajadas a modo de sillare- jo -3 de ellas aún in situ- encajadas en las correspon- dientes esquinas de la subconstrucción; son de caliza ne- gra, de buena textura y por su disposición tan peculiar así como por su calidad podrían tener un carácter betílico o, al menos, mágico.

Esta estructura tiene 650 cm. de longitud y 450 de anchura en su perímetro exterior y 400 por 200 cm. aproxi- madamente en su perímetro interior. Su orientación, siguiendo el eje mayor, es de Este-Oeste.

Es evidente que esta estructura sustentaba el edificio del que contamos con los siguientes elementos más o me- nos fragmentados: - Tégulas, de reborde curvo y de reborde recto con

muesca en la esquina. De ambas hay piezas de pasta beige, clara, depurada y de buena calidad; consideramos que po- drían ser de importación. De las de reborde recto las hay también más toscas, con degrasante pizarroso y que pare- cen hechas con arcilla local y en el propio santuario. Su longitud aproximada se calcula que es la convencional (65x45 cm.) aunque todas están muy fragmentadas. - ímbrices, igualmente muy fragmentados, de distinta

pasta y textura de las tégulas. Los de mejor calidad son de coloración amarilla-rosácea, en general de pasta depurada y buena cocción y dureza. Hay una escasa proporción de este tipo de piezas más toscas, como ocurre con las tégulas - Antefjas. Las caras frontales que son objeto de nues-

tro interés están integradas por una parte rectangular infe- rior, enmarcada por surcos verticales y que tiene, en su lado bajo el hueco semicircular correspondiente al ímbrice. Los fragmentos hallados nos presentan al menos tres tipos de composiciones similares, con leves pero significativas diferencias:

l . palmeta compuesta con 9 pétalos y en cuyo centro aparece un rostro femenino en relieve, al parecer alado, con melena ondulada corta, que hace unas ondas simétri- cas sobre la frente con un copete globular central. El cuello queda en relieve y cortado a la altura de la garganta. Aba- jo, una banda estrecha está alineada por cuatro glóbulos o botones hemiesféricos. La pieza es de pasta roja con degrasante grueso y pizarroso del lugar y está deteriorada en su superficie.

2. frente de antefija en forma de palmenta con similar composición que la anterior. Sobre el hueco semicircular del ímbrice hay una banda estrecha entre líneas incisas con alineación de cuatro botones.

Arriba, hay un rostro femenino con manto o melena corta y con un elemento redondeado a modo de largo capi- rote en la parte superior de la cabeza y que evoca los

tocados femeninos ibéricos altos cubiertos por un velo. El cuello, cortado igualmente por la garganta y sobre la fren- te, dos glóbulos a modo de cuemecillos. A ambos lados aparecen unas posibles alas.

La figura está encuadrada en el centro de la palmeta de nueve pétalos; los dos inferiores son los que parecen ocupados por alas, luego seis cóncavos y el central, más largo, engrosado y convexo. La pasta es similar a la de la pieza anterior.

3. Fragmento de frente de antefija cuya parte inferior debió ser similar a las anteriormente descritas pero la pie- za, en general, responde a un trabajo de más calidad en una mejor pasta y cocción que las antedichas.

Sobre cinco botones hemiesféricos aparece la palmeta de nueve hojas; la superior, en parte perdida, es mucho más larga y gruesa que el resto y es prolongación del elemento superior del tocado de la cabeza femenina que se halla en el semióvalo central. Este rostro, como los ante- riormente descritos, lleva en este caso tres glóbulos sobre la frente y una mayor prolongación del capirote sobre la hoja central. Alrededor, una extraña representación sobre- puesta a la convencional de las hojas de palmeta, rehundida parece representar una serie de llamas sobre las alas desplegadas de la imagen.

Piezas tardías, fechables como su contexto arquitectó- nico en el tránsito de los ss. 111 al 11 a.c. como fecha más antigua, estos fragmentos de antefija de aire neoático pare- cen evocar figuras concretas de la iconografía clásica. La divinidad femenina, sobre la palmeta múltiple y además alada, nos recuerda las antiguas representaciones sirias de Astarté; encuadrada estilísticamente evoca a Perséfone o a su hermana Hécate, asociables ambas imágenes a la de la antigua Atenea Ortia, también alada y a la figura de la Artemisa oriental, potnia, evolución iconográfica por otra parte, de la divinidad persa Anaita. - Ladrillos de columna, triangulares con un lado

curvo. Tienen 22 cm. de radio y 23 cm. de arco e integran el círculo completo 6 de ellos con una circunferencia de 44 cm. de diámetro (unos 136 de circunferencia) y con un grosor o altura de 4,5 cm. cada uno. Son numerosos los ejemplares hallados entre completos y fragmentos. Con un módulo de 8-9 diámetros que podría ser el convencional para la época, la altura de la base al sumoscapo podría ser de unos 450 cm. Estas columnas corresponderían al frente de la fachada del templo entre los dos muros in antis de la estructura. - Ladrillos de mayor diámetro que los de columna

pero con la misma forma, con el canto rebajado y que podrían corresponder al imoscapo y sumoscapo de las dos columnas del pronaos al que hemos aludido. - Fragmentos de mampostería, con cal fuerte, blanca

y árido triturado de la roca gris del lugar, con cantos cali- zos y enlucida en su cara con un estuco blanco de cal apagada, blanda, pintada en rojo y verde grisáceo. - Mortero de cal fuerte, blanca, con arena gruesa de

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FIGURA 4. Fragmento del Vaso de Verdolay con la representación de las dos figuras femeninas separadas por la columna e indudablemente relacionadas con un ritual sagrado en torno a Las Diosas. Podrta representar una escena del hieron de La Luz ya que el lugar del hallazgo de esta pieza dista apenas unos centenares de metros del templo.

FIGURA 5. Antefijas de distintos modelos procedentes del Santuario ibérico de la Luz en el sector del Templo, provisionalmente fechadas a medidos del s. ZZ a.c. y asociables a los talleres neoáticos italianos. El rostro central femenino nos remite de inmediato a las figuras de Deméter-Core-Hécate.

1 64 NOTAS SOBRE EL TEMPLO DEL SANTUARIO DE LA LUZ (MURCIA) AiiMurritr. 9- 10. 1993-94

rambla y cubierto de estuco blanco, formando amplios rodapiés en media caña de unos doce cm. de anchura. También fragmentos de escalones de igual textura blancos, pulidos con asperón y con restos de decoración en pintura roja. - Calcarenita blanco amarillenta labrada y trabajada

con distintos tipos de decoración. De especial interés son los fragmentos de piezas de mayor tamaño molduradas y talladas, en general en forma de gola, a modo de cimacio jonio a base de ovas u ovas y lancetas y un friso con volutas fitomorfas u hojas estilizadas en meandro con do- ble nervio. Otros fragmentos llevan decoración de lazos y sogueados de triple guía.

La fragmentación de estas piezas parece claramente intencionada: se golpeó y picó el relieve de los sillares para eliminar en lo posible su decoración que nos aparece muy fragmentada y fuera de su soporte. Debió estar tratada y pintada de modo que ciertos fragmentos conservan restos de color rojo y blanco. Algunos de ellos han sido someti- dos al fuego.

Difíciles de situar en el amplio contexto que nos ocupa podemos conjeturar que tres son las partes del templo que podrían disfrutar de una ornamentación tan rica y cuidada como son estas molduras decoradas:

1. La zona adintelada del edificio correspondiente a la corona y la gola, bajo el acroterio, que bien pudo estar hecha de piedra, al menos en la parte de los muros latera- les, y constar del correspondiente friso con cimacio de inspiración jonia.

2. El pronaos, enmarcando la puerta de acceso a la cella con una serie de piezas de calcarenita decorada con el clásico motivo de friso y cimacio jonios en una moldura que recorriese el frente de sus jambas y dintel.

3. Fuera de la propia estructura del templo, el altar o ara, frente al atrio del templo, elemento indispensable del contexto y que debió tener obligadamente una clara enti- dad arquitectónica y artística además de cultual. Es muy posible que las huellas de fuego que tienen determinados fragmentos de moldura lo deban más a la acción del fuego sacrificial cuando la estructura estaba completa que a otro tipo de motivos.

Otros elementos se escapan provisionalmente a una ubicación concreta como es el caso de la parte superior de una columna de calcarenita de módulo menor, con señales de acción reiterada del fuego, con capitel toscano simple y que bien podría asociarse al contexto de un ara sacrificial de pequeño tamaño.

Las teselas, que aparecen dispersas en el contexto y no ha sido posible asociar de momento a pavimento o estruc- tura alguna. Podrían haber formado parte de algún pavi- mento con aglutinante muy débil integrando un mosaico de opus vermiculatus o similar.

La estructura general de este edificio se debió concebir y realizar según las normas precisas aproximadas a los cánones clásicos del momento.

Los asentarnientos de la obra cementicia de la estructura están directamente colocados en suelo firme y la anchura del fundido -paries caementitius- cumple sobradamente las normas de solidez con sus generosas dimensiones que dan a la cimentación del póstico un grosor de 140 cm. en un para- mento de tan sólo 440 cm. de longitud total.

Igualmente, la disposición de los accesos y la posición de todo el contexto del santuario ibérico previo y coetáneo a esta obra, inducen a pensar que la nave está dispuesta con el pronaos orientado hacia Occidente, con el ara principal al frente4.

En cuanto a lo que a la distribución de la planta se refiere, cabe pensar que se trata de un templo in antis, por su estructura en planta, por sus dimensiones y por la pre- sencia de los restos de grandes columnas, a nuestro criterio solamente dos y situadas ante el pronaos. Si nos atenemos a los trazados de la época y al dictado de Vitruvio el naos tendría poco más de 200 cm. de longitud'; es evidente que la planta del edificio en cuestión es algo más corta de lo que dicta la teoría, con lo que el pronaos pudo tener menos fondo del propuesto por las normas arquitectónicas en el caso de la existencia de un muro con puertah.

El pronaos quedaría cerrado por unos canceles, en este caso de madera dado que no han aparecido restos de este tipo de cierres en mármol.

Los muros, tanto el póstico como los laterales, serían proporcionalmente muy gruesos, con un espesor igual la diámetro de las columnas (unos 44 cm.). Por los restos hallados, este mampuesto debió ser también similar al recomendado en el Libro IV de Architectura7.

4 Tal y como dice Vitruvio: «Las regiones á que deben mirar los Templos de los Dioses inmortales se procurarán en esta forma. Si no hubiere ningún impedimento. y el sitio fuere libre, la deidad que en la nave se colocare estará de cara a Occidente. para que, así. los que ofrecen y sacrifican á sus aras. miren hacia el Oriente al mismo tiempo que al simulacro: como también miren al mismo. y á las regiones de Oriente los que impetrán sus peticiones: y parezca que las divinidades vienen del Oriente y mirar á los que invocan y ofrecen sacrificio. Por cuya razón parece que las aras de los dioses deben mirar a Oriente), (VITRUVIO. M.: Architecrirni. L. IV. cap. V). De la situación respecto a las sitiiaciones celestes. J. Ortiz Sanz. 1787, p. 96.

5 «La longitud. pues, de toda la nave. será doblada por su longitud: y lo interior, solo inclusa la pared de la puerta. será un cuarto más largo que su anchura...>> VITRUVIO: op. cit., p. 94.

6 «... Las otras tres cuartas partes toman el pronaos hasta el antah. Estas antas tendrá el grueso mismo de las columnas: y si la nave fuese más ancha de veinte pies, se podrán dos columnas entre las a n t a que separen el pronao de los otros pórticos (...) y los tres intercolumnios que resultaran entre las antas y las columnas, se cerrarán con atajadizos de mármol. o canceles de madera. dexando puerta para entrar en el pronaox (VITRUVIO: op. cit., p. 94).

7 «El grueso de las paredes de la nave será prudencialrnente pro- porcionado á su magnitud: pero las antas tendrán el mismo grueso que las columnas. Si estas paredes fuesen de mampostería. será bien que la piedra sea menuda: y si de piedra escuadrada 6 mármol. parece que también bastarán piedras de poco volumen. y todas iguales: porque estando unas de medio a medio sobre las juntas de las otras. las atarán y harán más firme toda la fábrica. Así mismo, dexando un resalte alrededor de los despezos, hará buena vista con su detalle».

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FIGURA 6. Distintos tipos de molduras labradas con motivos de inspiración jonia hallados en las ruinas del templo y hechos en calcarenita blanca. A y B. Con ovas y lancetas sobre motivo de volutas o menadros. C. Posible moldura lateral de la superficie del altar principal, frente al templo.

166 NOTAS SOBRE EL TEMPLO DEL SANTUARIO DE LA LUZ (MURCIA) AnMurcio, 9- 10, 1993-04

Un elemento fundamental pero del que desconocemos su estructura es la puerta que separaba naos y pronaos. Si seguimos las normas Clásicas, su altura sería los 217 de la distancia entre pavimento y artesonado del recinto inte- riop.

La anchura del vano de esta puerta sería de 11124 de altura sobre el pavimento. Las puertas de menor tamaño se estrechan levemente hacia la parte superior de modo que las que tenían la considerable medida de 30 pies o más tenían sus jambas verticales9.

Las jambas, en su cara frontal, han de tener una anchu- ra correspondiente a 1/12 de la altura del vano y el dintel 114 de la anchura superior de las jambas (que decrecen 1/14 con respecto a la anchura en base)I0.

Un elemento que aunque sea exento no debemos igno- rar es el ara -o aras- frente al templo o en sus aledaños, elemento litúrgico fundamental. Debió estar el principal inscrito en el edificio, y su estructura, mediana en tamaño, debió ser similar a las aras construidas en la Roma republi- cana a los Cosentes. Pudo haber uno de estos altares en el interior del naos, al fondo, adosado al muro del póstico. Es posible que la columna toscana ya aludida sea la parte superior de esta ara principal".

V.1. El sector oriental, tras el póstico

El planteamiento de la Campaña 1995 tuvo como uno de sus objetivos principales excavar las áreas anterior y posterior a la estructura del templo en sentido axial para conocer la estructura general. Así, en la parte posterior del

8 «Las proporciones de la puerta Dórica serán las siguientes: la parte superior de la corona que va encima del dintel (supra antepagmentum superiores subirá al igual de lo alto de los capiteles de las columnas del pronao. La luz de la puerta se determinará así: la altura del Templo desde el pavimento al artesonado se dividirá en tres partes y media, y dos de ellas se darán a la altura de dicha luz o vano» Idem., Libro VI. De la situación de los templos en las regiones celestes, p. 103.

9 «Divídase esta altura en doce partes, de las cuales cinco y media será la anchura de la luz en lo baxo: amba se estrechará en esta forma: si el vano fuere alto hasta 16 pies, se estrechará un tercio de la anchura de la jamba, ó sea, tranquero: si de 16 a 25, se contraerá de amba dicha luz un cuarto de jamba; y si fuese de 25 a 30, un octavo. Las que fueren más altas parece deberán dexarse á plomo*. Idem., 32.

10 «Las jambas serán anchas en su frente un dozavo de la altura del vano; y se contraerán de amba una décima cuarta parte de su anchura. La altura del dintel será cuanto la anchura superior de las jambas: y la del cimacio será Lesbio, con su astrágalo*. Idem., 33.

11 «Las aras deben mirar a Oriente, y siempre serán menos eleva- das que los simulacros que hubiere en el Templo que los que oran, y los que sacrifican, estando en diferentes elevaciones, y en referencia cada uno a su deidad, puedan verla si embarazo. La divinidad de sus alturas será como sigue: á Júpiter y demás dioses celestiales se harán elevadísimas. En piso eminente sobre algunas gradas: y al contrario las de Vesta, de la Tierra, del Mar, etc. El poeta Ennio los compendió en estos dos versos: Juno, Vesta, Minerva, Ceres, Diana, Venus, Mars / Mercurio, Jovis, Neptunus, Vulcanus, Apolo. A Vesta, á la Tierra y al Mar, baxas; siguien- do esta regla se logrará la propiedad en las aras: las quales se colocarán en medio de los Templos».

postico, orientada al este y a 4 metros del paramento, tra- zamos dos cortes sucesivos con el fin de conocer la morfo- logía y posible estratigrafía del sector. La fisonomía de la zona, bastante llana y con la tierra muy blanca, batida y compacta, hacía pensar en un sector de interés por su fiso- nomía y porque, además, estaba en la parte posterior del templo y exactamente en el eje Este-Oeste del mismo y además se halla en la zona central de una gran terraza o plataforma amurallada a Norte, Este y Sur.

Como es frecuente en este área del yacimiento el terre- no estaba muy alterado por las antiguas excavaciones, con materiales removidos y grandes piedras rodadas desde arri- ba, en donde debieron formar parte de construcciones en seco como el paramento sur de la terraza o plataforma a la que nos hemos referido y donde nos hallamos. La progre- sión de la excavación hizo aflorar piedras de mayor tama- ño, de varias toneladas; esta vez procedentes de desprendi- mientos de la parte superior. Estas grandes rocas, imposi- bles de evacuar con los medios técnicos del momento, limitaron temporalmente la excavación a trabajos de lim- pieza.

Los materiales cerámicas fechables en este sector abar- can un amplio sector cronológico. Las cerámicas antiguas, desde el s.VI al 11 a.c., sin estratigrafía fiable.

De la parte más profunda de estos depósitos de relleno procede un curioso fragmento cerámico pintado. Debió formar parte de un recipiente grande, globular, posible- mente de tipo ánfora o hydria.

La pasta es de una textura similar a la de las ánforas grecoitálicas del contexto general del yacimiento, de buena cocción, con degrasante fino, parte de color rosa claro y tiene un fino engobe blanco amarillento.

La decoración pintada está aplicada con pincel fino en color rojo vinoso muy oscuro y el trazo es de unas soltura y maestría excepcionales. La parte pintada que se conserva en la superficie del fragmento representa el rostro de un joven de perfil, mirando a la izquierda, al parecer tocado con un casco o gorro de piel. Delante asoma un flequillo sobre la ceja, pintado con cuatro trazos crecientes. Frente al rostro aparece representada una línea ondulada, irregular que, por lo fragmentario y escaso de la superficie conser- vada, resulta de imposible interpretación.

En la parte superior y tangencia1 a la parte superior de la cabeza masculina hay una serie de líneas paralelas que siguen las líneas de rotación del tomo, pintadas en el mis- mo color y que cierran la escena por la parte superior. Sobre esta banda de limitación se observa una pequeña porción de otro motivo pintado que posiblemente pueda corresponder a una serie de motivos geométricos en la parte superior del cuerpo del vaso.

El fragmento es en principio un elemento exótico en el contexto general de los materiales estudiados procedentes de las campañas efectuadas en este yacimiento. Resulta sorprendente su afinidad con cerámicas pintadas muy anti- guas (tránsito de los SS. VI1 al VI a.c.) en el área griega de

AirMurciu, 9- 10. 1993.94 PEDRO LlLLO CARPIO 167

FIGURA 7 . Templo de Iiz Luz. Denominación de los distintos elementos diferenciados hallados en elproceso de excavación:

l . lncerfa caementa en la cimentación. 2 . P6stic0, con resaltes en los despezos. 3. Smu .xilícea o piedra viva de mapuesto. 4. Puries coemcniiri~nn. 5. Sima. 6. Imbrice. 7. Tegula. 8. Aniefija 9. Acroterio. 10. Cola. I l . Corona. 12. Dintel. 13. Sumos capo de ladrillo. 14. Ciinacio jónico conovas. 15. Friso de volutas. 16. Canceles de cierre de los tres iritercoluinnios al pronaos

la fachada minorasiática e islas del Egeo, hecho que nos hace ser prudentes al respecto por el momento. Por otra parte, es indudable que nos encontramos ante una elabora- ción fuera de lo común, llevada a cabo por un pintor de primera línea como demuestra la excepcional destreza y precisión con la que se han realizado los trazos del rostro conservado.

Otra posibilidad que nos podemos plantear es la rela-

17. Columnas de ladrillo 18. Bétilos de las esquinas. posible hierofanía elemental. 19. Imoscapo. 20. Marcas de coaxación o entablado. 21. Opus signinum: l . apisonado: 2. Arena: 3. materia vegetal: 4. staiumen

sin mortero; 5. ruderación, mortarium; 6. núcleo o yema; 7, opus signinum con escasas teselas: 8. amolado esmerado.

22. Columna del altar principal o columna divina (?) sobre ara a los dioses cossentes.

23. Naos. cella. 24. Pronaos. 25. Dintel con decoración jonia. 26. Barrera, cancel o lernplo. 27. Altar principal con moldura jonia. 28. Roca de base.

ción de la representación de este vaso con las escenas de las pinturas etruscas, particularmente las de Chiusi. En este contexto hay escenas que tienen grandes analogías con los cuadros iconográficos de la pintura, de la Alcudia de Elche especialmente. Tan sólo como hipótesis de trabajo, cabe recordar que la figura del dios Apolo, de perfil y con un ramo lustral como aspersor, es una figura de considerable entidad en las escenas de tipo mitológico conocidas de

168 NOTAS SOBRE El. TEMPL.0 DEL S A N T U A R I O DE L A 1-UZ ( M U R C I A ) A f i M r r r ~ ~ i t ~ . O- 10, 1993.94

Chiusi. Aquí, las figuras de las victorias aladas y de Mer- curio con el ramo lustral están vinculadas a la fiesta expiatoria originaria de Argos llamada Arnis en la que se sacrificaba a todos los perros que se encontraban, la fiesta llamada kinofontis por Ateneo (III,92). Esto reduciría lógi- camente la cronología de este descontextualizado fragrnen- to cerámico en más de tres siglos.

V.2. El Penetra1 Cavum

La profundización en los cortes referidos y la aparición de grandes rocas nos hizo ver que nos hallábamos justo encima de una gran fosa que parecía el hundimiento del techo de una caverna kárstica. En efecto, consultas realiza- das nos han confirmado que esta especie de gran oquedad llena de grandes piedras es, en realidad, la parte superior de una cueva kárstica que, agrietada su techumbre, se de- rrumbó. La presencia de coladas estalactíticas confirman el proceso consiguiente a la vez que nos abre sugestivas pers- pectivas en cuanto al significado de cultos y ritos en el Santuario.

En algunos sectores laterales de la excavación, guarne- cidos por las rocas caídas del desmantelamiento de la techumbre hemos hallado haces de huesos largos, de bóvidos y ovicápidos, que podrían asociarse a ritos poste- riores al sacrificio ritual en el altar del santuario.

Es evidente que nos hallamos ante el contexto general de un santuario de culto de Las Diosas. a Deméter y a su hija Perséfone. Lo hallamos aquí, en el templo de época tardía como también está en la parte baja. en el Santuario, en donde hallamos los restos de los altares sacrificiales de los SS. IV y 111 a.c. con los restos de sacrificios de cerdos y de jabalíes, las astas de ciervos y las osamentas de ovicápidos así como las inhumaciones completas de lecho- nes. Aquí, en la parte oriental del templo, tenemos la posi- ble existencia del adytum o estancia reservada como subte- rráneo dedicado a la lnferna Dea (Perséfone, su hermana Hécate, la Dea Ataecina o Proserpina, según las ocasio- nes). El adytum ciego o penetral cavum es el subterráneo anexo al templo que resulta consubtancial en muchos cul- tos clásicos de tipo ctonio. Muestras de su existencia en la Península Ibérica las hallamos ya en la Ora Marítima de Avieno en varios pasajes, el más significativo de ellos es el que, al describir la costa onubense, dice: M... Después, nuevamente un cabo y el rico templo consagrado a la Diosa Infernal, con cueva en oculta oquedad y oscura crip- ta. Cerca hay una gran marisma, llamada Erebea. También se cuenta que estuvo primitivamente en estos lugares la ciudad de Herbí que, aniquilada por las tempestades de las guerras, ha dejado tan sólo su forma y su nombre a la comarca»'" Schulten, a este respecto, comenta que este Cabo de la Diosa Infernal, en el cual existió un santuario

con una estancia subterránea para la divinidad, podría iden- tificarse con la colina que hay junto al mar donde está emplazado actualmente el Monasterio de Santa María de la Rábida".

Avieno cita distintos accidentes geográficos en la costa de la Península con culto a divinidades femeninas; así, cita el Cabo de Venus (v. 158-160), isla de Venus Marina (v. 315), Isla de La Luna (v. 369-370), isla de Noctiluca (v. 430). cabo de Venus (v. 437-438) y marisma de Minerva (v. 495-496), entre otros. Lógicamente desconocemos la estructura y disposición de estos lugares consagrados a distintas divinidades y de clara influencia colonial medite- rránea pero, en algún caso, se especifica también que. como en el templo de la Diosa Infernal próximo a la laguna Erebea, en Gades había un templo a la Venus Marina y en él un subterráneo con un aráculo. Dice Avieno: (c... Del lado de la fortaleza (Gades), por donde muere el día, hay tina isla (315) consagrada a Venus Marina y, en ella, un templo con una profunda cripta y un oráculo»". Schulten sitúa este templo con la cripta para el oráculo en la peque- ña isla de San Sebastián que en la Antigüedad estaba unida a la isla mayor". Para este autor el penetra1 cavunz de la Venus Marina existe todavía y es comparable con el de la Inferna Dea de la marisma Erebea a la que hemos hecho anteriormente referencia.

Así, pues, tenemos un elemento importante más en el contexto del témenos, la caverna o cripta del templo, espa- cio imprescindible en cualquier templo de importancia y, por lo general asociado al culto de la diosa de la fecundi- dad, de la fertilidad y del más allá. De nuevo nos hallamos con testimonios relacionados con la influencia de los Mis- terios Eleusinos cuyos símbolos materiales aparecen clara- mente en los restos del Santuario.

V.3. La estructura del témenos inmediato al templo

La nave del templo estaba ubicada en la parte más alta del roquedal que corona el pequeño y alargado cerro que se orienta de este a oeste y coincide en su orientación longitudinal. Para su cimentación y asentamiento se talló la roca que debió aflorar como actualmente en el lado septentrional, donde fue conservada sin explanar este sector dejándola con su aspecto natural intencionadamen- te, como en la parte posterior del templo, en la boca del adyt~im subterráneo.

Todo el conjunto de esta parte superior fue estructura- do en forma de terraza en la parte inmediata al templo. con un largo acceso escalonado al oeste como subida principal y otro al este, más leve, que descendería a una terraza inmediata, amplia y llana. limitada al este por la parte superior del crestón de roca que recorre la línea este-oeste

13 1~1~177.. p. 109. 12 AVIENO: Ora Marítiina. Fonie.~ Hi.~p. Alir. Barcelona. 1955. 14 AVIENO: lilent.. v . 3 14-3 17.

v. 24 1-249. 15 Fonfes H i s l ~ . AIII.. p. 1 19.

A I ~ M I I V ~ I ~ I . 9- 10. 1')93-'14 PEDRO 1.11.1,O CARPIO 169

170 NOTAS SOBRE EL TEMPLO DEL SANTUARIO DE LA LI!Z (MURCIA I AnMurcr~i. Y- 10. 1993.94

complementado en los espacios vacíos por un muro de opus caementitium que recorre toda la línea septentrional. Estructuralmente, este muro de mampostería, perfectamen- te encastrado en el relieve rocoso, crea la primera Iínea de una serie paralela y descendente de terrazas hacia el sur.

La terraza de la caverna se prolonga hacia el este unos 15 metros, limitada por un muro de grandes piedras carea- das, con un doble acceso: uno por el sur, que accede desde la terraza inferior y otro por el norte franqueando el muro longitudinal de mampostería al que nos hemos referido.

Así, pues, el templo quedaba con su fachada frente a la gran explanada del Santuario, hoy presidida por las ruinas del edificio de Educación y Descanso construido en los años 60 de nuestro siglo y, más allá, en línea, el pequeño cerro occidental.

Hacia el oeste-suroeste, el Llano del Olivar, el área recorrida por los muros de los recintos en los que se hallan los altares de sacrificios, cremaciones, libaciones y ofren- das de primera y plena épocas ibéricas.

La vertiente meridional está también dispuesta en esca- lones o terrazas y en su día el conjunto arquitectónico y su entorno debió tener un aspecto realmente impresionante desde esta perspectiva.

La terraza superior, como hemos visto ya, es en la que se asienta el templo. A unos dos metros, tenemos otra plataforma inferior de mortero flojo, como de cal fría. En su composición hallamos arena y gran proporción de ceni- zas con partículas de carbón y de hueso. Este tipo de mortero tan sui generis lo hallamos también en la parte baja, en el sector de los altares del santuario ibérico y nos hace pensar en el tipo de caementum utilizado por los griegos y romanos en construcciones de tipo cultual en las que utilizan como ingrediente el carbúnculo, citado por Vitruvio como una de las tres clases de arena aptas para la mezcla que da lugar al h~rmigón'~.

La presencia de esta amalgama en la que se amasan las cenizas está evidentemente relacionada con las actividades litúrgicas sacnficiales. En los grandes templos griegos, como el de Olimpia, la ceniza procedente de la cremación de las víctimas, mezclada con aguas del río Alfeo formaban una especie de mortero con el cual se habían construido las gradas de acceso al ara. Aún así, el ara debió estar casi siempre revestida de una gruesa costra de cenizas y mate- ria orgánica calcinada que se iba acumulando progresiva- mente.

En el templo que nos ocupa parece evidente que los restos de combustión excedentes del altar que debió haber frente a las gradas del templo se utilizaron para la cons- trucción y consolidación de las estructuras del acceso late- ral a la próthesis. La costumbre de mantener una espesa capa de materia quemada y cenizas sobre el ara tiene como fundamento aislar la estructura de piedra de la acción del fuego. Así, sobre todo los altares hechos de mármol o

16 VITRUVIO: op. cit., nota 2 de J . Orliz Sanz.

piedras calcáreas se salvaban de ser destruidos y transfor- marse en cal viva por la acción del calor. Los altares más importantes del mundo clásico, hechos en mármol, debie- ron adoptar esta norma como un rígido precepto religioso si bien su fundamento era eminentemente práctico. El resto de materia calcinada, sagrada, tenía un destino preciso como vemos, se utilizaba como material de construcción en el recinto sagrado y no se podía tirar.

La conservación de los restos de los sacrificios viene de antiguo. Pausanias relata la larga tradición de altares integrados por las cenizas y restos de las víctimas sacrifi- cadas". A Apolo se le llamaba spódios en Tebas por esta razón y en Delos se le llamaba kerátinos bumós y keráton por la gran cantidad de cuernos que se amontonaban cerca de su altar, restos de los múltiples y sucesivos sacrificios al dios según relata Pl~tarco '~.

Bajo estas estructuras superiores, en la vertiente meri- dional, nos hallamos, dos metros más abajo, sobre una amplia terraza que debió tener cerca de cinco metros de ancho y que recorre todo el lateral, paralela al eje del templo. Una torre de planta semicircular se adosa como contrafuerte en la parte central del sector excavado de la terraza. Consideramos muy probable que este modelo de contrafuertes no sea único y que en la zona no excavada, a E. y O. de la ya descubierta, puedan aparecer estructuras similares que tienen un doble sentido: funcional pero tam- bién estético ya que realzan el carácter escenográfico del conjunto cuando se ve desde abajo.

Cabe la posibilidad de que el andén inferior, utilizado como abancalamiento a partir del s. XVIII, oculte bajo su moderna estructura de piedra en seco una tercera terraza del templo, al igual que la segunda, también readaptada en esas fechas como bancal de olivos y cereal.

Nada podemos decir, al menos por el momento, de posibles paramentos que rodeasen al templo y su altar o altares exteriores y que cerrasen el témenos a modo de perióbolos. Sí hallamos restos que indican la presencia de dromos de acceso a la plataforma superior, el ara del tem- plo y altar principal, bien como accesos lógicos a la misma o como deambulatorios procesionales que circunvalan el templo.

El primer dromos de acceso, con una orientación suroeste-noreste accede por ese sector de la colina partiendo del área del santuario ibérico del Llano del Olivar y accede a la colina frente a lo que debió ser el altar mayor y las gradas y fachada del templo. Restos de muro y relleno de piedra trabada con barro indican la presencia de la estructura de acceso al frente de la terraza o plataforma del templo.

Otro dromos arranca del extremo occidental de la segunda terraza del templo, con un trazado concéntrico el uno respecto del otro. El mayor accede en leve descenso a

17 Pausanias, V. 13.8; V. 14.8-10 y LX. 11.7 18 Pluiarco. Thes. 21

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172 NOTAS SOBRE EL TEMPI..O DEL SANTllARlO DE LA LUZ (MURCIA) AnMurriu. 9-10. 1993-94

la parte occidental y da la vuelta a la falda de la colina hasta su parte septentrional. En el trayecto se observa la roza tallada a pico en la roca para marcar el camino y pequeñas fosas igualmente labradas en sus laterales. Ya, en la parte norte, el camino se abre paso mediante una gran entalladura regular y profunda que recorre más de una decena de metros para de inmediato remontar la ladera en un empinado acceso hasta la cumbre rocosa, lugar en el que se conservan restos de unos peldaños de argamasa y que accede directamente a la terraza del templo, frente a su fachada, tras rebasar un tajo abierto en el crestón rocoso de la línea septentrional de la cumbre.

En la parte septentrional, tras rebasar la entalladura a la que nos hemos referido, el camino tiene otra bifurcación que sigue la línea oeste-este y que sube levemente la ladera en diagonal para acceder a la parte más oriental de la terraza, al este de la caverna o adytum de la parte posterior del templo, y que sigue un trazado convergente con el muro recto que recorre el lateral septentrional, paralelo al eje del templo.

Inscrito en el dromos occidental hallamos el trazado de otro más corto y concéntrico que arranca de la terraza superior y conecta con el primero en los referidos escalo- nes de argamasa, en la parte alta del sector septentrional.

Estos caminos deambulatorios tienen un indudable carácter ritual, litúrgico y cosmogónico y su factura debió ser extremadamente cuidada si tenemos en cuenta los res- tos conservados de su recorrido con las entalladuras para darles horizontalidad y los bebederos o reservorios lustrales que se hallan anexos, posiblemente vinculados con cere- monias procesionales. Su carácter sagrado y vinculado a los esquemas litúrgicos de la religión clásica greco-itálica parece indudable.

V.4. El proceso constructivo de complejo

Los procesos de excavación practicados en los distintos puntos de la colina que ocupa el templo y sus estructuras anexas ha proporcionado en determinados sectores estratigrafías que han sido, en toda la secuencia, arqueológicamente fértiles. Así, pues. no se ha hallado en la colina ningún sector de la cumbre ni de la ladera meri- dional con estratos que tuviesen un depósito sedimentario natural sobre la roca de base ni alguno anterior a la ocupa- ción de este área por las estructuras y paramentos del con- junto templario. Es decir, no hallamos por el momento, estratos naturales ni de deposición antrópica anteriores a la época en que se concibió la constmcción del templo.

Este hecho comprobado nos lleva a pensar como facti- ble la hipótesis de trabajo de que el monte estaba totalmen- te denudado en este sector, con la roca de base gris-negra del entorno aflorando en toda su superficie y sin depósito sedimentario alguno de cierta entidad. Lo podemos com- prender perfectamente al observar que, así, sin cobertura alguna, se halla la ladera occidental y, sobre todo, el cres-

tón oriental del yacimiento con sus correspondientes lade- ras.

Podemos deducir en este caso que en los rituales de fundación del templo no tuvieron aquí el ritual de eliminar la tierra del lugar sagrado para purificarlo y lo de extender tierra no contaminada sobre el terreno de base. No debió ser necesario porque estaban sobre la roca limpia de la montaña. Allí pudieron planificar y trazar las distintas te- rrazas rellenando con centenares de metros cúbicos de tie- rra las estructuras verticales ortogonales que configuraban el conjunto del hieron. Así, pues, podemos asegurar que estas estructuras, los actuales taludes ruiniformes objeto de nuestro trabajo, son en su totalidad materiales alóctonos. En el momento de la construcción se practicó un intenso acarreo de tierras de los depósitos de la parte baja, de los declives, al pie de la colina, y se llevó a cabo una distribu- ción mediante una cuidada deposición en las cajas arqui- tectónicas construidas al efecto. Este trabajo fue originan- do las superficies planas deseadas y necesarias para pro- porcionar un conjunto ortogonal, armónico y funcional sobre un espacio orográficamete muy irregular y complejo en origen.

Este sentido de planificación es eminentemente helenístico. Su organización estructural parece claro que se debió a un proyecto previo en el que se debieron tener en cuenta planos y volúmenes a la hora de conseguir todo el conjunto sacro. De un abigarrado contexto rocoso, extre- madamente accidentado, de superficie muy irregular y difícil de estructurar, en la cumbre, se consiguió obtener un conjunto de volúmenes de terrazas, con planos rectos y trazados en declive. Además, todas las estructuras vertica- les de una cierta entidad, paramentos, muros, contrafuertes y gradas están sólidamente asentadas en la roca de base.

V.5. Hacia una reconstrucción ideal

Es evidente que nos hallamos ante las estructuras correspondientes a un hieron a la manera clásica, el lugar sagrado, con su naos, y en el contexto nos hallamos con los cuatro elementos imprescindibles en el modelo de templo greco-itálico de época helenística: - Un lugar o espacio consagrado en el que asentar las

estructuras correspondientes al hieron. en este caso, un importante lugar sagrado ibérico de dilatada existencia y muy influenciado por las corrientes religiosas en torno a los cultos divinos de Deméter-Perséfone y con rituales muy complejos y próximos a los mitos clásicos griegos. - Un delubrum para las lustraciones y purificaciones,

del que podemos interpretar como vestigios las pequeñas balsas o reservorios tallados en la roca, al borde mismo de los caminos deambulatorios y también los conjuntos de fragmentos de opus caementitius que hallamos en el contexto de derrumbe y que bien podrían haber perteneci- do a tinas lustrales; por otra parte, tenemos la presencia a pocas decenas de metros de los manantiales que surgen

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aún actualmente en el Eremitorio de La Luz y que en la época que nos ocupa debieron integrar otro thémenos anexo al santuario ibérico. - Un altar de sacrificios, en el que poder inmolar a las

víctimas en las celebraciones y proceder a la incineración de las porciones correspondientes a la divinidad.

En el área principal, frente a la fachada del templo, se llevaban a cabo las celebraciones más solemnes, con sacri- ficios sangrientos (spagía) y las ofrendas no sangrientas (spondai), sobre todo las de cereal (olai) y también perfu- mes (thimiámata). Las decoraciones en forma de molduras jonias hechas en calcarenita nos plantean en algún caso, por su forma, la posible existencia de un gran altar en las gradas de acceso al templo decorado con una moldura horizontal que, a modo de gola decorada, recorría la arista superior que limitaba la superficie del ara. - Por último, precisa el templo clásico de un símbolo

visible de la divinidad, que normalmente debía estar aloja- do en el nao. Tenemos materiales que denotan la existen- cia de esculturas que pueden identificarse como alguna de tales representaciones en los múltiples fragmentos del entomo y pertenecientes al contexto del templo. Funda- mentalmente podemos remitimos a tres tipos diferenciados y significativos de restos escultóricos:

1. La parte superior de la referida columna moldurada, de tipo toscano. Es de una especial calcarenita roja, com- pacta, turgente, de buena calidad y factura. En su parte superior ha estado sometida a altas temperaturas por com- bustión directa en su superficie. Este fragmento pudo for- mar parte de un contexto monumental en forma de columna divina, en representación de alguna divinidad (po- dría ser Deméter Celeste). Esta columna podría estar repre- sentada de forma excepcional en una pintura ibérica publi- cada por M. J. AragonesesI9 y hallada en el inmediato contexto arqueológico del Castillo árabe de Santa Catalina del Monte, en el hotel de D. Antonio González Conte. Corresponde al dibujo a pincel sobre un fragmento de vaso ibérico en el que aparecen dos figuras femeninas confron- tadas, ambas con tiaras y velos en sus cabezas, una en pie y otra entronizada. Podríamos muy bien identificarlas con Deméter y Core. En el centro de la escena, entre las dos figuras femeninas, aparece una curiosa representación ver- tical que podría evocar la figura de una palmera, con un tronco o fuste vertical, compartimentado por líneas hori- zontales en rectángulos con distintos signos. Sobre este fuste, un abultamiento a modo de capitel, recuerda los modelos de tipo orientalizante en forma de capullo de loto. Sobre él, líneas onduladas divergentes dan a su parte supe- rior una forma avulvada hasta la línea horizontal superior, pinta a tomo, que limita la escena. A ambos lados caen líneas cortas. onduladas.

19 «La badila ritual ibérica de La Luz (Murcia) y la topografía arqueológica de aquella zona según los últimos descubrimientos~>. Anales de la Universidad de M~lrcia. 16, 1967-68, pp. 23-27, figs. 42-45.

La figura, en principio, podría evocar una palmera y quizás quiera representar eso, un símbolo en síntesis del árbol de la vida entre las dos divinidades de la misma. Pero, puede que la representación no sea tan simbólica y la figura central, entre las dos divinidades, lo que persiga representar sea el monumento o la columna a la que hemos aludido y que sea ésta un ara cilíndrica a modo de los arbores sacrae.

2. Las excavaciones han proporcionado restos escultóricos en calcarenita entre los que hallamos fragmen- tos de piezas de notable interés. Son dignos de destacar dos grandes fragmentos a los que ya hemos hecho referencia: el correspondiente a parte del tronco, cintura y faldellín de un varón que parece ser un guerrero ibérico, posiblemente asociable al prototipo evolucionado del smiting good orien- tal o del héroe que realiza hazañas y otro fragmento del torso de un togado con el sagum cruzado y sujeto al hom- bro derecho por una fíbula y con el brazo del mismo lado desnudo y guarnecido por una armilla.

Ambas figuras podían haber sido, en un determinado momento, imágenes sagradas de culto en el templo y de lo que no cabe duda es de que estuvieron dispuestas, si no en la cella, al menos en el pronaos.

3. La última hipótesis en tomo a cual o cuales pudieron ser las representaciones formales de la divinidad advocada en el templo son varios fragmentos de pequeño tamaño de una figura de bronce de tamaño medio, hecha a cera perdi- da, hueca, con un grosor medio de unos dos mm. y de clara factura itálica helenística. De ella contamos con fragmen- tos de difícil identificación así como de algunos reconocibles como uno correspondiente a un pabellón auditivo izquier- do y otro a un fragmento de cráneo con la decoración del pelo en forma de triángulos con líneas incisas retocadas a buril que nos remite a esculturas romanas coetáneas como la del Arengatore.

Por el tamaño de la oreja, que mide 22 mm. de altura, cuando el tamaño natural podría tener en el canon de la época de 62 a 65 mm., podemos pensar que la figura completa debería estar reducida aproximadamente a una escala de 113 de la figura en su tamaño real; podría, en consecuencia, medir unos 60 o 65 cm. de altura.

Una estatua así, de bronce, podría ser el digno habitan- te de la cella de un templo, aunque parece representar a un varón y todos los datos concuerdan con que el culto practi- cado en este lugar es en tomo a Las Diosas. De nuevo aquí nos asalta la idea de plantearnos si podría ser la posible figura varonil la representación del efebo Triptolemo la fundida en bronce como se alude en las descripciones de los Misterios de Eleusis.

VI. CONCLUSIONES

Parece evidente que nos hallamos ante los restos de la estructura de un templo de inspiración grecoitálica, construido en el tránsito de los siglos 111 al 11 a.c., en los

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años inmediatos posteriores a la ocupación de Carthago- Nova y su hinterland por los ejércitos romanos en las guerras anibálicas. Medio siglo después, el templo es destruido.

El lugar elegido para su edificación había sido en lo alto de la colina que presidía el Santuario ibérico, una pequeña cima rocosa a 17 m. sobre el área de santuario y en la que en épocas anteriores sólo debió haber un bumós o escara, un altar posiblemente hecho como simple montícu- lo de piedras trabadas con barro pero de un alto valor cultual. Progresivamente, como el resto del santuario, de- bió ir remodelándose con modificaciones al gusto clásico.

El templo y su entorno contextual representan además el último capítulo de la dilatada existencia de un importan- te centro de devoción en época ibérica, claramente vincu- lado en un principio a los influjos religiosos de las conien- tes mediterráneas.

Desde los rituales a los objetos materiales de tipo litúr-

gico, ofrendas o envases cerámicos, contamos con una considerable base de materiales que ofrecen un testimonio fiable de la existencia de constantes contactos culturales con la Hélade y la Magna Grecia desde fechas anteriores al siglo V a.c.

Como ya se detecta en el Santuario en sus primeros siglos de existencia, parece pervivir un culto asociable a las divinidades Deméter-Perséfone-Hécate, en torno al ci- clo anual de la fertilidad-fecundidad, así como caracteres asociables de tipo curótrofo, del hieros-gamos y de la antesforia además de una faceta tanatológica vinculada a rituales de paraspondeia.

Su reconstrucción global nos aproxima de modo con- cluyente al esquema marcado por los Misterios de Eleusis y su exitosa difusión hacia el Mediterráneo Occidental, al ritual de los mystes en que parece concluir la prolongada existencia del culto sagrado en este lugar.