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HOMILIA CON MOTIVO DE LA NOVENA A LA VIRGEN DE ALHARILLA DE PORCUNA
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PARROQUIA EL SALVADOR DE BAEZA
HOMILIA CON MOTIVO DE LA NOVENA A LA VIRGEN DE ALHARILLA
D. MARIANO CABEZA PERALTA
NOVENA A LA VIRGEN DE ALHARILLA
Lunes 17 de Mayo de 2010
Querido D. Jesús,
Hermanos Mayores de la Virgen de la Alharilla,
Miembros de la junta de gobierno de la Cofradía,
Queridos hermanos y hermanas devotos de nuestra patrona.
Hacía mucho tiempo que no venía a la novena de la Virgen y lo he querido
hacer como yo recuerdo desde mi infancia. Así que he tomado el camino de
Alharilla en esta tarde soleada de Mayo y haciéndome caminante de a pié,
haciéndome peregrino, he llegado andando desde la casa de mis padres
hasta la casa de mi Madre, nuestra patrona.
Recordaba por el camino las imágenes de mi infancia y adolescencia.
Pandillas de mujeres camino de la novena, un santuario lleno de gente, los
rezos y cantos a la Virgen de Alharilla.
También he ido recordando el camino de tantos paisanos de nuestro pueblo
que se han marchado a diferentes lugares de España, especialmente a
Cataluña y Madrid, otros al extranjero, pero que llegando el mes de Mayo
encuentran de nuevo el camino que les trae a Alharilla, bien sea en persona
o bien con el pensamiento y el corazón.
Pensaba mientras venía para acá en las personas conocidas que ya han
hecho el camino definitivo hacia la Alharilla del cielo. Si el nombre de
Alharilla significa “lugar frondoso” qué lugar mas frondoso y maravilloso
que la Casa del Padre Dios donde todos somos convocados como hijos y
donde vive eternamente nuestra Madre y Reina celestial.
Los que marcharon celebran una continua romería, una continua novena,
unas continuas flores, una continua fiesta, siendo todos y cada uno de ellos
hermanos mayores y portadores de la Virgen y de su divino Hijo.
Si Alharilla nos llena de alegría y de fiesta el corazón y la vida aquí abajo
qué no será cuando lo celebremos para siempre en el Cielo.
Y así, pensando y entretenido en estos recuerdos y reflexiones, cuando me
he dado cuenta estaba en el humilladero divisando la Iglesia de Alharilla.
Atravesando las puertas abiertas de par en par, como unas manos que
invitan a pasar, aquí estaba, en sus andas, pequeña y humilde pero grande,
con el gesto dulce y amable, con el semblante sonriente de ver a sus hijos
que llegamos para honrarla y venerarla.
Cuántas oraciones, cuántas súplicas no habrá escuchado nuestra Madre de
Alharilla en estos días. Cuántas lágrimas sinceras habrá visto correr por la
cara de tantos peregrinos, cuántos vivas, cuánto amor.
Acudir a la Virgen de Alharilla no se queda sólo en Ella. Porque la Virgen
es ante todo servidora. Y si la llamamos en Porcuna Reina Celestial, Madre
Celestial, Virgen de Alharilla es ante todo porque es esclava y sierva del
Señor.
El hágase en mí según tu Palabra de la Encarnación, abrió el camino a la
inmaculada, a la maternidad, a la virginidad perpetua, a la asunción
gloriosa, al patronazgo de nuestro pueblo.
Acudir a la Virgen de Alharilla en la Romería, en la novena, en las Flores,
en la Asunción, en la Encarnación, o cualquier día del año significa para
nosotros amor y devoción, y el amor y la devoción como mejor se
demuestran es con una actitud humilde de escucha, obediencia e imitación.
El adorno más precioso de nuestra patrona seremos sus hijos de Porcuna
cada vez que digamos a Dios con disposición y lealtad: “hágase en mí
según tu Palabra” Cada vez que estemos prestos a cumplir el deseo de la
Virgen en las bodas de Caná de Galilea: “haced lo que él os diga”. Cada
vez que sin miedos ni complejos digamos ante el mundo, sintiéndolo de
corazón, el cántico de María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se
alegra mi espíritu en Dios mi salvador”
Hemos escuchado en el Evangelio de esta tarde estas palabras del Señor:
“Os he hablado de esto para que encontréis la paz en mí”. La Virgen
encuentra la paz en Dios y su vida se colma de todas las dichas y
bienaventuranzas en su Hijo.
Por eso, ahora nos invita a participar de la Mesa Eucarística. Porque la
Eucaristía es el encuentro con Cristo vivo y resucitado, donde lo podemos
hallar con plena seguridad. María nos sienta a la Mesa, como Madre que es
y nos lleva hasta el alimento que da vida eterna.
Así que con la Palabra de Dios, con su Cuerpo y su Sangre, con la
intercesión y protección de la Virgen, caminando todos juntos
compartiendo la misma fe, no tenemos nada que temer.
Nos decía el Señor: “En el mundo tendréis luchas, pero tened valor, yo he
vencido al mundo”.
La Virgen tuvo luchas con los propios y los ajenos, tuvo la lucha y el
combate de la pasión y muerte de su Hijo. Ninguna lucha vale más que el
gozo de la Resurrección, de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés y
por fin su gloriosa Asunción a los cielos.
También nosotros tenemos muchas luchas a nivel personal y como Iglesia.
Luchas externas por los que atacan y desprecian sistemáticamente a la
Iglesia, al Papa, los obispos y sacerdotes. Lucha interna por los que no son
miembros dignos de la Iglesia y manchan su imagen con una conducta
reprobable y despreciable, provocando dolor a la Iglesia desde dentro.
Consoladora la Palabra del Señor y el ejemplo de la Virgen: Tened valor yo
he vencido al mundo. Y con Cristo todos hemos vencido. La primera de
todos nosotros, la Virgen María, Inmaculada y simpecado, siempre limpia y
pura.
Cuando termine esta celebración volveremos cada uno a nuestro lugar, con
nuestra gente. No olvidemos llevarles algo de lo que aquí hemos vivido y
celebrado. No olvidemos llevar de esta paz, de esta esperanza, de este
amor, una porción generosa, especialmente a quien mas lo necesite.
Así se ha ido construyendo la Iglesia en estos 2000 años de historia.
Llevando, anunciando el evangelio como hemos escuchado a San Pablo en
la primera lectura, construyendo todos juntos, aunque sea con una
insignificante perragorda en este feliz centenario de la construcción de
nuestro templo parroquial. Poco a poco, aportando cada uno lo mejor de sí,
llevando nuestro tesoro que es Cristo a todos, con paso firme y seguro, sin
pararnos, sin desanimarnos, sin miedos, porque Cristo ha vencido y
nosotros prendidos del manto de la Virgen vencemos cada día con nuestra
fe.
Al Señor se lo pedimos y que así sea.