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24 La carta con que su novio puso fin a la relación terminaba con “cuídese mucho”, el nombre de su exposición. FELIPE VARGAS

novio puso fin a la relación terminaba con “cuídese mucho ... · va puede escribir algo agrada-ble de leer. —¿Cómo se le ocurrió trans- ... Calle A partir de un mail que

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La carta con que sunovio puso fin a larelación terminabacon “cuídesemucho”, el nombrede su exposición.

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Una de las últimasmañanas de 2018, SophieCalle aparece en el lobby de unhotel frente al Parque Fores-tal, y conversa con “Sábado”sobre su vida, obra y la parti-cular mezcla de ambas que lle-va su marca.

—La exposición Cuídese mu-cho es, probablemente, su tra-bajo más conocido y valoradoglobalmente. ¿Por qué creeque ha tenido tanto éxito?

—No creo que haya una ra-

zón. Hay una conjunción en-tre la idea y lo visual que fun-cionó. Yo agradezco el interésque causa, pero no es mi traba-jo explicar esto. Es labor tuyaanalizarlo —ríe.

—Quizá el impacto de la ex-posición tiene que ver con darvuelta la vulnerabilidad queprovoca el abandono amoroso,transformándolo en una refle-xión artística original.

—Es lo que hago siemprecon mi trabajo. En la mitad de

mis proyectos utilizo momen-tos de mi vida, no todos, pero alos que les veo una posibilidadartística. Pero no es un trabajosociológico, lo que quiero esenfrentarme a la pared y haceruna obra de arte, no un análi-sis. Y he utilizado esta cartaque termina con esa frase:“Cuídese mucho”.

—¿Fue una venganza?—No, no. Para mí no era una

venganza contra este hombre.Es complicado irse; tienes que

buscar palabras que no duelany eso es muy difícil. Esta es unacarta de alguien que se va, perono es peor que otras del mismotipo. Pienso que nadie que seva puede escribir algo agrada-ble de leer.

—¿Cómo se le ocurrió trans-formar una ruptura en esteproyecto?

—Le conté a mi mejor amigalo que me había pasado, ymientras ella leía el mail, in-mediatamente visualicé la

LA MARCAREGISTRADA DE

Sophie Calle

A partir de un mail que un novio le envió para terminar larelación, la artista francesa le pidió a 107 mujeres que

interpretaran esa carta: con ese material creó un trabajo original,único y provocador que tituló Cuídese mucho. La exposición se

presenta en el MAC del Parque Forestal, dentro del FestivalSantiago a Mil 2019, que este año está dedicado a las mujeres

creadoras. “No era una venganza”, asegura.POR PAULA ESCOBAR CHAVARRÍA

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imagen potencial. Y cuandoesta mujer, que tiene un buensentido del humor, comenzó acomentar la carta, vi todas lasposibilidades de este proyecto.Lo único que faltaba entoncesera la idea de darla solo a mu-jeres para que la interpretarancon su vocabulario profesio-nal.

—Usted les pidió que fuerasin sentimentalismo alguno.

—Claro, esto no era una te-rapia; había que encontrar una

distancia y esa fue la idea, decómo la interpreta cada una. Ysi les pedí a mujeres y no ahombres, no fue solo por femi-nismo. Sino porque me pare-ció que era típicamente la car-ta de un hombre a una mujer yno viceversa.

—¿Por qué?—No sé, pero así lo veo yo. Y

además, no quería que estetrabajo se transformara enuna comparación entre cómolos hombres y las mujeres lo

interpretan. —Fueron 107 de distintas

profesiones.—Claro, pero eso fue de a po-

co. Cada una me llevó a la otra.Al principio fueron las eviden-tes, como la correctora de tex-tos, y luego se hizo cada vezmás sutil, buscando el análisismusical o semiológico. Perono me senté a planificar. Yo nohabía imaginado cantantes oactrices, pero se presentó en elpabellón francés de la Bienal

de Venecia y, como no todoshablan francés, me di cuentade que debía encontrar un len-guaje universal...

—¿Y Laurie Anderson?—Bueno, ella es mi mejor

amiga, y vivo en su casa cuan-do estoy en Nueva York. Fue laprimera que se me vino a la ca-beza cuando pensé en artistas.

—¿Qué pasó con el autor delmail, que debe haber pensadoque era algo privado y terminóen la Bienal de Venecia y ahoraen Chile?

—Se comportó muy bien. Élno sabía al principio, pero al-guien se lo contó y le expliquélo que iba a hacer. Él encontróla idea muy violenta y difícilpara él. No le gustaba ser elprotagonista, pero sí le intere-saba la idea y decidió no opo-nerse. Hizo un libro el año pa-sado contando su versión yrespondiéndome. ¡Es su res-puesta! —dice acerca de la últi-ma novela de Grégoire Boui-llier.

El poder dela ausencia

—La ausencia y la pérdidason parte esencial de su obra.

—Sí, está en todo. En Cuíde-se mucho, pero también enotras obras, como Rachel Mo-nique sobre mi madre quemuere. Suite veneciana es so-bre un hombre que no conozcopero que sigo a Venecia, comoun fantasma, provocando unarelación sin reciprocidad… Siveo mi trabajo, casi siempre setrata de lo que no está.

—Suite veneciana, en el año80, fue su primera obra, perotiene las características parti-culares de su trabajo. ¿Cómopartió esa manera de crear?

—Bueno, después del colegiofui a un largo viaje de sieteaños por el mundo. Cuandovolví de México a París, no sa-bía nada de mi ciudad. Ya noera la de mayo del 68, no cono-

“Una idea lleva a laotra. Sigo a gente enla calle. Si el hombreque sigo se queda enun hotel, entonces seme ocurre buscar untrabajo de camareraen ese hotel”.

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cía a nadie, no tenía trabajo.Mi padre me ayudó, me dio untecho (yo nunca había vividocon él). Entonces, era comouna adolescente perdida. Notenía energía, no sabía qué ha-cer. Y empecé a seguir genteen la calle, para descubrir laciudad e ir donde me llevaran.No sé por qué. Quizá para notener que decidir. Me gustóesa pasividad, que me llevaba aalgunos sitios, y era lo que co-rrespondía a mi estado men-tal. Comencé a tomar fotos deellos, me gustaban estas imá-genes furtivas, y luego me pu-se a escribir. Era un tipo de es-critura que me gustaba, comoun reportaje con distancia, sinsentimentalismo, económico.

—Su padre era coleccionistade arte contemporáneo, ¿no?

—Sí. Y yo quería seducirlo,captar su interés, entonces es-ta era una forma. Sabía que nopodía pintar, pero mis imáge-nes y textos juntos sí funcio-naban. Y así encontré un me-dio que me parecía una posibi-lidad para mí.

—En otro de sus trabajos, lepidió a su madre que contacta-ra a un detective para que la si-guiera a usted misma.

— S í , e l C e n t r o G e o r g e sPompidou me encargó un au-torretrato y, como yo seguía agente, quise que me siguierana mí.

—Su madre fue su cómplice.—Claro, estuvo en la agencia

de detectives y eso.—Ella aparece mucho en su

obra. Hay un trabajo completosobre su muerte. ¿Fue difícilhacerlo?

—La muerte de la madre esdifícil para todos, salvo que laodies —y puede ser casi peor,¿no?—, que no es mi caso. Nohe visto a nadie que salga deeste proceso igual. Por otraparte, siempre me ha obsesio-nado el último momento: laúltima vez que ves a alguien, laúltima noche con un hombre,la última palabra antes de mo-rir. Cuando voy a una fiesta megusta irme de las últimas. Mimadre me dijo que quería mo-rirse con Mozart y me hizo el

encargo de ponerlo en el mo-mento final. Estuve tres mesesviviendo con ella, casi no memovía de ahí, pero igual teníaque salir a veces. Y así tuve laidea de poner una cámara porsi ella quería decirme algo y yono estaba. Pero yo estuve en elcuarto cuando murió.

—En ese trabajo usted explo-ra sus once minutos finales…

—Sí, los escogí porque du-rante ese lapso no entendí lamuerte. Pensé que la muerteiba a ser muy visible, perome di cuenta de que hubo co-mo once minutos entre la úl-tima vez en que la vi respirary el momento en que puse aMozart. Era un momento deno man’s land, un instanteentre la vida y la muerte. Yono miré los tres meses quefilmé, sino solo la última ca-sete y he visto esto que noentendí y la enfermera tam-poco… No sabíamos si estabaviva o muerta y eso es muyextraño. Y me sorprendió nohaber puesto la música en elmomento correcto.

—¿Cómo es su proceso crea-tivo?

—A veces una idea lleva a laotra. Por ejemplo, sigo a genteen la calle, el hombre que sigose queda en un hotel, entoncesse me ocurre buscar un traba-jo de camarera en ese hotel.Otras veces leo algo interesan-te en un periódico, como enTurquía acerca de la gente quees tan pobre que nunca ha vis-to el mar y decido llevarla paraque vea el mar por primeravez. En otras ocasiones es purasuerte. Tengo ideas en cajo-nes, a la espera. Es una mezcla,pero es un camino que tiene sulógica.

—A usted le interesan mu-cho los rituales. Como los quehacía en sus cumpleaños, enque el número de invitados erael de la edad que cumplía, yluego guardaba los regalos envitrinas.

—Al principio lo hice por ra-zones sicológicas. Siempre te-nía miedo de que me olvidaranen el día de mi cumpleaños. Yme pasaban cosas terribles en

Montaje de la exposiciónCuídese Mucho.

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ese día porque estaba tan an-siosa que llamaba a la malasuerte. Entonces, me gustabatener frente a mis ojos la prue-ba de que tenía amigos que mequerían y me habían llevadoregalos. Era como quedarmecon pruebas. Lo hice por ca-torce años. Y lueg o me dicuenta de que era un ritual sinalma, artificial, porque ya notenía miedo. Antes era esen-cial para sentirme mejor; des-pués fue algo sin razón, mecá-nico, y lo dejé de hacer.

—Cuando su padre murió,usted pensó que no tendríamás ideas…

—Sí. Me fui a viajar sola.Pensé que no se me iba a ocu-rrir nada más, y estaba muy enpaz con la idea.

—¿Por qué?—Porque pensé que ya ha-

bía hecho muchos libros y ex-posiciones y estaba bien tam-bién si ya no hacía más. Yo noquería parar, porque me daplacer mi trabajo, pero si no,no era un desastre tampoco.Bueno, así lo sentí ese año.Quizá después de dos, tresaños, no hubiera sido así, peroestaba en calma.

—¿Qué pasó entonces?—Me ofrecieron una exposi-

ción en el Musée de la Chasseet de la Nature en París. Dijeque sí, pero presentando tra-bajos antiguos. Y haciendoeso, sin presión, se me ocurrie-ron ideas nuevas. Primerouna, otra más y luego fue la ex-posición entera, que se inau-guró el año pasado. Por ejem-plo, un trabajo acerca de loshombres que ponen anunciospara encontrar mujeres. Tratéde analizar, desde 1890 hastaahora, qué tipo de mujer bus-can. Estudiar la evolución delo que requerían. Y ahora es-toy investigando lo mismo enlas mujeres.

—Esta es su primera visita aChile. ¿Qué le gustaría provo-car?

—Quiero provocar interés,prefiero que haya 10 mil visi-tantes que mil, pero no tengouna meta especial. Muestro mitrabajo hace tanto tiempo, queya no tengo fantasías especia-les. No estoy aburrida ni can-sada de lo que hago, pero ya mivida y mi trabajo existen. Novan ni a desaparecer ni a mul-tiplicarse por mil. Tengo quehacer otras cosas para teneremociones fuertes.

—¿Como cuáles?—Como la última exposición

que hice en París, hace un mes,por la que empecé a cantar.Resulta que mi gato se muriódespués de 17 años. Las trespersonas con las que he vividoson mi madre, mi padre y migato (tengo un novio hacequince años, pero no vivimosjuntos). Y temía mucho lamuerte de mi gato, pues temíaque pasara al mismo tiempoque la de mi padre, y así fue.Sentí esta ausencia de una ma-nera muy física. Y para mí, quetrabajo con la ausencia, estaera muy fuerte, de olor, de so-nido, cotidiana. Quise haceralgo con eso, y se me ocurriópedirle a Laurie Anderson queme hiciera una canción sobremi gato, y luego se desarrollóel proyecto. Finalmente, 40músicos —entre ellos Bono,Pharrell Williams— han parti-cipado en este triple vinilo, ¡yyo compuse una canción tam-bién! Eso fue emocionante,porque de pronto me enfrentécon un nuevo territorio, queno conozco, y además es unalocura hacer un disco, es otromundo...

Sophie Calle cuenta quecuando era joven era una femi-nista muy militante y luchabapor los derechos de la mujer,en especial por el derecho alaborto. Ayudaba a su realiza-ción en Francia, hasta que elaborto fue legal en su país.

—¿Hay discriminación o ma-chismo en el mundo del arte?

—La hay. No se le da el mis-mo espacio, se paga menos...Eso es una realidad. Pero nosolo en el mundo del arte. Di-cho eso, no puedo ponermecomo víctima, pues tengo unlugar tan protegido, que nopuedo quejarme.

—Este festival está dedicadoa las mujeres creadoras. ¿Quéle diría a una joven artista?

—Estamos en países dife-rentes, no puedo dar consejos.Pero para mí lo importantefue el sentido de libertad conque organicé mi vida. Pero

claro, yo tenía padres que meentendían, sabía que nuncatendría problemas para co-mer. Cuando estaba en Méxi-co, si me pasaba algo, yo sabíaque bastaba una llamada ytendría ayuda. Entonces nopuedo dar consejos, pero enmi caso, creo que la mejor de-cisión que he tomado es no te-ner hijos. Eso me dio una sen-sación única de libertad y lige-reza. Nadie depende de mí. Yopuedo desaparecer mañana.Cuando mi padre murió, yoestuve muy mal, entonces hi-ce mi maleta y me fui por tresmeses a un pueblito en el nor-te de California. Así atravesé

esta muerte que yo temía… Pe-ro si tienes una vida familiar,no puedes… No tener niñosfue una decisión complicada,porque el mundo entero quie-re que tengas hijos.

—¿Por qué?—Cada día de la vida de una

mujer alguien le pide que ten-ga hijos: ¡Es una dictadura in-creíble! Es mucho más difícilno tener niños que tener. Yono sé por qué la gente quieretanto que tengas hijos; desco-nozco si es por generosidad opor envidia, para que seas tanpoco libre como ellas. Temoque no sea siempre por gene-rosidad… Pero esto no es unaley, es mi manera. Para mí, es-ta libertad de no responsabili-zarme de otros era lo que yonecesitaba. Y si cuento cadaminuto en que me dio arre-pentimiento al ver a una fami-lia feliz, serán en total, diga-mos, ¿24 horas? Y si pongo losmomentos donde he pensado“¡Qué suerte!”, es todo el restode mi vida...

—Usted es una mujer fuerte,original, con éxito, en un mun-do donde aún hay machismo.¿Ha pagado un precio?

—No creo. Como en la vidade cada cual, hay momentos desoledad, pero no es el precio.Gente con ocho niños puedetenerlos. La soledad me gustamucho, no puedo hablar de esocomo un precio. Es un placer,casi siempre. Quizá el preciolo voy a pagar cuando tenga 80,cuando nadie se ocupe de mí.Pero no es una buena razónpara tener niños. Siempre hicelo que yo quería hacer, funcio-nó bien mi trabajo, sin locura,poco a poco, cada vez mejor.

—¿Cree que en los próximosaños se va a alcanzar la igual-dad de derechos entre hom-bres y mujeres?

—Sí, sí, creo que sí. Y van aparecer una barbaridad algu-nas cosas que pasan hoy. Unabarbaridad absoluta.

En misproyectos utilizomomentos de mivida, no todos,

pero a los que lesveo una

posibilidadartística