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ENCARTE N° 2 Emir Sader Edición venezolana Año III. Número 20. Caracas, mayo de 2010 14,00 Bs.F. F  MITOS, CONFLICTOS Y VERDADES DE LA IDENTIDAD F  P5-9 I S S N 1 8 5 6 - 9 2 7 7 Guerrillas comunicacionales: mediaciones del pueblo P3 Un juez alborotador, independiente e incorruptible Lo que hoy está en juego P10 Cómo someter las decisiones económicas al debate político La desmundialización financiera P15 La guerra de propaganda de Israel El indestructible Gran Mufti de Jerusalén P17 50 años de independencia La crisis política en Senegal P19 Senegal Una economía en medio de la tormenta P20 Trabajadores inmigrantes en China amenazados de expulsión Los africanos miran a Oriente P21 El Reino Unido da vuelta la página por Serge Halimi P23 Nuestro Bicentenario por ral cazal Hace doscientos años comen- zó la independencia en nuestra América. Aunque existen antece- dentes que tres lustros antes de 1810, en Venezuela, José Leonar- do Chirinos, zambo libre, hijo de una india y de un esclavo, se alzó con las banderas de la liber- tad y de la igualdad, conceptos que había comprendido en tie- rras haitianas. Posteriormente, Manuel Gual y José María Es- paña, comenzaron a conspirar a mediados de 1797 con el objeto de crear una República y fueron descubiertos dos años después. El destino de estos hombres fue la muerte, Chirinos terminó en la horca y su cuerpo descuartizado en 1796. España tuvo igual suerte en 1799 en Caracas, mientras que Gual muere envenenado un año después en Trinidad. El levantamiento de Caracas de 1810 dio inicio a la revolución de la independencia y al naci- miento de la “primera Repúbli- ca”. República que tan sólo duró dos años y a la que Simón Bolívar le ha de dedicar las más duras crí- ticas en lo que hoy se conoce co- mo Manifiesto de Cartagena. Ahora, ¿podemos reducir este importante acontecimiento que ha marcado a toda nuestra Amé- rica Latina hasta el presente como una simple consecuencia de las ideas libertarias emanadas de Eu- ropa o como un acontecimiento nacido en estas tierras, con ideas e ideales ajenos al resto del mundo? Los conquistadores españo- les prepararon, sin que ese fuese su objetivo, el terreno para que América Latina deviniera en una gran nación: “Esta idea se funda en un principio: Los españoles han en- gendrado en América una exten- dida Nación común. Se reconoce no sólo en el idioma compartido y la homogénea cultura impuesta, sino en la resistencia y la repulsa a un régimen que desde el co- mienzo se basó en la injusticia y el vasallaje” 1 . Esa gran nación va tomando cuerpo y hoy “... estamos ante otros desa- fíos, ante otros dilemas, más in- solubles, también estamos ante una oportunidad aquí en nuestra América del Sur, una región libre de conflictos o enfrentamientos raciales o religiosos. Al contrario, una región rica y respetuosa de la diversidad y de la pluralidad co- mo pocas, que al mismo tiempo cuenta con riquezas, con recursos naturales inconmensurables, que deberemos prepararnos para agre- garles valor y, ¿por qué no?, para defenderlos (…)” 2 Para Pedro Calzadilla, reco- nocido historiador venezolano: “Una monumental intuición geopolítica inspiró sin descanso la voluntad de Francisco de Mi- randa, aquel primer venezolano latinoamericanista, precursor e inspirador de las independencias de nuestra América. Era la certe- za de que la Revolución de Inde- pendencia en nuestro continente debía ser total y unísona; que la América sometida por España a partir del siglo XV debía liberarse de los yugos como un solo cuer- po, armado de todos sus miem- bros, como una sola respuesta coordinada ante una opresión que era la misma. […] Una cier- ta historiografía, lo leemos por allí en los libros de historia, con un espíritu poseído de un espíri- tu neocolonial y que busca hacer fiesta dentro de nuestro bicente- nario, ha querido afirmar que las independencias son una secuela o mera consecuencia de una crisis europea, desbarajuste de la mo- narquía española o el surgimiento del Estado liberal burgués.” Por cierto, sí extraña que en nuestro país, los mismos hacedo- res de “esa cierta historiografía” que desde hace unos cuantos años llenan los anaqueles de las librerías con temas donde se intenta satiri- zar la actualidad venezolana con la gesta independentista critiquen ahora la participación de la Presi- denta de Argentina como una de las oradoras de Orden en el acto conmemorativo del Bicentenario, aduciendo que en esa gesta parti- ciparon solamente los caraqueños y además de contradecirse ellos mismos, dejando pasar por alto el hecho de que “… ese 1810 tenía una América que bullía en todas partes, que había también cono- cido fuertes levantamientos de los pueblos originarios, en el Alto Perú la figura de Túpac Amaru, descuartizado (…)” 3 Cristina Fernández da “por supuesto que las ideas de Belgra- no, de Moreno, de Bernardo de Monteagudo, de Castelli y de los ideólogos, los jacobinos (…) o de las de Francisco de Miranda, eran ideas que tenían que ver con la li- bertad de nuestros pueblos ante el insoportable coloniaje al que nos sometía España” pero también considera que “… no podemos tampoco ignorar que el mundo estaba allí, que las ideas de Voltai- re, de Diderot, de Montesquieu, habían hecho nido en la cabeza de estos hombres, no para co- piarlas sino para utilizarlas como un instrumento que sirviera a sus pueblos; que de eso se tratan las ideas, instrumentos que sirvan para la liberación de los pueblos y para la construcción de socieda- des más justas y más equitativas. Si las ideas no pueden exhibir esos resultados, sólo quedan en ideología. Cuando pueden exhi- bir esos resultados se transforman en política y adquieren toda la verdadera dimensión que tienen que tener las grandes batallas cul- turales, que es, precisamente, las de transformar la historia”. Así recibimos el Bicentenario en nuestra América, dando grandes batallas de ideas para transformar la historia. Unasur, Alba, Mercosur son algunos de los medios. 1 Pedro Calzadilla, Discurso de Orden en la Asamblea Nacional de Venezuela.19 de abril de 2010 2 Cristina Fernández, presidenta de la Re- pública Argentina. Discurso de Orden en la Asamblea Nacional de Venezuela, 19 de abril de 2010. 3 Ibíd. Ilustración: Ugo Ramallo

Nuestro Bicentenario

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Raúl Cazal / Mayo de 2010

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Page 1: Nuestro Bicentenario

ENCARTE N° 2Emir Sader Edición

venezolana

Año III. Número 20. Caracas, mayo de 2010 14,00 Bs.F.

F   MITOS, CONFLICTOS Y VERDADES DE LA IDENTIDAD F   P 5 - 9

I S S N 1 8 5 6 - 9 2 7 7

Guerrillas comunicacionales: mediaciones del puebloP3

Un juez alborotador, independiente e incorruptibleLo que hoy está en juegoP10

Cómo someter las decisiones económicas al debate políticoLa desmundialización financieraP15

La guerra de propaganda de IsraelEl indestructible Gran Mufti de JerusalénP17

50 años de independenciaLa crisis política en SenegalP19

SenegalUna economía en medio de la tormentaP20

Trabajadores inmigrantes en China amenazados de expulsiónLos africanos miran a OrienteP21

El Reino Unido da vuelta la páginapor Serge HalimiP23

Nuestro Bicentenariopor ral cazal

Hace doscientos años comen-zó la independencia en nuestra América. Aunque existen antece-dentes que tres lustros antes de 1810, en Venezuela, José Leonar-do Chirinos, zambo libre, hijo de una india y de un esclavo, se alzó con las banderas de la liber-tad y de la igualdad, conceptos que había comprendido en tie-rras haitianas. Posteriormente, Manuel Gual y José María Es-paña, comenzaron a conspirar a mediados de 1797 con el objeto de crear una República y fueron descubiertos dos años después. El destino de estos hombres fue la muerte, Chirinos terminó en la horca y su cuerpo descuartizado en 1796. España tuvo igual suerte en 1799 en Caracas, mientras que Gual muere envenenado un año después en Trinidad.

El levantamiento de Caracas de 1810 dio inicio a la revolución de la independencia y al naci-miento de la “primera Repúbli-ca”. República que tan sólo duró dos años y a la que Simón Bolívar le ha de dedicar las más duras crí-ticas en lo que hoy se conoce co-mo Manifiesto de Cartagena.

Ahora, ¿podemos reducir este importante acontecimiento que ha marcado a toda nuestra Amé-rica Latina hasta el presente como una simple consecuencia de las ideas libertarias emanadas de Eu-ropa o como un acontecimiento nacido en estas tierras, con ideas e ideales ajenos al resto del mundo?

Los conquistadores españo-les prepararon, sin que ese fuese su objetivo, el terreno para que América Latina deviniera en una gran nación:

“Esta idea se funda en un principio: Los españoles han en-gendrado en América una exten-dida Nación común. Se reconoce no sólo en el idioma compartido

y la homogénea cultura impuesta, sino en la resistencia y la repulsa a un régimen que desde el co-mienzo se basó en la injusticia y el vasallaje”1.

Esa gran nación va tomando cuerpo y hoy

“... estamos ante otros desa-fíos, ante otros dilemas, más in-solubles, también estamos ante una oportunidad aquí en nuestra América del Sur, una región libre de conflictos o enfrentamientos raciales o religiosos. Al contrario, una región rica y respetuosa de la diversidad y de la pluralidad co-mo pocas, que al mismo tiempo cuenta con riquezas, con recursos naturales inconmensurables, que deberemos prepararnos para agre-garles valor y, ¿por qué no?, para defenderlos (…)”2

Para Pedro Calzadilla, reco-nocido historiador venezolano: “Una monumental intuición geopolítica inspiró sin descanso la voluntad de Francisco de Mi-randa, aquel primer venezolano latinoamericanista, precursor e inspirador de las independencias de nuestra América. Era la certe-za de que la Revolución de Inde-pendencia en nuestro continente debía ser total y unísona; que la América sometida por España a

partir del siglo XV debía liberarse de los yugos como un solo cuer-po, armado de todos sus miem-bros, como una sola respuesta coordinada ante una opresión que era la misma. […] Una cier-ta historiografía, lo leemos por allí en los libros de historia, con un espíritu poseído de un espíri-tu neocolonial y que busca hacer fiesta dentro de nuestro bicente-nario, ha querido afirmar que las independencias son una secuela o mera consecuencia de una crisis europea, desbarajuste de la mo-narquía española o el surgimiento del Estado liberal burgués.”

Por cierto, sí extraña que en nuestro país, los mismos hacedo-res de “esa cierta historiografía” que desde hace unos cuantos años llenan los anaqueles de las librerías con temas donde se intenta satiri-zar la actualidad venezolana con la gesta independentista critiquen ahora la participación de la Presi-denta de Argentina como una de las oradoras de Orden en el acto conmemorativo del Bicentenario, aduciendo que en esa gesta parti-ciparon solamente los caraqueños y además de contradecirse ellos mismos, dejando pasar por alto el hecho de que “… ese 1810 tenía una América que bullía en todas

partes, que había también cono-cido fuertes levantamientos de los pueblos originarios, en el Alto Perú la figura de Túpac Amaru, descuartizado (…)”3

Cristina Fernández da “por supuesto que las ideas de Belgra-no, de Moreno, de Bernardo de Monteagudo, de Castelli y de los ideólogos, los jacobinos (…) o de las de Francisco de Miranda, eran ideas que tenían que ver con la li-bertad de nuestros pueblos ante el insoportable coloniaje al que nos sometía España” pero también considera que “… no podemos tampoco ignorar que el mundo estaba allí, que las ideas de Voltai-re, de Diderot, de Montesquieu, habían hecho nido en la cabeza de estos hombres, no para co-piarlas sino para utilizarlas como un instrumento que sirviera a sus pueblos; que de eso se tratan las ideas, instrumentos que sirvan para la liberación de los pueblos y para la construcción de socieda-des más justas y más equitativas. Si las ideas no pueden exhibir esos resultados, sólo quedan en ideología. Cuando pueden exhi-bir esos resultados se transforman en política y adquieren toda la verdadera dimensión que tienen que tener las grandes batallas cul-turales, que es, precisamente, las de transformar la historia”.

Así recibimos el Bicentenario en nuestra América, dando grandes batallas de ideas para transformar la historia. Unasur, Alba, Mercosur son algunos de los medios.

1 Pedro Calzadilla, Discurso de Orden en la Asamblea Nacional de Venezuela.19 de abril de 2010

2 Cristina Fernández, presidenta de la Re-pública Argentina. Discurso de Orden en la Asamblea Nacional de Venezuela, 19 de abril de 2010.

3 Ibíd.

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2 Caracas, mayo de 2010 LE MONDE diplomatique «el Dipló »

Edición venezolanamayo de 2010

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El juego democráticoen Venezuela

por ral cazal

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En estos últimos cuatro años la oposición venezolana, desde todos sus espacios políticos (par-tidos, medios de comunicación, instituciones eclesiáticas), ha criticado el hecho de que el par-lamento nacional tenga una sola voz y un solo color. Pero ¿por qué la conformación del parlamento es así? Como muchos sufren de amnesia, es necesario recordar qué actos llevaron a esta situación.

En 2005 se realizaron las úl-timas elecciones parlamentarias en Venezuela donde se escogie-ron 167 diputados. Para esta contienda electoral, la oposición política exigió al Consejo Nacio-nal Electoral (CNE) el retiro de los cuadernos electrónicos y las máquinas captahuella porque su-puestamente violaban el secreto del voto. También solicitaron au-ditar el 45 por ciento de las má-quinas electrónicas de votación luego de las elecciones, cuando sólo estaba planteado auditar el 10 por ciento. El CNE aceptó to-das estas exigencias, sin embargo poco antes de los comicios y para sorpresa de sus seguidores, los di-rigentes de la oposición renuncia-ron a participar en la elección que se llevó a cabo el 4 de diciembre.

Después de este grave error político, se sucedieron varias elec-ciones y referenda. Entre ellas las presidenciales en 2006, en donde Hugo Chávez logra la reelección con una votación histórica: 7 mi-llones 309 mil 80 votos que re-presentó el 62, 84 por ciento de

los votantes.Dos años después, tras las

elecciones para alcaldes y gober-nadores en 2008, el candidato de la oposición para Alcalde Mayor de Caracas, Antonio Ledezma, una vez que conocieron los resul-tados que le daba la victoria, en su primera alocución a la prensa declaró –palabras más, palabras menos– que “ya estaba bueno de tanta elegidera, que la gente esta-ba cansada de elecciones.”

Muy a pesar de Ledezma, se organizan las próximas elecciones parlamentarias a realizarse el 26 de septiembre próximo.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) se prepara para elegir a sus candidatos median-te unas primarias. En la primera semana del pasado mes de marzo se autopostularon 3 mil 952 mi-litantes para las 87 circunscrip-ciones del país. La campaña para la elección de los candidatos co-menzará el 24 de abril y culmina-rá 14 de mayo, posteriormente, el 16 de mayo, se realizarán los co-micios internos por la base.

Por su parte, la estrategia de la oposición es la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que hasta ahora ha decido ir a primarias en tan sólo 22 circuitos y quienes de-cidan participar deben pagar para ser precandidatos. El monto de este pago dependerá de la canti-dad de mesas de votación que ne-cesite cada precandidato por cada circuito.

Las expectativas que levanta

esta elección para la oposición, tienen su base principalmente en el supuesto declive de la populari-dad del presidente Chávez, esto es repetido a través de los medios de comunicación desde que empe-zó este año 2010, una de las fra-ses publicitarias favoritas es “Tas ponchao”, por ejemplo.

También sus esperanzas están puestas en el supuesto resquebra-jamiento interno que existe en el Psuv, debido a la reciente deser-ción del gobernador del estado Lara, Henri Falcón, de las filas del PSUV para incorporarse al de Pa-tria Para Todos (PPT).

En el caso de Falcón, que ganó la gobernación del estado Lara en los comicios de 2008, los medios de comunicación enfatizan que éste ganó por propios méritos es-tas elecciones, méritos que sin du-da los tuvo como alcalde, pero los datos refieren que la militancia del Psuv y simpatizantes del presiden-te Chávez ayudaron con un 72 por ciento al marcar, en el momento de votar, la tarjeta del Psuv.

Todo este panorama es el jue-go preelectoral democrático que se vive en Venezuela, habrá que espe-rar hasta el 26 de septiembre pero lo que se puede adelantar, después de todo lo descrito, es que lo que pasa en el país es bastante distante de lo que remite a una dictadura, a pesar de los esfuerzos de los me-dios de comunicación por querer forjar esa imagen del gobierno pa-ra consumo de la opinión pública nacional e internacional.

Reproducimos nuevamente el editorial de Raúl Cazal, porque por un error involuntario en el número anterior, abril de 2010, se eliminaron los últimos párrafos, lo que atentaba contra el contenido del artículo. Pedimos disculpas a nuestros lectores por esa omisión y los invitamos a leer nuevamente el texto.

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3Caracas, mayo de 2010LE MONDE diplomatique «el Dipló »

ILa batalla del mundo actual,

esa eterna tensión entre opreso-res y oprimidos, explotadores y explotados, dominadores y domi-nados, tiene su terreno más fértil, más fecundo, en la lucha de las ideas: lo cultural. Desde la con-formación del Estado Moderno como instrumento de hegemonía, las diferencias locales y regionales fueron absorbidas por un nuevo sistema de organización. Martín-Barbero establece como pilares de esta institucionalidad dos ejes: In-tegración Horizontal, en el cual “el Estado que se gesta muestra pro-gresivamente su incompatibilidad con una sociedad polisegmentaria (…) Los fueros y particularida-des regionales, en que se expresan las diferencias culturales, se con-vierten en obstáculos a la unidad nacional que sustenta al poder estatal” (1998). La hegemonía naciente con el Estado-Nación burgués, se valió de la supresión de la tradición de lo local para edificar una nueva identidad ba-sada en la centralización política y la unificación cultural. Por otra parte la Integración Vertical don-de “cada sujeto es desligado de la solidaridad grupal y religado a la autoridad central. Desligamiento que al romper la sujeción al grupo ‘liberaba’ a cada individuo convir-tiéndolo en mano de obra libre, esto es, disponible para el mercado labo-ral” (Ibíd. Subrayado nuestro). La idea de la forma de producción que acompaña la génesis del Esta-do Moderno es fundamental a la hora de entender las dinámicas de

lucha de las sociedades contem-poráneas.

El sistema capitalista de pro-ducción basa su constante cre-cimiento en la explotación y alienación del hombre. Un pe-queño grupo se adueña de los medios de producción, genera y acumula riquezas a partir del trabajo asalariado de la gran ma-yoría. La clase dominada vende su fuerza de trabajo de manera “voluntaria”, de modo que el es-tado se reviste de una aparente libertad que demarca la inclusión o no al sistema, asumiendo que el que no pueda acceder a lo ma-terial padece de mala suerte o de falta de pericia, pero ha sido libre. “Morirse de hambre o ser explotado” es la rúbrica en letras pequeñas que encierra la libertad del estado burgués. Este proceso económico tiene su sedimenta-ción en un entramado político y cultural que legitima el sistema de explotación en sí. Los teóricos de Frankfurt, Adorno y Horkhe-imer, hablan de “Unidad de Sis-tema”. El capitalismo ha tratado de hacernos ver que una cosa es el trabajo y otra muy distinta es el ocio, sin embargo, de acuerdo a la teoría de la “Unidad de Sistema” estos dos dispositivos trabajan articuladamente haciendo que el entretenimiento, la información y demás artilugios para satisfacer el supuesto “tiempo libre”, no sean más que un mecanismo para el adormecimiento de la sociedad y su capacidad subversiva.

Una de las principales victorias de la clase hegemónica burguesa

Guerrillas comunicacionales: mediaciones del pueblo

por colectivo nuestroamericano al primera

radica en conseguir que los domi-nados asuman los códigos cultu-rales de la élite como propios. La concepción de un sistema-mundo basado en las relaciones de des-igualdad como destino natural e irremediable de la clase oprimida es el guión que imparten las ins-tituciones del poder tradiciona-les: la escuela, la iglesia y, sobre todo hoy en día, los medios de comunicación de masa. Saberes y prácticas culturales son elementos constitutivos del poder. El carác-ter político de la cultura radica en su estrecha relación con los mecanismos de dominación. La lucha de los discursos, el poder del saber que se instituye y autori-za, en suma: “la voluntad de ver-dad como prodigiosa maquinaria destinada a excluir”, funciona de báscula legitimadora de un orden particular, que naturaliza en los sujetos la aceptación de su reali-dad social y subjetiva (Foucault, 1996). Entendido esto, queda claro que la noción de hegemo-nía reposa sobre la compartición de los códigos que la generan. En este sentido la ruptura del orden hegemónico capitalista, por parte de las clases oprimidas, pasa nece-sariamente por una respuesta cul-tural. Es un ejercicio dialéctico: es impensable una revolución políti-ca que no sea concebida desde lo cultural, así como tampoco existe la posibilidad de una transforma-ción cultural que sea ajena a la política.

IIEl concepto de resistencia es

inherente a los grupos oprimi-dos. Los factores hegemónicos de dominación encuentran réplicas desde el seno mismo de su diná-mica excluyente. Los “otros”, los dominados y explotados, suelen rebelarse continuamente ante la situación de vejación que los em-barga. Pero esta rebelión se da en condiciones de profunda diferen-cia en la capacidad de acción: la lucha nunca es igual. Es por ello que los sujetos oprimidos buscan formas alternativas de lucha para contrarrestar la fuerza totalitaria del bloque hegemónico dominan-te. En el plano de la comunica-ción, los massmedia han asumido la bandera cultural de la domina-ción. Su estrecha relación con la clase política y económica con-solida la noción de esta “Unidad de Sistema”. Y es en este enfrenta-miento que nace la necesidad de buscar mecanismos que, desde la asimetría del poder, rompan con la situación de pasividad a la que ha sido arrojado el sujeto, para que se convierta en protagonista de su emancipación desde la cons-trucción de un discurso propio y, de ser necesario, contraofensivo.

El término “guerrilla comuni-cacional” fue acuñado por prime-ra vez por el académico italiano Umberto Eco, refiriéndose a la única vía posible para escapar del carácter omnímodo y alienante de los medios de comunicación. Ante la supremacía del poder de los medios, Eco propone una ac-ción para transformar a los recep-tores en actores que controlen las posibilidades de la interpretación

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4 Caracas, mayo de 2010 LE MONDE diplomatique «el Dipló »DERECHOS HUMANOS PASADO Y PRESENTE

de los mensajes mediáticos: “El universo de la comunicación tec-nológica sería entonces atravesado por grupos guerrilleros de la comu-nicación, que reintroducirían una dimensión crítica en la recepción pasiva” (1987. Subrayado nues-tro). El término guerrilla alude a la formación de resistencias alter-nativas ante un poder absolutista y despótico, que en este caso no es otro que el de los medios masivos que transmiten mensajes teñidos de intereses políticos, económicos e ideológicos en toda la población receptora.

La guerrilla comunicacional, como dispositivo contrahegemó-nico, rompe con los códigos y los valores de la comunicación que nos ha vendido el capitalismo. Cambia los valores monológicos, impositivos y unidireccionales so-bre los que está basado este mo-delo de comunicación capitalista y propone la expresión libertaria y diversa de las voces y los men-sajes de un colectivo que, hasta el presente, sólo había visto en esta ventana de la comunicación una representación que de sí mismo les vendía la élite detentora de los medios de producción y comuni-cación. El ejemplo por antonoma-sia es la telenovela como género harto difundido y promovido por los medios, género que se basa en un juego de roles bien delimita-dos a partir de las clases sociales, representadas mediante el melo-drama y la repetición. Mención especial merecen las estrategias de información que los noticieros tradicionales esgrimen para impo-ner su noción de verdad, una ver-dad teñida de manipulación que obedece a los intereses inherentes de la clase dominante.

La guerrilla comunicacional combate desde el día a día de la gente estos discursos que la hege-

monía mediática ha inoculado en la cotidianidad. El protagonismo de las clases subalternas, no ya re-presentadas por estilizados actores de la pantalla chica, se manifies-ta en la toma del control directo y actuante sobre la realidad. Las expresiones de descontento, las denuncias, las iniciativas creativas de consignas o pintas, la partici-pación y creación de radios y tele-visoras, la producción de guiones y programas que expresen un sí mismo colectivo y polifónico, son algunas de las acciones que avan-za la contraofensiva comunicacio-nal. Guerrillas, sí, por asimetricas, resistentes y movilizadas. No se concibe la comunicación como un centro de poder que irradia verdades, sino como focos múlti-ples de discursos latentes y agen-tes de cambio, desde la asunción de lo local y lo propio como dis-positivo transformador.

Las relaciones de poder que la transmisión de signos y códigos desde los medios ha naturalizado como únicas, son ahora relativi-zadas y superadas. El uso de los medios como fin en sí mismo para ser y decir “la verdad” reve-lada por los dueños del poder, la concepción manida “el medio es el mensaje”, se vuelca a su real y necesario cambio: el medio como un medio, medio de transforma-ción, de resolución de problemas, de crecimiento y solidez colectiva. La disputa por los sentidos se bate entonces desde las identidades en pugna de los grupos dominados, que buscan hacerse desde el decir-se, sin mediaciones ajenas al en-tramado cotidiano y comunitario de la realidad social. Los medios como transformadores permiten rescatar la realidad como verdad a construir y mejorar, y no más co-mo una representación artificiosa, consumible y comerciable sin de-

recho a cambio ni devolución.

IIIEn Venezuela la noción de

guerrilla comunicacional es un concepto que se ha empleado en la práctica desde hace más de veinte años. La mediación que ha logrado generar la población, el entendimiento de los códigos generados por los medios de co-municación de la oligarquía, es el principio sobre el cual se basa la primera fase de este combate. Esta situación debemos valorarla aún más desde la desigualdad y la indefensión a la que había si-do sometido el pueblo frente a la televisión, principal exponente de esta arremetida uniformadora del capitalismo. En el caso de la fami-lia, el sistema que arroja a madres y padres al trabajo constante pa-ra poder llevar sustento al hogar, arroja a los niños a la “niñera ca-tódica”. Los niños venezolanos pasan mucho más tiempo frente a la televisión que en las aulas de clases o recibiendo educación fa-miliar. Esa “Unidad de Sistema” funciona a la perfección explo-tando y alienando con precisión suiza.

La necesidad de entender la dinámica de asimilación de los mensajes y producir alternativas desató en el país una gran escue-la práctica que transgredió la vo-luntad dominante, y abrió una senda de libertad en la sociedad organizada. La guerrilla comuni-cacional se instauró en Venezue-la desde hace mucho tiempo en la voluntad de organización y de resistencia estoica del pueblo ante la arremetida del aparato de vio-lencia cultural que planteaba la hegemonía de turno.

Lejos de promover la violen-cia, el plan piloto de Guerrillas Comunicacionales, recientemente

creado por el Gobierno del Distri-to Capital de Venezuela, consiste en la implementación de un plan de formación en las áreas de video y televisión, radio y producción de contenidos sonoros, comuni-cación visual, web, multimedia y periodismo popular, dirigidos a grupos de jóvenes que de mane-ra voluntaria decidan participar. La politización de los jóvenes es temida por los dueños del poder comunicacional, pues se avizora contestataria y rebelde, cualidad que se han encargado de cercenar y simplificar al máximo a través de su programación. Las Guerri-llas Comunicacionales usan como “armas”: lápices, pinturas, cámaras y grabadoras, partiendo de las ex-periencias urbanas que se vienen dando en las diferentes ciudades de Venezuela. El gobierno plantea articular estas experiencias con las necesidades para su organización y permanencia.

Desde el inicio del gobierno bolivariano, los medios privados de comunicación, luego de que les fuera negada la acostumbra-da cuota de poder delgada desde el Estado a sus oficinas por los presidentes anteriores, se empeci-naron en orquestar una campaña política de desprestigio y combate abierto al gobierno. Suplieron así a los ya estertóreos partidos polí-ticos de derecha, para generar un sistema de ataques basados en la manipulación reiterada y exten-dida en prensa, radio y televisión, valiéndose de los monopolios mediáticos (y de producción en general de la “representación de la realidad”) de unas cuantas fami-lias. En el año 2002, con el apoyo permanente del gobierno estado-unidense de turno, efectuaron un fallido golpe de estado mediáti-co. Lo ocurrido en abril de 2002 constituye un pasaje indeleble en

la historia de la guerra de cuarta generación en América Latina. La convocatoria al enfrentamiento civil, la posterior descontextua-lización de imágenes y sonidos para inculpar a sectores asociados al gobierno y el ocultamiento de-liberado de situaciones de resis-tencia popular, fueron algunas de las tácticas esgrimidas por los medios. Al cierre del canal del Estado por líderes golpistas, sólo las radios, televisoras y periódicos comunitarios pudieron transmitir la realidad de lo que estaba pa-sando en el país. Por supuesto, en el exterior la “verdad” de los medios privados nacionales era la que reverberaba. No olvidemos que funcionan como apéndices de una maquinaria trasnacional ideológica de mercado.

¿Cómo hacer frente a este aparato aniquilador de sentidos? ¿Cómo defender la multiplici-dad de voces de la máquina del capital? Las luchas de resistencia deben ser comunicacionales, sim-bólicas, culturales. Los pueblos organizados, movilizados y aten-tos a los cambios son un arma en sí misma. Protagonistas y usua-rios de los medios, no ya cifras ni consumidores. La guerrilla co-municacional ejerce la agencia del oprimido que se dice, desde su lugar de vida, desde su subjetivi-dad liberada y desde su concien-cia social.

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