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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA: ACAPARAMIENTO DE TIERRAS EN COLOMBIA Monografía de grado presentada por: Sergio Carvajal Gallego 201213053 Director de tesis: Carlos A. Brando Lector: Luis Sánchez-Ayala Bogotá D.C., diciembre 2016

NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

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Page 1: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Ciencia Política

NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA:

ACAPARAMIENTO DE TIERRAS EN COLOMBIA

Monografía de grado presentada por:

Sergio Carvajal Gallego

201213053

Director de tesis:

Carlos A. Brando

Lector:

Luis Sánchez-Ayala

Bogotá D.C., diciembre 2016

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2  

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN 3 CAPÍTULO I EL DEBATE INTERNACIONAL SOBRE LAND GRABBING 6 El ‘literature rush’ y las distintas etapas del debate 6 Hacia una definición más integral para América Latina y Colombia 9 CAPÍTULO II UNA MIRADA HISTÓRICA AL CONTROL SOBRE LA TIERRA EN COLOMBIA: PERIODOS Y TRANSFORMACIONES 14 Primer periodo: 1820 – 1944 15 Segundo periodo: 1944 - 1968 22 Tercer periodo: 1968 - 1984 29 Cuarto periodo: 1984 – 2016 36 CAPÍTULO III ACAPARAMIENTO DE TIERRAS EN COLOMBIA: UNA MIRADA A LAS DINÁMICAS REGIONALES CONTEMPORÁNEAS 42 Altillanura (Meta y Vichada) 43 Curvaradó y Jiguamiandó (Chocó) 45 Montes de María (Bolivar y Sucre) 47 Piedemonte (Meta) 48 Urabá (Antioquia) 49 Zona Bananera (Magdalena) 51 Bajo Río Mira (Nariño) 52 Colombia 53 Tendencias generales 55 CAPÍTULO IV CONCLUSIONES, REFLEXIONES FINALES Y RECOMENDACIONES 59 BIBLIOGRAFÍA 62 APÉNDICE A. METODOLOGÍA Y RESULTADOS DE LA REVISIÓN DE LITERATURA SOBRE ACAPARAMIENTO DE TIERRAS 73

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3  

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, el fenómeno denominado ‘land grabbing’ o acaparamiento de

tierras, ha recibido atención de académicos, organizaciones no gubernamentales y

movimientos sociales que denuncian los impactos negativos de este fenómeno en la

población rural más pobre. De otro lado, organizaciones internacionales, gobiernos y

empresas agroindustriales rechazan el sesgo populista e ideologizado que según ellos hay

en dicho concepto, a la vez que pregonan la necesidad de desarrollar las sociedades agrarias

a través de grandes inversiones en tierras y mega proyectos productivos agrícolas. En lo

que coinciden ambos sectores, es en que el problema de la tierra ha vuelto a adquirir

relevancia política y social en el marco de las recientes dinámicas del capitalismo

globalizado.

El acaparamiento de tierras se ha vuelto un fenómeno social relevante en la mayoría de

países con entornos rurales en desarrollo. En Colombia, uno de los 7 países del mundo entre

los que se cree que se distribuye la mitad de la tierra disponible para la agricultura (Fischer, van

Velthuizen, Shah, y Nachtergaele, 2002), el fenómeno también ha despertado inquietudes que

la investigación social ha ido abordando paulatinamente.

El presente estudio aborda la pregunta por las formas que reviste el acaparamiento de

tierras en Colombia, insistiendo en sus particularidades como forma contemporánea de

control sobre la tierra y las relaciones sociales asociadas. Situando algunos aspectos del

control sobre la tierra en un marco histórico, se investigan la dimensiones políticas de las

transformaciones agrarias que el país ha experimentado desde el siglo XIX. Identificando

las diferencias en los procesos, los mecanismos y las características con las que se da el

acaparamiento de tierras contemporáneo en distintas regiones del país, se ofrece un

panorama general sobre los rasgos del proceso, y se sugieren trayectorias sugestivas de

investigación.

Explorar miradas frescas sobre el problema de la tierra es naturalmente importante en un

país como Colombia, en el que una significativa porción de la población habita el campo.

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4  

Según el Informe de Desarrollo Humano de PNUD para 2011, cerca del 31,6% de la

población habitaba en municipios de carácter rural, y estos a su vez, ocupaban más del 90%

de la superficie del país (PNUD, 2011). Pero la pertinencia de estas miradas es aún mayor

cuando se tiene en cuenta que el éxito del proceso de paz que atraviesa el país actualmente,

depende de las transformaciones que efectivamente se logren en el campo; escenario

predilecto del conflicto armado. Se espera que este estudio nutra las consideraciones que se

hagan sobre el punto de “Reforma Rural Integral” del Acuerdo Final para la Terminación

del Conflicto, aunque no se encuentre en él un comentario puntual sobre su contenido.

Arrojando luz sobre las distintas dimensiones del control sobre la tierra, se espera

contribuir, así sea subsidariamente, al denso trabajo de caracterización de los nuevos

conflictos que acompañan las más recientes transformaciones de la sociedad.

El estudio está organizado en cuatro capítulos además de esta introducción. El primero

estudia la trayectoria del concepto de ‘acaparamiento de tierras’ a la luz de las

discusiones más relevantes que se han dado sobre él en la literatura internacional. De esta

manera, se ofrece una definición del concepto estudiado y se describen sus características

fundamentales. La definición atiende a las particularidades históricas del fenómeno en

Colombia, y destaca su carácter relacional e inherentemente político.

El segundo capítulo revisita la historia agraria de Colombia desde la Independencia hasta

nuestros días, explorando las transformaciones del control sobre la tierra. Este trabajo de

contextualización histórica permite hacer énfasis en los rasgos distintivos de cuatro

periodos diferentes. El acaparamiento contemporáneo de tierras se comprende así como una

forma particular de control sobre la tierra, que se enmarca en los procesos más amplios de

transformación que tienen ocurrencia en el último periodo.

El tercer capítulo presenta una síntesis de la literatura sobre acaparamiento de tierras en

Colombia, organizada temáticamente según las regiones estudiadas por cada texto. Se llama

la atención sobre los rasgos comunes del proceso, y sobre los silencios que aún existen en

el campo de estudio. Finalmente, en el cuarto capítulo se ofrecen algunas consideraciones

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5  

concluyentes, y se esbozan algunas recomendaciones orientadas a definir una futura agenda

de investigación.

Parte integral de este trabajo es una matriz de análisis realizada en Excel que se encuentra

en el Apéndice A. En ella está consignada de manera sucinta y organizada la evidencia

recolectada en el ejercicio de revisión de literatura del tercer capítulo. Se espera que dicha

matriz cumpla un doble propósito. En primer lugar, ilustrar el proceso de análisis y

organización de la información según los conceptos y categorías propios del campo de

estudio de acaparamiento de tierras. Y en segundo lugar, se espera que pueda constituir un

aporte como herramienta metodológica para la construcción de conocimiento en esta área.

Page 6: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

6  

CAPÍTULO I

EL DEBATE INTERNACIONAL SOBRE LAND GRABBING

Este capítulo estudia la trayectoria del concepto de acaparamiento de tierras a través de las

discusiones que se han dado sobre él en la literatura internacional. En primer lugar, se

examina la emergencia del debate, y se muestran los aportes que enfatizaron los rasgos más

relevantes y novedosos del fenómeno. Posteriormente, se presenta la definición elaborada

por Borras, Kay, Franco y Spoor (2012) para estudiar el fenómeno en América Latina, y se

hace énfasis en sus aportes analíticos. Finalmente, se discute esta definición con el fin de

adecuar el rango temporal de análisis a las particularidades del caso colombiano.

El ‘literature rush’ y las distintas etapas del debate

Algunos meses después de la crisis financiera del 2008, la noticia de transacciones de tierra

de más de 1 millón de hectáreas entre agentes estatales de distintos países encabezaron los

titulares de prestigiosos medios de comunicación internacionales (The New York Times:

Rice, 2009; The Economist, 2011). Las alarmas se dispararon luego de que ONG

internacionales como GRAIN (2008) y Oxfam (2011) denunciaran públicamente una serie

de grandes compras de tierra en África. Las transacciones tendrían como objetivo la

producción de alimentos y biocombustibles en territorios supuestamente vacíos. El ‘global

land rush’ despertó temores por los impactos que estas dinámicas podían tener sobre los

pobladores rurales más pobres, y sobre la soberanía alimentaria de los países afectados. El

‘boom’ mediático llevó a numerosos académicos, organizaciones internacionales, grupos

empresariales, instituciones financieras internacionales, y otras ONG a centrar su atención

en comprender este fenómeno.

Rápidamente se reconoció que no se daba solo en África, sino también en Asia, América

Latina y algunas ex repúblicas soviéticas, y que además, la tierra adquirida se destinaba a la

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también al desarrollo de zonas de urbanización, ecoturismo, y de reserva ecológica

(Zoomers, 2010). El fenómeno, ahora bautizado como ‘land grabbing’ -o acaparamiento de

tierras-, ayudó a refrescar y comunicar reflexiones de campos tan diversos como la ecología

política, la geografía, la historia agraria, la economía política internacional, la ciencia

política, la sociología, los estudios del desarrollo y las ciencias agrícolas.

El ‘literature rush’ sobre acaparamiento de tierras, como lo denominó Oya (2013a y b),

tomó su forma inicial a través de una gran variedad de estudios de caso que buscaban

identificar la escala, los motivos, y los procesos que caracterizaban el fenómeno en lugares

específicos. Esta fase, denominada por algunos como de “making-sense” o de

reconocimiento, tuvo lugar entre 2007 y 2012, y permitió la recolección de información

valiosa a través de acercamientos investigativos rápidos y de etnografías breves (Edelman,

Oya y Borras, 2013). Los efectos negativos denunciados -entre los que se destacaba el

(potencial) desplazamiento de poblaciones-, volvieron urgente una agenda de investigación

sobre el tema que fue acogida con igual entusiasmo por movimientos sociales y por

académicos. En muchos casos, se buscó dar relevancia a las investigaciones a través de la

cuantificación de los tratos de tierras en cuestión. Fue así que surgieron iniciativas como

Land Matrix, o la base de datos de GRAIN: grandes bancos de datos interactivos a los que

personas particulares podían aportar, y en los que se reportaba principalmente el tamaño de

las tierras negociadas.

Una segunda ola de investigaciones complejizó el panorama y problematizó los

presupuestos de la primera. Marc Edelman y Carlos Oya, por ejemplo, llamaron la atención

sobre cuestiones metodológicas evadidas muchas veces en los ejercicios de cuantificación

mencionados anteriormente. Edelman (2013) por su parte, advirtió sobre las dificultades

que entraña toda cuantificación de tierra, señalando que muchas veces el origen de las

cifras son los registros incompletos o defectuosos del Estado (en contextos de gran

informalidad en la tenencia de la tierra), o las declaraciones de los propietarios (que tienden

a ser inferiores con el fin de reducir la carga fiscal). Oya (2013b) en cambio, señaló que las

cuantificaciones realizadas con base en reportes periodísticos, podían padecer del síndrome

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de la falsa precisión, en tanto presentaban como verdadera información que no había sido

confirmada.

Ambos denunciaron una suerte de “fetichización de las hectáreas”, refiriéndose con ello a

la obsesión de muchas publicaciones de esta primera etapa con estudiar compras

escandalosamente grandes en términos de la extensión de la tierra negociada. Entre mayor

fuera la cantidad de hectáreas reportadas, mayor notoriedad adquiría el caso. El problema

radicaba en que esto podría llevar a los investigadores a ignorar cuestiones críticas del

fenómeno y quizás con mayor relevancia, como la escala del capital invertido, las

características de la tierra en cuestión, o las relaciones que tienen los pobladores locales con

ella.

“De seguro que una granja de tamaño medio con irrigación y dedicada a la cosecha de

productos con alto valor agregado, o una concesión minera de igual tamaño dedicada a la

extracción de un metal raro, es mucho más valiosa que una plantación de árboles de mayor

tamaño, o que una extensión enorme de pastos semi-áridos” (Edelman, 2013, p. 497)

Otra discusión tuvo que ver con la necesidad de dar una perspectiva histórica más amplia al

estudio del acaparamiento de tierras. El énfasis que se le dio durante el “literature rush” a

la narrativa de la crisis del 2008 como causa primordial del fenómeno, dejó en boca de

algunos analistas, un sabor determinista que terminaba por presentarlo como un proceso

inevitable, impersonal y motivado por fuerzas globales incontrolables (Borras, Kay, et al.,

2012; Edelman y León, 2014). Consecuentemente, la gran narrativa de la crisis restaba

importancia a las dinámicas regionales que tenían lugar con anterioridad al acaparamiento.

Por el contrario, ubicar los procesos en sus contextos locales no solo permitiría comprender

mejor su respectiva especificidad, sino que también ubicaría los procesos en un escenario

de confrontación entre distintos grupos sociales por los beneficios derivados del control

sobre la tierra. De esta manera, el land grabbing deja de ser percibido como el plan maestro

de unas oscuras fuerzas transnacionales que operan sobre lugares vacíos, y pasa a ser

estudiado con relación a las interacciones concretas e históricas que se dan en los territorios

(Edelman y León, 2014).

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Una tercera discusión que se dio tenía que ver con la necesidad de ampliar el repertorio de

preguntas y perspectivas desde el que se investiga el fenómeno, con el fin de dar mayor

alcance o trascendencia a su estudio. Mientras que una gran cantidad de textos de la etapa

de reconocimiento se enfocó en cuantificar la tierra negociada, o en denunciar los

desplazamientos provocados, otros investigadores han subrayado la relevancia de

comprender cómo se transforman las vidas de los habitantes que permanecen en los

territorios y que son vinculados a los nuevos procesos productivos. En esta línea, Tania Li

sostuvo que la transformación de los regímenes laborales debía ser estudiada más a fondo

(Li, 2011).

También fue destacada la utilidad del debate sobre land grabbing para reformular

cuestiones clásicas de la economía política agraria, como aquellas que se refieren al debate

entre granjas pequeñas y granjas grandes (Baglioni y Gibbon 2013), a la naturaleza de la

transformación agraria a través de procesos de desposesión (Hall, 2013), a las relaciones de

poder que se establecen alrededor del control sobre la tierra y otros recursos (Peluso y Lund

2011), o a la configuración de reacciones desde abajo a estos procesos y su capacidad de

influencia (Hall, Edelman, Borras, Scoones, White, y Wolford, 2015). En síntesis, se puede

decir que la nueva etapa de reflexión sobre el acaparamiento de tierras ha avanzado en el

estudio del fenómeno desde una perspectiva relacional, es decir, haciendo énfasis en la

relevancia política y social del control sobre la tierra, más que en el recurso en sí.

Hacia una definición más integral para América Latina y Colombia

La pregunta por la manera en que el acaparamiento de tierras estaba sucediendo en

América Latina fue abordada por académicos y activistas en diversos medios. El informe de

la FAO titulado “Dinámicas del mercado de tierras en América Latina y el Caribe:

Concentración y extranjerización” coordinado por el chileno Sergio Gómez, se destacó

como una contribución fundacional al debate en la región. La compilación contenía

monografías que estudiaban a partir de fuentes secundarias las dinámicas de concentración

de tierras del último quinquenio en 17 países de América Latina y el Caribe. Se

preguntaban en particular, por la presencia y prominencia del fenómeno de land grabbing,

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definido como “transacciones de tierras mayores a 1000 ha […]; en las que participa el

Gobierno directamente de una de las partes; el comprador es extranjero; y su destino es la

producción de alimentos básicos, materias primas para agrocombustibles, ganadería o

monocultivos”. Ciñéndose a esta definición, el estudio concluyó que el land grabbing se

encontraba en una etapa inicial en América Latina, y que sólo se presentaba realmente en

Argentina y Brasil.

El informe motivó una discusión más amplia sobre el tema en América Latina. La

evidencia recolectada para los distintos países fue la base sobre la que se elaboró una serie

de reflexiones más profundas que se alimentaron de las discusiones dadas en la literatura

especializada. Dos asuntos fueron contundentemente cuestionados: el énfasis que el

informe había dado a la participación de extranjeros (‘extranjerización de la tierra’), y la

enorme cantidad de hectáreas que tenían que negociarse para que la operación fuera

considerada ‘acaparamiento’. Numerosos investigadores señalaron que tanto en África

(Smalley y Corbera, 2012), como en América Latina (Borras, Kay, Gómez, y Spoor, 2012),

el énfasis en los actores extranjeros podía ocultar casos de acaparamiento en los que la

participación de las élites locales y de los Estados domésticos era fundamental. De igual

manera, el planteamiento de Marc Edelman sobre la “fetichización de las hectáreas”

contribuyó a cuestionar las perspectivas demasiado concentradas en la escala geográfica del

fenómeno.

Poniendo en diálogo los resultados del informe de la FAO, con las críticas que la literatura

académica sobre land grabbing había hecho a los supuestos iniciales del debate, Borras,

Kay, Gómez, Franco y Spoor (2012) propusieron una definición más amplia del concepto,

con el fin de que este pudiera captar mejor las características regionales del fenómeno. Su

definición consta de tres elementos interconectados que ofrecen un marco teórico mucho

más sólido que el utilizado por el informe de la FAO.

En primer lugar, el concepto de acaparamiento de tierras describe una operación de

control, entendiendo por ello, un conjunto de prácticas que establecen formas específicas

de acceso o exclusión a los beneficios derivados de la tierra (Borras, Kay, Gómez, y Spoor,

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11  

2012). Definido en términos de control, el concepto puede describir procesos de

acumulación de capital y de dominación política que no están asociados necesariamente a

transacciones de los derechos de propiedad sobre la tierra (Peluso y Lund, 2011). Las

empresas involucradas en este tipo de operaciones pueden recurrir, por ejemplo, a figuras

jurídicas como el arrendamiento, el ‘leasing’, o las ‘alianzas productivas’, que aunque

aseguran el control sobre la tierra y los beneficios de su explotación por largos periodos de

tiempo, no implican necesariamente una transferencia formal de los títulos de propiedad, ni

la expulsión de los propietarios originales.

En otras palabras, una mirada desde la perspectiva del control presta atención al conjunto

de mecanismos (además de los derechos de propiedad) que definen cómo se distribuyen los

beneficios derivados de la tierra. Por ello mismo, se puede hacer hincapié en la dimensión

interrelacional de la tierra, es decir, en el conjunto de relaciones sociales que se transforman

cuando el control sobre el espacio pasa de un agente a otro. A medida que cambian los usos

de la tierra, o la dinámica organizativa de los procesos productivos, por ejemplo, se

transforman también las relaciones de poder entre quienes tienen que ver con la tierra. En

este sentido, es importante tener presente que al estudiar este fenómeno, se estudian

siempre procesos de territorialización, es decir, procesos en los que espacios determinados

son dotados de significados, según la interacción de ciertas relaciones de poder que se dan

en ellos (Delaney, 2005, p. 16). El estudio del acaparamiento implica siempre una mirada a

la dimensión política y social del control sobre la tierra.

En segundo lugar, el acaparamiento de tierras presta atención a la escala de los fenómenos

de control de la tierra, concentrándose sobre todo, en la escala del capital involucrado.

Aunque también considera la cantidad de tierra que es objeto de control, el énfasis en el

capital busca evitar concepciones abstractas del espacio en las que se asume que un número

determinado de hectáreas, representan lo mismo en un lugar y en otro, y que además su

control tiene el mismo impacto (Borras, Kay, Gómez, y Spoor, 2012, p. 850). Por otro lado,

al enfocarse en la escala del capital, el concepto busca capturar la economía política del

control sobre la tierra. De acuerdo con Oya (2013a), prestar atención a las lógicas del

capital es clave para poder relacionar las preocupaciones por los impactos del land

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12  

grabbing, con la pregunta más amplia por las transformaciones del mundo agrario, su papel

en el desarrollo del capitalismo, y sus efectos sobre distintos grupos sociales. Este criterio

permite también acotar mejor el campo de estudio, en tanto excluye del análisis fenómenos

como el ‘green grabbing’, que se refieren al cerramiento y protección de grandes territorios

con el fin de conservar sus ecosistemas o sus características ecológicas.1

En tercer lugar, el acaparamiento de tierras estudia procesos que se desarrollan de acuerdo

con las dinámicas estratégicas de acumulación de capital que responden a la convergencia

de crisis de distinta índole. Basándose en este criterio, algunos autores han ubicado

temporalmente el acaparamiento de tierras contemporáneo alrededor de las crisis de 2008

(Akram-Lodhi, 2012). Otros autores controvierten esta periodización, advirtiendo que la

convergencia de crisis alimentaria, energética, climática y financiera que tuvo lugar entre

2007 y 2008, es sencillamente la expresión de un proceso de reorganización que empezó en

la década de 1970 con la liberalización y globalización de los mercados de alimentos

(McMichael, 2014, pp. 49-54). Por el contrario, para Edelman y León (2014) estos procesos

no pueden ser pensados como eventos que suceden siempre de la misma manera en

distintas regiones, como si atendieran invariablemente a las mismas causas. En

consecuencia, señalan que a pesar de interactuar con dinámicas globales similares, se dan

siempre en contextos históricos específicos. En otras palabras, “no hay un gran único

proceso de acaparamiento de tierras, sino más bien una serie de contextos cambiantes,

fuerzas y procesos emergentes, y luchas que están generando nuevas condiciones y

facilidades para el control de […] la tierra” (Peluso y Lund 2011, 669).

Este elemento ha servido a diferentes autores tanto para describir las causas del fenómeno,

como para ubicarlo temporalmente. Las lecturas más causalistas hacen énfasis en que el

acaparamiento de tierras es el resultado global de las decisiones de ciertos países que se

enfrentaban a la convergencia de crisis en el 2008. De esta manera, otorgan especial

                                                                                                               1 El “green grabbing” ha ganado relevancia tanto a nivel internacional, como en Colombia. Aunque estos procesos sean igualmente relevantes en el estudio de dinámicas espaciales de control, han sido excluidos de esta consideración por no implicar siempre grandes escalas de capital. Una investigación que explore este tipo de acaparamiento y su relación con los procesos aquí descritos es fundamental, pero excede los propósitos del presente trabajo. Para profundizar sobre el concepto de green grabbing, consultar The Journal of Peasant Studies, Vol. 39, N° 2 (2012).

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importancia a los actores internacionales y a sus movimientos (Deninger y Byerlee 2011, L.

Cotula 2012). Quienes desafían esta lectura, critican la sobredeterminación internacional

del fenómeno, y llaman la atención sobre la importancia de los contextos, procesos y

actores locales. Insisten en la multicausalidad del proceso, y sostienen que lo relevante del

mismo es que se da según las dinámicas contemporáneas del capitalismo global: “demandas

cambiantes del conjunto de cultivos comodín2 y otros sectores alimentarios, un aumento

sustancial en la demanda de minerales y otras materias primas básicas (sobre todo madera),

y políticas relacionadas con las estrategias para mitigar el cambio climático” (Borras, Kay,

Gómez, y Spoor, 2012, p. 851). Desde esta segunda lectura, el ejercicio de periodización

debe tener en cuenta cómo interactúan estas dinámicas globales con los contextos locales, y

aunque las crisis de distinta índole (políticas, económicas, sociales, ambientales) juegan un

papel, el fenómeno no queda sujeto a una única causa.

Al estudiar el caso colombiano se vuelve necesario reformular críticamente la periodización

que se ha hecho del fenómeno, pues como se verá más adelante, las particularidades que

enmarcan el acaparamiento de tierras se deben a procesos previos al 2007-2008. Desde las

últimas décadas del siglo XX, Colombia vivió una serie de transformaciones que afectaron

de manera importante las relaciones sociales en el campo. Una mirada histórica sobre el

problema tradicional del control sobre la tierra nos ayuda a comprender mejor las

particularidades de este proceso, en tanto nos permitirá precisar la manera en que el

acaparamiento se inserta en transformaciones mucho más profundas.

                                                                                                               2 Los cultivos comodín o los ‘flex crops’, como la palma de aceite, la soya, el maíz o la caña de azúcar entre otros, son cultivos que pueden ser aprovechados según la necesidad o la rentabilidad del momento, para la producción de alimentos, de forrajes, o de agrocombustibles. Distintos autores han señalado la importancia de estos procesos en las dinámicas del capitalismo contemporáneo y su relación con avances tecnológicos que permiten un aprovechamiento íntegro de la biomasa (Borras et al., 2014; Fradejas, et al., 2016).

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14  

CAPÍTULO II

UNA MIRADA HISTÓRICA AL CONTROL SOBRE LA TIERRA EN

COLOMBIA: PERIODOS Y TRANSFORMACIONES

Este capítulo es un esfuerzo por revisitar brevemente la historia agraria del siglo XX en

Colombia desde una perspectiva que incorpora las nociones asociadas al concepto de

acaparamiento de tierras. Aunque no se pretende rastrear este fenómeno en el pasado, sí se

busca dar cuenta de la evolución histórica de los rasgos del control sobre la tierra que son

relevantes para la comprensión del acaparamiento contemporáneo de tierras. Para ello se

consultaron textos que ofrecían información sobre los problemas relacionados con las

distintas formas de acceso y control sobre la tierra, aunque este no fuera su tema central.

La periodización adoptada busca señalar que en distintos momentos ha habido una

fluctuación de la concentración formal de la propiedad sobre la tierra, y que además, dicho

movimiento ha estado acompañado de transformaciones importantes en las relaciones

sociales que se tejen alrededor de esta. Cada periodo está caracterizado a partir de seis

categorías de análisis:

• Las formas de acceso a la tierra,

• los usos y actividades que tienen lugar en ella,

• las políticas públicas y las instituciones relacionadas con dicho estado,

• los actores beneficiarios del control sobre la tierra,

• los conflictos que surgen en razón de este orden, y

• las razones que explican el fin del periodo.

El análisis histórico a partir de estas seis categorías caracteriza el sentido del control sobre

la tierra en cada periodo. Consideradas en conjunto, describen el entramado de relaciones

sociales que en cada momento se teje alrededor de la tierra. No obstante, cabe mencionar

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15  

que el ejercicio de periodización cuenta ciertamente con algunas limitaciones: su carácter

esquemático difícilmente se corresponde con una realidad compleja. Esto quiere decir, en

primer lugar, que ciertos rasgos con que se caracterizan los periodos pueden estar presentes

por más o menos tiempo en la realidad. Los límites temporales de cada periodo no pueden

interpretarse como barreras cerradas, definitivas e inflexibles. En segundo lugar, es

importante tener en cuenta la enorme heterogeneidad que hay entre las dinámicas de una

región y otra. De Colombia se dice a menudo que es un país de regiones3, queriendo

señalar la enorme variabilidad con que se dan los procesos históricos en una región y en

otra. Siendo así, es muy probable que las dinámicas que tuvieron lugar en una región,

difieran mucho de las que tuvieron lugar en otra. Contemplar estas precisiones es, sin

duda, muy pertinente; pero por cuestiones de tiempo y extensión, escapa a los alcances de

este trabajo.

A pesar de las limitaciones, el ejercicio de periodizar distintos momentos conserva su

relevancia por dos razones. En primer lugar, porque permite destacar las particularidades

con que se expresa en momentos diferentes un fenómeno aparentemente igual. Al historizar

el control sobre la tierra, se ofrece una mirada más amplia de la trayectoria de las relaciones

sociales que se configuran a su alrededor. En segundo lugar, porque una comprensión

adecuada del acaparamiento de tierras, como anotan Edelman y León (2014), debe

“observar el momento presente como un epifenómeno resultante de un conjunto de

procesos materiales y sociales anteriores; restaurando así la agencia de clases sociales en

contienda, en vez de entender sus acciones como determinadas completamente por varias

deus ex machina” (p. 197).

Primer periodo: 1820-1944

En este primer periodo el fomento a la colonización y la concesión de baldíos desde el

Estado es la forma primordial de acceso a la tierra. En un primer momento que va de 1820

a 1870, el Estado ofreció tierras a élites adineradas con el fin de recaudar dinero para pagar

                                                                                                               3 El texto académico clásico que plantea esta interpretación es: Colombia: país fragmentado, sociedad dividida. Su historia (Palacios y Safford, 2002).

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las deudas adquiridas en las guerras de independencia. A partir de 1870 se fomentó tanto la

colonización campesina como la comercial; no obstante, el reparto de la tierra terminó

siendo profundamente desigual. De acuerdo con Catherine LeGrand (1988), la estructura

latifundista de la tierra dominante en Colombia no fue el resultado del dominio colonial –

como comúnmente se cree-, sino más bien de la incapacidad estatal de regular

efectivamente las políticas públicas con las que se intentó fomentar la colonización de las

fronteras agrícolas.

Además del recaudo fiscal, el fomento de la colonización tuvo el objetivo de estimular la

producción de cultivos exportables en el vasto territorio que permanecía cubierto por

bosques. El monte fue tumbado para dar paso a cultivos de maíz, café, algodón, tabaco,

banano, y maderables. En otras regiones predominaron actividades menos productivas

como la ganadería extensiva, o la especulación (LeGrand, 1988, p. 125). La ganadería ha

sido asumida muchas veces como un ejercicio que se regía por lógicas de control territorial,

más que de rentabilidad económica, pues permitía asegurar un dominio sobre grandes

territorios y su población, con bajos costos (Reyes, 1978; Fals Borda, 1982; LeGrand,

1984). Algunos autores, sin embargo, atribuyen el crecimiento de la ganadería a la falta de

vías, crédito, y mano de obra para la producción agrícola. Estudios regionales como los de

Jane Rausch en los Llanos orientales (2003), o el de Eduardo Posada-Carbó en la costa

atlántica (1988) se inscriben en esta línea. Shawn van Ausdal recalca que la tala de bosques

y el sembrado de pastos africanos requirió de importantes esfuerzos e inversiones, de

manera que la lógica económica también jugó un papel importante en el crecimiento de la

ganadería (2009).

La promoción de la colonización y la venta de baldíos fue una forma de salirle al paso a la

grave crisis fiscal en que el Estado se encontraba desde la Independencia. Por otro lado, las

tierras también fueron utilizadas en este mismo periodo como forma de pago a quienes

prestaban servicios al Estado. Militares, constructores de ferrocarriles y de vías se vieron

beneficiados de esta política pública (LeGrand, 1984; 1988). La precariedad de las

instituciones políticas y judiciales, y el clientelismo dominante en ellas, impedía controlar

adecuadamente el reparto de las tierras y permitió que muchas veces, la conformación de

Page 17: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

17  

grandes latifundios se hiciera a expensas de pequeños colonos que se habían asentado

anteriormente en los mismos baldíos. Las prácticas de los terratenientes y dejaba a los

colonos ante una disyuntiva: o se vinculaban como arrendatarios o aparceros de los

“legítimos” propietarios, o migraban nuevamente hacia territorios más alejados (LeGrand,

1988).

A pesar de que la legislación de entrega de baldíos de finales del siglo XIX y principios del

siglo XX contenía disposiciones particularmente favorables para los pequeños campesinos

colonos, fueron las grandes élites quienes más se beneficiaron (LeGrand, 1988). Solo en la

región de Antioquia la economía cafetera se consolidó a partir de las explotaciones de

pequeños productores asociados equitativamente (Parsons, 1949; Kalmanovitz y López,

2012).Como se puede apreciar en el Cuadro 1, la mayor cantidad de tierra fue entregada a

grandes terratenientes, quienes además, aprovecharon la presencia de los colonos para

emplearlos como mano de obra.

Page 18: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

18  

Cuadro 1: Distribución de las concesiones de baldíos por tamaño entre 1827 y 19314

Tamaño de la concesión Total (1827-1931)

1-20 ha Nº de concesionarios 2.171 Nº de hectáreas 34.182

21-100 ha Nº de concesionarios 1.304 Nº de hectáreas 75.546

101-500 ha Nº de concesionarios 850 Nº de hectáreas 205.946

501-1000 ha Nº de concesionarios 290 Nº de hectáreas 231.256

1001-2500 ha Nº de concesionarios 316 Nº de hectáreas 588.694

2501-5000 ha Nº de concesionarios 134 Nº de hectáreas 536.840

Más de 5000 ha Nº de concesionarios 78 Nº de hectáreas 1’093.963 Fuente: LeGrand 1988

No es de extrañar que la dinámica de concentración y expulsión de los colonos hubiera

dado pie a álgidos conflictos agrarios que explotaron a finales de los años 20 y principios

de los 30. Organizaciones de colonos y campesinos realizaron masivas invasiones a grandes

propiedades inutilizadas o subutilizadas (Tovar, 1975; LeGrand, 1988; Palacios, 2011). De

acuerdo con LeGrand, esto fue posible gracias a que para 1928 ya existía una normativa

que protegía los derechos de estos sujetos. Adicionalmente, señala que varios líderes

políticos de la época pertenecientes a los partidos tradicionales, pero sobre todo al Liberal,

coincidían en que el problema agrario se había vuelto un problema nacional, no solo por la

escalada de las luchas que emprendieron organizaciones como el Partido Agrario Nacional,

el Partido Comunista de Colombia o la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria, sino

también porque veían en el latifundio improductivo un obstáculo al desarrollo.

                                                                                                               4 Aunque estos datos no describen la estructura de la propiedad agraria en este periodo, en tanto no dan cuenta de la totalidad de la propiedad privada sobre la tierra, sí dan cuenta de la concentración generada por las políticas de adjudicación de baldíos.

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19  

De acuerdo con el profesor Albert Berry, la gran concentración de la tierra durante este

periodo generaba enormes ineficiencias en la producción agrícola (1973) 5. El predominio

del latifundio improductivo tradicional en esta época fue un gran obstáculo para el

desarrollo de relaciones propiamente capitalistas o modernas en el campo (García Nossa,

1973; Arrubla, 1976; Bejarano, 1976; Kalmanovitz, 1996). Fals Borda (1982), sin embargo,

señala que desde los años 30 la naciente clase de empresarios agrícolas empezó a desplazar

poco a poco a los latifundistas tradicionales en ciertas regiones del país, haciendo énfasis en

el impacto de este proceso sobre las formas de organización del trabajo, que dependían

cada vez más de jornaleros libres y asalariados. Marco Palacios en un trabajo reciente,

destaca la importancia de los derechos de propiedad y las instituciones en el desarrollo

económico de la época. En su concepción, los derechos de propiedad de tipo oligárquicos

de la época, alimentaron el conflicto entre latifundistas y campesinos, al tiempo que

favorecieron un modelo de desarrollo rentista e improductivo (Palacios, 2011).

En 1936 se aprobó la Ley 200, impulsada por el presidente liberal Alfonso López Pumarejo

para dar tratamiento a la conflictiva situación del campo. La ley regulaba la extinción de

dominio a terrenos improductivos6, la parcelación de haciendas, la formulación de derechos

de propiedad más estables y la obligación del reconocimiento a la propiedad que aparceros

y arrendatarios tenían sobre las mejoras que realizaban en los predios. Para algunos autores,

la medida buscaba modernizar el campo a través del modelo Junker7 (Bejarano, 1976).

Aunque algunos campesinos y colonos que participaron en las invasiones de los años 20 se

                                                                                                               5 Este argumento ha sido explorado tanto teórica como empíricamente numerosas veces por distintos estudiosos del campo de la economía del desarrollo. De acuerdo con Albert Berry, “desde hace mucho tiempo la relación inversa (RI) entre el tamaño de la finca y la productividad de la tierra ha sido un elemento clave en el argumento de que tal distribución de la tierra puede ser equitativa y a la vez promotora del crecimiento” (Berry, 2014, p. 345). En términos teóricos, esto se debe a que: i) las fincas grandes suelen tener mayor proporción de tierra sin utilizar, ii) tienen tasas de cosecha más bajas por año, iii) tienen un patrón de cultivo menos valioso, y iv) a veces tienen rendimientos por cultivo más bajos (Lipton, 2009, p. 72). Es importante anotar, sin embargo, que también se reconoce la importancia de otros factores en la productividad además de la distribución de la tierra, tales como el acceso a bienes públicos, servicios, y mercados, y la existencia de instituciones sólidas. “Aunque el tamaño de las fincas no sea el determinante principal de la productividad de la tierra, gana importancia a medida que los otros factores asociados al crecimiento de la finca disminuye en los países en desarrollo” Cf. Lipton 2009, 65. 6 Que solo podía tener lugar luego de 10 años. 7 En los debates clásicos sobre la cuestión agraria, el camino Junker (o nobleza terrateniente) se refiere al camino de modernización de la agricultura seguido por países como Prusia, consistente en un sistema de grandes propietarios que se tecnifican y emplean jornaleros. Cf. Kautsky 2015.

Page 20: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

20  

vieron beneficiados por la ley, muchos historiadores consideran que terminó por legitimar

la propiedad adquirida ilegalmente por los terratenientes (Fals Borda, 1982; Fajardo, 2002;

Palacios, 2011). Por otro lado, se dice que aunque el proyecto intentó modernizar a la clase

trabajadora, llevó a que muchos terratenientes echaran a los aparceros de sus tierras para no

reconocerles la propiedad sobre sus mejoras (LeGrand, 1988; Berry, 2002; Machado,

2009a).

Aunque a corto plazo la presión ejercida por la ley a las haciendas para que se volvieran

productivas incentivó el crecimiento de la ganadería, sentó a largo plazo las bases para que

efectivamente algunas propiedades rurales se modernizaran. La Ley 200 también logró

atenuar las luchas agrarias y diezmar las organizaciones que las agitaban. El fin –analítico-

de este primer periodo no se da por una transformación que aliviane la desigualdad en el

control de la tierra, sino más bien por las transformaciones que tuvieron lugar en los años

40 con respecto a las características de la producción agrícola.

En síntesis, la literatura coincide en que este periodo está dominado por la gran

concentración de la propiedad causada por las políticas de concesiones de baldíos. Las

tierras entregadas se concentraron en manos de hacendados pertenecientes a élites

regionales pre-existentes que no tenían la capacidad ni el interés inmediato de poner a

producir intensivamente las tierras que poseían. Es por ello que al lado de pequeñas

explotaciones de cultivos para exportación (café, algodón, tabaco), predominó la ganadería

extensiva y la especulación. Mención aparte merece la economía bananera que desde

principio de siglo, e impulsada por capital norteamericano, definió un paisaje capitalista en

las regiones de Urabá y Magdalena. Como lo destacan algunos historiadores, las

transformaciones políticas y legales de la república liberal (1930-1946) sentaron las bases

para que la agricultura diera un salto cualitativo hacia la modernización de los procesos

productivos (Fals Borda, 1982; LeGrand, 1988). Esta transformación es parte fundamental

de la caracterización que se hace del siguiente ciclo de concentración.

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21  

Tomado de: Catherine LeGrand, 1988, p. 77.

Mapa 1: Adjudicaciones de tierras baldías por municipios, 1901-1931

 

Page 22: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

22  

Segundo periodo: 1944-1968

El segundo periodo está caracterizado por la consolidación de un poder terrateniente con

aspiraciones comerciales. Como respuesta a las transformaciones en las formas de

organización del trabajó que generó la Ley 200 de 1936, los gremios agricultores y

cafeteros presionaron para que el gobierno aprobara la Ley 100 de 1944, que declaraba la

utilidad pública de los contratos de aparcería, postergaba en cinco años más la entrada en

funcionamiento de la extinción de dominio que contenía la Ley 200, y reglamentaba

algunos aspectos relacionados con la parcelación de las haciendas. Lo que buscaban con

esto era “recuperar sistemas de producción con relaciones sociales premodernas. […] Ello

permitía conservar al trabajador atado a una tierra que no le pertenecía, pero que le

brindaba una subsistencia mínima y lo mantenía en la pobreza.” (Machado, 2009a, p. 231)

La modernización de la agricultura comercial se dio a expensas de formas premodernas de

asociación laboral, y el desarrollo del campo se dio en simultáneo con el convulsionado

periodo de la Violencia. El poder terrateniente en esta época facilitó los procesos de

acumulación de capital que permitieron la transformación de los procesos productivos de la

agricultura.

Por un lado, la adquisición de tierras en este periodo se basó en la adjudicación de baldíos.

La promoción de la colonización siguió siendo una política de Estado hasta finales de los

años 50 (Arango, 1987; Sánchez, 1989). Aunque el trámite para la obtención de títulos

recibió mayor acompañamiento institucional, la demarcación de los terrenos siguió siendo

muy rústica. De estas incapacidades técnicas se aprovecharon grandes terratenientes que

extendieron ilegítimamente los linderos de su lote. La política de baldíos del gobierno

conservador de Ospina Perez (1946-1950) fue particularmente laxa, al establecer que en

zonas de pastos naturales, eran permitidas adjudicaciones de hasta 5000 hectáreas

(Machado, 2009a, p. 246). Por otro lado, el despojo medió la adquisición de algunas tierras,

particularmente tras el estallido de la Violencia en 1948. Paul Oquist (1978), estimo que

fueron despojadas cerca de 393.468 parcelas8, tanto en regiones habitadas por pequeños

                                                                                                               8 Aunque el trabajo de Paul Oquist ha sido objeto de importantes críticas por parte de la literatura posterior sobre la Violencia, se decidió incluir la cifra presentada sobre la cantidad de parcelas despojadas con fines

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23  

cafeteros (Arango, 1987, p. 207), como en las zonas de reciente colonización del Sumapaz

y de los Llanos orientales (LeGrand, 1988; Rausch, 2003). Además de la apropiación

violenta de facto, se consolidó también un grupo de personas dedicadas exclusivamente a

comprar a bajos precios las tierras de campesinos que migraban para venderlas luego a

terratenientes (Memoria Histórica, 2015). Un cuerpo importante de literatura ha sostenido

que la Violencia partidista encontró en los conflictos agrarios previos un importante

catalizador (Sánchez, 1989). En palabras de Pierre Gilhodes, fue la oportunidad perfecta

para “la revancha de los terratenientes” (Gilhodes, 1970, p. 45), refiriéndose a la manera en

que estos aprovecharon el desorden para desplazar campesinos que habían participado en

las luchas por la tierra de los años 20 y 30.

Las transformaciones en el uso de la tierra constituyen una de las características principales

de este periodo. En él se da una transición (lenta, progresiva y quizás aún precaria) hacia

una estructura productiva más moderna, mecanizada e intensiva. La agricultura comercial

recibió un importante impulso de distintas políticas públicas, y pasó de ocupar el 19% del

área cultivada, a cerca del 41% en la segunda mitad de los años setenta (Ocampo, Bernal,

Avella, y Errazuriz Cox, 2015, p. 267). De acuerdo con el Informe de la Misión de Estudios

del Sector Agropecuario, la inversión de capital durante este periodo permitió “importantes

innovaciones en las técnicas de producción, con un mayor uso de maquinaria y utilización

de fertilizantes” (1990, p. 54). Según Astrid Martinez, el número de tractores importados

aumentó sustancialmente desde 1945, atendiendo sobre todo a la expansión de los cultivos

comerciales en el Valle del Cauca, Cundinamarca y Tolima. De 6.500 tractores que había

en 1950, se pasó a 24.621 en 1976 (Martínez, 1986, p. 92).

Las transformaciones de la estructura productiva agrícola estuvieron impulsadas por las

políticas de sustitución de importaciones de alimentos y de materias primas, adoptadas por

el gobierno como respuesta a la disminución del comercio internacional a raíz del estallido

de la Segunda Guerra Mundial (Arango, 1987). Aunque la guerra duró apenas 6 años, la

política se orientó luego a cubrir la demanda de las ciudades en crecimiento. Las facilidades

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 ilustrativos. En la revisión de literatura realizada no se encontraron datos diferentes, pero es probable que la cantidad sea menor, teniendo en cuenta que en 1954 había 919.00 explotaciones agrícolas.

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24  

de crédito que los gobiernos de la época ofrecieron a los agricultores comerciales fueron

determinantes (Kalmanovitz y López, 2006; Machado, 2009a; Fajardo, 2014). La Ley 100

de 1944 complementó este estímulo al restablecer el acceso a mano de obra barata a través

de la legalización de la aparcería. El Cuadro 2 permite observar la importancia que fue

adquiriendo el capital (relacionado con el crédito) y el trabajo en el crecimiento de la

productividad agrícola desde los años 50. Entre 1950 y 1965, la contribución del factor

capital aumentó 30%. La del trabajó, por su parte, aumentó 22%, mientras que la del área

disminuyó 2%.

Cuadro 2: Fuentes de crecimiento de la producción agrícola 1950-1975

Tasas de crecimiento

(Promedio anual) Contribución al crecimiento

(En porcentaje)

Periodo Producto Área Capital Trabajo Área Capital Trabajo Total factores Productividad

1950-1955 3,75 2,93 0,06 0,97 14 1 11 26 72

1955-1960 3,17 0,39 1,32 1,76 2 18 24 44 52

1960-1965 2,26 2,01 1,56 1,69 12 31 33 76 24

1965-1970 4,48 -0,88 5,68 1,68 -3 56 16 69 31

1970-1975 4,63 2,38 5,02 0,93 7 48 9 64 36 Fuente: Misión de Estudios del Sector Agropecuario 1990

El sesgo de las políticas públicas hacia la agricultura comercial evidencia la influencia que

tenían quienes controlaban la tierra sobre el Estado. La presión de la Sociedad de

Agricultores de Colombia (SAC) y de la Federación Nacional de Cafeteros en favor de la

ley 100 de 1944 ha dado píe para que haya sido interpretada por la literatura como un

verdadero pacto de terratenientes (LeGrand, 1988; Machado, 2009a; Arango, 2014). Una

mirada de la economía política intersectorial de la época, revela incluso que la agricultura

siempre fue destinataria privilegiada de las políticas de fomento económico por encima de

otros sectores como la industria. Una explicación coherente de esta tendencia, tiene que ver

con la importancia política que tenían las élites agrarias en el funcionamiento de las redes

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25  

clientelares 9 (Brando, 2012, p. 255). Así pues, es importante señalar que las

transformaciones que caracterizan este periodo son incomprensibles en su integridad, si no

se tiene en cuenta el entramado de relaciones políticas que rodean el control de la tierra.

Mapa 2: Departamentos afectados por el despojo de tierras durante la Violencia

Fuente: Elaboración propia a partir de Oquist, 1978.

                                                                                                               9 El clientelismo ha estado tradicionalmente asociado al funcionamiento de la democracia colombiana, y su escenario privilegiado ha sido siempre el campo. Algunos aportes destacados sobre el tema se encuentran en: Leal Buitrago y Davila Ladrón de Guevara, 2010; Martz, 1997; Reyes, 1978.

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26  

Las transformaciones de este periodo no estuvieron exentas de contradicciones y de

conflictividad. La concentración y el despojo de tierras motivó la formación de diversos

movimientos guerrilleros, que estaban dirigidos en buena medida por antiguos líderes

agrarios que habían sido expulsados por terratenientes conservadores o por el avance de la

agricultura capitalista (Sánchez, 1989, p. 150). En consecuencia, las masas campesinas

generaron agendas y mandatos autónomos con respecto a las élites partidistas que las

controlaban inicialmente, e incluso fueron capaces de dirigir su hostilidad hacia ellas. Se ha

dicho que de alguna manera, este proceso alcanzó su culmen en 1963 con el surgimiento de

las FARC como guerrilla.

La concentración de tierras también fue problemática para quienes pensaron en el

desarrollo económico como una necesidad. Personajes liberales como Lauchlin Currie o

Carlos Lleras Restrepo asociaban la falta de productividad del trabajo y de la tierra en el

campo a la coexistencia de grandes latifundios y de diminutos minifundios (Currie, 1950,

pp. 44-71). De acuerdo con este último, la desigual distribución de la tierra alimentaba los

descontentos populares, y la migración desordenada de campesinos sin tierra hacia la

ciudad ponía en riesgo el orden público (Sánchez, 1989, p. 173). Por otro lado, las visiones

influenciadas por el marxismo y el estructuralismo vieron también la concentración de la

tierra como un obstáculo para el desarrollo, pero profundizaron en sus implicaciones

políticas. Según Antonio García Nossa la estructura agraria bimodal dificultaba

enormemente la asimilación de las dinámicas económicas capitalistas, al tiempo que

cristalizaba rígidas formas de organización social que se extendían a los partidos políticos y

al Estado. En su opinión, la estructura bimodal estrangulaba definitivamente el desarrollo

económico justo y equitativo, y la “organización democrática del Estado por medio de la

auténtica participación de las masas campesinas” (García Nossa, 1967, p. 6). El Cuadro 3

muestra los resultados de los primeros estudios estadísticos que documentan, aunque sea

parcialmente, la desigual estructura de la tenencia de la tierra en Colombia10. En él se puede

apreciar que en 1954, los predios mayores a 1000 hectáreas representaban el 0,37% de las

explotaciones, pero ocupaban cerca del 27% del área total. Al mismo tiempo, el 70,5% de

                                                                                                               10 Es importante tener en cuenta que los datos recolectados tanto en la Muestra Nacional Agropecuaria de 1954, como en el Censo Nacional Agropecuario de 1960, son parciales y no cubren la totalidad del territorio nacional.

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27  

las explotaciones eran de menos de 10 hectáreas y ocupaban alrededor del 7% de la

superficie. En 1960 la tendencia se profundiza, pues el 30% de la superficie era ocupada

por el 0,2% de las explotaciones mayores a 1000 hectáreas, y apenas el 8,8% de la

superficie era controlada por el 76,5% de las explotaciones menores a 10 hectáreas

Cuadro 3: Número y superficie de las explotaciones según su extensión 1954 y 1960

Fuente: IGAC 2012, que recolecta datos de la Muestra Nacional Agropecuaria de 1954 y del Censo

Agropecuario 1960.

La llegada de Alberto Lleras Camargo a la presidencia en 1958 puede ser interpretada como

el antecedente del evento que da fin a este periodo. En 1961, amparado en la necesidad de

resolver los conflictos agrarios que se agudizaban desde 195811, dar empuje al desarrollo

capitalista, y evitar la posibilidad de una revolución popular, Lleras presenta la Ley 135 de

reforma agraria. La ley reafirmaba la función social de la tierra consignada en la Ley 200

de 1936 y fortalecía los instrumentos jurídicos y políticos con los que contaba el Estado

                                                                                                               11 Un excelente recuento de la relación entre los crecientes conflictos agrarios y la política de reforma agraria de 1961 se encuentra en el reciente informe del Centro de Memoria Histórica titulado Tierras y conflictos rurales. Historia, políticas agrarias y protagonistas, 2016.

Extensiones (hectáreas)

Número de explotaciones Porcentaje Superficie (miles de

hectáreas) Porcentaje

1954 1960 1954 1960 1954 1960 1954 1960

Menores de 5 504.566 700.225 54,9 62,5 927,1 1.239 3,4 4,5

5 a menos de 10 143.549 169.145 15,6 14,0 982,6 1.165 3,6 4,3

10 a menos de 50 186.646 201.020 20,3 16,6 3.970,5 4.211 14,4 15,4

50 a menos de 100 37.814 47.763 4,1 3,3 2.586 2.680 9,4 9,8

100 a menos de 500 38.335 36.010 4,2 3,0 8.117,8 6.990 29,3 25,6

500 a menos de 1000 4.912 4.141 0,5 0,3 3.749,1 2.731 13,6 10,0

1000 y mayores 3.178 2.761 0,37 0,2 7.415 8.322 26,8 30,4

Total 919.000 1.209.672 100 100 27.748,1 27.338 100 100

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28  

para intervenir en favor de su cumplimiento a través de la expropiación o la compra. De

esta manera, se buscó beneficiar a campesinos sin tierra a través de la entrega de tierras que

provenían de baldíos, tierras inadecuadamente explotadas o de terrenos trabajados por

aparceros. En 1968 la reforma es fortalecida por Carlos Lleras Restrepo a través de la Ley

1, que entre otras cosas, establece la creación de la Asociación Nacional de Usuarios

Campesinos (ANUC), una organización que centraliza los intereses del campesinado con el

fin de organizar mejor la presión en defensa de la reforma. De igual manera, la reforma de

1968 buscaba acabar con la aparcería, dándole el derecho a las tierras explotadas a quienes

tuvieran un contrato de esta naturaleza. Los efectos redistributivos de esta medida fueron

pobres, debido a que la mayoría de propietarios prefirió expulsar los aparceros.

La literatura ha hecho un balance negativo de la reforma agraria12. Hay un consenso

generalizado acerca de la marginalidad de sus efectos. Absalón Machado y Álvaro Balcazar

por ejemplo, coinciden en que las medidas adoptadas fracasaron completamente en su

propósito de alterar la estructura agraria de la distribución de la propiedad (Balcazar,

López, Orozco, y Vega, 2001; Machado, 2009b). Aunque tampoco es muy entusiasta,

Mariano Arango destaca que entre 1961 y 1967, el Instituto Colombiano de Reforma

Agraria (INCORA) intervino 1.210 predios con 2.187.186 hectáreas, y resalta además el

fortalecimiento que adquirió el proceso desde 1968. En su concepto, los resultados de la

reforma fueron algo más que marginales (Arango, 1987). En un texto posterior, reconoce

sin embargo, el pobre desempeño de la reforma en términos redistributivos, en tanto la

mayoría de tierras se asignaron a través de la adjudicación de baldíos (Arango, 2014, p.

169). Lorente, Salazar y Gallo son incluso más contundentes en su juicio, pues muestran

que entre 1960 y 1970, periodo de la primera etapa de la reforma, se presentó un

crecimiento en la cantidad de predios que medían entre 20 y 1000 hectáreas, al tiempo que

disminuían los menores a 10 hectáreas. Aunque reconocen que este movimiento simultaneo

genera un leve descenso en el Gini, sostienen que la concentración de la tierra era

efectivamente mayor en el 70 que en el 60 (Lorente, Salazar y Gallo 1994, 37).

                                                                                                               12 Para una revisión extensa sobre la literatura dedicada al tema de las políticas de reforma agraria en Colombia, consultar Machado 2013.

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29  

Según lo visto, en el segundo periodo estudiado hay una acumulación de tierras a través de

la adjudicación de baldíos y del despojo en la Violencia. Los usos de la tierra se

transforman en tanto hay un proceso de modernización de los procesos productivos que

impulsan la agricultura comercial. Las políticas estatales de crédito y de trabajo son claves

para la acumulación de capital y reflejan la consolidación de un poder terrateniente con

aspiraciones comerciales. Las desigualdades que se generan dan espacio a movimientos

campesinos que reivindican la lucha armada, y la necesidad de corregir este problema es

llevada a la esfera pública por políticos liberales, y por teóricos marxistas. El fin del

periodo está determinado por el proceso de reforma agraria, y particularmente, por su

fortalecimiento en 1968. A pesar de que la literatura coincide en que sus efectos sobre la

estructura agraria bimodal fueron marginales, se verá que da inicio a un periodo de

importantes transformaciones de los procesos que tienen lugar en el campo.

Tercer periodo: 1968-1984

Entre 1968 y mediados de la década de 1980, Colombia vivió un modesto proceso de

desconcentración de la tierra. Algunos autores lo atribuyen a la entrada en funcionamiento

de los mecanismos de reforma agraria que habilitaban la Ley 135 de 1961 y la Ley 1 de

1968. La naturaleza de este proceso, o sus características principales, están definidas por la

tensión que existe entre las aspiraciones de los campesinos por mayores y mejores

resultados del proceso de reforma por un lado, y la protección a los derechos e intereses de

los propietarios, terratenientes y capitalistas agrarios que gestionan políticos del

establecimiento por el otro lado. Este periodo está a su vez caracterizado por un importante

dinamismo del sector agrícola, que si bien presenta algunos índices de desconcentración de

la tierra, fue favorable a los intereses de los empresarios capitalistas.

Las formas de acceso a la tierra en este periodo variaron según las distintas etapas de la

reforma agraria. Según Darío Fajardo, entre 1961 y 1967 hubo un momento de

organización institucional en el que se inicia el apoyo a la producción, hay adecuación de

tierras y dotación de crédito a los pequeños campesinos. En esta etapa, el INCORA

adjudicó 28.173 hectáreas, y entregó 1.560.084 hectáreas de baldíos. De 1968 a 1972 hubo

Page 30: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

30  

un periodo de “marcada acción reformista” en el que la organización campesina

centralizada (ANUC) apoya (y presiona en favor de) la intervención estatal. En este periodo

el INCORA promovió con mayor fortaleza la colonización dirigida, y logró adjudicar

129.764 hectáreas de lotes expropiados, y entregó 1.802.023 hectáreas de baldíos, tanto a

pequeños campesinos, como a grandes terratenientes (Arango, 2014; Berry, 2002). El

Informe Final de la Misión de estudios del sector agropecuario (1990) señala que como

efecto de las leyes de reforma agraria, aumentó significativamente la proporción de

explotaciones que estaban bajo responsabilidad del propietario. Simultáneamente, el

arriendo y el colonato disminuyeron como forma de tenencia de la tierra, ya fuera porque el

INCORA se encargó de titular baldíos de colonización, o porque los aparceros fueron

expulsados por los terratenientes ante el miedo de perder los predios explotados por estos.

En el Cuadro 4 se puede apreciar cómo la superficie explotada bajo responsabilidad de

propietarios pasó de ser el 78,8% en 1960, a ser el 91,3% en 1988.

Con el tiempo, las tensiones entre campesinos y terratenientes arreciaron y comenzaron a

expresarse en confrontaciones, invasiones masivas de tierra y fortalecimiento de los grupos

guerrilleros. Los usuarios campesinos decían que “sólo una más rápida redistribución de la

tierra calmaría los ánimos” (Zamosc, 1986, p. 67). En 1973, tras la llegada a la presidencia

del conservador Misael Pastrana, el proceso de reforma agraria experimentó un

estancamiento y posterior retroceso asociado a la celebración del Pacto de Chicoral

(Fajardo, 2014, p. 45). La política de reforma agraria abandonó su enfoque redistributivo y

se concentró en la adjudicación de baldíos en las zonas de frontera agrícola (Fajardo, 2014,

p. 46). No obstante, Mariano Arango señala que a diferencia de procesos previos de

colonización, el que tuvo lugar entre 1962 y 1982 fue significativamente más equitativo,

“pues el 52% de la superficie fue entregada a campesinos y un 48% a medianos y grandes,

que entre 1917 y 1931 acapararon el 90%” (Arango, 2014, p. 105). Distintos autores

señalan sin embargo, que la venta obligada o presionada de mejoras a hacendados por parte

de colonos fue una realidad que no desapareció del todo en este periodo (Molano, 1989;

Berry, 2002).

Page 31: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

31  

La reforma agraria tuvo algunos efectos en las actividades y usos que se le dieron a la

tierra. La entrega de tierras a pequeños campesinos se tradujo en una expansión de los

cultivos tradicionales y de la ganadería en algunas regiones (Ocampo, Bernal, Avella, y

Errazuriz Cox, 2015). No obstante, Mariano Arango señala que la legislación de reforma

agraria tuvo un sesgo “contra la recomposición campesina” desde el principio. En su

concepto, la adjudicación de tierras favoreció principalmente a los empresarios de la

agricultura comercial, pues evitó la migración descontrolada de habitantes rurales pobres a

la ciudad, y permitió la formación de una reserva de mano de obra en los territorios

(Arango, 2014, pp. 161-163). La expansión del área sembrada ha motivado a algunos

autores a denominar la década de 1970 como una “verdadera edad de oro de la agricultura

colombiana” (Ocampo, Bernal, Avella, y Errazuriz Cox, 2015, pp. 261-267). Como se

puede ver en el Cuadro 5, los cultivos comerciales y de plantación experimentaron el mayor

crecimiento en términos de área sembrada, al pasar de 852.000 hectáreas en 1965, a

1.134.000 en 1984. La economía cafetera también recibió un importante impulso gracias a

las facilidades crediticias que ofrecieron los gobiernos de la época.

La creación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos en el gobierno de Carlos

Lleras Restrepo jugó un papel fundamental en las transformaciones que se dieron en este

periodo. Además de centralizar los intereses de los campesinos, establecía un canal de

interlocución con el gobierno a través del cual podían participar activamente en la

definición de las políticas de reforma. Esta presión democrática fue clave para que el

INCORA avanzara efectivamente en sus propósitos entre 1968 y 1972 (Zamosc, 1986). El

Pacto de Chicoral, promovido por importantes sectores del conservatismo, el liberalismo, y

los gremios de propietarios que se oponían a la reforma agraria, también fue fundamental.

En una reunión llevada a cabo en Chicoral, Tolima, se definió la necesidad de capitalizar la

agricultura comercial, y de proteger la propiedad de la tierra ante el peligro de expropiación

que representaba la reforma agraria. Dicha voluntad se expresó en las Leyes 4 y 5 de 1973,

y en la Ley 6 de 1975. La primera de ellas, condicionaba la posibilidad de expropiación de

las tierras al incumplimiento de unos mínimos de productividad que nunca fueron

definidos, pero que terminaron por obstaculizar cualquier intento redistributivo al interior

de la frontera agrícola. La segunda, creó el Fondo Nacional Agropecuario, que suministró

Page 32: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

32  

“crédito generoso” a la agricultura comercial y a la ganadería de cría, leche y doble

propósito (Arango, 2014, p. 170). Finalmente, la Ley 6 de 1975 restableció la legalidad del

contrato de aparcería, aunque este estuviera prácticamente extinto desde 1968. Estas

reformas representaron, en realidad, la reafirmación del dominio de las clases capitalistas

agrícolas, y evidenciaron nuevamente el poder político que tenían quienes controlaban la

tierra (Zamosc, 1986; Machado, 2009b; Berry, 2002; Fals Borda, 1982).

Los datos disponibles sobre la estructura de la propiedad rural en este periodo provienen del

Censo Agropecuario de 1970, de las Encuestas Agropecuarias y de Hogares que se

desarrollaron entre 1984 y 1986, y del registro catastral. Las diferencias metodológicas en

la recolección de la información de las distintas muestras llevan a Kalmanovitz y López a

afirmar, siguiendo a Berry, que la información catastral no es conceptualmente compatible

con la información censal (Kalmanovitz y López, 2006, pp. 319-326). Esto sin embargo, no

ha impedido que distintos autores aventuren proyecciones o estimaciones sobre las

tendencias generales que rigen este periodo. Heath y Deininger (1997), por ejemplo,

afirman que después de 25 años de reforma agraria, el Gini de tierras mostró una muy

ligera reducción, al pasar de 0,86 a 0,84. Mariano Arango por su parte sostiene que el

índice de concentración de Gini en las unidades de explotación en relación con la

superficie, cambió de 0,803 en 1960 a 0,748 en 1988 (Arango, 2014, p. 174). Tal y como se

puede ver en el Cuadro 6, Lorente, Salazar y Gallo comparan la información recogida en

1960, 1970 y 1984 con el fin de mostrar las tendencias generales de la variación. A pesar de

que hay consenso entre los distintos autores con respecto al leve descenso en la

concentración de la tierra, hay quienes lo conciben como un resultado efectivo del proceso

de reforma agraria (Arango, 2014), y hay quienes lo atribuyen a procesos naturales de

herencia, y de transacción en el mercado, más que a la reforma (Balcazar, López, Orozco, y

Vega, 2001). Finalmente, todos parecen estar de acuerdo en que a pesar de los cambios

vividos en este periodo, la estructura bimodal de la tenencia de la tierra se mantuvo

(Machado, 1998; Balcazar, López, Orozco, y Vega, 2001; Berry, 2002).

En síntesis, se puede decir que las políticas de reforma agraria transformaron las formas de

acceso a la tierra en este periodo, desconcentrando de alguna manera la propiedad de la

Page 33: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

33  

tierra y favoreciendo inicialmente los intereses de los campesinos. No obstante, la

influencia política de los terratenientes y de los empresarios agrícolas, se impuso sobre los

esfuerzos de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos por profundizar la reforma,

logrando consolidar la expansión de la agricultura comercial hasta finales de los años

ochenta (Fajardo, 2014). Desde mediados de los ochenta, las transformaciones estructurales

que vivió el país afectaron al mundo rural y reversaron la tendencia a la desconcentración.

El periodo que se analiza a continuación está también caracterizado por una renovación de

las clases terratenientes y de sus redes de poder. Así pues, se da inicio a un nuevo ciclo de

concentración que se extiende hasta nuestros días.

Page 34: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

34  

Cuadro 4: Evolución de superficie de las explotaciones según el régimen de tenencia de la tierra (1960-1988)

1960 1988 Variación

Formas de tenencia Hectáreas (miles) Porcentaje Hectáreas (miles) Porcentaje Hectáreas (miles) Porcentaje

Propiedad 18994.6 76,8 29116.7 91,3 10122.1 53,3

Arriendo 2331.8 9,4 1103.9 3,5 -1227.9 -52,7

Colonato 2888.8 11,7 1123.2 1,7 -2334.9 -85,3

Otras 526.3 2,1 1123.2 3,5 596.9 113,4

Total 24741.5 100 31897.7 100 7156.2 28,9 Fuente: Misión de estudios del sector agropecuario, 1990.

Cuadro 5: Crecimiento del sector agrícola (1954-1984)

Área (Miles de hectáreas) Valor de la producción (Millones de pesos de 1975)

Periodo Comerciales. y de plantación13

Tradicionales y mixtos

dinámicos14

Tradicionales y mixtos de lento

crecim.15 Total Comerciales. y

de plantación

Tradicionales y mixtos

dinámicos

Tradicionales y mixtos de

lento crecim. Total

1950-1954 373 351 1.215 1.939 3.276 8.206 8.296 19.778 1955-1959 460 379 1.253 2.093 4.644 8.792 8.329 21.764 1960-1964 652 401 1.176 2.228 7.648 9.570 8.546 25.764 1965-1969 852 465 1.220 2.537 10.999 11.598 9.477 32.073 1970-1974 936 690 939 2.565 14.926 15.580 7.374 37.879 1975-1979 1.199 755 943 2.900 19.7782 19.919 9.836 49.537 1980-1984 1.134 765 952 2.850 21.481 21.919 9.919 53.319 Fuente: Ocampo, Bernal, Avella, y Errazuriz Cox, 2015.

                                                                                                               13 Arroz, cebada, sorgo, ajonjolí, algodón, palma africana, soya, azúcar, banano de exportación y cacao. 14 Papa, tabaco, yuca y plátano. 15 Maíz, trigo, fríjol y panela.

Page 35: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

35  

Cuadro 6: Número, propietarios y superficie según su extensión (1960-1970-1984)16

DANE 1960 IGAC 1970 IGAC 1984

Tamaño (ha) Predios Propietarios Superficie Predios Propietarios Superficie Predios Propietarios Superficie

0 - 1 272.193 298.271 84.770 261.489 286.534 90.443.8 379.030 447.831 133.650.9

1 - 3 280.833 311.415 457.002 248.148 275.167 401.012.1 294.000 366.135 506.352

3 - 5 113.759 127.627 414.069 104.159 116.862 377.220 135.174 173.942 507.112

5 – 10 117.004 134.236 786.544 109.789 125.965 729.248 145.622 190.401 1’010.770

10 – 20 80.195 91.145 1’099.391 82.086 93.299 1’106.014 111.569 146.412 1’547.710

20 – 50 65.061 74.653 1’957.094 73.361 84.177 2’2.13.834 102.221 136.006 3’193.079

50 – 100 28.447 32.923 1’676.484 33.006 38.203 1’942.902 45.894 62.155 3’136.664

100 – 200 16.262 19.418 2’139.059 18.437 22.017 2’420.273 24.166 34.487 3’293.681

200 – 500 9.551 11.530 2’674.797 10.981 13.257 3’036.353 12.614 19.034 3’714.278

500 – 1000 2.414 3.162 1’730.858 2.737 3.586 1’970.405 2.761 4.856 1’840.438

1000+ 1.236 1.695 2’875.589 1.326 1.819 3’084.295 1.168 1.889 3’349.299

Total 986.955 1’106.075 15’895.657 945.528 1’060.886 17’372.003 1’254.219 1’583.148 22’233.’37

Fuente: Lorente, Salazar y Gallo 1994.

                                                                                                               16 El trabajo realizado por Lorente, Salazar y Gallo para hacer compatibles los resultados, implicó descontar los Departamentos de Antioquia (que tiene un censo propio diferente al nacional, y que por lo tanto no se incluye en los resultados del estudio del IGAC de 1970, ni en el de 1984), Caquetá, Guajira, Arauca, Guaviare, Putumayo, San Andrés y Vichada. La omisión de estos últimos se debe al deficiente registro catastral en estas zonas. Para mayor información sobre las pautas metodológicas que los investigadores tuvieron en cuenta para hacer esta tabla, consultar Lorente, Salazar y Gallo 1994, pp 495-500. Para una discusión crítica sobre estas pautas, ver Kalmanovitz y López 2012, pp 321-333; Berry 2002 p 52.

Page 36: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

36  

Cuarto periodo: 1984 - 2016

Hacer un balance de este periodo resulta complejo por su actualidad y por el número de

procesos distintos que ocurren simultáneamente en distintas regiones y niveles de análisis.

En primer lugar, habría que decir que es un periodo de transformaciones estructurales que

afectan tanto la composición y estructura de las clases sociales rurales, como los usos de la

tierra y los procesos productivos. Los narcotraficantes, como nuevo actor social, acceden al

control de la tierra y transforman el latifundio tradicional. La intensificación del conflicto

armado y las políticas económicas de la época motivan transformaciones importantes en los

procesos productivos, que tienden cada vez más hacia el predominio de la agricultura

comercial basada en cultivos permanentes. La inserción en los mercados internacionales y

la modernización de la agricultura se realiza, al parecer, en un escenario profundamente

desigual, en el que no sólo la tierra se encuentra en pocas manos, sino también, y de manera

fundamental, el control general sobre el territorio, los procesos productivos y las relaciones

sociales rurales.

Esclarecer las formas de acceso a la tierra en este periodo resulta difícil por la enorme

multiplicidad de procesos simultáneos que tuvieron lugar, cada uno con sus especificidades,

en distintas regiones y en distintos momentos. Uno de ellos fue la compra de tierras con

dinero del narcotráfico. A principios de la década de 1980 el narcotráfico se consolidó en

Colombia como una importantísima fuente de capital ilícito. Rápidamente, quienes

controlaban el negocio de exportación de marihuana y cocaína acumularon grandes

fortunas que invirtieron en tierras de calidad, transformando así la composición de las

clases terratenientes de manera importante. Alejandro Reyes sostiene que “la apropiación

de tierras tiene la lógica económica de ser un ahorro a largo plazo, que se valoriza con la

inversión pública, y la lógica social de representar uno de los fundamentos principales del

dominio regional” (Reyes, 2009, p. 74). Las regiones donde más tierras compraron los

narcotraficantes fueron la Costa Atlántica, principalmente en Córdoba, el Magdalena

Medio, los Llanos orientales, Cauca y el eje cafetero (Machado, 1998, p. 86). Como

correlato de este proceso, se establecieron en las apartadas regiones de frontera agrícola

nuevos frentes de colonización conformados por campesinos que vieron en la siembra de

Page 37: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

37  

cultivos ilícitos una oportunidad. Fuera de cualquier regulación estatal, esta forma de

acceso a la tierra afectó severamente miles de hectáreas de bosques y selvas nativas (Reyes,

2009).

Por otro lado, durante la década de 1990 el despojo y la apropiación violenta de tierras por

parte de paramilitares y otros actores armados se incrementó dramáticamente, generando,

entre muchas otras cosas, una enorme ola migratoria de habitantes rurales hacia centros

urbanos de todo el país (Ibañez, 2011). La intensificación del conflicto armado durante esta

época estuvo acompañada de una intensa lucha por la tierra, ya fuera por cuestiones de

dominio territorial, o por las oportunidades de acumulación que esto ofrecía en el futuro

(Memoria Histórica, 2012)17. Los procesos mencionados impactaron sustancialmente la

estructura de la propiedad de la tierra y la composición social del campo.

Los usos de la tierra también cambiaron importantemente en regiones donde los

narcotraficantes adquirieron propiedades. En muchos casos, la vocación de la tierra pasó de

ser agrícola, a estar dedicada a actividades poco intensivas en trabajo como la ganadería.

Según el Informe Final de la Misión de estudios del sector agropecuario, este proceso

transformó el latifundio tradicional, pues introdujo innovaciones tecnológicas en la

actividad ganadera como la extensión del fluido de energía eléctrica hasta las fincas, la

tecnificación de los establos, el mejoramiento de los pastos y la importación de

reproductores de raza (Misión de Estudios del Sector Agropecuario, 1990, p. 158).

El cambio en la vocación de la tierra afectó sobre todo a la agricultura campesina. La

agricultura comercial, por el contrario, se vio beneficiada en ciertas regiones de influencia                                                                                                                17 El fenómeno del despojo de tierras ha sido extensamente estudiado y se ha constituido como un cuerpo bibliográfico mismo. Al respecto hay dos tipos de trabajos. El primero, comprende estudios de caso que documentan los mecanismos, impactos y actores concretos que, a través de la coacción violenta, desplazan a los ocupantes originales de tierras en territorios específicos (Salinas y Zarama, 2012). El incluye estudios más generales que elaboran definiciones comprensivas del fenómeno y lo enmarcan en las lógicas del conflicto armado colombiano (Reyes, Duica y Anibal, 2007; IEPRI, CNMH, 2009, Gutierrez Sanin, 2014). Una de las definiciones más elaboradas lo caracteriza como “el proceso mediante el cual, a partir del ejercicio de la violencia o la coacción, se priva de manera permanente a individuos y comunidades de derechos adquiridos o reconocidos en su condición humana, con relación a predios, propiedades y derechos sociales, económicos y culturales” (IEPRI, CNMH, 2009, p. 30). Estos estudios documentan con detalle algunos mecanismos por medio de los cuales se ha dado la concentración de tierras reciente, y en tanto se refieren al desplazamiento de población, contribuyen además a identificar con detalle algunas de sus consecuencias (Osorio Pérez, 2006).

Page 38: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

38  

de los narcotraficantes debido a la protección que brindaron los ejércitos privados que estos

financiaron. El Gráfico 1 muestra la evolución de los cultivos transitorios y los permanentes

entre 1990 y 2013, evidenciando una sostenida sustitución de los primeros por los segundos

(Ocampo y Perry, 1995; Suescún, 2013). Aunque sea impreciso asociar tajantemente los

cultivos permanentes con la agricultura comercial, y los transitorios con la agricultura

campesina o familiar, autores importantes como Berry (2002), Fajardo (2014), o

Kalmanovitz y López (2006), suelen tener en cuenta esta distinción para describir la

tendencia de la agricultura comercial a ocupar el área que otrora ocupaba la producción

agrícola campesina18. Es valioso mencionar que esta transformación tuvo efectos en la

organización laboral del campo. De acuerdo con datos del CEGA, entre 1991 y 1996, con la

disminución de la siembra de cultivos transitorios se perdieron cerca de 120.000 empleos.

Al mismo tiempo, el crecimiento de los permanentes generó 131.000 empleos nuevos

(Balcazar, Vargas, y Orozco, 1998, p. 20).

                                                                                                               18 Los cultivos transitorios incluyen: maíz, trigo, cebada, arroz, papa, ajonjolí, algodón, hortalizas y algunas especies de flores como las alstroemerias. Los cultivos permanentes, por su parte, son: palma de aceite, cacao, café, plátano, caña de azúcar y cultivos de flores a cielo abierto y bajo invernadero como las heliconias, las rosas, y los claveles (DANE, 2016). El hecho de que los primeros sean asociados a la producción campesina y los segundos a la comercial tiene que ver en buena medida con la naturaleza técnica de cada uno. Los transitorios utilizan tecnología intensiva en insumos, que es de fácil acceso para pequeños propietarios. La brevedad de su plazo permite además una recuperación de la inversión en poco tiempo, y por lo mismo, suponen un menor riesgo de inversión. Los permanentes por su parte, requieren usualmente de mayor área disponible para que la inversión sea rentable; además exigen mayor disponibilidad de capital y de mercados, son más intensivos en mano de obra, y por su largo periodo de maduración, demoran más el retorno de la inversión (Misión de Estudios del Sector Agropecuario, 1990, p. 34).

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39  

Gráfico 1: Superficie cosechada según el tipo de cultivo (1990-2013)

Fuente: Elaboración propia con datos del Anuario Estadístico del Sector Agropecuario 2013

La transformación de la agricultura estuvo impulsada también por los efectos de la

restructuración de la política económica y de los mercados que tuvo lugar a finales de los

ochenta. La apertura comercial, iniciada por el presidente Virgilio Barco en 1989 y

continuada por Cesar Gaviria desde 1990, redujo significativamente la protección

arancelaria a la mayoría de productos agrícolas –menos al azúcar y el arroz- con el fin de

fomentar la competencia, e impulsar así, su inserción en la economía global (Balcazar,

Vargas y Orozco, 1998). Algunos analistas sostienen que esta medida desató una crisis de

rentabilidad en la agricultura a principios de los noventa (Arango, 1994). La crisis consistía

en que a pesar de que la productividad de algunos cultivos hubiera aumentado, los bajos

precios de venta hacían inviable su producción, y por tanto, reducían su área cosechada

para ser remplazados por otros más rentables. Este proceso ha recibido el nombre de

especialización productiva, y a mediano plazo, fue uno de los factores que determinó la

Page 40: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

40  

sustitución de los cultivos transitorios por los permanentes (Ocampo y Perry, 1995;

Suescún, 2013).

Distintos actores lograron beneficiarse de los procesos ocurridos en este periodo. En primer

lugar, podría mencionarse a los terratenientes tradicionales que lograron vender sus tierras a

precios altos. La relativa urgencia que tenían los narcotraficantes de lavar dinero, y la

enorme capacidad adquisitiva de los mismos, crearon una oportunidad valiosa para quienes,

golpeados por la intensificación del conflicto, querían abandonar el campo (Reyes, 2009;

Fajardo, 2014). Aprovechando la situación, muchos propietarios vendieron sus tierras a

precios extremadamente altos, contribuyendo sin embargo, a un aumento notable de la

concentración de tierras (Kalmanovitz y López, 2012). Estas transacciones posicionaron a

los narcotraficantes como importantes personalidades en lo regional y lo local,

especialmente en territorios en los que el poder estatal se encontraba más privatizado

(Misión de Estudios del Sector Agropecuario, 1990; Thoumi, 2002). Con las

transformaciones en los usos del suelo que acompañaron estos procesos, no solo aumentó la

concentración de la tierra, sino también del control sobre la fuerza de trabajo. Quienes

controlaban las tierras dedicadas a los cultivos permanentes ampliaron su esfera de

influencia en la medida en que aumentó el número de trabajadores dedicados a ellos. Por

otro lado, el despojo de tierras benefició ampliamente a los comandantes de los grupos

paramilitares y de los otros grupos armados al margen de la ley que lo ejercieron, pues

impusieron su dominio y en algunos casos, construyeron órdenes sociales a su voluntad

(Memoria Histórica, 2012). Sus socios o contribuyentes, se beneficiaron también de estas

acciones, ya que en algunas regiones recibieron invitaciones para desarrollar

megaproyectos agroindustriales en tierras apropiadas violentamente (Verdad Abierta,

2014).

Las cifras que documentan el aumento de la concentración de tierras en este periodo

provienen de distintas fuentes, y por ello mismo, resulta difícil compararlas19. Albert Berry

(2002), aunque advierte de la incompatibilidad real entre cifras de censos y cifras

                                                                                                               19 El Atlas de la Distribución de la Tierra en Colombia ofrece una discusión completa sobre las dificultades de comparar distintos índices calculados con información distinta e incompleta. Ver: IGAC 2012, p. 99.

Page 41: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

41  

catastrales -que son las que se han producido desde 1970-, sostiene que algunos indicadores

podrían dar cuenta del aumento en la concentración, como por ejemplo el aumento en el

porcentaje del área cultivada de los cultivos permanentes con respecto a la de los cultivos

transitorios. Por otro lado, la realización del Censo del Minifundio en Colombia en 1996,

permitió a investigadores como Absalón Machado y Claudia Rincón concluir que entre

1984 y 1997 la tendencia predominante de la estructura de la propiedad había sido la

fragmentación de la pequeña propiedad y la concentración de la gran propiedad (Machado,

1998; Rincón, 1997). Mariano Arango amplia este diagnóstico a partir de una comparación

de los datos de las Encuestas Nacionales Agropecuarias de 1994 a 2005, y calcula un

aumento del índice Gini de tierras de 0,905 a 0,920. La tendencia es igualmente descrita

por el Atlas de Distribución de la Tierra del IGAC, pues muestra un aumento en el Gini de

tierras, calculado a partir de la información catastral, de 0,853 en el 2000 a 0,863 en el

2009. Estas cifras confirman lo anunciado por el Informe de la Misión de estudios del

sector agropecuario en 1990, según el cual, lo que se ha dado es un acelerado proceso de

“contrarreforma agraria”, en el que los más afectados son los campesinos y los jornaleros

rurales.

Page 42: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

42  

CAPÍTULO III

ACAPARAMIENTO DE TIERRAS EN COLOMBIA: UNA MIRADA A LAS

DINÁMICAS REGIONALES

En el marco de las transformaciones históricas identificadas en el anterior capítulo, este

ofrece una síntesis cualitativa de los rasgos regionales que caracterizan el acaparamiento de

tierras contemporáneo en Colombia. Aunque en los últimos años se haya ido consolidando

el estudio de este fenómeno en el país, la gran mayoría de textos encontrados se construye

alrededor de estudios de caso sobre regiones particulares, o sobre un tipo de cultivos en

específico. El objetivo de este ejercicio es ofrecer una mirada global sobre lo que se ha

escrito hasta ahora, con el fin de subrayar tanto las particularidades que adquiere el

fenómeno en distintos contextos locales, como las tendencias generales que subyacen a

estos procesos. Esta síntesis aporta a la discusión actual sobre acaparamiento de tierras en

Colombia, y ayuda a identificar los vacíos teóricos que deben constituir a futuro una agenda

de investigación sobre el tema.

Aunque no es exhaustivo, el ejercicio de revisión de literatura de este capítulo procuró

cierta sistematicidad. En otras palabras, por cuestiones de tiempo, no pudieron ser revisados

absolutamente todos los textos existentes sobre procesos de acaparamiento de tierras en

Colombia. No obstante, la recopilación de conocimiento estuvo dirigida por una pregunta

de investigación exploratoria, que permitió distinguir conceptos claves y priorizar las

lecturas más relevantes sobre el tema. La búsqueda, selección y síntesis de la información,

siguió una serie de protocolos que buscaban darle rigor al ejercicio, y permitir que las

discusiones derivadas fueran pertinentes para el campo de conocimiento en exploración

(Dijkers, 2015). El ejercicio se realizó en una matriz de análisis cuya metodología y

resultado final puede ser consultado en el Apéndice A.

Page 43: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

43  

Gráfico 2: Cantidad de textos por región estudiada

Altillanura (Meta y Vichada)

Con 12 textos, la Altillanura ha sido la zona más estudiada. Esto se debe principalmente al

reiterado interés que han mostrado los gobiernos recientes por promover el desarrollo

agroindustrial allí. Esta extensa región comprende la mitad oriental del Departamento del

Meta, y todo el Departamento de Vichada. Tradicionalmente, ha sido una región de frontera

con vías de comunicación limitadas, por lo que su integración a circuitos comerciales está

apenas en desarrollo. El territorio ha sido el escenario de disputas entre grupos armados al

margen de la ley, como las FARC y los paramilitares, y aunque el desplazamiento forzado

ha hecho parte de su historia, no se ha presentado con la misma intensidad que en otras

zonas del Meta o del país (Osorio Pérez, 2015).

Page 44: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

44  

En la Altillanura hay una gran variedad de proyectos diferentes ocurriendo

simultáneamente, por lo que la mayoría de la literatura se ha referido primordialmente a las

dinámicas generales de la región (Álvarez, 2012; ILSA, 2014; P. Gómez, 2015; Osorio

Pérez, 2015). Algunos textos han profundizado individualmente sobre las dinámicas de la

palma (Marín-Burgos, 2014) o los cultivos forestales (M. Gómez, 2015). Otros incluso, se

han enfocado en el funcionamiento específico de compañías particulares como Poligrow

(SOMO-Indepaz, 2015).

La presencia de empresas que funcionan a través de fondos de capital extranjero, y de

créditos subsidiados por el Estado, ha dado cabida a importantes debates públicos en los

que se denuncia la "extranjerización de la tierra", y se señalan las potencialidades neo-

coloniales de estos emprendimientos (Álvarez, 2012; Osorio Pérez, 2015; Robledo, 2015;

Revista Semillas, 2015). Por otro lado, grandes firmas nacionales como Manuelita, Riopaila

Castilla o el Grupo Sarmiento Angulo, también han comprado grandes extensiones de tierra

en la región (Contraloría, 2013), dando cuenta del importante papel que simultáneamente

han jugado las élites nacionales.

La informalidad de los títulos de la tierra, y la gran cantidad de baldíos han propiciado que

algunas empresas agroindustriales recurran a estrategias irregulares con el fin de acceder a

derechos de propiedad. Estas estrategias son variadas, y van desde la fragmentación en

pequeñas compañías para solicitar baldíos como sujetos de reforma agraria20, hasta el

despojo de habitantes sin títulos (Álvarez, 2012; Contraloría, 2013; ILSA, 2014: Robledo

2015; P. Gómez 2015).

Otros estudios han profundizado en las maneras en que el control de la tierra por parte de

estos megaproyectos transforma las condiciones de vida de los habitantes. Patricia Gómez

(2015) ha explorado desde una perspectiva geográfica, cómo los cercamientos y la                                                                                                                20 La ley 160 de 1994, a través de la cual se creó el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino, buscó promover el acceso de campesinos a la propiedad rural a través del mercado de tierras. La ley creó la Unidad Agrícola Familiar (UAF), que es la empresa básica de producción agrícola cuya extensión permite a las familias beneficiadas remunerar su trabajo y disponer de un excedente capitalizable que contribuya a la formación de su patrimonio. Así mismo, “determinó que en ningún caso una sola persona podía tener más de una UAF y que tampoco podían ser destinatarios de baldíos las personas naturales o jurídicas que tuvieran un patrimonio superior a 1000 salarios mínimos” (Osorio, 2010).

Page 45: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

45  

privatización de caminos y senderos han afectado la relación que los pobladores

tradicionales entablan con el espacio. De otro lado, Robinzon Piñeros (2016) ha investigado

las transformaciones en los regímenes laborales asociadas a la expansión de la palma de

aceite y la caña de azúcar. En su estudio describe los flujos de trabajo y capital que hay

entre la Altillanura y el piedemonte del Meta, y denuncia la precarización y flexibilización

de la que son víctimas los trabajadores de la palma. La vinculación a través de Cooperativas

de Trabajo Asociado dificulta la actividad sindical, y a menudo, los liderazgos

reivindicativos son amedrentados por grupos paramilitares. Juan Ricardo Aparicio (2016)

ha estudiado la manera en que las compañías que llegan a territorios afectados por la

violencia, aprovechan el discurso de la paz para ganar mayor aceptación entre la población.

En consecuencia, ha interpretado la promoción de ciertas prácticas de memoria y

reconciliación en Mapiripán, Meta, como mecanismos para movilizar afectos en favor de

los procesos productivos que empiezan a tener lugar allí.

Curvaradó y Jiguamiandó (Chocó)

Con 9 textos, el del Bajo Atrato, en el Departamento del Chocó, es un caso paradigmático

porque describe una situación clara de transición agraria mediada por la acción violenta de

un grupo que deliberadamente busca nuevas fronteras para la acumulación de capital. Este

proceso de formación de relaciones sociales capitalistas en el campo fue denominado por

Marx como "acumulación primitiva"21. La importancia mediática que adquirió el caso tras

la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Corte

Constitucional a favor de las comunidades afectadas, explica también la atención recibida

por parte de académicos y ONG.

En 1997 grupos paramilitares del Urabá antioqueño, con apoyo de las Fuerzas Armadas,

incursionaron violentamente en las selvas de Curvaradó y Jiguamiandó amparados en el

desarrollo de operaciones antisubversivas (Osorio Pérez, 2015). El desplazamiento masivo

generado por la intensidad de los bombardeos fue aprovechado por los paramilitares para

                                                                                                               21 Derek Hall (2013) ofrece una discusión extensa sobre el papel que ha tenido el concepto de acumulación por desposesión y de acumulación primitiva en la literatura de acaparamiento de tierras.

Page 46: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

46  

apropiarse de las tierras abandonadas, muchas de las cuales estaban tituladas

colectivamente a comunidades negras. Tres años después, empresarios agrícolas de Urabá -

contactados e invitados por los mismos paramilitares-, ocuparon la región con miles de

hectáreas de palma de aceite (Memoria Histórica, 2012; Grajales, 2015).

Una parte importante de los textos encontrados ha estudiado los mecanismos ilegales

empleados por las empresas para proteger jurídicamente sus inversiones, revelando así una

larga lista de triquiñuelas jurídicas que incluyen la falsificación de títulos de propiedad, la

presión a notarios, y transferencias fraudulentas por parte de supuestos representantes de

los Consejos de las comunidades negras. El lúcido análisis de Jacobo Grajales sugiere que

estos eventos revelan la fluida interacción que hay entre lo legal y lo ilegal en los procesos

de acaparamiento de tierras (Mingorance et al., 2004; Grajales, 2011; 2013; García Reyes,

2014).

Otros textos han mostrado que los paramilitares y los empresarios palmeros formaron

liderazgos comunitarios, organizaciones sociales, cooperativas de trabajo, y ofrecieron

servicios públicos para legitimarse ante la población. Las oportunidades laborales que

ofrecían los cultivos de palma eran restringidas a quienes decidieran vincularse a tales

organizaciones, generando así una división social entre los miembros de la comunidad

(Osorio Pérez, 2015). Rey Martinez (2011) y Marín-Burgos (2014) por su parte, han

evidenciado los distintos apoyos crediticios que recibieron los empresarios palmeros por

parte de entidades nacionales e internacionales para el desarrollo de estos proyectos.

Finalmente, Jacobo Grajales (2015) ha estudiado las distintas formas de resistencia legal

que han ejercido las comunidades para recuperar sus tierras.

Un vacío llamativo en la literatura sobre este caso tiene que ver con el poco conocimiento

que se tiene sobre las transformaciones en las relaciones sociales y laborales que tuvieron

lugar una vez la tierra estuvo en control de paramilitares y palmicultores. Aunque mucho se

ha escrito sobre el desplazamiento forzado generado, poco se ha estudiado qué pasó con

quienes permanecieron en el territorio (Li, 2011).

Page 47: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

47  

Montes de María (Bolívar y Sucre)

La región de Montes de María, conformada por 15 municipios de Sucre y Bolívar, ha sido

abordada por 9 textos. Entre 1968 y 1990 albergó una pujante economía campesina

productora de alimentos que coexistió con grandes propiedades ganaderas (Coronado y

Dietz, 2013). En la década de 1990 grupos armados al margen de la ley aprovecharon su

estratégica conexión al mar, y su geografía montañosa para el tráfico de armas y drogas, y

para la siembra y procesamiento de coca (De los Ríos et al., 2012). Masacres, asesinatos

selectivos, enfrentamientos y desplazamientos masivos transformaron profundamente el

paisaje de los Montes de María. El despojo de tierras aumentó significativamente la

concentración y precedió la transformación agroindustrial que experimentó la región

(Memoria Histórica, 2010).

En 2002 la región fue declarada Zona de Rehabilitación y Consolidación en un intento del

gobierno, con el apoyo de Estados Unidos, de retomar el control militar e institucional de la

región (González, 2012). Simultáneamente se promovió la inversión agroindustrial (luego

de que las tierras de los desplazados habían sido compradas a precios bajos). Empresarios

pertenecientes al Grupo Empresarial Antioqueño adquirieron desde entonces, cerca de

60.000 hectáreas (Coronado y Dietz, 2013) que han dedicado al cultivo industrial de palma

de aceite (Marín-Burgos, 2014), caña de azúcar, arroz, tabaco (Ojeda et al., 2015) y teca

(De los Ríos et al., 2012). La mayoría de los textos estudiados insisten en la relación que

hay entre conflicto armado y transformación agraria, haciendo del desplazamiento, y de los

mecanismos de adquisición de tierra sus temas centrales (Memoria Histórica, 2010;

Memoria Histórica, 2012; De los Ríos et al., 2012; Gómez, Sánchez-Ayala, y Vargas,

2015).

Otros textos han descrito la relación entre políticas públicas y empresarios agroindustriales,

evidenciando que tanto el gobierno nacional, como los mandatarios locales, han

privilegiado las condiciones de rentabilidad de los empresarios (González, 2012). Marín-

Burgos (2014), en un estudio detallado sobre el tema, describe el sistema de puertas

giratorias que hay entre líderes del gremio palmero, y ciertas instancias gubernamentales

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48  

locales y nacionales. Coronado y Dietz (2013) muestran que el sistema de incentivos que

ofrece el Estado ha terminado por constituir un modelo de desarrollo que excluye a todos

los que se niegan a sembrar este tipo de cultivos. De igual manera, señalan que el esquema

de alianzas productivas, muy practicado en la región, concentra enormemente el control

sobre el territorio en las manos de los grandes empresarios.

Algunos otros, han abordado las dimensiones cotidianas de las transformaciones vividas.

Ojeda y sus colegas (2015) muestran cómo el control del agua ha sido concentrado por las

empresas, a la vez que los regímenes laborales han tendido a la flexibilización y a la

precarización. Aparicio (2016) por su parte, evidencia que el trabajo de las fundaciones

asociadas a las empresas ha remplazado la labor de organización social que cumplían los

sindicatos en otras épocas, restando sin embargo, el contenido clasista, reivindicativo y

contestatario de sus discursos. Varios de los autores mencionados coinciden en que si bien

las condiciones socioeconómicas de los habitantes vinculados a los proyectos

agroindustriales han mejorado un poco, existen malestares y conflictos por la concentración

del control en manos de los empresarios.

Piedemonte (Meta)

La importante transformación que desde los años 2000 ha vivido el suroccidente del

Departamento del Meta, ha sido documentada y estudiada por 4 textos. Desde los años 50,

campesinos colonos poblaron la región. Tradicionalmente, han enfrentado la apropiación

violenta de tierra por parte hacendados, o de distintos grupos armados que se disputan el

control de la zona a través de acciones violentas dirigidas en muchas ocasiones, a la

población civil. Con ayuda del gobierno de Estados Unidos, en 2002 se dio inicio al Plan de

Consolidación Integral de la Macarena (PCIM), que buscaba asegurar el control militar

sobre la región para introducir paulatinamente instituciones estatales y económicas que

permitieran el desarrollo local (Gutiérrez Lemus, 2012). Aunque los primeros cultivos de

palma en el Meta se establecieron en la década de 1960 en el noroccidente del

Departamento, el PCIM los impulsó en el Piedemonte. Se estima que en 2015, había cerca

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49  

de 7.000 hectáreas de palma sembradas, y dos plantas extractoras en construcción además

de la que ya existe en el municipio de Puerto Rico (Fajardo, 2015).

La literatura ha hecho énfasis, por un lado, en las desigualdades que se generan a través del

esquema de alianzas productivas. De acuerdo con Darío Fajardo (2015), los contratos de

alianza productiva han sido muy rentables para las compañías que llegan a la región

atraídas por los bajos costos de la tierra. Aunque deban contribuir con capital semilla y con

capacitación técnica a los pequeños productores que deseen vincularse, el esquema les

garantiza proveedores exclusivos, y un mercado constante. El acceso a crédito cobija a las

grandes empresas y excluye a los campesinos asociados, pues estos muchas veces, tienen

títulos deficientes de tierra. A pesar de que las condiciones socioeconómicas de los

pequeños productores han mejorado, se mantiene un desbalance enorme en el control sobre

la tierra y los procesos productivos.

Por otro lado, David Maher (2015) ha planteado una relación entre la violencia perpetrada

por los paramilitares y las Fuerzas Militares, y el crecimiento del sector palmero en la

región. Para ello compara el crecimiento del área sembrada con datos de desplazamiento en

el sur del Meta, sugiriendo que la palma ha crecido gracias al despojo de tierras.

Finalmente, señala que la pacificación de las relaciones laborales entre los palmeros y los

jornaleros ha estado mediada por la violencia paramilitar y las intimidaciones a los

sindicatos. Robinzon Piñeros (2016), en un lúcido estudio, muestra que la producción de

palma y caña de azúcar en torno a la infraestructura vial ha terminado por expulsar la

economía campesina hacia las regiones marginales. Señala además, que el crecimiento de

estos cultivos se ha dado en tierras dedicadas tradicionalmente al latifundismo ganadero.

Por último, Piñeros muestra que los incentivos gubernamentales a la agroindustria (zonas

francas, garantías jurídicas), han consolidado una hegemonía corporativa en el territorio.

Urabá antioqueño

3 textos se han concentrado en la región del Urabá, ubicada al norte del Departamento de

Antioquia. Al igual que muchas de las otras regiones mencionadas, esta fue una frontera

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50  

agrícola hasta la segunda mitad del siglo XX. Su desarrollo temprano está asociado a la

agroindustria bananera y a la ganadería extensiva. Desde los años 70 los conflictos agrarios

se alimentaron de la incursión de grupos guerrilleros que motivaron grandes invasiones de

tierra, infiltraron los sindicatos y extorsionaron a los terratenientes. En 1989 fueron

fundadas las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, un grupo paramilitar

financiado por narcotraficantes, ganaderos y propietarios de plantaciones de bananos

(Memoria Histórica, 2012). La intensificación del conflicto desde entonces, ha generado

enormes desplazamientos, sea por el peligro de los enfrentamientos, o por amenazas

relacionadas con filiaciones políticas (Muñoz et al, 2015).

En todos los textos encontrados el conflicto armado juega un rol fundamental. Desde una

aproximación etnográfica, Teo Ballvé (2012) relaciona el acaparamiento de tierras con el

proceso de formación del Estado, describiendo cómo el proceso de descentralización a

finales de los 80 genero oportunidades para que los paramilitares se pudieran asociar con

élites locales, y desde los años 2000, promover la integración económica a través de los

agronegocios en tierras despojadas. Ballvé señala que los paramilitares formaron líderes

sociales que promovieron este tipo de negocios, y reflexiona sobre la importancia del

control territorial y social en la construcción de una hegemonía.

Muñoz y sus colegas (2015) muestran que el conflicto armado está íntimamente

relacionado con una desigual estructura de la propiedad de la tierra. Su artículo se destaca

en la literatura por utilizar métodos cuantitativos además de cualitativos. En él presentan

una tipología de los mecanismos de apropiación de la tierra que incluye la venta forzada, el

uso de documentos falsos para reclamar tierras abandonadas, el desalojo armado y la

ocupación de facto. Llama la atención que ninguno de los tres artículos arroja mucha

información sobre las transformaciones laborales generadas luego de los cambios en el

control sobre la tierra.

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51  

Zona bananera (Magdalena)

Los 2 estudios sobre la Zona Bananera del Departamento de Magdalena exploran la

relación entre el control de la tierra por parte de empresarios agrícolas y la violencia.

Huyendo de los altos niveles de violencia, empresarios bananeros del Urabá desplazaron su

producción al Departamento de Magdalena en la segunda mitad de los 80. La producción

creció vertiginosamente, pasando de 60.000 toneladas en 1985 a 270.000 toneladas en

1990. Se estima que en 1991, la industria bananera empleaba cerca de 9.000 personas

(Grajales, 2011).

Según Jacobo Grajales (2011), este súbito crecimiento estuvo acompañado de un rápido

proceso de organización sindical que exigió mejores condiciones laborales. Su estudio se

concentra en mostrar cómo la violencia paramilitar fue utilizada para pacificar las

crecientes tensiones entre empresarios y sindicatos, planteando que el tema del control

sobre la tierra es relevante, no solo por el desplazamiento que puede precederlo, sino

también por las implicaciones que tiene sobre el manejo de las relaciones laborales en los

nuevos contextos de agricultura industrial más propensos a la movilización social.

La apertura comercial de los 90, sumada a las fuertes presiones que la guerrilla ejercía

sobre los empresarios -y se podría especular que las tensiones laborales descritas por

Grajales también influyeron-, golpearon duramente la rentabilidad de los cultivos de

banano en la zona22, y sumieron al sector en una dura crisis. La crisis motivó a los

empresarios de la región a sustituir el cultivo de banano por el de palma, pues ofrecía

mayor estabilidad, resistía mejor a las enfermedades y a los cambios climáticos, requería

menos pesticidas y productos químicos y podía aprovechar los canales de riego que ya

existían, consumiendo sin embargo, menos agua (Goebertus, 2008).

El texto de Juanita Goebertus (2008) identifica las razones que explican el desplazamiento

forzado en esta región. En primer lugar, la baja presencia institucional ha hecho posible el

                                                                                                               22 Un artículo publicado por Mariano Arango en 1994 recoge testimonios del gremio bananero a propósito de los efectos de la apertura comercial. Contrastar ambas fuentes ofrece un interesante panorama de las condiciones que pudieron motivar las transformaciones descritas por Goebertus. Cf. Arango 1994.

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52  

cobro de extorsiones por parte de grupos armados. En segundo lugar -y esta es quizás la

más interesante para nuestro estudio-, está la reducción en la demanda de mano de obra que

se da por la transición hacia los cultivos de palma. La exigencia de conocimientos técnicos

que requieren hacen escasas las oportunidades laborales para los antiguos trabajadores del

sector bananero. Es importante recalcar que esta transición puede amenazar la seguridad

alimentaria, en tanto el banano era comestible, mientras que el fruto de la palma no lo es.

Goebertus (2008) y Grajales (2011) señalan que la expansión de la producción

agroindustrial se ha beneficiado de tierras adquiridas ilegalmente. Los grupos armados

ilegales han presionado a pequeños propietarios para que se desplacen y transfieran

rápidamente las escrituras de la tierra a personajes que las compran baratas.

Bajo Río Mira (Nariño)

La experiencia que se dio entre las comunidades negras del Bajo Rio Mira, en Nariño,

contrasta con muchos de los otros casos que la literatura de acaparamiento de tierras ha

estudiado y a los que se ha hecho referencia en este texto.

De acuerdo con el único texto encontrado sobre el caso, la siembra de palma en la región se

ha dado a través de tres modalidades diferentes. Por un lado, están las grandes plantaciones,

entre las que se destaca Palmas de Tumaco por su extensión. Por otro lado, están los

palmeros independientes, que han cultivado en mucha menor extensión. Finalmente, están

los pequeños cultivadores asociados en cooperativas, como Cordeagropaz.

Esta última modalidad es predominante en regiones regidas por la titulación colectiva de

tierras a comunidades negras. En ellas, los grandes productores han promovido el cultivo a

través del esquema de alianzas productivas, garantizándoles a los productores asociados la

compra de los frutos. Roosbelinda Cárdenas (2011) señala que de esta manera, el control

sobre el acceso a la tecnología necesaria para procesar el fruto de la palma está en manos de

Palmas de Tumaco. Aunque la tierra y el cultivo pertenezcan a la comunidad, el acceso a la

tecnología y al mercado está altamente concentrado por las grandes compañías.

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53  

Aún así, el modelo ha permitido que algunos habitantes se beneficien económicamente, y

se consoliden como "pequeños palmicultores" que le venden a la Planta. Cárdenas señala

que cooperativas como Cordeagropaz han jugado un papel importante en la formación de

sujetos capitalistas capaces de manejar crédito y de administrar sosteniblemente sus

recursos. Este proceso es denominado "empresarización verde".

Es lamentable que el caso no haya recibido mayor atención aún, pues su estudio comparado

podría contribuir a un posible desarrollo de la literatura sobre la relación entre conflicto

armado y estructura de la propiedad de la tierra. De igual manera, llama la atención sobre

las distintas formas de organización del trabajo que se pueden dar donde las comunidades

tienen el control sobre la tierra. Todos estos temas permanecen aún por explorar.

Colombia

Esta categoría reúne 6 textos que se refieren a características generales del proceso en

Colombia. Uno de ellos es el informe publicado por la FAO titulado "Dinámicas del

mercado de la tierra en América Latina y el Caribe: concentración y extranjerización".

Yamile Salinas (2011) fue la encargada de escribir el capítulo sobre Colombia. Su tesis

principal es que el mercado de tierras debe ser estudiado de manera diferencial por el

enorme impacto que ha tenido la violencia y la ilegalidad. En su texto recoge las posiciones

de distintos grupos sociales y partidos políticos, evidenciando la tensión entre las

concepciones desarrollistas de algunos, y los llamados a considerar los derechos de grupos

étnicos y campesinos de otros. Aunque se menciona el interés de grupos extranjeros por

comprar tierras como algo novedoso, señala también que la informalidad en los títulos de la

tierra ha sido un obstáculo para que este tipo de inversión se realice.

Otros textos hacen análisis cuantitativos sobre los impactos socioeconómicos de procesos

de acaparamiento de tierras. Aunque en su formulación no se valen de este concepto, los

estudios se preguntan por los impactos de la expansión de la palma de aceite23. Tanto

                                                                                                               23 Esto introduce una discusión interesante acerca de la pertinencia de equiparar necesariamente el cultivo de palma de aceite con acaparamiento de tierras. En principio, se podría pensar que el cultivo de palma, en tanto

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54  

Castiblanco et al. (2015) como Díaz Granados (2012) comparan la trayectoria de índices e

indicadores en municipios palmeros y no palmeros de todo el país. El estudio de

Castiblanco et al. (2015) encontró que a nivel nacional, los indicadores que mayor

diferencia presentan entre municipios palmeros y no palmeros son el Índice de Necesidades

Básicas Insatisfechas (INBI), y el Índice de Ingreso Municipal (IM). En los municipios

palmeros, el INBI ha descendido más, y el IM aumentado más que en los no palmeros. A

nivel regional, el estudio sugiere que mientras en la zona oriental (Meta, Vichada,

Casanare, Arauca) hay una correlación estadísticamente significativa entre los cultivos de

palma y mayores índices de desigualdad de tierra y propietarios, en la zona central ocurre lo

contrario. A manera de hipótesis, sugieren que esto se debe a que en la zona central la

producción de palma se da a través del esquema de alianzas productivas. Díaz Granados

(2012) por su parte, alcanza conclusiones similares, y sugiere que "donde mayor

crecimiento en área sembrada se ha dado, son mayores las mejoras en las condiciones de

vida" (27).

También hay estudios que reflexionan sobre los impactos de la promoción excesiva de

monocultivos destinados a agrocombustibles o a maderables, en la seguridad y la soberanía

alimentaria. Ávila y Carvajal (2015) revisan la literatura sobre agrocombustibles, con el fin

de identificar distintas perspectivas sobre sus impactos ambientales y socioeconómicos. El

estudio concluye que en Colombia el monocultivo de agrocombustibles, por su naturaleza

misma, requiere de grandes extensiones de tierra, generando deterioros ambientales del

suelo, y también conflictos por su uso. Ellos asocian al modelo de desarrollo basado en su

cultivo, un aumento de la pobreza rural, pérdida del patrimonio cultural, y dependencia

tecnológica y económica. La intensividad del uso de la tierra se extiende también al uso de

recursos hídricos, lo que podría terminar por restringir el acceso que campesinos y

pobladores rurales pobres necesitan a estos.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 describe una operación de control sobre el territorio y sus pobladores, requiere de una inversión intensiva de capital, y se da según las dinámicas contemporáneas de acumulación del capitalismo global, es siempre un ejercicio de acaparamiento. Esta consideración debe ser explorada con mayor cuidado, pues cuestiones como la de los pequeños productores, o las alianzas productivas, de seguro complejizan el debate. No obstante, se incluyó esta literatura porque se encontró –casi de manera accidental- y se decidió que tenerla en cuenta podría aportar a la discusión, y enriquecer el análisis.

Page 55: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

55  

Finalmente, Ávila y Carvajal sostienen que la sustitución de cultivos de alimentos por

cultivos destinados a la producción de agrocombustibles puede amenazar el acceso a

alimentos, sobre todo, a los sectores más pobres del campo, pues sus precios aumentan ante

la necesidad de transportarlos desde otras regiones. Esta necesidad de importar los

alimentos que ya no se producen, amenaza además la soberanía alimentaria del país.

Tendencias generales

Aunque la literatura revisada muestra que el fenómeno se desenvuelve de manera diversa

según su interacción con el contexto de cada territorio, también permite identificar

tendencias generales. En cada caso, la transformación en los usos del suelo está mediada

por mecanismos particulares, que pueden ir desde la violencia, como en los casos del

Chocó, los Montes de María, el Urabá antioqueño o la Zona Bananera, hasta la negociación

balanceada entre pequeños y grandes productores, como en el caso de Nariño. A pesar de

esto, las transformaciones descritas se dan todas según las dinámicas de acumulación de

capital que han tomado forma desde los años noventa, en las que los cultivos flexibles,

como la palma de aceite y la caña de azúcar, pasan a ocupar el espacio que antes ocupaban

bosques (como en el Chocó), pastos de ganadería (como en la Altillanura y el Piedemonte

del Meta), cultivos transitorios (como en Montes de María o el sur de Bolívar), u otros

cultivos permanentes (como en la Zona Bananera). El ingreso de nuevos actores, y la

redefinición de los procesos productivos asociados a la tierra, alteran las estructuras de

poder y autoridad que dominaban los territorios, configurando a su vez nuevas soberanías y

nuevas hegemonías.

La literatura examinada capta estas transformaciones al prestar atención a mecanismos de

control sobre la tierra diferentes a los derechos de propiedad sobre la misma (Ribot y

Peluso, 2003). Al analizar, por ejemplo, el modelo de alianzas productivas en el caso de la

palma, se revela que aunque los pequeños productores sean propietarios de la tierra, y por

ello mismo puedan acceder a los beneficios que se derivan de la venta del fruto de la palma

que cultivan en ella, dependen en gran medida de las decisiones que tome quien controla

los otros mecanismos relacionados con el procesamiento del fruto. Es decir, como los

Page 56: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

56  

pequeños productores están obligados por contrato a vender a un único comprador (que

suele ser la empresa grande que les ha dado el capital y el conocimiento para cultivar la

palma), dependen de él para poder acceder a los beneficios que les puede dar la tierra de la

que son propietarios. Este único comprador, además de tener control sobre los mercados

internos (pues tiene el monopolio de la compra del fruto), y por ende de los precios de

compra, tiene control también sobre la tecnología necesaria para extraer el aceite de los

frutos de la palma antes de que se pudran. Mientras la gran empresa maximiza los

beneficios del acceso a la tierra a través del control sobre la mayoría de mecanismos (el

mercado, el capital, el conocimiento y la tecnología), el pequeño productor se beneficia del

único control del que dispone: la propiedad sobre la tierra y sobre su fuerza de trabajo.

Según algunos de los textos encontrados, los extensos plazos de estos contratos (10-30

años), no dejan más alternativa al pequeño productor que vender la tierra en caso de que

este modelo no esté siendo rentable para él (Fajardo, 2015; Ojeda et al., 2015).

Por otro lado, la mayoría de estudios reseñados señalan el vínculo que hay entre el

desarrollo de políticas públicas nacionales e internacionales y la creación de nuevas

fronteras de control sobre la tierra. De esta manera, se comprende el rol activo que tiene el

Estado en la producción y configuración de los territorios. Los vínculos entre empresarios

palmeros y funcionarios del gobierno (Marín-Burgos, 2014), la influencia que estos tienen

sobre la formulación de políticas públicas (Coronado y Dietz, 2013), o las facilidades

crediticias que otorgan entidades públicas nacionales e internacionales para promover

ciertos tipos de cultivos (Rey Martinez, 2012; Fajardo, 2014), son tan solo algunos de los

mecanismos que facilitan la redefinición de las relaciones sociales y de poder que se dan

entre los habitantes de las regiones. La promoción de discursos de seguridad, desarrollo

económico y paz, también juega un papel importante en la generación de sentidos y

significados sobre los territorios. En conjunto, estos elementos arrojan luz sobre la

proposición anticipada en el primer capítulo de este estudio, en donde se había dicho que el

acaparamiento de tierras podía entenderse como un proceso de territorialización.

El contraste entre los casos nos permite formular interrogantes sobre la manera en que

distintas configuraciones de los regímenes laborales y de propiedad, pueden generar

Page 57: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

57  

distintos resultados sobre la definición de las desigualdades de poder relacionadas con el

control sobre la tierra. Comparando cómo se configuraron las alianzas productivas en el

caso de Montes de María y en el Bajo Río Mira, se puede observar que los resultados

fueron muy diferentes. No es lo mismo asumir estas desigualdades donde los títulos de

propiedad de los campesinos están pobremente definidos, que en lugares donde los

derechos de los pequeños productores están bien definidos por un régimen de propiedad

colectiva. Una exploración más detallada de estas diferencias permanece pendiente y debe

ser abordada por futuras investigaciones.

Algunos sesgos dentro del campo han derivado en vacíos teóricos o metodológicos que

deberían ser resueltos en el futuro. En términos metodológicos, la mayoría de los textos

revisados están guiados predominantemente por acercamientos etnográficos relativamente

rápidos, o por revisiones de prensa y literatura que varían en su calidad. Los valiosos

conocimientos que se han producido de esta forma sobre los significados que se construyen

alrededor de la tierra, las relaciones de poder asociadas a su control, y los discursos que

legitiman los órdenes establecidos, deben ser mirados críticamente con el fin de reconocer

sus limitaciones, y ampliar su alcance a través de apuestas metodológicas más íntegras. La

pertinencia de construir de líneas de base para análisis cuantitativos sobre las distintas

dimensiones estudiadas por el acaparamiento de tierras es tanto mayor cuanto en el

horizonte cercano se vislumbra la puesta en marcha de los planes de desarrollo rural

producto de los Acuerdos de Paz. Aunque algunos trabajos han integrado metodologías

cuantitativas, o instrumentos de análisis espacial más sofisticados (Muñoz et al., 2015;

Gómez, Sánchez-Ayala, y Vargas 2015), con el fin de complementar las perspectiva de los

actores involucrados, es necesario que futuras investigaciones empíricas perseveren en este

camino.

Otro vacío tiene que ver con el exceso de estudios sobre procesos de acaparamiento en los

que se da una transición hacia los cultivos de palma de aceite. Es entendible que este tipo

de procesos haya recibido tanta atención, pues tal y como la literatura lo ha mostrado, es un

proceso que genera transformaciones profundas en las vidas de las personas que se

relacionan con ellos. Aún así, es fundamental que futuras investigaciones exploren otras

Page 58: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

58  

operaciones que también cumplen con los criterios contenidos en la definición de

acaparamiento, de manera que se pudieran identificar las particularidades de cada proceso,

si es que las hay.

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59  

CAPÍTULO IV

CONCLUSIONES, REFLEXIONES FINALES Y RECOMENDACIONES

A lo largo del trabajo se ha procurado responder a la pregunta por las formas que reviste el

acaparamiento de tierras en Colombia desde una aproximación que describe sus

particularidades como forma de control sobre la tierra y las relaciones sociales que se

configuran alrededor de ella. Desde una perspectiva histórica, y de un análisis sistemático

de distintos casos regionales, se concluye que el acaparamiento de tierras adquiere siempre

formas particulares a partir de su interacción con contextos y condiciones muy puntuales,

pero que se inserta también en una serie de transformaciones estructurales que empezaron a

tener lugar a mediados de la década de 1980.

Aunque se module diferenciadamente según el contexto y las condiciones previas de los

territorios, una de las consecuencias fundamentales del acaparamiento de tierras es la

concentración, en pocas manos, de la tierra y del control sobre otros mecanismos de acceso

a los beneficios de los procesos productivos que se basan en ella. Esta dinámica tiene un

profundo impacto sobre las relaciones sociales y de poder que dan forma al orden social de

los territorios.

Siguiendo a Peluso y Lund (2011), se podría decir que se trata de un proceso activo de

creación de nuevas fronteras de control sobre la tierra, entendidas estas no como sitios en

los que “lo salvaje”, “lo vacío” o “lo virgen” se encuentra con “la civilización” o “el

desarrollo”, como a veces lo plantea el discurso oficial para justificar su apoyo a estos

procesos en lugares como la Altillanura, sino por el contrario, como “sitios en los que las

autoridades, las soberanías, y las hegemonías del pasado reciente están siendo desafiadas

por nuevos cerramientos, territorializaciones y regímenes de propiedad” (668).

El trabajo se estructuró en tres capítulos. En el primero, se reconstruyeron los momentos

claves del debate internacional sobre acaparamiento de tierras. Este recuento muestra cómo

Page 60: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

60  

el aporte de herramientas analíticas de distintas disciplinas y perspectivas, ha permitido una

mirada compleja y relacional sobre problemas agrarios clásicos y contemporáneos. La

integración de dimensiones históricas, espaciales, ecológicas, económicas, políticas y

culturales, al análisis de los fenómenos relacionados con el control sobre la tierra ha

refrescado los estudios sociales rurales, y es sin duda, una de las características que hace

tan sugestivo este campo de estudio.

En el segundo capítulo, a través de un análisis histórico inspirado por estos enfoques, se

mostró que en cada uno de los cuatro periodos identificados, ha habido transformaciones

importantes en términos de las relaciones sociales que se tejen alrededor de la tierra. Es

llamativo que el problema de las relaciones de poder asociadas a este control, aparezca casi

siempre de manera tangencial en la literatura histórica que fue revisada para este capítulo.

Las categorías analíticas derivadas de los estudios sobre acaparamiento de tierra tienen el

potencial de refrescar la historiografía agraria, en tanto definen como tema central de la

indagación histórica, el conjunto de mecanismos de control sobre la tierra, y de las

relaciones de poder que se tejen a su alrededor.

El último capítulo presenta el análisis de los 44 textos encontrados sobre acaparamiento de

tierras en Colombia. Se identificaron las principales características de las más recientes

transformaciones en los mecanismos de control sobre la tierra, en cada una de las siete

regiones estudiadas por los textos. Esta literatura revela que el fenómeno, lejos de ser

homogéneo y predecible, se desenvuelve de manera diversa según su interacción con los

elementos contextuales que configuran cada territorio, y que sus impactos se dan en

múltiples dimensiones.

La posibilidad de retratar la multidimensionalidad de estos procesos resulta ser un aporte

fundamental de esta perspectiva con respecto a otras, que estudian los impactos de las

transiciones agrarias a partir de indicadores estadísticos unidimensionales. No obstante, el

diálogo que se da entre este tipo de estudios, y los estudios de caso reseñados puede ser

sumamente productivo, pues enriquece las conclusiones que tanto el uno como el otro

presentan. Los estudios con enfoques cualitativos, desarrollados a través de métodos

Page 61: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

61  

históricos o etnográficos permiten dar cuenta de la manera en que se experimentan las

desigualdades que se producen como correlato de estos procesos, no solo en términos

socioeconómicos, sino también en términos de relaciones de poder.

Finalmente, la agenda de investigación que se perfila a futuro debe estar orientada a superar

los vacíos generados por ciertos sesgos que han afectado el estudio del acaparamiento de

tierras en Colombia. Como se dijo en el tercer capítulo, es necesario ampliar el repertorio

de planteamientos metodológicos utilizados para investigar, con el fin de ampliar los

alcances de los análisis realizados. De igual manera, es necesario abordar un abanico más

amplio de procesos productivos, pues la excesiva atención que han recibido los procesos de

acaparamiento en los que se da una transición hacia los cultivos de palma de aceite, puede

contribuir a que procesos distintos, pero igual de relevantes, sean ignorados.

La mirada fresca, rigurosa, compleja y multidimensional de la realidad rural que se esboza

paso a paso a través del estudio del acaparamiento de tierras en Colombia, resulta

sumamente pertinente en una coyuntura dominada por la incertidumbre. Lo que está en

juego en la supuesta integralidad del problema rural, es lo que le da profundidad al

significado de la paz. En contravía de lo que plantean algunas visiones, no es solo que la

tierra sea improductiva, como si los problemas del campo fueran problemas económicos

que se solucionan prestando atención a la variación de unos índices. Los problemas del

campo, y su relación con la guerra, solo pueden ser comprendidos cuando se atiende a su

más radical integralidad, es decir, cuando se da cuenta de las múltiples dimensiones en que

los conflictos dan forma a la experiencia de los habitantes rurales. Se espera que este

estudio aporte al menos a la reflexión acerca de los retos que enfrenta la investigación

social, para atender a las exigencias que formula el presente.

Page 62: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

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Page 73: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

73  

APÉNDICE A.

METODOLOGÍA Y RESULTADOS DE LA REVISIÓN DE LITERATURA SOBRE

ACAPARAMIENTO DE TIERRAS

Los criterios de búsqueda e inclusión de la literatura fueron definidos con el objetivo de

incluir los textos más relevantes para el análisis propuesto. En primer lugar, se tuvieron en

cuenta escritos cuyo tema central fuera el acaparamiento de tierras, y no otros fenómenos

relacionados, pero diferentes. Basta recordar que en el segundo capítulo fue definido el

fenómeno a partir de tres elementos interconectados: se trata de una operación de control

sobre la tierra y sobre la población que se relaciona en ella y con ella; es grande en la escala

de la tierra involucrada, pero sobre todo, del capital; y finalmente, se inscribe dentro de

dinámicas particulares de acumulación, que en el caso colombiano, empiezan a mitades de

la década de 1980, y se intensifican en los primeros años de los 2000. Esta periodización

del fenómeno fue definida en el tercer capítulo, y hace parte también de los criterios que se

tuvieron en cuenta para incluir o excluir textos de la revisión. La aparición en revistas

académicas evaluadas por pares no fue un criterio definitivo para la inclusión de textos,

pues al debate han contribuido otro tipo de publicaciones que sin duda han arrojado

información importante, y que han sido referenciadas por varios textos de carácter

formalmente académico.

La búsqueda de textos se realizó a través de la combinación de diferentes términos, como

‘acaparamiento’, ‘tierras’, ‘concentración’, ‘despojo’, ‘conflictos’ y ‘Colombia’, en el

buscador de la Biblioteca de la Universidad de los Andes y en bases de datos

multidisciplinarias, electrónicas y académicas como Web of Science, EBSCOHOST,

JSTOR, Science Direct, SciELO, Redalyc y Scopus. Se tuvieron en cuenta además, los

resultados de búsqueda en Google Scholar que tuvieran al menos una citación y aparecieran

en las primeras 10 páginas. Otra fuente importante de material fue la sección de referencias

bibliográficas de los textos encontrados. Finalmente, se consultó con algunos profesores y

académicos de la Universidad de los Andes que tenían alguna cercanía con el tema.

Page 74: NUEVAS MIRADAS SOBRE EL CONTROL DE LA TIERRA

   

74  

La búsqueda inicial arrojó cerca de 800 entradas. La aplicación de los filtros de inclusión y

exclusión en la revisión de títulos disminuyó sustancialmente el material a 60 entradas

relevantes. Al ser filtrados con un poco más de detalle en la lectura de resúmenes e

introducciones, el número de entradas terminó por reducirse definitivamente a un total de

44. Teniendo en cuenta que la mayoría de los textos encontrados eran estudios de caso, se

decidió clasificarlos según la región en que se enfocaran24.

Una vez clasificados por regiones, se elaboró una matriz para descargar la información de

cada texto y facilitar el análisis. La matriz está compuesta de 6 columnas. La primera se

titula “Caso”, y contiene los nombres de las regiones estudiadas. La segunda se titula

“Mecanismos de acceso a los beneficios de la tierra”. Esta columna se estructura alrededor

de una plantilla conformada por 9 categorías, que enuncia cada una un tipo de mecanismo

de acceso y control sobre los beneficios de la tierra. Estas categorías son formuladas por

Ribot y Peluso (2003) con el objetivo de identificar el conjunto de mecanismos a través de

los cuales un agente puede regular el acceso a los beneficios que se derivan del control

sobre un determinado recurso o proceso productivo. Las categorías fueron útiles para

organizar, clasificar y sistematizar la información contenida en cada texto.

La tercera columna, titulada “Impactos”, sirvió para consignar reportes de impactos

específicos del proceso sobre las comunidades, siempre que fueran reportados por los

textos consultados. La cuarta columna se titula “Dirección de los cambios en el uso de la

tierra”, y sirve para clasificar la naturaleza y dirección de las transformaciones descritas, de

acuerdo con la tipología propuesta por Borras y Franco (2012) (Ver Cuadro 7). La quinta

columna se llama “Dirección de la transformación de las relaciones basadas en el control

sobre la tierra”, y al igual que la anterior, permite clasificar la dirección de estas relaciones

de acuerdo con la tipología propuesta por Borras y Franco (20012) (Ver Cuadro 8). Estas

dos columnas fueron útiles para analizar el sentido general de las transformaciones

descritas en cada región. Finalmente, la sexta columna contiene el listado de los textos

encontrados para cada región.

                                                                                                               24 Cabe mencionar que algunos textos se referían a dos o más regiones.

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75  

Cuadro 7: Carácter, dirección y orientación de las transformaciones en los usos de la

tierra

Tipo ideal De A A Producción de comida Producción de comida A1 Para consumo Para intercambio doméstico A2 Para consumo o intercambio doméstico Para exportación A3 Para exportación, monocultivos, y

producción industrial Para consumo, intercambio doméstico y agricultura de pequeña escala

B Producción de comida Producción de agrocombustibles B1 Para consumo o intercambio doméstico Para exportación B2a Para consumo o intercambio doméstico Para uso local, intercambio doméstico,

controlado por corporaciones B2b Para consumo o intercambio doméstico Para uso local, intercambio doméstico, no

controlado por corporaciones C Otros usos Producción de comida C1 Bosques Para consumo o intercambio doméstico C2 Bosques Para exportación C3 Tierras marginales u “ociosas” Para consumo o intercambio doméstico C4 Tierras marginales u “ociosas” Para exportación D Otros usos Producción de agrocombustibles D1 Bosques Para uso e intercambio doméstico D2 Bosques Para exportación D3 Tierras marginales u “ociosas” Para uso e intercambio doméstico D4 Tierras marginales u “ociosas” Para exportación

Tomado de: Borras y Franco, Global Land Grabbing and Trajectories of Agrarian Change: A Preliminary Analysis, 2012.

Cuadro 8: Dirección de la transformación de las relaciones basadas en el control sobre

la tierra

Cambio en las relaciones de control

Proveedor de alimentos Cultivo ecológico

A: Redistributivo Sí Sí B: Redistributivo Sí No C: Redistributivo No Sí D: Redistributivo No No E: No distributivo/concentración Sí Sí F: No distributivo/concentración Sí No G: No distributivo/concentración No Sí H: No distributivo/concentración No No

Tomado de: Borras y Franco, Global Land Grabbing and Trajectories of Agrarian Change: A Preliminary Analysis, 2012.

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Matriz de análisis25

Caso Mecanismos+de+acceso+a+los+beneficios+de+la+

tierraImpactos Dirección+del+cambio+en+el+uso+de+la+

tierraDirección+de+la+transformación+en+las+

relaciones+basadas+en+la+tierraBibliografía+sobre+el+caso

Altillanura Derechos Álvarez,.2012Distintos.mecanismos:.Compra.de.baldíos.asignados.a.sujetos.de.reforma.agraria,.mecanismos.fraudulentos.de.acceso.a.baldios.(fragmentación.de.empresas).(Gómez.2015,.Contraloria.2013),.apropiación.violenta.(Gómez.2015).

B2a:.De.tierras.dedicadas.a.la.producción.de.comida.para.el.consumo.y.el.intercambio.doméstico,.a.monocultivos.para.agrobustibles.de.uso.local,.intercambio.doméstico,.y.controlado.por.corporaciones.

D.(Reconcentración./.G,.H.. Aparicio,.2016

Tecnología Cardona.Calle.y.Álvarez,.2014En.algunas.zonas.se.requieren.mecanismos.de.adecuación.de.los.suelos,.que.por.su.costo,.permanecen.en.control.de.las.empresas.(SOMOVIndepaz.2015)

C3:.De.tierras.marginales.u.ociosas,.a.monocultivos.de.comida.para.consumo,.e.intercambio.doméstico.

Contraloría,.2013

Capital P..Gómez,.2015Fondos.extranjeros.en.el.caso.de.empresas.como.Mónica,.Cargill,.Timberland.Holdings,.Poligrow,.y.nacionales.de.grandes.compañías.como.Riopaila.Castilla,.Grupo.Luis.Carlos.Sarmiento.Angulo,.Manuelita.(Contraloría.2013)..Crédito.subsidiado.del.gobierno.a.estoas.empresas.(Se.dividían.y.se.registraban.como.pequeñas.empresas).(Contraloría.2013)

Acaparamiento.del.crédito D3:.De.tierras.marginales.u.ociosas,.a.producción.de.monocultivos.para.agrocombustibles.de.uso.doméstico.

M..Gómez,.2015

Mercados ILSA,.2014Vías.de.comunicación.son.limitadas.y.algunas.tienen.acceso.limitado.(ColombiaAgro)..La.construcción.de.vías.se.hace.en.función.de.las.empresas.y.el.comercio..(P..Gómez.2015)

Construcción.de.infraestructura.de.uso.privado.genera.cercamientos.e.imposibilita.tránsitos.tradicionales.entre.zonas.

MarínVBurgos,.2014

Trabajo Osorio.Pérez,.2015Oferta.de.trabajo.limitada..Muchas.veces.es.traido.de.otras.partes.del.país.(P..Gómez.2015,.Piñeros.2016)..Funciona.a.través.de.Coperativas.de.Trabajo.Asociado.(Flexibilización.del.trabjo)

Precarización.del.trabajo Piñeros,.2016

Conocimiento Revista.Semillas,.2015Se.han.generado.discursos.legitimadores.que.cercan.la.disponilidad.y.el.acceso.a.la.tierra.por.parte.de.los.pequeños.campesinos:.la.tierra.es.infertil.y.su.uso.requiere.grandes.inversiones.(P..Gómez.2015,.Salinas.2012,..

Robledo,.2015

Autoridad SOMOVIndepaz,.2015Grupos.paramilitares.hacen.presencia.en.la.región.y.han.expresado.que.ven.favorablemente.las.inversiones.agroindustriales.(Osorio.2015)..Políticas.públicas.regionales.a.veces.se.orientan.hacia.la.provisión.de.bienes.y.servicios.públicos.únicamente.a.las.compañías.(P..Gómez.2015)

Relaciones.sociales

Identidad

                                                                                                               25 Versión completa anexa en formato Excel.

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