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l7 !JD o Drv-J o l7 o o D V o ® o ® D @ ó 7 O ® @u o O @ ¡p @ O @ff --'=- Esteban Emilio Mosonyi Antropólogo graduado en la Universidad Cent r al de Venezuela (UC V) Licenciado en Letras (UCV). Doctor en Antropología (UCV). Profesor Ti tular de Lingüistica y Antropología en la m is ma Universidad . Miembro fundador del Grupo Barbados de Lucha contra el Genoc i dio y Etnocidio . Coordinador de varios eventos sobre Educación I ntercultural Bilingüe y re l aciones interétnicas patrocinados por la UNESCO y el Instituto I ndigenista I nteramericano.

o o D V @~ o D O @uo ¡p @ff - catalogo.mp.gob.vecatalogo.mp.gob.ve/.../marc/texto/revista/R_2004_n2_p.131-142.pdf · Los Indígcnas:Víctimas de delito y de abusos de poder a los

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Esteban Emilio Mosonyi

Antropólogo graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV) Licenciado en Letras (UCV). Doctor en Antropología (UCV).

Profesor Titular de Lingüistica y Antropología en la misma Universidad. Miembro fundador del Grupo Barbados de Lucha contra el Genocidio y Etnocidio.

Coordinador de varios eventos sobre Educación Intercultural Bilingüe y re laciones interétnicas patrocinados por la UNESCO

y el Instituto Indigenista Interamericano.

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Esteban Emilio Mosonyi

-UNA PROBLEMATICA .... Cuando se habla de \'íctim;¡;; y vicri mologí,¡. no podemos e\'it,lr t' l P,¡SC', ¡rI10S

mentalmeme por un sentido algo cUI'ioso que h,¡n tom,¡do dichus 10nllinos

incluso entre especialist:\ )' duchos en la materia, En erecto. h,¡)' qu ienc's picnS:1Il en la víctima como un,¡ slI en'e de cobhor,¡dor, por no dccir c()mplice cic'1 delincuente, A eso también remire el dicho ,lIlglos:¡jón hl,¡llle th t' \'iClim, es

decir. culpabi liza r a la víctima, ¡\bs alb de los eleslellos nt'o lihe¡', tl t'S dt' c'stc' modo ele pensa r, ha)' algo de verel :¡d en ese rerruécano, Con h,¡rl:l rrecll enci:¡,

cae en la rralllpa elel eleli ro o inclusive la busca deliher,¡dJmc'nte, N,¡d:¡ de t'SIO

sucede con los indígenas, al menos en b inlllensa nn)'orí:¡ dc los c:¡SOS ,

La vulnerabil idad de los pu eb los aborígenes l iene su ra íz histó ri c:¡, cI :¡r:¡ \ '

precisa en los primeros momentos de la conqu ista de Améric¡ )' dc' o lm ,s

continenres sometidos al mismo proceso, La violenci:¡ que le llegó dt' los im­perios en formación, fue en esa Co)'ulllura precis:1. t:1I1 Ill :¡ciz,¡, lenllill:lnte t'

irresistible que los pueblos ameri nd ios simplemente 110 pudieron resislir, :tI

menos en escala que hiciese posihle la permanenci,1 históri ca, )' I:¡ integriebd física y cultural de muchísimos pu eblos numéric ¡mente gr,lndes y pequ6ios,

Fueron demasiados los factores que innuyeron dec isivamenl e c n c'st:¡

calamidad históri c l. La sorpresa ca usada por la lIeg,¡da de unas huestcs que

133

Los Indígcnas:Víctimas de delito y de abusos de poder

a los nativos le parecían al pri ncipio, sob renaturales y ex traterrestres, el adita­

mento masivo de cosas V seres to talm ente desconocidos en América como ,

las armas de fuego, el hierro y el acero y el mismo caba llo, la determinación

de los conquistadores de arrasa r con los que encontraran a su paso e imponer

un o rden socia l , cultural y relig iosa diametralmente opuesto a cualquiera de

las cu lturas indígenas, son ingredientes que conOuyen en el ho locausto que

term inó brutalmente con los imperios ameri canos, y con un altísim o porcentaje

de las pequei'ias configuraciones societarias, más res istentes quizás por su

dispersió n, movi li dad y tota l independenc ia respecto de toda clase de

jerarquía s, Sabido es que qu ien más se aproxima a la descripción exacta de

lo sucedido es el inefable Fray Barro lomé de las Casas, gran defensor de los

indios a la vez que destructo r de los negros afri ca nos,

El an iqui lamiento de las formaciones sociocu lturales autóctonas de América

fue lan in tenso y profundo, que dejó secuelas y heridas que muchos han

j u zg~do incurables, va le dec ir, morra les a la rgo plazo, Creemos que sólo en

la segu nda mitad del siglo :i\'X empezó a rev isa rse tal posrura pesimista que

definía nu es tro continente como blanco o mest izo - según las preferencias

ideológicas de cada qu ien- dejando al indio en el olvido o sosteniendo con

argu mentos de cieno peso su ex tinción, trunca miento e incluso inexistencia

lOla l. De una fo rma u Olra, en esta esca lada de negociaciones G l\ 'Ó la mayoría

-por no decir J:¡ casi loral idad- de las ideologías oper:lnres enrre nosotros,

desde la más rancia derecha ull ramonl:lIl:l hasla las , 'e rsiones nüs fa n{¡¡iGls " ,

furibundas de cic n:1 izquierda marx iSla )' u ll r:lmarx ist:1.

Una de las estr:l\cg ias hislóricamellle m:ís dicaces IXII: I g:u'amizar b plena

impunidad p,lr:1 quienes mallral:lsen de una u Ol ra forma a represenlanres indi­

, 'iduales )' co!ecri\'()s ele los puehlos indígenas ele AmériC:1 ha ,.;ido recurrir :1 la C:tlaci:1 de 1:1 illl'isihilidad del inelio, p:lr:dela Clsi exaCl:1 de la illl'isihilid:ld del

negro, ,';tlienlelllente denunci:lda por J:¡ anl1upólog:1 colomhi:IIl:1 Nin:1 Fliedelll:rnn,

No h,1)' que ser muy :1gudo pa r:! cOlllprender que sólo puede ser ohjelo de

, 'ej{ln1enes, o :1husos de cu:r1quic'r lipo, :1quel que de hecho e:-éiSlt', Denlro de

esl:1 Ic)gicI pCIYCI'S: !. 1:1 pro ll!em:'llic l indígen:1 simplemenle no se el:!. pue';lo que

no h:1)' indios en 1:1 ,'itb re:11. I\ sí de ,;impk , Y cU:1ndo ele llnili\':II11enle no h:1"

1ll:lnera ell ' 1:11':11' algún crilllen conll:l eSlOS seres Irulll:rnos di,crimin:1do,;, cu:r1quier

I'uncionario 11':lsnuch:ldo dicl:1Ill ill:l, con cieno dc'scm), que 1:1 l:tI , 'íClilll:1 no e,;

ningún indio ni negro sino un ciud:1d:1no común ,' corrienle, u e"enlu:lllllC'lllt' ele

01.1':1 n:lcion:tli t l:1d: cu lolllhi:lIlo, l'cu:llori :lno o dl' 01 1'0 p:1í,;,

13-'Í

Eslcban Emilio ~ l ()so n\'¡ •

Ahora bien. no puede ex tr:111:lrtlOS en lo m:'ls l11 ínimo qu t' 1:1 dc' rel' lu

po líriGI se h:lya va liclo de eSIa cl:!se de tru cos sucios. Lo que si nos :IS0l11ll r:1

ya I:t vez nos inquiet:1 es 1:1 rremencLi complicicl:id cle 1:15 izqui c' I'éLi s. quienes

h ~ n incurrido poco I11:íS o menos en vagas teoriz: lc iones mu y 5il11il:trcs. que

nieo:tn ioualmenre 1:1 I)errineneia ele Factores como el ¿'Iico \' cultur:'¡ , :Inte 00 .

roclo por su apa relHe eles\ 'incul,ll11iento de la luch:1 univers:'¡ de Lis cl:tses )'

el dererminisl110 económico.

Por fo rruna. hoy d í:1 1:1 C lsi tot:'¡id:ld de l:t il.quierd ;1 h:1 rl'v is:ldo mu\'

seriamente sus errores y omisiones de eS l'a índole, :1 pun to de pode rse :1 I'i I'Ill :1 l'

que el mov imiento panindígena -genéri c lnlelHe consider:lclo- l'orm:1 p:lI'le

de la izq uiercl:! po líl'iGI sin c:dil'iC:lIivos. Pec: lrí:lnlOS de poco origin:'¡c' s si

confeccio n:íral11os nu eV:llllenre un list:lelo tipolúgico de crímenes, delitos )'

orros Illaltraros conl'l':1 los hahiw ntes autóctonos ele un:1 u o tr:1 parte de Al11érica.

Esto se ha hecho tantas veces que ni siquiera el inel'ah lc FI':I )' 8:1rto lo l11":' de

las Casas cuenta con el aval de la or iginali cl:tcl ele esta Ill :lIeri a: )'a no lo h:lhrí:1

prececlido Fra y Antonio Monresinos. Adem:1s v perdónese nos la digres ión. l:t figur:1 de Barro lolllé no queda bien paraelo si consieler:lmos que t'l misl11o fue

uno de los principal es auto res intelecruales, :ullén de exponc'llle pragm:'Í lico,

de la necesidad de escl:lviz:lr a los negros africa nos, aunque ello il11pliClse

monrades cacerías y razzias en su propi:1 tierra y eli zque p:tra a)'uel:lr al inel i(l.

Sin embargo. conviene rela ti vizar nues tra renu enci:1 a reitel':lr lo unil' t' r­

sa lmenre sa bido acerca ele la ca lamidad de los ind ígenas. Ikcorde lllos por un

instanre que otra de las eSlra¡egias de I,t ideología a11liindígena -:Ip:lrt t' d t' 1:1

inv isibilizac ión- es la ca nal iz,lción del problellla. su rri va li z;lción si se quie ,-e.

Es comprensible que al ca bo ele escuchar r:1nra denuncias inClriles sohre I;¡

siruación elel indio. rerlllina por insensibili z,lrse la Glsi rot:¡[icl;¡eI de 1:1 opinión

pública. Esto es algo Illuy hUlllano. a lo cual no se escapan a veces los l11eimes

aliaelos ele la ca usa . Po r eso nos ;Ipresuralllos en decir que, pese ;1 ciertos

progresos illlportantes tan to l'eóri cos COIllO legales y I'ácri cos, el cuadro ex­

presado po r las Casas y sus seguidores se 1ll;l\lriene tod,l ví:1 Illuy si mil 'lr. y

cu ielaclo si no se ha agra vaelo en algullos casos ele fácil comprobación.

Veamos un poqu ito las cosas b;ljo lupa. Los crímenes traeli ciona lmente

imputaelos a los co lon ial ismos ex ternos e imernos toel :l vía persisten. En IllU­

chas partes los indígenas son toelavía ases inados , incluso mas:lcr'lelos. Po ,­

ejemplo , nada nos inelica que en los l lanos cololllbo-venezol,mos - pong,tmos

por caso el Estado Apure- haya n cesaelo ele proclucirse Illuertes viole ntes de

135

Los Indígenas:Víctimas de del ilO )' de abusos de poder

indios ya ruros y cuivas, en número bastante considerable" l ógicamente tiene

que ser así. po rque la actitud racista de la población crio lla sigue siendo idén­

tica, lo que en moclo alguno plantea un panorama luminoso para el porvenir.

Pero la vida del aborigen venezolano también peligra en Peri já, Delta Amacuro,

Bolíva r y hasta cielto punto en el resto de la República" Algún escéptico nos

responderá que ya el movimiento indígena de hoy está mucho más o rganizado

y que ex isten además la nueva Constitu ción y otros instrumentos legales que

sin duda favorecen a éstos pueblos, Quien así piensa-por comodidad d iríamos

nosotros-se muestra incapa z de comprender los largos )" torru osos que suelen

ser los p rocesos de ca mbio de actitud ji otras transformaciones soc iales )"

psicosociales de cierra complejidad,

Aprovechemos aqu í el espacio bre\"emente para recapitular alguno de los

crímenes nüs frecuentes contra el indio, harto denu nciados pero toda da

mu\' frecuentes en nuestro medio: in \"asión \' despojo de las tierras ancestrales:

\'io lencia rísica )" \"erbal de todo tipo)" ca libre: \"iobc ión masi\"a de mujeres

indígenas: ahducció n ji esc!a\ "ización de menores, amén de otras I:ormas tal

vez menos conspícuas de discrim inación que igual mente atentan cOl1lra la ca lidad de \"icb de la pohlación :llItóclona " Y conste que hemos puesto el énl"asis en los nímenes lesa-persona , sin c d;l r muy hondo en aquellos actos

que ,!lenl :ln conlr:l la integridad de las comunidades)" ernias como taleS, eS

deci r. 1:15 inl"inius I"ormas de etnocid io di rec to e ind irecto"

I ):ldo que en la segunda parte de eSle Ir:lhajo nos referiremos justamente

a la neces idad , 1',1 impoSlerg:lhle, d~ /ipi/i'car jllrírlicrllllf'II/f' el e/llocidio par:1

poder pre\"cni rl o )" s:lIlCiona rlo, \'amos :1 conclu ir es[;¡s consickr:lciones gen­

erales con :dgun:ls ide;¡s que en c i ~ l"l:l 1"0 I"l n:1 se desprenden de lo pbnte:ldo

h,ISl;¡ ;¡hor;l. No~ rcl 'el"imos concrc' l:lII1Cntc' :1 un:1 al'im1:lCión !:tcer:lnle qu~

hicimos m:"ls :lITiln y que no quisiC'l':ltllos dcj:lr ;¡ Illil:ld de clmino" Recuérdese

nUC~ I ["() :lserlO, (' [1 !l1odo alguno ~r : [luil o, rekrenle :d peli~ro ele que :d~unos

:IS IWCIOS (iL'1 prohiL'nl:lrio indíg('n:I, en \"t'Z de pc'["del" illl c'nsi(bd, Se' eS lén por

el conll":ll"io agr:"I\':lIldo, incluso ;¡ IX!SOS :lgig:l\lI: ldus" En otros lé'rn1inos, en

e'SI;¡ !";¡Sl' dc' J:¡ conl t' ll1por:lll t' i(J:¡d - ell los I Íc'!l1POS de ~I{)hali z:lC i ón según \;¡

111JI'o rí:1 cle- los Il,,')ricos- \":In surgie'ndo :1<'l'k l":ld:lllll'llte' situJciones \" cd:llni-" , "

d:lck" in l'dil;¡~" :l n'cc's de' conSCCUl'Ilci:!S ill1p re'dec ihks" ¡\Igullos t'Sl;¡ r:'lIl suponiendo corre'CI:lll1c'llle' que !l1l' relle'ro, :lll le' IOdo :1 I;IS

di\ "lTS: I ~ \"Jril'd, lcks 1" l1l:lIlil"esIJcionc" de'l dcs.lrrollisl1lo, que :Ip:lne de ser kl,t!

pJrJ e' l :lI11hiell le, e'S igu:dl1lcn le' dcle'll'rl',) p, l r,1 los indígcn;¡s, los C:Illlpe'sill(lS

bal'b:1Il Emilio ¡\lo:-;onvi •

y Otr<IS poblaciones m;ís o menos proclives a conv ivir con la n:llur:!I \:'I.:1. No

se necesira mucho esfuerzo p:lr:'1 evoc: lr los esC:lnd:!l os :In ric'co lógicos del

sudesre asi:í ti co insul:i r, del Arri c l Su hS:1 ha ri :l11 i1 o ele 1:1 A m:JZon ía SUd:lllle­

ri cana. Di ríamos que cas i por un m il<igro los ecosiSlem:IS de Venezue la cOllli ­

núan algo mejor conservados que los de v:lrios p:líses vec inos, entre ellos.

Brasi l, GUy:lIla. Colomhia y Perú . Pero si ha hahido en rre nOSOl J'O'; inlel'l'en­

ciones rea lmenre repugnanres y dolo ro:;as C0 ll1 0 el ramosís imo CISO del C:l lío

Ivlánamo. Por otra p:lI'te. con la curiosa excepción de los gohierno,; de' Acc ión

Democrática. el discurso ele nuestro supueslo y fu ruro desa rro ll o fronre'rii'.o

ha sido sielllpre de una elemagogi:1 desarro llisr:1 insopmr:lble. L: lmenlahlc­

menre. el actlu l gobierno no se sustrJe :1 eSl:1 crítica ni Illuchísimo Illenus. , Como este es un rema extremadamenre ele licado . lr:il':lreIllO.S de resumirl o

en la fo rma más equilibl'acl;¡ posible. Por un lado, hemos insislido h:ISl :1 de

un modo repeti tivo en los méritos de 1:1 nueva Constilución. ele l aClu:11 .léfe

del Estado y ele l gob ierno que nos rige en el presenle. en lo :Ilinenle :!I

reconocimienlo explícito ele numerosos e imporl':lntes derechos indígen:ls.

así como a un rraramiento adecuado e innovador del tem:1 ecológico en el ,

texto constitucional. Mas con la m isma franqueza. tenemos que :Igreg: lr qUe'

jamás hemos escuchado ta ntos elememos desarro ll isras y anr iecológicos jun ­

ros en el discurso o Ficial de más airo ni vel como en los ,1I10S más recient es. Al

oír eSl<lS verba lizaciones cabría suponer que Venezueb es un:1 suene de

barril de petróleo en Forma de yunque, ¡remend,lmente exp los iv,1 por sus

emanaciones gaseosas y provistas de una gr,ln diversid:leI de sustraros metálicos

que sólo esperan la mano del hombre transnacional para su neciente y frenética explotación. La contr;¡el icción con el espíriru de la Constirución y, particu larmente, con muchos de sus arr.ículos constituti vos . elilk ilmenre podrÍ;¡ ser más dramática e inmanej:lb le.

Pero hay algo más práct ico. La prácti ca de esros Clltimos ,11105 nos ha

demostrado en forma taxativa que ele nada va len las decla r,lciones ecologicist:ls ,~

o las invocaciones de los elerechos indígenas ante los planes eXIXlI1si vos el e

desarrollo minero y fo restal que con v ibrante orgull o ,Idelantan nuestras máxi­

mas autoridades. Esto se apareja con una v isible reprimari zación de 1,1 econo­

mía , por cuanto en la práctica d iaria obse rv:lmos un gran estancam iento en

las activ idades agríco las e industr iales, lo que ha contribuido de Ill anera

importante al agravamiento de nuestra crisis económica actu al. Comprendemos

que la enorme riqueza minera ele nues tro país proporcion;l ingresos Fisell es

137

Los Indígcll:ls: Víctirnas de del it o r dl' abusos dc poder

inmedia to y mu y superior a los al canzados a través de un desarroll o agro indus­

trial verdacleramenle sustentahl e. Pero el propi o discurso o fi cialista reconoce

en el fondo la urgenre necesidad de desl iga rnos cuamo antes del cordón

umhilicalminero-expo rtador: lo que sucede es que esta pane sana del discurso

no se transfi ere a la rea lidad sino que se queda en simples utopías seculares.

IVl iel1l ras ranlO la minería avanza, las selvas son intervenidas sin normat iva y

sin contro l, y las fu entes hídricas a ni ve l nacional muestran una decrepitud

tan Iaslimosa que ya ninguna pane de la ciudad ca pital goza e1el servicio ele

agua potable durante toda la semana. ¿Poelría corregirse todavía esta tendencia?

Esperemos que si. mas en el p resente trabajo no disponemos ele espacio para

ahondar en la matuia.

Si nos exrendimos un poco en la caracteri zación del desarrollismo venezo­

lano. fue para acui'lar una nueva frase hecha que suena así: oro m.Clta indio, es

decir. al surgir la menor sospecha de que en algún ri ncón de la República

yacen minera les va liosos o se encuentran otros bienes listos pa ra su explotación,

ni las instituciones o fi ciales ni la em¡xesa p l'ivada dudará en darle la preferencia

a los negoc ios. mu y po r encima de los derechos del indígena o de las

consideraciones de o rden ecológico. Po r supuesto mientras no cambien ta les

prio ridades ningCIIl gobierno tomará la iniciati va de ca mbiar sustantivamente

esa situación . por lo cual parece po r ahora poco probable que el texto

conslitucional se conviena en verdadera política del Estado. En el marco de

este n'a bajo no sería oportuno consigmll' casos concretos, pero es sumamente

fáci l. rastrear una gran cantidad de denuncias procedentes de todos los Estados

habitados por los indígenas, especialmente Bolíva r, Delta Amacuro y Zulia.

Puesto que nos estamos refiriendo a cienos abusos de poder de fecha más

bien reciente. es preciso también hacer mención de las innumerables l1 0lil iae

criminis que se han suscitado en Venezuela y muchos otros países. sobre

programas masivos de conrro l de natalidad y es ter ilizac ión femenina en

comunidades indígenas ele muchas, sino de toelas las etn ias. Al igual que en el

caso del despojo territorial ya aludido, aquí se trata igualmenre ele intelvenciones

institucionales muy resbalosas, difíciles de idenr ifica l' y mucho más pal'a tipificar

como materia ele delito. Un mín imo de ii1tLlición es sufi ciente para darnos

cuelllil de la existencia de organizaciones nacionales e internacionales interesadas

en disminuir y hasta paralizar la reproducción de los indígenas de todas las

latitudes, con fines de ocupación territorial, exploración y explotación de recursos

de toda índole, sin tener que contar con la mo lesria causada po r comunidades

138

Esteban Emilio Mosan)'i

aborígenes. Más comprendemos que resulta sumamente problem{¡lico demostrar

científicamente este tipo de hipótesis y casi imposible configurar alguna

acusación jurídica de cielto peso y envergadura. Hemos conocido personalmente

numerosos dirigentes indígenas y aliados de su causa , quienes durante largos

al10S han tratado en vano de llevar adelante este tipo de investigaciones. y los

resultados han sido más bien basta me magros. Mientras tamo los abusos siguen

a la orden del día . Terminaremos este diagnóstico con un breve fenómeno adicional, ;11 cual le

hemos conferido el nombre de neopalemalis/JIo, en varios de nuestros trabajos. , Este contrariamente al paternalismo convenciona l. llega a otorgar verdaderos

derechos a los indígenas y puede implantar po líticas favorables a su desa rrollo

sostenible, pero al propio tiempo crea paralelamente un condicionamiento

colectivo consistente en que los indígenas beneficiarios se transfo rmen en

seguidores acríticos del partido político o p rograma de gobierno que les ha

ab ierto tales opc iones renovadora s, que indudablemente susc itan su

agradecimiento. Los mismos indígenas tienden a crearle un halo mesiánico a

las personas y grupos que por fin se han acordado de su existencia .

, .. Y' UNA PROPUESTA ...

El profesional comprometido nunca se forma con el mero diagnóstico de una

situación, si bien hay planteamientos descripti vos que de hecho contienen

soluciones implícitas. Nosotros queremos ser explícitos, más no a la manera

trad icional. Es decir, no vamos a util izar la manera tradicional de enumerar

cinco, d iez o quince recomendaciones más o menos pertinentes y hasta

subsumibles en acá pites mayores. Al cabo de unos días de reflexión . preferimos en este momento lanzar una sola propuesta, que consideramos adecuada para

las siguientes circunstancias. Creemos. además, que de ella se desprenden

muchas otras como la praxis social lo iJá demostrando oportunamente. Para

bajar la tensión de las expecta tivas, proponemos lo siguiente: tipificar interdis­ciplinariamenre y con la mayor precisión el concepto de etnocidio, con miras a su procesamiento jurídico y, por ende, legisla tivo.

No somos, por supuesto. abogados ni nos interesa competi r con nuestr os amigos juristas en su campo especializado. Pero si ha llegado la ho ra de con­ferirl e a ese importantísimo concepto del etnocidio - introducido por el inolvi­

dable Robert Jaulin- unos contornos más claros , manejables y susceptibles de ser uti lizados en la defensa mil itante de todo ti po de derechos indígenas.

139

Los Indígenas:Víctimas de cieli to)' de abusos de poder

sobre todo los co lectivos. No es d ifíc il co legir que le estamos siguiendo la

pista al concepto de genocidio , ya de uso corriente en los tribunales interna­

cionales y aún nacionales. Respecto del genocid io surgen problemas de mayor

monta , por cuanto apa rentemente no están en juego vidas humanas ni resulta

fácil comproba r la existencia de crímenes de lesa humanidad. H ace tiempo

se viene escribiendo - nosotros entre otros- de moda lidades muy diversas de

etnocid io d irecto e indirecto, conducentes en última instanc ia al exterminio

de una cultu ra , de una identidad, de un modo de vida, incluso de una sociedad

histó ricamente establecida. Pero la d ispersión y las ca racterísticas defini tori as

de los actos ernocidas parecen ta n inabarcables que su utilización ju ríd ica ha

sido hasta la fecha punto menos que imposible.

Lo pa radójico es que ya a estas alturas no debería haber ta l indefinición.

Con la cant idad de convenios internacionales. artículos constitucionales vigen­

tes en numerosos países, resoluciones favorables a incontables formas de socio­

d iversidad, la patrimonialización creciente de los id iomas, culturas. conocimientos

y obras materiales emanados de la existencia histórica de múltiples pueblos

indígenas y minori tarios. Todo ello cla ma por una contraparte jurídico-formal

que nosotros no estamos en capacidad de plasmar. pero si prever y configura r

en sus linea mientos esenciales. sin pretensiones de exclusi\·idad. Para condensar

nuestro pensamiento , podríamos formula r la idea básica mediante la siguiente

afirmación: el día que se sancione)' se castigue el etnocidio como tal en sus

d iferentes grados)' manifestaciones. a partir de ese momento les será mucho

más fácil a los pu eblos indígenas orientar sus luchas)' planteos socioculturales

de una ma nera más eficaz, firme y acorde con cada real idad especifica.

Antes de profund izar en esta línea de reOex ión, querría mos rememorar

algunas conversac iones sostenidas úl t imamente con po líti cos y juristas cla ra­

mente preocupados por d icha materia . El común denominador seguía siendo

la plena indefensió n )' el vacío en que se sentían esas personas. Algunos ele

es tos intercambios \'erbales se referían a las esteril izaciones masivas, a la

experimentación bio lógica en comunidades indíge nas y a la expropiación de

los conoc imiemos ancesrr;¡]es por grupos de im'estigadores e importantes

empresas rransnacionales, las cua les se constitu il"Ían en benefic: iarias de ta les

ex;¡]xuptos El solo caso archiconocido de Napoleón Chagnon nos ilustr:\ la

inmensa dificu ltad de llegar a algo concreto con protestas v denuncias ba,;adas en ahu,;os perpet rados contra los pueblos ind ios.

Es casi lógico e ine\'i tahlc que las cosas sucedan en es:\ fornla. Los im 'estiga-

140

Estt.:h:11l Emilio 1\lo~() n ri

clo re, se 1:t¡Xl1l y se encuhren mUllJ:l111enle. gUi:ldos por sU>; inlereses person:tl c's

y pro fes io nales. LIS insriluc io nes de cu:tlquier n:llul': tl ez:l rc'CU ITen :tI sigil oso

paclo enrre ca lx tll eros p:lr:l no ser mo lcsl:ld:1S recíp rocllllenl e ni por lereer:1S

enliebcles. Esto es v:tliclo:l nive les n:lcio nales e inler1l:l c ion:tles. L; I complicidad

es siempre f{lc il )' :l horr~ un munclo ele: prohlem:ls en que pocos eSI:'ln dispul's­

ros a inmiscuirse. Por ejemp lo. en el C1SO " ent'zo!:tno resulia muy cues!:1 :IITih:l

cuestio nar a investigado res liQaclos: l las uni versiei:lclcs n:lc io n:tles. :tllnslilul o , " Venezolano de Inves tigac io nes Cienlíl'ic: ls 0:1 cu :tl quier o ll'a inslilu c ió n com-

parahle de c ieno r:lngo y presri gio. Cuando I:lmhién eSI{1Il presen les - COillO

siempre sucecle- vincubcio nes intern:t cio n:tles )' Ir:lnsnacio nal cs. la silu :lc ió n

se complica muchísimo más y. a ruerza de ser un poquilo cínicos. ¿:l qué perso­

nas o grupos socia les les impon:1Il l:lnlO las comunid:ldes)' elnias como p:lr:l

exponer su ITanquilidacl. seguriel:td. presligio y fuenles de rinanci:lmien to?

H emos sido deliberadamenre crudos en nu estr:l I:o rma de ahorcl:tr el

problema, pero eSI:1 es pa rte de la terapia q ue imentamos proponer. Lo e"pre­

sado sobre algunos in" esrigadores parece " :Hido -illulatis mutandis- p:l r:l

muchas categorías socia les que se apro" im:lIl , . tienen roces con las socied:ldes

inclígenas: el ingeniero que alxe una mina : el políl ico que va a eSI:lhlece r

fracturas y div isiones en no mbre cle su icle logía: el vecino crio llo recién lIeg:ldo • • que se aULOcle no min<l racional frente al indio supuestamenle inferior: elmaes-

[ro de escuela que sigue creyendo en 1:1 inutilid 'ld )' con echtd ele lo que él

deno mina "d ialectos inclígenas" : e l pa rroq u i:l1lo semiehrio que riclicu li z:l las

costumbres autóctonas: el comuniGlclor soc ial que suminislra info rmaciones

sesgadas en perjuicio de una comunielad aborigen: el minero y cualquier 0 11'0

empres;lrio dispuesto a todo para logr;l r sus benefi c ios :1 costa cl e los que

fuere, Ni Ull romo cle mil páginas nos permitiría ex plic it :lr lUcias las conlin­

gencias posib les o siquiera probahles. Aclem{ls, hemos el'il :ldo cuiclados:lInente

toda aproximació n al verdadero genoc id io b ru tal )' sangriento.

Volva mos a otra conversación sostenic!:l con un imponanle jurista . ESI:l

vez el tó pico central g iró e to rno a la penetració n de misio nes religiosas

ralibanescas como las "Nuevas Tribus", expresión nüxima elel I'unc!;¡menl :tlismo

pro testante y cri stiano. Concretamente nos referimos al tras l:tclo ele 1:1 plana

mayor de dicha m isión descl e el Estado Amazonas hasta el Estado Apure,

do nde pondrán en pelig ro la ri ca pero muy vulnerable esp iri tua liclad rel igios: l

y cosmogónica del pu eblo pumé o yaru ro. Aún supo niendo que el día cle

mariana todo el mundo de vida del indio ya ruro sea clec larado palrimo nio cle

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Los Indígen:ls:Víctimas de deliLO y de abusos de poder

la humanidad por la UNESCO, aün así resu ltaría extremadamente difícil y complicado comprobar, con nuestras leyes y normas casuísticas y fácilmente transgredibles, la culpabilidad de algün ind ividuo o sector al atentar contra estas manifestaciones histórico-cultu rales.

Ya para concluir, proponemos que una comisión interdisciplinaria con presencia de juristas vinculados al tema indígena se apersone de la tarea de definir y tipificar claramente los alcances y ca racterísticas del etnocidio como crimen de lesa humanidad y como delito cometido contra los pueblos indígenas

y minoritarios, así como contra el patrimonio histórico-cultural de la humanidad en general. Si estamos dispuestos a enfremar el reto con honestidad y visión de futuro estoy totalmente convencido de que existen suficientes elementos a nuestra disposición para una iniciativa de esta índole. Al mismo tiempo. sigo insistiendo que los principales vigilantes de su integridad y cul tura han sido y seguirán siendo los propios pueblos indios y sus movimiemos repre­sentativos. Sin su participación preactiva la mejor legislación sería insuficiente y hasta frustrante.

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