Obrerismo y Sindicalismo Murciano en La Fase Primorriverista (1923-1930)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Obrerismo y Sindicalismo Murciano en La Fase Primorriverista (1923-1930)

Citation preview

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista

    (1923-1930)

    DIEGO VICTORIA MORENO Profesor de Historia Contempornea

    U.N.E.D. (Cartagena)

    1.- Entorno internacional.

    Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, la transicin a una economa de paz trajo consigo una serie de cambios a todos los niveles, destacando especialmente los que iban a producirse en las actividades polticas y socioeconmicas. Merece una sigular referencia el cambio de ideas en poltica demogrfica, que puso fin al temor al exceso de poblacin. Tambin podemos referirnos a una ocupacin ptima -ha-blando en trminos generales-, sobre todo a partir de 1926, si bien no dejara de ser transitoria. Estos supuestos, entre otras circunstancias de ndole cultural y espiritual, motivaron que se denominase no sin cierto eufemismo a la poca de entreguerras como "felices aos veinte".

    1.1.- Nuevas condiciones socioeconmicas.

    Este cambio de pensamiento iba a afectar al terreno laboral, a travs de una adecuacin y modernizacin de la mano de obra. Decididos los estados europeos a consolidar una obra de educacin socio-profesional que, comenzando por la instruc-cin de los elementos directores, trascendiese al mismo obrero iba a ponerse en

  • 146 Diego Victoria Moreno

    prctica toda una amplia filosofa social. En esos momentos se consideraba que los rendimientos de la actividad econmica dependan en gran medida de la ilustracin de la persona activa.

    Por otro lado se pondra en prctica una poltica de proteccin al obrero con el fin de conseguir unas satisfactorias relaciones de produccin y contener ciertos movi-mientos obreros reivindicadores de una mayor humanizacin del trabajo.

    El auge econmico conseguido iba a enmarcarse dentro de una generalizada modificacin de la estructura capitalista de la sociedad -salvo excepciones, es el caso de la Rusia sovitica-, acompaada de una democratizacin de su sistema de poder poltico. Inmediatamente se iban a crear las condiciones necesarias para el inicio de una poltica obrera reformista que tendiese a consolidar electoralmente a la izquier-da democrtico-burguesa. Como precisa Forcadell' en el caso del socialismo mayori-tario espaol, sus esperanzas "se centran en Wilson y en Amrica" una vez que se ha vencido al militarismo y al imperialismo.

    No obstante, a pesar de la expansin econmica y el aumento de la renta nacio-nal en todos los pases europeos ^ se escondan los sntomas de una crisis que sobre-vendra en octubre de 1929, al ponerse en descubierto los mltiples defectos que comportaban la acelerada evolucin de la tcnica.

    Esta observacin nos corrobora la falsedad del boom econmico de los aos veinte y nos dificulta para hablar de expansin en este perodo, debido a las dispari-dades del crecimiento. Esto nos induce al convencimiento de la existencia de una realidad que haba ido soterrndose: la debilidad de las cotas ptimas de empleo.

    1.2.- Crisis del movimiento obrero occidental: reformismo laboral.

    Al fenmeno de la crisis econmica hay que superponer una paralela crisis so-cial, que haba ido madurndose tras la finalizacin de la Primera Guerra Mundial. La debilidad revolucionaria del proletariado se manifiesta a travs de los enfrenta-mientos entre los sectores ms radicales del mismo contra los propios sindicatos y su poltica de colaboracin de clase durante la guerra'.

    Este colaboracionismo desligaba a las organizaciones obreras de sus fines revo-lucionarios, abrindose as una brecha importante en los niveles de conciencia del proletariado. La consecuencia ms inmediata sera el desarrollo espectacular del fas-

    1 FORCADELL. CARLOS: Parlamentarismo y bolchevizacin. El movimiento obrero espaol (1914-1918). Crtica, Barcelona, 1978, p. 279.

    2 Vid un peculiar enfoque del optimismo econmico que precede al crac del 29 en HABERLER, Prosperil et Dpressin. Societ des Nations, Genve, 1943.

    3 PANNEKOEK. ANTON: Escritos sobre los Consejos obreros. Zero, Madrid, 1975, ps. 23-25.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 147

    cismo'' que llega incluso a arrastrar a la pequea burguesa ysectores de trabajado-res arruinados, poniendo en prctica una fcil demagogia.

    La separacin de la "verdadera doctrina", denunciada por Lenin ante la social-democracia de la Europa central y occidental, se atribua al "constante renacimiento de la realidad capitalista en el seno del propio proletariado"^ De esta manera se per-filaban dos corrientes basadas en distintas interpretaciones del marxismo: una adhe-rida a los principios democrticos; y otra al marxismo-leninismo, que repudiaba el legado de la democracia burguesa. Por otro lado, la denominada "corriente de ultra izquierda", cuyas ideas tienen sus races en los aos veinte, vendra a ahondar las diferencias existentes.

    Otra cuestin a tener en cuenta sera el hecho de que Europa en las dcadas de 1920 y 1930 cabalgaba entre la dictadura y la democracia. La situacin -tras la divi-sin ideolgica del proletariado y los problemas econmicos derivados de la crisis de subsistencias y problemas laborales- desembocara en regmenes totalitarios y semi-dictatoriales, como fueron los casos de Espaa (1923) y Portugal (1926), ante la nula respuesta revolucionaria del proletariado.

    2.- Marco histrico nacional.

    La escisin ideolgica del proletariado a nivel europeo coincidir en cierto sen-tido con el caso espaol. Ideolgicamente opuestos, marxismo y anarquismo no se ponan de acuerdo en el mtodo a seguir para acabar con la sociedad burguesa. O se aceptaba la tesis consoladora del inevitable colapso de la sociedad capitalista o la "accin directa" del anarcosindicalismo*. Se haba alcanzado, sin duda, un momento histrico en la conformacin ideolgica del proletariado, en el que se haban agota-do las experiencias integradoras, y cada formacin sindical slo obedeca a sus pos-tulados tericos.

    Si a esto aadimos el cisma comunista', que acentu la debilidad ideolgica de los socialistas, podemos comprender su actitud defensiva frente a la dictadura primo-rriverista y la contribucin a la prdida de las coordenadas histricas del movimiento obrero espaol.

    4 JAUMANDREU, JORGE: La Tercera Internacional. Maana, Madrid, 1977, ps. 77-78. Vid. asimismo Li-CHTHEiM. GEORGES: Breve historia del socialismo. Alianza, Madrid, 1975, p. 364. Un interesante estudio so-bre la evolucin de las democracias y totalitarismos europeos en DUROSELLE, JEAN BAPTISTE: Europa. De 1815 a nuestros das. Vida poltica y relaciones internacionales. Labor, Barcelona, 1983, ps. 83-91.

    5 CARDAN. PAUL: Proletariado y organizacin. Zero. Madrid, 1977, ps. 19-20. Vid. igualmente HA-RROT, JEAN: Leninismo y ultraizquierda. Zero, Madrid, 1970, ps. 11-24.

    6 CARR. R . : Espaa 1808-1939. Ariel. Barcelona, 1970, p. 493. 7 Vid. interesantes aspectos del mismo en MEAKER, GERALD H. : La izquierda revolucionaria en Es-

    paa, 1914-1923. Ariel. Barcelona, 1978, ps. 332-338 y 478-482. Igualmente, vid. MoRON, GABRIEL: Biparti-do socialista ante la realidad poltica espaola. Cnit. Madrid, 1929, ps. 109-114. Y fundamentalmente ES-TRUCH, Joan: Historia del PCE (1920-1939). Iniciativas editoriales S.A. "El Viejo Topo". Barcelona, 1978.

  • 148 Diego Victoria Moreno

    2.1.- La cuestin social.

    El advenimiento de la dictadura -en el que no puede olvidarse el problema del sindicalismo y su pusilnime desviacin: el pistolerismo, como principal causa- con-llevaba el empeo de imponer el orden y pacificar los espritus. En consecuencia, el natural perjuicio para las organizaciones obreras.

    Por otro lado, su actuacin en el plano social y laboral, estuvo inspirada en el fascismo, propiciando una poltica demaggica frente a la clase obrera o en el inten-to corporativista de Auns, que irremisiblemente desembocara en la concepcin fascista del Estado.

    Con motivo del V aniversario de la dictadura, el llamamiento a los obreros en tonos paternalistas y demaggicos, enmascaraba un gran cinismo y, en cierto modo, supona una descarada contradiccin. Observemos este prrafo del Manifiesto refe-rido *:

    "Nos preocupa el bienestar de las masas obreras y el justo equilibrio entre el capital y el trabajo; pero nadie nos llevar por el camino de las claudicaciones. En las manos de los obreros est su propio bienestar; rin-diendo trabajo y armonizndose con los patronos. Saben los trabajadores que no les engaaremos con falsos tropos lricos y que haremos por su porvenir cuanto est en nuestras manos".

    Como afirma Brenan', un acierto del rgimen lo constituira la regulacin de las relaciones laborales bajo estas premisas, mediante la creacin de los comits parita-rios que supuso por un lado cierta mejora para la clase trabajadora y una gran con-trariedad, por otro, para terratenientes y patronos. El nuevo sistema laboral haca ms sumiso al obrero y pareca apropiado al verse acentuado el ritmo productivo, si bien seguan presentndose problemas relativos al jornal, jornada de trabajo y ren-dimiento, de muy difcil solvencia en un sistema corporativo del que el mismo patrn desconfiaba.

    Y no puede olvidarse asimismo otros problemas estructurales como el de las di-ferencias entre las clases sociales, que seguan agudizndose, pues la tan cacareada elevacin del nivel medio de bienestar econmico no significaba que dejase de per-sistir el desigual reparto de la riqueza, o que la elevacin de la renta nacional mejo-rase la situacin de las clases trabajadoras'".

    8 RODRGUEZ TARDUCHY. EMILIO; Psicologa del Dictador. Caracteres ms salientes, sociales, morales y polticos de la dictadura espaola. Imp. Artstica Sez Hermanos. Madrid, 1929, ps. 216-217.

    9 BRENAN, GERALD; El laberinto espaol. Antecedentes sociales y polticos de la guerra civil. Ruedo Ibrico. Barcelona, 1978, p. 117.

    10 CONSEJO DE E C O N O M A NACIONAL: La renta nacional de Espaa (1913-1935). Vol. II. Ar-tes Grficas. Madrid, 1947, p. 123.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 149

    2.2.- Colaboracionismo socialista.

    Tampoco puede olvidarse la contribucin del socialismo al xito en poltica so-cial. Gracias a su estrategia, los socialistas mantuvieron su personalidad, aunque -como afirma Artola"- reducidos a una corta actividad sindical, en tanto otros secto-res del proletariado sufran las consecuencias de la persecucin gubernamental. En este sentido, la crtica ms dura provendra del sector comunista, inmerso en las di-rectrices surgidas del IV Congreso de la Internacional Comunista, donde iban a re-probar la actuacin socialista, considerando a sus instrumentos de accin, los parti-dos, como social-fascistas, ya que tanto el ascenso del fascismo como la participacin de la social-democracia en los gobiernos burgueses eran interpretados como snto-mas de la debilidad de la burguesa, que recurre al fascismo o a la social-democracia como ltimas tablas de salvacin'^.

    Hasta aqu unas ideas generales acerca del marco internacional y nacional del movimiento obrero, sobre las tendencias de la legislacin obrera, muy preocupadas por la creacin de ambientes donde el interclasismo o la armona entre capital y tra-bajo y un sindicalismo apoyado en una nica central mayoritaria, propiciasen la so-lucin de la cuestin social. El acierto de las medidas se basaron en dos supuestos: la negacin del derecho de huelga y la imposicin del laudo arbitral'^.

    3. El movimiento obrero en la regin murciana.

    De acuerdo con los censos corporativos electorales de 1924 y 1928 los sindicatos obreros con mayor carisma en nuestra regin se concretaban en cinco agrupaciones obreras ligadas al sector industrial, localizadas en el rea de influencia de Cartagena: la Sociedad de obreros mineros "Nueva Espaa" del Llano del Beal, con una pecu-liar tradicin obrerista, el Sindicato de Obreros Ferroviarios de Cartagena a Los Blancos, los sindicatos mineros "La Legalidad" y "La Confianza", de Portmn y "La Maquinista de Levante" de La Unin.

    En el sector agrario destacaran particularmente los sindicatos catlicos, si bien no van a estar incluidos como entidades propiamente obreras, sino como corporacio-nes culturales e indefinidas. Fueron significativas las distintas sociedades de obreros albailes, como las de Calasparra, Cieza, Jumilla y Yecla, o la peculiar Agrupacin Socialista Obrera y Caja de Resistencia por secciones de oficios de Yecla.

    11 AKTOI.A, Miciuii.: Partidos y programas pollicos (1808-1936). T. l . Aguilar. Madrid. 1974. ps. 560-

    12 EsTRUCM.J., Op. cit. p. 45. \^ GOM./.CASAS. asi. Hi.sioria lel anarcosindicalismo espaol. Zero. Madrid. 1978. p. 179.

  • 150 Diego Victoria Moreno

    En Murcia capital destacaron las siguientes sociedades obreras: Arte de Impri-mir (tipgrafos y similares), Federacin de Dependientes de Comercio y Banca, Sin-dicatos de Trabajadores de la Aguja, de Santa Rosala, Sindicato Obrero de Traba-jadores de Fbrica e Industria de Murcia y Sindicato de Sirvientas de Santa Rosala.

    El papel que durante la etapa precedente de la Restauracin haban desempe-ado a la vanguardia del sindicalismo murciano las sociedades "Nueva Espaa" del Llano del Beal -donde residiera la sede de la "Federacin de Sociedades Obreras de la provincia de Murcia"- y el "Avance Obrero" de La Unin, ahora lo va a sostener en la cuenca minera de Cartagena- La Unin "La Confianza", que no consentir ex-cesivas muestras de sindicalismo, sino una coordinacin con las filas patronales y con el Estado.

    Este entendimiento con el orden establecido era la nica tctica que les poda quedar a los socialistas, quienes a partir de 1919 estuvieron a punto de desaparecer a tenor del influjo de C.N.T., cuya hegemona era evidente en toda Espaa, si excep-tuamos el ncleo madrileo. Como observa Joaqun Maurn ''*:

    "...los socialistas comprendieron enseguida el alcance de la mutacin poltica y, sin perder momento, prestaron a los nuevos seores todo su concurso. La dictadura, como recompensa, persigui a comunistas y sindi-calistas. Sin estos enemigos, el partido socialista tendra tiempo y ocasin para fortalecerse y trocarse en un gran partido, en la quinta rueda del sis-tema burgus".

    3.1.- Medidas de precaucin y vigilancia..

    Sobre todo el sector anarquista se vio sometido a las medidas preventivas y re-presoras tomadas por el gobierno. Sin embargo, a pesar del despliegue de un apara-to policial circunstancial, hemos podido detectar casos en nuetra regin que revelan ciertos temores e intranquilidad. As, por ejemplo, lo fue la presencia de sindicalis-tas como Gil TerueP'llegados con el propsito de espolear al aletargado movimiento obrero que, aunque parcialmente sobreviva en las sociedades socialistas no extin-guidas oficialmente tras el golpe militar de Primo de Rivera, vease controlado en sus reuniones pblicas ante las numerosas y drsticas medidas de vigilancia, que iban desde los recelos de las autoridades municipales para autorizar estos actos hasta la expresa prohibicin en algunas ocasiones de nombrar la palabra huelga en los actos que irregularmente se convocaban y autorizaban.

    14 MAURN, JOAQUN: LOS hombres de la Dictadura. Snchez Guerra, Camb, Iglesias, Largo Caballero, Lerroux, Melquades Alvarez. Cnit. Madrid, 1930, p. 163.

    15 AMLU. ndice 612. Minutas de oficios. Aos 191.5-1925. Leg. 3.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 151

    En enero de 1924, aunque este caso queda un tanto desligado del movimiento obrero, es detenido en Murcia a la entrada del camino de Santa Luca, Luis Muoz Cano, presuntamente complicado en el asesinato del cardenal Soldevila en Zarago-za, portando toda una documentacin falsa que haba sido confeccionada en Carta-gena. Tras la detencin de Muoz Cano se sucedieron otras en la capital murciana""

    En enero de 1925 -un ao despus- se disponen todas las medidas necesarias por parte de las autoridades martimas cartageneras, informadas de que en la tripu-lacin del vapor ingls "Essex Friaz" venan varios comunistas rusos expulsados de Francia. Las medidas adoptadas fueron muy aparatosas, con el objeto de impedir que saltasen a tierra dichos tripulantes"

    En abril de 1926 ser detenido en la crcel de La Unin, Jos Conesa Fuentes, sindicalista de accin, que haba pertenecido segn propia confesin a las bandas de pistoleros de Barcelona. La Direccin General de Seguridad actuara con urgencia en este caso. En el diario murciano "El Liberal'"* se afirmaba que el joven sindica-lista de 21 aos "se ocupaba de la formacin en la cuenca minera cartagenera de bandas de pistoleros, para lo cual haba intensificado su labor en estos das, aprove-chando la inquietud que la iniciada crisis produce entre las clases trabajadoras". Jun-to a Conesa fueron detenidos como cmplices Pedro Pealver Alcaraz y Luis Roca Ros, ambos del Llano del Beal, acusados de incitar mediante reuniones clandestinas a otros obreros de la sierra a sembrar el terror entre los patronos llegando inclusive al atentado personal"

    Concretamente en el caso de la Sierra de Cartagena, el miedo de los rectores de las instituciones municipales y patronales no cesa, ni siquiera ahora que pareca de-clinar la conflictividad obrera, de tan lamentables recuerdos, solicitndose en octu-bre de 1925 por la Alcalda el aumento de la dotacin de los elementos de la Guar-dia Civil. Como principal pretexto se argumentaba que los movimientos migratorios hacan llegar a la ciudad de La Unin "individuos de procedencia desconocida, desli-gados de sus familiares, con el propsito de realizar una vida ausente de todo vncu-lo moderador, ocurriendo las ms de las veces la presencia de personas indeseables o merecedoras por sus antecedentes de la ms estrecha vigilancia".

    Asimismo hace constar el solicitante Jos Pez Ros, alcalde de La Unin, que "dentro de esta provincia y en pueblos de menor densidad, esencialmente agrcolas y de costumbres ms morigeradas, existen las fuerzas de seguridad que anhelamos en la Unin".

    16 "El Liberal" (Murcia) 15 enero 1924. 17 Ibdem. 6 enero 1925. 18 Ibid., 4 abril 1926. 19 Ms informacin en "Cartagena Nueva", 21, 22, 25 y 28 abril 1926.

  • 152 Diego Victoria Moreno

    3.2..- Comits paritarios.

    Estos pequeos brotes de intranquilidad social no fueron obstculo para llevar a cabo el aspecto organizativo del movimiento obrero. En el doble juego protagoniza-do por U.G.T. y la patronal va a asentarse la regulacin de un sistema orgnico de Comits Paritarios, Comisiones Mixtas y Consejos de Corporacin dentro de unas directrices generales de Organizacin Corporativa Nacional, esencial en las nuevas relaciones entre capital y trabajo. Con el Cdigo de Trabajo de 1926 recibirn consa-gracin legal estas pretensiones, reservadas al acercamiento jurdico entre patronos y obreros.

    La influencia del sistema corporativo en las relaciones laborales fue decisiva^". Sobre todo en la disminucin de la conflictividad social, interviniendo las autorida-des pblicas en el momento de producirse las dificultades. Contribuye a este descen-so el problema del paro forzoso que obliga a ingentes masas de trabajadores a aban-donar los ncleos respectivos de trabajo para trasladarse a otras regiones industriales espaolas e incluso al extranjero, no planteando apenas alguna medida de presin.

    A partir de 1927 comienzan su labor los comits paritarios, interviniendo en los conflictos de trabajo, junto a gobernadores civiles, delegados gubernativos y delega-dos de trabajo. Consecuencia de esta celosa actitud sera el que no se registrasen conflictos entre 1927-1929 en numerosas provincias espaolas, entre ellas la de Mur-cia.

    De los primeros comits paritarios constituidos en la regin, destacara el de la Compaa inglesa ferroviaria "The Carthagena and Herrera Shan Tranwail Limi-ted", en julio de 1927. El empeo puesto en potenciar estos comits surgir tanto de los lderes socialistas cuanto de los funcionarios gubernamentales.

    Saborit alegara en la conferencia pronunciada en Murcia el 6 de mayo de 1928 '^ al gran espritu de justicia contenido en el real decreto que los cre. El ex-presidente de la Casa del Pueblo de Madrid, Antonio Fernndez Quer hara similares plantea-mientos en diciembre del mismo ao por toda la provincia, detenindose principal-mente en la cuenca minera de Cartagena. Prxedes Zancada, jefe del Negociado del Ministerio de Trabajo expondra el 20 de mayo del mismo ao las ventajas de los comits, especialmente en lo que se refera a la prevencin de huelgas^^

    20 Acerca de la puesta en prctica del corporativismo laboral destacamos las obras de AuNOS PERKZ. EDUARDO: El Estado Corporativo. Biblioteca de la Revista de Poltica Social. Vol. I. Madrid, 1928 y La re-forma corporativa del Estado. Bolaos y Aguilar. Madrid, 1935. Una visin actual en MONTOYA MELGAR, AL-FREDO: Ideologa y lenguaje en las leyes laborales de Espaa: la dictadura de Primo de Rivera. Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Murcia. Murcia, 1980.

    21 "El Liberal" (Murcia) 8 mayo 1928. Sobre el mismo tema conferenci el 23 y 24 de febrero de 1929 en Cartagena y Llano del Beal.

    22 Ibid.. 22 mayo 1928.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 1^ 3

    La vanguardia socialista de la cuenca minera cartagenera intervendr en la con-solidacin de estos organismos mixtos. En 15 de noviembre de 1929 se celebrara una reunin pblica en el Saln Condal de La Unin convocada por la Sociedad so-cialista "Nueva Espaa" donde se expondra "la necesidad de que esta ciudad conoz-ca y practique la Ley de Organizacin Nacional Corporativa y la constitucin del Co-mit paritario en el ramo de la minera, decretado por el Excmo. seor Ministro del Trabajo para el 1 de diciembre prximo"". A dicha reunin asistieron unos mil obreros. La cristalizacin del proyecto ministerial en la provincia de Murcia supon-dr la creacin de tres comits paritarios en La Unin, Mazarrn y Cartagena. Por sendas reales ordenes del Ministerio de Trabajo de 28 de noviembre y 4 de diciem-bre de 1929 se constituira un "Comit Paritario Interlocal de la Minera" en la Unin "^*. La eleccin de los vocales patronos y obreros se celebrara en la Delegacin Local del Consejo del Trabajo en 12 de diciembre del mismo ao.

    Algo similar se producira en otros sectores de la produccin regional, como el ferroviario, dependientes de comercio y banca y tipgrafos, sectores muy vinculados a la central sindical socialista.

    El colaboracionismo socialista con la dictadura era evidente. Son innumerables los actos organizados por toda la provincia con asistencia de su plana mayor. El ma-drileo Fermn Blazquez estar casi permanentemente en La Unin, reorganizando y encauzando las filas ugetistas. Por su parte, Recaredo Fernndez de Velasco, cate-drtico de la Universidad Literaria de Murcia sera protagonista de actos de propa-ganda en favor del retiro obrero. A finales de 1927 la "Caja Regional Murciana-Al-bacetense" tena inscritos en el retiro obrero obligatorio a 2.917 patronos y 67.737 obreros.

    El sacrificio socialista sera un error aceptarlo como producto de la "prudencia coyuntural encaminada a evitar la irritacin castrense"^. Esta actitud fue duramente censurada por anarcosindicalistas y oposicin liberal burguesa. Resultara ms lgico analizarlo desde otra perspectiva, trazada entonces por J. Maurn^*, encaminada a la persecucin de la paz social, ligada a unos deseos de "ascender al Poder gradualmen-te con el beneplcito de la clase dominante".

    3.3.- Reorganizacin clandestina del movimiento obrero.

    Al mismo tiempo que se lograban estos objetivos iba surgiendo la jeorganiza-cin clandestina de los militantes Genetistas y republicanos, a veces enmascarados en

    23 "La Tierra" (Cartagena). 14 noviembre 1929. 24 "Gaceta de Madrid", ."i diciembre 1929. 25 PADILLA BOLVAR. ANTONIO: El movimiento socialisia espaol. Planeta. Barcelona, 1977. p. 225. 26 M A U R I N . J . , Op. cit. p. 188.

  • 154 Diego Victoria Moreno

    las propias filas socialistas, o presentes a travs de sus escritos en las pginas de la prensa liberal hasta los lmites que toleraban la censura. Es el caso, entre otros, de Pedro G. Lorente y el doctor Antonio Ros -ambos de Cartagena-, pero que decidi-damente a partir de septiembre de 1930 se sumaran a la campaa pro-amnista de presos polticos y sociales convocada por los organismos adheridos a C.N.T. de Car-tagena: Sindicato del Vidrio, Sociedad de Panaderos y Sociedad de Obreros Meta-lrgicos y similares, dando nuevo impulso a las aletargadas y sumisas filas proleta-rias.

    Excepto en Cartagena, en el resto de la regin el peso cenetista fue menor y, con cierto oportunismo, la reorganizacin del movimiento obrero ante la crisis final del sistema dictatorial estara en funcin de la capacidad poltica de los elementos republicanos, una vez superadas sus iniciales controversias.

    Los orgenes del resurgimiento republicano tienen lugar en febrero de 1928 cuando es autorizado un acto en el Crculo Murciano de Alianza Republicana. Se registr la asistencia de numerosas representaciones -sobre todo Archena y Cieza-junto a mltiples adhesiones. Tras su constitucin y aprobacin de estatutos se puso en marcha un proceso de militancia y organizacin interna que finalizara con la constitucin del Partido Radical-Socialista en diciembre de 1929, una vez que las controversias y disidencias iniciales de la extinguida "Alianza Republicana", que no fueron sino una consecuencia de la desintegracin de su Comit Nacional, se supera-ron.

    4.- Condiciones de vida de las clases trabajadoras.

    En esta cuestin se hace obligada la referencia a dos supuestos que sin duda son fundamentales: la elevacin antinatural de los precios, cuyo origen era anterior a la dictadura, y la cuestin salarial.

    Sobre todo desde 1920 el incremento de los precios de los artculos de subsisten-cia fue espectacular. Hubo que poner freno en aos sucesivos, aunque de una mane-ra lenta a dicho ascenso, logrndose conseguir los objetivos en determinados artcu-los como los crnicos y el aceite. En el decenio 1920-1929 los precios descendieron progresivamente, situndose en unos niveles ms asequibles a la oferta salarial que, a su vez, tambin se haba incrementado. De ah que en lo que respecta a Murcia los nmeros ndices de los salarios reales con relacin a la duracin legal del trabajo as-cendieran entre 1920, 1925 y 1930 respectivamente en un 86, 101 y 109, no llegndo-se a superar en el ao 1925 la media nacional.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 155

    Tabla I EVOLUCIN DE LAS CONDICIONES DE VIDA DEL OBRERO (1914-1930)

    (Provincia de Murcia. Ao base: 1914)

    PROVINCIA Promedios de

    salarios semanales nominales

    Nms. ndices de salarios nomina-les semanales

    Nms. ndices del coste de

    la vida

    Nms. ndices de salarios

    reales

    MURCIA 1914 1920 1925 1930 1920 1925 1930 1920 1925 1930 1920 1925 1930

    MURCIA 21.55 35.87 40.32 39.36 166 187 183 192 184 168 86 101 109 ndices generales de la nacin 24.90 38.94 49.26 45.16 156.3 197.8 181.4 197.3 185 174.7 79.3 106.7 103.8

    Fuente: Elaboracin propia a base de B.O.M.T. Tomo 20 (julio, 1930)

    Los datos referidos que arrojan las estadsticas oficiales, no obstante, por la au-sencia de estadsticas generales de consumo y de presupuestos de familias obreras no deben considerarse del todo como ndices del coste de la vida del obrero, al no in-cluirse factores tan importantes como la calefaccin, vestido y alquileres de habita-cin. En otras series que nos han llegado a nuestras manos se nos confirma la irregu-lar y penosa condicin obrera. Los clculos realizados por Ricardo Rubio, tomando como prototipo un matrimonio y cuatro hijos as nos lo evidencia (Vase la tabla si-guiente).

    Tabla 11 SUSTENTO DE LA CLASE TRABAJADORA (1925)

    (Lo que ganan y lo que necesitan)

    Artculos de comer Importe Ptas.

    Pan para seis, 3 l

  • 156 Diego Victoria Moreno

    En idntico sentido se manifestaba el propio portavoz del Ministerio de Traba-jo, quien verifica clculos parecidos para una familia de idntica composicin e in-gresos, a pesar de que pudiera mediar cierta subjetividad.(Vase la tabla III). No obstante, entre los clculos del primero, Ricardo Rubio -que era vicepresidente de la Agrupacin Socialista Murciana- y los del funcionario queda bien patente la situa-cin obrera.

    Tabla III DESEQUILIBRIO ENTRE EL JORNAL Y EL COSTE DE VIDA

    DE UNA FAMILIA OBRERA ESPAOLA

    Precio del Kgr. Ras.

    Cantidad de Consumo Importe Ptas.

    Para el desayuno 10,00 Caf, 20 gr 2,00 Azcar, 125 gr

    Lea 0,65 Pan, 1/2 kilogramo

    2. Para el almuerzo Total el desayuno

    1,40 Garbanzos, 125 gramos 1,40 Habichuelas, 125 gramos 0,45 Patatas, 1/2 kilogramo 5,00 Tocino o grasas, 125 gramos 0,80 Arroz, 125 gramos

    Hortalizas y especies 0,65 Pan, 1/2 kilogramo 0,30 Lea o carbn, 1 kilogramo ..

    Total el almuerzo 3. Para la cena

    0,45 2,20 2,50 0,65 0,30

    Patatas, 1 kilogramo Aceite, 250 gramos Bacalao, 250 gramos Pan, 1 kilogramo Lea o carbn, 1/2 kilogramo Fruta o postre

    Total la cena 4. Otras necesidades

    1.30 Jabn Alquiler de casa (10 ptas. al mes), por da Luz Calzados Desgastes y reposicin de ropas Aseo y afeitarse Peridico, asociacin y libros para la Escuela para los nios, etc

    Total estos gastos

    Importe total del presupuesto diario ....

    0,20 0,25 0,05 0,33

    0,83

    0,18 0,18 0,23 0,63 0,10 0,25 0,33 0,30

    2,20

    0,45 0,55 0,63 0,65 0,15 0,40

    2,83

    0,20 0,35 0,15 0,20 0,50 0,07

    0,25

    1,72

    7,58

    Fuente: B.O.M.T. Tomo I. (septiembre, 1924).

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 157

    Otro elemento que influir en las condiciones de vida de los trabajadores ser la mejora salarial, donde llev la mejor parte el "cuerpo" femenino, muy discriminado en el aspecto remunerativo hasta entonces. Los salarios fueron casi a la par que los precios, limitando la capacidad adquisitiva. Si bien, a pesar de la adversidad de un mercado en alza, hasta 1930 los nmeros ndices de los salarios reales fueron ascen-diendo en gran parte de las provincias espaolas, especialmente Vizcaya, Guipz-coa, Santander, Navarra y Oviedo -de gran peso industrial- entre otras, alcanzndo-se cierto bienestar material.

    El mismo que sera utilizado por los defensores del rgimen en su fase final para censurar el "egosmo obrero" y tambin empresarial, y darle as un matiz econmico y a la vez "honroso" a la cada de la Dictadura. El mismo Alfonso XIII aduca que:

    "mientras los hombres de negocios medraban y los obreros tenan tra-bajo y la paz era completa, todo lo bueno se atribua a la Dictadura y a la supresin del Parlamento. En el mismo instante en que el comercio trope-z con el muro infranqueable de la crisis mundial y los trabajadores se vie-ron enfrentados una produccin que disminua, todos los inforturnios fueron achacados al dictador, y la gente clam por la convocatoria del Par-lamento"".

    Esta aparente prosperidad que rode el decenio de los 20, difcilmente se dio en el caso de la sufrida clase trabajadora espaola, sobre todo en determinados sectores ubicados en reas poco industrializadas en situacin crtica, como es el caso de la mi-nera murciana y la construccin naval.

    Quiz el nico aspecto positivo que iba a registrarse en los aos mejores de la dictadura fue la limitacin del aumento del paro, como consecuencia de la puesta en prctica de una decidida poltica de obras pblicas y turstica, pero que tampoco cuajara en nuestra regin. No hay ms que observar los altos ndices de emigracin de la clase obrera murciana.

    En la nueva filosofa laboral, constitua una abuso la reduccin de jornales por exceso de oferta de mano de obra, lo mismo que la pretensin de aumento por esca-sez de ella. Limitaciones que configuraban el carcter intervencionista del Estado y que, en ltima instancia, solo pretendan la extraccin de plusvala a costa de la ex-plotacin del trabajador.

    Quiza el nico aspecto positivo que iba a registrarse en los aos mejores de la Dictadura fue la limitacin del aumento del paro, como consecuencia de la puesta en prctica de una decidida poltica de obras pblicas y turstica, pero que tampoco cuajara en nuestra regin. No hay ms que observar los altos ndices de emigracin de la clase obrera murciana.

    27 CORTES CAVANIU.AS. JUUN: Alfonso XIII. La historia anecdtica de un reinado. Nuestra Raza. Ma-drid, (s.f.). p. 110.

  • 158 Diego Victoria Moreno

    5.- Otros aglutinadores del movimiento obrero regional.

    Tres aspectos resultan fundamentales para la comprensin global de la evolu-cin del movimiento obrero en nuestra regin: el paro y la miseria obrera -circuns-cribindonos a la crisis minera-, la conflictividad social y la alienacin ideolgica del obrerismo adscrito a las filas ugetistas.

    Despus de los sucesos del Descargador el 7 de marzo de 1916 en la sierra mine-ra de Cartagena, el movimiento obrero sufrir un duro golpe, que lo sumir en una inactividad sistemtica. Iba a ser igualmente decisiva la falta de unidad sindical y la escisin ideolgica del proletariado repartido entre la militancia socialista y la anar-quista. Cuando en 1922 se logre una tmida unidad sindical reintegrndose todas las sociedades obreras de la sierra minera a la Federacin Provincial, se va a registrar una crisis de trabajo horrible, como jams se haba conocido, que conllevara un xodo masivo de trabajadores, encaminados ante las ofertas de trabajo al cinturn industrial de Catalua principalmente.

    5.1.- xodo masivo de trabajadores.

    La crisis de 1921 por la depreciacin de los minerales ya haba abierto la prime-ra compuerta. De tan extrema gravedad fue que los patronos tomaron el acuerdo de aumentar la jornada legal de 8 horas y rebajar los jornales. Hecho que provocara una reaccin obrera enrgica. As lo corrobora el manifiesto obrero del 27 de febre-ro del mismo ao, que dice textualmente:

    "Con qu derecho queris arrebatarnos una cosa que vosotros con vuestro defensor el poder pblico habis sancionado? Con qu derechos nos arrebatis unos miserables cntimos que se los arrebatis a inocentes criaturas anmicas por falta de nutricin mientras vosotros sostenis queri-das, despilfarris en juego y lujos superfluos millares de pesetas sacadas por estos malditos trabajadores segn vosotros?

    Y sois vosotros los que decs que es necesario la unin del capital y el trabajo! No cabe mofa ms grande ni se le puede inferir mayor ofensa, a quien teniendo ms derecho que vosotros a la vida, pretendis rendirlo a vuestras plantas como un esclavo a latigazos por el hambre; pero tener entendido que a quien se humilla de esta manera mal puede tener cario a su verdugo.

    Y t compaero de vil explotacin, acurdate de un adagio que dice: "a mala paga, mal trabajo", y piensa que sin tu esfuerzo, no tiene razn de ser esta explotacin tan infame de la burguesa; emigra mil veces, antes de someterte a ser devorado por chacales sin entraas"^*.

    28 AMLU. ndice 613. Reuniones pblicas. Minutas, 1921-1926. Leg. 3.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 159

    Sin duda, el texto anterior expresa todo el odio que el obrero de la sierra carta-genera senta contra el patrn. Por otra parte, estamos ante un lenguaje que sera uno de los ltimos testimonios del apasionamiento y repulsa contra los abusos patro-nales que caracterizaron todas y cada una de las actuaciones pblicas y de propagan-da obreras. La etapa inaugurada por la Dictadura frenara definitivamente una pro-longada fase de agitaciones obreras, clausurando sociedades y sindicatos enemigos del rgimen, anarquistas y comunistas pricipalmente.

    En estas circunstancias de crisis social y econmica, la situacin de la clase obre-ra, lo mismo la cartagenera que la del resto de la regin llegara a los ms altos nive-les de miseria. Los despidos de "La Constructora Naval" y, sobre todo, el caos mine-ro y de ciertos sectores agrcolas arrojan un panorama desolador. "El Liberal" ex-presara en estos trminos la lamentable situacin de emigracin obrera en masa, que se dio en el sector minero ^':

    "Hace muchos meses que partieron de aqu los cientos de individuos y familias de los agrcolas de Murcia y Almera venidos cuando el alza re-ciente en el precio de los minerales. Ahora nos abandonan los trabajado-res especializados en la industria. Cuando la paralizacin posterior a la guerra, nuestros obreros marcharon casi en masa a Barcelona, la situacin de la capital catalana era prspera y haba fcil acomodo en mltiples acti-vidades manuales. Hoy el proletariado unionense carece de esa solucin, pues el quietismo industrial en toda Espaa hace de la busca de trabajo un problema difcil. Si se acometieran pronto las magnas obras del Taivilla y las conducciones derivadas, se creara un foco de trabajo muy importan-te."

    Como ya indicbamos anteriormente en nuestra regin no maduraron proyectos de obras pblicas, como el del abastecimiento de aguas potables a Cartagena, te-niendo que esperar an algunos aos para su completa finalizacin.

    Asimismo, el diario madrileo "El Sol" en su artculo "El problema mundial del paro" dira que los obreros de La Unin llevaban muchas semanas comiendo hierba de los montes. Ya ni siquiera poda remediar el hambre el experimento puesto en prctica de subvencionar una cocina econmica que reparta unas 1.300 raciones dia-rias de comida entre los mineros pobres, cuando le faltaron donativos oficiales y par-ticulares.

    El problema laboral en estos momentos abarcaba a otras zonas industriales como Mazarrn, donde la paralizacin general de la "Compaa minera de guilas" dej sin pan en mayo de 1927 a 5.000 personas. Importante asimismo fue el despido de la tercera parte de los obreros empleados en la empresa "Construcciones Inmobi-

    29 "El Liberal" (Murcia), 15 octubre 1927.

  • 160 Diego Victoria Moreno

    liarias", encargada de la realizacin de un importante proyecto de viviendas en Car-tagena, en octubre de 1930, debido a la falta de materiales de construccin. Pero, indudablemente, lo que ms destacaba era el drama de la ciudad minera de La Unin, que queda recogido en un artculo del periodista unionense Juan Pujol en el diario madrileo "Informaciones", donde describe el panorama emigratorio de esta manera:

    "La mayor parte de sus 30.000 habitantes se dispersaron en pocos aos a Barcelona, por las calles cercanas al puerto; a Oran, a Argel, a las llanuras de la Argentina. Desalquiladas las casas, empobrecidos sus due-os, comenzaron a derribarlas: las tejas, las maderas, los hierros de las ventanas y balcones, los ladrillos de los muros. El ayuntamiento tuvo que gravar con un arbitrio la demolicin de edificios para dificultarla de algn modo. Desaparecieron los faroles del gas y se cerr la fbrica, por manera que estaba la ciudad sumergida en las tinieblas nocturnas"-"'

    Paralelamente, las repercusiones de la crisis minera alteraran la vida comercial de Cartagena, que vera desmoronarse entidades mercantiles de reconocido presti-gio, quedando sin trabajo obreros del mostrador y de la oficina. El espectro de la emigracin apareca tambin en la capital departamental.

    Segn el estudio de Garca Barbancho sobre las migraciones interiores de Espa-a, en el decenio de 1921-1930, la provincia murciana registrara los mayores ndices de emigracin de toda Espaa, prximos a las cien mil personas "que casi en su inte-gridad se trasladaron a Barcelona". Es numerosa la salida en 1929, sobre todo, por el puerto de Cartagena de familias obreras con rumbo a la ciudad catalana para que-dar all algunos y seguir a Francia otros.

    Tabla IV SALDOS MIGRATORIOS POR PARTIDOS JUDICIALES (MURCIA)

    (1900-1960)

    PARTIDOS JUDICIALES

    Caravaca Cartagena Cieza Lorca Mua Murcia Totana Unin (La) Yecla

    Saldo provincial

    1901-10 1911-20 1921-30 1931-40 1941-50 1951-60 -632

    -9.904 -814

    -9.452 -5.410 6.929

    -5.122 -3.743

    841 -27.307

    -1.514 -13.351

    -637 -1.215

    -24 8.516

    -7.686 -7.579

    394 -23.096

    -3.060 -12.880 -1.733 29.281 -2.329 -8.180

    -11.211 -16.729 -5.507 -90.910

    -2.318 -706 -63 455 -405 9.640

    -4.023 -2.983 -8.448 -8.851

    -8.092 -14.011 -5.352 -8.395 -4.030 2.720

    -6.506 -1.114 -3.075 ^8.455

    -11.170 -8.506 -9.414 -18.378 -5.374 -3.121 -6.094

    14 -9.143 -71.186

    Fuente: GARCA BARBACHO Alfonso: Las migraciones interiores espaolas. Estudio o cuantitativo desde 1900. Madrid, 1967

    30 "El Porvenir" (Cartagena), 12 junio 1925.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 161

    Como puede comprobarse en el decenio en cuestin La Unin registra los ndi-ces ms altos de la provincia. La prdida de poblacin es de un 52,6 por ciento. Y en cuanto al saldo total de la provincia en el conjunto de las cotas analizadas, la del de-cenio 1921-30 es la que arroja unas cifras suficientemente explicativas de la gravedad de estos aos. Las consecuencias, por lo dems, son de fcil suposicin.

    La industria minera en consecuencia asiste a unos momentos de prdida de pue-tos de trabajo considerables. En el perodo 1924-1930 el nmero de obreros emplea-dos en las labores mineras fue el siguiente-"

    Tabla V MANO DE OBRA EMPLEADA EN LA MINERA MURCIANA

    (1924-1930)

    AOS Rgimen de

    laboreo Rgimen de

    beneficio Canteras Total

    1924 1925 1926 1927 1928 1929 1930

    6.709 6.727 5.758 4.951 4.599 4.373

    1279 1.320 1.595 1.725 1.052 1.527 1.636

    316 405 465 486 469 468

    7.165 8.345 8.727 7.948 6.489 6.595 6.477

    Fuente: Elaboracin propia a base de Estadstica minera de Espaa. Aos 1924-1930.

    5.2.- Conflictivad social.

    El descenso de la conflictividad social en el perodo primorriverista se ha atri-buido por un lado al negro panorama laboral y a la mordaza impuesta por la Dicta-dura a las organizaciones obreras con mayor conciencia de clase.

    Las estadsticas de las huelgas en este perodo arrojan cifras muy bajas, no re-gistrndose entre 1927 y 1929 ningn conflicto. En 1924 se computan dos huelgas, una en 1925 y otra en 1926 y nueve en 1930. Los sectores mas conflictivos se enmar-can en las actividades mineras de la zona de Cartagena, si bien hay que registrar dos conflictos importantes por el nmero de huelguistas en el mbito rural. Fueron los protagonizados por los esparteros de Cieza entre el 4 de noviembre de 1923 y el 22 de enero de 1924. Participaron alrededor de 3.000 huelguistas que reivindicaban au-mento salarial. Por otra parte, los alpargateros de Caravaca se declararan en huelga por espacio de ms de dos meses, entre noviembre de 1923 y enero de 1924 por su oposicin a la rebaja de jornales.

    31 Una mayor ampliacin sobre la cuestin puede verse en mi colaboracin, junto a los profesores JUAN BTA. VILAR y PEDRO M EGEA. en el libro La minera murciana contempornea (1840-1930). Murcia, 1985, ps. 311 y ss.

  • 162 Diego Victoria Moreno

    Esta circunstania fue motivo de otras huelgas como las de la Sierra de Cartage-na, ya que la crisis laboral quera atajarse por parte de los propietarios de las minas con la rebaja de jornales y el despido.

    El sector de hiladores y rastrilladores de esparto de Cieza vuelve a declararse en huelga en el mes de mayo de 1926 por causas similares a la huelga de 1924, si bien en esta ocasin los resultados les favorecieron notablemente. En 1930 se recrudece el malestar de los esparteros, amplindose a las localidades de guilas y Calasparra, junto con Cieza. En total, 3.460 huelguistas que solicitaban la jornada de ocho horas y la supresin del destajo.

    Otros sectores protagonistas de jornadas de huelga, aunque no aparecen inser-tos en las estadsticas oficiales, fueron los portuarios de Cartagena, ferroviarios de la lnea Cartagena-La Unin y los mineros de Mazarrn. Pero ante estas situaciones conflictivas rodeadas de continuas comisiones de parados que acudan a los ayunta-mientos e incluso a entrevistarse con el gobernador civil, la impresin general era de total estoicismo. El escritor unionense Andrs Cegarra describira el estado social y resignacin de los obreros mineros en huelga forzosa as:

    "un motn de hambre en Barcelona, inquieta; en Madrid, inquieta y molesta; en La Unin, donde ni siquiera hay motn , sino tragedia escon-dida y silenciosa, se dira que no quita el sueo a nadie"-'^

    En este sentido, ya que las organizaciones obreras legalizadas callaban, el nico eco de oposicin al rgimen provena de la prensa liberal quien censuraba, por un lado, la nulidad de las leyes protectoras y la falta de iniciativa para imponer el seguro contra el paro de una manera eficaz, aadiendo que ni siquiera se haba podido lo-grar un mejoramiento econmico que permitiese a los obreros afrontar la caresta de la vida ni ponerse en condiciones de soportar socialmente un paro. Por contra "se echaba a la calle a la fuerza pblica para batir a los trabajadores hambrientos""

    5.3.- Alienacin ideolgica. El "Primero de Mayo".

    La ausencia de espritu de asociacin entre los trabajadores murcianos contras-taba con la potente organizacin de los mineros asturianos, calificndose de respon-sables de la situacin "a quines no se han cuidado ms que de combatir y deshacer esas organizaciones por ese pudibundo amor al "orden" que proclaman con un senti-do sociolgico de saci;istanes"''' Las crticas de la prensa liberal burguesa eran ms agudas que las socialistas.

    32 "El Liberal" (Murcia), 10 abril 1927. 33 Ibid., 20 noviembre 1927. 34 Ibid.

  • Obrerismo y sindicalismo murciano en la fase primorriverista (1923-1930) 163

    De esta manera, todas las actividades organizadas con cierta finalidad proselitis-ta y socio-cultural por parte del sindicalismo ugetista calieron en la ms descarada alienacin con las realidades pseudo-culturales de la burguesa. Sin ir ms lejos, la festividad obrera del "Primero de Mayo" supuso la ms aberrante celebracin que se haba conocido, si exceptuamos los aos del franquismo.

    Las veladas conmemorativas de sociedades oberas como "La Nueva Alianza" de camareros y "El Porvenir" de carniceros -ambas de Murcia-, o las homnimas fede-raciones de dependientes de comercio y banca de Cartagena y Murcia, as como los tipgrafos incluyeron entre sus actos el baile en el local de la sociedad y, en el caso de los dependientes de comercio y banca cartageneros la romera -como smbolo de fraternidad en la Fiesta del Trabajo- a la finca del patrn Esteban Llagostera, quien en un acto generoso cedera galantemente su magnfica propiedad para la celebra-cin de dicho acto.

    Si cabe fueron ms consecuentes con sus ideas los sectores del sindicalismo cris-tiano, quienes agrupados en la Federacin Regional de Sindicatos Catlicos de Obreros, conmemoraban sus efemrides con ms fervor. Es el caso del acto celebra-do en 12 de mayo de 1929 por dicha entidad para evocar el XXXVIII aniversario de la publicacin de la encclica Rerum Novarum y celebrar la fiesta del trabajo cristia-no.

    En definitiva, el perodo de conflictos sociales fue realmente dbil si lo compa-ramos con aos precedentes, dominado por una escasa o nula direccin de las van-guardias obreras socialistas, decididas a no deteriorar el orden pblico. El pacto so-cialista con la Dictadura provocara la prdida de las coordenadas polticas e ideol-gicas del movimiento obrero regional en esta breve etapa histrica. Y, de hecho, el razonamiento que hacan los militantes socialistas no era otro que el de aceptar el nuevo giro dado al movimiento obrero, expresndose en trminos bastantes dudo-sos. Veamos, para finalizar unas lneas de un artculo de prensa socialista":

    "se han suavizado tanto las costumbres, se han debido humanizar tan-to las relaciones entre patronos y obreros, se ha llegado a tal grado de per-feccin en el funcionamiento de la mquina econmica, que las cuestiones pueden resolverse sin estridencias; sin antagonismos, sin luchas cruentas. De los problemas fundamentales que trajo y plante en la vida pblica el obrerismo militante no se ha resuelto ninguno, pero la convivencia entre patronos y obreros, entre los gobernantes y los lderes de las organizacio-nes obreras, es hoy ms armnica que antes.

    Y, claro es, si todo esto significa un mejoramiento, no son los llama-dos viejos partidos polticos quienes deben atribuirse el xito, toda vez

    35 "La Razn" (Cartagena), 1 mayo 1926.

  • 164 Diego Victoria Moreno

    que ahora no influyen en la vida pblica. Acaso, ya que el fin justifica los medios, hayan coincidido en el designio de suprimir valores polticos, y por ende luchas fratricidas, los hombres que gobiernan y los que dirigen e inspiran a los trabajadores.

    El fenmeno se ha producido en varios pases simultneamente y Es-paa no poda sustraerse a las consecuencias de un hecho casi mundial. Ser mejor as?". j

    A tenor del texto ledo, podemos concluir aadiendo que poco o nada ha cam-biado el postulado filosfico del sindicalismo socialista y an siguen imperando for-mas de actuacin en consonancia con los moldes legales impuestos por gobiernos muy atentos en el acercamiento y pacto entre capital y trabajo.

    ABREVIATURAS UTILIZADAS AMLU: Archivo Municipal de La Unin. BOMT: Boletn Oficial del Ministerio de Trabajo.