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Malas calles. Grafiteros clandestinos en su versión más radical de guerrilla urbana. Territorio Arturo Pérez-Reverte.Transitamos los escenariosde su nueva novela, ’El francotirador paciente’, en compañía de personajes reales que le hanservido de inspiración. Ellos revelanlas claves de un arte que, en su opinión, pierde su pureza cuando entra en las galerías y el circuito oficial. El escritor cuenta su experiencia conellos y la atracción por esta disciplina que toma la ciudad como campo de batalla. 4F PoR JacintoAntón FOTOGRAFIADE Gregori Civera Ylaai O.J.D.: E.G.M.: Tarifa: Área: Fecha: Sección: Páginas: 467194 1446000 225650 € 2160 cm2 - 500% 17/11/2013 REVISTA 68-72

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Malas calles. Grafiteros clandestinos ensu versión más radical de guerrilla urbana.Territorio Arturo Pérez-Reverte. Transitamos losescenarios de su nueva novela, ’El francotiradorpaciente’, en compañía de personajes reales quele han servido de inspiración. Ellos revelan lasclaves de un arte que, en su opinión, pierde supureza cuando entra en las galerías y el circuitooficial. El escritor cuenta su experiencia con ellosy la atracción por esta disciplina que toma laciudad como campo de batalla.

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PoR Jacinto Antón FOTOGRAFIADE Gregori Civera

Ylaai

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~* LAS MALAS CALLES DE PÉREZ REVERTE

arrios duros de chicos duros",establece Arturo Pérez-Re-verte proyectando la sombrade su afilado perfil sobre una

cubierta de grafitis."Fin del mundo", reza una pin-

tada delicuescente, "Organiza la rabia", se leeen otra. Avanzamos militarmente al tresbolfllo

-si eso es posible siendo solo dos- por la calle de

Galiana, en el madrileño barrio de Puerta delÁngel, distrito apache, digo Latina. El escritor

va delante, deteniéndose en los creces, como sipreviera riesgo al salir al descubierto. Me ima-gino que estamos en alguna zona de combatede esas que frecuetuaba el excorresponsal deguerra y que desde las azoteas y terrados nosapunta algún tipo emboscado armado con unrifle. Es la influencia de la lectura de la últimanovela del autor, El francotirador paciente(editada por Alfaguara y a la venta el 27 de no-viembre), que transcurre en el mundo del gra-fiti, entendida su parte más radical como gue-rrilla urbana, con unas leyes, tácticas y códigosdignos de los rangers de Salvaralsoldado Ryanen Ramelle. Un mundo en el que la pinturafresca huele a gloria de la misma manera queolía el napalm para el teniente coronel Bfll Kil-gore (Robert Duvall) de Apocalypse now.

Estamos en territorio grafltero y vamos aver a unos artistas del asunto que han aseso-rado a Pérez-Reverte en los aspectos técnicosde la historia, una historia, por 1o demás, muyperezrevertiana, con épica, aventura, fracaso,malos y héroe cansado. Yo me he preparadopara la ocasión y visto deportivas, vaqueros ysudadera con capucha (aunque, como diría Gi-gliola Cinquetti, non ho l’et&), que es como vanlos grafiteros en la novela. Para mi sorpresa,

Pérez-Reverte viste, en cambio, de lo más fino,incluida una chaqueta de ante. Como hemosllegado pronto a la cita, recalamos en un barbaqueteado, de barra de madera gastada y ter-cio de cerveza a 1,50 euros. En ese ambiente deRío Lobo, al novelista no se le ocurre más quepedir agua mineral y luego, al negar displicen-temente el camarero y mirándole fijamente alos ojos, ¡una Fatua de naranja! Yo me aputuo alo de la Fatua, pero pongo cara de duro.

"Hay diferentes tipos de grañteros,", me ex-plica Pérez-Reverte. "Un amplio espectro queab arca desde el que va a hacer daño hasta el que

se incorpora al mundo comercial del arte, conmuchas fases intermedias. Toda esa zona grisentre vandalismo y arte. Muchos lo van dejan-do. El que es legal no me valla para la novela,queria de protagonista al que se mantiene fuerade la ley, el que opina que si es legal no es grafitiy que las ratas no bailan claqué. El que no ad-

mite que los políticos llenen la ciudad de con-signas, y los publicitarios, de tetas de modelos,pero que a 61 le acusen de ensuciar las paredes".En Elfrancotiradorpaciente, una especialistaen arte contemporáneo trata de encontrar a ungrafitero legendario, Sniper -cuyo tas, su mar-ca, es su nombre con elpunto de la T converti-do en una mira telescópica de francotirador-,considerado el summam de la integridad y elvirtuosismo en esa áspera cultura del aerosoly la carrera. Un hombre que no ha claudicado,que no ha ffanqueado la lince que lleva de lacalle a la galeria de arte y la respetabilidad, ysigue en la brecha. El objetivo de la experta, quetrabaja para una importante editorial de arte,es convencer al tipo, "una mezcla de Banksy ySalman Rushdie" -y mucho de Férez-Reverte-,para incorporado al mundo de las galerías, lasexposiciones y los libros lujosos. La fama y el di-nero, en suma. Paralelamente, al grafltero mis-terioso, fan de Treinta segundossobre Tokio, 10busca un millonario implacable para aiustarle

"Lo que me fascinódel grafiti es que se trata

de un mundo con su épica,sus héroes y villanos, suschivatos y confidentes"

las cuentas por la muerte de su hijo en una ac-ción de pintado orquestada por él.

"Lo que me fascinó del grañti es que es unmundo con su épica, sus héroes y villanos, suschivatos y confidentes", continúa el escritor.

"Un mundo en que el respeto es muy importan-te. Y uno se gana el respeto siendo bueno en sutrabajo, y osado, y omnipresente en el lienzo dela ciudad. Esa épica y el aspecto de guerrilla ur-bana me encantaron. Hay un sector delgrafitimuy radical, de lucha social que es ya terroris-mo urbano-incruento-, agresivo y gallardo, yese es el que me sedujo. Es gente dura, y a mime gusta la gente dura, literariametue es mu-cho más rentable". Apuro mi Fanta apretandolos dientes -Pérez-Reverte apenas ha tocadola suya- y salimos del bar. ’Hprendes muchascosas de esos tipos, muchas de ellas están enla novela. Como lo de que en el museo compi-tes con Picasso, y en la calle, con los cubos debasura". Caminamos hacia nuestro encuentro

con los graflteros, deteniéndonos a juzgar al-gunas pintadas. El novelista me explica queElfrancotiradorpaciente es en cierta manerauna versión urbana y moderna de El corazóndelas tinieblas, enla que el efusivo y misteriosoSniper es un Kurtz pituaparedes que reina en

su propio territorio oscuro, con su guardia pre-toriana, y al que vamos descubriendo duranteel viaje en su busca a través de los testimoniosde los que lo conocen. Pienso que es parecidoa lo que hizo Welter Hill trasladando la Aná-basis de Jenofotue al mundo de los pandille-ros de Coney Island en The warriors (Los amosde la noche, 1979). Estamos en el terreno de laaventura -y no solo porque el destino quiereque caminemos por la calle de Athos (en Pérez-Reverte, grafitero rima con mosquetero)-, de lagran aventura. "Con trastienda corrosiva", ma-tiza el novelista, "con consideraciones sobreel graflti y el mundo del arte". Le pregunto aPérez-Reverte por Hirst, por provocar yporque

se me ha subido la Fatua ala cabeza. "El arte esotra cosa, jugársela, morir. Hay mucho de mien el discurso de Sniper sobre el arte, lo que sedice en Elfrancotiradorpacien te tiene un granparentesco con lo que aparecia en La tabla deFlandes y, sobre todo, en El pintor de batallas"Uno piensa que si se trata de un artista, Pérez-Reverte prefiere a Fistoletto.

Llegamos allugar de la cita con los grafiteros,el estudio de Suso 33. "Suso es un artista al queadmiro, y los otros dos, José y óscar, mis con-

tactos teóricos y tutoras en el mundo del grafiti,a los que debo información sobre jerga y aspec-tos técnicos. Una gente estupenda. Tipos au-ténticos. Lobos solitarios, desconfiados, rápi-

dos, en alerta continua. Viven en territorio ene-migo. Muchos graflteros, aunque consagrados,siguen saliendo a razzias urbanas. Les pone laadrenalina". Entramos y Pérez-Reverte hacelas presentaciones. José y Oscar (camisetas deMighty Warrior, el primero con tatuajes, anillosy cadenas), a los que el novelista homenajea alinicio de su libro -se trasparetuan en esos dos

"lobos nocturnos, cazadores clandestinos demuros, bombarderos sin piedad" del espaciourbano que aparecen en el arranque y que des-cubren sobrecogidos una pintada de Sniper-.Infantería. Suso, en cambio, inspira algunascaracterísticas del protagonista, y directamen-te, otros de los personajes. Observo que soy elúnico que lleva sudadera con capucha.

Artista consolidado, Suso aún tiene acti-vidad clandestina. "Hace poco me pilló la poliy me tomaron los datos", dice. Parece mirarel encuentro con más distancia que sus doscolegas. Creo advertir reserva, cierto escep-

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ticismo que me recuerda la actitud de recelode los graflteros de la novela. Luego, Suso, untipo de maneras y hablar suaves, con coleta,barba cuidada y una expresión melancólica,me explicar& tras recordar juntos a Los Rinosbarceloneses (con los que una noche hace casitreinta años sali a pintar), que no tenia muyclaro de qué iba todo aquello, y que había acee -dido a recibimos, a Pérez-Reverte, al fotógrafo,a mi, porque al novelista le precedia su famade escritor y de tío legal. "Suso es uno de misinspiradores, podria haber sido nuestro hom-

bre", está diciendo Pérez-Reverte. "Es un autorreconocido, pero aún sale a la calle".

Nos sentamos en torno a una mesa en elestudio, sorprendentemcnte ordenado, conuna meticulosidad y pulcritud que diflcilmen-

te asociaria uno con el mundo del grafiti. Losaerosoles, cientos de ellos, están alineadosperfectamente por colores en las estanterías,y hasta las zapatillas de pintar, colocadas jun-tas, parecen dispuestas como en una tienda.Pérez-Reverte habla de la novela, dos~ la haleido, pero los otros, no. "Es la historia de un

flechero de Madrid de la época de Muelle queva evolucionando. Propone actuaciones agre-sivas en lugares emblemáticos que él coordinay a las que convoca a través de las redes socia-les. La muerte del hijo de un millonario en unade esas acciones provoca que este ponga precioa su cabeza. Una especialista recibe el encargo

de buscarlo". Mientras el novelista habla, Susodibuja. Los demás no sabemos qué formato hade tomar el encuentro. Yo tomo notas.

"El protagonista es un ht~orido raro", aportaJosé. Una mezcla de escritor de grafiti con unconcepto de mensaje tipo Banksy. En todo caso,la novela es muy fiel a la realidad". "¿Por quéte dio por este tema?", inquiete Suso a Pérez-Reverte. "Encontré que hay cosas en el mundodel grafiti que tienen mucha relación con misnovelas y co n el tipo de héroe dete rminado queaparece en ellas". El escritor revela que cono-ció al mitico Muelle muy jovencito, al llegar aMadrid, y descubrió en elgrafiti"una aventuray una épica, una materia narrativa muy inte-resante, un universo con victorias y fracasos,

noblezas y traiciones". Muelle, Juan Carlos Ar-güelles, murió de cáncer alos 29 años y la prác-tica totalidad de sus grafitis fueron borrados.

Pérez-Reverte señala que él, como aca-démico, es el responsable de la iniciativa demeter en el diccionario de la RAE la palabra’grafiti’, que aparecerá asi en la 23a edición (has-ta ahora se escribe ’grafto’). "Me decian en la

Academia, ’coño, Arturo, ¿cómo defiendes aesos vándalos?’, aunque, en fin, en realidad,alll no usan la palabra ’coño". El novelista llevala voz cantante en la reunión, que a ratos ad-quiere la forma de entrevista, con Pérez-Rever-

te de insólito entrevistador. "Suso, tú eres unejemplo de alguien que sin abandonar la pure-za has llegado alto y tienes una respetabilidad,

¿cómo ha sido eso?". "Bueno, no tienes nuncauna estrategia en la cabeza, yo vengo del grafiticlásico, de firma, de tags, en realidad nuncame planteé ser artista. Era impensable que es-to pudiera llegar a ser una forma de vida. Hacíade pintor de cualquier cosa, de escenografias,de pisos. Y paralelamente saña al espacio pú-blico sin permiso". "¿Por qué sigues saliendo

a la calle?". "Para mi es lo más directo, mecanso de las galer/as, de las instituciones, deque me vean como producto, como ’el Banksyespañol". "¿El grafiti debe estar siempre en lacalle?". "Siempre estará en la calle; se ha desa-rrollado de una manera natural, sin estrategiascomerciales, ni mercadotecnia, ni comisaria-dos. Es un hecho en sl mismo".

Pérez-Reverte sigue preguntando. "¿Tienederecho un critico de arte a juzgar un grafiti?".

"iPara nada! No existe un canon para el grafiti.Hay normas de conducta". "¿si hay legalidadno hay grafiti de verdad?", insiste Pérez-Rever-te. "Claro. Se busca la transgresión’. Hablan dela vestimenta. Yo miro a otro lado. "Nunca hayque llevar ropa holgada, te puedes engancharcon algo tratando de huir", aporta José. "La ro-pa de rapero no es recomendable".

"¿Qué os llevó a la calle?", pregunta Pérez-Reverte. "Style wars" responde Óscar, refirién-dose al documental de Tony Silver y HenryChalfant rodado en Nueva York en 1983. "Alsalir del cine robé un rotulador, y no he paradodesde entonces". "Yo soy de tercera genera-ción", explica José, "Veía pintadas por mi ba-rrio y pensaba: ’iCómo mola!’. Comencé roban-do tizas del colegio y pintando por ahí como unacto de rebeldia, y una cosa llevó a la otra".

El escritor les pide que hablen del respeto."El respeto es básico, y la reputación", reflexio-na José. "Importa más el buen hacer

PÁG I N A A N T E R I O R El esoritor Artu ro Pérez- Reve rte, co n J os~ y Ós oar, "cent actos te~ ricos y tute res en el m u n d o del grafi ti", a los q u e d e beinformaoión sobre jerga y aspeotos técnicos q ue ha era pleado en su nueva novela, que toma como escenario este universo callejero.

E N E STA PÁG I N A El grafitero $uso 33, a la izquierda de la i magen,"un artista" al q ue Pérez- Reverte admira, posaju rito al esoritor, Ósear y José.

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que la estética, qué haces, cómo lo haces, conquién lo haces". "Eso es lo primero que me di-jistais", apunta el novelista, asintiendo; "que

había códigos, reglas, transgresores. De ahíarranca la novela. De un hombre y su repnta-

ción. No en balde he escrito yoAlatriste""Lo que importa no es lo más preciosista,

eso es secundario", interviene Suso. "Las nor-mas de conducta, los valores..,". "El compañe-rismo", acaba José. "El código de honor", zanjaPérez-Reverte. "¿Habéis pintado vagones?",interroga. "Claro", responden todos. "Pintarun tren es un proceso natural", dice José. "Nosomos escritores como Arturo, pero..," [risas].

"Los trenes vienen en elpack, circulan y eso es

bueno, hace tu trabajo muy visible", intervieneÓscar. "El primer tren.., estás temblando, pa-sas miedo, pero al hacerlo me sentí completo".Pérez-Reverte ha notado que Suso, incómodocomo si hablaran de su primera experienciasexual, se concentra en dibujar. "¿Tu primer

tren, Suso?". "Fue un subidón total. Te sientesmegavivo". El novelista les pide que hablen delpalancazo, el detener los coches tirando de lapalanca de emergencia para que los demás gra-fitaros emboscados machaquen a pintadas con

sus aerosoles los vagones, end to end, de caboa rabo. En EIfrancotiradorpaciente, la inven-ción del sistema se le acredita a Sniper.

A Pérez-Reverte le interesa mucho todo loque tienen de organización casi militar las ac-ciones de los grafiteros. "Pasas muchas nochesvigilando las cocheras", dice óscar. "/,Hacéis

croquis, mapas?". "Tanto no. Pero en otros pel-scs van muy fuerte. En Alemania nos decían

que había que limpiar los botes jpara no dejarhuellas!". "¿Adrenalina?’. "¡Y tanto!". "¿Peli-gro? ¿Cuántas veces os habéis jugado la vida?".

"Constantemente", responde Suso y cuenta lavez en que se cayó en una zanja en un solar

en Cartagena -ante la mención de su ciudad,Pérez-Reverte sonríe lobunamente-, cercadel faro. "He visto tu marca allí, te reconozco,entrando por mar, con mi barco". El novelistahace una pausa. Y luego: "¿Aún sales corrien-

do, Suso?". "Hay cosas que no voy a decir". "Yosi, por las vias, perseguido por los vigfantas,hace menos de un año", explica José. "A veces

es lamentable, correr delante de un chaval queno tiene media hostia", reflexiona Suso. "Y qneigual tiene más miedo que tú", añade José. "En

el fondo es una tontería que se pongan agresi-vos, lo que haces es solo pintar, ensuciar, desdesu punto de vista, pero solo eso, no destrozasnada, se limpia y ya está, pero nos ponen pe-nas más fuertes que a los que roban carteras.

"Somos una medalla fácilde colgar para la policía.Metemos una ’crujida’

tiene poco riesgo comparadocon pillar a un delincuente"

En realidad sale más barato romperle la cara aalguien que pintar en la calle".

Hay pocas chicas, apunta Pérez-Reverte,que en su novela hace aparecer algunas, inol-

vidables, como As Irmas, Las Hermanas portu-guesas. "Es cosa de ellas, ahora hay más. Eranpocas porque el grañti venia del mundo delhip-hop, donde no había tías, no se las ha ex-cluido, pero...". "¿Muchos lo van dejando?". "Al-gunos, se van normalizando y van alos muroslegales. La acción se pierde un poco. La familia,

las consecuencias pueden ser muy graves; lasmultas, muy fuertes, los embargos’. El novelis-ta pregunta a Suso si la policía, al reconocerlo,

lo trata diferente. ’~A veces me piden autógra-fos. Otras te quieren pillar, como un reto". "Losgrafiteros somos una medalla fácil de colgar

para la policia", considera José; "meternos unacrujida tiene poco riesgo si lo comparas con pi-

llar a un delincuente".Pérez-Reverte saca a relucir la palabra

aventura. "Si, el grafito es aventura", respondeSuso. "Y explorar, todo eso tiene más tirón que

la parte artística. Conoces la ciudad y la hacestuya". En la mirada de Suso resplandece un

mundo de trenas ilustradosy de paredes gara-

bataadas. Pérez-Reverte hable de camaraderia,respeto, peligro. Suso opina que ahi hay mucho

tópico. Huelo pique. El novelista recuerda queha estado en guerras, en acciones que ponianen juego vidas. "Lo sabemos, lo tuyo es más

fuerte", media José. Pérez-Reverte les pide quevalorenla portada de Elfrancotiradorpacien te.

Les gusta. José explica que hay una gran curio-sidad en el mundo del grafiti por ver lo que ha

hecho el novelista.Bajamos a la planta sótano del estudio,

donde Suso nos reserva una sorpresa: unapantalla gigante en la que puedes pintar gra-

fitis electrónicos con un mando en forma deaerosol. Pérez-Reverte pinta varios tags de supersonaje, Sniper. Tiene mano.

Finalizada la sesión, el novelista me reservauna sorpresa. Cogemos un taxi hacia el centro

de Madrid. En el camino le señalo la curiosi-dad de que la protagonista y narradora de Elfrancotiradorpaciente sea una mujer, y lesbia-na. Me recuerda que es el tercer punto de vista

femenino en su obra, con La reina del Sur y Latabla de Fíandes. Volvemos a los grafitis. Diceque ha hecho mucho trabajo de campo en los

lugares escenario de la novela, Madrid, Lisboa,Verona y Nápoles. Ha salido con los grafiteros

-en el extranjero- "a bombardear" de pintadas,aunque "no me jacto’. ¿Y disfmtaha? "Eviden-temente. Llevo un ano viviendo en el grafiti,leyendo, mirando, cazando. No soyun turista.Me ha quedado la mirada del grafitero. Todacaza marca al cazador. Pero, ojo, no glorifcoel grafiti, no estoy ni a favor ni en contra. Esun escenario de trabajo como lo pueden ser la

guerra, el narcotráfico o la esgrima. No juzgo,pero trato de comprender". Dice el novelista

que reconoce mucho de su vida de reporterobélico en la manera en que los grañteros re-corren su territorio viendo posibilidades, vías

de escape, ángulos peligrosos, salidas. Hemosbajado del taxi en Sol y subimos a pie por la

calle de la Montera. Pérez-Reverte me señalalas prostitutas nigerianas. Llegamos junto aun sexshop, en el número 30, y, frente a unapared, el novelista mira hacia arriba. El rostro

se le ilumina. "Es la última pintada que quedaen Madrid de Muelle", dice con tono reverente.

"Cada vez que la veo me conmuevo". Nos que-damos allí juntos contemplando en la nocheel viejo grafltL mientras la ciudad se llena desombras yun ejército anónimo se pone manos

a la obra y se eleva como un himno nocturnoel desaflante zumbido de los pulverizadores $

Arturo P6rez-Reverte contempla unos grafitis proyectados digitalmente en el estudio del artista Suso 33.Su nueva novela, ’El francotirador paciente’, ed Rada por Alfaguara, sale a la venta el próximo 97 de noviembre.

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