23
39 emos comenzado; nuestra barca ha zarpado; ahora tenemos que remar. cc omenzando de nuevo De vuelta en Nueva Orleans en enero de 1838, y después de dos meses en el mar (en la peor temporada para un viaje marítimo), Pierce tuvo que ponerse a buscar trabajo. Su hermano John Connelly consiguió para él un puesto bien humilde en un banco de Natchez. Lo cual representaba un anticlímax, después de su vida de lujo en las grandes ciudades de Europa. Pero contó, en compensación, con la compañía de personajes importantes de la ciudad que acudían a su casa como huéspedes -hasta sus antiguos feligreses y amigos protestantes, e incluso el nuevo rector de la Santísima Trinidad. (De lo cual dio cuenta por escrito al Conde de Shrewsbury.) Además, Natchez había sido reconocido recientemente como diócesis, con un obispo pendiente, y Pierce fue invitado a participar activamente en la iglesia local y en sus proyectos. Cornelia, por su parte, para aumentar los ingresos de la familia, daba clases de música en su casa. Pensaba incluso abrir una pequeña escuela. Todo esto se vio interrumpido cuando los jesuitas entraron en el escenario. Iban a fundar un colegio en un rincón remoto y de- spoblado de Louisiana, donde las religiosas del Sagrado Corazón ya habían establecido una fundación y un colegio. El Obispo Blanc les había sugerido a los Connelly como colaboradores, y el Obispo Bruté, que los había conocido en Roma, también los propuso.

omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

  • Upload
    others

  • View
    12

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

38 39

emos comenzado; nuestra barca ha zarpado; ahora tenemos que remar. cc

omenzando de nuevo

De vuelta en Nueva Orleans en enero de 1838, y después de dos meses en el mar (en la peor temporada para un viaje marítimo), Pierce tuvo que ponerse a buscar trabajo. Su hermano John Connelly consiguió para él un puesto bien humilde en un banco de Natchez. Lo cual representaba un anticlímax, después de su vida de lujo en las grandes ciudades de Europa. Pero contó, en compensación, con la compañía de personajes importantes de la ciudad que acudían a su casa como huéspedes -hasta sus antiguos feligreses y amigos protestantes, e incluso el nuevo rector de la Santísima Trinidad. (De lo cual dio cuenta por escrito al Conde de Shrewsbury.) Además, Natchez había sido reconocido recientemente como diócesis, con un obispo pendiente, y Pierce fue invitado a participar activamente en la iglesia local y en sus proyectos.

Cornelia, por su parte, para aumentar los ingresos de la familia, daba clases de música en su casa. Pensaba incluso abrir una pequeña escuela.

Todo esto se vio interrumpido cuando los jesuitas entraron en el escenario. Iban a fundar un colegio en un rincón remoto y de-spoblado de Louisiana, donde las religiosas del Sagrado Corazón ya habían establecido una fundación y un colegio. El Obispo Blanc les había sugerido a los Connelly como colaboradores, y el Obispo Bruté, que los había conocido en Roma, también los propuso.

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM39

Page 2: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

40 41

Un día, sin advertencia, Cornelia y Pierce recibieron una visita del rector del colegio jesuita, Nicholas Point, SJ. El cual se quedó tres días con ellos describiéndoles las primitivas condiciones de Grand Coteau, el sitio del asentamiento, en las riberas de un in-hóspito pantano, la cabaña rústica que tendrían a su disposición, y el trabajo sin paga en su colegio. Sólo Cornelia podría ganar algún dinero dando clases de música en el colegio del Sagrado Corazón. Y, por otra parte, la educación de Merty y Ady sería gratuita en los dos colegios.

No fue una decisión fácil. Significaba un sacrificio, una vida modesta en la frontera; pero era a la vez una oportunidad para profundizar su fe, en compañía de hombres y mujeres consagrados. Era una decisión que afectaría el curso de sus vidas. Sí o no, se preguntaron a sí mismos. Sí o no, preguntaron a Dios.

eflexión Conociendo la historia de los Connelly hasta ahora, ¿qué consejo les darías en cuanto a la invitación del Père Point? ¿Qué considera-ciones harías en contra, y cuáles a favor de ir a Grand Coteau?

¿Cuáles serían los motivos de Cornelia para decir que sí? ¿Piensas tú que Cornelia tendría motivos diferentes a los de Pierce?

Los Connelly se tomaron su tiempo para discernir lo que de-bían hacer. ¿Qué significa para ti esa tarea de discernimiento? ¿Has tenido en tu vida que realizar un discernimiento de esa índole an-tes de decidir algo importante? Si ha sido así, ¿puedes describir la experiencia?

En la vida de una persona como tú, ¿qué asuntos, a manera de ejemplo, podrían requerir un detenido esfuerzo de discernimien-to?

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM40

Page 3: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

40 41

ermanecen con ios y háblanle frecuentemente en sus corazones, y de vez en cuando ayúdanse la una a la otra en la divina presencia. cc

untos en rand oteau

Después de un período de oración y discernimiento, Pierce y Cor-nelia aceptaron la invitación de los jesuitas. De nuevo se encontraron en el Rio Mississippi, esta vez entrando a la red de corrientes tribu-tarias que los llevaba hacia una frontera geográfica y espiritual. Se dirigían a su nuevo hogar, con sus tres hijos de cinco, tres y un años, la señorita Mingard (una nueva niñera francesa), y con Phoebe y Sally, sus dos esclavas (que habían pasado esos dos años con el Doctor Mercer), más sus efectos personales.

Esta parte de Louisiana, todavía bajo la influencia de la cultura franco canadiense, era una pradera cruzada por una red de ríos que confluían en el gran Mississippi. Enormes árboles de troncos sum-ergidos a veces en los pantanos, con sus ramas cubiertas de musgo colgante y gris, daban al paisaje un aire misterioso y romántico. El clima era húmedo y difícil. Grand Coteau se hallaba aislado en esas tierras. Sus únicos habitantes eran jesuitas franceses, religiosas francesas del Sagrado Corazón, sus alumnos y alumnas internados, y negros. La mayoría de los adultos eran misioneros o negros.

Durante los primeros nueve meses, antes de contar con la casa prometida, la familia ocupó una especie de barraca de madera dividida en tres partes. Vivieron la experiencia de descubrir cuántas cosas no necesitaban, y eran felices. Cada día Cornelia iba al convento para sus clases, y Pierce al colegio Saint Charles.

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM41

Page 4: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

42 43

Como nuevos católicos, gozaban de una vida regular en el con-texto del año litúrgico y de la misa diaria. Después de la excitación vivida en Europa, aquello era un alivio para Cornelia, aunque a veces Pierce se quejaba de aburrimiento. Sus amigas, amigos y acompa-ñantes espirituales eran los mismos sacerdotes y religiosas. Se sentían útiles, y de hecho su testimonio de familia profundamente católica y practicante inspiraba a todos sus conocidos. Cada mañana y cada noche se reunían para rezar frente a una imagen de la Anunciación de Fra Angélico traída de Roma.

Varios misioneros franceses fueron llegando a este asentamiento en el páramo. Y el Obispo Blanc tenía reservada para sí una caseta en el jardín del convento. Cuando este los visitaba, Pierce servía en su misa como acólito, ataviado con su sotana protestante (provocándole al Obispo una sonrisa). Los Connelly, sus protegidos especiales, lo recibían en su casa. Así, iban tendiéndose estrechos lazos espiritu-ales entre Pierce, Cornelia y el grupo de valientes misioneros de la antigua Francia.

Todo el mundo hablaba de la aparente felicidad de la pareja y el encanto de su vida doméstica. Parecía que la sombra de las ambi-ciones sacerdotales de Pierce se había desvanecido. En noviembre Cornelia concibió su cuarto hijo. Después de la Navidad, las religiosas la invitaron a dar clases de dibujo para aumentar los ingresos de la familia. Todo marchaba bien.

En marzo de 1839 la familia Connelly se mudó de casa. Una buena señal de la intención de Pierce de echar raíces allí fue su even-tual compra de la casa. Gracemere (Lago de gracia) estaba ubicada a medio camino entre los dos colegios, así que Pierce caminaba media hora en una dirección hacia los jesuitas, y Cornelia media hora en la otra dirección para llegar a su trabajo en el convento.

La Sociedad del Sagrado Corazón había sido fundada a comienzos del siglo por Madeleine Sophie Barat. (Era la misma congregación que tenía la Trinità dei Monti en Roma, a donde Cornelia iba a confesarse durante su estancia allá.) Las religiosas habían llegado de Francia a Grand Coteau hacía dieciocho años . Entre grandes privaciones espirituales y materiales, construyeron su hermoso co-legio y convento de ladrillos rosados, en el estilo colonial, rodeado

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM42

Page 5: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

42 43

de jardines bien cuidados. Ahora, con la llegada de los jesuitas, tenían el benefi cio de una misa diaria, retiros, los sacramentos y dirección espiritual.

Cornelia tuvo la oportunidad de conocerlas de cerca y empa-parse de su carisma y su espiritualidad basada en la misericordia del corazón de Jesús. El director espiritual de Cornelia, Nicholas Point, rector y jesuita venerado por su santidad, era también director de las religiosas, así que las prácticas religiosas que Cornelia aprendía combinaban las tradiciones jesuitas y las del Sagrado Corazón. Sus pequeños cuadernos espirituales, que todavía guardamos como un tesoro en los archivos, dan amplia evidencia de la seriedad de la vida interior que esta aprendiz llevaba con Dios.

En el caso de Pierce, ya estaba al tanto del carisma de los jesuitas. Los había conocido, incluyendo a su Superior General en Roma y a su Provincial en Inglaterra. Un jesuita lo había instruído en la fe católica. Ahora, al unirse al profesorado de este nuevo colegio en ter-ritorio misionero, se encontró con un grupo de alumnos ignorantes, de escasa cultura, y una comunidad de jesuitas poco preparada para asumir la organización de un colegio. Pierce se auto-nombró como el salvador de aquella situación. Sin el conocimiento de sus pares, le escribió al Superior General en Roma informándolo de la pobre calidad de instrucción y el bajo nivel de disciplina. Y criticó largo y tendido a casi todos los jesuitas, incluyendo al Superior Provincial. El General le respondió aconsejándole paciencia y una actitud más

Gracemere

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM43

Page 6: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

44 45

positiva. No resulta pues de extrañar que, con la excepción de su amigo, el rector Padre Point, los jesuitas no le tuvieran a Pierce mucha simpatía.

En julio del año 1839 Cornelia dio a luz por cuarta vez -una niña delicada y enfermiza bautizada Mary Magdalene. Por razones desconocidas, sobrevivió sólo siete semanas. Fue un dolor enorme para la frágil Madame Connelly, se anotó en el diario del convento. Cornelia tuvo que apoyarse más aun en una fe cada día más personal y profunda. Su régimen de misa, dirección espiritual, oraciones en familia y lectura con Pierce de la Imitación de Cristo, le dio la es-tabilidad que necesitaba para seguir creando en su hogar un clima alegre y animado para la familia que tanto quería.

El año 1839 terminaría con un gran evento -visitas de familiares Connelly y Peacock. Pero antes, iba a haber una experiencia privi-legiada, un retiro de tres días como preparación para la Navidad. Cornelia lo haría con las religiosas y Pierce con los jesuitas.

eflexión Después de su vida privilegiada, Cornelia se acostumbró fácilmente a la vida de mujer de frontera. ¿Qué te dice esto de su carácter? Si eres varón, ¿cuáles son las características que más admiras en una mujer? Si eres mujer, ¿qué cualidades suyas te gustaría tener? ¿Cuáles de tus rasgos o cualidades encuentras en Cornelia?

Imagínate algunas de las privaciones o desafíos que experi-mentaron los Connelly en Grand Coteau. ¿Cuáles serían? ¿Qué te motivaría a enfrentar o soportar algo semejante?

A pesar de las dificultades de su vida en Grand Coteau, Cornelia estaba muy contenta allá. Según tu punto de vista, ¿por qué sería? ¿Qué es lo que te da más felicidad en la vida?

Cornelia perdió un bebé, una experiencia triste, terrible. Quizás no hubo un doctor cerca. Quisás ella se culpó por esa muerte. ¿Pi-ensas que ella la vivió de una manera distinta de Pierce? ¿Por qué lo piensas así?

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM44

Page 7: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

44 45

n corazón quebrantado es la cuna de amor cuando nuestro amor está crucificad. cc

n año crucial

El 21 de diciembre de 1839 se dio comienzo a un retiro de tres días que marcó el inicio de una nueva etapa en el itinerario espiritual de Cornelia. Sin saberlo, estaba en el umbral de un año verdaderamente crucial, un año en que la cruz y el Crucificado llegarían a ser su ración y su copa. Esos tres días la fortalecieron para lo que iba a acontecer.

Dicho retiro seguía el esquema de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. El Padre Point los dirigió para las religiosas y Corne-lia, y el Padre de Theux para los jesuitas y Pierce. Cornelia asistió cada día al convento para participar en las tres presentaciones del Padre Point y para meditar los temas que sugirió él, temas funda-mentales sobre el plan de Dios para con sus criaturas y la meta de nuestra existencia. En el libro de los Ejercicios, dichos temas se presentan escuetos, en apariencia sin mucha inspiración. Pero este libro, combinado con la acción del Espíritu Santo en el alma de una persona bien dispuesta, puede cambiarla para siempre. Así fue con Cornelia. Años después ella le diría a una compañera que este retiro de tres días la había convertido totalmente. Hasta entonces había sido esposa, madre ideal y católica ejemplar. Pero esto ya no sería suficiente. Nació en ella el propósito de vivir su vocación cristiana sin reservas y darle a Dios la totalidad de su ser. Con la compañía espiritual del Padre Point, hizo un plan de vida bastante detallado

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM45

Page 8: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

46 47

para llegar a la anhelada unión con Dios. Y por el resto de su vida no se apartaría de este “norte”.

El retiro terminó en la víspera de la Navidad, probablemente con una contemplación del misterio de la encarnación. El Niño Jesús debe haber estado muy presente en la conciencia de Corne-lia cuando volvió donde sus propios niños. Los agruparía con su papá frente al pesebre cuyas figuras habrían sido colocadas una por una durante el Adviento, cantando quizás himnos aprendidos en Roma. Y, por supuesto, habrá sido una celebración muy festiva, con juegos, regalos y una buena comida navideña. Cornelia era buena para celebrar.

Cuatro días después, diez de sus familiares llegaron para compartir la temporada y aumentar el clima festivo. Hubo mucha bulla alegre y muchos festejos, según Pierce. Como dueña de casa Cornelia asumió la responsabilidad de supervisar todo. Pero tuvo tiempo también de recordar y revisar los apuntes que había escrito en el pequeño cuaderno que el Padre Point le regaló para la Navidad. Su resolución de mejorar su falta de orden debe haber sido un desafío frente a esta invasión de familiares. Y su gran compromiso de compartir los tesoros de la fe con su familia ya estaba dando fruto. Mary Peacock, atraída por el testimonio de Cornelia y Pierce, decidió quedarse con ellos indefinidamente.

Una carta escrita por Pierce en ese entonces a un amigo austríaco (el Barón Hübner, diplomático del círculo de Metternich) revelaba que el bicho de la inquietud vocacional no lo había dejado en paz. De hecho no existían en Gran Coteau muchas posibilidades para un hombre de sus ambiciones. Ese retiro despertaría de nuevo su atracción por el sacerdocio. (Probablemente consultó con el Padre de Theux sobre este tema.) Pierce le comentaba a su amigo que su vida actual, tan feliz y cómoda, no se parecía mucho al “camino real de la cruz”. De haber compartido estos sentimientos con Cornelia, podrían haber sido la causa del tormentoso grito que plasmó ella en su cuaderno el día antes de volver al colegio, el 21 de enero de 1840: “Oh Dios mío, poda tu vid, córtala hasta la carne viva, pero, por tu gran misericordia, no la desarraigues todavía. Dios mío, ayúdame en medio de mi gran debilidad, ayúdame a servirte con

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM46

Page 9: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

46 47

nuevo fervor.” Es como si la conversación con McCloskey en Roma cuatro años antes jamás hubiera terminado.

La vida en lo exterior seguía como siempre. Cornelia atendía a Pierce, iba a sus clases, cuidaba a sus hijos, manejaba la casa, supervisaba a Phoebe y a Sally (esta última recién casada) y las instruía en el catecismo, y ayudaba a la señorita Mingard con las lecciones de los niños. Pero interiormente había una tormenta de emociones en conflicto. Por un lado, jamás había estado tan feliz, tan realizada como mujer, como esposa, como madre. Por otro lado tenía el temor no confirmado de una futura separación, del fin de esta vida tan querida. Y entre ambos extremos había un espacio reservado e inviolable donde reinaba Dios, cuya voluntad era para Cornelia lo primero.

El fruto de la dedicación de Cornelia se mostró en el deseo de Mary Peacock de convertirse en católica. Sería la primera de una larga lista de familiares que se convertirían bajo su influencia. Separadas por cuatro años, las dos hermanas habían vivido expe-riencias distintas. Pero Mary había presenciado la ruptura con el protestantismo de los dos Connelly, y había seguido desde lejos su evolución espiritual. Ahora, reunidas, ambas hermanas podían conversar íntimamente. El testimonio de Cornelia, su estilo de vida y su círculo de conocidos, las religiosas del Sagrado Corazón y los jesuitas, atrajeron a Mary. Cuando el Obispo Blanc llegó a Grand Coteau el 26 de enero para una visita, Mary le pidió permiso para comenzar instrucciones a fin de entrar en la Iglesia Católica. La alegría de Cornelia no tuvo límites.

Así las cosas, un día, a fines de enero, mientras estaba en el jardín y contemplaba a sus hijos jugando, todo el conflicto se resolvió en un instante de iluminación sobrecogedora. Fue invadida por una felicidad tan intensa ante la belleza de la creación que Dios le había regalado, que el primer tema de los Ejercicios Espirituales saltó a su memoria, y exclamó en voz alta: “Oh Dios mío, si toda esta fe-licidad no es para tu mayor gloria y el bien de mi alma, sácamela. Hago el sacrificio.”

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM47

Page 10: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

48 49

Poco tiempo después de ese momento de iluminación tuvo lugar una tragedia de la que Mary fue testigo. En el mismo jardín donde un día Cornelia experimentara tanta alegría viendo jugar a sus hijos, su querido John Henry, niña de sus ojos, de dos años y medio, estaba jugando igualmente cuando la mascota de la familia, un terranova, en un accidente difícil de imaginar, lo revolcó en una gran olla de almíbar hirviente. Nadie hubiera previsto que el juego con un perro tan amigable terminaría de esa manera. Cornelia tuvo al niño en sus brazos por cuarenta y tres horas. Y no hubo remedio. Apenas había salido el sol, el 2 de febrero, para la solemnidad de la Presentación de Jesús en el templo, cuando el niño falleció.

En su pequeño cuaderno, Cornelia dedicó una página a John Henry. Primero, puso la fecha. Después, cuidadosamente, trazó una gran M para María, seguida por Jesús, María, José, en una columna. Finalmente escribió: “Cayó víctima el viernes -Sufrió cuarenta y tres horas & fue llevado al ‘templo del Señor’ en la Purificación.” El niño fue sepultado en el cementerio de los jesuitas al lado de Mary Magdalene. Allá descansan hasta ahora los dos hijos de Cornelia y Pierce. Una simple lápida lleva la inscripción: “El recuerdo de mis hijos jamás se aparta de mí.”

El sepelio tuvo lugar en la mañana. Increíblemente, esa misma noche el Obispo Blanc recibió a Mary Peacock en la Iglesia Católica. Si Cornelia fue capaz de asistir, el tener a Mary con ella en la plenitud de una fe común debe haberle dado un consuelo enorme.

Vale la pena entrar con la imaginación en los pensamientos de Cornelia durante esas horas en que acompañó a su hijo, cuya vida se consumió en sus brazos hasta la muerte. En ese trance nacería la identificación de Cornelia con la Madre Dolorosa, su gran devoción al Niño Jesús encarnado en los brazos de su madre, y su devoción a la cruz y al Crucificado. Su hijo y el Hijo de Dios, ambos, sufrieron su pasión, y Cornelia, como María, los sostuvo en su compasión a los dos.

Cornelia había visto la cara oculta del sufrimiento de Jesucristo, y la encontró bellísima. Así, pocos días después, fue capaz de es-cribir en el mismo cuaderno: “Pediré de mi Dios sin parar y él me

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM48

Page 11: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

48 49

dará de beber. Oh Jesús, dame el pesar, o por lo menos una parte, al contemplar tus santas llagas, del que tuvo tu bendita madre. Stabat Mater Dolorosa.” Sus palabras hubieran podido responder a la pregunta de Jesús a sus discípulos: “¿Podrás beber la copa que voy a beber yo?” Pues su respuesta siempre fue: “Sí, Señor, siempre sí.” Con esto inauguró su cuaresma.

La vida retomó su ritmo acostumbrado. Pero, como la Madre Dolorosa, Cornelia tenía en el corazón una herida nunca cicatrizada. No hay indicios de cómo vivió Pierce la tragedia, pero la muerte de un hijito tan encantador debe haberle afectado no menos que a Cornelia.

Para el verano, a pesar de las inquietudes vocacionales de Pierce, su esposa estaba embarazada de nuevo.

En julio, el gran amigo y director espiritual de Cornelia, el Padre Point, se retiró de Saint Charles para llevar a cabo su misión entre los indios. Había acabado de acompañar a Cornelia en tres días de oración, y conoció su alma a fondo. Para ella fue otra pérdida ir-reparable. Cornelia le regaló sus aros para su nuevo rebaño.

Pierce también iba a echarlo mucho de menos. Los dos habían llegado a ser amigos, y casi hermanos. Hubo entre ellos una admi-ración mutua. Y puede ser que la disposición y decisión del Padre Point de ir más allá precipitara algo semejante en Pierce, quien además estaba ya aburrido de una existencia tan retirada de los centros de acción. Así se lo expresaba con nostalgia al Barón Hübner. Al mismo tiempo, reconocía poéticamente que “no pasa un solo día en que no tiemble al poseer la gran estrella de la felicidad... en una de las familias más bellas que el mundo lleva en su seno.”

El Padre François Abbadie asumió la dirección espiritual de Cornelia, mientras el Padre de Theux seguía con Pierce. En septiem-bre, durante las vacaciones, Pierce hizo un retiro de ocho días. Y en octubre, en una carta escrita al Conde de Shrewsbury, enfatizaba su aburrimiento y nostalgia por Europa. Comparaba su labor oscura con la gran obra del Conde de reconquistar Inglaterra para la Iglesia Católica. (El ecumenismo aún ni se imaginaba.) Ya sus pensamientos estaban en Inglaterra, y en la promesa de Shrewsbury de educar

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM49

Page 12: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

50 51

allá a Merty. Probablemente, sin darse cuenta, Pierce estaba bus-cando un escape. Y el sacerdocio, con su brillo de gran sacrificio, lo pondría de nuevo en el centro del escenario. Pero la sacrificada iba a ser Cornelia.

En octubre, Pierce llevó a cabo otro retiro. Cornelia debe haber sabido que su propio futuro y el de sus hijos dependían del resultado de esos días. El domingo 13 de octubre, conmemoración de San Eduardo, al volver de la misa, Pierce reveló a Cornelia su elección. Buscaría su ordenación como sacerdote católico, lo cual implicaba el celibato, y pedía a Cornelia su permiso. La cual no se sorprendió. Con mucha calma, le dijo que esa era una decisión sumamente grave, y que debería considerarla profundamente, y dos veces. Y que después de esto, si resultara claro que Dios estaba pidiendo ese sacrificio, ella por su parte estaría lista para hacerlo, y “con todo el corazón”. Era un corazón totalmente puesto a disposición de Dios; pero eso no impedía que ese corazón se le quebrara. Años después le diría a una religiosa de la congregación que la Sociedad del Santo Niño Jesús se había fundado ese día sobre la base de un corazón quebrándose.

Si bien era Pierce el que comentaba en una carta que sus vidas en Grand Coteau no se parecían mucho al “camino real de la cruz”, no fue sino Cornelia quien iba a recorrer ese camino hasta el fin. De ahora en adelante, con un quinto hijo cinco meses en el seno de su madre, Cornelia y Pierce se comprometían al celibato como prueba para discernir si podrían dedicarse así al servicio de Dios.

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM50

Page 13: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

50 51

eflexión Sabiendo lo que le trajo a Cornelia el año 1840, y cómo respondió ella, algunos la ven como heroicamente generosa, y otros como una pobre infeliz o un poco loca. ¿Cómo puedes tú explicar la respu-esta de Cornelia a Dios y a Pierce durante ese año?

Trata de imaginar estas cuarenta y tres horas en que Cornelia abrazaba a su hijo horriblemente quemado, y las reacciones del resto de la familia. ¿Qué puedes decir sobre esa experiencia? ¿Algo semejante ha pasado en tu vida? Si es así, ¿cómo enfrentaste la ex-periencia? ¿Todavía quedan heridas?

Ponte en los zapatos de Cornelia ese domingo 13 de octubre. ¿Qué estaba pasando en su interior?

Cornelia era una mujer inteligente. ¿Cómo no se dio cuenta de la ambición que movía a su esposo, y de su propia debilidad de carácter? ¿Piensas que Cornelia debió haber luchado con más fuerza contra las pretensiones de Pierce? ¿Por qué no lo hizo, según tu parecer? En tu caso, ¿alguna vez te has equivocado al juzgar el carácter de una persona, fuese positiva o negativamente?

Algunos piensan que la ofrenda de Cornelia en el jardín le dio a Dios permiso para desencadenar la tragedia que siguió, y que así Dios aceptó la ofrenda de Cornelia. ¿Es válida esa forma de pensar? ¿Hay otros modos de interpretar la tragedia de la muerte de John Henry?

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM51

Page 14: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

52 53

o tendré reserva alguna con mi ios. cc

untos pero separados

Nadie, excepto sus directores espirituales, sabían de la decisión tomada por Cornelia y Pierce ese día de San Eduardo. La aspiración de Pierce no estaba confirmada todavía, y Cornelia quedó suspen-dida en el aire, lista para volver a su antigua vida matrimonial o para lanzarse a otra vida inimaginable, si así Dios lo indicara.

El año 1841 abrió con tristes noticias que vinieron de los Shrews-bury: la muerte por una fiebre galopante de su hija, Gwendaline Borghese, y de los tres pequeños hijos de esta. También la menuda y delicada Cornelia se vio en peligro, a causa del embarazo; pero siguió, como siempre, con sus clases y el cuidado de su familia y la casa, hasta la hora del parto.

Frente al probable futuro de Pierce, Cornelia tuvo que pregun-tarse si Dios estaba llamándola también a la vida consagrada. Jamás consideró que ello sería una consecuencia inevitable de la decisión de Pierce, porque una vocación es una invitación íntima y personal. Era asunto de su propio discernimiento. Por eso, en enero, dio inicio a su proceso íntimo con un retiro de ocho días dirigido por el Padre de Theux. Quizás pensaba ella que el conocimiento que tenía el Padre de ellos dos le facilitaría aconsejarlos.

El 19 de marzo Cornelia dio a luz a su quinto y último hijo, Frank. Llegó sano y salvo. Mary Peacock acompañó fielmente a su hermana hasta junio cuando, siguiendo su propia vocación, entró en el convento de las religiosas del Sagrado Corazón. Como Cor-nelia, una vez atraída por Dios, tuvo que darse por completo. Y la

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM52

Page 15: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

52 53

niñera francesa, señorita Mingard, que había estado con Cornelia desde la estancia de esta en París, siguió también los pasos de Mary al convento. Cornelia iba perdiendo poco a poco los pilares huma-nos de su existencia, y sólo Dios, cada vez más y más, ocupaba sus puestos. Poco después que la Señorita Mingard se hubo ido, el bebé Frank cayó enfermo y casi murió. Salvo por Sally y Phoebe, únicas compañías femeninas que le quedaban, Cornelia enfrentó sola esa crisis, y Frank sobrevivió.

A pesar de sus intenciones secretas, Pierce hablaba y escribía a sus amigos como hombre firmemente atado a su esposa y familia. Se enorgullecía de ellos -la belleza y dulzura de Cornelia, la inocencia y piedad de sus niños. No parecía consciente de ningún sufrimiento en medio de la alegre convivencia familiar que Cornelia siempre logró mantener.

En septiembre, Cornelia recibió al parecer una gracia nueva y clarificadora. Escribió en su cuaderno: “Oh mi buen Jesús, me entrego totalmente a ti para sufrir y morir en la cruz, pobre como tú, abandonada como fuiste abandonado por todos excepto por ti, María.” Hay aquí palabras claves que indican lo que Cornelia estaba experimentando: “sufrir y morir”, “pobre”, “abandonada”, “cruz”. Esta oración expresa su postura constante ante Dios y las incer-tidumbres de la vida, ante la pobreza, el abandono, el sufrimiento, la cruz y la muerte.

En el colegio de Saint Charles, Pierce estaba cada vez más sumergido en el mundo jesuita. Se había puesto en contacto con el Superior General pensando en hacerse jesuita. Cornelia sabía que la suerte de su esposo estaba en sus propias manos y dependía de su consentimiento a su vocación, pero también sabía las exigencias y rigores de una vida tal. Se preguntaba si Pierce era capaz de per-severar en ella.

Ese mismo mes de septiembre Cornelia hizo otro retiro con el Padre de Theux, esta vez para confirmar su propia vocación. Después de ocho días, escribió: “Examiné vocación. Decidida.” Con esto, Pierce quedaba libre para seguir su estrella sacerdotal.

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM53

Page 16: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

54 55

A fi nes de mes Pierce hizo también un retiro, como preludio a la acción. Las etapas de su plan tomaron forma -retirarse del colegio, vender Gracemere a los jesuitas, irse a Inglaterra con toda la familia, instalar a Merty allá en un colegio, y ver dónde podría la familia alojarse. ¿Por qué Inglaterra? Porque allí tenía ya muchos amigos, empezando por su gran patrón, el Conde de Shrewsbury. Además, había allá una prometedora efervescencia en la Iglesia Católica, con la conversión de muchos anglicanos, y Pierce tendría un rol protagónico entre ellos.

El plan no resultó así. Pierce había dicho que quería que toda la familia se hallara al mismo lado del océano, pero le aconsejaron una separación más tajante, como prueba de su determinación. Según el nuevo plan, Cornelia, Ady y Frank se quedarían en Grand Coteau mientras Pierce viajaba a Inglaterra con Merty. Cornelia, con el bebé Frank, ocuparía la caseta en el jardín del convento reservada para

Caseta del obispo con arreglos del siglo veinte

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM54

Page 17: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

54 55

el Obispo Blanc; Ady entraría en el colegio de al lado, y Cornelia participaría como casi postulante en la vida religiosa.

Mientras tanto, y hasta la separación, en la primavera del año 1842, la vida familiar en Gracemere siguió como siempre para los que no estaban al tanto de aquellos propósitos, y esto incluyó a todos los familiares. El hermano de Pierce, John Connelly, ahora católico, mandó a su esposa Angélica a pasar un largo tiempo con Cornelia -desde la Navidad hasta la Pascua de Resurrección. Esperaba que la santa influencia de Cornelia la convertiría también, y así fue.

A fines de abril, Phoebe y Sally, ya casi miembros de la familia, con mucha pena se trasladaron a los jesuitas. Sus descendientes dicen que en este momento Cornelia les dio la libertad, pero no tenemos pruebas documentales de esto y ahora sabemos que no fue así. Pierce remató sus muebles y vendió Gracemere y sus libros a los jesuitas. Junto a Merty, fue a alojarse con ellos. Cornelia fue instalada en la caseta del Obispo Blanc. Frank se quedó con ella, y Ady fue internada en el colegio del Sagrado Corazón, a unos pasos de su mamá.

El 5 de mayo de 1842, día de la Ascensión, Pierce se fue con Merty. Para Cornelia, la separación de Merty fue una doble pena. Tenía sólo nueve años. Además, el Obispo Blanc no estaba de acu-erdo con su traslado (ya Cornelia le había abierto su corazón). Pero Pierce, con sueños de ver a su hijo hecho un lord, y pensando en la ventaja de una educación en un colegio inglés, pagada por el Conde, no le hizo caso.

Cornelia se quedó con más preguntas que respuestas, y un corazón destrozado. Para darse ánimo recordaría quizás lo que había escrito en su cuadernillo en 1840: “Lo que uno está llamado a hacer, está llamado a hacerlo con todo el corazón.” Y se puso a vivir con gran diligencia su nueva vida de casi religiosa. Le sirvió de consuelo la presencia en el convento de su querida hermana Mary.

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM55

Page 18: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

56 57

eflexión Cornelia no podía compartir su situación con nadie, excepto con su director espiritual. Ella no habría permitido que Pierce supiera cuán angustiada se sentía por la decisión de él. Así que volvió a Dios como a su único refugio. ¿Ha habido momentos en tu propia vida en que no hubo ningún otro confidente excepto Dios? ¿Cómo fue la experiencia? ¿Provocó un crecimiento en la fe o no?

Cornelia pasó toda una vida entre octubre de 1840 y abril de 1842. Vivió en un estado de incertidumbre respecto al futuro -un futuro que dependía totalmente, por un lado, de Pierce, y por el otro, de ella. En tu vida ¿cuándo estuviste en esa tierra de nadie? ¿Qué te puso ahí, y cómo saliste?

Cornelia tuvo que sufrir la disminución progresiva de su espacio físico hasta que se encontró en la reducida caseta en el jardín del convento. Según tu parecer, ¿hay algún simbolismo en esto? ¿Cuál sería? ¿Cómo es el espacio en que vives tú? ¿Cómo afecta tu ánimo el espacio físico que ocupas?

Imagínate ese día de la Ascensión, cuando Pierce se marchó con Merty. El mismo Pierce recordó ese día diciendo: “No sabíamos si nos veríamos de nuevo antes de que tuviéramos puestos ambos nuestros vestidos largos”. Trata de entrar en la experiencia de Cor-nelia. ¿Cómo le fue?

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM56

Page 19: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

56 57

s una pérdida de tiempo soñar con el futuro o rumiar sobre el pasado. cc

os continentes, dos vidas

El contraste entre las experiencias de Cornelia y las de Pierce en esta época es dramático. Con itinerarios distintos, cada uno iba a avanzar hacia su nuevo destino.

Pierce y Merty viajaron primero a Filadelfia para esperar tres semanas el barco rumbo a Inglaterra. Pierce fue invitado a ofrecer una serie de discursos en la catedral de Baltimore, y visitó a los je-suitas de Georgetown y el convento de la Visitación en Washington. Le escribió a Cornelia comentando que todo el mundo admiraba a Merty, especialmente su mediohermana la señora Montgomery. (Al parecer ya esta había olvidado su oposición al matrimonio de Cornelia.) Pierce, lleno de su propio éxito, no le preguntó a Cornelia por ella, ni le mencionó su gran proyecto.

Llegaron finalmente a Inglaterra el 4 de julio. Pierce fue di-rectamente a Londres para pedir admisión a los jesuitas y hacerle al Provincial una avalancha de preguntas. Parece que el Padre Lithgoe, sabiamente, refrenó su impulso hacia el sacerdocio. Mientras esperaba las respuestas a sus inquietudes, fue a buscar hospitalidad donde los Shrewsbury en Alton Towers. Allá se encontró de nuevo a su gusto, en un agradable círculo de personas cultas. Cuando llegó la respuesta del Provincial, no fue de su agrado. Según el Provincial, Pierce debería volver a los Estados Unidos y ganar dinero suficiente para proveer a sus hijos; además, necesitaba otros estudios teológicos y más tiempo como católico antes de pensar en el sacerdocio. Esto

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM57

Page 20: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

58 59

significaba para Pierce que enfrentaría, por lo menos, una demora de tres o cuatro años antes de ser recibido. Pero no le hizo caso al Provincial y siguió su propio rumbo.

Con el apoyo financiero de su padrino, el Conde de Shrewsbury, Pierce instaló a Merty en el colegio de Oscott, cuyo rector era su amigo el sacerdote George Spencer. El pobre Merty, separado de sus padres, aislado en un país extranjero y sin amigos, no prosperaría.

Cuando Pierce tuvo finalmente que dar explicación de su pres-encia en Inglaterra sin Cornelia, el Conde se mostró escandalizado. “¿Qué quieres hacer, hombre? ¿Quebrar las leyes humanas y divinas? ¿Renunciar a tu encantadora esposa y a tus hijos? ¡No se requiere de ti un tal sacrificio! Estás loco. Por ambición cayeron los ángeles. Deténte ahora mismo, y sé buen esposo católico y padre.” Pero la reacción del Obispo Walsh, ordinario del distrito, fue muy distinta. Este le dio ánimo a Pierce para proseguir hacia el sacerdocio, sin duda pensando que ahí tenía un pez de primera para su charca de sacerdotes. Logró encontrar para Pierce un puesto con excelente salario como profesor personal y acompañante de viajes educacio-nales. Tendría a su cargo un joven caballero inglés, Robert Berkeley, de Spetchley Park (su residencia familiar era una extensa propiedad felizmente invadida por los muchos hijos de la familia). El puesto le daría a Pierce dinero y libertad para explorar con Robert las grandes ciudades de Europa.

Pierce planificó un itinerario bien completo. Partió en septiem-bre de 1842 con el joven Berkeley. Su recorrido incluyó Bruselas, Friburgo, Mónaco, Milán, Ancona, Loreto, Roma, Florencia, Génova y París. En carta a su hermano John le decía que el tour sería más agradable si Cornelia estuviera con él, y cuánto preferiría estar con ella y sus niños en Grand Coteau, que sin ellos en Europa.

Mientras, en Grand Coteau, el viaje era hacia adentro. Cornelia ya había puesto su futuro en las manos de Dios. Típico en ella, se dedicó al tiempo presente con toda la fuerza de su alma. La caseta del Obispo era chica, dos piezas y una veranda. Allí cuidaba a Frank, y Ady se les unía en la tarde. Siguió dando clases de música y, con

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM58

Page 21: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

58 59

el permiso especial de la superiora, Madame Cutts, tenía acceso al convento y a todos los ejercicios religiosos.

En cierto sentido, estaba ya viviendo una vida consagrada. Ma-dame Cutts le había dado otro cuadernillo, donde Cornelia anotaba las virtudes que quería adquirir y practicar, su horario diario, y una mezcla de resoluciones, oraciones, devociones y citas. Con una enorme entrega, iba aprendiendo la disciplina interior de la vida a la cual Dios le había llamado a través de Pierce. Poco a poco, había asumido su propia vocación; ahora la propuesta de Pierce era la propuesta de ella también, no un simple eco de la de él, y se dedicó a vivirla en plena fidelidad. Si Pierce decidiera no seguir con sus planes, Cornelia estaba lista para volver a la vida matrimonial; pero ahora su corazón estaba con Dios.

La espiritualidad ignaciana en que iba formándose le dio los medios para resistir las inevitables tentaciones que la azotarían. Y sí hubo tentaciones. Tuvo que luchar contra rencor, debilidad, el sentimiento de abandono. La más fuerte era la tentación de mirar atrás, a la felicidad doméstica de antes. En octubre hizo otro retiro de ocho días. Su cuaderno revela una rotunda confirmación de la ofrenda de sí misma a Dios.

Intercambiaban cartas. Las de Pierce llegaban cargadas de noti-cias de sus actividades y viajes. Desde mayo Cornelia esperaba de él alguna indicación sobre lo que debía hacer -echar raíces entre las religiosas del Sagrado Corazón en Grand Coteau, o esperar de Pierce una cita para juntarse con él en Europa. Por más de un año su suerte estuvo en suspenso. En diciembre de 1842, Pierce, con el joven Berkeley, había llegado a Roma, y Cornelia sabía que iba a presentar su petición al Papa. Hay una oración en su cuaderno con esa fecha: “Oh Dios, ayúdame a vivir, no yo sino Jesús en mí, en su espíritu de sacrificio y sufrimiento, con sólo Dios a la vista, la reparación de su gloria y la salvación de las almas. Por este fin hasta el sufrimiento se vuelve dulce.”

Pierce supo que Cornelia tendría que venir a Roma para dar su consentimiento al Papa personalmente. Debe habérselo informado

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM59

Page 22: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

60 61

en algún momento, pero ella tuvo que esperar meses por la decisiva audiencia, porque el gran tour con Berkeley no había terminado. Sólo en junio del año siguiente, 1843, Pierce volvió a Inglaterra. Desde allá zarpó con Berkeley rumbo a los Estados Unidos. Llegó a Nueva York el primero de julio, y mandó a buscar a Cornelia. Debían reunirse en Filadelfia.

Ya Cornelia llevaba cinco años en Grand Coteau, escenario de sus mayores alegrías y de sus penas más profundas. Ahora iba a dejar, en aquel cementerio, a sus dos queridos hijos; jamás volvería a ver sus tumbas. La comunidad religiosa había llegado a ser su familia espiritual; ahora tendría que separarse de ella. Tenía que hacer sus maletas, sacar a Ady de su colegio, y despedirse de su querido direc-tor espiritual, el Padre Abbadie. Todo esto lo hizo en cinco días.

Primero fue a Nueva Orleans para despedirse de su padre en la fe, el Obispo Blanc. Luego, viajando río arriba por el gran Missis-sippi, Cornelia iba a cerrar en Filadelfia el gran círculo de su vida que empezara allá con sus bodas. Una vez allá, ¿cómo fue la reunión de los esposos después de trece meses? ¿Se hicieron una reverencia? ¿Se estrecharon la mano? ¿Se abrazaron? ¿Se besaron?... Por falta de noticias, hay que imaginarse ese encuentro. Sabemos que Cornelia amó a Pierce. Su vocación sólo la hizo amarlo más. Y al amarlo, ella abrazó todo lo que hizo de él el objeto de la elección de Dios. Este nuevo elemento sagrado los unió con lazos aún más fuertes.

Los dos aprovecharon su tiempo de casi un mes allá para visitar a familiares, y Cornelia pudo ver a su hermana Mary, ahora novi-cia cerca de Filadelfia. Pierce le mostró al joven Berkeley el lugar donde había nacido la independencia de su patria de la del joven. Luego Cornelia se pondría en camino de nuevo hacia Roma para sacrificar su felicidad natural por amor a Pierce. Así, Roma siempre sería para Cornelia el altar simbólico de su holocausto. En el mismo altar, este sacrificio se convertiría en un gozo espiritual profundo y permanente.

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM60

Page 23: omenzando de nuevo - Cornelia Connelly Library

60 61

eflexión ¿Conoces la Sociedad de Jesús -los jesuitas? ¿Qué sabes de los je-suitas o de su carisma? ¿Puedes imaginar la entrevista entre Pierce y el Provincial de los jesuitas? ¿Por qué piensas tú que Pierce quiso hacerse jesuita?

Cornelia y Pierce hicieron varios retiros ignacianos como parte de su itinerario espiritual. ¿Has hecho un retiro ignaciano? ¿Cómo fue? Desde tu perspectiva, ¿cuáles son algunas características de un retiro ignaciano?

Desde su primer retiro en adelante Cornelia siempre tuvo a su lado un cuaderno espiritual para anotar lo que Dios estaba haciendo en su vida. Sus cuadernos contienen una colección mixta de pensa-mientos, oraciones, apuntes de sus retiros, y citas. No hubo ningún orden ni plan para el contenido, pero esos cuadernillos sirven ahora como una de las pocas ventanas que nos permiten vislumbrar algo de su vida interior con Dios. ¿Tienes tú un diario espiritual? ¿Por qué vale la pena anotar esas cosas?

Ahora que conoces a Cornelia, trata de representarte esos cinco días en que ella se despidió de Grand Coteau. ¿Estaría triste? ¿Con-tenta? ¿Agitada? ¿Tranquila? ¿Piensas que tenía ganas de ver a Pierce? ¿Cómo te sientes cuando vas a reunirte con alguien querido pero separado de ti por largo tiempo?

AlwaysYesSpan.2 11/20/03, 1:13 PM61