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ORACION A SAN ELIAS DEL MONTE CARMELO, SAN ELIAS Y GRAN ENSALMO AL ESCOGIDO VARON DEL CEMENTERIO Poderosísimo SAN ELIAS del Monte carmelo, varón predilecto del Omnipotente; guía de los Mortales que nos encontramos sin camino; en esta tierra arrodillado ante tí; te suplico que me ayudes a sacar de mi hogar a los malos espíritus que se hayan alojados en él ya sean enviado o que naturalmente se hayan posesionado de él. Te suplico también SAN ELIAS, que así como has vencido al enemigo que ha tratado de hacerle daño a la persona que tú protejes, así pueda yo vencer todos los que quieran hacer daño. Préstame tu espada para destruir con ella todos los maleficios que me hayan hecho y que puedan hacerme. Te suplico, Santo Mío, de no abandonarme en la hora del peligro. Ayúdame en estas hora para conseguir la tranquilidad en mi hogar, toma interés por mi mejoramiento y no dejes que ninguno de mis enemigos me hagan daño. Ofrezco prenderte por espacio de 15 días, una vela blanca, y el último día una lamparita de aceite puro de oliva, para aclarar mi hogar. Se reza un Padre Nuestro, Ave María SAN ELIAS Gloriosísimo Padre Nuestro y profeta de Dios, Elias; gran celador de su honra y Fundador de la Orden de María en el Monte Carmelo, desde cuya cumbre la vislumbrastéis con espíritu profético, en aquella nube que subía del mar, sin mezcla de sus amarguras, y que subiendo la Montaña santa descendió en copiosa lluvia sobre los agostados campos de Israel; símbolos de las gracias que María había de derramar por el mundo con su Santo Escapulario. Haced, oh santo Padre mío, que a ejemplo vuestro, consagre yo toda mi vida a honrar a la que es nuestra Madre y nuestro consuelo; que alimentado con la Santísima Eucaristía pueda caminar por el desierto de esta vida sin desfallecer, como caminasteis Vos alimentado por aquel pan subcinerico hasta el Monte Horeb, huyendo de Jezabel. Enseñadme a huir de los engaños de este mundo y de las astucias del demonio, para que, imitando vuestro celo por la gloria de Dios, algún día pueda estar a vuetro lado cantando las alabanzas de Dios y de su Madre Santísima, a quien deseo ver y amar eternamente. Así sea. Padre Nuestro y Ave María

Oracion a San Elias Del Monte Carmelo

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SAN ELÍAS

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ORACION A SAN ELIAS DEL MONTE CARMELO, SAN ELIAS Y GRAN ENSALMO AL

ESCOGIDO VARON DEL CEMENTERIO

Poderosísimo SAN ELIAS del Monte carmelo, varón predilecto del Omnipotente; guía de los

Mortales que nos encontramos sin camino; en esta tierra arrodillado ante tí; te suplico que me

ayudes a sacar de mi hogar a los malos espíritus que se hayan alojados en él ya sean enviado

o que naturalmente se hayan posesionado de él. Te suplico también SAN ELIAS, que así

como has vencido al enemigo que ha tratado de hacerle daño a la persona que tú protejes, así

pueda yo vencer todos los que quieran hacer daño. Préstame tu espada para destruir con ella

todos los maleficios que me hayan hecho y que puedan hacerme. Te suplico, Santo Mío, de

no abandonarme en la hora del peligro. Ayúdame en estas hora para conseguir la tranquilidad

en mi hogar, toma interés por mi mejoramiento y no dejes que ninguno de mis enemigos me

hagan daño. Ofrezco prenderte por espacio de 15 días, una vela blanca, y el último día una

lamparita de aceite puro de oliva, para aclarar mi hogar. Se reza un Padre Nuestro, Ave María

SAN ELIAS

Gloriosísimo Padre Nuestro y profeta de Dios, Elias; gran celador de su honra y Fundador de

la Orden de María en el Monte Carmelo, desde cuya cumbre la vislumbrastéis con espíritu

profético, en aquella nube que subía del mar, sin mezcla de sus amarguras, y que subiendo la

Montaña santa descendió en copiosa lluvia sobre los agostados campos de Israel; símbolos

de las gracias que María había de derramar por el mundo con su Santo Escapulario.

Haced, oh santo Padre mío, que a ejemplo vuestro, consagre yo toda mi vida a honrar a la

que es nuestra Madre y nuestro consuelo; que alimentado con la Santísima Eucaristía pueda

caminar por el desierto de esta vida sin desfallecer, como caminasteis Vos alimentado por

aquel pan subcinerico hasta el Monte Horeb, huyendo de Jezabel.

Enseñadme a huir de los engaños de este mundo y de las astucias del demonio, para que,

imitando vuestro celo por la gloria de Dios, algún día pueda estar a vuetro lado cantando las

alabanzas de Dios y de su Madre Santísima, a quien deseo ver y amar eternamente. Así sea.

Padre Nuestro y Ave María