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Oración Relacional -La oración es una relación, no un medio. Así, nos acercamos a Jesús porque es nuestro amigo, no porque nos conceda privilegios. Mientras entramos a la oración, es importante tomar algunos momentos para darnos cuenta de la presencia de Dios: cómo es que en este momento me ve Dios con amor. Esta relación de amor se cultiva tomando tiempo todos los días para simplemente estar con Dios y hablar con Él sobre lo que ocurre en nuestra mente y corazón. Especialmente escuchamos y recibimos todo lo que nos quiere dar, en particular su amor. Reconozco : Me percato de los pensamientos, sentimientos y deseos que fluyen por mi mente y corazón, tal y como son. Cualquier cosa cuenta. Relato : Hablo con Dios honestamente sobre esos pensamientos, sentimientos y deseos. Confío en que Dios desea oír sobre mi vida y que le puedo entregar todo lo que experimento, desde lo difícil hasta lo gozoso. Al esconder cosas, me siento desconectado de Dios, por eso es importante confiar en Él sin medida. Recibo : Espero y escucho. Escucho atentamente mientras Dios se comunica a sí mismo. Espero con la confianza de un niño. Permito que Dios me ame en y en torno a todo lo que he reconocido y relatado. Si hay distracción, aún ahí permito que Dios me ame. Respondo : Habiendo recibido el amor de Dios en torno a mis pensamientos, sentimientos y deseos, le respondo. Esta respuesta puede, tal vez, tomar la forma de gratitud y adoración, o tal vez dolor por los pecados o la explícita renuncia a mentiras que he creído sobre mí mismo. Tal vez experimente la gracia de la conversión. Escojo activamente la verdad que somos, de hecho, hijas e hijos amados del Padre. Esta es la verdad fundamental. -Cuando nos alejamos de la intimidad, vemos a Dios como alguien enojado, violento y ausente. El enemigo usa esto para guiarnos hacia la obscuridad. -Volviéndonos disponibles para Dios y no escondiéndonos en las distracciones que frustran la intimidad es lo que clarifica nuestros deseos y verdadera vocación. -Mientras que la cultura de la distracción nos dice que siempre hay más por hacer, la vida interior nos muestra que siempre hay más por recibir desde la intimidad con el Corazón de Cristo. -“En la medida que enseñemos a los jóvenes a orar, y a orar bien, estaremos cooperando con el llamado de Dios. Los programas, planes y proyectos tienen su lugar, pero el discernimiento de una vocación es sobre todo el fruto de un diálogo íntimo entre el Señor y sus discípulos. Si saben cómo orar, podemos confiar en que los jóvenes sabrán qué hacer con el llamado de Dios– P. BXVI Oración Relacional -La oración es una relación, no un medio. Así, nos acercamos a Jesús porque es nuestro amigo, no porque nos conceda privilegios. Mientras entramos a la oración, es importante tomar algunos momentos para darnos cuenta de la presencia de Dios: cómo es que en este momento me ve Dios con amor. Esta relación de amor se cultiva tomando tiempo todos los días para simplemente estar con Dios y hablar con Él sobre lo que ocurre en nuestra mente y corazón. Especialmente escuchamos y recibimos todo lo que nos quiere dar, en particular su amor. Reconozco : Me percato de los pensamientos, sentimientos y deseos que fluyen por mi mente y corazón, tal y como son. Cualquier cosa cuenta. Relato : Hablo con Dios honestamente sobre esos pensamientos, sentimientos y deseos. Confío en que Dios desea oír sobre mi vida y que le puedo entregar todo lo que experimento, desde

Oración Relacional

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Oración Relacional

-La oración es una relación, no un medio. Así, nos acercamos a Jesús porque es nuestro amigo, no porque nos conceda privilegios.

Mientras entramos a la oración, es importante tomar algunos momentos para darnos cuenta de la presencia de Dios: cómo es que en este momento me ve Dios con amor.

Esta relación de amor se cultiva tomando tiempo todos los días para simplemente estar con Dios y hablar con Él sobre lo que ocurre en nuestra mente y corazón. Especialmente escuchamos y recibimos todo lo que nos quiere dar, en particular su amor.

Reconozco : Me percato de los pensamientos, sentimientos y deseos que fluyen por mi mente y corazón, tal y como son. Cualquier cosa cuenta.

Relato : Hablo con Dios honestamente sobre esos pensamientos, sentimientos y deseos. Confío en que Dios desea oír sobre mi vida y que le puedo entregar todo lo que experimento, desde lo difícil hasta lo gozoso. Al esconder cosas, me siento desconectado de Dios, por eso es importante confiar en Él sin medida.

Recibo : Espero y escucho. Escucho atentamente mientras Dios se comunica a sí mismo. Espero con la confianza de un niño. Permito que Dios me ame en y en torno a todo lo que he reconocido y relatado. Si hay distracción, aún ahí permito que Dios me ame.

Respondo : Habiendo recibido el amor de Dios en torno a mis pensamientos, sentimientos y deseos, le respondo. Esta respuesta puede, tal vez, tomar la forma de gratitud y adoración, o tal vez dolor por los pecados o la explícita renuncia a mentiras que he creído sobre mí mismo. Tal vez experimente la gracia de la conversión. Escojo activamente la verdad que somos, de hecho, hijas e hijos amados del Padre. Esta es la verdad fundamental.

-Cuando nos alejamos de la intimidad, vemos a Dios como alguien enojado, violento y ausente. El enemigo usa esto para guiarnos hacia la obscuridad.

-Volviéndonos disponibles para Dios y no escondiéndonos en las distracciones que frustran la intimidad es lo que clarifica nuestros deseos y verdadera vocación.

-Mientras que la cultura de la distracción nos dice que siempre hay más por hacer, la vida interior nos muestra que siempre hay más por recibir desde la intimidad con el Corazón de Cristo.

-“En la medida que enseñemos a los jóvenes a orar, y a orar bien, estaremos cooperando con el llamado de Dios. Los programas, planes y proyectos tienen su lugar, pero el discernimiento de una vocación es sobre todo el fruto de un diálogo íntimo entre el Señor y sus discípulos. Si saben cómo orar, podemos confiar en que los jóvenes sabrán qué hacer con el llamado de Dios” – P. BXVI

Oración Relacional

-La oración es una relación, no un medio. Así, nos acercamos a Jesús porque es nuestro amigo, no porque nos conceda privilegios.

Mientras entramos a la oración, es importante tomar algunos momentos para darnos cuenta de la presencia de Dios: cómo es que en este momento me ve Dios con amor.

Esta relación de amor se cultiva tomando tiempo todos los días para simplemente estar con Dios y hablar con Él sobre lo que ocurre en nuestra mente y corazón. Especialmente escuchamos y recibimos todo lo que nos quiere dar, en particular su amor.

Reconozco : Me percato de los pensamientos, sentimientos y deseos que fluyen por mi mente y corazón, tal y como son. Cualquier cosa cuenta.

Relato : Hablo con Dios honestamente sobre esos pensamientos, sentimientos y deseos. Confío en que Dios desea oír sobre mi vida y que le puedo entregar todo lo que experimento, desde lo difícil hasta lo gozoso. Al esconder cosas, me siento desconectado de Dios, por eso es importante confiar en Él sin medida.

Recibo : Espero y escucho. Escucho atentamente mientras Dios se comunica a sí mismo. Espero con la confianza de un niño. Permito que Dios me ame en y en torno a todo lo que he reconocido y relatado. Si hay distracción, aún ahí permito que Dios me ame.

Respondo : Habiendo recibido el amor de Dios en torno a mis pensamientos, sentimientos y deseos, le respondo. Esta respuesta puede, tal vez, tomar la forma de gratitud y adoración, o tal vez dolor por los pecados o la explícita renuncia a mentiras que he creído sobre mí mismo. Tal vez experimente la gracia de la conversión. Escojo activamente la verdad que somos, de hecho, hijas e hijos amados del Padre. Esta es la verdad fundamental.

-Cuando nos alejamos de la intimidad, vemos a Dios como alguien enojado, violento y ausente. El enemigo usa esto para guiarnos hacia la obscuridad.

-Volviéndonos disponibles para Dios y no escondiéndonos en las distracciones que frustran la intimidad es lo que clarifica nuestros deseos y verdadera vocación.

-Mientras que la cultura de la distracción nos dice que siempre hay más por hacer, la vida interior nos muestra que siempre hay más por recibir desde la intimidad con el Corazón de Cristo.

-“En la medida que enseñemos a los jóvenes a orar, y a orar bien, estaremos cooperando con el llamado de Dios. Los programas, planes y proyectos tienen su lugar, pero el discernimiento de una vocación es sobre todo el fruto de un diálogo íntimo entre el Señor y sus discípulos. Si saben cómo orar, podemos confiar en que los jóvenes sabrán qué hacer con el llamado de Dios” – P. BXVI