Oraciones e historia de unas manos

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DÍA DE NUESTROS ABUELOS 16enero2014

GURE AITON-‐AMONEN EGUNA -‐ OUR GRANDPARENTS’ DAY

HISTORIA DE UNAS MANOS

Una vez vi a mi abuelo de noventa y tantos años sentado débilmente en el banco del patio, no se movía, estaba sentado cabizbajo mirando sus manos.

Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y, pasado un buen rato, tuve la sospecha que algo andaba mal.

Finalmente, no queriendo realmente estorbarle, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió. “Estoy bien, gracias por preguntar”, dijo con una voz fuerte y clara.

“No quise molestarte, abuelo, pero te he visto sentado aquí simplemente mirando tus manos y he querido comprobar que no te pasa nada”.

Mi abuelo me preguntó: “¿Te has mirado alguna vez las manos? Quiero decir, ¿te has mirado realmente las manos?”

Lentamente solté mis manos de las de mi abuelo, las abrí y me quedé contemplándolas.

Les di la vuelta, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. “No, creo que nunca las había observado”, pensé mientras intentaba averiguar qué quería decirme.

Mi abuelo me sonrió… y me contó lo siguiente.

Estaba meditando por un momento cómo estas manos me han servido a través de los años. Estas manos que, aunque ya arrugadas y débiles, han sido las herramientas que he usado para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.

Ellas han puesto comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseño a juntarlas en oración.

Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas.

Mis manos se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi hijo recién nacido.

Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien muy especial.

Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda.

Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo.

En ocasiones han estado pegajosas, dobladas, quebradas, secas y cortadas.

Todo hasta el día de hoy, cuando casi nada en mí sigue trabajando como cuando era joven, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme y se siguen juntando para rezar.

Estas manos son la marca de dónde he estado pero, lo más importante, son las que siguen mostrando cariño a mis hijos y a mis nietos: las que siguen mostrándote cuanto te quiero a ti.

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Desde ese día ya nunca he podido ver mis manos de la misma manera.

Desde ese día pienso en las manos cansadas de mi abuelo y veo que, aunque ya débiles y desgastadas, son una bendición.

Gracias abuelo por tus manos. Gracias por haberlas gastado entregando amor a los tuyos. Gracias por haberlas usado por trabajar e intentar hacer un mundo mejor. Gracias porque tus manos son la expresión del Amor incondicional de Dios con sus hijos.





ORACIÓN – OTOITZA – PRAYER Soy una persona mayor Señor. Me presento ante Ti con una pila de años a cuestas, años que ya no tengo porque los he gastado. Soy una persona mayor y no me da vergüenza decirlo porque también es viejo el vino para beber y los viejos amigos en quienes confiar, y viejos los buenos libros para leer. Resulta curioso, Señor, que todo el mundo quiere llegar a viejo, pero nadie quiere serlo; y para disimular han inventado eso de la «vida ascendente», de la «edad de oro» y de los «jubilados», olvidando, quizás, que

«jubilado» viene de «júbilo», que quiere decir «alegría». No me resigno, Señor, a no hacer nada porque mi cabeza funciona y mis pies también. Me resisto a quemar inútilmente las últimas jornadas. No quiero ser, Señor, un viejo cascarrabias ni un viejo comodón, ni alegrarme más por el pasado que por el presente o el futuro. Algunos me dicen que los años no pasan por mí; efectivamente Señor, no pasan, se quedan todos, uno a uno.

No me canso de darte gracias, Señor, por tanto beneficio como he recibido de Ti a lo largo y a lo ancho de este camino que ha durado ya muchos años. Pero si de algo debiera darte gracias es por mis nietos. Como retoños de olivo se agrupan en torno a Ti, en este día en el que nos hemos juntado los abuelos del colegio “La Presentación FESD”, mis queridos nietos: el mejor regalo que nunca hubiera podido soñar.





Señor, Te damos gracias por esta bendición que has traído para toda la familia: los nietos. Te pedimos por la nueva vida que ha llegado a nuestras vidas, hazte presente en ella y guíala con la luz de tu amor. Haz que crezca sano física, emocional y espiritualmente, lleno de salud, sabiduría, amor a los demás y fe en Dios. Te pedimos por nuestros hijos que se han convertido en padres, para que los acompañes e ilumines en esta comprometedora y maravillosa experiencia de engendrar vida, como lo hicieron María y José con Jesús. Te pedimos que su amor sea cada vez más pleno. Para que aprendan a crecer como familia en tu presencia, para que su amor se afiance y el hogar que proyectan se concrete en su hijo o hija. Señor, te pedimos que protejas a nuestros nietos, regalo del cielo en nuestras vidas. Te rogamos que podamos verlos crecer sanos, en cuerpo y alma, y que nunca se alejen de tu lado. Pero sobretodo, te pedimos que nos enseñes tolerancia, paciencia y a amar cada día más. También te pedimos por los bebés que están por nacer y los que ya han nacido. ¡Por Jesucristo, Nuestro Señor! ¡A ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos!

¡Amén!

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