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    ¿Ordenó Dios a Abraham matar a su hijo?

    Por: Ariel Álvarez

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    Una orden sangrienta

    Uno de los relatos más desgarradores de la Biblia es aquél en el que se lee que Dios le pide

    a Abraham que mate a su hijo Isaac y se lo ofrezca como sacrificio. Según el Génesis (22,1),una noche se le presentó Dios a Abraham y para ponerlo a prueba le dijo: "Toma a tu hijo, a

    tu único hijo, al hijo que tanto amas, y llévalo a la región de Moria para ofrecérmelo en

    holocausto"  (sacrificarlo despedazándolo y quemándolo totalmente) (Gn 22,2).

    Sin decir una palabra, se levantó Abraham de madrugada, preparó su asno, tomó consigo a

    dos sirvientes y a su hijo Isaac, cortó la leña para el fuego del holocausto y se dirigió a la

    región que Dios le había indicado. Cuando llegaron cerca del lugar, Abraham ordenó a sus

    dos sirvientes que se quedaran allí con el asno, mientras él y su hijo Isaac se alejaban un

    poco para ofrecer el sacrificio a Dios.

    Cargó entonces Abraham la leña sobre los hombros de Isaac (que ignoraba las intenciones

    de su padre), tomó el fuego y el cuchillo, y partieron.

    Mientras iban por el camino, Isaac preguntó: "Papá, llevamos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el

    cordero para el sacrificio?" Abraham, con la voz acongojada, respondió: "Dios proveerá el cordero

     para el sacrificio, hijo mío"  (Gn 22,7). Arribados al lugar indicado, Abraham levantó un altar.

    Luego preparó la leña, ató y colocó sobre el altar a su hijo Isaac, que a esta altura había ya

    comprendido, en silencio, que él debía ser la víctima.Pero, cuando alzó su mano con el cuchillo para sacrificarlo, un ángel desde el cielo le

    gritó: "Abraham, Abraham, no le hagas daño al niño. Ahora sé que eres respetuoso de Dios y que no me

    has negado tu único hijo"  (Gn 22,11). Al alzar los ojos, Abraham vio un carnero enganchado

    por los cuernos en un matorral. Lo tomó y lo sacrificó en lugar de su hijo, y ambos

    regresaron a casa.

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    Compilación y edición: Fabián Hernández

    Info: [email protected] 

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    El Terror de Isaac

    Muchos cristianos, al leer este capítulo de la Biblia, no pueden menos que sentirse

    escandalizados. Algunos llegan incluso a rebelarse contra Dios. ¿Cómo pudo exigirle a

     Abraham, un pobre anciano con una esposa estéril, que matara al único hijo que había

    logrado engendrar? ¿Sólo para probar su fidelidad? ¿Acaso un crimen puede convertirse en

    un deber sagrado para Dios?

    Quienes lo justifican, contestan que el relato no debe perturbarnos porque desde el

    comienzo sabemos que se trata sólo de una prueba que tendrá un final feliz. Sí, pero el

    problema es que Abraham no lo sabía. Por eso esta supuesta orden de Dios siempre ha

     provocado un horror difícil de ocultar.

     Así lo sintió la tradición judía que, impresionada por la magnitud del hecho, cuenta que

    Sara, esposa de Abraham, al enterarse tiempo después de que su hijo estuvo a punto de ser

    sacrificado, lanzó siete gritos y murió.

    La misma Biblia conserva con desagrado el recuerdo de aquel episodio, pues siglos más

    tarde los israelitas en vez de llamar a Yahvé "El Dios de Abraham y el Dios de Isaac" , le daban

    el título de "El Dios de Abraham y el Terror de Isaac"  (Gn 31,42). Para el pobre Isaac, Dios

    había sido tan sólo un Dios de espanto.

    ..La tentación del vecino

    Por eso los estudiosos de la Biblia se preguntan: ¿Probó Dios realmente a Abraham

     pidiéndole que matara a su hijo? ¿Puede mandarnos pruebas a nosotros también,

    aunque nos hagan sufrir o nos resulten crueles? Un Dios así, ¿no destruiría la confianza

    religiosa de cualquier hombre? 

    Hoy todos los biblistas enseñan que la prueba de Abraham no es un hecho

    históricosino un episodio legendario. Pero aun en el supuesto caso de que hubiera existido,

    lo importante es averiguar qué enseñanza quiere dejarnos, es decir, con qué finalidad fueincluido en la Biblia.

     Y aquí viene lo lamentable: Los lectores siempre han creído que la enseñanza del relato

    está en los primeros versículos (donde se dice que Dios quiso poner a prueba a Abraham),

    cuando en realidad está en los últimos versículos (es decir, en la orden de no matar al niño).

    En efecto, quien compuso la narración buscaba simplemente enseñarnos que a Dios

    no le agradan los sacrificios humanos.

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    Qué pretendía el autor 

    Para entender mejor el relato, debemos tener presente que los sacrificios humanos eran

    una costumbre muy extendida en casi todos los pueblos de la antigüedad. Y, por

    supuesto, también en los pueblos limítrofes con Israel (como los cananeos, amonitas,

    moabitas y edomitas) se solía matar a los niños, degollándolos o quemándolos vivos, para

    luego presentarlos como ofrenda a sus dioses.

    Los motivos de los sacrificios eran muy diversos: Para pedir el fin de una sequía, de una

    esterilidad, del hambre o el éxito de una guerra. Cualquier necesidad o angustia por la que

    alguien atravesaba, era motivo para ofrecer a la divinidad lo más valioso que tenía: sus

    propios hijos. Lo que justificaba semejante crueldad era la idea de que la voluntad de los

    dioses estaba por encima de cualquier otra cosa, aun de la misma felicidad humana.

    Cuando los israelitas se establecieron en Canaán, hacia el año 1200 a.C., entraron en

    contacto con sus vecinos y pudieron conocer los ritos macabros que éstos practicaban. Y la

    tentación de imitarlos fue enorme. Pensaban que al ofrecerle a Dios mucho (¡nada

    menos que un hijo!), recibirían de él mucho. Era una enorme muestra de fe en Dios.

    ..

    Un cordero por un niño 

     Al principio los israelitas se dejaron seducir por estas costumbres sangrientas. Pero

    con el correr de los años, reflexionando, ellos comprendieron que su Dios, Yahvé, era

    distinto a los demás dioses. Que no le agradaban los sacrificios humanos. Que amaba la

     vida y no la muerte de los niños, y que por lo tanto no toleraba que se los matara ni se los

    quemara.

    ¿Entonces Dios no aceptaba a los niños hebreos? ¿No los quería? Sí que los quería.

    Especialmente al hijo mayor varón de toda familia, que era lo más valioso que se tenía.

    Pero entendieron que Dios prefería el sacrificio de un animal, en lugar de la muerte de un

    niño. De este modo, poco a poco, modificaron la costumbre de matar a los niños y crearon

    en su lugar la del "rescate ", que consistía en sacrificar, en reemplazo de ellos, un corderitocomo ofrenda (Ex 13,12).

     Y para erradicar definitivamente esta práctica sanguinaria, incluyeron en la Ley la

    prohibición del sacrificio de niños: "No sacrificarás ningún hijo tuyo a Molok"  (dios de los

    amonitas) (Lv 18,21). Para quienes no la observaran se estableció la pena de muerte: "Si un

    israelita o un extranjero sacrifica uno de sus hijos a Molok, lo matarás. Todo el pueblo lo lapidará. Y si el

     pueblo no lo mata, yo mismo lo exterminaré a él de en medio del pueblo" (Lv 20,2).

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    El Monte del Escándalo

    La convicción de que Yahvé no aceptaba sacrificios humanos constituyó una idea

    revolucionaria para aquella época, y significó un avance religioso y cultural sin precedentes.

    Pero a pesar de ello, los israelitas nunca la asumieron del todo. Una y otra vez, a lo largo

    de su historia, se dejaron llevar por sus vecinos y cayeron en la tentación de

     practicar tales ritos.

     Así, sabemos que Jefté, uno de los jueces de Israel, al volver cierto día de una batalla, le

    prometió a Dios imprudentemente, en agradecimiento por la reciente victoria, que le iba a

    ofrecer como holocausto al primero que saliera a recibirlo. Desgraciadamente la primera en

    aparecer fue su única hija, a quien el pobre Jefté hondamente entristecido tuvo que matar y

    quemar (Jc 11,29). También la Biblia nos cuenta que Salomón, influido por sus esposas extranjeras, construyó

    sobre un monte, al sudeste de Jerusalén, un templo al dios moabita Kemosh, en donde se

    hacían sacrificios humanos (1Re 11,7). Por esto, el lugar fue llamado posteriormente

    el "Monte del Escándalo" .

    Para Abraham, lo que era de todos

    Pero hubo más. Los israelitas, siguiendo los pasos de Salomón, levantaron en el valle deHinnom, al sur de Jerusalén, un lugar llamado Tófet en donde sacrificaban niños en

    hornos ardientes. También el rey Ajaz, de Judá, cayó en la misma tentación e incineró a su

    propio hijo como ofrenda al dios Molok. Otro monarca, llamado Manasés, siguió el mismo

    camino. Y un tal Jiel, en esta misma época, quiso reconstruir la ciudad de Jericó, y para

    tener buena suerte mató a dos de sus hijos: al mayor cuando edificó los cimientos, y al

    menor cuando edificó las murallas.

    De nada sirvieron las amenazas y reprensiones de los profetas (Mi 6,7 - Jer 7,31 - Ez

    20,31). El pueblo no perdía oportunidad de reincidir en estas prácticas aberrantes.

    Es entonces cuando un escritor judío –a quien los estudiosos llaman el "Elohísta"  –, a fin de

    dar mayor autoridad a esta prohibición, compuso la historia del sacrificio de

    Isaacpara remontar y atribuir a Abraham lo que había sido un descubrimiento posterior del

    pueblo de Israel a lo largo de varios siglos.

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     Así, el autor relata que ya Abraham, cuando vivía en Canaán en el 1800 a.C., también se vio

    tentado de ofrecer a Dios lo más valioso que tenía: su único hijo. Pero Dios se lo impidió

     y en su lugar hizo que sacrificara un carnero. Lo cual en realidad era lo que había

     vivido el pueblo de Israel: En Canaán se encontró con la práctica de los sacrificios

    humanos y sintió la tentación de asumirla, pero inspirado por Dios la desechó y en su

    lugar se acostumbró a ofrecer un animal.

    .

    .Querer mejorar la Biblia 

    Esta narración, pues, quería mostrar que el Dios de Israel no era despiadado y

    brutal, como los demás dioses. Afirmaba el respeto total a la vida y a la dignidad humana,

    que no se pueden violar ni siquiera en nombre de Dios. Y con ello pretendía desterrar la

    cruel costumbre de los sacrificios humanos.Pero desgraciadamente muchos lectores desconocían esto. Y, fijándose únicamente en la

    primera parte del relato, han deducido que Dios puede someter a los hombres a

     pruebas monstruosas y arbitrarias. Y, por supuesto, han extraído de allí la imagen de un

    Dios inhumano, terrible, cruel.

    Un filósofo danés del siglo XIX, llamado Sören Kierkegaard, impresionado por la crudeza

    del episodio, pensó que para salvar la figura de Dios hubiera sido mejor contarlo de

    esta manera: 

    Mientras ataba a su hijo para sacrificarlo, Abraham empezó a gritar fuera de sí: "Isaac, ¿creesque lo que estoy por hacer es voluntad de Dios? No, lo hago porque me da la gana, y porque matarte me

    llena de placer" . Entonces Isaac se estremeció hasta la médula de los huesos, y en medio de

    su angustia exclamó: "Dios del cielo, ten misericordia de mí. Dios de Abraham, ten piedad de mí. Sé tú

    mi padre, ya que no tengo padre en este mundo" . Entonces Abraham suspiró en paz y dijo

    interiormente: "Señor Dios, te doy gracias, porque es mil veces mejor que mi hijo me crea un monstruo a

    mí, y no que pierda la fe en ti" .

    .

    Fe que hace daño 

    Pero en realidad no hacía falta modificarlo porque la narración del sacrificio de Isaac

    nunca quiso enseñar que Dios somete a prueba a los hombres, sino sólo que

    rechazaba los sacrificios humanos. Por desgracia los lectores de la Biblia, al centrarse

    exclusivamente en los primeros versículos, han deducido la idea de las famosas"pruebas de

    Dios" .

    En realidad Dios no puede probar a los hombres . Porque tales pruebas no tendrían

    ningún sentido. En efecto, si Él ya sabe que uno saldrá mal parado de ella, ¿para qué la

    manda? Y si sabe que saldrá bien, ¿por qué la manda? En ambos casos serían absurdas.

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    Dios no puede probar jamás al hombre. No existen las pruebas de Dios. Quien nos

    pone a prueba constantemente es la vida, los amigos, los vecinos, los compañeros de

    trabajo, las circunstancias que nos rodean, las pasiones personales, las debilidades.

    Dios, al contrario, busca sacarnos de esas pruebas, no ponernos en ellas. Demasiado

    difícil resulta de por sí la vida, para que Dios la haga aún más difícil mandando pruebas. Él

    ama inmensamente al hombre, y lo que quiere es ayudarlo a salir airoso de todas las

    pruebas a las que se ve constantemente sometido por culpa de los pecados humanos.

    La Palabra autorizada

    Esto es afirmado claramente en el NT. La carta de Santiago dice: "Nadie, cuando se vea

     probado, diga: Es Dios quien me prueba. Porque Dios ni es probado por el mal, ni prueba a nadie. Cada

    uno es probado por sus propias pasiones, que lo atraen y seducen. Después éstas lo llevan al pecado, y el

     pecado lo conduce a la muerte"  (St 1,13).

     También el Apocalipsis afirma que Dios no prueba, sino que busca liberar al hombre de las

    pruebas: "Ya que has seguido mi consejo de ser paciente en el sufrimiento, yo te cuidaré en la hora de la

     prueba que va a venir sobre el mundo entero"  (Ap 3,10). Pedro afirma igualmente: "El Señor sabe

    librar de las pruebas a los que confían en él" (2Pe 2,9).

     Y Pablo: "Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean probados por encima de sus fuerzas. Al contrario,

    cuando lleguen las pruebas, Dios les dará la fuerza para resistirlas con éxito"  (1Cor 10,13).

    Una idea para eliminar 

    Es cierto que el Antiguo Testamento a veces dice que Dios nos pone a prueba (como en

    Sab 3,5 - Tob 12,13 - Sal 66,10). Porque estos libros reflejan una mentalidad más

    antigua, en la que se creía que todo lo que le sucedía al hombre, incluso las

    tentaciones, las provocaba Dios. Pero en el NT ya se afirma que las pruebas que uno

    sufre no vienen de Dios. Éstas son tan sólo parte inevitable de la vida humana.

    Por lo tanto, los cristianos debemos eliminar de nuestra mente la idea de un Dios

    que pone a prueba a los hombres, que tienta y manda pruebas, que pone tropiezos

    angustiosos, que provoca dificultades en la vida para ver qué hacemos, que tiene exigencias

    arbitrarias que nos provocan sufrimiento, que le gusta afirmar su grandeza a costa de

    nuestra felicidad.

    Debemos eliminar de nuestra fe la imagen del Dios tremendo, elTerror de Isa ac ,

    y convencernos de que únicamente existe el Dios"Abbá"  que predicó Jesús; que sufre con

    nosotros cuando la vida nos pone alguna prueba, y que busca únicamente nuestro bien,

    nuestra realización, nuestra felicidad.

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    Mucha gente tiene miedo de pedir a Dios:H ág ase tu vo luntad . Porque piensa que

    en esa "voluntad"  pueden entrar pruebas, algunas muy dolorosas, como la pérdida de un hijo

    o de otro ser querido. Y todo por culpa de una mala interpretación del texto de Abraham.

    Eso es erróneo. Pedir a Dios que se hag a su voluntad " es pedir, justamente, que

    nunca tengamos problemas, ni contratiempos, ni sufrimientos. Porque jamás puede

    entrar en la voluntad de Dios algo que pueda hacer sufrir al hombre. Por eso nunca es una

    desgracia "encontrarse"  con la voluntad de Dios.

    Leer el texto del sacrificio de Isaac desde esta perspectiva, aparte de una gran muestra de

    respeto por la Biblia, sería haber descubierto al Dios amor, al Dios que quiere a los niños,

    al Dios de la vida. En una palabra, al Dios de Jesucristo.

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