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PORTADA OTRO LUNES OTRA OPINIÓN ENLACES HEMEROTECA T I engo que advertir que el texto que someteré a la consideración de ustedes, con el pie forzado de "Idas y venidas de la diáspora", no es el que pueden esperar de un especialista en migraciones o algo por el estilo, sino el resultante de las reflexiones libres de un poeta y ensayista literario que ahora mismo padece y/o disfruta, por libre opción -si es que eso en realidad fuera posible en mi caso- de la condición de exiliado, o, acaso más certeramente, participa de la llamada diáspora cultural y política cubana. Fenómeno extraño en mi caso, pues es casi imposible convertirse en un verdadero inmigrante después de casi cincuenta años de vivir en mi país de origen. Digamos que, por una cuestión de edad, no me alcanzaría el tiempo para integrarme completamente a este nuevo país, pues la memoria, las vivencias, los hábitos culturales crean una resistencia insoslayable. En cierto modo, somos lo que siempre fuimos y lo que quisimos ser. Claro que ocurrirán cambios, transformaciones, pero que no alcanzarán a borrar -al menos, ese es mi caso singular- ese substrato vivo que me ha alimentado, para bien y para mal, durante casi medio siglo. Una teoría sobre los distintos tipos posibles de inmigrantes, los caracteriza en tres posibilidades: los que se integran completamente al nuevo país de adopción (sospecho que aquí la edad es casi determinante), y que son los que suelen prosperar más en el nuevo contexto; los que se resisten a cualquier integración (o sencillamente no pueden o son impedidos de consumarla) y añoran algún día el regreso al país natal: esos son los que entonces de alguna manera ostentan, como su naturaleza primordial, la condición de exiliados. No hay que decir que estos serían los menos afortunados en general para asimilar el cambio o trauma que significa toda emigración. Y, por último, aquellos que se sitúan en una suerte de limbo o frontera intermedia, por vocación o por fatalidad, la cual creo que pudiera ilustrar mi caso, si bien tengo que reconocer que si la edad me favoreciera, seguramente hubiera optado por la primera instancia. En estas tres posibilidades importa mucho el componente cultural. Por ejemplo, a diferencia de la mayoría de los cubanos que emigran, los cuales prefieren, por diversas razones históricas, geográficas, familiares, económicas, hacerlo hacia los Estados Unidos, yo siempre rechacé esa posibilidad, precisamente por tratar de salvaguardar una opción de libertad cultural. Acaso por el hecho de ser un escritor, el peso de una lengua y una cultura, en última instancia comunes, fue decisivo para mi elección. He viajado bastante por América Latina, también he visitado los Estados Unidos, y tengo que reconocer que ningún otro país podía ser más Notas (para una conversación) sobre la diáspora cubana Jorge Luis Arcos Página 1 otrolunes.com >> Sumario >> Este Lunes Mayor | Menor | Normal Buscador: Término a buscar Search Tamaño de letra: La revista Otro lunes es parte integral del PEN Independiente de Escritores Cubanos, actualmente en formación Imagen de portada: "José Martí" Damaris Betancourt. 2005 ESTE LUNES Política y religión en Cuba en los siglos XIX y XX LEONEL A. DE LA CUESTA Discurso en defensa de Pavón PÍO E. SERRANO Notas (para una conversación) sobre la diáspora cubana JORGE LUIS ARCOS La isla numerosa LUIS MANUEL GARCÍA Desventuras de la "conciencia crítica" en la Cuba del "sí" DUANEL DÍAZ La Rebelión de los Enfermos CARLOS A. AGUILERA Lunes de Revolución y la Revolución de Lunes WILLIAM LUIS Noticias sobre el día después. Primera parte: La isla LADISLAO AGUADO Gastón Baquero, conciliador y discrepante LEÓN DE LA HOZ OTRO LUNES CONVERSA CON JOSÉ LORENZO FUENTES El hombre tranquilo No hay última vez Cuento inédito de J. L. Fuentes PUNTO DE MIRA Exilio: ¿ruptura o continuidad? ANTONIO ÁLVAREZ GIL ARMANDO DE ARMAS Jorge Luis Arcos - Notas (para una conversación) sobre la diá... http://otrolunes.com/archivos/01/html/sumario/este-lunes/est... 1 de 4 21/09/12 11:30

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    engo que advertir que el texto que someter a la consideracin deustedes, con el pie forzado de "Idas y venidas de la dispora", no es elque pueden esperar de un especialista en migraciones o algo por el

    estilo, sino el resultante de las reflexiones libres de un poeta y ensayistaliterario que ahora mismo padece y/o disfruta, por libre opcin -si es queeso en realidad fuera posible en mi caso- de la condicin de exiliado, o,acaso ms certeramente, participa de la llamada dispora cultural ypoltica cubana. Fenmeno extrao en mi caso, pues es casi imposibleconvertirse en un verdadero inmigrante despus de casi cincuenta aos devivir en mi pas de origen. Digamos que, por una cuestin de edad, no mealcanzara el tiempo para integrarme completamente a este nuevo pas,pues la memoria, las vivencias, los hbitos culturales crean una resistenciainsoslayable. En cierto modo, somos lo que siempre fuimos y lo quequisimos ser. Claro que ocurrirn cambios, transformaciones, pero que noalcanzarn a borrar -al menos, ese es mi caso singular- ese substrato vivoque me ha alimentado, para bien y para mal, durante casi medio siglo.

    Una teora sobre los distintos tipos posibles de inmigrantes, loscaracteriza en tres posibilidades: los que se integran completamente alnuevo pas de adopcin (sospecho que aqu la edad es casi determinante),y que son los que suelen prosperar ms en el nuevo contexto; los que seresisten a cualquier integracin (o sencillamente no pueden o sonimpedidos de consumarla) y aoran algn da el regreso al pas natal: esosson los que entonces de alguna manera ostentan, como su naturalezaprimordial, la condicin de exiliados. No hay que decir que estos seran losmenos afortunados en general para asimilar el cambio o trauma quesignifica toda emigracin. Y, por ltimo, aquellos que se sitan en unasuerte de limbo o frontera intermedia, por vocacin o por fatalidad, la cualcreo que pudiera ilustrar mi caso, si bien tengo que reconocer que si laedad me favoreciera, seguramente hubiera optado por la primerainstancia.

    En estas tres posibilidades importa mucho el componente cultural. Porejemplo, a diferencia de la mayora de los cubanos que emigran, los cualesprefieren, por diversas razones histricas, geogrficas, familiares,econmicas, hacerlo hacia los Estados Unidos, yo siempre rechac esaposibilidad, precisamente por tratar de salvaguardar una opcin delibertad cultural. Acaso por el hecho de ser un escritor, el peso de unalengua y una cultura, en ltima instancia comunes, fue decisivo para mieleccin. He viajado bastante por Amrica Latina, tambin he visitado losEstados Unidos, y tengo que reconocer que ningn otro pas poda ser ms

    Notas (para una conversacin)sobre la dispora cubanaJorge Luis Arcos

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    ESTE LUNESPoltica y religin en Cuba enlos siglos XIX y XXLEONEL A. DE LA CUESTADiscurso en defensa dePavnPO E. SERRANONotas (para unaconversacin) sobre ladispora cubanaJORGE LUIS ARCOSLa isla numerosaLUIS MANUEL GARCADesventuras de la"conciencia crtica" en laCuba del "s"DUANEL DAZLa Rebelin de los EnfermosCARLOS A. AGUILERALunes de Revolucin y laRevolucin de LunesWILLIAM LUISNoticias sobre el dadespus. Primera parte: LaislaLADISLAO AGUADOGastn Baquero, conciliadory discrepanteLEN DE LA HOZ

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  • atractivo para m que exactamente este en el que ahora me encuentro.Claro que, como ya adverta, eso no me salva de mi pasado, ni tampoco dela melanclica constatacin de las consecuencias de mi tarda emigracin,pero en cierto modo me deja libre para hacer de mi exilio una aventura deconocimiento: es decir, de m mismo, ms que del nuevo pas, aunque enmuchas ocasiones ambas instancias puedan confundirse. Por otro lado, elhecho de emigrar con una cultura ya asentada, me permite acceder a unmirador en cierta forma ms lcido (por terrible que pueda ser a veces)sobre mi patria de nacimiento, a la vez que me permite tambin mirar lanueva realidad desde una extraeza incesante, cosa que muchas veces elalma no agradece pero el conocimiento s.

    Por ltimo -y para hacer an ms compleja esta suerte de propuesta deautorretrato diasprico-, quiero llamar la atencin sobre un hecho previo ala emigracin fsica. Muchas veces sucede que el que abandona su pas, yaantes de hacerlo, est enajenado en aquel contexto. Al menos ese fue enparte mi caso. Llegaba a veces al punto en que no me reconoca en mipropia realidad. Quiero decir, senta como si la realidad se me hubieravuelto ajena, hostil, inalcanzable. Este no es el pas donde yo nac, me decaa menudo. Y aunque esa sensacin de enajenacin o extraeza puedeacontecer en cualquier realidad, en mi caso creo que alcanz unas cotas deprofundidad ciertamente muy difciles de asimilar sin temer por miintegridad mental o moral, porque eso que se nombra con la palabralibertad acaece sobre todo en la conciencia.

    Digo esto porque se ha hablado mucho del insilio como fenmeno queestablece una correspondencia con el del exilio. Por supuesto que no sonconceptos equivalentes, pero s, digamos, correspondientes. Tan intensapuede ser entonces la percepcin de la realidad por parte de un exiliado(citemos el caso paradigmtico de Jos Mart, pero no lo sera menos el deun Jos Kozer, por ejemplo) como la del insiliado (y aqu valdra la penacitar el caso de un Julin del Casal, o, para sealar tambin al menos dosejemplos recientes, el del ltimo Jos Lezama Lima y el de Virgilio Piera).Pero como no puedo detenerme ahora en profundidad en estasconsideraciones, permtanme volver a citar una vez ms un pensamientodel monje Hugo de Saint Vctor, que le citado a su vez por Edward Said, yque en cierta forma me acompaa siempre como actitud abierta, posible,dentro de mi exilio presente: "El que encuentra dulce a su patria es todavaun tierno aprendiz; quien encuentre que todo suelo es como el nativo, esya fuerte; pero perfecto es aquel para quien el mundo entero es un lugarextrao".

    IIDispora, exilio, destierro, migracin (con su doble movimiento de salida

    y regreso, y con su doble connotacin de hacia fuera y hacia dentro)...Dispora o dispersin... Mara Zambrano, en Los bienaventurados, ladescribe como "Peregrinacin entre las entraas esparcidas de unahistoria trgica", porque, segn ella, el exilio propiamente ya sucedecuando la Historia se hace a costa de la Vida. En ltima instancia: viaje.Pero todo viaje es relativo, ya se sabe. Existe la mera traslacin de lugar yexiste el viaje interior, acaso el nico trascendente. Dos poetas cubanosaaden una singular extraeza al tema del viaje. En primer lugar, Julindel Casal, que aoraba antes que todo Pars, pero que prefiri conservarlocomo ilusin posible antes que hacerlo realidad, y expres: "Mas no parto.Si partiera, / al instante yo quisiera / regresar". Prefiri pues el viajesimblico de su poesa como respuesta compensatoria al ambienteasfixiante de la Colonia. El otro caso es el de Lezama, que se autodenomincomo "el peregrino inmvil", y deca que hay viajes ms esplndidos,aquellos que pueden hacerse, por ejemplo, del comedor a la sala...; esdecir, viajaba con la imaginacin.

    Es muy curioso que el trmino dispora comience a utilizarse en Cubaslo a partir de la dcada del noventa del siglo pasado, en un pas que,desde 1959, haba ido nutriendo un numeroso exilio. Pero acaso todocomenz un poco antes, en la dcada de los ochenta, cuando el tema del

    JOEL FRANZ ROSELLODETTE ALONSO YODRICARDO ORTEGA NPOLES

    CUARTO DE VISITA"La humanidad tiene uncontrato de fe"Entrevista al escritor albansArian LekaAMIR VALLELa serpiente de la casaFragmento de novela de ArianLeka

    UNOS ESCRIBENGuillermo Vidal

    OTROS MIRANDamaris Betancourt

    EN LA MISMA ORILLAOmisiones, olvidosFLIX LUIS VIERAConjuro para fundir lanieve...KATHERINE E. GONZLEZSeremos famosos Pepe?FRANCIS SNCHEZ E ILEANALVAREZEscrito sobre el hieloALBERTO RODRGUEZ TOSCAIntroduccin de Juan ManuelRocaPoemas

    LIBRE-MENTECuba: la escritura carcelariaRAFAEL E. SAUMELL

    RECYCLELos impedimentos de laliteraturaGEORGE ORWELL

    DE LUNES A LUNESCarta abierta de EnmanuelTornsCarta de Santo Domingo

    LIBRARIOPall y PacMARIO G. DE MENDOZAFantasa rojaIVN DE LA NUEZTodos los buitres y el tigreJOS LUIS ARZOLAPalabras de mujerOLGA CONNOR

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    viaje irrumpe obsesivamente en la poesa y en la pintura cubanas.Actualmente el viaje es una obsesin nacional, casi un estado perpetuo dela sensibilidad, adems de una tragedia familiar cada vez ms creciente.Nunca el cubano haba tenido tanta vocacin por el viaje, y represe enque cuando este se realiza -y me refiero al perpetrado en la Cuba posteriora 1959- para asentarse en otro pas, adquiere enseguida la connotacin dedestierro. El cubano, pues, en cierta forma, se autodestierra. Acaso porqueel viaje, para un cubano, ha llegado a ser sinnimo de libertad, lo que sloocurre en contextos sombros, totalitarios, cerrados. Curioso tambin quela isla utpica o paradisaca haya devenido su reverso: infierno de dondeescapar. La isla recreada en "Noche insular: jardines invisibles", deLezama, donde el poeta exclama: "Ya que nacer aqu es una fiestainnombrable", ha encarnado ltimamente en la infernal "Isla en peso" deVirgilio Piera, donde expresa como aventurando un sntomaclaustrofbico: "la maldita circunstancia del agua por todas partes". Latierra prometida est, ciertamente, como la vida para Rimbaud, en otraparte. Ya el viaje, pues, no es slo una necesidad econmica o una fatalidadpoltica, sino una disposicin del espritu, un valor cultural. De ah que seprefiera nombrarse como dispora que como exilio a secas. El exilio essiempre una fatalidad, la dispora una aventura del espritu. Aventuradolorosa sin duda. Pero ya se sabe que el dolor le es consustancial tanto alconocimiento como a la verdadera libertad.

    IIIPero hagamos ahora un poco de historia. Todo comenz con un viaje, que

    antes fue un sueo: un viaje imaginario. Tambin con un equvoco: curiosoque el viajero, el "descubridor" Cristbal Coln, muriera creyendo quehaba llegado a los Japones, al reino de Cipango o Catay...Y que arribara noa tierra firme, continente, sino inicialmente a unas islas... Con ese equvococomenz la ltima gran migracin de la historia. El sueo americano. Cubafue desde entonces tierra de promisin para distintos destinos, lugar dellegada, o de trnsito para otros puertos aorados, de ah lo de llave delgolfo, o antemural de las indias occidentales. Pero, como antes en laRomania, durante mucho tiempo el insulano fue espaol de ultramar, antesque criollo o, posteriormente, cubano. Slo cuando comienza a definirse ellugar como algo diferente de la metrpoli, se inicia la posibilidad de serdesterrado. De la ciudad de Roma tambin se desterraba hacia provinciasbrbaras. Esa vuelta de tuerca comienza en los albores del siglo XIX con elromanticismo y la independencia. Se inicia la tradicin americana de losgrandes desterrados o encalabozados, como, por ejemplo, recrea JosLezama Lima en La expresin americana. Simn Rodrguez, Francisco deMiranda, Andrs Bello... En Cuba, Jos Mara Heredia, Flix Varela, hastallegar a Jos Mart, con quien se cierra esta estirpe romntica.

    Pero la condicin de isla acenta la sensacin de destierro: mar pormedio..., prdida del paraso. Antes, la isla poda haber estimulado laimaginera mitolgica o utpica renacentista. Se buscaba una patriadesconocida. Un lugar desde donde nacer de nuevo, volver a empezar.Pero entonces la isla se siente en una dimensin indita: patria perdida. Yes slo entonces cuando adquiere sentido trgico la prdida del lugar deprocedencia o de nacimiento. Lezama hablaba del destino trgico de losatridas para referirse a la dispersin de su familia. El que fuera como elpoeta protoplasmtico de Cuba: Manuel de Zequeira y Arango, siempre seconsider espaol, antes que cubano. Y antes de morir loco, creyendo quecuando se pona el sombrero se haca invisible, y que era el depositario delas joyas de la corona borbnica (en curioso delirio de grandeza queanticipa a nuestro melanclico y dulce orate, El Caballero de Pars),escribi algunos de los poemas que a la postre definen aspectos esencialesde una cubana profunda, casi marginal.

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