Ottonello - Sonar en El Vacío CORREGIDO

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  • 7/24/2019 Ottonello - Sonar en El Vaco CORREGIDO

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    Rodrigo Ottonello

    Sonar en el vaco1

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    Tras las vestimentas, los afeites, el maquillaje, las joyas, las armas, los bolsos,

    los tatuajes, los anteojos, los relojes y las cirugas estticas, los auriculares junto

    a los reproductores de audio y telfonos celulares con los que conectan son la

    ms reciente de las tecnologas que cubren de modo masivo los cuerpos humanos

    visibles en los espacios pblicos de las ciudades. Sealar esa novedad no implica

    concederles ningn privilegio especial, como si entraaran una diferencia de grado

    respecto a las otras: todas ellas son dinmicas, siguen mutando, desarrollando

    nuevas y sorprendentes consecuencias y participando en el entendimiento de

    ningn modo novedoso, antes bien milenariodel cuerpo humano como extensin

    que permanentemente desborda o acota las determinaciones biolgicas dadas en su

    nacimiento (las cuales a su vez no son iguales ni constantes a lo largo de la historia

    de la especie). La actual masividad del uso de auriculares s es relevante como

    signo de una profunda y original transformacin de las ideas y experiencias en

    torno a la escucha y la msica. En trminos generales y sin agotar la complejidad

    del fenmeno es posible hablar de un proceso por el cual el sonido se ha

    independizado, de manera creciente, del espacio fsico.

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    La reproduccin tcnica de audio, desarrollada hace poco ms de un siglo y

    hermana de la amplificacin, permiti en sus inicios que un efecto vibratorio

    pudiera trascender su espacio acstico siendo prolongado a otros lugares. Si bien el

    sonido daba un salto a travs del espacio y el tiempo, el efecto no consista en una

    mera supresin de la distancia: el ambiente original creca, o al menos habilitaba

    que otros oyentes se integraran a l sin ninguna posibilidad de intervenirlo, como

    fantasmas dbiles. Segn el antiguo vnculo entre modelo y copia, la grabacin

    operaba cual substituto mgico y no necesariamente fiel de la experiencia de estar

    ah, donde unos hombres producan los movimientos que realizaban el sonido. As

    Fitzcarraldo, por ejemplo, en medio de la selva amaznica, hace sonar su disco con

    la voz del tenor Enrico Caruso (la primera estrella global de la msica gracias a la

    popularidad de sus grabaciones) y suea con algo ms all de esa reproduccin

    disponible, anhela que la pera est sonando en cuerpo presente. Sin embargo

    1Texto publicado en Revista Mancilla, Nmero 10, junio de 2015, pp. 124-129.

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    esas acciones de Fitzcarraldo, en simultneo, dan cuenta de otro inters muy

    distinto: l no quiere asistir a la pera, sino que ella vaya hasta la selva. No se

    trata entonces de simplemente desear estar donde nace la msica registrada, sino

    de buscar que ella se adapte a un espacio ajeno de ningn modo preparado para su

    recepcin (el cielo abierto, el verdor, el ro), el cual mediante su influencia se

    transformara en otra cosa. Fitzcarraldo pone su disco de Caruso para mezclarlo con

    los tambores de los aborgenes, o simplemente callarlos, y luego hace que la

    orquesta y los msicos de la pera toquen desperdigados sobre la cubierta de una

    pequea embarcacin; la msica interviniendo sobre el sonido ambiente y salida de

    sus espacios institucionalizados.

    El personaje del film de Herzog est as entre dos experiencias de la escucha: de

    un lado la ensoacin con lo que est ms all de lo grabado y del otro una idea de

    msica adaptada a espacios de recepcin mutables sobre los que operar

    transformaciones.

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    Las grabaciones necesitaron poco ms de medio siglo para cuestionar que el

    mejor modo de existencia de la msica sea aqul en que los ejecutantes y oyentes

    comparten un espacio acstico comn.

    En 1966 The Beatles dan su ltimo concierto para un pblico masivo: hay

    veinticinco mil personas emocionadas gritando sin pausa en el Estadio Candlestick

    Park de San Francisco (cuya capacidad era para cuarenta y dos mil) y los jvenes

    msicos, en un pequeo escenario ubicado en el centro del lugar, apenas se

    escuchan a s mismos, por lo que tocan rpido y sin precisin, seguros de que nadie

    puede escuchar los detalles aciertos o errores, poco importa de sus voces e

    instrumentos. Los siguientes tres aos de vida de la banda ms popular del mundo

    transcurren bsicamente dentro de un estudio de grabacin. En aqul mismo 1966,

    el clebre pianista Glenn Gould, quien dos aos antes tambin abandon las

    performances en vivo (por cierto mucho ms calmas que las de los rockeros

    britnicos), publica un texto en el cual pronostica el fin de los conciertos,

    considerndolos obsoletos por incapaces de sonar tan bien como lo permiten las

    nuevas tecnologas domsticas de reproduccin de audio.

    Las grabaciones, explica Gould, alcanzaron un dominio que les facilita ya no

    ceirse a las concepciones de sonido tributarias de espacios acsticos tales como

    iglesias o salas de concierto (el estudio donde l grab, en 1955, su clebre versin

    de las Variaciones Goldbergde Bach, haba sido antes una iglesia; en ese mismo

    lugar, en 1959, Miles Davis grab Kind of blue). En vez de micrfonos dispuestos

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    para captar la dispersin del sonido en cierto espacio arquitectnico, los

    instrumentos ahora pueden ser registrados individualmente, desde ms cerca, cada

    uno como una cosa en s misma y susceptibles todos de ediciones propias ofrecidas

    a mezclas diversas. The Beatles, en sus ltimos discos, no necesitan estar todos

    juntos para grabar: el espacio donde los fragmentos se unen es la sala de edicin.

    Quienes escuchan esos discos en aquellos aos no pueden tener ninguna esperanza

    de asistir a una performance ni, en el futuro, nostalgia del momento en que

    estuvieron all. El espacio del otro lado de la grabacin se cierra cada vez ms.

    El sueo de Gould consiste en que, mediante el desarrollo tecnolgico, todo

    oyente se convierta en un editor de sonido capacitado para modificar la msica

    segn su gusto o inters (realzando, por ejemplo, instrumentos especficos dentro

    de una orquesta, sometindolos a efectos particulares, etctera), movimiento que

    en su radicalizacin permitir finalmente borrar la diferencia entre msico y artista:

    ante la disponibilidad, gracias a las tcnicas de grabacin y almacenamiento, de

    una inmensa biblioteca de sonidos, todo el mundo podr componer sus propias

    obras. El oyente esttico, reverencial, invisible y silencioso desaparecer para

    volverse agente activo a quien la msica respondera como un universo de

    fantasmas llamado a presentarse.

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    A inicios del siglo XXI Bob Dylan se queja del nuevo paisaje definido por la

    msica: considera que hace veinte aos que no se graba algo que suene bien, que

    el CD reproduce msica sin definicin y que lo que ofreca el sitio web Napster

    (canciones en formato mp3) era gratis porque no vala nada de tan mal que

    sonaba. Lou Reed y Neil Young, tambin hroes de la msica de las dcadas del 60

    y 70,han hecho crticas similares. Que Dylan atribuye ese deterioro de la calidad

    sonora al modo en que las nuevas tecnologas tienden a suprimir el espacio como

    elemento en que se despliega el sonido es patente en los procedimientos usadospara registrar su ltimo disco (publicado a inicios de este 2015): el msico grab

    en vivo, compartiendo una misma sala con su banda, requiriendo que no hubiera

    micrfonos a la vista (excepto el usado para captar su voz) y que se prescindiera

    del uso de auriculares.

    En el optimismo de Gould no haba lugar para la posibilidad de que el desarrollo

    de nuevas tecnologas vaya de la mano con el deterioro de la calidad del sonido. En

    efecto, en la medida en que los procesos de grabacin tienden a disminuir la

    presencia del espacio, el rango dinmico (es decir, la relacin entre el fortsimo y elpiansimo) se estrecha; el sonido pierde profundidad y borra capas y planos,

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    compactndose y homogeneizndose. Sin embargo, enfocar el asunto en trminos

    de una prdida de calidad (prdida que, por otra parte, pasa desapercibida para

    casi todos los oyentes) llevara a permanecer ignorantes respecto a los verdaderos

    efectos de esta transformacin del sonido. La atenuacin de la presencia del

    espacio en la modulacin del audio, antes que un defecto, es tal vez algo buscado,

    una suerte de refugio. Dylan con frecuencia habl de pretender una cualidad

    fantasmal para su sonido, que diera lugar a que all asomaran otras cosas, sombras

    sugerentes, presencias no necesariamente definidas. Quien hoy escucha msica

    comprimida con sus auriculares pegados a los odos quizs busca precisamente

    escapar de esa experiencia, pretende un sonido de una nitidez sin ambigedades,

    capaz de tapar toda seal exterior y de impedir, en definitiva, la presencia de

    cualquier fantasma. La msica, as, ms que un viaje que se ofrece por un paisaje

    abierto, es una suerte de lnea cerrada y segura a la que el oyente se aferramientras hace otros movimientos. Cruza la ciudad que ruge y hay cosas que es

    mejor no escuchar.

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    Ahora bien, suponer que el uso masivo de auriculares responde a un gesto de

    evasin del mundo sera replicar los razonamientos de quienes, hace milenios o

    apenas siglos, temieron a los libros (o, ms recientemente, a la TV o a Internet).

    Ms importante es atender al modo en que esa prctica est asociada a la

    construccin de nuevos mundos segn unos procedimientos especficos. No hay

    mera evasin del sonido circundante sino un vnculo muy ntimo con un enorme

    caudal de informacin. El modo en que estos oyentes se relacionan con sus

    archivos no es sin embargo el esperado por Gould: su accin no radica en un

    trabajo de manipulacin sobre los sonidos, sino en la seleccin de pistas musicales

    cerradas disponibles en bibliotecas que ofrecen variedades inabarcables; son

    compiladores antes que editores. Nuevas plataformas virtuales, como hoy Spotify,

    no se limitan a ser bibliotecas sino que operan selecciones y sugerencias a cada

    usuario a partir del cotejo de sus escuchas con las de otros oyentes que siguen

    patrones similares. Del otro lado del espacio fsico-acstico aplanado hay un

    espacio virtual-musical inmenso y dinmico.

    La pregunta que queda es si deviene necesario que el crecimiento de uno

    requiera el estrechamiento del otro. En la medida en que se trata de espacialidades

    diferentes, todo apunta a que ellas debieran poder coexistir sin constituirse una en

    lmite para la otra. De todos modos, tal vez antes que pensar en la anulacin total

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    del espacio acstico sea necesario pensar en la otra direccin, en la posible

    emancipacin total del sonido respecto a ese espacio.

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    El siglo XX, de la mano de Einstein, se deshizo de las concepciones fsicas del

    XIX segn las cuales la luz se propagaba a travs de un medio, el ter, del mismo

    modo en que el sonido se propaga a travs del aire. La luz dej de ser tratada

    como el mero efecto fantasmal de una fuente de calor para ser pensada como una

    cosa con cuerpo propio. Desde entonces diferentes experiencias, entre las cuales

    las aqu recorridas son ejemplos mnimos, parecen sealar hacia un proceso similar

    aplicado sobre el sonido. Se trata de pensar la posibilidad de que el sonido no

    dependa del aire en el que vibra y sea tambin una cosa. La necesidad de unpensamiento de esas caractersticas, de indisimulable tono fantstico, puede

    responder a dos series de problemas muy especficos.

    En primer lugar, est la posible atrofia del rgano odo. Segn sus ltimos

    informes, la Organizacin Mundial de la Salud estima que un 5% de la poblacin

    mundial (ms de trescientas sesenta millones de personas) padece afecciones que

    implican prdida de audicin; aproximadamente la mitad de esos casos estn

    vinculados con las consecuencias de escuchar altos niveles de ruido. A su vez, la

    OMS calcula que el 50% de la actual poblacin situada entre los 12 y los 35 aosest expuesta a ruidos dainos, fundamentalmente por el uso recreativo de msica.

    Esa cifra indica que hay ms de un billn de personas que, potencialmente, sufrirn

    de prdida de audicin (hipoacusia). A este panorama debe agregarse, por un lado,

    un fenmeno relativamente novedoso como la hiperacusia, extrema sensibilidad a

    los sonidos cotidianos (se vuelven dolorosos e insoportables), la cual se desarrolla

    frecuentemente de la mano de acfenos, ruido permanente en el odo que no

    procede de ninguna fuente externa; por otro, la casi absoluta desatencin al

    problema de la contaminacin sonora en entornos urbanos y laborales. Si tenemosen cuenta que al menos desde la Grecia antigua la msica ha estado en el centro

    de las definiciones de la vida humana, la bsqueda de un sonido ms all de las

    condiciones conocidas de la audicin tal vez responde a una bsqueda de la

    afirmacin de lo humano bajo escenarios nuevos, sean simplemente diferentes o

    sean directamente hostiles, en los que los odos ya no podran funcionar.

    En segundo lugar, hace largos siglos que la humanidad ha puesto su mirada en

    el cielo, en el espacio exterior. Durante el siglo XX esa mirada se refin de modos

    magnficos. En aquellos mismos aos, hombres adquirieron la experiencia de estarfuera del planeta, fuera del manto de aire que cubre a toda la vida conocida, y

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    confirmaron que, ms all del oxgeno que les daba soporte al interior de sus naves

    y trajes, no se oa nada. Ante ese escenario, la bsqueda de un sonido que no

    dependa del aire es tal vez la bsqueda de unas msicas y unas voces que pueden

    existir en alguna parte pero hoy completamente ignoradas. Tal vez, en definitiva,

    los seres humanos slo podrn encontrar un lugar, ante un espacio exterior que de

    momento crece sin ofrecer refugio, cuando la hostilidad del silencio absoluto sea

    desecha por la presencia de cierta msica, una completamente nueva pero de todos

    modos reconocible. Tras inmensas exploraciones conducidas a travs de la

    recoleccin y clasificacin de imgenes y a travs de la iluminacin de lo antes

    oscuro, tal vez la esperanza de establecer comunicaciones con otros mundos pase a

    residir, en lo sucesivo, en la bsqueda de aquello que suena en lo que hoy se ofrece

    como vaco absoluto, sea el espacio sin aire, sea otra dimensin an imposible de

    pensar.