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Pablo Ruíz Picasso
Hoy en día, nadie pone en duda que Las señoritas de Avignón (1907), es una de
las obras más importantes de la historia del arte.
Pero cuando Picasso se la mostró a su amigo el poeta Apollinaire este pensó que
la carrera del español, que tanto había asombrado a sus contemporáneos, estaba
llegando a su fin: “¿Por qué tenía necesidad de salir de la elegante y atmosférica
figuración que hacía y que resultaba tan del gusto de la crítica y los coleccionistas
para ponerse a pintar en un estilo que resultaba tan primitivo como severo?”
GOMPERTZ, W (2013:146). Dicho cuadro, es tan solo una muestra de la
genialidad de uno de los autores más influyentes del siglo XX, que cómo Dalí fue
capaz de trascender más allá de los límites de un movimiento vanguardista.
Primeros pasos.
Pablo Ruíz Picasso nace en Málaga en 1881, donde su padre José Ruíz Blasco era
profesor en la Academia de Bellas Artes de la ciudad. En 1891 el pequeño Picasso
se ve obligado a renunciar a la luminosidad del sur, por el clima atlántico al fijar
la familia su residencia en La Coruña. En tierras gallegas, Pablo acude a la Escuela
de Bellas Artes donde comienza a dar muestras de su talento. Pero la auténtica
explosión llegaría cuatro años después, cuando en 1895 la familia Ruíz-Picasso
fije su residencia definitiva en Barcelona. En la ciudad Condal, el joven entra en
contacto con el modernismo y la efervescencia cultural de una ciudad en pleno
desarrollo industrial, al tiempo que simultanea sus estudios en la Escuela de la
Lonja y una breve estancia en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en
Madrid.
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En 1897 obtiene una mención honorífica con su cuadro Ciencia y caridad, una
obra muy del gusto de la sociedad burguesa de la época.
En estos años, Picasso frecuenta con asiduidad los cafés y cabaréts barceloneses,
entre ellos Els Quatre Gats donde entabla contacto con lo más granado de la
vanguardia catalana del momento: Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Joaquín
Sunyer, Eugenio d’Ors, entre otros. Estas tertulias permiten al joven pintor,
marcarse París como nueva meta artística y profesional.
Picasso en París.
Picasso viaja por primera vez a París en 1900. No lo hace solo sino acompañado
de su mejor amigo Carles Casagemas. Juntos tienen una primera estancia en la
ciudad de la luz entre los meses de septiembre a diciembre. Tras ella le seguirán
otras, aunque siempre a caballo entre París y Barcelona. En 1901 la trágica
muerte de Casagemas, marcará a fuego la primera gran serie pictórica del
malagueño: el llamado “periodo azul” con obras como Evocación-El entierro de
Casagemas (página siguiente fig. izquierda) (1901); El guitarrista viejo ( página
siguiente fig. central) (1903); o La vida (página siguiente fig. derecha) (1903-
1904), caracterizadas por el empleo de una monocromía en azul, y un
tratamiento de las figuras que toma la obra del Greco como referente.
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En 1904 la vida profesional y personal de Picasso da un giro de 360º, cuando
decide trasladarse definitivamente a París fijando su residencia en el Bateau-
Lavoir de la plaza Ravignan. Es entonces cuando entra en contacto con las
personalidades más importantes del momento como Max Jacob, Apollinaire,
Duhamel y los Stein. Además Picasso se convierte en cabecilla de un grupo de
autores entre los que se encontraban Ricard Canals, Ramón Pitxot y Manolo
Hugué. Al grupo se le conoce como “la bande à Picasso”, y con ellos frecuenta el
Circo Medrano. Como resultado trabaja entre los años 1904-1906 en su “periodo
rosa”, caracterizado por una mayor alegría en el color, teniendo a los acróbatas y
saltimbanquis como principales protagonistas. Este periodo culminaría en 1906,
momento en el que Picasso se enfrasca en el trabajo de las Señoritas de Avignon,
que marcaría un antes y un después en el modo de entender la pintura.
Las señoritas de Avignón1 y el nacimiento del cubismo.
En las señoritas de Avignón, Picasso estuvo trabajando de forma intensa
realizando numerosos estudios y bocetos, donde entre otras cosas, ponía de
manifiesto la enorme influencia que había supuesto para él contemplar el arte
1 Al final de la presente monografía, se incluye un fragmento de la opinión de Picasso sobre su obra cumbre.
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autóctono de la región de Gósol en el pirineo catalán donde había pasado sus
vacaciones de verano. Ello unido al descubrimiento que por la misma época
realiza del arte ibérico, se refleja en un cuadro en el que aparecen representadas
un grupo de mujeres cuyos rostros presentan una clara semejanza a las máscaras
tribales africanas. Con esta obra el pintor malagueño sorprende a propios y
extraños, al proponer un giro radical en su producción, que ya se había
aventurado a ofrecer con el Retrato de Gertrude Stein (fig. izquierda); y al que
seguirían otras piezas como su Autorretrato (fig. derecha) (1907) conservado en
la Galería Nacional de Praga.
Lo cierto es que las señoritas de Avignón, que no se presentó al público hasta el
año 1916, provocó una gran conmoción en su época hasta el punto que André
Derain llegó a decir “Un día nos encontraremos con que Picasso se ha ahorcado
detrás de su gran lienzo” (GOMPRTZ, W 2013:149). Aunque en medio de tanta
animadversión, la reveladora obra de Picasso le permitió entablar una estrecha
amistad con Georges Braque, dando como resultado el nacimiento del cubismo.
Braque se había declarado un destacado seguidor y estudioso de la obra de
Cezanne, fruto del cual es su célebre cuadro Casas de L’Estaque (página
siguiente fig. superior) pintado en 1908.
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El cuadro formaba parte de una serie de paisajes donde la naturaleza se
descompone, ofreciendo un aspecto que le valió el calificativo de “pintura de
cubos” por los críticos de la época. En 1909, Picasso realizaría el cuadro Horta
d’Ebre/la fábrica (fig. inferior), en una línea similar a lo mostrado por Braque.
Ambos autores daban sus primeros pasos en el cubismo, avalados por el
mecenas Kanhweiler que a diferencia de sus contemporáneos, sí supo ver el
auténtico potencial que escondían las obras de tan osados autores. La asociación
Picasso-Braque, produce el llamado cubismo analítico (1908-1911), caracterizado
por la destrucción del objeto representado y una ausencia notable del color,
donde el malagueño realiza obras tan destacadas como Retrato de Kahnwiler
(1910) (página siguiente fig. superior).
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A partir de 1912 Picasso y Braque comienzan a experimentar con materiales no
pictóricos que incorporan al lienzo. Es la llamada técnica del collage que permite
pasar del cubismo analítico, al sintético, con una mayor incorporación del color, y
en el caso de Picasso un deseo por diseminar por la superficie del cuadro algunos
rasgos que permitan al espectador la reconstrucción del espacio y del motivo
representado. Obras como Naturaleza muerta con rejilla (1912), se encontrarían
en esta línea.
A partir de 1912, se asiste a la internacionalización del movimiento cubista al que
se incorporan otras figuras como el también español Juan Gris, y surgen
variaciones como el Orfismo teniendo a Delaunay como principal representante.
Ballets rusos, contactos surrealistas y el horror de Guernica.
Un año antes de finalizar la gran guerra, Picasso se adentra en el mundo de la
escenografía al diseñar diversos decorados para los montajes del ballet ruso de
Segi Diáguilev. Es en este ambiente, donde Pablo contrae nupcias con la bailarina
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Olga Klokova, y fruto de su relación son una serie de cuadros donde arlequines,
pierrots y músicos se convierten en protagonistas: Arlequín con espejo (1923).
En la década de los veinte, Picasso es ya un artista de renombre, con una sólida
posición económica y un claro dominio de la escena artística. De este periodo es
dos mujeres corriendo en la playa o la carrera (1922); pero también se convierte
en una figura a reivindicar por jóvenes autores.
Es el caso de André Breton que en 1925 reivindica las señoritas de Avignón,
afirmando de su autor: “Consideramos [a Picasso] como uno de los nuestros (…)
el surrealismo, si tenemos que establecer una línea de conducta moral, no tiene
más remedio que pasar por donde Picasso ha pasado ya y por donde pasará en el
futuro” (RAMÍREZ J. A 1994:36). Esta declaración de intenciones defendida por
Bretón abre las puertas del surrealismo a Picasso, quien participa con ellos en la
primera exposición del movimiento. No obstante dicha colaboración no significó
la adscripción del malagueño a la vanguardia surrealista, a pesar de que su
Bañista sentada (1930) (página siguiente fig. superior), presente claras
conexiones con el subconsciente.
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En estos años, Picasso también realiza ensayos e investigaciones en el campo de
la escultura campo con el que ya había coqueteado durante su periodo cubista.
Si bien da un paso más allá al requerir los conocimientos sobre soldadura
autógena de su compatriota Julio González, que le sirvieron a Picasso para dar
forma a su Monumento a Apollinaire (1928), concebido mediante el empleo de
varillas de hierro.
En los años treinta, aparece en la obra picassina las referencias al toro, como lo
pone de manifiesto la maqueta que realiza para la portada de la revista
Minotauro en 1933.
En 1936, Picasso está en España realizando una exposición itinerante que se
interrumpe de forma abrupta por el estallido de la contienda bélica. Es entonces
cuando el pintor malagueño se posiciona al lado de los republicanos y acepta el
cargo de director honorífico del Museo del Prado, comenzando una enérgica
tarea para salvaguardar el patrimonio artístico patrio. Su vinculación republicana
y su clara animadversión al régimen franquista, le lleva a aceptar el encargo de
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realizar un mural para la Exposición Internacional de París que se celebra en
1937.
El Guernica2 toma como referencia los bombardeos que la legión Cóndor realiza
sobre la ciudad de Guernica, para lanzar un grito universal contra la
irracionalidad y las barbaridades de la guerra. La pintura es precedida por el
grabado Sueño y mentira de Franco, donde Picasso hace referencia al
totalitarismo militar.
En el Guernica su autor juega con la gama de grises, blancos y negros para
subrayar el sentido dramático de una composición que aúna referencias cubistas
y surrealistas, y en el que cada uno de sus personajes están cargados de
simbolismo, en especial la figura de la mujer que se erige en imagen de una
humanidad inocente e indefensa transformada en víctima.
El último Picasso.
En 1939, finalizada la contienda bélica española, Picasso instala su taller en
Royan donde le acompaña su compañera sentimental Dora Maar, fotógrafa
vinculada al movimiento surrealista, a quien había conocido en 1936. A
comienzos de los cuarenta, Picasso se afilia al partido comunista, al tiempo que
2 Ver al final de la monografía una reflexión sobre el Guernica realizada por su autor.
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rompe con Dora para entablar una relación con François Guillot, joven pintora a
quien conoce en 1943 y con la que tendrá dos hijos, Paloma y Claude. Cuando se
produce este encuentro, Picasso ya ha rebasado la sesentena, pero su
producción artística se encuentra en plena ebullición. En estos años inicia su
colaboración con Fernand Mourlot quien le introduce en el mundo de la
litografía. Además Picasso traslada su residencia a Vallauris donde comienza a
trabajar con la cerámica. La década de los cincuenta está marcada por una
revisitación continúa a los clásicos que da sus frutos en materia pictórica con sus
diversas series dedicadas a las Meninas de Velázquez.
No será ésta la única revisitación que el pintor malagueño realice de forma casi
obsesiva de un clásico, en una línea similar se encuentran sus versiones de otros
célebres cuadros como Las señoritas a la orilla del Sena según Coubert (1950);
Las mujeres de Argel según Delacroix (1955) (página siguiente fig. izquierda);
Almuerzo en el campo según Manett (1954) (página siguiente fig. derecha); o el
rapto de las sabinas según David (1962). También en esta línea realiza las
litografías David y Betsabé según Lucas Cranach (1947); El retrato de un pintor
según El Greco (1950); o Rembrandt y Saskia (1963).
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Picasso pasa sus últimos años en compañía de Jacqueline Roque, su última
esposa. Tras ser testigo de la inauguración encubierta en 1963 de su museo en
Barcelona3, y de una exposición celebrada en el Louvre en 1971, Picasso fallece a
los 91 años en su casa de Mouguins, dejando tras de sí un legado artístico de
gran relevancia repartido entre los museos más prestigiosos del mundo.
Pensamientos.
Pablo Picasso, sobre “Las señoritas de Avignón”, 19334 (B. CHIPP, H 1995:288-
289).
Las señoritas de Aviñón ¡cómo me excita este título!. Fue [André] Salmon quien lo
inventó. Como sabe muy bien, el título original era El burdel de Aviñón. ¿Sabe por
qué? “Aviñón” ha sido siempre una palabra familiar para mí, unida a mi vida. Yo
vivía a pocos pasos de la calle Aviñón [Barcelona], en la cual solía comprar el
papel y los colores para las acuarelas. También, como usted sabe, la abuela de
Max [Jacob] era de Aviñón. Hacíamos muchas bromas acerca de ese cuadro. Una
de las mujeres era la abuela de Marx; Fernande otra. Y Marie Laurencin; todas en
un burdel de Aviñón.
De acuerdo con mi primera idea, iba a haber hombres en el cuadro; ya ha visto
usted sus dibujos. Había asimismo un estudiante con una calavera, y un
3 Debido a su posicionamiento en contra del régimen franquista, el museo que actualmente lleva su nombre en Barcelona, se inaugura con el nombre colección Sabartes, quien había sido su amigo y secretario personal. 4 Declaraciones que el autor realiza en una entrevista con Daniel-Henry Kahnweiler, que tuvo lugar el 2 de diciembre de 1934, publicada en Le Point, número XLII, octubre de 1952.
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marinero. Las mujeres estaban comiendo —lo que explica la cesta con frutas que
aparece en el cuadro —. Después lo cambié, y el resultado es lo que ahora hay.
Pablo Picasso, conversación en torno a “Guernica” transcrita por Jerome
Seckler, 1945 (B. CHIPP, H 1995: 518-520).
Dije a Picasso que muchos piensan que ahora, con sus nuevas filiaciones políticas,
él se ha convertido para la gente en un dirigente cultural y político, que su
influencia entre los progresistas puede ser enorme. Picasso asintió con seriedad y
dijo: “Sí, me doy cuenta de ello”. Le mencioné que habíamos discutido sobre él en
Nueva York, en especial acerca del mural del Guernica (en depósito en el Museum
of Modern Art de Nueva York). Le hablé del significado del toro, del caballo, de las
manos con las líneas de la vida, etc., y del origen de esos símbolos en la mitología
española. Picasso iba asintiendo con la cabeza mientras yo hablaba, “Sí”, dijo, “el
toro representa la brutalidad, el caballo el pueblo. Sí, he utilizado el simbolismo
ahí, pero no en los demás”.
Le expliqué mi interpretación de dos de sus cuadros de la exposición, uno con un
toro, una lámpara, una paleta de pintor y un libro. Le dije que el toro podría
representar el fascismo, mientras que la lámpara, con su fuerte brillo, la paleta y
el libro representaban la cultura y la libertad —las cosas por las que estábamos
luchando—, una representación pictórica del fiero combate que se está librando.
“No”, dijo Picasso, “ese toro no es el fascismo, sino la brutalidad y la oscuridad”.
Mencioné que ahora buscábamos un simbolismo acaso distinto, más sencilla y
claramente comprensible dentro de su muy personal lenguaje.
“Mi obra no es simbólica”, contestó. “Sólo el Guernica es simbólico. Pero en el
caso del mural, es alegórico. Por esos he utilizado el caballo, el toro, etc. El mural
es para la definitiva expresión y solución de un problema, y por eso he utilizado el
simbolismo”.
“Algunos”, continuó, “llaman surrealista a una época de mi obra. Yo no soy
surrealista. Nunca he estado fuera de la realidad. Siempre he estado en la esencia
de la realidad [literalmente, lo real de la realidad]. Si quiere alguien expresar la
guerra, quizá sería más elegante y literario pintar un arco y una flecha, porque es
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más estético, pero en mi caso, si quiero expresar la guerra utilizaré una
ametralladora. En esta época de cambios y revolución, es la hora de una manera
también revolucionaria de pintar y no de pintar como antes”. Me miró con fijeza
a los ojos y me preguntó: “Vous me croirez?”[“¿Usted me cree?”] (…).
…”Pero”, insistí, “usted piensa y siente profundamente las cosas que afectan al
mundo. Usted reconoce que lo que hay en el subconsciente es el resultado del
contacto con la vida, y sus pensamientos y reacciones ante ella. No puede ser una
simple casualidad que usted utilice precisamente esos particulares objetos y que
los presente de un particular modo. El significado político está ahí, piense usted
en ello de manera consciente o no”.
“Sí”, contestó, “lo que usted dice es muy cierto, pero yo no sé por qué utilizo estas
cosas en concreto. No representan nada en particular. El toro es un toro, la paleta
una paleta, y la lámpara una lámpara. Eso es todo. Mas para mí no hay en ello
ninguna conexión política definida. Oscuridad y brutalidad sí, pero no fascismo”.
Se acercó al aguafuerte del vaso y del limón y dijo: “Aquí hay un vaso y un limón,
con sus formas y sus colores, rojos, azules, amarillos. ¿Ve usted en ello un sentido
político?”.
“Como simples objetos, no”, repliqué.
“Bien”, continuó, “lo mismo ocurre con el toro, la paleta y la lámpara”. Me miró
fijamente y añadió: “Si yo soy un químico, comunista o fascista, y consigo con mis
mixturas un líquido rojo, eso no quiere decir que esté haciendo propaganda
comunista, ¿no es cierto?. Si yo pinto una hoz y un martillo, la gente puede
pensar que se trata de una representación del comunismo, más para mí no son
otra cosa que una hoz y un martillo. Yo quiero reproducir las cosas por lo que son
y no por lo que significan. Si usted da un significado a ciertos elementos de mis
cuadros, ello puede ser muy correcto, pero no es mi intención dárselo. Las ideas y
conclusiones a las que usted puede llegar las tengo también yo, pero
instintivamente, inconscientemente. Pinto para pintar. Pinto las cosas por lo que
son. Está en mi subconsciente. Cuando la gente mira mis cuadros, quizá cada
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persona da un significado distinto a lo que ve. Yo no intento darle un significado
específico. No hay en mis obras una deliberada intención de propaganda”.
“Excepto en el Guernica”, sugerí.
“Sí”, replicó, “excepto en el Guernica. Hay en él un llamamiento consciente a la
gente, un consciente propósito de propaganda…”
“Soy comunista y mi pintura es una pintura comunista… Pero si fuese un zapatero
monárquico, o comunista, o cualquier otra cosa, no haría necesariamente mis
zapatos de una manera especial para mostrar mis ideas políticas”.
Bibliografía.
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B. CHIPP, H.; Teorías del arte contemporáneo. Fuentes artísticas y opiniones
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GOMPERTZ, W.; ¿Qué estás mirando?. 150 años de arte moderno en un abrir y
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PRADO, J. M.; Entender la pintura: Picasso. Orbis Fabri, Barcelona, 1989.
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STANGOS, N.; Conceptos del arte moderno. Del fauvismo al posmodernismo.
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Enlaces web
http://www.museupicasso.bcn.cat/es/
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http://www.bcn.cat/museupicasso/es/coleccion/mpb110-046.html
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Trailer de la película “La banda Picasso”, Fernando Colomo
http://www.youtube.com/watch?v=rtIep38Mymg
Reseña retrato de Gertrude Stein
http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/obras/13164.htm
Ficha de la obra Arlequín con espejo
http://www.museothyssen.org/thyssen/ficha_obra/954
https://www.museodelprado.es/enciclopedia/enciclopedia-on-
line/voz/guernica-picasso/
Monografía realizada por Laura Antolín Esteban. Práctium Máster secundaria
curso 2013-2014.