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Palmira, Valle del Cauca, Colombia. Edición especial. Diciembre de 2012. Número 14. ISSN 2248-7123 palmi guía Palmira, sus desafíos, su opinión. DICIEMBRE ENTRE LA POBREZA Durante el siglo XIX, Balzac reconocía la ciudad de París en la forma de caminar de sus gentes, en sus comidas, en sus movimientos; en Palmira todo parece suspendido entre la miseria. EL ORIGEN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD Desde hace 500 años, los teólogos han buscado la manera de integrar el árbol de Navidad a la fe cristiana, sin hallar otra cosa que incómodos restos paganos.

Palmiguía. Edición Especial. Diciembre de 2012

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Palmira, sus desafíos, su opinión

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Palmira, Valle del Cauca, Colombia. Edición especial. Diciembre de 2012. Número 14. ISSN 2248-7123

palmiguíaPalmira, sus desafíos, su opinión.

DICIEMBRE ENTRE LA POBREZA

Durante el siglo XIX, Balzac reconocía la ciudad de París en la forma de caminar de sus gentes, en sus comidas, en sus movimientos; en Palmira todo parece suspendido entre la miseria.

EL ORIGEN DEL ÁRBOL DE NAVIDADDesde hace 500 años, los teólogos han buscado la manera de integrar el árbol de Navidad a la fe cristiana, sin hallar otra cosa que incómodos restos paganos.

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Ha llegado el final del año. Un río de días y de hechos ha corrido por debajo de nuestras piernas y se ha ido hasta el mar de la inconsciencia. Allí dormirán ellos, unos sin pesadillas y otros darán vueltas en la cama.

De lo que hayamos hecho solo nos quedarán ganancias. Porque la experiencia es madre de la vida. Todo lo que hayamos enfrentado nos deja enseñanzas o cicatrices, alegrías o escarmientos. Haber realizado acciones, nos permiten tener un inventario de rutas, de ensayos, de victorias y derrotas. No importa el resultado de lo que hayamos emprendido. Queda la satisfacción de haberlo intentado, de haber trabajado, sudado, de haberle dado la batalla a las dificultades y huracanes. Y eso queda como un triunfo, aunque el resultado haya sido adverso.

Leopoldo de Quevedo y Monroy

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Con

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Navidad, suena a buñuelo y abuelos

Patadas de ahogado

El cambio climático ya está aquí, dice nuevo estudio

Diciembre entre la pobreza

El lenguaje parlamentario

El origen del árbol de Navidad

Especulaciones financieras

La Navidad se hace eléctrica

Las drogas empeoran de forma permanente la función sexual en varones

PalmiguíaEdición EspecialDiciembre de 2012E-mail: [email protected] 2248-7123Todos los derechos reservadosPalmira, Valle del CaucaColombia

Columnistas de esta edición:

Fernando EstradaLeopoldo de QuevedoPablo MorenoAnastasia GubinLord Aelfwine

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01PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • DICIEMBRE

Es la ocasión más llena de trebejos en el baúl del inconsciente.

Pasa uno cada página del almanaque sin darse cuenta y, de pronto, aso-

ma un olorcillo conocido. Es la Navidad que llega cargada de recuerdos viejos. Y descuelga la saudade su almizcle por la columna desde la nuca hasta el final. Un río de imágenes se agolpa en la lengua, los oídos, la retina. Vuelve uno la cara y se le van los ojos hasta la niñez. Les ocurre a los niños, a los jó-venes, al hombre y la mujer. No solo a los viejos.

La Navidad es una época de sorpresas, encuentros, visitas, regresos, regalos, deseos, be-sos, abrazos y más… Es la oca-sión más llena de trebejos en el baúl del inconsciente. Sí, de pronto hay rescoldos de des-ilusiones, regaños, pero son las risas de alegría, los momentos placenteros, los olores a jamón, a arequipe, a lechona, a buñue-lo y natilla los que flotan entre los pliegues de la memoria.

Se dibujan de nuevo las caras arrugadas de nuestros

abuelos junto a la cama que nos consentían y mimaban. No cambiamos esos momentos si tuviéramos que repetir la esce-na. Ellos se fueron pero la Navi-dad nos los reviven. Es la magia que la imaginación, las neuro-nas que la unidad de nuestro ser permite que disfrutemos solo con recordarlo. Por eso son tan necesarias estas fechas ayer y hoy que suceden tantas cosas de luto y de violencia.

Los sonidos de campanas en el pueblo, lejos de nuestro hogar, el de los villancicos en los radios, prender los faroles, ir a almacenes y ver tanto col-gandejo en las calles, en las puertas y paredes con señales de que la Navidad está presen-te. Podemos ser o no religiosos en nuestras creencias, pero el ambiente contagia. Nos lleva en un carruaje hasta la región don-de vive Papá Noel con su barba blanca y sus renos grises. Nada de eso es cierto, pero lo creía-mos y gozábamos esperando la media noche y buscábamos de-

bajo de la almohada.¿A quién de ustedes no le

trajo el niño dios o papá Noel una muñeca que movía los ojos o un carrito de madera de tirar con un cordel o un tren o un ca-ballito de madera con riendas en un palo de escoba? La condi-ción de niño de ayer no cambia. Sea usted judío, ateo, cristiano o muy católico, ayer era niño y la Navidad significó lo mis-mo. Casi lo mismo que intentar echar a volar una cometa en agosto y lograrlo.

Navidad, Navidad, dulce de papayuela, almíbar blanco, sa-bor a pavo relleno, a natilla he-cha por mamá y todos sentados alrededor de la mesa familiar.

En el fondo de la sala esta-ba el pesebre alumbrado con mil bombillitas de colores que tiritaban como estrellas que tu-vieran frío. Sí, lo dice el mismo papa, junto a los tres reyes, a María y José, debía esperar el niño encontrar un pesebre po-bre con una cuna de paja vacía, un buey con los ojos de vidrio y

Leopoldo de Quevedo y Monroy

Navidad, suena a buñuelo y abuelos

OPINIÓN | BULEVAR DE LOS DÍAS

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un burro sin enjalma saborean-do algo entre sus dientes y con las orejas muy atentas.

De pronto, alguien tocaba la puerta y todos miraban an-siosos a ver quién llegaba. Eran las tías con paquetes o eran los abuelos vestidos con sacones largos y bufanda que llegaban de otra ciudad o de otro país. Eran, también, mensajeros de Papá Noel y venían cargados de fardos llenos de regalos senci-llos. No había iPods, ni memo-rias ni existían transformers ni Batman, ni el hombre araña con vestido azul. Solo esperábamos un caramelo, un beso, algo di-ferente a lo que se recibía en el año. Solo la visita bastaba. No había el afán que nos ha traído la sociedad de consumo de que nos regalen el juguete más caro que le envidiamos al niño del vecino.

Oh, Navidad, días de villan-cicos, noches de paz sin sirenas de hospital, de platillos hechos en casa, todos reunidos en tor-no a mamá y papá, tías y abue-los con el burro y el buey. Cómo deseamos que venga y nunca pase de moda con todos sus bombillos. ¡Feliz Navidad!

Oh, Navidad, días de villancicos, noches de paz sin sirenas de hospital, de platillos hechos en casa, todos reunidos en torno a mamá y papá, tías y abuelos con el burro y el buey.

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El Congreso está aprovechando la coyuntura para tratar de rencaucharse con la opinión pública.

La reacción de Colombia ante el reciente fallo de la Corte Internacional de La

Haya puede compararse con las del que se esta ahogando, quien en lugar de mantener serenidad para salir del embrollo en que se ha metido, sólo da patadas sin sentido creyendo que de esa manera saldrá bien librado.

Presencia militar, visita del presidente, visita del expresi-dente, visita de los congresistas por turnos para “ejercer sobe-ranía” y amenaza con no reco-nocer el fallo de la Corte son las “patadas” del gobierno colom-biano. No reconocer las con-secuencias del juego en que se involucró y prometió respetar, en su momento, el expresiden-te Uribe ó anunciar su retiro del pacto de Bogotá, que en su es-píritu anima a la solución pacífi-ca de los conflictos entre nacio-nes, son medidas que reflejan poca serenidad y sabiduría en el manejo de las relaciones inter-nacionales y que evidencian la prioridad que se le da al raiting antes que a la política.

También es reflejo de la ma-nera como Colombia ha ma-

nejado sus relaciones con el archipiélago por décadas, pues nunca han estado en la lista de prioridades de la agenda políti-ca y especialmente de la social, porque para un gobierno cen-tralista, andino y burocrático, provincias como esta solo im-portan en tiempos electorales o en preparación temprana para cuando estos lleguen, como su-cede ahora. No es difícil supo-ner que el cálculo político está pesando más ahora que el amor patrio por los isleños.

Esta reacción es síntoma de un país que no valora adecua-damente su variedad cultural, aunque haga alarde de su di-versidad climática. Hasta hace unos pocos años los bachille-res isleños debían presentar el ICFES en español, cuando mu-chos de ellos a duras penas pro-nuncian el español con acento costeño, antioqueño o valluno. La “invasión” de esos mismos acentos que se adueñaron del comercio y el turismo desplaza-ron a los isleños para colocarlos como objetos artesanales y de folklore cultural.

Las islas siempre han esta-

do aisladas de la dinámica so-cioeconómica del país, por eso los raízales vienen desde hace varios años luchando por inde-pendencia, autonomía y forta-lecimiento de su identidad cul-tural. Claro que detrás de todo esto seguramente estarán algu-nos políticos isleños “cañando” para alcanzar sus metas perso-nales, otros permeados por la corrupción han usado la políti-ca para limpiar la presencia del narcotráfico en las islas.

Las islas han sido desde hace varios años puerto de en-cuentros para los típicos nego-cios del narcotráfico, así que el argumento de que si ahora Nicaragua ejerce soberanía so-bre esas aguas territoriales au-mentara el narcotráfico, es un sofisma para alentar un tardío y trasnochado patriotismo. Nar-cotráfico y corrupción pululan hace rato por allá, y los contro-les contra esa mafia también se han contagiado con la enferme-dad. Si estuviera debidamente controlado, la consecución del dinero fácil no habría arrastra-do a jóvenes isleños, algunos promisorios líderes políticos y

Pablo Moreno

Patadas de ahogado

OPINIÓN | PENSARE

PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • DICIEMBRE

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religiosos que terminaron tras las rejas o huyendo de la justi-cia como ha sido la costumbre últimamente.

La politiquería del expresi-dente Uribe quiere aprovechar el momento para desprestigiar a su antiguo mejor amigo, el exministro de defensa, ahora presidente. Pero no es el des-prestigio del presidente lo que está ganando, sino que en me-dio de todo ha logrado levantar una cortina de humo sobre las recientes declaraciones de sus antiguos mejores amigos, como

las del entrenador de autode-fensas, el israelí Yair Klein y la columna del exministro de de-fensa, Gabriel Silva, ahora escu-dero del presidente.

Finalmente, el congreso de la República está aprovechan-do la coyuntura para tratar de rencaucharse con la opinión pública, haciendo alarde de patriotismo combinado con re-gionalismo, por lo que han de-cidido ir a sesionar en las islas. Hay tan pocas ideas políticas para hacer política en este país que falta originalidad para sa-

ber presentarse mejor ante una situación como la del reciente fallo de la Corte de La Haya. Y de ñapa, como si eso construyera una realidad, tardíamente han presentado un proyecto para reformar el escudo, borrando a Panamá para colocar el archi-piélago de San Andrés y Provi-dencia. Ojalá y no sea tan tar-de y vivamos otros doscientos años mostrando en el escudo lo que nos pertenecía plenamente en un pasado que no podemos olvidar.

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CIENCIA | MEDIO AMBIENTE

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Científicos advierten efectos catastróficos, si no se disminuyen las emisiones de carbono antes de 8 años.

El cambio climático ya está aquí, dice nuevo estudio

Anastasia Gubin

El cambio climático ya está aquí y el problema es que muchos aún buscan so-

luciones a largo plazo, un pla-zo que ya no existe, advierten científicos internacionales, es-timando que si no se reducen las emisiones de gases efecto invernadero en todo el mundo antes de siete a ocho años, es decir, al año 2020, los efectos serán catastróficos.

“Es un número sorprenden-temente pequeño de años, que deben orientarse a reducir las emisiones de carbono, si tene-mos la intención de limitar el calentamiento global por de-bajo de los dos grados Celsius”, advierte la publicación de Smi-thsonian, el 16 de diciembre.

La alarma es parte de un nuevo informe realizado por el Instituto Internacional de Aná-lisis de Estadísticas Aplicadas, el Centro de Ciencia ETH de Zu-rich, en Suiza, y el Centro Nacio-nal de Investigación Atmosféri-ca, en Boulder, Estados Unidos.

Ellos observaron que para mantener los dos grados Cel-sius de temperatura sobre el nivel normal, se necesita emitir un máximo de 41 a 47 gigatone-ladas de carbono en el mundo, sin embargo, pese a todas las advertencias de los 18 años pa-sados, las emisiones de hoy su-peran los 50 gigatoneladas.

Este parámetro se basa en la premisa de que la Tierra puede soportar hasta dos grados de temperatura. De cualquier ma-nera, advierte, a menos que no queramos pasar a niveles catas-tróficos de temperaturas, inclu-so superiores, el mundo debe cambiar y “tenemos que hacer-lo rápidamente”.

El autor del estudio, Joeri Rogelj, del centro de ciencia de la universidad suiza ETH Zurich, advierte que querían “saber qué hay que hacer para el año 2020 con el fin de ser capaces de man-tener el calentamiento global por debajo de dos grados cen-tígrados, durante todo el siglo

XX”. Además de dar el informe, no hay propuestas de solución a este efecto. Los autores dicen que si no se hace una reducción ahora, a futuro habría que usar nuevamente la generación nu-clear, opción que otros estudios han descartado, por los riesgos de inevitable contaminación y elevados costos.

Rogelj y su equipo dicen que si no se hace nada, en el 2020 se necesitaría cerrar cada semana una central de carbón por diez años y quizás se alcance el ob-jetivo.

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Científicos estiman que unas 41 gigatoneladas de emisión de carbono serían soportables en el mundo para evitar la catástrofe inminente, pero ahora las emisiones son un 25% superiores.

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El estudio menciona que la comunidad científica está eva-luando la posibilidad de captu-ra y almacenamiento de carbo-no, mientras que otros intentan manipular los cultivos para que puedan subsistir, lo que se vie-ne llamando como la “conver-sión eficiente de los cultivos en biocarburantes”.

“Fundamentalmente se tra-ta de una cuestión de cuánto se está dispuesto a correr el ries-go”, dijo David McCollum, otro autor.

El equipo menciona que durante 18 años las conversa-ciones internacionales sobre el clima, no dan resultados. La úl-tima de ellas, la reunión COP 18, celebrada en Doha, fue descrita como otro estancamiento del tema, por lo que los próximos siete años se debe prosperar en algo, de acuerdo al nuevo estu-dio.

La Gran Épocawww.lagranepoca.com

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En sólo un cuarto de siglo, entre políticos y mafiosos se tragaron a Palmira.

Esta ciudad se encuentra abandonada. Durante el siglo XIX, Balzac reconocía

la ciudad de Paris en la forma de caminar de sus gentes, en sus comidas, en sus movimien-tos; en Palmira todo parece suspendido entre la miseria. La gente camina temerosa de mo-rir al salir a la calle; aquí no hay comida suficiente, como hace cincuenta años. La geografía de espacios se cubre con un tapete verde extenso de caña, los inge-nios azucareros han capturado las mejores tierras, se han he-cho acreedores de las cuencas hidrográficas. El agua es de los ricos, la pavesa de caña y la ba-sura es de una mayoría pobre.

Entre políticos y mafiosos se tragaron a Palmira. En sólo un cuarto de siglo, sus alcaldes y concejales, sus funcionarios públicos y los gamberros de la mafia local, destruyeron lo for-jado por generaciones de man-datarios durante la primera mi-tad del siglo XX. Acabaron con la ciudad. Aquí no existen centros populares de recreación, no existen parques, y la infraes-tructura vial corresponde a una

ciudad del tercer mundo. Las calles principales parecen dina-mitadas por una guerra, toda la malla vial es desastrosa. Ritter prefiere seguirle ofreciendo cir-co al pueblo, mientras le abre oportunidades a los zorros em-presarios de Bogotá y Medellín.

El bosque municipal, que hasta hace pocos años confor-mada la única reserva natural dentro de la ciudad, ha sido destruido. Entre alcaldes, con-tratistas y periodistas de bolsi-llo se devoraron contratos por cientos de millones; mientras acababan con los pocos anima-les del zoológico, convertían el lago en un depósito de aguas negras y los verdes prados en cemento miserable. La arqui-tectura en madera de sus puen-tes y chozas está destruida. Los estudios de ingenieros foresta-les y agropecuarios de la Uni-versidad Nacional quedan en anaqueles, porque a los políti-cos la naturaleza les ofende. En realidad, les ofende todo aque-llo que significa un derecho de la gente más pobre.

Ritter ha preferido decorar el Parque Bolívar con las luces de

navidad que hace años adorna-ban el bosque municipal. El al-calde, como Nerón, quiere que sus secretarias y funcionarios puedan contemplar las ilumina-ciones navideñas desde sus có-modas oficinas. Observar desde el edificio de la administración la circulación de la miseria del pueblo, patisucio, mientras su soberbia se eleva con el incen-dio de la ciudad convertido en una porqueriza. Ahora en lugar del bosque, los palmiranos con-templan bloques de cemento y pobreza. Unas navidades que exhiben las diferencias acumu-ladas entre los pocos ricos -que no viven en la ciudad-, y una mayoría de gente desarrapada.

Una ciudad que reemplazó la poca industria y el comercio formal por casinos, moteles y casas de juegos de suerte. Pal-mira es ahora un despojo. Los niños en los barrios populares, como en Medellín sus comunas, tienen en cada tienda de esqui-na máquinas de juegos. Niños y adultos adictos a las maquini-tas en donde las monedas cir-culan con sus falsas ilusiones. Esa es la formación social que

Fernando Estrada

Diciembre entre la pobreza

OPINIÓN | LA ANTORCHA

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tiene esta alcaldía para adoles-centes en riesgo de conformar las bandas del delito. El comer-cio formal, todo, extorsionado por bandas que operan desde las cárceles o desde los barrios marginales de la ciudad. No hay fuentes de empleo; pero eso poco le importa a los gobernan-tes. Palmira se encuentra sobre un tanque de dinamita, pero eso no afecta los intereses de políticos y mafiosos. Antes bien, la informalidad se ha converti-do en un medio apropiado para incrementar sus ganancias des-honradas.

La demografía poblacional es un caos en Palmira; con las crecientes demandas de plani-ficación urbana, derivadas del desplazamiento forzado y la violencia en poblaciones cer-canas como Pradera, Florida o los departamentos del Cauca y Nariño, los alcaldes de Palmira nunca estuvieron preparados. A los miserables gobernantes una ciudad con una población que no supera los trescientos mil habitantes les quedó gran-de. Las comunas 1 y 2, los ba-rrios populares como La Emilia, Loreto, San Pedro, Villa Diana, Simón Bolívar, Harold Eder, y otros, han quedado converti-dos en auténticas favelas. La anarquía reina en todos los cin-turones urbanos de la ciudad, mientras los políticos disfrutan sus haciendas de veraneo en tierras de la Buitrera, Potrerillo o Tienda Nueva.

Los más miserables roban a los pobres, y los pobres a otros más pobres que ellos. Como aves de rapiña esos adoles-

centes que salen en grupos de dos o tres, se lanzan sobre sus víctimas: un vendedor calleje-ro, el repartidor de gaseosas o lácteos; el mensajero de dro-guería… todo aquel que porte algo de valor es un objetivo de-clarado. Las bandas criminales se han distribuido la ciudad. Del Simón Bolívar salen hacia ba-rrios vecinos, y el robo genera-lizado cobra sus víctimas. Heri-dos y lesionados que deben ser trasladados a Cali, porque en Palmira los hospitales públicos no existen. Palmira es una selva hobbesiana de la guerra de to-dos contra todos.

¿Por qué invierten los ricos en una ciudad tan miserable? ¿Por qué grandes cadenas co-merciales se establecen en Pal-mira? ¿Por qué razones mueve cientos de miles de millones el sector inmobiliario? ¿En una ciudad sin trabajo, sin empleos y sin salarios dignos? Sin indus-tria ni desarrollos tecnológicos y sin universidades de gran nivel académico, ¿por qué el exceso de centros comerciales seme-jantes a los del Primer Mundo? Estas preguntas tienen respues-ta. La economía de Palmira no se concentra en la clase media,

como sucede en ciudades como Bogotá, Medellín, Barranqui-lla o Cali; las oportunidades de riqueza, en realidad, han sido provistas por capitales deriva-dos del narcotráfico y el lavado de activos. Son excepcionales los movimientos de dinero lim-pio.

Diciembre no es un mes para celebrar en Palmira. El nivel re-gresivo en la calidad de vida de sus gentes, su atraso en infraes-tructura vial, sus malos (pési-mos) alcaldes, su clase política extraviada, sus indicadores de criminalidad y el desorden de su geografía poblacional, todo, hace miserables a sus habitan-tes. Son falsos los indicadores fiscales entregados por Arbo-leda y Ritter, la ciudad está en-deudada. Una ciudad con una mayoría de sus pobladores vi-viendo en el desempleo y la po-breza, no es una ciudad digna de sus políticos.

En enero, después del gua-yabo de estas fiestas, los pal-miranos deberían marchar y manifestarse contra la anarquía reinante; en contra de la priva-tización del agua, en contra de quienes han sido sus saqueado-res. Ladrones de cuello blanco.

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Ritter ha preferido decorar el Parque Bolívar con las luces de navidad que hace años adornaban el bosque municipal. El alcalde, como Nerón, quiere que sus secretarias y funcionarios puedan contemplar las iluminaciones navideñas desde sus cómodas oficinas. Observar desde el edificio de la administración la circulación de la miseria del pueblo.

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Los parlamentarios tienen fuero para decir barbaridades, burlarse de la LGBTI y no ser sancionados por hacerlo.

El idioma castellano es tan flexible y se estira tanto que no es el mismo en to-

das partes. Existe el modo de ha-blar cachaco, costeño, vallecau-cano, guapireño, tumaqueño, opita, santandereano, boyacen-se. Y hay sus correspondientes acentos, como cantados y con dejos o terminaciones. Me ima-gino que esas variaciones tam-bién existen en otros idiomas. Como en el inglés, norteameri-cano y británico.

Pero ahora, en Locombia se distingue también el habla par-lamentaria. En los amplios y lu-josos recintos, quien entra debe acostumbrar su lengua, oído, su genio y su carácter al estilo de habla que allí se usa. Los signi-ficados cambian. El uso común y silvestre que habla cualquier nacido sea en la Guajira, Nari-ño, Tolima o Cundinamarca allí no se entiende.

A los que por allí circulan se les da el nombre de honorables, señorías, doctores aunque no se hayan graduado en universi-dad, con inclinación de cabeza y rodilla derecha. Bastó tener la

plata para la campaña y tener 60 o 70 mil votos para alcanzar el cielo de una curul. Uno de ellos dijo que tener puesto en una al-caldía, senado o gobernación daba más plata que dedicarse a envíos de cocaína. Fuera de eso tienen fuero para decir barbari-dades, burlarse de la LGBTI y no ser sancionados por hacerlo.

Para empezar, decir sí quie-re decir no en su vocabulario cifrado. Invertir en Colombia es exonerar de impuestos o disfra-zarlos casi de por vida, regalar las riquezas del subsuelo, per-mitir la contaminación de ríos, nevados, lagos y humedales. Trabajar en un proyecto de ley o de reforma constitucional es asistir a sesiones a charlar, co-mer, recibir en lobby a minis-tros, empresarios, contratistas, tramar colgadas de micos y lue-go golpear su mesa dorada de computador y micrófono con un palmazo.

Fuera de eso, como no les basta el tiempo en el período, logran que les inviten a banque-tes y los citen a sesiones extras para ganar otro mes de mesada

parlamentaria. Así el año para ellos es de 18 meses con estos y otros privilegios. Más trabaja y profundiza el gorgojo sobre una barra de acero y no engor-da como ellos. Son unos de los parlamentarios que más ganan en el Continente.

Las leyes que han elabora-do en los últimos años con tan gran esfuerzo no han servido para que haya más seguridad jurídica en salud, cuidado de las minas, del ambiente, y las de flexibilidad laboral han sido las que más han apretado a los trabajadores y les han quitado sus conquistas. Ahora con la de reforma tributaria quedarán ex-pósitas la clase media, el Sena, Bienestar Familiar y muchos ali-mentos.

El llamado control político no existe. La comisión de acu-sación es un elefante mínimo que no ha andado nunca para adelante. A los ministros les han creado Agencias para no traba-jar ni responder por sus actos. Hasta dice la prensa que solo calientan puestos. Los límites geográficos de la patria cada

Leopoldo de Quevedo y Monroy

El lenguaje parlamentario

OPINIÓN | BULEVAR DE LOS DÍAS

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vez se disminuyen y el Congre-so no dice nada. Las EPS siguen dando que hablar con sus ma-los servicios y la adulteración de drogas. Toda la carga de la moral pública la está llevando Sandra Morelli.

¿Para qué tener dos centena-res de sujetos que no se preocu-pan por el país, que no les inte-resa la ciencia ni la tecnología, ni la cultura, ni la agricultura, ni la producción del país, sino los TLC y la “inversión” extranjera que viene a establecerse y con-tratar la mano barata que ofre-cen las tercerías y a llevarse lo que dejaron los colonizadores?

Esta manera de desenten-derse de las problemáticas del país, de la guerra, de la econo-mía, del trabajo y los salarios, del territorio de la nación, y que anden llenándose los estóma-gos con la plata de los contribu-yentes tiene cansado al País. Y ahora más que llaman ignoran-tes a quienes les critican por la aprobación del fuero militar. Ni han tenido en cuenta la opinión al resto del país ni a las adver-tencias de los organismos inter-nacionales en su omnipotencia y soberbia.

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¿Para qué tener dos centenares de sujetos que no se preocupan por el país, que no les interesa la ciencia ni la tecnología, ni la cultura, ni la agricultura, ni la producción del país, sino los TLC y la “inversión” extranjera?

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LECTURAS | LEYENDAS

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Desde hace 500 años, los teólogos han buscado la manera de integrar el árbol de Navidad a la fe cristiana.

El origen del árbol de Navidad

Lord Aelfwine

Cuando los símbolos ol-vidan su pasado se con-vierten en otra cosa, cam-

bian, se modifican, se vuelven objetos inevitables de presente austero, como una gran familia cuyo pasado sólo habita en el frío lienzo de retratos que ya na-die ve.

El árbol de Navidad tiene la rara habilidad de haber sobrevi-vido innumerables tormentas y, sin embargo, conservarse a sal-vo bajo techo, al menos una vez al año. Pero, ¿cuál es su pasa-do? Si el árbol de Navidad es un símbolo, ¿qué simboliza? Y más aún, si simboliza algo, ¿cuál es la naturaleza primigenia de aquello que pretende reflejar?

El hombre es un animal de hábitos, incluso de hábitos no-civos; pero en la historia de los símbolos nada persiste sin un pasado de gloria o temor, de modo que cualquier jirón de ese pasado ominoso, terrible y arcaico, posee fuertes vínculos con una parte nuestra que no logra ser aniquilada por el en-

tretenimiento pueril que la so-ciedad construye para socavar las voces me menos se oyen. Habrá quien explique los oríge-nes del árbol de Navidad como una curiosidad teutona del siglo XV, pero es un error creer que esa curiosidad surgió de la in-ventiva individual de un tirolés extraviado. El árbol de Navidad es anterior a lo que representa actualmente.

En otras palabras, antes de la Navidad ya existía su árbol.

Mucho antes de la llegada del cristianismo, las plantas, árboles y arbustos que se con-servaban verdes incluso en invierno poseían un profundo significado para la gente. En el hemisferio norte, del 21 al 23 de diciembre, ocurre el solsticio de invierno, cuyos días son los más cortos del año, y sus noches las más largas. En esas dilatadas y rudas noches de frío, cuando el sol era poco menos que un recuerdo, un dios agotado que renovaba sus fuerzas allá lejos en el sur, el “verde” se convertía

en algo más que un simple mo-tivo decorativo, representaba algo: la vida y la tenacidad del hombre, que, al igual que esas trémulas hojas verdes, capeaba el invierno con la esperanza in-tacta.

En la Edad Media, mucho an-tes de que el árbol de Navidad se volviese un elemento central durante esta festividad, las bue-nas personas temerosas de Dios adornaban sus hogares con pe-queños árboles y ramas sagra-das, creyendo que esto limitaba el acceso de brujas y otros es-perpentos durante el solsticio de invierno. Algunos milenios más atrás, en Egipto se adoraba a Ra, el sol en su forma perfecta, cuyo retorno era aclamado me-diante la confección de árboles artificiales hechos con hojas de palmera, y ubicados en el inte-rior de las casas. Los romanos, por su parte, veían en el solsti-cio de invierno la gran festichola de Saturno, las saturnalias, en cuyo honor se adornaba el inte-rior de las casas con toda clase

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12PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • DICIEMBRE

de ramas, arbustos y pequeños retoños arbóreos; como forma de integrar a esa deidad rever-descente al núcleo familiar. In-cluso los enigmáticos druidas, los sacerdotes–hechiceros del pueblo celta, decoraban sus templos con árboles diminu-tos como símbolo de un estío perpetuo; y hasta los vikingos, pueblo áspero y beligerante, re-cordaban a su dios Balder con hojas y ramas colocadas dentro de sus hogares.

Estos son los orígenes del árbol de Navidad, los cimientos, si se quiere, sobre los que fue posible construir la tradición moderna de colocar árboles en el interior de las casas —posi-blemente el único sitio sobre la Tierra en el que un árbol se sen-tiría incómodo—; árboles que, por otro lado, en nada reflejan la jornada del Galileo en orien-te. De hecho, desde hace 500 años los teólogos han buscado la manera de integrar el árbol de Navidad a la fe cristiana, sin hallar otra cosa que incómodos restos paganos. Como resulta-do de esta pesquisa infructuo-sa, y a la vista de la popularidad casi patológica de los árboles de Navidad, nuestros buenos pensadores de la fe decidieron atinadamente enfocar su aten-ción hacia misterios más acce-sibles.

Ahora bien, el árbol de Navi-dad adornado con luces provie-ne de una época más reciente. La leyenda afirma que durante cierta noche previa a la Navi-dad, Martín Lutero (siglo XVI) volvía a casa caminando por el bosque cuando advirtió el brillo

de las estrellas entre las ramas de los árboles. Embelesado por la visión, Lutero buscó trasladar la imagen al interior de su casa, cosa que hizo colocando velas en las ramas de un árbol que consiguió ubicar enojosamente en la sala central.

Como vemos, esta leyenda, que bien podría tener una base real, no explica el origen del ár-bol de Navidad, sino el de la cos-tumbre de adornar sus ramas con luces de colores y objetos esféricos, símbolo de las reful-gentes esferas siderales atisba-das por el protestante. La idea, si cabe llamarla así, tampoco es exclusiva de Lutero, sino de los celtas, que veían al universo como un enorme árbol llamado Yggdrasil, cuyos vástagos sim-bólicos también habitaban las casas para estas fechas.

Cuando los símbolos olvi-dan su pasado, decíamos, se convierten en otra cosa. No obs-

tante, allí estan. Persisten como el recordatorio de un pasado donde los dioses se recluían du-rante el invierno, y retornaban como soles radiantes y feroces en el estío. Esta Nochebuena, cuando el paroxismo de nues-tras tertulias alcance su cénit, cuando los pueblos y ciudades atronen con el tañido de las campanas eclesiásticas, y los niños–Dios vuelvan a vivir en pesebres esquemáticos, recor-demos con sobrecogimiento a esos árboles que brillan en nuestras casas, y, sobre todo, lo que representan. En cada hogar cristiano, y no tanto, los viejos dioses paganos volverán a bri-llar silenciosamente, haciendo lo que mejor saben: hacernos creer que han muerto.

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Quienes especulan con el dinero de otros, construyen sus carreras sobre la paradoja de profecías autocumplidas.

Finaliza el año 2012 y han comenzado las profecías para el 2013. El horósco-

po adquiere un papel predic-tivo semejante a las variables usadas en estadística. Resulta aconsejable no depender de pronósticos. En su lugar se ne-cesita una explicación sobre qué hacer para no repetir erro-res. Algo demasiado fácil de en-tender apelando al espíritu de la época. Por desgracia, quienes arriesgan su dinero, como los socios e inversionistas de la in-tervenida InterBolsa, depositan su confianza con pragmatismo inmediato; mientras sus conse-jeros, motivados por sus altos rangos y estatus: banqueros profesionales, consultores en gestión financiera o analistas, se muestran dispuestos a pes-car en río revuelto.

Esta inclinación a las pre-dicciones parece haber llegado para quedarse. No desaparece-rá pese el trabajo esforzado de investigadores, matemáticos entrenados con mayor informa-ción, o con poderosa tecnología informática. Mientras tengamos incertidumbre todo sistema es

vulnerable a la formación de eventos catastróficos. De modo que lo mejor es no esperar so-luciones desde complejos mo-delos matemáticos, teoría del caos o los modelos de agentes racionales que ofrecen las es-cuelas de negocios o las facul-tades de enseñanza financiera.

Aunque, lo cierto, venderle una predicción a un inversio-nista ansioso es como ofrecerle agua a un explorador sediento en el desierto. Las prediccio-nes sobre el futuro hacen par-te de una terapia que surge de nuestra necesidad de certeza. Predecir eventos o condiciones futuras de la humanidad llegó a ser razonable en la antigüedad, pero resulta inadecuado actual-mente.

La razón es que las predic-ciones profesionales aumentan el riesgo cuando se toman de-cisiones, y exponen a mucha gente a quedar en bancarrota. Quienes especulan con el dine-ro de otros, construyen sus ca-rreras sobre la paradoja de pro-fecías autocumplidas; ninguna certeza es posible, ex ante; los mercados se comparan con

juegos para quienes están dis-puestos a correr riesgos. Estos profesionales financieros, como nuevos expertos en horósco-pos, cuentan siempre con estra-tegias ganadoras, cuando han sucedido los hechos. En lengua-je simple, se comportan como profetas ex post factum. Predi-cen poco después de sucedidas las catástrofes.

Los pronósticos que requie-re gente razonable, sin embar-go, no deben basarse en conje-turas especulativas, sino en lo que debería suceder y en lo que deberíamos hacer para que lo sucedido no vuelva a suceder. Hay al menos cuatro sugeren-cias prácticas que dependen de una larga experiencia por disminuir las fragilidades del conocimiento. Premisas, deno-minadas también como reglas heurísticas; condiciones que no poseen un mayor grado de complejidad; o, simplemente, sugerencias para obtener una mayor eficiencia.

La primera sugerencia con-siste en cuestionar la creencia de que las empresas, compa-ñías o mercados deben ser “de-

Fernando Estrada

Especulaciones financieras

OPINIÓN | LA ANTORCHA

PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • DICIEMBRE

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masiado grandes”. Y que “ser grandes” asegura un “mejor futuro”. Los especuladores fi-nancieros y quienes apuestan en los mercados, se benefician por su poder de influencia en la política y en los medios de opi-nión. Una compañía de inver-sión en riesgo como InterBolsa, tenía que estar en condiciones de sufragarles a los afectados más que el pago corriente dado por un depositante, cuando un sistema bancario entra en crisis. O contrario, la gente que arries-ga debería quedar en libertad de retirar sus inversiones cuan-do le parezca, mientras sus de-cisiones no afecten directamen-te a los contribuyentes. Esta norma impondría restricciones a las empresas y compañías grandes que trabajan con el dinero de los demás, de modo que puedan mantenerse lo sufi-cientemente pequeñas para no forzar un rescate por parte de los contribuyentes, en caso de incumplimiento.

La segunda regla es reco-mendar un compromiso entre quienes asumen cargos públi-cos para no abusar de sus ven-tajas. Los funcionarios adquie-ren destrezas e información privilegiada que les coloca por encima de una mayoría, frente a las oportunidades de particu-lares. Obligarles a que firmen un compromiso de limitar ingresos superiores a los que devenga-ban una vez que renunciaron a sus cargos públicos. Esto signi-fica asegurar la sinceridad en el servicio que prestan los funcio-narios del gobierno. Demuestra

también que estar en el sector público no debe tomarse como una estrategia de inversión per-sonal.

Actualmente los funciona-rios de gobierno buscan maqui-nar con políticos y empresarios, determinadas reglas con venta-jas para sectores privilegiados; ante todo en negociación de contratos millonarios y luego, cuando se retiran del cargo caen en paracaídas con los acuerdos previamente pactados. En ca-sos semejantes, contribuyen a que la complejidad en la con-tratación pública beneficie a un grupo económico de sus inte-reses. Esta puerta giratoria de cargos públicos tiene que ceder

adoptando medidas más drás-ticas contra quienes se lucran con la información pública.

En tercer lugar, se debe-ría obligar a las empresas que gestionan riesgos a tragarse algunas pérdidas. Contrario a la percepción del público, los gerentes corporativos y empre-sarios de inversión, han llega-do a ser los nuevos colosos del capitalismo. Durante los últi-mos doce años en EE. UU., los inversionistas en mercados de valores causaron la pérdida de aproximadamente dos billones de dólares en EE. UU. Se podría deducir que los gerentes que re-cibieron tales incentivos se vie-ron finalmente perjudicados. Pues no, no fue así: porque en-tre las opciones que tenían en sus cargos, se contaba el reci-bir bonificaciones superiores a $400 mil millones. El gestor que perdía dinero no estaba de este modo obligado a rembolsar los bonos.

Los gobiernos deberían pro-hibir los métodos de gestión del riesgo en el sector financiero. Se trata de un fraude que permite a los bancos tomar riesgos en tiempos difíciles. Estos méto-dos se usaron antes y después de la crisis del 2008. JP Mor-gan perdió miles de millones de operaciones en 2012, mien-tras predecía un valor de riesgo menor. La gestión del riesgo no sólo es un fraude: hay una can-tidad de falacias integradas a las finanzas que se enseñan en las universidades. Trabajar con-tra ese tipo de formación es un auténtico desafío.

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Las bombillas adornan por primera vez un abeto de Navidad en 1882.

Ocurrió hace ahora 130 años. Un 22 de diciem-bre de 1882, Edward Hi-

bberd Johnson, vicepresidente de la Edison Electric Light Com-pany, fue la primera persona en el mundo que adornó su abeto navideño con luces eléctricas, tan sólo tres años después de que Edison demostrara que las bombillas eran un invento total-mente práctico. Johnson utilizó 80 lámparas incandescentes ro-jas, blancas y azules, que él mis-mo había diseñado y las instaló en su casa de la neoyorquina Quinta Avenida. La idea no se popularizó hasta los años vein-te del siglo siguiente, ya que los materiales eran realmente ca-ros para la clase media. Hasta ese momento la mayoría seguía utilizando las tradicionales ve-las, que provocaban continuos incendios en esa época del año.

La Navidad se hace eléctrica

SOCIEDAD

SINC

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El deseo sexual es el área del funcionamiento sexual menos perjudicada.

Científicos de la Universi-dad de Granada y la Uni-versidad Santo Tomás de

Colombia han confirmado que el consumo de drogas empeo-ra el funcionamiento sexual de los varones, incluso después de años de abstinencia. Estas conclusiones contradicen otros estudios previos que asegura-ban que, a las tres semanas de abandonar el consumo, la fun-ción sexual volvía espontánea-mente a su nivel normal.

Consumir drogas afecta a largo plazo la función sexual en varones. Así concluye un nuevo estudio publicado en el Journal of Sexual Medicine, que evaluó el funcionamiento sexual de un total de 905 varones, de los que 550 estaban diagnosticados de dependencia de siete sus-tancias de consumo preferen-te: alcohol, cocaína, cocaína y alcohol, heroína, marihuana y speedball (heroína+cocaína).

Los autores, Pablo Vallejo Medina, profesor de la Universi-dad Santo Tomás de Colombia, y Juan Carlos Sierra Freire, de la Universidad de Granada, eva-luaron cuatro áreas del funcio-namiento sexual: deseo sexual, satisfacción sexual, excitación sexual y orgasmo.

Su trabajo demostró que to-das ellas se encontraban signi-ficativa y moderadamente más perjudicadas en el grupo con-sumidor de drogas que en el de aquellos sujetos que no consu-mían.

Comprobaron cómo las dis-tintas sustancias afectan de forma diferencial a distintas facetas de la sexualidad. Por ejemplo, el placer sexual se ob-serva más perjudicado en los consumidores de speedball, se-guido de cerca por los consumi-dores de cocaína.

El deseo sexual es el área del funcionamiento sexual menos

perjudicada, y los consumido-res de cocaína tienen un deseo sexual muy elevado en fases agudas de consumo.

Con respecto a la excitación (capacidad eréctil), el alcohol es la droga que parece perjudi-car más esta faceta. Este trabajo revela por primera vez que este perjuicio se extiende, incluso, en antiguos consumidores de alcohol que llevan en abstinen-cia grandes periodos de tiempo.

Por último, los autores apun-tan que el orgasmo se ve más perjudicado en consumidores de heroína seguidos —al mismo nivel— por los consumidores de cocaína, alcohol y speedball.

SINC

Las drogas empeoran de forma permanente la función sexual en varones

CIENCIA | BIOMEDICINA

PALMIGUÍA • EDICIÓN ESPECIAL • DICIEMBRE

El alcohol no excita a los hombres

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