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Materia: Pensamiento Argentino y Latinoamericano
Ctedra: Palti
Terico: N 6 24 de Abril de 2012.
Tema: La genealoga de lo poltico.
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Profesor: Estuvimos viendo esto que llamamos la genealoga de lo poltico. Para sintetizar, qu
es lo que surge, que no exista antes, y que va a significar un quiebre fundamental en el mundo occidental
puesto que va a dar lugar al nacimiento de nuestra era moderna? Es la idea de que existira un afuera de la
sociedad, algo que se coloca por fuera de la sociedad y que contiene los fundamentos ltimos de la
sociedad. Es el que indica ese suelo de objetividad a partir del cual la comunidad puede constituirse como
tal. Es esa instancia mediadora que permite reducir la pluralidad de sujetos a la unidad de la comunidad
poltica. Y que las condiciones de posibilidad de la sociedad no se encuentran en el interior mismo de la
comunidad, sino que remiten a una instancia donde se encuentra sus fundamentos objetivos. Ese otro, el
terreno de lo poltico, va a recibir distintos nombres. Aquel que indica ese suelo de objetividad va a recibir
distintos nombres en distintos contextos: va a ser la Naturaleza o la Historia o la Razn. Permite fundar la
sociedad, pero tambin es la que estigmatiza ese desfasaje constitutivo suyo de la comunidad respecto de
s misma. Justo hoy pens en un ejemplo. Estaba escuchando la declaracin de la madre de la chica a la
que asesin la Hiena Barrios. Dice que la condena a la Hiena Barrios es legal pero no justa. Bueno, la
Justicia es uno ms de los tantos nombres que puede recibir ese suelo de objetividad que supuestamente
funda la comunidad. Todo el derecho, todo el sistema jurdico, se funda en el principio de Justicia; se
supone que es una expresin, una materializacin de la Justicia. La Justicia provee ese otro al derecho que
le da su sentido. Pero tambin es aquel que amenaza siempre fisurar todo sistema legal. Yo siempre puedo
impugnar, como hace en este caso la madre de la chica esta, cualquier sistema jurdico invocando la
Justicia -ese otro que se sita ms all, que es el fundamento ltimo de lo legal, pero, al mismo tiempo,
tambin aquello que amenaza constantemente con fisurarlo.
Es la estructura general en funcin de la cual se desenvuelven todos nuestros sistemas polticos y
sociales. Es este tercer trmino. Las palabras y las cosas, para decirlo en trminos de Foucault, rompen su
vnculo natural, ya no remiten una a otras inmediatamente; siempre va a ser necesaria la mediacin de un
tercer trmino para que establezca ese vnculo entre ambos. Por qu la palabra mesa se vincula con esta
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AdministradorText Box02-012-026 - 30 T
mesa? Tengo que establecer una regla que sea la que permita fijar este vnculo. Esta estructura trinitaria,
que, en ltima instancia, es una herencia teolgica, llega hasta el nudo Borromeolacaniano.
Estudiante: No entiendo esto de que esta estructura trinitaria como un dejo teolgico llega a influir,
por ejemplo, al significado y al significante respecto a la hora de proferir el concepto de poltica.
Profesor: Esto que surgi en Occidente, este tringulo, es una herencia del pensamiento cristiano:
es la problemtica teolgica de cmo Dios se encarna en el mundo. El misterio trinitario es, en ltima
instancia, el problema de la oikonoma divina: cmo Dios se hace hombre, se encarna en el mundo.
Cmo explicar este misterio de que Dios es dos y, al mismo tiempo, una nica sustancia? Para explicar
esto es que se necesita este tercer trmino, que es el Espritu Santo. Este desdoblamiento que se produce
en la figura divina surge en la medida en que se imagina ahora a un Dios que es trascendente y nico, que
se coloca fuera del mundo. Esa no era una problemtica del Mundo Antiguo, donde los dioses intervenan
directamente en los asuntos humanos.
Esta idea de trascendencia, que es donde residen las condiciones ltimas de posibilidad de la
existencia comunal humana, es, en ltima instancia, un desarrollo que se produce a partir de un quiebre
que se da en el interior del propio pensamiento teolgico. Lo que se descubre ahora el siglo XVII, una vez
que Dios ha abandonado el mundo, es lo que podemos llamar la naturaleza simblica del poder: que el
poder no es un atributo inherente a la persona del monarca. El monarca o aquel que ejerce el poder no es
ms que un smbolo: alguien en quien vienen a encarnar fuerzas que lo exceden. El monarca no es
monarca porque hay algo en la esencia de l desde el cual emana el poder, sino que el poder es algo que
viene a instaurarse eventualmente en l. Lo que podemos llamar la naturaleza representativa o simblica
del poder. Es a partir de ah que pueden surgir las teoras del pacto social. Se puede establecer la
distincin entre la persona del rey y la investidura del monarca, aparecer esta idea de Kantorowicz, que va
a terminar dando lugar a la revolucin regicida britnica de los dos cuerpos del rey. Siempre esa escisin
constitutiva con que ahora se nos presenta lo social, que no puede constituirse como tal sin la mediacin
de un tercer trmino que le provea desde afuera de la propia comunidad su principio de unidad lo que va
a hacer este tercer trmino es internalizar l mismo esa escisin. Ese sujeto mediador, sea cual fuere, no va
a poder evitar verse a s mismo permanentemente desgarrado por su doble naturaleza: va a ser un sujeto
particular e universal al mismo tiempo, sagrado y profano a la vez.
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Esta figura problemtica de la del tercer trmino, el mediador, es la que se va a manifestar no slo
en el pensamiento poltico sino tambin en toda la literatura de la poca. Un ejemplo que quera traerles
hoy es El criticn de Gracin, que es una de las grandes obras de la literatura espaola. Para Kierkegaard,
era ms importante an que El quijote. De qu trata? Andrenio, que es el personaje de la novela, viene de
andros, que es el hombre. Andrenio es rescatado, porque estaba aislado en una isla, y es trado al
mundo. Cuando es rescatado en el mundo, es ah donde va a sentir por primera vez un sentido de
turbacin; porque ve que en el mundo todo est trastocado. Una vez que vive entre hombres, se ve
permanente amenazado. Ac aparece ya esta idea de que el hombre es el lobo del hombre, que despus va
a retomar Hobbes. Hobbes no inventa esa idea; era un tpico del siglo XVII. Est esta idea de que vivimos
en un mundo de imposturas y engaos, donde todo est trastocado, y todos se visten con ropaje de la
verdad para encubrir su inherente falsedad. Andrenio va atravesando distintas islas, las cuales son como
un laberinto del cual l tiene que ir saliendo para llegar finalmente a la Isla de la Inmortalidad. En cada
una de las islas donde llega, l va a encontrar un gua que lo va a guiar y le va a permitir distinguir entre
verdad y falsedad, entre aquellos que realmente son virtuosos y aquellos que se visten de virtuosos para
esconder sus vicios. Por un lado, es esa radical insustancialidad del mundo lo que lo obliga
permanentemente a seguir en su bsqueda, porque no hay ninguna isla que le sea completamente
habitable, no hay ninguna en donde pueda encontrar el hombre una comunin con su propia esencia
trascendente como tal. Esa es la bsqueda: convertirse de hombre, que es Andrenio, en persona
persona es sujeto moral y poltico. La persona es el portador de valores. Es eso lo que lo va empujando
cada vez ms en su bsqueda.
La figura problemtica es la figura del gua. l, cada vez que llega a una isla, encuentra un gua
que le va a permitir transitar y discernir entre el engao y la verdad. Les leo. Se refiere a la figura del gua.
Comenz ese mismo instante a revolverlo todo se refiere a la Fortuna sin dejar cosa en su
lugar ni aun tiempo. Guala siempre al revs. Si ella quiere ir a casa de un virtuoso, l la lleva a la de un
malo y otro peor. Cuando haba de correr, la detiene. Cuando haba que ir con tiempo...
Profesor: El problema que aparece ac es que los propios guas pueden ser ellos mismos
engaosos. Muchas veces los guas se van a disfrazar con los ropajes de la verdad justamente para engaar
a los que tienen que guiar.
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Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Otro de los problemas que aparece, que yo no les coment, es que el lugar donde
encuentra todo ms trastocado es en la propia corte. Son los poderosos justamente los ms corruptos. El
poder es el lugar caracterstico donde reina el engao, el vicio, todos los pecados, las peores inclinaciones
humanas.
El problema que surge ac es cmo distinguir los verdaderos guas de los falsos guas. Eso, a su
vez, requerira un gua que nos permita distinguir unos de otros, pero que, a su vez, tambin pueden ser
engaosos, y as al infinito. Esto que expresa Gracin en El criticn es lo que se va a reproducir tambin
en el plano poltico. Una vez que logramos de alguna forma rellenar esa fisura, necesariamente se vuelve a
abrir en otro lado. Eso es lo que dispara esta dinmica manierista del Barroco. El Barroco es eso: siempre
una figura se coloca para tapar una brecha, pero que, a su vez, va a abrir otra, y demanda, a su vez, otra
figura que rellene esa brecha, y as al infinito. El Barroco es ese abigarramiento de las figuras, que parece
no tener fin. Es tambin el pensamiento del siglo XVII, donde aparece el clculo infinitesimal. La idea de
infinito ya no va a estar ligada a la inmensidad del cosmos creado, sino a la capacidad de los seres de
dividirse siempre al infinito. Esta estructura manierista del pensamiento, que tiene que ver con esta
problematizacin permanente de la figura del mediador, es lo que atraviesa toda la estructura del
pensamiento barroco. Se manifiesta en la plstica, en la literatura y en el pensamiento poltico.
Volviendo especficamente al pensamiento poltico, lo que me interesa ahora analizar es cmo de
la apertura del terreno de lo poltico llegamos ahora a las revoluciones de independencia. Para ello vamos
a ver otro texto que es el de Joaqun de Finestrad. Es un texto de fines del XVIII. Para entonces, haban
llegado los Borbones a Espaa y se haba afirmado el absolutismo, Qu es lo que se impone en esos
aos? Esa gran escisin que se da en el terreno poltico, va a hacer ahora que se distinga tambin ms
claramente entre soberana y gobierno. Por un lado, la soberana va a remitir a esa unin mstica entre el
soberano y su pueblo, por el cual se constituye la comunidad como tal, y, por lo tanto, forma parte del
orden natural del mundo. Este vnculo no se puede romper sin destruir la comunidad misma. Pero otra
cosa distinta, que aparece como algo nuevo, es el gobierno. Ambos respondern ahora a lgicas muy
distintas. En primer lugar, el objeto del gobierno ya no es el pueblo, sino la poblacin. Es en esos aos que
surge lo que Foucault llama una biopoltica. Son los aos tambin que surgen un aparato de Estado, una
administracin, una burocracia. Los primeros terrenos en los cuales se desarrolla la burocracia van a ser en
el servicio diplomtico y en el ejrcito, que tiene que ver justamente con la expansin colonial. Espaa va
a ser uno de los principales pases que van a desarrollar un moderno aparato de Estado.
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No es casualidad que va a surgir ahora una tratadstica sobre el gobierno. Aparecen los primeros
tratados sobre el buen gobierno. Lo primero que van a escribir estos tratados del gobierno, que explican a
los ministros cmo realizar sus tareas, van a ser normalmente miembros del servicio diplomticos:
embajadores, como Saavedra Fajardo, etc. Los famosos espejos del prncipe, los viejos escritos donde se
ensea a cmo educar al rey van a ser remplazados ahora, y va a surgir una tratadstica sobre el arte del
buen gobierno. Eso est ligado, como les deca, al desarrollo de una burocracia de Estado.
Estudiante: A qu siglo usted marca esta diferencia entre soberana y gobierno?
Profesor: Es en torno al s. XVII. Es algo que no se puede precisar, porque no surge de un da para
el otro. Pero, en el curso del siglo XVII y se consolida en el siglo XVIII, que es cuando se afirma tambin
un aparato de Estado.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: S, en los s. XVI y XVII aparecen los primeros tratados con la idea de los lmites a la
autoridad monrquica. Pero a lo que me estoy refiriendo ahora es a otro aspecto: no a los lmites de la
soberana, sino a tratados de orden ms tcnicos: cmo deben comportarse los ministros. Esto s es un
poco posterior. Una vez que el soberano se coloca por fuera de la sociedad, se identifica cada vez ms con
Dios y con el derecho natural, aparece esta problemtica teolgica, pero ya trasladada al terreno poltico:
cmo ese soberano inscribe sus designios en el interior de la propia sociedad. Es ac donde aparece la idea
de gobierno. Entre gobierno y soberano existira el mismo vnculo entre Dios-Padre y Dios-Hijo: es la
encarnacin terrena de la autoridad soberana. Los ministros son los que hacen efectivo, encarnan y
materializan el poder abstracto y trascendente que inviste al soberano. El soberano, que se ha colocado por
fuera de la sociedad, se hace presente en la sociedad a travs de sus encarnaciones y representantes, que
son sus ministros, y que es el Estado, en ltima instancia. El aparato de Estado es la materializacin
terrena de esa figura cuasi-divina, que es la de la persona real. Antes de ver el texto de Finestrad, me
interesa ver este desdoblamiento que se da.
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Los tratados del arte del buen gobierno remiten a un saber de orden tcnico y convencional. Ya no
se trata de una penetracin mstica en la mente divina. Cambia la economa del arcano. Se mantiene la
idea del arcano, pero cambia su naturaleza: slo acceden a esas verdades aquellos que se encuentran
formados para ello. Se trata de un saber adquirido. No cualquiera puede opinar cmo hay que hacer para,
por ejemplo, alimentar un ejrcito; slo aquellos que han estudiado para ello pueden hacerlo, que son los
funcionarios. La idea de arcano se mantiene. Si yo gobierno y ustedes son gobernados, es porque yo s
algo que ustedes no saben. Es esa la idea del arcano, la que funda el poder. En esa idea del arcano, sin
embargo, tambin se produce una escisin, y se abre terreno a una economa del arcano. Ahora el arcano
se desdobla en un saber de orden mstico y un saber de orden tcnico. Cada uno de los cuales remite a
instancias distintas: uno remite a la soberana, que es el mbito de la justicia, y el otro al gobierno, que es
el mbito del saber del tipo convencional y adquirido.
Tambin, como les deca, es entonces cuando aparece la idea de soberana, que no exista antes. Y
con la idea de soberana surge la idea de lmites de soberana. Cuando el monarca apareca nada ms como
una especie de rbitro entre los distintos cuerpos que componen la sociedad, no tena sentido hablar de
ponerle lmites: el rbitro tiene que ser justo, pero no tiene lmites. Slo cuando aparece el monarca como
algo separado de la sociedad, es que aparece la problemtica de cules son los lmites que se le imponen a
su libre voluntad. En ese sentido, la nocin de soberana, como todos los conceptos polticos, es una
nocin lmite. Son nociones lmites no en el sentido de ser demasiado buenas para ser ciertas (la
democracia no es una nocin lmite porque sea un ideal inalcanzable), sino que son nociones lmites en un
sentido ms fuerte: si se realizaran, se destruiran a s mismas. Ese es el caso de la soberana. La idea de
soberana excluye la idea de un lmite. Si hubiera un lmite para la soberana, eso significara que habra
alguien que pudiera juzgar al soberano; es decir, habra un soberano colocado por encima del soberano,
con lo que este ltimo dejara de ser soberano. La nocin misma de soberana excluye la idea de que
pueda tener lmites; pero, al mismo tiempo, si no tuviera el soberano un lmite, desaparecera la idea del
soberano como gobernante legtimo, porque ya no se distinguira del vulgar tirano. Si el soberano se
pudiera realizarse en tal plenitud, automticamente se convertira en su opuesto: dejara de ser soberano
para convertirse en un mero tirano.
Junto con la idea de soberana, deca, aparece tambin la de gobierno. La palabra gobierno
exista antes, pero ac hablamos de gobierno en el sentido que analiza Foucault: el gobierno como
expresin de una biopoltica. Lo que le toca ya al soberano no es solamente asegurar la paz y el orden,
sino garantizar materialmente la subsistencia de su reino y de sus miembros. Tiene que ver a su vez con
una ampliacin drstica de las funciones que se le van a asignar al poder. Por qu es importante este
desdoblamiento que produce el absolutismo? Porque este desdoblamiento permite resolver un problema
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crucial. La distincin entre soberana y gobierno es lo que permite justificar y conciliar, por un lado, la
idea de unicidad, trascendencia y naturalidad del poder del monarca (el monarca es uno, trascendente y
natural), con la existencia de pluralidad de formas de gobierno. Ello es as porque soberana y gobierno
van a remitir a planos distintos. No sera ya contradictorio el hecho de que el monarca sea el nico natural,
eterno y que su poder sea incontestable, con la idea de que existen muchas formas de gobierno posible.
Las formas de gobierno posible remiten a los modos en que la soberana se manifiesta, los modos en que
se encarna. Estos modos pueden ser variables, pueden cambiar, son convencionales, y, por lo tanto,
discutibles. No as el poder soberano, que no se puede cuestionar; porque, si se cuestiona el poder
soberano, se destruye la comunidad misma. Este desdoblamiento entre soberana y gobierno permite as
resolver la gran contradiccin que planteaba la introduccin en Occidente de las viejas teoras de las
formas de gobierno. El gran problema que planteaba era: si existieran diversas formas de gobierno posible,
el monarca tambin sera eventualmente una forma de gobierno ms, y no la nica natural; por lo tanto,
podramos tirar abajo al monarca e instituir una repblica. Eso era impensable entonces. El modo de
fundamentar las monarquas absolutas es producir ese desdoblamiento entre un plano trascendente que se
encuentra en comunidad inmediata con Dios, porque encarna el principio mismo de justicia, que es la
soberana, y otro plano de orden convencional donde las cosas son de una manera pero bien pueden ser de
otra, que es el plano del gobierno. Este ltimo tiene que ver con los modos en que ese poder trascendente
gobierna concretamente la sociedad.
Estudiante: Eso persiste an entre las diferencias entre el Estado y el gobierno.
Profesor: Claro. En Europa, sobre todo, se encontr una frmula parecida para expresar esto. Pero,
como les digo, la apertura a este horizonte de lo poltico es un hecho crucial, porque abre una estructura
nueva dentro de la cual se va a inscribir todo el pensamiento poltico subsecuente hasta el da de hoy.
Estos dualismos polticos se va a repetir y reformular sucesivamente en las distintas teoras; pero esta
estructura bsica la van a encontrar siempre. En el da de hoy, por ejemplo, en Rawls, est la distincin de
justicia sustantiva y justicia procedimental. Siempre se tiene que establecer una distincin de niveles entre
ciertos principios que son objetivos, que se encuentran por fuera del plano de la mera opinin y que son
los que hacen posible, al mismo tiempo, todo intercambio de opiniones. Pero es necesario postular la
existencia de un ms all, que es donde el debate poltico encuentra sus fundamentos ltimos, pero que
escapan de su mbito. Porque si estos fundamentos ltimos se volvieran ellos mismos materia de debate,
sera imposible ya cualquier discusin. Cuando esa fisura trata de cerrarse, como les deca, se vuelve a
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abrir siempre en otro lado, reaparecen los dualismos. No se puede evitar tratar de encontrar un suelo de
objetividad en que afinque la poltica, postular la existencia de un mbito trascendente a la misma y que la
funde, en definitiva, no se puede rehuir an hoy de la problemtica de la justicia. Todo el pensamiento
poltico reproduce permanentemente esa necesidad e imposibilidad contemporneas de rellenar esa fisura
que se abri en Occidente. La conciencia de esa escisin va a ser constitutiva de lo social. La nica forma
de rellenarla, volver una esa sociedad consigo misma, es mediante la intercesin de algn otro tercer
trmino, que se va a revelar a su vez l mismo problemtico, y as sucesivamente, como los guas de
Gracin.
Yendo a Finestrad, ste era un fraile capuchino que fue enviado en una visita real. Los visitadores
fueron una figura que instituye la monarqua hispana. Son sus enviados para analizar una situacin en una
regin particular y hacen una serie de recomendaciones. En 1780-81 se produce en Nueva Granada lo
que es hoy Colombia- un levantamiento, el famoso levantamiento de los comuneros, que llega a amenazar
a la capital misma. Slo va a ser derrotada por la mediacin del arzobispo Gutirrez de Pieres, que logra
convencer a los insurrectos que no entren a la capital, que estaba indefensa. Logra que se desarmen. Luego
que se desarman, el virrey provoca una masacre entre los insurrectos. Enva luego de la represin una
visita real integrada por miembros del clero. Entre ellos va a estar Finestrad, que va a recorrer la zona
donde se produjo el levantamiento con la misin de pacificarla. Como resultado de eso, escribe el libro El
vasallo instruido, donde hace una serie de recomendaciones junto con un anlisis de lo ocurrido. Es muy
interesante este texto, porque muestra, por un lado, cmo haban cambiado ya los regmenes de poder por
ese entonces y, por otro lado, tambin los problemas que empieza a enfrentar la monarqua hispana, que
van a terminar llevndola a su propia destruccin. Ahora lo que vamos a ver es cmo esos mismos
dualismos que instaura la monarqua absoluta justamente con el objeto de afirmarse a s misma, van a
terminar siendo, paradjicamente, los que van a terminar destruyendo a esas monarquas absolutas: cmo
se produjo esa torsin.
El levantamiento de los comuneros se dio con el grito que va a ser el grito con el que van a dar al
comienzo todos los levantamientos emancipadores en Latinoamrica contra el rey espaol: Viva el rey!
Muera el mal gobierno! El nico lugar donde se lleg a cuestionar la figura misma del rey fue en los
levantamientos en los Andes, en Per, con Tupac Amaru II; porque ah s apareca una figura monrquica
alternativa a la del rey de Espaa, que era el heredero del inca. Pero, salvo ese caso, que era muy
excepcional, y donde tampoco se cuestionaba a la monarqua en s misma, sino a un determinado monarca,
todos los movimientos insurgentes no iban dirigidos contra la monarqua sino contra los funcionarios
reales. Lo que se cuestionaba era la accin de los gobernantes. En breve sntesis, cul es la gran leccin
que deja el levantamiento comunero, para Finestrad? Es que esta escisin que se haba producido entre
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soberana y gobierno estaba amenazando la existencia misma de la monarqua; esta escisin que se haba
producido inicialmente para fundamentar el poder real como trascendente, sagrado, intangible, etc., en
este momento estaba justamente amenazando la subsistencia de la monarqua. Porque, desde el momento
en que se estableca la distincin entre soberana y gobierno, estara justificando el levantamiento de los
comuneros. Ellos dicen: nosotros al monarca lo respetamos y sostenemos. Lo que decan los comuneros
era que ellos le estaban haciendo un servicio al monarca, hacindole conocer las cosas que estaban
haciendo mal los funcionarios. Ellos estaban levantndose contra el gobierno en defensa de su monarca.
Lo que muestra Finestrad es que de este modo, con esta distincin, en ltima instancia, ponan en cuestin
a la monarqua misma, aunque los mismos actores no lo piensen as.
Vamos a analizar el texto. Como el ttulo lo muestra, que se llama El vasallo instruido, la gran
estrategia que propone para terminar con estos tipos de levantamientos es el desarrollo de un sistema de
escuelas pblicas. En las colonias, no haba un sistema de escuelas pblicas, sino de escuelas religiosas,
que estaban ms enfocadas en la formacin superior, en las universidades. No haba una idea de educacin
popular. Esa es una idea del s. XIX. Pero ya, a fines del s. XVIII, Finestrad est proponiendo algo
semejante. l dice: La deplorable decadencia que sufre en su esplendor este pueblo americano no
reconoce otro principio que la falta de escuelas pblicas. Pero le da un doble objetivo a este sistema de
escuelas pblicas: por un lado, infundir en la poblacin los hbitos de obediencia a los valores cristianas.
Dice: En donde reina la ignorancia, se ignora tambin los derechos de naturaleza, de religin, de la
poltica. Es decir, los insurgentes se rebelaron porque son ignorantes de cules son sus obligaciones ante
el poder. Pero inmediatamente le asigna un segundo rol que tiene que ver con el arte de gobernar: no slo
se tiene que infundir en el pueblo el principio de obediencia, sino que una de las races del mal tambin
tiene que ver con la falta de sujetos capacitados para ejercer el arte del gobierno. El sistema de escuelas
pblicas vendra a subsanar tambin ese problema. Les leo:
Qu aciertos puede tener el gobierno de un sujeto que ignora las verdades seguras por donde se
ha de dirigir a los sbditos que estn a su cargo? Cmo ha de prevenir los medios de la contencin, si
ignora los principios de la conjuracin? Cmo ha de fomentar la subordinacin de los vasallos a la real
persona y a los Ministros que en su real nombre gobiernan, si le falta la instruccin en puntos tan
principales? [] Las enseanzas pblicas administran tan preciosos esmaltes en los Ministros Regios
como igualmente en los vasallos. Ellas son el indispensable escaln para subir a una altura de sabidura
que tenga afinidad con los empleos de su ministerio para el seguro desempeo de todos ellos.
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Profesor: En ltima instancia, de lo que se trata es de formar tambin a los ministros. Hay un punto
que los une a ambos objetivos, que es una idea nueva que aparece junto a la de la biopoltica: si el
monarca tiene esta funcin de garantizar la subsistencia de su reino, esto significa que la preservacin de
la comunidad no es un hecho natural y espontneo, sino que requiere una permanente atencin.
ErnestGellnerusa dos metforas, la del guardabosque y la del jardinero. El guardabosque trata de
intervenir lo menos posible y confa en la accin natural espontnea; en cambio, el jardinero es aquel cuya
creacin es ms perfecta, porque es artificial, pero est constantemente amenazada por la maleza y
requiere un permanente cuidado. La idea de una biopoltica supone de alguna forma este paso del
guardabosque al jardinero. El jardinero es el que requiere permanente atencin sobre la sociedad, porque
hay una nueva conciencia del carcter convencional y, al mismo tiempo, precario y frgil de esa creacin,
que, si se deja librada a su suerte, no puede evitar volverse un caos. Esta idea del desarrollo de una escuela
pblica tiene que ver tambin con el desarrollo de esta nueva conciencia de la fragilidad de la naturaleza
humana. Dice:
En esta atencin, no se debe omitir arbitrio alguno para defender la frgil naturaleza y excitarla
al mejor estado. El corazn del hombre es tan rebelde que muchas veces para acomodarse a la
prescripciones de la justicia necesita de una sancin moral que d a las leyes toda su eficacia.
Profesor: Sin un orden legar que sujete a los miembros de la comunidad, estos no pueden evitar
caer en la anarqua y el caos. Lo cierto es que esto es particularmente as en Finestrad en un contexto en
que el orden natural se vio profundamente trastocado por la rebelin. Aquellos valores que presiden y
fundan el orden comunal se han vuelto esquivos y engaosos, porque en esta sociedad se hallan
trastocados; entonces los sujetos no tienen modo de distinguir dnde est la virtud y dnde el vicio.
Estudiante: En este caso, segn lo que afirma Finestrad, el gobierno pasara a ser sostn de la
soberana, y no al revs?
Profesor: No. Ahora vamos a ver lo que dice l. No es que es sostn, pero s plantea la
indisociabilidad de ambos. Ese es el objetivo central de su libro: mostrar por qu la distincin esta que
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hacen los comuneros es monstruosa, es una aberracin. Ese es el objetivo ltimo del libro. Pero vamos por
partes.
Qu confuso desconcierto se observa en el cielo estrellado, si por otra providencia intentasen
las estrellas usurpar los rayos del sol!Esa misma confusin cierra nuestros ojos en los reinos, si los rayos
de jurisdiccin suprema pudieran cederlo los reyes y poseerlo los vasallos.[Al arrogarse el derecho de
dictaminar,] ella misma es el mejor indicante de la entera destruccin del derecho del orden poltico y
cristiano, que consiste aquel en la subordinacin de sbditos a superiores, de vasallos a monarcas.
Profesor: Que los rebeldes se arroguen para s el derecho de qu debe dictaminarse, es trastocar el
orden natural. Con qu derecho ellos se arrogan para s aquellas funciones que les competen a los
ministros? Es como si los hijos quisieran educar a los padres. Es invertir los trminos naturales. La
rebelin produce una inversin y trastrocamiento del orden natural. De all que para Finestrad el derecho
de resistencia es un absurdo, porque l dice que slo a Dios le corresponde juzgar al monarca.
Al vasallo no le toca examinar la justicia y los derechos del Rey, sino venerar u obedecer
ciegamente sus reales disposiciones. Su regia potestad no est en opiniones sino en tradiciones, como
igualmente la de sus Ministros Regios. El espritu de persuasin audaz y partidaria es la que obra en este
particular. Al vasallo no le es facultativo pesar ni presentar examen, aun en caso dudoso, la justicia de
los preceptos del Rey.Le ser permitida la humilde representacin, a fin de que, mejor informado el
soberano, revote y modere su voluntad. Aun en caso de gobierno tirnico, es doctrina errnea condenada
por la Iglesia solicitar conspiraciones contra la real persona del monarca, a quien el mismo Dios coloc
en el trono.
Profesor: Est esta idea de que el monarca es la condicin de posibilidad de la comunidad, y
condenar al monarca es destruir la comunidad misma. l da dos argumentos. Por un lado, que nadie puede
ser juez y parte. Los vasallos no pueden elegirse ellos mismos en jueces de sus propios reclamos. Esto
tiene que ver con el segundo de los argumentos. Cuando dice que los sujetos tienen derecho de
representacin, est remitiendo a un derecho tradicional del Antiguo Rgimen. El derecho de
representacin tiene que ver no con lo que nosotros entendemos por representacin (el poder votar
nuestros representantes), sino el sentido tradicional del trmino: elevar sus reclamos al poder. Los
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distintos cuerpos o grupos que componen la sociedad tenan sistemas de administracin de justicia donde
los distintos cuerpos de la sociedad elevaban sus reclamos ante los funcionarios, y eventualmente ante las
cortes de Espaa. Era a la justicia a la que le corresponda dictaminar la validez de los reclamos o no. Eso
lo hacan constantemente. Est lleno en los archivos de India de reclamos presentados incluso por
comunidades de indios. Vindolos se descubre que funcionaba muy bien el principio de justicia en el
Imperio Espaol. Muchos de los fallos eran favorables a las comunidades indgenas y a los sbditos.
Pero, cul es el principio qu a Finestrad le parece monstruoso? Ya en la dcada de 1760 haba
habido levantamientos parecidos en Espaa. El ms famoso fue Motn de Esquilache, donde se tira abajo
un primer ministro; sube otro, el conde de Arana; los insurgentes firman un acuerdo; renuncia Esquilache
y sube el conde de Arana como nuevo ministro. Cuando sube el nuevo primer ministro, desconoce los
acuerdos con el mismo argumento con el que se van a desconocer los acuerdos firmados por los
comuneros en Nueva Granada 20 aos despus. Siempre el argumento va a ser el mismo: el argumento
que ofrece ahora Finestrad, que obedece a la lgica de cmo funcionaba el poder poltico y la sociedad en
ese momento. El gran pecado de los comuneros no es que presentaron reclamos el que lo hayan hecho de
forma armada es aberrante-, pero el problema fundamental es que, en las sociedades del Antiguo
Rgimen, los distintos grupos de la sociedad tienen derecho a presentar sus reclamos, pero tiene derecho a
presentar sus reclamoe como grupo particular dentro de la sociedad. Cada sector de la sociedad puede
exigirle al poder lo que quiera. Lo que no puede hacer ninguno de ellos es hablar en nombre del pueblo en
general. Los zapateros pueden hablar en nombre de los zapateros, los campesinos en nombre de los
labradores, etc. Pueden presentar sus reclamos con todo derecho. Pero ninguno de ellos puede arrogarse
para s la representacin general del reino. Los nicos que pueden hablar legtimamente, y, en ltima
instancia, firmar acuerdos, son los propios ministros y el soberano, que es la voz del pueblo. Pero los
sujetos particulares no tienen representacin, no pueden ellos arrogarse para s la representacin del
conjunto del reino y firmar acuerdos en nombres de todos. Ningn sujeto particular est habilitado para
eso. Por eso dicen que los acuerdos que se firmaron son invlidos, porque firmaron en nombre de algo que
no existe y para lo cual ellos no estn habilitados.
El problema fundamental que seala Finestrad, sin embargo, se expresa en el propio grito Viva el
rey! Muera el mal gobierno! Esa distincin es, dice, absolutamente aberrante:
Quin ignora que la voz de los Ministros es la del soberano? Se sabe que la soberana hered
del mismo Dios, que lo constituy en prncipe absoluto de lo temporal. l, por s solo, no puede atender al
gobierno de la corona a la nacin; necesita de ministros sabios que gocen del don del gobierno. Ellos son
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acueductos ciertos y canal seguro del gobierno y los instrumentos de su mando. Sus ordenes mereces el
mismo respeto y veneracin que la del Rey, porque representan el carcter del mismo soberano.
Las imgenes de Dios, sin embargo de ser una pintura material, sonobjeto de culto de Patria y del mismo
obsequio religioso debido al mismo Dios slo por respeto y relacin que dicen a su original. Pensar lo
contrario es incidir en el claro error de los iconoclastas, perseguidores crueles de las Sagradas
Imgenes.
Profesor: Est esta idea de que los funcionarios son representantes del monarca en su sentido
literal: es el modo en que el monarca se hace presente. Atentar contra aquello que representa a Dios, es
atentar contra Dios mismo. Si nosotros rompemos un mueco de cermica que representa a la virgen, no
estamos simplemente rompiendo un mueco de cermica, estamos cometiendo una hereja; porque se
supone que en esa representacin hay algo de la esencia divina. Del mismo modo, cuestionando las
decisiones de los ministros, los comuneros estn cuestionando la figura misma del rey. Establecer una
distincin entre ambos es monstruoso, significara, para l, por un lado, crear una soberana vaca que no
tiene forma de manifestarse porque slo a travs de los ministros se hace efectivo el poder real-, y, por
otro lado, crear un poder efectivo vaco de todo sustento y al cual ya no hay razn de obedecer.
Estudiante: (Inaudible).
Profesor: Cuestionar a la figura del rey es una clara hereja. Pero cuestionar a la figura de los
ministros, es cuestionar al rey. Por qu? Si se quiere distinguir al monarca de los ministros, significara
condenar a la inoperancia al monarca, porque se vuelve un poder ficticio que no puede nunca ejercerse en
la realidad, y tambin crear un poder real que ya carece de toda base de fundamentos. De donde toman su
legitimidad sus funcionarios es justamente del monarca, de ser representantes del monarca. Si son
hombres particulares los ministros, como cualquiera de nosotros, por qu los voy a obedecer? Lo que
estn cuestionando ellos no es a la persona privada del ministro, sino a la persona pblica del ministro. En
tanto de persona pblica, es encarnacin de la soberana real. Entonces cuestionar al ministerio, lo que
estn cuestionando en ltima instancia es la cuerpo mismo del soberano. Les leo la cita:
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Conservar la vida del Rey dejando sin alientos vitales a sus ministros es concederle a la real
persona slo una sobra vana de su real nombre. Separar al prncipe del mando en las monarquas, es
constituir al gobierno monstruo sin cabeza; es decir, que la potestad de los ministros no es real, y que sus
ordenes no emanan ni provienen inmediatamente de la autoridad pblica.
Si el gobierno manda independientemente de la real persona, ya no hay obligacin de respetarla,
obedecerla ni venerarla, a causa de que se contempla por los mismos vasallos con independencia del Rey;
y, en tal caso, los ministros son personas privadas, no representan el carcter del Rey y dejan vivas
imgenes suyas.En esta suposicin, ni se obedece al Rey ni al gobierno. Cada uno vive segn la
abundancia de su corazn, quedando en libertad para apandillarse y agavillarse.
Profesor: Para Finestrad, si quera evitarse la anarqua y la destruccin del reino, habra entonces
que volver a cerrar nuevamente esa brecha que se haba abierto entre soberana y gobierno. Pero esto no
va a ser ms que replantear el problema de la vicariedad: una vez que se abri esa brecha, no hay forma de
cerrarla; una vez que se intenta cerrarla en algn lugar, necesariamente va a volverse a abrir en otro lado.
Como vimos, se haba abierto ac una cierta economa del arcano a partir de que se distinguen dos
niveles. El que l est hablando de escuelas pblicas muestra hasta qu punto se haba abierto el terreno de
una economa del arcano. En el Antiguo Rgimen, para ser un buen sbdito no se necesitaba ser ilustrado.
Desde el momento en que los principios de justicia son eternos y transparentes para todos digamos, no
se necesita ir a la Universidad para saber que asesinar est mal. Esos principios establecidos por Dios son
eternos, no son opinables. Por lo tanto, no se necesita ser ilustrado, sino que basta con ser un hombre
virtuoso para conocer los principios eternos de la ley natural. Esto cambia ya con la modernidad, cuando
se supone que el orden legal, el orden institucional, es convencional: puede ser de una forma como bien
puede ser de otra. Entonces para entender por qu es as y no de otra es necesario poseer ciertas
capacidades racionales, no basta slo con virtudes morales. Por eso el ciudadano, a diferencia del sbdito,
para ser bueno tiene que ser ilustrado, ser capaz de comprometerse en un debate racional pblico, no basta
slo con ser virtuoso. Esto tiene que ver con que las normas han perdido su carcter trascendente y, por lo
tanto, ya no son transparentes a los sbditos, desde el momento en que su contrario no es contradictorio.
Esto supone, como les deca, un desdoblamiento de la idea del arcano. El arcano no se despoj de
su carcter trascendente (a idea de que hay una penetracin mstica del soberano en la mente divina), pero
ahora se le va a reforzar agregndole un suplemento racional.
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Quin mejor que el Rey y sus Ministros podrn tener inteligencia segura de los gastos
ordinarios que tiene el real patrimonio? Qu conocimiento acompaa al vasallo de los arcanos del
gabinete, de la preferencia grandiosa con que honrosamente se aventaja nuestra nacin a las extranjeras,
de los necesarios y abundantes acopios que deben llenar los almacenes de preparativos de guerra, de las
rentas que entran en el Real Erario?
Profesor: El motivo concreto por el cual se levantaron los comuneros era contra un alza de
impuestos. Lo que dice l aqu a los comuneros es: Ustedes cmo saben que el impuesto es alto o bajo?
Una cosa es la obligacin de tributar, que es por obligacin natural: el sujeto debe tributar. Ahora, el
contenido material de esa obligacin natural ya es materia de orden tcnico: cunto hay que tributar y
cunto no, eso slo puede saberlo los ministros. Con qu derecho los comuneros se arrogan un saber que
ellos no podan tener, que slo los ministros podan poseer? Como vemos, se reproduce otra vez esta
escisin: por un lado, est la obligacin a tributar, que es por el derecho natural y eterno, y, por otro lado,
la determinacin del contenido del material de esa tributacin, que es objeto de orden tcnico y que slo
aquellos que han estudiado para aquello pueden establecerlo. Dice:
La determinacin de las leyes natural y divina es regala propia del Rey para la reduccin de sus
derechos a cuota determinada. El cargo y la obligacin de naturaleza y religin que tienen los vasallos de
alimentar a nuestro Monarca es confuso, es vago, no tiene determinada cantidad. Ni la naturaleza ni la
religin sealan el cunto de la contribucin []. La providencia de la determinada contribucin
impuesta sobre los caudales de los sbditos, que son la materia de ella, es efecto de la ley humana,
ensea Santo Toms, y por lo mismo est reservada a nuestro Prncipe, por medio de su sabio Gobierno.
Estudiante: No entiendo bien por qu Finestrad propone la educacin pblica para evitar estas
rebeliones sin causa e ilegitimas. Por otro lado, comete una falacia de apelacin a la autoridad al decir que
el tributo lo saben los ministros y el prncipe.
Profesor: Ese es el gran problema que aparece. l, por un lado, est buscando cerrar esta brecha
entre soberana y gobierno, porque, segn muestra el levantamiento de los comuneros, da pbulo a que los
sbditos puedan cuestionar el gobierno. Si el gobierno es un asunto puramente convencional, cualquiera
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puede opinar. l muestra, sin embargo, cmo no se puede disociar soberana de gobierno. Que esa
distincin resulta aberrante. Pero lo cierto es que esa escisin que se haba establecido necesariamente va a
terminar siempre reemergiendoen otro lado. Es ac donde todo el discurso de Finestrad revela su fisura.
Qu es lo que aparece? Lo que va a surgir ac es: suponiendo que fuera as, si se pudieran volver a reunir
soberana y gobierno, el punto es que esto sera an ms destructivo del principio monrquico. Porque
slo la pulcra distincin entre el plano de la soberana y el del gobierno permita conciliar la idea de
objetividad y naturalidad del poder real con el carcter convencional y arbitrario de las formas de ejercicio
del gobierno, con la idea de la existencia de diferentes formas de gobierno posible. Esta reunin entre
soberana y gobierno la van a terminar produciendo, pero la van a terminar produciendo los insurgentes.
Esa reunin, sin embargo, ya no se va a volver hacer como pretenda Finestrad del lado de la naturaleza,
sino del lado del artificio. Ese lugar de la naturaleza y la soberana esto lo vamos a ver despus- va a
venir a ser ocupado por otra figura, que va a ser la nacin. La nacin pasa a ser la soberana, y la
monarqua pasa a ser, como era originalmente, slo una de las formas posibles de gobierno. Pero esto va a
ser una operacin posterior.
La cuestin es cmo aparecen estos problemas ac. Como decas vos, con su propuesta de
educacin pblica, el problema que aparece es el de la vicariedad: cmo garantizar este vnculo entre el
soberano y sus representantes, que son los ministros. Dice:
Los ministros del rey son imgenes vivas de su real persona, son vicarios suyos en lo temporal,
son alma del pueblo. Y, sin embargo, llevan el carcter de vasallos, en consideracin al ser personas
privadas y an pblicas, merecen el mismo orden de veneracin y obediencia debida al prototipo, cuyo
carcter y potestad resplandece y brilla en ellos con mayor claridad que la luz del sol en las estrellas.
Profesor: Es decir, una vez que se intenta refundir soberana y gobierno, el problema que aparece
ahora es, ya no el de los dos cuerpos del rey, sino el de los dos cuerpos del funcionario. La pregunta es
cmo el funcionario puede ser persona pblica y privada al mismo tiempo: un sujeto particular y
encarnacin de la voluntad general del pueblo: cmo encarnar en l valores trascendentes, siendo l
mismo un sujeto privado como cualquiera de nosotros. Ahora va a ser este funcionario real el que se va a
convertir en la figura problemtica, desgarrada por su doble naturaleza. Y esto an ms claramente desde
el momento en que estos funcionarios surgen del comn del pueblo. Es este el carcter contradictorio que
tiene el proyecto de Finestrad, es ac dnde encuentra su lmite ltimo, su contradiccin. Por un lado, para
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poder formar estos ministros, tiene que alentar un sistema de educacin pblica; pero, de este modo,
quiebra la idea misma del arcano. Slo mediante la difusin de estos saberes, se puede garantizar que se
difunda el arte del bueno gobierno; pero, si se difunde el arte del gobierno, entonces significa que otros
pueden llegar a opinar si est bien o no lo que hicieron los ministros.
Con esta distincin entre soberana y gobierno, haba surgido el espacio para la opinin pblica, y
eso ya no se va a poder cerrar. Finestrad mismo va a participar de eso inconscientemente. l, por un lado,
va a decir que no hay que cuestionar a los ministros; pero l es el primero que est cuestionando el
accionar de los ministros. En definitiva, su escrito participa de ese campo que a un orden de prcticas
polticas nuevas, que se va manifestar en esta nueva idea de la opinin pblica, capaz de juzgar la accin
de los gobernantes. Desde el momento en que escribe pblicamente, est poniendo en duda el accionar de
esos mismos funcionarios, creando una autoridad alternativa a la suya, que es la del tribunal de la opinin.
Este terreno que se haba abierto a la poltica ya no va a poder cerrarse. Esas fisuras que son
constitutivas de la poltica moderna tarde o temprano, cuando se cierran en algn lado, se vuelven a abrir
en otro. Ese intento de volver a reunir soberana y gobierno para evitar que se pueda cuestionar a los
gobernantes y, de este modo, atentar contra la figura misma del rey, como dije, ya no se va a poder lograr
en el plano de la naturaleza sino en el del artificio. Soberana y gobierno se van a volver a reunir cuando el
soberano real pase a constituir una de las tantas formas de gobierno posible. Y esto replantea la cuestin
cul es ahora ese otro de la comunidad donde esa misma comunidad encuentra sus fundamentos ltimos.
Los insurgentes van a tener que colocar en el lugar de la soberana una nueva figura, que se va a situar por
encima del propio soberano. Esto aparece ms claramente en las Cortes de Cdiz.
Cuando se produjo la vacancia real en 1808, se convoca a cortes en Espaa, donde se va a
sancionar la primera constitucin liberal del mundo, que es la Constitucin de Cdiz. Este ao se festeja
justamente el bicentenario. Quera leerles una cita del diputado a las cortes, Martnez Marina. Dice en sus
Teoras de las cortes:
La autora paterna y el gobierno patriarcal, el gobierno sin duda nico que por el espacio de
muchos siglos ha existido entre hombres, no tiene semejanza ni conexin con la autoridad poltica ni con
la monarqua absoluta ni con algunas de las formas legtimas de gobierno adoptadas por las naciones en
las diferentes edades y tiempos. La autoridad paterna, bajo la primera consideracin, proviene de la
naturaleza, precede a toda convencin, es independiente de todo pacto invariable, incomunicable e
imprescriptible; Circunstancias que de ninguna manera convienen o son aplicables a la autoridad
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poltica, y menos a la monarqua absoluta. Este gnero de gobierno lo introdujo el tiempo, la necesidad,
el libre consentimiento de los hombres, es variable en su forma y su objeto a mil vicisitudes.
Profesor: La monarqua pasa a ser una de las muchas formas de gobierno y, por lo tanto, es
convencional no est fijada en el derecho natural. Cuando Martnez Marina logra decir eso, es porque
haba emergido ya una nueva entidad que antes no exista, que es la que se va a colocar en el lugar del
soberano. En el mundo hispano, en el curso del s. XVIII, se va a dar algo muy parecido a lo que describe
el libro publicado por Siglo XXI de Edmund Morgan, que es La invencin del pueblo. l analiza cmo en
el curso de la revolucin britnica se va a inventar el pueblo. El pueblo al que nosotros nos referimos ac
no se refiere al pueblo material sino al pueblo como principio poltico. Lo que se va a dar en el mundo
hispano va a ser algo parecido.
(Receso)
Profesor: Lo que vimos hasta ac no es un relato tradicional sobre cmo se llega a la revolucin de
independencia. Normalmente, se rastrean sus antecedentes buscando sus precursores. Se busca ver en
todos los levantamientos precedentes los primeros sntomas y anticipaciones de lo que van a ser los
movimientos revolucionarios de 1810. Pero se trata, en verdad, de una operacin retrospectiva que no
explica nada. En realidad, lo que nos permite entender cmo es que se produjo la crisis del imperio
hispano no es analizando los supuestos anticipos revolucionarios de los insurgentes, sino analizando el
texto de alguien insospechable de abrigar cualquier inquietud o impulso revolucionario, como es Joaqun
de Finestrad, un hombre claramente defensor de la monarqua. Pero el propio modo en que l defiende la
monarqua nos permite, sin embargo, entender cmo cambiaron los regmenes de ejercicio del poder y en
qu sentido estos cambios abriran las puertas a la quiebra de este sistema. La revolucin de
Independencia no fue el resultado de la acumulacin de una serie de antecedentes, sino que tuvo que ver
con una serie de cambios en los modos de concebir la sociedad y el poder poltico, que son los que
eventualmente van a permitir la emergencia de aquello que hasta entonces era impensable: la presencia de
una nacin o de un pueblo que existe con independencia del cuerpo mismo del soberano, que permita
desprender la soberana real de esta otra nueva entidad que ahora emerge, que es la nacin.
Paradjicamente, ese tipo de discurso que viene a mostrar por qu no se puede pensar la comunidad sin el
soberano, porque sin el soberano no existe la comunidad misma, y, no obstante, va a terminar abriendo las
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puertas al surgimiento de un concepto que es ya por completo extrao a ese mismo discurso, que es la idea
de una nacin que existe por s misma con independencia de la soberana real. Pero esto va a ser resultado
de una serie de operaciones que se van a introducir en ese mismo discurso. Y eso va a ser algo que se va a
producir a lo largo del siglo XVIII. Lo que vimos hasta ac es por qu, ya para 1808, la monarqua pasa a
ser interpretada como una de las formas posibles de gobierno, y no como la nica. Y esto nos permite
entender en un sentido por qu fue posible que la vacancia real en 1808 haya tenido las consecuencias que
tuvo, que no habra tenido de haber ocurrido un siglo o un siglo y medio antes. Porque, de hecho, para ese
entonces la soberana ya era un lugar vacante, an antes de producirse la vacancia real. En el momento en
que la monarqua pas a ser identificada como un arreglo puramente convencional, el lugar de la
soberana,ese lugar del sustento natural que funda la comunidad, haba quedado vaco, y deba llenarse
ahora con una nueva figura que ocupara el mismo. Esto explica cules fueron las condiciones que
permitieron eventualmente el surgimiento de esta idea de la nacin, de la idea de la nacin como soberana.
Dicho sea de paso, hasta qu punto el concepto revolucionario de una soberana nacional o soberana
popular est presuponiendo un concepto de soberana que fue forjado por el propio absolutismo. De no
haber sido por el absolutismo, que es el que impone el concepto moderno de soberana, no podra haber
tampoco surgido el concepto de soberana nacional.
Esto explica, de alguna forma, cules son las condiciones que permitieron el surgimiento de este nuevo
concepto. Lo que vamos a ver ahora es cmo es que finalmente se produjo la afirmacin de esta nueva
idea. Para eso nuevamente es necesario dislocar cierta imagen del Antiguo Rgimen como si fueran 3
siglos donde no pas nada. Normalmente se pone todo el perodo colonial como un perodo donde prim
un concepto escolstico, medieval, organicista, y nunca se analizan los cambios que se produjeron en los
siglos que dur el Antiguo Rgimen, y que hicieron posible finalmente la quiebra del imperio hispano. Por
otro lado, es sugerente que, hacia comienzos del s. XIX, no slo el imperio espaol y el portugus, sino
todos los grandes imperios entran en crisis. Inglaterra pierde sus colonias, Francia tiene un proceso
revolucionario y pierde tambin sus posesiones americanas. Hay una gran crisis mundial que se produce a
fines del XVIII y comienzos del XIX. Por eso, atribuir la crisis del imperio hispano simplemente a un
accidente, como fue la ocupacin francesa de Espaa, es del todo insuficiente, no llega a explicar cmo
todo el mundo, en ese momento, estaba convulsionado, y todos los grandes imperios coloniales entraron
en proceso de disolucin. Luego se van a reconstruir, pero ya sobre bases muy distintas. Inglaterra,
Francia, van a ocupar frica, pero ya va a ser otro modelo colonial completamente distinto. Los antiguos
modelos coloniales, que se iniciaron en el s. XVI, en el s. XIX todos son destruidos, por distintos
acontecimientos, pero los acontecimientos en s mismos no explican este fenmeno ms general.
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La idea de la excepcionalidad de la revolucin hispana, que en la Amrica hispana la revolucin se dio
ms por un acontecimiento fortuito que como un proceso de maduracin interna, tiene que ver con que va
a haber una imagen de que en Espaa nunca se habra afirmado completamente el absolutismo. En estos
ltimos aos, se va a afirmar tambin la idea sobre todo entre los revisionistas- de que la monarqua
hispana permaneci siempre siendo una monarqua compuesta, que es un trmino que utiliz Elliot para
Inglaterra, pero luego se difundi, y ahora hasta a la propia Francia, que siempre fue el smbolo del
absolutismo, se aplica este trmino. En realidad, el absolutismo nunca se dio verdaderamente, porque los
cuerpos territoriales siguieron poseyendo una gran cuota de poder. Nunca el poder estuvo centralizado en
el Estado, sino que siempre permaneci diseminado en la propia sociedad. Y esto es cierto que es as, pero
en realidad con el absolutismo pasa algo parecido a lo que ahora pasa con el liberalismo, para el s. XIX.
La idea liberal de que la sociedad est compuesta por individuos libres, autnomos e iguales, es muy fcil
de comprobar que en la realidad nunca existi. Entonces, terminan concluyendo que nunca hubo
liberalismo en Amrica Latina. Pero en realidad, por qu no hubo? Porque en realidad, nunca existi en
Amrica Latina ni en ningn lugar del mundo. Las sociedades en ninguna parte y en ninguna poca fueron
simplemente reuniones de individuos libres, autnomos e iguales. La idea liberal del ciudadano es una
construccin jurdico-poltica, no existe como realidad emprica. Ese ciudadano nunca existi ni va a
existir en la realidad emprica, porque slo existe en el interior del propio discurso jurdico. Es una mera
figura. Lo mismo pasa con el absolutismo. La idea absolutista del monopolio del poder poltico en manos
del Estado nunca existi en la realidad; siempre el poder estuvo diseminado en distintas instancias: los
jueces, los funcionarios, los jefes de corporaciones. Las formas de ejercicio del poder en una sociedad son
mltiples, plurales y variables. Esa imagen que tuvo el absolutismo de s mismo nunca fue real, pero que
nunca haya sido real no puede llevarnos a concluir que por eso no existi el absolutismo. En definitiva, lo
que existi fue esa ficcin de Estado absolutista, que s fue efectiva, como tambin fue efectivo el discurso
jurdico-poltico del ciudadano. Aunque no sea real, esa misma ficcin tiene sus condiciones de
posibilidad que la hacen posible. No es la descripcin de una realidad, pero tiene un carcter sintomtico,
y as hay que comprenderla. Y, por otro lado, en tanto que tal, tiene efectos polticos y jurdicos en la
realidad. Lo que existe es esa misma ficcin, que a partir de determinado momento se construye y de esa
ficcin se crea todo un ordenamiento poltico institucional. Lo mismo ocurre con el absolutismo: en el
absolutismo el monarca nunca estuvo efectivamente el monopolio del poder. Pero eso no quiere decir que
no haya existido absolutismo. Lo que hay que repensar entonces es qu fue efectivamente el absolutismo;
y cul el sentido de las transformaciones cruciales que introdujo en los modos de ejercer la poltica. El
problema de esto es que, como el absolutismo nunca fue lo que se pens que era, entonces se concluye de
all que las sociedades hispanas siguieron siendo sociedades medievales, donde los cuerpos fueron los
nicos detentores del verdadero poder, y de este modo se pierde de vista las transformaciones que s
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introdujo. Si se aferra a esta imagen acerca de la inexistencia del absolutismo, es porque eso les permite a
los revisionistas explicar por qu tampoco, despus de la revolucin, se pudieron afirmar los nuevos
estados nacionales, que cuando cae la monarqua se entra en un proceso de disolucin poltica. Es decir,
esto se explicara por la persistencia de las corporaciones medievales. Pero el problema, por un lado, es
que no explica cmo se produjo la propia revolucin, ms que por una serie de accidentes y circunstancias
imprevistas. Y, por otro lado, eso no permite entender y esto lo sealan algunos autores como Antonio
Annino y Jos Antonio Serrano - hasta qu punto, en realidad, ese proceso de disolucin que se produjo
luego de la independencia algo que haba sealado tambin Halpern- va a ser resultado menos de todo
aquello que persiste de la colonia, que de todo lo que haba desaparecido con la colonia; que justamente,
lo que abre el proceso de disolucin es que la cada de la monarqua, que va a llevar a que las bases
mismas sobre las cuales funcionara hasta ese entonces esa sociedad se quiebren. Ms all de la
persistencia o no de tradiciones corporativas, las estructuras sobre las cuales se articulaban esas sociedades
del Antiguo Rgimen ya no funcionan ms. Quirase o no, esa sociedad ha perdido su anterior sustento,
que era la idea de un monarca trascendente. Y una vez que desaparece la idea de la trascendencia del
poder, necesariamente estas sociedades se van a tener que confrontar al problema, hasta entonces indito,
de cmo son los propios sujetos los que van a tener que dictarse las normas segn las cuales van a querer
gobernarse. Ahora el poder slo se va a poder pensar sobre la base de la voluntad de los sujetos; y a partir
de ah, inevitablemente van a surgir toda una serie de problemas nuevos, como esto que les planteaba
ahora: cmo es que los sujetos pueden ser soberanos y sbditos al mismo tiempo, etc.? Todos esos
problemas quedan absolutamente inconcebibles en el Antiguo Rgimen.
Como les deca, cmo es que surge ahora esta idea de nacin o de pueblo como el portador de los
derechos soberanos? En realidad, exista ya en el Antiguo Rgimen esta idea de que los cuerpos posean
jurisdiccin propia. Haba dos aspectos en que estas comunidades ejercan su propio dominio, que era en
el terreno de la fiscalidad y de la administracin de justicia. Los municipios eran los encargados de
colectar el tributo, y luego enviar una parte a Espaa (o, dentro de Espaa, enviar a la corte). Y tambin
los municipios eran cuerpos territoriales, entendidos como corporaciones. Eran tambin los municipios los
encargados de la administracin de la justicia en primera instancia. Junto con el surgimiento de esta
sociedad de cuerpos es que surgieron las cortes y los parlamentos; pero es cierto que a partir de mediados
del s. XVII dejan de reunirse, lo que llev a pensar que en Espaa nunca hubo un sistema representativo,
pero sin embargo otros autores, como Jos Antonio Maravall, muestran que no es tan as, porque si bien
no se reunan las cortes s haba instancias de representacin en la corte de los cuerpos, que eran los
consejos. En los consejos del rey estaban representados estos distintos cuerpos, y sobre todo las ciudades
de voto tenan un consejo propio, el consejo de Castilla, etc. Maravall dice que nunca fue una monarqua
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parlamentaria, pero s fue una monarqua conciliar, donde existan estas instancias de representacin. Pero
lo cierto es que, a partir de 1700, cuando llega la casa de los Borbones a Espaa, cada vez ms los
Borbones empiezan a intervenir ms directamente en la administracin interna de los cuerpos. No slo van
a empezar a crear un mbito de fiscalidad propia; es decir, junto con la coleccin de los tributos que
realizan los municipios, empieza a surgir un mbito de fiscalidad propio de la Corona, que va a estar dado
sobre todo por los estancos y por los monopolios reales. La base de la fiscalidad real se va a ir
desplazando de la coleccin de impuestos a los estancos. La Corona va a tener el monopolio de la
produccin de tabaco, de minerales, etc., y es de all de donde van a salir la principal fuente para las
finanzas reales. Es decir, junto con el sistema de tributacin que est a cargo de los municipios, surge un
mbito de fiscalidad propia de la corona; y no slo eso, sino que la corona cada vez ms va a intervenir en
la administracin interna de los cuerpos municipales. En el caso de las colonias, va a ser clave una serie de
visitas reales. Hay un fuerte intento de racionalizacin de la administracin colonial, luego de la
ocupacin de La Habana por parte de Inglaterra, en 1762. En 1762, Inglaterra ocupa La Habana, ocupa
incluso el puerto de Veracruz, que es el principal puerto de salida de plata para Espaa, y est claro ya que
las colonias americanas estn siendo amenazadas por las potencias europeas: Francia, Inglaterra, Holanda
y Portugal mismo estn amenazando las fronteras del imperio espaol y necesitan, entonces, racionalizar
la administracin, crear un sistema de seguridad, un ejrcito, garantizar el poblamiento. Para garantizar el
poblamiento, tienen que desarrollar nuevas economas, fuera de las tradicionales, centradas en la minera,
y que permitan justamente el sostenimiento de esa poblacin, sobre todo en las zonas de frontera, que son
las que estn ms amenazadas, entre ellas Buenos Aires, el Ro de la Plata. Por eso se cre el Virreinato
del Ro de la Plata, porque est siendo amenazada por Portugal; y despus, como saben, por los ingleses.
Esto hace que haya un fuerte esfuerzo de administracin, y esto va a llevar tambin a una fuerte
intervencin sobre la los cuerpos municipales, las administraciones locales. Durante todo el s. XVII,
Espaa se preocup muy poco. Haba, de hecho, un autogobierno, porque Espaa no se enteraba mucho de
qu hacan sus funcionarios ac. A partir del s. XVIII ya empieza a cambiar Halpern habla de una
segunda conquista- y va a imponer controles mucho ms estrictos sobre la administracin y el gobierno
local. Va a intervenir en la contabilidad de los municipios, y eso lo har en nombre de la lucha contra la
corrupcin de las oligarquas locales. El gobierno va a denunciar a esos cuerpos dominados por
oligarquas locales, que timan a la sociedad, e intentan sanar las finanzas de esos cuerpos a travs de
auditores, visitadores, etc., y tambin con reglamentos mucho ms estrictos.
Estas elites locales, por su parte, se van a ver amenazadas por la mayor presin de la Corona. Ellas
estaban acostumbradas a hacer lo que queran ac, y ahora en la presencia de funcionarios reales
controlando esas finanzas, les va a ser sumamente incmodo. Esto tiene que ver tambin con el
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desplazamiento de los criollos de la administracin pblica, porque lo que no queran era una suerte de
colusin entre el poder poltico y las elites locales. Una de las polticas que van a adoptar los Borbones es
que sean funcionarios pagos, a los que va a ir rotando en sus cargos, como hacen por ejemplo los bancos
ahora, que rotan a los empleados para que no conozcan demasiado el movimiento de sus sucursales. Lo
mismo van a hacer ellos: evitar que entren en acuerdos con los poderosos locales, y hagan negocios juntos.
Eso es lo que van a cambiar los Borbones, y esto va a dar lugar a una serie de reacciones por parte de las
elites locales; y tambin es ah que aparece el problema de la idea del despotismo real.
Cuando se habla del despotismo, normalmente se refieren a estos funcionarios locales, que seran
encarnacin de un despotismo ministerial: no era contra el monarca, sino contra los funcionarios reales
que se levantan estas oligarquas locales, invocando tambin los derechos de los pueblos que ellos dicen
representar, las poblaciones locales, contra los abusos de estos funcionarios reales. Es en este contexto,
entonces, que est funcionando una lgica muy parecida a lo que les deca que Morgan analiz para el
caso de Inglaterra. En Inglaterra, tanto el monarca en su lucha contra el parlamento, como el parlamento
en su lucha contra el monarca, los dos van a invocar al pueblo y los derechos del pueblo de quien ellos se
hacan respectivamente voceros. Ac se va a dar esta paradoja, tambin, que tanto las oligarquas locales,
en su lucha contra los avances del centralismo borbnico, como la propia monarqua en su lucha por
controlar esas oligarquas locales, los dos van a invocar a esta figura del pueblo, y van a hablar en nombre
de los derechos del pueblo. Es esto lo que dice que se ve como una invencin del pueblo. El pueblo se va a
inventar entonces como figura, no existe como realidad material. Es un principio que se invoca. As como
antes se lo invocaba a Dios, ahora se lo va a empezar a invocar al pueblo, pero, en verdad, es un principio
no menos abstracto y vago que lo que era el Dios para los monarcas medievales. Sin embargo, algo va a
empezar a cambiar, esta misma disputa va a dar lugar a una serie de alzamientos y rebeliones por las
cuales eso que funcionaba meramente como un principio poltico, vago y abstracto, va a empezar a cobrar
visos de realidad emprica. Con los levantamientos que se producen en la dcada de 1760 en Espaa y en
la dcada de 1780 en las colonias, ese pueblo al que se invocaba va a empezar a aparecer como una
realidad material, que sale a las calles y amenaza al poder poltico directamente. En la dcada de 1780,
emerge concretamente el fantasma de la plebe, entendida como una poblacin vaga y flotante, que no se
encuentra encuadrada dentro de los marcos corporativos tradicionales. Ya para fines del s. XVIII las
sociedades esas se haban vuelto mucho ms completas y diversas. Haba un grueso de poblacin flotante
que ya no formaba estrictamente parte, que no encajaba dentro de los moldes corporativos tradicionales.
Frente a esta emergencia de la plebe, entonces es que la Corona se da una poltica de colaboracin con
esas elites locales, para tratar de encuadrar esa poblacin dentro de los marcos corporativos, y es eso lo
que observan estos historiadores revisionistas: cmo, en esos ltimos aos, la Corona intent reforzar los
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sistemas corporativos tradicionales. Pero eso va a durar en realidad muy poco, porque en Europa se vuelve
mucho ms conflictiva la situacin, hay una serie de guerras que ahora ya se van a volver mucho ms
costosas, con armamento moderno mucho ms sofisticada, y ejrcitos mucho ms amplios que los que
funcionaban hasta entonces. Espaa, por los pactos de familia con Francia, se va a ver involucrada en
guerras con Inglaterra. Despus de la revolucin, se va a aliar con Inglaterra contra Francia. Se va a ver
involucrada en una serie de guerras, y en 1805 en Trafalgar va a ser destruida la armada invencible.
Espaa entonces de hecho queda incomunicada con Amrica, porque pierde toda su flota.
A partir de ese momento, entonces, lo que rompe esa poltica va a ser la urgente demanda de fondos que
va a tener la Corona, que va a obligar a reforzar la presin fiscal sobre las colonias, porque las colonias
van a ser, ya para ese entonces, las que le van a proveer la mayor base de los fondos fiscales. Y va a ser el
decreto de consolidacin de los vales reales de 1805 lo que va a hacer estallar esa poltica. Los vales reales
eran como los papeles de deuda. Esos vales reales estaban diseminados. Era sobre todo la Iglesia el banco
ms importante de la colonia, la que les prestaba dinero a los particulares. Incluso a los pequeos
labradores prestaba dinero. La Iglesia estaba diseminada por todo el territorio. Bueno, la corona obliga a
que se cancelen esas deudas para que se enven a la Corona. Y eso va a significar una transferencia
enorme de recursos a Espaa. Y esto va a afectar al conjunto de la poblacin porque, como les digo, ese
sistema de endeudamiento alcanzaba al conjunto de la sociedad y tambin a las comunidades indgenas.
Indudablemente, esto va a dar lugar a un fuerte descontento, que va a atravesar de conjunto a la sociedad,
y no slo a las elites locales, que van a ser s las ms directamente afectadas.
Como les deca, es en este contexto que empieza a afirmarse la idea de que estos cuerpos territoriales van
a hablar en nombre de la nacin y del pueblo, y van a erigirse ellos mismos como representantes del
pueblo; lo que va a quebrar toda la lgica sobre la cual funcionaba la poltica del Antiguo Rgimen.
Porque no exista la idea de pueblo verdaderamente, ni nadie que pueda representar ese pueblo, que no sea
el propio monarca. Lo que exista, como les deca, eran sectores particulares que tenan derecho de
representacin; pero no haba nadie que pueda hablar en nombre del pueblo que no sea el monarca mismo.
Qu es lo que se establece, entonces? Finestrad, en el fondo, tena razn cuando deca que estaban
cuestionando al monarca, porque ms all de que ellos dijeran que estn cuestionando a los funcionarios,
pero no a la monarqua, de hecho lo que se va a estar poniendo en esos momentos en disputa es la
expresin de la justicia: quin es el que viene a encarnar ahora ese principio de justicia. Estas elites
locales, de hecho, al invocar la representacin del pueblo, se estn erigiendo ellos mismos en expresin de
ese principio de justicia que era el que hasta ese momento encarnaba exclusivamente en la figura del
monarca. De hecho, se est quebrando el monopolio real de la expresin de la justicia. Empiezan as a
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hablar en nombre de la nacin; ms all de que el trmino nacin es cierto que todava va a ser muy
vago, normalmente se va a referir a las ciudades, a las localidades.
Es esto lo que ve Finestrad que es totalmente inaceptable. Les leo la cita de Finetrad. Dice:
Ellos se fingieron cabezas del reino, reuniendo en su persona todo el poder, majestad y soberana que
pertenece al cuerpo del Estado, constituyndolo en monstruo horrible de dos cabezas, y dejando
marchitada y ajada su hermosura, descuadernada la perfecta concordia de los miembros y la mutua
relacin que intervino entre ellos y la cabeza, que slo debe ser una, y que ha de representar todas las
acciones de la nacin.
Para l es crear un monstruo de dos cabezas; que haya alguien que pueda hablar en nombre del pueblo es
erigir una soberana alternativa a la soberana real, lo que supone una contradiccin.
Este concepto de nacin, sin embargo, va a ser sumamente problemtico de concebir; y esto aparece muy
claramente en uno de los textos de Melchor Gaspar de Jovellanos, que fue tambin uno de los idelogos
de las cortes. Fue l quien hizo la primera convocatoria a cortes, el que la redact. Fue tambin, de hecho,
el fundador de una corriente que se llamaba el constitucionalismo histrico. El constitucionalismo
histrico surge en Espaa en 1780, cuando Jovellanos hace su discurso inaugural en la Academia de
Historia. El constitucionalismo histrico lo que va a postular es que existe una constitucin tradicional
espaola, que ha sido desfigurada por el despotismo y que de lo que se trata es de restaurar esa
constitucin tradicional; que los grandes males son producto de que Espaa se haba apartado de su
constitucin tradicional, y esto va a dar lugar entonces a un nuevo gnero de tratados. Habamos visto
cmo los espejos del prncipe haban dado lugar a una tratadstica sobre el arte del buen gobierno. Lo que
va a surgir ahora, a partir del surgimiento del constitucionalismo histrico, ya no van a ser los espejos del
prncipe, pero tampoco van tener por objeto difundir el arte gobierno, la formacin de los funcionarios
reales; ahora los que se va a volver objeto de estudio es la propia nacin. Se van a difundir los estudios
histricos tratando de descubrir cul es esa supuestamente verdadera constitucin espaola. Va a surgir un
nuevo objeto de estudio, y con l un nuevo gnero de tratados polticos, que va a tener ahora como objeto
esta nueva figura que surge que es la propia nacin espaola.
Despus vamos a ver el debate que se va a armar en Cdiz en torno a cul es esa supuesta constitucin
tradicional espaola. Pero el punto es que, como el propio Jovellanos va a sealar en su Memoria
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instructiva, haba surgido ya esta idea de una soberana nacional que va a pasar a ser la depositaria ltima
de la soberana. Sin embargo, l mismo muestra tambin hasta qu punto la misma resulta difcil de
definir. l lo que propone en este texto es acuar un nuevo trmino, que es la supremaca, que sera una
traduccin de la majestas. Dice: por encima de la soberana del monarca estara la supremaca de la
nacin. As, est claro que est destruyendo la idea misma de soberana. Ahora, el problema que l mismo
seala es que esta soberana del pueblo es, sin embargo, una soberana paradjica, porque no se puede
entender cmo es que puede haber soberanos sin que haya sbditos; supone la existencia de una suerte de
jurisdiccin sin un poder de jurisdiccin (dicho en trminos legales). Dnde radica esa soberana de la
nacin? Quin la expresa? Cmo se manifiesta? Es eso lo que resulta indefinido y en ltima instancia
indefinible, que nadie puede todava entender muy bien de qu se trata. Pero s est claro que todos ahora
ya la van a invocar, aun cuando ninguno la pueda definir. Esto que resulta difcil de definir, sin embargo
se va a convertir, al mismo tiempo, en fundamento ltimo, que va a proveer las bases ltimas para
cualquier proyecto poltico.
La idea de que la nacin es soberana va a actuar, de alguna forma, como el presupuesto sobre el cual se va
a fundar todo ese proceso revolucionario que se inicia a partir de la vacancia real. Como dice Guerra, la
revolucin empez en Espaa y se irradi a las colonias. Y eso tuvo que ver con que es en Espaa donde
se produce la vacancia real, y es donde va a emerger la nacin como la nueva depositaria de la soberana.
Estudiante: Pero no era parte de la tradicin espaola, el concepto de una soberana pactista, es decir, el
pueblo le haba delegado la soberana al rey? Y al no tener el rey legtimo, el pueblo tomaba de nuevo para
s el poder.
Profesor: Bueno, eso es lo que van a argumentar los revolucionarios. Pero el problema va a ser cmo es
que ellos pueden llegar a decir eso, porque lo que se pensaba en el s. XVII es que, desaparecido el
monarca, desapareca tambin la idea de pueblo. No existe un pueblo con independencia del monarca. El
pueblo slo se constituye como tal en la medida que existe una autoridad. No existe un pueblo si no hay
un gobierno en torno al cual se articula ese pueblo. Lo que existe antes es una pluralidad de individuos,
pero el pueblo como tal no existe hasta que no hay un poder poltico en torno al cual se rena. Que pueda
existir ese pueblo con independencia del poder poltico, que se distinga ahora la nacin del Estado, el
pueblo del poder poltico, va a ser algo que recin a fines del XVIII va a poder surgir como posibilidad. Y
esto es interesante ver que no es slo un proceso que se da en el campo terico de la filosofa. Estamos
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hablando de los procesos materiales. Es interesante observar que esta distincin, por ejemplo, entre
soberana y gobierno, este grito de viva el rey, muera el mal gobierno no exista antes del siglo XVII.
Recin en los levantamientos que se producen contra Espaa en el sur de Italia y en Flandes aparece esta
frmula de viva el rey, muera el, pero el muera el todava nunca va a ser el gobierno. Recin en
la segunda mitad del s. XVII el muera el es el gobierno. Hasta ese entonces, era normalmente los
nobles, o algn otro sector de la poblacin. Esta distincin entre el cuerpo del rey y el gobierno es un
desarrollo que recin se impone en el s. XVIII. Qu es lo que estamos viendo ac? No estamos viendo
cmo cambi el pensamiento, sino cmo estn cambiando las condiciones de visibilidad de los objetos de
la realidad para los propios sujetos, que los sujetos ahora puedan percibir la existencia del gobierno como
una entidad independiente del soberano. Y, como resultado de ello es que tambin terminara apareciendo
ese otro nuevo objeto que ser la nacin.
Lo que empez a cambiar en el s. XVIII son las condiciones de visibilidad de los objetos por parte de los
sujetos, que ahora pueden empezar a partir de la existencia de una nacin como una entidad independiente
del propio poder poltico. Y ese es un desarrollo que se empieza a producir a partir de este relato que les
fui haciendo. La pregunta no es si existe el pueblo como principio abstracto, sino cmo se expresa
materialmente ese pueblo como tal. Y slo puede existir en la medida en que empiezan a surgir y a
desarrollarse esos nuevos lugares desde los cuales ese pueblo puede ser invocado como tal, por fuera del
propio soberano. Eso slo surge en el contexto de la lucha que se entabla a partir de la resistencia que van
a oponer las corporaciones locales a los avances del centralismo borbnico. Es eso lo que permite ahora
distinguir la existencia de algo como el pueblo o la nacin que pueda hablar por s misma. En la medida en
que surgen estas nuevas instancias de articulacin de lo que sera la voluntad general de la nacin, y por
las cuales esta voluntad general de la nacin se pueda manifestar y hacer visible, se pueda representar, y
que no sea ya el propio monarca, es que la nacin empieza a aparecer como un objeto visible de la
realidad, y aparece ahora tambin esta contraposicin entre nacin y Estado. Esta es una antinomia que no
exista antes. No era posible distinguir nacin y Estado hasta antes de fines del s. XVIII.
Estudiante: En el caso de las colonias europeas que tena Espaa, haba un rey invasor. No se llegaba a
pensar en una especie de nacin que corresponda a otro rey? Porque en 1800 pas que Francia invadi
Espaa, y entonces ese pueblo reclamaba al rey. No se reivindica un rey en nombre de la nacin?
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Profesor: Es interesante el discurso de resistencia a la ocupacin que se dio sobre todo en Flandes. Se va a
dar, justamente, a partir de un proceso de resistencia de los cuerpos locales, que van a asumir la
representacin de sus poblaciones frente a lo que consideran la invasin de un monarca extranjero.
Estudiante: Eran los cuerpos.
Profesor: Claro, eran los distintos cuerpos territoriales que se van a tratar de unificar para resistir
coordinadamente a Felipe II y a su enviado militar. Pero todava el discurso de resistencia va a estar
encastrado ms claramente dentro de un mdulo ms tradicional. No se va a indicar la idea de nacin, sino
el derecho de representacin que tenan esos cuerpos como tales. Todava no haba esta idea ya ms
abstracta de pueblo que va a surgir a fines del s. XVIII en el caso de la revolucin iberoamericana, pero
tambin en la revolucin francesa, norteamericana, etc., cuando ya lo que est emergiendo es otra cosa
distinta. Ya no es el derecho a representacin de los cuerpos, sino de la nacin.
En el caso de las cortes de Cliz se observa claramente que lo que desata este proceso revolucionario es la
emergencia de esta nueva entidad que sera la nacin, que ahora asume la soberana y que eventualmente
puede llegar a disponer la institucin de una monarqua o de otra forma de gobierno. Como deca Martnez
Marina, la monarqua no tendra nada que ver con el tipo de dominio que ejerce el padre en el mbito
domstico, porque las relaciones entre padres e hijos es de derecho natural, pero la relacin entre el poder
poltico y la sociedad es una cuestin puramente convencional que perfectamente se puede cambiar. En
este proceso revolucionario que se da en Espaa, est claro que de lo que se trata es de constituir ahora es
el poder poltico. Y eso presupone que ya existe una nacin que pueda constituir el poder poltico.
Producida la vacancia real, lo que se trata es de crear un nuevo ordenamiento poltico. Pero para que
pueda crearse un ordenamiento poltico, es porque existe ya el sujeto capaz de instituir ese nuevo poder
poltico que es la nacin. En Espaa, todo el discurso revolucionario va a funcionar sobre la base del
presupuesto de la preexistencia de la nacin, que hay una nacin que preexiste a la existencia del soberano
o de un cuerpo poltico del Estado, y que es a su vez el que le toca fundar ese Estado. Cuando se traslada a
las colonias, sin embargo, este problema va a cambiar completamente. Se va a producir una nueva
inflexin. Ahora ya no se trata slo de constituir un poder poltico, sino que en las colonias va a aparecer
una problemtica adicional. Lo que se va a poner en disputa es cules son esas naciones que van a tener
que constituir el poder poltico. Ac se va a dar la paradoja que se va a tener que constituir un nuevo orden
institucional, un nuevo poder poltico, y al mismo tiempo se va a tener que constituir el sujeto que a su vez
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va a tener que constituir ese poder poltico. Lo que no existen ac verdaderamente son esas naciones,
porque ac nunca hubo pacto social; ac lo que hubo es el hecho de conquista. Es en las colonias donde la
cuestin nacional realmente va a emerger como tal. Y con eso va a dislocar el propio discurso
revolucionario, porque el discurso revolucionario estaba funcionando sobre el supuesto de la preexistencia
de la nacin. Una vez que se quiebra ese supuesto de que existe una nacin que puede eventualmente
poner un gobierno u otro, todo ese discurso va a entrar en crisis. En ltima instancia, el discurso de
emancipacin en Amrica Latina va a surgir a partir de esa apora constitutiva, que es que va a terminar
avanzando y poniendo en cuestin aquello que van a constituir los propios presupuestos sobre los cuales
ese proceso revolucionario haba sido fundado, que haba puesto en movimiento ese proceso
revolucionario.
Estudiante: Usted dice que se disloca el discurso revolucionario, a partir de esta idea de una preexistencia
de una nacionalidad, y no termino de entender esto. Por ejemplo, en Moreno y todos ellos, a m me lleg
la reconstruccin de esto va Mitre, y una de las crticas que se le hace a Mitre es esta inmanencia de una
nacionalidad que emerge
Profesor: Claro, eso lo construye casi medio siglo ms tarde.
Estudiante: Por eso, son conscientes de esto? El problema de la nacin pensado desde la ptica de los
propios actores.
Profesor: No, lo que ellos no podan pensar en Amrica Latina es esta idea de la preexistencia de la nacin
que va a postular Mitre. Que existiera una nacionalidad argentina, como ya Mitre va a pensar en 1870,
para Moreno era inconcebible, porque no exista el nombre de Argentina, no se saba dnde empezaban ni
dnde terminaban estas naciones. De hecho, la declaracin de Independencia de 1816 deja indefinido qu
es lo que se est independizando, se habla de las Provincias Unidas del Sur, pero no se sabe cules son
esas provincias que se han independizado, y en ningn momento lo especifica.
Estudiante: Y el marco referencial cul sera, entonces? La provincia?
Profesor: Bueno, va a ser ambiguo. El problema es que no queda para nadie claro dnde empiezan ni
dnde terminan las nuevas naciones. Todos invocan una nacin porque ellos son representantes
supuestamente de esa nacin. En Espaa estaba claro que esa nacin espaola exista, y exista
supuestamente desde el s. XIII. El propio levantamiento del pueblo contra el invasor extranjero habra
dado muestras de la existencia de esa nacin espaola. Pero una vez trasladado eso a las colonias, va a
emerger este otro problema: cul es el sujeto al cual se invoca, y que es el que le toca reconstituir el
poder poltico? Que ese sujeto no existe como tal, y hay que constituirlo. Entonces, cmo es que se
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constituye una nacin? Esa es la pregunta. La pregunta que surge ac no es cmo se instituye un poder
poltico, sino cmo se constituye la propia nacin, cmo la nacin puede ser sujeto y objeto de s misma al
mismo tiempo; cmo se constituye a s misma una n