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EDICIÓN 1.035 DOMINGO 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 MANIZALES - COLOMBIA creación y vida LA SIRGA Viaje al fondo del miedo Hugo Chaparro Valderrama ENTRE CULTURAS ANCESTRALES Y MODERNAS En Jacanamijoy, el mundo es imagen Octavio Hernández Jiménez ELEVACIÓN Poemas místicos de Lema Echeverri Otto Morales Benítez EN LA ANTIGUA COMISARÍA DE ARAUCA Humberto Gómez y su rebelión independista Alfredo Cardona Tobón IMPRE(CI)SIONES Geografía culinaria Camilo Gómez Gaviria RAFAEL LEMA ECHEVERRI Un hombre de muchos escritos y un solo libro FOTO|CORTESÍA ELVIRA INÉS LEMA SALAZAR|PAPEL SALMÓN Gloria Luz Ángel Echeverri

Papel Salmón, 9 de septiembre de 2012

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Papel Salmón, 9 de septiembre de 2012.

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Page 1: Papel Salmón, 9 de septiembre de 2012

EDICIÓN 1.035 domingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 MaNIzalES - ColoMBIa

creacióny vida

La Sirga

Viaje al fondodel miedoHugo Chaparro Valderrama

EntrE cuLturaSancEStraLES y modErnaS

En Jacanamijoy,el mundo esimagenOctavio Hernández Jiménez

ELEvación

Poemas místicosde Lema EcheverriOtto Morales Benítez

En La antigua comiSaría dE arauca

Humberto Gómezy su rebeliónindependistaAlfredo Cardona Tobón

imprE(ci)SionES

GeografíaculinariaCamilo Gómez Gaviria

rafaEL LEma EchEvErri

Un hombre de muchosescritos y un solo libro

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2 | |3CINE| domingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 domingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 |ARTES PL ÁSTICAS

Cinco personajes definen las tensiones de una experiencia cinematográfica y humana. Recrear los temores de un país agobiado por la muerte. Sugerencias.

Hugo Chaparro Valderrama* Papel Salmón

En La sirga (Vega, 2012), Alicia, la muchacha fugitiva de la guerra, está amenazada por la muerte y la soledad como som-bras que no se apartan de ella.

Tuvo que escapar de su pueblo después de que le incendiaran la casa. El destino y su ironía la llevan hacia otra casa, donde vive Oscar, su tío, y el aire es tan espeso y gélido que las tensiones del miedo son fantasmas entre sus habitaciones.

Con Flora, la mujer que acompaña cuando puede a Oscar -“cuando puede” es “cuando no está su marido”-, Alicia se ocupa en reparar y prevenir el deterioro de “La sirga”, una pensión a la espera de los turistas que jamás llegan. Dos perso-najes más se enfrentan al misterio: Fre-dy, el hijo ausente de Oscar, que regresa a “La sirga”, iluminado de forma oscura por un pasado turbio y un presente aún más siniestro, y Gabriel, un muchacho que recorre de una costa a otra la lagu-na, su paisaje de agua fría cubierto por un silencio de mármol, como un testigo implacable, inquietante y semejante a los juncos que navegan como un presagio, avanzando contra el viento.

Cinco personajes que definen las ten-siones de una experiencia cinematográfi-ca y humana, en la que sus emociones es-tán sugeridas para filmar el horror como un espectro que asedia sin manifestarse del todo; sin explicar las imágenes del crimen; la semblanza de la muerte como una maldición devastadora por la frac-tura de lo que pudo ser posible y quedó reducido a la esperanza -lo que rescata el vestigio del amor que no será entre Ga-briel y Alicia cuando ella guarda las ta-llas que él hizo en madera como un gesto de frágil pero ilusionada seducción-.

Una historia definida por el sonam-bulismo de Alicia y por su ritual, que protege la memoria, sumergiendo velas en el agua, escondiendo sus secretos y el pasado que se apaga, ahogando el brillo tenue de sus recuerdos difusos.

La energía de las metáforas, que acti-van la imaginación y sugieren un enigma dormido tras el silencio, es un recurso dramático que subraya las pasiones que agobian a los personajes. La pasión que

La Sirga

viaje al fondo del miedo

se revela en la quietud animal de Oscar mirando a Alicia mientras se desnuda antes de acostarse, sin atreverse a cruzar el umbral en claroscuro.

SímboloS y alegoríaSLa sirga es la comprobación de una

evidencia en la historia del cine -y, por extensión, en la historia del arte- cuando los términos entre un país y sus demo-nios pasan del alegato y la desesperación, del estruendo y el clamor para compren-der el caos, al terreno de los símbolos y de sus alegorías, acaso más impactantes que la explicación sociológica o los rótu-los políticos -un ejemplo clásico nos re-cuerda al expresionismo alemán de los años 20; un ejemplo reciente al cine ru-mano realizado en la primera década del siglo XXI, describiendo con un realismo crudo la herencia de Nicolae Ceausescu-.

La sirga es un hallazgo formal y na-rrativo acerca de las preguntas que se ha hecho el cine en Colombia -y se le ha hecho al cine en Colombia-, sobre cómo recrear los temores de un país agobia-do por la muerte, aparte de registrar un paisaje, el departamento de Nariño, que permanecía inédito en la pantalla local, con su dicción, su atmósfera y el tono del mundo andino donde no se dice todo y lo demás se averigua.

El guión y la dirección de William Vega son el después del antes, que resuelve una larga duda con la certeza que permi-te el talento y su aprendizaje; la respues-ta al enigma de filmar regionalmente a

Colombia, logrando ese espejismo, el tono universal de una historia, comprensible más allá de los límites geográficos, con imágenes cercanas a la poesía, incluso aun-que nos sugieran la soledad de la muerte.

Las casas inundadas, las atmósferas cruzadas por el viento y la niebla, po-drían recordarle a un espectador ansioso por establecer relaciones de los paisajes de Tarkovsky, su afirmación al respecto del sonido y la imagen para recrear en la pantalla “no sólo el mundo interior del autor, también lo que yace al interior de ese mundo, aquello que es esencial en él y no depende de nosotros”.

De nuevo, el misterio. La imagen que recibe al espectador en La sirga, después de escuchar el rumor del viento en los créditos iniciales, deteniéndose la cáma-ra unos segundos sobre el cadáver de un empalado, solitario entre la bruma, apa-reciendo después los juncos que navegan contra el viento y, luego, Alicia, extravia-da en el paisaje de un páramo, sufriendo de la claustrofobia al aire libre que aco-rrala a los perdidos en medio de ninguna parte, son la introducción al miedo que respira agazapado en el relato.

El aspecto visual que le otorga a la puesta en escena la dirección de foto-grafía de Sofía Oggio Hatty, magnifica el paisaje con un preciosismo justo, pro-longando la precisión del relato con la precisión que enseñan las imágenes y su énfasis en la atmósfera y la emoción del drama. El ojo puede establecer otra rela-ción caprichosa cuando descubre el trata-

miento de las velas como fuentes de luz que acarician la mirada en una secuen-cia que proyecta la imagen de un sueño sobre la pantalla, cuando Alicia camina con una vela entre sus manos y unas tru-chas boquean sobre una mesa, logrando una atmósfera cercana a las que Georges de la Tour consiguió en pinturas como El niño recién nacido, María Magdalena o San Sebastián cuidado por Santa Irene. Imágenes que permanecen por sus composiciones “sencillas y tranquilas (…) iluminadas por una sola antorcha”, permitiendo ima-ginar que el siglo XVII estrecha su mano con ciertos fragmentos visuales del siglo XXI en un film.

TIemPo SIN TIemPoEl exterior y el interior están relacio-

nados no sólo espacialmente: los actores -Alicia (Joghis Seudyn Arias, una chica con rostro de actriz rusa); Oscar (Julio César Robles); Flora (Floralba Achicanoy); Gabriel (David Guacas); Fredy (Heraldo Romero)- son climática y emocionalmen-te como icebergs; aparentemente fríos y sugestivos por lo que callan en contraste con lo que dicen. Crean sus personajes desde el interior, con una gestualidad contenida, sin abrumarse entre sí cuando los diálogos representan un misterio ve-lado, jamás revelado del todo.

Y como telón de fondo, el país que les tocó en suerte. Rencoroso, vengativo, manifestando su odio con la situación extrema de la muerte. Con treguas mo-mentáneas: Oscar, reunido con sus ami-gos, aplaudiendo tristemente la música melancólica que rasgan un violín y una guitarra, sin olvidar el asedio que puede sufrir Alicia en garras de los borrachos.

Una pasión por el crimen que lo des-compone todo. Registrada sin gestos escandalosos. Sin truculencia retórica. Otro iceberg sumergido en la conciencia. Flotando calmadamente, como los juncos siniestros, hasta que explota el rencor y queda como una mancha en el paisaje -vislumbrada por Oscar desde su bote, al final de la película, sin que le preocupe mucho la condena a la fatalidad, el ma-lestar que le cause, aliviado con el agua de escorpión que friega cada noche en su cuerpo-.

La sirga muestra un cine realizado sin complejos. Con la plenitud del oficio -aunque se trate de una ópera prima-. Cruzando por la pantalla sin la broma de los lugares comunes. Recreando un mundo autónomo según las leyes que lo dominan. Sin rendirle cuentas a nada distinto a la tradición de la que proviene -la historia del cine en su dimensión más amplia-. Salvando la obligada denomina-ción de origen cuando se adjetiva al cine doméstico como una condición estética ineludible con el lapidario colombiano -ser colombiano, “un acto de fe”, según Borges-, superándose a sí mismo en esta película filmada en el tiempo sin tiempo que define a un clásico

*Laboratorios Frankenstein©

Foto|tomada de httP://

FlorenCianos.

Com|PaPel salmón

En sus obras se observa lo abstracto en el colorido y su distribución en los lienzos y el papel. Nos familiariza con “el misticismo de la naturaleza”. Más allá de la realidad.

Octavio Hernández Jiménez* Papel Salmón

El Museo de Arte de Caldas, entre el 16 de de agosto y fi-nales de septiembre de 2012, expone 20 pinturas del Carlos Jacanamijoy, artista nacido en

Santiago (Putumayo), en 1964, Maestro en Artes Plásticas de la Universidad Na-cional de Bogotá, con estudios en otras universidades del país, exposiciones in-dividuales y colectivas por todo Améri-ca y residenciado, en la mayor parte del tiempo, en Nueva York.

Conviene recalcar esos datos de su hoja de vida pues muchos colombianos, al saber que por las venas de este artista corre sangre indígena y que en ese medio bebió a sorbos las impresiones básicas del mundo, se atreven a expresar lastimeros prejuicios como si se trata de una pintura ingenua, etnológica, a la que hubiera que perdonar su ausencia de elementos de la cultura occidental, patrón con el que juzgamos a quienes poseen o carecen de nuestros mismos códigos sociales.

elemeNToS oNírIcoS y SurrealISTaSLa obra de Jacanamijoy hay que escu-

driñarla de acuerdo con valores inscritos en culturas ancestrales y, a la vez, en ci-vilizaciones de avanzada como son los conceptos de pintura abstracta y elemen-tos afines al impresionismo. Pero sucede que estos dos patrones no son siquiera históricos sino de una trayectoria que se pierde en la noche de los siglos.

La abstracción ha estado presente en el

EntrE cuLturaS ancEStraLES y LaS modErnaS

En Jacanamijoy, el mundo es imagenarte colombiano desde antes de la llegada de los europeos. ¿Qué son los husos, tejidos y decoración incisa que observamos en las vasijas de barro, en las repujadas láminas de oro y otros metales, sino la abstracción artística en su grado más elaborado?

Anónimos y encumbrados maestros del arte precolombino, siglos o milenios antes que Ramírez Villamizar, Edgar Ne-gret, Carlos Rojas, Fanny Sanin, Luis Fer-nando Robles, en las obras fruto de sus ensueños, se propusieron hacer la consa-gración de lo abstracto.

Pero, en las obras que colgó el san-tiagueño (o santiaguino), en el Museo de Caldas, se observa lo abstracto en el colorido y su distribución en la extensa planicie de los lienzos y el papel. Se tra-ta de una abstracción que, como neblina plácida, se apodera de la sensibilidad de los espectadores. Colores difuminados que forman una sinfonía sonámbula. Elementos oníricos y surrealistas abun-dan en la obra de Jacanamijoy.

No hay brochazos expresionistas, fruto de un arrebato espiritual y corporal. Nada es agresivo en su pintura. La obra de este artista es para evocar y hechizar. Ritmo en la composición. En la obra de Jacanamijoy es impropio hablar de brochazos; es más apropiado hablar de pinceladas.

la NaTuraleza eSTá PreSeNTeLa técnica al servicio de una poética y

una lírica. Sin hacer lo mismo, diríamos que este colombiano asimila cierto mo-mento de la obra de W. Kandinsky (1866-1944), por lo menos al reconocer que se trata de “una impresión directa de la na-turaleza exterior”. De algo que llamaría-mos una naturaleza no material.

Se vislumbran elementos mágicos, musicales y la sensualidad del color, a la vez que, en ciertos momentos, se aspiran ráfagas de aire de una infancia perdida. Se diría que su obra nos familiariza con “el misticismo de la naturaleza”.

Esta placidez la encontró el propio maestro y la dejó consignado en varios títulos de esta muestra. Uno de ellos es “Anotaciones de música” y otro “Orifi-cios en el viento” como si el cuadro trans-mitiera el sonido de una ocarina. Un con-junto de obras se aglutinan en cuanto que presentan fantásticas formas orgánicas.

Una obra, del período en que los colo-res del arco iris ceden espacio al blanco y negro, recibe el nombre de “Grito de no-che”. Huracán imprevisto instalado como telón de fondo para la hecatombe que he-mos padecido. Tanto en las composicio-nes con los colores selváticos como con el blanco, negro y gris, se puede vislumbrar lo que Roger Fry dijo de la obra de Kan-dinsky: pura “música visual”.

Hay cuadros que parecen acuarios rea-les como “De la abundancia nocturna” y “Ecología” en los que, por las formas y el colorido, se diría que la obra de Jaca-namijoy no es absolutamente abstracta. Álvaro Medina habla de que su pintura “representa una naturaleza paradisíaca y salvaje”. Se distinguen cascadas, som-bras de leños caídos, soles crepusculares y hasta “frutos para la fiesta”.

uN vIaje que va máS alláEn las obras expuestas, en esta ocasión

en el Museo de Arte de Caldas, hay una carga de armonía que no se encuentra en el concepto de maraña, rastrojo o “natu-raleza salvaje”. Nada es confuso aunque sea difuso. Imprecisión en que resalta un tenue golpe de luz. O, como dijo un héroe de Arnim: “Discierno con pena lo que veo con los ojos de la realidad de lo que veo con los ojos de la imaginación”.

En la obra del colombiano se pueden observar los puntos clave de las obras de

arte: una posición mental definida ante lo que se busca, un planteamiento apro-piado, una tensión permanente y una correcta distribución de componentes como el colorido, las manchas, las rayas y las sombras que buscan provocar en el espectador una impresión perdurable.

A veces, aparecen hilos o bosquejos de columnas en medio de esa selva y no queda otra solución que evocar a Octavio Paz: “Seguir a esa muchacha que sonríe y delira, internarse con ella en las profun-didades de la espesura verde y oro, en donde cada árbol es una columna vivien-te que canta”.

Eso es lo que hace Jacanamijoy con sus obras: por medio del impresionismo abstracto, provocar un viaje más allá de nosotros mismos; más allá de ese mun-do real que nos estorba para darle rienda suelta a nuestro ensueño.

Ante este regalo para los ojos, no tene-mos más que suponer que el mundo es una imagen amorosa. O, como aclaraba el Premio Nobel mexicano: Una imagen encarnada en el hombre

*www.espaciosvecinos.com

el curador navajo Kathleen ash-milby dice que los paisajes vivos de Carlos Jacanamijoy encarnan la creación y la transformación de la selva del Putumayo a través de abstracciones de color y luz.

Fotos|arChivo la Patria|PaPel salmón

aunque Carlos Jacanamijoy es miembro de la comunidad inGa del Putumayo y participa activamente de la vida de su comunidad, no involucra su trabajo artístico a ella.

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|54|ANIVERSARIO | | ANIVERSARIOdomingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 domingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012

No quiso aceptar la dirección de LA PATRIA. Fue un empírico y un conservador que movía masas sin ser fanático. Anécdotas.

Gloria Luz Ángel Echeverri* Papel Salmón

A mediados del siglo pasado, el doctor José Restrepo Restrepo le ofreció la dirección de LA PATRIA a Rafael Lema Eche-verri, pero él no quiso aceptar-

la porque no le gustaba asistir a los actos públicos. Lo que sí le llamaba la atención era escribir sobre los acontecimientos de Manizales. “El compromiso de él era escribir los editoriales y las glosas, pero también hacía la columna ‘El doble signo’ (la última, la escribió en su lecho de en-fermo y se publicó el 25 de abril de 1966, poco antes de su fallecimiento), y la pá-gina ‘Pausa’ con temas variados”, según cuenta su hija Elvira Inés Lema Salazar.

Son muchas las anécdotas de este hom-bre que nació hace cien años y que dejó huella en el periodismo y las letras de Caldas. Otra de ellas también tiene que ver con el doctor José Restrepo Restre-po: Caldas había votado en masa por el doctor Valencia (Guillermo León Valencia - 1962-1966), pero empezó a fallar en su go-bierno y Rafael Lema escribió “Las diez fallas de Valencia”. El doctor Restrepo lo regañó y Lema le contestó: “Hágame el

rafaEL LEma EchEvErri

un hombre de muchos escritos y un solo libro

Hernando Salazar Patiño* Papel Salmón

El poeta del grupo Milenios fue Rafael Lema Echeverri (1912-1966). Publicó solo un libro de versos, Elevación en 1951. Al en-contrarnos un salmo de Isaías y

un texto entresacado de “Las fronteras de la poesía” de Jacques Maritain precedien-

Cano del lenguaje poético de Blas de Ote-ro, cabe precisa para el de Rafael Lema Echeverri: “Un lenguaje de maestro, un lenguaje sobrio, castigado, pero lleno de brío y de fuerza en su elemental desnu-dez. El verso suena a veces como un tra-llazo, y otras como una limpia espada de pureza”.

A Lema se debe la única antología de la lírica caldense Caldas en la poesía (1970) realizada con generosidad no exenta de buen gusto, preñada de sápidos, certeros comentarios sobre cada uno de los poetas. Con un pudor muy propio de su persona-lidad, excluyó su nombre de los antologa-dos. Y esta evidente injusticia para con él y sus admiradores no ha sido compensa-da. No existe un estudio -siquiera media-no- de su obra tan particular.

Echa de menos el análisis desprejuicia-do, partiendo del poeta mismo. Y ahí sí, cómo no hacerlo “...en su honor,/ diciendo todo lo que ella es, como riqueza/ y blandura. Como suavidad. Como qracia/...” para citar el poema suyo en loor de la tierra. Y cercio-rarnos, con Fernando Mejía, que “su canto transparente está nutrido por el aceite de la virtud y la belleza”.

Mas los mayores atributos literarios de la poesía de Lema se perciben nítidos en su prosa. Y es esta aun más curiosa todavía. Por sus rasgos, por su materia esencial, por la posición del escritor. Pro-sa contrapuntística, rítmica y nerviosa, diáfana y pungente, por la columna pe-riodística de Lema Echeverri pasaron los grandes escritores católicos del mundo bajo una llama inquietante y espléndida.

En el tratamiento de los temas sociales volcó su solidaridad humana y su casi ra-bioso sentido de justicia. Detestaba a los burgueses satisfechos y la hipocresía. Te-nía la cualidad de levantar ampolla con sus conceptos, apretados en ese estilo pe-culiar en ocasiones lleno de espinas, fusti-gante e injusto y en otras, conmovido, con cierto temblor en la ira y en la ternura. Era quizás el único escritor católico en Colom-bia. Creyentes o de temas religiosos los ha habido y los hay todavía. Pero ninguno como él se comprometió serlo en plena época de literatura comprometida, con ganas, con coherencia, con beligerancia, excesivo e intemperante como su maestro León Bloy. Discípulo de Beardieff, de Le Senne, admirador de Veuillot, de Belloc, de Chesterton, hacer periodismo católico fue en Lema un acto deliberado, un acto de lealtad intelectual insobornable. Por sobre sus deleznables editoriales políticos, solo intentaba “movilizar valores eternos”. La elegancia y simetría de su poco común li-teratura, fue impar en su tiempo.

Como apuntó Hernando Giraldo, “po-seía un estilo apenas parecido a la limpie-za de su alma”

*De Diez Escritores. Dos Generaciones, por Hernando Salazar Patiño. Manizales, Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía. Ediciones Vellón de Nube 3, pp. 7-10.

Sobre la obra de rafael Lema Echeverrido sus poemas-oraciones, sabemos ya a qué atenernos.

Hay mucho de honestidad, de orgullo, de franca soberbia en su actitud estética. Porque Lema fue un poeta católico, y no de cualquier manera. Lo fue decidida, lú-cidamente. Una serie de plegarias de ala-banza a santos y santas, a la Virgen -com-placido objeto de su venerante amor-, y una nueva oración a Cristo, son el austero fruto de su indubitable y ávida fe.

Difícil afiliarlo a una escuela. No se pa-rece a nadie conocido. Contemporáneo de los piedracielistas, la suya sería una poe-sía desituada en la expresión y en la temá-tica. Para no pocos, también en su sentido. Aspiró a tener más de cielo que de piedra, o únicamente de cielo. Con todo, a noso-tros nos parece verla suspendida entre la modernidad y el siglo de oro.

Y asidos a la cuerda, adivinamos a tre-chos a Santa Teresa y a Francis Jammes, a Charles Peguy y a San Francisco, a Clau-del y a Fray Luis. Más que parientes espi-rituales, son consanguíneos por la fe.

Como en aquel verso de sus últimos poemas “Su impulso es siempre un im-pulso hacia arriba”. Es ella un constante mirar de la tierra hacia el cielo. Podría de-signársela poesía religiosa a sabiendas de que se la limita y recorta. E inclusive Ra-fael se hubiera llenado de gozo si alguien despectivamente le hubiese llamado poe-ta “mariano”. De ser etimológicos, más exacto es considerarlo como poeta meta-físico. 0 utilizando la apreciación que de

favor y se me va de aquí porque esto va a salir mañana, quiera o no quiera, y se me va, no me diga a mí qué tengo que hacer”. “Mi papá echó al doctor José de la oficina a pesar de ser el dueño del periódico”, se-ñala Elvira Inés.

Una más fue cuando la madre María, de la Universidad Católica de Manizales, lo llamó para que diera clases de perio-dismo. Dio solo una clase y le dijo a ella: “Madre María, le voy a decir una cosa, el periodismo no se enseña, nace con las personas, eso es del espíritu. Además, hay que empezar desde abajo e ir escalando”. Así lo hizo Rafael Lema, empezó como co-rresponsal de LA PATRIA en Santa Rosa de Cabal, a los 17 años de edad, y terminó como subdirector.

Su inquietud por la lectura, lo llevó a escribir. Era un empírico, se educó con los libros que traducía del alemán, francés e inglés. Con Augusto Ramírez Moreno tuvo un periódico de dos o tres páginas en Armenia.

uN PolíTIco coNServador Pero uNIverSal

“Él era muy político y super conserva-dor, pero no fanático, era universal. Me acuerdo que hizo en Caldas las campañas políticas a la presidencia de algunos can-didatos como Guillermo León Valencia y Belisario Betancur. En ‘Pausa’ escribía lo que pasaba en la política del momento por medio de chistes y críticas muy sarcásti-cas, pero también, las noticias nacionales

e internacionales. Era enemigo acérrimo de las patrañas políticas y de los caciques, estaba en contra de la compra de votos”, dice Elvira Inés.

Comenzó en la política dentro de las juventudes conservadoras, pero nunca aceptó cargo alguno. Le ofrecieron ser di-putado, congresista, gobernador, alcalde, embajador en España y ante la Santa Sede, pero “no le gustaban los honores porque más bien adoctrinaba y movía las masas. Era un orientador de las juventudes a tra-vés de sus escritos”.

eSTrIcTo y TIerNo a la vezElvira Inés tiene un recuerdo muy

grande e infinito de su padre. “Era a la vez estricto y disciplinado, pero tierno. Cuando se ponía bravo, era bravo de ver-dad, nos educó con mucha disciplina. Mi padre estudió con los padres lasallistas de Santa Rosa de Cabal donde tuvo contacto con un sacerdote alemán y leía a Nietzs-che y a otros escritores alemanes, por eso en mi casa había una disciplina alemana. Además, no podíamos hablar cuando mi papá estaba escribiendo y aprendimos a ser silenciosas. Me alegro de haber recibi-do una educación así y de esa misma ma-nera enseñé a mis hijos.

Además, mi papá nos dio ejemplo de una cultura personal e intelectual. Nacimos en medio de la música clásica, los libros y las revistas que le llegaban de muchas partes. Tenemos el recuerdo de una persona con una gran calidad humana y además con

una devoción especialísima por la Virgen y por Dios. Era un místico completo”.

uN PoeTa de uN Solo lIbroLo que se conserva de los escritos de

Rafael Lema son los textos de su colum-na “El doble signo” y los artículos de la página denominada “Pausa”, porque, sólo publicó un libro de poesía, Elevación (1951) y la antología Caldas en la poesía (1970).

“Era amigo de Fernando Londoño Lon-doño, Silvio Villegas, Aquilino Villegas, Otto Morales Benítez, Eduardo Carranza, Rafael Maya. Ellos y otros poetas iban a visitarlo a Manizales en LA PATRIA o en la casa, porque mi papá no salía sino al tra-bajo y a la misa de seis de la mañana en La Inmaculada, luego de la cual se iba para la casa a escribir y a leer”, dice Elvira Inés.

Rafael Lema le hizo varios poemas a su esposa Ana Salazar, a su frente, a sus ma-nos, a sus ojos… “El amor que tenía por mi mamá era muy grande y la llamaba Pura”. Incluso le dedicó el poema Alabanza de la Sencillez y del Amor a Elvira Inés, pero también a Dios, a la Virgen y a distintos santos y santas.

***Rafael Lema Echeverri nació el 21 de

abril de 1912 en Santa Rosa de Cabal, y falleció el 12 de mayo de1966 en Mani-zales. En el centenario de su nacimiento, Papel Salmón quiso hacerle un homenaje con este artículo a quien perteneciera a nuestra casa editorial y fuera uno de los caldenses más prestantes

Mario Carvajal hace Carranza, un poeta “vuelto hacia Dios”.

Cuando enfrentamos su bruñida pa-labra, se nos viene Blas de Otero. Poeta español nacido en el mismo lustro que Lema, presumimos que el poeta de San-ta Rosa de Cabal no supo -si acaso, muy poco- del bilbaíno. De éste no tiene su sentido existencial, ni su desarraigo, ni -al menos en el verso- su pulsación social. Pero concurren en el fondo clásico y com-parten algunas de sus fuentes. La poesía elativa, blanca, dulcísima -para recurrir a los superlativos absolutos de que tanto gustaba- de Rafael Lema contrasta con el dramatismo, a veces oscuro, y el vértigo, siempre angustiado, de la expresión de Otero. A ambos los inunda una fe que les sangra del pecho. En, Dios, en el hombre y en su España la de Blas, solo en Dios, en lo sagrado, en lo bendecido, la de Lema. En el primero “la búsqueda frenética y clamante de Dios”. La certidumbre del hallazgo y el gesto orante en el segundo. Dirigiéndose “a la inmensa mayoría”, más “fieramente humano”, escribe Blas de Ote-ro “Y el verso se hizo hombre”. Dentro del sentimiento místico de Rafael, el verso se hace Espíritu, “vaso santo”. Tal vez habría escrito Y el verbo se hace verso.

Tanto en el español, cristiano y comu-nista, como en el colombiano, conserva-dor y católico, hay un “ansia de abismarse en un profundo y definitivo cielo”. Y bajo la “teñida” piel quemante de la poesía de aquel y de este, corren jugosas y fluidas savias. La descripción que hace José Luis

reProduCCiones|la

Patria|PaPel salmón

sepelio de rafael lema echeverri, a la salida de la iglesia de Chipre.

rafael lema echeverri era tan lejano a los honores que cuando le dieron la orden reina isabel Católica de españa, por sus escritos y poemas, mandó a su hijo mayor para que la recibiera.

rafael lema echeverri tuvo un espíritu sensible, enamorado de lo metafísico. observó un gran amor por la religión y sus dogmas místicos, a los cuales brindó sus más elaborados poemas.

Page 4: Papel Salmón, 9 de septiembre de 2012

|76 | |HISTORIAdomingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012 domingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012POESÍA|

Poesía iluminada ceñida a los principios filosóficos de la Escolástica. Su único libro de poemas publicado. Vocación mística.

Otto Morales Benítez* Papel Salmón

Este libro de poemas de Rafael Lema Echeverri nos presen-ta una faceta de su creación. Fue un prosista con muchas claridades, con afirmaciones

mentales eruditas y de nobles conviccio-nes. Estaba sí, permanentemente, en una exigencia de fidelidad a la nobleza de las expresiones culturales.

La obra a la cual apenas nos asoma-mos con devoción crítica, expresa su vo-cación mística. Es poesía iluminada que busca la divina luz, ceñida a los princi-pios filosóficos de la Escolásti-ca. Lo celestial bíblico lo asiste en su inspiración. Lo mismo que sus poemas, revelan que no vivía en el “oscurantismo inte-lectual o de atraso literario”.

El género místico es raro en la obra de los caldenses y en la época que Lema Echeverri ejer-cía su vocación de intelectual. En su escritura se manifiestan los interrogantes espirituales que lo asediaban.

Su empeño de linaje es orientar su alma hacia el cono-cimiento de Dios. Por ello hace referencia a un simbolismo tan alto como es el de soñar con al-canzar el misterio de la gracia. Para vivir así, se necesita que la intuición sea generosa y que los pequeños encuentros vengan de sus caudales interiores.

Desde luego, se requiere vi-vir en agitación interior, medi-tando en la verdad revelada y librando, en lo íntimo, comba-tes espirituales. Estar muy cer-cano a los símbolos religiosos. Que las creencias le sirvan de bálsamo a su angustia. Por ello, en esta poesía de Lema Eche-verri, hallamos contemplación

ELEvación

poemas místicos de Lema Echeverri

mística con acentos de reflexión, estando cercano a varios designios de plenitud: lo mágico, lo abstracto y la intimidad.

alabaNzaS y SalmoSLema Echeverri comienza sus poe-

mas con uno que titula “Alabanza de la Virgen María”, en el cual sorprende el ritmo que logra con las palabras. Es un be-llo y delicado canto a su dulzura, por “los ángeles nombrada”, lo que eleva la alegría.

En “Salmo” declara que “Mi corazón te desea, Señor”, en las diferentes horas, en las diversas estaciones del tiempo, en el canto y en la angustia. No lo busca en lo terrenal. Nada lo aleja de ese sueño: ni la lujuria, ni ninguno de los dulcísimos sueños del corazón. Se emociona porque Él llama a las “gentes humildes y con-versa desde su propia justicia”. Afirma con convicción: “Todo está penetrado de Tu piedad y Tu misericordia, Señor!”. El

poema está dividido en varias cartas. En la III, se estremece diciendo cómo es su “anhelo por su divinidad”.

Escribe una serie de alabanzas. Una a “San Francisco de Asís” en la que de-clara, con emoción estremecida, que su pobreza es su riqueza. En la de “Amor a la Virgen María”, manifiesta que ese sentimiento, en él, esta hecho de “limo celestial”. Es su canto un fuego de la pureza del alma. Señala que todo esta penetrado de la infancia. Es decir, que la esencia de lo humano cardinal no perturba su éxtasis. La que se dirige a María Goretti la enmarca en palabras de exaltación:

Plenitud del Altísimo. Alta varade santidad! tan firme y claraque dejó tu corazón transfigurado.

Su poema “Evocación del silencio” es la voz de un alma traspasada por sacudimientos espirituales. Lo ins-pira y alienta una fuerza interior. Al silencio lo declara “hermano de mi alma”. Su corazón en él, está su-mergido. Él mismo lo inclina a no querer escuchar. E invade las más diversas horas: las de la madruga-da, las de la penumbra, las del me-diodía. La que viven “los hogares cristianos”, en los que se cumplen los desgarramientos desconocidos. Es la vocación de un ser confundido en las horas de las “penas quietas” y de las “angustias calladas”.

Regresemos a las “Alabanzas”. La de “Santa Teresita de Jesús” lo lleva al canto de arriba y allí aparecen sus sueños y padecimientos.

El poema “Alma mía” busca apoyos en los dones del Pan, el que viene de la Eucaristía, y del vino, en simbolismo de la sangre de Cristo. Mientras “su alma es levantada en luz y nardo”. Para escribir así como Lema Echeverri se necesita asistir casi a una revelación.

En el “Soneto del Viernes Santo” hay que escucharlo:

Lloro por no saber lo que prometeeste amor sin amar que a Ti me ligay este desesperar que compromete.

a crISTo y a Su SaNTa madreSu poema “Himno para exaltar a la

Santísima Virgen” debe entonarse y can-tarse en la mañana, al mediodía y en la noche. Cuando nos asista la soledad, en la aparición del sol, en la compañía de las azucenas, en los jardines de la tierra, en las colinas, en las lejanías, en la cercanía de las palomas, en el océano, en los ríos. En la proximidad de la llama, en el aire, en el agua, en la voz de los desterrados, en seres con hambre y sed de justicia, en el contorno de las vírgenes y los már-tires. Con la voz de los profetas, de los apóstoles, de los sabios, de Teresa de Je-sús, de los coros de los Ángeles y de los Arcángeles.

Aparece en su libro una “Nueva ora-ción a Cristo” y dice con voz de angustia:

Cómo alabarte, Belleza perfectísima, Sabi-duría tan profunda y tan clara, Misericordia tan verdadera y tan justa? Cómo alabarte si nuestra boca es de cieno y en nuestra voz no se advierte siquiera el gemido de los desterrados?

Cómo alabarte, si, como escribía San Dio-nisio, de Tus maravillas y de Tus perfecciones la más pura ofrenda que podríamos hacerte hoy, Señor, tendría que ser la del más puro silencio? Cómo alabarte, pues, Señor nuestro y Dios maestro?

HumaNISmo crISTIaNoSu obra poética viene desde su acen-

drado catolicismo. Él no concebía una so-ciedad sin Dios. Por ello, en sus palabras, busca para todos la redención cristiana. Anhela cercanía a las bondades que vie-nen del espíritu. Y, naturalmente, necesi-taba llegar a lo más alto e invisible. Busca la clarividencia y lo inflama lo religioso.

Su poesía aspira a que se ajuste a la ortodoxia, mediante su identidad con los preceptos bíblicos. Es una interpretación de la misión del hombre en su destino religioso. Con un trasfondo metafísico, se deja guiar por la inspiración que él aspira, con vehemencia interior, a que le asista, una intervención providencial. Hay, entonces, como es natural, una cla-rividencia que lo guía y lo inflama de visiones filosóficas. Es la presencia de lo evangélico en lo temporal que roza su poesía. Es el humanismo cristiano el que inspira su creación.

Hemos asistido a la lectura de estos poemas de Rafael Lema Echeverri con su acento lírico que toca las fronteras de lo místico, con vocación trascendente bus-cando la divinidad. Tiene esta obra un alcance de profundidad metafísica. Pre-domina la visión e intuición de lo eterno. Y su devoción mística lo lleva al canto, donde lo sublime es su mundo de rela-ción con las criaturas de Dios

*Escritor.

La región de Arauca fue ocupada por los venezolanos. Las motivaciones de la rebelión de Humberto Gómez tuvieron un trasfondo social e independista. Atropellos.

Alfredo Cardona Tobón* Papel Salmón

La remota región entre los ríos Arauca y Orino-co fue colonizada y ocupada inicialmente por los venezolanos, y su desarrollo fue tan lento, que su caserío principal, fundado el 4 de di-ciembre por el sacerdote Isidro Daboin, apenas

contaba con mil 500 vecinos a mitad del siglo XIX y no llegaba a tres mil al empezar el siglo XX.

Desligada del resto de Colombia y con el tráfico fluvial restringido por el dictador venezolano Cipria-no Castro, la situación de Arauca no podía ser peor en 1900: dependía casi totalmente de Venezuela y su eco-nomía era paupérrima, pues sus habitantes, casi todos del país vecino, solamente vivían de la venta de cue-ros de res y de las plumas de garza que demandaba la moda europea.

Ante la mínima presencia colombiana, los araucanos se levantaron en armas en 1910 lo que obligó al gobier-no central a segregar la región del Casanare y crear la Comisaría de Arauca, lo que poco sirvió, pues allí des-cargaron funcionarios siniestros y corruptos que envia-ban a la comisaría porque no había lugar para ellos en otros puntos del país.

Además de la pobreza y la mala administración me-nudeaban en Arauca el abigeato para descuerar las re-ses y la lucha por las garceras, donde los antisociales abatían miles de aves en cada entrada para quitarles las plumas, pues la demanda europea no podía atenderse con las plumas que naturalmente mudaban las garzas. A ese ambiente hostil con resequedad en los veranos e inundaciones en los inviernos se sumó la proliferación de las plagas, pues al descender el número de garzas aumentaron los bichos que constituían su alimentación.

aParece HumberTo gómezEntre los pocos datos sobre Humberto Gómez, se

sabe que nació en Santander en 1887; vivió en varios pueblos boyacenses donde ejerció la carpintería al igual que en Guárico, Venezuela, donde trabajó con los her-manos Gagaldón, caudillos del llano y poderosos con-trabandistas de ganado y de plumas de garza.

En 1912 Humberto Gómez se radicó en Arauca, don-de contrajo matrimonio y se desempeñó como mayor-domo del Hato las Delicias; por razones personales no esclarecidas, el Comisario de Arauca, Esteban Escallón, se dedicó a perseguirlo y los esbirros del funcionario, incluso, trataron de asesinarlo. Ante esa situación Hum-berto repasó el río Arauca y desde territorio venezolano buscó la manera de vengarse.

Humberto Gómez consiguió el apoyo de la cuadrilla de un bandido apellidado Pérez Delgado que le sumi-nistró armas para los llaneros que de un lado y otro de la frontera odiaban al comisario Esteban Escallón por su trato tiránico y sus antecedentes como ex-subdirec-tor de la policía nacional en Bogotá.

la rebelIóN INdePeNdISTaLas motivaciones de Humberto Gómez, además de

personales y partidistas tuvieron un trasfondo social e independista que diferencia su rebelión de la mayoría de los alzamientos colombianos.

Un testigo presencial narra los sucesos del 30 de di-ciembre de 1916:

“A las cinco y media de la mañana fue asaltado el cuartel de la policía por una cuadrilla de malhechores compuesta por 35 individuos, capitaneados por Hum-

berto Gómez, los que asesinaron al general Esteban Escallón y a otros ocho funcionarios... después de esto pusieron presos a la mayor parte de los empleados del gobierno gritando ¡Viva el partido Liberal!- ¡Abajo el gobierno de Concha!... luego tomaron de las varias ofi-cinas los dineros del gobierno destruyendo muebles y quemando algunos archivos, especialmente el del Juz-gado de Circuito de la Comisaría... exigieron emprésti-tos en dinero y mercancías y expropiaron toda clase de bienes de distintas personas.”

El ataque se esperaba de tiempo atrás, pero el general

En La antigua comiSaría dE arauca

Humberto Gómez y su rebelión independista

Escallón sin dar crédito a los rumores debilitó la guar-dia del puerto al enviar una partida a traer el correo y otra en busca de Humberto Gómez. Los rebeldes tenían todo preparado, conocían los movimientos de la tropa de Escallón y contaban con infiltrados en la guarnición, entre ellos un cabo que a la hora del ataque hizo levan-tar a los soldados, para que, sin armas, hicieran aseo general al cuartel.

Aunque en Arauca se habían presentado levanta-mientos liberales en 1895 y en 1899, en 1916, además de invocar los principios del partido, los rebeldes exigieron la atención de los poderes centrales y la reivindicación de los derechos de esa región olvidada: “Ante la justi-cia ultrajada- decía Gómez en una de sus arengas- ante muchos derechos conculcados y la vida amenazada, hemos izado la bandera de la libertad en las regiones araucanas.”

Ni los liberales del resto del país, ni los propietarios de las haciendas y los fundos ganaderos respaldaron la rebelión de Humberto Gómez y entre sus hombres surgieron divergencias desde el primer momento, pues aunque la mayoría luchó por Arauca, otros se adhirie-ron a la revuelta para robar y matar como sucedió en el poblado de El Viento que redujeron a cenizas y Co-lombia perdió desde entonces pues la gente invocó la protección de los federales venezolanos.

la recoNquISTa ofIcIalEl 9 de enero de 1917 el presidente Concha declaró el

Estado de Sitio en Arauca y envió dos columnas milita-res: una marchó por las trochas boyacenses de Chita y Tame bajo el mando del general Jesús García y la otra avanzó por el río Meta con el general Manuel Molano Briceño a la cabeza.

Las atrocidades atribuidas a los hombres de Gómez palidecieron ante los atropellos de las fuerzas oficiales. Las tropas del gobierno entraron al caserío de Arauca el 5 de febrero de 1917 e iniciaron una retaliación indis-criminada. Uno de los oficiales trató de justificar los crí-menes ante un periodista: “¿Qué quiere usted que haga una fuerza que va a las pampas de Arauca a perseguir bandidos?- No iba a pelear con un ejército organizado, se trataba de cazar fieras... la gente de Gómez se dis-persó en la llanura y hubo necesidad de cazarlos como tigres.”

La cárcel de Santa Rosa de Viterbo se atiborró de pri-sioneros, muchos de ellos inocentes. Las autoridades de Venezuela apresaron a Humberto Gómez y a su estado mayor y luego los dejaron en libertad; posteriormente los gobiernos conservadores buscaron la extradición de Humberto Gómez sin lograrlo; muchos años después el rebelde regresó a Colombia y en los años 50 murió en Cúcuta, dejando en la historia la huella de un régimen independista de 36 días

*http://www.historiayregion.blogspot.com

Foto|Cortesía alFredo Cardona|PaPel salmón

humberto Gómez, líder de la rebelión de 1917 en la comisaría de arauca.

Page 5: Papel Salmón, 9 de septiembre de 2012

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domingo 9 DE SEPTIEMBRE DE 2012PUBLICACIONES|

SindÉrESiS convocatoria

rEcomEndadoCamilo Gómez Gaviria* Papel Salmón

Imaginen viajar desde una cocina a las diferentes regiones del país. Esto, gracias a los platos que ahí se preparan y los co-cineros, representantes de diversas tradi-ciones culinarias a nivel nacional, que en

ella se encuentran. Esta fue mi impresión duran-te el Premio Nacional de Cocinas Tradicionales Colombianas 2012 organizado por el Ministerio de Cultura el 27 y 28 de agosto en Bogotá. Se lle-vó a cabo en la sede de la Escuela Taller, lugar en el que jóvenes aprenden diversos oficios inclu-yendo el de la cocina. En los dos días que duró el acontecimiento, seis grupos elegidos por convo-catoria se presentaron.

Para el jurado, no sólo era importante el sabor de la comida. También lo eran factores sociales y de conservación ambiental alrededor de los pla-tos. Hubo dos categorías en la premiación: la de Reproducción y la de Innovación. En la primera, había tres grupos compuestos cada uno por tres personas: un portador de la tradición culinaria (o sea, alguien que conoce la receta) un estudioso del entorno social en el que surge el plato y un conocedor de temas ambientales. Por otro lado, en la segunda categoría, también con tres gru-pos, se encontraban los mismos roles, a los que se sumaba el de un chef o estudiante de cocina.

Los jurados eran el historiador venezolano José Rafael Lovera y los antropólogos colombia-nos Ramiro Delgado y Weildler Guerra Curvelo, conocedores del campo culinario. Ganó, en la ca-tegoría de Reproducción, el grupo ‘San Lorenzo de Abajo’ con el plato boyacense “Sopa de choro-tes” (una sopa con bolitas de harina de maíz, en forma de chorote, rellenas de carne molida). Las otras recetas de esta categoría fueron un “Ato-llao de cangrejo alacho” del Pacífico, y un plato de pescado, casabe y caguana de piña del Ama-zonas. Por otro lado, en la categoría de Innova-ción ganó el grupo ‘Jumbaleen y Tamarindo’ con “Opals Lionfish Delight”, un plato de pez león, de Providencia. Parte de la idea de la receta era combatir esta especie invasora, transformándola en un delicioso manjar. En esta categoría hubo también, de Cali, un envuelto de pepapan y frutos del Pacífico, y de Medellín, unas orejas de cerdo ahumadas en conserva, con diversos acompaña-mientos.

Fue un aprendizaje cultural el haber em-prendido este recorrido gastronómico a través del país, conociendo así, no sólo la comida, sino los ingredientes que provienen de diver-sos entornos naturales, y las personas que los preparan y los consumen. En resumen, una deliciosa manera de conocer a Colombia, a tra-vés de su cocina

*[email protected]

Las revistas Puesto de Combate, que está cumpliendo 40 años, y Cuatrotablas convocan al III Concurso Nacional de Cuento Contemporáneo en el que se podrá participar con un cuento de tema libre, que tenga mínimo seis páginas y máximo 12, en tres copias. Los trabajos deberán ser enviados

a: Tercer Concurso Nacional de Cuento Contemporáneo Re-vistas Puesto de Combate y Cuatrotablas. Carrera 3 No. 10-89 Barrio La Candelaria - Centro. Teléfono 4817002, Bogotá. El cierre de la convocatoria es el próximo 30 de septiembre. In-formes en el correo electrónico [email protected]

cueNTo

dE LoS gozoS dEL cuErpo

Antología sin censurasPablo Rolando Arango Giraldo* Papel Salmón

Una vez oí decir a Harold Alvarado Tenorio que los toros eran un espectáculo terrible, que era horrible ver cómo se festejaban la tortura y la muerte del animal. Luego de un silencio, agre-gó: “pero hay momentos maravillosos. Una

vez tuve una epifanía en una plaza de toros y, en un pase del torero, me pareció ver un ángel”. Creo que podemos extraer de aquí una de las claves del arte de Alvarado Tenorio, una poesía que muestra -sin decirlo- que la vida es un pasa-je terrible y al tiempo la única posibilidad de la dicha.

Este volumen es una antolo-gía de la poesía que a lo largo de varias décadas Alvarado Tenorio ha ido dejando en re-vistas y libros. Sería ocioso hacer aquí una presentación de la vida y obra de su autor, puesto que es, una de las per-sonalidades más reconocidas y obliteradas de la literatura colombiana.

A este respecto quisiera hilvanar tres anécdotas. En una de sus novelas Milan Kundera comienza recordan-do un episodio de la historia checa: en un discurso cele-bratorio del triunfo de la re-volución comunista, el líder que parlotea bajo la nieve ha recibido de un amigo que está a su lado el favor de un gorro de invierno. En la fo-tografía oficial aparecían el orador y el amigo generoso. Años después, este último fue degradado como traidor del régimen y en todas las copias de la fotografía su presencia fue borrada. Sólo

quedó su gorro en la cabeza del líder.Según cuenta Eduardo Arroyo, cuando Boris Pasternak

recibió el premio Nobel de literatura, en la prensa española -franquista, desde luego- se vieron de todos modos en la obligación de publicar una nota con foto. La fotografía que tenían mostraba a Pasternak más o menos abatido por la certeza de que no podría salir del territorio comunista a re-cibir el premio y, detrás, se veía una nevera. Pues la prensa

franquista retocó la foto, para borrar la nevera: los comunistas no podían vivir mejor que los españoles de entonces.

Finalmente, en una his-toria de la poesía colombia-na publicada hace años por una reconocida casa edito-rial bogotana, aparecía una breve mención de Alvarado Tenorio. En la segunda edi-ción de la misma obra, pu-blicada recientemente por la misma casa, la nota ha des-aparecido. Borren la nevera, dejen el gorro.

Consuelo Triviño dice, a propósito de la poesía de Alva-rado Tenorio, que “todo ocurre en el cuerpo y allí acaba”. Pero en su metafísica, como se mani-fiesta en la presente antología, ocurre que el cuerpo es el único lugar, no hay más posibilidades, es todo lo que tenemos o, mejor, lo que somos.

Sólo alcanzamos a escapar de esta pesadilla solipsista, por fu-gaces momentos, a través de la esquiva palabra precisa o el roce de otro cuerpo

*Escritor.

ALVARADO TENORIO, Harold. De los gozos del cuerpo. Editorial Universidad de Caldas. Manizales. 2012. Pp.146.

geografía culinaria