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Levítico, Lección 1, Parashá Vaikra (y llamó) Levítico 1:1- 6:7 Autor: © Octubre, 2007

Parashá Vaikra

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Parasha Vaikra

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Levítico, Lección 1, Parashá Vaikra (y llamó)Levítico 1:1- 6:7

Autor: © ! Octubre, 2007

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Levítico, Lección 1Parashá Vaikra (y llamó)Levítico 1:1- 6:7

Así como lo había prometido a los patriarcas, el Eterno visitó a los hijos de Israel. El libro de Éxodo es el recuento de esa visitación divina que fue su liberación milagrosa de Egipto. Concluye con la plena seguridad de que el fiel Dios de Abraham, Isaac y Jacob estaba con su pueblo para cumplir sus promesas eternas e irrevocables: “…en tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra…y tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos cuatrocientos años… en la cuarta generación ellos regresarán acá…” (Génesis 22:18; 15:13,16).

El libro de Éxodo (Shemot) cierra con esta descripción victoriosa de la presencia del Eterno en medio de su pueblo: “Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del Eterno llenó el Tabernáculo… Y en todas sus jornadas cuando la nube se alzaba de sobre el Tabernáculo, los hijos de Israel se ponían en marcha…” (Éxodo 40:34-36). Ahora el eje de sus vidas era el Tabernáculo. El Eterno habitaba en medio del pueblo. La gloria del Mesías Yeshua envolvió a la congregación de Israel para dirigirles con nueva identidad y propósito.

El libro de Levítico continua donde termina el libro de Éxodo: al pie del monte Sinaí. Habiendo terminado la construcción del Tabernáculo, ahora debían aprender cómo adorar al Eterno allí. Comenta al respecto el autor Jeffrey Enoch Feinberg: “El Tabernáculo ahora puede verse como el Monte Sinaí en miniatura. El Lugar Santísimo cubierto de una nube de incienso, trae a nuestra memoria el antiguo recuerdo de la divina nube en la cima del Monte Sinaí, donde el cielo tocó la tierra. Repentinamente, la experiencia de Shavuot de estar reviviendo el pacto con el Eterno se vuelve transportable, al acompañar el Eterno a su pueblo en el camino hacia la Tierra Prometida. Ha sido revelado un plan para la redención de la vida. El Eterno separa a su pueblo para que llegue a ser una nación santa. En el proceso, el hombre retorna pulgada a pulgada hacia el Jardín del Edén, el lugar donde el cielo y la tierra se unen en el paraíso.

El libro de Levítico muestra cómo el individuo puede impactar a su familia, las familias a las comunidades y cómo las comunidades pueden transformar sus ambientes. La

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creación entera queda permeabilizada por la santidad de Dios, y se ven afectados hasta los patrones de las cosechas, sus rendimientos, y el reino animal. Toda la vida es interconectada y, al vivir las bendiciones del pacto, inicia una espiral en el tiempo, a través de generaciones. Las bendiciones se multiplican, llevan hacia una larga vida, aumenta el fruto de la tierra, las familias y, finalmente, transforman el trabajo mismo. De hecho, las agobiantes condiciones para ganarse la vida en una tierra maldita son reemplazadas por el servicio sacerdotal de una nación santa.” (copyright Jeffrey Enoch Feinberg, PH. D., Walk Leviticus, Introducción)

“Y Moisés no podía entrar en la tienda de reunión porque la nube estaba sobre él y la gloria del Eterno llenaba el Tabernáculo” (Éxodo 40:35). Los estudiosos observan que el llamado del Eterno a Moisés es el enlace entre Éxodo y Levítico. A pesar de que Moisés no podía entrar en el Tabernáculo porque allí estaba la gloria del Eterno, recibe su llamado desde allí para que se acerque a El.

El Rabino E. Munk comenta acerca del llamado a Moisés. El nos hace ver las veces que la Torá cita el llamado divino dirigido a Moshé y que en cada ocasión se trata de una invitación a realizar un acto de alcance histórico. La primera vez en la zarza ardiente Moshé escuchó la voz de Hashem llamándole, para recibir la primera revelación respecto a la liberación de los hijos de Israel de Egipto (Éxodo 3:4). El segundo llamado ocurrió en el Monte Sinaí, y precedió a la revelación de la Ley Divina (Éxodo 19:3). El tercer llamado es registrado en Levítico 1:1 y precede las órdenes relativas al culto de los sacrificios. (copyright Rabino E. Munk, La Voz de la Torá, página 2)

Las instrucciones registradas en el libro de Levítico no sólo eran esenciales para educar a los sacerdotes a realizar su trabajo en el Tabernáculo. También eran importantes para que el pueblo supiera cómo cumplir el propósito de su llamado para ser una nación santa, distinta, separada para el Eterno y luz para todas las otras naciones (Éxodo 19:4-6).

En hebreo se conoce el libro de Levítico por las palabras que inician el texto: “y llamó” (vaikra). También se conoce como Torat Kohanim que denota instrucciones para los sacerdotes, o bien, instrucciones de los sacerdotes para el pueblo (Malaquias 2:6-7). Su nombre griego “Levitikon” significa “cosas que pertenecen a los sacerdotes”.

Levítico Capítulos 1-7 constituyen la primera sección del libro; describen los sacrificios y las ofrendas que se deben presentar en el santuario. Vaikra, la primera parashá (Levítico 1:1 a 6:7), define los sacrificios que el Eterno requiere y está dirigida a todos los hijos de Israel. Tsav, la segunda parashá (Levítico 6:8 a 8:36), está dirigida a los sacerdotes. Define el procedimiento que debían seguir para ofrecer los distintos sacrificios.

Esta semana veremos primero una introducción al libro de Levítico. Luego estudiaremos los sacrificios y veremos qué nos revelan acerca del pecado y cuáles Autor: © ! Octubre, 2007

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son los beneficios de la expiación. La próxima lección veremos las instrucciones para los sacerdotes, cómo fueron cumplidos en Yeshua los sacrificios y qué importancia tienen hoy para nuestras vidas.

“Un sacerdocio legítimo, bien adiestrado y apropiadamente consagrado, era esencial para llevar a cabo la adoración. En Levítico Capítulo 8, el sacerdocio de Aarón y de sus hijos fue oficialmente instaurado con ritos de consagración, al mismo tiempo que Moisés santificaba el Tabernáculo y su altar. Por lo tanto, en el capítulo 9 los recién investidos sacerdotes oficiaban por primera vez.” (Copyright “The JPS Commentary, Leviticus”, The Jewish Publication Society, author Baruch A. Levine, Introducción, página 3)

1. Por medio del libro de Vaikra, el Eterno nos invita a acercarnos a Él y nos llama a la santidad. Hay más de ciento cincuenta referencias a la santidad en este libro.

Necesitamos que el Eterno nos defina la santidad. Nuestra tendencia humana es compararnos con el prójimo y luego justificarnos diciendo: “En lo que se refiere a la santidad, no estoy tan mal, pues mi vecino está mucho peor que yo”.

Sin embargo ¿cómo nos exhorta Levítico 18:3-4? ¿Cómo tenemos que definir la santidad y conducir nuestras vidas? Consulta también Deuteronomio 4:5-8 y Josué 1:7-8.

“Sed santos porque yo soy santo.” (Levítico 11:44) El libro de Levítico define la santidad según el Eterno; es la “vara divina para medir la santidad”. Vaikra nos llama a acercarnos al Eterno y en el camino, nos mostrará cuán destituidos estamos de su gloria. ¡Nos retará! Nuestro estilo de vida no debe conformarse a este mundo. No debe ser como el de los egipcios ni como el de los de Canaán. Tiene que ser diferente, según los estatutos del Eterno en la Torá, para que podamos ser luz a las otras naciones.

Dejando de compararnos con el prójimo para medir “cuán santos somos”, el hecho de estudiar este libro de la Torá nos obligará a medirnos según la vara de santidad del Eterno. Este importante ejercicio nos enfrentará con el terrible precio de nuestros pecados, que fue pagado completamente por Yeshua. Quizás entenderemos un poco mejor cuán profundamente le hemos ofendido y cuán inmensa gracia ha sido derramada sobre nosotros. Este entendimiento nos acercará a su corazón. Le conoceremos más íntimamente y aumentará nuestra gratitud por lo que Él hizo por nosotros.

2. Es lamentable que el libro de Levítico ha sido dejado a un lado por la mayoría de los cristianos. Poco estudiado y hasta despreciado, lo hemos considerado un libro demasiado técnico y difícil para entender y, equivocadamente hemos dicho que es parte de un pacto nulo y fracasado. A la par de habernos robado de una importante Autor: © ! Octubre, 2007

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revelación del Mesías, la ignorancia de este libro nos ha privado de haber comprendido la magnitud de nuestra rebelión y de la insondable gracia que el Eterno ha derramado sobre nosotros. En cuanto a la apreciación de este libro, existe un contraste marcado en la tradición judía, pues este es el primer libro de la Torá que estudia el niñito judío. El Talmud afirma que los niños son puros y los sacrificios de Hashem (enseñados en el libro de Levítico) son puros, “que se acerquen aquellos que son puros para ocuparse de las cosas que son puras.” A los cinco años de edad, el niño judío empieza el estudio de la Torá, y el primer libro que estudia es Levítico.

¿Qué declaró Yeshua acerca de los niños? Mateo 19:14; 18:1-6.

Siguiendo la tradición de estos tiempos, Pablo (Shaúl) debe haber iniciado su educación a los cinco años de edad. Usando la Torá como su libro de texto, debe haber aprendido el “alef-bet” (el alfabeto hebreo), empezando con la oración Shema (Deuteronomio 6:4), aprendiendo hebreo y arameo, debe haber seguido con el aprendizaje de otras oraciones y bendiciones. Levítico debe haber sido el primer libro de la Torá que estudió Pablo.

El estudio de la tradición oral empezaba a los diez años de edad. Puesto que aún no estaba registrada por escrito, pertenecía al mundo de los “sabios” (jakam) y por eso era necesario aprenderla de ellos. (La tradición oral se conocía como la “Torá oral”, la “Torá gobernada por la boca”.) Pablo afirma que fue criado en Jerusalén y que fue educado a los pies de Gamaliel. (Página 112, “Entendiendo Las Raíces Bíblicas de Nuestra Fe”, estudio bíblico Jayim Israel)

3. El libro de Vaikra (“y llamó”) es un llamado del Eterno, tanto para el individuo como para toda la congregación, a caminar en la santidad. Nos invita y nos instruye para acercarnos a El y vivir en su presencia.

a. ¿Para quienes, entonces, es el libro de Levítico? Éxodo 19:4-6; I Pedro 2:9-10.

b. Consulta Isaías 59:1-15 y Romanos 3:23; 5:12. Anota lo que nos ha separado del Eterno.

c. Nuestro pecado nos ha separado del Eterno y la consecuencia es muerte. La muerte física fue el resultado del pecado original, así también la muerte espiritual. Mientras que la muerte física es la separación del alma y el espíritu del cuerpo, la muerte espiritual es mucho peor, pues es la separación eterna del ser humano de su Creador. Es conocida en las Escrituras como “la muerte segunda” (Apocalipsis 20:6).

Entonces ¿cómo podemos cerrar esa gran brecha para poder acercarnos a Él? ¿Cómo anular la muerte y tener vida?

¡Hay que resolver el problema del pecado! Precisamente ése es el propósito de los sacrificios. Yeshua lo satisfizo perfectamente (Hebreos 10:14; Juan 5:24; II Timoteo

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1:10). El libro de Vaikra instruye acerca de los sacrificios requeridos por el Eterno para la reconciliación con El, para poder cerrar esa distancia entre El y nosotros.

Consulta Isaías 59:16 y anota lo que hizo el Eterno para resolver el problema de la separación (muerte) que fue causada por nuestra rebelión. 4. La mente idólatra y pagana piensa en los sacrificios como el medio necesario para aplacar la furia de sus dioses iracundos, sedientos de sangre y amantes de la muerte. El pagano intenta callar a su dios, así como se tira un pedazo de carne a una bestia hambrienta. Muchas veces su dios es violento y vengativo y debe cerrar rápido la jaula donde lo tiene encerrado para que no le devore también. El pagano quiere alejar a su dios. Mediante los sacrificios, busca sobornarlo, controlarlo y manipularlo para que actúe a su favor.

Sin embargo ¡nada puede ser más lejos de la verdad cuando se trata de la relación de la congregación de Israel con su Dios, el único Dios verdadero! La palabra hebrea “ofrenda” (sacrificio) que se usa en Levítico 1:2 es korban. Esta palabra es de la raíz que denota algo cercano. “Aun en el moderno idioma hebreo de hoy, la palabra karov significa ‘acercamiento’ o ‘cercanía’ Cuando alguien llevaba un sacrificio para el Señor el mero hecho de llevarlo era un intento del oferente para acercarse a Dios. El sacrificio, era entonces, realmente un medio, que por fe era ofrecido para acercarse a Dios.” (Comentario traducido de: “First Fruits of Zion Torah Club”, página 352, Vol. II, copyright First Fruits of Zion, www.ffoz.org)

a. El propósito principal de los sacrificios, entonces, es acercarnos al Eterno. Su anhelo es que estemos cerca a El, que le conozcamos, que le amemos, que escuchemos su voz, que nuestro corazón palpite al ritmo del suyo. Conforme progrese nuestro estudio de Levítico, veremos cuánto ama la vida y aborrece la muerte. Los sacrificios no lo sobornan ni lo engañan. Más bien, son “una sombra del bien venidero”.

Consulta Hebreos 10:1-7; 19-22 y anota lo que observes al respecto.

Debemos entender que el “bien venidero” (el sacrificio de Yeshua sobre el madero) no fue algo que el Eterno dispuso a última hora porque fracasaron sus planes originales. Más bien, lo decidió así aún antes de la fundación del mundo (I Pedro 1:20).

Además, el profeta Ezequiel nos revela que los mismos cinco sacrificios mencionados en el libro de Levítico se volverán a ofrecer durante el reino mesiánico (Ezequiel 45:13-25). Por lo tanto, no debemos pasar por alto los sacrificios en Levítico como parte de algo inferior, nulo y fracasado. Más bien, la preciosa tarea que nos asigna el Eterno es investigar qué nos enseñan acerca de la obra expiatoria de Yeshua, mediación que será alabada por la eternidad.

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b. El propósito divino en los sacrificios también era provocar un cambio de actitud en el corazón del oferente. En el momento en que colocaba sus manos sobre a cabeza del sacrificio y tomaba el cuchillo para inmolarlo, el individuo entendía que el animal era su sustituto, pues iba a morir en su lugar. El hecho de participar directamente en el sacrificio le obligaba al pecador a contemplar de primera mano el terrible precio de su trasgresión: la paga del pecado es la muerte. Eso debía obrar arrepentimiento en su corazón y un deseo fuerte de no volver a pecar.

No es el sacrificio en sí lo que le agrada al Eterno. Más bien, El escudriña el corazón del oferente. Consulta Proverbios 21:3,27; Oseas 6:6 e Isaías 1:11-20 y anota lo que observes acerca de la actitud que el Eterno requiere del oferente.

5. El sistema de sacrificios descrito en el libro de Levítico está basado en la gracia del Eterno. Consulta Levítico 4:15; 16:21 y anota lo que observes acerca de esa gracia.

“Los ancianos de la congregación pondrán sus manos sobre la cabeza del novillo delante del Eterno…” El fundamento de los sacrificios es la gracia del Eterno revelada en su plan divino de sustitución, simbolizado por la imposición de manos sobre el sacrificio. La sustitución significa que el Eterno acepta la paga (la muerte) del sacrificio en lugar del pecador. Derrama su favor sobre el trasgresor porque permite que el sacrificio lo sustituya. Este plan de sustitución fue hecho por el Eterno antes de la fundación del mundo y tuvo su realización perfecta en Yeshua, cuando El murió sobre el madero por nuestros pecados. Los sacrificios que se ofrecieron antes de su venida apuntaban hacia El y su obra expiatoria, y los sacrificios que se volverán a hacer durante el reino mesiánico honrarán en memorial esa bendita gracia derramada sobre la humanidad.

El autor Alfred Edersheim comenta acerca de la imposición de manos sobre el sacrificio. “Esto significaba transmisión o delegación e implicaba representación; de tal manera que realmente apuntaba a la sustitución del oferente por el sacrificio. Es así que siempre era acompañado de la confesión de pecado y de oración. Al sacrificio se le daba vuelta para que la persona que confesaba viera hacia el oeste, mientras colocaba sus manos entre los cuernos del sacrificio y si éste era llevado como ofrenda por más de una persona, cada uno tenía que imponer sus manos. Esto debía hacerse con toda la fuerza de uno, como que estaba echando todo su peso sobre el substituto. Los únicos sacrificios públicos en los que las manos eran colocadas eran los ofrecidos por pecados públicos de ignorancia, cuando los ancianos actuaban en representación del pueblo y el chivo expiatorio el Día de Expiación sobre el cual el sumo sacerdote imponía sus manos. Exceptuando los de los primogénitos, los de diezmos, y el del cordero pascual, el oferente imponía sus manos, y al hacerlo, repetía la siguiente oración: ‘Te ruego, oh Eterno, he pecado, he actuado perversamente. He sido rebelde, he cometido el pecado de: (nombraba el pecado, la trasgresión o en el caso de un holocausto, la violación de algún mandamiento positivo o negativo), pero vuelvo en arrepentimiento, y dejo esto como mi propiciación (reparación).’ En cercana conexión con esto estaba el levantar y mecer ciertos sacrificios. El sacerdote colocaba sus manos

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debajo de las del oferente y movía el sacrificio hacia arriba, hacia abajo, hacia la derecha y hacia la izquierda. El objeto de los sacrificios era sustituir al oferente.

El sustituto a quien todos estos tipos apuntaban es el Mesías.” (Comentario traducido del libro de Alfred Edersheim: “The Temple, Its Ministry and Services”, Laying on of hands, página 81)

6. La primera parashá del libro es Levítico 1:1 a 6:7. Así como el libro, también se conoce como “vaikra” (y llamó). “Y el Eterno llamó a Moisés y le habló desde la tienda de reunión…” Lee esta porción en tu Biblia.

Esta parashá instruye acerca de las ofrendas requeridas por el Eterno.

Las ofrendas se agrupan en dos categorías. Las voluntarias son presentadas como una expresión voluntaria del oferente, y no por obligación. Nos hablan de la entrega voluntaria que el Eterno requiere de los que se acerquen a El. Las obligatorias se deben presentar como paga de ciertas trasgresiones. Nos hablan del pecado que nos separa del Eterno, esa enorme deuda que debe ser resuelta para poder acercarnos a El.

También se pueden agrupar los sacrificios como “privados” y “públicos”. Los “privados” son ofrendas entregadas por individuos: el holocausto, la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la trasgresión y la ofrenda de paz. Los “públicos” son ofrendas de carácter comunal, que se hacen a nombre de todo el pueblo de Israel y son financiadas por fondos públicos: el sacrificio diario, los sacrificios especiales del Shabat y de las fiestas. (Notas del estudio de Levítico, Ana Beatriz de Contreras)

Las ofrendas voluntarias (capítulos 1-3)

Olá: ofrenda encendida, holocausto Minjá: ofrenda de granos (vegetal) Shelamim: ofrenda de paz

Las ofrendas obligatorias (capítulos 4-5)

Jatat: sacrificio por el pecado Asham: sacrificio por la culpa

7. a. Consulta Levítico 1:1-17 y anota lo que observes acerca de la ofrenda holocausto” (olá).

OLÁ

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La raíz de la palabra “olah” (holocausto, ofrenda encendida o elevada) significa “subir”. Es una ofrenda completamente quemada. Se consume por completo en el fuego sobre el altar.

“Pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto y le será aceptado para hacer expiación por él” (Levítico 1:4). La ofrenda olá (así como las otras ofrendas) está basada en la gracia del Eterno, manifestada por medio del plan divino de la sustitución. Es decir, el sacrificio toma el lugar del ofensor, la iniquidad es transferida al sacrificio y muere (paga la pena que exige el pecado) en lugar del individuo que lo presenta.

La ofrenda olá nos habla de la fe, la entrega voluntaria, completa y sin reserva que el Eterno desea de aquel que se acerque a Él. Habla de la sujeción del creyente a la soberana voluntad de Él. Es la misma actitud que mostró Abraham cuando ató a Isaac al altar. El Eterno le pidió a Abraham una ofrenda olá (Génesis 22:2) y él la cumplió por medio de la fe. Comenta el Dr. J. H. Hertz: “Los holocaustos encierran la idea de la sumisión del adorador a la voluntad de Dios en su forma más perfecta, ya que el animal entero se colocaba sobre el altar para quemarlo. El nombre hebreo para holocausto es olá y significa ‘lo que asciende’, con lo que simboliza la ascensión del alma del que ora. Al hacer que la ofrenda suba al cielo, el oferente expresa su deseo e intención de ascender él mismo al cielo; por ejemplo, a dedicarse completamente a Dios y entregar su vida al servicio de Él.” (Hoffmann)

Puesto que para el que estaba manchado de pecado era imposible estar en comunión con Dios, y puesto que nadie podía estar seguro de no tener pecado, el rito del holocausto tenía un primario efecto expiatorio realizado antes de que se cumpliera el anhelo del oferente para tener comunión con Dios. En vista del deseo de recibir el favor de Dios manifestado por medio de llevar una ofrenda acompañada de confesión y humillada oración, Dios limpiaría la ofensa, para no verla más. La palabra hebrea esta formada por las letras que significa ‘reconciliar’; mediante pago, restaurar esa sensación interna de cercanía con Dios, que se pierde por el pecado, los deseos malignos o el constante cavilar en lo pecaminoso.

El animal era desmembrado pero los huesos de sus brazos y piernas no eran quebrados. La llama pasaría por entre las piezas y simbolizaba el pacto establecido entre Dios y el oferente.” (Comentario traducido de: “The Pentateuch and Haftorahs”, páginas 411-412, Dr. J. H. Hertz)

7. a. Consulta Levítico 2:1-16 y anota lo que observes acerca de las ofrendas de cereal (minjá).

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MINJÁ La ofrenda minjá generalmente acompañaba a la ofrenda olá. La palabra minjá está formada de la raíz que significa “puesto delante de”. Denota un tributo, un regalo que se entrega al gobernante.

Comenta el autor Jeffrey Enoch Feinberg acerca de la ofrenda minjá: “Usando sus tres dedos de en medio, el sacerdote sacaba un poco de la harina y la colocaba sobre las brazas para que se hiciera humo en forma de azkarah, “la porción que recuerda”. El significado de azkarah es ‘aquello que trae a la mente’. Los pocos de masa recuerdan la ofrenda completa, de la cual se toma lo que representa al resto. Dios exonera al resto para ser comido y gozado por Aarón y sus hijos, en el Lugar Santo del Santuario, en presencia de Dios. La minjá afirma el pacto y recuerda el ascenso de Aarón y sus hijos al Monte Sinaí.” (Jeffrey Enoch Feinberg, Comentario traducido de “Walk Leviticus”, página 18)

Puesto que la ofrenda minjá consiste en granos producidos por el trabajo del oferente, nos habla de obediencia, de las obras que van de la mano de la fe. Fe sin obras es muerta. Así como Abraham, nuestra fe se da a conocer por nuestras obras (Santiago 2:17-22). La fe esta inseparablemente ligada de la obediencia.

Es interesante que la cantidad de granos que se ofrecía correspondía a la cantidad de alimento de una persona por un día. Era la misma medida de maná que había que recoger diariamente.

Tanto la levadura como la miel eran ingredientes prohibidos en la ofrenda minjá. La levadura simboliza el orgullo que crece y corrompe. La corrupción es producida por la muerte. La miel también fermenta y corrompe. Era usada por los paganos, porque pensaban que era la comida favorita de los dioses. Aquel que se acerca al Eterno debe realizar sus obras diarias en obediencia a su Palabra, en santidad y humildad, sin actitudes idólatras.

El Eterno permitía la presentación de la ofrenda minjá en distintas formas:

-como ofrenda de cereal (v. 1-3) Autor: © ! Octubre, 2007

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-cocida al horno (v.4) -frita en sartén (v.5) -frita en cazuela (v. 7) -como ofrenda de primicias (v.12, 14-16)

La tradición hebrea afirma que la ofrenda minjá es la de los pobres y que la Torá provee cinco maneras diferentes de preparar los mismos ingredientes. Se cuenta que una mujer muy pobre traía una ofrenda de harina y que el kohen la vio y se burló de ella. Esa noche fue reprendido en su sueño: “¡No te burles de ella! ¡Su ofrenda se considera en las Alturas como el regalo de su propia vida!” También se cuenta la historia de un rey que tenía un amigo, era muy noble y se había empobrecido. Este decidió dar un banquete en honor al rey. Cuando el rey recibió la invitación, reflexionó acerca de las dificultades financieras del noble. Sabía que él no tenía los medios para preparar una cena elaborada y le envió este mensaje: “No incurras en grandes gastos para comprar una gran variedad de comidas. Te sugiero que utilices comida sencilla que tengas en tu casa. Luego, cocina, fríe u hornea los mismos ingredientes según diferentes recetas. Esta variedad me placerá tanto como si me hubiesen servido una comida para la cual se hubiere necesitado comprar una gran variedad de delicias.” (Páginas 24-25, El Midrash Dice, El Libro de Vaikra, Editorial Bnei Sholem)

b. ¿Qué ordena el Eterno en Levítico 2:13,15?

El aceite es símbolo de la santificación y el incienso (olíbano) símbolo de devoción (Levítico 2:15; Salmo 141:2). “Toda ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de Dios no falte de tu ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal.” (Levítico 2:13) Mientras que la levadura y la miel producen corrupción, la sal la detiene, prolonga la vida de los alimentos. En todos los sacrificios se requería sal, pues funcionaba para remover cualquier residuo de sangre.

El Rabino Hertz observa que la sal representa pureza y permanencia y que habla del pacto eterno de Hashem con su pueblo. Es por eso que durante la cena del Shabat, se añaden granitos de sal sobre el pan jala.

8. a. Consulta Levítico 3:1-17 y anota lo que observes acerca de las ofrendas de paz (shelamim).

SHELAMIM

La palabra shelamim viene de la raíz sh-l-m. Ha sido traducida como “el sacrificio de la paz, del bienestar”, o “la ofrenda de gratitud”. Se conoce como zeva shelamim que se puede traducir “el regalo sagrado de la comunión (amistad, hermandad)”. En un espíritu de paz y confraternidad, el que ofrecía este sacrificio celebraba el cumplimiento de un voto (Proverbios 7:14), o bien, la bendición del Eterno derramada en su vida. Invitaba a toda su familia, sus amigos y conocidos, para dar gracias al Dios Autor: © ! Octubre, 2007

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de Israel y para testificar acerca de su gran bondad y misericordia. Esta ofrenda habla de la profunda gratitud que debe brotar y fluir de nuestros corazones por las muchas bendiciones del Eterno en nuestras vidas.

Comenta al respecto el autor Baruch A. Levine: “Mientras que el olá del capítulo 1 fue consumido en su totalidad por el fuego del altar, y así fue entregado totalmente al Eterno, el zeva era una comida en la que unas partes del sacrificio eran compartidas entre los sacerdotes y los donadores del sacrificio. Sólo ciertas porciones grasosas del animal eran quemadas sobre el altar, como la parte que le correspondía a Dios. Mientras que la minjá podía ser comida sólo por los sacerdotes, el consumo de zeva no tenía restricciones. Así, claramente representaba un modo distinto de sacrificio cuya forma de presentación misma expresaba su propósito; darles la oportunidad a los adoradores de experimentar su unión con los sacerdotes en una comida sagrada, en la que a Dios se le tomaba como el invitado de honor.

Un sacerdote presidía durante la celebración, en cierta ocasión presidió el profeta Samuel mismo, quien en muchas ocasiones realizaba las funciones sacerdotales. Samuel bendijo el sacrificio, lo ofreció y luego distribuyó porciones de él a los participantes invitados, quienes participaban de dicha comida, pero en recintos especiales. Lo que era comido por los sacerdotes y los invitados se hervía en ollas, mientras que las porciones ofrecidas a Dios eran quemadas en el altar.” (I Samuel 9:12, 14, 19, 22-25) (Comentario traducido de: The JPS Torah Commentary, Baruch A. Levine, páginas 14-15, The Jewish Publication Society.)

Comenta el autor Alfred Edersheim: “El sacrifico que más alegría daba era la ofrenda de paz, que por lo que derivaba podría ser llamada ofrenda de plenitud. Éste realmente era un momento de alegre comunión con el Dios del Pacto, en la que Él descendía a esta comida como el invitado de Israel, aunque a su vez siempre era su anfitrión. Así simbolizaba la verdad espiritual expresada en Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.” Éste es el sacrificio que más frecuentemente se menciona en el Libro de los Salmos, como homenaje de una alma ya justificada y aceptada ante Dios. (Salmo 51:17; 54:6; 56:12; 116:17,18). (Comentario traducido de: “The Temple: Its Ministry and Services”, página 99, Autor Alfred Edersheim)

9. a. Consulta Levítico 4:1-5:13 y anota lo que observes acerca de las ofrendas por el pecado (jatat).

JATAT

La palabra hebrea jatat significa “pecar”. Además de abrir el camino para el perdón divino por los pecados, este sacrificio también permitía que el oferente fuera tahor ante los ojos del Eterno, eso es, limpio (alejado de la muerte) para poder participar en el Autor: © ! Octubre, 2007

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servicio del Tabernáculo. Estudiaremos en más detalle en las lecciones próximas el concepto de tahor (limpio) y tamei (no limpio). En los sacrificios jatat sobresale la gracia divina de la sustitución. Comenta el autor Baruch A. Levine: “La víctima sacrificial sustituye a la persona, o a las personas, que ofendieron a Dios o que están impuras. La impureza de ellos se transfiere a la víctima sacrificial, y los ofensores quedan liberados del castigo de Dios. Dios acepta el sacrificio en lugar de la vida de los ofensores, a quienes Él perdona.” (Traducido de: The JPS Torah Commentary, Leviticus, páginas 21-22, Autor Baruch A. Levine.)

Los sacrificios jatat eran necesarios en el caso de que alguien pecara inadvertidamente (por ignorancia de la Torá, sin saber, desapercibido) en cualquiera de las cosas que el Eterno había mandado. Esto nos enseña que el hecho de no conocer la Palabra del Eterno no nos excusa ante Él. Más bien, nuestra ignorancia necesita expiación porque desvía a otros de la Torá y nos hace culpables ante el Eterno.

Conforme más elevada la posición de liderazgo de la persona entre el pueblo, mayor el impacto de su ignorancia de las Escrituras y, como consecuencia, el desvío que causaba. Por eso se requería el sacrificio más grande para su expiación: “Si el que peca es el sacerdote ungido, trayendo culpa sobre el pueblo, entonces que ofrezca al Eterno un novillo...” (Levítico 4:4). “Cuando es un jefe el que peca e inadvertidamente hace cualquiera de las cosas que el Eterno ha mandado que no se hagan, haciéndose así culpable… traerá como su ofrenda un macho cabrío…” (Levítico 4:22). “Y si es alguno del pueblo el que peca inadvertidamente haciendo cualquiera de las cosas que el Eterno ha mandado que no se hagan, y se hace así culpable... traerá como ofrenda una cabra….” (Levítico 4:27-28). 10. a. Consulta Levítico 5:14 a 6:7 y anota lo que observes acerca de las ofrendas por la culpa (asham).

b. Nuestro pecado causa daño y pérdidas. Nos endeuda, primeramente con Dios y luego con el prójimo. Consulta Mateo 18:23-35 y anota lo que observes al respecto.

ASHAM

La palabra asham significa culpa. Todo aquel que peque es culpable ante Dios. Es decir, está en la condición que merece el juicio divino, es responsable por sus hechos y entregará cuentas al Eterno. Esta ofrenda nos revela que el pecado hiere, tanto al Eterno como al prójimo. Causa pérdidas y daños que deben ser reconocidos y restituidos.

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Levítico 5:1,2,4,15,16: “Si alguien peca al ser llamado a testificar, siendo testigo de lo que ha visto o sabe, y no lo declara, será culpable. Si alguien toca cualquier cosa inmunda (muerte)... será culpable. Si alguien jura sin pensar… será culpable. Si alguno comete una falta y peca inadvertidamente en las cosas sagradas al Eterno… hará restitución por aquello en que ha pecado y añadirá a ello la quinta parte…”

El autor Baruch A. Levine comenta: “El objeto de jatat, que usualmente se traduce como ‘ofrenda por el pecado’, era retirar el sentido de culpabilidad que el ofensor cargaba, o sea, purificar al ofensor de su culpa (Levítico 4:1-5:13). La ofrenda llamada asham generalmente se traduce como ‘ofrenda por culpa’ y era una pena o castigo que debía pagar el ofensor a Dios como ofrenda sacrificial. Ésta implicaba que la persona había tomado propiedad que pertenecía al santuario o cuando alguien había jurado falsamente en lo concerniente a la propiedad de otros. Un juramento falso involucra a Dios directamente. El sacrificio no relevaba al ofensor de su deber de restituir plenamente la pérdida que había causado al otro. De hecho, se le multaba con el 20 por ciento del valor de lo que se había perdido. Asham simplemente ajustaba cuentas entre el ofensor y Dios, cuyo nombre él había tomado en vano.” (Comentario traducido de: “JPS Torah Commentary, Leviticus”, página 18, Autor Baruch A. Levine.)

Comenta el autor Alfred Edersheim: “La ofrenda por trasgresión puede ser considerada como un rescate por un pecado especial, mientras que la ofrenda por el pecado simbolizaba redención general. Ambos aplicaban sólo a los pecados cometidos por ignorancia, en contraste con los cometidos presuntuosamente, por orgullo. La ofrenda por el pecado difería según el rango del ofensor. El sumo sacerdote, en su función como representante del pueblo, hacía que toda la congregación pecara por ignorancia. Debía traerse un buey, que constituía la ofrenda por el pecado de más alta categoría. En segundo lugar de importancia estaba el chivo, ofrecido el Día de Expiación y en otros festivales y Nuevas Lunas. El tercero en importancia entre las ofrendas por trasgresión era la cabra hembra, ofrecida individualmente por los israelitas.” (Comentario traducido de: “The Temple: Its Ministry and Services”, páginas 94-96, Autor Alfred Edersheim.)

Isaías 53:10: “Cuando El se entregue a sí mismo como ofrenda de culpa (asham)…” Es interesante que el profeta Isaías se refiere al sacrificio de Yeshua como una ofrenda asham. Un autor comenta: “¿Por qué fue que el profeta Isaías se refirió al Mesías como una ofrenda asham? La respuesta no es del todo clara. Podría ser que, puesto que la ofrenda asham es la última entre los sacrificios de sangre mencionados en Vaikra en sus capítulos del 1 al 5, debía entenderse como que los incluye a todos. En otras palabras, al referirse sólo a asham y no mencionar a los otros en forma de lista, Isaías estaba señalando que todos los sacrificios estaban comprendidos y debían ser incluidos. Esto sería cierto según el carácter de la literatura rabínica. Muy a menudo, todo lo que los rabinos tenían que hacer cuando citaban del Tanaj era mencionar una sola palabra o dos y sus oyentes inmediatamente tomaban en consideración todo el pasaje. Si esto es así, el Siervo, el Mesías, es tomado como la Autor: © ! Octubre, 2007

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ofrenda olá, la ofrenda minjá, la ofrenda shelamim, la ofrenda jatat, y la ofrenda asham.” (Comentario traducido de: Parasha Vaikra, First Fruits of Zion Torah Club, página 360, Vol. II, copyright First Fruits of Zion, www.ffoz.org)

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