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  1 Parcial domiciliario de Problema s S ocioeconómicos Contemporáneo s II A partir del marco teórico analizado en las tres primeras unidades de la materia, atenderemos una serie de problemas planteados en forma de afirmaciones. Así, se analizarán las sociedades contemporáneas a partir de los procesos de reestructuración económica, política y social a partir de la crisis capitalista abierta a finales de la década de 1960 y principios de la década de 1970. Se desarrollará, a partir de tres ejes: reestructuración del capitalismo en tanto sistema económico; su impacto en los Estados, como así también las capacidades de intervención de este último; además, las transformaciones en el mundo del trabajo. Por último, los problemas seleccionados guardan una interrelación que puede ser atendida de diversas maneras. La presente, es una de ellas. o  La reestructuración capitalista puesta en marcha a partir de finales de la década del ’60 y principios de los ’70 se sustentó en un cambio radical en la relación entre capital y trabajo, de manera que se expresó en la ofensiva del primero sobre el  segundo. Para analizar la reestructuración capitalista a nivel mundial, tendremos en cuenta a Giovanni Arrighi y el concepto “ciclos sistémicos de acumulación” (que el autor toma de Fernand Braudel). Se trata, de procesos regulares y sostenidos en el tiempo caracterizados por una modalidad de acumulación económica y una modalidad de organización política. Es decir, que se encuentra por un la do, una forma de organización de las empresas, y por otro lado, un marco de dominación que asegura la acumulación (Arrighi: 1997 ). Ejemplos de ciclos sistémicos de acumulación, han sido la experiencia capitalista genovesa en la segunda mit ad del siglo XVI, Holanda en el siglo XVIII, Gran Bretaña desde fines del siglo XIX y principios del XX, y EE UU hasta el momento, por lo menos, y aquí reside uno de los interrogantes de Arrighi. Hay que tener en cuenta, que el marco interpretativo dentro del cual el autor realiza este aporte, se inscribe dentro de lo que Immanuel Wallerstein ha llamado “sistema mundo”, en el cual la escal a de análisis tanto espacial como temporal de la economía, política y sociedad es más general. Además, cada ciclo sistémico se compone de dos grandes fases: por un lado, la expansión material de la producción y el comercio. Por otro lado, se da paso a la expansión financiera (que elimina sus referentes materiales). De esta forma, la crisis de sobreacumulación puede ser entendida como una etapa donde los capitalistas dejan de invertir en la reproducción ampliada y el capital líquido espera oportunidades de inversión. En este sentido, la crisis es un episodio de gran envergadura que marca el final de un ciclo sistémico de acumulación para dar paso a otro. Ahora bien, la novedad de las consecuencias de la crisis que se da hacia fines de la década de 1960 y principios de 1970, es la bifurcación del poder. Cuando el poder de los viejos centros de poder declinaba, ascendía un nuevo poder organizador financiera y  política-militarmente. Pero en l a actual expansión financiera del capitalismo mundial, el  poder de los viejos centros de poder en vez de devenir en un nuevo orden está dando  paso a una escisión entre los dos grandes poderes mencionados. Es decir, que se concentran la dominación económica, de un lado, y la política, del otro: como centro de acumulación económica el este asiático y como centro de dominación política EE UU (Arrighi: 1997).

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Parcial domiciliario de Problemas Socioeconómicos Contemporáneos II

A partir del marco teórico analizado en las tres primeras unidades de la materia,

atenderemos una serie de problemas planteados en forma de afirmaciones. Así, se

analizarán las sociedades contemporáneas a partir de los procesos de reestructuracióneconómica, política y social a partir de la crisis capitalista abierta a finales de la década

de 1960 y principios de la década de 1970. Se desarrollará, a partir de tres ejes:

reestructuración del capitalismo en tanto sistema económico; su impacto en los Estados,

como así también las capacidades de intervención de este último; además, las

transformaciones en el mundo del trabajo. Por último, los problemas seleccionados

guardan una interrelación que puede ser atendida de diversas maneras. La presente, es

una de ellas.

o    La reestructuración capitalista puesta en marcha a partir de finales de la

década del ’60 y principios de los ’70 se sustentó en un cambio radical en la relación

entre capital y trabajo, de manera que se expresó en la ofensiva del primero sobre elsegundo.

Para analizar la reestructuración capitalista a nivel mundial, tendremos en cuenta a

Giovanni Arrighi y el concepto “ciclos sistémicos de acumulación” (que el autor toma

de Fernand Braudel). Se trata, de procesos regulares y sostenidos en el tiempo

caracterizados por una modalidad de acumulación económica y una modalidad de

organización política. Es decir, que se encuentra por un lado, una forma de organización

de las empresas, y por otro lado, un marco de dominación que asegura la acumulación

(Arrighi: 1997). Ejemplos de ciclos sistémicos de acumulación, han sido la experiencia

capitalista genovesa en la segunda mitad del siglo XVI, Holanda en el siglo XVIII, Gran

Bretaña desde fines del siglo XIX y principios del XX, y EE UU hasta el momento, por

lo menos, y aquí reside uno de los interrogantes de Arrighi. Hay que tener en cuenta,

que el marco interpretativo dentro del cual el autor realiza este aporte, se inscribe dentro

de lo que Immanuel Wallerstein ha llamado “sistema mundo”, en el cual la escala de

análisis tanto espacial como temporal de la economía, política y sociedad es más

general.

Además, cada ciclo sistémico se compone de dos grandes fases: por un lado, la

expansión material de la producción y el comercio. Por otro lado, se da paso a la

expansión financiera (que elimina sus referentes materiales). De esta forma, la crisis de

sobreacumulación puede ser entendida como una etapa donde los capitalistas dejan de

invertir en la reproducción ampliada y el capital líquido espera oportunidades deinversión. En este sentido, la crisis es un episodio de gran envergadura que marca el

final de un ciclo sistémico de acumulación para dar paso a otro.

Ahora bien, la novedad de las consecuencias de la crisis que se da hacia fines de la

década de 1960 y principios de 1970, es la bifurcación del poder. Cuando el poder de

los viejos centros de poder declinaba, ascendía un nuevo poder organizador financiera y

política-militarmente. Pero en la actual expansión financiera del capitalismo mundial, el

poder de los viejos centros de poder en vez de devenir en un nuevo orden está dando

paso a una escisión entre los dos grandes poderes mencionados. Es decir, que se

concentran la dominación económica, de un lado, y la política, del otro: como centro de

acumulación económica el este asiático y como centro de dominación política EE UU

(Arrighi: 1997).

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Por su parte, Gosta Esping-Andersen analiza los desafíos por los que atraviesan los

Estados Benefactores en una selección de regiones (Europa Occidental, América del

Norte, Australia, Nueva Zelanda, Europa Oriental, el Este Asiático y América Latina).

Más allá de reconocer en cada una de ellas una particularidad inherente a sus desarrollos

políticos, económicos, sociales y culturales, por otro lado, el autor entiende que existen

similitudes en cuanto a la política social implementada. De esta forma, se argumentaque la apertura económica que sufre el mundo actual, desde la fecha señalada y

producto de una complejización y mayor escala de la integración de los países (Arrighi:

1997; Esping-Andersen: 1996), restringe la soberanía de las naciones en cuanto a

determinar en forma autónoma la política económica. Pareciera haber, un trade-off entre

igualdad y empleo como tendencia principal y compartida, fruto del nuevo orden

mundial, más allá de que el autor hace hincapié en las diferentes respuestas de cada uno

de los escenarios regionales (Esping-Andersen: 1996).

En el espacio de América Latina, según Carlos Vilas, la reforma del Estado responde

a tal reestructuración general con raíces en la reconfiguración de la economía mundial.

Esto se debe, como consecuencia de la aceleración de la globalización económica y

financiera en desarrollo desde la década del ‟70 del siglo anterior. De esta forma, elautor hace referencia a la relación entre la reforma del Estado y el nuevo bloque

dominante. Al respecto, argumenta que se encuentra “[…] un avance de los actores que

operan en escala global (corporaciones transnacionales, organismos financieros

multilaterales, inversionistas financieros de nuevo tipo, etc.) en detrimento de los

actores que se expresan ante todo en escala nacional” (Vilas: 1997, 94-95). Es decir, que

se implanta un nuevo sistema de acumulación capitalista, el cual Basualdo denomina

“valoración financiera” (Basualdo: 2006). Además, los sectores que impulsan este

modelo de acumulación son los que resultan victoriosos. Por otra parte, más allá de las

claras ventajas dentro de algunas fracciones de capitales sobre otras (el de la economía

imaginaria sobre la economía real), se puede afirmar que lo que registra es una clara

ofensiva del capital sobre la fuerza de trabajo, ya que ésta pierde una serie de

“conquistas materiales” en términos de capacidad de organización, negociación,

movilización, legitimidad, pero también condiciones materiales (Vilas: 1997).

Este cambio radical en la relación entre capital y trabajo, que expresa la victoria del

primero sobre el segundo, es fruto de la combinación de diversos factores que incluyen,

para mencionar otros, cambios técnicos y organizativos, como así también de la liquidez

disponible, los cambios en las escalas de producción. Su efecto, provoca una

descalificación de la fuerza de trabajo. Ahora bien, existió una reforma del Estado que

no hubiese sido posible si él mismo no hubiese impulsado su propia desregulación; es

decir, una política estatal y una fuerte intervención generó las codiciones para la

primacía de la expansión financiera en asuntos de avance sobre la soberanía del Estado(Vilas: 1997).

Sobre el caso argentino, en particular, Corina Rodriguez Enriquez nos indica que en

nuestro país se dió una de las más paradigmáticas experiencias de “retracción” del

Estado de Bienestar, considerada el ejemplo más extremo dentro de la región

latinoamericana sobre la cual se aplicaron las políticas de retracción (2005). De estaforma, el proceso hiperinflacionario hacia fines de la década del ‟80, resultó ser  el

escenario más propicio para aplicar un tipo de cambio, una apertura comercial y la

entrada de capitales que junto con el proceso de desindustrialización, comenzado por el

Proceso de Reorganización Nacional y profundizado en la década menemista, tuvieron

un impacto fuertemente ofensivo sobre el mercado de empleo (Rodriguez Enriquez:

2005). La crisis hiperinflacionaria, según Basualdo, demostraba la existencia de unenfrentamiento entre fracciones dentro del bloque dominante, en el cual el predominio

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de los grupos económicos (oligarquía diversificada) sobre los bancos acreedores

externos durante la valorización financiera profundizó el avance del capital sobre el

trabajo, “[…] porque a partir de su desarrollo los sectores dominantes lograron avanzar

en la concentración de la distribución del excedente y de la riqueza acumulada

socialmente” (Basualdo: 2005, 152). Como consecuencia, la fuerza de trabajo ya no

poseerá las capacidades de presión en comparación con la expresada durante la segundasustitución de importaciones, dentro de la cual le permitía una dinámica de acción en la

definición de la conducción del Estado y distribución del excedente.

Hasta aquí, no hemos hecho mención acerca de la flexibilización laboral y la

disciplina como política empresarial, factores que también facilitaron el cambio radical

en la relación entre el capital y el trabajo, y que tiene consecuencias decisivas en la

consolidación del primero sobre el segundo. Sobre está cuestión, se hará referencia más

detallada en el siguiente apartado.

Finalizando, damos cuenta de que la crisis contemporánea parece no responder a los

patrones de acumulación que hasta entonces el capitalismo había manifestado, y se ha

dado a lugar a una concentración y centralización del capital con profundas

consecuencias sobre el resto del sistema.

o    Las transformaciones en el mundo del trabajo han favorecido la

sobreexplotación y la consiguiente recuperación de la rentabilidad capitalista.

Experimentada (o experimentando) la crisis del capitalismo, su reestructuración, y el

avance que ha generado el capital sobre la fuerza de trabajo, se puede observar una

reorientación en el reparto salarial y cualquier tipo de beneficios inherentes al mundo

del trabajo, por lo menos desde el Estado de Bienestar. Tal restauración puede ser

entendida como recuperación del control de los detentadores del capital en la dirección

de las iniciativas. A continuación, se realizarán descripciones generales de las

condiciones del mundo del trabajo en lo que se llama el Estado de Bienestar, tanto a

nivel mundial, como en lo que podríamos denominar populismos latinoamericanos, y

una breve mención al caso argentino. Luego, se analizarán las transformaciones que

sufrieron las condiciones de la fuerza del trabajo a partir de la reestructuración del

capitalismo y la valorización financiera.

Tal como describe el Estado de Bienestar Claus Offe, este “[…] ha servido como

principal fórmula pacificadora de las democracias capitalistas avanzadas para el período

subsiguiente a la Segunda Guerra Mundial” (1997,135). Es decir, que el Estado a partir

de esta etapa toma la iniciativa de suministrar asistencia y apoyo a los ciudadanos. Tales

reconocimientos incluyen a la fuerza de trabajo en el sentido que le otorga a lossindicatos el papel formal de negociación de los trabajadores. De esta forma, se busca

equilibrar y limitar el conflicto de clases, la relación entre los detentores del capital y la

mano de obra (Offe: 1997).

En el caso latinoamericano, si tenemos en cuenta la visión de Carlos Vilas y su

concepción de los gobiernos populistas, nos encontramos con un Estado con una

estrategia de acumulación del capital que supone la ampliación del consumo personal y

eventualmente una distribución del ingreso, como política esencial para la reproducción

de las relaciones. En este sentido, la hipótesis del autor nos sirve para entender una

determinada posición del Estado, que asegura a reducir las tensiones entre el capital y el

trabajo -más allá de que el populismo pueda ser interpretado como una forma específica

de dominación ideológica, a lo que Vilas argumenta que cualquier cuestión estaríaintrínsecamente relacionada a la ampliación del consumo personal- (1998). Además,

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durante el peronismo, en Argentina, se aplicaron la mayor parte de las mejoras hacia los

trabajadores que incluyen aumentos salariales y políticas legislativas que favorecieron

sus condiciones.

Las percepciones y representaciones obreras respecto a este período, incluyen una

determinada trayectoria en el mundo laboral, más estable. Donde, también, el lugar del

oficio, el mundo de relaciones con sus pares, los horizontes y la identidad laboral tienenun lugar destacado (Sennett: 2000).

Muy distinta es la situación actual, a partir de la reestructuración capitalista.

Tomando los aportes Boltansky y Chiapello, se ha iniciado un tipo de mecanismo que

termina debilitando la fuerza de trabajo. Se trata de la flexibilidad laboral, que puede

categorizarse en flexibilidad interna, cuando se transforman la organización del trabajo

y las técnicas empleadas propias de cada empresa; como así también, flexibilidad

externa, cuando la reorganización laboral supone una precarización en términos de la

contratación de los trabajadores. Es decir, nos estamos refiriendo a la iniciativa hacia el

autocontrol, el desarrollo de la autonomía y el individualismo, contrataciones de

duraciones determinadas, uso del trabajo externo y terciarizado, trabajadores

independientes, horarios parciales y variables, etc. Esto, puede ser enmarcado en uncontexto donde se justifica la aplicación de tales medidas en búsqueda de la reducción

del paro. Y que, como sostiene la “crítica liberal” a la cual hacen referencia los autores,

se ve “en el derecho del trabajo el principal obstáculo para el respeto al trabajo” (Supiot

en Boltansky y Chiapello: 2002, 318). De esta forma, el debilitamiento de la fuerza de

trabajo entendida como colectivo no es menor si tenemos en cuenta q ue “la

movilización de la clase obrera está vinculada a la existencia de un aparato simbólico de

producción de instrumentos de percepción y expresión del mundo social y de las luchas

laborales” (Pierre Bordieu en Montes Cató: 2005, 52). Es en este sentido, que las clases

dominantes producen condiciones desmovilizantes atendiendo al potencial sindical y

obrero de la etapa anterior.

Además, pueden señalarse otro tipo de precarización del empleo que favorece a la

sobreexplotación y consiguiente recuperación de la rentabilidad capitalista, cuestiones

tales como los procesos de selección y exclusión intensificados, el crecimiento de la

intensidad del trabajo con un salario idéntico. Todas las cuestiones mencionadas,

reproducen un mecanismo que genera, en la mayor parte de los casos, una obra de obra

inestable, en escasa protección social, con salarios que no están a la altura de la

subsistencia, o que no representa el valor que poseían en el pasado cercano (en

cualquiera de los casos “infrapagados”) (Boltansky y Chiapello: 2002).

En el caso del texto de Juan Montes Cató, nos brinda un panorama de explotación

laboral que, dentro de los parámetros a los que hemos hecho referencia, demuestran un

contexto de subordinación y dominación en los espacios de trabajo, que seintensificaron en los últimos tiempos. Más allá de que el análisis propuesto por el autor

está enmarcado dentro de un tipo de empleo, el caso de los call centers, se puede

extender el disciplinamiento que estas empresas ejercen hacia otras que no son

precisamente del mismo rubro. En este sentido, la flexibilización laboral y la disciplina

como política empresarial, también facilitó el cambio radical en la relación entre el

capital y el trabajo, mediante la consolidación del primero sobre el segundo.

De esta forma, junto con los cambios en los vínculos contractuales que el autor

desarrolla (efecto de la desocupación, nuevas técnicas de organización del trabajo, otras

formas de contratación, las transformaciones de la legislación laboral) y a los cuales

hicimos mención con otros autores, nos encontramos con una nueva forma de

disciplinamiento de la masa trabajadora. Hacemos referencia en este caso a laconstrucción de la diferencia entre los mismos pares, que facilita la autonomía e

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individualización, de los cuales nos ocupamos más arriba. Además, hay una

internalización del control por parte de los trabajadores, a través de diferentes métodos:

asociar el colectivo laboral con la empresa para fortalecer los vínculos verticales,

apelación al desempeño, y fidelidad como forma de subordinación, fomento de la

competencia entre los mismos trabajadores, organización de reuniones con la intención

de minimizar conflictos (que durante los Estados de Bienestar podían ser iniciadores dedemandas), introducción de las planillas de rendimiento del personal, entre otros.

Estos cambios radicales en las formas de actividad laboral, no son exclusivos de las

empresas de telecomunicaciones, como ya argumentamos. Entonces, la intensificación

del orden y el mismo trabajo junto con determinadas herramientas, amparadas en la ley,

profundizan la explotación. Con esto, no estamos queriendo decir inocentemente que no

haya habido explotación en los marcos del trabajo en el pasado, ni mucho menos.

Por último, pero no por ello menos relevante, un punto central en el avance del

capital sobre la fuerza de trabajo y su consiguiente sobreexplotación de la mano de obra

se debe a la introducción de nuevas tecnologías, a la cual solo nos habíamos referido de

forma implícita.

Para finalizar, durante la etapa previa a las crisis de finales de 1960 y principios de1970 se puede observar la colaboración de los trabajadores en beneficio capitalista

desde la presión y movilización obrera y formas de organización colectiva, y un cierto

espíritu del capitalismo en el cual la justicia social estaba dentro de los parámetros

permitidos (Boltansky y Chiapello: 2002). Hay una diferencia sustancial en el contexto

en el que nos encontramos en la actualidad, como consecuencia de la ya tantas veces

nombrada reestructuración capitalista (tantos en sus aspectos económicos, desde el

Estado y la fuerza del trabajo, que son las que nos preocupan en las primeras unidades

de la materia). Además entendemos al trabajo como una mediación entre el hombre y la

naturaleza, y la capacidad transformadora del hombre como productor no sólo del

mundo, sino también de él mismo como sujeto; y como expresión de subjetividades y

cooperaciones (Delfini y Spinosa: 2008). Por lo tanto, nos podemos permitir pensar que

la explotación tiene una finalidad que excede el marco laboral y tiene una función

social.

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