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Después de las catequesis sobre el bautismo, estos días que siguen a la solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo en movimien- to su vida, abriéndola al bien de los otros. A sus discípulos Jesús encomendó un misión grande: «Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo» (cf. Mateo 5, 13-16). Estas son imágenes que hacen pensar en nuestro comportamiento, porque tanto la carencia como el exceso de sal hacen desagradable la comida, así como la falta y/o el exceso de luz impiden ver. ¡Quien puede realmente hacernos sal que da sabor y preserva de la corrup- ción, y luz que ilumina el mundo es solamente el Espíritu Santo! Y esto es el don que recibimos en el sacramento de la confirmación, sobre el que deseo detenerme a reflexionar con vosotros. Se llama «confirmación» porque confirma el bautismo y refuerza la gracia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); como también «crismación», por el hecho de que recibimos al Espíritu mediante la unción con el «crisma» —óleo mezclado con perfume consagrado por el obispo—, término que lleva a «Cristo» el Ungido de Espíritu Santo. Renacer a la vida divina en el bautismo es el primer paso; es necesario después comportarse como hijos de Dios, o sea, ajustándose a Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándose implicar en su misión en el mundo. A esto provee la unción del Espíritu Santo: «mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro» (cf. Secuencia de Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: es el Espíritu quien nos da la fuerza para ir adelante. Como toda la vida de Jesús fue animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu. Concebido por la Virgen por obra del Espíritu Santo, Jesús emprende su misión después de que, al salir del agua del Jordán, es consagra- do por el Espíritu que desciende y permanece en Él (cf. Marcos 1, 10; Juan 1, 32). Él lo declara explícitamente en la sinagoga de Nazaret: ¡es bonito cómo se presenta Jesús, cuál es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret! Escuchemos cómo lo hace: «El Espí- ritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Lucas 4, 18). Jesús se presenta en la sinagoga de su pueblo como el Ungido, Aquel que ha sido ungido por el Espíritu. Jesús está lleno de Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido por el Padre (cf. Juan 15, 26; Lucas 24, 49; Hechos 1, 8; 2, 33). En realidad, la noche de Pascua el Resucitado sopló sobre sus discípulos diciéndoles: «Recibid el Espíritu Santo» (Juan 20, 22); y en el día de Pentecostés la fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria (cf. Hechos 2, 1-4), como conocemos. La «respiración» del Cristo Resucitado llena de vida los pulmones de la Iglesia; y, de hecho, la boca de los discípulos, «colmados de Espí- ritu Santo», se abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (cf. Hechos 2, 1-11). El Pentecostés —que celebramos el domingo pasado— es para la Iglesia lo que para Cristo fue la unción del Espíritu recibida en el Jordán, es decir, Pentecostés es el impulso misione- ro a consumar la vida por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. Si en cada sacramento obra el Espíritu, está de modo especial en la confirmación, ya que «los fieles reciben como Don al Espíritu San- to» (Pablo vi, Cost. ap. Divinae consortium naturae). Y en el momento de hacer la unción, el obispo dice esta palabra: «Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado como don»: es el gran don de Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros tenemos al Espíritu dentro. El Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en la vida para que nos convirtamos en la sal correcta y en la luz correcta para los hombres. Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien se sumerge en Cristo, en la confirmación es Cristo quien nos colma de su Espíritu, consagrán- donos como sus testigos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el designio del Padre celestial. El testimonio prestado por los que se confirman manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo se ve que hemos recibido el Don del Espíritu? Si cumplimos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras ense- ñadas por el Espíritu (cf. 1 Corintios 2, 13). El testimonio cristiano consiste en hacer solo y todo aquello que el Espíritu de Cristo nos pide, concediéndonos la fuerza de cumplirlo. Noticias y avisos Audiencia general (23.05.2018) Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal 26 mayo 2018, Núm. 209 + El viernes día 1 primer viernes de mes habrá Exposición del Santísimo a las 19.00h. + El sábado día 2 a las 20.00h primer sábado del mes es la Misa de la Hermandad de la Virgen del Carmen. + No habrá Misa el Domingo a las 11.00h, ya que es el día grande de la parroquia hermana de Aguadulce. Habrá Misa a las 20.00h y posterior procesión. Acompañaran los niños que han recibido por primera vez la Comu- nión esta Pascua vestidos de comunión. Por la evangelización: La misión de los laicos Para que los fieles laicos cumplan su misión especí- fica poniendo su creativi- dad al servicio de los desa- fíos del mundo actual. INTENCIONES DEL PAPA

Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal · la comida, así como la falta y/o el exceso de luz impiden ver. ¡Quien puede realmente hacernos sal que da sabor y

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Page 1: Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal · la comida, así como la falta y/o el exceso de luz impiden ver. ¡Quien puede realmente hacernos sal que da sabor y

Después de las catequesis sobre el bautismo, estos días que siguen a la solemnidad de Pentecostés nos invitan a reflexionar sobre el testimonio que el Espíritu suscita en los bautizados, poniendo en movimien-to su vida, abriéndola al bien de los otros. A sus discípulos Jesús encomendó un misión grande: «Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo» (cf. Mateo 5, 13-16). Estas son imágenes que hacen pensar en nuestro comportamiento, porque tanto la carencia como el exceso de sal hacen desagradable la comida, así como la falta y/o el exceso de luz impiden ver. ¡Quien puede realmente hacernos sal que da sabor y preserva de la corrup-ción, y luz que ilumina el mundo es solamente el Espíritu Santo! Y esto es el don que recibimos en el sacramento de la confirmación, sobre el que deseo detenerme a reflexionar con vosotros. Se llama «confirmación» porque confirma el bautismo y refuerza la gracia (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1289); como también «crismación», por el hecho de que recibimos al Espíritu mediante la unción con el «crisma» —óleo mezclado con perfume consagrado por el obispo—, término que lleva a «Cristo» el Ungido de Espíritu Santo. Renacer a la vida divina en el bautismo es el primer paso; es necesario después comportarse como hijos de Dios, o sea, ajustándose a Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándose implicar en su misión en el mundo. A esto provee la unción del Espíritu Santo: «mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro» (cf. Secuencia de Pentecostés). Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: es el Espíritu quien nos da la fuerza para ir adelante. Como toda la vida de Jesús fue animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu. Concebido por la Virgen por obra del Espíritu Santo, Jesús emprende su misión después de que, al salir del agua del Jordán, es consagra-do por el Espíritu que desciende y permanece en Él (cf. Marcos 1, 10; Juan 1, 32). Él lo declara explícitamente en la sinagoga de Nazaret: ¡es bonito cómo se presenta Jesús, cuál es el carnet de identidad de Jesús en la sinagoga de Nazaret! Escuchemos cómo lo hace: «El Espí-ritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Lucas 4, 18). Jesús se presenta en la sinagoga de su pueblo como el Ungido, Aquel que ha sido ungido por el Espíritu. Jesús está lleno de Espíritu Santo y es la fuente del Espíritu prometido por el Padre (cf. Juan 15, 26; Lucas 24, 49; Hechos 1, 8; 2, 33). En realidad, la noche de Pascua el Resucitado sopló sobre sus discípulos diciéndoles: «Recibid el Espíritu Santo» (Juan 20, 22); y en el día de Pentecostés la fuerza del Espíritu desciende sobre los Apóstoles de forma extraordinaria (cf. Hechos 2, 1-4), como conocemos. La «respiración» del Cristo Resucitado llena de vida los pulmones de la Iglesia; y, de hecho, la boca de los discípulos, «colmados de Espí-ritu Santo», se abren para proclamar a todos las grandes obras de Dios (cf. Hechos 2, 1-11). El Pentecostés —que celebramos el domingo pasado— es para la Iglesia lo que para Cristo fue la unción del Espíritu recibida en el Jordán, es decir, Pentecostés es el impulso misione-ro a consumar la vida por la santificación de los hombres, para gloria de Dios. Si en cada sacramento obra el Espíritu, está de modo especial en la confirmación, ya que «los fieles reciben como Don al Espíritu San-to» (Pablo vi, Cost. ap. Divinae consortium naturae). Y en el momento de hacer la unción, el obispo dice esta palabra: «Recibe al Espíritu Santo que te ha sido dado como don»: es el gran don de Dios, el Espíritu Santo. Y todos nosotros tenemos al Espíritu dentro. El Espíritu está en nuestro corazón, en nuestra alma. Y el Espíritu nos guía en la vida para que nos convirtamos en la sal correcta y en la luz correcta para los hombres. Si en el bautismo es el Espíritu Santo quien se sumerge en Cristo, en la confirmación es Cristo quien nos colma de su Espíritu, consagrán-donos como sus testigos, partícipes del mismo principio de vida y de misión, según el designio del Padre celestial. El testimonio prestado por los que se confirman manifiesta la recepción del Espíritu Santo y la docilidad a su inspiración creativa. Yo me pregunto: ¿Cómo se ve que hemos recibido el Don del Espíritu? Si cumplimos las obras del Espíritu, si pronunciamos palabras ense-ñadas por el Espíritu (cf. 1 Corintios 2, 13). El testimonio cristiano consiste en hacer solo y todo aquello que el Espíritu de Cristo nos pide, concediéndonos la fuerza de cumplirlo.

Noticias y avisos

Audiencia general (23.05.2018)

Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal

26 mayo 2018, Núm. 209

+ El viernes día 1 primer viernes de mes habrá Exposición del Santísimo a las 19.00h. + El sábado día 2 a las 20.00h primer sábado del mes es la Misa de la Hermandad de la Virgen del Carmen. + No habrá Misa el Domingo a las 11.00h, ya que es el día grande de la parroquia hermana de Aguadulce. Habrá Misa a las 20.00h y posterior procesión. Acompañaran los niños que han recibido por primera vez la Comu-nión esta Pascua vestidos de comunión.

Por la evangelización: La misión de los laicos Para que los fieles laicos cumplan su misión especí-fica poniendo su creativi-dad al servicio de los desa-fíos del mundo actual.

INTENCIONES DEL PAPA

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Una vez terminado el tiempo Pascual, la liturgia nos hace contemplar dos misterios centrales en nuestra fe, como son las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Cuerpo y la Sangre de Cristo. He de reconocer que no es fácil hablar de la Trinidad. Hemos colocado a Dios a una cima teológica tan inaccesible, que, sin querer, hemos reducido el misterio de la Trinidad a una especie de reflexión teológica, casi incomprensible, que se aprendía de memoria en la catequesis, pero sin inciden-cia en la vida concreta de fe. Decir que nuestro Dios es Trinidad es, ante todo, decir que es misterio, no en cuanto algo incomprensible, sino en el sentido de que Dios lo trasciende todo, y, a la vez, está presen-te hasta en el recodo más pequeño de nuestra existencia, y, ante el misterio sólo cabe la contemplación y la aceptación desde el amor. Dios no se deja atrapar en nuestros es-quemas, mejor que en-tenderlo es amarlo, y mejor que analizarlo es vivirlo. Lo importante no es discurrir o refle-xionar, sino saborear. Es un Misterio que nos re-cuerda, como dice San Juan, que Dios es amor. No es un ser soli-tario, ni inaccesible, al que solo podemos ado-rar desde la lejanía, sino que es comunión. Dios es un amor que se vuelca hacia el hombre, que se hace entrega y dona-ción: “Tanto amo Dios al mundo, que entrego a su Hijo único”. Y, a la vez, es un amor no excluyente, que aco-ge dejándonos participar en su misma comunión. Hoy el evangelio nos trae a la memoria que somos en-viados. De la misma manera que Dios envió a su Hijo al mundo para hacer presente su misericordia y salvación, de la misma manera son enviados sus discípulos. La mi-sión de Jesús no es otra que invitarnos a participar en esa comunión de vida, y a la vez, a que nosotros hoy seamos los que prologuemos y acerquemos esa invita-ción a todos. El fin de esta tarea es hacer discípulos, en efecto, el cristiano es un discípulo. No se trata de ofre-

Comentario bíblico

cer un mensaje, al modo de los maestros, sino de invi-tar a una comunión de vida con Dios, a una relación personal y de seguimiento. En esta tarea no estamos solos: «Sabed que estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20) dice el Señor. No estamos perdidos, abandona-dos a nuestras propias fuerzas: Él está con nosotros. Que Dios sea Trinidad, lejos de ser una idea abstracta y lejana, nos indica que el Padre, en Cristo y por su Espíritu, siempre está con nosotros. En los sacramen-tos, en su Palabra, en el hermano, en las situaciones de silencio y dolor. No es Alguien impersonal, frío e

indiferente, sino la Vida en amor compar-tido, de forma comuni-taria. El Concilio Vati-cano II se fijó en este misterio para expresar la identidad y vocación de la iglesia: está lla-mada a ser "icono de la Trinidad", reflejo en su vida de lo que este misterio implica. Co-munidad de amor que se lanza en busca del hermano para hacerle partícipe de esta mis-ma comunión. Si Dios es amor que se comu-nica y que acoge, ésta tendrá que ser la esen-cia y misión de la Igle-sia.

Lunes 28 20.00h Difuntos Familia Carranza Huerta

Martes 29 20.00h Rafael

Miércoles 30 20.00h ———

Jueves 31 20.00h ———

Viernes 1 20.00h ———

Sábado 2 10.00h / 20.00h ——— / Remedios

Domingo 3 20.00h CORPUS CHRISTI

Intenciones de Misa

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Escucha su voz

Lunes 28 San Germán 1 Pe 1,3-9 / Sal 110 / Mt 10,17-27

Martes 29 San José Gerard 1 Pe 1,10-16 / Sal 97 / Mc 10,28-31

Miércoles 30 San Fernando 1 Pe 1,18-25 / Sal 147 / Mc 10,32-45

Jueves 31 Visitación Virgen María Rom 12,9-16 / Sal Is 12,2-3.4.5-6 / Lc 1,39-56

Viernes 1 San Justino 1 Pe 4,7-13 / Sal 95 / Mc 11-11-26

Sábado 2 Santos Marcelino y Pedro Jud 17,20-25 / Sal 62 / Mc 11,27-33

Lecturas de la Misa para la Semana

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta a los tiempos anti-

guos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hom-

bre sobre la tierra: pregunta desde un extremo al otro del cielo

¿sucedió jamás algo tan grande como esto o se oyó cosa semejan-

te? ¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz del

Dios, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido?; ¿Intentó jamás

algún dios venir a escogerse una nación entre las otras por me-

diante pruebas, signos, prodigios y guerra y con mano fuerte y

brazo poderoso, con terribles portentos, como todo lo que hizo el

Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?

Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el

único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay

otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy,

para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolonguen

tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

La palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales;

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra.

La palabra del Señor hizo el cielo;

el aliento de su boca, sus ejércitos.

Porque él lo dijo, y existió;

él lo mandó y todo fue creado.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esperan su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor,

venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

Hermanos: Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos

son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavi-

tud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu

de hijos de adopción, en el que clamamos «¡Abba!» (Padre). Ese

mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos

de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y cohe-

rederos con Cristo, de modo que, si sufrimos con él, seremos tam-

bién glorificados con él.

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte

que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero

algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha

dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de

todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo

y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he

mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta

el final de los tiempos».

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El municipio de Antas vivió ayer una jornada histórica con la bendición del altar y las obras realizadas en su parro-quia. El acto central fue la Santa Misa presidida por el Obispo de Almería, Mons. Gon-zález Montes en la que, ade-más de bendecir las obras, administró el sacramento de la confirmación a un nutrido gru-po de jóvenes y adultos. El

multitudinario acto ha reunido a cientos de personas entre autoridades civiles, eclesiásticas y vecinos y devotos de este municipio del Levante. Las obras ejecutadas han sido asumidas por la Diputación Provincial de Almería, el Obispado, el Ayuntamiento de Antas, Hermandades y la pro-pia Parroquia que ha solicitado un préstamo para la puesta en valor de la Iglesia. En concreto, la iglesia de Antas ha sido sometida durante meses a unas obras que han consistido en refuerzo de cimentación en la nave principal y la capilla; sustitución de cubierta; picado y Saneado de pare-des; sustitución de la solería por Mármol; zócalos de Mármol; y pintado de la edificación.

La universidad SAN PABLO CEU de Madrid ha sido el escenario elegido por la recién nacida fundación ARTCUPA para su presentación en el ámbito nacional. El pasado jueves, 24 de mayo, el aula magna de dicha univer-sidad acogió una gala pre-

sentada por la actriz y presentadora Isabel Prinz en la que se dio a conocer los fines de esta fundación nacida en Vera pero con vocación nacional. La gala estuvo amenizada por el concierto de piano y saxo de Eugenio Fels y Daniele Schiorone, ambos artistas napolitanos y contó con la presencia de distintas autoridades vera-tenses y nacionales, así como sacerdotes y congregacio-nes religiosas que quisieron estar presentes en el acto. Al día siguiente, a las 11:00h, se celebraba la Eucaristía de acción de gracias por la creación de la Fundación que estuvo presidida por el Cardenal emérito de Sevi-lla, D. Carlos Amigo Vallejo.

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amparo que le prestaron diversas familias de la ciudad. Temeroso de que sufrieran por su causa, buscó refugio entre sus amistades de Arboleas. El veinticinco de julio de 1936 fue expulsado a Húercal Overa y detenido.

Su hermano de hábito, fray Modesto, contaba que al visitar un líder miliciano la prisión: « Le propinó muchos golpes en la espalda y en la cintura con el fusil, llevándole así, maltrecho a la pri-sión del Ingenio de Alme-ría. Al formar un día los reclusos, pasando revista le pregunta: “¿Tú eres fraile?” – calla el padre Gabriel; pero ante la insistencia del otro, con-testa: “Yo soy fraile”. – “Pues apunta en la lista al fraile”. Era casi una sentencia de muerte, ya

que eran apuntados para ser llevados al Campo de Viator ». En efecto, fue martirizado a sus cincuenta y ocho años de edad. Sus verdugos comen-taban: « ¿Qué te parece lo que decía el fraile? “Perdona a éstos. Y llamaba a su Dios... »

En la Iglesia Parroquial de san Juan de su ciudad granadina natal fue bautizado, a los diez días de su nacimiento, el beato Fray Gabriel Olivares Roda. Con quince años, atraído por la vida de san Francisco de Asís, entró en el noviciado de la Orden Franciscana Menor el quince de agosto de 1903. Un año después hizo su primera profesión y, el dieciocho de agosto de 1907, la profesión solemne. El diecisiete de noviembre de 1912 fue ordenado presbítero. Además de su labor do-cente en los colegios de su Orden, colaboró en las revistas seráficas El Monasterio de Guadalupe y Espigas y Azucenas. Con motivo de la corona-ción canónica de la San-tísima Virgen de las Ma-ravillas de Cehegín, en 1925, publicó un hermoso devocionario. El Rey don Alfonso XIII, ávido lector de sus escritos, le manifestó su admiración durante la visita regia que efectúo a Orihuela. Al sorprenderle la Persecución Religiosa en el convento de Almería, se acogió al

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