Parte dos: "Ni dándole máchica"

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De la montaña "El Corazón" al corazón de la selva. La ESFORSE en la guerra del CENEPA.

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  • DE LA MONTAA EL CORAZN AL CORAZN DE LA

    SELVA

    LA ESFORSE EN LA GUERRA DEL CENEPA

    BASADO EN UN RELATO DE JOFFRE ALCVAR, COMBATIENTE

    EN EL MAIZAL

    Editado por: Jenner Baquero

    @ Todos los derechos reservados de Soldados Combatientes Nacidos en Combate

  • 2. Ni dndole mchica

    Comenz el curso de Soldados el 3 de octubre de 1994 con una induccin que dur

    aproximadamente 1 semana; correspondi a un periodo de aclimatamiento y acoplamiento a los

    rigores de ese curso en el cual haban aspirantes de todo el Ecuador; esto es: Loja, Zamora, El Oro,

    Carchi, Sucumbos y Guayas, entre otros. El clima era un factor que afectaba de manera notable la

    salud y los nimos; recuerdo a Marco Moreno por ejemplo a quien prcticamente se le pudrieron

    los labios; terriblemente partidos se convirtieron en una llaga purulenta. Los compaeros de raza

    negra tenan la piel de los pmulos quebradiza por el frio y el sol. En lo personal tambin pas una

    etapa donde se me descascar todo el cuero cabelludo, esto debido al agua fra y al sol que nos

    tostaba la piel; mi cabeza estaba partida y llena de costra tal cual mis pmulos y el labio inferior.

    La alimentacin durante aquellos das era altamente problemtica para quienes no eran serranos; el

    desayuno por ejemplo casi no le consumamos, y no por falta de hambre; como nos levantbamos a

    las 4h30 de la maana, a las 05h00 estbamos mirando un jarro hirviente con colada de machica;

    imposible de tomar por nuestros labios heridos; el men lo completaban 2 panes, un huevo y un

    guineo; 10 minutos no alcanzaban para poder consumir ese desayuno, cosa imposible en una boca

    llagada; salamos a formacin prcticamente con el estmago vaco; cosas de la vida del soldado

    novato.

    Desde la segunda semana del reclutamiento subamos al cerro El Corazn a 4km de nuestra base;

    en dicho cerro se encontraban las pistas a las cuales subamos al trote armados y equipados, lo cual

    supona un desgaste enorme de energa; en especial para quienes no desayunbamos

    convenientemente; la agitacin, el viento frio de la montaa que nos golpeaba la cara y nos secaba

    la garganta completaban la fatiga de aquellos primeros tiempos con el uniforme militar. A las 16h00

    bajbamos nuevamente a la base al trote; para un recluta era un desafo desgastante. Es entendible

    que alrededor de 200 aspirantes abandonaran el curso en el primer mes.