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ASOCIACION DE OBSTETRICAS MUNICIPALES X CURSO DE ACTUALIZACION OBSTETRICA Monografía Parto en cuclillas Historia, fundamentos y repercusión en las primeras experiencias de vida KARINA BEATRIZ ARANZANA LIC. OBSTETRICA Año 2006 1/17

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ASOCIACION DE OBSTETRICAS MUNICIPALES

X CURSO DE ACTUALIZACION OBSTETRICA

Monografía

Parto en cuclillas

Historia, fundamentos y repercusión en las

primeras experiencias de vida

KARINA BEATRIZ ARANZANA

LIC. OBSTETRICA

Año 2006

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INTRODUCCION Aunque la familia humana haya emergido hace muchos millones de años, el Homo Sapiens, el ser humano moderno, es una especie joven. Las huellas más viejas de pies de un hombre moderno, datan de alrededor de 117.000 años y fueron encontradas en las márgenes de una laguna en África del Sur. Genéticamente somos una especie de chimpancés ya que compartimos el 98,5% de nuestros genes, pero con decenas de características que nos hacen diferentes. Cuando los ancestros de la familia humana adoptaron el bipedalismo como medio habitual de locomoción las condiciones se volvieron favorables para un desarrollo espectacular del cerebro, ya que la posición vertical es compatible con un aumento del peso de la cabeza y por ende de su contenido. Esto trajo una serie de consecuencias relacionadas con los huesos y partes blandas, que hicieron más difícil y doloroso el parto. Los primates, al sentir las contracciones expulsivas del parto, adoptan intuitivamente la postura de cuclillas. Esta es para ellos la manera más lógica, más fácil y menos peligrosa de auxiliar la salida de su cría. Así fue en todas las épocas y en todos los grupos humanos primitivos y aún lo es entre los pueblos libres de las influencias de la civilización progresista. Las mujeres de estos pueblos aceptan su condición de mamífero; sienten la necesidad de inclinarse hacia adelante, de acuclillarse, ponerse en cuatro patas, o de rodillas. Necesitan perder contacto con la comunidad, tener privacidad, reducir el grado de control neocortical que se ejerce en la vida cotidiana y así liberar la cantidad de hormonas necesarias para las contracciones uterinas eficaces. (Viejas estructuras cerebrales compartidas con todos los mamíferos juegan un papel fundamental en el parto, en cuanto a la secreción de dichas hormonas). Necesitan, además, garantizar la perfusión sanguínea al feto, relajar el dolor de la espalda y facilitar la rotación del bebé dentro de la pelvis. Para todo esto, nada más adecuado que la posición vertical.

Palacio de Knosos – Creta – Siglo XX A.C. Estatuilla de Mujer pariendo en cuclillas.

“Se debe aceptar que la naturaleza ha programado la forma de parir desde mucho tiempo antes de que existieran los primeros médicos en la faz de la tierra y vaya si lo ha hecho bien”

Dr. Luis Papagno (1)

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VISION HISTORICA Y ANTROPOLOGICA De horizontal a vertical … Todos los animales de cabeza pequeña tienen la cara perpendicular a la columna vertebral. Para mirar hacia adelante el animal está obligado a mantener su cuerpo en posición horizontal, apoyándose en las cuatro patas, por eso son cuadrúpedos. Si los animales permanecieran de pie, la cara quedaría mirando hacia arriba. En el hombre y la mujer, al crecer el cráneo, la cara y los ojos, si fuesen cuadrúpedos, quedarían mirando hacia el suelo, colgando la cabeza entre sus patas por el considerable peso. Para mirar hacia adelante tendrían que forzar la cabeza para atrás contrayendo los músculos del cuello y la nuca, posición difícil y cansadora. De ahí que la única solución posible fue quedarse de pie, en bipedestación, con la cabeza apoyada en la columna vertebral. En los cuadrúpedos el peso se distribuye en las cuatro patas. De este modo, la presión que se ejerce sobre estas es menor. En el hombre y la mujer, al apoyarse en dos piernas, todo el peso hace fuerza sobre la cintura pélvica que se comprime debido a dos presiones: una de arriba hacia abajo, el peso del tronco y cabeza y otra de abajo hacia arriba, la contrapresión de los miembros inferiores. De esto resulta el achatamiento de la pelvis, cuyos diámetros disminuyeron y los huesos, con mayor trabajo y responsabilidad, aumentaron y reforzaron su consistencia. En los cuadrúpedos, las vísceras descansan en la pared abdominal, que para poder sostenerlas tiene que ser fuerte y resistente. El cuello uterino es delgado, poco desarrollado, se distiende y abre fácilmente. Al contrario, en las mujeres, el cuello del útero es grueso, duro, resistente, cerrado y difícilmente dilatable para no perder a su hijo por una corrida, salto, esfuerzo, estornudo y/o defecación.

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De cuclillas al decúbito dorsal … El primer artefacto auxiliar para el parto fue un asiento bajo que funcionó como apoyo para las nalgas. Después del banco, pedazo de madera o piedra, surgieron los más cómodos sillones obstétricos empleados, entre otros, por la nobleza del Antiguo Egipto, mientras que el pueblo continuó pariendo en la plebeya posición de rodillas, adoptada también por los esclavos hebreos. Es interesante saber que el jeroglífico que corresponde al parto es la representación de una mujer arrodillada dando nacimiento al polo cefálico de una criatura.

La necesidad de la silla entre la nobleza egipcia fue consecuencia de su modo de vida; mientras que las pobres mujeres del pueblo estuvieron destinadas a largas caminatas, trabajando y transportando pesadas cargas, las gordas y bien alimentadas aristócratas llevaron una vida sedentaria, confinadas a ambientes limitados dentro de sus palacios y harenes. El exceso de peso y la falta de ejercicio les impidió mantenerse de rodillas, por lo que se les ofreció la opción mas cómoda del sillón obstétrico. En otros pueblos, a medida que fue aumentando el ingenio y el arte en la creación de condiciones de vida mas cómodas, fue disminuyendo la necesidad de esfuerzo físico y paralelamente decayó la fuerza orgánica, con el consiguiente debilitamiento general y progresivo. “En el afán de ayudar cometemos errores al transgredir sin justa causa las leyes de la

naturaleza que ha programado el parto en los mamíferos desde hace millones de años”

Dr. Fernando Aranovich (2)

La máxima exageración tuvo lugar entre la nobleza francesa, a quien se le debe el establecimiento de la obstetricia moderna: la mujer acostada en cama elevada. Cualquier otra posición fue inaccesible para las superalimentadas, supervestidas, supercuidadas, sedentarias y poco móviles damas de la corte real. Sus asistentes, también elegantes, con casacas y camisas bordadas, llenas de volados, cuellos y puños, al sentir tantas dificultades para asistir el parto, aún en los sillones bajos de aquella época, descubrieron en la posición acostada, una manera mas cómoda de realizar su tarea. Guillemeau en 1612 comenzó a sugerir el parto en decúbito dorsal y fue Francois Mariceau en 1668, obstetra y cirujano francés, el elegante médico de la elegante nobleza parisina que, invitado a atenderlas, no vio mejor solución que permitirles seguir

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acostadas en lugar de sentarse en bancos, arrodillarse o acuclillarse como lo hacía la plebe ignorante y despreciada. Fue así como el parto en decúbito dorsal se puso de moda proporcionando status. De Francia, amparado por los argumentos de Mariceau, conquistó las cortes europeas y luego se expandió por el mundo civilizado, en el que se viene sufriendo una sofisticación tal que transformó la obstetricia en la mayor fuente imaginaria de iatrogenia. Iatrogenia que alcanza a los propios médicos y obstétricas, víctimas también de la “complejización” del parto humano, que con sus mejores intenciones, ellos mismos vienen creando.

“Puede pensarse que lo actual siempre es mejor que lo antiguo y el médico, en lugar de utilizar la técnica como instrumento de su arte, se ha vuelto esclavo de la misma”.

Dr. Luis Papagno (3)

Se decidió, entonces, que los partos debían ser atendidos en ambiente hospitalario y acostadas. Las parturientas fueron consideradas enfermas y las enfermas debían estar en el hospital y acostadas. Simultáneamente en Europa empezaron a ser cuestionadas las parteras y las sillas por ellas utilizadas siendo responsables de la mayor incidencia de infecciones puerperales, según estudios de Zemmelweis. Recordemos que en esa época no existían los conocimientos sobre microorganismos que hoy poseemos; esas sillas no eran desinfectadas y por ello eran potencialmente culpables de la gran incidencia de infecciones y mortalidad materna. En esa misma época los hermanos Chamberlein empezaron a divulgar sus conocimientos sobre la utilización del fórceps en fetos vivos, lo cual requirió la posición acostada. Recién a fines del siglo XIX, a partir de la realización segura de la cesárea que bajó drásticamente los índices de mortalidad materna en el parto, la obstetricia entró en una etapa técnica y comenzó a ser considerada como una hermana más de las especialidades médicas. La figura 1 es un ejemplo de cuán fuertemente estamos influidos por nuestra concepción limitada y con prejuicios acerca del mundo. Es una estatua hecha en México hace 1500 años que ha sido presentada en el Louisiana Museum localizado cerca de Copenhague,

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Dinamarca. En fecha reciente, alguien ha puesto en duda la posición en la cual se tenía a esta mujer dando a luz. Obsérvese que si se coloca como indica la figura 2, las semillas que están encima de los hombros de la madre no se caen, los pies estarán encorvados debidamente y su casco estará en posición segura. Durante 20 años esta estatua mexicana estuvo en un posición inadecuada, de manera que la mujer daba a luz acostada, posición que no intentaba presentar el artista, pero que correspondía a la idea generalmente admitida por la “ciencia normal” de la obstetricia moderna.

Fig. 1

Fig. 2

Estatua mexicana de mujer que pare (209-1200 dc) La siguiente foto muestra una escena frecuente de ser observada en la sala de partos. La sensación de impotencia que trasunta, el “ambiente quirúrgico” en que se halla inmersa y la carencia de un vínculo afectivo positivo, hace que la situación de parto no solo se convierta en una fuente de origen del miedo real y concreto, sino que además reactiva las conductas traumáticas pasadas.

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El modelo asistencial actual ha provocado, a la hora del encuentro del médico u obrstétrica con la mujer que va a parir y su familia, el “olvido” de los mismos en su calidad de personas y con ello ha generado la insólita despreocupación por las emociones y sentimientos de quienes se enfrentan a dicha experiencia. Eventos de semejante magnitud como el parir y nacer, han pasado a ser considerados procesos púramente biológicos, sin tener en cuenta los múltiples factores emocionales personales, psicosociales, culturales, ambientales y económicos que muchas veces predisponen, favorecen o determinan la aparición de complicaciones o dolencias. “Constituye una ilusión teñida de claro sabor antropocéntrico suponer que se puede

describir la realidad de los hechos y procedimientos médicos - y otros fenómenos naturales o culturales- desde una omnisciente posición objetiva”. (4)

Volviendo a lo natural … Es en la década del 20 cuando comenzó a perfilarse la inquietud de educar para el parto. En la década del 50 y 60 el auge de la tecnología llegó a la obstetricia incorporando al instrumental terapéutico los aparatos encargados de controlar la frecuencia cardiaca fetal (monitores) y en Uruguay sentaron las bases para el control médico del trabajo de parto, con fundamentos fisiológicos totalmente novedosos para la época. A partir de 1958, Howard, en Estados Unidos, comenzó a llamar la atención sobre errores cometidos al colocar la parturienta en posición horizontal. Caldeyro-Barcia en Montevideo, en 1974 y Peter Dunn en 1976, en Reino Unido, comenzaron a sugerir la posición vertical en embarazadas que no presentaran riesgo gestacional durante el parto. En esta misma década, en Brasil, el Dr. Galva Araujo propuso utilizar parteras tradicionales respetando las costumbres locales, como el uso de banquetas de madera en el momento del parto. En la década del 80, en Brasil, el Dr. Moysés Paciornick, por primera vez aconsejó posición de cuclillas en mujeres civilizadas.

“Cualquier cambio, por bueno que sea, cuenta con pocos amigos que no entienden los enormes beneficios y con muchos enemigos que defienden el statu quo”.

Peter Siege (5)

En la actualidad a algunas mujeres se les da la posibilidad de gozar de mayor libertad para dar a luz en la posición que prefieran: de pie, arrodilladas, sentadas o en cuclillas. De hecho, esto no es nada moderno, como hemos visto; es la vuelta a los métodos de nuestros predecesores y de los pueblos primitivos. La mujer en el parto recibe ayuda de la fuerza de la gravedad, pero si surgen complicaciones, cuenta con un equipo experimentado a quienes recurrir. El médico y la obstétrica se limitan a vigilar que todo esté bien y sólo intervienen en las escasas ocasiones en que la naturaleza pone a prueba la subsistencia humana.

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Con la intención de recuperar el sentido tradicional de la obstetricia se formulan diversas recomendaciones destinadas a “humanizar” la actividad asistencial de médicos y obstétricas. Se propone incorporar al quehacer clínico obstétrico los contenidos de las ciencias humanas, en particular, los conceptos y conocimientos antropológicos relacionados con la salud, la enfermedad , “el parto” y “el nacimiento”.

“Una manera de dar a luz en la que las leyes de la naturaleza facilitan la llegada del

bebé al mundo”.

Dr. Moysés Paciornick (6)

Beneficios del parto en cuclillas e inconvenientes del decúbito dorsal … Mas del 90% de los partos se produciría normal y espontáneamente sin necesidad de auxilio alguno; menos del 10% necesitarían ayuda de una partera bien orientada y de éstos, menos de la mitad precisaría la colaboración de un médico competente. Para favorecer la buena evolución del trabajo de parto y del parto se debería respetar la necesidad de la mujer de adoptar la posición vertical, ya que si no se la condiciona con enseñanzas artificiales, adopta espontáneamente dicha posición. La mujer no necesita estar todo el tiempo en cuclillas, sólo aproximadamente 50 segundos con cada contracción del período expulsivo. Los beneficios y ventajas de la posición de cuclillas son: - Al pujar, el alineamiento del útero y su contenido aprovechan la fuerza de la

gravedad (Newton-1687) de aproximadamente 4 Kg., por lo que el esfuerzo del pujo disminuye en un 30%.

- La madre participa con toda su musculatura con un 35% más de eficacia. - Menor dolor por disminuir la compresión del plexo sacro. - Está mejor protegido el cerebro fetal, ya que el polo cefálico se dirige hacia la pelvis

y no impacta contra el pubis y la uretra. - Permite la correcta nutación del sacro, ampliando los diámetros pelvianos hasta un

28%.

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- Permite la distensión del periné y la apertura completa del mismo, con menor presión intravaginal.

- No existe la temida compresión aorto-cava (Efecto Poseiro) que produciría alteración de la circulación pelviana y sufrimiento fetal agudo.

- Las contracciones son más efectivas (Reflejo de Ferguson-1941) ya que la madre gana entre 30 y 40 mm. Hg. en los valores de presión intrauterina que se suman a la presión propia de las contracciones uterinas.

- Las heces expelidas se dirigen hacia atrás, depositándose lejos del área limpia que va a recibir a la criatura.

- La ventilación pulmonar en las zonas bajas del pulmón aumenta. - Disminuye el gasto cardíaco. - Recién nacidos vigorosos con puntaje de Apgar de 8 o más en el primer minuto de

vida. - El alumbramiento se efectúa con la mujer de pie aprovechando la ley de gravedad,

evitando maniobras contaminantes y a veces iatrogénicas. - Pronto inicio del amamantamiento con liberación inmediata de ocitocina y

prolactina ante la visión y percepción del neonato, haciendo prácticamente innecesaria la medicación úterorretractora.

- El niño es tomado inmediatamente por la madre, permitiendo reforzar el vínculo precoz madre-hijo, asegurándole al niño protección y cuidados en el futuro, verdadera “rampa de lanzamiento” de la resiliencia, cuyos beneficios se experimentarán en toda la vida de ese niño.

- El permitir a la mujer elegir la posición para el parto habla de autonomía y mayor libertad de movimientos.

- Los beneficios psicoafectivos se traducen en mayor satisfacción y sensación placentera de logro personal.

- Topológicamente la mujer se encuentra en un plano superior “por encima” de quienes la asisten.

- La participación activa de la mujer hace que el médico y la obstétrica sean espectadores del parto, minimizan las intervenciones y actúan sólamente cuando el proceso se desvía de la normalidad. Quien realiza el parto es la propia mujer; en los partos en decúbito dorsal, quien pretende “realizar” el parto es el médico o la obstétrica.

“Reconocer que el embarazo, parto y nacimiento son procesos normales que de preferencia evolucionan mejor sin intervención alguna”

Michel Odent (7)

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El parto en decúbito dorsal, más práctico y conocido para el médico y la obstétrica, acarrea inconvenientes, algunos de ellos peligrosos para el niño: - El canal de parto se transforma en una curva ascendente que obliga a la mujer a

empujar el cilindro fetal por un plano inclinado hacia arriba. - Contaminación con heces del campo. - Impide la participación de la musculatura de las piernas. - Produce trastornos ventilatorios a la madre. - Aumenta la carga materna del miocardio. - Comprime la arteria aorta y la vena cava inferior entre el útero y la columna

vertebral, con el conocido “efecto Poseiro”. - Estrechamiento del canal de parto: impide la mutación del sacro; el

promontorio se dirige hacia adelante viciando aún más la pelvis; el colchón de la cama presiona las partes blandas, junto con el sacro y el cóccix en dirección al pubis, estrechando el canal.

- La expulsión más lenta intensifica el modelaje y le es más difícil liberarse del contenido de la vía aérea al nacer acostado, causando estados de disnea.

- Aumentan las intervenciones por sufrimiento fetal agudo. - A menudo requiere maniobras para el alumbramiento. - Disocia completamente a la mujer de la llegada de su hijo ya que permanece

mirando al techo, totalmente desinformada de los que sucede en su esfera genital; no ve nada, a penas imagina y por eso, con frecuencia, se angustia, sufre y desespera. Acostada no tiene otra perspectiva que el techo de sala de partos, lo que conduce a la vivencia del hijo que le fue “sacado” sin que ella pudiese participar; es el médico o la obstétrica quienes “hacen el parto”, cuando en realidad se trata exactamente de lo contrario.

“La gente tiende a confirmar la teoría que sostiene en lugar de buscar pruebas para

refutarla”

Peter Siege (8)

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Veamos, después de lo expuesto, que opinan al respecto la O.M.S., la O.P.S. y Michel Odent, cirujano y obstetra francés que fundó el Centro de Investigaciones Primarias de la Salud, cuyo objetivo es estudiar la correlación entre lo que ocurre desde el momento de la concepción hasta el primer cumpleaños, y la salud y comportamiento posterior en la vida: Según la Clasificación de Conductas en el Nacimiento Normal de la OMS-OPS: - Categoría A: Práctica claramente útil y que debería fomentarse: No aconsejar la

posición supina en el parto. - Categoría B: Considera conducta claramente perjudicial o ineficaz que debería ser

eliminada: Uso rutinario de posición supina durante el trabajo de parto y el uso rutinario de posición de litotomía con o sin estribos durante el parto.

Según informe publicado por la OMS (abril de 1983) de “Tecnologías apropiadas de Parto”, dentro de las 16 recomendaciones se sugiere: - Las embarazadas no deben ser colocadas en posición de litotomía (acostada

boca arriba) durante el trabajo de parto. - Se les debe animar a caminar durante el trabajo de parto. - Cada mujer debe decidir libremente la posición que quiere asumir durante el

parto.

Según las Técnicas apropiadas para el parto de la Declaración de Fortaleza-OMS-1985: - No se recomienda colocar a la embarazada en posición dorsal de litotomía

durante la dilatación y cada mujer debe decidir libremente qué posición adoptar durante el parto.

- Animar a la mujer a adoptar la posición supina durante el parto. Según Bases del cuidado perinatal de Michel Odent: - Permitir que el cuerpo de la madre adopte la mejor posición en cada fase del

parto. - Conservar la posición erecta caminando al principiar el parto para disminuir

su duración. - Utilizar la posición en cuclillas para aumentar las dimensiones de la pelvis ósea.

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Es interesante considerar cuántos aspectos del tratamiento recomendados por Michel Odent son similares a los practicados durante 1 a 3 millones de años por el hombre cazador y los ancestros y aún persisten en la mayor parte de las sociedades no industrializadas. Y de acuerdo a lo antes citado, se llega a la siguiente deducción:

“La posición supina para el parto en que se coloca la mujer es una decisión terapéutica que se toma por tradición secular y no está avalada por evidencia

científica alguna”

Dr. Fernando Aranovich (9) Repercución en las primeras experiencias de vida… Según Freud, la existencia intrauterina parece demasiado corta en relación al resto de los animales, se halla más incompleto que éstos cuando vienen al mundo. Ello hace que la influencia del mundo externo sea más intensa; es necesaria la diferenciación del Yo con respecto al Ello; aumenta la importancia de los peligros del mundo exterior y se incrementa el valor del único objeto capaz de proteger contra estos peligros y de reemplazar la vida intrauterina. Ese factor biológico crea, pues, las primeras situaciones de peligro y la necesidad de ser amado que ya nunca abandonará al hombre. Resulta evidente que se refiere al contacto materno como elemento de reaseguro afectivo. Y es ese contacto precoz madre-hijo el que se ve garantizado posibilitando a la mujer el parir en posición vertical.

Según Michel Odent la capacidad de amar está en gran medida determinada por las primeras experiencias durante la vida fetal y el período cercano al nacimiento. Teniendo en cuenta esto, vemos que existen similitudes entre las leyendas de aquellos cuyos nombres están asociados al amor: Afrodita, Buda y Jesús.

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Estos tres personajes nacieron fuera de la comunidad humana. Afrodita en el mar, de la espuma de las olas; Buda en un bello jardín y Jesús en un establo rodeado de animales. Se trata de una similitud altamente significativa en la medida en que todas las sociedades conocidas tienen tendencia a perturbar los procesos fisiológicos en períodos cercanos al nacimiento, particularmente, el primer contacto entre la mamá y el bebé, a través de rituales o creencias. Cuanto mayor es la necesidad de desarrollar las capacidades agresivas en una sociedad dada, más agresivos son en dicho período.

¨Los procesos fisiológicos eran perturbados lo menos posible en grupos humanos donde la estrategia de supervivencia no era dominar la naturaleza”.

Michel Odent (10) Para Odent, el mejor de los libros para comprender el parto es la Biblia. Este best-seller, escrito hace miles de años nos puede ayudar a comprender el proceso fisiológico cercano al parto. En las primeras páginas se menciona el pecado que consiste en consumir frutos del árbol del conocimiento, es decir el pecado de saber demasiado. En la misma página se refiere al hecho que los seres humanos estamos condenados a parir con dificultad. La asociación indica que el desarrollo del intelecto es un handicap en ciertas circunstancias. En el final del libro, se relata la historia de un hombre cuya misión fue promover el amor entre los seres humanos. Su madre encontró una estrategia para superar su handicap de ser humano y reducir la actividad de su neocortex cuando el bebé dio señales de su pronta llegada. Parió en un establo entre otros animales, lejos de la comunidad humana. Qué mejor ilustración que esta convergencia entre ciencia-tradición.

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CONCLUSIONES

“Vivimos en una sociedad que, en el plano de las proclamaciones, exalta la dignidad

de la persona, mientras que en el plano de los hechos denigra la condición del hombre, la mediatiza, la empequeñece. Los actos supremos de nacer y morir no escapan a esta contradicción entre la palabra declamada y la conducta elegida”.

Mazzinghi, Jorge (11)

El embarazo de una mujer y el nacimiento de un niño es algo muy frecuente y cotidiano, tanto que lo hemos dejado de ver y de sentir. Tenemos que redescubrir el comienzo de la vida, la obra más maravillosa jamás soñada; descubrirlo desde el mismísimo y solemne momento de la concepción. Cuando logremos esto, vamos a vibrar y nos vamos a emocionar, vamos a tratar de protegerlos y de apoyarlos con todas nuestras fuerzas. En el momento del parto una nueva vida comienza y tendremos quienes acompañamos, cuidamos y asistimos el nacimiento, el maravilloso privilegio de participar de otro capítulo, sin duda, brillante en la historia del hombre. Con cada nacimiento el destino de la humanidad comienza a escribirse. La estructura y personalidad de ese futuro hombre o esa futura mujer dependerán mucho de sus primeras experiencias de vida. Si recibe comprensión, compañía, afecto, si es tratado y siente que le han transmitido respeto y amor, serán estos valores aprendidos, los que el bebé, algún día adulto, será capaz de transmitir a la sociedad. Y está en nosotros, los profesionales de la salud, permitir que todo esto se inicie en el momento del parto. Los médicos y obstétricas solemos preocuparnos por profundizar el conocimiento de la pequeña parcela de saber que cultivamos, pero estamos muy mal dotados para relacionar ese saber con los grandes temas del hombre, porque con frecuencia nos falta, a fuerza de especializarnos, una visión general de lo humano. Frecuentemente no respetamos la voluntad de las mujeres en lo que respecta a la forma de parir; a veces porque “así lo hemos aprendido” y no sabemos que puede ser diferente, y otras, porque aún sabiendo el error que cometemos al no respetar la naturaleza, no queremos perder nuestro lugar protagónico y “de poder” que históricamente nos ha acompañado; indudablemente el distinto valor o sentido atribuidos a la vida humana condicionarán el modo de tratarla. “La omnipotencia del género humano le ha hecho olvidar que es parte integrante del

mundo animal, que posee leyes claras y precisas; en su intento por controlar la naturaleza, se ha apartado cada vez más de ella”.

Dr. Luis Papagno (12)

Debemos, los profesionales de la salud, favorecer con nuestras acciones el desarrollo de un sentimiento en la comunidad que les permita acercarse a nosotros sin inhibiciones, sabiendo que van a encontrar a seres humanos capaces de escucharlos, comprenderlos y entonces, sí, ayudarlos.

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Debemos desarrollar la filosofía de escuchar y no sólo ordenar; de compartir y no sólo dirigir; de aceptar y no siempre imponer; de respetar, siempre respetar. No intervenir si todo evoluciona normalmente. Permitirles deambular durante el trabajo de parto, parir en posición vertical y ver, tocar, abrazar a su hijo recién nacido y amamantarlo si lo desea, siempre que no requiera el bebé atención neonatológica inmediata. Supervisar el bienestar del binomio madre-hijo sin perturbaciones, estimulando su natural capacidad de parir, de nacer y amar. Reconocer que el trabajo de parto y el parto no son entidades aisladas que pueden ser evaluadas independientemente del sujeto que los transita ya que el origen de dolencias o complicaciones presentan aristas enraizadas en problemáticas afectivas, culturales y sociales. Aceptar que las consideraciones que efectúa el médico y la obstétrica siempre se hallan teñidas de su propia subjetividad, muy lejos de una supuesta, imposible e inalcanzable posición objetiva. El conocimiento de esta circunstancia facilita una relación con la parturienta y su familia más realista y personal que amplía y ensancha el limitado interés por el parto mismo. Reconocer que en el arte de la precaución y de la previsión, la naturaleza es un maestro muchísimo más sabio que todos nosotros. Si se puede demostrar que la vida humana tiene un valor y una dignidad superiores y exclusivos, habremos encontrado el fundamento para exigir éticamente se tenga hacia ella un sumo respeto.

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CITAS BIBLIOGRAFICAS

(1) Paciornik, Moysés. Parto en cuclillas. Buenos Aires, Dunken, 1998, p. 16 (2) Aranovich, Fernando. Análisis del parto vertical - Fundamentos y

metodología. Buenos Aires, Colección Salud Comunitaria – Serie Parto Humanizado, 2002, p.23.

(3) Paciornik, Moysés. Parto en cuclillas. Buenos Aires, Dunken, 1998, p. 16. (4) Pérgola, F. y Ayala, J. M. Antropología Médica – Medicina para la

persona. Buenos Aires, CTM Servicios Bibliográficos, 2005, p.20. (5) Aranovich, Fernando. Análisis del parto vertical - Fundamentos y

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(6) Paciornik, Moysés. Parto en cuclillas. Buenos Aires, Dunken, 1998. (7) Aranovich, Fernando. Análisis del parto vertical - Fundamentos y

metodología. Buenos Aires, Colección Salud Comunitaria – Serie Parto Humanizado, 2002, p. 41.

(8) Aranovich, Fernando. Análisis del parto vertical - Fundamentos y metodología. Buenos Aires, Colección Salud Comunitaria – Serie Parto Humanizado, 2002, p. 25.

(9) Aranovich, Fernando. Análisis del parto vertical - Fundamentos y metodología. Buenos Aires, Colección Salud Comunitaria – Serie Parto Humanizado, 2002, p. 23.

(10) Odent, Michel. La cientificación del amor – El amor en la ciencia. Argentina, Creavida, 2001, p. 23.

(11) Basso, Domingo. Nacer y morir con dignidad – Bioética. Buenos Aires, Depalma, 1993, p.7

(12) Papagno, L. y Vidal, L. Asi nacemos – Fundamentos para un parto sin violencia. Buenos Aires, Celcius, 1986, p. 295.

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BIBLIOGRAFIA

1- Aranovich, Fernando. Análisis del parto vertical - Fundamentos y metodología.

Buenos Aires, Colección Salud Comunitaria – Serie Parto Humanizado, 2002. 2- Basso, Domingo. Nacer y morir con dignidad – Bioética. Buenos Aires,

Depalma, 1993. 3- Giberti, Eva. “¿Por qué nos acuestan?”. Elogio del parto vertical, Buenos

Aires, Página 12, 1998. 4- Kennel, J. y Klaus, M. “Paradigma perinatal: ¿ha llegado el momento de

cambiarlo?”. Clínicas perinatológicas de norteamérica, Vol 4, México, Nueva Editorial Interamericana, 1989.

5- Martínez, Jorge César. El increíble universo del recién nacido. Buenos Aires, Lidiun, 1989.

6- Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación. Propuesta normativa perinatal, Tomo 1. Argentina, 1993

7- Nilson, Lennart. Nacer – La gran aventura. Buenos Aires, Círculo Syncro de Comunicación, Serie Descubriendo al Hombre, 1991

8- Odent, Michel. La cientificación del amor – El amor en la ciencia. Argentina, Creavida, 2001.

9- O.M.S - O.P.S. Clasificación de conductas en el nacimiento normal, 1985. 10- O.M.S. 16 Recomendaciones para el parto, 1987. 11- Paciornik, Moysés. Parto en cuclillas. Buenos Aires, Dunken, 1998. 12- Papagno, L. y Vidal, L. Asi nacemos – Fundamentos para un parto sin

violencia. Buenos Aires, Celcius, 1986. 13- Papagno, Luis. Curso para un parto con amor – Vivencias de un obstetra.

Buenos Aires, De los Cuatro Vientos Editorial, 2004. 14- Papagno, Luis. “Parto y aspectos paranoides de la personalidad”. Revista

Argentina de Neuropsiquiatría y Salud Mental, Vol 3. Buenos Aires, 1982. 15- Pérgola, F. y Ayala, J. M. Antropología Médica – Medicina para la persona.

Buenos Aires, CTM Servicios Bibliográficos, 2005. 16- Sabatino, H. y Nogueira Cordeiro, S. “Análisis crítico del programa del grupo

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